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EL DISCURSO GRAFICO EN LA CLINICA VINCULAR

Dr.Federico Raúl Urman

La vida es el arte del encuentro.

Vinicius de Moraes

Yo pinto lo que pienso, no lo que veo.

Pablo Picasso(1908)

Ya sea en las entrevistas diagnósticas o en las sesiones psicoanalíticas, el niño suele


realizar dibujos. Los puede hacer a pedido del analista o, más frecuentemente, los hace
en forma espontánea. Estos dibujos, junto a sus modelados y verbalizaciones,
acompañan el discurso lúdico con el que expresa su problemática. Sólo en el caso de dos
niños, singularmente dotados para el dibujo, el discurso gráfico consistió en el carril
predominante, casi exclusivo, de su vía regia al inconsciente ,y en el instrumento principal
de su estrategia terapéutica.

En la prepubertad , y un poco más tarde, pueden los pacientes elaborar sus


circunstancias evolutivas y personales a través del ensayo de firmas. Aún en la pubertad
algunos pacientes pueden usar sus dibujos para transmitir sus vivencias y su realidad
psíquica. Recuerdo un paciente púber que, en su reanálisis, realizaba una serie de
dibujos humorísticos, al modo de los que leía en los diarios, que solían referirse
,manifiestamente, a la realidad social y política. Me pedía que yo también dibujara, y, de
ese modo, me encontraba haciendo dibujos humorísticos, que intentaban comentar y
suplementar su propia producción, al modo en que, en ciertos temas, la trompeta de Luis
Armstrong comenta y dialoga con lo que Bessie Smith canta. No contaba con el talento
del paciente ni con el del músico, pero zafaba, y el paciente se iba satisfecho y el trabajo
analítico avanzaba. Era una situación delicada y compleja, equiparable, finalmente, a
esos momentos en los que un paciente, que atraviesa la experiencia puberal, nos pide
que intercambiemos chistes, y es sobre este terreno que va elaborando sus inquietudes
sexuales.

Aún pacientes jóvenes son capaces de acompañar su relato verbal con dibujos, como
aconteció recientemente con un paciente que ilustraba, de ese modo, la escenografía y
los desplazamientos de los personajes del sueño que me estaba contando, o me
anticipaba el diseño de un tatuaje que planeaba hacerse. Y otros pueden mostrarnos de
este modo algún personaje de sus ensoñaciones o, incluso, de sus alucinaciones
visuales.

En los análisis clásicos individuales, entonces, si el paciente me lo pide, yo también


dibujo, ya sea sobre un tema libre o sobre el tema que él me demande.
En otras ocasiones puede un analista dibujar, por propia iniciativa, para resolver
situaciones contratransferenciales, como en la experiencia que relata G. Kohen de Abdala
(2007 ).

Como los trazos dibujados perduran como una imagen detenida se genera, con los
dibujos, la ilusión de algo configurado establemente y preservado del paso del tiempo. En
los tratamientos en los que éstos se conservan, si el paciente así lo dispone, un tiempo al
menos, la carpeta que los contiene se presenta al modo de un archivo disponible y
controlable; como material mnémico, funciona como una fuente histórica visual fija.

Se tiende, de este modo, a la evocación, a la comprobación ilusoria y garantida de un


proceso continuo por un yo establecido. Son comunes, en algunos finales de análisis,
que el paciente evalúe las transformaciones realizadas y elabore la separación revisando
su carpeta para recordar “cómo dibujaba antes”. Desde esta consideración, los dibujos
son documentos.

Pero también son testimonios de una realidad que se constituye en una situación analítica
determinada. Es un registro de algo que acontece en el campo transferencial y capaz de
constituir tanto al que dibuja como a quien el dibujo va dirigido, al entrevistador o
terapeuta que testimonia su producción, que le da un sentido , que lo interroga y expone
como una ilustración de un co-pensar, de una reflexión compartida. Su vigencia no estriba
en tener algún valor probatorio, sino en que”…arma la realidad de la cual es
testimonio”(C.Correa,2003).

