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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA.


ALDEA UNIVERSITARIA “HERÒES DE CANAIMA 4F”.
ESTUDIOS JURIDICOS.

EL RÉGIMEN DE NACIONALIDAD Y EXTRANJERÍA

Y SUS IMPLICACIONES EN EL DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO.

Profesor: Oscar Ochoa

Triunfador: Oswaldo Madera

Cédula: 12.930.220

Naguanagua, 30 de Diciembre de 2021


INTRODUCCION

En las constantes luchas del hombre por su sobrevivencia, ha buscado


cambios en la sociedad que mejoren las relaciones, consiguiéndose diferentes
posturas del pensamiento, que generan conflictos tanto nacional como
internacional, ya que en esa lucha por la mejoras de vida, han existido
desplazamientos y movilizaciones de personas de un país a otro.
En este sentido, en todos los Estados existe un control de entrada y salida
de los extranjeros, para el registro de su situación legal, para conocer su sitio
de origen, osea su nacionalidad, y así aplicar los derechos y deberes que tiene
como extranjero en ese otro país

Para profundizar más sobre el tema en el presente trabajo se investigara El


régimen de nacionalidad y extranjería y sus implicaciones en el derecho
internacional privado. Las relaciones sociales internacionales y sus
implicaciones en los particulares. Los conflictos sociales y bélicos.
Consecuencias en materia de derecho internacional privado.
1.-EL RÉGIMEN DE NACIONALIDAD Y EXTRANJERÍA Y SUS
IMPLICACIONES EN EL DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO.

La nacionalidad es la unión jurídica de un individuo con un Estado, lo que


supone ciertos derechos pero también una serie de obligaciones entre las
partes. La nacionalidad también se define como la pertenencia de un individuo
a un ordenamiento jurídico concreto.

Extranjería es la cualidad y condición de extranjero; que implica no estar


sujeto a ciertas obligaciones y derechos comunes a los nacionales de un
Estado. La definición, delimitación y análisis de la condición de extranjería es
tan antigua como la propia civilización y la fijación de la comunidad política
como un cuerpo en cuyo seno se aplican tales derechos y obligaciones.

CRITERIOS DETERMINANTES DE LA NACIONALIDAD

Existen dos criterios para determinar la nacionalidad, de acuerdo al derecho


que se tiene por nacer en un determinado país o por los lazos de
consanguinidad.

"Jus" llamase así, en la antigua Roma, al derecho creado por los hombres,
en oposición al Fas o derecho Sagrado.

"Jus Soli" Es el Derecho del suelo en que se nace. La nacionalidad y el


Derecho de una persona se rigen por la legislación del país donde ha nacido.
Sin perjuicio del derecho de opción de nacionalidad que puede corresponderle
al llegar a una determinada edad. En consecuencia es nacional de un estado
quien nace en el Territorio del estado y por consiguiente igualmente quien nace
en buques o aeronaves del Pabellón del Estado, fuere del espacio marítimo,
aéreo o terrestre de otro Estado, en virtud al principio o ficción de la
extraterritorialidad.

Jus Soli Absoluto. Es el criterio de imponer la nacionalidad automáticamente


y sin excepción a quienes nazcan en su territorio, no toma en cuenta los
vínculos de sangre.

Jus Soli Restringido. Impone la nacionalidad a quienes nacen en territorio de


un estado, pero previo a algunos requisitos como sería residencia,
manifestación de voluntad expresa, optar por la nacionalidad del Estado o por
la extranjera de sus padres al cumplir la mayoría de edad. Algunos países han
establecido en sus legislaciones excepciones en relación a la atribución de jus
soli con respecto de la nacionalidad de hijos extranjeros de diplomáticos, que
no están residenciados o domiciliados en el Estado, hijos que automáticamente
no gozan de la nacionalidad a menos que al llegar a la mayoría se acojan a la
nacionalidad del lugar de su nacimiento.

"Jus Sanguinis" Es el derecho de la sangre, por tanto que esta expresión


latina da a entender que la nacionalidad y los derechos de una persona se
rigen por la legislación de su patria familiar de origen, es decir, por la sangre
aun cuando ésta no sea originaria. En este sentido los hijos que nacen en el
extranjero mantiene la nacionalidad de sus padres; esto sin perjuicio del
Derecho de opción de otra nacionalidad, que pueda corresponderle al llegar a
una determinada edad.

Proviene de la antigua Roma, donde eran ciudadanos romanos los hijos de


padres romanos. Los países del Continente Europeo lo introdujeron en el
Código de Napoleón, siempre bajo la idea que el hijo de un nacional debía
estar bajo el dominio perpetuo y exclusivo del Estado. Las legislaciones
modernas, confieren la nacionalidad al hijo aunque ambos padres o uno de
ellos goce la nacionalidad originaria o adquirida.

