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LA HISTORIOGRAFIA DEPENDENTISTA

Y EL FIN DE LA HISTORIA
Franclsco Quiroz Chueca

En países con larga tradición de estudios históricos, la historiografía ha incursiona-


do en temáticas muy diversas. Es lógico y provechoso. Luego de largas y fructíferas dé-
cadas de investigaciones acerca de problemas estructurales desde diferentes posiciones
metodológicas y con amplias discusiones, se ha llegado a la conclusión de la necesidad
de incluir otros aspectos al análisis del desanollo de [a sociedad. Sin descuidar, e inclu-
sive, profundirunáo nn la tarea de averigUar los procesos socioeconómicos de ese desa-
rrollo.
que
De tiempo en tiempo, imrmpen nuevos (o renovados) procedimientos técnicos
priorizan tal o cual aspecto de la realidad. Con distinto grado de seriedad metodológica
pretenden constituirse en hegemónicos. su vigencia dura tanto cuanto son capaces de
u.upuru, la atención sobre su utilidad entre quienes consumen la producción historio-
gráfica y entre quienes la financian.
En el krú la situación es distinta. kse a la abundancia de estudios sobre los pro-
cesos históricos fundamentales, el desanollo de la historiografía no ha alcanzado la
madurez necesaria para recibir y valorar los aportes de las modas parisinas y neoyorki-
nas en nuestra especialidad.
La llamada escuela dependentista tuvo una acogida jamás vista en la historiografía
peruana y lati¡oamericana. Su auge coincidía con cambios estructurales que exigían
explicaciones al atraso crónico que padecían nuestros países. se constituyó en una de
las tendencias mejor auspiciadas por las fundaciones. Evidentemente, no sólo en Lati-
noamérica se deseaba conoier las causas del atraso. Los tiempos cambiaron' Desde la
década de 1980 y en forma creciente, las preferencias historiográficas variaron confor-
pro-
me la ideología neoliberal iba ganando terreno político. Se dejaba de financiar los
yectos que sustentaban la continuidad del atraso. Se prefirió los que remarcaban el
cambio en función de los "nuevos" agentes históricos (llamados "informales") en una
marcha indesmayable hacia el triunfo (futuro) del mercado'
En este empeño, la "nueva" historiografía determina nuevos paradigmas negativos:
la historiografía de los sesenta y setenta. Los llamados "dependentistas" atraen más
la
ya, esa corriente recurrió a la historia económica para
atención. Es comprensible. Descle
determinar las causas del atraso de América Latina. su conclusión fue tajante: la
región
que caracteriz' al conjunto de [a-
era atrasada debido principalmente a la dependencia
zos que se establecieron con las nuevas metrópolis'
Es decil
Esta es, precisamente, la imagen que debe ser erradicada de la historia.
tratar de demostrar cuán equivocados estuvimos los latinoamericanos durante décadas'
La ,'nueva" historiografía áebía encargarse de rectificar e[ grave error cometido' En
adelante, debía investigar no cómo el laissez-faire había convertido en dependiente
la
practicó realmente el laisses-faire' Fs el "fin de la
economía del país, sino cómo no se
historia".

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I. EL DEPENDENTISMO
En medio de importantes cambios estructurales ocurridos en el país desde, al me-
nos, los años cincuenta surgió la versión peruana del dependentismo en la historiogra-
fía. Tiató, concientemente o no, de explicarse la realidad nacional a través de ta trafec-
toria del país, dado que las versiones de la historiografía "tradicional" no satisfacfan las
aspiraciones de los grupos emergentes. Se trató de elementos intelectuales de la peque-
ña burguesía que asumieron estas posiciones. Bla pequeña burguesfa radicalizada aco-
ge para su análisis elementos de diversas doctrinas.

ORíGENES METoDoLÓGIcos
B reconocido que la historiografía dependentista se origina en los postulados teó-
ricos y prácticos de la CEPAL. La simbiosis de Raúl Prebischlez debe entenderse como
producto de una combinación de las tesis económicas de Keynes, tas bases epistemo-
lógicas estructuralistas (Althusser) y los fundamentos políticos de lo que se conoció co-
mo la teoría de la dependencia.
Los aportes de esta "escuela" a la epistemología de las ciencias sociales en América
Latina son muchos. Entre ellos se pueden mencionar los siguientes. En primer término,
la premisa de especificidad de la realidad económica de la región. Esto íue la base para
un estudio autónomo de la trayectoria histórica del subcontinente. En segundo término,
el conjunto de ideas-fueza esgrimido por los dependentistas. Representó un aporte
verdaderamente original para las ciencias sociales latinoamericanas: el planteamiento
estructural de los problemas históricos.
como una forma de "transición" entre el "desarrollismo" y Ia "dependencia", he-
bisch propuso la tesis del difusionismo; pablo González casanova hizo lo propio con la
del colonialismo interno. El difusionismo considera que la periferia debe asimilar el capi-
tal y la tecnología para desarrollarse y este desarrollo es desigual en la periferia. Segun
Chilcote, estas premisas conducen "a dos proposiciones controvertidas: 1) las naciones
subdesarrolladas se encuentran estructuradas en sociedades duales: una moderna y
avanzada, otra retrasada y feudal; y 2l en el sector moderno de la sociedad subdesa-
rrollada surgirá una nueva burguesía, comercial e industrial, progresista y defensora del
interés nacional en la medida en que el desarrollo capitalista se difunde en las áreas ru-
rales y las medidas económicas y políticas restringen la penetración y el dominio de los
intereses extranjeros".

