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Ignacio Martín-Baró

El liderazgo de Monseñor Romero


(Un análisis psico-sociaI)

"Estoy por todo aquello que


pueda servir al pueblo. "
Mons. Romero

RESUMEN

El extraordinario liderazgo de Monseflor Romero como Ar¡;obis-


po de San Salvador no se explica adecuadamente ni por su personali-
dad ni por su evolución anterior como sacerdote o como obispo. sino
sólo cuando se examina su quehacer frente a los acontecimientos y exi-
gencias de la situación histórica en que le tocó vivir. Ellidera¡;go de
Monseflor tuvo tres rasgos característicos: 1) frente a la carencia de
vo¡; del pueblo salvadoreflo. Monseflor se convirtió en profeta de los
humildes; 2) frente a la desunión impuesta al pueblo desde el poder.
Monseflor sirvió como aglutinador social. tanto a nivel cristiano como
a nivel político; 3) frente a la tradicional opresión del pueblo. Monse-
flor se convirtió en un símbolo revolucionario, desmantelando la
ideología dominante y propiciando con su ejemplo y su palabra los
cambios sociales radicales. El asesinato y entierro de Monseflor sella-
ron su liderazgo. cuyo estímulo sigue animando la lucha del pueblo
salvadoreflo por la libertad y la justicia.

U n ano despues del asesinato de


Monsei\or Romero, un ignominioso
silcncio oficial se ha corrido en El Salvador sobre
su vida, su persona y su acción. El silencio resul-
puede caracterizar como uno de los salvadorenos
más importanles en toda la hisloria del pais.
Desde un punto de viSla psicosocial, una de
las razones por las que Monsenor Romero nunca
la lanto más significativo cuanto que se da tam- morirá en el alma del pueblo salvadoreno es por-
bién entre la misma jerarquía eclesiástica. Asi el que su liderazgo tocó los resortes últimos de su
cco de su voz profética sigue resonando en los co- realidad histórica. Monsenor Romero ayudó a su
razones de las comunidades cristianas, animando pueblo a tomar conciencia de si mismo, concien-
~us luchas, orientando sus opciones. mientras las cia de su dignidad humana, y así lo llamó a emer-
Instancias en el poder parecen esforzarse por se- ger como pueblo a la historia contemporánea.
pultar para siempre a quien, sin lugar a dudas, se Sería simplemente erróneo atribuir a Monsenor

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Romero la responsabilidad por las luchas que a otra situación y aquellos comportamientos ne-
hoy libra el pueblo salvadore~o, cualquiera sea el cesarios para dirigir y orientar a un grupo en
juicio que esas luchas merezcan. Pero seria no unas circunstancias pueden ser incluso contra-
menos erróneo ignorar que su ejemplo y su pa- producentes en otras circunstancias distintas. Es
labra siguen vivas en el espiritu de muchos de clásico el planteamiento de Weber (1925) quien
aquellos que con más generosidad hoy buscan un se~ala el papel clave que puede desempe~ar el
nuevo horizonte para El Salvador. En este senti- Iider carismático en un proceso de cambio social,
do, sobre el fondo del silencio oficial, resalta hoy pero también indica que el afianzamiento del
más que nunca la fuerza de Monse~or Romero nuevo orden social requiere la institucionaliza-
que sigue orientando y dirigiendo a su pueblo ha- ción del carisma y, por consiguente, un tipo de
cia esa sociedad nueva que cristianamente se lla- autoridad y liderazgo diferentes. Frente a la irra-
ma el Reino de Dios. cionalidad o irregularidad del comportamiento
carismático, generador de nuevas obligaciones,
lo El liderazgo. la racionalidad o regularidad del comportamien-
to institucional exige el cumplimiento de las
Entre las leyendas y mitos más caracteris- obligaciones establecidas y sanciona su observan-
ticos de cualquier pais están los mitos sobre los cia.
grandes héroes y lideres nacionales. La versión Lamentablemente, no pocos estudios cienti-
popular, frecuentemente consagrada a diversos ficos sobre el liderazgo han incurrido en otra for-
niveles más o menos institucionales, atribuye a la ma de visión mitificante, quizá incluso más enga-
personalidad del héroe la realización de alguna ~osa que la visión popular del Iider ya que viene
gran haza~a o logro social. Son las caracteris- avalada por los cánones de la ciencia. Consiste
ticas propias del hombre, sus rasgos personales, esta mitificación en la sutil deshistorización de
los que, según la versión popular,explican los su- los procesos sociales de los que el liderazgo es
cesos históricos más relevantes. En términos más parte. El esfuerzo por aplicar una metodologia
actuales de psicologia social, las personas tienden rigurorosa de acuerdo con los cánones más
a atribuir la causa de las grandes haza~asa los estrictos del empiricismo cientifico llevó a los in-
factores de la personalidad (ver Jones y Davis, vestigadores a centrarse en aquellos fenómenos
1965). Asi se ha llegado a la configuración mag- que pudieran ser no sólo adecuadamente obser-
nificada de los rasgos que deben adornar a un vados, sino suficientemente controlados. De ahi
Iider a partir de los rasgos mitificados atribuidos que la fuente principal de datos acerca del lide-
a determinadas figuras históricas. razgo hayan sido pequeilos grupos experimenta-
En buena medida esta visión mitificada del les, las más de las veces situados en laboratorios
llder pasó a formar parte del acerbo de conoci- frente a tareas intranscendentes cuando no ri-
mientos psicosociales sin mayor elaboración o dículas. Por supuesto, estas son situaciones rea-
análisis critico. De hecho, aún se pueden en- les, pero configuradas al margen de las fuerzas
contrar bastantes ingredientes de la visión mitifi- conflictivas que se plasman en la historia de las
cada del liderazgo en obras de supuesta divulga- sociedades o, en el mejor de los casos, configura-
ción psicológica que prometen el éxito en la ge- das de acuerdo a los parámetros no explicitados
rencia o en las "relaciones públicas" mediante del grupo social en el poder. Posiblemente el me- I

recetas al alcance de todos. Sin embargo, esta vi- jor ejemplo de este último caso lo constituyan los
sión fue fuertemente criticada tan pronto como <;studios clásicos de Lewin, Lippit y White (ver
se le sometió a un serio examen, teórico y empí- White y Lippit, 1971) sobre tres formas de lide-
rico. Como se~alan Cartwright y Zander (1971, razgo, en que de antemano podian predecirse los
pág. 334), "no ha resultado satisfactorio conce- resultados que se habrlan de obtener en apoyo a
bir a los lideres como gente que posee ciertos ras- un estilo "democrático" de liderazgo.
gos distintivos" A pesar de su distorsión mitificadora, tanto
El estudio científico del liderazgo se ha enca- la visión popular sobre el liderazgo como la vi-
minado cada vez más clara y conscientemente ha- sión experimentalista contienen una intuición se·
cia un enfoque relativo o situacional, según el guramente válida: las personas pueden jugar un
cual las caracteristicas y funciones dellider están papel clave en la materialización de los movi·
en relación con cada situación concreta. El carác- mientas sociales, en la dirección de un proceso
ter de un Iider puede diferir abismalmente de una histórico, en la resolución de un conflicto social.

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El éxito o fracaso de un movimiento, su defini- implica un cierto grado de libertad o posibilidad
ción y orientación concreta en un sentido u otro, de opción por parte de los seguidores. "Por el
puede depender en no pequeila medida de la fun- contrario, el poder desnudo no admite competen-
ción de liderazgo, sea esta función desarrollada cia ni conflicto -no hay compromiso" (Bums,
por un individuo o sea desarrollada por un pe- 1978, pág. 18).
queilo grupo (como acertadamente intuyó Le- Bums distingue dos tipos de liderazgo: el de
nin). En este sentido, el liderazgo constituye un intercambio y el transformador. En el liderazgo
factor clave para comprender los procesos de de intercambio, ellider simplemente ofrece a sus
cambio social, cualquiera sea su naturaleza espe- seguidores algo a cambio de algo: empleos a
cifica y cualesquiera sean las dimensiones de los cambio de votos, privilegios a cambio de apoyo
grupos involucrados. público, unos servicios a cambio de otros. En el
Recientemente, Bums (1978) ha propuesto liderazgo transformador, ellider reconoce las ne-
una teoria sobre el liderazgo en la que toma en cesidades o demandas de sus seguidores a las que
cuenta diversos aportes cientificos y cuyo objeti- trata de satisfacer, pero trata sobre todo de llevar
vo fundamental es dar cuenta del liderazgo po- a sus seguidores a un nivel superior de necesida-
lítico. Lo interesante de esta teoria es que Bums des y, por consiguiente, de comprometerles en un
trata de validarla examinando una serie de figu- proceso de cambio.
ras históricas (Wilson, Stalin, Hitler, Gandhi, A pesar de que Bums insiste en que el lide-
Kennedy, etc.), sobre las que existe una abun- razgo resulta de la interacción de una serie
dante documentación y consenso respecto a su li- compleja de procesos, pone un énfasis especial
derazgo. en los factores psicosociales, sobre todo en la me-
Según Bums, el liderazgo lo constituyen una dida en que ellider actúa en una red de motivos y
serie de relaciones de poder por las que una de- valores. De ahi la importancia que Bums conce-
terminada persona (el líder), con ciertos motivos de al liderazgo moral, que supone el compromiso
e intenciones y en conflicto o competencia con reciproco de lideres y seguidores en el proceso de
otras personas, moviliza determinados recursos a cambio a la búsqueda de una más adecuada satis-
fin de activar o satisfacer los motivos de otras facción de las necesidades y valores de los se-
personas o grupos (sus seguidores). Dos son los guidores.
elementos esenciales de esta concepción: el consi- El modelo de Burns sobre el liderazgo nos
derar que el liderazgo es una forma de poder y el puede servir como un marco de referencia para
indicar que se produce en un contexto conflicti- examinar el liderazgo que Monseilor Romero
vo. ejerció en El Salvador durante los tres años de su
En primer lugar, el liderazgo es una forma arzobispado. Es imposible entender a Monseñor
especial de poder y, como tal, un tipo de relación Romero fuera del contexto conflictivo que se vi-
entre personas. De acuerdo con Bums (1978, ve en El Salvador a finales de la década de los se-
pág. 12), todo poder se caracteriza por dos ele- tenta. El liderazgo de Mons. Romero no fue algo
mentos esenciales: los motivos y los recursos. que él buscara o pretendiera, al menos en un pri-
Ambos elementos se encuentran relacionados, y mer momento, sino que surgió como respuesta a
ambos son indispensables. El liderazgo pone en la peculiar naturaleza y situación del pueblo sal-
relación los motivos particulares dellider con los vadoreño. Un pueblo profundamente cristiano,
motivos de sus seguidores y esta relación movili- aplastado por siglos de explotación deshumani-
za determinados recursos. Por ello, el concepto zante, desgarrado por años de represión san·
de poder presupone una intención y objetivo, es grienta, pero pujando con un increíble ,"igllr I'\'r
decir, la producción de determinado efecto (el emerger a la historia y tomar en sus propia..; :'U
efecto pretendido), precisamente para lo cual es nos las riendas de su destino. Sólo frente" <.1<
necesaria la posesión de determinados recursos pueblo salvadoreño, oprimido y luchador. ,·ris·
(materiales o no). tiano y revolucionario, puede entenderse el lide-
En segundo lugar, el liderazgo brota en un razgo de Monseñor Romero. Ni los rasgos de su
Contexto conflictivo, en el que la persona apela a personalidad ni aún menos la naturaleza de su
sUs seguidores en competencia con otras perso- cargo eclesiástico permiten comprender el papel
nas, cada una de ellas como concreción de deter- histórico desempeñado por Monseñor Romero
minados grupos o intereses sociales, más o me- en los tres últimos años de su vida; sólo la rela-
nos contrapuestos. En este sentido, el liderazgo ción dialéctica entre la vivencia personal de su

