Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Diez Falacias Sobre Los Problemas Sociales en América Latina
Diez Falacias Sobre Los Problemas Sociales en América Latina
Frase escogida:
"Las encuestas reflejan que (en América Latina) la población está clamando por
cambios, a través de la democracia, no por otra vía, que permitan enfrentar los agudos
problemas sociales... que se suman a la circulación profusa de ciertas falacias sobre los
problemas sociales que llevan a la adopción de políticas erróneas y a emprender
caminos que se alejan de la salida del largo túnel en que está sumida buena parte de la
población"
Comentario:
Las causas del descontento son muchas, pero sin duda las más determinantes son de
corte económico-social, considerando la prevalencia y empeoramiento de la situación de
pobreza que afecta a amplios sectores de la región3. Ante esto, Kliksberg sostiene que la
población latinoamericana está clamando por cambios, a través de la democracia, que
son difíciles de implementar si se mantiene la existencia de intereses creados por la
consecución de privilegios, o el funcionamiento defectuoso de organizaciones e
instituciones básicas, o la existencia de falacias sobre los problemas sociales que llevan
a la adopción de políticas erróneas que estancan y entorpecen el desarrollo y la acción
transformadora de las políticas sociales. El autor desarrolla su artículo en torno a la
distinción de diez falacias que interfieren en la toma de decisiones públicas obstruyendo
la búsqueda de alternativas renovadoras y una nueva generación de políticas
económicas y sociales que permitan avanzar en el desarrollo.
El argumento común que "pobres hay en todos lados" es una de las formas que adopta la
relativización del problema. Sin embargo, en materia económico-social siempre es
importante desagregar los datos y observarlos desde una perspectiva histórica
comparada. Siguiendo esta lógica, por ejemplo, es diferente contar con más de la mitad
de la población bajo condición de pobreza como ocurre en América Latina que contar
con "islotes de pobreza", como ocurre en los países desarrollados.
En la región, pese a las discusiones metodológicas sobre cómo medir la pobreza, se dan
dos importantes coincidencias: (1) las cifras de población existentes por debajo del
umbral de pobreza son muy altas, y (2) durante los últimos 20 años existe una tendencia
al crecimiento de esas cifras, no sólo respecto de los números absolutos sino también en
el porcentaje del número de pobres sobre la población total4. La pobreza es extensa,
diversificada y se caracteriza por una rigidez determinada, entre otros motivos, por las
precarias condiciones y proyecciones existentes respecto de los niveles de educación e
ingreso5.
Lo que en muchos países se denominó la política del "chorreo", o la demanda por una
"paciencia histórica" que nos conduciría a un momento de abundancia que
"derramará"los beneficios del crecimiento hacia los más pobres solucionando su
condición, determinó la implementación de reformas en los años 80'. Sin embargo,
¿puede realmente esperar la pobreza?
Por otro lado, de acuerdo a datos proporcionados por OPS, la falta a servicios de agua
potable y alcantarillado afectan a una tercera parte de la población latinoamericana,
mientras el 30% de los niños viven en casas sin acceso a redes de agua potable y un
40% en viviendas sin un adecuado sistema de eliminación de excretas. Estas dos últimas
condiciones seguramente son el factor central que determina a la diarrea como una de
las dos principales causas de muerte infantil de la región.
América Latina es considerada la región más desigual del planeta. Se trata de una
desigualdad creciente que no se adecua a las teorías convencionales de Kusnets que
supone la existencia de desigualdad sólo en un trecho del camino hacia el desarrollo. Lo
cierto es que hoy en la región la riqueza se concentra cada vez más en grupos con una
mayor propensión al consumo y con una menor propensión a la inversión que la que
tuvieron los grupos de elite de los países hoy desarrollados.
Contrariamente a lo que propugna esta falacia, la desigualdad ha sido una de las causas
centrales del aumento de la pobreza de la región, no como una consecuencia natural del
camino hacia el desarrollo, sino más bien como consecuencia de estructuras regresivas y
políticas erradas. Estas últimas se han traducido en una reducida capacidad de ahorro
nacional, una reducción de los mercados internos, una frágil salud pública, una frágil
capacidad para incrementar y potenciar la formación de capital humano calificado, una
menguada confianza en las instituciones básicas de la sociedad y en los liderazgos
políticos.
Las políticas sociales han sido asumidas como una forma de apaciguar las reacciones y
efectos políticos que generan situaciones de pobreza, desigualdad y desintegración
como las existentes. El corolario de la política social es una reducción y focalización del
gasto social a objetivos específicos, con una institucionalidad débil en recursos y
personal, lamentablemente alejada de los ámbitos de toma de decisiones. Sin embargo,
en una democracia priorizar por lo social no pasa por dar más o menos concesiones al
estado, sino por asumir los derechos fundamentales de los miembros de la sociedad
como piedra angular para la sobrevivencia y estabilidad del sistema democrático8.
