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INTRODUCCIÓN
Sanación interior es pedir a Jesús retroceder al tiempo en que fuimos heridos, para
que ahora nos libere de ello. Esto implica dos pasos:
Sacar a la luz las cosas que nos han herido. Conviene hacerse ciertas preguntas
que generalmente nos revelan las heridas básicas por las que debemos orar:
(1) ¿Cuándo comenzó todo esto? O también: ¿fue una niñez feliz? Muchas de las
heridas más profundas se remontan a los primeros 2 o 3 años de vida, o sea, al
tiempo en que fuimos más vulnerables y menos capaces de defendernos a nosotros
mismos. Pero también es verdad que algunos han recibido sus heridas
posteriormente en la escuela, en algunas experiencias sexuales desdichadas, etc.
(2) ¿Qué fue lo que causó la herida? Muchas veces ya la respuesta a la primera
pregunta revela las razones de las viejas heridas. Muchas de ellas arrancan de
algún rechazo o alguna relación rota. Particularmente importantes son nuestras
relaciones con los padres. Si la madre no acarició lo suficiente al niño, si el padre
regresaba del trabajo cansado y apenas hablaba con el niño o lo castigaba
duramente, si había demasiados niños para una madre enfermiza y no tuvo tiempo
de demostrarles afecto, o si uno de los padres falleció siendo todavía pequeño el
niño. Todas estas penosas experiencias dejan heridas que afectan profundamente
los sentimientos básicos de la persona.
Eso se logra mejor al dialogar con otra persona; incluso el hablar del problema
constituye ya un proceso de curación.
Orar al Señor para que nos cure de esas heridas. Si alcanzamos a recordar cómo y
por qué comenzó todo, entonces pedimos a Jesús que nos acompañe al pasado.
Él, como Señor del tiempo, es capaz de hacer lo que nosotros no podemos. Él puede
curar esas heridas del pasado que todavía nos hacen sufrir, a veces en forma
inmediata.
Después de haber orado por la sanación de la herida, aspecto negativo de la
curación, podemos pedir al Señor que llene en forma positiva la vida nuestra de todo
lo que estábamos echando de menos.
Dado que tenemos una necesidad tan profunda de amor, la conclusión de la oración
de sanación interior es, por lo general, llenar del amor de Dios todos los ámbitos
vacíos de nuestro corazón.
La curación interior da tanta paz y alegría a las personas, que es una pena que sean
tan pocos los que entiendan y practiquen esta clase de oración.
Los milagros son el lenguaje de Dios. Todos son para el bien; nunca realiza ningún
milagro para castigar.
Una parte importante en la aceptación que Jesús encontró fué por la abundancia de
milagros que hacía. Jesús rodea su predicación del reino de muchas curaciones y
expulsiones de demonios.
Los milagros son el lenguaje de Dios. La naturaleza habla de la gloria de Dios. Para
los ojos despiertos, que no están nublados por la rutina, toda la creación es un canto
de alabanza al Creador que pregona: Él nos ha hecho. La belleza del mundo es
palabra hermosa que habla de Dios. Todo habla de Dios y de su esplendor de gloria.
Pero el milagro tiene un lenguaje especial. Es el lenguaje privado de Dios. Sólo Él
puede emitir una palabra que vaya más allá de los límites que ha querido establecer
en la naturaleza. Los milagros hablan del amor omnipotente del eterno. Y Dios habla
en Jesús con tantos milagros que, al cabo de los tres años, casi se acostumbran a
esa grandeza. Todos los milagros de Jesús son para el bien; nunca realiza ningún
milagro para castigar o hacer caer fuego del cielo sobre los injustos o los
malhechores. Los que los observan, ven el dedo de Dios que señala: mirad a mi
Hijo. Los beneficiados se gozan. Los ciegos se llenan de alegría, al ver; los
paralíticos saltan de gozo, y los leprosos estrenan nueva convivencia al quedar
limpios.
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PRIMER DÍA: VENGO A SANARTE
ACTO DE CONTRICIÓN
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
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poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén
Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.
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Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.
Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.
Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.
San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.
SALMO 104
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
"Entonces Yavé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre
todas las bestias y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu
vientre y comerás tierra por todos los días de tu vida. Haré que haya enemistad
entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras
tú herirás su talón.» A la mujer le dijo: «Multiplicaré tus sufrimientos en los
embarazos y darás a luz a tus hijos con dolor. Siempre te hará falta un hombre, y él
te dominará." Al hombre le dijo: «Por haber escuchado a tu mujer y haber comido
del árbol del que Yo te había prohibido comer, maldita sea la tierra por tu causa.
Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los días de tu vida. Espinas y cardos
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te dará, mientras le pides las hortalizas que comes. Con el sudor de tu frente
comerás tu pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Sepas que
eres polvo y al polvo volverás.» El hombre dio a su mujer el nombre de «Eva», por
ser la madre de todo viviente. En seguida Yahvé Dios hizo para el hombre y su
mujer unos vestidos de piel y con ellos los vistió."
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)
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Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5, 21)
Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)
Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)
Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)
Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
ORACIÓN
Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
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enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias porque por
Tu amor nos diste a Jesús.
Gracias Padre porque a la luz del Espíritu comprendemos que él es la luz, la Verdad
y el buen pastor que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en
abundancia.
Hoy, Padre, me quiero presentar delante de ti, como tu hijo.
Tú me conoces por mi nombre.
Pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida.
Tú conoces mi corazón y conoces las heridas de mi historia.
Tú conoces todo lo que he querido hacer y no he hecho.
Conoces también lo que hice o me hicieron lastimándome.
Tú conoces mis limitaciones, errores y mi pecado.
Conoces los traumas y complejos de mi vida.
Hoy, Padre, te pido que por el amor que le tienes a tu Hijo Jesucristo, derrames tu
Santo Espíritu sobre mí, para que el calor de tu amor sanador, penetre en lo más
íntimo de mi corazón.
Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas sáname aquí y ahora
de mi alma, mi mente, mi memoria y todo mi interior.
Entra en mí, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus
Discípulos llenos de miedo.
Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: “paz a vosotros”. Entra en mí corazón
y dame tu paz.
Lléname de amor.
Sabemos que el amor echa fuera el temor.
Pasa por mi vida y sana mi corazón.
Sabemos, Señor Jesús, que tú lo haces siempre que te lo pedimos, y te lo estoy
pidiendo con María, mi madre, la que estaba en las bodas de Caná cuando no había
vino y tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino.
Cambia mi corazón y dame un corazón generoso, un corazón afable, un corazón
bondadoso, dame un corazón nuevo.
Haz brotar en mí los frutos de tu presencia.
Dame el fruto de tu Espíritu que es amor, paz, alegría.
Haz que venga sobre mí el Espíritu de las bienaventuranzas, para que pueda
saborear y buscar a Dios cada día, viviendo sin complejos ni traumas junto a los
demás, junto a mi familia, junto a mis hermanos.
Te doy gracias, Padre, por lo que estás haciendo hoy en mi vida.
Te doy gracias de todo corazón porque tú me sanas, porque tú me liberas, porque
tú Rompes las cadenas y me das la libertad.
Gracias, Señor Jesús, porque soy templo de tú Espíritu y ese templo no se puede
destruir porque es la Casa de Dios.
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Te doy gracias, Espíritu Santo, por la fe.
Gracias por el amor que has puesto en mi corazón.
¡Qué grande eres, Señor Dios Trino y Uno!
Bendito y alabado seas, Señor.
Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estás lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.
Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.
Padre, en el nombre de Jesús, venimos a adorar y engrandecer tu nombre y a darte
gracias por tu amor y tu misericordia.
Señor Jesús, gracias por el sacrificio que tú hiciste en la cruz del Calvario.
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Padre, en este momento venimos delante de Tu santa Presencia en el nombre de
Jesús para interceder por la salud de nuestros hermanos y hermanas, quienes
necesitan de tu toque divino para que su salud sea restaurada.
Gracias Padre por tu misericordia.
Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
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Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.
Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.
Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.
Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.
Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.
Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.
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Derrama todos tus dones en mi vida, para que se manifieste nuevamente en mí la
salud, el equilibrio de mi cuerpo y todas sus funciones, sus sentidos perfectos y su
mente sana.
Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.
Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.
Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.
Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.
Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.
Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.
Te pido Dios mío que infundas en mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.
Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!
Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.
Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.
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ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS
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SEGUNDO DÍA: VENGO A SANARTE
ACTO DE CONTRICIÓN
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
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poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén
Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.
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Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.
Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.
Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.
San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.
SALMO 102
Como un padre
siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
Elías, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: «Vive el Señor, Dios de Israel, ante
quien sirvo, que no habrá en estos años rocío ni lluvia si no es por la palabra de mi
boca». La palabra del Señor llegó a Elías diciendo: «Sal de aquí, dirígete hacia
oriente y escóndete en el torrente de Querit, frente al Jordán. Habrás de beber sus
aguas y he ordenado a los cuervos que allí te suministren alimento». Fue a
establecerse en el torrente de Querit, frente al Jordán, procediendo según la palabra
del Señor. Los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y lo mismo al
atardecer; y bebía del torrente. Al cabo de unos días se secó el torrente, pues no
hubo lluvia sobre el país. La palabra del Señor llegó entonces a Elías
diciendo: «Levántate, vete a Sarepta de Sidón y establécete, pues he ordenado a
una mujer viuda de allí que te suministre alimento». Se alzó y fue a Sarepta.