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cargo y las circunstancias del pueblo salvadoreilo tema, él solía decir con sencillez que había surgi·
pueden explicar adecuadamente el poder real de do de una clase social humilde y que siempre
orientación y dirección que Monseilor ejerció había intentado mantener contacto con los secto-
sobre ese pueblo. res pobres del pueblo salvadoreilo. Sin embargo,
no eran ni sus origenes ni sus contactos populares '
lo que caracterizaba la figura pública de Monse-
2. De Monseñor Romero a Monseñor. ilor Romero antes de ser elegido Arzobispo. Por
el contrario, era bien conocido por sus posturas
Oscar Amulfo Romero nació el15 de agosto doctrinalmente conservadoras, por sus contactos
de 1917 en Ciudad Barrios, un pequeilo poblado con la oligarquía salvadoreila y hasta por su
al noreste de El Salvador. De cuerpo menudo, identificación con el Opus Dei, un movimiento
piel morena, y una personalidad tímida y recata- eclesiástico tradicionalista y políticamente ultra-
da, Oscar fue educado según las normas tradi- conservador. Más aún, como obispo, Monseilor
cionales de formación para el sacerdocio. Filosó- Romero se habia visto enfrentado con los movi-
ficamente no recibió más doctrina que la escolás- mientos de avanzada eclesial, tanto religiosos co-
tica y su teología, que estudió en la misma Roma, mo laicos.
giraría alrededor del eje dogmático de los Conci- Resulta dificil definir con precisión la perso-
lios de Trento y Vatícano 1. Incluso en su último nalídad de Monseilor Romero, sobre todo si se
período, la visión teológica de Monseilor Rome- t~enen en cuenta su proceso de conversión cris-
ro ofrecería una curiosa amalgama de elementos tiana y la transfonoación que experimentaba co-
dogmáticos tradicionales e interpretaciones bro- mo figura pública, especialmente cada vez que
tadas de una experiencia eclesial latinoamerica- subía a su "cátedra" de la catedral capitalina.
na, totalmente nueva. Sin embargo, ciertos rasgos aparecen como cons-
Tanto en su primer apostolado sacerdotal en tantes a lo largo de toda su existencia. Podemos
San Miguel, como desde su consagración episco~ sintetizar estos rasgos en cuatro apartados: su
pal en 1970, en su cargo de obispo auxiliar en San constitución psicosomática, su funcionamiento
Salvador, primero, y de obispo titular en San- intelectual, su vida emocional y sus esquemas de
tíago de María, después, nada o casi nada per- acción interpersonal.
mitía predecir la labor del que luego sería Arzo- Psicosomáticamente, es bien sabido que
bíspo de San Salvador. Cuando se le sacaba este Monseilor Romero poseía una débil salud y que

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en alguna ocasión recibió ayuda picológica. hasta antes de su arzobispado, pero, sobre todo,
Ya de Arzobispo la oligarquia intento hacer- los ataques y desmanes continuos contra los po-
le públicamente como un desequilibrado mental, bres y humildes del pueblo salvadoreño. Todo
aludiendo de una manera insidiosa a sus consul- ello le producia un verdadero sufrimiento que él
tas en este área. Ciertamente, Monseñor había trataba de asimilar en largas horas de silenciosa
sufrido algunas crisis nerviosas y períodos de oración y que se convertía en fustigante cólera a
gran agotamiento psicosomático. Por ello resul- la hora de la denuncia pública. Muy posiblemen-
tó tanto más notable la inquebrantable salud te esta capacidad de empatizar permitíó a Monse-
de que gozó durante los tres años de su arzo- ñor Romero mantener esa última apertura hacia
bispado Y el sano equilibrio con que sobrelle- las personas, que alimentaba lo que algunos han
vó los ataques y presiones a que se le sometió llamado su frescura ética", es decir, esa capaci-
U

durante ese periodo. Si sus enemigos acudie- dad profunda de captar lo que de bueno hubiera
ron a trastornos de tiempos pasados fue preci- en los acontecimientos más diversos y abrirse a
samente porque nada encontraban en su periodo ellos por encima de prejuicios e intereses.
como arzobíspo que les diera base para sus acu- En el circulo restringido de la amistad,
saciones. Monseñor Romero se sentia libre para expresar
Monsellor Romero nunca fue un hombre con sencillez sus sentimientos, dando y recibien-
que se sintíera totalmente seguro de su capacidad do afectos. Sin embargo, Monseñor era más bien
intelectual. Más bien, trataba de buscar apoyos un hombre tímido para las relaciones interperso-
que le permitieran mantener una postura firme. nales, y parecía mostrar una cierta cohibición en
En sus primeros años, este apoyo lo logró afe- el trato. A lo largo de su vida trató de superar es-
rrándose a la doctrina más tradicional y a las te grado de timidez apegándose a ciertos esque-
declaraciones de la jerarquía eclesiástica. De mas de comportamiento propios de su condición
hecho, para Monseñor Romero siempre constitu- clerical, en los cuales encontraba apoyo para re-
yó una verdadera necesidad intelectual el poder lacionarse a todos los niveles. Ahora bien, estas
contar con el respaldo de citas o declaraciones nonnas de comportamiento externo nunca llega-
que llevaran el sello de la autoridad constituida. ron a extremos de rigidez formal: Monseñor Ro-
Sin embargo, en sus años de arzobispado tam- mero fue siempre un hombre de fonnas sencillas
bién buscó la luz entre técnicos y especialistas de y,para una mirada superficial, incluso de formas
cada á.rea y, sobre todo, entre quienes sentía que simples. Estas formas aumentaban la impresión
transmitian con sinceridad la voz y el sentir del de vulnerabilidad que ofrecia y que hacia que
pueblo. En todo este proceder, Monseñor mostró cualquier persona se sintiera como "autorizada"
una necesidad perentoria de la verdad, un autén- para dirigirse a él sin mayores protocolos.
tico anhelo por descubrir lo que fuera la reali- En resumen, un breve análisis sobre los ras-
dad, sin adornos ni tapujos. No es que Monseñor gos de la personalidad de Monseñor Romero nos
Romero fuera intelectualmente manipulable, co- manifiesta un hombre sencillo, inteligente aun-
mo tanto le acusaron sus enemigos; es que busca- que no brillante, relativamente timido para el
ba infatigablemente la verdad, sin dejarse guiar trato interpersonal, afable y cariñoso en circulos
por intereses creados ni fiarse de sus propias ca· restringidos, no muy seguro, pero abierto ante
pacidades. De ahí que, poco antes de su muerte, las demandas de la realidad, sobre todo respecto
pudiera proclamar públicamente que nadie podia a su propia función sacerdotal. Estos rasgos de
acusarle de haber dicho una sola mentira a lo lar- ninguna manera corresponden a la descripción
go de su misión; y de hecho, nadie pudo desmen- más o menos implicita que de los grandes lideres
tirle. se suele hacer y, sin duda ninguna, es una imagen
Afectivamente, Monseñor Romero era un difícil de compaginar con la imagen que se forma
hombre con una gran capacidad para empatíz~r quien, sin haberlo conocido personalmente, su-
con los sentímientos ajenos. Gozaba tanto con la piera de su acción y predicación en los tres años
conversación chispeante como con el juego de los de su arzobispado.
nlllos, y no era extraño verle en confianza ha- Es difícil entender el significado de la elec-
ciendo observaciones socarronas. Por otro lado, ción de Monseñor Romero como Arzobispo de
sufría en carne propia las debilidades de su pro- San Salvador si no se aprecia, así sea somera-
PI? clero, las incomprensiones y bajezas de la mente, el grave enfrentamiento existente en ese
ohgarquia, de cuya amistad habia creido gozar momento entre la Iglesia arquidiocesana, por un

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lado, y el gobierno salvadoreflo y la oligarqula, particulares de unos pocos, así sea al abrigo de la
por otro. El conflicto tenía sus orígenes en el pro- ley civil. La fe cristiana deja de ser un asunto de
ceso de transfonnación de la Iglesía católica de- sacristía para convertirse en un asunto vital, con
sencadenado por el Concílio Vaticano II y con- implicaciones en todos los órdenes de la existen-
cretizado para América Latina por la reunión del cia.
episcopado latinoamericano tenida en 1968, en la El conflicto empieza a adquirir virulencia en
ciudad de Medellín, Colombia. Esta transforma- el gobierno del entonces Coronel Molina. Por
ción puede sintetizarse en dos frases que seflalan primera vez en la reciente hístoria de El Salva-
un cambio de orientación y un cambio de ubica- dor, la Iglesia pasa de ser un pilar del sistema a
ción: el Vaticano II manífiesta que la Iglesia no convertirse en un molesto opositor institucional
es una institución para su propio servicio, sino y, finalmente. en un abierto enemigo al que se
para el servicio del "mundo"; Medellín concreta acosa y persigue. La persecución contra la Iglesia
que este servicio ha de realizarse desde los pobres empieza a tomar cuerpo, primero en ataques
o en solidaridad con ellos (los pobres reales so- ideológicos a través de los medios de comunica-
ciológicamente), por quienes la Iglesia ha de op- ción, luego en abiertas campaflas de difamaciÓn,
tar en preferencia. y finalmente con la aplicación de la violencia
El esfuerzo sincero propiciado por el prede- física: el amedrentamiento, la expulsión, la tor-
cesor de Monseflor Romero, Monseflor Chávez y tura, el asesinato. Comunidades e instítucione!
González, para poner en práctica estas líneas di- vinculadas con la Iglesia comienzan a sentír el pe-
rectrices en la Arquidiócesis de San Salvador, so de la agresión oligárquica a través del apri-
produce un efecto social auténticamente subver- sionamiento y maltrato a personas, las calumnias
sivo. La religión y la religiosídad promovida de- en los medios de comunicación, o sencillamente
jan de servir de sustento al sistema socíal estable- los atentados dinamiteros contra las instala-
cido, que aparece en su pecaminosa naturaleza ciones físicas. El mismo Monseflor Chávez no es-
opresiva respecto al pobre. Al tomar partido por capa al conflicto, y es acusado de permitir y aun
el oprimido, el clero empieza a desenmascarar to- promover las "prédicas comunistas" y de esti-
do el aparato ideológico que se ha servido de la mular la violencia de las organizaciones campesi-
religión para justificar situaciones vergonzantes nas.
de explotación humana. Esto lleva a un creciente Más allá de casos particulares o individua-
conflicto que enfrenta a la oligarquia y sus servi- les, el enfrentamiento entre el sistema opresor
dores <el Estado y todo su aparato instítucional) y la comunidad cristiana, entre la oligarquía y
con el pueblo y la comunidad cristiana. el pueblo salvadoreflo, entre el gobierno y las
A medida que avanza la década de los seten- emergentes organizaciones populares, muestra la
ta, el connicto entre Iglesia católica y el orden so- incompatibílidad de la organización social impe-
cial se va agravando. Cuanto más se extiende la rante en El Salvador con las exigencias últimas de
aplicación práctica de las nuevas orientaciones la fe cristiana. De ahí que la Iglesia católica viva
eclesiales, más clara aparece la incompatibilidad una perenne contradicción entre la fe que pro-
entre la fe cristiana y el mantenimiento del siste- mueve, que lleva a los creyentes a combatir con-
ma social opresívo imperante en El Salvador. El tra toda injusticia e idolatría, y los intereses de la
que el servicio de la Iglesia deba ser al mundo y institución eclesiástica que lleva a sus dígnatarios
no así misma, representa la superación de la y representantes ofíciales.a buscar componendas
dualidad tradicional entre el ámbito de lo secular cpn los poderes establecidos. Esta contradicción
y el ámbito de lo religioso. Como lo expresa la se hizo más patente que nunca tan pronto empe-
llamada teologia de la liberación, la historia de zó la persecución en El Salvador; mientras las co-
salvación cristiana pasa por la salvación de la munidades cristianas de b"ase se sentían más y
única historia que viven los seres humanos. Por más obligadas por su fe a denunciar y combatir
ello, todo fenómeno histórico, político, social, la opresión y la represión, las autoridades relí·
adquiere significación a la luz de la fe. No existe. giosas tendían a calmar los ánimos y a restablecer;
por tanto, un ámbito secular que escape a los la "annonla" con el poder político y económico.
ojos de la crítica cristiana. En nombre de Dios, la Se entiende así la importancia y signifícación que
19lesía denuncia la idolatría de las estructuras so- adquirió en este contexto la designación de un
ciales salvadoreflas, que subordinan los derechos nuevo arzobispo para San Salvador, cabeza in·
fundamentales de la población a los intereses discutible de la iglesia salvadorefla.