Un gráfico suele dibujarse en forma individual, sólo ocasionalmente es producido por más
de un sujeto. El dibujo de la jirafa, realizado por el padre y por Juanito, es un ejemplo de
esta posibilidad. El squiggle de D.Winnicott ,como un diálogo lúdico gráfico, es otro.

Por su temática manifiesta también puede el dibujo incluir a más de un individuo, como
cuando se le solicita a un entrevistado que dibuje dos personas ,o a su familia. Estas
posibilidades son diferenciables, como se verá más adelante, del dibujo del conjunto, que
el terapeuta ofrece, como una conjetura interpretativa, en la clínica vincular. Es éste un
elemento técnico específico,que particulariza el trabajo en vínculos con niños y
adolescentes(sesiones diádicas o familiares).La vigencia de esta lectura plantea al dibujo
como producido por el acontecimiento que liga ,en un momento clínico dado, a los
distintos integrantes del conjunto.

El dibujo en la clínica individual.

En el análisis clásico de un niño o de un adolescente consideramos su producción gráfica


como un recurso expresivo a través del cual el paciente se conoce y se da a conocer.
Como producción sintomática ha sido interrogado e interpretado de acuerdo a ciertas
premisas teóricas. Se ha enfatizado en ellas el pasado, el pasado patógeno-traumático-
,las transferencias .Se lo ha relacionado con la vida instintiva y con los diferentes
estadíos en los que el yo es capaz de organizarse o reorganizarse.Y se ha desplegado, a
partir de él, su relación con distintos tipos de angustia,sobre todo con la real o potencial
desaparición del objeto evocado.
En síntesis, ha sido considerado desde el mundo interno del individuo que lo produce, en
relación a su realidad psíquica y a la realidad exterior, convencional, en la medida que
estimula y/o encarna las ensoñaciones y fantasías inconscientes del dibujante. No es
frecuente que, como en el caso del “Hombre de los lobos”, sea tomado para construir una
verdad histórica.

Al acentuar el papel de sostén yoico y memoria de los sucesos acaecidos se soslaya su


capacidad de expresar, también, lo que acontece en una circunstancia presente dada, de
registrar lo inédito.

El dibujo en la clínica vincular.

Quiero plantear una opción teórica-clínica que produce una comprensión específica y
particular del dibujo, cuando es efectuado en una sesión vincular, y que puede
suplementar a la clásica, recién mencionada. La línea interpretativa tradicional será
escogida, desde luego, por aquellos que consideren el análisis del dibujante en presencia
del conjunto y que soslayen las dinámicas intersubjetivas.

El posicionamiento que propongo tiene, como punto de partida, el considerar a cada


dibujo producido en una sesión vincular, independientemente de quién lo haya realizado,
como creación de lo que se genera en esa experiencia compartida. Es decir, para usar
una imagen fotográfica, como una instantánea del conjunto. Es decir, como un coyuntural
mapa climatológico emocional que entrama a los sujetos que habitan esa situación
transferencial inédita y perecedera.Estas consideraciones estaban ya planteadas en las
propuestas de I.Berenstein(1976),cuando invitaba, en una entrevista familiar,a que algún
integrante realizara una representación gráfica de su vivienda,la que era elaborada con el
consentimiento conciente de los otros integrantes.Consideraba al dibujo como una
reconstrucción de su hábitat y una expresión de un mensaje acerca del vínculo:”La
representación gráfica constituye un mensaje cuya significado remite a la estructura
familiar significante”.Como cualquier otro gráfico esta producción se prestaba para recibir
explicaciones convencionales,racionalizaciones y teorías defensivas que procuraban
disimular toda inconsistencia,toda expresión sintomática.

Una de las múltiples significaciones que podría tener el dibujo es la de interpretarlo en


función de la situación vigente en un contexto grupal particular. Sería constituída y
constituyente de subjetividad vincular, de marcas que complejizan, por suplementación, la
textura vincular. Es un autorretrato de la inédita encrucijada que configura al conjunto en
un momento dado.

