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VENGO A SANARTE

INTRODUCCIÓN

SANACIÓN INTERIOR DE LAS HERIDAS

Sanación interior es pedir a Jesús retroceder al tiempo en que fuimos heridos, para
que ahora nos libere de ello. Esto implica dos pasos:

Sacar a la luz las cosas que nos han herido. Conviene hacerse ciertas preguntas
que generalmente nos revelan las heridas básicas por las que debemos orar:

(1) ¿Cuándo comenzó todo esto? O también: ¿fue una niñez feliz? Muchas de las
heridas más profundas se remontan a los primeros 2 o 3 años de vida, o sea, al
tiempo en que fuimos más vulnerables y menos capaces de defendernos a nosotros
mismos. Pero también es verdad que algunos han recibido sus heridas
posteriormente en la escuela, en algunas experiencias sexuales desdichadas, etc.

(2) ¿Qué fue lo que causó la herida? Muchas veces ya la respuesta a la primera
pregunta revela las razones de las viejas heridas. Muchas de ellas arrancan de
algún rechazo o alguna relación rota. Particularmente importantes son nuestras
relaciones con los padres. Si la madre no acarició lo suficiente al niño, si el padre
regresaba del trabajo cansado y apenas hablaba con el niño o lo castigaba
duramente, si había demasiados niños para una madre enfermiza y no tuvo tiempo
de demostrarles afecto, o si uno de los padres falleció siendo todavía pequeño el
niño. Todas estas penosas experiencias dejan heridas que afectan profundamente
los sentimientos básicos de la persona.

Eso se logra mejor al dialogar con otra persona; incluso el hablar del problema
constituye ya un proceso de curación.

Orar al Señor para que nos cure de esas heridas. Si alcanzamos a recordar cómo y
por qué comenzó todo, entonces pedimos a Jesús que nos acompañe al pasado.
Él, como Señor del tiempo, es capaz de hacer lo que nosotros no podemos. Él puede
curar esas heridas del pasado que todavía nos hacen sufrir, a veces en forma
inmediata.
Después de haber orado por la sanación de la herida, aspecto negativo de la
curación, podemos pedir al Señor que llene en forma positiva la vida nuestra de todo
lo que estábamos echando de menos.

Dado que tenemos una necesidad tan profunda de amor, la conclusión de la oración
de sanación interior es, por lo general, llenar del amor de Dios todos los ámbitos
vacíos de nuestro corazón.
La curación interior da tanta paz y alegría a las personas, que es una pena que sean
tan pocos los que entiendan y practiquen esta clase de oración.

Así de manera sencilla, podemos decir que ponemos la purificación del


subconsciente en manos del Señor pidiéndole que Él cure las heridas.
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CURACIÓN FÍSICA

Los milagros son el lenguaje de Dios. Todos son para el bien; nunca realiza ningún
milagro para castigar.

Una parte importante en la aceptación que Jesús encontró fué por la abundancia de
milagros que hacía. Jesús rodea su predicación del reino de muchas curaciones y
expulsiones de demonios.

Los milagros son el lenguaje de Dios. La naturaleza habla de la gloria de Dios. Para
los ojos despiertos, que no están nublados por la rutina, toda la creación es un canto
de alabanza al Creador que pregona: Él nos ha hecho. La belleza del mundo es
palabra hermosa que habla de Dios. Todo habla de Dios y de su esplendor de gloria.
Pero el milagro tiene un lenguaje especial. Es el lenguaje privado de Dios. Sólo Él
puede emitir una palabra que vaya más allá de los límites que ha querido establecer
en la naturaleza. Los milagros hablan del amor omnipotente del eterno. Y Dios habla
en Jesús con tantos milagros que, al cabo de los tres años, casi se acostumbran a
esa grandeza. Todos los milagros de Jesús son para el bien; nunca realiza ningún
milagro para castigar o hacer caer fuego del cielo sobre los injustos o los
malhechores. Los que los observan, ven el dedo de Dios que señala: mirad a mi
Hijo. Los beneficiados se gozan. Los ciegos se llenan de alegría, al ver; los
paralíticos saltan de gozo, y los leprosos estrenan nueva convivencia al quedar
limpios.

Es significativa la cantidad de milagros destinada a sanar las enfermedades. El dolor


es un efecto del pecado de origen. Cristo, al vencer al dolor, quiere demostrar que
viene a vencer a su causa que es el pecado. Algunas enfermedades no serán
sanadas, porque el dolor se va a convertir en instrumento del amor más grande.
Gran misterio el del dolor; pero mayor aún el del amor que, en el dolor, no deja de
querer. Jesús dará a conocer su mesianismo por medio de los milagros, pero cada
milagro será un signo elocuente de lo que viene a traer al mundo: una felicidad
nueva, traída por un amor generoso y fuerte, que llega de lo Alto.

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PRIMER DÍA: VENGO A SANARTE

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi poderoso creador, mi dulce


Padre y mi piadosísimo redentor; aquí tienes postrado a tus pies a este hijo pródigo,
que tantas veces ha malogrado el patrimonio de tu gracia con enormes pecados.
Me cubro mi rostro, Dios mío, porque apenas me atrevo a levantar mis ojos para
mirarte, aterrado con el asombroso número de mis pecados. Mas ¿A quién iré, bien
mío, sino al que me dio el ser, y derramó por mí toda su sangre? Me levantaré y me
iré al Padre, te digo como el primer pródigo. A ti, pues, vengo, con la certeza de que
me esperas con los brazos abiertos para abrazarme y regar con dulces lágrimas mi
cuello. Si para esto quieres también mi llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y
darte con esto un testimonio de mi verdadero arrepentimiento. Dale, Señor, firmeza
a mis buenos propósitos, para que, dejando ya de ser demonio por los vicios, sea
por las virtudes un ángel puro, semejante a tus queridos arcángeles Miguel, Gabriel
y Rafael.
A ti pues, me dirijo Dios Todopoderoso y Omnipotente, Señor de la vida y de la salud
para que, a la vista de tus virtudes y excelencias, salga con tu protección del abismo
de mis vicios y miserias, y merezca con esto el favor que solicito en esta oración y
que espero de tu tierno corazón y fondo de caridad que forman tu carácter. Amén.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te


damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo
único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN

Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo

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poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.

Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.

Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.

Virgen María, te invocamos seguros de que nos escuchas, te invocamos confiados


en que no abandonarás al Hijo Santísimo de tus entrañas en esta batalla, porque
nunca lo abandonaste, Madre mía, entonces también ven en nuestro auxilio, y
recuérdanos que debemos confiar hasta el último momento en la voluntad perfecta
del Padre, así como tu sola presencia se lo recordó a tu Hijo.

Virgen María, estamos aquí; ampáranos y socórrenos en este momento porque


también nosotros somos esclavos del Señor.

Virgen María, madre de Dios y madre de la Iglesia, fortalécenos con tu presencia,


auxílianos con tu figura, ¡oh Madre Inmaculada! Tú que estuviste al pie de la cruz,
ven nuevamente al Calvario, danos paz con tu mirada como se la diste a tu Hijo,
llénanos de esperanza con tus ruegos como lo hiciste por tu Hijo, danos confianza
en el Padre Eterno como tú la tuviste durante la crucifixión, en aquel viernes de
dolor.

Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén

ORACIÓN DE SANACIÓN A SAN RAFAEL ARCÁNGEL

Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.

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Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.

Mencionar aquí la petición.

Si es la voluntad de Dios, dígnate sanarme de esta enfermedad y mientras tanto,


concédeme la gracia y la fuerza que necesito para poder soportarla con paciencia,
ofreciéndola por el perdón de los pecados y por la salvación de mi alma.

San Rafael, amigo de los caminos, enséñame a conservar la fe en los sufrimientos


y unir mis dolores con los de Jesús y de María y buscar la gracia de Dios en la
oración y en la comunión. Deseo imitarte en tu afán de hacer la voluntad de Dios en
todas las cosas.

Como el joven Tobías, yo te elijo como mi compañero en mi viaje a través de este


valle de lágrimas. Deseo seguir tus inspiraciones cada paso del camino, para que
pueda llegar al final de mi viaje bajo tu protección constante y en la gracia de Dios.

Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.

Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.

San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.

Oh Dios, que te dignaste en concedernos tu protección y consuelo a través de esos


poderosos seres espirituales, te ruego que, a través de esta humilde oración a San
Rafael Arcángel, me concedas las primicias del Cielo, la sanación del Cuerpo y
Alma, la liberación de toda enfermedad y la protección contra todo mal. Amén.

BENDICIÓN Y EXORCISMO DEL AGUA…

SALMO 104

R. ¡Dad gracias al Señor, porque es eterno su amor!

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,


dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
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hablad de sus maravillas,
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.

Recurrid al Señor y a su poder,


buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;


hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;

de la alianza sellada con Abrahán,


del juramento hecho a Isaac.
Confirmado como ley para Jacob,
como alianza eterna para Israel:
«A ti te daré el país cananeo,
como lote de vuestra heredad».

Cuando eran unos pocos mortales,


contados, y forasteros en el país,
cuando erraban de pueblo en pueblo,
de un reino a otra nación,
a nadie permitió que los molestase,
y por ellos castigó a reyes:
«No toquéis a mis ungidos,
no hagáis mal a mis profetas».

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS 3, 14-21

"Entonces Yavé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre
todas las bestias y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu
vientre y comerás tierra por todos los días de tu vida. Haré que haya enemistad
entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras
tú herirás su talón.» A la mujer le dijo: «Multiplicaré tus sufrimientos en los
embarazos y darás a luz a tus hijos con dolor. Siempre te hará falta un hombre, y él
te dominará." Al hombre le dijo: «Por haber escuchado a tu mujer y haber comido
del árbol del que Yo te había prohibido comer, maldita sea la tierra por tu causa.
Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los días de tu vida. Espinas y cardos
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te dará, mientras le pides las hortalizas que comes. Con el sudor de tu frente
comerás tu pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Sepas que
eres polvo y al polvo volverás.» El hombre dio a su mujer el nombre de «Eva», por
ser la madre de todo viviente. En seguida Yahvé Dios hizo para el hombre y su
mujer unos vestidos de piel y con ellos los vistió."

Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

ACTO DE RENUNCIA

En Nombre de Jesús, yo te pregunto: ¿Renuncias de manera personal y a nombre


de tus antepasados a Satanás, a todas sus fascinaciones, seducciones y mentiras?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al pecado para que puedas vivir en la gracia de Dios?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica de brujería, magia blanca, negra o de cualquier color,


santería, hechicería o vudú?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento,


codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo acto de orgullo, soberbia, prepotencia, vanidad y egolatría?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo rito que hayas vivido tú o tu familia de iniciación chamánica,


espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética a toda secta o
sociedad secreta?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo conocimiento de la nueva era, creencia en la reencarnación,


esoterismo, metafísica, meditación trascendental, yoga, a todo acto de
curanderismo, a las operaciones espirituales, hipnotismo con regresiones, baños
con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana, o con otras substancias
con fines mágicos?
R. Sí, renuncio.
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¿Renuncias a toda lujuria, aborto, adulterio, homosexualidad, bisexualidad, incesto,
violación, pornografía, bestialismo, promiscuidad y prostitución; a todo lo que tú u
otras personas hayan hecho ilícitamente para controlar, ¿nulificar o desbordar tu
sexualidad?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al uso de la guija, al control mental, al manejo del péndulo, a


instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias también a toda clase de adivinación, sortilegio, lectura de cartas, café


y caracoles, a toda forma de astrología, horóscopos o cartas astrales?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a los amuletos y talismanes, a las herraduras, pirámides, cuarzos,


imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al alcoholismo, a la gula, suciedad, a las drogas y a cualquier otra


adicción?
R. Sí, renuncio.

Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.

CREDO

Profesamos nuestra fe que es la victoria que vence al mundo:

"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilatos;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
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y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

LETANÍAS PARA IMPLORAR SALUD DE CUERPO Y ALMA

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Respondemos: Ten piedad de nosotros

Señor Jesús, que en Cafarnaún liberaste a un hombre poseído por un espíritu


inmundo (Mc 1,21)

Señor Jesús, que liberaste de la fiebre a la suegra de Pedro y se puso a servirte


(Mc 1, 29)

Señor Jesús, que al atardecer en Cafarnaún sanaste y liberaste a todos los


enfermos y endemoniados que te llevaron (Mc 1, 32)

Señor Jesús, que sanaste al hombre de la mano paralizada (Mc 3, 1)

Señor Jesús, tú que liberaste al endemoniado de Gerasa (Mc 5, 1)

Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)
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Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que liberaste a la hija de la mujer Cananea (Mc 7, 24)

Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)

Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22)

Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)

Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)

Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 8,1)

Señor Jesús, que curaste al siervo del Centurión (Mt 8, 5)

Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27)

Señor Jesús, que resucitaste al hijo de la viuda de Naim (Lc 7, 11)

Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)

Señor Jesús, que curaste a la mujer encorvada (Lc 13, 10)

Señor Jesús, que sanaste a un hidrópico (Lc 14, 1)

Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11)

Señor Jesús, que curaste el corazón de la Samaritana (Jn 4, 1)

Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina de Betesda (Jn 5,1)

Señor Jesús, tú que perdonaste a la mujer adúltera (Jn 8, 1)

Señor Jesús, tú que curaste a un ciego de nacimiento (Jn 9, 1)

Señor Jesús, tú que resucitaste a Lázaro (Jn 11, 1)

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.

ORACIÓN

Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
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enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN POR SANACIÓN INTERIOR

Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias porque por
Tu amor nos diste a Jesús.
Gracias Padre porque a la luz del Espíritu comprendemos que él es la luz, la Verdad
y el buen pastor que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en
abundancia.
Hoy, Padre, me quiero presentar delante de ti, como tu hijo.
Tú me conoces por mi nombre.
Pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida.
Tú conoces mi corazón y conoces las heridas de mi historia.
Tú conoces todo lo que he querido hacer y no he hecho.
Conoces también lo que hice o me hicieron lastimándome.
Tú conoces mis limitaciones, errores y mi pecado.
Conoces los traumas y complejos de mi vida.
Hoy, Padre, te pido que por el amor que le tienes a tu Hijo Jesucristo, derrames tu
Santo Espíritu sobre mí, para que el calor de tu amor sanador, penetre en lo más
íntimo de mi corazón.
Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas sáname aquí y ahora
de mi alma, mi mente, mi memoria y todo mi interior.
Entra en mí, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus
Discípulos llenos de miedo.
Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: “paz a vosotros”. Entra en mí corazón
y dame tu paz.
Lléname de amor.
Sabemos que el amor echa fuera el temor.
Pasa por mi vida y sana mi corazón.
Sabemos, Señor Jesús, que tú lo haces siempre que te lo pedimos, y te lo estoy
pidiendo con María, mi madre, la que estaba en las bodas de Caná cuando no había
vino y tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino.
Cambia mi corazón y dame un corazón generoso, un corazón afable, un corazón
bondadoso, dame un corazón nuevo.
Haz brotar en mí los frutos de tu presencia.
Dame el fruto de tu Espíritu que es amor, paz, alegría.
Haz que venga sobre mí el Espíritu de las bienaventuranzas, para que pueda
saborear y buscar a Dios cada día, viviendo sin complejos ni traumas junto a los
demás, junto a mi familia, junto a mis hermanos.
Te doy gracias, Padre, por lo que estás haciendo hoy en mi vida.
Te doy gracias de todo corazón porque tú me sanas, porque tú me liberas, porque
tú Rompes las cadenas y me das la libertad.
Gracias, Señor Jesús, porque soy templo de tú Espíritu y ese templo no se puede
destruir porque es la Casa de Dios.
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Te doy gracias, Espíritu Santo, por la fe.
Gracias por el amor que has puesto en mi corazón.
¡Qué grande eres, Señor Dios Trino y Uno!
Bendito y alabado seas, Señor.

ORACIÓN POR SANACIÓN FÍSICA

Señor Jesús, creo que estás vivo y resucitado.


Creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada
uno de los que en ti creemos.
Te alabo y te adoro. Te doy gracias, Señor, por venir hasta mí como pan vivo.
bajado del cielo.
Tú eres la plenitud de la vida.
Tú eres la resurrección y la vida.
Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.
Hoy quiero presentarte todas mis enfermedades porque tú eres el mismo ayer, hoy
y siempre y tú mismo me alcanzas hasta donde estoy.
Tú eres el eterno presente y tú me conoces. Ahora, Señor, te pido que tengas
compasión de mí.
Visítame a través de tu Evangelio para que todos reconozcan que tú estás vivo en
tu Iglesia hoy; y que se renueve mi fe y mi confianza en ti; te lo suplico, Jesús.
Ten compasión de mis sufrimientos físicos, de mis heridas emocionales y de
cualquier enfermedad de mi alma.
Ten compasión de mí, Señor.
Bendíceme y haz que vuelva a encontrar la salud.
Que mi fe crezca y me abra a las maravillas de tu amor, para que también sea
testigo de tu poder y de tu compasión.
Te lo pido, Jesús, por el poder de tus santas llagas, por tu santa cruz y por tu
Preciosa sangre.
Sáname, Señor. Sana mi cuerpo, sana mi corazón, sana mi alma.
Dame vida y vida en abundancia.
Te lo pido por intercesión de María Santísima, tu madre, la Virgen de los Dolores,
La que estaba presente, de pie, cerca de la cruz.
La que fue la primera en contemplar tus santas llagas y que nos diste por madre.
Tú nos has revelado que ya has tomado sobre ti todas nuestras dolencias y por tus
Santas llagas hemos sido curados.
Hoy, Señor, te presento en la fe todas mis enfermedades y te pido que me sanes
completamente.
Te pido por la gloria del Padre del cielo, que también sanes a los enfermos de mi
familia y mis amigos.
Haz que crezcan en la fe, en la esperanza, y que reciban la salud para gloria de tu
Nombre.
Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los
signos y prodigios de tu amor.
Todo esto te lo pido, Jesús, porque tú eres Jesús, tú eres el buen pastor y todos
somos ovejas de tu rebaño.
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Estoy tan seguro de tu amor, que aún antes de conocer el resultado de mi oración,
en fe, te digo: gracias Jesús, por lo que tú vas a hacer en mí y en cada uno de ellos.
Gracias por las enfermedades que tú estás sanando ahora, gracias por los que tú
estás visitando con tu misericordia.

ORACIÓN PARA SANAR MI CUERPO

Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estás lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.

Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.
Padre, en el nombre de Jesús, venimos a adorar y engrandecer tu nombre y a darte
gracias por tu amor y tu misericordia.
Señor Jesús, gracias por el sacrificio que tú hiciste en la cruz del Calvario.

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Padre, en este momento venimos delante de Tu santa Presencia en el nombre de
Jesús para interceder por la salud de nuestros hermanos y hermanas, quienes
necesitan de tu toque divino para que su salud sea restaurada.
Gracias Padre por tu misericordia.
Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.

15
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO POR UN MILAGRO DE SANACIÓN

Oh amadísimo Espíritu Santo, espíritu de poder, escucha mi clamor a través de esta


poderosa oración la cual elevo a ti con toda mi fe, esperanza y convicción de que
me escucharás y atenderás con amor el deseo de mi corazón.

Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.

Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.

Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.

Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.

Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.

16
Derrama todos tus dones en mi vida, para que se manifieste nuevamente en mí la
salud, el equilibrio de mi cuerpo y todas sus funciones, sus sentidos perfectos y su
mente sana.

Dios Espíritu Santo, confío plenamente en que acudes a mi llamado, en que


escuchas y atiendes mi súplica.

Permíteme experimentar en mi cuerpo tu fuerza, como la experimentaron los


discípulos de Jesús después de tu resurrección.

Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.

Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.

Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.

Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.

Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.

Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.

Te pido Dios mío que infundas en mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.

Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!

Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.

Oh Santo Espíritu, que tu luz ilumine toda mi vida.

Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.

17
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,


que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante esta oración
sigan produciendo frutos abundantes en todos los enfermos.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.


Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos de estas oraciones


sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo. ¡Amén!

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

18
SEGUNDO DÍA: VENGO A SANARTE

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi poderoso creador, mi dulce


Padre y mi piadosísimo redentor; aquí tienes postrado a tus pies a este hijo pródigo,
que tantas veces ha malogrado el patrimonio de tu gracia con enormes pecados.
Me cubro mi rostro, Dios mío, porque apenas me atrevo a levantar mis ojos para
mirarte, aterrado con el asombroso número de mis pecados. Mas ¿A quién iré, bien
mío, sino al que me dio el ser, y derramó por mí toda su sangre? Me levantaré y me
iré al Padre, te digo como el primer pródigo. A ti, pues, vengo, con la certeza de que
me esperas con los brazos abiertos para abrazarme y regar con dulces lágrimas mi
cuello. Si para esto quieres también mi llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y
darte con esto un testimonio de mi verdadero arrepentimiento. Dale, Señor, firmeza
a mis buenos propósitos, para que, dejando ya de ser demonio por los vicios, sea
por las virtudes un ángel puro, semejante a tus queridos arcángeles Miguel, Gabriel
y Rafael.
A ti pues, me dirijo Dios Todopoderoso y Omnipotente, Señor de la vida y de la salud
para que, a la vista de tus virtudes y excelencias, salga con tu protección del abismo
de mis vicios y miserias, y merezca con esto el favor que solicito en esta oración y
que espero de tu tierno corazón y fondo de caridad que forman tu carácter. Amén.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te


damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo
único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN

Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo

19
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.

Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.

Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.

Virgen María, te invocamos seguros de que nos escuchas, te invocamos confiados


en que no abandonarás al Hijo Santísimo de tus entrañas en esta batalla, porque
nunca lo abandonaste, Madre mía, entonces también ven en nuestro auxilio, y
recuérdanos que debemos confiar hasta el último momento en la voluntad perfecta
del Padre, así como tu sola presencia se lo recordó a tu Hijo.