te2 I-a literatura sobre esle tema es vasla. En especlal, ver la anrplia reseña de José Mllaián al
volumen I de la revista Latin Ane¡lcan lbrspective, Catlfornla, 1974, dedicado a la teorfa
de
la dependencia, en Apuntes (Lima) 1976 n. 5 pp. 97-104. Asimismo, los aportes de James
Dietz y James Petras (eds.), F\'ttgress toward developntent in Latin America: ftom hebisch ta
technologícal autonomy, Boulder, Linne Rienner, 1990; Ronald chilcote y Joel Eldstein,
"Latin America: the struggle with dependency and beyond", Laün American furspective, 1974
vol. l; Id., "Latin America: capitalist and socialist perspectives of development and underdeve-
lopment", HAHR 1986 vol. XV; Ronald chilcote y D.L. Johnson, Theories of development:
mode of pn>duction or dependenqt?, Beverly Hitls, sabe, l9B3; cristóbal Ray, Latin,Aneri-
can theoríes of development and underdeuelopmen( New york, Routledgn, tsas; eL. o'
Brien, "A critique of Latin American theories of dependence", I. oxaal et al., Beyond the so-
ciology of developmend London, Routlege & Kegan, 1975; Ian Roxborough, Theories of un-
derdevelopmen{ London, Mac Millan, 1979.

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El colonialismo intemo sostiene que "con la desaparición de la dominación directa de
los exhanjeros sobre los nativos surge la noción de [a dominación y explotación de unos
nativos sobre ohos".
La teoría de la dependencia explica el subdesarrollo en América Latina como una
consecuencia de influencias económicas y políticas exógenas. Específicamente, las eco-
nomías de ciertas naciones están condicionadas por su relación con otra economía, que
es la dominante. Gracias a esta desigualdad, la dominante puede seguir expandiéndo-
se. En las dominadas pueden desarrollarse, como reflejo de la expansión de las nacio-
nes dominantes, o subdesarrollarse como consecuencia de su relación de subordinación
(Theotonio dos Santos y Osvaldo Sunkel).
La teoría de la dependencia postula que el subdesanollo latinoamericano no equivale
a la Europa precapitalista; en realidad, l-alinoamérica es subdesanollada por haber servi-
do de apoyo al desarrollo de Europa occidenlal y los EEIJU. Dentro de cada país el nrocle-
lo de relaciones entre melrópoli y periferia se reproduce en el campo interno como una
réplica caraclerizada por la transfe¡encia del excedente econónrico clel á¡ea mral al sector
urbano.
En funcion de este marco conceptual, la teoría de la dependencia ha acogido el
pensamiento de A.G. Rank sobre el devenir histórico: el desarrollo no ocurre a través
de una sucesión de etapas y los países hoy desarrollados nunca fueron subdesarrolla-
dos; el subdesarrollo es consecuencia de un proceso histórico de relaciones entre los
satélites subdesarrollados y las metrópolis desarrolladas; la interpretación dualista debe
ser rechazada por cuanto el capitalismo ha penetrado efectivamente en el conjunto del
mundo subdesarrollado; la relación metrópoli-saiélite se encuentra tanto a nivel de paí-
ses concretos como en el orden imperialista mundial; el desarrollo de los satélites está
limitado por su situación de deper.rdencia.
Entre las críticas al modelo de Rank, destaca el estudio de James futras (Latin
America: from dependence to revolution, New york, 1973). petras y otros inciden en
que el subdesarrollo debe ser entendido en términos de clases, la dependencia es con-
siderada sólo como una relación externa impuesta antes que como un elemento integral
interno, el término dependencia carece de especificidad y de un contenido bien defini-
do; el planteamiento de Rank es estático y no demuestra cómo han cambiado las for-
mas de dependencia a pesar de su persistencia.
Zkudalismo o subdesarrollo? Una críiica a la teoría de la dependencia gira en tor-
no a la identificación del período colonial como capitalista por parte de Rank. El atraso
económico se atribuye, más bien, a la ausencia de relaciones capitalistas y la persisten-
cia de relaciones feudales. De ahí que se concluya que la teoría de la depenclencia haya
sido incapaz de efectuar diferenciaciones his\óricas entre los modos de producción os-
cureciendo, por lo tanto, los canrbios cualitativos en el desarrollo históriio, o negándo-
los de hecho.

