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CAPÍTULO IV

KALLANKA

Rodolfo A. Raffino
Rubén D. Iturriza
J. Diego Gobbo
Victoria García Montes
Aylen Capparelli
Cecilia M. Deschamps

«...Avía galpones muy grandes de à docientos


pasos de largo y de cincuenta a sesenta de
ancho, todos de una sola pieza...»
(Garcilaso; 1609, Libro VI, Caps. IV)

La kallanka 2 y el ángulo NO de la aukaipata vista desde lo alto de


la plataforma occidental.
RODOLFO A. RAFFINO
en no pocos casos, conservan el planeamiento que
los Inka reservaron para sus sitios más calificados,
I - Las kallankas como arquitectura de poder
una articulación contextual entre edificios y cons-
en el Imperio Inka
trucciones de prestigio, como aukaipata-kallanka-
ushno.
A estos componentes arquitectónicos alter-
A lo largo del espacio conquistado el
nativamente pueden agregarse el akllahuasi o casa
Tawantinsuyu construyó centenares de grandes
de las escogidas, el sinchiwasi o cuartel de tropas, uno
galpones kallanka-huasi o kumun-wasi (casa comunal)
o varios acueductos que llegan a la aukaipata y proxi-
de diferentes dimensiones, calidad arquitectónica y
midades del ushno y el grupo de collcas. Estos compo-
utilizando diferentes tipos de materias primas. Sola-
nentes se integran conformando un contexto urba-
mente en el Kollasuyu, el cuarto más extenso pero el
no planeado. Esta articulación, señalada oportuna-
menos desarrollado, en cuanto a la monumentalidad
mente por T. Zuidema (1968, 1989) y por Gasparini
y cualidad del registro arquitectónico imperial se re-
y Margolies (1977), configura el modelo cuzqueño
fiere, se cuentan restos de veintisiete kallankas. Es-
que se repite insistentemente en la casi totalidad de
tos edificios están alojados en veinte enclaves que
los centros administrativos y en las probables capi-
cumplieron funciones de corte administrativo y que,
tales de wamani o «nuevos Cuzcos» del Tawantinsuyu.
Resta subrayar que estas kallankas fueron induda-
blemente edificios públicos.
52: La kallanka 2 antes de la intervención. Al S del Titicaca las kallankas reconocidas
son las bolivianas de Inkallajta en Cochabamba;
Oma Porco, Chuquiago y Chagua de Potosí;
Samaipata y La Fortaleza (dos kallankas) en Santa
Cruz; Inkahuasi en Lagunillas y San Lucas en
Chuquisaca. Un reciente reporte de A. Nielsen (1999;
283) registra una kallanka situada en un tambo al
pie del levante del Volcán de Licancabur. En Chile
su número es escaso, las de Turi y Kona Kona en el
Alto Loa (la segunda se advierte en un plano traza-
do por V. Castro; 1992, fig. 2, pág. 142, pero no refe-
rida por la autora) y probablemente Catarpe en San
Pedro de Atacama.
En Argentina la lista es más numerosa:
Yacoraite en Humahuaca (desaparecida); Potrero de
Payogasta y Capillas en Calchaquí y El Shincal (cin-
co kallankas). Las de Hualfín y Watungasta no pre-
sentan grandes dimensiones pero deben integrar esta
lista por su articulación con aukaipata/ushno en los
valles de Hualfín y Abaucán, respectivamente. Otras
dos kallankas fueron levantadas en el Nevado de
Aconquija y otras tantas en la Tambería del Inka al
S de Famatina, en La Rioja. Recientemente R.
Bárcena ha descubierto una kallanka en el Paso del
Lamar en el Río Bermejo (San Juan) la cual, hasta el

