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Parcial domiciliario – Pensamiento Argentino y Latinoamericano

Leandro Loggia
La revista Contorno surge en 1953 como representante de los malestares de un campo intelectual incipiente que se
proponía a sí mismo como agente modernizador del mundo cultural, académico y político-ideológico de la época.
Inmerso en una coyuntura donde no sólo las universidades se encontraban alejadas de los centros de debate intelectual
de la época, sino que la iglesia y el aparato estatal controlaban gran parte de la educación, la crítica a esa “mezcla
horripilante de niñez y mistificación” a la que Masotta alude 1 no sólo conformaba parte de los intelectuales de Sur -a los
que, como se verá mas adelante, Contorno se autodefinirá como su antítesis, su exacta inversión ideológica- sino que
también de esa “generación ausente”2 de izquierda, cuyo antiperonismo caería por sus propias contradicciones una vez
efectuado el golpe. Insertándose en el espacio cultural como la extensión extrauniversitaria de la revista Centro,
Contorno representa, en primer lugar, un primer “síntoma” de una incipiente radicalización de la intelectualidad
argentina definida desde una “nueva izquierda” a la que Carlos Mangone y Jorge Warley encuadran en los debates
historiográficos argentinos como un intento de “superación sobre la corriente liberal como sobre su negativo
fotográfico, el revisionismo histórico”. Cruzando nacionalismo con socialismo, esta generación “denuncialista”,
integrada por jóvenes en busca -luego de romper lazos militantes con el PS y el PC- de nuevas claves teóricas que den
cuenta de los fenómenos políticos y culturales de su época, muchos de ellos recién egresados de Filosofía y Letras (y,
por ello, sin antecedentes políticos relevantes) y miembros de la dirección del órgano gremial estudiantil de la facultad,
será definida no solo por una concientización de los problemas y los debates intelectuales contemporáneos sino por un
profundo resentimiento (ese “sabor amargo en la boca” al que Sebreli refiere) ante su pasado. Estos denuncialistas, en
sus primeros seis números (publicados entre 1953 y 1955), realizaran sus críticas a base de parricidios -criticas que se
dirigirán tanto a la derecha como a la izquierda del mundo intelectual previo- al interior de un intento de construir un
discurso político a partir de la literatura y la critica literaria. Este discurso ideológico, levemente camuflado tras la unión
política-literatura (debido al temor a la persecución y la tortura 3, derivados de su antiperonismo hacia 1953), no se
encontrará plenamente politizado hasta después del golpe de 1955. Hay que comprender, previamente a realizar nuestro
análisis, que esta generación surge insertada al interior de la formación de un mercado intelectual separado del aparato
estatal, adquiriendo así caracteres fuertemente antiperonistas. Es tal situación lo que condiciona ese arrepentimiento
típico de los números 7/8 de Contorno (como se lo vera mas adelante), cuando toda la naturaleza de esa Revolución
Libertadora a la que apoyaron desde sus imaginarios juveniles de izquierda4 se reveló sin hacerse esperar demasiado,
tornando urgente entonces un “Examen de conciencia” que demuestre los errores y contradicciones intrínsecas a la
izquierda tradicional argentina a la que hasta ese momento habían pertenecido.
El presente trabajo estará enfocado en el análisis de esas representaciones del peronismo tras el golpe del '55, así como
la autopercepción del intelectual frente a ese pasado cargado de polémica e incertidumbre, contenidos en los números
7/8 de Contorno.
En primer lugar, hay que destacar que los números 7/8 representan un viraje intelectual al interior de la revista: si en los
primeros números (1953-1955) primaba un análisis ideológico desde la critica literaria, en los 7/8 veremos una clara
oscilación entre el campo intelectual y el político, donde el núcleo interpretativo girara en torno a: 1) La
autorepresentación del intelectual y su relación con un pasado del que se arrepiente no haber aprovechado (como se
verá en el articulo de Editorial y el de Troiani). 2) Revisión crítica sobre la izquierda y sus relaciones con las clases a las
que niega (como se observa en el articulo de Troiani, y aun mas ampliado, en el de Ismael Viñas). 3) Rechazo al
antiperonismo y, en especial, a los intelectuales de la revista Sur. 4) Intentos de dar al peronismo una inteligibilidad
interpretativa -ya sea filiándolo al fascismo o no- (como se ve en los artículos de Donghi o Sebreli). Hay que destacar
que estos puntos se los enumera de forma separada para facilitar su estudio, pero, como puede verse, refieren a un único
centro en común, que es lo que define a todo este periodo pre-frondizista de Contorno: concebir al peronismo y a su
relación con el mundo intelectual no ya como dos entidades aisladas (donde los intelectuales representarían “islotes de
modernidad” individuales, opuestos a esa tiránica demagogia que oblitera su capacidad expresiva) sino como una
totalidad catalizadora, inmanente, necesaria y teleológica 5 donde el intelectual no puede mas que obrar insertándose en
una situación donde tanto sus palabras como sus silencios comportan un compromiso y una posición respecto de la
realidad6.
