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Expropiación del petróleo en México

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Monumento a la Industria Petrolera de México, obra del escultor Juan Fernando Olaguíbel y
del arquitecto Vicente Mendiola inaugurada en 1952.
La expropiación petrolera en México fue un acto de nacionalización de la
industria petrolera realizado en el año de 1938, como resultado de ejecución de la
Ley de Expropiación del año 1936 y del artículo 27 de la Constitución Mexicana a
las compañías que explotaban estos recursos, mediante el decreto anunciado
el 18 de marzo de 1938, por el presidente Lázaro Cárdenas del Río.
Este consistió en la expropiación legal de armas, instalaciones, edificios,
refinerías, estaciones de distribución, embarcaciones, oleoductos y, cosas de ese
tipo en general, todos los bienes muebles e inmuebles, de la Compañía Mexicana
de Petróleo llamada El Águila (Royal Dutch Shell), la Compañía Naviera San
Cristóbal, la Compañía Naviera San Ricardo, la Huasteca Petroleum Company
(subsidiaria de la Standard Oil Company de New Jersey, que se vio afectada a
cambiar su nombre Amoco Corporation), la Sinclair Pierce Oil Company, la
Mexican Sinclair Petroleum Corporation, la Stanford y Compañía, El Agwi, la
Compañía de Gas y Combustible Imperio, la Consolidated Oil Company of México,
la Compañía Mexicana de Vapores San Antonio, la Sabalo Transportation
Company, Clarita S A y Cacalilao Sociedad Anónima, así como de sus filiales o
subsidiarias, con la promesa de cumplir con los pagos a los involucrados en el
tiempo de diez años conforme a derecho, ya que estas compañías, constituidas
bajo leyes mexicanas, se habían rehusado a acatar el laudo (sentencia) emitido
por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje a favor del pago de mejores
salarios a los obreros y trabajadores de esta industria, la cual fue ratificada por
la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Índice

 1Orígenes de los extranjeros


 2Explotación petrolera y política fiscal
 3Artículo 27 constitucional
 4Cardenismo
o 4.1Sindicato petrolero
o 4.2Ley de expropiación
 5Conflicto laboral
 6Expropiación petrolera
o 6.1Discurso de expropiación
o 6.2Apoyo popular y creación de Pemex
 7Reacciones internacionales
o 7.1Boicot y campaña mediática contra México
 8Comercialización del petróleo mexicano
 9Indemnización a las compañías petroleras
o 9.1Negociaciones con el Grupo Sinclair
o 9.2Situación durante la Segunda Guerra Mundial
o 9.3Negociaciones con el Departamento de Estado de los Estados Unidos
o 9.4Negociaciones con la Royal Dutch Shell
 10Producción petrolera
 11Véase también
 12Referencias
 13Bibliografía
 14Enlaces externos

Orígenes de los extranjeros[editar]

Sir Weetman Dickinson Pearson, Vizconde de Cowdray e inversionista británico, obtuvo


concesiones en los estados de Veracruz, Tabasco, Campeche, Chiapas, San Luis Potosí y
Tamaulipas, fue accionista mayoritario de la Compañía Petrolera El Águila, la cual vendió a
la Royal Dutch Shell.

En 1862 el primer pozo petrolero superficial fue perforado por el ingeniero de


minas Antonio de Castillo en el estado de Tabasco. Durante su régimen
imperialista, Maximiliano de Habsburgo emitió un decreto que permitía explotar el
petróleo en México siempre y cuando se hiciera con la anuencia del gobierno
mexicano, de esta forma otorgó 38 concesiones petroleras a particulares. En
1869, en Veracruz se inició la explotación de las chapopoteras de Furberos.1
En 1886, bajo el régimen porfirista, las primeras refinerías que comenzaron a
operar en Veracruz fueron El Águila, obra de los estadounidenses Samuel
Faribum y George Dickson, y la de la empresa estadounidense Water Pierce Oil
Company de Henry Clay Pierce y William H. Waters, empresa subsidiaria de la
Standard Oil Company, que años más tarde se convirtió en el Grupo Sinclair
Pierce Oil. En 1890 se estableció la Compañía Petrolera Mexicana de California
en San Luis Potosí. En 1896 el Grupo Sinclair construyó una refinería entre la
desembocadura del río Pánuco y la ciudad de Tampico.2 En 1901, la Compañía
Petrolera Mexicana de California comenzó a perforar el primer pozo petrolero
en Ébano, San Luis Potosí. Dos años más tarde estableció la primera refinería
de asfalto de América Latina, asimismo continuó las exploraciones hasta contar
con 19 pozos petroleros.3
En 1901 , el británico sir Weetman Dickinson Pearson comenzó a invertir en el
negocio petrolero mexicano con su compañía Pearson & Son, en 1906 organizó a
la Compañía de Petróleo el Águila y construyó la primera refinería de Minatitlán,
Veracruz, gracias a su amistad con políticos mexicanos consiguió permisos para
explorar nuevos yacimientos en los estados de Campeche, Chiapas, San Luis
Potosí, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz. En 1909 reorganizó el consejo de
administración de El Águila invitando a participar al gobernador del Distrito
Federal, Guillermo de Landa y Escandón, al gobernador de Chihuahua, Enrique C.
Creel, al presidente del consejo de Ferrocarriles Nacionales, Pablo Macedo, al
presidente del Banco Central Mexicano, Fernando Pimentel y Fagoaga, al
empresario Enrique Tron y al coronel Porfirio Díaz Ortega, hijo del presidente. De
esta manera El Águila pudo obtener ventajas sobre su competidora Waters-Pierce
para posicionarse en la venta de productos en México. En 1910 El Águila
manejaba el 50% del mercado nacional.4 Posteriormente, en 1918, la mayor parte
de las acciones de El Águila fueron adquiridas por la Royal Dutch Shell.
En 1906, el inversionista estadounidense Edward L. Doheny fundó la Huasteca
Petroleum Company, en 1916 —con la ayuda de Ezequiel Ordóñez— perforó el
pozo N.º 4 de Cerro Azul, en 21 años este pozo produjo 89 millones de barriles.
Años más tarde la Huasteca formó parte de su grupo Pan-American Eastern
Petroleum el cual terminó vendiendo a la Standard Oil Company de Indiana.
Durante 35 años, la Huasteca y El Águila con sus filiales, fueron las compañías
petroleras más grandes de México. La mayor parte de su producción fue
exportada a Estados Unidos y en pascual5
Explotación petrolera y política fiscal[editar]

Edward L. Doheny, inversionista estadounidense, en 1906 fundó la Huasteca Petroleum


Company que a partir de 1950 forma parte de su grupo Pan-American Eastern Petroleum, el
cual, poco después, fue vendido a la Standard Oil Company de Indiana.