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momento, es la más meridional del Tawantinsuyu.
Desde esta última región y por espacio de
cerca de 400 km hasta arribar al confín sudoriental
del Imperio en el NOA, el Valle de Uspallata y el
paso a Chile, los Inka no edificaron clase alguna de
kallankas-galpones. Esta situación quizás tenga en
parte una explicación en el hecho de que en Famatina
terminaba el núcleo minero-metalúrgico en los An-
des Meridionales, como ha sido propuesto en un
anterior aporte (R. Raffino et al.; 1997, 65), con sus
explotaciones de oro, plata y cobre para la aleación
del bronce, recursos monopolizados por el
Tawantinsuyu.
Los edificios indicados se ajustan con clari-
dad a la definición formal y dimensiones. Al tamaño
y envergadura que se corresponden con estos gran-
des galpones rectangulares de aparejos preferente-
mente rústicos; de más de 20 m de lado mayor, con
varias puertas de acceso de silueta trapezoidal en su
fachada y a veces en sus lados menores. Con altos
hastiales para techumbre en mojinete, a veces con
ventanas trapezoidales en ellos, otras con hornacinas
internas y, fundamentalmente, a su articulación
contextual con la plaza y el ushno, es decir los ele-
mentos clásicos que integran la arquitectura y el
planeamiento inka. 53: El mismo edificio ya excavado y recompuesto.
Otros sitios del NOA, construidos o recu-
perados por los Inka como Titiconte de Iruya, La
Huerta de Humahuaca, Pucará de Aconquija, bergue de pequeños grupos de soldados (a juzgar
Inkahuasi de la Quebrada del Toro, posiblemente por los materiales hallados en los recintos 1 y 2 del
Casa Morada de Calchaquí y el sinchiwasi de El sinchiwasi (sector f) de El Shincal (R. Raffino; 1996,
Shincal, poseen edificios con techumbres a dos aguas 225).
o en mojinete y hastiales a la manera de kallankas. En otros suyus del Imperio existen registros
Pero no se hallan contextualizadas en conjuntos ar- arqueológicos con descripciones de edificios que sin
quitectónicos con aukaipatas-ushnos, sino incluidas duda corresponden a grandes kallankas-galpones
dentro de conjuntos residenciales tipo kancha o RPC. (aunque no en todos los casos con planimetría in-
(R. Raffino; 1988, 206). Estos edificios no fueron cluida). Algunas de las conocidas fueron construi-
destinados para actividades o ceremonias comuna- das en Tomebamba, Pambamarca y Paredones del
les, habida cuenta que poseen menores dimensiones Azuay (Ecuador); Huánuco Pampa, Tamborajra y
que las grandes kallankas-galpones. Este es el caso Tunsucancha (Huánuco); Pumpu (Junín); Tambo Co-
de La Huerta (R. Raffino et al.; 1993, 69) y las de lorado, Inkawasi y Lima La Vieja (Pisco); Manchu
los recintos 1 y 2 del sinchiwasi de El Shincal. Edifi- Pijchu (V. de Yucay), Quispeguanca, Patallaqta,
cios que estuvieron afectados a funciones residen- Wiñay Wayna, Chakiorllo y Ollantaytambo (región
ciales para pequeños grupos (La Huerta), o para al- de Yucay, Vilcanota y Urubamba); Vitcus

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54: El mismo edificio ya excavado y recompuesto.

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(Vilcabamba); Vilcashuaman (Sierra de Ayacucho), en la selva de Trujillo) (cuatro edificios asociados a
Rajchi (Cacha); Chinchero (V. de Yucay), Huchuy ushno); en Aypate de Ayahuaca y en Huancacarpa,
Cusco, Patallajta y Chokepukio (Cusco); Escalón de en la Sierra de Piura (las dos asociadas con ushnos).
Lunahuana e Inkahuasi (Cañete); Hatuncolla A esta nómina deberían sumarse las kallankas
(Titicaca), Nieve Nieve (Lurín); Cajamarca (sierra perdidas o sepultadas por las remodelaciones espa-
N); Atuén en Chachapoyas (Dep. Amazonas); ñolas de la primera época de la conquista -las que
Hornopampa y Pukarumi (en la ceja de selva de usualmente las transformaron en establos o iglesias-
Chachapoyas); Sabaya (Sierra de Moquegua). y a los inevitables crecimientos de urbanizaciones
Un reciente informe de M. Ziolkowsky in- históricas. Entre tantas pueden mencionarse las del
corpora nuevos datos a la cuestión (2002, com. sector central de Cajamarca (al menos tres kallankas
pers.). Se trata de tres kallankas hasta ahora inédi- descriptas por los soldados de Pizarro hoy día des-
tas. Las de Maucallajta en San Antonio de aparecidas), Ingapirca (Hatum Cañar), quizás otra
Pampacolca; Tumpullo II de Yanaquigua y la de en Pachacamac y las del propio Cuzco, que incluyen
Achaimarca ubicadas en la región de Arequipa. In- el célebre y desaparecido Cuyusmanco, el cual se le-
formes muy recientes entregan referencias de vantaba justamente frente a la plaza y que fuera
kallankas-galpones en Machuwasipata en descripto por Garcilaso (1609) y dibujado por
Andahuaylas, Perolniyoc en el Valle de Soqma; Marca
Marca en la limeña Provincia de Orión, distrito de
55: Vanos de acceso y muros interiores de la fachada con hornacinas
Quichas; Yuraciacu (Dep. Libertad, Pcia. de Patay
inkas.

