Está en la página 1de 1

Ha pasado un tiempo, saben, un buen tiempo desde que comencé una relación que,

hasta ahora, ha sido la más bonita que he tenido, y que supera por mucho todas las
anteriores.

Por primera vez en mi vida están apoyando lo que quiero hacer y todo el potencial que ni
siquiera yo sabía que tenía; pensando en que una relación debe ser para ayudarse a
crecer, estaba segura de que había encontrado a la persona con la que pasaría el resto
de mis días.

Claro que no es perfecto, nunca nadie lo es, y estamos dispuestos a aceptarlo siempre, lo
hacemos con nuestros padres, con nuestros amigos y debemos hacerlo con nosotros
mismos, por eso también está bien aceptarlo con nuestras parejas, pero, ¿cuándo
estamos aceptando demasiado?

Como dije antes, creí que había encontrado “al indicado”, y él me dijo muchas cosas que
me hicieron creerlo, pero de unos meses para acá he comenzado a dudar. Además de la
evidente emoción que yo sí tengo por estar siempre con él, algo más me ha atormentado
estos últimos meses: cuando no soy lo que espera, deja de hablarme.
Es un castigo real, comienza por parecer una broma y hasta lo hace a risas, pero poco a
poco va subiendo el tono y termina por alejarme y pedirme que no lo abrace, que no lo
toque, que ni siquiera lo vea (porque esa esa otra, cuando hay algún problema yo quiero
hablarlo y arreglarlo en el mismo instante, él solo quiere que nos alejemos en ese
momento).

Algunas veces me pareció que era prudente alejarnos un poco si no sabíamos que
podíamos llegar a decir, pero estoy comenzando a cansarme de tener que ser no
perfecta, pero sí como él me espera… ¿es que estoy dispuesta a que me haga sentir mal
cada que me equivoco? La verdad es que no lo creo.
¿Por qué yo siempre perdono? Y además perdono rápido, que es el colmo. Ni siquiera es
como que lo perdone con tal de seguir con él, es que a mí, muchas cosas no me parecen
ni la mitad de graves que a él.
Pero yo no puedo hacerme la indiferente en lo que termina su partida, porque soy grosera
y decide que no quiere hablarme más.

Lo peor de todo: cree que no debería llorar por cualquier cosa, tengo una noticia ¡Soy
sensible! y voy a llorar cuando sienta que quiero hacerlo, así sea viendo una película o un
comercial del Teletón, o porque me hiciste sentir mal.

¿Y qué pasó hoy? Quise jugarle al cool. Soy como esa persona que quiere hacerse la
relajada frente a sus amigos y termina haciendo que todo el bar la odie… pero eso no es
motivo para que mi novio me odie o se enoje conmigo a tal punto que me malvea, me
evite y me ignore.

Es que es una actitud infantil y ciertamente caprichosa, pero yo la he fomentado porque


siempre pido perdón y siempre intento arreglar las cosas cuando, francamente, apenas y
tuve un error.
No me queda mucho que decir, tan solo se trata de saber y tomar mi decisión; ¿Qué estoy
dispuesta a aceptar y por qué?

También podría gustarte