Durante el régimen de Porfirio Díaz, el ministro de Hacienda, José Yves


Limantour, favoreció las inversiones de capital extranjero, pues creía que al abrir
las puertas a los capitalistas de otras naciones los bienes llegarían a México por
añadidura. Esta política extranjerizante que fue aplicada para la explotación de
minas y petróleo sería más tarde repudiada por la mayor parte de los líderes de
la Revolución mexicana.6
El 24 de diciembre de 1901, el gobierno de Porfirio Díaz expidió la Ley del
Petróleo, dentro de los privilegios se eximió el pago de impuestos de importación
de los equipos necesarios para explotar este producto, los capitales invertidos
quedaron libres de gravamen de toda obligación fiscal por un período de diez
años. Se permitió la compra de terrenos nacionales a precios de baldíos
incluyendo un derecho de paso por terrenos particulares y una protección
perimetral de 3 km en torno a la ubicación de los pozos petroleros. Desde la época
de la colonia la legislación española separaba claramente la propiedad del suelo
de la del subsuelo, este precepto siguió vigente en México desde
su independencia hasta el 22 de noviembre de 1884 —durante los últimos días de
la presidencia de Manuel González—, fecha en que se expidió el Código de
Minería, por el cual se asimiló que, a partir de entonces, el propietario del suelo
también lo sería del subsuelo; esta disposición era contraria a la legislación
hispánica heredada desde la época virreinal, así lo había descrito José María Luis
Mora —“En México no se da al propietario, como en Inglaterra, posesión de un
terreno desde el cielo hasta el infierno sino sólo de la superficie”— en 1836.7 La
ley petrolera promulgada en 1901, además de dejar en claro esta nueva
disposición, señalaba que podían hacerse exploraciones y explotaciones en
terrenos nacionales pagando un 7% de las utilidades obtenidas (beneficios) al
gobierno federal y un 3% adicional a los gobiernos de los estados en donde se
ubicasen los terrenos. Esta fue la situación legal en materia de petróleo que
estuvo vigente durante las últimos años del siglo XIX y los primeros años del siglo
XX, hasta la promulgación de la Constitución de 1917. 8
En 1901 la producción del petróleo fue de 10 000 barriles, pero la cifra aumentó
paulatinamente hasta llegar a 12,5 millones de barriles en 1911, en contraste, los
beneficios para México fueron pocos, este último año, el gobierno federal recibió
por concepto del impuesto del timbre tan solo la cantidad de 26 000 pesos. En
1909, se promulgó una nueva ley del petróleo, con la que se dejó claro que la
propiedad de los depósitos de combustibles minerales y materias
bituminosas eran derecho del dueño del suelo.9

Venustiano Carranza, presidente de México, por recomendaciones de la Comisión Técnica del


Petróleo, impulsó la restitución de las riquezas del subsuelo a la nación, las cuales se habían
cedido durante el porfiriato a los dueños del suelo mediante la expedición del Código de
Minería de 1894 y la Ley Petrolera de 1901, ambas reglamentaciones resultaron contrarias al
sistema legislativo español heredado desde la época colonial, que había seguido vigente en
México.

Una vez depuesto el régimen porfirista y siendo presidente de la


república Francisco I. Madero, a la Ley del Timbre se le impuso un gravamen de
20 centavos por tonelada producida de petróleo, es decir, un equivalente de 3
centavos por barril, lo cual era algo irrisorio y beneficiaba enormemente a las
empresas petroleras. Sin embargo esta disposición, dictada el 3 de junio de 1912,
fue repudiada por los gerentes de las compañías petroleras, quienes manifestaron
que el impuesto que pagaban en Estados Unidos era menor al pretendido por el
nuevo gobierno mexicano. Madero ordenó que las compañías petroleras
declarasen el valor de sus propiedades, lo mismo que entregasen registros del
petróleo extraído, lo cual habría de ser supervisado por la Secretaría de Fomento
e Industria, pues no se conocía con certeza el volumen de los embarques que se
exportaban, y por tanto no se sabría sobre que cantidades cobrar dicho impuesto,
esto también fue rechazado por las empresas, que querían seguir operando
libremente. Por su parte, las compañías estadounidenses pidieron a su gobierno
realizar una protesta diplomática, el embajador Henry Lane Wilson y
el Departamento de Estado apoyaron la moción para favorecer, principalmente, a
la Standard Oil Company. Como resultado de esta presión diplomática el aumento
previsto en el impuesto del timbre fue aplazado y no llegó a aplicarse debido a que
en febrero de 1913 el presidente Madero fue derrocado mediante el movimiento
golpista de la Decena Trágica, el cual fue apoyado con la colaboración
intervencionista del embajador estadounidense.10
Tanto el embajador Henry Lane Wilson como las compañías petroleras trataron de
influir al recién electo Woodrow Wilson, pero el nuevo presidente, a diferencia de
su antecesor, William Howard Taft, tenía una ideológica política que pretendía
mantener la democracia en las naciones de América Latina. Por esta razón, el
nuevo presidente, haciendo caso omiso a las recomendaciones del Departamento
de Estado, de la prensa y de los empresarios petroleros, fijó su postura en contra
del gobierno golpista de Huerta y relevó a su embajador. En abril de 1914, con la
excusa del incidente ocasionado por los tripulantes del cañero Dolphin anclado
en Tampico y el desembarco de armas de un buque alemán destinado al gobierno
golpista, Woodrow Wilson no dudó en ordenar la ocupación militar en Veracruz.
Por la falta de recursos financieros, Huerta revivió la idea de Madero sobre el
impuesto del timbre a la producción petrolera aumentando el gravamen a 65
centavos de dólar por tonelada de petróleo. Los empresarios petroleros se
sintieron defraudados por esta medida, al no encontrar apoyo en los
estadounidenses, Huerta buscó el apoyo de los británicos, quienes competían por
el petróleo mexicano contra Estados Unidos. Wilson reafirmó su postura y
consideró una invasión militar, pero esta no fue necesaria, Huerta no pudo
sostener su poder y dimitió a la presidencia.11
Ese mismo año, Venustiano Carranza expidió un decreto que imponía un impuesto
de barra de 10 centavos por tonelada de petróleo exportada y solicitó a los
empresarios un avalúo de sus instalaciones, lo que provocó nuevamente el
disgusto de las empresas petroleras, que pagaron el impuesto bajo protesta y se
negaron a entregar la información solicitada. El 10 de noviembre se levantó en
armas Manuel Peláez en contra de los carrancistas en la región petrolera de
la Huasteca, lucha que continuó hasta 1917, incluso cuando el gobierno de
Carranza ya se había constituido legalmente. Siempre con la intención de alejar de
la región petrolera al gobierno nacional, el ejército de Peláez fue sostenido por las
empresas estadounidenses e inglesas hasta 1920, fecha en que el rebelde se
rindió al triunfar el Plan de Agua Prieta. Durante los primeros años de la Primera
Guerra Mundial, con el objeto de defender sus intereses, los empresarios
estadounidenses solicitaron al presidente Woodrow Wilson ordenar una ocupación
militar en la zona petrolera, pero a diferencia de la intervención contra el régimen
huertista, en esta ocasión, la petición fue negada. 12
En 1917 se produjeron 55 millones de barriles de petróleo en México, en 1918 la
cifra aumentó a casi 64 millones y en 1919 a 87 millones. Para 1920 la producción
se elevó a 158 millones y alcanzó su máximo en 1921 al producirse poco más de
193 millones de barriles. No obstante, el descenso de la producción comenzó en
los años subsecuentes hasta llegar a una cifra inferior a los 40 millones de barriles
anuales.6