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Guaman Poma (16l3). Tunsucancha, Huánuco, Cajamarca, Tomebamba,
En su oportunidad ha sido expresado que la Pambamarca y Paredones del Azuay.
mayor parte de las kallankas levantadas en la sierra Las kallankas de Inkahuasi en Lagunillas, San
peruana se encuentran estratégicamente ubicadas en Lucas en Chuquisaca, La Fortaleza y Samaipata en
la línea de avance de la conquista inka desde el Cuz- Santa Cruz, y aún las del Pucará de Aconquija en la
co hacia el N quiteño. En ese vector se las interpre- «frontera lule» de Argentina, podrían responder a este
ta como edificios destinados a alojar tropas o vitua- último uso de albergue de tropas, habida cuenta de
llas para el aprovisionamiento de los ejércitos. A es- que su implante fue consumado en una frontera «ca-
tas alternativas J. Hyslop (1984) ha agregado que su liente», una región propensa a ser invadida por los
razón de ser pudo responder a razones de tráfico de grupos chiriguanos, lules y juríes de la frontera orien-
grandes contingentes, incluyendo tropas a lo largo tal del Imperio, circunstancia señalada oportunamen-
del capacñam, especialmente en la ruta Cuzco-Quito. te por E. Nordenskiöld (1917).
Esta explicación les cabría a las kallankas construi- Otra hipótesis acerca de las techumbres de
das en Vilcashuaman, Pumpu, Tamborajra, las kallankas ha partido del relato de Garcilaso so-
bre la kallanka/Cuyusmanco de Cuzco. Su razón de
ser obedecería a las condiciones climáticas regiona-
56: Sección de la fachada con un vano trapezoidal. Sobre la pared poste- les. Estos edificios habrían sido construidos en zo-
rior una ventana con visual hacia la aukaipata. nas lluviosas, para ser utilizados en grandes eventos
comunales, para que sus participantes estuvieran al
resguardo de los temporales. Tanto el desaparecido
Cuyusmanco cuzqueño como las inmensas kallankas
de Rajchi en Cacha e Inkallajta de Cochabamba se
ajustan a esta identificación funcional por cualidad
y tamaño.
La adscripción funcional como albergue de
tropas en zonas de lluvias se corroboraría en parte
por la escasa presencia de kallankas en las regiones
desérticas, advertida oportunamente por J. Hyslop
(1984: 286) y la sugestiva cantidad de ellas en la
sierra peruana. Especialmente en la ya señalada ruta
de tráfico y aprovisionamiento de los ejércitos y ca-
ravanas entre Cuzco, Vilcashuamam, Jauja, Huánuco,
Cajamarca, Tomebamba, Ingapirca y Quito, conec-
tada por capacñam y tambos de enlace (J. Hyslop, 1984:
285; T. D’Altroy, 1992: 100).
Esta razón funcional puede ser compartida
también por las kallankas levantadas en enclaves si-
tuados en los valles mesotérmicos de Bolivia, entre
Cochabamba (Inkallajta) y Santa Cruz (Samaipata,
La Fortaleza) con lluvias crecientes a medida que se
avanza hacia el Chaco boliviano. En menor medida
se ajusta a los valles y sierras del NOA donde los
índices pluviométricos no superan la media históri-
ca de 150-200 mm anuales, como los de Hualfín y

