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La relevancia actual del pensamiento económico marxista en el sistema de trabajo en

México

Alvarado García Miguel Isaac, Cruz Bocanegra Andre Jared, Gomez Gaona Rodrigo, Mora Moyo
Luis Gerardo, Navarro Pérez Alison Abril, Sánchez Lucas Selena, Trejo Aguilar Lizeth y Vieyra
Garcia Mitzi Guadalupe

Introducción

La teoría marxista, en la economía política, es el eje de una crítica directa al sistema


capitalista, misma que causa revuelo y genera contraposiciones respecto a su vigencia, y es
aquí donde nos preguntamos, a pesar de que su origen fue en el siglo XIX, ¿cómo es que,
después de casi dos siglos, la teoría marxista sigue presente en la actualidad?

A lo largo de la historia económica un sinfín de autores han hablado del proceso de


producción y cómo es que lo entienden, al igual que muchas ideas y teorías económicas,
pero: ¿por qué la teoría marxista sigue causando tanto revuelo y cuál es el motivo de estudio
de su teoría? Como lo mencionó la directora del Instituto de Investigaciones Históricas de la
UNAM (Ibarra, 2019, párr. 1): “El historiador ofrece elementos para comprender el presente
con base en la formulación del conocimiento del pasado”. Es importante comprender la
relevancia del proceso histórico del sistema capitalista que, a lo largo de la historia, ha tomado
fuerza a expensas de la explotación del proletariado.

Con el objetivo de describir algunos de los fenómenos trazados por Marx, que han sido
observados en el sistema de trabajo mexicano de los últimos años, el presente ensayo se
ocupara de abordar la relevancia de esta teoría, que ha sido transportada a la época
contemporánea, y cómo la forma en la que se manifiesta no ha sido afectada a pesar de los
cambios producidos por nuevas tecnologías; así mismo, se mencionan diferentes categorías
marxistas y su desarrollo en la postmodernidad.

Desarrollo

La teoría marxista analiza la existencia del desarrollo desigual y las posiciones que cada uno
de los individuos asume en la producción, pues éstos no participan de manera igualitaria en el
proceso productivo y tampoco en la distribución de riquezas. (Molina, 2018, párr. 1), mientras
los capitalistas incrementan sus ingresos, al vender sus productos, los trabajadores sólo
ganan lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas y así, reproducir su fuerza de trabajo.

El campo laboral mexicano se caracteriza por tener dichas condiciones, las cuales se agravan
aún más en relación a la situación de los trabajadores, ya que el salario mínimo es uno de los
menos remunerados en América Latina (Barcenas, 2014, como se citó en Romero et al, 2014,
párr. 1), lo que mantiene un poder adquisitivo por debajo del mínimo necesario, privando al
trabajador de acceder a cuestiones vitales, como lo es una buena dieta, una vivienda digna,
una buena educación y demás servicios necesarios para llegar a un nivel de vida considerado
decente.

El poder adquisitivo de hace 30 años (1987), cuando eran necesarias 4 horas y 53 minutos
para comprar la canasta básica, sufrió un decremento exponencial, pues en la actualidad es
necesario laborar 24 horas y 31 minutos para adquirir la misma canasta básica (Hernández,
2018, párr. 1 y 2), ésto orilla al trabajador a no poder cubrir sus necesidades en su totalidad y
a no reproducir de la mejor manera su fuerza de trabajo, impactando en su estado emocional,
su estado físico y su calidad de vida en general, pues se genera un ciclo sin fin en el que

1
trabajar más no significa generar más, sin embargo, si el trabajador no labora lo requerido, no
obtendrá lo suficiente y de negarse será obligado a formar parte del ejército de reserva1.

Ésto es claramente visible en México, donde la precariedad de las condiciones laborales va


aumentando día con día, dejando al obrero sin protección social e incrementando los trabajos
con carentes remuneraciones (Oliveira, 2006, párr. 4), bajo un sistema de contratación
llamado outsourcing2 o tercerización del trabajo, que deja caer el peso de su ineficiencia y
poca rentabilidad en los hombros del trabajador, empobreciendo sus derechos laborales y
dejando de lado el reparto de utilidades al firmar un contrato que abusa de sus necesidades
(Barrios, 2016. p.11), pero que acepta por urgencia de dar a su familia lo suficiente.