Pues no sólo hay detención en el dibujo. También hay movimiento, y tensión y la


capacidad de establecer un discurso capaz de explorar las fuerzas que se hacen
presentes, las fantasías que se constituyen, las acciones que se efectivizan y los afectos
que se generan en estos conjuntos.

El contexto en el que estos dibujos se elaboran, el modo en que son tomados en cuenta,
las asociaciones al mismo-espontáneas o solicitadas por el terapeuta- van dando los
elementos que permiten armar y presentar las intervenciones con las que nos referimos a
ellos.

El valor del dibujo es usualmente desestimado por los adultos que privilegian el discurso
verbal, y suelen pasar desapercibidos o alcanzar una aprobación cortés formal. Pero
pueden llegar a contener un núcleo metafórico, punto del entramado que ilustra y
condensa lo que está aconteciendo. Como expone las inconsistencias y situaciones
problemáticas del vínculo pueden tomarse como un punto privilegiado a considerar en una
intervención terapéutica. Es el nudo del hilván que permite ligar o enlazar elementos y que
procura alterar, marcar, transformar, a los integrantes del conjunto, buscando producir una
configuración inédita.

S.Kleiman(2005)le dio ese uso en una sesión, en la que los distintos integrantes de una
familia cruzaban reproches y denuncias, en un clima tumultuoso y caótico; uno de ellos
hizo un dibujo, el de un semáforo. La terapeuta lo expuso a la consideración general.(fig.
1)

La madre comentó que era porque la hija estaba aprendiendo ese tema en el colegio.
Pero otro integrante observó:”No se sabe cuál de las luces está prendida”. La terapeuta
les dijo:”Si está verde, amarillo y rojo al mismo tiempo no se sabe qué hacer, si seguir,
parar, esperar. Pareciera que las señales son algo importante que hay que captar, y la
impresión es que entre ustedes, no es muy sencillo entenderse las señales”.
Es el discurso gráfico el que señala la interacción que están llevando adelante; el que ,al
modo del niño, dice:”El rey está desnudo”.

Esa sensación de desorganización, que se asocia a un lamentado y amenazante caos,


podría considerárselo como otra organización, como una organización múltiple y como el
desafío de armar nuevas lógicas conectivas.

La exigencia de entenderse y tener un discurso escolarmente unificado, con la necesidad


de denunciar al hijo rebelde, al padre ausente, a la insuficiencia de la cuota alimentaria,
etc. ,y convocar ambivalentemente a una autoridad exterior(al analista , demandado como
abogado de alguna de las partes en conflicto o como juez que debiera designar víctimas y
culpables) para luego impotentizarla o impugnarla, son elementos que apuntan a la
identidad de los que integran este conjunto.

Captar lo que acontece en simultaneidad, en la práctica en la que el vínculo se organiza,


con su lógica propia y sus motivaciones particulares, desnudando las alteridades y
diferencias que existen entre ellos, como señales dolorosas difíciles de captar, y capaces
de generar displacer en la familia, supone acentuar lo que entre ellos producen en esa
situación analítica dada.

Hay una tensión dialéctica, entonces, entre lo producido y lo reproducido en cada sesión.
Si comparásemos al dibujo con un sueño recordaríamos que, para la clínica
psicoanalítica, el sueño no es lo que alucinó el soñante en un momento determinado, y
que queda sellado, instituído y cerrado, sino es el relato verbal que el paciente establece
en un cierto momento en su sesión, de lo que recuerda haber soñado. No hay una lectura
unívoca y ultraclara de ese contenido manifiesto, y ajena al clima transferencial en que el
sueño es evocado, como tampoco lo hay del gráfico que produce una familia en una
sesión.

Cuando nos encontramos con dibujos prolijos y coherentes, logrados formalmente en un


aspecto convencional, y que suscitan comentarios adecuados, sencillos y lógicos,
sospechamos del predominio de la defensa en ese momento clínico. Son equivalentes a
los sueños que presentan una intensa elaboración secundaria.