Artículo 27 constitucional[editar]
En 1914, Luis Cabrera propuso aumentar la participación del Estado en los
beneficios de la explotación petrolera, la Secretaría de Fomento, Colonización e
Industria comenzó a poner en práctica las primeras medidas para reivindicar a la
nación la propiedad de las riquezas del subsuelo.13 El 15 de marzo de 1915, un
grupo de abogados e ingenieros coordinados por el general Cándido Aguilar —
quien era gobernador de Veracruz y yerno de Venustiano Carranza— crearon la
Comisión Técnica del Petróleo. Un año más tarde, dicha Comisión presentó un
informe señalando la necesidad de restituir a la nación las riquezas del subsuelo,
cuya explotación había sido cedida libremente a los dueños del suelo durante el
porfiriato.14 Con estos antecedentes y con la colaboración de Andrés Molina
Enríquez, Francisco J. Múgica y Pastor Rouaix, entre otros, el Congreso
Constituyente distinguió la propiedad del suelo y el subsuelo, en la redacción del
artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de
1917 se señaló que el dominio del primero podía transmitirse en propiedad
privada, pero el subsuelo y sus riquezas pertenecían al dominio directo,
inalienable e imprescriptible de la nación, la cual podía otorgar concesiones para
su explotación:15
Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los minerales o substancias que en
vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los
componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan metales y
metaloides utilizados en la industria; los yacimientos de piedras preciosas, de sal de gema y
las salinas formadas directamente por las aguas marinas. Los productos derivados de la
descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos, los
fosfátos susceptibles de ser utilizados como fertilizantes, los combustibles minerales sólidos,
el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos.

Son también de la Nación las aguas de los mares territoriales en la extensión y términos que
fija el Derecho Internacional [...]

En los casos a que se refieren los dos párrafos anteriores, el dominio de la Nación es
inalienable e imprescriptible, y sólo podrán hacerse concesiones por el Gobierno Federal a los
particulares o sociedades civiles o comerciales constituidas conforme a las leyes mexicanas,
con la condición de que se establezcan trabajos regulares para la explotación de los
elementos de que se trata, y se cumplan con los requisitos que prevengan las leyes.
Fragmento del artículo 27 de la Constitución publicado en el Diario Oficial el 5 de febrero de
1917.

De esta forma la nueva carta magna abolió el sistema de los privilegios absolutos
respecto a los yacimientos que se habían otorgado durante el porfiriato. Una vez
nulificados los derechos de propiedad de los hidrocarburos del subsuelo, también
se facultó al poder Ejecutivo, si este lo requería, a revisar y declarar nulas las
concesiones y los contratos petroleros celebrados desde 1876. 16
La reacción de las compañías petroleras no se hizo esperar, mediante presiones
diplomáticas, amenazas de invasión militar y recursos jurídicos trataron de
invalidar esta nueva norma constitucional. Lograron impedir que Carranza
aprobara la ley reglamentaria correspondiente al Artículo 27 Constitucional
mediante juicios de amparo insistiendo en la no retroactividad de la ley para
salvaguardar sus intereses y continuar con el dominio absoluto de las riquezas del
subsuelo. El Departamento de Estado de los Estados Unidos apoyó a las
compañías petroleras y de forma sistemática se opuso a cualquier medida que
pretendiese adoptar el Gobierno Mexicano para hacer cumplir el Artículo 27
Constitucional. La presión llegó hasta el punto en que el senador Albert B. Fall
presentó un estudio en el Congreso de los Estados Unidos recomendado no
reconocer al Gobierno Mexicano en tanto no fuesen derogados los artículos 3°, 27,
33 y 130 de la Constitución Mexicana, así como realizar una ocupación militar. Por
su parte, las compañías petroleras auspiciaron la idea separatista de crear una
república independiente con los territorios de Baja California, Chihuahua,
Coahuila, Nuevo León, Sonora, Tamaulipas y el norte de Veracruz. 17
Al triunfar el Plan de Agua Prieta y ser asesinado Venustiano Carranza, el grupo
político-militar de Sonora gobernó en México. Adolfo de la Huerta fue designado
como Presidente interino de junio a noviembre de 1920, su gobierno no fue
reconocido por Estados Unidos, aduciéndose que había sido el resultado de un
levantamiento armado, aunque en realidad el Departamento de Estado de los
Estados Unidos había emitido un memorándum —que se publicó en el periódico El
Universal— exigiendo al nuevo gobierno derogar los decretos petroleros de
Carranza y el artículo 27 constitucional, y dar curso legal y a favor de los juicios de
amparo interpuestos por las compañías petroleras, entre otros puntos, con lo cual
de facto se hacía un reconocimiento de la legalidad del gobierno de Adolfo de la
Huerta.18
Al asumir el cargo de presidente, Álvaro Obregón reclamó al Gobierno
Norteamericano el reconocimiento de su Gobierno, y como prueba de sus buenas
intenciones desarrolló en sus inicios una política laxa respecto a los aspectos
legales sobre la propiedad del petróleo del subsuelo; pero con todo y ello se tiene
que en 1921 la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió el primer caso de
amparo de no aplicar retroactividad del artículo 27 constitucional a favor de
la Texas Oil Company, para 1922 se sumaron 4 ejecutorias semejantes,
estableciéndose así jurisprudencia sobre el tema. Luego ante la actitud indiferente
del Gobierno Norteamericano al reconocimiento político exigido, Obregón aumentó
los impuestos de exportación al petróleo y sus derivados, esta medida tenía
también como objetivo el poder reunir recursos financieros para los planes de su
administración y comenzar a pagar la deuda externa del Gobierno Mexicano. Ante
ello las compañías petroleras como protesta por tal disposición hacendaria
suspendieron sus exportaciones y despidieron a un gran cantidad de trabajadores,
obligando, de esta forma, a que Obregón redujera a la mitad el incremento de los
impuestos. Por otro lado y a iniciativa del abogado principal de la Texas Oil
Company se formó una comisión para negociar los problemas entre México y
Estados Unidos.19 A finales de agosto de 1923 se firmó el mal llamado Tratado de
Bucareli. Con este acuerdo bilateral —que no fue aprobado ni por el Congreso de
Estados Unidos ni por el de México— se garantizaron las viejas concesiones
petroleras y mineras dejando sin efecto al artículo 27 constitucional, a cambio, el
presidente Warren G. Harding concedió el anhelado reconocimiento diplomático al
gobierno de Obregón y se comprometió a no apoyar a sus detractores. 20 El 31 de
agosto de 1923 las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y México se
reanudaron, fue una época de bonanza y explotación desmedida en los
yacimientos de la región petrolera de la Faja de Oro.19

Dwight Morrow, embajador de Estados Unidos en México, durante su gestión logró convencer
al presidente Plutarco Elías Calles para favorecer los intereses de las compañías petroleras.