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El candidato obvio y normalmente automá- Romero se pone incondicionalmente a las 6rde-
tico era el entonces obispo auxiliar de San Salva- nes de todos los sacerdotes e indica su disposi-
dor, Mons. Arturo Rivera y Damas, quien desde ci6n de estar abierto al diálogo con ellos siempre
1960 habia trabajado junto a Mons. Chávez y yen todo momento. Aunque la carta fue recibida
conocía perfectamente la situaci6n, problemas y con cierto escepticismo, era un buen signo for-
objetivos de la arquidiócesis. Sin embargo, mal. De alguna manera ese signo empezo a reci-
Mons. Rivera, intelectual y recatado en todas sus bir espíritu al día siguiente, cuando Mons. Ro-
actuaciones, era considerado como un partidario mero decidió tener el acto de instalaci6n con una
de la línea demócrata cristiana, ubicada en aquel ceremonia sencilla y sin representantes del poder
entonces en la oposici6n política, y calíficada por civil.
la olígarquia más vociferante como "criptoco- Unos días despu~s, el 28 de febrero, (as fuer-
munismo". Descartados sin ninguna vacilaci6n zas del orden públíco penetran violentamente en
otros posibles candidatos a obispos, tanto por ra- una plaza de San Salvador, donde partidarios de
zones psicol6gicas como por razones pastorales, la oposici6n política estaban pacificamente
no quedaba otra alternativa que la de Mons. Ro- reunidos, en protesta continua por el reciente
mero, obispo entonces de Santiago de Maria. fraude electoral. La matanza realizada en ese
Mons. Romero, que tambi~n habia sido con an- momento y a lo largo de todo el día por las fuer-
terioridad obispo auxiliar de San Salvador, era el zas militares fue de grandes dimensiones. Cálcu-
candidato "natural" del poder establecido, tanto los conservadores elevan la cifra de muertos al
de la oligarquia como del gobierno del Coronel medio centenar. En cualquier caso, era una mues-
Malina. tra evidente de la decisi6n del poder establecido
Mientras desde las esferas del poder se pre- de no aceptar ningún tipo de protesta o movi-
sionaba al Nuncio papal y a Roma para que miento popular. Pero constitula tambi~n un
nombraran a Mons. Romero, la casi totalidad hecho ante el que la Iglesia tenía que adoptar una
del e1ero arquidiocesano se pronunciaba abierta- postura, ya que resultaba imposible ignorarlo.
mente por Mons. Rivera. Había una patente Así, el 5 de marzo la conferencia episcopal de El
oposici6n a la candidatura de Mons. Romero, Salvador emiti6 un pronunciamiento en el que
quien se había mostrado hostil a los movimientos los obispos salvadorellos denunciaban los recien-
generados con el Vaticano II y Medellín. Asi, tes hechos de violencia pero, sobre todo, denun-
cuando desde RC''lla lIeg6 la notificaci6n de que ciaban las causas estructurales que propiciaban
la elecci6n había recaido en ~l, un fuerte desáni- cada vez más este tipo de sucesos. Como una tris-
mo cundi6 entre el e1ero y comunidades más te confirmaci6n de la denuncia episcopal, el 12
"progresistas", precisamente el sector de la Igle- de marzo, apenas una semana despu~s, fuerzas
sia que había recibido más fuertemente el embate mercenarias asesinaban al P. Rutilio Grande,
de la represi6n y de la persecuci6n. La designa- S.J., ya dos acompadantes campesinos cuando
ción de Romero pareela expresar un rechazo o, al se dirigían a celebrar misa en el pueblíto del Pais-
menos, un no apoyo de Roma a la línea pastoral nal, en la zona callera de Aguilares.
seguida por la arquidiócesis, un alinearse casi El asesinato del P. Grande, hombre de gran
explícitamente con los poderosos y, por consi- moderaci6n y profundo espiritu religioso, identi-
guiente, una solapada justificaci6n a la persecu- ficado con los sufrimientos del campesino aun-
ci6n contra la Iglesia de los pobres. Todo esto era que siempre abierto al diálogo con todos, y ami,
grave y marcaba a Mons. Romero con el estigma go personal de Mons. Romero, fue sin duda el
de la imposici6n antipopular. hecho crucial que desencaden6 su transforma·
Mons. Romero cay6 desde un comienzo en ción, la conversi6n religiosa que haría de \lo",e·
la cuenta del significado de su elecci6n y de la llar Romero un IIder de su pueblo. Desde el llIU'
hostilidad hacia ~l de la gran mayoría del e1ero mento de su nombramiento como Arzobispu.
arquidiocesano. Tratanto de salvar esta distan- hechos a cual más grave se habian sucedido en El
cia, el 21 de febrero de 1977, un día antes de su Salvador, tanto desde un punto político como
instalaci6n como Arzobispo y un día despu~ de desde la perspectiva religiosa. Sin embargo, nin-
la elecci6n fraudulenta del General Romero co- guno de ellos afect6 tan profundamente a Mon-
mo presidente del pais, escribe una carta a todos sellar Romero como el asesinato de Grande. El
los sacerdotes de la arquidiócesis. En la carta, mismo reconocería a menudo que fue la sangre
notoria por su estilo sencillo y directo, Mons. del P. Rutilio la que induciría en su espíritu una

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profunda crisis que resolverla a travb de su cre-
ciente identificación con el Dios de Jesús, vivo en
los pobres de El Salvador.
No existe un acuerdo entre los psicólogos
sobre el fenómeno de la conversión religiosa. En
sus famosas conferencias de Gifford en 1901-
1902, William James (1902, pág. 157) definla la
conversión como "el proceso, gradual o repenti-
no, por el que una persona hasta entonces dividi-
da interiormente y conscientemente equivocada,
inferior y desdichada, logra su unidad y se vuelve
conscientemente acertada, superior y feliz me-
diante un dominio más firme de las realidades re-
ligiosas". Se discute si la conversión debe limi-
tarse al cambio repentino o también la transfor-
mación gradual puede llamarse adecuadamente
conversión; se discute, por otra parte, el papel
de la voluntad, es decir, en que medida la C;lnver-
sión puede ser intencionalmente buscada o es
más bien el fruto de factores inconscientes yaje-
nos a la voluntad consciente del individuo. Sin
por ello pretender tomar partido en la discusión,
parece claro que la conversión de Monseftor Ro-
mero fue un caso en el que el proceso de transfor-
mación fue relativamente nl.pido y en el que, al
menos en un principio, no hubo por su parte una
búsqueda intencional del cambio.
Existe más coincidencia entre los autores
con respecto al proceso mismo de la conversión
religiosa. Se suelen distinguir en él" tres etapas o
periodos, asi como una fase ulterior de asenta-
miento (ver Clark, 1958, págs. 193ss.). En el pri-
mer periodo, el convertido pasarla por una fase
de inquietud y cuestionamiento conflictivo. En el
segundo período, la persona enfrentarla la crlsis
de conversión, por lo general experimentada co-
mo una gran iluminación repentina asi como un
sentimiento de claridad respecto a los problemas
y dudas. La tercera etapa se caracterizarla por un
sentimiento interno de paz y armonla. En el pe-
riodo ulterior de asentamiento, el convertido
desarrollaria una actividad concorde con su
nueva visibn religiosa, fortaleciendo (o no) los
nuevos esquemas.
No pretendemos reconstruir aqui todos los
aspectos de la conversión religiosa de Monseftor
Romero, tarea que requiere un análisis muy pro-
fundo y detallado (ver Monseftor, 1980). Sin em-
bargo, una primera aproximación parece confir-
mar que Monseftor Romero pasó por estas eta-
pas. Independientemente de aquellos factores
que predispusieron a Monseftor Romero a una
transformación, podemos ubicar la etapa de su

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conflicto interior en el periodo alrededor de su
nombramiento como Arzobispo de San Salva-
dor. El rechazo del clero arquidiocesano, más
que a su persona misma, a su postura religiosa y
polltica, tuvo que hacer impacto en su esplritu.
No menos le habría de impactar el espectáculo de
la persecución a la Iglesia, precisamente por
aquellas fuerzas sociales y politicas que propi-
ciaron su candidatura al arzobispado. En última
instancia, la creciente violencia de los poderes es-
tablecidos contra el pueblo humilde, principal-
mente contra el campesinado, era un elemento
que hubo de cuestionar muy a fondo sus princi-
pios religiosos, sobre todo en la medida en que
esos principios pareclan justificar esa persecu-
ción y agresión represiva. Las dudas y conflicto
interior empiezan a aparecer en las primeras ac-
tuaciones de Monsellor Romero como Arzobispo,
y surgen todavía con mayor fuerza a propósito
del documento episcopal del S de marzo, docu-
mento hacia el que Monsellor experimenta una
gran ambivalencia: tan pronto siente que es nece-
sario como que es contraproducente, que es opor-
tuno como que es inoportuno, que es una exigen-
cia de la función pastoral como que representa
un salirse de la tarea propiamente religiosa.
El asesinato del P. Grande supuso para
Monsellor Romero el desencadenamiento de la
etapa de crisis. No parece que esta crisis fuera un
proceso repentino, en el sentido de producirse en
un lapso muy corto de tiempo. Pero no cabe du-
da -y el mismo Monsellor Romero lo solia con-
firmar -que el proceso de conversión encontró
su eje crítico en este lamentable acontecimiento.
Monsellor Romero conocía bien al P. Grande,
con quien le unía una lejana amistad. Sabia, por
un lado, que era un hombre profundamente reli-
gioso e identificado con la Iglesia ante la que
siempre mostraba una incondicional obediencia;
sin embargo, sabía también que Rutilio llevaba
adelante uno de los planes pastorales más conse-
cuentes con la nueva dirección marcada por Me-
dellin y que tanto estos planes como los plantea-
j mientos teológicos en que se apoyaban diferían