Como se advierte,en mis comentarios no destaco los aspectos formales del dibujo,ni
aludo a los materiales con los que fue elaborado,ni al mundo imaginativo latente del que
lo produjo,elementos que sí tendría en cuenta en mis intervenciones en un análisis
individual.Mis intervenciones se basan en la situación del conjunto, en el momento en el
que el dibujo es realizado y en el entramado verbal del grupo familiar que toma,como
punto de partida asociativo,la producción gráfica.En un trabajo reciente(F.Urman,2011)
ofrezco un ejemplo de una intervención de este tipo en una sesión con una familia
severamente perturbada.

Dos lecturas, dos praxis.

El discurso gráfico, y su interpretación ,en la clínica vincular, es una práctica subjetivante


que procura plantear nuevas configuraciones posibles.
I.Berenstein mantiene(por ejemplo,I.Berenstein,2010)la conveniencia de deslindar dos
modos de entender lo vincular.

De acuerdo al modelo 1,el vínculo es entendido como una relación entre yoes.Hay un
lugar en el sistema de parentesco y funciones que le son atribuídas ( como, en S.Freud,
”madre nutriz”, “padre protector”).Importan las identificaciones, el pasado, el origen como
génesis y causa de lo que pasará luego. Habría fantasías inconscientes articulables con
el mundo de los integrantes del conjunto. Hay acuerdos y pactos que buscan mantener
,con diverso resultado, la aceptación de las diferencias entre ellos, y un ideal que tiene, en
el enamoramiento, su paradigma de integración armónica de semejanzas y
complementariedades. Importa la angustia de desamparo y su contención por objetos
amparadores(el adulto, el que domina, el que ostenta un saber(pito),etc.). Hay un proceso
anticipable y alguna pautación de mojones naturalizados. Opera la transferencia
entendida como pura repetición(clishé) o como elaboración(re-edición corregida y
actualizada),que inviste ambivalentemente sus objetos, de acuerdo a los conceptos de
S.Freud(1905).

En el modelo 2,de acuerdo a mi impresión, I.Berenstein toma al vínculo como relación


entre sujetos, cuya otredad es validada por el juicio de presencia, y que afecta al otro en
ese “aquí y ahora”.Se hace presente la transferencia como experiencia inédita, como
presentación (I.Berenstein prefiere hablar de interferencia).Esa extranjeridad debe ser
alojada, trabajosa y parcialmente ,en estos acontecimientos. La diferencia radical puede
dar lugar a una elaboración de lo penoso vivido(por ejemplo, una desvinculación)o a una
experiencia nueva en devenir que no tiene precedentes. El entre es el espacio de la
otredad, de la incertidumbre,del desconcierto.Si el modelo 1 se centra en el ser,el modelo
2 señala el hacer.Un hacer que tiene que ver con la corporeidad opaca del otro, que se
resiste a ser( re)significada, y se impone en la relación. Los reproches muestran(quejosa,
dolorosamente)esa ajenidad del otro, el fracaso en tornarlo semejante.

Daría la impresión que en el modelo 2 las diferencias evolutivas y de género, entre los
distintos sujetos,importan menos que la productividad con la que son capaces de operar
para resolver las situaciones problemáticas por las que asisten a la sesión.

Ambos modelos pueden ser simultáneos, pero trabajan con determinaciones diferentes y
producen efectos y configuraciones distintos. Aunque puedan dar lugar a nuevas
subjetividades, tal vez trabajen estas estrategias reflexivas diferenciables sobre distintas
capas del entramado del discurso vincular. Cada modelo, al incluir sus elementos
específicos, seleccionados, deja de lado, excluye otros. Como en ciertos dibujos o
pinturas en los que, alternadamente, uno podría descubrir una u otra imagen en la misma
composición, dependiendo del modo en que ésta sea observada.

