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El sabueso y la oveja

Cuando salió en busca de la oveja, que nunca estuvo perdida, el sabueso se alejó de sí

mismo y acabó extraviado en lugares desconocidos. En un yermo infinito, el sabueso

camina sólo entre las hierbas en busca de su oveja.

Después de escuchar la enseñanza, el sabueso ha aprendido parte de la verdad. Ha

encontrado las huellas. Las huellas de la oveja están agrupadas aquí y allá, bajo los árboles

a la orilla del agua.

El sabueso, tras escuchar el bramido, ve a la oveja de repente y al contemplarla se percibe a

sí mismo. El canto del ruiseñor se estremece en la copa de los árboles…Ya no existe un

lugar donde la oveja pueda esconderse.

Por primera vez el sabueso se topa con la oveja que estaba oculta en el yermo. Pero la oveja

se siente bien allí y el sabueso deberá domarlo para conducirlo al establo. El sabueso, tras

muchos esfuerzos, ha capturado a la oveja. Ni por un momento debe soltar las riendas.

Ningún pensamiento debe enturbiar la mente del sabueso, sin vacilación ha de sostener las

riendas. El sabueso no debe dejar ni por un momento el látigo o las riendas, pues, de otro,

modo la oveja saldría de estampida levantando una nube de polvo.

El combate ha terminado. El sabueso toca la flauta y canta montado sobre la oveja que

camina ya sin riendas. El sabueso conduce a la oveja al establo, lenta y delicadamente.


La dualidad ha desaparecido, el sabueso sólo era el anzuelo para alcanzar el secreto. El

sabueso ha vuelto a casa con la oveja. Ya no hay ninguna oveja. El sabueso se sienta sin

hacer nada.

Los deseos han sido olvidados y el significado de la santidad se ha quedado vacío. Lo

sagrado y lo profano han desaparecido, el camino se termina sin dejar rastro.

Desde el principio era puro. Sentado contempla el cambio de las cosas. Con el regreso al

fondo, al origen, el sabueso lo ha completado todo.

La puerta de la cabaña nadie podría descubrirla, está sepultada al igual que su naturaleza

iluminada. A veces pasea por el mercado o visita las tabernas para hacer que los borrachos

despierten a sí mismos. Entra en el mercado tranquilo y libre… sin tener que humillarse

obrando prodigios, de pronto hace florecer árboles marchitos.

Seudónimo: kimavi

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