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(1 Samuel.3:1-4)
Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos
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La Ley decía: "deberán arder continuamente..."Es estatuto perpetuo. Era obligación del sacerdote
mantenerla encendida. Era su deber que nunca se apagara.
Pero Israel atravesaba una crisis espiritual. La misma que hoy está atravesando la iglesia de Dios:
-La Palabra de Jehová escaseaba en aquellos días.
-No había visión con frecuencia.
-Eli el gran ministro, estaba acostado.
-Samuel estaba durmiendo en el Templo, donde estaba el Arca del Pacto.
Ya no había profecías ni visiones. Ya no había mensajes de Dios para su pueblo, porque Eli estaba
acostado. Sus ojos ya no podían ver. No solo perdió la visión física, sino también la espiritual. La Palabra
de Dios escaseaba.
Los sacerdotes ya no entraban al Lugar Santo para llenar las lámparas con el aceite Santo, ya no
machacaban las olivas...no querían ensuciarse las manos.
Y Samuel, a pesar de estar deseoso de sentir algo de parte de Dios, esa noche estaba durmiendo.
Pero estaba en los planes de Dios hacer algo en medio de su pueblo...Nadie estaba orando. Nadie
ayuno. Nadie busco a Dios. Nadie intercedió o gimió y lloro por Israel delante de Dios...pero El no pudo
ni puede quedarse quieto viendo como su pueblo se aleja y cae en el pecado y la perdición.
Desde muy chico, su madre le conto la historia de su milagroso nacimiento y su consagración, pero él
sabía que todavía le faltaba algo...el llamado...el llamado de Dios.
Aquel era tan solo un día más, común y corriente...rutinario.
El había participado del culto y los canticos. Vio al sacerdote Finees ofrecer el sacrificio de aquel día.
Vio el rostro resignado de Eli...vio cómo se refregaba sus manos nerviosas y el sudor corriéndole por la
frente. Para el aquella reunión era algo interminable, hasta que por fin acabo. Todos regresaron a sus
casas...todos menos Samuel. El vivía allí, en el Templo. Pero ese día, sin el imaginarlo o esperarlo, Dios
tenía algo preparado para el...
"...Samuel...Samuel..."
El pensó que era Eli quien lo llamaba.
En esta parte vemos la palabra clave de esta palabra. (OBEDICENCIA)
"...Samuel...Samuel..."
Una voz que no lo dejaba dormir.
"...Samuel...Samuel..."
Hasta que tuvo que responder:"...Habla, Jehová, porque tu siervo oye..."
AUN HAY TIEMPO!!! LA LAMPARA DE NUESTRO DIOS SIGUE ENCENDIDA SIGUE LLAMANDO A NIÑOS
JOVENES Y ADULTOS QUE ESTEN DISPUESTOS A SER USADOS POR DIOS QUE A PESAR DE LOS TIEMPOS
DIFICILES ESTEN DISPUESTOS A CONECTARSE Y PODER ESCUCHAR ESA VOZ QUE EN OBEDICIENCIA
DIGAN HEME AQUÍ!!!
QUE QUIZA HEMOS QUEDADO EN UN MOMENTOS FRIOS POR LA SITUACION AUN EL TIEMPO DE
GRACIA NOS PERMITE REGRESAR Y CONECTARNOS CON DIOS.