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Calchaquí, asiento de las kallankas de Potrero de Pacífico son algunos de ellos.
Payogasta, Capillas, Hualfín, El Shincal, Watungasta En la región de Hualfín sucede en cambio
y Tambería del Inka. (R. Raffino; 1983: 307; 1988: una notoria frecuencia de kallankas, once en total,
220). en un área articulada por capacñam que tiene como
En definitiva, el factor climático como posi- enclaves administrativos a Hualfín, Watungasta y
ble condicionante abre una puerta sólo parcialmen- Tambería del Inka de Chilecito, a la capital de wamani
te explicativa a la cuestión, aunque ésta no es exclu- El Shincal y al magnífico centro ceremonial del Ne-
yente. Existen casos que quiebran esa generaliza- vado de Aconquija. Región definida como «núcleo
ción empírica. Las kallankas de Turi, Kona Kona y minero-metalúrgico explotado por los Inka en los
Catarpe en el desierto sin lluvias de Atacama, don- Andes Meridionales» (R. Raffino et al.; 1981: 265 y
de además ha sido históricamente comprobado que 1996: 65). Un interrogante queda latente al respec-
era imposible de ser transitado por grandes ejércitos to y es el que plantea si existe una razón que expli-
o caravanas de llamas. O en zonas casi nulas de llu- que esta coincidencia entre la singular cantidad de
vias, como en Inkawasi en Cañete; Paria Norte, Oma kallankas-galpones con las explotaciones inka de oro,
Porco de Aullagas (Poopó), Chuquiago de Suipacha cobre y estaño para el complejo broncístico
y Chagua de Talina en el altiplano de Oruro y Poto-
sí. Las de Watungasta en el semidesértico Abaucán
y la incierta de Pachacamac en la yerma costa del 57: Detalle del muro interior de la fachada con sus hornacinas inkas.

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58: Vanos trapezoidales, muro interior y hastial O de la kallanka 2. restantes fueron construidas en aparejos «rústicos»
y a excepción de la K1 de El Shincal y la de Oma
Porco de Aullagas, no parecen ser frecuentes las
arqueológicamente comprobado. Es posible que en hornacinas.
estas regiones las kallankas hayan sido construidas Estas diferencias también se observan en lo
para cumplir usos como albergues de trabajadores que puede llamarse epicentro del Imperio. En la sie-
de turno o soldados, en esencia mitimaes afectados a rra peruana, las rústicas kallankas de Pumpu (R.
explotaciones mineras y a la protección de esas ex- Matos; 1994, Fig. 76b) contrastan notoriamente en
plotaciones. La K1 de El Shincal responde en parte dimensiones y calificación arquitectónica con sus
a esta asignación. vecinas de Huánuco Pampa (C. Morris; 1985,
Otro aspecto latente reside en las importan- Lam.V).
tes diferencias existentes en las dimensiones, com-
ponentes y cualidades arquitectónicas entre unas y
otras; en el Kollasuyu, por ejemplo, exceptuando la
de Inkallacta, que es la de mayores dimensiones del
suyu meridional, construida con muros «celulares», II - Arquitectura de la kallanka 1 de El Shincal
total o parcialmente en adobe, de acuerdo a la
tipología de Agurto Calvo (1980: 139), deben men-
cionarse las de Turi (C. Aldunate; 1996: 102) y El edificio en cuestión es de planta rectan-
Potrero de Payogasta (R. Raffino; 1981: 104). Las gular de 33,37 y 33,35 m de lado mayor NS por 5,59