La subcontratación u outsourcing no es sólo la principal forma de flexibilizar el trabajo, sino


también la principal herramienta de precarización económica, social y política, que ha sido el
centro de la dinámica del llamado capitalismo flexible o acumulación flexible, en tiempos de
supremacía del capital financiero. (Druk, 2016. p. 4).

El aumento de esta forma de contratación en México originó el surgimiento de un debate en el


que las dos posturas sobre el outsourcing son claras, su regulación o su prohibición. Dentro
de este debate ideológico surge la propuesta de la permanencia de la regulación, como ya
está establecida desde 2012 en la Ley Federal del Trabajo, permitiendo la subcontratación
sólo para actividades no esenciales de las empresas.

El outsourcing es aprovechado por las empresas para ignorar diversas obligaciones con los
trabajadores, evitando pagos de seguridad social, impuestos sobre la nómina y declaraciones
fiscales, además de los precarios salarios otorgados por parte de las empresas reclutadoras, a
cambio de largas jornadas laborales, quienes injustamente obtienen las utilidades del
trabajador. Éste hecho ha sustentado una postura prohibicionista.

Aunado a la subcontratación podemos agregar dos formas de analizar la jornada laboral: a


partir de su duración y por la plusvalía que genera, lo que remarca aún más la explotación y
encarecimiento del trabajador. Para ejemplificar la extensión del horario de trabajo como
medio de explotación vemos la nota publicada por Forbes, en la cual el tema principal es la
jornada laboral de los mexicanos. Según los reportes, el horario laboral en México es uno de
los más extensos en el mundo:

“De los empleados que trabajan más de 56 horas a la semana (cifra que rebasa las 8
horas diarias promedio de la jornada laboral estipuladas en la Ley Federal del Trabajo),
el 49% no cuenta con un salario suficiente, el 44% no tiene seguro social y el 53% está
sin un contrato estable.” (Ordaz, 2010, párr. 2).

Ahora, para ejemplificar la plusvalía generada a partir de la explotación de 8 horas extra a la


semana, concluimos que el obrero mexicano con salario mínimo genera el valor de su salario
solamente con 9 minutos de trabajo, dejando las 7 horas y 51 minutos restantes como

1
Neilson (2009, p.15) define el ejército de reserva como: “[..] fuerza de trabajo altamente flexible que
puede ser reincorporada sólo cuando y donde el capital lo necesite”.
2
Barrios (2016, p.11) define al outsourcing como: “servicio temporal y especializado que se presenta en
empresas, a las que por sí mismas no sería rentable, ni productivo, asumir estas actividades”.

2
plusvalía, éste es un ejemplo de la plusvalía absoluta3, que genera el aumento en la tasa de
explotación de los trabajadores. (Miranda, 2012, párr. 1).

En este ámbito, la teoría marxista hace una crítica al actual sistema económico, que posee
características injustas consustanciales, en las cuales, el capitalismo no puede existir sin
ganancias y las ganancias no pueden existir sin la explotación de los trabajadores. Esta teoría
está relacionada directamente con la intensidad del esfuerzo laboral, donde el aumento de
éste, junto al aumento de la jornada laboral, tiende al crecimiento del trabajo total y por lo
tanto, al trabajo excedente.

Una vez que se establecen los límites legales sobre la duración de la jornada de trabajo,
dentro del medio por el cual se busca aumentar la mano de obra, serán los cambios
tecnológicos los que aumenten la productividad y reduzcan el trabajo necesario. Es importante
destacar que dichos cambios tecnológicos continuos son característicos del sistema
capitalista, el cual los considera externos a él, pero constantes y necesarios. (Moseley, 2019,
p.3).

Conclusión

Es por estas razones que el marxismo, como una crítica al capitalismo, es fundamental para
entender el proceso productivo que ha llenado las arcas de los capitalistas con la plusvalía
generada dentro de este mismo proceso; mundialmente, ésto se refleja en la distribución del
ingreso de distintos países.