Cuando Plutarco Elías Calles asumió la presidencia no reconoció el Tratado de


Bucareli, al considerar que este había sido en realidad un “acuerdo entre
caballeros” que comprometió a Obregón pero no a sus sucesores, 21 En 1925 la
Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo comenzó a redactar leyes
reglamentarias sobre el artículo 27 constitucional, las cuales se dieron a conocer
en diciembre de 1925 y enero de 1926,22 las empresas que habían adquirido sus
terrenos deberían cambiar sus títulos de propiedad absoluta por concesiones que
tendrían una duración de 50 años, asimismo se racionalizaría la explotación de los
yacimientos que habían comenzado a dar señales de agotamiento. Tanto los
empresarios petroleros como el gobierno de Washington se negaron a reconocer
la nueva ley insistiendo en que era contrario a las normas del derecho
internacional aplicar de manera retroactiva el artículo 27 a los acuerdos otorgados
durante el porfiriato, el gobierno mexicano justificaba su acción argumentando que
los recursos del subsuelo constituían parte de la soberanía de la nación.23 A
mediados de 1927, el presidente Calvin Coolidge designó como nuevo embajador
a Dwight W. Morrow en sustitución de James R. Sheeffield, el nuevo embajador
negoció las diferencias entre ambos países, mediante el Acuerdo Morrow-Calles
se aceptó que los títulos de propiedad fueran cambiados a concesiones
confirmatorias, pero se reconocieron totalmente los derechos adquiridos por las
empresas petroleras antes de 1917 y se suprimió el límite establecido de 50 años.
En noviembre de 1927, por sugerencia presidencial,24 el Poder Judicial declaró
anticonstitucional la nueva ley reglamentaria por su carácter retroactivo y
confiscatorio.25 A cambio, Morrow ofreció asesoría de expertos financieros para
estudiar la situación económica de México y sobre la base de términos realistas se
hizo un plan para pagar y renegociar la deuda externa; por otra parte, se ofreció
como mediador para lograr la paz de la guerra Cristera. Los empresarios
petroleros no estuvieron del todo satisfechos, pero cuando el Departamento de
Estado emitió un comunicado el 28 de marzo de 1928 anunciando oficialmente
que daba fin al conflicto con el gobierno de Calles y les informó que no estaba
dispuesto a presionar más a México, las compañías comenzaron a presentar sus
solicitudes de concesiones confirmatorias.24
Durante el maximato —período que comprende las administraciones de los
presidentes Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez y en el
que Plutarco Elías Calles ejerció una fuerte influencia sobre la política de México—
no hubo grandes cambios en el tema petrolero hasta 1934, cuando a finales de la
presidencia de Abelardo Rodríguez se estableció que los yacimientos que se
encontraran en una franja de 100 km a lo largo de costas y fronteras serían
considerados como parte de las reservas nacionales; y, por otra parte, se creó la
empresa Petróleos de México S.A. (Petromex), cuya función era competir contra
las compañías extranjeras en el mercado interno para explorar, explotar, vender y
distribuir petróleo y sus derivados para reducir los precios y asegurar el abasto en
el país.26 La exportación de petróleo, que venía en descenso desde 1923, se vio
afectada por la gran depresión de 1929 y por el hallazgo de los yacimientos
en Venezuela y Medio Oriente, en 1932 se exportaron solamente 32 millones de
barriles, a partir de entonces hubo un ligero repunte en los volúmenes de
exportación, pero estos no alcanzaron los números que se habían logrado en
1921, en 1937 se produjeron 47 millones de barriles.27

Cardenismo[editar]
Sindicato petrolero[editar]
En 1935 el presidente Lázaro Cárdenas del Río selló una alianza con el
movimiento de los obreros que demandaba mejores condiciones de vida y al
mismo tiempo impulsó la creación de una gran central obrera que apoyara a su
gobierno.28 Cárdenas llegó a manifestar que las empresas deberían pagar a sus
trabajadores sueldos sobre la base de su capacidad económica y no sobre la base
de la simple oferta y demanda de la mano de obra, es decir, si el estado financiero
de una empresa le permitía aumentar los salarios a sus trabajadores, esta debería
de hacerlo. En 1935 había tantos sindicatos de trabajadores petroleros como
empresas, por tal motivo, las prestaciones sociales y salarios eran muy diferentes
en cada sitio a pesar de que los obreros realizaban las mismas tareas. El 15 de
agosto, a pesar de la renuencia de las compañías petroleras, sus obreros y
empleados lograron unificarse en el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la
República Mexicana para defender sus intereses y demandar iguales y mejores
condiciones de empleo mediante la firma de un nuevo contrato colectivo de
trabajo. Las primeras negociaciones comenzaron a mediados de 1936, sin lograr
llegar a un acuerdo, las pláticas entre trabajadores y empresarios estuvieron a
punto de romperse en noviembre. Por primera vez, el gobierno intervino para
convencer a ambas partes que continuaran con sus negociaciones. 29
Ley de expropiación[editar]
Casi al mismo tiempo, el 25 de noviembre de 1936, se promulgó la Ley de
Expropiación en el Diario Oficial.30 Si bien la imposibilidad de ejercer de forma
retroactiva la ley petrolera de 1926 y las modificaciones a la misma ley pactadas
por Plutarco Elías Calles habían impedido que la Nación tuviese el dominio directo
de los yacimientos petroleros, el mismo artículo 27 y el conflicto laboral dejaron
abierta otra posibilidad:31el 18 de marzo de 1938, el general Lázaro Cárdenas del
Río hizo la expropiación petrolera a las empresas extranjeras basándose en la
siguiente ley de la constitución de 1917 que dice lo siguiente:
Art. 27.- La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio
nacional, corresponde originariamente a la Nación, la cual, ha tenido y tiene el derecho de
transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada.
Esta no podrá ser apropiada sino por causa de la utilidad pública y mediante indemnización.
Fragmento del artículo 27 de la Constitución publicada en el Diario Oficial el 5 de febrero de
1917.