Concibiendo así la labor intelectual, el golpe del '55 y el consecuente derrocamiento de Perón no hace mas que
despertar una autocrítica que muchas veces funciona como preludio de una reinterpretación del peronismo. Esto ya se lo
puede observar en la nota de Editorial: proponiendo ser “peronistas de hoy”, habla de realidades sociales complejas e
1 Masotta, Oscar. (1956). Sur o el antiperonismo colonialista. Contorno, n. 7/8 pág. 44.
2 Troiani, Osiris. (1956). Examen de conciencia. Contorno, pág. 9. “Somos lo que: a) no pudimos aceptar la mistificación peronista; ni b) la
restauración oligárquica, su única alternativa; y que c) fuimos incapaces de organizar una oposición revolucionaria”
3 Véase Viñas, Ismael (1956). Miedos, complejos y malosentendidos. Contorno, n, 7/8 pág. 14.
4 “En 1955 nos esforzábamos aún por imaginar un programa nacional y popular que hubiera sido bueno, quizá, para la Argentina de 1948”
Troiani, Osiris. (1956). Examen de conciencia. Contorno, n. 7/8 pág. 10.
5 “Por otra parte, creemos, en contra del modo general de interpretar política de las derechas, que la historia tiene sentido. (…) Si la historia tiene
sentido, si de alguna manera se puede hablar del sentido de la historia, no se puede hacer de un hombre el productor absoluto de ese sentido sin
caer en el absurdo. (…) es necesario que la historia tenga sentido para poder imaginar la posibilidad de actuar en ella” Masotta, Oscar. (1956).
Sur o el antiperonismo colonialista. Contorno. 7/8, pág. 42.
6 Si bien no es aquí nuestro objetivo analizar la influencia sartreana sobre la concepción y la figura del intelectual comprometido en Contorno, es
menester señalarla. Las bases teóricas de esta revista están contenidas en ¿Que es la literatura? y Saint Genet. Asimismo parece imitar el
compromiso de la revista francesa Les Temps Modernes.
ininteligibles para los intelectuales de 1953 “moviéndose” por debajo del esquema político, al mismo tiempo que
determina, con el fin de contradecir con todas las criticas al peronismo, que “aquello que a los intelectuales les fue
vedado por la dictadura nunca tuvo un carácter fatalmente problemático”. Luego, la critica se agudiza un tanto mas:
“Los intelectuales argentinos en su casi totalidad preferimos disfrazar nuestra inepcia con resignadas y lamentosas
imputaciones a un sistema que no nos respetaba ni nos admitía”. De lo que se trata es, pues, de problematizar el
peronismo desprendiéndose de “todas las expresiones que pretendían esquematizar y reducir nuestras convulsiones a
perfiles de un simplismo interesado e históricamente desvirtuado a cada rato” 7. Troiani, siguiendo esta linea, definirá su
generación, con una profunda culpabilidad8, como una “generación ausente” y verá en la caída de Perón un fenómeno
que obligó a los intelectuales a verse a sí mismos en sus propias contradicciones así como en la horrorosa identificación
con sectores sociales a los que siempre se había opuesto. Esta misma culpabilidad será desarrollada por Ismael Viñas,
definiendo a las izquierdas nacionales como solteronas que miran con recelo las masas en otros países, llegando a la
misma identidad a la que Troiani había llegado: “La confusión es tanta en materia de ideas que liberales y antiliberales
han opinado lo mismo de las mismas cosas por razones diferentes”. El centro de la reinterpretación del peronismo se
sigue lógicamente a partir de los argumentos anteriores: si el antiperonismo de la izquierda ha contribuido a hacerla afín
a intereses que le son adversos, entonces eso sucede porque hubo -hasta ese momento- un frente común de oposición en
el mundo intelectual, porque la relación intelectual-politica-compromiso aun no se daba sino en el mero clamor por
libertades que la “tiranía peronista” había despojado o limitado. Claro está: había una comunidad de valores al interior
del campo intelectual que asimismo condicionaba tanto su relación con el aparato estatal como con las masas,
conformando así esa “ideología de artista” que ya tenia sus remanentes desde las generaciones intelectuales del primer
centenario. Si el desprecio a las masas (ante la soltería de las izquierdas) fue uno de esos principios ideológicos en
común que unieron esa dicotomía de “barbarie y decadencia”, y, al mismo tiempo, tenemos que, por el contrario, “las
revoluciones que no se hacen con el pueblo no son revoluciones”, entonces la clave para inteligir al peronismo y
captarlo desde la izquierda esta relacionado con una intrínseca concepción de la historia, la política y las masas. Masotta
será quien mejor explicite este punto: “Perón no explica ni determina los diez años de peronismo que hemos vivido.