PRINCIPIOS EPISTEMOLóC ICNS


fuse a plantear el problema en la base estructural, el dependentismo se circunscri-
bló a los factores exógenos para explicar los fenómenos históricos. Sus principios onto-
lógicos más importantes se refieren a las relaciones entre el país estudiado y el mercado
rnundial (circulacionismo), a las relaciones entre los sectores dominantes con los intere-
ses foráneos y, en general, a las características derivadas de la relación centro-periferia.

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1. EL C|RCULACtON|SMO.
Caracteriza al circulacionismo un planteamiento sesgado en el análisis histórico.
Consiste en una absolutización de las relaciones comerciales en desmedro del resto
de
factores que componen una realidad. Aduciendo la necesidad de estudiar los aspectos
económicos (la base o estructura material), el análisis queda circunscrito a la esfera de
lo mercantil.
Adquirió gran popularidad en los estudios sobre [a historia de América Latina a
partir de los.debates propiciados por Andre Gunder Rank y wallersteinle3. un punto
básico es el relacionado con el "centro" y la "periferia". Btos dos elementos se hansfor-
man en la obra de estos ideólogos de la dependencia en la clave para entender la natu-
raleza y el funcionamiento del capitalismo en las zonas subordinadas con relación a las
llamadas metrópolis.
Frank plantea el problema del desanollo y el subdesarrollo directamente en base a
las relaciones entre una metrópoli y su periferia (llamada también satélite) dentro del
sistema capitalista. Construye su tesis basándose en afirmaciones parciales y fuera de
contexto de los clásicos.
Rank busca sustentar que no existe leudalidad en América Latina. Desde ya, parte
de la premisa del capitalismo como fenómeno circulacionista. Para é1, el capitalismo se
instauró en América con la aparición de los europeos. Esta tesis rcsultó muy importante
en el análisis de la historia latinoamericana. En primer lugar, transformó por completo
los estudios históricos. Se empezó a pensar la trayectoria local como una relación dia-
léctica entre metrópolis (coloniales y neocoloniales) y la periferia (colonial y neocolo-
nial) en el marco de un desarrollo (o subdesanollo) capitalista.
Fartiendo del mismo.esquema gunderfrankiano, Immanuel Wallerstein ha puesto el
acento en el estudio del capitalismo, visto como hacía Rank en un escenario geográfico,
pero convirtiendo su esquema binario en otro ternario, integrado por las naciones
del
centro, las periféricas explotadas por aquéllas y las de la semiperiferia, que actúan de
manera intermedia (como explotadas) por el centro y explotadoras de la periferia).
Define un sistema mundial como aquél en el que existe una división extensiva del
trabajo. Esta división no es meramente funcional -----es decir, ocupacion¿l-, sino geo-
gráfica. Es deciq la gama de tareas económicas no está distribuida uniformemente
a lo
largo y lo ancho del sistema mundial. En parte esto es consecuencia de consideraciones
ecológicas, sin duda. Fbro en su mayor parte es función de la organización social
del
trabajo, que magnifica y legitima la capacidad de ciertos grupos deritro del slstema de
explotar el trabajo de otros, es decir, de recibir una parte mayor del exedente.
En Wallerstein se encuentra un análisis social, cultural y político muy directamente

re3 A.G. Frank,


capiralismo y subdesamillo en América Latina,2aed., Buenos Aires, siglo )ixl,
1973- La obra de Frank recibió numerosas crfticas por su deficlente base empfrica. Buscando
subsanar las deficiencias putrlicó un texto que no pasa de ser una compilación de citas:
la
acumulación mundial, 1492-1789, Madrid, siglo XXI, 1979. En nuesho medio su tendencia
fue conocida mayormente a través de Las econontfas de exportacr'ón de Jonathan Levin
(México, UTEF{A, 1964).
I. wallerstein, El modemo sistema mundial, México, siglo xxl, 1979-80. z tomos. Femand
Braudel respondió a este trabajo con la edición en tres volúmenes de su Civilización material"
economla y capitalismo. Siglos XV-XWII, Madrid, Aliarza Ed., 1994.

