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Función emotiva o expresiva: se centra en el emisor, el cual transmite su estado de

ánimo, sus sentimientos o su opinión sobre el mensaje. Hace uso de la 1ª persona


gramatical, exclamaciones, oraciones desiderativas o dubitativas, interjecciones o
adjetivos valorativos. “¡Me duele la cabeza!”

Función apelativa o conativa: se centra en el receptor, el emisor tiene la intención de


obtener algún tipo de respuesta de él. Hace uso de la 2ª persona gramatical, vocativos y
llamadas de atención y oraciones interrogativas, imperativas… “Ana, no toques es
botón, por favor”.

Función metalingüística: es la función que predomina en los mensajes que hablan del
propio código. Hace uso de la 3ª persona gramatical, la denotación y oraciones
enunciativas. “Los pronombres personales átonos son un ejemplo de restos de la flexión
casual”

Función fática o de contacto: se centra en el canal, el mensaje tiene como finalidad


verificar que la comunicación está llegando correctamente, o simplemente establecer
contacto entre emisor y receptor. Hace uso de interrogaciones retoricas y elementos
vacíos de significado, solo pretenden comprobar que el canal funciona y emplea
repeticiones. “¿Sí? ¿Hola? ¿Se me oye?”

Función poética o estética: su foco es el mensaje en sí. Lo importante no es tanto


aquello que se dice, sino cómo se construye: la forma. Es la función predominante de la
literatura. Hace uso de la rima y elementos connotativos y emplea recursos literarios.
“¿Qué es poesía?, dices mientras clavas/ en mi pupila tu pupila azul. / ¿Qué es poesía?
¿Y tú me lo preguntas? / Poesía… eres tú”.

Función referencial: se centra en el contexto. Es una función inherente a la


comunicación, en la que la importancia está fuera de esta y en la que se representa
objetivamente una realidad. Hace uso de la 3ª persona gramatical o de oraciones
impersonales, tiene un tono enunciativo. “El agua hierve a 100 grados”. “Está
lloviendo”.

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