Al darse a conocer la Ley de Expropiación que permitía al gobierno tomar


cualquier propiedad si el interés público así lo requería y que fijaba hasta un plazo
de diez años para compensar a los propietarios, el embajador estadounidense,
Joseph Daniels, expresó su preocupación a Lázaro Cárdenas. El presidente le
contestó que no era su intención expropiar sobre esta base ninguna rama
industrial controlada por capital extranjero.32 En 1937 fue creada la Administración
General del Petróleo Nacional (AGPN), organismo que asumió las propiedades y
tareas de Petromex y que dependió directamente del Poder Ejecutivo.

Conflicto laboral[editar]

Vagón petrolero de la Anglo-Mexican Petroleum Company, empresa transportadora


subsidiaria de la petrolera de capital británico y neerlandés, Compañía Mexicana de Petróleo
El Águila S.A., que sería sujeta a expropiación en 1938.
Para mayo de 1937 las negociaciones entre el Sindicato de Trabajadores
Petroleros de la República Mexicana y las compañías petroleras no habían
logrado llegar a un acuerdo, los obreros demandaban la firma de un contrato
colectivo de trabajo, una semana de 40 horas, el pago de salarios completos en
caso de enfermedad y la cantidad de 65 millones de pesos para pago de salarios y
prestaciones, por su parte los empresarios rechazaban firmar el contrato y
ofrecían tan solo 14 millones de pesos.32 El día 17 el sindicato emplazó a huelga a
los trabajadores, la cual se hizo efectiva a partir del día 28. A los pocos días
comenzó a escasear la gasolina y otros derivados, lo cual afectó la vida
económica de todo el país, incluso, en la Ciudad de México, en las calles se podía
percibir la ausencia de automóviles particulares, autobuses de pasajeros y
camiones de carga. Debido a los daños que estaba sufriendo el país por falta de
abasto de combustibles, por segunda ocasión, intervino el presidente de la
República, el 7 de junio solicitó a los dirigentes del sindicato levantar la huelga y,
debido a que las posturas entre sindicato y empresas parecían irreconciliables, les
sugirió plantear el problema como un asunto de orden económico ante la Junta
Federal de Conciliación y Arbitraje. Los trabajadores accedieron y la huelga se
levantó el 9 de junio.29
De conformidad con la ley se designaron tres peritos que deberían presentar un
informe sobre el estado de la industria con sus aspectos fundamentales así como
un dictamen sugerido para resolver el conflicto. Para este fin fueron nombrados el
subsecretario de Hacienda, Efraín Buenrostro, el subsecretario de Economía
Nacional, Mariano Moctezuma y Jesús Silva Herzog, quien era asesor de la
Secretaría de Hacienda. Este último también fue propuesto por Vicente Lombardo
Toledano, quien era el secretario general de la Confederación de Trabajadores de
México (CTM). Con la ayuda de un equipo de 60 personas, entre los cuales había
ingenieros petroleros, economistas, sociólogos, contadores, estadígrafos y
taquimecanógrafas, se procedió a hacer un informe de 2500 páginas y un
dictamen de 80 páginas. Se consideró que la empresa El Águila había tenido un
promedio de utilidades anuales de 55 millones de pesos, por lo que se concluyó
que debería pagar 26 millones de pesos por conceptos salarios y prestaciones
sociales adicionales a lo pagado en 1936.33
El dictamen de la comisión pericial fue presentado ante la Junta Federal de
Conciliación y Arbitraje el 3 de agosto, los empresarios refutaron el dictamen
aduciendo no tener capacidad para pagar los 26 millones por concepto de
prestaciones y salarios. Por tercera ocasión, el presidente intervino, el día 2 de
septiembre citó a los representantes de las compañías y a los peritos en sus
oficinas de Palacio Nacional. En esta reunión uno de los gerentes de El Águila
afirmó que esta compañía era mexicana y que no era cierto que se tratase de una
subsidiaria de entidad extranjera, en respuesta Silva Herzog mostró un periódico
financiero londinense en donde aparecía un informe de la Royal Dutch Shell de
1928, en cual se decía que “Nuestra subsidiaria, la Compañía Mexicana de
Petróleo El Águila había obtenido buenas utilidades durante su último ejercicio”, se
añadía, además, que para evitar el pago de impuestos elevados se había decidido
dividir las acciones de 10 pesos, 4 para El Águila de México y 6 para una nueva
compañía El Águila de Canadá. Con esta estrategia El Águila de México vendía a
The Eagle Shipping Company sus productos por debajo de los precios del
mercado,34 en lugar de venderse el barril a 3.19 USD se vendía a 1.96 USD, de
esta manera se ocultaban las utilidades para reducir el pago de impuestos en
México y trasladar parte de la contribución sobre las utilidades a otro país. 35 No
pudo concretarse ningún acuerdo, Cárdenas informó al embajador estadounidense
que en el futuro el gobierno mexicano tendría que establecer un control sobre las
actividades petroleras, los salarios e impuestos serían fijados de acuerdo a un
criterio oficial.32
La Junta Federal de Conciliación y Arbitraje otorgó largos y diversos plazos a las
compañías petroleras para que estas presentaran en forma sus objeciones al
dictamen. El 8 de diciembre los obreros realizaron un paro de labores en protesta
para que la Junta tomase una decisión. Finalmente, el 18 de diciembre la Junta
falló en favor del sindicato ordenando pagar los 26 millones de pesos respaldando
el dictamen pericial y adicionando algunas observaciones de carácter jurídico. El
29 de diciembre las empresas acudieron ante la Suprema Corte de Justicia de la
Nación para apelar el fallo y presentar un amparo. Al mismo tiempo, las
compañías petroleras retiraron sus fondos de los bancos mexicanos, enviaron la
mayor parte de sus carros-tanque y barcos a Estados Unidos, además se dieron a
la tarea de difundir la noticia que el tipo de cambio cambiario de 3.60 pesos por
dólar no podría sostenerse.36
Después de dos meses de deliberaciones, el 1 de marzo de 1938, la Suprema
Corte de Justicia de la Nación ratificó el laudo de la Junta Federal de Conciliación
y Arbitraje, negó el recurso presentado por los abogados de los empresarios y
estableció como fecha límite el 7 de marzo para que las compañías petroleras
dieran cumplimiento a la sentencia.37

Expropiación petrolera[editar]
Lázaro Cárdenas del Río, presidente de México de 1934 a 1940, implementó una política
nacionalista, intercedió durante el conflicto entre obreros y compañías en varias ocasiones, el
18 de marzo de 1938, mediante un discurso dirigido por radio a la nación, dio a conocer el
decreto expropiatorio.

