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Protocolo de lectura: Michel Foucault Máster en Filosofía

Contemporánea
Ana Vargas Ortega

 El nacimiento de la biopolítica
Un estudio del arte de gobernar y la mejor manera de gobernar.
Estudiar a conciencia de sí del gobierno, pero no desde los universales sino desde las
practicas concretas. Es más, Foucault parte de que los universales no existen, de manera
que no es posible una investigación desde el historicismo como método critico sino
partir de “la indecisión de la inexistencia de los universales para preguntar qué historia
puede hacerse”. Esto implica poner en cuestión al estado, reconocido como realidad
especifica y autónoma, en el que el gobernante debe respetar unas leyes superiores a él,
divinas, morales y naturales*. El estado solo existe para sí y en relación consigo, como
la naturaleza o Dios. En la misma línea el mercantilismo es mas allá que una doctrina
económica en tanto que organización que garantiza el enriquecimiento del estado, en
una balanza europea: mercantilismo, por un lado, estado de policía por otro.
En los siglos XVII y XVIII la razón jurídica del Estado comienza a limitarse, pero es
una razón extrínseca a la razón de Estado, como si proviniesen de Dios o se fijaron en el
origen remoto. Ahora bien, no deja de ser una limitación interna que ha de buscarse en
lo que es interior a la práctica gubernamental, la limitación supone un medio para
alcanzar los objetivos pertinentes. Por otro lado, no es una limitación de sujetos sino de
cosas por hacer. Según Foucault, lo que concluye por asentar la autolimitación
gubernamental es la economía política, que se desarrolla dentro de la razón de Estado y
permite su enriquecimiento. Garantiza, asimismo, la continua competencia entre los
Estados. A través del gobierno económico surge el despotismo en tanto que no esta
delimitado por otra cosa que la economía que él mismo ha definido, el derecho pues,
gira entrono a sus beneficios sin necesidad de que sea legítimo. La legitimidad es
sustituida por los términos de éxito/fracaso. La conformidad del gobierno a la
autolimitación es objeto de estudio en Foucault, que denomina como “liberalismo”. Se
cuestiona cómo una serie de prácticas régimen de verdad, a través del dispositivo del
saber-poder marca en lo real lo inexistente, como ocurre con la sexualidad, la locura, la
delincuencia, sometiéndolos en clave de legitimidad a lo verdadero falso. Y bien,
economía y política son inexistentes
*Wendy Brown en Estados amurallados. Soberanía en declive ilustra la relación de lo
político con lo teológico definiendo la débil autonomía de lo político al no poder salirse
de su funcionamiento propio. Brown habla de una sustancia constitutiva del concepto de
soberanía política, que dejó de ser así una ficción operativa o creíble (100). Brown
afirma: “la soberanía imita literalmente no solo el poder de Dios, sino su capacidad de
inducir sobrecogimiento en los súbditos” (89). Si bien, para Brown la religión determina
cualquier tipo de soberanía política, y la ontología del poder soberano (así sea un

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Imperio o un Estado) es de carácter ficticio, cuyo funcionamiento se basa en evitar la
disolución de sus mismos poderes.
 Historia de la sexualidad
Foucault arranca la investigación del poder desde el determinante papel del peligro
biológico que abre puertas a matar legítimamente, poner en orden la vida. El viejo
derecho de hacer morir o dejar vivir se remplaza por el poder hacer vivir o rechazar
hacia la muerte. Es en la vida donde el poder despliega su fuerza, la función ya no es
matar sino invadir la vida. El poder sobre la vida encuentra su origen en el siglo XVII
con la redefinición del cuerpo como máquina, su integración en los sistemas de control
a través de una “anatomopolítica del cuerpo humano”. Este poder es simultaneo al del
siglo XVIII centrado en el cuerpo-especie, es decir en controles reguladores
fundamentados en una biopolítica de la población. Es así como se inicia la era del
biopoder, a través de la administración de los cuerpos y la gestión calculadora de la
vida, utilidad y docilidad. Así, la ideología se vuelve controladora de la vida del cuerpo
social, que irá gestando la gran tecnología de poder del siglo XIX, en el que entra en
juego el dispositivo de la sexualidad.
En efecto, biopoder y capitalismo se alían para la configuración de un aparato de
producción, los cuerpos se controlan en aras de los procesos económicos. Foucault
denomina biopolítica “lo que hace entrar a la vida y sus mecanismos en el dominio de
los cálculos explícitos y convierte al poder-saber en un agente de transformación de la
vida humana”. Atendiendo a la definición de Aristóteles, el hombre es el animal
viviente capaz de una existencia política; ahora el hombre moderno es un animal en
cuya política se pone en entredicho su vida de ser viviente. Otro factor determinante en
el crecimiento del biopoder se encuentra en la esfera jurisdiccional. La ley lleva consigo
la amenaza de muerte para quien la transgrede. La institución judicial se integra
paulatinamente en un conjunto de aparatos reguladores. El derecho ha tomado cierta
digresión al girar entorno al “derecho” a la vida. El sexo, acceso a la vida de un cuerpo
y a la vida de la especie, se vuelve pieza fundamental en el mecanismo de la tecnología
política de la vida. A partir del sexo se desencadenan dos ejes principales, las disciplinas
del cuerpo y la regulación de las poblaciones, de los efectos globales que induce. El
control, entonces, se dispara, la vigilancia, el micropoder sobre el cuerpo, en menor
escala; y a cuerpos sociales o grupos tomados en conjuntos, en mayor escala.