Nueva Síntesis, Nro 3 - 1995 t4l


relacionado con las características circulacionistas.
En la discusión en torno al carácter del capitalismo se introdujo Fernand Braudel,
también desde la perspectiva circulacionista pero con otra base ideológica. Su estudio
responde a Wallerstein sobre la economía-mundial. Braudel propuso en su lugar eco-
nomías-mundo. No una economía mundial extendida a todo el orbe, sino una econo-
mía-mundo referida a un fragmento del universo económicamente autónomo, capaz en
lo esencial de bastarse a sí mismo y con cierta unidad orgánica: un teatro-mundo.
Braudel determina un concepto ahistórico. Según é1, siempre han habido econo-
mías-mundo (Fenicia, Cartago, Roma, etc.). De poco importa que unas ',economías-
mundo" hayan correspondido a una formación antigua y otras al capitalismo. Inclusive,
pese a que e[ propio estudio está dedicado al capitalismo.
Siguiendo a lmmanuel Wallerstein, determina lres áreas de jerarquía, yuxtapuestas
pero a niveles diferentes: un centro estrecho, regiones segundas bastante desarrolladas y
enormes márgenes exteriores-
El principio ordenador es la división internacional del trabajo. Rige en lo interno y
lo externo de las economías-mundo. Es decir, una dependencia que se aprecia más co-
mo una relación mutuamente complementaria. Se obse¡va la desigualdad, pero se jus-
tifica por esa división del trabajo entre las regiones y países.
La economía nacional se entiende como un reflejo de la economía-mundo. se limi-
ta a imitar a la economía-mundo. Tanto en su aspecto global como en lo local, la eco-
nomía es vista según los ritmos de tiempo que experimenta la economía-mundo. B
decir, en función de los ciclos: Kitchin (corto, de 3-4 años), Juglar (inierdecenal, 6-8
años), Labrousse (interciclo o interdecenal, lo-r2 años), Kuznets (hiperciclo o doble ci-
clo Juglar, 20 años), Kondratieff (medio siglo. desde 1791-1817). Le interesa en su en-
foque extendido en el tiempo el trend secular con sus fluctuaciones en un proceso acu-
mulativo.

2. RELACIONES SOCIOPOLÍTICAS.
Los maestros del circulacionismo (hank, wallerstein, Braudel) prestaron escasa
atención al análisis de los grupos sociales internos. Les interesó en la medida en que se
podía establecer una relación entre los grupos dominantes internos y los intereses del
comercio y las inversiones externas.

3. TELEOLOGÍA.
Uno de los aspectos más rescatables era la convicción abierta de la finalidad teleo-
lógica de la escuela de la dependencia en la historiografía. Los "dependentistas" no
ocultaban que sus estudios tenían la misión de descubrir las raíces de los problemas de
la regíón para tratar de encontrar la solución política al subdesarrollo. No siempre, em-
pero, fue clara la dirección de esta solución.
Esta falta de claridad ha pernritido que su proyección sea manipulada a gusto. una
de las crlticas más difundidas que se ha hecho a la escuela de la dependencia es acusar-
la de fatalista por concluir que el desanollo es imposible en los marcos de la conserva-
ción de fos fundame¡rtos de la dependencia y, por tanto, se debe esperar un futuro ca-
tastrófico de continuarse bajo el mismo modelo (Celso Furtado).

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4. susrEr'irAclótr¡ EupÍnrcn
Uno de los puntos más flacos de la teoría de la dependencia en su aplicación a
la
historia es la referente al manejo de la información. En realidad, el problema parte
de la
misma obtención de la información.
En contraposición con una historiografía "tradicional" apegada al documento
como
ícono, la llamada nueva historia tuvo una (casi)declarada fobia al trabajo en
archivos.
De un extremo al oho. Se manifiesla en la escasa información docum"ntul presentada
por sus cultores' Como si unos cuantos documentos referentes a unos
cuantos casos,
fuesen suficientes para sustentar el discurso. Como es sabido, con una actitucl
tan limi-
tada de la información, se llega a una marcada insuficiencia documental
v/o a dernos-
trar cualquier idea o hipótesis.
kse a la declaratoria de algunos acerca de la necesaria fundamentación cle cada
afirmación, se aprecian vacÍos muy considerables.
Adenrás, el recurso a basarse en textos ajenos era (y es todavía) muy cornúrn. y
pc,
ligroso. Si anteriormente no se ha efectuado urra crítica a los textos ¡le
olros rnvestiga-
dores, es conocido que no se puede cifrar el apoyo €n esos lextos.
Otro resultado de esta actitud fue la generalización. Se consideró con
mucha facili-
dad que los fenómenos estudiados, con documentación limitada además, podían
pro-
yectarse hacia el conjunto de la sociedad y el país. Algo muy cuestionable: la
"limeñización" de la historia del Fenl. Lo que sucedía en Lima era, ráulta,
característico
de todo el Perú. comunes en los trabajos sociológicos y antropológi.or,
ro, estudios
regionales detallados estuvieron bastante ausentes en la historia.
Tal vez una de las po-
cas excepciones fue el aporte de Manuer Burga sobre el valre
der Jequetepeque.
La generalización se produjo también en cuanto ar tiempo. D"
.uná.. muy gruesa
se consideraron momentos amplios en la trayectoria peruana.
fuí, el coloniaje, er sigro
XlX, la independencia y otros terminaban sienclo unidades capaces
de ser examinadas
en forma tolal sin considerar una periodificación intema y
diversos contenidos que po_
dían asumir en el transcurso del iiempo.

