Shemá 3

Memoria robada
Las mujeres
en los orígenes
del cristianismo

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 SHEMA 3
Diciembre 2014
Memoria robada. Las mujeres en los orígenes del cristianismo

ISSN
Colección Shemá N° 3
Autoría:
Carmiña Navia Velasco
Maricel Mena López
Carmen Bernabé Ubieta
María Helena Céspedes Siabato

Edición:
Kairos Educativo – KairEd
Cra. 10 N° 24-76 Of: 1208
2

Tel: 3427795
Bogotá-COLOMBIA
shema@kaired.org.co
www.kaired.org.co

Co-edita:
Universidad de Santo Tomás
Facultad de Teología,
Sede Lourdes, Edificio El Aquinate
Carrera 9ª N° 63-28
Bogotá-COLOMBIA

Diseño:
Marcela Vega Vargas. Cel. 3137899438
Presentación
Esta cartilla Shemá 3 surge desde diversas
caminadas de mujeres en procesos comunitarios de
fe liderados, animados y reflexionados por ellas. Al
interior de esas experiencias surgió la necesidad de
ir a las raíces de las memorias cristianas buscando
sustento que reafirme su actual protagonismo de
cara a los muchos argumentos con los que se ha
pretendido deslegitimarlas y someterlas bajo el
poder eclesiástico masculino. Y el sustento lo hallan,
con ayuda de la investigación bíblica-histórica
feminista, en la recuperación del rol fundacional
de las mujeres en los orígenes cristianos y la

3
eclesiología del discipulado de iguales que tal rol
supone y dinamiza.
También esta cartilla nace desde la investigación
sobre el Evangelio de San Juan que viene realizando
el equipo bíblico “Shemá” del proyecto de Lectura
Popular de la Biblia de la corporación Kairos
Educativo – KairEd. Sabiendo el buen provecho
que es para una investigación contar con aportes
contrastantes e interpelantes desde “afuera”, el
equipo organizó en enero de 2013, junto con la
Casa Cultural Tejiendo Sororidades, un seminario
interno en la ciudad de Cali con la biblista
española Carmen Bernabé Ubieta, quien desde
 la Universidad de Deusto (Bilbao-España) viene
trabajando la tradición joánica desde la perspectiva
del protagonismo de las mujeres. Del seminario
surgió la idea de poner en un evento amplio
algunos de los desafíos planteados por Carmen. Es
la conferencia que con mucho gusto impartió ella y
que está incluida en esta cartilla. Es muy interesante
anotar que ese evento se realizó en un ambiente
ecuménico en la Iglesia Cristiana Menonita de
Teusaquillo en Bogotá con la participación de más
de 120 personas.
Junto con la conferencia mencionada incluimos tres
trabajos: 1) El de Carmiña Navia “El libro de los
Hechos, una lectura femenina”, donde echa mano a
diversas tradiciones intertextuales afines o cercanas
4
al libro de Los Hechos para ver el papel relevante
que ahí desempeñan las mujeres resaltando y
rescatando de esta manera, el opacado rol de las
mujeres en los relatos misioneros fundacionales
del libro de Los Hechos. 2) El de Maricel Mena “El
liderazgo de las mujeres en la comunidad lucana y
en la primitiva Iglesia”, donde confronta la mirada
tradicional de clérigos e investigadores acerca de la
sumisión de las mujeres judías, mostrando cómo el
relato lucano contradice tal consenso dominante a
través de narrativas con claro carácter contracultural
de mujeres líderes fundadoras, continuadoras y
animadoras del movimiento de Jesús. 3) El de
María Helena Céspedes “Rituales femeninos”,
donde comparte diseños de rituales elaborados por
ella y vividos junto a organizaciones de mujeres en
momentos cruciales de mística y sustento colectivo.
Los anteriores materiales fueron recogidos en
esta cartilla para ser compartidos y trabajados
en grupos comunitarios donde se descubre la
necesidad y la urgencia de fortalecer el liderazgo,
la sabiduría y la espiritualidad femenina. No hay
una guía metodológica para hacer esto. Tenemos
los textos, los rituales, los recursos de apoyo, las
bellísimas ilustraciones de María Helena Céspedes
y Marcela Vega. Lo que se puede hacer con todo
esto es mucho, depende de la creatividad de quienes
animan y acompañan las sesiones de estudio,
también de las preguntas y necesidades que cada
grupo o comunidad está planteando sobre el rol de
las mujeres en la transformación de las iglesias y de
la sociedad. La olla está lista, solo falta servirla y
disfrutarla…
Nuevamente nos juntamos Kairos Educativo –
KairEd y la Facultad de Teología de la Universidad
Santo Tomás para co-editar este material educativo.
Es una manera didáctica de ayudar a rescatar una
memoria femenina robada en los orígenes del
cristianismo y a la vez de aportar decididamente
al crecimiento de una nueva realidad eclesial que
viene de las manos y el corazón de muchas mujeres
líderes y animadoras en nuestras comunidades.
 El libro de los Hechos,
lectura femenina
Carmiña Navia Velasco
Cali, 2012
Es consenso aceptado el que en el libro de Los
hechos de los apóstoles, segunda parte de la obra
lucana, se reflejan con bastante exactitud, desde una
óptica específica, los movimientos de la expansión y
primera organización de la iglesia cristiana. El autor

5
de este extenso relato registra con sumo cuidado el
impulso misionero de uno de los grupos que dio
forma a las propuestas de vida de Jesús de Nazaret.
En un primer momento la mirada se centra en un
conjunto pequeño de apóstoles, para luego focalizar
detalladamente a Pablo y su actividad expansiva.
Este libro del segundo testamento ha sido ya
abordado en varias oportunidades tratando de
establecer en él las huellas de la presencia femenina
en ese mundo cristiano naciente, en América Latina
esta perspectiva ha sido trabajada especialmente por
Ivoni Ritcher y por Ana María Tepedino. Mi lectura
supone estas investigaciones, aunque pretendo
señalar algunos aspectos que a mi juicio no han sido
 suficientemente destacados y que son significativos
en una mirada femenina
Igualmente otro de los consensos que hacen parte
del conocer común, es el reconocimiento de que
la formación del canon se da como fruto de luchas
internas por el poder y el reconocimiento entre
distintos grupos y tendencias y concretamente
entre hombres y mujeres. Así los textos que son
recogidos en el siglo IV por los obispos como los
únicos revelados, no son ni mucho menos los
únicos textos que se produjeron y circularon entre
las comunidades seguidoras del profeta palestino,
ni los únicos que quisieron mostrar los hechos
dados alrededor de su persona y de su movimiento.
6
Sus herederos y herederas espirituales son han
sido y continúan siendo múltiples y diversos. Yo
parto para esta lectura de esta conciencia, por ello
me parece muy importante realizar una mirada
intertextual al libro en cuestión, esa intertextualidad
puede ayudarnos en la comprensión de lo que
queremos señalar: Qué papel desempeñan y cómo
son reflejadas las mujeres en todas estas dinámicas.
El texto canónico
Ya sabemos y es admitido por la gran mayoría de
los investigadores de ambos sexos que las mujeres
jugaron un papel muy importante en el movimiento
de Jesús y en los primeros tiempos de la formación
de la naciente iglesia. Acompañaron al maestro en
su itinerancia, lo acogieron en sus casas, lo apoyaron
con sus bienes, fueron sus discípulas y apóstoles.
Igualmente asumieron la tarea de propagar su
mensaje y lideraron comunidades diversas antes de
que la institucionalización jerárquica de la iglesia
las excluyera de estas tareas. Esta realidad se refleja
parcialmente en la obra lucana, tanto en el evangelio
como en los hechos. Lucas muestra a las mujeres
moviéndose en el entorno de Jesús y activas en el
entorno de las primeras comunidades y ekklesias…
En este sentido es importante tener en cuenta lo
planteado por Mercedes Navarro:
Estamos acostumbradas a pensar en las mujeres
de la antigüedad según unos patrones muy
homogéneos, encerradas en sus aldeas y en sus
casas y sin movimiento alguno. De vez en cuando,
como anécdota y excepción, escuchamos que las
mujeres romanas de alta posición económica tenían
mayor libertad de movimiento, pero las de Palestina
generalmente no veían más mundo que el que tenían
diariamente ante sus ojos. Sin embargo si abrimos
los Hechos de los Apóstoles, nos llevaremos una
sorpresa porque allí encontramos mujeres de origen
judío por doquier. Unas emigradas de Palestina y
otras que ya estaban en la Diáspora. Algunas ya
instaladas en su país y en su casa, otras, viajeras