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 El sujeto y el poder
Foucault analiza la historia de la subjetivación de los seres humanos desde la propia
definición de poder y de Estado. De acuerdo con el filósofo, el sujeto se ve supeditado a
unas “practicas divisorias”, se divide o es dividido por otros. Ante la imperante
necesidad conceptual, se requiere de una conciencia histórica de nuestra propia
circunstancia. El poder no es una cuestión teórica sino parte de nuestra experiencia,
pues hemos quedado atrapados en nuestra propia historia. Hay dos ejemplos claros de
esto, las patologías del poder: fascismo y estalinismo; cuyo mecanismo, haciendo un
análisis histórico, viene a ser poco original y radica de una racionalidad política llevada
a su extremo. Si bien, es necesario una nueva economía de las relaciones de poder.
Igualmente, la cuestión de la correlación entre poder y racionalización no ha de ser
tomada desde la propia racionalización, partiendo de la tesis kantiana, sino analizar las
racionalidades concretas en diversos campos como la locura, la enfermedad, la muerte o
la sexualidad.
La propuesta foucaultiana de nuevas relaciones de poder es más bien empírica, más
relacionada con lo actual, donde se acerquen más teoría y práctica. Para ello, analiza las
relaciones de poder a través del antagonismo de estrategias. Es decir, para analizar la
cordura, arroja la mirada a la locura; para la legalidad, estudia la ilegalidad; con el
objetivo de encontrar el nexo común. Asimismo, propone el análisis del poder del
hombre sobre la mujer, de psiquiatra sobre enfermo mental, de medicina sobre
población, de administración sobre las formas de vida. El punto en común de estas
luchas antiautoritarias, es que son transversales al gobierno político económico en
cuestión; su objetivo son los efectos del poder; son luchas inmediatas, es decir, van
detrás del enemigo inmediato en comparación con la teoría de fondo de una revolución,
son luchas anarquistas. En una segunda línea, hay otros rasgos en común más
específicos, que son el cuestionamiento del estatus del individuo, lo fuerza a volver
sobre sí mismo, en oposición al “gobierno de la individualización”; también es un
común la lucha contra los privilegios del saber, oposición hacia la información
privatizada, el régimen del saber. En ultimo lugar, estas luchas giran en torno a la
autorreflexión lejos de la determinación de los dispositivos de poder. Verdaderamente,
no hacen por atacar una institución concreta sino una técnica o forma de poder aplicada
a la inmediata vida cotidiana. Foucault hace un juego semántico con la palabra sujeto en
tanto que sujeción a un control y sujeción a la propia identidad o autoconocimiento;
ambas subyugan y sujetan.
Foucault denomina tres tipos de luchas: una contra las formas de dominación étnica,
social y religiosa, otra contra las formas de exploración que divide al sujeto de lo que
produce y otra que liga al individuo a sí mismo. Mientras que la primera es propia de la
época feudal, la segunda del siglo decimonónico, la luca contra sumisión de la
subjetividad, dominan el presente, entremezclándose con las otras. Aunque no es la
primera vez que se dan este tipo último de luchas, ya en los s. XV y XVI en la Reforma
que apostaba por la vida espiritual, poniendo en tela de juicio la experiencia occidental

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de la subjetividad y el poder moral y religioso que definió la subjetividad en la Edad
Media. Si hoy en día prevalece esta lucha, es porque se ha ido engendrando una nueva
forma de poder desde el siglo XVI, denominada Estado, como una estructura cuyo fin es
el beneficio propio, ignorando el verdadero bienestar de los ciudadanos. Especialmente
los estados modernos han sabido integrar el poder de las instituciones cristianas*, es una
nueva forma de poder pastoral, entendiendo el Cristianismo como la única religión que
se organiza a sí misma como iglesia. Según Foucault, el Cristianismo se instituye como
una salvación orientada, está ligada a la producción de la verdad, la verdad del
individuo mismo.
El Estado es un nuevo poder pastoral que ya no trata de conducir a los individuos a la
salvación, sino de asegurársela en la vida, reformulando la salvación en bienestar,
protección, véase el nuevo papel sacralizado de la medicina. Tanto nuevas instituciones
más allá de las religiosas, como antiguas, como la familia, se integran en la nueva forma
de poder pastoral; una serie de poderes se aúnan para desarrollar una “táctica”
individualizadora. Ya en su momento, Kant se preguntó qué somos en un momento
concreto de la historia.
Partiendo de la premisa de que el poder, Foucault analiza su naturaliza y alega que,
como tal, es inexistente, el poder existe en el momento en el que se pone en acción
integrándose en unas estructuras permanentes. Las relaciones de poder se gestan por
consentimiento previo, pero no por manifestación de un consenso. Se cuestiona así, si la
naturaleza del poder es la violencia, ejercida sobre un “otro”. Ahora bien, el ejercicio de
poder no es violencia sino una serie de acciones que inducen la acción, “un conjunto de
acciones sobre otras acciones”. Asimismo, Foucault habla del gobierno en términos de
conducta, que controla en los individuos, a la hora de ejercer el poder, la libertad
desaparece. Por tanto, hay una continua oposición entre la resistencia a no perder la
libertad y el ejercicio del poder. Para el análisis de las relaciones de poder, Foucault
menciona el sistema de diferenciaciones, los tipos de objetivos perseguidos, los medios
por los cuales crean relaciones de poder, las formas de institucionalización y los grados
de racionalización. En la actualidad, el Estado no es el que posee totalmente el poder,
pero todas las demás formas de poder han de referirse a este. Toda dominación es. En
efecto, una estructura general de poder, a la vez que una situación estratégica aceptada o
consolidada por medio de la confrontación. En ese entrecruzamiento de relaciones de
poder con relaciones de estrategias y el resultado de su interacción, es donde se produce
la dominación de un grupo.

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