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Breve Resumen de la psicoterapia psicoanalitica en grupo

PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA EN GRUPO

Dentro de la psicoterapia de grupo psicoanalítica han surgido teorías y técnicas grupales que con
una finalidad común: "la curación del individuo dentro del grupo”, presentan importantes
diferencias en sus conceptos y nociones. Entre ellas, la función del terapeuta o coordinador dentro
del grupo, su lugar como líder o no del mismo, su mayor o menor descentramiento del proceso;
así como diversos métodos de trabajo que influyen en las relaciones transferenciales que se
establecen dentro del campo grupal. El campo de la psicoterapia de grupo ha sido polarizado entre
aquellos que se centran en el individuo dentro del grupo y los que enfocan al grupo como un todo.
Es decir, aquellos que hacen “psicoanálisis en grupo” y los que trabajan con “psicoanálisis del
grupo”. Los primeros analizan al individuo en el grupo, pero no tienen en cuenta la estructura del
grupo como una entidad dinámica y no aprovechan las posibilidades nuevas que aporta este
método de tratamiento. Los segundos trabajan con lo grupal y lo individual, pudiéndose centrar
más en unos aspectos o en otros.

Acerca de la interpretación o intervención del terapeuta, ya sea más centrada en el individuo, en


el grupo o en ambos, en un lugar estarían los que reconocen la estructuración inconsciente del
psiquismo del sujeto y la posibilidad de analizarse en grupo y, en otro, los que teniendo en cuenta
el inconsciente individual, centran su interés en la dinámica grupal, en los efectos de la estructura
grupal sobre los sujetos y muestran sus interrogantes acerca de a quien interpretar en los grupos.

“Psicoanálisis en Grupo” (podemos citar a Simmel, Trigant Burrow, Schilder, Wender y Slavson)
que interpretan al individuo en el grupo. Introducen la interpretación en la situación colectiva,
aplican al grupo el setting psicoanalítico y crean las condiciones para descentralizar la coordinación
y el liderazgo, hechos todos ellos muy importantes si recordamos el procedimiento sugestivo
propio de las terapias por el grupo que se efectuaban hasta entonces.

Wolf , 1950, realiza terapia de grupo con adultos e incluye el análisis de la transferencia, la
resistencia y los sueño. Se observa en el grupo el mismo material que en el tratamiento individual;
manifestaciones de transferencia y mecanismos de defensa. Señala que las resistencias del
paciente a este tipo de tratamiento son menores porque el grupo terapéutico las disminuye al
comprobar que sus dificultades no son exclusivamente suyas, y que además puede compartirlas
con los otros. Considera que la valoración de los otros en el grupo es el principal factor
terapéutico.

Basicamente es la creacion de grupos terapéuticos dentro de la clínica psicoanalítica, generando


las condiciones adecuadas para la lectura de los procesos inconscientes que se dan en los grupos y
mostrando que la escucha analítica es un instrumento imprescindible en el tratamiento con
grupos.

PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE GRUPO


Sus principales representantes son: Bion, Taylor, Ezriel y Foulkes, de la Escuela Inglesa, y Pichón
Reviere, Grinberg, Langer y Rodrigué, entre otros, de la Escuela Argentina de Psicoterapia
Psicoanalítica de Grupo.

Utiliza los instrumentos psicoanalíticos y se preocupan más del colectivo, del "plus" que supone el
encuentro entre varias personas, por ello su interpretación va dirigida fundamentalmente al
grupo.

Plantean la vision de un grupo como un todo dentro del campo psicoanalitico, planteando que el
grupo pone de manifiesto algo que no podría observarse de otra manera, que el grupo es algo más
que la suma de los individuos, pues un individuo en un grupo es algo más que un sujeto aislado.