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y 5,65 m EO. Fue con los clásicos aparejos murarios con ella, a la cual le da la espalda. Su posición es
de tipo rústico (Agurto Calvo; 1980: 112). Sus mu- NO en relación a la coordenada «0» (situada con-
ros son dobles de 0,80 a 1 m de espesor formados vencionalmente en el centro mismo del ushno de El
por bloques poliédricos de rocas granitoides Shincal). Conformando un conjunto RPC o kancha
mesosilícicas de origen plutónico de 0,10 a 0,30 m con un patio situado al poniente. De este modo su
de lado, rudimentariamente tallados para obtener una fachada corresponde al muro occidental, en el cual
cara más o menos plana. Fueron traídos deliberada- aparecen tres vanos de silueta trapezoidal con una
mente de los cerros situados al N de la instalación. base de entre 1 a 1,30 m dispuestos como acceso
El relleno interior de estas paredes es de ripio y ba- entre el patio lateral y el interior de la kallanka. Han
rro batido, aunque originalmente debió también con- sido hallados restos de umbrales y dinteles de piedra
tener vegetales. El techo fue de tipo hichu, en cuya que coronaban las puertas. Sobre la pared interior
estructura leñosa se utilizó madera de retamo del mismo se registran una serie de hornacinas dis-
(Bulnesia retama). Su presencia se constató por restos puestas entre 1,10 y 1,60 m del piso actual.
quemados de estos vegetales en cuatro lentes de En el muro opuesto, adosado a la aukaipata,
carbón situados entre 0,50/0,60 m de profundidad; se advierten indicios de la existencia de ventanas
indicativos de un probable incendio y el posterior
colapso de la techumbre.
Este edificio si bien se halla adosado al muro 59: El interior del muro y uno de los hastiales de la kallanka 2. En
occidental de la aukaipata no se conecta directamente segundo plano la plataforma occidental con su muralla perimetral restau-
rada.

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(posiblemente fueron tres) ubicadas a 4,80 m del ron el sedimento arcilloso (50%) con argilominerales
interior de los muros laterales menores. Estos últi- (caolinita, illita y esmectita) e impurezas de origen
mos son hastiales de 5,60 m de base, construidos mineral (cuarzo, feldespato y calcita). La mezcla de
con la misma técnica, con tímpanos triangulares hoy estos componentes con agua ha debido producir la
parcialmente recompuestos. La techumbre a dos consolidación del piso percibida en el registro. En el
aguas o en mojinete se apoyó directamente sobre las sector S, el plano del piso está interrumpido por dos
paredes de los lados mayores del edificio aprove- pozos cilíndricos de 0,30 m de diámetro rellenos de
chando la existencia de árboles de gran porte del carbón. Estos fueron la base de sendos fogones y se
bosque donde se asienta El Shincal (como algarro- sitúan a 1,45 m de pared O y 2,35 m de pared E.
bo y chañar). La ausencia de horcones axiales es in- Otros detalles técnicos rescatan el actual des-
dicativa de que fue un edificio de una sola nave. nivel o ángulo de buzamiento de la kallanka con pen-
Restos de este maderamen aparecieron carboniza- dientes decrecientes en sentido S a N y E a O. Un
dos en cuatro sectores dispersos entre 0,40-0,50 m perfil que la sitúa ligeramente a bajo nivel con res-
de profundidad, sobre el piso inka de la kallanka y pecto al piso exterior o del patio (25 cm aprox.) y
son indicativos de un incendio y posterior colapso sobre elevado medio metro con relación a la aukaipata
del hichu. de su flanco del naciente (plano y perfil). Esta incli-
El piso construido por los Inka fue de barro nación O-E del terreno del edificio y su entorno ha
consolidado por actividades antrópicas que mezcla- impuesto áreas de derrumbe disímiles entre sí pero
que covarían solidariamente con la pendiente. En el
muro oriental que linda con la aukaipata, el derrum-
60: Vista de la kallanka desde la aukaipata.