Traspasaba la puerta de la ciudad en el momento en el que una mujer viuda recogía
por allí leña. Elías la llamó y le dijo: «Tráeme un poco de agua en el jarro, por favor,
y beberé». Cuando ella fue a traérsela, él volvió a gritarle: «Tráeme, por favor, en tu
mano un trozo de pan». Ella respondió: «Vive el Señor, tu Dios, que no me queda
pan cocido; solo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la alcuza.
Estoy recogiendo un par de palos, entraré y prepararé el pan para mí y mi hijo, lo
comeremos y luego moriremos». Pero Elías le dijo: «No temas. Entra y haz como
has dicho, pero antes prepárame con la harina una pequeña torta y tráemela. Para
ti y tu hijo la harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “La orza de
harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará hasta el día en que el Señor
conceda lluvias sobre la tierra”». Ella se fue y obró según la palabra de Elías, y
comieron él, ella y su familia. Por mucho tiempo la orza de harina no se vació ni la
alcuza de aceite se agotó, según la palabra que había pronunciado el Señor por
boca de Elías. Después de estos hechos, cayó enfermo el hijo de la dueña de la
casa; su mal fue agravándose hasta el punto de que no le quedaba ya aliento.
Entonces la viuda dijo a Elías: «¿Qué hay entre tú y yo, hombre de Dios? ¡Has
venido a recordarme mis faltas y a causar la muerte de mi hijo!». Elías respondió:
«Entrégame a tu hijo». Lo tomó de su regazo, lo subió a la habitación de arriba
donde él vivía, y lo acostó en su lecho. Luego clamó al Señor, diciendo: «Señor,
Dios mío, ¿vas a hacer mal a la viuda que me hospeda, causando la muerte de su
hijo?». Luego se tendió tres veces sobre el niño, y gritó al Señor: «Señor, Dios mío,
que el alma de este niño vuelva a su cuerpo». El Señor escuchó el grito de Elías y
el alma del niño volvió a su cuerpo y el niño volvió a la vida. Tomó Elías al niño, lo
bajó de la habitación de arriba al interior de la casa y se lo entregó a su madre,
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diciendo: «Mira, tu hijo está vivo». La mujer dijo a Elías: «Ahora sé que eres un
hombre de Dios, y que la palabra del Señor está de verdad en tu boca».
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)
Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)
Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)
Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)
Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
ORACIÓN
Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
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de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor, Tú puedes volver atrás conmigo y caminar conmigo a través de mi vida desde
el momento que fui concebido.
Ayúdame, Señor, aun entonces: límpiame y líbrame de todo lo que pudo causarme
dificultades en el momento de mi concepción. Tú estabas presente en el momento
que fui formado en el vientre de mi madre. Líbrame y sáname de cualesquiera
ataduras en mi espíritu que hayan podido llegarme por mi madre o las circunstancias
de la vida de mis padres aun cuando tomaba forma. Por esto, te doy gracias.
También te alabo, Jesús, porque además me estás sanando del trauma de nacer.
(Muchas de nuestras madres tuvieron partos largos y dolorosos cuando nacimos, y
esto tiene un efecto en la criatura). Te pido, Señor, que me cures del dolor de nacer
y de todo lo que sufrí al nacer. Te doy gracias, Señor, porque Tú estabas allí para
recibirme en tus brazos cuando nací. Conságrame en ese mismo momento al
servicio de Dios. Gracias, Jesús, porque esto se ha hecho.
(También hay personas que necesitaron más del amor paternal en sus vidas).
28
Por cualquier razón que me haya sentido descuidado, rechazado, Señor, llena esa
parte de mi ser con un profundo amor paternal que sólo viene de un padre. Aunque
yo no esté consciente de haber necesitado unos brazos fuertes y un "papito" que
me amara y me diera seguridad y apoyo, dámelo Tú ahora. Gracias, Señor, porque
esto también lo estás haciendo.
Cúrame, Señor, las heridas causadas por las relaciones con mi familia, el hermano
o hermana que no me entendía del todo o que no me demostraba amor y bondad
debidamente. Una parte mía nunca se sintió amada por eso. Déjame ahora alcanzar
en perdón a ese hermano o hermana. Quizás a través de los años, nunca he podido
aceptarlos porque nunca me sentí verdaderamente aceptado por ellos. Dame un
gran amor por ellos. Así que la próxima vez que los vea haya tanto amor que todo
lo viejo habrá pasado. Me habrás renovado. Te doy gracias por eso, Señor.
(Según crecíamos, el primer trauma real en nuestra vida pudo haber sido cuando
fuimos a la escuela por primera vez. Esa fue la primera vez que nos ausentábamos
del hogar y todo lo que ello representaba. Para algunos de nosotros que éramos
muy sensibles, que éramos tímidos, inseguros, esto fue difícil; - quedarnos con
aquella maestra extraña, con compañeros extraños, en un lugar extraño).
Señor, de veras nunca me recuperaré de esa experiencia, porque había cosas que
esperaban de mí y cosas que me herían mucho. Hubo maestras intratables y niños
que no me mostraban amor o comprensión.
Te pido, Señor, que me sanes de todos esos años que pasé en la sala de clase,
que me quites todo el dolor y sufrimiento que recibí en ese tiempo. Me retraje en
ese entonces, Señor, y empecé a sentir miedo de hablar en grupos porque me
habían ridiculizado, castigado, criticado en la escuela. Dejé de hablar porque era
demasiado doloroso. Señor, te pido que abras la puerta de mi corazón. Déjame
relacionarme en grupos de una manera más abierta y libre de lo que he podido hasta
ahora. Según se lleva a cabo esta curación, tendré la confianza y el valor de hacer
lo que me pidas en toda situación. Gracias, Señor, porque creo que estás
sanándome ya.
Hazme comprender por lo que hoy están pasando los jóvenes, porque yo mismo
también he pasado por ello: esa época de búsqueda y conflicto. Según me voy
sanando, déjame ayudar a otros a encontrar la curación.
(Esposos y esposas tienen cosas del pasado que se interponen en sus relaciones,
heridas y sufrimientos que solamente pueden existir entre quienes tratan de vivir
juntos y conocerse en una situación muy íntima). Señor, sáname de estas cosas.
Haz que mi matrimonio empiece a ser de nuevo lo que Dios quiere que sea. Toma
en tus manos todas las heridas y sufrimientos del pasado, para que desde ahora en
adelante este matrimonio sea limpio y de nuevo tan libre y tan sano como sea
posible.
Gracias, Padre, que mediante esta curación podemos llegar a ser la clase de marido
y mujer que Tú pides que seamos.
(Los sacerdotes, religiosas y religiosos han tenido heridas que los han alejado de
Jesús en vez de acercarlos a Él). Señor, ayúdame a sentir tal calor y fortaleza de
amor en mí que nunca jamás dude yo, si el camino que sigo es al que me has
llamado. Dame valor y confianza en la obra que me has llamado a hacer. Llévame
adelante con propósito y metas nuevas. Gracias, Padre, porque sé que estás
haciéndolo.
(La gente soltera que se han sentido llamados a esa vida, siguen los pasos de Jesús
con un dolor y sufrimiento que sólo Dios conoce). Me he sentido solo y en ocasiones,
abandonado y totalmente rechazado por el resto de la humanidad. Señor Jesús,
lléname hoy de un nuevo sentido de fortaleza y propósito. Hazme comprender lo
que has puesto en mi corazón. Déjame ser un testimonio vivo de Jesucristo. Te doy
gracias, Padre, porque sé que estás haciendo esto.
Según siento la unción de tu amor, te glorifico, Señor, porque sé que está hecho.
Señor, no hay poder en el cielo y la tierra que pueda impedirlo. Te alabo, Señor,
porque sé que mientras más te entrego, dándote gracias y alabándote por ello, más
me das la fortaleza de tu presencia, el poder de tu espíritu, el amor de tu Divino Hijo.
Te alabo, Jesús, por esta curación y te glorifico. Gracias. Amén.
(Ahora permanece en silencio unos diez minutos. Deja que el Espíritu de Dios
30
complete la obra de curación en ti. Vacía tu corazón de todo lo que no es de Dios.
Deja que Dios vuelva a llenarlo con su Amor).
Jesús, Dios de ternura y de misericordia, tú que nos has prometido que cuando dos
o tres estuvieran reunidos en tu Nombre estarías en medio de ellos, aquí estamos
reunidos en torno a ti. Imploramos tu compasión y te pedimos que pongas tu mirada
sobre nosotros, para que recibamos de ti fuerza y paz en nuestra alma y en nuestro
cuerpo. Te gustaba pasear en medio de la muchedumbre, pararte junto a los
enfermos y tocarlos para manifestar tu inmensa compasión por ellos. Muy a
menudo, los curabas para que fuera confirmada tu Palabra, esta buena nueva de
salvación propuesta a todos. Señor Jesús, te suplicamos que vengas tú mismo a
tocarnos. El que tú amas está enfermo. Tócame en el lugar de mi enfermedad,
visítame en la raíz de mi mal. (Puedes ungirte con aceite exorcizado).