de lugar en lugar para ganarse la vida y anunciar el
evangelio. Las encontramos en Galilea y el Jerusalén,
en Roma, en Filipos o en Éfeso. En ciudades más que
en pueblos. En las casas y en la calle. Están donde
está la vida. Ellas, como portadoras del Evangelio,
van dejando su semilla allí donde se encuentran.
Y, gracias a ellas, se va extendiendo, fuera del lugar
de origen, Palestina, hasta ocupar el mundo entero
entonces conocido, aquel adonde llegaba el imperio
romano1.
1
Navarro Puerto, 1998 – Pág. 186
7
Estando básicamente de acuerdo con las autoras
que destacan la presencia femenina en el libro, creo
sin embargo que hay claras limitaciones en ello. Voy
a detenerme en Hechos 16, 11 y siguientes. Se trata
de un pasaje bastante conocido y comentado. Pablo
llega a Filipos, ciudad significativa de la provincia
romana de Macedonia y predica a un grupo de
mujeres reunidas en oración un sábado, a las afueras
de la ciudad. Encontramos una reseña sucinta pero
que arroja datos importantes: Pablo supone que las
mujeres se han reunido en las afueras de la ciudad
 para los rezos. Estamos en territorio de diáspora
judía, sin embargo en esta ocasión el narrador no nos
dice que Pablo predica en la Sinagoga sino a orillas
de un río, ante un grupo de mujeres. Ivoni Richter
en el estudio que citaré más adelante, plantea que
la reunión se celebra en una construcción sinagogal
aunque muchas veces no haya sido así reconocido.
Mujeres independientes que realizan su oración
autónomamente, no con los varones. Después del
exilio se instaura la costumbre de orar en las afueras
de la ciudad, además la orilla de un río es siempre
un lugar propio de mujeres: buscan agua, lavan
ropa, se encuentran para compartir estas y otras
actividades.
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El relato nos dice que Pablo y sus compañeros se
encuentran con un grupo de estas mujeres y les
anuncian su mensaje. Entre ellas sobresale Lidia,
mujer autónoma, independiente, comerciante en
telas y cabeza de una casa. Lidia se bautiza y con
ella toda su casa lo que da muestras de su liderazgo.
Sobre esta mujer se ha escrito mucho: ¿especulación?
¿deducciones reales? en cualquier caso los datos en
el Libro de los Hechos, son escasos. Caroline Osiek,
Margarte MacDonald y Janet H. Tulloch recogen así
este recorrido por Lidia:
La categoría social y relativa
prosperidad de Lidia han sido objeto
de muchos debates, en los que ha
sido considerada desde una exitosa
empresaria liberta que ofrecía sus
servicios a la élite, hasta una miserable
trabajadora de un negocio apestoso.
[…] Es probable que Lidia tiñera y
vendiera sus tejidos, y que la tintorería
se ubicara en su casa, situada junto
al río por el agua que esa actividad
requería y porque los habitantes de
la ciudad no querían una industria de
este tipo en medio de sus calles. Así,
aceptar su hospitalidad no sería para
Pablo y Silas como hospedarse en un
hotel de cinco estrellas2.
Lo que la narración sí deja claro es su capacidad
de decisión y autonomía así como su liderazgo. No
consulta su bautizo ni tampoco el apoyo que brinda
a los misioneros. Creo que el aporte realizado por
Ivoni Richter Reimer en su concienzudo estudio
sobre las mujeres en Hechos resulta imprescindible.
Ella muestra a partir de su investigación la
posibilidad de que Lidia no sea una mujer rica y
sobre todo de que el sentido de su casa no sea el de
una casa-familia:
La casa de Lidia llegó a ser un centro cristiano en
Filipos. En esta casa, al igual que en la casa de Tabita
y de María, no tenemos ninguna figura de hombre,
2
Osiek, MacDonald, Tulloch, 2007 – Pág. 224
ejerciendo la función de pater-familias. Eso nos
indica que estas casas tenían la posibilidad de vivir
una vida diferente, dentro de aquel mundo regido
por claras estructuras de poder y de dominación
patriarcales, en que el hombre era el dueño de la casa
y de todo lo que a ella pertenecía: objetos, mujer,
criaturas y, en caso de que los hubieres, también la
servidumbre. Estas personas le debían sumisión y
obediencia ciega. En el mundo de entonces, también
la casa de Lidia era una excepción, que mostraba
que era posible organizar la vida fuera de los moldes
filosófico-políticos dominantes.
Esta casa se tornó un centro cristiano. Es la primera
iglesia cristiana en suelo macedónico, hoy europeo.
Hch 16,40 habla de los “hermanos” (masculino
plural) reunidos en casa den Lidia. A partir de esta
afirmación y conociendo el lenguaje inclusivo de
Lucas, quedamos sabiendo, por lo tanto, que más
tarde también hombres se adhirieron a la fe en
Jesucristo, pasando a pertenecer a aquel primer
núcleo (casa cristiana). Este crecimiento debe haber
sido fruto del trabajo misionero de Lidia y de los de
su casa3.
Quiero detenerme ahora en dos datos que se nos
dejan ver: De un lado la conexión entre Lidia y
Tiatira, de otro lado la evolución de la comunidad
de Filipenses, de la que ella es co-fundadora.
3
Richter Reimer, sin fecha, Pág. 40
Tiatira es una de las iglesias a las que se les envía
un mensaje en el capítulo 2 del Apocalipsis. Se
trataba de un centro urbano de alta concentración
comercial, cerca a la ciudad de Lidia, famoso por sus
asociaciones de artesanos, trabajadores y tintoreras.
Había en ella un templo dedicado a Sambaté, al
frente del cual oficiaba una sacerdotisa-pitonisa. Es
fácil pensar que Lidia la discípula de Pablo hacía
parte de una de las asociaciones de trabajadoras
de su ciudad natal y en un mundo globalizado
y permanentemente comunicado como el del
imperio romano es igualmente es pensable que ella
regresara a su tierra con frecuencia y estuviera en
relación con las comunidades cristianas del lugar.
Se la puede considerar por tanto ligada no sólo
9
a la comunidad de Filipo sino igualmente a la de
Tiatira. Las acusaciones a Jezabel que le hacen a esta
iglesia en el Apocalipsis, pueden entenderse como
acusaciones generales a las mujeres y a su influencia
en esta comunidad.
En las lecturas de este texto hay quienes se orientan
a interpretar que la condena va contra la sacerdotisa
de Sambaté, pero hay quienes piensan que de lo
que se trata es de una alusión a alguna líder de la
propia comunidad creyente en el evangelio de Jesús.
Yo me inclino por esta última hipótesis porque se
le reclama con un lenguaje muy agresivo algunas
prácticas (más que creencias) poco ortodoxas. La
 memoria de Jezabel –como la de tantas mujeres-
ha sido injustamente tratada en la tradición
judeo-cristiana. Se le ha acusado de desviar de
su fe en Yhwh al pueblo hebreo, sin embargo hay
que tener en cuenta que Jezabel era una princesa
fenicia, reducida al exilio espiritual y cultural por
su matrimonio con Agab. Nunca llegó a ser una
seguidora de la Divinidad hebrea precisamente
porque no traicionó a sus Dioses nativos. En las
constantes relecturas bíblicas el nombre de Jezabel
se va cargando de connotaciones muy negativas
y de la agresividad que se refleja en la carta del
Apocalipsis.
El estudio que Eleanor Ferris Beach ha realizado
10
sobre la Jezabel bíblica nos puede iluminar:
El cúmulo de vinculaciones sexuales,
políticas y religiosas se refuerza en
el libro del Apocalipsis, donde una
profetisa que reclama el liderazgo del
cristianismo es condenada utilizando
imágenes sexuales […]
Sin embargo una lectura atenta de la
Biblia revela que no hay referencias
a la conducta sexual de Jezabel, ni
vergonzosas, ni de ningún tipo[…]
La reina Jezabel suponía la conexión política entre
tres partes activas en aquel momento: la próspera
y comercial ciudad-isla de Tiro, gobernada por su
padre Ittobaal; la rica región agrícola de Israel, que
gozaba de éxitos militares y estaba gobernada desde
Samaría, en las tierras altas centrales, por la familia
de su esposo Ajab; y el país montañoso del sur,
conocido en la Biblia como Judá, gobernado desde
Jerusalén por los descendientes del rey David, que
contraían matrimonio con mujeres de la casa de
Ajab4
La negación que hacen los varones del liderazgo
femenino permite pensar que la alusión a una
líder en la iglesia de Tiatira es un testimonio de
que en esta comunidad (influenciada por Lidia)
las mujeres jugaban un papel destacado. De otro
lado la agresividad en el mensaje nos muestra que
el problema principal es que se trata del liderazgo
femenino contra el que se luchó de manera especial
sobre todo en el ámbito paulino recogido por Lucas.
Por otro lado si se lee con atención la carta de
Pablo a los filipenses, se ve enseguida la ausencia de
mención de Lidia u otras líderes femeninas. La carta
está escrita alrededor de los años 60 / 61 de esta era.
Si pensamos que los acontecimientos que nos narra
el libro de los Hechos, pueden situarse en el año 50,
podemos concluir que una década es realmente
poco para que las mujeres hayan sido desplazadas
totalmente de sus ministerios y liderazgos. Es
4
Ferris Beach, 2007 – Págs. 14 y 16
claro entonces que la literatura canónica tiende a
silenciarlas siempre que esto sea posible. El libro de
los Hechos de los Apóstoles¸ responde en su conjunto
a una mirada muy institucionalizada de la iglesia y
por tanto anuncia el camino de una jerarquización
muy bien estructurada, aunque por supuesto hay
testimonios claros de tendencias y discusiones: la
presencia de la iglesia de Jerusalén y sus sentimientos
de privilegio, las tensiones entre los cristianos judíos
y las novedades de Pablo, la presencia inocultable
de las mujeres. En este terreno, este relato nos da
pistas que muy pocos años después se van a perder
en la palabra del canon oficial.
Es una obra que se mueve entre las dinámicas

11
comunitarias y la institucionalización progresiva,
respondiendo el proceso que se dio:
Se fue configurando así una nueva concepción del
cristianismo que se puede denominar eclesiástica
por el afán de buscar unas instituciones estables para
regular la vida de las comunidades, unos principios
de fe claramente definidos y aceptables por todos y
una moral en la que privan las buenas obras sobre
la libre inspiración individual por parte del Espíritu.
Frente al carisma predomina la disciplina5.

5
Teja, 1990 – Pág. 25
 Hechos apócrifos
Es claro que el libro del que nos ocupamos entra
en juego intertextual con un género muy extendido
en diversas iglesias y corrientes del cristianismo
primitivo: el de un conjunto muy amplio de Hechos
generales de los apóstoles o particulares de uno
y otro. Se trata de relatos que evocan caminos de
distintas comunidades, que se escriben y circulan
a lo largo de los siglos II y III y que pretenden
ampliar corregir y complementar la visión de los
relatos canónicos o simplemente dialogar con ellos.
Estos textos ponen de manifiesto unos imaginarios
12
poblados de múltiples lecturas de unos mismos
aconteceres que se nos han transmitido como de
una sola dirección pero que en general mantienes
altos grados de ambivalencia como toda dinámica
histórica. En los Hechos apócrifos se nos narran las
historias y los caminos de evangelización de otros
apóstoles no focalizados en el relato de Lucas (
Pedro, Andrés, Juan, Tomás, Felipe), se nos informa
de sus muertes, martirios… y la presencia de las
mujeres en mucho más significativa. En los últimos
descubrimientos arqueológicos se han encontrado
múltiples textos que han sido agrupados bajo esta
categoría, ahora voy a detenerme sólo en tres porque
destacan la participación femenina que me interesa
resaltar: Los hechos de Pablo y Tecla, Los hechos de
Andrés, Los hechos de Tomás.
El género literario que en su mayoría siguen estos
escritos, es el de la novela helenística. A través de
estas novelas se quiere entrar en diálogo con la
doctrina y la revelación, pero principalmente se
quiere exaltar el destino de sus propios héroes y
heroínas. Rosa Söder propone cinco elementos
comunes que compartirían este tipo de narraciones:
Ella empieza identificando cinco elementos
que constituyen la esencia de la
novela en la literatura griega: (1)
el elemento de la itinerancia; (2) el
elemento aretalógico; (3) el elemento
de lo maravilloso; (4) el elemento
tendencioso –de tipo religioso,
filosófico, político y ético-; (5) el
elemento erótico que, no obstante, no
alcanza su plena elaboración hasta la
aparición de la novela sofística6.
En los relatos que nos ocupan, algunos de estos
elementos están marcados radicalmente en tanto
que otros tienen sus propios caminos.
Las tres narraciones a las que nos referimos, cumplen
algunas de estas características: la itinerancia de
6
Citado por Klauck, 2008 – Pág. 21
los protagonistas, el elemento tendencioso que
podríamos definir como lo central de los textos:
son escritos fundamentalmente para transmitir
un mensaje religioso, la meditación aretalógica
es preponderante más en unos que en otros, pero
siempre está presente. Los milagros escuetos del
evangelio se convierten en autenticas expresiones
de lo fantástico y maravilloso. Quizás el elemento
más ambiguo es el del erotismo porque solo se
presenta indirectamente, como explicaré.
El esquema narrativo-argumentativo que siguen
estas obras es el siguiente: Uno de los apóstoles
realiza su predicación. Una mujer joven queda
prendada del mensaje y de la figura misma del
predicador, se desarrolla entre ellos una relación
de apoyo incondicional por parte de la joven,
y posteriormente una relación denominada
de syneisactismo (amistad espiritual entre
varón y mujer). El enamoramiento de la joven
del mensaje de Jesús la lleva a abandonar a su
prometido o a su esposo, la lleva a cambiar
radicalmente de vida y en ocasiones al martirio.
Esta vida transita ahora por los caminos de la
virginidad, el movimiento de mujeres que se
extiende por doquier en el cristianismo de
los primeros siglos. Movimiento que hay que
entender más en clave de resistencia cultural
femenina que de propuesta patriarcal.
7
Esta decisión de la joven la enfrenta con su
familia y con las autoridades políticas pues
se trata de jóvenes de la nobleza. Se trata de
actitudes que conllevan consecuencias muy
serias:
Algunas de las formas más provocadoras
y contraculturales en que se vivió este
protagonismo de la mujer en los ámbitos
eclesiales encontraron una seria crítica desde
el exterior (paganos), por considerarlas como
desintegradoras de la moral dominante y de
las formas políticamente correctas de vivir
el matrimonio: la asistencia de mujeres a
reuniones fuera de casa (en algunos casos
13
sin el marido), la estrecha fraternidad que se
vivía en las comunidades (acompañadas de
un intenso lenguaje afectivo o práctica del
ósculo de la paz), o la participación activa
en asambleas comunitarias y una existencia
misionera itinerante son algunas de las
expresiones más llamativas y sometidas a
cuestionamiento. Es más, desde el interior de
la propia comunidad hubo ciertos sectores que
aprovecharon estas críticas para exigir a las
mujeres cristianas cambios en sus conducta,
de cara a tener una mayor aceptación social y
una más fácil tarea proselitista y misionera7.
Rivas 2008, Pág. 38
 El erotismo, propio de estas novelas, habita el texto
en las descripciones y reclamaciones por parte del
varón abandonado, especialmente en Los hechos
de Tomás que se desarrollan en la India y que
recrean el amor de Migdonia y su pareja anterior
con lenguaje y descripciones de un alto grado de
sensualidad. Pero igualmente, sobre todo en el caso
de Tecla hacia Pablo, se percibe en medio de su
amor fraterno-espiritual algunas notas evidentes de
enamoramiento que permiten a la joven encarnar
más cercanamente sus ideales.
En cada una de estas novelas se forma una pareja:
Andrés y Maximila, Tomás y Migdonia, Pablo y
Tecla. La joven se bautiza, renuncia a su medio e
14
inicia una vida militante al servicio de la causa del
evangelio. A partir de este momento se desarrollan
las distintas aventuras, mientras todo el ambiente
se empapa de la predicación cristiana y se exaltan
las virtudes de los protagonistas. Los hechos de
Andrés se supone se escribieron alrededor del año
150, los de Tomás fueron más tardíos, fines del siglo
III. Los más tempranos son los de Pablo y Tecla,
que posiblemente sirvieron de inspiración a los
posteriores.
El objetivo es señalar la excelencia del mensaje
cristiano que justifica la renuncia al tipo de vida
heredado y previsto, que exige la renuncia a los
bienes y que transforma los afectos. Este objetivo
adoctrinador prima sobre el conjunto de la escritura,
pero a partir de él se desarrollan elementos muy
semejantes a los del género literario definido como
novela griega, que florece en el territorio cultural en
el que nos movemos entre los siglos II y IV: Leucita
y Clitofonte, Quéreas y Calírroe, o las Etiopicas de
Heliodoro. En general estas novelas podemos
calificarlas como de amor y aventuras. Igualmente
los Hechos Apócrifos. La pareja que forman el
apóstol y su acompañante (seguidora, discípula,
compañera de desventuras y por supuesto apoyo
incondicional) se va a ver sometida a todo tipo de
caminos intrincados para cumplir con su destino
que esta vez no es el amarse mutuamente sino el
cuplir el destino de misionar por la causa de Cristo.
La mujer asume un papel protagónico y sus
decisiones la colocan en la primera línea de los
líderes comunitarios. Su papel, en estos relatos,
no es negado sino por el contrario exaltado. Tecla,
Maximila y Migdonia llegan a ser imprescindibles
para Pablo, Andrés y Tomás. Igualmente cada
una de estas mujeres a su manera se convierte en
apóstol y testigo asumiendo una disposición para
el martirio, elemento central tanto de la realidad
como del imaginario cristiano del momento. El
contraste con los textos canónicos en los que
apenas se registra la presencia de las mujeres y su
papel se deja ver pero no se profundiza, parece estar
marcado definitivamente por la necesidad de una
ortodoxia que refleja las luchas de poder alrededor
de los roles que deberían asumir las mujeres en la
naciente iglesia. Por ello estas forman narrativas
parcialmente elusivas se convierten así en parte del
mensaje a transmitir: una disciplina de acción en la
cual las mujeres que apoyan o lideran deberían ser
más o menos marginalizadas.
No deja de ser sospechosa la pérdida por siglos de la
literatura extracanónica. Lo que sí resulta hoy muy
claro es la necesidad de realizar una mirada bíblica
que abarque el ámbito cultural en que las y los
cristianos nacen, porque desde ese ámbito vamos
a iluminar mucho mejor los movimientos de los
grupos y las comunidades que forman inicialmente
el movimiento de Jesús y derivan después en la
iglesia cristiana.
Notas y bibliografía:
Eleanor Ferris Beach: Las cartas de la reina Jezabel
Ediciones Sígueme, Salamanca 2007
Mercedes Navarro Puerto: Los Apóstoles y sus hechos.
Mujeres en los hechos de los apóstoles.
En: AA.VV. Relectura de Lucas, editorial Desclée de
Brouwer – Bilbao 1998
Carolin Osiek, Nargaret Y. MacDonald, Janet H. Tulloch: El
lugar de la mujer en la iglesia primitiva
Ediciones Sígueme, Salamanca 2007
Ivoni Richter Reimer:
Vida de las mujeres en el sociedad y en la iglesia. Una exégesis
15
feminista de los hechos de los apóstoles.
(Traducción de P. Miguel Roig – svd)
Cito por un material policicopiado.
Existe publicación del texto en: Cuadernos Teológicos de
ISEDET, Biblia 3.
16