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be oscila entre 5 y 6 m. El correspondiente a la fa- cronológico para continuar los trabajos de campo.
chada sólo 2 m y los de los hastiales alcanzan 3 m Una experiencia destinada a monitorear la
sobre ambos lados (interior/exterior de la K1). En migración vertical y horizontal de los artefactos en-
definitiva, la gravedad hizo que la mayor parte de cerrados en el edificio luego de su abandono por los
los derrumbes se cayeran sobre la aukaipata. Inka, fue realizada mediante un corte de 1 m2 en las
La altura de los muros de la fachada y poste- proximidades del vano N de la kallanka. En él fue-
rior sobrepiso original inka es de 1,80 m. Los hastia- ron depositados cincuenta fragmentos de alfarería
les, en cambio, debieron trepar hasta los 3,5 a 4 m. marcadas, en dos niveles previamente preparados y
El nivel de sedimento total: 0,75 m diferenciado en registrados desde el punto datum (veinticuatro frag-
un nivel postdeposicional de 0,45 m; otro de ocupa- mentos en capa “A” a 0,20 m de profundidad y vein-
ción inka de 0,30 m. Como veremos más adelante, tiséis en capa “B” a 0,36 m respectivamente y en un
el piso correspondiente al evento inka fue perturba- piso acondicionado con pendiente 0). Los resulta-
do en el extremo NO de la kallanka por una impor- dos de esta experiencia permitieron una lectura so-
tante ocupación en tiempos hispano-indígenas que bre el proceso de formación del sitio arqueológico.
aumentó la profundidad del sedimento cultural, con El contexto de artefactos y la posición sin
lo cual se repite el fenómeno ya percibido con clari- disturbios estratigráficos indican que el extremo S
dad en la ocupación del ushno (R. Raffino et al.; 1997:
31).
61: Planos, perfiles y perspectivas de la kallanka. Levantamiento del área
de derrumbe previo a la anastilosis.

III - Las excavaciones

Los trabajos de terreno se realizaron durante


cuatro intervenciones en las que fueron practicados
siete cortes que abarcan diferentes locus a intramu-
ros sobre un total de 126,8 m2 de la superficie inte-
rior disponible. Esto significa un examen sobre el
60 % de la superficie total interna disponible. La
técnica utilizada fue por decapaje en niveles artifi-
ciales de 5 cm con registros fotográfico y gráfico en
planta y perfil (Escala 1:20) de cada rasgo/elemen-
to o pequeños grupos de ellos que fueron registra-
dos a partir de un punto datum, erigido en el exterior
de la kallanka, con la utilización alternativa de
teodolito y plancheta. Los sedimentos fueron pro-
cesados por flotación con una máquina especialmen-
te diseñada al efecto (A. Capparelli, 1997 MS; A.
Capparelli y R. Raffino; 1997: 42). Seis fechados
radiocarbónicos realizados en el intervalo impuesto
entre las tres primeras y las restantes misiones ar-
queológicas proporcionaron un importante sustento

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de la kallanka presenta un solo evento cultural una ocupación histórica datada en forma absoluta
inscripto en el Horizonte Inka. No debe sorprender (C14) K1 S3 = 1620 ± 60 a partir de un fémur dere-
en este contexto la existencia de alfarerías del alti- cho de ganado vacuno (Bos taurus) asociado a varios
plano circuntiticaca y potosinas, como el Inka fragmentos de loza blanca hispánica; veintiséis frag-
Pacajes, Chicha y quizás Uruquilla o Colla mentos de una misma pieza de un estilo indígena
Quillaquila, así como pucos del estilo Copiapó N/R, fabricado en tiempos históricos, llamado
producto de la movilidad étnica (mitimaes) impulsa- Caspinchango y un caparazón de quirquincho. Fi-
dos por los Inka. En Oma Porco de Aullagas regis- nalmente comparativamente con el sector S de la
tramos situaciones similares que pueden ser detec- kallanka se comprueba una menor actividad huma-
tadas cuando se realizan muestreos arqueológicos na en este sector.
de este tipo (R. Raffino et al. 1991:107 y 1993: 311).
La excavación permitió registrar un alto ín-
dice de perturbación en el extremo NO del S3 por

IV - La ocupación humana dentro de la kallanka


62: Planos, perfiles y perspectivas de la kallanka. Levantamiento del área
de derrumbe previo a la anastilosis.