Virgen María, estamos aquí; ampáranos y socórrenos en este momento porque


también nosotros somos esclavos del Señor.

Virgen María, madre de Dios y madre de la Iglesia, fortalécenos con tu presencia,


auxílianos con tu figura, ¡oh Madre Inmaculada! Tú que estuviste al pie de la cruz,
ven nuevamente al Calvario, danos paz con tu mirada como se la diste a tu Hijo,
llénanos de esperanza con tus ruegos como lo hiciste por tu Hijo, danos confianza
en el Padre Eterno como tú la tuviste durante la crucifixión, en aquel viernes de
dolor.

Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén

ORACIÓN DE SANACIÓN A SAN RAFAEL ARCÁNGEL

Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.

20
Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.

Mencionar aquí la petición.

Si es la voluntad de Dios, dígnate sanarme de esta enfermedad y mientras tanto,


concédeme la gracia y la fuerza que necesito para poder soportarla con paciencia,
ofreciéndola por el perdón de los pecados y por la salvación de mi alma.

San Rafael, amigo de los caminos, enséñame a conservar la fe en los sufrimientos


y unir mis dolores con los de Jesús y de María y buscar la gracia de Dios en la
oración y en la comunión. Deseo imitarte en tu afán de hacer la voluntad de Dios en
todas las cosas.

Como el joven Tobías, yo te elijo como mi compañero en mi viaje a través de este


valle de lágrimas. Deseo seguir tus inspiraciones cada paso del camino, para que
pueda llegar al final de mi viaje bajo tu protección constante y en la gracia de Dios.

Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.

Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.

San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.

Oh Dios, que te dignaste en concedernos tu protección y consuelo a través de esos


poderosos seres espirituales, te ruego que, a través de esta humilde oración a San
Rafael Arcángel, me concedas las primicias del Cielo, la sanación del Cuerpo y
Alma, la liberación de toda enfermedad y la protección contra todo mal. Amén.

BENDICIÓN Y EXORCISMO DEL AGUA…

SALMO 102

R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!

Bendice, alma mía, al Señor,


y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
21
El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura;
el sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila
se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia


y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso,


lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen
nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,


se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre
siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre


duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.

Pero la misericordia del Señor


dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.

El Señor puso en el cielo su trono,


su soberanía gobierna el universo.
bendecid al Señor, ángeles suyos,
22
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.

Bendecid al Señor, ejércitos suyos,


servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.

LECTURA DEL PRIMER LIBRO DE REYES 17, 17-24

Elías, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: «Vive el Señor, Dios de Israel, ante
quien sirvo, que no habrá en estos años rocío ni lluvia si no es por la palabra de mi
boca». La palabra del Señor llegó a Elías diciendo: «Sal de aquí, dirígete hacia
oriente y escóndete en el torrente de Querit, frente al Jordán. Habrás de beber sus
aguas y he ordenado a los cuervos que allí te suministren alimento». Fue a
establecerse en el torrente de Querit, frente al Jordán, procediendo según la palabra
del Señor. Los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y lo mismo al
atardecer; y bebía del torrente. Al cabo de unos días se secó el torrente, pues no
hubo lluvia sobre el país. La palabra del Señor llegó entonces a Elías
diciendo: «Levántate, vete a Sarepta de Sidón y establécete, pues he ordenado a
una mujer viuda de allí que te suministre alimento». Se alzó y fue a Sarepta.
Traspasaba la puerta de la ciudad en el momento en el que una mujer viuda recogía
por allí leña. Elías la llamó y le dijo: «Tráeme un poco de agua en el jarro, por favor,
y beberé». Cuando ella fue a traérsela, él volvió a gritarle: «Tráeme, por favor, en tu
mano un trozo de pan». Ella respondió: «Vive el Señor, tu Dios, que no me queda
pan cocido; solo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la alcuza.
Estoy recogiendo un par de palos, entraré y prepararé el pan para mí y mi hijo, lo
comeremos y luego moriremos». Pero Elías le dijo: «No temas. Entra y haz como
has dicho, pero antes prepárame con la harina una pequeña torta y tráemela. Para
ti y tu hijo la harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “La orza de
harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará hasta el día en que el Señor
conceda lluvias sobre la tierra”». Ella se fue y obró según la palabra de Elías, y
comieron él, ella y su familia. Por mucho tiempo la orza de harina no se vació ni la
alcuza de aceite se agotó, según la palabra que había pronunciado el Señor por
boca de Elías. Después de estos hechos, cayó enfermo el hijo de la dueña de la
casa; su mal fue agravándose hasta el punto de que no le quedaba ya aliento.
Entonces la viuda dijo a Elías: «¿Qué hay entre tú y yo, hombre de Dios? ¡Has
venido a recordarme mis faltas y a causar la muerte de mi hijo!». Elías respondió:
«Entrégame a tu hijo». Lo tomó de su regazo, lo subió a la habitación de arriba
donde él vivía, y lo acostó en su lecho. Luego clamó al Señor, diciendo: «Señor,
Dios mío, ¿vas a hacer mal a la viuda que me hospeda, causando la muerte de su
hijo?». Luego se tendió tres veces sobre el niño, y gritó al Señor: «Señor, Dios mío,
que el alma de este niño vuelva a su cuerpo». El Señor escuchó el grito de Elías y
el alma del niño volvió a su cuerpo y el niño volvió a la vida. Tomó Elías al niño, lo
bajó de la habitación de arriba al interior de la casa y se lo entregó a su madre,

23
diciendo: «Mira, tu hijo está vivo». La mujer dijo a Elías: «Ahora sé que eres un
hombre de Dios, y que la palabra del Señor está de verdad en tu boca».

Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

ACTO DE RENUNCIA

En Nombre de Jesús, yo te pregunto: ¿Renuncias de manera personal y a nombre


de tus antepasados a Satanás, a todas sus fascinaciones, seducciones y mentiras?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al pecado para que puedas vivir en la gracia de Dios?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica de brujería, magia blanca, negra o de cualquier color,


santería, hechicería o vudú?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento,


codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo acto de orgullo, soberbia, prepotencia, vanidad y egolatría?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo rito que hayas vivido tú o tu familia de iniciación chamánica,


espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética a toda secta o
sociedad secreta?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo conocimiento de la nueva era, creencia en la reencarnación,


esoterismo, metafísica, meditación trascendental, yoga, a todo acto de
curanderismo, a las operaciones espirituales, hipnotismo con regresiones, baños
con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana, o con otras substancias
con fines mágicos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda lujuria, aborto, adulterio, homosexualidad, bisexualidad, incesto,


violación, pornografía, bestialismo, promiscuidad y prostitución; a todo lo que tú u
24
otras personas hayan hecho ilícitamente para controlar, ¿nulificar o desbordar tu
sexualidad?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al uso de la guija, al control mental, al manejo del péndulo, a


instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias también a toda clase de adivinación, sortilegio, lectura de cartas, café


y caracoles, a toda forma de astrología, horóscopos o cartas astrales?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a los amuletos y talismanes, a las herraduras, pirámides, cuarzos,


imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al alcoholismo, a la gula, suciedad, a las drogas y a cualquier otra


adicción?
R. Sí, renuncio.

Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.

CREDO

Profesamos nuestra fe que es la victoria que vence al mundo:

"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilatos;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
25
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

LETANÍAS PARA IMPLORAR SALUD DE CUERPO Y ALMA

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Respondemos: Ten piedad de nosotros

Señor Jesús, que en Cafarnaún liberaste a un hombre poseído por un espíritu


inmundo (Mc 1,21)

Señor Jesús, que liberaste de la fiebre a la suegra de Pedro y se puso a servirte


(Mc 1, 29)

Señor Jesús, que al atardecer en Cafarnaún sanaste y liberaste a todos los


enfermos y endemoniados que te llevaron (Mc 1, 32)

Señor Jesús, que sanaste al hombre de la mano paralizada (Mc 3, 1)

Señor Jesús, tú que liberaste al endemoniado de Gerasa (Mc 5, 1)

Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5, 21)


26
Señor Jesús, que liberaste a la hija de la mujer Cananea (Mc 7, 24)

Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)

Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22)

Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)

Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)

Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 8,1)

Señor Jesús, que curaste al siervo del Centurión (Mt 8, 5)

Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27)

Señor Jesús, que resucitaste al hijo de la viuda de Naim (Lc 7, 11)

Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)

Señor Jesús, que curaste a la mujer encorvada (Lc 13, 10)

Señor Jesús, que sanaste a un hidrópico (Lc 14, 1)

Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11)

Señor Jesús, que curaste el corazón de la Samaritana (Jn 4, 1)

Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina de Betesda (Jn 5,1)

Señor Jesús, tú que perdonaste a la mujer adúltera (Jn 8, 1)

Señor Jesús, tú que curaste a un ciego de nacimiento (Jn 9, 1)

Señor Jesús, tú que resucitaste a Lázaro (Jn 11, 1)

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.

ORACIÓN

Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,

27
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN PARA SANACIÓN INTERIOR

(Entra en la oración de la manera que te sientas movido a hacerlo. Ya que la


curación es un proceso progresivo, esa oración no solucionará todos tus problemas.
Nunca podremos llegar a decir que ya acabaron los problemas, que todos los
recuerdos han sido curados, pero podemos quitar del camino toda barrera que nos
impida estar sanos y saludables. La curación interior se habrá llevado a cabo
cuando un suceso del pasado no tenga ya poder para herirnos - cuando lo podamos
recordar sin tristeza, vergüenza o sentimiento de culpa. Entra en la presencia de
Dios).

Señor, Tú puedes volver atrás conmigo y caminar conmigo a través de mi vida desde
el momento que fui concebido.

Ayúdame, Señor, aun entonces: límpiame y líbrame de todo lo que pudo causarme
dificultades en el momento de mi concepción. Tú estabas presente en el momento
que fui formado en el vientre de mi madre. Líbrame y sáname de cualesquiera
ataduras en mi espíritu que hayan podido llegarme por mi madre o las circunstancias
de la vida de mis padres aun cuando tomaba forma. Por esto, te doy gracias.

También te alabo, Jesús, porque además me estás sanando del trauma de nacer.
(Muchas de nuestras madres tuvieron partos largos y dolorosos cuando nacimos, y
esto tiene un efecto en la criatura). Te pido, Señor, que me cures del dolor de nacer
y de todo lo que sufrí al nacer. Te doy gracias, Señor, porque Tú estabas allí para
recibirme en tus brazos cuando nací. Conságrame en ese mismo momento al
servicio de Dios. Gracias, Jesús, porque esto se ha hecho.

Señor Jesús, te alabo porque en esos primeros meses de mi infancia tú estabas


conmigo cuando te necesité. (Hay muchas personas que necesitaban más amor del
que recibieron de su madre, porque fueron separados por circunstancias que no
pudieron evitarse. No recibieron el amor que les hubiera ayudado a sentir fuerza y
estabilidad).

Hubo veces que necesité que mi madre me acunara en su pecho y me meciera y


me contara cuentos infantiles como solamente sabe hacerlo una madre. Señor,
hazlo Tú en lo más profundo de mi ser. Envíame a tu madre, María, para que me
estreche en su regazo, me dé calor y me haga todo lo que una madre hace para
brindarle a su hijo ternura y seguridad. Déjame sentir su amor maternal tan
conmovedor, confortante y profundo que nada ya pueda separarme de ese amor
otra vez. Te doy gracias y te alabo Señor, porque sé que ahora mismo estoy
cobijado en los brazos de tu madre y en los tuyos.

(También hay personas que necesitaron más del amor paternal en sus vidas).
28
Por cualquier razón que me haya sentido descuidado, rechazado, Señor, llena esa
parte de mi ser con un profundo amor paternal que sólo viene de un padre. Aunque
yo no esté consciente de haber necesitado unos brazos fuertes y un "papito" que
me amara y me diera seguridad y apoyo, dámelo Tú ahora. Gracias, Señor, porque
esto también lo estás haciendo.

(Según crecíamos, algunos de nosotros pertenecíamos a familias donde no había


mucho tiempo para nosotros como individuos). He llegado a entender y a aceptarlo,
pero una parte de mi ser en realidad nunca se sintió completa, nunca se sintió
verdaderamente querida. Te pido hoy una curación de ese sentimiento. Señor,
hazme saber que soy tu hijo, una persona importante en tu familia, un ser único que
amas de una manera muy especial.

Cúrame, Señor, las heridas causadas por las relaciones con mi familia, el hermano
o hermana que no me entendía del todo o que no me demostraba amor y bondad
debidamente. Una parte mía nunca se sintió amada por eso. Déjame ahora alcanzar
en perdón a ese hermano o hermana. Quizás a través de los años, nunca he podido
aceptarlos porque nunca me sentí verdaderamente aceptado por ellos. Dame un
gran amor por ellos. Así que la próxima vez que los vea haya tanto amor que todo
lo viejo habrá pasado. Me habrás renovado. Te doy gracias por eso, Señor.

(Según crecíamos, el primer trauma real en nuestra vida pudo haber sido cuando
fuimos a la escuela por primera vez. Esa fue la primera vez que nos ausentábamos
del hogar y todo lo que ello representaba. Para algunos de nosotros que éramos
muy sensibles, que éramos tímidos, inseguros, esto fue difícil; - quedarnos con
aquella maestra extraña, con compañeros extraños, en un lugar extraño).
Señor, de veras nunca me recuperaré de esa experiencia, porque había cosas que
esperaban de mí y cosas que me herían mucho. Hubo maestras intratables y niños
que no me mostraban amor o comprensión.

Te pido, Señor, que me sanes de todos esos años que pasé en la sala de clase,
que me quites todo el dolor y sufrimiento que recibí en ese tiempo. Me retraje en
ese entonces, Señor, y empecé a sentir miedo de hablar en grupos porque me
habían ridiculizado, castigado, criticado en la escuela. Dejé de hablar porque era
demasiado doloroso. Señor, te pido que abras la puerta de mi corazón. Déjame
relacionarme en grupos de una manera más abierta y libre de lo que he podido hasta
ahora. Según se lleva a cabo esta curación, tendré la confianza y el valor de hacer
lo que me pidas en toda situación. Gracias, Señor, porque creo que estás
sanándome ya.

Señor, cuando entré en la adolescencia, empecé a experimentar cosas que me


asustaron, me avergonzaron y me causaron dolor. Nunca he podido sobreponerme
del todo a algunas experiencias que tuve cuando me estaba conociendo a mí
mismo, lo que significa ser persona. Te pido, Señor Jesús, que sanes todas las
experiencias que tuve como adolescente; las cosas que hice y que me hicieron y de
las que nunca he sanado. Entra en mi corazón y quita todas las experiencias que
me causaron sufrimiento o vergüenza. No te pido, Jesús, que borres esto de mi
29
mente, sino que lo transformes de manera que pueda recordarlo sin vergüenza, con
acción de gracias.

Hazme comprender por lo que hoy están pasando los jóvenes, porque yo mismo
también he pasado por ello: esa época de búsqueda y conflicto. Según me voy
sanando, déjame ayudar a otros a encontrar la curación.

Señor, al salir de este período de mi vida, y al empezar a crecer en la vocación a


que me llamabas, tuve dificultades. (Algunos fuimos llamados a ser esposos y
esposas, algunos fuimos llamados al celibato, otros escogieron la soltería o ahora
son viudos o divorciados. Ha habido dolor, ha habido sufrimientos; no hay carrera
alguna en la tierra que no conlleve dificultades de ajuste, problemas que
necesitaban curarse en la vida privada). Te pido, Jesús, que me cures en el estado
de vida que me encuentro hoy, y todo lo que eso ha significado para el mundo que
me rodea.

(Esposos y esposas tienen cosas del pasado que se interponen en sus relaciones,
heridas y sufrimientos que solamente pueden existir entre quienes tratan de vivir
juntos y conocerse en una situación muy íntima). Señor, sáname de estas cosas.
Haz que mi matrimonio empiece a ser de nuevo lo que Dios quiere que sea. Toma
en tus manos todas las heridas y sufrimientos del pasado, para que desde ahora en
adelante este matrimonio sea limpio y de nuevo tan libre y tan sano como sea
posible.

Gracias, Padre, que mediante esta curación podemos llegar a ser la clase de marido
y mujer que Tú pides que seamos.
(Los sacerdotes, religiosas y religiosos han tenido heridas que los han alejado de
Jesús en vez de acercarlos a Él). Señor, ayúdame a sentir tal calor y fortaleza de
amor en mí que nunca jamás dude yo, si el camino que sigo es al que me has
llamado. Dame valor y confianza en la obra que me has llamado a hacer. Llévame
adelante con propósito y metas nuevas. Gracias, Padre, porque sé que estás
haciéndolo.

(La gente soltera que se han sentido llamados a esa vida, siguen los pasos de Jesús
con un dolor y sufrimiento que sólo Dios conoce). Me he sentido solo y en ocasiones,
abandonado y totalmente rechazado por el resto de la humanidad. Señor Jesús,
lléname hoy de un nuevo sentido de fortaleza y propósito. Hazme comprender lo
que has puesto en mi corazón. Déjame ser un testimonio vivo de Jesucristo. Te doy
gracias, Padre, porque sé que estás haciendo esto.

Según siento la unción de tu amor, te glorifico, Señor, porque sé que está hecho.
Señor, no hay poder en el cielo y la tierra que pueda impedirlo. Te alabo, Señor,
porque sé que mientras más te entrego, dándote gracias y alabándote por ello, más
me das la fortaleza de tu presencia, el poder de tu espíritu, el amor de tu Divino Hijo.
Te alabo, Jesús, por esta curación y te glorifico. Gracias. Amén.

(Ahora permanece en silencio unos diez minutos. Deja que el Espíritu de Dios
30
complete la obra de curación en ti. Vacía tu corazón de todo lo que no es de Dios.
Deja que Dios vuelva a llenarlo con su Amor).

ORACIÓN DE SANACIÓN FÍSICA

Jesús, Dios de ternura y de misericordia, tú que nos has prometido que cuando dos
o tres estuvieran reunidos en tu Nombre estarías en medio de ellos, aquí estamos
reunidos en torno a ti. Imploramos tu compasión y te pedimos que pongas tu mirada
sobre nosotros, para que recibamos de ti fuerza y paz en nuestra alma y en nuestro
cuerpo. Te gustaba pasear en medio de la muchedumbre, pararte junto a los
enfermos y tocarlos para manifestar tu inmensa compasión por ellos. Muy a
menudo, los curabas para que fuera confirmada tu Palabra, esta buena nueva de
salvación propuesta a todos. Señor Jesús, te suplicamos que vengas tú mismo a
tocarnos. El que tú amas está enfermo. Tócame en el lugar de mi enfermedad,
visítame en la raíz de mi mal. (Puedes ungirte con aceite exorcizado).

Jesús, tú que abriste los ojos del ciego de Jericó, cúrame.


Jesús, tú que enderezaste al paralítico de Betesda, cúrame.
Jesús, tú que resucitaste a la hija de Jairo, cúrame.

Tú eres el mismo ayer, hoy y eternamente. Lo que realizaste hace 2.000 años,
también puedes realizarlo ahora. Por eso, te suplicamos que nos escuches y vengas
en nuestra ayuda.

Gracias Señor por lo que estás haciendo en mí. Tienes compasión de mí y confío
porque lo sé, que lo que inicias, lo llevas a término. Dame la gracia de acoger sin
miedo la obra de tu amor en mi cuerpo enfermo. Concédeme atreverme a creer que
tú actúas en mí, como hiciste con el paralítico de la Puerta Hermosa a petición de
Pedro.

Te alabamos, Señor nuestro, por cada una de tus obras. Te bendecimos por dar
testimonio del amor de nuestro Padre, en el poder del Espíritu Santo. Tú siempre
eres fiel a tus promesas. Tú que nos has prometido estar con nosotros hasta el fin
de los tiempos. Gracias por lo que acabas de hacer en mí. Gracias igualmente por
todo lo que vas a hacer por mí en las horas y días que vienen. Gracias porque no
solamente has visitado mi cuerpo, sino sobre todo mi corazón a fin de que te
conozca mejor y dé gracias a tu Nombre. Gracias por tu gran misericordia que nunca
falla. Podemos decir con el salmista: Un pobre ha gritado, Dios ha escuchado (Sal
33,7). Bendito seas por tanta ternura. A ti la gloria por los siglos de los siglos.

Padre de bondad, Padre de amor, yo te bendigo, te alabo y te doy gracias porque,


por amor, nos has dado a Jesús.

Gracias, Padre, porque, a la luz de tu Espíritu, comprendemos que Él es la Luz, la


Verdad y el Buen Pastor que ha venido para que tengamos vida en abundancia.

31
Hoy, Padre, quiero presentarme delante de ti, tu conoces mi nombre. Me presento
delante de ti, para que pongas sobre mi vida una mirada de Padre.

Tú conoces mi corazón y las heridas de mi historia. Tú sabes todo lo que he querido


hacer y no he hecho. Tú sabes lo que he hecho y el daño que me han hecho. Tú
conoces mis límites, mis errores y mi pecado. Tú conoces los traumas y los
complejos de mi vida.

Hoy, Padre, te pido, por el amor de tu hijo Jesucristo, que derrames tu Espíritu Santo
sobre mi persona, para que el calor de tu amor sanador penetre hasta lo más íntimo
de mi corazón.

Tú, que sanas los corazones desgarrados y vendas las heridas, sana mi corazón,
Padre, como entraste en la casa donde estaban tus discípulos acobardados, y te
apareciste en medio de ellos y les dijiste: "La paz esté con ustedes". Entra en este
corazón y dale tu paz. Llénalo de tu amor. Sabemos que el amor expulsa el miedo.
Entra en mi vida y sana mi corazón.