El liderazgo de las mujeres en

la comunidad lucana y en la
primitiva Iglesia
Maricel Mena López
Introducción
A pesar de la existencia de importantes trabajos sobre
las mujeres en las primeras comunidades cristianas,
todavía hoy, algunos cristianos incluyendo clérigos
e investigadores, consideran que el papel de las
mujeres no fue relevante en el movimiento de Jesús
y en la primitiva Iglesia por todo el Mediterráneo.
Esto se debe en parte, al censo común de que las
mujeres judías siempre fueron sumisas a través
de su historia. Pero en verdad muchas mujeres
asumieron roles importantes en el movimiento de
Jesús, llegando a ser dirigentes destacadas junto con
los varones en la primitiva Iglesia. En las primeras
etapas del cristianismo se evidenciaba un cierto
tono contracultural, marcado por una fluidez y
una flexibilidad que permitía a las mujeres, los
esclavos y a los artesanos ejercer funciones propias
de dirigentes.
¿Por qué, entonces, se sigue perdiendo conciencia
del papel destacado de las mujeres en el nacimiento
del cristianismo?
¿Por qué motivo todavía hoy continuamos con
esa visión errónea que margina a las mujeres?
Las respuestas a estos interrogantes empiezan y
acaban en las concepciones culturales acerca de
género, es decir, acerca de las ideas definidas de los
roles masculinos y femeninos. Estas concepciones
son acuñadas en la mala interpretación de los textos
androcéntricos que promueven exégesis incorrectas.
Un ejemplo de esto se percibe en la tradición en el
que María Magdalena cuenta a los discípulos que su
maestro ha resucitado, y los apóstoles no le creyeron.
El texto no dice el motivo de la incredulidad pero es
de suponerse que este es un acontecimiento difícil
de creer y más aún en un ambiente de persecución.
Los intérpretes inmediatamente dan por sentado
que no le creen porque ella es una mujer.
17
Las mujeres en aquella época como amas de casa,
tenían a sus órdenes hombres y mujeres que vivían
y trabajaban bajo su autoridad y vigilaban la
producción y distribución de sus bienes. También
se dedicaban a los negocios y en consecuencia,
viajaban, compraban, vendían y negociaban
contratos. Las mujeres que disfrutaban de riquezas
suficientes y de una elevada posición social y
actuaban como patronas de individuos y grupos
menos favorecidos, a los que proporcionaban
asistencia financiera, los apoyaban y les ofrecían
protección política.
En el mundo antiguo, tanto los varones como las
mujeres podían ser patronos y patronas cabezas de
 familia. La autoridad social, el poder económico
y la influencia política asociados a estas funciones
no sufrían restricción alguna por razón de género.
Lo mismo sucedía con la autoridad religiosa.
Tanto varones como mujeres ejercían funciones de
profetas, profetizas y sacerdotes y sacerdotisas, y estas
mismas funciones – patronato, cabeza de familia,
profetismo y sacerdocio - otorgaban al individuo
autoridad, rango y experiencia que fácilmente
podían traducirse en categorías semejantes dentro
de la comunidad cristiana. En pinturas, mosaicos,
inscripciones y epitafios antiguos investigadores
han encontrado numerosas pruebas de que también
las mujeres ejercían funciones de dirigentes.
18
En las fuentes literarias como las del Nuevo
Testamento, en cartas, sermones y tratados
teológicos de la primitiva Iglesia queda también
claramente atestiguada la autoridad de algunas
mujeres en sus comunidades1. Pero en las mismas
fuentes literarias podemos advertir, además,
sombras provocadas por un conflicto entre la
autoridad ejercida por mujeres y los consensos
sociales predominantes acerca de los papeles
propios de cada género. Los autores del Nuevo
1
Carmen BERNABÉ-UBIETA, María Magdalena:
la autoridad de la testigo enviada. En: Mujeres con la
autoridad en el cristianismo antiguo, Bernabé-Ubieta (ed.),
Navarra: Verbo Divino, 2007, p.19.
Testamento, en general, mencionaban a las mujeres
dirigentes únicamente como un hecho de menor
importancia y como si tuvieran prisa por ocuparse
de asuntos más urgentes. Cuando se decidían tratar
con mayor detenimiento temas relacionados con
el liderazgo y autoridad por parte de las mujeres,
como lo hizo Pablo en su primera carta a la Iglesia de
Corinto, captamos un cierto tono de ambivalencia y
ansiedad. En los pasajes del Nuevo Testamento en
que aparecen mujeres dirigentes en el ejercicio de
funciones destacadas, los autores varones alteraban
sus aportes al componer sus relatos.
Nos proponemos en las siguientes líneas una
aproximación a las diferentes actividades ejercidas
por las mujeres en la primitiva Iglesia. De este
modo, estudiaremos su liderazgo como discípulas,
como líderes en la sinagoga, como profetas, como
patronas y como cabezas de la iglesia doméstica. Esta
aproximación no sigue un itinerario cronológico,
Finalmente se aborda el tema de los conflictos acerca
de la autoridad de las mujeres, esto nos permitirá
percibir como las construcciones sociales de género
fueron negando la participación de las mujeres en el
cristianismo primitivo.
Las mujeres como
discípulas2
El evangelio de Lucas nos cuenta que Jesús partió
con un grupo de discípulas y discípulos, desde
Galilea hasta Jerusalén proclamando la Buena
Nueva del Reino de Dios (Lc 8,1-3) sabiendo incluso
que estaba arriesgándose a una confrontación con
las autoridades judías y el poder romano que ejercía
dominio sobre Jerusalén (12,4-5). Jesús incluso,
llega a advertir a sus discípulas y discípulos sobre
el miedo que generaría esa confrontación y que
llevaría incluso a que algunos lo abandonaran. Jesús
fue crucificado por los romanos como un agitador
político. La crucifixión era para intimidar al pueblo,
por eso, muchas de las discípulas y discípulos
huyeron, y Pedro incluso, lo negó.
En el camino al calvario, Lucas nos narra que una
gran multitud del pueblo y mujeres lo seguían hasta
el calvario demostrando su solidaridad (Lc 23,26-
30). ¿Cómo interpretar el coraje de las mujeres
siendo que, quien mostraba simpatía y solidaridad
por un crucificado y lloraba su muerte, podría ser
preso, torturado y muerto?
2
Este ítem en su totalidad fue publicado en la
Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana RIBLA
n. Cf. Maricel Mena López,
“La reacción de los discípulos y las discípulas ante
la ejecución de Jesús fue muy diferente. Mientras
los varones huyen, las mujeres permanecen fieles y
a pesar de que los romanos no permiten ninguna
interferencia en su criminal trabajo, asisten desde
lejos a su crucifixión y observan más tarde el lugar
de su enterramiento…”3
Lucas nos narra este episodio donde las mujeres
aparecen no solo como observadoras a distancia sino
que aparecen próximas a Jesús, pues este les dirige
la palabra. Entre estas mujeres cuyo número no se
ha precisado, tres son evocadas: María Magdalena,
Juana y María la madre de Santiago. Esas mujeres
y las “otras” son las primeras en recibir el mensaje
19
de resurrección de Jesús (Lc 24,4-6), en ser testigos
oculares de la tumba vacía (Lc 24,2-3) y en llevar y
difundir, la noticia concerniente a la resurrección
de Jesús (Lc 24,9).
Es en el final del evangelio que Lucas hace un resumen
del seguimiento de las mujeres galileas y de los
pasos decisivos emprendidos después de la muerte
de Jesús en Jerusalén. Ellas venían siguiéndolo
desde Galilea (Lc 8,1-3). Desde el principio hasta el
final (Lc 23,55-56). Y su seguimiento se da a través
del servicio, entendido en Lucas como una práctica
solidaria del amor al prójimo. Ellas son “servidoras”.
3
José Antoni Pagola, Jesús una aproximación
histórica, Madrid: Editorial PCC, 2008, p.230.
 “La presencia de las mujeres en el grupo de discípulos
no es secundaria o marginal. Al contrario. En
muchos aspectos, ellas son modelo del verdadero
discipulado…”4
Lucas, para quien el término “testigo” tiene una
importancia central, no menciona a las mujeres
explícitamente con este término. No obstante,
podemos llamarlas así, porque ellas dan testimonio
de la muerte y resurrección de Jesús, aun
cuando ningún evangelista las llame de testigos
directamente. Ellas participaron plenamente del
anuncio profético del kerigma, hecho del cual
también se tiene conocimiento en Pablo.
Este testimonio es dado después de la experiencia
20