La presión que ejercieron las empresas estadounidenses al retirar sus fondos


bancarios para provocar una crisis monetaria fue aumentada por la decisión de las
autoridades de su gobierno para no reanudar un convenio anual que tenían con
México para la compra de plata, contrato anual que desde principios de 1938
había empezado a ser revisado de forma mensual. En el campo diplomático, las
legaciones de Estados Unidos y Gran Bretaña insinuaron al gobierno la imperiosa
necesidad de llegar a un acuerdo con las empresas petroleras. El conflicto obrero-
patronal se convirtió en un conflicto directo entre el gobierno y las empresas
petroleras.38
El presidente Lázaro Cárdenas tuvo reuniones con las compañías el 3, 6 y 7 de
marzo para tratar de convencer a los representantes de las empresas acceder a
pagar la suma de 26 millones de pesos, pero éstos se negaron no tanto para
dilucidar si podían o no acceder al aumento, sino para evitar sentar este
precedente. El día 7, uno de los representantes preguntó “¿quién garantizará que
el aumento sólo sea de 26 millones de pesos?”, Cárdenas le respondió “yo lo
garantizo”, el representante esbozó una sonrisa y preguntó de nuevo “¿Usted?”, y
Cárdenas afirmó “Sí, el Presidente de la República”, al mismo tiempo que dio por
terminada la reunión.39 Terminado el plazo legal establecido por la Suprema Corte
de Justicia, las compañías petroleras se encontraban en abierta rebeldía por no
acatar sentencia. Los empresarios extranjeros consideraron que México no tenía
recursos propios para hacer frente al proceso de producción y comercialización
internacional de su petróleo.38
El 9 de marzo, todas las representaciones de México en el extranjero recibieron un
memorándum que advertía la posibilidad de que se realizara la expropiación
petrolera. A pesar de la gravedad de esta posible situación, el tono del documento
era optimista ante las dificultades económicas que conllevarían tomar esta
decisión. El embajador de México en Estados Unidos, Francisco Castillo Nájera,
llegó a pensar en una respuesta militar.37
El viernes 18 de marzo de 1938, las compañías extranjeras, advertidas por
personas dentro del gobierno de que el presidente planeaba una acción enérgica
en contra de ellas, declararon en el último momento estar dispuestas a hacer el
pago, pero condicionando una rebaja en las prestaciones y aumentando el número
de empleados de confianza en una proporción que permitiera a las empresas
mantener el control de sus decisiones clave. Pero el presidente Cárdenas ya había
tomado una decisión, y la propuesta fue rechazada. Después de reunirse con su
gabinete, a las 10 de la noche, declaró la expropiación mediante la cual la riqueza
petrolera, que explotaban las compañías extranjeras, se volvió propiedad de la
nación mexicana, lo cual era uno de los ideales sociales de la Revolución
Mexicana asentados en el Artículo 27 Constitucional y respondía a la política
nacionalista del presidente Cárdenas. 38
Discurso de expropiación[editar]
El discurso de expropiación que el presidente Cárdenas dirigió por radio a la
nación tuvo una duración de poco más de quince minutos. Dio a conocer la
negativa de las compañías petroleras para dar cumplimiento al fallo de la Suprema
Corte de Justicia, denunció la substracción de fondos que habían hecho con
antelación los empresarios para justificar su incapacidad para pagar a los obreros
el monto que dictó la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje. Expuso las
repercusiones y afectaciones que tendría el país si la producción del combustible
fuera nula o insuficiente. Explicó que siendo esos motivos de interés público para
los mexicanos, y aún para los extranjeros residentes en la república, se veía
obligado a actuar de inmediato para aplicar la Ley de Expropiación y de esta
manera no afectar a la industria ni a la economía del país.
El discurso incluyó una breve historia de la actuación de las empresas petroleras.
Explicó que estas habían gozado durante muchos años de beneficios fiscales,
franquicias aduanales e innumerables prerrogativas, a veces, en contra del
derecho público. Señaló que, en contraste, la obra social de las compañías
petroleras había sido prácticamente nula, que alrededor de los sitios donde se
habían establecido no había escuelas, centros sociales, campos
deportivos, hospitales ni obras de aprovisionamiento o saneamiento de agua, ni
siquiera plantas de energía eléctrica que podrían haber funcionado con los
millones de metros cúbicos de gas que desperdiciaban en sus explotaciones. Así
mismo, señaló que en los campamentos de las compañías el personal extranjero
contaba con confort, refrigeración y protección contra insectos, mientras que para
el personal nacional los trabajos eran rudos y agotadores con salarios inferiores.
Denunció las historias de atropellos, abusos y asesinatos derivadas de actos
cometidos por agrupaciones y policía privada para salvaguardar los intereses de
las compañías, así como la existencia de las facciones rebeldes —financiadas por
las empresas petroleras— que se mantuvieron levantadas en armas en
la Huasteca y el Istmo de Tehuantepec, entre 1917 y 1920, contra el gobierno
constituido.40 Denunció también las acciones intervencionistas que las compañías
petroleras habían realizado en contra de la política nacional cada vez que veían
afectados sus negocios por la fijación de impuestos o por el retiro de las
tolerancias a las que estaban acostumbradas.
Pidió a la nación el respaldo moral y material para poder llevar a cabo el acto de
expropiación que podría representar un sacrifico económico para poder saldar el
compromisos de indemnización y un eventual reajuste cambiario. A la opinión
internacional dejó en claro que el deseo que tenía su gobierno era comercializar el
petróleo mexicano con países de tendencia democrática. 41
Se trata de un caso evidente y claro que obliga al Gobierno a aplicar la Ley de Expropiación
en vigor, no sólo para someter a las empresas petroleras a la obediencia y a la sumisión, sino
porque habiendo quedado rotos los contratos de trabajo entre las compañías y sus
trabajadores, por haberlo así resuelto las autoridades del trabajo, de no ocupar el Gobierno las
instituciones de las compañías, vendría la paralización inmediata de la industria petrolera,
ocasionando esto males incalculables al resto de la industria y a la economía general del país.
Planteada así la única solución que tiene este problema, pido a la nación entera un respaldo
moral y material suficiente para llevar a cabo una resolución tan justificada, tan trascendente y
tan indispensable.
Y como pudiera ser que los intereses que se debaten en forma acalorada en el ambiente
internacional, pudieran tener de este acto de exclusiva soberanía y dignidad nacional que
consumamos, una desviación de materia primas, primordiales para la lucha en que están
empeñadas las más poderosas naciones, queremos decir que nuestra explotación petrolífera
no se apartará un sólo ápice de la solidaridad moral que nuestro país mantiene con las
naciones de tendencia democrática y a quienes deseamos asegurar que la expropiación
decretada sólo se dirige a eliminar obstáculos de grupos que no sienten la necesidad
evolucionista de los pueblos, ni les dolería ser ellos mismos quienes entregaran el petróleo
mexicano al mejor postor, sin tomar en cuenta las consecuencias que tienen que reportar las
masas populares y las naciones en conflicto.
Fracciones del texto leído por el presidente Lázaro Cárdenas en Palacio Nacional, el 18 de
marzo de 1938.