Sabemos, Señor, que lo haces cada vez que te lo pedimos, y te lo pedimos con
María, nuestra Madre, ella que estuvo en las Bodas de Caná, cuando ya no tenían
vino. Tú respondiste a su deseo transformando el agua en vino.

Cambia mi corazón, dame un corazón generoso, afable, lleno de bondad, dame un


corazón nuevo. Haz brotar en mis los frutos de tu presencia. Dame los frutos de tu
Espíritu que son: Amor, Paz y Alegría. Haz que descienda sobre mí el Espíritu de
las Bienaventuranzas para que pueda saborear y buscar a Dios cada día viviendo
sin complejos ni traumas junto a todos mis hermanos.

Te doy gracias, Padre, por lo que haces hoy en mi vida. Te damos gracias de todo
corazón porque eres Tú quien nos sana, quien nos libera, quien rompe nuestras
cadenas y quien nos devuelve la libertad. Gracias Señor porque somos templos de
tu Espíritu y este templo no puede ser destruido porque es la Casa de Dios. Te
damos gracias, Señor, por la fe y por el amor que has puesto en nuestros corazones.
¡Qué grande eres Señor! ¡Bendito y alabado seas, Señor!

Señor Jesús, Hijo del Dios Vivo, ven a cubrirme con tu Preciosa Sangre. Ven a cubrir
estos lugares y todas las personas presentes aquí y en mi corazón.

Abbá, papá, mi Padre Celeste.

Por el Nombre de Jesús y por su Preciosa Sangre, vencedor de rodas las fuerzas
del mal, por la intercesión de la Virgen María, victoriosa del Maligno, por mi bautismo
que ha hecho de mí tu hijo muy amado, ¡ven ahora a sanarme y a liberarme de todo
mal, de todo obstáculo al amor!

32
Padre mío, por la Preciosa Sangre de Jesús, sáname en mi inteligencia de toda
tiniebla, de todo prejuicio, del espíritu razonador, del espíritu de duda, de toda
confusión mental.

Padre buenísimo, sáname en mi memoria de todo recuerdo doloroso, de los traumas


psicológicos procedentes de mi árbol genealógico, del seno de mi madre y de cada
etapa de mi vida: nacimiento, infancia, adolescencia y edad adulta.

Padre, sáname en mi imaginación de todo idealismo soñador, de la huida de la


realidad, de toda fantasía enfermiza, de todo engaño, de toda alucinación y de todo
delirio.

Padre, por el Nombre de Jesús, sáname en mi corazón de roda herida, de toda


autocompasión, de toda cerrazón y dureza, del rechazo de perdonar, del
resentimiento, de los recelos malintencionados y de la maldición.

Padre del Cielo, sáname en mi voluntad de todo espíritu de dominio, de la tentación,


de la obsesión, de la opresión, de la posesión, del embrujamiento, de la hipnosis,
de todo voluntarismo orgulloso, de toda actitud intolerante y sectaria, de toda
debilidad, indecisión y desviación.

Padre muy amado, sáname, por tu Hijo Jesús de Nazaret, de todo desequilibrio en
mi sensibilidad, mi afectividad, mi emotividad, mi sexualidad, de todo sentimiento de
rechazo, de vergüenza, de vacío, de culpabilidad persistente, complejo de
inferioridad, timidez, de toda ansiedad, inquietud, miedo, insomnio, tristeza, de la
desgana de vivir, de las ideas suicidas, de toda esclavitud de la droga, el alcohol, el
tabaco y de cualquier otra dependencia.

Padre Creador, por la Sangre de Cristo, sáname de toda desviación que me venga
de herencia, de la educación recibida en mi tierna infancia, de las presiones
ejercidas sobre mí en mi ambiente familiar, escolar, comunitario, social, eclesial, de
todo acontecimiento pasado que haya vejado mi libertad interior y mi audacia por ti.

Padre Todopoderoso, sáname de todo lo negativo, de todo lo doloroso que haya


sufrido mi pequeño ser, y que está relegado en mi inconsciente o mi subconsciente.

(Recitar tres veces la siguiente oración)

Padre nuestro, en el Espíritu Santo y por el poder y la autoridad de Jesús de


Nazaret, corto todos los lazos negativos existentes en mí y en mi familia. En este
momento, cierro de forma definitiva todas las puertas que hayan podido abrirse en
mí y en mi familia. Amarro todos los poderes de las tinieblas al árbol de la Cruz de
Cristo hasta el fin de los tiempos. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.

(A continuación)

33
Padre del Cielo, lávame, purifícame, límpiame. Como a un recién nacido,
sumérgeme en un baño de amor, un baño de ternura y misericordia. Derrama sobre
mí el agua de mi bautismo, el agua del Espíritu Santo, para que sea puro como la
Virgen María. Haz fluir tu fuente de vida. Ahora Padre, ya que has expulsado las
tinieblas de mi cuerpo, de mi alma y de mi espíritu, ven a colmarme con
sobreabundancia en todos mis vacíos. Por el Espíritu Santo despierta en mí, Señor,
tus siete dones sagrados, reanima en mí los dones de Sabiduría, Inteligencia,
Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Santo Temor de Dios.

Lléname, Señor, de todos los frutos del Espíritu Santo con sobreabundancia:

• Señor, has destruido el odio en mi corazón. Dame, Señor, más amor, sí, mucho
más amor, aún más amor, Señor, más, más, más amor en mí y en mi familia.
• Señor, has destruido la tristeza en mi corazón. Dame, Señor, más alegría, sí, más
alegría, Señor, más, más, más alegría en mí y en mi familia.
• Señor, has destruido las divisiones en mi corazón. Dame, Señor, más paz, sí,
mucha más paz, más, más, más paz en mí y en mi familia. Envía un espíritu de
reconciliación a mi corazón y a mi familia.
• Señor, has destruido la cólera y el juicio en mi corazón. Dame, Señor, más
paciencia e indulgencia, sí, mucha más paciencia e indulgencia, más, más, más
paciencia e indulgencia en mí y en mi familia.
• Señor, has destruido la duda y la violencia en mi corazón. Dame, Señor, más
bondad y dulzura, más, más, más bondad y dulzura en mí y en mi familia.
• Señor, has destruido el orgullo y la maldición en mi corazón. Dame, Señor, más
humildad y bendición, sí, más humildad y bendición, más, más, más humildad y
bendición en mí y en mi familia. Que sólo salgan de mi boca palabras
condescendientes.
• Señor, has destruido las dependencias y los bloqueos en mi corazón. Dame,
Señor, más libertad en ti, sí, más, más, más libertad en ti, Señor, en mí y en mi
familia.
• Señor, has destruido la impureza y los falsos ídolos en mi corazón. Dame, Señor,
más pureza y espíritu de adoración y alabanza, sí, más, más, más pureza y espíritu
de adoración y alabanza en mí y en mi familia. ¡Qué Tú seas el primero en mi Vidal

Padre de Misericordia, concédeme cambiar y dar los frutos de una conversión


auténtica, y encontrar mi verdadera libertad en hacer tu voluntad. Señor Jesús,
Cordero de Dios, ejerce tu Señorío y tu Realeza en todos los ámbitos de mi persona.
Cúbreme, Jesús, con tu Preciosa Sangre y protégeme de todo mal, protege a todos
los que llevo en el corazón. Inúndame, Señor, con tus ríos de Gloria a fin de que
proclame sin cesar, día tras día, tu alabanza. Espíritu Santo, revélame todos tus
carismas, tus dones y tus regalos del Cielo para la Gloria de Dios. María, Madre de
Dios y Madre mía, enséñame a decir siempre SÍ al Amor, de forma incondicional y
total, como tú. Pido también la asistencia de todos los Ángeles y de todos los Santos
del Cielo, día tras día, para siempre en mi vida. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo. Amén.

34
ORACIÓN PARA SANAR MI CUERPO

Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.

Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.

Padre, en el nombre de Jesús, venimos a adorar y engrandecer tu nombre y a darte


gracias por tu amor y tu misericordia.
Señor Jesús, gracias por el sacrificio que tú hiciste en la cruz del Calvario.
Padre, en este momento venimos delante de Tu santa Presencia en el nombre de
Jesús para interceder por la salud de nuestros hermanos y hermanas, quienes
necesitan de tu toque divino para que su salud sea restaurada.
Gracias Padre por tu misericordia.

35
Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.

36
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO POR UN MILAGRO DE SANACIÓN

Oh amadísimo Espíritu Santo, espíritu de poder, escucha mi clamor a través de esta


poderosa oración la cual elevo a ti con toda mi fe, esperanza y convicción de que
me escucharás y atenderás con amor el deseo de mi corazón.

Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.

Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.

Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.

Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.

Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.

Derrama todos tus dones en mi vida, para que se manifieste nuevamente en mí la


salud, el equilibrio de mi cuerpo y todas sus funciones, sus sentidos perfectos y su
mente sana.

37
Dios Espíritu Santo, confío plenamente en que acudes a mi llamado, en que
escuchas y atiendes mi súplica.

Permíteme experimentar en mi cuerpo tu fuerza, como la experimentaron los


discípulos de Jesús después de tu resurrección.

Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.

Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.

Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.

Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.

Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.

Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.

Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.

Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!

Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.

Oh Santo Espíritu, que tu luz ilumine toda mi vida.

Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,


que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
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acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante esta oración
sigan produciendo frutos abundantes en todos los enfermos.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.


Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos de estas oraciones


sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo. ¡Amén!

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

39
TERCER DÍA: VENGO A SANARTE

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi poderoso creador, mi dulce


Padre y mi piadosísimo redentor; aquí tienes postrado a tus pies a este hijo pródigo,
que tantas veces ha malogrado el patrimonio de tu gracia con enormes pecados.
Me cubro mi rostro, Dios mío, porque apenas me atrevo a levantar mis ojos para
mirarte, aterrado con el asombroso número de mis pecados. Mas ¿A quién iré, bien
mío, sino al que me dio el ser, y derramó por mí toda su sangre? Me levantaré y me
iré al Padre, te digo como el primer pródigo. A ti, pues, vengo, con la certeza de que
me esperas con los brazos abiertos para abrazarme y regar con dulces lágrimas mi
cuello. Si para esto quieres también mi llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y
darte con esto un testimonio de mi verdadero arrepentimiento. Dale, Señor, firmeza
a mis buenos propósitos, para que, dejando ya de ser demonio por los vicios, sea
por las virtudes un ángel puro, semejante a tus queridos arcángeles Miguel, Gabriel
y Rafael.
A ti pues, me dirijo Dios Todopoderoso y Omnipotente, Señor de la vida y de la salud
para que, a la vista de tus virtudes y excelencias, salga con tu protección del abismo
de mis vicios y miserias, y merezca con esto el favor que solicito en esta oración y
que espero de tu tierno corazón y fondo de caridad que forman tu carácter. Amén.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te


damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo
único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN

Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo

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poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.

Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.

Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.

Virgen María, te invocamos seguros de que nos escuchas, te invocamos confiados


en que no abandonarás al Hijo Santísimo de tus entrañas en esta batalla, porque
nunca lo abandonaste, Madre mía, entonces también ven en nuestro auxilio, y
recuérdanos que debemos confiar hasta el último momento en la voluntad perfecta
del Padre, así como tu sola presencia se lo recordó a tu Hijo.

Virgen María, estamos aquí; ampáranos y socórrenos en este momento porque


también nosotros somos esclavos del Señor.

Virgen María, madre de Dios y madre de la Iglesia, fortalécenos con tu presencia,


auxílianos con tu figura, ¡oh Madre Inmaculada! Tú que estuviste al pie de la cruz,
ven nuevamente al Calvario, danos paz con tu mirada como se la diste a tu Hijo,
llénanos de esperanza con tus ruegos como lo hiciste por tu Hijo, danos confianza
en el Padre Eterno como tú la tuviste durante la crucifixión, en aquel viernes de
dolor.

Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén

ORACIÓN DE SANACIÓN A SAN RAFAEL ARCÁNGEL

Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.

41
Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.

Mencionar aquí la petición.

Si es la voluntad de Dios, dígnate sanarme de esta enfermedad y mientras tanto,


concédeme la gracia y la fuerza que necesito para poder soportarla con paciencia,
ofreciéndola por el perdón de los pecados y por la salvación de mi alma.

San Rafael, amigo de los caminos, enséñame a conservar la fe en los sufrimientos


y unir mis dolores con los de Jesús y de María y buscar la gracia de Dios en la
oración y en la comunión. Deseo imitarte en tu afán de hacer la voluntad de Dios en
todas las cosas.

Como el joven Tobías, yo te elijo como mi compañero en mi viaje a través de este


valle de lágrimas. Deseo seguir tus inspiraciones cada paso del camino, para que
pueda llegar al final de mi viaje bajo tu protección constante y en la gracia de Dios.

Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.

Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.

San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.

Oh Dios, que te dignaste en concedernos tu protección y consuelo a través de esos


poderosos seres espirituales, te ruego que, a través de esta humilde oración a San
Rafael Arcángel, me concedas las primicias del Cielo, la sanación del Cuerpo y
Alma, la liberación de toda enfermedad y la protección contra todo mal. Amén.

BENDICIÓN Y EXORCISMO DEL AGUA…

SALMO 40

R. ¡El Señor me sostendrá en el lecho del dolor, calmará los dolores de mi


enfermedad!

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;


en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
42
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,


calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: "Señor, ten misericordia,


sáname, porque he pecado contra ti".

Mis enemigos me desean lo peor:


"a ver si se muere, y se acaba su apellido".

El que viene a verme habla con fingimiento,


disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,


hacen cálculos siniestros:
"Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse".

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,


que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,


haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:


en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,


me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

LECTURA DEL SEGUNDO LIBRO DE REYES 5, 1-27

Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era hombre notable y muy estimado por
su señor, pues por su medio el Señor había concedido la victoria a Siria. Pero,
siendo un gran militar, era leproso. Unas bandas de arameos habían hecho una
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incursión trayendo de la tierra de Israel a una muchacha, que pasó al servicio de la
mujer de Naamán. Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera presentarse ante
el profeta que hay en Samaría. Él lo curaría de su lepra». Fue (Naamán) y se lo
comunicó a su señor diciendo: «Esto y esto ha dicho la muchacha de la tierra de
Israel». Y el rey de Siria contestó: «Vete, que yo enviaré una carta al rey de Israel».
Entonces tomó en su mano diez talentos de plata, seis mil siclos de oro, diez
vestidos nuevos y una carta al rey de Israel que decía: «Al llegarte esta carta, sabrás
que te envío a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra». Cuando el rey de
Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras, diciendo: «¿Soy yo Dios para repartir vida
y muerte? Pues me encarga nada menos que curar a un hombre de su lepra. Daos
cuenta y veréis que está buscando querella contra mí». Eliseo, el hombre de Dios,
oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras y mandó a que le dijeran:
«¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta
en Israel». Llegó Naamán con sus carros y caballos y se detuvo a la entrada de la
casa de Eliseo. Envió este un mensajero a decirle: «Ve y lávate siete veces en el
Jordán. Tu carne renacerá y quedarás limpio». Naamán se puso furioso y se marchó
diciendo: «Yo me había dicho: “Saldrá seguramente a mi encuentro, se detendrá,
invocará el nombre de su Dios, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de
la lepra”. El Abaná y el Farfar, los ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las
aguas de Israel? Podría bañarme en ellos y quedar limpio». Dándose la vuelta, se
marchó furioso. Sus servidores se le acercaron para decirle: «Padre mío, si el
profeta te hubiese mandado una cosa difícil, ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si
te ha dicho: “Lávate y quedarás limpio”!». Bajó, pues, y se bañó en el Jordán siete
veces, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne volvió a ser como la
de un niño pequeño: quedó limpio. Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar
donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando:
«Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Recibe, pues,
un presente de tu siervo». Pero Eliseo respondió: «Vive el Señor ante quien sirvo,
que no he de aceptar nada». Y le insistió en que aceptase, pero él rehusó. Naamán
dijo entonces: «Que al menos le den a tu siervo tierra del país, la carga de un par
de mulos, porque tu servidor no ofrecerá ya holocausto ni sacrificio a otros dioses
más que al Señor. Perdone el Señor a su servidor porque, cuando mi señor entra
en el templo de Rimmón para postrarse en adoración, se apoya en mi brazo, de
manera que tengo yo que postrarme en el templo de Rimmón. Así que, cuando me
postro en el templo de Rimmón, que el Señor perdone a tu servidor por ello». Y
Eliseo le bendijo: «Ve en paz».Cuando se había alejado de él a una cierta
distancia, Guejazí, el criado del hombre de Dios, pensó para sí: «Mi amo ha dejado
marchar a ese arameo, sin aceptar lo que traía. ¡Vive el Señor que correré para
conseguir algo de ese Naamán!». Y se precipitó Guejazí tras este, que, al ver que
lo seguía corriendo, se apeó del carro, fue a su encuentro y le preguntó: «¿Está
todo bien?». Respondió Guejazí: «Todo bien. Mi señor me envía a decirte: “Dos
jóvenes de la comunidad de los profetas acaban de llegar a mí desde la montaña
de Efraín. Por favor, dame para ellos un talento de plata y dos mudas de
ropa”». Naamán contestó: «Acepta, por favor, dos talentos». Le insistió y,
envolviendo los dos talentos de plata en bolsas, se las entregó, junto con dos mudas
de ropa, a dos de sus criados para que se los llevasen. Al llegar al Ófel, recogió
Guejazí todo lo que le entregaron y lo depositó en la casa. Luego despidió a los
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hombres y estos se marcharon. Entró y se presentó a su señor. Eliseo le dijo: «¿De
dónde vienes, Guejazí?», y él respondió: «Tu servidor no ha ido a ninguna
parte». Eliseo le dijo: «¿No iba mi espíritu por el camino cuando un hombre se apeó
de su carro a tu encuentro? ¿Es este el tiempo de recibir plata y adquirir ropas,
olivares y viñas, rebaños de ovejas y bueyes, servidores y servidoras? La lepra de
Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes para siempre». Y Guejazí salió de
su presencia con lepra blanca como la nieve.

Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

ACTO DE RENUNCIA

En Nombre de Jesús, yo te pregunto: ¿Renuncias de manera personal y a nombre


de tus antepasados a Satanás, a todas sus fascinaciones, seducciones y mentiras?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al pecado para que puedas vivir en la gracia de Dios?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica de brujería, magia blanca, negra o de cualquier color,


santería, hechicería o vudú?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento,


codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo acto de orgullo, soberbia, prepotencia, vanidad y egolatría?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo rito que hayas vivido tú o tu familia de iniciación chamánica,


espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética a toda secta o
sociedad secreta?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo conocimiento de la nueva era, creencia en la reencarnación,


esoterismo, metafísica, meditación trascendental, yoga, a todo acto de
curanderismo, a las operaciones espirituales, hipnotismo con regresiones, baños

45
con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana, o con otras substancias
con fines mágicos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda lujuria, aborto, adulterio, homosexualidad, bisexualidad, incesto,


violación, pornografía, bestialismo, promiscuidad y prostitución; a todo lo que tú u
otras personas hayan hecho ilícitamente para controlar, ¿nulificar o desbordar tu
sexualidad?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al uso de la guija, al control mental, al manejo del péndulo, a


instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias también a toda clase de adivinación, sortilegio, lectura de cartas, café


y caracoles, a toda forma de astrología, horóscopos o cartas astrales?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a los amuletos y talismanes, a las herraduras, pirámides, cuarzos,


imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al alcoholismo, a la gula, suciedad, a las drogas y a cualquier otra


adicción?
R. Sí, renuncio.

Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.

CREDO

Profesamos nuestra fe que es la victoria que vence al mundo:

"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
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y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilatos;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

LETANÍAS PARA IMPLORAR SALUD DE CUERPO Y ALMA

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Respondemos: Ten piedad de nosotros

Señor Jesús, que en Cafarnaún liberaste a un hombre poseído por un espíritu


inmundo (Mc 1,21)

Señor Jesús, que liberaste de la fiebre a la suegra de Pedro y se puso a servirte


(Mc 1, 29)

Señor Jesús, que al atardecer en Cafarnaún sanaste y liberaste a todos los


enfermos y endemoniados que te llevaron (Mc 1, 32)

Señor Jesús, que sanaste al hombre de la mano paralizada (Mc 3, 1)


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Señor Jesús, tú que liberaste al endemoniado de Gerasa (Mc 5, 1)

Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que liberaste a la hija de la mujer Cananea (Mc 7, 24)

Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)

Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22)

Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)

Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)

Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 8,1)

Señor Jesús, que curaste al siervo del Centurión (Mt 8, 5)

Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27)

Señor Jesús, que resucitaste al hijo de la viuda de Naim (Lc 7, 11)

Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)

Señor Jesús, que curaste a la mujer encorvada (Lc 13, 10)

Señor Jesús, que sanaste a un hidrópico (Lc 14, 1)

Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11)

Señor Jesús, que curaste el corazón de la Samaritana (Jn 4, 1)

Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina de Betesda (Jn 5,1)

Señor Jesús, tú que perdonaste a la mujer adúltera (Jn 8, 1)

Señor Jesús, tú que curaste a un ciego de nacimiento (Jn 9, 1)

Señor Jesús, tú que resucitaste a Lázaro (Jn 11, 1)

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.