epifánica experimentada por las mujeres. La

epifanía es una experiencia religiosa en la que la
divinidad se revela directamente a las mujeres:5
“no sabían que pensar de esto, cuando se
presentaron ante ellas dos hombres con vestidos
resplandecientes. Asustadas, inclinaron el rostro a
tierra, pero les dijeron: ¿Por qué buscais entre los
muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado.
Recordad cómo os habló cuando estaba todavía
4
José Antonio Pagola, Jesús una aproximación
histórica, p.231.
5
Nancy Cardoso Pereira, “Messianismo
transgressor”, en Revista Teológica, São Bernardo do
Campo: Universidade Metodista de São Paulo, vol.9, 1994.
en Galilea, diciendo: es necesario que el hijo del
hombre sea entregado en manos de los pecadores y
sea crucificado, pero al tercer día resucitará” (Lucas
24,4-8).
Es importante notar aquí como el evangelista
advierte que también las mujeres participaron del
anuncio de la muerte y resurrección. Pero, ellas en
un primer momento, no entienden plenamente
este anuncio en Galilea, por esto lo buscan entre
los muertos. No obstante, los ángeles les recuerdan,
las palabras del maestro proferidas en Lc 9,30.
Siendo así, su presencia en el sepulcro se debe
más a la vocación de “servicio” que el discipulado
presupone, que a la certeza de la resurrección. Pero
esa incredulidad inicial, es de todo el discipulado.
Pedro lo niega, y ahora cuando Jesús ya resucitó
los discípulos aún están escondidos en Jerusalén.
De todas maneras la actitud de las mujeres cambia
después de la experiencia epifánica, ellas regresan
a anunciar todas estas cosas a los Once y también
a los demás, pero sus palabras parecían desatinos
para ellos por eso no les creían.
Comparto la idea de Luise Schottroff de que los
discípulos no creen en las mujeres, no porque ellas
sean mujeres, sino porque es difícil para ellos creer
que el resucitado sea el Mesías (vea Lc 24,21.25.27).6
6
Vea Luise Schottroff, “Maria Madalena e as
mulheres junto ao sepulcro de Jesus”, em Mulheres no
Esa incredulidad de los Once y de los demás, es
aquella que permite el encuentro del resucitado
con los varones, en el camino de Emaús (Lc 24,13-
35), con los Once y los otros en (Lc 24,36-53). La
incredulidad acerca del testimonio de las mujeres
les posibilita el encuentro directo con el resucitado,
de aquí en adelante, se participa del kerigma de la
resurrección en la comunidad de creyentes que se
reúnen alrededor de la mesa, donde se comparte el
pan y la palabra en el seno de la comunidad de fe.
El testimonio de las mujeres no es creído por
el círculo íntimo de Jesús, porque la historia es
increíble (cf. Hch 17,32), es un acontecimiento
difícil de aceptar apoyados únicamente en el
21
testimonio verbal, lo que sustenta la veracidad
del acontecimiento es la fe. La experiencia de los
apóstoles no es diferente a la experiencia vivida por
ellas en el sepulcro. Ellas, viendo el sepulcro vacio,
no creen en un primer momento. La desconfianza
es una actitud meramente humana.
El relato de Lc 24,1-12 contiene una propuesta
de rescate de la práctica igualitaria de Jesús. Las
mujeres son discípulas y testigos de la resurrección
del Mesías. Como vemos, hay una participación
activa y significativa de ellas como líderes y en
el discipulado de iguales en los evangelios. La
Novo Testamento - Exegese numa perspectiva feminista,
São Paulo, Paulinas, 1995.
 experiencia de estas mujeres junto al sepulcro
es una invitación a participar plenamente de la
resurrección de Jesús. Y participamos plenamente
porque El Maestro de Galilea propone una relación
de género diferente de la vigente entre los Maestros
Judíos, una relación basada en la igualdad y en el
respeto, una relación que propone reubicar social y
sobre todo religiosamente a la mujer dentro de un
contexto de pluralidad como es el espíritu de las
primeras comunidades cristinas.
Las mujeres como profetas
Las actividades proféticas constituían una de
22
las formas vitales entre los primeros cristianos.
Apóstoles, profetas y doctores formaban grupos
constantemente referenciados en los escritos
paulinos. Los apóstoles eran evangelizadores
itinerantes, cuya actividad los llevaba de una ciudad
a otra difundiendo la buena noticia. Los profetas
y doctores actuaban como dirigentes locales. En
la comunidad de Corinto la autoridad era ejercida
por profetas que comunicaban mensajes inspirados
a la comunidad, y doctores que instruían a la
comunidad en materia de fe y praxis.
La profecía era para Lucas un hecho capital en la
historia del cristianismo, ya que la actividad de
Espíritu Santo se manifiesta en la profecía. Lucas
comienza con la historia de Isabel, quien llena
del Espirito Santo da testimonio profético sobre
la condición de María y sobre el niño que ésta
llevaba en su seno. María profetizó, y su cántico,
el Magnificat (Lc 1,47-55), es uno de los himnos
proféticos más entrañables del que se tenga noticia.
Las palabras de María “Derriba del trono a los
poderosos, a los hambrientos los colma de bienes y
a los ricos despide vacíos” resuenan a lo largo de los
siglos con la misma autoridad que los oráculos de
Isaías, Amós o Ezequiel, pero Lucas no dice de ella
que era profeta.
En Mc 14,3-5, vemos la historia de una mujer cuya
clarividencia espiritual, vocación y determinación
la sitúa entre los profetas.
Estando Jesús en Betania, reclinado a
la mesa en la casa de Simón el leproso,
llegó una mujer llevando un frasco de
perfume y se lo derramó en la cabeza.
Algunos comentaban indignados: A
qué viene ese derroche de perfume?
Podía haberse vendido a buen precio
y habérselo dado a los pobres, y le
reñían.
¿Quién era ella? ¿Qué impulso espiritual le llevó a
presentarse en el banquete? ¿Los presentes sabían
quién era ella? ¿Que pretendía con el gesto? Karen
Jo Torjesen en su libro Cuando las Mujeres eran
Sacerdotes, abona los siguientes elementos para la
comprensión del acto profético de esta mujer.
La mujer había recibido un conocimiento profundo
acerca de quién era Jesús y se sintió impulsada a dar
un testimonio público de su identidad;
No eligió palabras para su revelación profética sino
una acción tan silenciosa como portentosa;
Al igual que el profeta Samuel cuando derramó óleo
sobre la cabeza del pastor David, la mujer derramó
su costoso óleo sobre la cabeza del galileo;
Así como Samuel identificó con su acción a David
como rey de Israel, la acción simbólica de la mujer
proclama a Jesús públicamente como el Hijo de
David, el Mesías esperado, el Ungido (Mt 26,6-13);
A diferencia de los discípulos, la mujer anónima
reconoce a Jesús como Mesías, proclamando así, la
misión divina de Jesús. (p. 56)
Lucas se refiere tan sólo de pasada a las cuatro
hijas de Felipe, que eran profetas, y no se detiene
a comentar el importante papel que desempeñaban
en la comunidad cristiana (Hch 21,8-9). Pero no
cabe duda de que actuaban como dirigentes en la
Iglesia de Cesárea de modo semejante a como lo
hacían las mujeres profetas de la Iglesia de Corinto.
Las mujeres profetas de las distintas comunidades
cristianas introducían en el nuevo movimiento
religioso unas prácticas semejantes a las que llevaban
a cabo sus hermanas en los cultos religiosos griegos
y romanos. Los profetas y profetizas eran intérpretes
de la voluntad divina porque hablaban bajo la
influencia, la inspiración o la posesión del espíritu
divino. La autoridad profética de las mujeres en
cuanto a recibir e interpretar revelaciones divinas
estaba perfectamente establecida en las religiones
griega y romana.
Las mujeres en la Sinagoga
23
Cuando Pablo llegó a Filipo, se encontró con que
los judíos se reunían para los actos de culto en un
lugar extramuros, en los sectores más modernos de
la ciudad. Se trataría probablemente de una casa
particular que hacía las veces de sinagoga. Para
designar este tipo de reuniones, Lucas utiliza el
término synagogê, pero en Filipo llama al lugar de
oración proseukhê. Este término hace referencia a un
ritual judío que se hacía los sábados y que constaba
de plegarias y lecturas. Pablo se encuentra en Filipo
con Lidia (Hch 16,13) y otro grupo de mujeres que
ejercían autoridad en la comunidad cristiana. Este
hecho al parecer revela que las mujeres dirigieron
algunos servicios de culto en las sinagogas. El núcleo
central del culto celebrado en las sinagogas era la
 lectura de los rollos de la Torá. Durante el culto,
cualquier miembro de la congregación podía hacer
la lectura de los rollos de la Ley y luego adoctrinar a
la asamblea interpretando los pasajes recién leídos.
Lidia, ama de casa y comerciante, era una de
las mujeres que participaba de las lecturas y las
plegarias, no era conversa judía sino que era
conocida como una persona temerosa de Dios, es
decir, quien participaba en el culto judío, pero que
no se había comprometido con la plena observancia
de la ley.
Lidia en su condición de empresaria viajaba
continuamente para atender a sus negocios, ella
24

contaba con una tupida trama de relaciones. Era

económicamente independiente y cabeza de familia.
Cuando se convirtió al cristianismo, toda su familia
se bautizó con ella, lo que constituye otro inicio de
su autoridad. La casa de Lidia incluía no sólo los
miembros de su familia en sentido estricto, sino
también los esclavos domésticos y los empleados
en su fábrica de púrpura. La influencia de Lidia
se extendía, además, a toda la red de sus clientes
y amigos. Su posición le permitió ofrecer a Pablo
hospitalidad en su casa, donde él se alojaría durante
algún tiempo. Desde allí realizaría su ministerio
de enseñar y predicar a los nuevos cristianos que

Marcela Vega - poemas a mis sueños.