II. EL FIN DE IA HISTORTA


En los años 1960 y 70 Pablo Macera constataba la crisis de
la historiografía tracli-
cional peruana. Nuevos rumbos tenía la historia (y la cultura
en.general) en er país. sin
embargo, en la década siguíente se produjo un cambio muy
iriportanie pero apenas
percibido hacia fines del decenio. Este cambio se manifestaba
en la vuelta al conserva-
durismo' En 1989, Alberto Flores Galindo observó el cambio
al hablar de ,,una corriente
ideológica que quiere negar enfáticamente er pasado de este país.
En el empeño de
abrir todas las puertas y ventanas al mundo occidental, han
transpuesto mecánicamente
el discurso liberal de la economía ar campo de la cultura;
nn no,ntr" de la libertad quie_
ren-deshacerse de lo que terminan calificando como.el lastre
andino. B el pensamiento
de la nueva derecha peruana. A diferencia de sus aniepasados (los
Riva Agüero, García
calderón o Belaúnde), Ios principales intelectuales de derecha
hoy, deruulorun la His_
toria. su terreno privilegiado es la Economía". puso como excepcián
ut joven
historiador Fernando lwasaki. pero no le auguraba buenos
resultados "nton."s
en sus acerca_
mientos con el ILD precisamente por ser la historia poco atractiva
para sustentar las
premisas neoliberales.

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Flores Galindo se equivocó. comprensible. No tlegó a vivir para confirmar
lo que
en vida fueron solamentá atisbos aislados y hoy es una práctica orgánica: en realidad,
cadavez más la escuela neoliberal recuffe a la historia
El observó cómo esa historiogmfía desdeñaba los elementos andinos de la hayectoria
p€ruana en aras de una peruanidad o nacionalidad definida, tratando de sustituir al discurso
áe h [amada utopía andina que es confundida con una posición izquiendista.
En este empeño, la "nueva" historiografía determina nuevos paradigmas negativos:
toda la historiografía de los años 1960 y 1970. Es tomada en su conjunto como un to-
do (lo que es dificil de sustentar). Los llamados "dependentistas" atraen más la atención.
Es comprensible. Desde ya, las ideas de esa corriente (proveniente del desarrollismo),
recurrió a la historia económica para determinar las causas de [a situación de atraso de
América Latina. Su conclusión fue tajante: la región era atrasada debido principalmente
a la dependencia que caracler'uó a[ conjunto de lazos que se establecieron con lo
que
se llamó la nueva metróPoli.
Dado lo heterogéneo del fundamento epistemológico de la teoría de la dependen-
cia, es difícil establecer quiénes son sus "cultores" en el Feru' Se acostumbra a mencio-
nar entre los "dependeniistus" u Julio Cotler, Ernesto Yepes, Javier Tántaleán, Manuel
a la obra de
Burga, Heraclio Bonilla y, a veces, hblo Macera. Es obvio que se refieren
estos autores hecha en las décadas en mención'
Yepes, coiler y Bonilla se formaron como sociólogos y antropólogos, respectiva-
postgrado en eco-
mente. Tántaleán fue primero ingeniero antes de seguir estudios de
nomía y dedicarse a la historia. Eran tiempos de descrédito de la historia. F¡ta circuns-
en su producción como historiadores. Particularmente en el manejo
tancia se hará sentir
de la información documental"" .
partió ante
El caso de Manuel Burga y Flores Galindo es distinto. su planteamiento
sobre el centro y la periferia al vincular el valle del
todo de las enseñanza. bruudáliunus
en la larga duración como zona productora de azúcar con el mercado
Jequetepeque
y la
.upituliriu (M. Bu.gu, 6n h nnromienda a la hacíenda capitalista, Lima, IER 1976)
el comercio lanero del altiplano con el mercado inglés (A'
intermediación arequipeña en
Arcquipa y el sur andínq Lima, Horizonte, 1977). Flores Galindo retu-
Flores Galindo,
vo un discurso "dependentista" acerca del Estado y los sectores dominantes republica-
et al', Nueva
nos ("El militarismá y la dominación británica (1825-1845)", Lumbreras
historia genenl del Petú Lima, Mosca Azu[, 1979 pp'.107-I27\'
lln un prirrcipio ¿e su carrera, Bonillar"'arremetló contra la historia

r!4 porlerionnente, Bonilla siguió un poslgrado en hlstoria. Acerca de Yepes y Cotler se han
técnicas y metodología de haba-
manifestaclo abundantes citicas. Sobre todo, en tomo a sus
4 pp'
jo. Remíto a los comentarios crlticos de Bonilla sobre Yepes (l-Iumanidades 19.70-71n
'ZSS
SOt) y de Guillermo Rochabrun sobre Cotler (Análisis 1978 n 4 pp' 69-84)'
re:, ;iu ina"pánanncia en el Perú. Las palabras y los hechos", Bonilla et al, La independencia en
de sus-publicaciones "La
el funi,Lima,l1p, 1972. Sus propuestas pueden apreciarse a través
coyuniura comercial del siglo ilK nl Peru" , Revista del Museo Nacional (Lima) t. XXXV pp
"n (acaba de reeditarse en Quito);
tS-S-tSZ; Guano 9r bury;esfa en el Peni, Lima, lEIl 1974
Lima, IEB 1977; "Guano
Gran Bretaña y el Pe¡ú. Los mecanismos de ut't conlro! económico, jma'
et al', Nueva historía genemt det Peni' l Mosca Azul' 1979
y crisis enel Peru", Lumbreras
.El Peru entre la independencia y la Guerra con chile", Historía del Fbni, Lima,
pp.
'Ei. tzs-lss;
t.l"iiu Baca, 1gg0 t. VI pp. 3g5_473; Lln siglo a la deriva,l-ima, IEB 1980.