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ORACIÓN

Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN A NUESTRO SEÑOR PARA OBTENER LA SANACIÓN INTERIOR

Señor Jesús, tú has venido a sanar los corazones heridos y atribulados, te ruego
que cures los traumas que provocan turbaciones en mi corazón; te ruego, en
especial, que cures aquellos que son causa de pecado. Te pido que entres en mi
vida, que me cures de los traumas psíquicos que me han afectado en mi tierna edad
y de las heridas que han provocado a lo largo de toda mi vida. Señor Jesús, tú
conoces mis problemas, los pongo todos en tu Corazón de Buen Pastor. Te ruego,
en virtud de aquella gran llaga abierta en tu Corazón, que cures las pequeñas
heridas que hay en el mío. Sana las heridas de mis recuerdos a fin de que nada de
cuanto me ha acaecido me haga permanecer en el dolor, en la angustia, en la
preocupación. Señor, sana todas las heridas que, en mi vida, han sido causa o raíz
de pecado. Quiero perdonar a todos los que me han ofendido: “mira estas heridas
internas que me impiden perdonar. Tú, que has venido a sanar los corazones
afligidos, sana el mío. Concédeme la sanación de los dolores que me oprimen al
recordar la muerte de las personas queridas. Haz que pueda recobrar la paz y la
alegría en la certeza de que eres la Resurrección y la Vida. Haz de mí un testigo
auténtico de tu Resurrección, de tu victoria sobre el pecado y la muerte, y de tu
presencia viva en medio de nosotros.

ORACIÓN POR SANACIÓN FÍSICA

Señor Jesús, creo que estás vivo y resucitado. Creo que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar y también, de otra manera, en rodas los que
están aquí y creen en ti. Te alabo y te adoro, tú que eres el Pan Vivo bajado del
cielo. Te doy gracias por haber entrado en mí. En ti habita la plenitud del ser, eres
la Resurrección y la Vida; eres, Señor, la salud de los enfermos. Hoy, quiero
ofrecerte todos mis males, porgue eres el mismo, ayer, hoy y siempre, y estás
conmigo siempre y en todas partes. Eres el eterno presente y me conoces. Te pido
pues que tengas piedad de mí. Visítame con tu Buena Nueva para que todas
reconozcan que vives en tu Iglesia. Haz también que mi fe y mi confianza en ti se
renueven, te lo suplico, Señor Jesús. Ten piedad de los sufrimientos que padezco
en mi cuerpo, mi corazón y mi alma. Ten piedad de mí, Señor, bendíceme y haz que
recupere la salud. Que la fe crezca en mí y abra para mí las maravillas de tu amor
a fin de que ella misma dé también testimonio de tu poder y tu compasión.
Jesús, te pido por el poder de tus Samas Llagas, por tu Sama Cruz y por tu
Preciosísima Sangre: cúrame, Señor, sana mi cuerpo, sana mi corazón, sana mi

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alma. Dame la vida, la vida en abundancia. Te lo pido por la intercesión de la
Santísima Virgen María, tu Madre, Nuestra Señora de los Siete Dolores, que
permaneció en pie junto a tu Cruz, ella que fue la primera en contemplar tus llagas,
ella que nos diste por Madre. ¿Acaso no fuiste tú quien nos reveló que cargabas
con rodos nuestros dolores y que por tus Santísimas Llagas hemos sido sanados?
Señor, desde la fe, en este instante, deposito todos mis males ante ti y te suplico
que me cures completamente. Para gloria de nuestro Padre celeste, te pido también
que cures las enfermedades de mi familia y amigos. Hazlos crecer en la fe y la
esperanza; haz que recuperen la salud para gloria de tu nombre, a fin de que tu
reino se extienda todavía más en los corazones gracias a los signos y prodigios de
tu amor. Todo esto te lo pido, Señor, porque eres Jesús, porque eres el Buen Pastor
y porque somos las ovejas de tu rebaño. Estoy tan seguro de tu amor que, antes
incluso de conocer el fruto de mi oración, te digo con confianza: gracias, Jesús, por
todo lo que harás por mí y por cada uno de ellos. Gracias por los enfermos que
curas en este momento, gracias por aquellos que no dejas de visitar con
Misericordia.

ORACIÓN PARA SANAR MI CUERPO

Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.

Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
50
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.

Padre, en el nombre de Jesús, venimos a adorar y engrandecer tu nombre y a darte


gracias por tu amor y tu misericordia.
Señor Jesús, gracias por el sacrificio que tú hiciste en la cruz del Calvario.
Padre, en este momento venimos delante de Tu santa Presencia en el nombre de
Jesús para interceder por la salud de nuestros hermanos y hermanas, quienes
necesitan de tu toque divino para que su salud sea restaurada.
Gracias Padre por tu misericordia.
Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.

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Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO POR UN MILAGRO DE SANACIÓN

Oh amadísimo Espíritu Santo, espíritu de poder, escucha mi clamor a través de esta


poderosa oración la cual elevo a ti con toda mi fe, esperanza y convicción de que
me escucharás y atenderás con amor el deseo de mi corazón.

Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.

52
Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.

Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.

Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.

Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.

Derrama todos tus dones en mi vida, para que se manifieste nuevamente en mí la


salud, el equilibrio de mi cuerpo y todas sus funciones, sus sentidos perfectos y su
mente sana.

Dios Espíritu Santo, confío plenamente en que acudes a mi llamado, en que


escuchas y atiendes mi súplica.

Permíteme experimentar en mi cuerpo tu fuerza, como la experimentaron los


discípulos de Jesús después de tu resurrección.

Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.

Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.

Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.

Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.

Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.

Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.

Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.

Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy

53
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!

Hazme sentir tu poderosa presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.

Oh Santo Espíritu, que tu luz ilumine toda mi vida.

Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,


que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante esta oración
sigan produciendo frutos abundantes en todos los enfermos.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.


Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos de estas oraciones


sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo. ¡Amén!

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

54
CUARTO DÍA: VENGO A SANARTE

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi poderoso creador, mi dulce


Padre y mi piadosísimo redentor; aquí tienes postrado a tus pies a este hijo pródigo,
que tantas veces ha malogrado el patrimonio de tu gracia con enormes pecados.
Me cubro mi rostro, Dios mío, porque apenas me atrevo a levantar mis ojos para
mirarte, aterrado con el asombroso número de mis pecados. Mas ¿A quién iré, bien
mío, sino al que me dio el ser, y derramó por mí toda su sangre? Me levantaré y me
iré al Padre, te digo como el primer pródigo. A ti, pues, vengo, con la certeza de que
me esperas con los brazos abiertos para abrazarme y regar con dulces lágrimas mi
cuello. Si para esto quieres también mi llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y
darte con esto un testimonio de mi verdadero arrepentimiento. Dale, Señor, firmeza
a mis buenos propósitos, para que, dejando ya de ser demonio por los vicios, sea
por las virtudes un ángel puro, semejante a tus queridos arcángeles Miguel, Gabriel
y Rafael.
A ti pues, me dirijo Dios Todopoderoso y Omnipotente, Señor de la vida y de la salud
para que, a la vista de tus virtudes y excelencias, salga con tu protección del abismo
de mis vicios y miserias, y merezca con esto el favor que solicito en esta oración y
que espero de tu tierno corazón y fondo de caridad que forman tu carácter. Amén.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te


damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo
único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN

Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo

55
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.

Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.

Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.

Virgen María, te invocamos seguros de que nos escuchas, te invocamos confiados


en que no abandonarás al Hijo Santísimo de tus entrañas en esta batalla, porque
nunca lo abandonaste, Madre mía, entonces también ven en nuestro auxilio, y
recuérdanos que debemos confiar hasta el último momento en la voluntad perfecta
del Padre, así como tu sola presencia se lo recordó a tu Hijo.

Virgen María, estamos aquí; ampáranos y socórrenos en este momento porque


también nosotros somos esclavos del Señor.

Virgen María, madre de Dios y madre de la Iglesia, fortalécenos con tu presencia,


auxílianos con tu figura, ¡oh Madre Inmaculada! Tú que estuviste al pie de la cruz,
ven nuevamente al Calvario, danos paz con tu mirada como se la diste a tu Hijo,
llénanos de esperanza con tus ruegos como lo hiciste por tu Hijo, danos confianza
en el Padre Eterno como tú la tuviste durante la crucifixión, en aquel viernes de
dolor.

Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén.

ORACIÓN DE SANACIÓN A SAN RAFAEL ARCÁNGEL

Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.

56
Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.

Mencionar aquí la petición.

Si es la voluntad de Dios, dígnate sanarme de esta enfermedad y mientras tanto,


concédeme la gracia y la fuerza que necesito para poder soportarla con paciencia,
ofreciéndola por el perdón de los pecados y por la salvación de mi alma.

San Rafael, amigo de los caminos, enséñame a conservar la fe en los sufrimientos


y unir mis dolores con los de Jesús y de María y buscar la gracia de Dios en la
oración y en la comunión. Deseo imitarte en tu afán de hacer la voluntad de Dios en
todas las cosas.

Como el joven Tobías, yo te elijo como mi compañero en mi viaje a través de este


valle de lágrimas. Deseo seguir tus inspiraciones cada paso del camino, para que
pueda llegar al final de mi viaje bajo tu protección constante y en la gracia de Dios.

Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.

Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.

San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.

Oh Dios, que te dignaste en concedernos tu protección y consuelo a través de esos


poderosos seres espirituales, te ruego que, a través de esta humilde oración a San
Rafael Arcángel, me concedas las primicias del Cielo, la sanación del Cuerpo y
Alma, la liberación de toda enfermedad y la protección contra todo mal. Amén.

BENDICIÓN Y EXORCISMO DEL AGUA…

SALMO 6

R. ¡Señor ten piedad de mí y sana mis enfermedades!

Señor, no me corrijas con ira,


no me castigues con cólera.
Misericordia, Señor, que desfallezco;
57
cura, Señor, mis huesos dislocados.
Tengo el alma en delirio,
y tú, Señor, ¿hasta cuándo?

Vuélvete, Señor, liberta mi alma,


sálvame por tu misericordia.

Porque en el reino de la muerte nadie te invoca,


y en el abismo, ¿quién te alabará?

Estoy agotado de gemir:


de noche lloro sobre el lecho,
riego mi cama con lágrimas.
Mis ojos se consumen irritados,
envejecen por tantas contradicciones.

Apartaos de mí, los malvados,


porque el Señor ha escuchado mis sollozos;
el Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi oración.

Que la vergüenza abrume a mis enemigos,


que avergonzados huyan al momento.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 2, 1-13

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaúm, se supo que estaba en
casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la
palabra. Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían
presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba,
abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús
la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Unos
escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla
este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?». Jesús
se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis
eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o
decir: “¿Levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el
Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —dice al
paralítico—: “Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”». Se levantó, cogió
inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban
gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

58
ACTO DE RENUNCIA

En Nombre de Jesús, yo te pregunto: ¿Renuncias de manera personal y a nombre


de tus antepasados a Satanás, a todas sus fascinaciones, seducciones y mentiras?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al pecado para que puedas vivir en la gracia de Dios?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica de brujería, magia blanca, negra o de cualquier color,


santería, hechicería o vudú?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento,


codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo acto de orgullo, soberbia, prepotencia, vanidad y egolatría?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo rito que hayas vivido tú o tu familia de iniciación chamánica,


espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética a toda secta o
sociedad secreta?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo conocimiento de la nueva era, creencia en la reencarnación,


esoterismo, metafísica, meditación trascendental, yoga, a todo acto de
curanderismo, a las operaciones espirituales, hipnotismo con regresiones, baños
con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana, o con otras substancias
con fines mágicos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda lujuria, aborto, adulterio, homosexualidad, bisexualidad, incesto,


violación, pornografía, bestialismo, promiscuidad y prostitución; a todo lo que tú u
otras personas hayan hecho ilícitamente para controlar, ¿nulificar o desbordar tu
sexualidad?
R. Sí, renuncio.

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¿Renuncias al uso de la guija, al control mental, al manejo del péndulo, a
instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias también a toda clase de adivinación, sortilegio, lectura de cartas, café


y caracoles, a toda forma de astrología, horóscopos o cartas astrales?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a los amuletos y talismanes, a las herraduras, pirámides, cuarzos,


imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al alcoholismo, a la gula, suciedad, a las drogas y a cualquier otra


adicción?
R. Sí, renuncio.

Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.

CREDO

Profesamos nuestra fe que es la victoria que vence al mundo:

"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilatos;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
60
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

LETANÍAS PARA IMPLORAR SALUD DE CUERPO Y ALMA

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Respondemos: Ten piedad de nosotros

Señor Jesús, que en Cafarnaún liberaste a un hombre poseído por un espíritu


inmundo (Mc 1,21)

Señor Jesús, que liberaste de la fiebre a la suegra de Pedro y se puso a servirte


(Mc 1, 29)

Señor Jesús, que al atardecer en Cafarnaún sanaste y liberaste a todos los


enfermos y endemoniados que te llevaron (Mc 1, 32)

Señor Jesús, que sanaste al hombre de la mano paralizada (Mc 3, 1)

Señor Jesús, tú que liberaste al endemoniado de Gerasa (Mc 5, 1)

Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que liberaste a la hija de la mujer Cananea (Mc 7, 24)

Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)
61
Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22)

Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)

Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)

Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 8,1)

Señor Jesús, que curaste al siervo del Centurión (Mt 8, 5)

Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27)

Señor Jesús, que resucitaste al hijo de la viuda de Naim (Lc 7, 11)

Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)

Señor Jesús, que curaste a la mujer encorvada (Lc 13, 10)

Señor Jesús, que sanaste a un hidrópico (Lc 14, 1)

Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11)

Señor Jesús, que curaste el corazón de la Samaritana (Jn 4, 1)

Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina de Betesda (Jn 5,1)

Señor Jesús, tú que perdonaste a la mujer adúltera (Jn 8, 1)

Señor Jesús, tú que curaste a un ciego de nacimiento (Jn 9, 1)

Señor Jesús, tú que resucitaste a Lázaro (Jn 11, 1)

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.

ORACIÓN

Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

62
ORACIÓN POR SANACIÓN INTERIOR

Señor Jesús, te pido que me manifiestes tu amor misericordioso y vengas a sanar


en mi existencia pasada todo lo que necesita ser sanado. Tú me conoces mejor que
yo mismo ya que, mucho antes de mi concepción, tú me amabas con un amor único.
Desde su inicio, mi vida está en tu mano. Tócame en el instante de mi concepción.
Si mi concepción no tuvo lugar en un clima de amor con el deseo de darme la vida,
sino más bien en la coacción, el miedo o la violencia, ven a sanarme, Dios de ternura
y de bondad. Libérame de todo lo que haya podido tener una influencia negativa en
mí y me produce desgana de vivir o me conduce a veces a desear la muerte.

Bendíceme en cada etapa de mi crecimiento de embrión y de feto. Expande tu amor


en cada repliegue de mi corazón.

Si mi madre experimentó miedos, angustias o traumas cuando me esperaba, si me


he sentido no deseado o rechazado por ella, si el padre que me engendró tampoco
me deseó, ven a hacerme sentir, oh Dios mío, cuánto valgo para ti, que me cuidas
como a la niña de tus ojos. ¡Que Jesús, en el seno de María, me haga a mí también
vibrar de alegría en el Espíritu Santo! Dame un gran deseo de nacer y cúrame de
los choques físicos y afectivos que pudieron perjudicar mi nacimiento, cuando hice
irrupción en el mundo de los hombres. Por el poder de tu amor y de tu gracia, borra
rodas las secuelas físicas y psicológicas de las heridas y traumas de ese momento.

Gracias por haber estado allí para recibirme en tus brazos tranquilizadores. Te
presento los primeros años de mi infancia; rodéalos de tu Luz. Si he sufrido por la
frialdad de mi padre o de mi madre, si no me han dado el amor y la seguridad que
necesitaba, si he tenido carencia de afectos, de caricias tranquilizadoras, por tu
Espíritu de Amor, envía a tu Madre María para que me envuelva en sus brazos, me
arrulle y me llene de su ternura. Que Ella me acoja tal como soy, con mis debilidades
de niño pequeño y que Jesús venga a besarme, a bendecirme y a imponerme las
manos como lo hacía cuando los discípulos regañaban a los niños que querían
acercarse a él (Mc 10, 13-16). Si me he sentido agobiado por el amor demasiado
posesivo de mi madre, aplastado por la autoridad de mi padre, libérame, Jesús.
Sana también los recuerdos dolorosos de sus disputas y de sus tensiones de pareja,
que perturbaron mi sensibilidad de niño y me asustaron haciéndome temer que se
separaran y me abandonaran.

De todo corazón, Señor, perdono a mis padres las heridas que sus actos, palabras
y comportamientos han podido provocar en mí. Me alegro y te doy gracias, Señor,
por haberme dado la seguridad de que, si mi padre y mi madre me abandonan, tú
me acogerás (Sal 27,10) y jamás me olvidarás (Is 49,15).

Haz, Señor Jesús, tú que me diste a tu Padre, que el Espíritu Santo me colme de
amor, me haga dichoso y libre y pueda gritar ¡Abbá, papá!, con todo mi ser. Si me
he sentido solo, abandonado y rechazado por los míos o por aquellos con los que
contaba, dame, por tu amor sanador, un sentido nuevo de mi dignidad y una sabia

63
estima de mí mismo (Rm 12,1 3). Sé tú mi consuelo allí donde los otros no han sido
buenos conmigo.

Libérame, oh Padre todopoderoso, de la carga de toda maldición familiar, ancestral


o maléfica que pudiera causar mis fracasos, enfermedades o frustraciones. Dame
una confianza y un valor renovados, para hacer frente a las pruebas de este mundo.
Sé que tu amor, oh Padre, me sostendrá en el tropiezo y en la caída. Sana las
heridas de los combates que me han traumatizado y me han llevado a encerrarme
en mí mismo y a levantar barreras entre los otros y yo. Sáname de las heridas
ancladas en mí que me han endurecido y que he reprimido: las envidias hacia los
que eran preferidos a mí en la familia o en el colegio, las rebeldías, las
humillaciones, las injusticias, la soledad, la amargura de ser marginado, las burlas,
los insultos o las calumnias.

Señor Jesús, dame la gracia de perdonar a aquellos que no me han amado, de


liberarlos de toda deuda hacia mí. Sáname de todos los trastornos o traumas de mi
infancia o de la sexualidad, inquietud, vergüenza, culpabilidad. Lávame de todas las
manchas del cuerpo y del alma y sana las heridas que me han causado abusando
de mí, violando mi integridad física, encadenándome mediante desviaciones
sexuales que me impiden tener relaciones verdaderas conformes a tu voluntad.
Ayúdame a afirmarme en mi personalidad de hombre o de mujer.

Que la Virgen María, la Madre Purísima, la Inmaculada Concepción, ore por mí y


me sane de estos trastornos. Sáname, Señor, de las heridas de mi afectividad
ligadas a experiencias amorosas imposibles o que, por una razón u otra, no podían
llegar a buen fin. Enséñame a abandonarme a tu amor que colma mi deseo de amar
y de ser amado, a entregarme aquello que ha podido ser un fracaso con respecto a
mi vocación, al compromiso profesional o social que he tomado, con respecto a mi
vida sentimental o a mi vida de pareja.

Gracias, Señor, por haberme acompañado durante mi infancia y mi adolescencia,


por tu Amor, tu Luz, tu Verdad. Perdóname si llego a olvidarte, a pensar que tú no
me quieres y que tú no estabas presente en mis sufrimientos. Sáname de los
sentimientos de culpabilidad que siento frente a ti a causa de mi miedo a ser juzgado
o castigado, por mis rebeldías contra ti cuando permitiste que murieran, me
abandonaran o engañaran personas a las que yo quería especialmente.

Perdóname las experiencias destructivas a las que me he entregado en el campo


del alcohol, la droga, la pornografía. Sáname de las ataduras que he contraído a
través de las técnicas de concentración mental, búsqueda de soluciones a mis
problemas por medio del ocultismo, del espiritismo, del esoterismo.

Señor, invoco tus Santas Llagas para sanarme. Invoco tu Sangre derramada
libremente por amor a mí en la Cruz para ser perdonado y limpiado de mis pecados.

¡Ten misericordia de mí, Señor! Yo te doy gracias por tu gran amor hacia mí.
Restáurame y dame una gracia renovada para amar y crecer en tu amor. Sana mi
64
inconsciente. Yo me entrego enteramente a ti: cuerpo, inteligencia y espíritu. Pongo
en tus manos mis ideas, mis sentimientos, mis palabras, mis comportamientos,
todas mis riquezas, y también todas mis fragilidades, mis heridas, mis límites, mis
tibiezas, mis durezas de corazón e incluso el odio que me habita. Ilumínalos con tu
luz para que se transformen en actos de amor, de ternura y de paz. Jesús, mi
pasado y mi futuro están hoy en tu Corazón Misericordioso. Mis heridas ya no serán
heridas pues tu inmenso amor las ha sanado; serán experiencias para construir mi
porvenir contigo. ¡Gracias, Jesús, por haberme hecho como soy y por haberme
salvado! ¡Aleluya! Amén.

ORACIÓN DE SANACIÓN FÍSICA

Cristo Jesús, impón tus manos sobre mí en este momento y pasa sanando toda
enfermedad.

Impón tus manos en esta parte enferma de mi cabeza y sáname de cualquier


enfermedad; sáname con tu poder, Jesús, pasa con el fuego de tu Espíritu Santo y
sáname de cualquier mal de mi cabeza. Señor Jesús, derrama tu fuego sanador de
arriba abajo. Sana la mente, el corazón, el cuerpo. Sana cualquier mal que hay en
la cabeza, el cerebro, el cerebelo, los centros nerviosos, motores, intelectivos.

• Pasa curando, Señor, cualquier mal que hay en la cabeza, dolor o enfermedad.

• Sana, Jesucristo, los oídos, pon tus manos santas en cada oído, libérame de todo
dolor, de toda sordera, de todo mal.
Pon tus manos santas en mis ojos. Sana en este momento cualquier deficiencia en
la visión, cualquier dolor o enfermedad. Tú pusiste tus dedos en los ciegos de
Palestina y lo sanaste. Sana ahora también cualquier mal que haya en mi vista.

• Sana, Señor Jesús, la nariz, la frente, los pómulos, la dentadura, la lengua, el


paladar.

• Sana cualquier mal que haya en la boca. Sana, Señor Jesús, cualquier mal que
hay en la garganta, pasa con tu mano amorosa y sanadora.