~
notablemente de los suyos propios.
elu
i1t. ,.. El asesinato del P. Grande representaba una
verdadera bomba en el espíritu ya agitado de
Mórisellor. Había varias cosas que este asesinato
Que nuestras manos puedan ponía en evidencia. Ante todo, no cabía duda al-
guna sobre el carácter profundamente cristiano y
seguir endureciéndose por el sacerdotal del P. Rutilio y, por consiguiente,
trabajo hasta el final, para que sobre la naturaleza martirial de su asesinato. Este
punto es importante, ya que cerraba de antema-
el resentimiento nunca nos en-
durezca el corazón.
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no la visión ideológica de que Rutilio muriera firmeza y tranquilidad con que sobrellevó Mon-
por razones ajenas a su apostolado -como ca- sei\or el conflicto que le enfrentó al Nuncio del
lumniosamente sus asesinos trataron de insi- Papa como consecuencia de alguna de las deci-
nuarlo. En ningún momento podía Monsei\or siones adoptadas a partir del asesinato de Rutí-
dudar sobre lo que hacia Rutilio, a quien tan ín- lio. La importancia de este conflicto sólo se en-
timamente conocía. En segundo lugar, era cla- tiende si se cae en la cuenta de la devoción y su-
ro quiénes lo habian asesinado: aquella misma misión que Monsei\or experimentaba hacia la je-
oligarquia con la que tan estrechamente Monse- rarquía eclesiástica y expresamente hacia el Pa-
i\or habia alternado hasta entonces y que se decia pa. El otro indicio es el hecho, ya anteriormente
amiga suya. Pero, en tercer lugar, aparecía muy aludido, de que Monsei\or, hasta entonces consi-
claro por qu!: lo habian matado. Desde la pers- derado un hombre con una d!:bil salud corporal y
pectiva de Monsei\or, el P. Rutilio habla sido cierta vulnerabilidad psiquica, nunca más en el
asesinado por haber desarrollado una actividad resto de su vida mostró el más leve indicio de agi-
consecuente con las exigencias eclesiales manifes- tación mental, desequilibrio emocional e incluso
tadas en Medellín, optando por los pobres. Fi- de seria enfermedad corporal.
nalmente, aparecía también clara la justificación Las decisiones adoptadas como consecuen-
religiosa tras la que se amparaban los asesinos, cia de la muerte de Rutilio con el apoyo mayori-
que era la misma tras la que se amparaba toda la tario y deliberante del clero arquidiocesano
persecución contra la Iglesia y contra el pueblo fueron posiblemente claves para firmar la con-
salvadorei\o cn general: ulla religión espiritualis- versión de Monsei\or, tanto por lo que represen-
ta y de sacristia, doctrinaria y desencarnada, pre- taban en sí mismas de toma de postura pública
cisamente la misma visión religiosa que hasta en- como porque tuvo que defenderla contra fuertí-
tonces él habia mantenido con tanta convicción. simas presiones de todos los poderes estableci-
Sin duda ninguna, todos estos elementos dos: económicos (sus anteriores amigos), poli-
produjeron una verdadera crisis en el espíritu de ticos (el gobierno que habia promovido su candi-
Monsei\or, tanto más profunda cuanto que afec- datura) y religiosos (los otros obispos más el
taba los principios básicos en que se asentaba to- representante papal, quien había sido clave para
da su vida. Pero estos elementos aportaban tam- su nombramiento como arzobispo). Dos fueron
bi!:n una respuesta clara a las dudas y confusión principalmente las decisiones: una, cerrar todas
en que le hablan sumido los últimos aconteci- las escuelas católicas durante tres días; otra, el no
mientos. La respuesta representaba un desenmas- celebrar el domingo más que una sola mísa en la
caramiento de la verdadera naturaleza de cierta arquidiócesis, como signo visible de unidad y
concepción religiosa, tras la que se ocultaba la protesta contra la persecución a la Iglesia. Pero,
acción pecadora de estructuras opresivas y, en úl- además, estas decisíones dieron la oportunidad a
tima instancia, la idolatría del dinero y la pro- Monsei\or de interactuar con el conjunto del cle-
piedad privada. El desenmascaramiento era tan- ro arquídiocesano que, de ahi en adelante, sentí-
to más completo cnanto que Monsei\or pudo ex- rá que Monsei\or abria el camíno a una dirección
perimentar sin ningún lugar a dudas la falsedad dialogal y honestamente corresponsable del tra-
de las instancias oficiales, que prometían investi- bajo pastoral. Este mismo proceso se produciría
gar a los asesinos de Rutilio, pero ocultaban a los a otro nivel con los grupos de seglares cristianos,
culpables, afirmaban la voluntad de la justicia, cuyo consejo y opinión Monsei\or empezó desde
pero seguian agrediendo a todo aquel que si- entonces a tener en cuenta. AsI, el proceso de
guiera la ruta del P. Grande o simplemente mani- conversíón de Monsei\or Romero se solidificaba
festara su identificación religiosa con él. en la medida en que generaba una estructura so-
No podemos afirmar si, tras la agitación cial coherente, flexible y responsable, que for-
crítica de este periodo, Monsei\or experímentó talecia y propiciaba tanto la claridad en las ideas
esa sensación de paz que indican los psicólogos teológicas como la firmeza en las acciones pasto-
como tercera etapa de la conversión. Y no lo po- rales.
demos afirmar porque a la muerte de Rutilio si- Sin duda alguna se perderla de vista el motor
guió un ininterrumpido rosario de agresiones al principal de la conversión de Monsei\or si no se
pueblo y a la comunidad cristiana que no dieron mencionara al pueblo salvadorei\o mismo. No se
descanso alguno a Monsei\or. Sin embargo, hay trata aquí de un recurso retórico para magnificar
indicios claros de que así fue. Uno de ellos es la su figura. Tampoco se pretende contradecir el

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que fuera el asesinato del P. Grande el desenca- encontraba desunido. La misma ley prohibe la
denante de su crisis de conversi6n. Pero parece asociaci6n de la mayoria del pueblo salvadoreno,
evidente que fue el continuo contacto de Monse· que es el pueblo campesino. Pero incluso los co-
Bor con el mismo pueblo lo que afianz6 más su natos de organizaci6n popular más moderados,
conversi6n y le llev6 a profundizar cada vez más como los movimientos cooperativistas, y más
su nueva vivencia de fe y su actuar en consecuen- todavla cualquier tipo de movimiento sindicalis-
cia. Bien fuera a través de su continua moviliza- ta, por limitado que fuera, enfrentaban la perse-
ci6n por barrios, pueblitos, cantones y caserios, cuci6n sistemática, concretada en el despido la-
o en su política de puertas abiertas en su oficina boral, el hostigamiento y aun el mismo asesinato.
del Arzobispado, el hecho es que desde entonces La figura de Monsenor sirve para propiciar la
MonseBor inicia una etapa, ya nunca interrumpi- unidad de los sectores más diversos del pueblo
da hasta su muerte, de continuo contacto con el salvadoreno. No es s6lo que las comunidades
pueblo. Lo que el pueblo aporta a MonseBor es cristianas sirvan frecuentemente de trampolín
la denuncia irrefutable de sus sufrimientos, de la para la agrupaci6n sociopolitica, fen6meno que
opresi6n y represi6n que se ejerce contra él desde ya empezaba a tener lugar con anterioridad al
el poder, pero también de su fe sincera, de su periodo arzobispal de Monsei\or. Es que Monse·
~nimo comunitario, de su voluntad de dar la vida nor atrae hacia la unidad comunitaria a los indi-
en testimonio cristiano. El pueblo supondr~ asi viduos más dispersos y, al atraer a las comunida-
un continuo refuerzo a la acci6n de MonseBor, des hacia si, hace posible un vinculo intercomu-
quien se sentir~ alimentado y respaldado por una nitario, global. En este sentido, Monsei\or fue
cada vez m~s numerosa comunidad popular cris- líder como auténtico unificador social.
liana. Desde entonces, por encima de fronteras Finalmente, la situaci6n del pueblo salvado-
diocesanas, Monsei\or Romero empezar~ a ser reno es una situaci6n de increíble explotaci6n y
para el pueblo cristiano y aun para todo el opresi6n social. Frente a ella, Monsenor orienta
pueblo salvadoreno "Monsenor", sin más espe· y dirige hacia el cambio profundo que, para ser
cificaci6n. En otras palabras, empezar~ a ser su en verdad un cambio cristiano, tiene que ser his-
lider. t6rico, es decir, real; tiene que ser un cambio que
realmente tenga lugar en las estructuras econ6mi-
J. Elllderazllo de Monseñor. cas y sociales del pais, aunque también en los
espíritus de las personas y grupos. En este senli-
Hemos senalado con anterioridad que el li· do, Monseftor será un verdadero símbolo para la
derazgo s6lo se puede entender referido a una si· revoluci6n en El Salvador.
I tuaci6n e historia concretas. El líderazgo de
Monsei\or fue un liderazgo respecto al pueblo J.1. Monseñor como profeta social.
salvadorei\o, que encontr6 en él al hombre que
, asumi6 sus necesidades pero que le orient6 hacia Los principales medios de comunicaci6n so-
su superaci6n. En la terminologla de Buros, un cial salvadorenos constituyen uno de los instru-
I liderazgo transformador. En este sentido, pode- mentos más serviles que posee la oligarquía. Al
mos entender el liderazgo de Monseftor bajo la amparo de una interesada libertad de expresi6n,
perspectiva de tres necesidades esenciales del no s610 criban y seleccionan aquella informaci6n
I pueblo salvadorefto: su carencia de voz, su desu- que beneficia inmediatamente los intereses domi-
ni6n y su angustiosa situaci6n de opresi6n. nantes, sino que incluso deforman, falsean y has-
Ante todo, su carencia de voz. El pueblo sal- la calumnian impunemente a todo grupo o acción
I vadorefto no tenia forma de hacerse oír, no ya en que contradiga esos intereses. Asi, el pueblo ni
la toma de decisiones respecto al futuro del siste- encuentra en ellos un canal para sus problemas y
ma social salvadorefto, pero ni siquiera a través aspiraciones, ni tampoco una fuente de informa·
'de los diversos medios de comunicaci6n, total· ci6n objetiva sobre la realidad.
Monseftor Romero era plenamente conscien-

