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Isabella Valencia Vernaza

Violencia y guerra civil. Un análisis de la relación entre violencia y democracia.

El crimen organizado es un fenómeno que afecta a distintas regiones en el mundo, en


específico, por el poder político que estas pueden logran ejercer en el comportamiento de
los gobiernos y los actos de violencia que realizan en una sociedad. Nos referimos a crimen
organizado cuando las acciones criminales se ejecutan bajo un modelo de “empresa”. Es
decir, que las actividades que realiza algún grupo se operan como lo haría una empresa
común, solo que este lo hace con objetivos criminales y con actos masivos de violencia1. 

Sin embargo, el concepto de “crimen organizado” es amplio y a veces impreciso. A pesar


que para definir una organización bajo este concepto se deben cumplir con una estructura
organizada y características específicas, tener una definición y un comportamiento
universal es complejo, pues depende de las características sociales que padece cada
territorio y de los parámetros legales que actúan en el (Scheller & Lugo, 2019). Dado lo
anterior, es pertinente estudiar este tipo de fenómenos sobre todo para entender la
racionalidad que hay detrás del comportamiento de este tipo de organizaciones, cómo estas
actúan bajo diferentes circunstancias y el impacto que pueden tener en el aspecto político y
social de un territorio.  

La investigación “Organized crime, violence and politics” de Alessina, Piccolo y Pinotti, es


un estudio explica cómo las organizaciones criminales usan la violencia de forma
estratégica como herramienta para influir en los resultados electorales y en el
comportamiento de la política. Bajo lo anterior, los autores pretenden responder ¿cómo el
crimen organizado puede participar en la política? y ¿cómo varía las estrategias según el
régimen institucional, el sistema electoral y la intensidad de la competencia política en
época de elecciones? Para ello, se plantea modelos de competencia estratégica donde se
pueda analizar el impacto de la violencia en los votos de los partidos y en las políticas anti-
crimen, que se contrastan con evidencia empírica de Italia. 

Modelo de Violencia Electoral

El modelo de violencia pre-electoral explica los incentivos que tiene la organización


criminal para aplicar un nivel de violencia y afectar las votaciones. Relacionan la violencia
pre-electoral contra un partido para favorecer al partido preferido por la organización
criminal.

En principio, los autores hacen una caracterización del alcance de la violencia en diferentes
términos de electorales y grados de competencia. Dentro de este, se incluye una
diferenciación de los partidos; hay un partido honesto que se define como partido “h” y un
partido corrupto “c”. Al partido corrupto le favorece las acciones ilícitas, por ende, la
organización criminal está incentivado a aliarse con el partido corrupto y le será más útil
que sea este quien este en el poder. 

Así, el objetivo de la organización es hacer que el partido corrupto sea quien gane las
elecciones. Para lograr esto, la organización realiza acciones violentas, para desalentar al

1
Concepto tomado de las Naciones Unidas para definir “Crimen Organizado”.
Isabella Valencia Vernaza

candidato y en general los esfuerzos del partido honesto e influir en el comportamiento de


grupo electo. Se espera, que la relación entre el esfuerzo del partido “h” y el poder militar
de la organización reflejen varios mecanismos de coerción e intimidación para desalentar la
acción de voto y los esfuerzos que favorecen al partido honesto. Es decir, en equilibrio, el
esfuerzo es decreciente en el poder militar de la organización criminal. El poder militar
refleja si la organización es fuerte o débil, por lo que es crucial que la organización emita
mensajes para dar a conocer si es débil o fuerte, y de esta forma intimidar al partido honesto
a elegir un nivel de esfuerzo. 

En este caso, el equilibrio de interes sera donde el partido honesto ganara las elecciones
cuando ser elegido le representa una utilidad mayor que el costo de su esfuerzo por
conseguirlo. Para que esto suceda, el escenario político debe estar en distritos donde la
competencia sea cerrada y ambos tengan incentivos, en el caso del partido honesto para
esforzarse y la organización para ejercer violencia.