• Sana Señor Jesús, cualquier mal que haya en los bronquios, en los pulmones, en
el corazón, en el diafragma.

• Sana todo el pecho, por dentro y por fuera.

• Pasa Señor Jesús, ahora mismo sanando de todo mal los órganos internos.

• Sana Señor Jesús con el fuego del Espíritu Santo, el esófago, el estómago, los
intestinos, el hígado, la vesícula, el páncreas, las vías de evacuación, vías
generativas.

65
• Pasa Señor Jesús, sanando todos los órganos internos con el poder de tu Sangre
Preciosa, con el fuego del Espíritu Santo, con el poder de tus Santas Llagas. Tus
heridas nos han curado. Pasa, Señor Jesús, sanando las piernas. Sana la pierna
derecha. Derrama tu fuego divino y sanador, por toda la pierna derecha, de arriba
abajo. Sana Señor Jesús todo mal que hay en los pies. Sana la pierna izquierda.
Derrama fuego divino sanador, en este momento llévate a la Cruz para siempre todo
mal, todo dolor, toda enfermedad.

• Pasa Señor Jesús, sanando toda la espalda, la columna. Toca, Señor, la columna,
sana, llévate dolores, enfermedades a tu Santa Cruz. Gracias, Señor Jesús.

• Señor Jesús, pasa sanando las vértebras cervicales, sana las vértebras dorsales,
sana las vértebras lumbares. Gracias, Jesús. Pasa derramando el fuego sanador
por toda la espalda; sana las caderas, la cintura, las axilas, sana el hombro y el
brazo derecho. Pasa, Señor sanando el hombro y el brazo izquierdo.

• Sana, Señor Jesús, los huesos, la sangre, las venas, arterias, articulaciones,
linfáticos músculos, piel.

• Pasa curando, Señor Jesús, cualquier mal que hay en la cabeza, dolor o
enfermedad.

• Sana toda célula enferma, aunque no la conozca. Pon tu mano santa ahí, en esta
célula donde se está generando quizá una enfermedad grave.

• Sana ya en el origen esta enfermedad, llévate a la cruz todo mal, toda enfermedad,
toda perturbación. Derrama el fuego divino sanador, de arriba abajo.

• Sana, Señor Jesús, cualquier mal espiritual, cualquier mal psíquico, cualquier mal
físico. Señor Jesús, en Ti confío. Tú estás aquí hoy, ahora mismo vivo, resucitado,
escuchando, actuando.

• Señor Jesús actúa con poder por la Sangre Preciosa de tu Cruz y por tus Santas
Llagas.

• Por el poder del nombre de Nuestro Señor Jesucristo y de su Sangre Preciosa,


que todo espíritu enfermedad, cualquiera que sea su nombre, sea atado, amarrado,
expulsado, de mi vida y nunca jamás regrese.

• Por el poder del nombre de Nuestro Señor Jesucristo y de su Sangre Preciosa que
todo espíritu de enfermedad se aleje de mi vida para siempre.

• Señor Jesucristo, expulsa de mi cuerpo y del cuerpo de mis hermanos, todo


espíritu de enfermedad, ahora y para siempre.

66
ORACIÓN PARA SANAR MI CUERPO

Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.

Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.

Padre, en el nombre de Jesús, venimos a adorar y engrandecer tu nombre y a darte


gracias por tu amor y tu misericordia.
Señor Jesús, gracias por el sacrificio que tú hiciste en la cruz del Calvario.
Padre, en este momento venimos delante de Tu santa Presencia en el nombre de
Jesús para interceder por la salud de nuestros hermanos y hermanas, quienes
necesitan de tu toque divino para que su salud sea restaurada.
Gracias Padre por tu misericordia.

67
Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.

68
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO POR UN MILAGRO DE SANACIÓN

Oh amadísimo Espíritu Santo, espíritu de poder, escucha mi clamor a través de esta


poderosa oración la cual elevo a ti con toda mi fe, esperanza y convicción de que
me escucharás y atenderás con amor el deseo de mi corazón.

Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.

Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.

Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.

Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.

Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.

Derrama todos tus dones en mi vida, para que se manifieste nuevamente en mí la


salud, el equilibrio de mi cuerpo y todas sus funciones, sus sentidos perfectos y su
mente sana.

69
Dios Espíritu Santo, confío plenamente en que acudes a mi llamado, en que
escuchas y atiendes mi súplica.

Permíteme experimentar en mi cuerpo tu fuerza, como la experimentaron los


discípulos de Jesús después de tu resurrección.

Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.

Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.

Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.

Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.

Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.

Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.

Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.

Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!

Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.

Oh Santo Espíritu, que tu luz ilumine toda mi vida.

Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,


que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
70
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante esta oración
sigan produciendo frutos abundantes en todos los enfermos.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.


Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos de estas oraciones


sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo. ¡Amén!

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

71
QUINTO DÍA: VENGO A SANARTE

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi poderoso creador, mi dulce


Padre y mi piadosísimo redentor; aquí tienes postrado a tus pies a este hijo pródigo,
que tantas veces ha malogrado el patrimonio de tu gracia con enormes pecados.
Me cubro mi rostro, Dios mío, porque apenas me atrevo a levantar mis ojos para
mirarte, aterrado con el asombroso número de mis pecados. Mas ¿A quién iré, bien
mío, sino al que me dio el ser, y derramó por mí toda su sangre? Me levantaré y me
iré al Padre, te digo como el primer pródigo. A ti, pues, vengo, con la certeza de que
me esperas con los brazos abiertos para abrazarme y regar con dulces lágrimas mi
cuello. Si para esto quieres también mi llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y
darte con esto un testimonio de mi verdadero arrepentimiento. Dale, Señor, firmeza
a mis buenos propósitos, para que, dejando ya de ser demonio por los vicios, sea
por las virtudes un ángel puro, semejante a tus queridos arcángeles Miguel, Gabriel
y Rafael.
A ti pues, me dirijo Dios Todopoderoso y Omnipotente, Señor de la vida y de la salud
para que, a la vista de tus virtudes y excelencias, salga con tu protección del abismo
de mis vicios y miserias, y merezca con esto el favor que solicito en esta oración y
que espero de tu tierno corazón y fondo de caridad que forman tu carácter. Amén.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te


damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo
único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN

Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo

72
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.

Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.

Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.

Virgen María, te invocamos seguros de que nos escuchas, te invocamos confiados


en que no abandonarás al Hijo Santísimo de tus entrañas en esta batalla, porque
nunca lo abandonaste, Madre mía, entonces también ven en nuestro auxilio, y
recuérdanos que debemos confiar hasta el último momento en la voluntad perfecta
del Padre, así como tu sola presencia se lo recordó a tu Hijo.

Virgen María, estamos aquí; ampáranos y socórrenos en este momento porque


también nosotros somos esclavos del Señor.

Virgen María, madre de Dios y madre de la Iglesia, fortalécenos con tu presencia,


auxílianos con tu figura, ¡oh Madre Inmaculada! Tú que estuviste al pie de la cruz,
ven nuevamente al Calvario, danos paz con tu mirada como se la diste a tu Hijo,
llénanos de esperanza con tus ruegos como lo hiciste por tu Hijo, danos confianza
en el Padre Eterno como tú la tuviste durante la crucifixión, en aquel viernes de
dolor.

Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén

ORACIÓN DE SANACIÓN A SAN RAFAEL ARCÁNGEL

Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.

73
Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.

Mencionar aquí la petición.

Si es la voluntad de Dios, dígnate sanarme de esta enfermedad y mientras tanto,


concédeme la gracia y la fuerza que necesito para poder soportarla con paciencia,
ofreciéndola por el perdón de los pecados y por la salvación de mi alma.

San Rafael, amigo de los caminos, enséñame a conservar la fe en los sufrimientos


y unir mis dolores con los de Jesús y de María y buscar la gracia de Dios en la
oración y en la comunión. Deseo imitarte en tu afán de hacer la voluntad de Dios en
todas las cosas.

Como el joven Tobías, yo te elijo como mi compañero en mi viaje a través de este


valle de lágrimas. Deseo seguir tus inspiraciones cada paso del camino, para que
pueda llegar al final de mi viaje bajo tu protección constante y en la gracia de Dios.

Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.

Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.

San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.

Oh Dios, que te dignaste en concedernos tu protección y consuelo a través de esos


poderosos seres espirituales, te ruego que, a través de esta humilde oración a San
Rafael Arcángel, me concedas las primicias del Cielo, la sanación del Cuerpo y
Alma, la liberación de toda enfermedad y la protección contra todo mal. Amén.

BENDICIÓN Y EXORCISMO DEL AGUA…

SALMO 87

R. ¡Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, ¡de noche grito en tu presencia!

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,


de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.
74
Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,


como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,


en las tinieblas del fondo;
tú cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.

Has alejado de mí a mis conocidos,


me has hecho repugnante para ellos:
encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,


tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,


o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla,
o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,


por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas,
y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo,


me doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día,


me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y compañeros:
mi compañía son las tinieblas.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

75
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 21-39

Y entran en Cafarnaún y, al sábado siguiente, entra en la sinagoga a


enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con
autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre
que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros
contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el
Santo de Dios». Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!». El espíritu inmundo lo
retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se
preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con
autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se
extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea. Y
enseguida, al salir ellos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón
y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le
hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre
y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los
enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a
muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los
demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, cuando
todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a
orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca». Él les responde: «Vámonos a otra parte, a las aldeas
cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido». Así recorrió toda
Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

ACTO DE RENUNCIA

En Nombre de Jesús, yo te pregunto: ¿Renuncias de manera personal y a nombre


de tus antepasados a Satanás, a todas sus fascinaciones, seducciones y mentiras?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al pecado para que puedas vivir en la gracia de Dios?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica de brujería, magia blanca, negra o de cualquier color,


santería, hechicería o vudú?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
76
¿Renuncias a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento,
codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo acto de orgullo, soberbia, prepotencia, vanidad y egolatría?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo rito que hayas vivido tú o tu familia de iniciación chamánica,


espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética a toda secta o
sociedad secreta?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo conocimiento de la nueva era, creencia en la reencarnación,


esoterismo, metafísica, meditación trascendental, yoga, a todo acto de
curanderismo, a las operaciones espirituales, hipnotismo con regresiones, baños
con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana, o con otras substancias
con fines mágicos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda lujuria, aborto, adulterio, homosexualidad, bisexualidad, incesto,


violación, pornografía, bestialismo, promiscuidad y prostitución; a todo lo que tú u
otras personas hayan hecho ilícitamente para controlar, ¿nulificar o desbordar tu
sexualidad?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al uso de la guija, al control mental, al manejo del péndulo, a


instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias también a toda clase de adivinación, sortilegio, lectura de cartas, café


y caracoles, a toda forma de astrología, horóscopos o cartas astrales?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a los amuletos y talismanes, a las herraduras, pirámides, cuarzos,


imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al alcoholismo, a la gula, suciedad, a las drogas y a cualquier otra


adicción?
R. Sí, renuncio.

Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.

77
CREDO

Profesamos nuestra fe que es la victoria que vence al mundo:

"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilatos;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

LETANÍAS PARA IMPLORAR SALUD DE CUERPO Y ALMA

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
78
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Respondemos: Ten piedad de nosotros

Señor Jesús, que en Cafarnaún liberaste a un hombre poseído por un espíritu


inmundo (Mc 1,21)

Señor Jesús, que liberaste de la fiebre a la suegra de Pedro y se puso a servirte


(Mc 1, 29)

Señor Jesús, que al atardecer en Cafarnaún sanaste y liberaste a todos los


enfermos y endemoniados que te llevaron (Mc 1, 32)

Señor Jesús, que sanaste al hombre de la mano paralizada (Mc 3, 1)

Señor Jesús, tú que liberaste al endemoniado de Gerasa (Mc 5, 1)

Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que liberaste a la hija de la mujer Cananea (Mc 7, 24)

Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)

Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22)

Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)

Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)

Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 8,1)

Señor Jesús, que curaste al siervo del Centurión (Mt 8, 5)

Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27)

Señor Jesús, que resucitaste al hijo de la viuda de Naim (Lc 7, 11)

Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)

Señor Jesús, que curaste a la mujer encorvada (Lc 13, 10)

Señor Jesús, que sanaste a un hidrópico (Lc 14, 1)

79
Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11)

Señor Jesús, que curaste el corazón de la Samaritana (Jn 4, 1)

Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina de Betesda (Jn 5,1)

Señor Jesús, tú que perdonaste a la mujer adúltera (Jn 8, 1)

Señor Jesús, tú que curaste a un ciego de nacimiento (Jn 9, 1)

Señor Jesús, tú que resucitaste a Lázaro (Jn 11, 1)

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.

ORACIÓN

Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN POR SANACIÓN INTERIOR

Grandioso Señor, que siempre estás velando por mi bienestar, en esta oración
vengo a pedirte por mi sanación interna, para que me brindes tu paz interior, tu
consuelo y calma, estoy atravesando duros momentos y no necesito más que tu
amor para sanar.

Mi Dios bendito, se vuelve difícil cada día no salir lastimado de este mundo, porque
no somos perfectos y cometemos muchísimos errores, y al igual que yo he
lastimado a alguien alguna vez, en esta oportunidad soy yo quien ha sido herido,
quien ha sido dañado. Mi alma duele y se siente triste, porque han sido muchas
veces mis propias acciones las que han hecho llorar a mi alma, por mis pecados,
por mis errores, por haberte fallado mi Dios, mi alma se siente apenada por no haber
estado a la altura de tu amor.

Y por eso Padre Santo, hoy vengo clamando tu consuelo y tu perdón, porque
necesito sentirme libre de este dolor que me atormenta, de toda esta culpa que no
me deja vivir en paz, dame Señor Eterno el perdón que necesito para sanar mi alma.
Dame la oportunidad Hermoso Dios, de poder enmendar mis errores, de poder
arrepentirme de ellos y de poder pedir perdón a quienes haya lastimado con mis
acciones. No me dejes andar por la vida con este dolor en el corazón. Sólo Tú

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puedes curar mi alma Señor, darle el perdón que necesita para volver a ser un
hombre feliz, para poder apagar esta tristeza que inunda mi vida, que no permite
disfrutar de los momentos que vivo junto a mi familia y amigos.

Es muy difícil Padre seguir adelante cuando la enfermedad carcome tu interior, los
ánimos desaparecen y la depresión se adueña de nuestras vidas, todo se torna gris
y no podemos ver con claridad la salida. A veces solemos sentir una brisa fresca
que nos hace recordar lo buena que es la vida y vivirla, pero luego la tristeza vuelve
a nublar nuestras mentes haciéndonos ver que salir de este estado es imposible,
pero nada para Ti es imposible mi Dios, Tu lo puedes lograr y conseguir todo. Es
por eso que te pido fervientemente, me quites este dolor, que le des sanación a mi
alma, que puedas darme la paz interior que necesito. Haz que tu Santo Espíritu se
pose sobre mí para poder disipar toda duda, toda tiniebla y poder ver el sol
nuevamente brillar.

En estos momentos de penumbra, sé la luz en mi vida Santo Dios, entra en mi


corazón y habita en él, hazlo puro y bondadoso, aleja de mi interior todo sentimiento
negativo o de maldad, sostén mi dolor y alivia mis penas Hermoso Dios. Confío en
Ti y en tu poder, en tu milagroso amor que es capaz de ablandar hasta el más duro
y triste corazón, confío en que darás oído a esta humilde oración y que me darás
aquello que tanto necesito, tu consuelo y tu perdón. Ayúdame también Señor, a
perdonarme a mí mismo, a dejar de martirizarme con hechos que me son imposibles
cambiar. Ayúdame a enfocarme en lo positivo de la vida, a creer en mí y saber que
puedo mejorar, que puedo cambiar el rumbo que mi vida ha tomado, sé que puedes
sacarme de este pozo profundo en el que he caído, sé que, al tomar tu mano, tendré
la posibilidad de cambiar mi vida, de ser nuevamente un hombre de bien y proclamar
los milagros que has efectuado en mi vida. Que tu voluntad siempre se haga
presente en mi vida Dios altísimo, te lo pido en el nombre de Jesucristo nuestro
Señor, Amén.

ORACIÓN POR SANACIÓN FÍSICA

Dulcísimo Jesús, que dijisteis:

«Yo soy la Resurrección y la Vida», que recibiendo y llevando en Vos nuestras


enfermedades, curabas las dolencias de cuantos se te acercaban; a Ti acudo para
implorar de tu Divino Corazón a favor de los enfermos, suplicándote
por intercesión de tu Santísima Madre, la bienaventurada siempre Virgen María,
salud de los enfermos, quieras aliviar y sanar en la presente enfermedad a tu
siervo….., si es conveniente para su bien espiritual y el de mi alma.

Señor Jesús, que al funcionario real que te decía: «Venid, Señor, antes que mi hijo
muera», le respondisteis: «Vete, tu hijo vive». Sánalo, Señor.

Señor Jesús, que, al ciego de Jericó, que sentado junto al camino te decía en alta
voz: «Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí», le respondiste: «Recupera tu vista,
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tu fe te ha salvado», y al momento vio. Sánalo, Señor.

Señor Jesús, que diciendo: «Quiero, sé limpio», limpiaste al leproso, que te decía
suplicante: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Sánalo, Señor.

Señor Jesús, que librasteis al mudo poseído del demonio, hablando luego con
admiración a las turbas el que antes era mudo. Sánalo, Señor.

Señor Jesús, que sanaste al enfermo que llevaba treinta y ocho años de su
enfermedad, junto a la piscina de las ovejas, diciéndole: «Levántate, toma tu camilla
y anda» y anduvo. Sánalo, Señor.

Señor Jesús, que delante del hijo muerto de la viuda de Naím, enternecido, dijiste a
la madre: «No llores»; y tocando el féretro, añadiste: «Joven, a ti te digo, levántate»;
entregándolo luego vivo a su madre. Sánalo, Señor.

Señor Jesús, que dijisteis: «Bienaventurados los que lloran porque ellos serán
consolados». Sánalo, Señor.

Señor Jesús, que dijisteis: «En verdad, en verdad te digo, que todo cuanto pidieras
al Padre, en mi Nombre, os lo dará». Sánalo, Señor.

Omnipotente y sempiterno Dios, eterna salud de los que creen, escúchanos en bien
de tus siervos enfermos, por quienes imploramos el auxilio de tu Misericordia; a fin
de que, recobrada la salud, te den en tu Iglesia ferviente acción de gracias.
Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Padre mío, Señor Jesús mío, Espíritu Santo, postrado sobre mis impotencias, mis
debilidades y las carencias para poder llevar a los enfermos su sanación, pues
solamente Tú tienes palabras de vida y salvación, te suplico, concédeles a estas
criaturas tuyas, la salud, la eliminación de sus dolores, de sus enfermedades y su
pronto restablecimiento. Invoco tu misericordia y el perdón de sus pecados, la
limpieza de su alma y el retorno a la vida cristiana y de adoración a ti, a tus
enseñanzas y a tu palabra. Gracias Señor por que de seguro escucharás esta
oración y le proveerás sanación alivio y bienestar a los enfermos. Amén y amén…

Señor, líbrame de toda amargura y sentimiento de rechazo que traigo conmigo.


Sáname, Señor. Toca mi corazón con vuestra mano misericordiosa y sánalo.

Sé que mis sentimientos de angustia no vienen de ti, pero si del enemigo que intenta
hacerme infeliz y desanimarme, porque Tú me elegiste, para servir y amar.

Envíame, tus santos ángeles, a fin de que me liberten de toda angustia y sentimiento
de rechazo, así como los enviaste, para libertar de las prisiones tus apóstoles que,
sin embargo, injustamente castigados, te alababan y cantaban con alegría y
valentía. Hazme también siempre alegre y agradecido, a pesar de las dificultades
de cada día. ¡Amén!
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ORACIÓN PARA SANAR MI CUERPO

Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.

Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.

Padre, en el nombre de Jesús, venimos a adorar y engrandecer tu nombre y a darte


gracias por tu amor y tu misericordia.
Señor Jesús, gracias por el sacrificio que tú hiciste en la cruz del Calvario.
Padre, en este momento venimos delante de Tu santa Presencia en el nombre de
Jesús para interceder por la salud de nuestros hermanos y hermanas, quienes
necesitan de tu toque divino para que su salud sea restaurada.
Gracias Padre por tu misericordia.

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Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.

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Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO POR UN MILAGRO DE SANACIÓN

Oh amadísimo Espíritu Santo, espíritu de poder, escucha mi clamor a través de esta


poderosa oración la cual elevo a ti con toda mi fe, esperanza y convicción de que
me escucharás y atenderás con amor el deseo de mi corazón.

Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.

Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.

Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.

Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.

Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.

Derrama todos tus dones en mi vida, para que se manifieste nuevamente en mí la


salud, el equilibrio de mi cuerpo y todas sus funciones, sus sentidos perfectos y su
mente sana.

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Dios Espíritu Santo, confío plenamente en que acudes a mi llamado, en que
escuchas y atiendes mi súplica.

Permíteme experimentar en mi cuerpo tu fuerza, como la experimentaron los


discípulos de Jesús después de tu resurrección.

Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.

Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.

Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.

Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.

Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.

Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.

Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.

Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!

Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.

Oh Santo Espíritu, que tu luz ilumine toda mi vida.

Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,


que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
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acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante esta oración
sigan produciendo frutos abundantes en todos los enfermos.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.


Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos de estas oraciones


sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo. ¡Amén!

