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PARTE METEOROLÓGICO PARA EL SIGLO XXI

La mayoría de los meteorólogos se equivocan al creer que la previsión del tiempo y la previsión
del clima son lo mismo, los climas futuros son mucho más predecibles que la meteorología
futura.

El cambio climático es susceptible de previsión y por eso tantos científicos están razonablemente
convencidos de que un ascenso del nivel del dióxido de carbono irá acompañado de un profundo
cambio climático. Ese convencimiento procede del conocimiento de la historia pasada y de los
muchos períodos glaciales e interglaciares de los últimos dos millones de años.

La fuente más fiable de información y previsiones climáticas sobre los próximos cien años es el
Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).

En el capítulo se muestra un cuadro gráfico que ilustra las predicciones de los científicos
especialistas en el clima, donde las previsiones climáticas están basadas en su mayoría en
modelos matemáticos de la Tierra que en principio se usaron para predecir el tiempo que haría al
día siguiente o al otro.

Se indica que, cuando se trata de previsiones climáticas, no basta con considerar las leyes físicas
de la atmósfera, hay que tener también en cuenta el modo en que los océanos almacenan calor,
dióxido de carbono y la dinámica de sus intercambios con la atmósfera.

Hoy sabemos que los bosques no son áreas pasivas en un mapa con propiedades climáticas fijas,
sino que juegan un papel activo en el sistema climático. Lo mismo sucede con la superficie del
océano y los organismos que viven en ella. Las nubes y las partículas de polvo suspendidas en el
aire también tienen un efecto poderoso sobre el clima.

Pero a pesar de la experiencia de los equipos humanos y de los potentes ordenadores que se
dispone, las previsiones son provisionales y no podemos descartar sorpresas. Debemos estar
preparados para que, en lugar de las previsibles subidas paulatinas y continuas del nivel del mar
y de la temperatura, se produzcan discontinuidades súbitas y totalmente imprevistas.
Critica

El ser humano cree tener una respuesta predecible a fenómenos naturales por la experiencia, por
la historia, pero debe tener en cuenta que no todo puede ser calculado ni exacto.
Desde épocas pasadas se trataba de realizar previsiones lo más precisas posibles pero cuando se
trata de suposiciones climáticas, no basta con considerar las leyes físicas de la atmósfera, hay
que tener también en cuenta el modo en que los océanos almacenan calor, dióxido de carbono y
la dinámica de sus intercambios con la atmósfera.

Creemos haber detectado algunas previsiones precisas, pero aún nos preguntamos si la
circulación de corrientes calientes y frías en el Atlántico norte no estará a punto de sufrir un
cambio repentino.

Un buen ejemplo que nos refiere, es el de Cristóbal Colón que, con sus marineros partieron hacia
el Oeste en busca de las Indias, su modelo de una Tierra redonda era correcto, pero el planeta les
guardaba una enorme e impredecible sorpresa, la existencia del continente americano.

Claramente debemos estar preparados para que, en lugar de los previsibles cálculos al tiempo o
al clima, debemos estar listos para sus inesperados e imprevistos cambios.

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