(….). No se trata de discutir si Perón era un payaso o no. Se trata de discutir las condiciones que hicieron posible que un
payaso nos gobernara durante diez años, que esa “illusion comique” pudiera convertirse en la esperanza del
proletariado argentino”9. Así, pues, Perón, en tanto líder de masas, encarna un significante social extrínseco a si mismo:
Perón, lejos de pertenecer a si mismo, es producto simbólico e histórico de las aspiraciones liberadoras de las clases
oprimidas. “Perón no invento el peronismo; por el contrario, puede decirse que ese conjunto de condiciones políticas,
económicas y sociales que es el peronismo lo invento a Perón, encontró en el una forma de expresión y un nombre, que
podría haber sido cualquier otro” 10. Por ello, como dice Ismael Viñas, Perón, lejos de inventar el peronismo, tuvo la
inteligencia de explotarlo, pues supo captar el sentido revolucionario activo de las masas argentinas y llevarlo a
símbolo11. Será esta concepción del peronismo la que definirá la adhesión de Contorno al frondizismo, sobre todo
porque veía en Frondizi las posibilidades de lograr una profundización de las conquistas sociales del peronismo,
captando las masas al interior de una estructura que lo supere. Así, pues, frente a la solidificación de tales posiciones
respecto del peronismo, los intelectuales de Contorno rechazaran rotundamente el antiperonismo. El articulo de Masotta
-“Sur o el antiperonismo colonialista”- procede criticando el primer articulo de Victoria Ocampo en el numero 237 de la
revista Sur (fíjese que, tras el golpe, la nota de Editorial de esta revista se titulará, muy coherentemente, “Por una
reconstrucción nacional”), donde ataca allí la complicidad intelectual con la Revolucion Libertadora, el espiritualismo
de sus argumentos -anclados en una noción de Verdad abstracta que no hace más que reflejar inversamente sus intereses
de clase-, el colonialismo inscripto en tales actitudes elitistas, el intento de atomización del movimiento obrero por parte
de las elites dirigentes y la denuncia de un claro alineamiento para con las políticas imperiales de EE.UU. Esto se puede
ver con claridad asimismo tanto en el artículo de Troiani como de Ismael Viñas: el señalamiento de la presencia de una
caterva de intelectuales que, pretendiendo escribir o protestar sobre la libertad, se prestan “al servicio de los nuevos
amos”. Escribir en Sur era apoyarse en una tradición, en una forma espiritual ya heredada del pasado, mientras que
escribir en Contorno era no sólo comprometerse, sino principalmente negar: negar la propia clase social a la que
proceden, desarmar los lugares comunes de los intelectuales “pro-imperialistas” y proceder a ejercer una autocrítica que
les permita reconstruir una nueva autoimagen que se adecue a sus exigencias del momento, todo esto realizado no ya
“desde las alturas” de una torre de marfil del intelectual, sino que desde el posicionamiento que permite apercibir al
experimentador como parte del sistema experimental. Es decir, no solo aceptar que “toda experiencia concreta envuelve
a sujeto y objeto” sino que resignarse a ver insatisfecha nuestra esperanza de verdad absoluta. Con matices irónicos,
Masotta dice: “'En la cárcel, uno tenia por lo menos la satisfaccion de sentir que al fin tocaba fondo, vivía en la realidad.