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Frente a un panorama que señala la escasa 63: Planos, perfiles y perspectivas de la kallanka. Levantamiento del área
actividad humana en el interior de las kallankas has- de derrumbe previo a la anastilosis.
ta ahora excavadas científicamente, el 60% de la su-
perficie de la K1 de El Shincal ofrece un registro
habitacional pródigo, evidenciado por varios locus
mente makas (aríbalos) y chuas (pucos pato) de los
de actividades domésticas y artesanales en tiempos
estilos Inka Provincial, Belén N/R, Famabalasto N/
inkas. Durante el evento inka estas actividades se
R, Yocavíl Polícromo e incluso algunas pocas de
encuentran reflejadas por la importante cantidad de
Cuzco Polícromo. Se hallaron además escasos frag-
artefactos, recipientes contenedores, adornos y otros
mentos de piezas alóctonas, originarias del altiplano
enseres usados y descartados; algunos completos,
boliviano, como Inka Pacajes, Chicha, Uruquilla o
otros luego de su rotura. Hay varios fogones de co-
Colla Quillaquila que debieron pertenecer a obreros
cina (tullpa), materiales orgánicos vegetales, como
que cumplían funciones como mitmaq. Éstas, al frag-
granos y semillas de maíz, algarrobo y porotos, que
mentarse, quedaron in situ en lo que puede calificar-
pudieron ser producto de tareas relacionadas con la
se como área de descarte primario (M. Schiffer;
elaboración de comidas. Así como maderas usadas
1976). Un puco del grupo Belén, fragmentado y usa-
como combustibles y otros frutos, como el del
do probablemente como recipiente de cocina fue re-
pocoto, que o bien pudieron ser utilizados como ja-
compuesto en su totalidad en S3.
bón en el lavado de telas o pudieron ser malezas
Se advierte asimismo que se practicaron ac-
indicadoras de un cultivo agrícola intensivo (ver ca-
tividades relacionadas con la confección de piezas
pítulo VII). Fueron consumidos diversos animales:
cerámicas. Esto explica la presencia de mica refrac-
camélidos (llamas y alpacas), quirquinchos, peludos,
taria, pigmentos de óxido de hierro (OFe2) y masas
zorro, pichi llorón, cuis, pericotes (rata de campo),
de arcilla compactada en proceso de modelado. Hay
maras (liebre patagónica o también conocida como
también espátulas y puntas de hueso; piezas líticas
conejo de palo), suri (tanto material óseo como hue-
de cuarcita y obsidiana fracturadas en proceso de
vos); se exhumaron además moluscos bivalvos, res-
elaboración y otras terminadas y abandonadas com-
tos de pescado y varios fragmentos indeterminados
pletas.
de aves.
El registro es claro al indicar que los ocu-
En el interior de la K1 se usaron, moviliza-
pantes de la K1 usaron artículos ornamentales, como
ron y rompieron piezas de cerámica fundamental-

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64: a y b. Puco inka exhumado en el interior de la kallanka 1 y artefac- el collar de cuentas de hueso, mullo y placas de eri-
tos inkaicos de brince. zo de mar. Practicaron actividades textiles
(cumbicamayoc) utilizando varios torteros o muyunas de
cerámica y piedra que quedaron abandonados tam-
bién en el interior del edificio.
En definitiva, la K1 no fue un lugar de ocu-
pación ocasional, sino permanente, tampoco fue un
depósito destinado sólo para guardar artefactos, ali-
mentos, materias primas, etc. Esta ocupación hu-
mana fue sostenida y continua, se comprueba por la
ausencia de vacíos en la serie estratigráfica que pue-
dan indicar hiatus o discontinuidades en el factor de
ocupación humana. La mayor parte de estos restos
indican que fueron usados, rotos y descartados en el
interior de la kallanka, conformando un área de des-
carte primario. Otros artefactos y adornos corpora-