Esfuerzo anti-crimen

Para explicar como la organización criminal puede afectar los esfuerzos y las políticas anti-
crimen, se define en dos etapas el modelo. En la primera donde se elige al partido (que se
explica con el modelo anterior) y la segunda etapa, periodo donde el partido “h” pueda
aplicar un nivel de esfuerzo anti-crimen. Ahora bien, dado que el partido honesto puede
aplicar un nivel de esfuerzo en la segunda etapa, este esfuerzo genera un costo que se ve
reflejado en el nivel de violencia que pueda ejercer la organización en forma de represalia. 

Por ende, el partido honesto se ve también afectado en esta etapa, donde decide qué nivel
de esfuerzo anti-crimen realiza sujeto al nivel de violencia que aplica la organización
criminal. Se espera que a una mayor disposición de generar represalias por parte de la
organización, disminuya el esfuerzo del partido en tomar o ejecutar políticas anti-crimen.

Evidencia empírica 

Los autores prueban ambos modelos y variaciones de estos con evidencia empírica de datos
tomados de la mafia italiana. Se usaron datos de Italia, por ser un país con alta participación
de crimen organizado, en específico, datos de la mafia siciliana. La mafia siciliana, a
diferencia de otras organizaciones criminales en Italia, presenta datos organizados de tal
forma que sea claro cuál era la ocupación de sus víctimas. Esto permite diferenciar las
víctimas políticas, permitiendo ver las acciones violentas selectivas o indiscriminadas del
grupo. 

Así bien, los resultados en su mayoría, se comportan según lo esperado a partir del modelo
de violencia electoral. Para la primera hipótesis, la cual afirma que las organizaciones
criminales suelen ejercer mayor violencia en los periodos electorales, se realiza una
regresión donde la variable objetivo de análisis son los números de homicidios afectados
por el periodo electoral y otras variables de control. Para las víctimas políticas y sindicatos,
la variable de periodo electoral fue significativa, por lo que, si se encuentra una correlación
positiva entre las muertes de políticos y sindicalistas en el periodo antes de una elección, es
decir, durante este periodo, se aumentó el número de víctimas de este grupo.
Isabella Valencia Vernaza

La segunda predicción del modelo, enuncia que en sistemas mayoritarios la violencia está
concentrada en distritos donde la competencia es más cerrada. Es decir, la violencia
electoral por parte de las organizaciones criminales disminuye a medida que aumenta la
diferencia de votos entre el partido "honesto" y el "corrupto". En efecto, los resultados
confirma que la violencia aumenta a medida que la brecha entre el gobierno y los partidos
de oposición se reducen en las regiones donde persiste el crimen organizado en
comparación con otras regiones. Es refiere que en zonas donde exista presencia de crimen
organizado y la competencia política sea cerrada, los niveles de violencia serán mayores
que en regiones donde la dinámica electoral sea diferente. 

La tercera predicción, afirma que la violencia electoral debería disminuir la acción de votar
por el partido “Honesto”, en otras palabras, se espera un efecto negativo de los homicidios
políticos en las votaciones por el partido “h”. Para contrastar la hipótesis, se relaciona los
resultados de las elecciones de cada municipio y el periodo electoral con el número de
víctimas totales y políticos. Los resultados muestran que ambas variables de violencia,
afectan negativamente el porcentaje de votos y que la votación de un municipio se ve 
también  afectada por el nivel de violencia que tienen los municipios vecinos.