Dentro de esta modalidad se encuentra:

Psicoterapia Grupoanalitica: En 1940 Foulkes crea la psicoterapia grupoanalítica y dice que es una
psicoterapia por y del grupo... Éste adquiere una entidad propia cuya resultante es independiente
y mayor que la suma de las partes. Al principio analiza al individuo en el grupo y en una segunda
etapa considera al grupo como un todo planteando esa frase tan conocida, "el individuo humano
nunca está aislado, la psicoterapia de grupo le arranca de su red primaria familiar y le mezcla con
otros, formando un campo de interacción en el que cada sujeto empieza de nuevo". Se organiza
una matriz grupal constituida por la red de relaciones afectivas entre los integrantes. Para él, la
tarea es hacer consciente lo inconsciente y la función del terapeuta es analizar las múltiples
transferencias, de los pacientes al terapeuta, de los pacientes entre sí y de los pacientes hacia el
grupo; el material producido es analizado por el propio grupo y la función que en un principio
recae sobre el terapeuta, progresivamente se desplaza a todo el grupo. Foulkes se preocupa de los
objetivos y de la evolución del grupo; hace una interpretación individual y grupal, procurando no
atraer hacia su persona la transferencia sino referirla al grupo como totalidad; mostró su
desacuerdo en que sólo produjeran cambios las interpretaciones transferenciales, y opinaba que
no se debía centrar el trabajo en éstas ya que ello podría reforzar la neurosis. Considera que el
analisis de la contratansferencia no debe realizarse en el propio proceso grupal, sino que existen
otros espacios donde se puede realizar, ya sea la supervisión o el propio análisis del terapeuta.
Describe factores específicos grupales que no aparecen en la psicoterapia individual: la
socialización, los fenómenos en espejo, los condensadores, los elementos en cadena y la
resonancia.

Plantea una psicoterapia del grupo y por el grupo, ya que el paciente es un síntoma de la
perturbación en el equilibrio de la red, es decir, de las relaciones más significativas de las que
forma parte.

Breve explicacion del Psicoanalisis:

El psicoanálisis abrió este territorio al desarrollar tres herramientas fundamentales:

1) Un método de investigación llamado asociación libre. Se invita al analizante a relacionar todo lo


que se le ocurre, resistiendo el impulso de llevar a cabo una elección.
2) Un modo de comprender el significado completo e inconsciente de los pensamientos, motivos y
acciones conscientes, así como las relaciones entre las dos esferas de la mente. El psicoanálisis
deja claro cómo y por qué las motivaciones más poderosas de un comportamiento humano
quedan a menudo ocultas, excluidas de la consciencia de la persona, reprimidas. Más aun: están
sometidas a un aluvión de transformaciones y distorsiones, antes de ser admitidas por la
consciencia de la propia identidad.

3) El psicoanálisis creó una situación nueva, la situación analítica, entre el analista y el analizante.
La esencia de esta situación radica en el hecho de que es una situación de transferencia. El
analizante tiende a revivir todas sus relaciones anteriores con otras personas, que continúan
activas en su mente porque no han llegado a una conclusión satisfactoria. Al hacerlo imbuye al
analista de todas las características de sus imágenes mentales, le asigna los roles de las personas
más importantes de su vida anterior, remontándose hasta su infancia.

La transferencia, que se erige en piedra angular del procedimiento psicoanalítico, sólo puede
experimentarse y explorarse completamente en la situación analítica. El psi-coanálisis es un
procedimiento terapéutico, que no sólo consiste en la repetición de la transferencia. El analista
hace ambas cosas: permite que el paciente experimente una regresión hasta donde él quiera para
conocer de él lo que él quiere, pero también lo lleva al plano del presente, representa para él la
realidad presente y madu-ra. El arte del analista, su buena técnica dicho de otro modo, con-siste
en satisfacer ambas partes en la proporción adecuada y en el momento adecuado.

Ningún analista puede trabajar sin estas tres herramientas, que hemos destacado: asociación
libre, conocimiento del inconsciente y análisis de la situación de transferencia.