~
mente en manos de los intereses dominantes. Pa-
ra este pueblo no mudo, sino silenciado, Monse- te de esta parcializaci6n: "la corrupci6n de la
Bor supuso una voz propia, veraz y poderosa. prensa forma parte de nuestra triste realidad, re-
onsenor fue voz de los sin voz y, simultánea- vela la complicidad con la oligarquía" (Sobrino y
.ente, profeta del Dios cristiano. otros, 1980, pág. 44J), diria en una entrevista
En segundo lugar, el pueblo salvadoreno se con Prensa Latina. Por ello promovi6 con tanta

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fuerza los medios de comunicaci6n de la ar- homilias. Pero sabe que esos errores se sItúan a
quidi6cesis, la emisora YSAX y el semanario un nivel radicalmente distinto que las injusticias
"Orientaci6n". Pero en parte también por ello de los poderosos, con las que en ningún momen-
(fundarnentahnente por razones teol6gicas más to se pueden equiparar. Una de las oportunida-
profundas) incluy6 en su homilia dominical una des en que esta distinci6n aparece más clara es en
detallada informaci6n sobre los hechos más rele- la homilia que Monsenor dedica a comentar las
vantes del pais, precisamente aquellos hechos ocupaciones de templos por parte de las organi-
que los medios de comunicaci6n celosamente zaciones populares (el domingo, 2 de septiembre
ocultaban o desfiguraban. De esta manera, la de 1979). Tras reprochar a las organizaciones por
homilía de Monsenor se va convirtiendo paulati- su irrespeto al sentimiento relígioso del pueblo
namente en el canal por el que se expresan los creyente, indica que peores son las ocupaciones
sufrimientos y alegrias del pueblo salvadoreno, de las autoridades militares, que han profanado
su dolor y su esperanza, su fe y su protesta. diversos templos, y remite la culpa última de to-
Incluso la prensa internacional reconoce implí- dos estos hechos a las autoridades políticas -que
citamente que las homillas de Monsenor consti- han cerrado los espacios naturales para la acci6n
tuyen la mejor, cuando no la única fuente veraz y política popular, asi como acusa también a los
fidedigna de informaci6n sobre lo que realmente medios de comunicaci6n, que cierran sus canales
ocurre en el país. a la expresi6n del pueblo y sus organizaciones. Y
Junto a la informaci6n, siempre ponderada sobre todo Monsenor, siguiendo el ejemplo de
a la luz de la historia y de la fe, Monsenor eleva Jesús, condena el irrespeto del templo vivo de
su voz de denuncia contra los responsables del Dios que, para el creyente cristiano, son las mis-
mal. Al hacerlo asi, Monsenor no se queda en el mas personas.
senalamiento del sintoma, sino que apunta a sus Esta actividad de Monsenor hace de él un
causas. Y las causas del mal en El Salvador, que verdadero profeta, algo de lo que él mismo se va
Monsenor interpreta teol6gicamente como peca- volviendo paulatinamente consciente. Monsenor
do, son causas estructurales, fundamentalmente asume esta conciencia no como una característica
la desigualdad social y la injusticia econ6mica, individualmente distintiva, sino como expresi6n
mantenidas incluso con la violencia de las armas. verbal de la conciencia critica que se va forman-
Con insobornable Iíbertad y gran valentia, Mon- do en el pueblo."Nunca me he sentido profeta en
senor va nombrando uno tras otro a los respon- el sentido de único en el pueblo, porque sé que
sables del mal que impera en El Salvador (ver ustedes y yo, el pueblo de Dios, formamos el
Sobrino, 1980). Ante todo, a la olígarqula del di- pueblo profético" (homilia del 8 de julio de
nero, responsable última de la estructura de in- 1979). Más allá del sentido teol6gico que tiene el
justicia y de la negativa al más minimo cambio, carácter profético de la palabra de Monsenor, ser
asi como al ejército y a los cuerpos de seguridad, portador de la palabra de un pueblo tiene una
principales mediadores del egoismo e intransi- esencial dimensi6n psicosocial: la de constituirse
gencia olígárquicas, y responsables inmediatos en conciencia y, en cuanto tal, en expresi6n de la
de las formas represivas más inhumanas. Monse- identidad de un pueblo. Monsenor, a través de
nor levanta también su voz contra los poderes sus homilias, se convierte en conciencia del
político y judicial, al menos en lo que toca a su pueblo, reflejo critico de su identidad, de lo que
autonomia, que no es mucha, y no duda en apun- ese pueblo hace y sufre, de sus esperanzas y sufri
tar su dedo contra el mismo imperialísmo none- mientos, de sus dolores y progresos. En este sen·
americano, corresponsable tan importante, y tido, Monsenor Iídere6 al pueblo salvadoreftO
más en los últimos periodos, de los males que sirviéndole de conciencia, voz que reflej6 su ser y
aquejan a El Salvador. Finalmente, Monsenor lo lIam6 hacia lo que debia llegar a ser.
no teme levantar su voz acusadora contra la mis-
ma religi6n, en la medida en que ha servido para 3.2. Monseñor como unificador social.
amparar y justificar en nombre de Dios la injusti-
cia y la opresi6n. Todo proceso de cambio social requiere d~
No es que Monsenor ignore los errores que, terminados niveles de uni6n y organizaci6n. El
desde su perspectiva, también cometen las orga- sistema de opresi6n secularmente vigente en El
nizaciones populares. No s610 no los ignora, sino Salvador se ha apoyado precisamente en una eXl
que con frecuencia los senala y critica en sus plotaci6n de clase que ha mantenido a los sectOl

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res dominados aislados y desunidos. Tanto a ni- El fantasma del 32 ha bloqueado psicológi-
vellegal, con prohibiciones y limitaciones expre- camente muchos anhelos individuales de organi-
sas a la organizaci6n de los grupos campesinos y zarse, incluso la conciencia apremiante de su ne-
proletarios, como a nivel factual, mediante el cesidad, asl como ha servido a los dominadores
despido laboral, el acoso policial y aun el uso de justificaci6n para conar desde sus ralces cual-
de la violencia nsica en todos sus grados, la clase quier conato de uni6n popular. Con todo, la dé-
dominante no ha permitido que la clase domina- cada de los setenta ha visto un resurgir inconte-
da, el pueblo salvadoreno, pudiera lograr formas nible de los grupos populares tanto en el campo
de organizaci6n capaces de defender sus intereses como en la ciudad y, lo que es más sorprendente,
de clase. Es más, el favoritismo individualista, el no s610 a nivel del proletariado sino incluso en
espejismo del ascenso a través de la competencia cienos sectores que bien pueden calificarse como
individual y, en definitiva, todos los mecanismos lumpenproletariado.
ideol6gicos de promoci6n particular y privada No menos desunida que el pueblo en general
terminaron de cerrar el ámbito psicosocial que se encontraba la comunidad cristiana en El Sal-
podria permitir que la clase dominada salvadore- vador. Habla desuni6n en casi todos los 6rdenes
na pasara, según la terminologla clásica, de ser y a casi todos los niveles, ya que los actos de cul-
una clase en si a ser una clase para sí. to apenas representaban un pasajero juntarse
En varias oponunidades el pueblo salvado- más o menos periódicamente, y las organiza-
reno ha tratado de emerger a la historia como su- ciones religiosas, asociaciones de caridad o
jeto de su propio destino. Sin duda la oponuni- cofradlas no representaban más que núcleos de
dad más conocida fue el famoso intento de 1932 actividad secundarios cuando no positivamente
que termin6 con la matanza de por lo menos enajenantes. Por ello, la renovaci6n de la vida
7.000 personas (Anderson, 1971) y, más pro- comunitaria propiciada por el Vaticano 11 y Me-
bablemente, 30,000 personas, (Montes, 1979), en dellín, el surgimiento y multiplicaci6n de las co-
su mayorla campesinos indlgenas, asi como con munidades de base, tanto en los sectores urbanos
la destrucci6n sistemática de cualquier organiza- como en pueblos y cantones rurales, supone un
ción popular. movimiento inusitado de organizaci6n popular
con sentido cristiano que ha de tener una honda
repercusi6n en todos los ámbitos de la vida so-
cial, incluso el econ6mico y polltico. Es un hecho
que muchos de los primeros y aun de los mejores
cuadros que han ido promoviendo y vitalizando
las organizaciones populares han surgido de las
comunidades cristianas de base u otros movi-
mientos eclesiales.
Frente a esta emergente tendencia unificado-
ra del pueblo salvadoreno, Monse/lor Romero
dese~n6 un verdadero liderazgo sirviendo de
aglutinador tanto a nivel cristiano como a nivel
sociopolitico. Ya desde el comienzo de su arzo-
bispado, durante el período de su conversi6n,
Monsenor acude en busca de diálogo, consejo y
apoyo al clero arquidiocesano, a los sectores
laicos más cercanos y comprometidos, a todos
aquellos especialistas, cristianos o no, cuya cien-
cia o experiencia le puedan servir para tomar de-
cisiones más racionales y constructivas o enfren-
tar los problemas con mejores probabilidades de
éxito. Poco a poco se va formando alrededor de
Monsenor una serie de circulos concéntricos don-
de la cercania viene determinada por la funci6n y
capacidad de cada uno, asi como por diversos
grados de identificaci6n cristiana. Esto no quiere