Tú eres el mismo ayer, hoy y eternamente. Lo que realizaste hace 2.000 años,
también puedes realizarlo ahora. Por eso, te suplicamos que nos escuches y vengas
en nuestra ayuda.
Gracias Señor por lo que estás haciendo en mí. Tienes compasión de mí y confío
porque lo sé, que lo que inicias, lo llevas a término. Dame la gracia de acoger sin
miedo la obra de tu amor en mi cuerpo enfermo. Concédeme atreverme a creer que
tú actúas en mí, como hiciste con el paralítico de la Puerta Hermosa a petición de
Pedro.
Te alabamos, Señor nuestro, por cada una de tus obras. Te bendecimos por dar
testimonio del amor de nuestro Padre, en el poder del Espíritu Santo. Tú siempre
eres fiel a tus promesas. Tú que nos has prometido estar con nosotros hasta el fin
de los tiempos. Gracias por lo que acabas de hacer en mí. Gracias igualmente por
todo lo que vas a hacer por mí en las horas y días que vienen. Gracias porque no
solamente has visitado mi cuerpo, sino sobre todo mi corazón a fin de que te
conozca mejor y dé gracias a tu Nombre. Gracias por tu gran misericordia que nunca
falla. Podemos decir con el salmista: Un pobre ha gritado, Dios ha escuchado (Sal
33,7). Bendito seas por tanta ternura. A ti la gloria por los siglos de los siglos.
31
Hoy, Padre, quiero presentarme delante de ti, tu conoces mi nombre. Me presento
delante de ti, para que pongas sobre mi vida una mirada de Padre.
Hoy, Padre, te pido, por el amor de tu hijo Jesucristo, que derrames tu Espíritu Santo
sobre mi persona, para que el calor de tu amor sanador penetre hasta lo más íntimo
de mi corazón.
Tú, que sanas los corazones desgarrados y vendas las heridas, sana mi corazón,
Padre, como entraste en la casa donde estaban tus discípulos acobardados, y te
apareciste en medio de ellos y les dijiste: "La paz esté con ustedes". Entra en este
corazón y dale tu paz. Llénalo de tu amor. Sabemos que el amor expulsa el miedo.
Entra en mi vida y sana mi corazón.
Sabemos, Señor, que lo haces cada vez que te lo pedimos, y te lo pedimos con
María, nuestra Madre, ella que estuvo en las Bodas de Caná, cuando ya no tenían
vino. Tú respondiste a su deseo transformando el agua en vino.
Te doy gracias, Padre, por lo que haces hoy en mi vida. Te damos gracias de todo
corazón porque eres Tú quien nos sana, quien nos libera, quien rompe nuestras
cadenas y quien nos devuelve la libertad. Gracias Señor porque somos templos de
tu Espíritu y este templo no puede ser destruido porque es la Casa de Dios. Te
damos gracias, Señor, por la fe y por el amor que has puesto en nuestros corazones.
¡Qué grande eres Señor! ¡Bendito y alabado seas, Señor!
Señor Jesús, Hijo del Dios Vivo, ven a cubrirme con tu Preciosa Sangre. Ven a cubrir
estos lugares y todas las personas presentes aquí y en mi corazón.
Por el Nombre de Jesús y por su Preciosa Sangre, vencedor de rodas las fuerzas
del mal, por la intercesión de la Virgen María, victoriosa del Maligno, por mi bautismo
que ha hecho de mí tu hijo muy amado, ¡ven ahora a sanarme y a liberarme de todo
mal, de todo obstáculo al amor!
32
Padre mío, por la Preciosa Sangre de Jesús, sáname en mi inteligencia de toda
tiniebla, de todo prejuicio, del espíritu razonador, del espíritu de duda, de toda
confusión mental.
Padre muy amado, sáname, por tu Hijo Jesús de Nazaret, de todo desequilibrio en
mi sensibilidad, mi afectividad, mi emotividad, mi sexualidad, de todo sentimiento de
rechazo, de vergüenza, de vacío, de culpabilidad persistente, complejo de
inferioridad, timidez, de toda ansiedad, inquietud, miedo, insomnio, tristeza, de la
desgana de vivir, de las ideas suicidas, de toda esclavitud de la droga, el alcohol, el
tabaco y de cualquier otra dependencia.
Padre Creador, por la Sangre de Cristo, sáname de toda desviación que me venga
de herencia, de la educación recibida en mi tierna infancia, de las presiones
ejercidas sobre mí en mi ambiente familiar, escolar, comunitario, social, eclesial, de
todo acontecimiento pasado que haya vejado mi libertad interior y mi audacia por ti.
(A continuación)
33
Padre del Cielo, lávame, purifícame, límpiame. Como a un recién nacido,
sumérgeme en un baño de amor, un baño de ternura y misericordia. Derrama sobre
mí el agua de mi bautismo, el agua del Espíritu Santo, para que sea puro como la
Virgen María. Haz fluir tu fuente de vida. Ahora Padre, ya que has expulsado las
tinieblas de mi cuerpo, de mi alma y de mi espíritu, ven a colmarme con
sobreabundancia en todos mis vacíos. Por el Espíritu Santo despierta en mí, Señor,
tus siete dones sagrados, reanima en mí los dones de Sabiduría, Inteligencia,
Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Santo Temor de Dios.
Lléname, Señor, de todos los frutos del Espíritu Santo con sobreabundancia:
• Señor, has destruido el odio en mi corazón. Dame, Señor, más amor, sí, mucho
más amor, aún más amor, Señor, más, más, más amor en mí y en mi familia.
• Señor, has destruido la tristeza en mi corazón. Dame, Señor, más alegría, sí, más
alegría, Señor, más, más, más alegría en mí y en mi familia.
• Señor, has destruido las divisiones en mi corazón. Dame, Señor, más paz, sí,
mucha más paz, más, más, más paz en mí y en mi familia. Envía un espíritu de
reconciliación a mi corazón y a mi familia.
• Señor, has destruido la cólera y el juicio en mi corazón. Dame, Señor, más
paciencia e indulgencia, sí, mucha más paciencia e indulgencia, más, más, más
paciencia e indulgencia en mí y en mi familia.
• Señor, has destruido la duda y la violencia en mi corazón. Dame, Señor, más
bondad y dulzura, más, más, más bondad y dulzura en mí y en mi familia.
• Señor, has destruido el orgullo y la maldición en mi corazón. Dame, Señor, más
humildad y bendición, sí, más humildad y bendición, más, más, más humildad y
bendición en mí y en mi familia. Que sólo salgan de mi boca palabras
condescendientes.
• Señor, has destruido las dependencias y los bloqueos en mi corazón. Dame,
Señor, más libertad en ti, sí, más, más, más libertad en ti, Señor, en mí y en mi
familia.
• Señor, has destruido la impureza y los falsos ídolos en mi corazón. Dame, Señor,
más pureza y espíritu de adoración y alabanza, sí, más, más, más pureza y espíritu
de adoración y alabanza en mí y en mi familia. ¡Qué Tú seas el primero en mi Vidal
34
ORACIÓN PARA SANAR MI CUERPO
Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.
Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.
35
Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
36
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.
Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.
Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.
Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.
Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.
Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.
37
Dios Espíritu Santo, confío plenamente en que acudes a mi llamado, en que
escuchas y atiendes mi súplica.
Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.
Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.
Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.
Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.
Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.
Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.
Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.
Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!
Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.
Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.
39
TERCER DÍA: VENGO A SANARTE
ACTO DE CONTRICIÓN
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
40
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén
Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.
41
Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.
Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.
Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.
San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.
SALMO 40
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era hombre notable y muy estimado por
su señor, pues por su medio el Señor había concedido la victoria a Siria. Pero,
siendo un gran militar, era leproso. Unas bandas de arameos habían hecho una
43
incursión trayendo de la tierra de Israel a una muchacha, que pasó al servicio de la
mujer de Naamán. Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera presentarse ante
el profeta que hay en Samaría. Él lo curaría de su lepra». Fue (Naamán) y se lo
comunicó a su señor diciendo: «Esto y esto ha dicho la muchacha de la tierra de
Israel». Y el rey de Siria contestó: «Vete, que yo enviaré una carta al rey de Israel».