“Un indicador que demuestra este hecho es, en gran medida, el crecimiento financiero
y económico de la población mundial: por ejemplo, en Rusia, el 1% de las personas
más ricas posee el 56% de su riqueza, en los EE. UU., el 1% de esta población
pertenece al 38% de la riqueza del estado, en Alemania - 32%, en Canadá - 26%, en
Francia - 22%, etcétera”. (Zinchenko, 2015, citado por Khazoeva, 2019, p.3).

Ésto es un ejemplo de la disparidad mundial, que es la razón por la cual estas condiciones de
trabajo siguen existiendo en la época moderna. Estrategias como el outsourcing o el home
office sólo son una herramienta actualizada del capitalista para seguir perpetuando la
explotación en tiempos modernos y mantener el poder adquisitivo del proletariado lo más bajo
posible, a costa de la vida del trabajador, convirtiéndolo en un número más, un elemento
reemplazable del sistema de producción; es por ello que, a pesar de que el análisis marxista
se dio durante el siglo XIX, éste puede dar una crítica inquebrantable a la doctrina capitalista
en la actualidad, sin verse afectada por el tiempo, siendo ésta una razón por la cual el
marxismo puede ser utilizado como herramienta de unificación humana. (Bauman, 1967, p.
401).

3
Según Moreno (Marx, 2009, como se citó en Moreno, 2015, p. 8): “[...] la producción de plusvalor
absoluto consiste simplemente, por un lado, en la prolongación de la jornada laboral más allá de los
límites del tiempo de trabajo necesario para la subsistencia del propio obrero, y por otro, en la
apropiación del plustrabajo por el capital […]”.

3
Referencias

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4
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5
La teoría de la acumulacion capitalista y la pandemia SARS-CoV-2

Alvarado García Miguel Isaac, Cruz Bocanegra Andre Jared, Gomez Gaona Rodrigo, Mora Moyo
Luis Gerardo, Navarro Pérez Alison Abril, Sánchez Lucas Selena, Trejo Aguilar Lizeth y Vieyra
Garcia Mitzi Guadalupe

Introducción

La pandemia ocasionada por COVID-19, virus mortal descubierto en Wuhan, China, ha traído
cambios a la vida de cada uno de los seres humanos del planeta tierra, siendo la clase
trabajadora la más afectada durante este período, debido a que deben exponerse a ser una
víctima más de este virus en un escenario mundial que no luce prometedor, poniendo en
riesgo la vida de cada uno de los integrantes de su familia al no contar con los recursos
necesarios para poder trabajar desde casa y para algunos otros por la naturaleza de su
trabajo. (Husson, 2021, párr. 1).

Podría pensarse que en una pandemia como la que estamos viviendo, la enfermedad no
distingue de clases, pero esto no es verdad, la fuerza de trabajo de las actividades esenciales
radica en su mayoría en los estratos sociales bajos, donde hoy no tienen elección, si quieren
cumplir con sus necesidades deberán ejecutar su rol dentro de este sistema capitalista para
recibir un salario muy acotado que ni siquiera reúne las condiciones esenciales para
garantizar una atención médica óptima, una dieta balanceada, educación de calidad, etcétera.
(Harvey, 2020, párr. 18).

“La crisis sanitaria que actualmente se vive, se ha traducido en un incremento en la


tasa de desempleos por el cierre o situación crítica de pequeñas y medianas
empresas, a consecuencia de las medidas y de las estrategias, que a nivel de los
distintos gobiernos se han impulsado para frenar los contagios”. (Luna, 2020, p. 22).

El presente ensayo se centra en el contexto laboral global, el cual ha sufrido cambios


radicales a partir del año 2020; actividades que podrían pensarse no tan esenciales tomaron
un protagonismo importante, como son las pequeñas y medianas empresas que se dedican a
la distribución de servicios de primera necesidad y las actividades que se desarrollaban en los
grandes centros financieros u oficinas de cualquier tipo, que tuvieron que adaptarse a una
nueva modalidad,el trabajo a distancia ya conocido por la mayoría como home office4.