Metodología

Número de participantes

El primer y más importante paso para que un grupo se forme es que se reúna. Para los propósitos
de un trabajo tan íntimo como el grupoanálisis, el número de asistentes no puede ser muy alto, in
contar al terapeuta, tres personas pueden trabajar juntas, pero para que un grupo sea
representativo se requiere un mínimo de cinco. Puede trabajarse bastante bien con diez o incluso
doce, pero es difícil que el terapeuta haga justicia a todos y cada uno de los individuos si tiene que
ser un participante pleno y no un simple pasajero. La cifra óptima se sitúa entre siete y nueve, y
ocho ha emergido como un número estándar de consenso general. Se desarrolla una apreciación
de diferencias sutiles en el citado rango, probablemente en función del enfoque particular del
terapeuta, pero para el autor el numero indicado es el 7.

Condiciones, lugar de reunión.

El ligar de las reuniones debe hallarse razonablemente cómodo y tranquilo. La sala no debe ser ni
demasiado grande ni demasiado pequeña, y los asientos han de ser razonablemente cómodos,
mejor butacas que sillas fijas, porque permiten cierta movilidad. El siguiente aspecto importante
es que los miembros deberían verse las caras entre ellos y con el terapeuta. El modelo ideal es el
círculo.

Disposición de los asientos.

La distribución estándar, que corresponde a la situación actual en grupoanálisis, es que el asiento


del líder, el terapeuta, es fijo, y los miembros del grupo, los pacientes, disponen de libertad para
elegir los suyos a voluntad. Siempre tienden a agruparse en un orden permanente, más o menos
rígido. El hecho de que esto ocurra, cuándo y cómo, y si cambia y de qué manera, son aspectos
importantes a observar. Y cuentan con significado para el grupo. Muchas veces las circunstancias
accidentales modifican la situación y sus significados varían en la situación del grupo. Ejemplo la
proximidad, o no, de los pacientes al terapeuta refleja exactamente el grado de participación
interna de cada paciente, mezclado con la fuerza de su transferencia positiva. Si un paciente
siempre retrase su silla del nivel común puede corresponder a su sentimiento de pertenecer a un
nivel social más alto que las otras.

Sin embargo es importante que la situación no se normativice en exceso, a fin de permitir


modificaciones naturales. Esto mantiene al grupo más cerca de la vida y garantiza un grado
deseable de «informalidad». Ejemplo de esto cuando el autor plantea que los nuevos participantes
se empezaron a sentar al lado de el en un grupo y en otro grupo al lado de quien los traiga y
presente ante el grupo.

Selección de los grupos

Es muy importante, por supuesto, a quiénes reúne el conductor. Esto plantea la cuestión de la
selección y el agrupamiento. A juicio del autor, la selección en grupoanálisis es interdependiente
con las otras coordenadas, como el hecho de que se trate de pacientes internos o externos,
patologías, frecuencia de las sesiones, periodo total de tratamiento, si es indeterminado o con
plazo fijo, si se combina con terapia individual o no, y también si el grupo es abierto o cerrado.

Hay pacientes adecuados para un tratamiento grupal y otros no. No cada terapia es para cada
paciente igual que los terapeutas no son para a cada paciente. Ejemplo de esto los mejores
resultados terapéuticos en el tratamiento de psicópatas antisociales y de delincuentes con
desórdenes graves de comportamiento primario han sido conseguidos hasta este momento casi
exclusivamente mediante la terapia grupal, en un entorno más o menos autoritario. La
experiencia práctica prueba que con ellos la terapia individual no es el método hacia el éxito

Para garantizar el éxito del proceso se realiza entonces una selección.