Entonces tomó en su mano diez talentos de plata, seis mil siclos de oro, diez
vestidos nuevos y una carta al rey de Israel que decía: «Al llegarte esta carta, sabrás
que te envío a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra». Cuando el rey de
Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras, diciendo: «¿Soy yo Dios para repartir vida
y muerte? Pues me encarga nada menos que curar a un hombre de su lepra. Daos
cuenta y veréis que está buscando querella contra mí». Eliseo, el hombre de Dios,
oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras y mandó a que le dijeran:
«¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta
en Israel». Llegó Naamán con sus carros y caballos y se detuvo a la entrada de la
casa de Eliseo. Envió este un mensajero a decirle: «Ve y lávate siete veces en el
Jordán. Tu carne renacerá y quedarás limpio». Naamán se puso furioso y se marchó
diciendo: «Yo me había dicho: “Saldrá seguramente a mi encuentro, se detendrá,
invocará el nombre de su Dios, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de
la lepra”. El Abaná y el Farfar, los ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las
aguas de Israel? Podría bañarme en ellos y quedar limpio». Dándose la vuelta, se
marchó furioso. Sus servidores se le acercaron para decirle: «Padre mío, si el
profeta te hubiese mandado una cosa difícil, ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si
te ha dicho: “Lávate y quedarás limpio”!». Bajó, pues, y se bañó en el Jordán siete
veces, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne volvió a ser como la
de un niño pequeño: quedó limpio. Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar
donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando:
«Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Recibe, pues,
un presente de tu siervo». Pero Eliseo respondió: «Vive el Señor ante quien sirvo,
que no he de aceptar nada». Y le insistió en que aceptase, pero él rehusó. Naamán
dijo entonces: «Que al menos le den a tu siervo tierra del país, la carga de un par
de mulos, porque tu servidor no ofrecerá ya holocausto ni sacrificio a otros dioses
más que al Señor. Perdone el Señor a su servidor porque, cuando mi señor entra
en el templo de Rimmón para postrarse en adoración, se apoya en mi brazo, de
manera que tengo yo que postrarme en el templo de Rimmón. Así que, cuando me
postro en el templo de Rimmón, que el Señor perdone a tu servidor por ello». Y
Eliseo le bendijo: «Ve en paz».Cuando se había alejado de él a una cierta
distancia, Guejazí, el criado del hombre de Dios, pensó para sí: «Mi amo ha dejado
marchar a ese arameo, sin aceptar lo que traía. ¡Vive el Señor que correré para
conseguir algo de ese Naamán!». Y se precipitó Guejazí tras este, que, al ver que
lo seguía corriendo, se apeó del carro, fue a su encuentro y le preguntó: «¿Está
todo bien?». Respondió Guejazí: «Todo bien. Mi señor me envía a decirte: “Dos
jóvenes de la comunidad de los profetas acaban de llegar a mí desde la montaña
de Efraín. Por favor, dame para ellos un talento de plata y dos mudas de
ropa”». Naamán contestó: «Acepta, por favor, dos talentos». Le insistió y,
envolviendo los dos talentos de plata en bolsas, se las entregó, junto con dos mudas
de ropa, a dos de sus criados para que se los llevasen. Al llegar al Ófel, recogió
Guejazí todo lo que le entregaron y lo depositó en la casa. Luego despidió a los
44
hombres y estos se marcharon. Entró y se presentó a su señor. Eliseo le dijo: «¿De
dónde vienes, Guejazí?», y él respondió: «Tu servidor no ha ido a ninguna
parte». Eliseo le dijo: «¿No iba mi espíritu por el camino cuando un hombre se apeó
de su carro a tu encuentro? ¿Es este el tiempo de recibir plata y adquirir ropas,
olivares y viñas, rebaños de ovejas y bueyes, servidores y servidoras? La lepra de
Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes para siempre». Y Guejazí salió de
su presencia con lepra blanca como la nieve.
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
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con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana, o con otras substancias
con fines mágicos?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)
Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)
Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)
Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)
Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
48
ORACIÓN
Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor Jesús, tú has venido a sanar los corazones heridos y atribulados, te ruego
que cures los traumas que provocan turbaciones en mi corazón; te ruego, en
especial, que cures aquellos que son causa de pecado. Te pido que entres en mi
vida, que me cures de los traumas psíquicos que me han afectado en mi tierna edad
y de las heridas que han provocado a lo largo de toda mi vida. Señor Jesús, tú
conoces mis problemas, los pongo todos en tu Corazón de Buen Pastor. Te ruego,
en virtud de aquella gran llaga abierta en tu Corazón, que cures las pequeñas
heridas que hay en el mío. Sana las heridas de mis recuerdos a fin de que nada de
cuanto me ha acaecido me haga permanecer en el dolor, en la angustia, en la
preocupación. Señor, sana todas las heridas que, en mi vida, han sido causa o raíz
de pecado. Quiero perdonar a todos los que me han ofendido: “mira estas heridas
internas que me impiden perdonar. Tú, que has venido a sanar los corazones
afligidos, sana el mío. Concédeme la sanación de los dolores que me oprimen al
recordar la muerte de las personas queridas. Haz que pueda recobrar la paz y la
alegría en la certeza de que eres la Resurrección y la Vida. Haz de mí un testigo
auténtico de tu Resurrección, de tu victoria sobre el pecado y la muerte, y de tu
presencia viva en medio de nosotros.
Señor Jesús, creo que estás vivo y resucitado. Creo que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar y también, de otra manera, en rodas los que
están aquí y creen en ti. Te alabo y te adoro, tú que eres el Pan Vivo bajado del
cielo. Te doy gracias por haber entrado en mí. En ti habita la plenitud del ser, eres
la Resurrección y la Vida; eres, Señor, la salud de los enfermos. Hoy, quiero
ofrecerte todos mis males, porgue eres el mismo, ayer, hoy y siempre, y estás
conmigo siempre y en todas partes. Eres el eterno presente y me conoces. Te pido
pues que tengas piedad de mí. Visítame con tu Buena Nueva para que todas
reconozcan que vives en tu Iglesia. Haz también que mi fe y mi confianza en ti se
renueven, te lo suplico, Señor Jesús. Ten piedad de los sufrimientos que padezco
en mi cuerpo, mi corazón y mi alma. Ten piedad de mí, Señor, bendíceme y haz que
recupere la salud. Que la fe crezca en mí y abra para mí las maravillas de tu amor
a fin de que ella misma dé también testimonio de tu poder y tu compasión.
Jesús, te pido por el poder de tus Samas Llagas, por tu Sama Cruz y por tu
Preciosísima Sangre: cúrame, Señor, sana mi cuerpo, sana mi corazón, sana mi
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alma. Dame la vida, la vida en abundancia. Te lo pido por la intercesión de la
Santísima Virgen María, tu Madre, Nuestra Señora de los Siete Dolores, que
permaneció en pie junto a tu Cruz, ella que fue la primera en contemplar tus llagas,
ella que nos diste por Madre. ¿Acaso no fuiste tú quien nos reveló que cargabas
con rodos nuestros dolores y que por tus Santísimas Llagas hemos sido sanados?
Señor, desde la fe, en este instante, deposito todos mis males ante ti y te suplico
que me cures completamente. Para gloria de nuestro Padre celeste, te pido también
que cures las enfermedades de mi familia y amigos. Hazlos crecer en la fe y la
esperanza; haz que recuperen la salud para gloria de tu nombre, a fin de que tu
reino se extienda todavía más en los corazones gracias a los signos y prodigios de
tu amor. Todo esto te lo pido, Señor, porque eres Jesús, porque eres el Buen Pastor
y porque somos las ovejas de tu rebaño. Estoy tan seguro de tu amor que, antes
incluso de conocer el fruto de mi oración, te digo con confianza: gracias, Jesús, por
todo lo que harás por mí y por cada uno de ellos. Gracias por los enfermos que
curas en este momento, gracias por aquellos que no dejas de visitar con
Misericordia.
Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.
Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
50
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.
51
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.
Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.
52
Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.
Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.
Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.
Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.
Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.
Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.
Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.
Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.
Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.
Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.
Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.
Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
53
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!
Hazme sentir tu poderosa presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.
Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.
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CUARTO DÍA: VENGO A SANARTE
ACTO DE CONTRICIÓN
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
55
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén.
Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.
56
Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.
Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.
Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.
San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.
SALMO 6
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaúm, se supo que estaba en
casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la
palabra. Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían
presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba,
abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús
la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Unos
escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla
este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?». Jesús
se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis
eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o
decir: “¿Levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el
Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —dice al
paralítico—: “Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”». Se levantó, cogió
inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban
gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».
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ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
59
¿Renuncias al uso de la guija, al control mental, al manejo del péndulo, a
instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)
Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)
61
Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22)
Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)
Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)
Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
ORACIÓN
Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
62
ORACIÓN POR SANACIÓN INTERIOR
Gracias por haber estado allí para recibirme en tus brazos tranquilizadores. Te
presento los primeros años de mi infancia; rodéalos de tu Luz. Si he sufrido por la
frialdad de mi padre o de mi madre, si no me han dado el amor y la seguridad que
necesitaba, si he tenido carencia de afectos, de caricias tranquilizadoras, por tu
Espíritu de Amor, envía a tu Madre María para que me envuelva en sus brazos, me
arrulle y me llene de su ternura. Que Ella me acoja tal como soy, con mis debilidades
de niño pequeño y que Jesús venga a besarme, a bendecirme y a imponerme las
manos como lo hacía cuando los discípulos regañaban a los niños que querían
acercarse a él (Mc 10, 13-16). Si me he sentido agobiado por el amor demasiado
posesivo de mi madre, aplastado por la autoridad de mi padre, libérame, Jesús.
