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Razón y
Revolución y su visión nacionalista de
la revolución de mayo
Florencia Grossi | 6 abril, 2011 | Comentarios (2)
Sin embargo, como intentaremos demostrar en esta polémica sus elaboraciones no son
más que una amalgama de viejas posiciones historiográficas. Por un lado, suscriben la
añeja visión stalinista criolla de los años 40´ sobre las relaciones de producción en
América Latina. La revolución rioplatense fue una revolución dirigida por una
burguesía agraria (hacendados) contra la España feudal que imponía su modo de
producción en el continente. Puiggrós fue el máximo referente de esta posición y su
libro De la colonia a la revolución guió el debate sobre el predominio del modo feudal
en América Latina, RyR suscribe esta visión sin ninguna crítica. A su vez, la
revolución de mayo fue una revolución burguesa clásica, a grosso modo repitiendo las
etapas y los fines de la revolución francesa. Sobre este punto adoptan en lo esencial una
lectura mecanicista sobre las revoluciones burguesas del siglo XVIII, y su comparación
con la dinámica de la revolución proletaria. Como marxistas sus reflexiones nada
aportan a pensar la revolución, ni en el pasado ni en el presente, y como historiadores
los militantes de RyR pecan de uno de los mayores problemas del “oficio”, ser
profundamente a-históricos.
Por otro lado, cuando analizan concretamente las discusiones y acontecimientos sobre la
historia nacional retoman una lectura liberal-mitrista sobre la revolución de mayo y su
resultado, enunciando y describiendo los mismos tópicos que elaboró la historia oficial
liberal: las invasiones inglesas como antecedente directo de la “insurrección” del 25 de
mayo, nacimiento de una “conciencia nacional” entre 1806 y 1810, preparación
consciente de la revolución, el Cuerpo de Patricios como “dirección y partido de la
burguesía agraria”, librecambistas agrarios vs monopolistas españoles, milicias como
base de la formación del “partido revolucionario americano”, etc., etc.
Una cuestión más antes de ir al debate. RyR se ufana de su trabajo sobre las fuentes,
según ellos ésta es la clave de su “investigación histórica”. Pero en realidad no logran
escapar de un empirismo llano. Evidentemente han adoptado el lema rankeano “las
fuentes hablan por sí solas”, como si entre los registros del pasado y la interpretación no
hubiera más que una espejo. No sólo los marxistas, sino todas las corrientes
historiográficas han discutido contra esta visión decimonónica de la historia. En este
terreno RyR tampoco innova.
Para justificar que la revolución de mayo fue una revolución burguesa clásica, al estilo
de la francesa, RyR plantea que el modo de producción que dominaba la estructura
social del ex virreinato del Río de la Plata era el feudalismo. Según ellos, en este
contorno histórico, en la ciudad de Buenos Aires y su campaña, producto de las
relaciones comerciales que se establecieron con Europa, se desarrolló una burguesía
agraria (hacendados) antagónica a las relaciones feudales y las formas de dominación
que imponían la corona española. De ahí que los “hacendados en armas” encabezaran
una revolución burguesa contra el feudalismo.
Aunque tal vez la conquista de América no haya expresado objetivos capitalistas claros,
si podemos decir que el continente europeo se encontraba en un momento de transición
hacia el capitalismo, y que por lo tanto la búsqueda de mercados comenzaba a
configurar un fin. Es en este contexto que se va formando un mercado mundial colonial,
que tardará varios siglos en consolidarse. Desde este momento los destinos y la
formación social que se constituyó en el continente, quedará establecida por su relación
con el mercado mundial y las potencias europeas. Ello no significa que el modo de
producción capitalista en América nazca y se desarrolle en forma pura.
Una segunda dimensión de la definición, ésta positiva, tiene que ver con el proceso de
transición al capitalismo que ya estaba en curso en Europa al momento de la
colonización. Aunque en la esfera específica de la producción de América no prime la
relación social capitalista plenamente desarrollada, esta se integra en el circuito del
capital en desarrollo. Las colonias juegan un rol clave en la acumulación originaria que
da lugar al surgimiento del capitalismo. Como señala Marx[13], la extracción de riqueza
se da bajo mecanismos extraeconómicos, tales como el proteccionismo, la deuda
pública, el sistema impositivo, el monopolio comercial; todos presentes en la relación
colonial entre América y España. Como vemos, en oposición a la visión regionalista y
localista de RyR[14], el concepto de “capitalismo colonial” permite pensar las
relaciones del continente americano en su conjunto con el sistema mundial capitalista.
