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Prefacio

Facultades exclusivas de la Cámara de Diputados

Desde 1824 nuestro país cuenta, de manera constitucional, con un Poder


Legislativo representado por la Cámara de Senadores y la Cámara de
Diputados, es decir, una representación bicameral, como la de los Estados
Unidos de América, la cual sirvió de modelo para la mexicana. Sin embargo,
también a partir de este momento las funciones propias de cada una de ellas
han estado perfectamente delimitadas, excepto entre 1857 y 1874, cuando la
Constitución de 1857 desaparece la Cámara Alta1 y entonces el Congreso de la
Unión sólo está conformado por la de Diputados. No obstante este breve
periodo, puede afirmarse que la Cámara de Diputados ha mantenido, casi de
manera ininterrumpida sus actividades desde su creación hasta nuestros días,
salvo por algunas intervenciones extranjeras, una guerra civil y una orden
dictatorial que alteró el desempeño de los representantes de toda la nación.

La Constitución de 1824, en su Título III, artículos 7 al 73, establece las


funciones del Poder Legislativo formado por ambas Cámaras, aunque de
alguna manera se precisan los ámbitos de competencia de cada una de ellas.
En la Constitución de 1857, por lo que ya se ha señalado, las funciones de la
Cámara de Diputados son todo el ámbito legislativo hasta 1874, cuando el
Presidente Benito Juárez restablece el Senado. Sin embargo, en su Título III,
Sección I, Párrafo III, artículo 72, fracciones I a XXX, de manera clara señala
las “Facultades del Congreso”. De tal manera que a partir de entonces, y tras la
vuelta al sistema bicameral, podemos hablar de las facultades exclusivas de la
Cámara de Diputados. Con la promulgación de la Constitución de 1917, su
Título III, Capítulo II, Sección III De las Facultades del Congreso, artículo 74, se
precisan las atribuciones exclusivas de la Cámara de Diputados:

I.- Erigirse en Colegio Electoral para ejercer las atribuciones que la ley le
señala respecto a la elección de Presidente de la República.
II.- Vigilar por medio de una Comisión de su seno, el exacto desempeño
de las funciones de la Contaduría Mayor.
III.- Nombrar a los Jefes y demás empleados de esa oficina.
IV.- Aprobar el presupuesto anual de gastos discutiendo primero las
contribuciones que a su juicio deben decretarse para cubrir aquel.
V.- Conocer de las acusaciones que se hagan a los funcionarios públicos
de que habla esta Constitución, por delitos oficiales, y en su caso,
formular acusación ante la Cámara de Senadores y erigirse en Gran
Jurado para declarar si ha o no lugar a proceder contra alguno de los
funcionarios públicos que gozan de fuero constitucional, cuando sean
acusados por delitos del orden común.
VI.- Las demás que le confiere expresamente esta Constitución.

1
Para conocer las facultades exclusivas de la Cámara de Senadores, véase el libro de Manuel
González Oropeza, Las Facultades Exclusivas del Senado de la República, México, Senado de
la República-LX Legislatura-Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriales y Editora Laguna,
2008, 594 p.

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Hablar de facultades exclusivas es implicar la existencia de dos cámaras que


comparte funciones de Poder Legislativo. No obstante, en la Constitución de
1824 no hubo facultades exclusivas como tales para cada Cámara. El concepto
de facultades exclusivas nace con las reformas del 13 de noviembre de 1874
en las que el Constituyente Permanente tuvo que justificar la reinstalación del
Senado, suprimido expresamente en la Constitución de 1857, asignando una
naturaleza particular a cada Cámara. A la Cámara de Diputados se le asignó
una naturaleza popular y, al Senado, una naturaleza federativa.

Con base en esta diferenciación de origen, fue consecuencia necesaria la


diferenciación de funciones. Las facultades exclusivas de cada Cámara, explica
Felipe Tena Ramírez, son las que se ejercitan separadas, pero no de forma
sucesiva, por cada una de ellas. Su ejercicio no produce leyes, sino decretos
que no pueden ser vetados.