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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SEXTO DÍA: VENGO A SANARTE

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi poderoso creador, mi dulce


Padre y mi piadosísimo redentor; aquí tienes postrado a tus pies a este hijo pródigo,
que tantas veces ha malogrado el patrimonio de tu gracia con enormes pecados.
Me cubro mi rostro, Dios mío, porque apenas me atrevo a levantar mis ojos para
mirarte, aterrado con el asombroso número de mis pecados. Mas ¿A quién iré, bien
mío, sino al que me dio el ser, y derramó por mí toda su sangre? Me levantaré y me
iré al Padre, te digo como el primer pródigo. A ti, pues, vengo, con la certeza de que
me esperas con los brazos abiertos para abrazarme y regar con dulces lágrimas mi
cuello. Si para esto quieres también mi llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y
darte con esto un testimonio de mi verdadero arrepentimiento. Dale, Señor, firmeza
a mis buenos propósitos, para que, dejando ya de ser demonio por los vicios, sea
por las virtudes un ángel puro, semejante a tus queridos arcángeles Miguel, Gabriel
y Rafael.
A ti pues, me dirijo Dios Todopoderoso y Omnipotente, Señor de la vida y de la salud
para que, a la vista de tus virtudes y excelencias, salga con tu protección del abismo
de mis vicios y miserias, y merezca con esto el favor que solicito en esta oración y
que espero de tu tierno corazón y fondo de caridad que forman tu carácter. Amén.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te


damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo
único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN

Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo

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poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.

Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.

Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.

Virgen María, te invocamos seguros de que nos escuchas, te invocamos confiados


en que no abandonarás al Hijo Santísimo de tus entrañas en esta batalla, porque
nunca lo abandonaste, Madre mía, entonces también ven en nuestro auxilio, y
recuérdanos que debemos confiar hasta el último momento en la voluntad perfecta
del Padre, así como tu sola presencia se lo recordó a tu Hijo.

Virgen María, estamos aquí; ampáranos y socórrenos en este momento porque


también nosotros somos esclavos del Señor.

Virgen María, madre de Dios y madre de la Iglesia, fortalécenos con tu presencia,


auxílianos con tu figura, ¡oh Madre Inmaculada! Tú que estuviste al pie de la cruz,
ven nuevamente al Calvario, danos paz con tu mirada como se la diste a tu Hijo,
llénanos de esperanza con tus ruegos como lo hiciste por tu Hijo, danos confianza
en el Padre Eterno como tú la tuviste durante la crucifixión, en aquel viernes de
dolor.

Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén

ORACIÓN DE SANACIÓN A SAN RAFAEL ARCÁNGEL

Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.

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Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.

Mencionar aquí la petición.

Si es la voluntad de Dios, dígnate sanarme de esta enfermedad y mientras tanto,


concédeme la gracia y la fuerza que necesito para poder soportarla con paciencia,
ofreciéndola por el perdón de los pecados y por la salvación de mi alma.

San Rafael, amigo de los caminos, enséñame a conservar la fe en los sufrimientos


y unir mis dolores con los de Jesús y de María y buscar la gracia de Dios en la
oración y en la comunión. Deseo imitarte en tu afán de hacer la voluntad de Dios en
todas las cosas.

Como el joven Tobías, yo te elijo como mi compañero en mi viaje a través de este


valle de lágrimas. Deseo seguir tus inspiraciones cada paso del camino, para que
pueda llegar al final de mi viaje bajo tu protección constante y en la gracia de Dios.

Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.

Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.

San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.

Oh Dios, que te dignaste en concedernos tu protección y consuelo a través de esos


poderosos seres espirituales, te ruego que, a través de esta humilde oración a San
Rafael Arcángel, me concedas las primicias del Cielo, la sanación del Cuerpo y
Alma, la liberación de toda enfermedad y la protección contra todo mal. Amén.

BENDICIÓN Y EXORCISMO DEL AGUA…

SALMO 33

R. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca.

Bendigo al Señor en todo momento,


su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
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que los humildes lo escuchen
y se alegren.

Proclamad conmigo
la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,


vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
Él lo escucha
y lo salva de sus angustias.

El ángel del Señor acampa


en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved que bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a Él.

Todos sus santos, temed al Señor,


porque nada les falta
a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor
no carecen de nada.

Venid, hijos, escuchadme:


os instruiré en el temor del Señor;
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?

Guarda tu lengua del mal,


tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.

Los ojos del Señor miran a los justos,


sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta
con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha


y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
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Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno sólo se quebrará.

La maldad da muerte al malvado,


los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a Él.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 10, 46-52

Y llegan a Jericó. Y al salir él con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego,
Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al
oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión
de mí». Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de
David, ten compasión de mí». Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al
ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y
se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». El ciego le contestó:
«Rabbuní, que recobre la vista». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha salvado». Y al
momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

ACTO DE RENUNCIA

En Nombre de Jesús, yo te pregunto: ¿Renuncias de manera personal y a nombre


de tus antepasados a Satanás, a todas sus fascinaciones, seducciones y mentiras?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al pecado para que puedas vivir en la gracia de Dios?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica de brujería, magia blanca, negra o de cualquier color,


santería, hechicería o vudú?
R. Sí, renuncio.

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¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento,


codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo acto de orgullo, soberbia, prepotencia, vanidad y egolatría?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo rito que hayas vivido tú o tu familia de iniciación chamánica,


espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética a toda secta o
sociedad secreta?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo conocimiento de la nueva era, creencia en la reencarnación,


esoterismo, metafísica, meditación trascendental, yoga, a todo acto de
curanderismo, a las operaciones espirituales, hipnotismo con regresiones, baños
con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana, o con otras substancias
con fines mágicos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda lujuria, aborto, adulterio, homosexualidad, bisexualidad, incesto,


violación, pornografía, bestialismo, promiscuidad y prostitución; a todo lo que tú u
otras personas hayan hecho ilícitamente para controlar, ¿nulificar o desbordar tu
sexualidad?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al uso de la guija, al control mental, al manejo del péndulo, a


instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias también a toda clase de adivinación, sortilegio, lectura de cartas, café


y caracoles, a toda forma de astrología, horóscopos o cartas astrales?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a los amuletos y talismanes, a las herraduras, pirámides, cuarzos,


imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al alcoholismo, a la gula, suciedad, a las drogas y a cualquier otra


adicción?
R. Sí, renuncio.

Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
93
CREDO

Profesamos nuestra fe que es la victoria que vence al mundo:

"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilatos;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

LETANÍAS PARA IMPLORAR SALUD DE CUERPO Y ALMA

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
94
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Respondemos: Ten piedad de nosotros

Señor Jesús, que en Cafarnaún liberaste a un hombre poseído por un espíritu


inmundo (Mc 1,21)

Señor Jesús, que liberaste de la fiebre a la suegra de Pedro y se puso a servirte


(Mc 1, 29)

Señor Jesús, que al atardecer en Cafarnaún sanaste y liberaste a todos los


enfermos y endemoniados que te llevaron (Mc 1, 32)

Señor Jesús, que sanaste al hombre de la mano paralizada (Mc 3, 1)

Señor Jesús, tú que liberaste al endemoniado de Gerasa (Mc 5, 1)

Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que liberaste a la hija de la mujer Cananea (Mc 7, 24)

Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)

Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22)

Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)

Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)

Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 8,1)

Señor Jesús, que curaste al siervo del Centurión (Mt 8, 5)

Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27)

Señor Jesús, que resucitaste al hijo de la viuda de Naim (Lc 7, 11)

Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)

Señor Jesús, que curaste a la mujer encorvada (Lc 13, 10)

Señor Jesús, que sanaste a un hidrópico (Lc 14, 1)

95
Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11)

Señor Jesús, que curaste el corazón de la Samaritana (Jn 4, 1)

Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina de Betesda (Jn 5,1)

Señor Jesús, tú que perdonaste a la mujer adúltera (Jn 8, 1)

Señor Jesús, tú que curaste a un ciego de nacimiento (Jn 9, 1)

Señor Jesús, tú que resucitaste a Lázaro (Jn 11, 1)

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.

ORACIÓN

Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN POR SANACIÓN INTERIOR

Señor Omnipotente, en tus manos está mi vida, te pido que mires la hora en que
fue concebido (decir el nombre de tu hijo), solo tú sabes si fue un acto de amor, un
accidente o un acto de pecado.

Jesús Amado, haz de este acto una relación linda como tú quisiste que fuera, si
hubo pecado, tómalo y sana a mi hijo de cualquier trauma que le haya causado.
Rompe con la fuerza de tu amor cualquier atadura que esté oprimiendo la vida de
(decir el nombre de tu hijo).

Señor, reconozco que cuando me di cuenta que estaba embarazada sentí miedo,
perdóname por este acto de cobardía, llena de amor ese momento, acércate a mí y
consuélame. Señor Jesús, tú estuviste durante todo el embarazo de mi hijo, por eso
te ruego que lo sanes de todos los impactos de rechazos recibidos por mi esposo y
por mí.

Borra todos los momentos dolorosos (miedo, dolor, tristeza, angustia) durante mi
embarazo.

96
Amado Jesús, sana esos traumas inconscientes recibidos en el vientre durante el
embarazo de mi hijo y que causaron daño en su interior; por eso hoy te pido que lo
abraces y lo llenes con tu amor.

Jesús mío, para ti todo es presente, por eso ante ti coloco el momento del parto,
acompáñame, los dolores fueron muy fuertes y no permitieron decirle a mi hijo que
Lo amaba, pero hoy tú, Jesús, colocas sobre este bebé tu mano sanadora y
cualquier cosa que lo haya afectado ¡Sánalo! Recíbelo en tus brazos junto con la
Virgen Santísima (imagínate a Jesús y a María Santísima acariciando tiernamente
a tu hijo en el momento del nacimiento) y te pido que sanes en él cualquier problema
que haya quedado por no recibir el amor que esperaba. Corto en tu Nombre toda
atadura ocasionada por las circunstancias.

Señor Jesucristo, ante tu altar coloco los primeros meses de vida de mi hijo porque
por mi ausencia y la de su padre no recibió el amor que necesitaba y en su interior
quedó ese vacío (recuerda cómo fue el primer año de vida de tu hijo, y paso a paso
con Jesús pídele que sane con amor cada trauma causado en él).

Señor, perdóname por no estar presente cuando mi hijo dio sus primeros pasos; él
necesitaba de mi protección, pero por falta de tiempo no recibió el cuidado
necesario.

Te suplico, Jesús, que sanes cualquier trauma que durante sus primeros años
pudieron marcar su vida, por no brindarle el amor necesario; llena con tu amor todos
esos vacíos que hayan podido quedar en esos primeros años; y te lo consagro a tu
Corazón Sacratísimo y al Corazón Inmaculado de la Virgen María.

Señor, muchas veces peleamos con mi esposo delante de él y eso causó traumas
de tal manera que hoy lo están afectando; te pido, Jesús, que sanes aquellos
momentos que marcaron su vida. Llena con tu amor su corazón y borra de su mente
aquellos recuerdos que le producen dolor.

Jesús Amado, mi hijo es rebelde, sánalo de toda falta de amor que esté afectando
su interior; ya que su corazón se fue llenando de amargura por el rechazo, por las
situaciones difíciles que pasamos, por los malos tratos recibidos o quizás por el
exceso de protección que le brindamos y por complacerlo en todo.

Sella con tu Sangre la vida de mi hijo para que ninguna influencia del mal afecte las
distintas áreas de su vida, coloca tus manos llagadas sobre él para que sane de
toda enfermedad que esté afectando su cuerpo y alma, y corta toda cadena que le
obstaculice recibir tus bendiciones.

Protégelo de todo mal y peligro, borra de raíz todo trauma, vicio y enfermedad,
envuélvelo con tu amor y cúbrelo con tu preciosa sangre para que él pueda salir
triunfante de toda dificultad (menciónala) que tenga en este momento. Yo te alabo
y bendigo por la vida de mi hijo porque fue un regalo precioso que tú me diste y sé
que tú lo estás protegiendo y sanando. Amén.
97
ORACIÓN POR SANACIÓN FÍSICA

"Tú eres el Sanador Divino, el mismo de ayer, hoy y siempre, Tú sanas porque
tienes compasión de todos los que sufren, lloran, están tristes y enfermos, inclínate
hacia mí, que amas tanto, pon tu mano llagada sobre mi cabeza.

Penetra con tu poder sanador hasta lo más íntimo de todo mi ser, llega a todos los
rincones donde hay oscuridad irradiándome con los rayos infinitos de tu amor.
Sáname del pecado, sáname de mis debilidades, de mis defectos, de mis malas
inclinaciones. Inúndame de tu amor sanador y liberador. Limpia mi corazón con tu
sangre preciosa de todas las heridas, causadas por tantos rechazos recibidos en mi
vida, sana los resentimientos, odios, venganzas, líbrame de la angustia, tristeza,
soledad y depresión, miedos, sentimientos de culpa (recibe un abrazo y un beso de
Jesús). Imagina a Jesús colocando sus manos llagadas sobre el lugar donde tienes
la enfermedad.

Lléname de tu amor y pasa tu mano llagada por mi cabeza, pon tu mano llagada
sobre mi cerebro y construye todo deterioro que esté afectando mi sistema nervioso,
desaparece toda enfermedad (cáncer, tumores, tumores malignos, tumores
benignos, dolor de cabeza, cuello corazón, músculos del corazón, venas, arterias,
sistema respiratorio, neurosis, nervios, epilepsia…). Báñame con tu sangre las
meninges, sistema encefálico, pon tus llagas sobre mi cerebro, baña con tu sangre
mi bulbo raquídeo, médula espinal, nervios craneales, nervios raquídeos, espinales
y construye las neuronas afectadas.

Señor Jesús recorre todo sistema óseo, si hay en él alguna disfunción sáname de
ella. Pon tus manos sobre mis brazos, pues no puedo casi moverlos, ayúdame a
levantarlos. Sáname amado Jesús de toda artritis y osteoporosis, lumbagos, rotura
de huesos... Pasa por mis caderas, quita todo dolor o desajuste, pon tu mano sobre
el fémur, rótula, tibia peroné. Pasa tus Manos por mis pies y quita todo cansancio,
restablece las fuerzas a mis piernas y, quita este dolor de mis pies, tú puedes
sanarme de toda enfermedad, de todo pecado e inmundicia.

Ahora amado Jesús pasa tu mano llagada por todo mi sistema respiratorio: fosas
nasales, laringe, faringe, tráquea, bronquios y pulmones, sáname de toda
enfermedad que esté afectando este sistema como pulmonía, tuberculosis, asma,
edemas, cáncer, bronquitis, tos, neumonía y cualquier otra afección.

Padre eterno, hoy quiero que tú me hagas una transfusión de sangre, coloca tu
Sangre sanadora y liberadora por todas mis venas y arterias, límpialas de toda
enfermedad que esté afectando mi sistema circulatorio. Pasa sanando toda
enfermedad que esté afectando al corazón, pon tu poder sanador sobre la aurícula
izquierda y derecha, ventrículo izquierdo y derecho, y sobre todas las venas y
arterias. Sáname de la hipertensión, várices, colesterol alto, arteriosclerosis.

98
Ahora Jesús mira mi aparato urinario, coloca tus manos llagadas y sana toda
afección de los riñones (cálculos, nefritis, cistitis, caída de la vejiga...), uréteres,
vejiga y uretra.

Pasa con tu mano sobre mi sistema digestivo y sáname de la gastritis, diarrea,


cáncer, metástasis cálculos, problemas de la vesícula, estreñimiento, úlcera y
cualquier otra afección.

Hoy quiero que tu coloques tus manos sobre mis oídos y quites toda sordera. Pasa
tu mano por mi piel (dile a Jesús la enfermedad que padeces). Señor, así como tu
curaste a muchos ciegos en el evangelio, pon tus manos sobre los míos y sáname
de (nombre de tus enfermedades).

Te invito Jesús para que con tu mano llagada pases sobre mi sistema reproductor
y sáname de todo tumor, cáncer, infertilidad, metrorragias, caída de la matriz,
tumores malignos o benignos, inflamación de la próstata, enfermedades en los
ovarios, quistes, impotencia, frigidez (di la enfermedad que estás padeciendo),
Señor te pido que tengas misericordia de mí, y cures toda enfermedad.

Gracias por que tú me estás sanando y con tu preciosa sangre libérame de toda
atadura de enfermedad.

ORACIÓN PARA SANAR MI CUERPO

Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.

Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
99
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.

Padre, en el nombre de Jesús, venimos a adorar y engrandecer tu nombre y a darte


gracias por tu amor y tu misericordia.
Señor Jesús, gracias por el sacrificio que tú hiciste en la cruz del Calvario.
Padre, en este momento venimos delante de Tu santa Presencia en el nombre de
Jesús para interceder por la salud de nuestros hermanos y hermanas, quienes
necesitan de tu toque divino para que su salud sea restaurada.
Gracias Padre por tu misericordia.
Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.

100
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO POR UN MILAGRO DE SANACIÓN

Oh amadísimo Espíritu Santo, espíritu de poder, escucha mi clamor a través de esta


poderosa oración la cual elevo a ti con toda mi fe, esperanza y convicción de que
me escucharás y atenderás con amor el deseo de mi corazón.

101
Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.

Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.

Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.

Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.

Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.

Derrama todos tus dones en mi vida, para que se manifieste nuevamente en mí la


salud, el equilibrio de mi cuerpo y todas sus funciones, sus sentidos perfectos y su
mente sana.

Dios Espíritu Santo, confío plenamente en que acudes a mi llamado, en que


escuchas y atiendes mi súplica.

Permíteme experimentar en mi cuerpo tu fuerza, como la experimentaron los


discípulos de Jesús después de tu resurrección.

Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.

Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.

Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.

Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.

Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.

Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.

Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.
102
Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!

Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos.

Oh Santo Espíritu, que tu luz ilumine toda mi vida.

Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,


que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante esta oración
sigan produciendo frutos abundantes en todos los enfermos.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.


Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos de estas oraciones


sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo. ¡Amén!

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

103
SÉPTIMO DÍA: VENGO A SANARTE

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi poderoso creador, mi dulce


Padre y mi piadosísimo redentor; aquí tienes postrado a tus pies a este hijo pródigo,
que tantas veces ha malogrado el patrimonio de tu gracia con enormes pecados.
Me cubro mi rostro, Dios mío, porque apenas me atrevo a levantar mis ojos para
mirarte, aterrado con el asombroso número de mis pecados. Mas ¿A quién iré, bien
mío, sino al que me dio el ser, y derramó por mí toda su sangre? Me levantaré y me
iré al Padre, te digo como el primer pródigo. A ti, pues, vengo, con la certeza de que
me esperas con los brazos abiertos para abrazarme y regar con dulces lágrimas mi
cuello. Si para esto quieres también mi llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y
darte con esto un testimonio de mi verdadero arrepentimiento. Dale, Señor, firmeza
a mis buenos propósitos, para que, dejando ya de ser demonio por los vicios, sea
por las virtudes un ángel puro, semejante a tus queridos arcángeles Miguel, Gabriel
y Rafael.
A ti pues, me dirijo Dios Todopoderoso y Omnipotente, Señor de la vida y de la salud
para que, a la vista de tus virtudes y excelencias, salga con tu protección del abismo
de mis vicios y miserias, y merezca con esto el favor que solicito en esta oración y
que espero de tu tierno corazón y fondo de caridad que forman tu carácter. Amén.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te


damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo
único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica,
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo
tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN

Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo

104
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.

Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del Enemigo Malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el Enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.

Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.

Virgen María, te invocamos seguros de que nos escuchas, te invocamos confiados


en que no abandonarás al Hijo Santísimo de tus entrañas en esta batalla, porque
nunca lo abandonaste, Madre mía, entonces también ven en nuestro auxilio, y
recuérdanos que debemos confiar hasta el último momento en la voluntad perfecta
del Padre, así como tu sola presencia se lo recordó a tu Hijo.

Virgen María, estamos aquí; ampáranos y socórrenos en este momento porque


también nosotros somos esclavos del Señor.

Virgen María, madre de Dios y madre de la Iglesia, fortalécenos con tu presencia,


auxílianos con tu figura, ¡oh Madre Inmaculada! Tú que estuviste al pie de la cruz,
ven nuevamente al Calvario, danos paz con tu mirada como se la diste a tu Hijo,
llénanos de esperanza con tus ruegos como lo hiciste por tu Hijo, danos confianza
en el Padre Eterno como tú la tuviste durante la crucifixión, en aquel viernes de
dolor.

Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén

ORACIÓN DE SANACIÓN A SAN RAFAEL ARCÁNGEL

Oh, bondadoso y guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón
de aquellos que están afligidos por la enfermedad o dolencia corporal.

105
Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre
significa “El Señor Sana”. Me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel,
implorando tu auxilio en mi necesidad actual.

Mencionar aquí la petición.

Si es la voluntad de Dios, dígnate sanarme de esta enfermedad y mientras tanto,


concédeme la gracia y la fuerza que necesito para poder soportarla con paciencia,
ofreciéndola por el perdón de los pecados y por la salvación de mi alma.

San Rafael, amigo de los caminos, enséñame a conservar la fe en los sufrimientos


y unir mis dolores con los de Jesús y de María y buscar la gracia de Dios en la
oración y en la comunión. Deseo imitarte en tu afán de hacer la voluntad de Dios en
todas las cosas.

Como el joven Tobías, yo te elijo como mi compañero en mi viaje a través de este


valle de lágrimas. Deseo seguir tus inspiraciones cada paso del camino, para que
pueda llegar al final de mi viaje bajo tu protección constante y en la gracia de Dios.

Oh, Arcángel San Rafael Bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino
del Trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la
sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias a mi vida.
Concédeme la gracia y la bendición de Dios y el favor que te pido por tu poderosa
intercesión.

Oh, Gran Médico de Dios, Arcángel Sanador San Rafael, dígnate a curarme como
lo hiciste con Tobías en el plan perfecto de Dios.

San Rafael Recurso de Dios, Ángel de la Salud, Medicina de Dios, ruega por mí.
Amén.

Oh Dios, que te dignaste en concedernos tu protección y consuelo a través de esos


poderosos seres espirituales, te ruego que, a través de esta humilde oración a San
Rafael Arcángel, me concedas las primicias del Cielo, la sanación del Cuerpo y
Alma, la liberación de toda enfermedad y la protección contra todo mal. Amén.