Para RyR el camino a la revolución de mayo se abre con las invasiones inglesas. En
1806 inicia una “situación revolucionaria” que tiene su punto culminante el 25 de mayo
de 1810. Es durante estos años que la burguesía demuestra su “espíritu” de combate y la
capacidad estratégica desplegada en la formación de las milicias, base del “partido
revolucionario” encabezado por Saavedra. Aunque RyR diga que todo esto está basado
en una rigurosa investigación histórica, fuentes primarias y todo, la realidad es que la
recopilación de datos sólo está al servicio de fundamentar un origen revolucionario e
intrínseco de la revolución de mayo.
Por otro lado, si algo no sufrirá ninguna “transformación radical” son las relaciones y
formas de explotación de la inmensa mayoría de los oprimidos de la colonia. Cualquier
historiador sabe que luego de 1810, aunque jurídicamente se hayan tomado algunas
medidas excepcionales, ni la esclavitud, ni la mita o el repartimiento, ni el tributo fueron
abolidos completamente. La enorme continuidad en las relaciones de explotación será
una de las características centrales del siglo XIX. Un mercado de trabajo asalariado no
se constituirá luego de décadas.
Finalmente, con respecto a uno de los temas más importantes y polémicos alrededor de
la revolución de mayo, el jacobinismo, RyR muestra una profunda confusión. Para
ellos, el Cuerpo de Patricios, “el partido de la revolución” dirigirá diversas alianzas
sociales constituyendo un fenómeno similar a los sans-coulottes[20]. Debemos decir
que la búsqueda de “glorias” en su burguesía les impide negar una de las centrales
contradicciones de la época. Las clases dominantes criollas mirarán con horror el
“momento jacobino” de la revolución francesa. Es que la revolución antiesclavista en
Haití mostró a ojos de éstas la posibilidad de un levantamiento social que cuestionaría
su poder. A partir de 1804 son recurrentes las “conspiraciones de esclavos”, sólo para
tener una dimensión de la cuestión, en la Buenos Aires de entonces el 30% de la
población era negra. Esto explica la ambivalencia constante entre la revolución y el
orden de las clases criollas durante estos años, que negó la posibilidad de una alianza
social.
Esta visión apologética de la burguesía llevará a RyR a plantear una visión sobre la
relación entre las clases dominantes y las masas explotadas que ni los liberales se
animarían a decir: “¿por qué los indígenas no apoyaron el proceso revolucionario?
Porque no se trataba de una sociedad sin clases: la revolución burguesa venía a
romper la comunidad indígena, razón por la cual la abolición del tributo dejaba
colgados a todos los kurakas (jefes) que lo cobraban. Algunos indígenas que se habían
asimilado y procuraban comprar tierras, apoyaron la revolución. Aquellos que
defendían formas de sujeción de tipo feudales, como las clases dominantes indígenas,
la enfrentaron. El socialismo revolucionario no defiende modos de producción
precapitalistas. (…) Cualquier revolución provoca masacres. El problema no es la
muerte de seres humanos, sino su sentido histórico. Si la disolución de antiguos modos
de producción en forma violenta es una tarea reaccionaria, entonces ninguna
revolución representó un avance para la humanidad. (…) Una revolución burguesa no
busca el socialismo, sino la instauración del capitalismo. El sujeto de la revolución es
la burguesía, no los explotados, que no portan ningún programa histórico
superador”[21]. Lamentablemente, compañeros de RyR, Roca estaría muy de acuerdo
con esta definición.