La cosa se había materializado. Esa fue mi primera reacción: ya estoy fuera de la zona de falsa libertad; ya estoy al
menos con una verdad...' escribe Victoria Ocampo. ¿No será tal vez que hoy esté ella en la “zona de falsa libertad y otra
gente “en la realidad”?”12. Nótese que todas estas criticas al antiperonismo no hacen mas que cumplir el rol
metodológico de definir el objeto de estudio -el peronismo- rodeándolo y nunca enunciándolo directamente sino a

7 Editorial. (1956). Peronismo...¿Y lo otro?. Contorno. 7/8, pág. 8.


8 El articulo de Troiani Examen de conciencia es un articulo cargado de culpabilidad y arrepentimiento. “A la caída de Perón hemos sentido que
salíamos de un túnel. Esa sensación de alivio era pecado porque nosotros habíamos dejado atrás el túnel, pero el país no”
9 Masotta, Oscar. (1956). Sur o el antiperonismo colonialista. Contorno. 7/8, pág. 42.
10 Sebreli, Juan José. (1956). Aventura y revolucion peronista: testimonio. Contorno, pág. 47.
11 Viñas, Ismael. (1956). Miedos, complejos y malosentendidos. Contorno, 7/8 pág. 15.
12 Masotta, Oscar. (1956). Sur o el antiperonismo colonialista. Contorno. 7/8, pág. 45.
través de tales críticas, ubicándose Contorno como la antítesis ideológica de Sur. Así sucede con los artículos de
Troiani, Viñas y Masotta. Como vemos, las representaciones del peronismo al interior de esta revista refieren a núcleos
temáticos en común (ya explicitados), aunque desde perspectivas metodológicas distintas. Los únicos dos artículos que,
podríamos decir, tienen como objetivo inteligir el peronismo presentando su posición interpretativa respecto de éste (y
no tanto anclándose en los debates intelectuales, como sucede con Masotta) son el de Donghi y el de Sebreli, al que
pueden analizarse contraponiéndolos. Mientras que Donghi intenta, con todos los recaudos de un historiador riguroso,
filiar el peronismo no con una forma de fascismo sino con el “resultado de una tentativa de reforma fascista de la vida
politica argentina”13, Sebreli separará ambos conceptos refiriendo a diferencias coyunturales y características: “Las
diferencias o similitudes entre dos tipos de política no están determinadas por su mayor o menor inclinación hacia las
formas democráticas o totalitarias, sino por su relación con las tres clases sociales: burguesía, clase media y
proletariado, y esa relación separa mas aun al peronismo del fascismo” 14. Asimismo, la disonancia de Donghi con
respecto a toda la linea interpretativa de este numero de Contorno define una posición antiperonista con algunas
hipótesis algo extremas: focalizándose en la disipación de la angustia del obrero peronista, mediante las dádivas que la
burguesía le proporciona a fin de controlar su potencial disruptivo, recuerda a Rosa Luxemburgo al decir que deberían
suprimirse todos los beneficios a la clase obrera con tal que la revolución se acelere. Es aquí, pues, donde los demás
intelectuales de Contorno atacan: separarse de las masas, hacer de ella un sujeto abstracto del cual se pueda predicar en
tercera persona, erigir al intelectual como una figura mesiánica, vanguardista, pedagógica (no hay que olvidar el
rechazo de Masotta a ese paternalismo pequeño-burgués, tanto de izquierda como de derecha, de “educar a las masas”),
casi platónica (los “gritos y rezos” de Victoria Ocampo, así como su reivindicación a una Verdad espiritual por encima
de las contingencias mundanas, parece recoger ciertas reminiscencias de una autorepresentación narcisista platónica del
intelectual, por fuera de la caverna, y contemplando en silencio revelaciones morales y estéticas universales) no puede
mas que hermanar posiciones que desde un principio se plantearon de izquierda con la misma burguesía a la que se
oponen, contradicción que se materializa con el golpe de 1955. Marcela Croce dice al respecto algo interesante: “la
única comunidad con el proletariado es la confianza en la revolución como modo de liquidar a la burguesía: así, los
proletarios dejarían de ser los dominados y los intelectuales de izquierda perderían su ambigüedad” 15. La simpatía de
esos intelectuales de izquierda con los intereses de la clase obrera no estaría dado por un genuino voluntarismo de