Tipos de selección

El grupo como prueba

La situación grupal actúa en sí misma como prueba, y los propios miembros del grupo y sus
reacciones son participantes activos en este proceso. Este modo de selección ofrece diversas
ventajas, pero requiere, claro está, una experiencia considerable por parte del terapeuta en las
dinámicas de la psicopatología individual y grupal. No es recomendable para los principiantes. Las
reacciones del conductor desempeñan, inevitablemente, un papel en esta elección, pero esto no
es malo. Al fin y al cabo, no está realizando una selección para un grupo de terapia abstracto, sino
para su grupo, conducido por él y en el que por tanto su enfoque y su personalidad tendrán un
significado decisivo. Esta metodología permite ahorrar tiempo, en la medida en que muestra que
un individuo no es un sujeto prometedor para un tratamiento pudiendo buscar así otra forma de
abordar el problema.

Selección según síndromes y problemas.

La selección de los grupos de acuerdo a síndromes o problemas comunes intensifica el proceso


grupoanalítico y casi requiere las condiciones de un grupo cerrado. Puede resultar que el «mismo»
síndrome haya llegado como consecuencia de problemas diferentes, o que problemas similares
generen síntomas diferentes, o que problemas similares produzcan síndromes similares, todos
ellos casos interesantes. El autor se refiero a esta clase de función como «diagnóstico en vivo» y
«pronóstico en vivo», también puede llamarse «selección en vivo».

Selección según tipos de personalidad

Selección por contraste

La semejanza de problemas y síndromes presenta sin duda sus ventajas, pero la diferencia
tampoco está exenta de virtudes. En el tipo de grupo más abierto, esta última configuración es
ideral. La selección se convierte así en una cuestión de lograr una mezcla favorable en la
composición del grupo. Los criterios se orientan más hacia el tipo de personalidad, por ejemplo,
introvertidos y extrovertidos, enclaustrados, aislados, tímidos, o comunicativos, buenos o malos
verbalizadores, excesivamente aplicados y tipos irresponsables, etcétera. La variedad, sin
descartar los extremos, de este modo el uno muestra de forma evidente, personifica, lo que está
suprimido en el potencial del otro. Quizás cuanto más amplio es el abanico más alto es el potencial
terapéutico, siempre que el grupo sea capaz de dominar esa diversidad sin desintegrarse.
Obviamente, la capacidad del conductor desempeña un papel decisivo en esto.

Selección por las necesidades del grupo

En este caso el énfasis de la selección se pone en la composición del grupo que se tiene entre
manos, en el estado de integración que ha alcanzado, y en si la inclusión de un individuo en
concreto es buena o mala para el grupo más que para el individuo en cuestión. Este tipo de
selección pone los intereses del grupo en primer plano, está «centrada en el grupo». El terapeuta
se pregunta qué tipo de persona es deseable añadir, o excluir, para ayudar al grupo en su
conjunto. Busca al individuo desde el punto de vista del grupo. De acuerdo con una profunda ley
de relaciones interpersonales este grupo es también un buen medio para el individuo en cuestión.
La semejanza es buena para unos propósitos y las diferencias para otros.

La selección debe considerar la situación total


Por otro lado, un profesor universitario no prosperaría en un grupo de obreros para los propósitos
del análisis, pero sí podría encajar bien con ellos para un propósito especial, por ejemplo, construir
un invernadero, en las condiciones de un hospital militar. Esto se menciona para señalar que
asuntos como la selección no deben tomarse de manera aislada, fuera del contexto de la situación
total. Y esto es, quizá, la regla de oro de toda selección para terapia de grupo, sea una actividad o
una entrevista

Factores temporales

Llegamos ahora a la cuestión del tiempo, frecuencia de las sesiones, regularidad, duración del
tratamiento y factores relacionados. Éstos son de nuevo interdependientes.

Frecuencia de las sesiones.

Empecemos por la frecuencia. Una sesión semanal es un buen criterio. No se aconsejaría iniciar un
tratamiento nuevo sobre la base de dos o tres sesiones semanales con el riesgo de tener que
reducirlo por causa de la propia agenda. Distinto es el caso en el que el tratamiento puede
planearse según un programa decreciente, o puede ser lo bastante flexible para guiarse por las
necesidades espontáneas del grupo. No parece una gran ventaja en disponer de dos sesiones
semanales, en cambio, se considera que un intervalo de cinco días es el ideal.

