Me encontraba sentado en una larga silla, mirando hacia una cancha,
junto a mí se encontraba una mujer la cual decía tener fuertes dolores
de estomago; recuerdo que se revolcaba por todas partes, pero yo no le prestaba atención. De repente la mujer recibió una llamada y el dolor desapareció, habló un momento y luego se fue. Más tarde llego una mujer con el cabello rubio recogido en una cola, dio un par de vueltas y me preguntó “¿vives aquí en Mocoa?” afirmé con la cabeza. Pasados unos minutos llegaron dos hombres en una motocicleta, uno de ellos sacó un arma y me apuntó, antes de disparar dijo “dos palabras” (¿Qué quiso decir con “dos palabras”? ¿Me pidió que dijera dos palabras? ¿Dos palabras eran las causantes de mi muerte? ¿Cuáles eran esas palabras?) Me proporcionó dos disparos en el tórax. No alcance a decir nada. En mi mente repetía “No te mueras, no te mueras, se valiente. Vamos a salir de ésta”. El otro hombre que había llegado me tomó el pulso y dijo “Bien hecho”.