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En un momento detenninado, la oligarquía
salvadorefla pretende fabricarse un "profeta" a
su medida para contraponerle a Monseflor. Asi a
través de un gran despliegue publicitario, em-
pieza a promover las homilías dominicales de
otro obispo y trata de vender la imagen del' 'obis-
po sencíllo y fiel" frente al "obispo descarriado
y comunista". Quizá nunca en la historia de El
Salvador ha aparecido con tanta claridad la ver-
gonzante manipulación que el dinero puede ejer-
cer sobre un dignatario eclesiástico. Las homilías
y las declaraciones del "obispo bueno" no sólo
reflejaban una profunda pobreza intelectual, teo-
lógica y pastoral, sino que (lo que es peor to-
davia) suponían la pretendida consagración
eclesial de las calumnias y difamaciones que
contra la Iglesia misma la oligarquía salvadore/la
difundia en sus campallas millonarias. Esta cam-
pafia de pseudocompetencia episcopal produjo
efectos contrarios a los que deseaban sus promo-
tores; los cristianos se volvieron más y más a
decir que el círculo más cercano lo constituyeran Monseflor Romero. El contraste sólo sirvió para
dignatarios eclesiásticos o que los circulos menos resaltar la veracidad y calidad cristiana de su pa-
cercanos no tuvieran acceso a Monseflor. Quiere labra, frente a la doblez y pobreza de aquel a
decir que Monseflor unificaba a todos consigo quien pretendieron erigir eit su contrincante. Así,
respetando a cada uno en su puesto, en su papel la campafla oligárquica sirvió para que Monse-
cristiano, en su labor social. Era frecuente ver en flor reafirmara más que nunca su liderazgo cris·
el círculo más próximo de Monseflor tanto a un tiano.
abogado como a un dirigente campesino, a un sao Ahora bien, el liderazgo de Monse/lor em-
cerdote como a una secretaria, a una religiosa o a pieza a desbordar, poco a poco, las fronteras
un profesor. Y no era raro ver a Monseflor in- confesionales. Precisamente porque Monseflor
terrumpir la reunión más importante a fin de sa- desempefla una labor no para la Iglesia, entendi-
ludar a un campesino que le venía a obsequiar da reductivamente, sino para todo el pueblo, el
una pifias o a atender a una mujer que venia a de- pueblo empieza a volverse hacia él. La voz de
nunciar la captura o el asesinato de su esposo por Monseflor no es una voz simplemente eclesiásti-
los cuerpos de seguridad. ca; es más bien, la voz del pueblo que resuena a
Es importante subrayar que esta unificación través de un hombre de Iglesia. Las homilías de
cristiana alrededor de Monseflor no se limita a la Monseflor no constituyen un miraf'e a sí misma
comunidad arquidiocesana; clero y fieles de toda de la Iglesia, sino un mirar de la Iglesia hacia el
la república empiezan a aproximarse a él (mate- mundo, a fin de recoger sus pecados y necesida-
rialmente o por escrito) y a reconocerle como la des, sus sufrimientos y esperanzas. Monseflor lla-
verdadera cabeza de la Iglesia salvadorefla. La ma, no sólo a los cristianos, sino al pueblo entero
incapacidad intelectual y pastoral de la mayoria a su conversión; la palabra de Monseflor tiene la
del episcopado salvadoreflo hace que los cris- virtud de convocar a todos los hombres salvado-
tianos de todo El Salvador busquen en Monse/lor reflos, por encima de la fe y de las prácticas reli-
a su verdadero guia y pastor, por encima de divi· giosas. Así, poco a poco al principio, masiva-
siones eclesiásticas. La homilía dominical de mente después, el pueblo oye la convocatoria de
Monseflor es escuchada en toda la república (y Monseflor, escucha su palabra, y empieza a po-
aun en Honduras y Guatemala, primero, y du- ner en él sus ojos como fuente de inspiración y'
rante un tiempo, en otros muchos países latino- modelo de acción. En otras palabras, se empieZ81
americanos que la sintonizan a través de onda a producir ese fenómeno tantas veces analizadQl
corta) y el pueblo cristiano reconoce en esa pa- por el psicoanalisis de la identificación entre ulll
labra veraz una auténtica palabra de Dios. Iider y sus seguidores ("reud, 1921).

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Monseflor no sólo se constituye en el agluti- res, tanto revolucionarias como democráticas.
nadar de la comunidad cristiana, sino también en Por ello vio con tanta ilusión la aparición de la
el polo unificador del pueblo salvadoreflo en ge- Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM),
neral, sobre todo del pueblo oprimido. En buena auténtica federación de organizaciones popula-
medida esta unificación tiene lugar como resulta- res, asi como las alianzas y vinculas de la CRM
do de la conciencia popular que Monseflor hace con otros grupos politicos (por ejemplo, con el
posible a través de su voz y su palabra, de su in- partido social demócrata, el Movimiento Na-
formación Yde su reflexión, de sus reprimendas cional Revolucionario) o con otros grupos de los
y de su ánimo. Pero, primero y fundamental- sectores medios (por ejemplo, el Movimiento In-
mente, Monseflor se convierte en fuente de unión, dependiente de Profesionales y Técnicos de El
cristiana y popular, mediante la proposición de Salvador, MIPTES).
un horizonte y de una tarea: el horizonte utópico Esta profunda labor aglutinadora de ~lon·
es la construcción del Reino de Dios en esta seflor, su innegable estimulo a la unificación de
tierra; la tarea es encontrar en cada momento las las diversas fuerzas populares, su promoción de
mediaciones históricas, las formas concretas pa- la conciencia del pueblo respecto a sus propios
ra ir avanzando en ese camino de la construcción derechos, es decir, respecto a su propia identi-
utópica. A Monseflor nunca le bastaba con de- dad, nos permiten entender este aspecto dellide-
nunciar los males, el pecado, la persecución, la razgo de Monseflor como una tarea fundadora
represión, la injusticia; Monseflor anunciaba la del pueblo salvadoreflo en cuanto tal. La afirma-
conversión, la transformación, las tareas que ción puede aparecer un tanto presuntuosa, pero
habia que ir arremetiendo. Monseflor pedia cam- no lo es. En realidad, la afirmación de que la
bios, pedia acciones, seflalaba caminos, indicaba identidad de un pueblo la dan unas fronteras geo-
formas. Sin sentirse cientlfico social o politico, gráficas o una supuesta cultura común constituye
nunca dudó en seflalar aquellas acciones o poli- una ingenuidad o una afirmación ideológicamen-
tieas que considerara como más necesarias en un te engaflosa. Ni las fronteras tienen esa capaci-
momento determinado a fin de propiciar una so- dad configuradora (sin negar su indudable in-
ciedad más justa, tanto en los aspectos importan- fluencia) ni existe algo asi como una cultura ho-
tes como en los pequeflos detalles. mogénea, común a todos los sectores y miembros
Más en concreto, la tarea propuesta por de una sociedad, y menos en una sociedad tan ra-
Monseflor se apoyaba en el respeto incondicional dicalmente dividida como la salvadorefla.
a los derechos humanos fundamentales, que son La palabra y la acción de Monseflor, preci-
primero y sobre todo los derechos del pueblo. Al samente porque potencian la conciencia del
tomar estos derechos colectivos como la piedra pueblo salvadoreflo sobre si mismo, sobre su
angular de su denuncia y de su anuncio, Monse- identidad sufriente, sobre su derecho inalienable,
flor propicia la concientización del pueblo salva- no sólo a la vida, la salud y la educación, sino a
doreflo sobre su propia situación, sobre su pre- determinar su futuro como sujeto de su propia
sente y su futuro, sobre lo que es y lo que deberia historia, son sin duda uno de los fundamentos
ser. En este sentido, Monseflor es fuente y esti- más concretos en que se apoya de hecho la uni-
mulo para la concientización popular e, incluso, dad popular de los diversos sectores del pueblo
para la concientización de muchos miembros del salvadoreflo, es decir, uno de los pilares de su
ejército y de los cuerpos de seguridad, que se emergencia a la historia como pueblo en si y para
sentian profundamente cuestionados y juzgados sí. Con esto no se pretende afirmar ni que lada la
por la palabra de Dios oida a través de Monse- unidad lograda por el pueblo salvadoreflo se de·
flor. La concientización popular aboca connatu- ba a Monseflor, ni que su creciente realidad ele
ralmente a la organización para la acción que pueblo consciente y activo haya brotado de sók'
permita superar aquello que rechaza como ina- su palabra. Pero es indudable que, en buena me-
ceptable e injusto. Más aún, el mismo Monseflor dida, la figura y la obra de Monseflor han consti-
estimuló expresamente la unidad popular, defen- tuido uno de los aportes claves para estos logros
dió hasta las últimas consecuencias el derecho y, en este sentido, tanto o más que nadie puede
inalienable del pueblo salvadoreflo, obrero y reivindicar el titulo de fundamento del pueblo
campesino, a constituir sus propias organiza- salvadorello. El que la sola mención de su
ciones, e incluso incitó a una progresiva unidad nombre desate profunda emoción y entusiasmo
entre las diversas fuerzas y agrupaciones popula- entre los grupos populares más diversos es

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simplemente una confirmación de lo arraigada a los verdaderos causantes de la injusticia y de'",
que su imagen ha quedado en la conciencia colec- opresión, de la violencia y de la explotación. Eh;
tiva del pueblo organizado. ningún momento transige con las presiones de ~
oligarquía, a la que echa en cara su deshumanizi::
3;3. MODJeñor c,omo simbolo revolucionario. ción y su brutal egoísmo. "Derecha signifiCl\)
cabalmente la injusticia social, y no es justo estar,
La tercera y más importante caracteristica manteniendo nunca una linea de derecha"(Sobri-
que hemos seflalado en el pueblo salvadorello es no y otros, 1980, pág. 435). Desenmascara taní-
su situación estructural de opresión, además de bién, el discurso gubernamental, insistiendo des-
la creciente represión a la que se ha visto someti- de el principio en que no son las palabras las que
do desde 1932 y, muy especialmente, en la déca- dicen la verdad sobre su quehacer político, sino
da de los setenta. Frente a esta situaci6n, Monse- sus hechos. Por eso, insiste en que el conflicto
ñor se constituye en símbolo y promotor activo entre el gobierno y la Iglesia lo es primero y fun-
del cambio radical, es decir, del cambio desde las 'damentalmente, no porque la Iglesia "esté cons-'
raíces estructurales de la organización social. pirando" contra el gobierno, o porque se haya
Con ello, Monseflor asume una función muy dejado "inmtrar de comunistas" como falaz-
característica en los mejores lideres: la de orien- mente se afirma. El conflicto y la consiguiente
tar, animar y dirigir a sus seguidores, en este ca- persecución del gobierno contra la Iglesia se ori-
so al pueblo salvadorello, en un proceso de cam- ginaen el esfuerzo eclesíal por identificarse con
bio histórico que, por ser radical, ha de ser por las angustias y aspiraciones de los pobres, del
necesidad revolucionario. pueblo oprimído. En la medída en que es perse-
El liderazgo de Monsellor como símbolo re- guido el pueblo, la Iglesia será también perse-
volucionario puede ser sintetizado en seis notas: guida. En la medida en que la Iglesia es una insti-
1) Momellor va adquiriendo una creciente tución de y para el pueblo, habrá de participar de
conciencia de que su persona y acción represen- la persecución y represión que al pueblo aflige.,
tan y deben representar el sentimiento y la opción El conflicto, insistirá Monseflor, no es entre Igle-
del pueblo salvadoreño. Por consiguiente, guía sia y gobierno, sino entre pueblo salvadorello y
todas sus acciones por el criterio fundamental de gobierno. Esta postura firme de Monseflor supu-
lo que síente que Dios le exige a través de la voz so un desenmascaramiento y condena del poder
del pueblo. Cuando acepta los diversos doctora- establecido, que \levó a muchos a la conclusión
dos honorarios que famosas universidades le van sobre la justicia de una revolución del pueblo
ofreciendo, cuando recibe la nominación como contra sus opresores.
candidato para el Premio Nóbel de la Paz, cuan- 3) Uno de los aspectos más importantes co-
do acude en su calidad de arzobispo a la reunión mo Monsellor se constituye en simbolo revolu-
episcopal de Puebla, cada vez que tiene que ir a cionario consiste en que, con sus palabras y sus
Roma a visitar al Papa y, sobre todo, cuando acciones, resuelve tanto teórica como práctica-
aqui, en El Salvador, desarrolla su tarea de visi- mente la duda de si es posible ser al mismo tiem-
tas pastorales o reuniones de estudio y trabajo, po cristiano y revolucionario. Normalmente este
de celebraciones litúrgicas, atención a los perse- problema se ha planteado desde niveles de abs-
guidos o esfuerzos por liberar presos.o salvar tor- tracción puramente doctrinal, en los que de algu-
turados, Monsellor guía sus pasos y acciones co- na manera la conclusión se ha tomado ya de an-
mo un simple instrumento de Dios, .10 que cada temano. Monsellor Romero nunca fue un "te6-
vez significa para él con más claridad, un instru- ¡ogo de la revolución" ni nada semejante. Sin'
mento de su pueblo. Diríamos que esta concien- embargo, no eludió ninguno de los problemas
cia es el otro rostro de la creciente identificación cruciales que agobian al pueblo' salvadorello. Y
del pueblo salvadorello con él. uno de los problemas claves era el de la vincula-
2) Como ya hemos indicado anteriormente, ción en la práctica entre fe cristiana y praxis re-
Monseflor realiza una verdadera tarea de des- volucionaria, problema vinculado a su vez con el
ideologización del sistema dominante. Desen- de la utilización de la violencia como medio de li-
mascara la injusticia y sus caretas, la opresión y beración, pero que alcanza otros niveles más pro-
sus justificaciones, así sean estas justificaciones fundos, como es la aceptación o rechazo de Dios
de orden religioso. Más aún, no sólo desenmas- y la mediación cristiana de la salvación.
cara al pecado, sino también al p'ecador. Nombra La necesidad de que el Reino de Dios vaya