Finalmente, las hipótesis cuatro y cinco, ambas relacionadas con el comportamiento


político, pretenden confirmar si en efecto, los esfuerzos posteriores a elecciones y
relacionados con las políticas anti-crimen se ven afectados por los niveles de violencia
ejercidos por una organización criminal. En este caso, el modelo relaciona las víctimas
totales y políticas con las menciones de palabras relacionadas con la mafia, en las reuniones
del parlamento nacional. Las estimaciones muestran un efecto diferente según el tipo de
violencia que ejerce la organización. Para el caso de víctimas generales, se nota que a
mayor número de víctimas, aumenta las menciones de la mafia en los debates con un
coeficiente pequeño (a mayor cantidad de homicidios existe mayor atención de los políticos
respecto al problema). Sin embargo, cuando se relaciona con víctimas políticas, el efecto es
contrario y disminuye la recurrencia de abordar temáticas sobre la mafia en los debates, es
decir, los homicidios políticos tienen un efecto intimidante en el comportamiento de los
parlamentarios

En general, Las organizaciones criminales utilizan de forma estratégica la violencia pre-


electoral para intimidar las acciones de los políticos y facilitar la elección de políticos
deshonestos. Los modelos y las evidencias empíricas muestran que, la violencia es una
herramienta de política y que las organizaciones la usan de diferentes formas según las
reglas y el escenario electoral. Además, demuestra que las organizaciones criminales
reducen los esfuerzos políticos en contra del crimen.

Extensión del modelo


Isabella Valencia Vernaza

Los vínculos entre el crimen organizado y la política, al igual que el uso sistemático e
indiscriminado de la violencia también se puede analizar bajo circunstancias de guerras
civiles. La violencia en la guerra civil no es efectuada exclusiva por un único actor, a
diferencia de lo que plantea el modelo de violencia electoral donde solo la organización
criminal puede ejercer violencia. En la guerra civil deben existir al menos dos actores,
ambos con un uso de monopolios segmentados de violencia (Kalyvas, 2001). A diferencia
de cualquier otro tipo de violencia, en este caso, la población participe puede verse afectada
por la violencia aplicada por los actores políticos o bien obligados a transferir su lealtad y/o
recursos a alguno de los actores, lo que agrega una dimensión estratégica al
comportamiento en términos de violencia que ambos actores van a realizar para garantizar
la lealtad de su población objetivo. 

Dado que la guerra civil altera la esencia de la soberanía, definida como el monopolio de la
fuerza legítima en un territorio. Ambos actores ejercen soberanía de forma simultánea en
distintas partes del territorio y en diferentes niveles. Así bien se puede analizar tres
escenarios de soberanía. 

El escenario de soberanía absoluta, donde un actor sea soberano en una parte del territorio,
el actor soberano ejerce un nivel de violencia moderada. Principalmente, esto sucede,
porque la soberanía es una representación de dominio y triunfo eventual, por lo que utilizar
de forma masiva la violencia no es en este escenario necesario para el actor y tampoco para
el otro actor pues no tienes ninguna soberanía para ejercer violencia (Schmid, 1983). 

Bajo una situación de ninguna soberanía, es probable que el nivel de violencia sea
indiscriminado o los actores no apliquen ningún nivel de violencia. Se ejercerá violencia
indiscriminada si el actor está interesado en tener soberanía en el territorio, con el objetivo
de someter a la población objetivo o la población que colabora con él otros actores
opositores (Kalyvas, 2001). La violencia selectiva no es útil en este caso porque resultara
imposible poder someter a una población de la que no se tiene control. Los actores no
aplicaran violencia en el territorio, si aplicarla resulta contraproducente para lograr un
control. 

Por último, en un escenario de disputa, es decir, cuando la soberanía está fragmentada y


ambos actores tienen participación en un mismo territorio, existe la posibilidad de que
ambos actores hagan mayor uso de fuerza en comparación cuando cada uno es soberano
sobre un territorio. Sin embargo, la violencia en este caso será selectiva, dado que esta, hará
más efectiva las acciones de amenaza y violencia efectuada en la población para obligar a
tomar partido por algún bando (Manrique, 1998). 