Sana también los recuerdos dolorosos de sus disputas y de sus tensiones de pareja,
que perturbaron mi sensibilidad de niño y me asustaron haciéndome temer que se
separaran y me abandonaran.
De todo corazón, Señor, perdono a mis padres las heridas que sus actos, palabras
y comportamientos han podido provocar en mí. Me alegro y te doy gracias, Señor,
por haberme dado la seguridad de que, si mi padre y mi madre me abandonan, tú
me acogerás (Sal 27,10) y jamás me olvidarás (Is 49,15).
Haz, Señor Jesús, tú que me diste a tu Padre, que el Espíritu Santo me colme de
amor, me haga dichoso y libre y pueda gritar ¡Abbá, papá!, con todo mi ser. Si me
he sentido solo, abandonado y rechazado por los míos o por aquellos con los que
contaba, dame, por tu amor sanador, un sentido nuevo de mi dignidad y una sabia
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estima de mí mismo (Rm 12,1 3). Sé tú mi consuelo allí donde los otros no han sido
buenos conmigo.
Señor, invoco tus Santas Llagas para sanarme. Invoco tu Sangre derramada
libremente por amor a mí en la Cruz para ser perdonado y limpiado de mis pecados.
¡Ten misericordia de mí, Señor! Yo te doy gracias por tu gran amor hacia mí.
Restáurame y dame una gracia renovada para amar y crecer en tu amor. Sana mi
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inconsciente. Yo me entrego enteramente a ti: cuerpo, inteligencia y espíritu. Pongo
en tus manos mis ideas, mis sentimientos, mis palabras, mis comportamientos,
todas mis riquezas, y también todas mis fragilidades, mis heridas, mis límites, mis
tibiezas, mis durezas de corazón e incluso el odio que me habita. Ilumínalos con tu
luz para que se transformen en actos de amor, de ternura y de paz. Jesús, mi
pasado y mi futuro están hoy en tu Corazón Misericordioso. Mis heridas ya no serán
heridas pues tu inmenso amor las ha sanado; serán experiencias para construir mi
porvenir contigo. ¡Gracias, Jesús, por haberme hecho como soy y por haberme
salvado! ¡Aleluya! Amén.
Cristo Jesús, impón tus manos sobre mí en este momento y pasa sanando toda
enfermedad.
• Pasa curando, Señor, cualquier mal que hay en la cabeza, dolor o enfermedad.
• Sana, Jesucristo, los oídos, pon tus manos santas en cada oído, libérame de todo
dolor, de toda sordera, de todo mal.
Pon tus manos santas en mis ojos. Sana en este momento cualquier deficiencia en
la visión, cualquier dolor o enfermedad. Tú pusiste tus dedos en los ciegos de
Palestina y lo sanaste. Sana ahora también cualquier mal que haya en mi vista.
• Sana cualquier mal que haya en la boca. Sana, Señor Jesús, cualquier mal que
hay en la garganta, pasa con tu mano amorosa y sanadora.
• Sana Señor Jesús, cualquier mal que haya en los bronquios, en los pulmones, en
el corazón, en el diafragma.
• Pasa Señor Jesús, ahora mismo sanando de todo mal los órganos internos.
• Sana Señor Jesús con el fuego del Espíritu Santo, el esófago, el estómago, los
intestinos, el hígado, la vesícula, el páncreas, las vías de evacuación, vías
generativas.
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• Pasa Señor Jesús, sanando todos los órganos internos con el poder de tu Sangre
Preciosa, con el fuego del Espíritu Santo, con el poder de tus Santas Llagas. Tus
heridas nos han curado. Pasa, Señor Jesús, sanando las piernas. Sana la pierna
derecha. Derrama tu fuego divino y sanador, por toda la pierna derecha, de arriba
abajo. Sana Señor Jesús todo mal que hay en los pies. Sana la pierna izquierda.
Derrama fuego divino sanador, en este momento llévate a la Cruz para siempre todo
mal, todo dolor, toda enfermedad.
• Pasa Señor Jesús, sanando toda la espalda, la columna. Toca, Señor, la columna,
sana, llévate dolores, enfermedades a tu Santa Cruz. Gracias, Señor Jesús.
• Señor Jesús, pasa sanando las vértebras cervicales, sana las vértebras dorsales,
sana las vértebras lumbares. Gracias, Jesús. Pasa derramando el fuego sanador
por toda la espalda; sana las caderas, la cintura, las axilas, sana el hombro y el
brazo derecho. Pasa, Señor sanando el hombro y el brazo izquierdo.
• Sana, Señor Jesús, los huesos, la sangre, las venas, arterias, articulaciones,
linfáticos músculos, piel.
• Pasa curando, Señor Jesús, cualquier mal que hay en la cabeza, dolor o
enfermedad.
• Sana toda célula enferma, aunque no la conozca. Pon tu mano santa ahí, en esta
célula donde se está generando quizá una enfermedad grave.
• Sana ya en el origen esta enfermedad, llévate a la cruz todo mal, toda enfermedad,
toda perturbación. Derrama el fuego divino sanador, de arriba abajo.
• Sana, Señor Jesús, cualquier mal espiritual, cualquier mal psíquico, cualquier mal
físico. Señor Jesús, en Ti confío. Tú estás aquí hoy, ahora mismo vivo, resucitado,
escuchando, actuando.
• Señor Jesús actúa con poder por la Sangre Preciosa de tu Cruz y por tus Santas
Llagas.
• Por el poder del nombre de Nuestro Señor Jesucristo y de su Sangre Preciosa que
todo espíritu de enfermedad se aleje de mi vida para siempre.
66
ORACIÓN PARA SANAR MI CUERPO
Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.
Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.
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Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
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Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.
Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.
Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.
Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.
Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.
Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.
69
Dios Espíritu Santo, confío plenamente en que acudes a mi llamado, en que
escuchas y atiendes mi súplica.
Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.
Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.
Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.
Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.
Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.
Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.
Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.
Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!
Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.
Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.
71
QUINTO DÍA: VENGO A SANARTE
ACTO DE CONTRICIÓN
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
72
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén
Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.
73
Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.
Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.
Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.
San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.
SALMO 87
R. ¡Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, ¡de noche grito en tu presencia!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
75
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 21-39
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
76
¿Renuncias a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento,
codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
77
CREDO
Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)
Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)
Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)
Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)
Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)
79
Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11)
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
ORACIÓN
Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Grandioso Señor, que siempre estás velando por mi bienestar, en esta oración
vengo a pedirte por mi sanación interna, para que me brindes tu paz interior, tu
consuelo y calma, estoy atravesando duros momentos y no necesito más que tu
amor para sanar.
Mi Dios bendito, se vuelve difícil cada día no salir lastimado de este mundo, porque
no somos perfectos y cometemos muchísimos errores, y al igual que yo he
lastimado a alguien alguna vez, en esta oportunidad soy yo quien ha sido herido,
quien ha sido dañado. Mi alma duele y se siente triste, porque han sido muchas
veces mis propias acciones las que han hecho llorar a mi alma, por mis pecados,
por mis errores, por haberte fallado mi Dios, mi alma se siente apenada por no haber
estado a la altura de tu amor.
Y por eso Padre Santo, hoy vengo clamando tu consuelo y tu perdón, porque
necesito sentirme libre de este dolor que me atormenta, de toda esta culpa que no
me deja vivir en paz, dame Señor Eterno el perdón que necesito para sanar mi alma.
Dame la oportunidad Hermoso Dios, de poder enmendar mis errores, de poder
arrepentirme de ellos y de poder pedir perdón a quienes haya lastimado con mis
acciones. No me dejes andar por la vida con este dolor en el corazón. Sólo Tú
80
puedes curar mi alma Señor, darle el perdón que necesita para volver a ser un
hombre feliz, para poder apagar esta tristeza que inunda mi vida, que no permite
disfrutar de los momentos que vivo junto a mi familia y amigos.
Es muy difícil Padre seguir adelante cuando la enfermedad carcome tu interior, los
ánimos desaparecen y la depresión se adueña de nuestras vidas, todo se torna gris
y no podemos ver con claridad la salida. A veces solemos sentir una brisa fresca
que nos hace recordar lo buena que es la vida y vivirla, pero luego la tristeza vuelve
a nublar nuestras mentes haciéndonos ver que salir de este estado es imposible,
pero nada para Ti es imposible mi Dios, Tu lo puedes lograr y conseguir todo. Es
por eso que te pido fervientemente, me quites este dolor, que le des sanación a mi
alma, que puedas darme la paz interior que necesito. Haz que tu Santo Espíritu se
pose sobre mí para poder disipar toda duda, toda tiniebla y poder ver el sol
nuevamente brillar.
Señor Jesús, que al funcionario real que te decía: «Venid, Señor, antes que mi hijo
muera», le respondisteis: «Vete, tu hijo vive». Sánalo, Señor.