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siendo mediado hist6ricamente, exige de hecho la cial establecido, la aberraci6n de una ley contra-
eliminaci6n del pecado del mundo. Monseflor ria al bien común y, una vez más, la necesidad y
vio cada vez con más claridad cuál era ese pecado justicia de una revoluci6n radical.
fundamental en El Salvador y la necesidad de eli- 5) Un rasgo esencial de Monseflor, que avala
minarlo. Por ello, en un momento tiene que su calidad de Iider y simbolo revolucionario, lo
aceptar lo que las ciencias sociales indican: que constituye su profunda libertad de espiritu. Mon-
s6lo una transformaci6n radical de las estructu- seflor se sentia libre frente a cualquier instancia
ras sociales hará posible un tipo diferente de rela- personal y social y, porque se sabía representante
ciones sociales donde reine la justicia y el amor y, de los intereses del pueblo, no tenia míedo de
por consiguiente, donde puedan satisfacerse los enfrentarse o criticar a cualquier instancia social,
derechos de todos los hombres (hijos de un mis- así fuera a aquellas instancias que, con mayor o
mo Dios). Que esta tarea revolucionaria (cambio menor raz6n, se arrogaban la representación del
radical de las estructuras sociales) fuera una ta- pueblo. En otras palabras, su libertad nacia de su
rea claramente cristiana, lo indic6 en continuas profunda ídentificaci6n con el pueblo, lo que le
oportunidades Monseflor. Con ello, rompia la llevaba a no aceptar entre él y el pueblo me-
dicotomia eclesiástica tradicional, que ampara la diaciones que coartaran su labor o que le exi-
existencia de situaciones inhumanas de explota- gieran transigir con el error. Como decía a un pe-
ci6n al abrigo de que la religi6n debe permanecer riodista venezolano, l'sé que las reivindicaciones
recluida en el ámbito de lo puramente "espiri- del pueblo, que se expresan en las organizacio-
tual" -en la usacristía de la historia"-, que es nes, son justas y hay que apoyarlas. También
lo mismo que decir en la sacristía del poder es· tengo la suficíente libertad para denunciar el
tablecido. abuso de esa fuerza de organizací6n cuando se
No es que Monseflor apoyara expresa y to- desvía por caminos de violencia innecesarios"
talmente alguna soluci6n especifica. Considera- (Sobrino y otros, 1980, pág 435). Precísamente la
ba que ésa no era su misi6n. Sin embargo, anim6 inmanipulabilidad de Monseflor, una persona
y estimul6 todos los intentos honestos por buscar que con anterioridad a su arzobispado parecía
una soluci6n desde la perspectiva del pueblo, y haber sido dúctil a las seduccíones de los podero-
ayudó con su reflexi6n a superar posibles defi- sos, fue algo que la oligarquía nunca le perdonó
ciencias y obstáculos. Además, su postura y su y que le hizo experimentar hacia Monseflor una
acci6n práctica fueron el mejor testimonio de especial safla e inquína. Pero fue algo también
que se podia ser cristiano y apoyar la acci6n re- que propició el sentido crítico del pueblo, la ím-
volucionaria; más aun, de que era difícil ser cris- portancía de formarse una opini6n propia de los
tiano auténticc en la presente circunstancia de El hechos, de tener unos criterios claros para la ac-
Salvador sin tomar clara opci6n por los intereses cí6n, todo lo que, en definitiva, constituye una
del oprimido y del pobre. poderosa semilla revolucionaria.
4) La opci6n de Monseflor por los cambios 6) Finalmente, Monseflor padeció el destino
radicales y por la necesidad de encontrar me- de todo verdadero revolucíonario: la persecuci6n
diaciones hist6ricas a la salvación cristiana, es y, más aún,la ofrenda de la propia vida. Como
decir, al Reino de Dios anunciado por Jesús, le revolucionario, intuy6 que la causa que él repre-
llevaron a exigir la subordinaci6n total de las ins- sentaba, la salvaci6n cristiana de la que él fue un
tituciones concretas al ser humano. En la prácti- instrumento privilegiado, era un proceso que lo
ca, esto signific6 que Monseflor juzg6 la bondad desbordaba a él como persona. Por eso, poco an-
o maldad de las instituciones existentes por su tes de ser asesinado, comentaba en una homilia
servicio real al pueblo salvadoreflo. En la medida con toda sencillez: "He sido frecuentemente
en que las diversas instituciones sociales -po- amenazado de muerte. Debo decirles que, como
líticas, militares, culturales y aun religiosas- fa- cristiano, no creo en la muerte sin resurrección.
vorecieran y sirvieran al pueblo, encontraban en Si me matan, resucítaré en el pueblo salvadore-
él apoyo y estímulo. En la medida en que fueran flo'" (Sobrino y otros, 1980, pág. 461).
instituciones corruptas, al servicio de sí mismas, En síntesis, Monseflor Romero fue líder pa-
.que en lugar de servir al pueblo lo maltrataran y ra el pueblo salvadoreflo al constítuírse en su
aUn explotaran, encontraban en Monseflor a un conciencia pública, tanto en el sentido de que el
crítico acerbo y un fustigador insobornable. En pueblo oyera una palabra que le permitiera sa-
ello, Monseflor muestra la falacia del orden so- berse a sí mismo, saber su situací6n, su sufrimien-

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lO Y sus esperanzas, sus derrotas y sus lriunfos, Desenmascaró la falsedad de los poderes e insti-
como en el sentido de que oyera una palabra de tuciones existentes y propició con su ejemplo la
orientación y ánimo, una palabra que lo eSlimu- búsqueda de instituciones nuevas al servicio de
lara a superar sus errores y lanzarse a la conquis- los intereses del pueblo. Asi, sin quererse político
ta de su futuro, a su liberación histórica. ni afiliarse a ningún grupo concreto, Monseftol
Monseftor Romero fúe lider también en realizó unll profunda tarea de liderazgo revolu-
cuanto promotor de la unidad, tanto de la comu- cionario. Si se mostró inmanipulable y libre freno
nidad cristiana como del pueblo mismo salvado- te II todll instancia, fue en la medida en que lad
refto, por encima de creencias y vínculos reli- sólo reconoció la absolutez de Dios, cuya voz él
giosos. Su liderazgo hizo posible el aglutinarnien- escuchaba en el pueblo de los pobres y oprimi.
to de todos los que creen en Dios en una gran co- dos.
munidad de fe, pero también la unión y progresi- El poder del liderazgo de Monseftor no sur·
va integración de las cada vez más abundantes y gió de su personalidad, poco brillante en sí, ni
extensas organizaciones populares. Si Monseftor mucho menos de su función episcopal, función
Romero propició la unión de los cristianos pri- que suele ser una rémora para cualquier tarea de
mero, de todo el pueblo salvadorefto después, liberación social. Ciertamente, su cargo como
fue porque a unos y a otros les puso por delante Arzobispo de San Salvador daba a toda su ac-
una larea que partia del reconocimiento de los tuación la posibilidad de una gran resonancú!
derechos humanos fundamentales y buscaba el pública. Pero si la resonancia de Monseftor des
horizonte de una sociedad mas justa que patenti- bordó las fronteras religiosas y las fronteras nI
zara la ulopía cristiana. cionales, y adquirió fuerza de arrastre popular
¡:¡nalmente, Monseftor Romero fue lider en se debió a la forma y al contenido particular qll
cuanto, con su palabra y con su acción, exigió y dio a todo su proceder. La particularidad estu\1
mostró el camino hacia el cambio radical de la en que su actuación respondió a las necesidad.
sociedad salvadorefta. Mostró que la fe cristiana del pueblo salvadorefto, pueblo al que compren
no sólo es compatible, sino que puede exigir en dió adecuadamente, con el que se solidarizó eti
un momento dado la opción por la revolución, cazmente y al que en todo momento retó a abrir
sin por ello especificar cómo se haya de realizar. se a horizontes históricos mas amplios.

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Todo esto fue posible por su conversión reli- 4. AlIelltnato y endeno de Monseilor.
giosa, que lo puso en un contexto humano ilumi-
nador y en un contexto cristiano estimulante. Tan pronto como Monseftor Romero empe-
Desde la perspectiva teológica, el liderazgo de zó a asumir una postura critica frente al poder es-
Monseftor Romero tendrá que ser explicado co- tablecido, a defender los derechos conculcados
mo la acción histórica de Dios a través de su per- del pueblo salvadorefto, a denunciar los abusos y
sona. Pero, desde la perspectiva psicosocial, su atropellos de la oligarquía, una virulenta campa-
liderazgo sólo se explica por la forma como en él fta de calumnias y amenazas se desató en contra
-su persona, su mente, su acción- confluyeron suya. Se diria que la campana llevaba tanta más
unas fuerzas sociales, que él supo captar, con las salla cuanto que Monseftor hacia frente a quienes
que supo empatizar, y por las que se dejó impreg-. le habían apoyado para el arzobispado de San
nar. Desde uno y otro lado se llega a lo mismo; Salvador. Pronto Monseftor empezó a recibir no-
porque, ,como el mismo Monseftor declaraba tas y llamadas anónimas amenazándole de muer-
continuamente, la voz del pueblo era la voz de te. Hubo un momento en que las amenazas ad-
Dios. En otras palabras, lo que hace la teología quirieron tal volumen, que el General Romero,
cristiana es descubrir en las fuerzas y procesos entonces Presidente de El Salvador, ofreció a
históricos -tos procesos de la historía humana- Monseilor una protección personal especial. La
la acción del Dios de Jesús. respuesta de Monseftor fue caracteristica de toda

."

• El vive en el pueblo.