Dado lo anterior, se pueden construir tres hipótesis según los niveles de soberanía. La
primera, que en ausencia de soberanía es mas probable que la violencia sea indiscriminada.
La segunda, que en presencia de soberanía es probable que la violencia sea limitada y la
tercera, donde un escenario de disputa es probable que la violencia sea selectiva (Kalyvas,
2001). 

Así, en relación con el modelo de Alessina et all., el modelo de violencia electoral, infiere
una variable de soberanía del actor “insurgente” (en este caso, la organización criminal)
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reflejada en la medida de poder militar. Sin embargo, bajo una escenario de presencia de
guerra civil, sería interesante y necesario incluir una medida de soberanía del actor legítimo
que representa al gobierno de turno. 

Por ejemplo, en el caso colombiano, analizar este tipo de comportamiento de la soberania


resulta efectivo pues, existen disparidades en el acceso y control que tienen el estado a
diferentes partes del territorio nacional, que por ende, hace que no sea soberano en la
extensión total del territorio y que presente diferentes niveles de soberania. Además, el
estado colombiano compite con diferentes actores insurgentes (entre guerrillas y
organizaciones criminales asociadas al narcotráfico) dentro de un escenario de guerra civil
y de crimen organizado, que propicia que el monopolio del poder y la soberanía este
fragmentados y repartida o disputada entre los diferentes actores existentes. Normalmente,
esta fragmentación del monopolio de la fuerza es visible en el sector rural del país, donde el
acceso y la conexión de estas áreas con el estado es precaria, la presencia del gobierno es
baja en materia de oferta pública (bienes públicos como seguridad, servicios públicos,
educación, etc.) y de “soberanía” en sentido de fuerza legítima.

De lo anterior, se puede inferir que incluir una variable de soberanía del actor legítimo o del
estado puede alterar los comportamientos violentos de los grupos insurgentes o
organizaciones criminales y a su vez afectar los resultados en las votaciones electorales y
en el accionar de los políticos. La racionalidad detrás de esta variable sería alterar el nivel
de violencia de la organización criminal según donde se encuentre la soberanía del estado.
Si el estado es soberano, la aplicación de violencia por parte del otro grupo será menor al
no tener soberanía; en el caso que estén en disputa será mayor y selectiva, es decir,
principalmente contra una población objetivo, en este caso los crímenes políticos. Mientras
que si el estado no es soberano, existirá un nivel de violencia pero limitado ejercido por el
grupo insurgente. 

Conclusiones

Estudiar este tipo de fenómenos es muy relevante para entender las dinámicas políticas que
puede tener un territorio bajo circunstancias de violencia. El artículo, explica la existencia
de una relación de entre la violencia y el comportamiento político, sobre todo cuando
existen formas estratégicas para el uso de la violencia. La relevancia de estos estudios es,
principalmente, que puede ayudar a tomar mejores decisiones en términos de intervención
política y jurídica para tratar persuadir este tipo de comportamientos criminales. 

Es importante, reconocer la teoría de juegos como una herramienta para lograr entender, la
intuición y racionalidad  detrás de un comportamiento o la acción de un actor bajo
circunstancias donde exista una dimensión estratégica en cada decisión. Además de
comprender que bajo este tipo de modelo se puede también extraer bases teóricas para
aplicar o estructurar otro o el mismo modelo en situaciones similares y así entender, desde
una perspectiva empírica, las variables que afectan a un fenómeno que cumple otro tipo de
características pero bajo la misma intuición.
Isabella Valencia Vernaza

Trabajos citados
Scheller, A., & Lugo, E. (2019). Conceptualización del Crimen Organizado y su regulación
en la legislación Penal Colombiana. Nuevo Foro Penal.
Kalyvas, S. (2001). La violencia en medio de la guerra civil. Análisis Político, 3-25.
Schmid, A. (1983). Political Terrorism: A research guide to concepts, theory, data bases
and literature. Amsterdam:SWIDOC, 175-176.
Manrique, N. (1998). Shining and Other Paths: War and society in Perú. Durham and
London: Duke Universitv Press, 217.

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