2001
allí también se reunían para escuchar y discutir las
nuevas doctrinas (Hch 16,40).
Priscila, una mujer ilustrada que había sido
miembro de una sinagoga en Roma, era una
versada en la interpretación de la Ley. Estas dotes le
sirvieron de base para ejercer un papel de dirigente
en el primitivo movimiento cristiano. Ejercía su
autoridad como intérprete de la Ley cuando acudió
a Apolo, un elocuente retórico recién llegado a
Corinto, para inducirle en las interpretaciones más
plenamente cristianas de los profetas. Las mujeres
judías ilustradas formaban también parte de una
escuela filosófica judía en Alejandría, donde se
pasaban los días en una indagación común mediante
el estudio, la discusión y los debates en que mujeres
y varones participaban juntos.
Las mujeres como patronas
Febe, era una mujer que poseía alguna riqueza y
de buena posición social, que viajaba a Roma por
motivo de sus negocios y relaciones sociales, a la vez
que entendía los asuntos de la iglesia cristiana. Se
encargó de llevar la carta de Pablo a los romanos,
en su carta Pablo la presentaba como su patrona
(prostatis). Con este título reconocía Pablo la
generosidad y apoyo que Febe le había prestado y
pedía a los cristianos de Roma que la ayudaran en lo
que ella necesitara como gratitud.
Juana, esposa de Cusa, mayordomo del palacio de
Herodes, también mujer cuya posición permitía
ejercer el patronazgo (Lc 8,1-3). Llama mucho la
atención el hecho de encontrarla viajando con el
grupo de evangelistas que acompañaba a Jesús de
aldea en aldea. Ciertamente, sus conexiones con la
familia reinante de Herodes servirían para resolver
posibles conflictos con autoridades locales de
menor rango. Parece que formaba parte del grupo
de mujeres - son también mencionadas María
de Magdala y Susana - que protegían y apoyaban
25
el movimiento de Jesús con su patronazgo. Era
frecuente que mujeres de buena posición social y
económica, como ésta, establecieran relaciones de
patrono y cliente.
Entre las personas de autoridad que regían la
comunidad cristiana de Roma se encontraban varias
mujeres. Priscila, Junia, María, Trifosa y Peris eran
mujeres a las que Paulo se dirige como compañeras
de fatigas; habían establecido la fe en la comunidad
cristiana mediante su labor de adoctrinamiento y
exhortación. Otras mujeres saludadas por Pablo
eran Junia, Olimpa, la madre de Rufo, de la que Pablo
dice que fue para él como una madre y la hermana
de Nero. De las veintiocho personas importantes a
 las que Pablo juzgó conveniente enviar sus saludos,
diez eran mujeres.
Entre estas dirigentes de la congregación romana
se contaba una mujer apóstol, Junia, a la que
Pablo saludo como “apóstoles insignes” (Rom
16,7). Juntos ella y su marido Andrónico, viajaban
continuamente enseñando y predicando de ciudad
en ciudad.
En todas partes por donde se extendiera el
cristianismo aparecían mujeres como dirigentes de
las iglesias domésticas.
María la madre de Juan Marcos, presidía una iglesia
doméstica de judíos helenistas en Jerusalén (Hch
26
resucitado de entre los muertos. La versión original
del evangelio de Juan termina con la aparición de
Jesús resucitado a María Magdalena y su testimonio
ante los Doce en el capítulo 20. Un copista posterior
añadió otro final al libro de Juan, el capítulo 21,
en el que aparece Pedro como testigo clave de la
resurrección; en efecto, se añade allí que Jesús se le
apareció junto a otros discípulos cuando estaban
entregados a las faenas de la pesca en Galilea y que
le encargó que actuara en adelante como pastor del
rebaño. Los especialistas del Nuevo Testamento se
han quedado perplejos por el doble final del libro.
Recientemente se ha sugerido que el capítulo 21
fue añadido en un momento en que la comunidad

juánica trataba de integrarse en la comunidad

12,12-17). cristiana, que considera a Pedro su cabeza. De
Apia presidía con otras dos mujeres como dirigentes este modo, el capítulo 21 se añadió para que la
una iglesia doméstica en Colosas (Flm 2). comunidad juánica pudiera acogerse al abrigo de la
ortodoxia petrina mediante el recurso de subrayar
Ninfa en Laodicea, Lidia en Tiatira y Febe en
la autoridad de Pedro.
Céncreas precedían las congregaciones que se
reunían en sus casas (Col 4,15; Hch 16,15; Rm 16,1).
En el evangelio de Juan, María Magdalena, no
Pedro, es presentada como modelo de discípulo.
En el momento en que Pedro y otros discípulos
varones habían huido, María permaneció lealmente
al pie de la cruz. Ella fue no sólo la primera testigo
de la resurrección, sino que recibió directamente el
encargo de transmitir el mensaje de que Jesús había
Ambivalencia y conflicto acerca de la
autoridad de las mujeres
El ejercicio de la autoridad por las mujeres era algo muy frecuente en las
primeras iglesias cristianas. No por ello dejaba de generar tensiones la
discrepancia entre el hecho socialmente muy arraigado de la autoridad de las
mujeres y la estricta demarcación de los cometidos asignados a los géneros en
el ámbito greco-romano. Pablo defendía su condición de apóstol invocando
el hecho de que también él había visto al Señor y enumera las apariciones de
Jesús (1Cor 15,4-8). Pablo omitió el anuncio de Cristo resucitado a María, a
pesar de que está atestiguado en los cuatro evangelios. Los contradictorios
mensajes acerca del papel de María Magdalena reflejan la ambigüedad de las
posturas a propósito de la autoridad de las mujeres en el proceso que llevó a
los evangelios a adoptar su forma canónica final.

27
Los mismos autores de los evangelios dan muestra de ambigüedad acerca
de la autoridad de las mujeres. Mateo y Marcos narran el testimonio de la
resurrección que dan las mujeres, pero este testimonio no desempeña papel
alguno en la fe del resto de los discípulos. Lucas cuenta que las mujeres
pasaron su mensaje a los demás discípulos, “pero ellos lo tomaron como un
delirio y se negaban a creerlas” (Lc 24,12).
No cabe duda de que las mujeres ocupaban papeles importantes durante
el ministerio de Jesús y en la primitiva iglesia. Durante más de doscientos
años, el cristianismo fue una religión de la esfera privada, practicada en el
ámbito privado de la familia y no en el espacio público de un templo. Sus
preocupaciones se centraban en la vida doméstica más que en la vida política
de la ciudad. Pero durante el siglo III, el cristianismo empezó a evolucionar
en el sentido del tipo de religión pública como hoy lo conocemos. “Desde el
momento en que el cristianismo penetró en la esfera pública, los dirigentes
 varones empezaron a exigir de las mujeres sumisión
que les era impuesta generalmente en la sociedad
greco-romana”7.
No obstante, hoy la tarea de reconstrucción del papel
de las mujeres en la Iglesia primitiva nos invita a
replantear los roles femeninos asumidos al interior
de las mimas. De este modo, el llamado a la categoría
de género en este escrito no tuvo la pretensión de
matizar ni reforzar el dualismo entre lo masculino
y lo femenino. Por el contrario, al visibilizar la
participación activa de las mujeres dentro del
cristianismo naciente nos desafía en la búsqueda
de un discipulado de iguales, como bien lo advierte
Schüssler-Fiorenza8, solamente si asumimos este
28
Bibliografía
Karen JO TORJESEN, Cuando las Mujeres eran Sacerdotes.
Ediciones el Almendro, Córdoba, 1996
John Shelby Spongo, Jesús hijo de mujer, Buenos Aires,
Ediciones Martínez Roca, 2005
Roger Haight, Jesús símbolo de Dios, Madrid, Editorial
Trotta, 2007
Elisabeth Schüssler Fiorenza, Cristología feminista crítica
- Jesús, Hijo de Miriam - Profeta de la sabiduría, Madrid,
Editorial Trotta, 2000
Elisabeth Schüssler Fiorenza, En memoria de ella, Bilbao,
Editorial Descleé de Brouwier, 1989
José Antonio Pagola, Jesús una aproximación histórica,

Madrid, Editorial PPC, 7ª edición, 2008

problema como parte de la eclesiología y como un
reto para una ética político-teológica, podremos
soñar con un discipulado pleno.

7
Karen JO TORJESEN, Cuando las Mujeres eran
Sacerdotes. Ediciones el Almendro, Córdoba, 1996.
8
Elizabeth SCHÜSSLER-FIORENZA
 Mujeres y
autoridad en
el cristianismo
primitivo
Carmen Bernabé
(Bogotá, 22 Enero 2013)

29
Punto de partida:
una constatación
Ser mujer en la Iglesia hoy es ser considerada
menor de edad a perpetuidad, en razón del sexo.
Al igual que en la antigüedad greco-romana, allí
donde se decide el destino y organización de la
comunidad, somos siempre representadas y no
podemos representar.
Resulta llamativo que el cristianismo se visibilice
como una religión de varones cuando en sus
inicios los paganos la consideraban poco digna
de crédito debido, precisamente, a la presencia
 femenina en las comunidades y a su protagonismo
en ellas.
Celso, un escritor pagano acusaba al cristianismo
de que no poder ni querer “persuadir más que a
necios, plebeyos y estúpidos, esclavos, mujeres
y chiquillos” (C. Celso III, 44) y de otorgar a las
mujeres un protagonismo sospechoso (C. Celso III
50.55) pues aprovechaban las habitaciones de las
mujeres para expandir “tan nefasta superstición”,
ya que las mujeres cristianas podían entrar en ellas
para predicar el evangelio sin llamar la atención.
Sin embargo, la labor, las huellas, la importancia
30
de ese papel en la extensión del cristianismo (R. Para hacer un estudio histórico crítico y riguroso:
Sack), su palabra y su conciencia han quedado
severamente cercenadas. Nadie que se pare
a pensar puede creer que las mujeres en el
cristianismo primitivo fueran meras receptoras
de lo que hacían los varones creyentes. Aunque
pocas, las huellas que han pervivido en los escritos
cristianos de los primeros siglos y en algunos
otros de ciertos autores paganos (Celso, Plinio )
evidencian que participaron de forma activa en
la vida comunitaria, en todos su ámbitos: en el
organizativo, educativo, misional y apostólico, y
en el cultual.., y que algunas ejercieron funciones
de liderazgo en todos ellos.
Los roles de las mujeres cristianas han de
entenderse en el contexto socio-cultural de
aquella época para poder apreciar su significado
y alcance o las razones de su limitación con el fin
de no confundir los condicionamientos histórico-
culturales con la voluntad divina, al estilo de lo
que hacían algunos clásicos que ponían a los
dioses como garantes de su división del espacio
y de las labores: el exterior para el varón, creado
por ellos más fuerte en el cuerpo, el interior y
doméstico para la mujer ( al que crearon para
ello más débil de cuerpo y menos resistente al
sufrimiento (Pseudoaristóteles).
Tomar en cuenta toda la documentación
posible: también los escritos que no
entraron en el canon
Utilizar las ciencias sociales
(Antropología, sociología…)
Perspectiva generacional (cada una 40
años). Eso permite ver la evolución.
Tener en cuenta todos los grupos,
también los “heterodoxos”.
1.-La casa como plataforma de la acción misionera y de
vivencia de la nueva fe
Fue la plataforma que empleó Pablo y su tradición. En ellas se
reunían, oraban, leían o escuchaban las tradiciones de Jesús, recibían
a los apóstoles itinerantes, celebraban el memorial de la vida, muerte
y resurrección de Jesús..Rom 16,5; 1 Cor 16,9; Flm 2)
Es cierto que, en aquel momento, la casa familiar era una estructura
patriarcal que configuraba unas relaciones y establecía unos roles
de acuerdo a los esquemas y concepciones socio-culturales del
momento que pueden denominarse patriarcales porque tenía como
base un sistema de dominaciones jerarquizadas donde la cúspide
era el varón cabeza de familia. El lugar y el papel de la mujer era
subordinado al varón cabeza de familia y sus funciones eran el