BENDICIÓN Y EXORCISMO DEL AGUA…

SALMO 30

R. ¡Señor mi Dios, te pedí ayuda y me sanaste!

Te exaltaré, Señor, porque me levantaste,


porque no dejaste que mis enemigos se burlaran de mí.
Señor mi Dios, te pedí ayuda
y me sanaste.
106
Tú, Señor, me sacaste del sepulcro;
me hiciste revivir de entre los muertos.

Canten al Señor, ustedes sus fieles;


alaben su santo nombre.
Porque sólo un instante dura su enojo,
pero toda una vida su bondad.
Si por la noche hay llanto,
por la mañana habrá gritos de alegría.

Cuando me sentí seguro, exclamé:


«Jamás seré conmovido.»
Tú, Señor, en tu buena voluntad,
me afirmaste en elevado baluarte;
pero escondiste tu rostro,
y yo quedé confundido.

A ti clamo, Señor soberano;


a ti me vuelvo suplicante.
¿Qué ganas tú con que yo muera,*
con que descienda yo al sepulcro?
¿Acaso el polvo te alabará
o proclamará tu verdad?

Oye, Señor; compadécete de mí.


¡Sé tú, Señor, ¡mi ayuda!
Convertiste mi lamento en danza;
me quitaste la ropa de luto
y me vestiste de fiesta,
para que te cante y te glorifique,
y no me quede callado.

¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 11, 1- 45

Había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su


hermana. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su
cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas le mandaron recado a
Jesús diciendo: «Señor, el que tú amas está enfermo». Jesús, al oírlo, dijo: «Esta
enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que
el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a
Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde
107
estaba. Solo entonces dijo a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea». Los
discípulos le replicaron: «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y
vas a volver de nuevo allí?». Jesús contestó: «¿No tiene el día doce horas? Si uno
camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche
tropieza, porque la luz no está en él». Dicho esto, añadió: «Lázaro, nuestro amigo,
está dormido: voy a despertarlo». Entonces le dijeron sus discípulos: «Señor, si
duerme, se salvará». Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que
hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente: «Lázaro ha
muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis.
Y ahora vamos a su encuentro». Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los
demás discípulos: «Vamos también nosotros y muramos con él». Cuando Jesús
llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén:
unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para
darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús,
salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé
que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo: «Tu hermano
resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último
día». Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya
muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees
esto?». Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el
que tenía que venir al mundo». Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María,
diciéndole en voz baja: «El Maestro está ahí y te llama». Apenas lo oyó, se levantó
y salió adonde estaba él: porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino
que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella
en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron,
pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús,
al verlo se echó a sus pies diciéndole: «Señor, si hubieras estado aquí no habría
muerto mi hermano». Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la
acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó: «¿Dónde lo
habéis enterrado?». Le contestaron: «Señor, ven a verlo». Jesús se echó a
llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!». Pero algunos dijeron: «Y uno
que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este
muriera?». Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una
cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús: «Quitad la losa». Marta, la hermana del
muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días». Jesús le replicó:
«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?». Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has
escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me
rodea, para que crean que tú me has enviado». Y dicho esto, gritó con voz potente:
«Lázaro, sal afuera». El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la
cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar». Y muchos
judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron
en él.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

108
ACTO DE RENUNCIA

En Nombre de Jesús, yo te pregunto: ¿Renuncias de manera personal y a nombre


de tus antepasados a Satanás, a todas sus fascinaciones, seducciones y mentiras?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al pecado para que puedas vivir en la gracia de Dios?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica de brujería, magia blanca, negra o de cualquier color,


santería, hechicería o vudú?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento,


codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo acto de orgullo, soberbia, prepotencia, vanidad y egolatría?


R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo rito que hayas vivido tú o tu familia de iniciación chamánica,


espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética a toda secta o
sociedad secreta?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a todo conocimiento de la nueva era, creencia en la reencarnación,


esoterismo, metafísica, meditación trascendental, yoga, a todo acto de
curanderismo, a las operaciones espirituales, hipnotismo con regresiones, baños
con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana, o con otras substancias
con fines mágicos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a toda lujuria, aborto, adulterio, homosexualidad, bisexualidad, incesto,


violación, pornografía, bestialismo, promiscuidad y prostitución; a todo lo que tú u
otras personas hayan hecho ilícitamente para controlar, ¿nulificar o desbordar tu
sexualidad?
R. Sí, renuncio.

109
¿Renuncias al uso de la guija, al control mental, al manejo del péndulo, a
instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias también a toda clase de adivinación, sortilegio, lectura de cartas, café


y caracoles, a toda forma de astrología, horóscopos o cartas astrales?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias a los amuletos y talismanes, a las herraduras, pirámides, cuarzos,


imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos?
R. Sí, renuncio.

¿Renuncias al alcoholismo, a la gula, suciedad, a las drogas y a cualquier otra


adicción?
R. Sí, renuncio.

Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.

CREDO

Profesamos nuestra fe que es la victoria que vence al mundo:

"Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilatos;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
110
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

LETANÍAS PARA IMPLORAR SALUD DE CUERPO Y ALMA

Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Respondemos: Ten piedad de nosotros

Señor Jesús, que en Cafarnaún liberaste a un hombre poseído por un espíritu


inmundo (Mc 1,21)

Señor Jesús, que liberaste de la fiebre a la suegra de Pedro y se puso a servirte


(Mc 1, 29)

Señor Jesús, que al atardecer en Cafarnaún sanaste y liberaste a todos los


enfermos y endemoniados que te llevaron (Mc 1, 32)

Señor Jesús, que sanaste al hombre de la mano paralizada (Mc 3, 1)

Señor Jesús, tú que liberaste al endemoniado de Gerasa (Mc 5, 1)

Señor Jesús, que curaste a la mujer que padecía flujo de sangre (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5, 21)

Señor Jesús, que liberaste a la hija de la mujer Cananea (Mc 7, 24)

Señor Jesús, que en Tiro y Sidón curaste a un sordo y tartamudo (Mc 7, 31)
111
Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22)

Señor Jesús, que al bajar del Monte Tabor sanaste al niño epiléptico (Mc 9, 14)

Señor Jesús, que curaste a un mendigo y ciego, Bartimeo (Mc 10, 46)

Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 8,1)

Señor Jesús, que curaste al siervo del Centurión (Mt 8, 5)

Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27)

Señor Jesús, que resucitaste al hijo de la viuda de Naim (Lc 7, 11)

Señor Jesús, que perdonaste a la pecadora que se echó a tus pies (Lc 7, 36)

Señor Jesús, que curaste a la mujer encorvada (Lc 13, 10)

Señor Jesús, que sanaste a un hidrópico (Lc 14, 1)

Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11)

Señor Jesús, que curaste el corazón de la Samaritana (Jn 4, 1)

Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina de Betesda (Jn 5,1)

Señor Jesús, tú que perdonaste a la mujer adúltera (Jn 8, 1)

Señor Jesús, tú que curaste a un ciego de nacimiento (Jn 9, 1)

Señor Jesús, tú que resucitaste a Lázaro (Jn 11, 1)

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.

ORACIÓN

Señor Nuestro Jesucristo, que has dicho: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá. Te rogamos nos concedas la sanación de nuestras
enfermedades y de las personas a quien aquí te encomendamos (decir el nombre,
de usted mismo o de otra persona), Ten a bien escuchar nuestros ruegos. En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

112
ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR Y DE LAS HERIDAS EMOCIONALES

Padre Eterno, en el Nombre de tu Hijo Jesucristo me presento delante de ti. Con tu


Santo Espíritu, con su Divina Luz ilumíname y descubre Señor las heridas que hay
en mi corazón, sáname Señor, en el Nombre de Jesús.

Señor Jesús, que tu misericordia me invada, te doy gracias por mi existencia, tu me


has creado, dígnate Señor acompañarme en el itinerario de mi vida, hoy, desde el
comienzo de mi concepción hasta el momento presente.

Sáname Señor de toda herida que haya alcanzado mi corazón emocional, que haya
afectado mi sensibilidad, mi memoria, mi imaginación, mi voluntad, mi alma, mi
cuerpo, mi ser; libérame de toda atadura, de toda cadena que me tenga esclavo.

Deseo ser libre Padre Eterno, por tu Santo Espíritu, para poder entregarme
alegremente a tu servicio y para ayudar a mis hermanos.

Jesús mi Señor: para Gloria del Padre Eterno, yo me entrego completamente a ti,
espíritu, alma y cuerpo, con todos mis sentidos, con todo mi ser, con todo lo que
soy, con todo lo que hago, con todo lo que tengo, tuyo soy, te pertenezco.

Señor Jesucristo, Tú eres el Hijo de Dios, nacido de la Virgen María; gracias porque
entregaste tu vida en la Cruz, y con tu Sangre nos rescataste; has resucitado y vives
con nosotros y quieres llevarnos a tu Gloria Eterna.

Dios de Misericordia y de Bondad, eres Dios de perdón, porque eres el amor, te pido
perdón por todos mis pecados, de todo corazón.

Padre Eterno, por el poder de tu Hijo Jesús, por su Nombre, por su Sangre
Redentora y por su Santa Cruz, por el poder de tu Santo Espíritu, por las heridas de
sus manos, de sus pies y de su costado; por la agonía de Cristo en el huerto y en la
Cruz, por el dolor emocional que Cristo padeció viviendo el sufrimiento de su
Santísima Madre.

Yo te pido Señor, libérame y sáname en las profundidades de mi ser, hasta mis


raíces.

Libérame y sáname de todo el mal que hay en mí y que tu conoces Señor, libera mi
inconsciente, libera mi subconsciente, libera mi conciencia, de todo aquello que me
haya podido herir, en mi amor, voluntaria o involuntariamente.

Libérame y sana mi espíritu de todo sentimiento egoísta.

Libérame y sana mi espíritu de todo orgullo de autosuficiencia, de juicios temerarios.

Libérame y sana mi memoria Señor; libera y sana mi memoria del recuerdo


doloroso, de la historia de todo aquello que ha causado aflicción en mi alma.
113
Libérame y sáname Señor, de toda duda acerca de tu amor y de tu misericordia con
la cual me perdonas.

Libérame y sana mi voluntad, de toda debilidad; ayúdame Señor a renunciar a lo


que sea necesario para poder hacer el bien y rechazar el mal.

Libera mi corazón y sánalo de toda ansiedad, de toda angustia, de todo miedo,


temor, de toda fobia que me mantiene encerrado, que me aprisiona.

Ayúdame y libera en mí Señor, la capacidad para perdonar. A quienes me han


hecho daño, consciente o inconscientemente, les perdono de corazón por siempre
y sin condición, en el Nombre de Jesús, nuestro Señor.

Señor Jesús, visita a quienes yo he ofendido; a quienes yo he herido, visítales con


tu Santo Espíritu; a quienes herí con palabras, con gestos, con actos, con ofensas,
toca sus corazones y sánales; libérales, para que ellos también me puedan
perdonar.

Padre Eterno, sáname y libérame de todo aquello que me ata, por no haberme
aceptado, así como soy, como nací; con mi sexo y mis rasgos físicos, con mis
debilidades, con mis incapacidades, con mi carácter, con mi temperamento, con mi
cobardía.

Te doy gracias Señor, por la liberación y sanación que tú me das ahora; gracias por
Tu amor, yo sé que Tú estás aquí, que has tocado mi ser. Yo creo en tus promesas
Jesús, son verdaderas; has dicho: “Todo lo que pidáis al Padre, en Mi Nombre, sea
lo que fuere, yo lo haré”. En ti confío Padre Eterno, en ti confío Jesús y Espíritu
Santo, te alabo Trinidad Santa, te exalto eternamente.

A ti María Santísima, Madre Celestial, gracias por ser mi Madre intercesora, mi


compañía. Amén.

ORACIÓN POR SANACIÓN FÍSICA

Señor Jesús, así como tú sanaste al hombre que permaneció al pie del estanque
esperando el milagro de sanación, hoy me siento a orillas de ese estanque junto
con muchos enfermos más, tú sabes Señor cuánto tiempo llevo sufriendo de ese
mal (dile cuál es tu enfermedad).

Mírame, así como miraste aquel paralítico del Evangelio, así como él, yo quiero ser
sanado por ti. Jesús, médico divino, hoy espero ese milagro en mi vida, quiero
recobrar la salud. Tú todo lo puedes, para ti no hay nada imposible. Repito las
mismas palabras de aquel ciego de nacimiento al que tú le devolviste la vista “Creo
Señor, sólo tú puedes sanarme”.

114
Hoy me pongo de rodillas delante de ti, así como lo hizo aquel leproso que
encontraste en el camino para pedirte que lo sanaras. Hoy quiero pedirte que me
limpies de todo pecado. En aquel tiempo la lepra era una enfermedad incurable, sé
que hoy tengo lepra, pero en mi interior, por la vida que he llevado llena de mentira,
de ambición, y de pecado; quiero que me limpies de toda maldad.

Quiero tener la fe de aquel padre que sufrió porque su hijo acababa de morir, este
hombre tuvo una fe tan grande en ti Jesús, médico divino, que aseguró que si Jesús
iba a su casa donde estaba el hijo volvería a vivir.

Hoy quiero tener la fe de este hombre, ayúdame a tener la certeza, que por más
que humanamente no haya respuesta para este mal (di la enfermedad) tú puedes
levantarme a la vida si es tu voluntad, así como lo hiciste con la hija de Jairo (Mateo
9, 18).

Pasa tu mano sanadora por mi boca, mi garganta y sana cualquier órgano que esté
atrofiando mi salud física y espiritual; sáname del chisme, la crítica, el juicio; así
como liberaste a este mudo que era atormentado por muchos espíritus (Mateo 9).

Señor, al pasar por la Sinagoga encontraste a un hombre que tenía una mano tullida
y lo curaste, hoy quiero que pases tu mano llagada por mis manos y sobre cualquier
enfermedad que encuentres en ella. Te presento mis brazos, piernas, rodillas y pies,
quita toda molestia que esté ocasionando enfermedades: artritis, dolores
musculares… devuélveme la movilidad, así como sanaste a aquel hombre (Mateo
12, 9-13).

También te pido, que quites cualquier problema que esté afectando mis huesos, y
te lleves todo cansancio, todo lo que me impida caminar con facilidad. Hoy quiero
reconocerte a ti Jesús como mi Señor y salvador, así como en Genezareth todos
los enfermos te reconocieron y tú los curaste a todos. Hoy siento tú poder sanador
sobre mi vida (coloca tu mano sobre la parte afectada).

Una vez más desde el fondo de mi ser, te suplico como aquella mujer cananea: “Te
digo Señor, ayúdame. Tengo fe en ti que eres el Cristo vivo que quiere sanarme”
Mateo 15, 21-28. Me pongo a tus pies como aquellos enfermos que llegaron a aquel
cerro donde tú estabas sentado y tú los sanaste, te alabo y te bendigo como ellos,
te doy gracias por lo que estás haciendo en mí

Mírame Jesús, a ti te llevaron muchos enfermos y tú sanaste toda clase de


enfermedades. Sé que esta enfermedad que hay en mí tú la puedes curar, tú eres
el mismo de ayer, hoy y siempre (Marcos 1, 32-34).

Regula en mí toda célula que esté deteriorando mi organismo, afectando distintos


órganos de mi cuerpo, (enumera las partes de tu organismo afectado) así como
sanaste a los sordos, hoy quita de mí toda sordera o cualquier otro mal que esté
afectando mis oídos, para ti todo es posible, tú curaste todas las enfermedades de

115
la vista, hoy quita de mí toda enfermedad que haya en mis ojos como miopía y
astigmatismo.

Tú que resucitaste muertos, te pido que tengas compasión de mí y arranques de


raíz toda enfermedad incurable, como cáncer, diabetes, asma, sida, migraña,
enfermedades orgánicas. Tú que sanaste enfermos que sufrieron de distintas
infecciones causándoles fiebres, hoy te suplico que destruyas con tu poder sanador
y por los méritos de tus llagas cualquier quebranto de salud en los riñones, los
pulmones, las infecciones en la sangre.

Quita de mi cuerpo toda enfermedad conocida y desconocida, pasa tu mano por mis
distintos sistemas: respiratorio, digestivo, urinario, circulatorio, nervioso y glandular.
También te coloco mi sistema reproductor, arranca de raíz todo quiste, mioma,
cualquier disfunción que me esté ocasionando dolor, coloca todo lo que falte a mis
órganos por el desgaste de la vida, cámbiame los órganos enfermos por órganos
sanos, haz una transfusión de sangre en mí colocándome la tuya para que reciba la
salud en todo mi cuerpo.

Gracias mi buen Jesús, porque estoy seguro que con tu sangre protectora estás
sanando todo mi ser, te alabo, te bendigo, porque sólo tú eres digno de toda
alabanza y sólo en ti puedo confiar para salir adelante de mis problemas, pues tú
eres mi refugio. Eres como una torre fuerte que me libera de todo mal, quiero vivir
protegido bajo tus alas protectoras. Concédeme larga vida y que viva siempre con
tu bendición, amor y fidelidad para alabar tu nombre en todo tiempo. Amén.

ORACIÓN POR LOS ENFERMOS, SANACIÓN FÍSICA Y ESPIRITUAL

Padre Santo, "tú manifiestas tu poder y das grandes golpes, realizando curaciones,
señales y prodigios por el Nombre de tu santo siervo Jesús" (Hechos 4,30). "Para
que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los
muertos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios
Padre" (Filipenses 2, 10-11). Creemos que el nombre de Jesús tiene poder para
sanar, liberar y salvar. También creemos en tu Palabra donde nos dices: "No hay
salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres ningún
otro Nombre por el que debamos ser salvados" (Hechos 4, 12). Envía Señor, el
coraje, la intrepidez y el poder de tu Espíritu Santo para que se realicen los signos
y prodigios, curaciones y milagros en nosotros en este momento de gracia.

Señor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado. Creemos que estás realmente
presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros. Te
alabamos y te adoramos. Te damos gracias, Señor, por venir hasta nosotros como
pan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud de la vida, eres la resurrección y la
vida. Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.

Hoy queremos presentarte a todos los enfermos para que tengas compasión de
ellos. Padre Eterno, te pedimos en el Nombre de Jesús que extiendas tu mano, nos
116
des el Espíritu Santo para convertir los corazones y liberar a tu pueblo, por el poder
del Nombre de Jesús. Bendícelos a todos y haz que muchos vuelvan a encontrar la
salud, que su fe crezca y se vayan abriendo a las maravillas de tu amor, para que
también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión.

Dios Padre, en tu santo Nombre, nosotros te pedimos con la fe que nos es posible
que se realicen entre nosotros curaciones físicas y espirituales; te pedimos que
salves y sanes a los matrimonios, que las familias se reconcilien y vivan unidas por
medio de tu amor, que nuestros corazones sean curados y desaparezca todo odio
y resentimiento hacia nuestros hermanos, que los oprimidos alcancen la libertad tan
preciada que tú Señor nos ofreces.

Hoy, Señor, te presentamos en fe a todos los enfermos que nos han pedido oración
y te pedimos que los alivies en su enfermedad y que les des la salud. Haz que
crezcan en la fe, en la esperanza. y que reciban la salud para gloria de tu Nombre.
Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los
signos y prodigios de tu amor.

Que todos los corazones se conviertan a la Palabra de Dios y que tú Señor mores
en ellos con el don de tu Espíritu Santo. Cúranos Señor Jesús, libéranos Señor
Jesús, Sálvanos Señor Jesús. Danos la gracia y la alegría que nos falta. También
danos la paz en nuestros corazones y en nuestras vidas, libéranos de tantos ruidos
que no permiten que te escuchemos e introdúcenos en el silencio de tu corazón
amoroso. Danos el amor, danos el perdón, danos tu misericordia. Danos el don de
orar para comunicarnos contigo todos los días y en todos los momentos de nuestra
vida. Amén.

ORACIÓN PARA SANAR MI CUERPO

Jesús, mi Señor y pastor, mírame. Mira mi cuerpo, que es semejante al tuyo. Soy
como una oveja herida necesitada de tus cuidados, Cárgame sobre tus hombros y
venda mis heridas Señor Jesús. Mira con ternura mi cuerpo, este cuerpo que es
obra de tus amorosas manos. Mira sus enfermedades y sus debilidades. Tú que
estas lleno de misericordia, toma cada uno de los órganos del mi cuerpo y dale un
poco más de tu aliento de vida. Pasa Señor Jesús por mis ojos, para que vean mejor
la luz y los colores. Toca mis oídos cansados y libéralos de todo mal. Toma mis
sentidos y libéralos de toda enfermedad que los debilite. Pasa amado de mi alma
por toda infección de mi sangre y purifícala. Fortalece con tu poder mis huesos, mi
piel y todos mis músculos. Alivia todo dolor con tu caricia. Aquí tienes a mi corazón
Señor Jesús que fluya por él tu preciosa sangre y lo liberes de toda obstrucción y
de toda perturbación. Sana también toda raíz del mal que pueda enfermarlo, todo
odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo desagradable. Pasa Jesús por mis
bronquios y pulmones con tu soplo de amor, para que disfruten del aire que Tú le
regalas.
Renueva Señor Jesús, mis tejidos y libéralos de toda impureza que los altere. Toca
también con una caricia suave todo mi sistema digestivo, tan dañado a veces por
117
mi nerviosismo y angustias. Fortalece también mi hígado, mis riñones, mi páncreas,
todos esos órganos que Tú creaste con amor. Sana mi sistema nervioso, pasa por
mis neuronas, por mi cerebro, y pacífica, serena, armonízalo todo, para que pueda
vivir con serenidad, con lucidez, con gozo. Toma también mi sexualidad, Señor
Jesús, pasa por mis órganos genitales, purifícalos y sánalos de toda alteración
libéralos de toda mala experiencia que los haya debilitado y paralizado. Adorado
Señor Jesús, pasa por cada célula de mi cuerpo restaurándolo, devuélveles vida y
fortaleza a todas las partes de mi cuerpo, abrázalo y penétralo con tu luz santísima
y llena de salud. Yo te entrego Señor Jesús, mi enfermedad, tú conoces las causas
de esa enfermedad. Sana esa raíz enferma que llevo adentro, destrúyela con tu
fuego divino. Pero también te pido que me liberes de todo temor a la enfermedad
para que pueda enfrentarla en paz. Bendice al médico que me atiende, ilumínalo y
bendice también las medicinas que deba tomar y a todas las personas que
intervengan en mi tratamiento. Te doy gracias Señor porque comprendes mi dolor
y estás a mi lado para darme fuerzas, mi Dios, todo, mi fin, mi destino. Ayúdame a
descubrir tu presencia maravillosa en medio de cada cosa que me toque vivir.
Hazme fuerte con tu poder e ilumina aquellas zonas oscuras de mi alma.

