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Existe el derecho a una vida digna, que tiene como base a la libertad y
autonomía; empero, la misma validez de este concepto, implica que exista el
derecho a proyectar su vida y en ese proyecto pensar en su final, lo que la
demandante considera; una muerte digna. Algunos podrían entenderla, como
una muerte natural, una muerte heroica, una muerte trascendente, tal vez sólo
una muerte sin sufrimientos de cualquier tipo; es decir libre, como la queremos
la mayoría de los mortales. El mismo derecho que sostiene la libertad de vivir o
de vivir con libertad, sostiene el derecho a concluirla, si la vida carece de
dignidad, de morir cuando aún la vida es digna o de no pasar una situación de
indignidad que arrastre a la muerte indefectiblemente.
Debemos entender así, en relación con el caso en concreto que, sobre la base
de lo expuesto por la doctrina, la eutanasia en un caso como el de Ana Estrada,
más que un homicidio piadoso, como lo denomina el tipo penal en cuestión, es
permitir que la naturaleza humana concluya su trabajo; ello, teniendo en
cuenta que, si no se le hubiera aplicado los necesarios tratamientos a los que se
le ha sometido, ella tal vez, ya habría fallecido. Estos tratamientos eran
necesarios, los ha deseado y aceptado ella misma, su familia y el Estado en
nombre de una sociedad solidaria; pero, llegado un momento en el que se
ofende a su propia dignidad y sin tener al otro lado una real posibilidad de
curación y de vida digna; solo se llegará al punto en el que se le estará
impidiendo morir naturalmente, como corresponde a todo ser humano. El
estado vegetativo, y sus similares clínicos, no son estados naturales, dicen los
médicos.
BONUS:
Habíamos ya señalado que, este bien jurídico tiene límites, que estos límites
son excepcionales y claramente regulados; así, en el caso de guerra, el Perú
está adscrita a varias normas convencionales sobre el derecho a la guerra, en el
caso de la legítima defensa, el código penal, establece como límite el principio
de proporcionalidad, en el caso de la pena de muerte, se tiene como excepción
la traición a la patria en caso de guerra exterior, asimismo; son excepciones el
uso de la fuerza letal por parte de los órganos del Estado, como la policía, en
protección a la seguridad pública, cuya acción puede ser impune, (Un policía
que da muerte a un delincuente en una situación de peligro, lo hace bajo el
principio de la extensión del principio de legítima defensa), siempre bajo
criterios de proporcionalidad, la figura del duelo a muerte, principalmente por
desuso, las especiales situaciones del aborto terapéutico, que solo lo puede
practicar personal médico, en circunstancias precisas, hecho que, igualmente
no es un derecho, sino una excepción como la situación de no punibilidad de
las aplicaciones médicas de doble efecto. Del mismo modo, la eutanasia activa
directa, no puede ser un derecho fundamental, sino que solo algunas de sus
excepcionales circunstancias puede ser no punible, estableciéndose
debidamente la proporcionalidad de las circunstancias de excepcionalidad, por
situación extrema, a fin de proteger otros derechos de la persona, como el
enfermo que sufre una enfermedad terminal o incurable que le causa extremo
dolor o limita su vida radicalmente, al punto de afectarse sus derechos a la
dignidad, la autonomía, al libre desarrollo de su personalidad, como es el caso
que nos ocupa.