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"tradicional" peruana, reclamando un enfoque más realista. La finalidad de la his-
toria, según el autor, es crear una conciencia histórica que aliente en la lucha por
una historia distinta, que coadyuve a las luchas populares (Guano... pp. 19 y 251.
La historia no es una inquisición del pasado, no busca culpables. Afirmaba un de-
terminismo causal en [a conducta social: "Sabemos desde hace mucho tlempo que
la historia no es necesariamente la expresión y e[ desarrollo de las intenciones
conscientes de los hombres. Más bien, es al revés. La opacidad en los plantea-
mientos de [Manuel] Pardo deriva y se nutren de su posición de clase. La visión de
este hombre singular, de hecho tuvo un alcance mucho mayor que la de muchos
otros de su propia clase pero, pese a ello, el mismo Pardo no pudo escapar a las
determinaciones y a las ilusiones de su tiempo y de su clase" (p63).
Con estas premisas, Bonilla presenta una versión de historia económica que inclu-
ye una refledón sociopolítica. kro sus conclusiones giran en torno a factores externos.
trarte de un caso contrafactual. Se pregunta por qué e[ guano no se constituyó en el eje
del desarrollo del país. Se responde, por [a debitidad del mercado y lo peculiar de la
clase dirigente.
En lo primero, su conclusión más importante es que la economía peruana devino
en dependiente, complementaria, apéndice de la economía mundial. En lo segundo, se
trata de una clase comercial limeña de mentalidad señorial, estancada desde fines del
sigto XVIll, en base a las rentas del Estado, intermediación entre el Btado y los comer-
ciantes ultramarinos, especulación, manipulaciones financieras. No se conformaron en
una burguesía; mucho menos, una burguesía nacional (tuvieron vinculaciones con el
capital británico) (p213-44).
Su er<plicación es o<ógena. No se refiere a [a capacidad de la clase dirignte natirra, ni a
la ausencia de una clase empresarial. Se debe hallar un mecanismo que a<plique cómo la
asimehía de las relaciones económicas intemacionales genera a su vu una asimehía dentro
de la totalidad del país, económica y socialmente dependiente (p145). liata de resolver el
problema ¡ecuniendo a las catrsas por las que los ingresos estatales del guano no generaron
una demanda ni sirvieron pam inversiones productivas.
En.esta búsqueda, Bonilla recuerda la polémica sobre el imperialismo del libre co-
mercio"'-. De ella concluye que las fuerzas impersonales del mercado internacional
sometieron a la nación económicamente más débil gracias a la "neutralidad" del impe-
rio británico. De otro lado, el Btado peruano pudo manejar mejor los recursos del gua-
no, No lo hlzo debido a la lmprevislón y exceslva corflanza.
El corolario de este razonamiento es que la verdadera causa de la ocaslón desper-
diciada radica en la situación especffica en que la economfa peruana se lnsertó en la
economía mundial. De ahf deriva la configuración de las estructuras internas del pafs
(p150-151). Se perdió el mercado interno y primó una estructura colonial en la eco-
nomía. Se quiso cambiar la situación a través del tendido de una red fenoviaria que

re6 La polémica fue suscitada por el artfculo de J. Gallagher y R. Robinson de 1953 sobre la ln-
tervención del Estado británico en la expansión comercial del imperio antes de 1870, es decir
antes del imperialismo "formal". D.C.M Platt y William W Mathew se opusieron a esta tesis
con argumentos formales sobre la neutralidad y no intervención británica. Los materiales de
la polémica fueron reunidos por W.R. Louis en el volumen Imperialism: The Robinson and
Gallagher Conhoversy, New York, New Viewpoints, 1976. Bonilla afirma que era "una neu-
halidad establecida entre dos naciones básicamente desiguales" {Guano y... p. 149).