31
gobierno y manejo de los esclavos, si los había, y el cuidado de la
prole.
Sin embargo, esta estructura permitía a la mujer un campo de acción
mayor que el público-político. Por otra parte, esta estructura ideal,
perteneciente a un estrato social elevado y tradicional, no era tan
absoluta como pudiera parecer. En la realidad presentaba otras
posibilidades. Las mujeres que, generalmente, estaban sometidas a
la patria potestad del padre o del marido habían encontrado medios
y artimañas legales para esquivarlos; incluso se promulgó una ley
que reconocía su derecho a no tener tutor si tenía tres o cuatro hijos
(libres /libertas). Existían casas donde la cabeza de la familia era una
mujer.
 Este ámbito doméstico favoreció el que las
mujeres de las comunidades cristianas tuvieran un
protagonismo importante en la vida comunitaria y
pudieran desarrollar funciones y roles de liderazgo,
enseñanza y decisión.
En estas casas que se convertían en lugares
comunitarios se producía una cierta redefinición
del territorio, es decir, del uso y significación del
espacio, y con él el de las relaciones que se daban
en él. Lo doméstico y lo público quedaban en parte
redefinidos, lo que posibilitaba a las mujeres el
desarrollo de ciertas funciones que hubieran sido
difíciles o imposibles en el ámbito público. La
novedad del cristianismo (Gal 3,28; 1 Cor 12,7)
32
que apuntaba a una mayor igualdad socavaba, en
parte, la estructura jerárquica de la casa-familia,
transformándola. Aunque no lo consiguió del todo
y fue también transformada por ella.
Las cartas auténticas de Pablo nos abren una ventana
sobre algunas de esas comunidades domésticas de
esa primera generación que iba, aproximadamente,
desde el 30 al 70. Aunque son unas cartas
coyunturales ofrecen algunas pistas interesantes
sobre los roles y las funciones de las mujeres en esos
primeros momentos del movimiento de Jesús que
luego llegaría a ser el cristianismo, pero que en ese
momento aún estaba en un momento muy inicial
del proceso de institucionalización.
Ciertamente el número de mujeres citadas es menor
que el de varones, pero no podemos olvidar que son
documentos escritos por un varón en una cultura.
Aún así, o quizá por eso mismo, los datos que da
son muy significativos.
Los roles y funciones comunitarias que encontramos
mencionados en las cartas de Pablo son variados y
en todos ellos hay varones y mujeres mencionados.
En todos estos roles se puede apreciar un aspecto
doméstico que queda desbordado al ser una familia
ficiticia que tiene miembros de otras familias. Es
evidente la dimensión política que adquieren; al
igual que pasaba con las asociaciones familiares:
Prostatis (protectoras, evergetas). Febe ( Rom
16,1) es denominada así.
Entre los cristianos/as que ofrecían su casa para
la reunión de la comunidad son mencionados
varias mujeres: Prisca en Éfeso (1Cor 16,19)) y en
Roma (Rom 16,15); Cloe en Corinto (1Cor 1,11);
Febe en Céncreas (Rom 16,1-2). Estas mujeres eran
reconocidas por al comunidad y tenían un papel de
dirección según lo que pide Pablo para Estéfanas (1
Cor 16,15-18). Su función era fomentar la unidad,
la solidaridad de esta “familia ficticia”. El caso de
Prisca (que es mencionada delante de su marido
Aquila) es un ejemplo (Rom 6,13; Hch 18,18). Se
dice que ella se ha preocupado de acoger y formar
a Apolo (Hch 18,16). Mujeres que acogen a los
misioneros (el mismo Pablo es acogido pro Prisca y
Aquila (Hch 18,2-3), por Febe….
Colaboradoras en la misión. Pablo habla con
estima y aprecio de colaboradores en la misión, tanto
de varones como de mujeres, y utiliza dos términos
muy significativos para hablar de esta función, los
mismos para unos que para otras: synergos –el que
trabaja conjuntamente con uno-, y el verbo kopiaô
que es un término cuasi técnico para aludir al trabajo
misionero (significa desgastarse, trabajar duro en
la labor) y Pablo lo utiliza para su propia labor 1
Cor 3,8. Ambos se dicen de varias mujeres que son
citadas en los saludos que manda al final de la carta
de Rom (Rom 16). Se trata de mujeres (y varones)
que hicieron posible la extensión y la consolidación
de la misión cristiana y de algunas comunidades,
que afrontaron dificultades, que fueron valientes y
generosos en la construcción de las comunidades
y en el afrontamiento de situaciones difíciles.
Algunos fueron itinerantes y otros permanecieron
en las comunidades (las funciones no estaban aún
muy definidas). Timoteo, Apolo, Tito, Epafrodito
son denominados synergos; también lo son Prisca,
Evodia y Síntique, por cuyas desavenencias está
preocupado Pablo pues pueden repercutir en la
labor misionera (Filp4,3), Prisca (y Aquila) que
parecen ser itinerantes o semi-itinerantes. Al hablar
del trabajo de varias mujeres dice Pablo que han
trabajado duramente en el señor (kopiaô) : María
(Rom 16,12), Trifena y Trifosa y Pérside (Rom
16,16). Este trabajo suponía autoridad y merecía
reconocimiento como el mismo Pablo pide en 1
Tes 5,12, identificando a estos con quienes presiden
y amonestan en la comunidad. Parece que estamos
ante personas que eran parte del equipo de liderazgo,
con autoridad, con capacidad de instruir en la fe, de
amonestar llegado el caso..
Ministras o diákonos. Este título lo recibe Febe
(Rom 16,1). Término que encontramos también en
otras comunidades como la de Lucas o Juan, donde
33
“servir la mesa” parece haber tenido un significado
más profundo. En Hechos se ve que aquellos que
fueron nombrados diáconos tenían también una
misión de enseñar la palabra (Ej. Felipe).
Maestras y evangelizadoras. Entre quienes
ejercían el cargo de evangelizar, de llevar el evangelio
por diferentes lugares estaban los apóstoles. Los
requisitos para ser apóstol son diferentes en Pablo
y en Lucas. Para Pablo no queda restringido a los
Doce y lo reivindica para él (1 Cor 15,5-9) . La visión
del Resucitado y el envío por El son las bases de
su autoridad, aunque no haya cargos establecidos.
Pablo habla de Apóstol en el caso de una mujer:
Junia (Rom 16,7), nombrada junto a Andrónico,
 probablemente su marido. Judía helenista que
gozaba ya de una gran autoridad antes de conocerla
Pablo. En cuanto a maestras, varios de los papeles
aludidos más arriba podían conllevar esta función.
Prisca, aunque Pablo no habla de ella como maestra,
se dice que ha corregido a Apolo que era maestro
de elocuencia (Hch 18,24). Probablemente ella,
una judía helenista convertida al seguimiento de
Jesús, conocía tradiciones antiguas sobre Jesús que
le daban el saber y la autoridad para corregir a un
pagano alejandrino.
Profetas: En Corinto se plantea un problema
importante que nos permite ver el papel que algunas
34
mujeres tenían en el culto de las comunidades. Las
mujeres con el don de la profecía. En la línea de las
mujeres profetas judías y las sibilas griegas. Según
E. Clark Wire, en Corinto, había algunas mujeres
que defienden un tipo de profecía diferente al que
Pablo entendía como el auténtico o más apropiado:
un tipo de profecía más unido a los fenómenos
extáticos de experiencia de la transcendencia (1
Cor 11,5; 14,1-24.26-40). En su discusión se ve la
autoridad que tenían estas mujeres en la comunidad
(1 Cor 14,34-40) y por la cual Pablo se “emplea a
fondo” en su argumentación retórica.
A pesar de su oposición a esa forma de profecía
en ningún momento se prohíbe la profecía de las
mujeres en el culto (1 Cor 11,5). Esta actividad
profética femenina no era desconocida en el
judaísmo (Miriam, Hulda, Débora), ni en el
cristianismo: Hijas de Felipe (Hch 21,9), La
denostada “Jezabel” de apocalipsis 2,21ss; Ammias
de Filadelfia (Eusebio de Cesare, HE V 17,3-4);
Priscilla y Maximina del movimiento montanista
(HE V16,9); la cita de Teonore y Mirte de Corinto
en Hch Pablo y Tecla, indica que el fenómeno de las
mujeres profetas siguió en Corinto.
Las mujeres profetas tenían una autoridad pues
eran mediadoras de una palabra de Dios para la
comunidad en el momento concreto; ellas sabían
ver los signos de los tiempos y discernir el camino
acorde al ser de Dios en Cristo.
2.- Segunda generación: cambia la situación,
cambian los problemas.
Entre el 70 y el 110 discurre la segunda generación.
Es cuando, tras la Guerra judía,; los discípulos y
testigos primeros van muriendo, se hace memoria
escrita de Jesús y de los primeros testigos (Pedro,
Pablo); a medida que avanza la generación y se acaba
el siglo, las comunidades van siendo conocidas en
su entorno pagano como algo peculiar y diferente
al judaísmo, y pierden el paraguas de una religión
antigua como era el judaísmo; las autoridades
romanas comienzan a vigilarles más estrechamente;
comienzan las acusaciones y las precauciones: hay
una dialéctica entre la adaptación y la resistencia que
muestra diferentes posiciones, según comunidades.
Un ejemplo de adaptación: los códigos domésticos
de Col 3,11 (ha desaparecido el par varón-mujer
;3,18-4,1 y Ef 5,21-6,9); 1 Pe2,12-14 (motivación
del código)2,18-3,7.
Es evidente que las casa cristianas son más
complejas y que su transcendencia política se ha
hecho evidente.
Un ejemplo de comunidad que mantiene una
praxis más contracultural: Mc con el discipulado
y el testimonio de las mujeres
3.- Finales de la segunda generación –
comienzos de la tercera (110-150): problemas
de autoridad y de dialéctica entre la identidad
y la adaptación.
A finales de siglo y el comienzo del siguiente en
el que comienza la tercera generación-, muere
la segunda generación: los discípulos de los
primeros testigos y aparece la conciencia de ser
otra generación, y el tema de la autoridad (¿quién
tiene autoridad para interpretar las tradiciones
recibidas?¿cómo se trasmite la autoridad de los
primeros discípulos para poder interpretar, dirimir,
gobernar las comunidades…?) Aparecen otras
autoridades (los padres apostólicos) muy influidos
por el entorno cultural del Imperio romano.
Hay una diversidad de cristianismos surgidos de la
adaptación de las tradiciones a diferentes contextos,
unas más acertadas que otras. Una diversidad que
parece amenazar con la desintegración. Comienza
un movimiento de cohesión, de definición de
identidad y con ello el proceso de definición de la
ortodoxia.
Comienza a acelerarse el proceso de
institucionalización (rutinización del carisma)
con su autodefinición normativa: definir el
fundamento de la autoridad, el “depósito de la
fe”, definición de los ministerios, mecanismos
35
sacramentales de comunión y de sucesión, se
definen comportamientos éticos…
Vamos a elegir el tema de la autoridad y los
ministerios que afecta de forma decisiva a las
mujeres
¿Qué se entendía por autoridad? Y de dónde
procedía
Decíamos que la auctoritas nace de ciertas cualidades
o atributos de las personas y pueden ser de diferente
cariz. En el caso de la auctoritas romana aparecía
un aspecto muy sugerente para nuestro tema
porque puede ayudarnos a entender las imágenes
y los esquemas mentales que compartían quienes
 apelaban a la autoridad de los apóstoles, y de María
Magdalena en concreto, tanto en aquellos primeros
momentos de la formación del cristianismo como
en los siglos posteriores. Según Hanna Arendt1, la
palabra y el concepto autorictas surge en el contexto
de la fundación de una ciudad cuyo carácter era
religioso, en el sentido literal de religación, en una
doble dirección: de los ciudadanos con la divinidad
que había elegido el lugar para fundar la ciudad, y de
ésta con la ciudad como lugar elegido para habitar.
Como se ha dicho auctoritas significa aumentar y
lo que aumentaban los que tenían autoridad era
la fundación. Los dotados de autoridad eran el
senado, los ancianos o los “patres” que la habían
36

obtenido por descendencia y por transmisión

(tradición) de los que habían puesto los cimientos
de todas las cosas futuras, los antepasados a quienes
los romanos llamaban los mayores. La autoridad
de los vivos era siempre derivada, dependiendo de
la autoridad de los fundadores que ya no estaban
entre los vivos, y tenía como misión aumentar la
fundación del inicio.
Si estos esquemas mentales estaban en boga, con
gran probabilidad pasarían a formar parte del
imaginario cristiano cuando la nueva fe se extendió