Señor Jesús, que, al ciego de Jericó, que sentado junto al camino te decía en alta
voz: «Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí», le respondiste: «Recupera tu vista,
81
tu fe te ha salvado», y al momento vio. Sánalo, Señor.
Señor Jesús, que diciendo: «Quiero, sé limpio», limpiaste al leproso, que te decía
suplicante: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Sánalo, Señor.
Señor Jesús, que librasteis al mudo poseído del demonio, hablando luego con
admiración a las turbas el que antes era mudo. Sánalo, Señor.
Señor Jesús, que sanaste al enfermo que llevaba treinta y ocho años de su
enfermedad, junto a la piscina de las ovejas, diciéndole: «Levántate, toma tu camilla
y anda» y anduvo. Sánalo, Señor.
Señor Jesús, que delante del hijo muerto de la viuda de Naím, enternecido, dijiste a
la madre: «No llores»; y tocando el féretro, añadiste: «Joven, a ti te digo, levántate»;
entregándolo luego vivo a su madre. Sánalo, Señor.
Señor Jesús, que dijisteis: «Bienaventurados los que lloran porque ellos serán
consolados». Sánalo, Señor.
Señor Jesús, que dijisteis: «En verdad, en verdad te digo, que todo cuanto pidieras
al Padre, en mi Nombre, os lo dará». Sánalo, Señor.
Omnipotente y sempiterno Dios, eterna salud de los que creen, escúchanos en bien
de tus siervos enfermos, por quienes imploramos el auxilio de tu Misericordia; a fin
de que, recobrada la salud, te den en tu Iglesia ferviente acción de gracias.
Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Padre mío, Señor Jesús mío, Espíritu Santo, postrado sobre mis impotencias, mis
debilidades y las carencias para poder llevar a los enfermos su sanación, pues
solamente Tú tienes palabras de vida y salvación, te suplico, concédeles a estas
criaturas tuyas, la salud, la eliminación de sus dolores, de sus enfermedades y su
pronto restablecimiento. Invoco tu misericordia y el perdón de sus pecados, la
limpieza de su alma y el retorno a la vida cristiana y de adoración a ti, a tus
enseñanzas y a tu palabra. Gracias Señor por que de seguro escucharás esta
oración y le proveerás sanación alivio y bienestar a los enfermos. Amén y amén…
Sé que mis sentimientos de angustia no vienen de ti, pero si del enemigo que intenta
hacerme infeliz y desanimarme, porque Tú me elegiste, para servir y amar.
Envíame, tus santos ángeles, a fin de que me liberten de toda angustia y sentimiento
de rechazo, así como los enviaste, para libertar de las prisiones tus apóstoles que,
sin embargo, injustamente castigados, te alababan y cantaban con alegría y
valentía. Hazme también siempre alegre y agradecido, a pesar de las dificultades
de cada día. ¡Amén!
82
ORACIÓN PARA SANAR MI CUERPO
Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.
Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.
83
Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
84
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.
Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.
Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.
Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.
Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.
Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.
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Dios Espíritu Santo, confío plenamente en que acudes a mi llamado, en que
escuchas y atiendes mi súplica.
Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.
Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.
Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.
Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.
Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.
Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.
Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.
Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!
Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.
Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.
87
SEXTO DÍA: VENGO A SANARTE
ACTO DE CONTRICIÓN
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
88
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén
Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.
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Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.
Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.
Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.
San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.
SALMO 33
Proclamad conmigo
la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Y llegan a Jericó. Y al salir él con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego,
Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al
oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión
de mí». Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de
David, ten compasión de mí». Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al
ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y
se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». El ciego le contestó:
«Rabbuní, que recobre la vista». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha salvado». Y al
momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
92
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
93
CREDO
Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)
Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)
Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)
Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)
Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)
95
Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11)
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
ORACIÓN
Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor Omnipotente, en tus manos está mi vida, te pido que mires la hora en que
fue concebido (decir el nombre de tu hijo), solo tú sabes si fue un acto de amor, un
accidente o un acto de pecado.
Jesús Amado, haz de este acto una relación linda como tú quisiste que fuera, si
hubo pecado, tómalo y sana a mi hijo de cualquier trauma que le haya causado.
Rompe con la fuerza de tu amor cualquier atadura que esté oprimiendo la vida de
(decir el nombre de tu hijo).
Señor, reconozco que cuando me di cuenta que estaba embarazada sentí miedo,
perdóname por este acto de cobardía, llena de amor ese momento, acércate a mí y
consuélame. Señor Jesús, tú estuviste durante todo el embarazo de mi hijo, por eso
te ruego que lo sanes de todos los impactos de rechazos recibidos por mi esposo y
por mí.
Borra todos los momentos dolorosos (miedo, dolor, tristeza, angustia) durante mi
embarazo.
96
Amado Jesús, sana esos traumas inconscientes recibidos en el vientre durante el
embarazo de mi hijo y que causaron daño en su interior; por eso hoy te pido que lo
abraces y lo llenes con tu amor.
Jesús mío, para ti todo es presente, por eso ante ti coloco el momento del parto,
acompáñame, los dolores fueron muy fuertes y no permitieron decirle a mi hijo que
Lo amaba, pero hoy tú, Jesús, colocas sobre este bebé tu mano sanadora y
cualquier cosa que lo haya afectado ¡Sánalo! Recíbelo en tus brazos junto con la
Virgen Santísima (imagínate a Jesús y a María Santísima acariciando tiernamente
a tu hijo en el momento del nacimiento) y te pido que sanes en él cualquier problema
que haya quedado por no recibir el amor que esperaba. Corto en tu Nombre toda
atadura ocasionada por las circunstancias.
Señor Jesucristo, ante tu altar coloco los primeros meses de vida de mi hijo porque
por mi ausencia y la de su padre no recibió el amor que necesitaba y en su interior
quedó ese vacío (recuerda cómo fue el primer año de vida de tu hijo, y paso a paso
con Jesús pídele que sane con amor cada trauma causado en él).
Señor, perdóname por no estar presente cuando mi hijo dio sus primeros pasos; él
necesitaba de mi protección, pero por falta de tiempo no recibió el cuidado
necesario.
Te suplico, Jesús, que sanes cualquier trauma que durante sus primeros años
pudieron marcar su vida, por no brindarle el amor necesario; llena con tu amor todos
esos vacíos que hayan podido quedar en esos primeros años; y te lo consagro a tu
Corazón Sacratísimo y al Corazón Inmaculado de la Virgen María.
Señor, muchas veces peleamos con mi esposo delante de él y eso causó traumas
de tal manera que hoy lo están afectando; te pido, Jesús, que sanes aquellos
momentos que marcaron su vida. Llena con tu amor su corazón y borra de su mente
aquellos recuerdos que le producen dolor.
Jesús Amado, mi hijo es rebelde, sánalo de toda falta de amor que esté afectando
su interior; ya que su corazón se fue llenando de amargura por el rechazo, por las
situaciones difíciles que pasamos, por los malos tratos recibidos o quizás por el
exceso de protección que le brindamos y por complacerlo en todo.
Sella con tu Sangre la vida de mi hijo para que ninguna influencia del mal afecte las
distintas áreas de su vida, coloca tus manos llagadas sobre él para que sane de
toda enfermedad que esté afectando su cuerpo y alma, y corta toda cadena que le
obstaculice recibir tus bendiciones.
Protégelo de todo mal y peligro, borra de raíz todo trauma, vicio y enfermedad,
envuélvelo con tu amor y cúbrelo con tu preciosa sangre para que él pueda salir
triunfante de toda dificultad (menciónala) que tenga en este momento. Yo te alabo
y bendigo por la vida de mi hijo porque fue un regalo precioso que tú me diste y sé
que tú lo estás protegiendo y sanando. Amén.
97
ORACIÓN POR SANACIÓN FÍSICA
"Tú eres el Sanador Divino, el mismo de ayer, hoy y siempre, Tú sanas porque
tienes compasión de todos los que sufren, lloran, están tristes y enfermos, inclínate
hacia mí, que amas tanto, pon tu mano llagada sobre mi cabeza.
Penetra con tu poder sanador hasta lo más íntimo de todo mi ser, llega a todos los
rincones donde hay oscuridad irradiándome con los rayos infinitos de tu amor.
Sáname del pecado, sáname de mis debilidades, de mis defectos, de mis malas
inclinaciones. Inúndame de tu amor sanador y liberador. Limpia mi corazón con tu
sangre preciosa de todas las heridas, causadas por tantos rechazos recibidos en mi
vida, sana los resentimientos, odios, venganzas, líbrame de la angustia, tristeza,
soledad y depresión, miedos, sentimientos de culpa (recibe un abrazo y un beso de
Jesús). Imagina a Jesús colocando sus manos llagadas sobre el lugar donde tienes
la enfermedad.
Lléname de tu amor y pasa tu mano llagada por mi cabeza, pon tu mano llagada
sobre mi cerebro y construye todo deterioro que esté afectando mi sistema nervioso,
desaparece toda enfermedad (cáncer, tumores, tumores malignos, tumores
benignos, dolor de cabeza, cuello corazón, músculos del corazón, venas, arterias,
sistema respiratorio, neurosis, nervios, epilepsia…). Báñame con tu sangre las
meninges, sistema encefálico, pon tus llagas sobre mi cerebro, baña con tu sangre
mi bulbo raquídeo, médula espinal, nervios craneales, nervios raquídeos, espinales
y construye las neuronas afectadas.