Regularidad

La regularidad es, en principio, fundamental. La irregularidad individual, como el silencio


individual, conlleva una buena carga de significado oculto. El grupo abierto puede ser algo más
liberal en su exigencia de asistencia regular, para adaptarse al individuo. La regularidad en la
asistencia cohesiona al grupo, y hace que se aproxime a un grupo cerrado.

Duración del tratamiento

La participación en un grupo durante un año, es decir, unas cuarenta sesiones, es no obstante, un


buen tiempo.

Los grupos cerrados deberían trabajar juntos un mínimo de tres o cuatro meses, y si deberían
pasar de un año es algo que depende de los progresos de sus participantes. Cuanto mayor es el
progreso, mayores son las razones que podrían hallarse para seguir adelante. Si no progresa bien
después de un lapso de entre tres y seis meses, es preferible que el grupo se disuelva o que al
menos se remodele.

Duración de la sesión

El tiempo de cada sesión no puede ser inferior a una hora pero tampoco mucho mayor. El autor
plantea que no termino una sesión antes de los setenta y cinco minutos ni mucho después de una
hora y media. En algún lugar intermedio trata de encontrar una pausa natural. No es preciso que
sea una conclusión; es importante que tanto el terapeuta como los participantes aprendan a
tolerar la tensión de lo inconcluso, y el suspense que se produce es incluso beneficioso: estimula el
trabajo en las mentes de los participantes y hace que se interesen en desarrollos posteriores.

Proceso terapeutico desde el grupoanalisis (Metodologia que utilizan)

Marcos Córdoba en su libro “introduccion a la psicoterapia grupoanalitica” explica que la situación


grupoanalítica promueve los siguientes principios, los cuales son de capital importancia para la
operación como diagnóstico y procedimiento terapéutico:

1) Participación activa.— Supone despertar el interés y preparar el terreno para


experiencias «mutativas» (Strachey). Sólo lo que se produce en la propia mente de
la persona puede tener un efecto duradero en ella, puede cambiarla. Esto no es
posible sin una participación activa.
2) Comunicación en un clima permisivo.— Esto implica la necesidad de formular
significado para uno mismo y los demás, y al mismo tiempo comprender, recibir las
formulaciones de los problemas de los otros, así como los de uno vistos a través de
los ojos de los otros.
3) Observación en un entorno social.— Desde el punto de vista del observador, esto
permite una historia en vivo, un diag-nóstico en vivo, un pronóstico en vivo: la
observación directa del significado dinámico de las alteraciones y sus cambios, sin
olvidar la autoobservación de cada miembro del grupo al compararse con los otros
y distinguirse por la vía del contraste.

Estos principios se corresponden y se solapan con 1) activación, 2) ajuste o adapta-ción y 3)


insight, en los cuales ya he insistido en otra ocasión.

Existe por tanto una movilización de los conflictos y defen-sas del paciente, que están afiladas, y al
mismo tiempo éste experimenta:

1) El apoyo del grupo al compartir, liberar ansiedad y culpa mediante la confesión, catarsis.

2) La inmediata acción terapéutica basada en el ajuste en curso y el insight.