Desarrollo

La necesidad del capitalista de continuar acumulando capital, ha generado que busque


alternativas ante el escenario que se está viviendo, por lo que el trabajo desde casa le brinda
múltiples beneficios, incluyendo el aumento de productividad al disponer del trabajador al
momento en el que él lo necesite. Sin embargo esto podría suponer una violación a su
derecho a la privacidad, el esparcimiento y la paz del trabajador al terminar su jornada laboral
de ley, generando, en algunos casos, problemas emocionales (tales como el estrés y la
ansiedad) y de salud (relacionados con la mala postura y el tiempo que pasa el trabajador
frente a la computadora).

Rodríguez García, (2020, pp. 94) pronostica que: “[...] a finales de 2020, y en el primer
semestre del 2021, al menos un 80% de las actividades laborales podrán realizarse de

4
(Rodríguez García, 2020, pp. 96). García define al home office como una práctica laboral que cada
vez tiene más penetración en las organizaciones, por los enormes beneficios que aporta tanto a la
organización como a los empleados.

6
manera remota''. Sin embargo, debemos tomar en cuenta que no toda la clase trabajadora
puede realizar su trabajo desde casa, debido a su naturaleza, pero esto no significa que sea
una actividad sin importancia para la sociedad. Al afrontar la realidad, el capitalista se ha
percatado de que la única manera de seguir produciendo ganancias es la apertura de las
llamadas “actividades no esenciales”, ya que cada día sin producción se traduce en pérdidas.
Desgraciadamente, el principal afectado por esta situación es el asalariado, el cual no tiene
elección, el trabajador moderno debe adaptarse a las nuevas condiciones de trabajo, siendo
consciente de que el riesgo de contagiarse y poner en peligro a su familia es inminente.

Debemos ser claros, las reglas del juego no han cambiado: la explotación del trabajador sigue
siendo la misma, el salario que recibe a cambio de sus servicios no ha aumentado,
(considerando el riesgo que ahora implica salir a trabajar), pero hoy el maltrato es más visible
y se ha hecho notar lo protegido que se encuentra el capitalista ante una situación tan
alarmante como la que se está viviendo, ya que si el trabajador no quisiese producir bajo este
escenario y con estas condiciones, al capitalista sólo le bastaría con escoger uno de cientos
de miles que se encuentran en el ejército de reserva5 que harían lo que fuese por conseguir
un lugar dentro de la esfera de producción capitalista, además el trabajador se hará acreedor
de deudas en su necesidad de tener un poco más, lo que produce que en un futuro existan
bancarrotas, ya que la falta de flujo de dinero a través del sistema económico dará como única
opción a los prestamistas perdonar la deuda causando una recesión importante en la
economía. (Galbraith, 2021, párr. 6).

La clase trabajadora le ha exigido al Estado una ayuda para hacerle frente a la crisis, pero los
capitalistas prefieren que se levante el confinamiento, finalmente el estado prometió dar apoyo
a las grandes corporaciones dejando de lado a los trabajadores, el gobierno estadounidense y
los gobiernos europeos prometieron billones de dólares en préstamos y subsidios a las
corporaciones privadas. Esos billones de dólares se encuentran en las clases sociales altas y
ésto aumenta la desigualdad: mientras los productores tendrán préstamos para recuperarse,
los trabajadores pasarán por más dificultades y explotación. (Robinson, 2020, párr. 8).

“La Organización Internacional de Trabajo advirtió que centenares de millones de


personas podrían perder su empleo, en tanto la agencia internacional Oxfam calculó
que hasta 500 millones están en riesgo de caer en la pobreza. Aún más ominoso, el
Programa Mundial de Alimentos advirtió sobre hambruna de proporciones bíblicas,
calculando que hasta 130 millones de personas podrían morir de hambre por el posible
colapso de las cadenas de abastecimiento de alimentos.” (Robinson, 2020, párr. 9).

