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"Los Diez Cuadros del Pastoreo de la Vaca", que demuestran las etapas ascendentes de la

preparación espiritual son, sin duda, otro ejemplo de esa índole, más elaborado y
sistematizado que el recién citado.
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Después que este libro entró en prensa hallé una vieja edición de los cuatros del pastoreo espiritual de la vaca,
que concluyen con un círculo vacío correspondiente al octavo de esta serie. ¿Esta es la obra de Seikyo, como se la
refiere en el Prefacio de Kakuan? Aquí se presenta a la vaca blanqueándose gradualmente con el progreso de la
disciplina.
5 Véase también un Sútra del Anguttara Agama, que lleva el mismo título, que es evidentemente otra traducción del
mismo texto. Compárese asimismo "El Pastor, I", en Los Primero» Cincuenta Discursos de Cotama el Duda (The
First Fifty Discourses of Cotama the Buddha), Tomo II, de Bhikkhu Sílácára (Leipzig, 1913). Esta es una traducción
parcial del Majjhima Nikáya del Tripitaka pali. Los once ítems enumerados en la versión china poco difieren de los
ofrecidos. Esencialmente, por supuesto, en ambos textos son los mismos. Un diccionario budista, llamado
Daizo Hossu se refiere, al respecto, a la gran obra mahayánica de Nágárjuna, el Maháprajñápáramitá-Sútra, pero
hasta ahora no pude identificar el pasaje.

LAS DIEZ ETAPAS DEL PASTOREO -ESPIRITUAL DE LA VACA •

En busca de la vaca. Nunca se perdió, de modo que ¿de qué sirve buscarla? No estamos
en íntimos términos con ella, porque hicimos planes contra nuestra naturaleza más
recóndita. Ella se perdió pues nosotros mismos perdimos nuestro rumbo a través de los
engañosos sentidos. La casa se aleja cada vez más, y nos confunden los atajos y
encrucijadas. El deseo de ganancia y el temor a la pérdida arden como el fuego; las ideas de
correcto y equivocado brotan como una falange.

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¡Sólo en el yermo perdido en la
selva, él busca, busca!
Aguas crecidas, montañas distantes,
sendero sin término...
Exhausto y desesperado, no sabe dónde
ir,
¡Solo en el yermo, perdido en la selva,
él busca, busca!
• Los diez cuadros reproducidos fueron
preparados especialmente para el autor por el
Reverendo Seisetsu Seld, Abad de Tenryuji,
Kyoto, que es uno de los principales monasterios
históricos Zen, del Japón.

II

Tras las huellas de la vaca. Con el auxilio de los Sútras e indagando en las doctrinas llegó a
entender algo; halló las huellas. Ahora sabe que las cosas, por más multitudinarias que sean, son
de una sola sustancia, y que el mundo objetivo es un reflejo del yo. Con todo es incapaz de
distinguir lo que es bueno de lo que no lo es; su mente está todavía confusa respecto de la
verdad y la falsedad. Como aun no traspuso la puerta, se dice que por ahora advirtió los rastros.

Junto al agua, bajo los árboles, están


dispersas las huellas de la vaca perdida:
Los bosques fragantes se tornan
densos. ¿El halló el camino?
Por más lejos, por sobre las colinas y
más allá, que haya vagado la vaca,
La nariz de ésta alcanza a los cielos y
nadie puede ocultarla.

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III

Vaca a la vista. El halla el camino por el sonido; ve dentro del origen de las cosas, y todos sus
sentidos están en orden armonioso. En todas sus actividades eso está manifiestamente presente.
Eso se parece a la sal en el agua y a la cola en el color. (Eso está allí, aunque no se lo distinga
separadamente.) Cuando el ojo es dirigido apropiadamente, descubrirá que no hay otra cosa que
él mismo.

Allá, encaramado en una rama, un


ruiseñor canta alegremente;
El sol es cálido, la suave brisa sopla a
través del verde sauce sobre la orilla;
Allí está la vaca en plenitud, en
ningún lado hay sitio para que se oculte;
¿Qué pintor puede reproducirla, con
la espléndida cabeza decorada con
majestuosos cuernos?

IV

La vaca está a mano. Después de perderse tanto tiempo en el yermo, al fin encontró la vaca y
puso su mano sobre ella. Pero debido a la imponente presión del mundo objetivo se aprecia que
es difícil controlar a la vaca, pues constantemente ansia los dulces pastos. La naturaleza salvaje
es todavía indómita, y rehusa por completo ser atada. Si él desea tenerla completamente sujeta,
debe usar libremente el látigo.

Con la energía de toda su alma, al fin pudo echar mano de


la vaca:
¡Pero cuan salvaje es su voluntad, cuan ingobernable su
poder!
A veces se contonea por la altiplanicie,
cuando he aquí se pierde en un neblinoso e impenetrable
paso de la montaña.

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V

Pastoreo de la vaca. Cuando se desplaza un pensamiento, le sigue otro, y luego otro; así
despierta un tren interminable de pensamientos. A través de la iluminación todo esto se vuelve
verdad; pero la falsedad se afirma cuando prevalece la confusión. Las cosas nos oprimen, no
debido al mundo objetivo sino debido a la mente engañosa del yo. No aflojéis el cabestro;
mantenedlo restringido, y no os consintáis indulgencia.