Padre, en el nombre de Jesús, venimos a adorar y engrandecer tu nombre y a darte


gracias por tu amor y tu misericordia.
Señor Jesús, gracias por el sacrificio que tú hiciste en la cruz del Calvario.
Padre, en este momento venimos delante de Tu santa Presencia en el nombre de
Jesús para interceder por la salud de nuestros hermanos y hermanas, quienes
necesitan de tu toque divino para que su salud sea restaurada.
Gracias Padre por tu misericordia.
Tu eres Dios en el cielo y en la tierra y escrito está en Tu Palabra: "Herido fuiste por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue
sobre Ti, y por tus llagas hemos sido sanados".
Padre, escrito está en Tu Palabra dice: “Estas señales seguirán a los que creen: en
tu nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas y dice también que
sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán".
Padre, en el nombre de Jesús, por la sangre del Nuevo Pacto en Jesús, en este
momento toma autoridad sobre todos los espíritus de adicciones, dependencias
químicas, desesperanzas, preocupación, duda, miedo, desesperación y mándalos
fuera de nosotros.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús reprende todo síntoma de cualquier
enfermedad que esté atacando nuestra persona.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, y por la Sangre de Cristo, ata al espíritu de
enfermedad, desorden nervioso, desorden pulmonar, desorden cerebral,
enfermedades cardíacas, sida, cáncer, hipocondría, fatiga, anorexia, leucemia,
artritis, tumores, crecimiento anormal, diabetes. Y ordénales dejar nuestros cuerpos
inmediatamente en el nombre de tu Hijo Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la reconstrucción de tejidos,
músculos, tendones y ligamentos que hagan falta en cada uno de nuestros cuerpos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús ordena la creación nueva de rodillas,
caderas, pulmones, hígados, corazones, páncreas.

118
Padre Celestial en el nombre de Jesús, en este momento, encomienda a los ángeles
de la salud traer estos nuevos órganos, para la gloria de tu santo nombre.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena, densidad normal a los huesos en
toda la estructura esqueletal y funcionamiento normal del sistema hormonal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a todo aspecto de la
composición genética de nuestra persona y por tu cuerpo molido en la cruz del
Calvario Señor Jesús, ordena la salud a cada enfermedad y anormalidad en la
química de nuestro cerebro.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación por todo el daño causado
por la tensión diaria acumulada y ordena la normalidad de la presión arterial.
Padre Celestial, en el nombre poderoso de Jesús, ordena que sean quitados todos
los genes defectuosos que hayan sufrido mutación y restaura su composición
genética a su condición original y adecuada para el fin a la que fue destinada.
Padre Celestial, ordena en el nombre de Jesús y por la sangre de Cristo, la sanación
de las heridas en cada uno de nuestros cuerpos, la dilatación de todas las arterias
y venas bloqueadas, colesterol, restauración de órganos internos, reconstrucción
de tejidos dañados, sanación de toda inflamación, infecciones, virus y bacterias
destructivas.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena sanación a los discos de la espina
dorsal, sanación a todo dolor de la espalda, toda inflamación de la columna
vertebral, tejidos, músculos, tendones y ligamentos.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a los discos herniados o abultados
en la espalda sean sanados en este momento y que vuelvan a su posición normal
dentro de la espina dorsal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena la desinflamación de nervios,
tejidos, músculos, ligamentos y tendones. Ordena al dolor de la espalda que sea
sanado ahora mismo, en el nombre de Jesús.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al dolor en la espina baja, y a todos
los huesos vuelvan a su posición normal rotando el coxis a su posición normal.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a todas las frecuencias químicas,
eléctricas y magnéticas de todas las células de nuestro cuerpo que sean
completamente balanceadas y que vuelvan a sus niveles normales.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena al sistema inmunológico que
funcione al cien por ciento de capacidad.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, ordena a mi cuerpo que vuelva a un nivel
de acidez normal con el balance ph normalizado.
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te pido mi salud, la inmediata claridad de
ofuscación mental y a través de la distancia, el toque inequívoco de tu mano para
mi bendición.
Padre Celestial, envía tus ángeles guerreros a expulsar todo espíritu de
enfermedad, en el nombre de Jesús.
Gracias Padre, por contestar nuestras oraciones. Amén.

119
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO POR UN MILAGRO DE SANACIÓN

Oh amadísimo Espíritu Santo, espíritu de poder, escucha mi clamor a través de esta


poderosa oración la cual elevo a ti con toda mi fe, esperanza y convicción de que
me escucharás y atenderás con amor el deseo de mi corazón.

Espíritu de verdad, te pido que soples tu aliento sanador sobre mi cuerpo y que este
soplo se lleve toda enfermedad, impureza, dolencia, malestar, recaída y síntoma
que se esté manifestando en mí.

Espíritu defensor, te pido que alejes de mí, el sufrimiento que me está causando
esta enfermedad, que alejes toda causa de mí y toda nueva manifestación.

Espíritu de fortaleza, te pido que yo sienta tu fuerza imbatible dentro de mi ser, para
que luche por mi salud y gracias a tu presencia venza esta enfermedad.

Espíritu de amor, te pido que me rodees con el amor de todas las personas que me
aman, para que formes un escudo de amor a mi alrededor que me permita sentir tu
presencia y tu fuerza y derrotar este mal momento.

Tú que eres el aliento de Dios, permíteme conocerte de cerca, sentirte, casi tocarte;
nacer de nuevo en ti.

Derrama todos tus dones en mi vida, para que se manifieste nuevamente en mí la


salud, el equilibrio de mi cuerpo y todas sus funciones, sus sentidos perfectos y su
mente sana.

Dios Espíritu Santo, confío plenamente en que acudes a mi llamado, en que


escuchas y atiendes mi súplica.

Permíteme experimentar en mi cuerpo tu fuerza, como la experimentaron los


discípulos de Jesús después de tu resurrección.

Amado Espíritu Santo, quema con tu fuego sagrado toda célula dañina y todo lo que
no sea perfecto en mi cuerpo.

Te doy gracias por la nueva vida que gracias a tu presencia tengo a partir de hoy.

Te doy gracias por el amor incondicional y eterno que tienes por todos nosotros.

Te doy gracias porque solo basta que te llamemos desde nuestro corazón para que
acudas en nuestra ayuda.

Oh bendito, Espíritu Santo, te pido que nos envuelvas con tu Paz, llena con Tu
sagrada luz los corazones de todos tus fieles seguidores, enciende en ellos el fuego
de Tu amor. Envía Señor, Tu Espíritu Santo, concédenos por favor gustar de una
buena salud en mi vida.
120
Espíritu Santo Te pido y te suplico que entres en mi vida y deshagas toda angustia,
tristeza, desesperación, y todo dolor de cualquier índole.

Te pido Dios mío que infundas mi tu Santo Espíritu, llévate mi depresión, mis
angustias y todo aquello que me está consumiendo por dentro.

Amado y poderoso Señor sáname, bendíceme, tú que has sanado a los paralíticos,
leprosos, ciegos y muchos enfermos, por favor sáname, por eso yo te digo hoy
humildemente: ¡Jesús hijo de David ten piedad de mí e ilumina con Tu Santo
Espíritu!

Hazme sentir tu poderosa Presencia en mí, solo así puedo sentir fuerzas y confianza
para vencer los obstáculos. ¡Oh Santo Espíritu, que tu luz ilumine toda mi vida!

Cúbreme bajo tus alas y con tu inmenso Amor sana en mi lo que tenga que ser
sanado. Te lo pido en el Nombre de Jesús. Amén.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,


que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante esta oración
sigan produciendo frutos abundantes en todos los enfermos.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.


Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos de estas oraciones


sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo. ¡Amén!

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

121
¿CÓMO PODEMOS RECURRIR A DIOS PARA SANAR NUESTRAS
ENFERMEDADES?

Dios nos ha revelado en la Biblia que nos quiere sanar, pero no sabemos cómo
acudir a Él porque consideramos que las enfermedades son solamente físicas. Y a
veces no nos damos cuenta que la enfermedad es algo que atacó a nuestro ser
global. Para la sanación es necesaria la fe.

En las misas de sanación se pone el énfasis de sanar la totalidad del ser humano.
A veces de enfermedades que no se ven porque no son físicas.

Dios actúa para curarnos a través de los médicos y a través de nuestras oraciones
por medio de la fe.

El tema de la sanidad fue esencial en el ministerio de Jesús. Eran las cosas más
extraordinarias que permitieron a los judíos de aquella época darse cuenta que
estaban frente a un ser divino, era el Hijo de Dios actuando. La sanación le permitía
a Jesús mostrar su compasión pública y dramáticamente. También significaba su
éxito en la guerra espiritual, porque Jesús identificó a satanás como el enemigo que
había causado la entrada de la muerte y la enfermedad en el mundo. Y actuaba
especialmente sanando un tipo de enfermedad que era la posesión. Las sanaciones
significaban que Jesucristo había penetrado en el mundo de satanás y que podía
dominarlo.

DIOS NOS HA REVELADO QUE NOS QUIERE CURAR

La revelación del deseo de Dios para curar los cuerpos de la gente no comenzaron
con el ministerio de Jesús. El Antiguo Testamento está lleno de ejemplos de
personas que recibieron sanación de Dios. Por ejemplo, el rey Ezequías enfermó
de muerte y recibió una palabra del Señor del profeta Isaías de que iba a morir por
su enfermedad.
El rey clamó a Dios que lo sanara, y Dios oyó su clamor y concedió su petición.
Después de restaurar su salud, el rey Ezequías escribió esta poética alabanza:
¿Qué le diré para que me responda, cuando es él quien lo hace? Caminaré todos
mis años con la amargura en mi alma. El Señor está cerca de los suyos: ¡Señor, en
ti espera mi corazón!, que se reanime mi espíritu. Me has curado, me has hecho
revivir, la amargura se me volvió paz cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados. El abismo no te da gracias, ni la muerte
te alaba, ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa. Los vivos, los vivos son
quienes te alaban: como yo ahora. El padre enseña a sus hijos tu
fidelidad. Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas todos nuestros días en la
casa del Señor. (Isaías 38:15-20).

El salmista también reconoció el poder sanador de Dios y lo alabó por sanar su


cuerpo: “Yo te ensalzo, Yahveh, porque me has levantado; no dejaste reírse de mí
a mis enemigos. Yahveh, Dios mío, clamé a ti y me sanaste. Tú has sacado, Yahveh,
mi alma del seol, me has recobrado de entre los que bajan a la fosa.” (Sal 30: 1-3).
122
Las Escrituras enseñan que la sanación física es voluntad de Dios y la enfermedad
es una consecuencia del pecado. La promesa de Dios a Israel para mantenerlos
lejos de las enfermedades de Egipto sigue siendo relevante para los creyentes de
hoy. Cuando Jesús caminó sobre la tierra, demostró el deseo del Padre de que la
gente caminara en salud. Porque envió a sus discípulos con estas instrucciones:
“Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis
lo recibisteis; dadlo gratis” (Mateo 10: 8).

LA FE ES NECESARIA PARA LA CURACIÓN

La fe es un aspecto necesario para recibir la sanación, como Jesús confirmó. A


menudo Él elogiaba a las personas por su fe cuando vinieron a Él para sanar. A la
mujer asustada que se había atrevido a recibir su curación tocando los flecos de su
manto, Jesús dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu
enfermedad” (Marcos 5:34). Vio la fe de los cuatro amigos que bajaron a un
paralítico por el tejado para llegar a Él (Marcos 2: 4). Estaba impresionado con la fe
del oficial romano cuyo sirviente estaba muy enfermo. El oficial no le pidió a Jesús
que fuera a su casa. Comprendió que Jesús sanaba a su siervo simplemente
pronunciando la palabra de autoridad. Jesús se asombró de tal fe. (Mateo 8: 5-10).

La fe no debe considerarse una cosa difícil a la cual no podemos alcanzar. Jesús


nos enseñó a pedir simplemente, como un niño pequeño, en su nombre, y Él haría
lo que le pidiéramos (Juan 14:13). Cuando llenamos nuestros corazones y mentes
con sus promesas, nuestra fe se fortalece para recibir lo que necesitamos de
nuestro amoroso Señor. Comenzamos a comprender que su deseo es que gocemos
de salud en espíritu, alma y cuerpo, cuando obedecemos su Palabra y pedimos en
su nombre. Mientras meditamos sobre los testimonios de sanación registrados en
las Escrituras, nuestra fe crece, y podemos creer que Dios hará lo mismo por
nosotros.

Con fe, podemos simplemente obedecer las instrucciones de las Escrituras para la
curación: “¿Está enfermo alguno entre ustedes? Llame a los presbíteros de la
Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración
de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido
pecados, le serán perdonados. Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados
y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo
tiene mucho poder” (Santiago 5: 14-16).

EL PODER DE DIOS PARA LA CURACIÓN ESTÁ DISPONIBLE PARA TODOS

Las Escrituras declaran que Jesús fue por todo el país y “sanó todo tipo de
enfermedad” (Mateo 4:23, 9:35) Ninguna enfermedad resultó demasiado difícil para
el poder sanador de Dios para curar. Cuando aprendemos a depositar nuestros
corazones en Jesús, en su amor, en su compasión y en sus promesas, podemos
atrevernos a creer que Él es más grande que cualquier opresión que amenace
nuestros cuerpos, y entenderemos que es el gran deseo de Dios el sanarnos.

123
Cuando Jesús envió a sus 12 discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus
inmundos y sanar todo tipo de males y todo tipo de enfermedades (Mateo 10: 1-8).
Él quería que sus seguidores participaran en la misma obra de sanación que el
Padre le había enviado a hacer. Él prometió que, como creyentes, podemos esperar
hacer las mismas obras que Él hizo e incluso obras mayores.

El apóstol Juan escribe: “Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca
desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del
diablo” (1 Juan 3: 8). Este versículo revela el propósito de Dios de sanar, porque la
enfermedad es parte de la obra de satanás. Cristo, en su ministerio terrenal, siempre
trató al pecado, a las enfermedades y a los demonios manifestando destruirlos a
todos. Todos eran enemigos a vencer delante de él. Por lo que vimos la sanación
es más que la curación mecánica del cuerpo.

A VECES TENEMOS UNA VISIÓN REDUCCIONISTA

Con frecuencia hablamos de curación en la iglesia desde una perspectiva


reduccionista y fraccionada. Para muchos la sanación es simplemente milagros en
los que desaparecen las enfermedades terminales y se descubren curaciones
imposibles. La curación se considera milagrosa y está destinada al reino físico. Pero
hay más en la comprensión bíblica de la curación que los milagros manifiestan
debido a su extraordinaria calidad. Al igual que el materialismo secular, algunos
descartan demasiado fácilmente el reino espiritual. La sanación, cuando ocurre,
toca todas estas esferas del ser humano. A veces, la curación se dirige a una esfera
de la necesidad humana más que a otra, pero la curación afecta a todo nuestro ser
cuando nos hacemos receptivos a su poder.

Cuando nuestros cuerpos son curados de alguna manera, nuestras almas también
son sanadas. Cuando nuestras emociones son perturbadas nuestros cuerpos,
mentes, espíritu, e incluso las relaciones sufren debido a él. La enfermedad afecta
a toda la persona, no sólo a una esfera de la condición material. Ser completamente
curado significa ser tocado en todos los niveles de existencia, y a veces la curación
es menos obvia que las grandes curaciones físicas que buscamos. La sanación se
presenta a menudo como una experiencia de totalidad en la Biblia.

No sólo se abordan cuestiones corporales sino también cuestiones intelectuales,


emocionales, relacionales y espirituales. Por ejemplo, el resultado final de la
curación, lo que llamamos salud, usualmente se describe como “Shalom”. Con
frecuencia traducimos esa palabra para significar paz. No es sólo el tipo de paz lo
que implica una falta de discordia con los demás, también significa totalidad.

Otra cosa importante para recordar acerca de la curación es que siempre es un


proceso en curso.
Quizás esto sea más obvio en el campo de la salud mental que en el campo médico.
Cuando alguien va a ver a un terapeuta, gran parte del trabajo de sanación se
realiza fuera y al ritmo de Dios. En esta vida, la curación es parte del proceso que
nos lleva a experimentar la curación final que se encuentra en nuestra salvación. La
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curación es después de todo, la restauración de lo que la enfermedad, causada por
el pecado, ha separado y roto. Tanto el pecado personal como el pecado
general han afectado a quienes somos y hemos creado una situación en la que las
personas necesitan ser sanadas. Esa experiencia curativa comienza en esta vida
en la cruz. Leemos esto en Isaías: “Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido
por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus
cardenales hemos sido curados” (Isaías 53:5). Históricamente, la Iglesia ha
identificado este pasaje, con el sacrificio de Cristo. En el sacrificio de Cristo Dios
nos da la salvación que nos trae la paz (Shalom) y la curación (Rapha).

Rapha significa lo siguiente: Hacer saludable, coser, reparar. Significa la curación


de las personas, pero también de otros elementos de la creación, como la tierra y el
agua. Significa consolar al corazón roto y al solitario. Si tomamos el pasaje de Isaías
como un testimonio profético de la crucifixión de Cristo, entonces en él vemos el
sacrificio salvífico de Jesús como algo más que proporciona un camino para que
nuestras almas lleguen al cielo. El sacrificio de Cristo se convierte en nuestra
curación y salvación. Una sanación interna del cuerpo, la mente, el alma, las
relaciones y el espíritu, así como una sanación en la relación con Dios, conmigo,
con los demás y con el orden creado.

Recuerda, el pecado divide. Divide a la humanidad de Dios, a las personas unas de


otras, y a la creación de la humanidad. Sin embargo, la gracia que fluye de la cruz
es una fuerza de unión en el mundo. Es una fuerza curativa. Cura la división entre
Dios y la humanidad y restaura a los seres humanos para que puedan experimentar
la plenitud de la vida cuando Cristo regrese.

Todavía podemos morir y separarnos de nuestros cuerpos ahora, pero la obra


restauradora de la cruz nos promete, que cuando Cristo devuelva nuestros cuerpos
y las almas, volverán a vivir en una condición integrada y restaurada. La obra de la
cruz sana toda la creación y una vez más, cuando Cristo regrese, la gente vivirá en
armonía con la creación (véase la carta de Pablo a los Romanos, particularmente el
capítulo 8 versículo 22). Esto es lo que justifica que la sanación se realice en el
ámbito de la liturgia católica, en la misa, que es el sacrificio permanente que
Jesucristo nos ofrece hoy.

LAS MISAS DE SANACIÓN

Los servicios de sanación se han convertido en un lugar común en las iglesias


católicas romanas en todo el mundo. La curación de las enfermedades se da
principalmente a través de un encuentro personal y por la experiencia de Jesús,
nuestro Salvador, Sanador y Liberador. ¿Y qué mejor encuentro con Él que en la
Eucaristía?
La oración por la curación no es una fórmula mágica, sino un proceso de fe que
experimenta el perdón de Dios, la curación interna y la liberación. Llama a
prepararse a través del arrepentimiento, el perdón y la renuncia. Puede ser
experimentado en la Misa Carismática de sanación. Pero también ante el Santísimo
Sacramento, oyendo la Palabra de Dios o recibiendo palabras de conocimiento,
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recurriendo a los Sacramentales. En cualquier caso, la curación tiene lugar en un
ambiente de fe en el amor de Cristo que sana.

No es raro saber que alguien con una enfermedad terminal fue declarado
“sanado” por la comunidad médica después de recibir la “imposición de manos” o la
bendición con el Santísimo Sacramento en una Misa de Sanación.

La Iglesia Católica tiene una larga historia de legitimar el carisma de la curación.


Más de cien años de peregrinaciones de Lourdes y las muchas curas milagrosas
asociadas con los santos, hacen la oración curativa menos sospechosa y más
aceptable. En los últimos años, una renovada apreciación del poder sanador de la
Eucaristía ha impulsado la programación de las Misas de Sanación regulares en
casi todas las diócesis. A los participantes en estos servicios se les recuerda a
menudo la oración recitada antes de recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo:
“Señor, yo no soy digno de recibirte, pero una palabra tuya bastará para sanarme”,
parafraseando a Mateo 8:8. Además, en estas misas se bendicen sacramentales
importantes. La creencia católica en el poder de las bendiciones hizo que el uso de
los sacramentales (es decir, la sal, el agua y el aceite bendecidos) volvieran a ser
usados comúnmente. La iglesia primitiva alentaba a los cristianos a bendecir
rutinariamente a sus familiares enfermos con aceite y hay una tendencia actual a
esta tradición. En estas misas se trata de pedir por la sanación. Y la sanación es
más que un milagro físico. Es el encuentro con Jesús que rejuvenece nuestra vida
total.

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