A partir de entonces, por las diversas modificaciones constitucionales a las


cuales se ha sometido nuestra Carta Magna, estas facultades han cambiado,
es decir, se han ajustado a los nuevos tiempos y a las exigencias de una
sociedad más democrática, libre y justa. Por ejemplo, a partir del último tercio
del siglo XX la facultad de erigirse en Colegio Electoral se eliminó, pues de
acuerdo a las propuestas del titular del Poder Ejecutivo, esta función pasó por
diversas transformaciones hasta que se confirió al Poder Judicial, a través del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, quien desde 1996 lleva a
cabo los juicios de inconformidad de las elecciones y quien en última instancia
hace la entrega de la declaratoria de validez de las elecciones presidenciales.
Algunas de las funciones que hasta la fecha, desde su creación como Cámara
de Diputados, no han cambiado son la del presupuesto de la Nación, el erigirse
como jurado de acusación y Gran Jurado (para declarar si procede o no el
desafuero de los funcionarios públicos que goza de él), la revisión y aprobación
de las modificaciones constitucionales (en colaboración con la Cámara de
Senadores), la iniciativa de nuevas leyes y reglamentos, entre otras.

Esto que parece tan sencillo, en realidad es mucho más amplio y complejo
conforme se revisan las legislaturas más antiguas contenidas en el Diario de
Debates de la Cámara de Diputados antes de 1917. Naturalmente que se
hallan en estos documentos los temas básicos a los que se ha hecho alusión,
como la aprobación del presupuesto de ingresos y egresos de la Federación, la
aprobación de concesiones para tramos ferrocarrileros (es la época en que se
construyen líneas férreas a lo largo y ancho del país), de la creación de puertos
y aduanas, de la introducción de maquinaria y materias primas extranjeras, de
permisos para electrificar a calles o poblaciones enteras, pavimentación de
calles y carreteras, etcétera. También se hallan innumerables discusiones y
aprobaciones para la modificación del presupuesto, para destinar recursos de
determinados rubros en otros a los cuales es urgente atender. Se aprobaban
convenios establecidos entre los estados de la Federación para acordar sus
límites o para la división del Distrito Federal en municipalidades. En pocas
palabras, algo que puede considerarse habitual y de mero trámite, pero
también había otras solicitudes que llegaban a manos de los diputados y en
gran cantidad: solicitudes para otorgar pensiones a viudas y huérfanos de
militares, políticos y antiguos funcionarios del Gobierno, cuyos servicios iban

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desde haber servido en batalla durante alguna intervención extranjera hasta


haber luchado y ser heridos en alguna rebelión, como las de Yucatán y Sonora.
Algunos más solicitaban –y en gran cantidad también- se les concediera
permiso para recibir alguna condecoración que determinado gobierno
extranjero les otorgaba, como al propio Porfirio Díaz o algún general retirado.

Otras más son de tal naturaleza, que no pueden agruparse en un solo rubro:
para que la Cámara revalide estudios (1899); para rehabilitar los derechos de
ciudadanos que los habían perdido por haberse naturalizado en otro país sin
autorización de los Diputados; indultos por no haber tramitado a tiempo el pago
de pensiones a militares; el permiso para sacar del país piezas arqueológicas
obtenidas por excavaciones de Désiré Charnay en Yucatán; declarar días de
luto nacional por aniversario de la muerte de algún héroe nacional, como
Hidalgo o Morelos; formar comisiones para acudir a la casa de algún diputado
enfermo; para recibir en la puerta de la Cámara a algún visitante extranjero o
para ir a saludar al Presidente de la República.

Como puede apreciarse en esta breve semblanza, las facultades exclusivas de


la Cámara de Diputados, como están asentadas en el Diario de Debates, desde
la VIII Legislatura (1877), hasta la vigente LXII Legislatura (2013), con sus
periodos ordinarios (primero y segundo) y extraordinarios, se han transformado
a lo largo de más de cien años; algunas facultades han desaparecido y otras se
han conferido a diversas instituciones, pero siempre se aprecian vastas y
variadas actividades de la Cámara de Diputados, y ni qué decir de aquellos
hechos históricos de gran relevancia que han pasado por sus puertas.

La labor no es fácil, tampoco a corto plazo, pues las facultades exclusivas de la


Cámara de Diputados van ligadas a su propia historia, y sin duda alguna, a la
historia del país.

No me resta más que agradecer la participación del Mtro. Pedro Alfonso López
Saucedo en la conclusión de esta obra, y señalar que el contenido de esta
investigación ha sido el fruto de la revisión del Diario de los Debates de la
Cámara de Diputados, desde 1877 hasta nuestros días, así como de diversos
artículos, ensayos y libros de la autoría de quien esto escribe.

Manuel González Oropeza


Abril 24 de 2013.

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