6 de Abril, 2011
[1] Lucía Feijoo y Florencia Grossi, “Apuntes para interpretar la Revolución de Mayo”
en Cuestionando desde el marxismo. Publicación de la Corriente Nacional 9 de Abril,
Abril 2010
[7] Schlez, Mariano. “Lucha de mares, lucha de clases” y “Los orígenes del
bonapartismo” en El Aromo N° 38, 2007
[8] Ver: Debate Rodolfo Puiggrós-André Gunder Frank, Sobre los modos de
producción en América Latina, Versión digital en Cuadernos de la memoria,
www.elortiba.org, Vitale, Bagú, De Armas, Olmedo, Mandel, Gunder Frank.
Feudalismo, capitalismo, subdesarrollo, Madrid, Akal: 1977, Assadourian, Cardoso,
Ciafardini, Garavaglia, Laclau. Modos de producción en América Latina, México,
Cuadernos de Pasado y Presente: 1973
[9] Veamos que decía Puiggrós: “El antagonismo creciente entre el orden feudal de la
Colonia y el capitalismo exterior –especialmente el capitalismo británico- explica: a) la
política de Carlos III, enemigo mortal de Inglaterra, fundada en la certeza de que el
conflicto hispano-inglés no tenía solución en el mar (…) b) el despertar de la conciencia
nacional en los sectores más avanzados de las masas criollas (…)”. A continuación
explica: “Aquí [América Hispana] los intereses no ya de cada colonia, sino de cada
localidad, prevalecían sobre los intereses del conjunto. La economía doméstica básica,
baluarte del feudalismo, originaba un movimiento centrípeto, una tendencia a hacer de
la unidad económica de cada poblador el eje social”. Puiggrós, Rodolfo. “Capítulo VI.
Nacimiento de una conciencia nacional revolucionaria” en De la Colonia a la
revolución, Bs. As. Ediciones Leviatán: 1947, p. 190-194
[10] Sobre sus problemas y conclusiones, ver Hernández, Juan Luis. “La historiografía
socio-económica colonial y los debates teórico-metodológicos. Algunas reflexiones”,
Revista Nuevo Topo N° 1, Sep-oct 2005
[11] Un primer debate al respecto se puede encontrar en: Dal Maso, Juan. “A propósito
de Milcíades Peña y Liborio Justo. Los mitos de la colonización y la revolución de
Mayo” en Revista Lucha de Clases N° 5, 2005
[12] Peña, Milcíades. Antes de Mayo, Bs. As., Ediciones Fichas: 1973, p. 47
[13] Marx, Karl. El Capital, Tomo I -Vol. III. Madrid, Siglo XXI Editores: 1998.
Página 939
[14] Sólo bajo esta concepción se pueden entender definiciones poco serias como la de
Harari: “El análisis de los orígenes del capitalismo argentino nos lleva, entonces, al
examen de un tiempo lejano (la sociedad colonial) en un espacio reducido de 29.000
hectáreas (la campaña rioplatense)”. El Aromo, Mayo-Junio 2007.
[16] Al respecto, Perry Anderson señaló que “se encuentra en la propia naturaleza de las
revoluciones burguesas el ser desnaturalizadas (…) más bien son una estructura que se
presenta siempre compleja e irregular. La excepción es la regla. En este sentido,
podemos decir que toda revolución burguesa, sin excepción, nace bastarda”. “La noción
de revolución burguesa en Marx” en Revolta global
[17] Ya Aricó planteo una cuestión nodal para pensar (a nivel general) la formación de
los Estados nacionales latinoamericanos. Por un lado, que si bien la constitución de
estados es un fenómeno histórico que caracterizó el siglo XIX, no se puede pensar la
misma dinámica procesal para Europa que para Latinoamérica. Por otro, que a
diferencia de Europa las “naciones” no anteceden a los Estados, sino que son una
construcción posterior, en este sentido afirma que luego de las independencias “la
construcción “nacional” tendió a ser durante un largo período un hecho puramente
estatal, protagonizado por minorías defensoras de intereses sectoriales y sin voluntad
nacional, y caracterizado por la ilustrativa continuidad de las delimitaciones territoriales
coloniales en los nuevos estados independientes”. Aricó, José. Marx y América Latina.
Perú, Centro de Estudios para la Participación y el Desarrollo: 1980, página 103