Se podría acercar esta distinción a algunos conceptos que plantea Régis Debray.La
primera lectura enfatizaría el aspecto idólico del dibujo,al predominar la figuración,la
búsqueda ostensible de la semejanza o el parecido con el objeto aludido;la segunda
acentuaría su carácter icónico, al plantear una interioridad que sólo metafóricamente está
sugerida en la imagen contemplable,y esto “invisible a los ojos” es capaz de tener un
efecto sobre los que participan perceptivamente de esta producción.

Veamos algunos ejemplos clínicos en los que podamos plantear ambas posibilidades.

Se trata de una entrevista a la que asisten un padre y su hijo, de acuerdo al relato de la


Lic. D. Schaiderman ,a quien agradezco la autorización para la presentación de esta
viñeta. . El primero insiste en lo ocupado que está, y en cómo, con esfuerzo, cría a su hijo
óptimamente, pues vela que nada le falte. El hijo, inhibido, apenas hace algún comentario,
y asiente, con la cabeza, cuando el padre le pide que confirme sus dichos. El niño termina
un dibujo y se lo muestra al padre: un campo, con cielo azul y nubes. El padre le dice que
no debió pintar las nubes de azul sino de blanco, porque son blancas. El niño corrige ese
detalle, se acurruca junto a su padre. Luego se abrazan y se quedan ,por un instante,
inmovilizados y luciendo una sonrisa estereotipada, como si estuvieran posando para una
foto.

Si uno interpretara señalando la subordinación del niño al padre, el modo en que éste
encuentra “natural” que el hijo adopte su criterio, la ansiedad del niño que lo lleva a
eliminar un posicionamiento que considera peligroso, la incomodidad del padre al ver
cómo el hijo pintó su dibujo, etc. estaríamos dentro del modelo 1.

Si uno planteara que ambos querrían verse como en una postal en que coincidan en
todo, como un único cielo azul que los uniera, aludiríamos todavía al primer modelo, al
mostrar la necesidad de propagandizar que son “un solo corazón”(unidad narcisista)
preambivalente. Esta necesidad de sostener que ven e imaginan las cosas del mismo
modo es afín a lo que han planteado G.Seiguer y R.Moguillansky acerca de la ilusión de
tener la misma ilusión. Si uno agregara:” Lo cierto es que aparecen nubes blancas y
nubes azules y ahora tienen que ver cómo se las van a arreglar con esa posibilidad, con
la tentación de hacer desaparecer una de las opciones”, uno estaría más cerca del
modelo 2.

Si nos preguntáramos acerca de la madre del niño, ausente en la entrevista, y


procurásemos encontrar en el dibujo, por ejemplo, alguna referencia a su persona,
estaríamos cerca del modelo 1.Si investigáramos, como en el comentario expuesto, los
prejuicios valorativos en el intercambio verbal que se produce entre ellos estaríamos
próximos al modelo 2.

Veamos otro ejemplo, esta vez de una díada formada por una madre y una hija. La madre
le anuncia que le confirmaron que en pocos días comenzará su primer trabajo. Tratará de
no modificar la rutina que estableció con ella, pero tiene miedo. La hija, que está
dibujando, se pregunta para qué lado dibujará la casa. La terapeuta, la Lic. E.Dryzun,
señala que quizás tengan miedo las dos. La hija termina esa parte del dibujo, agregando
otro personaje, y se pone sobre el regazo de su madre y simula llorar. Luego aclara
(fig.2)que hizo una casa palacio y al lado una casa. La madre comenta la figura próxima:
“Y éste es un oso hormiguero”. La hija responde: “No, es una nena a la que le tiraron un
pastel en la cabeza. Es la que vive en la casa de al lado. Va a jugar al palacio.”
Siguiendo el modelo 1 podríamos centrarnos en la semejanza de ambas casas, en la
fusión o en la simbiosis del vínculo, en las ansiedades relacionadas con la anunciada
separación entre ambas,en la vulnerabilidad de la hija que la lleva a apegarse
regresivamente,etc.