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su postura: "Antes de mi seguridad personal yo nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufri-
quisiera seguridad y tranquilidad para ciento do pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo ca-
ocho familias y desaparecidos ... (aplausos), para da día más tumultuosos, les suplico, les ruego,
todos los que sufren. Un bienestar personal, una les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la repre-
seguridad de mi. vida, no me interesa, mientras siónl" (Sobrino y otros, 1990, pág. 291).
mire en mi pueblo un sistema económico, social y Es dificil saber si estas palabras, que tu-
politico que tiende cada vez más a abrir diferen- vieron una increíble acogida popular y un inmen-
cias sociales" (Sobrino y otros, 1980, pág. 460). so eco mundial, fueron el detonante último que
Todavla pocos dias antes de su asesinato, precipitó el asesinato de Monsellor. Que su
reflexionaba Monsellor sobre el sentido cristiano muene había sido decretada hacía tiempo, no
de su posible muene: "Como pastor, estoy obli- cabia duda alguna y prueba de ello eran, por
gado por mandato divino a dar la vida por ejemplo, dos previos atentados fallidos, uno de
quienes amo, que son todos los salvadorellos, ellos mientras celebraba la misa en otra Iglesia
aun por aquellos que vayan a asesinarme... Si capitalina. En cualquier caso, la proximidad
Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi temporal entre este llamamiento en nombre de
sangre sea semilla de libenad y la sellal de que la Dios y el asesinato de Monsellor sirvieron para
esperanza será pronto una realidad" (Sobrino y dejar claro en la mente popular dónde estaban
otros, 1980, pág. 461). En esa misma oportuni- los asesinos y de dónde venia la bala criminal.
dad, Monsellor subraya proféticamente: "Si me
matan, resucitaré en el pueblo salvadorello"
El 24 de marzo de 1980, cuando celebraba
misa en la capilla del Hospital La Divina Provi-
dencia, una especie de asilo para ancianos lepro-
sos donde Monsellor habla fijado su residencia,
una bala profesional acabó con su vida. No es
dificil encontrar simbolismos en esta muerte ante
el altar. Monsellor moría como vivió: sacerdotal-
mente, es decír, ofreciendo su vida como prolon-
gación del sacrificio de Jesús. Ciertamente, no
escogió ni determinó él el momento y la forma de
su muerte, aunque diflcilmente habria podido
desear una muerte distinta. Sin embargo, si es
posible que quienes determinaron y ejecutaron su
asesinato pensaran en el significado de su muerte
ante el altar. Se trataba de asesinar a la Iglesia y
de asesinarla en cuanto tal, es decir, en cuanto
portadora de una palabra y una fuerza salvíficas.
Se trataba de mostrar inequívocamente que no
había compatibilidad alguna entre quienes regían
los destinos de El Salvador y la misión de la Igle-
sia católica. Se trataba, en definitiva, de indicar
el destino que esperaba a quienes O!8ran, como
Monsellor Romero, asumir en plenitud la opción
preferencial por los pobres y la lucha por la libe-
ración del pueblo salvadorello.
Monsellor fue asesinado la tarde de un lu-
nes. El día anterior, en su homilia dominical,
Monsellor habla hecho un patético llamamiento
a la tropa militar y a los cuerpos de seguridad:
"Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, ma~
tan a sus mismos hermanos campesinos; y, ante
una orden de matar que dI: un hombre, debe pre-
valecer la ley de Dios que dice: ¡no matar!. .. En

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La Embajada norteamericana se apresuró a co- seftor. Ausente y notoriamente ausente estuvo la
rrer la especie de que un grupo anticastrista oligarquía salvadorefta y, en general, los sectores
habria estado implicado en la acción asesina; sin pudientes. Quienes por convicción personal qui-
embargo, a nadie le parecia que hubiera que ir sieron asistir a las exequias. tuvieron que ves_
Il

tan lejos para encontrar hábiles mercenarios de tirse de pueblo" y mezclarse con las demás gen-
la muerte. Y, lo que es más importante, indepen- tes, sin los privilegios ni lugares reservados a los
dientemente de quién hubiera materializado el que estaban acostumbrados. Finalmente, ausente
acto criminal mismo, era obvio qué fuerzas esta- estuvo el gobierno salvadorefto y cualquier repre-
ban interesadas en apagar la voz de Monseftor, sentación oficial u oficíosa. Su ausencia (más alla
qué intereses anhelaban poner fin a su acción, de voluntades individuales) claramente ponía de
qué grupos buscaban detener su liderazgo popu- manifiesto su alineación social de clase. Porque,
lar y borrar su simbolismo revolucionario. en última instancia, ausencias y presencias al fu-
El 30 de marzo, Domingo de Ramos en el neral definieron las lineas divisorias entre las
calendario litúrgico católico, tuvieron lugar las fuerzas enfrentadas en la guerra que se precipita-
exequias y entierro de Monseftor. Los aconteci- ba en El Salvador.
mientos de esa jornada sellaron significativamen- A pesar de tratarse de un funeral la ceremo-
te lo que habia sido su vida y obra como lider de nia tenia un cierto aire de fiesta popular. La mul-
un pueblo oprimido. El entierro había de tener titud colorida expresaba abiertamente toda una
lugar en la catedral de San Salvador, cátedra de gama de emociones, desde el llanto ante el fé-
profecias y dolores, cátedra donde el pueblo retro hasta la esperanza y el entusiasmo ante las
habia escuchado su voz, protegido sus vidas filas ordenadas de los manifestantes de la CRM.
contra balas criminales y llorado uno tras otro a Los vítores y los aplausos se mezclaban COIl' las
sacerdotes y laicos asesinados. Las ceremonias plegarias y los cantos religiosos. En medio de este
fúnebres se iban a celebrar en la plaza delante de ambiente de claroscuro emocional, estalló la tra-
catedral a fin de acoger a los miles de gentes que gedia. De improviso, cuando el oficiante princi-
se esperaban. pal de la ceremonia, un enviado ~special del Pa-
Al empezar la ceremonia, resultaban tan sig- pa, pronunciaba su homilia, varias bombas fue-
nificativas la presencias como las ausencias. Pre- ron lanzadas alrededor de la multitud. Los es-
sentes se encontraban, en primer lugar, el clero tallidos, realmente atronadores, produjeron una
arquidiocesano (sacerdotes, religiosos y reli- especie de escalofrío que recorrió a los miles de
giosas) y una gran cantidad de dignatarios ecle- personas que se agolpaban en la plaza. Todavía
siásticos, católicos y protestantes, venidos del la gente contuvo su temor, mirando a uno)' otro
mundo entero. En segundo lugar, presente se en- lado, mientras por todas partes se oian gritos pi-
contraba el pueblo sencillo, los mismos pobres y diendo calma, tranquilidad y no moverse. Sin
oprimidos que habian encontrado en Monseftor a embargo, dos nuevos estallidos tuvieron lugar en
su defensor, pastor y lider. Según algunos cálcu- otros puntos y, simultáneamente, ráfagas de ti-
los, la multitud presente se acercaria a las cien ros empezaron a proceder del edificio del Palacio
mil personas. Finalmente, a la ceremonia se pre- Nacional, también situado en la misma plaza. El
sentó también una grandisima representación de temor contenidó hasta entonces se desató como
los movimientos populares organizados, la Coor- pánico desbordado ante los tiros. Las gentes
dinadora Revolucionaria de Masas, que desfila- corrieron desaforadamente lejos del Palacio Na-
ron en manifestación silenciosa y que, al entrar cional, buscando salir de aquella trampa mortal.
en la plaza donde se celebraban las exequias, le- Miles de ellos buscaron refugio en el edificio de
vantaron su pufto izquierdo en absoluto silencio catedral, donde se apiftaron hasta ponerse en pe-
y depositaron una corona de flores ante el féretro ligro colectivo por falta de espacio para respirar.
de Monseftor. El pueblo congregado los recibió En medio de este caos dantesco, el féretro de
, con vítores entusiastas. Monseftor Romero fue apresuradamente intro-
Ausentes estuvieron, ante todo, los otros dueido en catedral. Rodeado de gentes llorosas y
miembros del episcopado salvadorefto, con la ex- atemorizadas, de gritos y sangre, de personas as-
cepción de Mons. Rivera. Lo que habia sido una fixíadas y clérigos atónitos, Monseftor Romero
I cOntinua división y discrepancia en los tres últi- fue enterrado en una sencilla cripta. Las paredes
mos aftos, quedó sellado con la visible ausencia de catedral una vez más temblaban ante los es-
de los prelados salvadoreftos al funeral de Mon- tallidos de bombas y disparos. Columnas de

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humo surglan por algunas partes de la plaza, REFERENCIAS BIBLlOGRAFlCAS
sembrada ahora de zapatos, prendas y objetos
perdidos en la huida, de las palmas y papeles con
los cantos religiosos, pero, sobre todo, sembrada Anderson, T. P. (MetalIZa: La revaelta comuDlata de El Sal
aqui y aUiI con los cadilveres de quienes hablan vador ea 1931.) Lineoln: University oC Nebraska Press
1971.
sido arrollados por la estampida multitudinaria o Dums, J. M. ILlderazlo.1 New York: Harper & Row, 1978,
hablan recibido alguna bala. Cartwright, D. y Zander. A. Udenqo y eJecad6a de lat
En aquella jornada, mAs de treinta personas tuaclODeI de .....po: latroducclóD. En D. Canwright )
del pueblo, en su mayorla mujeres ya de edad A. Zander (Comp'.). [DinAmia de IMpos. ID.esUI"·
ciba y teorla.) (Traducci6n de F. PatAn L6pez) Mbico:
avanzada, acompaftaron con sus vidas a Monse-
Trillas, 1971.
flor. El número de heridos y lesionados es incal- Clark., W. H. [Pdeoloala de la rel"'ó•• UD,lalradualóa I
culable, ya que ni los hospitales suministraron la RperleDda Ycoaducta reUato.IIU.) Ncw York: MacnU·
datos completos, ni se supo de muchos heridos IlllJl. 19S5.
que prefirieron curarse en sus propias casas. El Freud. S. (Plk:oloata de l•• masu) (Traducci6n de L. Lbpez-
Ballesteros.) Madrid: Alianza Editorial, 1972. (Origi.
mismo contexto de violencia prepotente que nalmente publicada en 1921.)
Monseflor había combatido marcaba su despedi- James, W. IVlll'iedlldes de l. eJlperieDc" rtlllloa.) New
da mortal. Sin embargo, en el espíritu de la gente York: New American Library, 19S5. (OriginalmenLe pu·
empezaba ya desde entonces a hacerse verdad la blicada en 1902).
frase de Monseflor: "Si me matan, resucitaré en Jones, E. y Davis, K. De los actos a las disposiciones: el pro-
ceso de alribución en la percepción personal. En L. Ber.
el pueblo salvadoreflo" (Sobrino y otros, 1980, kowitz (Comp.), (Avaacn ea la ptkologla social UPfr1-
pago 461). Por encima del estruendo de bombas y meatal.) Vol. 2. New York: Academic Press, I96S).
disparos, por encima de angustias personales y Monsen.or Romero: Exigente conversión cristiana. Chrbtus
(M~,"co), 1980,536-1,86-91.
heridas colectivas, un grito se elev6 en catedral
Montes, S. (El compadraza:o. Una atrudura de poder en El
en el momento en que enterraban a Monseflor, SIlndDr). SlIJl SII••dor: VCA/EDITORES. 1979.
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pueblo unido jamAs seril vencido! ¡El pueblo uni- ECA, 1980,384-385, 1001-1034.
do jamAs seril vencido!" SobriDo, J., MIrtlD-Barb, 1. y Cardenal. R. (Comp'.l, 11.1
voz de 101 sID voz. La palabra viva de MOlIsdor Rome-
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