1
H. Arendt, “What Was Authority?”, pp.81-112, en
C.L. Friedrich (ed), Authority. Harvard University Press,
Cambridge, Mass. 1958.
por las ciudades del Imperio y sus teóricos fueron
varones formados en ellos; en este aspecto concreto
Agustín fue, más tarde, la figura decisiva2. Podemos
encontrar este imaginario en los escritos cristianos.
Sólo que ahora se hablará de la Jerusalén celestial
o de la Iglesia. Jesucristo, su muerte y resurrección
son vistos como la piedra angular de la fe y también
de una nueva fundación, la institución de la
Iglesia. Los primeros testigos de la vida, muerte
y resurrección de Jesús son situados en aquel
tiempo primordial y son vistos como los maiores
que pasan el testigo a los siguientes; los apóstoles
pasan a convertirse así en los “padres fundadores”
de la Iglesia, de quienes se entiende que deriva la
autoridad apostólica de los obispos posteriores que
conservan y pasan su testimonio, por medio de la
Tradición, de generación en generación.. En Ap
21,14 se denomina a los Doce como las doce piedras
fundantes de la Jerusalén mesiánica.
Surge rápidamente la pregunta sobre el papel que
el género juega en todo el proceso descrito. Los
primeros discípulos de Jesús se sintieron enviados
por el Resucitado, fueron apóstoles. Como hemos
visto en la primera generación, la autoridad
procedía de la labor que realizaban algunas mujeres
para la comunidad. Sin embargo, el concepto de
autoridad cambió a fines de la segunda generación.
2
H. Arendt, “What Was Authority?”, pg. 104.
Se hizo más romana y tuvo muchas consecuencias
para las mujeres, su posición y su liderazgo en las
comunidades.
¿Pero quiénes fueron los apóstoles, los “maiores”,
los “patres fundadores” que estaban en la fundación
del edificio para los cristianos líderes varones
de la tercera generación? ¿Qué se requería para
denominar a alguien apóstol? ¿Qué papel juega el
género en todo ello? La historia muestra que este
tema de la autoridad que se derivaba de la cualidad
de ser apóstol fue un tema muy controvertido a
fines de siglo y de la segunda generación y durante
la tercera.
37
Apóstol significa enviado y la autoridad de quienes
eran reconocidos como tales estaba en relación
con la fuente del envío. En los primeros momentos
del cristianismo, la mayoría de los apóstoles eran
enviados por las comunidades, pero había una serie
de figuras cuya autoridad apostólica procedía de su
relación con el mismo Jesús y con la experiencia
pascual del Resucitado, lo que daba una coloración
especial a su autoridad apostólica. Las disputas que
Pablo deja ver a lo largo de sus cartas y las diferencias
de criterios que existen en los escritos del N.T. nos
dejan ver que no estaba tan clara la forma en la que
se establecían los límites y las consecuencias de la
autoridad apostólica especial que surgía de estar en
los cimientos.
 Pablo, a mediados del s.I, en su disputa con los
super-apóstoles (2 Cor 11,1-12,18) subraya los
atributos del ser apóstol que son importantes para
él: enraizamiento en Israel, sufrimiento por Cristo
en la misión, visiones y revelaciones, visión del
Resucitado y realización e signos 3. Para Pablo el
sexo masculino no es una condición necesaria para
el reconocimiento de la autoridad apostólica en una
persona (cfr. Junia en Rm16,7).
Sin embargo, a fines del s.I, Lucas pone unos
requisitos un tanto distintos: haber estado con
Jesús desde el comienzo hasta la crucifixión, ser
testigo de su resurrección, y ser varón (Hch 1,21-
22). Como se puede ver, su concepto de apóstol y la
38
autoridad apostólica consecuente es más restrictivo.
Lucas lo reduce por época y por género, cuando
lo aplica sólo a los Doce –varones-, retrotrayendo
un título comunitario a tiempos de Jesús y de sus
primeros discípulos. Con ello deja fuera tanto a
Pablo como a las mujeres. Después, y por influencia
de ese pensamiento político romano, la Iglesia
desarrollaría la idea de la trasmisión de esa autoridad
apostólica en una cadena ininterrumpida desde
aquellos primeros Apóstoles –entendidos desde las
claves lucanas- a sus sucesores, representados en los
3
B. Chilton / J. Neussner, Types of Authority in
Formative Christianity and Judaism. Routledge, London
1999, pg 53.
obispos, en una idea muy afín a la de la fundación
interrumpida como dice Hanna Arendt4.
Lucas apunta también una de las razones que se
harán más evidentes en adelante: la opinión de
los de fuera. Cuando las mujeres discípulas van a
anunciar la revelación que han tenido de que Jesús
ha resucitado, los discípulos varones no les creen
porque lo que dicen les parecen cosas de locas
(Lc 24,11). Lucas pone a Pedro yendo al sepulcro
con el fin de corroborar lo que ellas han dicho y
es a él a quien el Resucitado se aparece en primer
lugar. Vemos aquí una dirección que será después
profundizada: negar la palabra a las mujeres para
enseñar, proclamar, anunciar, negarles la palabra
de autoridad que sin embargo habían tenido.
Aquella parece ahora, cosas de locas. Los esquemas
culturales más tradicionales comienzan a pesar.
Estas restricciones las comparten las cristianas con
su contemporáneas paganas. Es una época histórica
de restricción de posibilidades para las mujeres
en las que se intentó acabar con “la nueva mujer”
y volver a los modelos más tradicionales según los
ideales de los varones más conservadores.
4
H. Arendt, “What Was Authority?”, pg. 104.
Las Pastorales: una interpretación de la Tradición
paulina y de la autoridad de Pablo para legitimar
ciertos desarrollos e institucionalización de la
tradición
Se ve una mayor institucionalización: se
habla a los líderes de la comunidad.
Las casas ya no son grupos familiares
homogéneos sino iglesias con personas de
diferentes casas, donde hay ya funciones y
ministerios.
La concepción de la transmisión de la fe
es la de un deposito que ha de pasar sin
cambio de mano en mano.
Los códigos ya no son domésticos sino de
estado.
El papel de las mujeres está definido de
forma tradicional: como generadora de
prole y ama de casa. Se le impone silencio
en la Asamblea… Una línea que seguirán
escritos eclesiásticos posteriores que
trataban normativas comunitarias.
Posiciones diferentes y resistencias al
concepto de autoridad por transmisión
masculina y del liderazgo unido a él.
Esta reivindicación de un tipo de autoridad se
hizo fundamentándola en las autoridades de
los discípulos varones de primera hora, pero
invisibilizando a las mujeres. Sin embargo, hubo
grupos y escritos que reivindicaron la autoridad
basado en otros principios y apelaron a discípulos
de primera hora: María Magdalena como testigo
del Resucitado fue reivindicada como autoridad.
El evangelio de Juan es un ejemplo de resistencia
y de que la tradición contracultural de Jesús aún
sobrevivía en algunas comunidades. Es de notar
que el evangelio de Juan, de la misma época que las
Pastorales, entró en el Canon y tiene el puesto de
honor de los evangelios que son leídos de pie.
Por otra parte, se reivindicó otra tipo de autoridad
más carismática, basada en las revelaciones, y en
39
la autoridad que otorgaba el Espíritu: evangelio de
María (s.II). Personalmente opino que este evangelio
del s.II (mediados?) se puede ver este problema del
tipo de autoridad necesario para liderar y sostener
las comunidades. No es el género sino la capacidad
espiritual de la persona.
También hubo intentos de retomar la tradición
paulina de forma distinta a la que estaba siendo
mayoritaria (Pastorales): Hechos apócrifos de Pablo
y Tecla. Tertuliano habla de que el presbítero que lo
había escrito había sido destituido a pesar de que
dijo que lo había hecho por amor a Pablo. En Hechos
de Pablo y Tecla (s.II-III) se hace evidente que las
muejres buscan otros modos de vivir la fe distintos a
 los que proponen las Pastorales y buscan una mayor
autonomía y papel en las comunidades: bautizar,
predicar… que en el proceso de institucionalización
les estaba siendo negado.
Parece evidente que las mujeres apelaban a las
discípulas de primera hora porque, en los 2-3 siglos
siguientes algunos escritos y escritores eclesiásticos
las utilizaban para inculcar y legitimar las posiciones
de limitación de funciones comunitarias (Didaskalia
Apostolorum y las viudas; cánones eclesiásticos
Apóstoles y la cena del Señor…).
Esta primera es de fines del s.II o comienzos del
S.III.
40
Como las mujeres apóstoles no
creyeron a los ángeles, Cristo mismo
se les apareció de forma que las
mujeres fueron apóstoles de Cristo....
Cristo se mostró a los discípulos
varones y les dijo.... Fui yo quien me
aparecí a estas mujeres, y yo quien
las envió a vosotros como apóstoles
( Hipólito, De Cantico 24-26. CSCO
264, 43-49).
Esta otra es de del s.III
No está bien que las mujeres sean
maestras en lo que concierne al
nombre de Cristo y a la redención
de su pasión. Pues no habéis sido
designadas para ello, ¡oh mujeres y,
especialmente viudas, que os gustaría
enseñar pero que debéis rezar y
suplicar al Señor! Pues el Señor nos
mandó a los Doce a instruir al pueblo
y a los gentiles, y había con nosotros
mujeres discípulas: María Magdalena,
María la hija de Santiago y la otra
María, pero no les mandó a instruir
con nosotros. Pues si hubiera querido
que enseñaran les hubiera enviado
a dar instrucción... (Didascalia
Apostolorum 25 )
4.- La opinión pagana y el papel y lugar de las
mujeres en la comunidad cristiana.
Margaret McDonald tiene un estudio magnífico
en el que hace ver la importancia que la opinión
pagana sobre la comunidad tuvo en la limitación
de las funciones de autoridad de las mujeres en las
comunidades cristianas de los tres primeros siglos.
Había un honor personal y había un honor
comunitario que resultaba en respetabilidad. Si la
actitud y comportamiento de una mujer en público
podía dejar sin honor a su familia (padre-hermanos
o marido), porque no se adecuaba a los cánones
de una conducta honorable/pudorosa pedida a las
mujeres; lo mismo sucedía con un grupo (como
una familia ficticia o extensa): sus mujeres podían
acabar con el honor y respetabilidad grupal. Es lo
que apuntaba Celso y algún otro escritor romano.
La Iglesia que iba siendo cada vez más conocida,
escrutada y mirada con sospecha por el poder
romano, optó por acatar los esquemas y valores
culturales en cuanto al honor masculino y la
honor/pudor femenino, en lso que, por otra parte,
habían sido socializados muchos de los varones que
entraron a las comunidades en el s.II.
Si en la comunidad de Mateo (finales del s,I) vemos
aún una invitación a resistir ese modelo cultural del
honor, esto es imperceptible en la tercera y cuarta