Señor Jesús recorre todo sistema óseo, si hay en él alguna disfunción sáname de
ella. Pon tus manos sobre mis brazos, pues no puedo casi moverlos, ayúdame a
levantarlos. Sáname amado Jesús de toda artritis y osteoporosis, lumbagos, rotura
de huesos... Pasa por mis caderas, quita todo dolor o desajuste, pon tu mano sobre
el fémur, rótula, tibia peroné. Pasa tus Manos por mis pies y quita todo cansancio,
restablece las fuerzas a mis piernas y, quita este dolor de mis pies, tú puedes
sanarme de toda enfermedad, de todo pecado e inmundicia.
Ahora amado Jesús pasa tu mano llagada por todo mi sistema respiratorio: fosas
nasales, laringe, faringe, tráquea, bronquios y pulmones, sáname de toda
enfermedad que esté afectando este sistema como pulmonía, tuberculosis, asma,
edemas, cáncer, bronquitis, tos, neumonía y cualquier otra afección.
Padre eterno, hoy quiero que tú me hagas una transfusión de sangre, coloca tu
Sangre sanadora y liberadora por todas mis venas y arterias, límpialas de toda
enfermedad que esté afectando mi sistema circulatorio. Pasa sanando toda
enfermedad que esté afectando al corazón, pon tu poder sanador sobre la aurícula
izquierda y derecha, ventrículo izquierdo y derecho, y sobre todas las venas y
arterias. Sáname de la hipertensión, várices, colesterol alto, arteriosclerosis.
98
Ahora Jesús mira mi aparato urinario, coloca tus manos llagadas y sana toda
afección de los riñones (cálculos, nefritis, cistitis, caída de la vejiga...), uréteres,
vejiga y uretra.
Hoy quiero que tu coloques tus manos sobre mis oídos y quites toda sordera. Pasa
tu mano por mi piel (dile a Jesús la enfermedad que padeces). Señor, así como tu
curaste a muchos ciegos en el evangelio, pon tus manos sobre los míos y sáname
de (nombre de tus enfermedades).
Te invito Jesús para que con tu mano llagada pases sobre mi sistema reproductor
y sáname de todo tumor, cáncer, infertilidad, metrorragias, caída de la matriz,
tumores malignos o benignos, inflamación de la próstata, enfermedades en los
ovarios, quistes, impotencia, frigidez (di la enfermedad que estás padeciendo),
Señor te pido que tengas misericordia de mí, y cures toda enfermedad.
Gracias por que tú me estás sanando y con tu preciosa sangre libérame de toda
atadura de enfermedad.
Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.
Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
99
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.
100
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.
101
Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.
Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.
Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.
Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.
Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.
Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.
Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.
Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.
Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.
Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.
Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.
Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.
102
Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!
Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.
Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.
103
SÉPTIMO DÍA: VENGO A SANARTE
ACTO DE CONTRICIÓN
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
104
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén
Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.
105
Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.
Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.
Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.
San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.
SALMO 30
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
108
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
109
¿Renuncias al uso de la guija, al control mental, al manejo del péndulo, a
instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)
Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)
111
Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22)
Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)
Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)
Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
ORACIÓN
Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
112
ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR Y DE LAS HERIDAS EMOCIONALES
Sáname Señor de toda herida que haya alcanzado mi corazón emocional, que haya
afectado mi sensibilidad, mi memoria, mi imaginación, mi voluntad, mi alma, mi
cuerpo, mi ser; libérame de toda atadura, de toda cadena que me tenga esclavo.
Deseo ser libre Padre Eterno, por tu Santo Espíritu, para poder entregarme
alegremente a tu servicio y para ayudar a mis hermanos.
Jesús mi Señor: para Gloria del Padre Eterno, yo me entrego completamente a ti,
espíritu, alma y cuerpo, con todos mis sentidos, con todo mi ser, con todo lo que
soy, con todo lo que hago, con todo lo que tengo, tuyo soy, te pertenezco.
Señor Jesucristo, Tú eres el Hijo de Dios, nacido de la Virgen María; gracias porque
entregaste tu vida en la Cruz, y con tu Sangre nos rescataste; has resucitado y vives
con nosotros y quieres llevarnos a tu Gloria Eterna.
Dios de Misericordia y de Bondad, eres Dios de perdón, porque eres el amor, te pido
perdón por todos mis pecados, de todo corazón.
Padre Eterno, por el poder de tu Hijo Jesús, por su Nombre, por su Sangre
Redentora y por su Santa Cruz, por el poder de tu Santo Espíritu, por las heridas de
sus manos, de sus pies y de su costado; por la agonía de Cristo en el huerto y en la
Cruz, por el dolor emocional que Cristo padeció viviendo el sufrimiento de su
Santísima Madre.
Libérame y sáname de todo el mal que hay en mí y que tu conoces Señor, libera mi
inconsciente, libera mi subconsciente, libera mi conciencia, de todo aquello que me
haya podido herir, en mi amor, voluntaria o involuntariamente.
Padre Eterno, sáname y libérame de todo aquello que me ata, por no haberme
aceptado, así como soy, como nací; con mi sexo y mis rasgos físicos, con mis
debilidades, con mis incapacidades, con mi carácter, con mi temperamento, con mi
cobardía.
Te doy gracias Señor, por la liberación y sanación que tú me das ahora; gracias por
Tu amor, yo sé que Tú estás aquí, que has tocado mi ser. Yo creo en tus promesas
Jesús, son verdaderas; has dicho: “Todo lo que pidáis al Padre, en Mi Nombre, sea
lo que fuere, yo lo haré”. En ti confío Padre Eterno, en ti confío Jesús y Espíritu
Santo, te alabo Trinidad Santa, te exalto eternamente.
Señor Jesús, así como tú sanaste al hombre que permaneció al pie del estanque
esperando el milagro de sanación, hoy me siento a orillas de ese estanque junto
con muchos enfermos más, tú sabes Señor cuánto tiempo llevo sufriendo de ese
mal (dile cuál es tu enfermedad).
Mírame, así como miraste aquel paralítico del Evangelio, así como él, yo quiero ser
sanado por ti. Jesús, médico divino, hoy espero ese milagro en mi vida, quiero
recobrar la salud. Tú todo lo puedes, para ti no hay nada imposible. Repito las
mismas palabras de aquel ciego de nacimiento al que tú le devolviste la vista “Creo
Señor, sólo tú puedes sanarme”.
114
Hoy me pongo de rodillas delante de ti, así como lo hizo aquel leproso que
encontraste en el camino para pedirte que lo sanaras. Hoy quiero pedirte que me
limpies de todo pecado. En aquel tiempo la lepra era una enfermedad incurable, sé
que hoy tengo lepra, pero en mi interior, por la vida que he llevado llena de mentira,
de ambición, y de pecado; quiero que me limpies de toda maldad.
Quiero tener la fe de aquel padre que sufrió porque su hijo acababa de morir, este
hombre tuvo una fe tan grande en ti Jesús, médico divino, que aseguró que si Jesús
iba a su casa donde estaba el hijo volvería a vivir.
Hoy quiero tener la fe de este hombre, ayúdame a tener la certeza, que por más
que humanamente no haya respuesta para este mal (di la enfermedad) tú puedes
levantarme a la vida si es tu voluntad, así como lo hiciste con la hija de Jairo (Mateo
9, 18).
Pasa tu mano sanadora por mi boca, mi garganta y sana cualquier órgano que esté
atrofiando mi salud física y espiritual; sáname del chisme, la crítica, el juicio; así
como liberaste a este mudo que era atormentado por muchos espíritus (Mateo 9).
Señor, al pasar por la Sinagoga encontraste a un hombre que tenía una mano tullida
y lo curaste, hoy quiero que pases tu mano llagada por mis manos y sobre cualquier
enfermedad que encuentres en ella. Te presento mis brazos, piernas, rodillas y pies,
quita toda molestia que esté ocasionando enfermedades: artritis, dolores
musculares… devuélveme la movilidad, así como sanaste a aquel hombre (Mateo
12, 9-13).
También te pido, que quites cualquier problema que esté afectando mis huesos, y
te lleves todo cansancio, todo lo que me impida caminar con facilidad. Hoy quiero
reconocerte a ti Jesús como mi Señor y salvador, así como en Genezareth todos
los enfermos te reconocieron y tú los curaste a todos. Hoy siento tú poder sanador
sobre mi vida (coloca tu mano sobre la parte afectada).
Una vez más desde el fondo de mi ser, te suplico como aquella mujer cananea: “Te
digo Señor, ayúdame. Tengo fe en ti que eres el Cristo vivo que quiere sanarme”
Mateo 15, 21-28. Me pongo a tus pies como aquellos enfermos que llegaron a aquel
cerro donde tú estabas sentado y tú los sanaste, te alabo y te bendigo como ellos,
te doy gracias por lo que estás haciendo en mí
115
la vista, hoy quita de mí toda enfermedad que haya en mis ojos como miopía y
astigmatismo.