No permitas separarte del látigo y la


cuerda,
no sea que ella se descarríe por un mundo
mancillado;
si se la cuida apropiadamente, crecerá pura
y dócil,
incluso sin cadena, sin nada que la ate, te
seguirá de buen grado.

VI

Vuelta al hogar a lomo de la vaca. La lucha ya pasó; él ya no se preocupa más de


ganancia ni pérdida. Canturrea una tonada campestre de leñador, entona canciones simples
de niños pueblerinos. Montado sobre el lomo de la vaca, sus ojos no están fijos en cosas
terrenales. Aunque se le llamase, no volvería su cabeza; aunque se lo tentase, no se le
retendría más.

Montando la vaca lentamente dirige sus pasos


hacia el hogar:
envuelto en la niebla vespertina, ¡cuan
armoniosamente se desvanece la flauta a lo
lejos!
¡Entonando una cancioncilla, marcando el
compás, su corazón está lleno de dicha
indescriptible!
¿Es menester decir que él es ahora uno de
aquellos que conocen?

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VII

Olvidada la vaca, el hombre queda sólo. Las cosas son una sola y la vaca es simbólica.
Cuando sabes que lo que necesitas no es señuelo ni red sino conejo o pez, esto se parece al
oro separado de la escoria; se parece a la luna saliendo de entre las nubes. El único rayo de
luz, sereno y penetrante, brilla incluso antes de los tiempos de la creación.

Montado en la vaca él está al fin de regreso en


su hogar,
donde he aquí no hay más vaca, ¡y cuan
serenamente él se sienta totalmente sólo!
Aunque el sol rojo se sostiene en el cielo, él
parece estar todavía silenciosamente dormido;
Bajo un techo de paja yacen ociosamente, junto
a él, su látigo y su soga.

VIII

La vaca y el hombre se pierden de vista. Puesta a un lado toda confusión, sólo prevalece
la serenidad; ni siquiera la idea de santidad tiene vigencia. No se demora donde está el
Buda, y donde el Buda no está, pasa rápidamente de largo. Cuando no existe forma de
dualismo, hasta un ser de mil ojos fracasa en detectar una salida. Santidad ante la que los
pájaros ofrecen flores no es sino farsa.7

Todo está vacío, el látigo, la soga, el


hombre y la vaca;
¿Quién midió jamás la vastedad del
cielo?
Sobre el horno qué arde en llamas, ni
un copo de nieve puede caer:
Cuando obtiene este estado de cosas,
está manifiesto el espíritu del antiguo
maestro.

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7
Resultará interesante advertir qué diría un filósofo místico sobre esto: "El hombre llegará a ser
verdaderamente pobre y tan libre de su criatura como lo fue al nacer. Y por la verdad eterna os digo que
mientras deseéis cumplir coa la voluntad de Dios, y tengáis deseo alguno de eternidad y Dios, no seréis
verdaderamente pobres. Sólo tiene pobreza espiritual verdadera quien nada quiere, quien nada sabe, quien nada
desea." De Eckhart, tal como lo cita Inge en Luz, Vida y Amor (Light, Life and Lave).

IX

Regreso al origen, vuelta a la fuente. Desde el principio mismo, puro e inmaculado, jamás
fue afectado por máculas. Observa con calma el crecimiento y decadencia de las cosas con
forma, mientras que él mismo mora en la inmóvil serenidad de la no-afirmación. Cuando no se
identifica con transformaciones aparentemente mágicas, ¿qué tiene que hacer con las
artificialidades de la auto-disciplina? El agua fluye azul, la montaña se empina verde. Sentado
sólo, él observa las cosas que sufren cambios.

Retornar al Origen, regresar a la


Fuente: ¡este ya es un paso falso!
Mucho mejor es quedarse en
casa, ciego y sordo, al instante y
sin alharaca.
Sentado dentro de la choza no
toma conocimiento de las cosas
externas;
Observad el agua que fluye —
nadie sabe adonde; y aquellas
flores rojas y frescas— ¿para
quién son?

Ingreso a la ciudad con las manos que conceden bien-aventuranza. La puerta de la humilde
morada está cerrada, y los muy sabios no le conocen. No han de lograrse vislumbres de su vida
interior; pues él recome su propio rumbo sin seguir los pasos de los antiguos sabios. Entra al
mercado transportando una calabaza; llega al hogar inclinándose contra un bastón. Se lo
encuentra en compañía de bebedores de vino y matarifes; él y ellos están todos convertidos en
Budas.

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Con el pecho y los pies desnudos, él entra
en el mercado;
¡embadurnado de barro y cenizas, cuan
amplia es su sonrisa!
No es necesario el poder milagroso de los
dioses,
pues basta su contacto y he aquí los árboles
muertos florecen en plenitud.

ÍNDICE
Prefacio
Ensayo I Introducción
Ensayo II
El Zen como interpretación china de !a doctrina de la Iluminación
Ensayo 111
La Iluminación y la Ignorancia
Ensayo IV
Historia del Budismo Zen desdé Bodhidharma hasta Hui-néng (Yeno)
Ensayo V
Sobre el Satori: La revelación de una nueva verdad en el Budismo Zen
Ensayo VI
Métodos prácticos de instrucción Zen
Ensayo VII
La Sala de Meditación y los ideales de la disciplina monástica
Ensayo VIII
Los diez cuadros de pastoreo
Las diez etapas del pastoreo espiritual de la vaca

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