Terminado el discurso, dio lectura a los cuatro artículos del decreto de


expropiación con sus dos consideraciones: a) la negativa de las empresas a
acatar el fallo de la Junta de Conciliación y la ejecutoria de la Suprema Corte de
Justicia; b) y la aplicación de la ley de expropiación basada en el artículo 27
constitucional, debido a que la suspensión total de actividades petroleras
paralizaría los transportes e industria lo cual produciría graves trastornos a la
población.

Decreto expropiatorio firmado por el presidente Lázaro Cárdenas, por el secretario de


Hacienda Eduardo Suárez Aránzolo y por el secretario de Economía Nacional Efraín
Buenrostro Ochoa.

Fueron declarados expropiados los bienes muebles e inmuebles de la Compañía


Mexicana de Petróleo El Águila, la Compañía Naviera de San Cristóbal, la
Compañía Naviera San Ricardo, la Huasteca Petroleum Company, la Sinclair
Pierce Oil Company, la Mexican Sinclair Petroleum Corporation, la Standford y
Compañía, la Penn Mex Fuel Company, la Richmond Petroleum Company de
México, la California Standard Oil Company of México, la Compañía Petrolera El
Agwi, la Compañía de Gas y Combustible Imperio, la Consolidated Oil Company of
México, la Compañía Mexicana de Vapores San Antonio, la Sabalo Tranportation
Company, Clarita S.A. y Cacalilao S.A.; la Secretaría de Economía Nacional con la
intervención de la Secretaría de Hacienda procederían a la inmediata ocupación
de los bienes. La Secretaría de Hacienda debería pagar la indemnización
correspondiente en un plazo no mayor a 10 años.42
Por tratarse de bienes muebles e inmuebles, se entendió que el decreto incluyó
también a las empresas filiales de El Águila: Compañía Mexicana-Holandesa La
Corona, J.P. Jonker Sucesores, International Petroleum Co., Tuxpan Petroleum
Company, United Oils Production C., Rafael Ortega Sucesores, Compañía
Consolidada de Fincas Urbanas, Compañía de Terrenos del Golfo, a las empresas
filiales de la Huasteca: Mexican Petroleum Co., Cía Trascontinental de Petróleo, J.
A. Brown y Compañía, International Petroleum Co., Compañía Petrolera Minerva,
Doheny Bridge y Compañía, Green y Compañía, Tamiahua Petroleum Co.,
Tuxpan Petroleum Co., Compañía Petrolera Ulises; a las compañías filiales de
Imperio: Compañía Mexicana de Oleoductos Imperio, Southern & Refining Co.,
Gulf Coast Corporation, Tampascas Oil Company, Mexican Eastern Oil Co.,
Mexican-Texas Petroleum & Asphalt Co., Sabino Gordo Petroleum Co.; y a la filial
de Consolidated: Compañía Petrolera Franco-Española.43
Apoyo popular y creación de Pemex[editar]
El 23 de marzo, de forma espontánea, se reunieron cien mil personas de todas las
clases sociales en una enorme manifestación de respaldo a la expropiación
petrolera. El 19 de abril hubo una manifestación femenina en el Palacio de Bellas
Artes, acudieron mujeres de todas las clases sociales, algunas regalaron joyas,
otras objetos de bajo valor, incluso una anciana llevó una gallina para ayudar a
cubrir el pago de la indemnización.44 Aunque se lograron reunir poco más de 2
millones de pesos, este era un monto realmente simbólico. 41 Las colectas y la
emisión de bonos para cubrir la indemnización a las compañías petroleras
estuvieron lejos de solucionar el problema económico pero sí constituyeron
movilizaciones impresionantes de la opinión pública en apoyo a la situación.
Sectores como la Iglesia católica y algunos empresarios conservadores, que
normalmente eran de opinión contraria a las decisiones del gobierno, en esta
ocasión respaldaron al presidente. Para muchos, la expropiación significaba un
sacudimiento final del imperialismo que por tanto tiempo había sangrado a México,
impidiéndole confiar en su propia fuerza y capacidad. 44
Todos los empleados, técnicos e ingenieros extranjeros abandonaron las
instalaciones petrolíferas. La Administración General del Petróleo Nacional
(AGPN) fue el organismo que provisionalmente se hizo cargo de los bienes
expropiados a las compañías petroleras. Al mes siguiente de la expropiación, por
decreto, se creó la Distribuidora de Petróleos Mexicanos que se encargaría de la
comercialización del petróleo y sus derivados; y por otro decreto, promulgado el 7
de junio y publicado el 20 de julio, se creó la compañía Petróleos
Mexicanos (Pemex), la cual se encargaría de la exploración, producción y
refinación del petróleo.45

Reacciones internacionales[editar]

Vagón petrolero de la empresa "Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, S.A." (Mexican


Eagle Oil Company), hacia 1914.

El gobierno británico envió una serie de duras notas al gobierno mexicano


exigiendo terminantemente la devolución de las propiedades de El Águila. Sin
embargo, la empresa se había constituido como una compañía mexicana bajo
leyes mexicanas y sus accionistas, si bien eran extranjeros, habían renunciado a
su nacionalidad para este fin, por consiguiente, el gobierno británico no podía
intervenir directamente en su favor.46 Tras varias comunicaciones se rompieron las
relaciones diplomáticas entre ambos países, no sin antes cubrir un pago de
361 737.17 pesos que era derivado de daños causados durante la época de
la Revolución mexicana y que reclamó el gobierno europeo durante esta tensa
situación.47
El gobierno de los Países Bajos, cuyos inversionistas tenían primordialmente
intereses en las compañías El Águila y La Corona, envió al encargado de negocios
Arthur Methöfer para intentar defender los intereses de sus conciudadanos.
Methöfer sostuvo comunicaciones escritas con el secretario de Relaciones
Exteriores Eduardo Hay. Al igual que la postura británica, se negó a reconocer la
legalidad de la expropiación y a exigir la devolución inmediata de los bienes
expropiados o el pago inmediato por concepto de indemnización. Eduardo Hay
respondió que debido a que las compañías se habían constituido bajo leyes
mexicanas, los inversionistas se habían comprometido a no solicitar la
intervención diplomática, a pesar de que Methöfer replicó que “la protección de las
inversiones holandesas en el exterior era un interés vital del gobierno de los
Países Bajos y un derecho que los compromisos que contrajesen compañías o
accionistas individuales no podían perjudicar en nada”, exigiendo nuevamente el
pago de la indemnización, el 31 de octubre Eduardo Hay reiteró que el gobierno
de México estaba dispuesto y comprometido a hacerlo en el plazo estipulado.
Después de ese último memorándum pasó mucho tiempo sin que el gobierno
neerlandés volviese a comunicarse para tratar el tema del petróleo, en parte
porque la compañía anglo-neerlandesa Royal Dutch Shell decidió ejercer presión
sin la ayuda de su gobierno y en parte porque Methöfer comprendió que el
gobierno cardenista no estaba dispuesto a dar marcha atrás al decreto
expropiatorio.48
Con Estados Unidos, las negociaciones fueron diferentes. Era necesario hacer un
avalúo de los bienes expropiados. Cuando Cárdenas dio su discurso, dejó en claro
que las riquezas del subsuelo pertenecían a la nación mexicana y por tanto no
podrían considerarse como parte de la indemnización a los empresarios
extranjeros. Las compañías por su parte suponían que la compensación sí debería
de incluir el combustible estimado que se encontraba en el subsuelo. El
presidente Franklin D. Roosevelt en un discurso público reconoció el derecho de
México a expropiar las propiedades petroleras y aceptó que el pago de
indemnización fuera valorado sobre los bienes muebles e inmuebles de las
compañías sin incluir los mantos petrolíferos del subsuelo. Sin embargo,
el secretario de Estado, Cordell Hull, apoyó la postura de los empresarios, exigió
el pago inmediato y consideró que el monto de la indemnización debería incluir el
valor de los mantos petrolíferos. El embajador Joseph Dainels tomó una postura
conciliatoria, recomendó no interponer los intereses particulares de los
empresarios a la política de buena vecindad para evitar que un distanciamiento
diplomático permitiera que influencias italianas o alemanas se infiltraran en el
sistema interamericano.49
Boicot y campaña mediática contra México[editar]