El terapeuta

El grupoanalista, pues, trae consigo la experiencia de su trabajo con pacientes individuales. Está
familiarizado con la situación analítica. Puede comprender, manejar y analizar las reacciones de
transferencia en términos de su significado inconsciente. Es capaz de percibir e interpretar
resistencias. Conoce el significado de las expresiones directas del inconsciente en el lenguaje
primario, simbólico y primitivo, como se revela en sueños. Sabe identificar las formas en que el
impulso reprimido se abre paso en el comportamiento evidente, causando equivocaciones y
alteraciones de todo tipo. Se da cuenta de la importancia del conflicto emocional en las
manifestaciones físicas o funcionales. Conoce el valor defensivo de todo esto para el paciente.
Posee una visión dinámica y de conjunto del comportamiento y carácter humanos, que adquiere
en particular del análisis del yo y de sus mecanismos de defensa. Disfruta de una visión vertical del
desarrollo humano, está convencido de que las experiencias primeras influyen y crean las
experiencias posteriores, y sabe cómo el «pasado» entra en el «presente». No retrocede al darse
cuenta de la importancia, la amplitud y el poder de los instintos eróticos, sexuales y agresivos. Se
le reconoce el hecho de haber adquirido, sobre todo a través de su propio análisis, un grado
razonable de estar exento de ansiedad, intolerancia, prejuicios —especialmente morales— e
interferencias; y un alto grado de integración en su propia persona. Esto le permite el máximo
margen de maniobra al recibir y transmitir estímulos, al tiempo que ejerce un control óptimo
sobre ellos y habla con un buen equilibrio de observación, reacción y opinión. Todo ello debería
habilitar al analista para participar con total empatía en la vida mental de sus pacientes, y
mantener al mismo tiempo el grado de distanciamiento y objetividad indispensables para su
función.

El grupoanalista tiene que ser ambas cosas, un miembro de su grupo, que comparte plenamente
todas sus preocupaciones, y un líder, que se alza, en cierto sentido, fuera de él, que ve más allá de
sus asuntos inmediatos, que mantiene la cabeza fuera del agua. Por último, el psicoanalista, en el
momento presente, tiene a menudo lo que no debería tener: un prejuicio. Esto es producto de su
experiencia de apasionado trabajo diario a lo largo de los años con pacientes individuales, un
trabajo que a menudo no le ha proporcionado los resultados que él esperaba conseguir. Le cuesta,
pues, creer que se puedan obtener resultados buenos y duraderos, sobre base genuina, con un
método que se extiende durante unos meses, o aunque sea durante varios años, a un ritmo de
sólo una sesión por semana. Es demasiado pronto para considerar esta reivindicación como algo
establecido para el grupoanálisis, aunque un número cada vez mayor de observadores
competentes, que siguen líneas de trabajo afines, coinciden en su opinión relativa a los éxitos
logrados. Los resultados terapéuticos del grupoanálisis, aunque no constituyen el interés primario
del autor, impresionaron y desconsertaron desde el principio de forma convincente.

La contribución del conductor

Aquí nos preocupa sólo la contribución que realiza para establecer la situación grupoanalítica.
¿Qué respuesta ofrece, o expresa mediante el tratamiento de la situación, a la pregunta de cómo
han de proceder los pacientes? ¿Qué se espera que hagan ellos? ¿Cómo se espera que discutan
sus problemas?

¿Les dará instrucciones, o una conferencia, o bien les planteará preguntas y les dará consejos? El
grupo está reunido y las miradas están puestas en el conductor.

Evidentemente los pacientes se sienten enfermos y quieren ser curados. No conocen ninguna de
las razones de su afección, para ellos el médico, lo sabe todo y puede curarlos. No desean nada
más. Sin embargo, detrás de esta fachada se oculta otra realidad. Los pacientes obtienen un alto
grado de satisfacción de sus quejas, aunque sea una satisfacción distorsionada, perversa e
inconsciente. Su afección es la mejor defensa que han sido capaces de construir contra sus
conflictos. Si esto pudiera cambiarse de repente, se encontrarían desnudos ante intolerables
tormentos de miedo, dolor y terror. «Aquí estoy —piensan—, incapaz de tratar conmigo mismo, y
si yo no puedo hacerlo, nadie podrá. Usted, doctor, inténtelo y no tardará en descubrir que es
completamente imposible. Entonces estará de acuerdo conmigo y se rendirá, y yo podré seguir
siendo como soy. Es completamente imposible que se pueda hacer algo.» La «mente
inconsciente» del paciente, si pudiera hablar, diría: «Si algo pudiera alterar esto, sólo podría
hacerse en mis propios términos, y yo sé que es imposible conseguirlo, yo no puedo aceptar que
se consiga.»

