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Este documento presenta tres argumentos contra la globalización: 1) Ha contribuido a la pérdida de culturas locales y ha aumentado la desigualdad social y concentración de riqueza. 2) Genera dependencia económica entre países, por lo que una crisis en uno puede extenderse a otros. 3) Puede provocar pérdida de empleos locales y presión para reducir salarios de trabajadores sin capacitación.
Este documento presenta tres argumentos contra la globalización: 1) Ha contribuido a la pérdida de culturas locales y ha aumentado la desigualdad social y concentración de riqueza. 2) Genera dependencia económica entre países, por lo que una crisis en uno puede extenderse a otros. 3) Puede provocar pérdida de empleos locales y presión para reducir salarios de trabajadores sin capacitación.
Este documento presenta tres argumentos contra la globalización: 1) Ha contribuido a la pérdida de culturas locales y ha aumentado la desigualdad social y concentración de riqueza. 2) Genera dependencia económica entre países, por lo que una crisis en uno puede extenderse a otros. 3) Puede provocar pérdida de empleos locales y presión para reducir salarios de trabajadores sin capacitación.
La globalización ha impactado negativamente en la pérdida de la cultura propia de
cada país, en un mundo que se caracterizaba por su rica diversidad de culturas humanas. Este mundo está pasando a la historia, debido a que las potencias en la globalización de los mercados han tendido a ignorar estas diferencias características de cada país, pues estos “tienden a que el capital se concentre en ciertos estratos sociales, potenciando la desigualdad y concentrando el capital y el poder en un porcentaje muy pequeño de la población.” (Vergara, 2021). Otro punto que cabe resaltar es el peligro de la dependencia que tienen los países en una economía globalizada, puesto que estos dependerían de la economía de cada uno, es decir si uno de ellos se ve afectado, los demás también sufrirían las consecuencias y se sufriría de un contagio financiero mundial. Un ejemplo muy claro de esta situación fue la crisis financiera de Tailandia entre 1997 y 1998, causada por la devaluación de la moneda tailandesa, “que se manifestó en una fuerte fuga de capitales y una caída vertiginosa de su bolsa de valores” (Navarro, 1998). Esta crisis afectó la economía en progreso que venía experimentando la región asiática, extendiéndose a países como Malasia, Indonesia, Filipinas y Corea del Sur. Además de estos argumentos, estaría presente la pérdida de puestos de trabajos en los sectores atacados por competidores foráneos, presión por reducir los niveles salariales de trabajadores sin capacitación.