emancipar el sometimiento, sino que estaría impulsado por un previo sentimiento de culpabilidad de un burgués que
lucha por perseguir la pureza moral de la que carece, dadas sus convicciones y su origen de clase, netamente
antagónicos. La reinterpretación del peronismo del que nos hemos ocupado reside precisamente aquí: en reconfigurar la
relación del intelectual con su situación, comprendiendo que, si es posible concebir una ideología de “nueva izquierda”,
no debe ésta separarse de los intereses materiales de las masas, sino acompañar a sus propias tendencias de
emancipación. La nueva sustancia de la historia (para expresarlo en los términos hegeliano-marxistas de la época) está
en las masas desposeídas, en los descamisados, en los incontables olvidados. Frente a tales fuerzas disruptivas, se erige
una nueva forma de concebir politica, de interpretar el pasado, de posicionar al individuo respecto de lo social. Poco a
poco, esto llevará a una plena politización del campo intelectual con la publicación de Cuadernos de Contorno, donde
se ve en Frondizi y el proyecto de la U.C.R.I hacia 1957 una forma de asimilar los aportes sociales del peronismo en el
seno de una democracia burguesa. Es decir, concebir al frondizismo como una forma histórica superadora del
peronismo, como una instancia necesaria y teleológica para el desenvolvimiento de ese “sentido de la historia”.
Sin embargo, no es nuestro objeto aquí definir esa última etapa de Contorno, que, tras el fenómeno de la “traición de
los hombres honestos” -la traicion Frondizi-, marcará el fin de la revista y un consecuente repliegue del campo
intelectual. Lo que hemos intentado delinear en el presente trabajo fue la representación del peronismo inmediatamente
después del golpe de 1955, que no tardó demasiado en demostrarles a esos jóvenes denuncialistas que era menester, ante
todo, un “examen de conciencia” y un replanteamiento hacia el seno de la propia izquierda nacional. La ridiculez, la
autoironía cruzado con un profundo dolor, la urgencia de revisar lo que hasta entonces se creía solido, se encuentra bien
explicito en el articulo de Troiani: “Si, ya era tarde. Después de junio, cuando se preparó la cancha para la final, me
eché a la calle a pedir que se aceptase la pacificación: se me reían en la cara. Los hombres de orden no podían volver
sino a bombazos. Nada debía salvarse de lo que fue nuestra vida durante diez años. Había que hacer tabla rasa, dijeron
los hombres sabios, los prudentes, los socráticos. Había que ponerles la bota encima a los cabecitas negras, dijeron los
civiles”16. Así, pues, entendida una vez esa curiosa “función especular” de la Revolución Libertadora (en tanto cumple
el rol de reflejar el mundo intelectual en sus propias contradicciones de clase), los jóvenes de Contorno verán la
posibilidad de adscribirse en tanto ideólogos de una novedosa izquierda cuya base teórica residirá en la reinterpretación
del peronismo desde un “peronista de hoy”. En suma, esta batalla por la apropiación del significado del peronismo
estará apoyada sobre dos grandes premisas: 1) Esta interpretación no surge solo para reivindicar el pasado sino para que
resulte instrumentalmente funcional al proyecto de superación (que sera puesto en el frondizismo), y 2) Esta
interpretación comporta un abandono parcial de las funciones abstractas del intelectual para reivindicar una praxis
política que se arraigue en el pasado y la historia. De alli se desprenden todas todas las interpretaciones respecto del
fenómeno de masas y la política, ya analizado previamente. Contorno, pues, desde el momento en que se dedica a
exhibir el reflejo de la izquierda intelectual, ya está comprometiéndose a toda una relectura histórica que permita
reubicar el mundo intelectual en función de las nuevas necesidades sociales hacia 1955.
13 Donghi, Halperín. (1956). Del Fascismo al Peronismo. Contorno, 7/8 pág. 15.
14 Sebreli, Juan José. (1956). Aventura y revolución peronista: testimonio. Contorno, 7/8 pág. 47.
15 Croce, Marcela (1996). Contorno: izquierda y proyecto cultural. Buenos Aires: Colihue, pág. 119.
16 Troiani, Osiris. (1956). Examen de conciencia. Contorno, 7/8 pág. 10.

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