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integrase el país (mercado). Empero, los ferrocarriles nada pudieron hacer para sustituir-
la. Más bien, al revés. Bta "modernización" en los años 1860 fracasa por la convergen-
cia de intereses entre la burguesía comercial con los sectores terratenientes más tradi-
éionales y el temor y el despreclo a las clases populares indias (p152).
Si esta clase limeña rentista y parasitaria del Estado invirtió en la expansíón agríco-
la del litoral fue en una actividad ajena al mercado interno. La minería quedó al mar-
gen del interés de este sector (p153-155).
La posición metodológica de Bonilla fue cambiando. En textos posteriores, se tiene
una visión más decididamente circulacionista de la historia. kse a su declaración de la
necesidad de combinar los factores internos y exlernos para abarcar con mayor ampli-
tud e[ problema, el análisis se centra casi exclusivamente en los factores comerciales.
Los grupos sociales aparecen sólo en función de la explicación de los factores comercia-
les, especialmente externos. No vuelve a preguntarse por la suerte de la estructura so-
cioeconómica del país; ni siquiera para responderse con argumentaciones de la inser-
ción asimétrica en el mercado mundial.
El caso de Fablo Macera es controversial. Ha sido adscrito, entre los
,'dependentistas,,, a mi par€cer, en forma arbitrarialeT. Desde ya, la preocupación prin-
cipal de los fundamentos (publicados y expuestos en clases y tertulia) de Macera gira en
tomo a un análisis complejo de la trayectoria de la sociedad pemana. Lejos de un en-
foque circulacionista y circunscrito a las relaciones de dependencia con las "metrópolis",
Macera presenta un planteamiento más global pese a no contar con un texto de síntesis
histórica. El que más se aproxima a esa calidad es Las plantaciones azucarcras andinas
( 1 82 1 - 1 875), Lima, UNMSM, L97 4.
Es widente que le preocupa el problema de la dependencia. En particular, la relación
entre los fenómenos y procesos actemos con los intemos. Una de las camcterísticas de la obm
de Macem es su visión de conjunto. En esta medida, me parece que le son ajenos tanto el cir-
culacionismo como el reduccionismo economicista. De otro lado, no se aprecia una coinci-
dencia en los principios teleolfuicos aplicados por los "dependentistas".
No veo por qué ha de ser "dependentista" todo aquel que encuentre que la economía,
socledad y/o política peruanas se haüaban en condición atrasada y dependiente dumnte el
siglo pasado. Distinta es la situación de quienes atribuyan ese ahaso en forma o<clusir¡a a la
relación que se entablaba con el ec<terior. El talo de Macera criticado especialmente por Goo-
tenberg fue originalmente el prótogo de un libro referente a un caso concreto: un intento de
indt¡strialización en el krú de mediados del siglo pasado.
De lo que se hata es de desvirtuar todo intento de buscar en nuestro pasado de-
pendiente los orígenes de nuestros males. Esta es, precisamente, la imagen que debe ser
erradicada de la historia. Es decir, iratar de demostrar cuán equivocados esiuvimos los
latinoamericanos durante décadas. Esto estuvo ligado directamente a la actitud política
del neoliberalismo peruano. El entonces candidato a la presidencia de la República, el

1e7 Paul Gootenberg reitera la clasificación de Macera entre los devotos de esa escuela. Ver espe-
cialmente, "los liberales asediados...", Revista Andina (cusco) 1988 no 12 pp,4O7-408; Teii-
dos y harinas, cor¿,zones y menfeq Lima, IEB 1989 p. 95. Tomando parcial y aisladamente la
visión de Macera en tomo a la finalización de la esclavitud en el Peni, Carlos Aguirre al ver
est€ proceso en Lima lo incluye en la corriente (Agentes de su propia ubertad, Lima, RJCB
1993 p. 19).

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escritor neoliberal Mario Vargas Llosa escribió en el New York Times Magazine el 2 de
febrero de 7987: "Uno de los mitos aceptados más difundidos acerca de América Latina
es el de que nuestro atraso es resultado del principio de laissezfaire económico adopta-
do por casi todas nuestras constituciones cuando logramos la independencia de Bpaña
y de Fortugal a principios del siglo pasado. según este mito, la apertura de nuestras
economías a las fuerzas del mercado nos hizo presa fácil de los imperialistas, cuyas vo-
races prácticas de negocios acarrearon las injusticias entre ricos y pobres... krú nunca
tuvo una economía de mercado. La libertad económica garantizada por nuestra consti-
tución es igual de ficticia que la libertad política,,.
De esto se encargó Faul Gootenberg, historiador de EEUU que sirve de guía cle un
grupo de historiadores peruanos. En sus trabajos resalta los momentos en que el país
buscó establecer una política autónoma ("proteccionista") en contraposición a la que
venla impuesta desde fuera. No se observa la tendencia general que ligaba desigrial-
mente la economía y sociedad peruanas al exterior. De la misma manera, estas len-
dencias "proteccionistas" son determinadas tan solanrenle por un jucgo arancelario que
bien pudo responder a las necesidades fiscales más que a una política deliberada de los
caudillos decimonónicos para impulsar el desarrollo local en desmedro de la participa-
ción foránea en la economía.

I.A RECONSTRUCCIÓN HISTORIOGNÁNCN.