41
generación.
Se suele decir que frente a ciertos grupos elitistas,
el cristianismo eligió abrirse a todas las gentes
y condiciones, pero también es cierto que eso
hizo marginar, junto a algunos excesos, muchas
intuiciones y anhelos, muchas propuestas
contraculturales que afectaban a las mujeres, a los
esclavos… y que han pervivido, de una u otra forma,
esperando el día en que las condiciones sociales
fueran menos adversas. Si la esclavitud, al menos
en su cara más grosera, ha sido ya deslegitimada,
la plena participación de la mujer, como adulta, en
la comunidad de bautizados aún sigue esperando, a
pesar de que hoy lo que escandaliza es precisamente
lo contrario de lo que escandalizaba en aquella
época.
 Rituales femeninos
María Helena Céspedes
y Equipo Bíblico “Shemá”
42
Compartimos cuatro rituales que pueden ser usados
para acompañar y ahondar el trabajo en grupos
con los textos anteriores. Los tres primeros son
de María Helena Céspedes y el cuarto del Equipo
Bíblico “Shemá”.
Ritual de acogida y
reconocimiento mutuo
Ambientación: En el centro, arreglo con paños-
velos, flores alrededor de las velas, papeles de colores
con nombres de las participantes, vasija con agua.
ENTRADA: Procurar circularidad, mirarse,
reconocerse, reencontrarse.
1. Leer poema “A todas las Mujeres”.
2. Respirar profundamente, conectarse consigo
mismas y con las otras, conectarnos con las
sabidurías acumuladas por todas las mujeres
presentes, reconociendo el camino que hacemos
entre todas. Reconociendo la urgencia de estos
procesos que devuelven la vida, la justicia y la
dignidad a las mujeres.
3. Nombrarnos: Quienes estén más cerca del centro
van leyendo los nombres escritos en los papelitos de
colores, damos gracias por todas y cada una.
4. Con la mano izquierda hacia arriba acogemos a
todas y cada una de las presentes, sus sabidurías,
sus saberes, sus liderazgos, reconocemos los
procesos hechos por muchas de las aquí presentes
43
y reconocemos que el derecho a la justicia para las
 mujeres será posible cuando la solidaridad frente a
las violencias que viven tantas mujeres sea la mayor
reivindicación frente a la violación de los derechos
de las mujeres.
5. Con la mano derecha extendida hacia abajo,
acogemos nuestro ser de mujeres habitantes de este
territorio, que compartimos una franja de tiempo
A todas las mujeres...
A todas las mujeres,
que descubran el pozo de su ser
más profundo.
44
Que traigan aguas de vida
como de una fuente.
Que se amiguen con su sombra.
Que tengan valentía y pasión para el viaje.
Que encuentren a todos sus hermanos y
hermanas
y que estamos dispuestas a seguir caminando
colectivamente para recuperar lo que la historia y la
cultura nos ha negado.
6. Cerramos este momento cantando nuestros
nombres, abrazándonos y acogiéndonos como
una nueva posibilidad colectiva que tejemos entre
nosotras las mujeres.
que sean madres, compañeras,
constructoras del mundo
y mujeres sabias.
Que aprendan a parir el futuro.
Que sus familias grandes o
pequeñas
las llamen benditas.
¡Que dancen con Dios-Diosa
dentro de ustedes!
Madonna Kolbenschlag
2. Ritual de acogida
Ambientación: Círculo de flores sobre paño, con
luces. Música de Bill Douglas.
1. Al entrar cada una escribe su nombre y lo pone
en el centro. Igualmente escribe el nombre de su
organización y lo pone en el centro.
2. Leer el poema de acogida, música
de fondo.
3. Hacer ejercicio de balanceo, de
pensar en su centro, presente en su
cuerpo, en cada una de las partes
de su cuerpo, con la conciencia
de mi respiración. Pensar una luz
blanca por dentro que nos llega de
la tierra y va subiendo a nuestro
cuerpo por nuestra vagina, luego
pasamos en esa luz por nuestro bajo
vientre, luego subimos esa luz hasta
nuestra cintura, sentimos como nos
llenamos de luz, luego la subimos
hasta el corazón, luego hasta nuestra
garganta. Nos ha inundado una
gran luz que nos da tranquilidad.
Con esa luz en nuestras pupilas
vamos abriendo lentamente los ojos
y los vamos a posar sobre nuestras
compañeras, las que nos encontramos aquí, vamos a
ir permitiendo que esa luz nos de fuerza y seguridad
colectiva. Nos de alegría de este encuentro de
mujeres populares diversas.
4. Cada una va a tomar un papel con un nombre,
del centro, al azar. Cuando todas ya han tomado un
nombre, en círculo vamos proclamando el nombre
que sacó y la otra persona se pone
en pie y nos cuenta de dónde viene
y que hace, y proclama el nombre
de la siguiente, así hasta terminar
todas.
5. Una vez presentadas todas,
45
nos tomamos de la mano y nos
acogemos unas a otras y vamos a
hacer el pacto de convalidar los
saberes que vamos a poner en
común, juntamos nuestras manos
para sentirlas apiñadas y sororas,
para hacer un gran centro de manos
de mujeres dispuestas a retejer
la razón de protagonizar, desde
nosotras las mujeres.
6. Nos despedimos amorosamente
acunándonos circularmente con
música de fondo: “El principio de
fertilidad” (Eternamente femenina)
 3. Encuentro mujeres y paz
Ambientación: Tener en el Centro: luces-velas, telas
coloridas, papeles de colores plumones… alguna
flor
1. A la entrada a cada mujer se le entrega un papel
que dice: Para llegar a la paz necesitamos…
2. Con música ambiental de fondo, en círculo cada
una va diciendo su nombre y va cogiendo de la
mano a la que sigue y así sucesivamente hasta que
al terminar la presentación todas estamos tomadas
de la mano.
3. Evocación de la lucha de las mujeres por la
46
paz: acogemos la memoria de las mujeres que en
diversos lugares del mundo están luchando por la
paz y el acceso a la justicia, por cerrar las puertas a
la impunidad, por desnaturalizar la violencia contra
las mujeres y por tener un poco de tranquilidad
para la vida, sin acosos ni peligros.
Prendemos una luz y traemos a la memoria a las
mujeres africanas, prendemos una luz y traemos a
la memoria a las mujeres asiáticas, prendemos una
luz y traemos a la memoria a las mujeres árabes,
prendemos una luz y traemos a las mujeres de todas
las islas del pacífico, aprendemos una luz y traemos
a la memoria a las mujeres americanas, prendemos
una luz y traemos a las mujeres latinoamericanas,
prendemos una luz y traemos a las mujeres
colombianas, negras, afros, raizales, indígenas,
mestizas, rom.
Prendemos una luz por nosotras y sentimos que
nuestros cuerpos de mujeres están aquí, con sus
nombres, sus dolores, sus luchas, sus búsquedas y
exigencias, amores y resistencias. Todas, las de aquí
y las de allá que buscamos un mundo sin violencias
y con paz. Alzamos las luces y nos retomamos de
las manos.
4. Cada una retoma el papel que ha escrito y lee lo
que escribió sobre la paz, los ponemos al lado de
las luces, es nuestra palabra y nuestra palabra es
sagrada.
5. Cerramos. Mientras escuchamos la canción
“Resistiendo” de Teresa Parodi, nos vamos
abrazando, en el ejercicio necesario de acogernos.
Ponemos nuestra cabeza en el hombro de la
compañera de la derecha y luego ponemos nuestra
cabeza en el hombro de la compañera de la izquierda.
Nos abrazamos por la cintura y mandamos nuestra
energía a todas y cada una de las mujeres que a lo
largo del país no quieren quedarse calladas frente
a todas las atrocidades que vivimos como sociedad
civil.
4. Ritual encuentro de los úteros
Equipo bíblico Shema
Material de apoyo: Colchonetas, cobijas, música,
equipo de sonido, poemas, agua, tierra, música,
velas
Ambientación: Se dispone de un espacio amplio,
se colocan colchonetas o cobijas en círculo junto
a cada persona, también una vela apagada, tierra
y agua para cada persona, se entregan
tres poemas a tres personas con
antelación.
o la persona que hizo de madre en la crianza, al
terminar todas las personas en coro repiten el
versículo bíblico.
2- ADENTRO: Memoria del útero, memoria
de alegría-acogida-protección: “apenas llegó a mis
oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo la criatura
en mi seno”. Símbolo: AGUA
Las personas se cubren con cobijas y se ponen
en posición fetal, hace memoria de momentos
de protección y alegría, una persona lee el
segundo poema, meditación-música,
para terminar en coro recitan de
memoria el versículo bíblico.

47
Momentos: 3- AFUERA: Memoria de la
1- AFUERA: luz, memoria de nuestros
Memoria de la madre nacimientos: “alaba mi alma
tierra, memoria de a Dios y se alegra mi espíritu
cada una de las madres: en Dios mi salvación”.
“bendita tu entre las Símbolo: LUZ
mujeres y bendito el
Las personas de ponen
fruto de tu vientre”.
Símbolo: TIERRA de pie y se descubren, con
agua limpian su rostro en
Las personas están de señal de nacimiento, mientras
pie en círculo. Toma tierra tanto otra persona lee el tercer
en sus manos, escuchan el poema, al terminar encienden una
primer poema, huele-besa la luz y exclaman el primer versículo del
tierra, la levanta en ofrenda, cada
magníficat, música, danza y abrazos.
persona pronuncia el nombre de la madre
 Poemas
Nostalgia del Utero
Mar,
nostalgia del útero,
amniótica memoria que muerde
las médulas heridas en el sueño,
que siega las amargas vértebras
cultivadas en el odio;
porque el mar es la nostalgia
48
de la sal materna
unciéndonos la noche,
el día,
las páginas perdidas que dictó esa voz
umbilical,
planetaria y placentaria,
universo de verbos antiquísimo;
nostalgia del útero la que nos devuelve
esta oscura sed de páginas,
este sueño que nos hunde en el espeso
corazón del mundo
y nos vuelve a regresar a madre,
a Madre universal pariendo al Hombre
—Eva entre infinitas lágrimas,
Eva entre lánguidas semillas de mar—
lanzándolo al olvido de Dios,
al eterno abismo de la más oscura sal,
a la madre escribiendo en nuestro
ombligo
nuestra absurda vocación de mar:
Balan Rodrigo Pérez Hernández. XXXII
Premio Nacional de Poesía San Román
2007. México
Volver al útero
Volver al útero,
flotar entre las aguas
de un saco amniótico
acunante y serenoso,
al compás de un palpitar
materno y melodioso.
Navegante firme y seguro
de la maravillosa oscuridad
en que reinan los sonidos
del amor y la quietud.
Disfrutar de la armonía,
disfrutar de la alegría,
disfrutar de las libertades
de profunda algarabía.
Volver al útero,
escuchando sinfonías
sibilantes y abrigadas
de fluidos nutricios,
al compás de un palpitar
materno y melodioso.
Felipe Antonio Santorelli
Ábrete sexo
Ábrete sexo
como una flor que accede,
descorre las aldabas de tu ermita,
deja escapar
hazte cascada,
olvida tu tristeza.
Deja partir al niño
que vive en tu entresueño.
Abre gallardamente
tus cálidas compuertas
a este copo de mieles,
a este animal que tiembla
como un jirón de viento,
a este fruto rugoso
que va a hundirse en la luz con
arrebato,
a buscar como un ciervo con los ojos

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al nadador transido, cerrados
desiste, no retengas los pezones del aire, los dos senos del
sus frágiles cabriolas, día.
ábrete con arrojo,
como un balcón que emerge Ana Istarú
y ostenta sobre el aire sus geranios.
Desenfunda,
oh poza de penumbra, tu misterio.
No detengas su viaje al navegante.
No importa que su adiós
te hiera como cierzo,
como rayo de hielo que en la pelvis
aloja sus astillas.
Ábrete sexo,
 Recursos
Reseñamos los siguientes materiales que pueden ser útiles para seguir profundizando en el tema.

1. BIBLIOGRAFIA

BAUTISTA, Esperanza. La mujer en la iglesia primitiva. Estella, Verbo Divino, 1993

BERNABE UBIETA, Carmen (ed.). Mujeres con autoridad en el cristianismo antiguo. Estella, Verbo
Divino, 2007
BERNABE UBIETA, Carmen. María Magdalena. Tradiciones en el cristianismo primitivo. Estella, Verbo
Divino, 1994
BERNABE UBIETA, Carmen. Entre la cocina y la plaza. Mujeres y espacios en el cristianismo primitivo.
50

Madrid, SM, 1997

ESTEVEZ, María Elisa. ¿Qué se sabe de las mujeres en los orígenes del cristianismo?. Estella, Verbo Divino,
2012
ESTEVEZ, María Elisa. “Las mujeres en los orígenes cristianos” en AGUIRRE, Rafael (ed.). Así empezó el
cristianismo. Estella, Verbo Divino, 2010
GOMEZ-ACEBO, Isabel (ed.). La mujer en los orígenes del cristianismo. Bilbao, Desclée de Brouwer, 2005
MACDONALD, Margaret. Las mujeres en el cristianismo primitivo y la opinión pagana. El poder de la
mujer histérica. Estella, Verbo Divino,
NAVIA VELASCO, Carmiña. Las mujeres en el cristianismo primitivo: el caso de Tecla. Cali, Grupo de
Espiritualidad María de Magdala, 2009
NAVIA VELASCO, Carmiña. El evangelio de María de Magdala. Presentación y estudio. Cali, Escuela
Bíblica Teológica María de Magdala, 2005
OSIEK, Carolyn, MACDONALD, Margaret, TULLOCH, Janet. El lugar de la mujer en iglesia primitiva.
Iglesias domésticas en los albores del cristianismo. Salamanca, Sígueme, 2007
OSIEK, Carolyn. Mujeres ordenadas en la iglesia primitiva. Estella, Verbo Divino, 2006
RICHTER REIMER, Ivoni. Vida de mulheres na sociedade e
na igreja: uma exegese
feminista de Atos dos Apóstolos. São Paulo, Paulinas, 1995
TUNC, Susan. También las mujeres seguían a Jesús. Santander,
Sal Terrae, 1999
SCHÜSSLER FIORENZA, E. En memoria de ella. Una
reconstrucción teológico-feminista de los orígenes del
cristianismo. Bilbao, Desclée de Brouwer, 1989

2. WEBGRAFIA

www.origenesdelcristianismo.com

51
http://www.womenpriests.org/

http://eukleria.wordpress.com/

evangelizadorasdelosapostoles.wordpress.com
 Anotaciones
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