Cordell Hull, secretario de Estado de los Estados Unidos, con su política internacional
presionó a la economía mexicana para favorecer a las compañías petroleras.

Las compañías Standard Oil de Nueva Jersey y la Royal Dutch Shell iniciaron
un boicot contra México.50 Intentaron impedir que México adquiriese ciertos
productos químicos indispensables para el proceso de refinación, como
el tetraetilo de plomo, y maquinaria especializada.51 Este plan fue apoyado por
diversas empresas estadounidenses que se negaron a cotizar o vender sus
productos, como la Babcock & Wilcox, que vendía refacciones para calderas, la
Peden Iron Works, que vendía maquinaria especializada, la Oil Well Supply Co., la
Reagan Forge & Engineering Co. y la Gulf Oil Co., que vendían material para
perforación, la Wilson Snyder Pump & Machinery Corp, que vendía bombas, la
Ethyl Gasoline Corporation, que vendía fluido etílico, la Spang Chalfant Inc., que
vendía tubería, la Ingersoll Rand Co., que vendía compresoras de aire, o la Auto
Electric Distributors que vendía material eléctrico.52 El problema del tetraetilo de
plomo, cuya producción se consideraba como tecnología de punta, se resolvió
reformando la gasolina hasta obtener el mismo octanaje. Poco después los
estudiantes de química del Instituto Politécnico Nacional y de la Universidad
Nacional Autónoma de México lograron sintetizar el producto. Poco a poco, las
compañías que vendían refacciones y maquinaria fueron cediendo cuando en
México se optó por adquirir productos alemanes, italianos o de otros países
europeos.53
La Standard Oil Company de Nueva Jersey auspició una publicación en la
revista The Lamp, en ella se afirmó que el valor expropiado a las compañías
estadounidenses era de 2000 millones de dólares. En otros periódicos se
manejaron cantidades de 450 millones de dólares. En la revista The Atlantic
Monthly de julio de 1938 se publicó un artículo que contenía una gran cantidad de
calumnias y embustes, como por ejemplo, que el petróleo que no se podía vender
en México corría en arroyos hacia el mar, que se habían rentado los puertos
mexicanos al Imperio japonés y que los aeropuertos eran usados por los fascistas.
El propio embajador Daniels calificó de repulsivas estas publicaciones.54 Es
posible, además, que las compañías petroleras hayan alentado los planes
subversivos de Saturnino Cedillo y de algunos líderes inconformes del STPRM.55
El Departamento de Estado coadyuvó con el boicot de diferentes maneras. Se
suspendieron las compras de plata a México, las cuales representaban un monto
promedio de 30 millones de dólares anuales, aunque después de 1938 las ventas
fueron reanudadas en menores cantidades y menores precios debido al interés de
los estadounidenses que aún eran propietarios de varias minas en México. 50 En
Estados Unidos las dependencias gubernamentales prohibieron el uso de los
combustibles mexicanos, se dio preferencia a la importación del petróleo
de Venezuela. El impuesto de importación para el petróleo mexicano se
incrementó de 15 a 50 centavos de dólar mientras que el venezolano solo era
gravado con 25 centavos de dólar. Se presionó a las compañías navieras para que
no transportaran el petróleo mexicano.56 Se presionó a los gobiernos de los países
del Caribe para que suspendieran los pedidos de petróleo que habían realizado a
México.57
La Dutch Shell logró embargar varios cargamentos de petróleo mexicano en los
puertos de Bélgica y Francia argumentando que se trataba de petróleo robado, no
obstante los tribunales europeos fallaron en favor del gobierno mexicano.
En Mobile, Alabama, se encontraba en reparación el barco-tanque San Ricardo,
fue necesario litigar en los tribunales estadounidenses durante varios meses para
tomar posesión de esta embarcación la cual se rebautizó con el nombre de 18 de
Marzo. Mientras se llevó a cabo este proceso, que finalmente falló a favor de
México, se compró el barco-tanque cubano Amolco —al que se le matriculó con el
nombre de Cuauhtémoc— de 3298 toneladas para transportar el petróleo
de Tampico a Veracruz,58 con esta solución y el apoyo de los trabajadores
de Ferrocarriles Nacionales de México pudo desplazarse el petróleo en el interior
del país.59
Comercialización del petróleo mexicano[editar]

Jesús Silva Herzog, en 1937 formó parte de la comisión pericial que analizó los estados
financieros de las compañías petroleras y en 1939 asumió la gerencia de la Distribuidora de
Petróleos Mexicanos.

De acuerdo al discurso de Lázaro Cárdenas, la primera intención del gobierno


mexicano era vender el petróleo a los países de tendencias democráticas. El
subsecretario de Hacienda, Eduardo Villaseñor, viajó a Europa para tratar de
cerrar un acuerdo comercial con Francia, sin embargo, el gobierno francés cedió a
las presiones internacionales pues no quería quedar mal con el gobierno británico,
especialmente por el ambiente de preguerra que se vivía en esa época. Villaseñor
dirigió una carta a las autoridades francesas exponiendo que México se vería
obligado a ofrecer su petróleo a las potencias del Eje, a pesar de la misiva, las
negociaciones no prosperaron y Villaseñor regresó a México.60
El boicot que emprendieron las compañías petroleras contra México pareció que
tendría éxito durante los primeros meses posteriores a la expropiación. Sin
embargo fue a través del estadounidense William Rhodes Davis y su compañía
Davis & Co. como México empezó a vender su petróleo. La Davis & Co. sirvió
como intermediara en el acuerdo comercial por el cual México embarcó petróleo
a Italia a cambio de tr

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