Es más, una de las posibilidades reales que tienen las democracias latinoamericanas
para reducir la desigualdad es la implantación de una política social agresiva, que
provea y asegure servicios sociales de buena calidad para todos, dotando de
posibilidades y oportunidades de integración a la población pobre.
Esta maniqueización del Estado creó una falsa oposición entre éste y la sociedad civil,
generando un paulatino debilitamiento y deslegitimación de la acción del Estado en sus
diferentes áreas de acción, específicamente en el campo social. Aún así, sin un estado
eficiente el desarrollo social se torna inviable, principalmente porque no existen
suficientes controles reguladores que protejan a la población de los fallos provocados
por el mercado, velando por un crecimiento sostenido y equitativo. En este sentido,
siguiendo a Sen, Kilksberg resalta el rol de las políticas públicas, principalmente en
salud y educación, como aspectos decisivos de las economías de mejor desempeño en el
mundo9.
Finalmente, no basta sólo con un estado eficiente capaz de controlar la corrupción y las
inequidades producidas por los mecanismos de mercado, sino también es preciso un
estado coordinado con la sociedad civil, que requiere de una administración pública
descentralizada, meritocrática y transparente para la implementación de políticas
adecuadas.
En América Latina este tercer sector recibe un apoyo público precario e inestable,
considerando que sólo recientemente se ha empezado a modificar el pensamiento
económico tradicional sobre las políticas públicas, que tendía a desvalorizar las
posibilidades de la sociedad civil para ser agentes de su propio desarrollo10.
Por otro lado, el éxito y eficiencia de los programas sociales ha quedado demostrado
con numerosas experiencias, cada vez que se incorpora la participación de las
comunidades pobres en el uso de los recursos, la definición de las metas, planificación,
gestión, control y evaluación de los proyectos11. Además, la participación e implicación
efectiva de la comunidad es un medio fundamental para el control de la corrupción.
Hasta hoy, los problemas sociales en la región son tratados a nivel político como un
tema técnico más, de carácter neutro, en el que prima principalmente una lógica y
racionalidad técnica tipo costo-beneficio. Sin embargo, enfrentarse al tema social es
enfrentarse a la vida de la gente, a la sobrevivencia de su cotidianidad, y esto conlleva
inevitables cuestionamientos éticos, no sólo dentro de los países, los gobiernos y
diferentes miembros de una sociedad, sino también a nivel internacional.
Finalmente, después de esta mirada de conjunto sobre las falacias que enmascaran las
políticas públicas en la región el autor concluye con una cita que Carlos Fuentes
escribió en 1995: "Algo se ha acabado en América Latina, los pretextos para justificar la
pobreza".
Referencias bibliográficas:
Notas:
2 Los únicos dos países donde existen mayores porcentajes de satisfacción con el
funcionamiento del sistema son Costa Rica y Uruguay, donde más del 60% de la
población está satisfecha con su funcionamiento. Al mismo tiempo, es allí donde se
detectan los más bajos niveles de desigualdad de la región y la más amplia red de
sistemas de protección social.
4 De acuerdo con datos entregados por la CEPAL, entre los años 1997 y 2000, la
pobreza creció de 204 a 220 millones. El 75% de la fuerza de trabajo del 75% de la
población de la región tiene ingresos que no son suficientes para sacarles de una
situación de pobreza. En Centroamérica la situación de pobreza de la población es
acuciante: 75% de los guatemaltecos (el 86% de la población indígena son pobres, sobre
el 54% de la población no indígena), 73% de los hondureños, 68% de los nicaragüenses
y 53% de los salvadoreños viven bajo esta condición. En Brasil 43,5% de la población
gana menos de 2 dólares diarios, y en Argentina la tercera parte de la población y el
45% de los niños vive en situación de pobreza.
7 El 10% más rico de la población cuenta en promedio con 11,3 años de formación
educativa, mientras el 30% más pobre adquiere sólo 4,3 años. De acuerdo con
estadísticas de la CEPAL, el 3% de la población ocupada cuenta con 15 o más años de
escolaridad, el 20% de la fuerza de trabajo tiene entre 8 y 12 años, y el 77% restante
cuenta entre 5,5 y 7,3 años de estudio en las zonas urbanas, y 2,9 en las rurales.
10 Numerosos estudios del Banco Mundial atribuyen al capital social y humano una
importante cuota de responsabilidad en la performance económica y gobernabilidad
democrática de los países.
11 Dos estudios publicados el año 2000, uno por el PNUD, "Superando la pobreza
Humana", y otro por el Banco Mundial "The Voices of the Poor", enfatizan en el diseño
de estrategias de superación de pobreza es preciso dar prioridad e invertir en el
fortalecimiento de organizaciones civiles en las propias comunidades pobres, para
otorgarles voz y voto real a los excluidos.
El apoyo se orienta principalmente a la capacitación de líderes, fortalecimiento de sus
capacidades de articulación y gestión.