Quita de mi cuerpo toda enfermedad conocida y desconocida, pasa tu mano por mis
distintos sistemas: respiratorio, digestivo, urinario, circulatorio, nervioso y glandular.
También te coloco mi sistema reproductor, arranca de raíz todo quiste, mioma,
cualquier disfunción que me esté ocasionando dolor, coloca todo lo que falte a mis
órganos por el desgaste de la vida, cámbiame los órganos enfermos por órganos
sanos, haz una transfusión de sangre en mí colocándome la tuya para que reciba la
salud en todo mi cuerpo.
Gracias mi buen Jesús, porque estoy seguro que con tu sangre protectora estás
sanando todo mi ser, te alabo, te bendigo, porque sólo tú eres digno de toda
alabanza y sólo en ti puedo confiar para salir adelante de mis problemas, pues tú
eres mi refugio. Eres como una torre fuerte que me libera de todo mal, quiero vivir
protegido bajo tus alas protectoras. Concédeme larga vida y que viva siempre con
tu bendición, amor y fidelidad para alabar tu nombre en todo tiempo. Amén.
Padre Santo, "tú manifiestas tu poder y das grandes golpes, realizando curaciones,
señales y prodigios por el Nombre de tu santo siervo Jesús" (Hechos 4,30). "Para
que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los
muertos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios
Padre" (Filipenses 2, 10-11). Creemos que el nombre de Jesús tiene poder para
sanar, liberar y salvar. También creemos en tu Palabra donde nos dices: "No hay
salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres ningún
otro Nombre por el que debamos ser salvados" (Hechos 4, 12). Envía Señor, el
coraje, la intrepidez y el poder de tu Espíritu Santo para que se realicen los signos
y prodigios, curaciones y milagros en nosotros en este momento de gracia.
Señor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado. Creemos que estás realmente
presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros. Te
alabamos y te adoramos. Te damos gracias, Señor, por venir hasta nosotros como
pan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud de la vida, eres la resurrección y la
vida. Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.
Hoy queremos presentarte a todos los enfermos para que tengas compasión de
ellos. Padre Eterno, te pedimos en el Nombre de Jesús que extiendas tu mano, nos
116
des el Espíritu Santo para convertir los corazones y liberar a tu pueblo, por el poder
del Nombre de Jesús. Bendícelos a todos y haz que muchos vuelvan a encontrar la
salud, que su fe crezca y se vayan abriendo a las maravillas de tu amor, para que
también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión.
Dios Padre, en tu santo Nombre, nosotros te pedimos con la fe que nos es posible
que se realicen entre nosotros curaciones físicas y espirituales; te pedimos que
salves y sanes a los matrimonios, que las familias se reconcilien y vivan unidas por
medio de tu amor, que nuestros corazones sean curados y desaparezca todo odio
y resentimiento hacia nuestros hermanos, que los oprimidos alcancen la libertad tan
preciada que tú Señor nos ofreces.
Hoy, Señor, te presentamos en fe a todos los enfermos que nos han pedido oración
y te pedimos que los alivies en su enfermedad y que les des la salud. Haz que
crezcan en la fe, en la esperanza. y que reciban la salud para gloria de tu Nombre.
Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los
signos y prodigios de tu amor.
Que todos los corazones se conviertan a la Palabra de Dios y que tú Señor mores
en ellos con el don de tu Espíritu Santo. Cúranos Señor Jesús, libéranos Señor
Jesús, Sálvanos Señor Jesús. Danos la gracia y la alegría que nos falta. También
danos la paz en nuestros corazones y en nuestras vidas, libéranos de tantos ruidos
que no permiten que te escuchemos e introdúcenos en el silencio de tu corazón
amoroso. Danos el amor, danos el perdón, danos tu misericordia. Danos el don de
orar para comunicarnos contigo todos los días y en todos los momentos de nuestra
vida. Amén.
Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.
Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
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mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.
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Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.
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ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO POR UN MILAGRO DE SANACIÓN
Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.
Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.
Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.
Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.
Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.
Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.
Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.
Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.
Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.
Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.
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Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.
Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.
Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!
Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos. ¡Oh Santo Espíritu, que tu luz ilumine toda mi vida!
Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.
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¿CÓMO PODEMOS RECURRIR A DIOS PARA SANAR NUESTRAS
ENFERMEDADES?
Dios nos ha revelado en la Biblia que nos quiere sanar, pero no sabemos cómo
acudir a Él porque consideramos que las enfermedades son solamente físicas. Y a
veces no nos damos cuenta que la enfermedad es algo que atacó a nuestro ser
global. Para la sanación es necesaria la fe.
En las misas de sanación se pone el énfasis de sanar la totalidad del ser humano.
A veces de enfermedades que no se ven porque no son físicas.
Dios actúa para curarnos a través de los médicos y a través de nuestras oraciones
por medio de la fe.
El tema de la sanidad fue esencial en el ministerio de Jesús. Eran las cosas más
extraordinarias que permitieron a los judíos de aquella época darse cuenta que
estaban frente a un ser divino, era el Hijo de Dios actuando. La sanación le permitía
a Jesús mostrar su compasión pública y dramáticamente. También significaba su
éxito en la guerra espiritual, porque Jesús identificó a satanás como el enemigo que
había causado la entrada de la muerte y la enfermedad en el mundo. Y actuaba
especialmente sanando un tipo de enfermedad que era la posesión. Las sanaciones
significaban que Jesucristo había penetrado en el mundo de satanás y que podía
dominarlo.
La revelación del deseo de Dios para curar los cuerpos de la gente no comenzaron
con el ministerio de Jesús. El Antiguo Testamento está lleno de ejemplos de
personas que recibieron sanación de Dios. Por ejemplo, el rey Ezequías enfermó
de muerte y recibió una palabra del Señor del profeta Isaías de que iba a morir por
su enfermedad.
El rey clamó a Dios que lo sanara, y Dios oyó su clamor y concedió su petición.
Después de restaurar su salud, el rey Ezequías escribió esta poética alabanza:
¿Qué le diré para que me responda, cuando es él quien lo hace? Caminaré todos
mis años con la amargura en mi alma. El Señor está cerca de los suyos: ¡Señor, en
ti espera mi corazón!, que se reanime mi espíritu. Me has curado, me has hecho
revivir, la amargura se me volvió paz cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados. El abismo no te da gracias, ni la muerte
te alaba, ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa. Los vivos, los vivos son
quienes te alaban: como yo ahora. El padre enseña a sus hijos tu
fidelidad. Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas todos nuestros días en la
casa del Señor. (Isaías 38:15-20).
Con fe, podemos simplemente obedecer las instrucciones de las Escrituras para la
curación: “¿Está enfermo alguno entre ustedes? Llame a los presbíteros de la
Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración
de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido
pecados, le serán perdonados. Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados
y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo
tiene mucho poder” (Santiago 5: 14-16).
Las Escrituras declaran que Jesús fue por todo el país y “sanó todo tipo de
enfermedad” (Mateo 4:23, 9:35) Ninguna enfermedad resultó demasiado difícil para
el poder sanador de Dios para curar. Cuando aprendemos a depositar nuestros
corazones en Jesús, en su amor, en su compasión y en sus promesas, podemos
atrevernos a creer que Él es más grande que cualquier opresión que amenace
nuestros cuerpos, y entenderemos que es el gran deseo de Dios el sanarnos.
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Cuando Jesús envió a sus 12 discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus
inmundos y sanar todo tipo de males y todo tipo de enfermedades (Mateo 10: 1-8).
Él quería que sus seguidores participaran en la misma obra de sanación que el
Padre le había enviado a hacer. Él prometió que, como creyentes, podemos esperar
hacer las mismas obras que Él hizo e incluso obras mayores.
El apóstol Juan escribe: “Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca
desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del
diablo” (1 Juan 3: 8). Este versículo revela el propósito de Dios de sanar, porque la
enfermedad es parte de la obra de satanás. Cristo, en su ministerio terrenal, siempre
trató al pecado, a las enfermedades y a los demonios manifestando destruirlos a
todos. Todos eran enemigos a vencer delante de él. Por lo que vimos la sanación
es más que la curación mecánica del cuerpo.
Cuando nuestros cuerpos son curados de alguna manera, nuestras almas también
son sanadas. Cuando nuestras emociones son perturbadas nuestros cuerpos,
mentes, espíritu, e incluso las relaciones sufren debido a él. La enfermedad afecta
a toda la persona, no sólo a una esfera de la condición material. Ser completamente
curado significa ser tocado en todos los niveles de existencia, y a veces la curación
es menos obvia que las grandes curaciones físicas que buscamos. La sanación se
presenta a menudo como una experiencia de totalidad en la Biblia.
No es raro saber que alguien con una enfermedad terminal fue declarado
“sanado” por la comunidad médica después de recibir la “imposición de manos” o la
bendición con el Santísimo Sacramento en una Misa de Sanación.
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