Ahora le toca a los peruanos tomar la posta. La primera tarea consistió en desa_
creditar a todos los que, de una manera u otra, encontraban una teleología en la histo-
ria. La historia no sirve más que para demostrar el penoso camino hacia la
"modernidad". Es decir, hacia una actualidad que se comprende como el triunfo incues-
tionado e incuestionable del capitalismo. De ahí que la primera crítica recayó sobre los
"ideologizados", especie de historiadores retrógrados en medio de un mundo ya libre
de
las ideologías que tanto daño habían causado a la investigación. Se prefiere una
historia
"suave" (light). Lo curioso es que esos dependentistas-marxistas vienen a ser sus propios
maestros g que esta actitud no necesariamente significa la constatación de
la máxima
del proceso de instrucción: el discípulo debe superar al maestro. For el contrario, se
trata de un "reciclaje" abierto, la negación de sus propios pasados intelectuales
en fun-
ción de las nuevas fuentes de financiamiento.
Los "dependentistas" de ayer terminan en el grave exceso de estar ,,ideologizados',.
cecilia Méndez escribió: "El énfasis que la escuela dependentista puso en las
"continuidades coloniales" de las jóvenes repúblicas latinoamericanas empalmaba
bien
con el economicismo marxista (de base igualmente estructuralista), y tuvo quizá
el ma_
yor peso en el desinterés por esta presumida "época de las tinieblas,;
¡siglo Es"
desinterés lo entiende como no querer estudiar lo verdaderamente rescatable ^i*¡"tnt.
del siglo
en cuestión. A saber, la emergencia de nuevos actores sociales. No se trata, empero,
de
una burguesía como la estudiaran Macera, yepes, Bonilla y otros. Más bien se
tiene en
cuenta el origen de la "informalidad", la "cholificación', del país, esa
',nueva fueza so-
cial" que debe cambiar la faz del proceso de moderniclad en el peru. For ello,
la tarea
consiste en resaltar los "grandes cambios políticos y su potencial riqueza para
el estudio

les I_.^= indios no: apuntes para el estudio


-si, <-rel naciona.lismo criollo en el perú, Lima, lEIl
1993 (Documentos de trabajo, 56).

Nueva Síntesis, Nro 3 - 1995 147


de las ideologías". No es otro el verdadero sentido de la historia. Más que el estudio de
los fenómenos en sí, se prefiere el análisis de los discursos-
A la historiografía de la dependencia en el Ferú se le atribuye una visión pesimista
lindante con el fatalismols: el pasado está signado por la "herencia colonial" y lleno de
"ocasiones perdidas", "sucesivas derrotas", etc. y, por consiguiente, la proyección hacia
el futuro es vista con pesimismo. Este principio determinaría el recurso a la ucronía:
plantear [a historia no como fue sino como hubiera sido más conveniente. Lo que Mag-
dalena Chocano considera pesimismo no son sino conclusiones de la investigación de
parte de los "dependentistas".
En cierta medida, todas las tendencias historiográficas tienen ese recurso ucrónico
en tanto que se basan en paradigmas, confesados o no. Es un método histórico com-
plementario al de la comparación. La historiografía dependentista intentó explicarse el
pasado p€ruano comparándolo con otras realidades. No siempre pudo separar la paja
det trigo: cayó en analogías (relaciones más específicas).
La intención al comparar era precisamente esa: explicar e[ atraso y la dependencia.
No se lrata de un fatalismo hacia adelante. En realidad, se observa una historia-
denuncia, un discurso historiográfico que permite sustentar la necesidad del cambio pa-
ra salir del atraso.
Hoy en día toda una tendencia preÍiere una historia "light". La norma parece ser
esterilizar a la historia. Quitarle todo contenido social, toda proyección, toda discusión
teórica. Su idealismo subjetivo conduce a un relativismo que impide cualquier tipo de
generalización en la historia. Se busca lo individual para analizarlo con lujo de detalles,
al margen del entorno en que se produce.

tee Sobre el fatalismo historiográfico en nuesho medio se ha escrito con cierta amplitud. En 1987
Magdalena Chocano escribió sobre el recurso ucrónico de la llamada moderna historiografla
("ucronía y frushación en la conciencia histórica peruana", Márgenes no 2 pp. 43-60). A con-
ünuación, Femando Iwasaki publicó su Nación peruana: entelequia o utopla, Lima, CRESE'
1988. Le siguieron Guillermo Rochabrún en "ser historiador en el Per6", Máryenes, n" 7 pp.
130-145 y Cecitia Méndez, Incas sf, indios no, Lima, IEB 1993. Atribuyen una conexión lineal
entre Riva Agüero y la modema historiografía sin tener en cuenta las distintas bases metodo-
lógicas en que se apoyaron. No por estudiar iguales fenómenos ni usar semejante terminolo-
gíá se puede establecer parangones ent¡e los historiadores. El mismo pesimismo puede tener
muy diferenles molivaciones y alcances.

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