O podríamos tomar, siguiendo el modelo 2, el dibujo siguiente e interpretar que la noticia


del trabajo es algo que les cae en la cabeza a las dos, las desconcierta, lo sienten como
algo que, como la torta, aparece para molestarlas, y que están tratando de ver qué irá a
pasar, que harán con la nueva rutina y cómo las va a afectar.

Es válido recordar la indefensión de la niña, o interrogarse acerca de la madurez de la


madre como causa del sufrimiento de la hija, o plantearse el efecto que puede tener sobre
ella la separación con el padre de la niña. Pero el modelo 2 señalará la labor que ambas,
madre e hija, tienen que realizar en la situación inédita que enfrentan. Incluso pueden vivir
el no poder tener un vínculo inalterable como un fracaso de la pareja o personal más que
como una oportunidad de dar lugar a un nuevo vínculo entre ambas.

En el modelo 1,por ejemplo, podríamos investigar las determinaciones pre-edípicas y


edípicas de la madre y de la hija en ese momento conflictivo. En el 2 nos interrogaríamos
acerca de la compleja construcción y devenir de ese vínculo parento-filial, en el trabajo de
ambas por habitar ese conjunto, por sostener las diferencias en ese ligamen.
Consideremos un último ejemplo. Se trata de una primera entrevista familiar a la que
asisten dos adultos y dos niños. Hay problemas que afectan a ambos hijos(falta de
concentración, succión de un dedo en situaciones de ansiedad, dificultad en aceptar
límites).Los padres discuten entre ellos y buscan la alianza con sus hijos, que, en silencio,
dibujan. Cada uno de ellos culpa al otro del caos en que se vive, del clima de nerviosismo
y violencia que se presenta. No se cumple con lo acordado económicamente, ni se los
cuida bien, ni se sienten respetados por el otro. Uno de los chicos muestra su dibujo. Se
trata, explica, de una sangrienta invasión extraterrestre. Algunos habitantes del planeta se
refugian en túneles subterráneos para reorganizarse y defenderse. El padre comenta que
los chicos dibujan porque tienen mucha imaginación.

Podríamos tener en cuenta las palabras y los actos con las que los padres expresan su s
diferencias, y cómo estas discusiones generan dolor y tensiones en los hijos. Ellos
pueden sentirse invadidos y sobrepasados por las peleas de sus padres y , como el dibujo
lo sugiere, buscan alivio y apoyo entre ellos, deseando tener, en su indefensión, la
protección y el amparo que ilustra el gráfico. O ver cómo logran, en ese momento, la
complementariedad que quisieran encontrar en el equipo parental.

Y, podría añadirse a esta lectura cercana al modelo 1,otra, próxima al modelo 2.En ese
caso podría señalarse que así como el entrevistador es de otro planeta para ellos, uno
también está empezando a tratar con personas desconocidas, no identificables.
¿Pueden en su planeta pensar lo que está pasando tratándose de ese modo?¿Habría
otros modos posibles de ver qué pueden hacer juntos?¿O no habría otra salida que
insistir en una guerra para sacar o dominar a los que no piensan como uno?.Más que la
rebeldía fraterna contra el clima autoritario y el fallido control disciplinario parental, en el
modelo 2 se acentuaría la producción de operaciones de cuidado, contención y
subjetivación para todo el conjunto.

En síntesis, el dibujo puede ser leído, cuando se produce en una entrevista o sesión
vincular, de muchos modos. Podrían acentuarse las determinaciones individuales del que
lo realiza, y eso contribuiría al análisis del dibujante(niño o adolescente)en el conjunto. No
es éste el vértice que elijo. Prefiero considerar las determinaciones vinculares del mismo,
es decir, la ecuación que reúne los aspectos identitatrios de los individuos que lo integran
con el hacer entre los sujetos que quedan ligados o enlazados por estas incidencias y
acontecimientos.

BIBLIOGRAFÍA

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