El impacto económico no sólo ha sido a pequeña escala, este brote pandémico ha tenido
muchas repercusiones a nivel macroeconómico: a inicios del año pasado (2020), uno de los
recursos naturales más preciados a nivel mundial, el petróleo, tuvo una caída histórica en sus
precios, así mismo las importaciones y exportaciones disminuyeron debido a que muchos
países decidieron bloquear sus fronteras y dar un toque de queda; la falta de flujo monetario
generó poco a poco un panorama preocupante para el capitalista, pues estas medidas
frenaron bruscamente la producción y la acumulación de capital que se generó durante tantos
años, afectando a países como China, una de las principales potencias económicas y uno de
los principales proveedores de mano de obra mundial. (Harvey, 2020, párr. 18).

“La pandemia de COVID-19 se ha producido en el contexto de un régimen global de


capital financiero monopolista neoliberal que ha impuesto austeridad mundial, incluida

5
Neilson (2009. p.15) define el ejército de reserva como: “[..] fuerza de trabajo altamente flexible que
puede ser reincorporada sólo cuando y donde el capital lo necesite”

7
la salud pública. La adopción universal de la producción apresurada y la competencia
basada en el tiempo de la regulación de cadenas mundiales de productos básicos ha
dejado a corporaciones e instalaciones como hospitales con pocos inventarios, un
problema agravado por el almacenamiento urgente de algunos bienes por parte de la
población”. (Foster y Swandy, 2020, párr. 16).

La preocupación de los gobiernos alrededor del mundo, por impedir que sus economías
decayeran, forzó poco a poco la desaparición de las pequeñas y medianas empresas, lo que
produjo el nacimiento de monopolios, los cuales borraron del mapa a las grandes
transnacionales, que eran la competencia directa, en áreas vitalmente importantes como el
sector salud y el sector alimenticio. Ésto benefició más al capitalista, el cual ha generado
ganancias conforme al incremento de la histeria; la poca información a la que ha tenido
acceso la clase trabajadora ha creado pánico colectivo y esto a su vez los hizo abastecerse de
manera imprudente, sin percatarse que lo único que lograron fue la sobredemanda de estos
bienes, los cuales aumentaron su precio, además de generar escasez afectando
principalmente al sistema de salud pública y a las personas que realmente lo necesitaban,
generando más riqueza para el monopolista. (Schwab, 2020, párr. 8).

Bajo el capitalismo, las personas están desconectadas de los medios directos de producción y
se ven obligadas a participar en las actividades del mercado para sobrevivir dentro de este
caos, generado por la escasez de medios esenciales para la vida, podemos percatarnos de
los privilegios que posee la llamada clase social alta, la cual no tiene nada de qué
preocuparse ante este infortunio, pues siempre obtiene más que el trabajador asalariado. La
sobredemanda sigue generando ganancias para el capitalista, mientras que, para la mano de
obra, la explotación y el nulo privilegio de quedarse en casa se ha convertido en un círculo
vicioso donde es víctima de sus propias necesidades. (Mair, 2020, párr. 10).

Conclusión

El capitalismo ha sufrido cambios en la forma de reproducir las relaciones sociales a lo largo


de la historia, la clase trabajadora es cada vez más autómata y los cambios que ha sufrido el
mundo capitalista a partir de la pandemia han abierto aún más la brecha de desigualdad que
existe entre el explotador y el explotado, donde los valores materiales dominan a los valores
espirituales e incluso morales, el trabajo se ha convertido en el significado de la existencia de
las personas en una sociedad de formación social donde el consumo es el centro de la
existencia. (Bauman, 2020, pp. 3).

La pandemia ha aumentado las diferencias que existen entre el trabajador y el capitalista. El


confinamiento y la transición a esta nueva normalidad serán muy duros para la mano obrera
que día con día arriesga su integridad para brindarle a su familia una vida “digna”, a pesar de
trabajar jornadas extensas y sólo recibir una miserable remuneración, que apenas alcanza
para cubrir sus necesidades básicas, además de contar con un servicio de salud deplorable
que ha sufrido una saturación sin precedentes desde el inicio de la pandemia, mientras tanto
el capitalista buscará a toda costa seguir acumulando capital, sin importarle el riesgo que ésto
implica para los asalariados, para él sus deseos son la prioridad y pasará por encima de quien
sea con tal de cumplir con su objetivo de seguir generando ganancias, tal como estaba
acostumbrado a hacer antes de la pandemia.

8
Referencias

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