Mínimo de instrucciones

En estas circunstancias, las conferencias, las exhortaciones, la compasión, la pena, los consejos, los
medicamentos, las explicaciones, el ánimo, todo puede ayudar un poco, pero no basta para mover
al paciente de su fortaleza de enredos. A largo plazo, sólo le ayudan a afianzarse más en su
posición. Sólo le sirven, como tantas excusas, para mantenerse alejado de su problema, para
escaparse de afrontarlo. Sin embargo, si es llevado a una situación que él mismo de manera
continua ayuda a crear, a modelar, se ve forzado a salir a campo abierto con sus propias
reacciones y contradicciones. El grupoanalista, por esta razón, quiere dar al paciente un mínimo
de instrucciones, de programa o reglas, y un máximo de libertad en la expresión personal, un
máximo de participación activa en lo que está sucediendo. Cuanto más indefinida es la situación,
más debe el paciente ponerse a prueba, comprometerse para afrontarla, más tiene que invertir su
propia mente en ello. Si no estuviera expuesto a ser mal interpretado, estaría tentado de decir:
«Esto no es sólo un grupo sin líderes, sino también un grupo sin rumbo.»

Discusión de flujo libre

La regla básica del grupoanálisis, en lo que a la comunicación verbal de los pacientes respecta, es
el homólogo grupal de la asociación libre: hablar de lo primero que a uno se le ocurre, sin
seleccionar. Funciona de un modo distinto en la situación grupal que en la situación individual; del
mismo modo que funciona de un modo distinto en la situación analítica que en el procedimiento
del autoanálisis. La asociación libre no es en modo alguno independiente de la situación total. La
forma en que funciona la ha descrito el autror—después de observarla durante años— como
discusión o conversación de flujo libre

Iniciación al funcionamiento del grupo

El terapeuta, que los ha reunido, debe al grupo una explicación llegados a este punto pero este
debería ser muy consciente de que lo que dice no es tan importante como lo que hace. Que lo que
dice y cuánto dice es enteramente resultado de su reacción espontánea al grupo que tiene
delante. Algunas veces apenas hay que decir nada, o alguien del grupo empieza a hablar de
inmediato. A menudo un grupo empieza con las preguntas del terapeuta acerca de las dolencias
de cada uno y de lo que piensan que puede causarlas y qué puede hacer por ellos, y luego
presentando a los pacientes entre sí. Si surge de esto, apoya el intercambio de comentarios, lo
cual ocurre a menudo, y se entiende que este intercambio en estilo libre forma parte del juego
Dejar que el procedimiento surja de la experiencia y la práctica del grupo más que dar las reglas
como instrucción verbal (principio anterior). Sin embargo, podría resultar útil recordar nuestras
primeras instrucciones, más formales, al mismo efecto:

Se les invita a participar y hablar con libertad. No piensen en modo alguno que deben ceñirse a
cualquier cuestión que haya surgido. No piensen que el objetivo primordial es el debate y que se
espera de ustedes que hagan comentarios particularmente bien informados o inteligentes.
Limítense a expresar todo aquello que se les ocurra...

Tanto si da estas instrucciones u otras diferentes, lo principal es que el conductor tenga éxito en
establecer esta actitud hacia la comunicación como el código de conducta aceptado en el grupo.
Hacer esto implica que trata todas las comunicaciones igual y con idéntico respeto, que de manera
continua ayuda al grupo a ver el significado y el valor de todo tipo de comunicaciones, incluso de
los comentarios más nimios y triviales, y a analizar todas las resistencias que interfieren la libre
expresión. En otras palabras, ésta es una de sus funciones fundamentales en el curso de la sesión.

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