64 b

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les abandonados quedaron como trampas, encerra-
dos entre las paredes y los fogones. Este evento es V – La ocupación histórica diaguito-calchaquí
claramente perteneciente al Horizonte Inka, habida
cuenta que ha sido fechado en forma absoluta en
480 +50 AP=1470 d.C. (LP-601: carbón, proceden-
cia K1. C3.U5. 1 sigma: 465-522. 2 sigmas 313-547). Tiempo después, a casi un siglo de fenecida
la presencia inka en El Shincal, la ocupación del
No debe pasar desapercibido que en El
Período Hispano-Indígena sucedió exclusivamente
Shincal se constata además una alta y muy pareja
en el extremo NO de la kallanka 1. Se trata aparen-
frecuencia de la cerámica Inka Provincial en todos
temente de un único evento que no dejó una serie
los sectores (39% de promedio). Una alfarería fabri-
estratigráfica sino simplemente restos de una ocu-
cada regionalmente que copia a la perfección las for-
pación fugaz o circunstancial. Esta nos conduce a
mas y dibujos cuzqueños. Esta presencia cuantitati-
calificarla como una reunión festiva o pachamanca,
va debe interpretarse como una ocupación inka muy donde se consumieron ganados europeos (sendos
sostenida en el establecimiento; inusual en el ejemplares adultos de oveja y vacuno) y se usaron
Kollasuyu, donde puede confirmarse que esta cerá- piezas de loza española Panamá Polícromo, además
mica difícilmente supera el 10% de tiestos recolec- de una vasija del estilo indígena histórico, conocido
tados por muestreos probabilísticos realizados so- como Caspinchango; esta última pieza, al fragmen-
bre una población de veintisiete sitios y una pobla- tarse en forma casual o deliberada, fue descartada
ción de 21.000 fragmentos de alfarería. En el sobre los mismos restos óseos del ganado español
Kollasuyu, solamente cuatro sitios superan este por- ya consumido y ha podido ser recompuesta en gran
centaje, ellos son Oma Porco de Aullagas; Chuquiago, parte. La consumación de ese episodio motivó la
Chagua y Chipihuayco de Talina, alcanzando gua- excavación de un pozo que perforó el piso original
rismos del 18% (R. Raffino et al.; 1993: 206 y 314). inka, repitiendo un suceso ya registrado en el ushno
Durante el evento inka, el mayor índice de de El Shincal.
artefactos descartados asociados a fogones -que ex- El evento histórico está claramente indica-
presan mayor actividad humana-, se produjo en el do por la presencia de alfarería hispano-indígena del
extremo S del edificio. En este sector es donde ade- estilo Caspinchango que posee gran dispersión du-
más se advierte el mayor índice de migración verti- rante el siglo XVI, también por fragmentos españo-
cal y horizontal de los tiestos, seguramente por obra les del estilo Panamá Polícromo y loza europea (D.
del pisoteo. Hay indicios de una distribución selec- Schávelzon; 1996). Dos fechados sobre carbono
tiva de algunas piezas cerámicas en diferentes sec- radioactivo en el esqueleto del vacuno ubican el su-
tores de la kallanka y que parecen indicar una ten- ceso en el 1620 50 d.C. y 1635 40 d.C.
dencia hacia la sectorización del espacio interior. La Esta segunda ocupación histórica, esta vez
presencia casi exclusiva, aunque no numerosa, de en el interior de la kallanka 1, e1 edificio de mayor
tiestos no locales, provenientes del Valle de Yocavíl, calidad arquitectónica de El Shincal -el único que
como Famabalasto y Santa María, se registra en las poseía hornacinas inka-, reitera el visible reflejo de
secciones medias (S5 a S7). En S1 aparece una gran la importancia que estos edificios públicos inkaicos
cantidad de tiestos, pequeños y deteriorados, perte- mantuvieron en la memoria colectiva de los indíge-
necientes por lo menos a dos grandes cántaros de nas diaguito-calchaquíes, aún luego de un siglo de la
estilo Hualfín N/R, probablemente contenedores de caída del Tawantinsuyu. No creemos estar desacerta-
líquidos, quizás agua, quizás chicha. Este estilo, an- dos al afirmar que al igual a lo acontecido en el ushno,
terior en tiempo al Horizonte Inka, el Cacique Chelemín y sus hombres festejaron en la
significativamente desaparece totalmente en el res- kallanka sus victorias parciales frente al dominio
español.
to del edificio.

RODOLFO A. RAFFINO 105

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