CRITERIOS DETERMINANTES DE LA NACIONALIDAD EN VENEZUELA.

En la Constitución de 1811, no se hizo mención a la nacionalidad; en 1819,


se establece el jus soli; la Constitución de 1821 establecía, que se
consideraban colombianos los nacidos en el territorio, y sus hijos; los radicados
en ella para el momento de la Revolución si permanecen fieles a la causa de la
Independencia y a los extranjeros que adquieren Carta de Naturaleza; la
Constitución de 1830, consideró a los venezolanos por nacimiento y por
naturalización. Los primeros lo son por haber nacido en el territorio nacional o
por ser hijos de padre y madre venezolano, nacido en cualquier parte del
territorio de la República de Colombia.
Lo son por nacimiento los que para el 19 de abril de 1810 se encontraban
en el territorio de la República, habiendo permanecido fieles a la causa
emancipadora; los hijos de venezolanos nacidos fuera del territorio cuando
regresando a él manifiestan su voluntad de ser venezolanos, los que adquieren
carta de naturaleza de acuerdo a la ley.

También los nativos de Nueva Granda y ecuador que se domicilien en el


país, y los extranjeros que hayan prestado servicio a la causa de la
independencia; la Constitución de 1857, estableció el jus sanguinis de manera
excepcional para los nacidos en el territorio extranjero de padres venezolanos
ausentes en servicio o por causa de la República; la Constitución del 1858,
consideraba venezolanos a los hijos de padres o madre venezolanos, nacidos
en territorio de Colombia y a los padres de venezolanos, nacidos en cualquier
país extranjero.

TIPOS DE NACIONALIDAD

Nacionalidad Originaria

Es la nacionalidad que se produce en razón del nacimiento de una persona,


que da origen a múltiples consecuencias jurídicas, vinculadas por supuesto al
lugar "jus soli" y al "jus sanguinis".

En la exposición de motivos de nuestra Constitución establece. "En esta


materia destaca que siendo la nacionalidad venezolana por nacimiento un
derecho inherente a la persona humana, no podrá privarse de ella a quienes
conforme a la Constitución, cumplieren los requisitos para obtenerla"…

El artículo 32 C.R.B.V. Establece los supuestos de venezolanos por


nacimiento, lo que implica la nacionalidad venezolana originaria de la siguiente
forma.

1. Toda persona nacida en territorio de la República. (Criterio del jus soli


absoluto)

2. Toda persona nacida en territorio extranjero, hijo o hija de padre venezolano


y madre venezolana por nacimiento. (Criterio del jus sanguinis absoluto)
3. Toda persona nacida en territorio extranjero, hijo o hija de padre venezolano
por nacimiento o madre venezolana por nacimiento, siempre que establezcan
su residencia en el territorio de la República o declaren su voluntad de
acogerse a la nacionalidad venezolana. (Criterio del jus sanguinis relativo)

4. Toda persona nacida en territorio extranjero de padre venezolano por


naturalización o madre venezolana por naturalización siempre que antes de
cumplir dieciocho años de edad, establezca su residencia en el territorio de la
República y antes de cumplir veinticinco años de edad declare su voluntad de
acogerse a la nacionalidad venezolana. (Criterio del jus sanguinis relativo).

En cuanto a los hijos de padre o madre venezolano por nacimiento o


naturalización nacidos en territorio extranjero, el artículo 10 de la Ley de
Nacionalidad y Ciudadanía dispone que la declaración de voluntad de acogerse
a la nacionalidad venezolana que deben formular, la deben hacer conforme con
lo dispuesto en el reglamento de la Ley, la cual se debe inscribir en el Registro
Civil de la jurisdicción del último domicilio de sus padres en el territorio de la
República.

En relación con el concepto de residencia que se utiliza en la norma, el


artículo 48 de la LNC lo define como "la estadía de una persona que se ha
establecido en el territorio de la República, con ánimo de permanecer en él.

Nacionalidad Adquirida

El artículo 33 de la C.R.B.V establece quienes son los venezolanos por


naturalización, de la manera siguiente:

1. Los extranjeros o extranjeras que obtengan carta de naturaleza.

2. El tiempo de residencia se reducirá a cinco años en el caso de aquellos y


aquellas que tuvieren la nacionalidad originaria de España, Portugal, Italia,
países latinoamericanos y del Caribe.

3. Los extranjeros o extranjeras que contraigan matrimonio con venezolano o


venezolana.
4. Los extranjeros o extranjeras menores de edad para la fecha de la
nacionalización del padre o de la madre que ejerza sobre ellos la patria
potestad.

Para obtener la carta de naturaleza se deben cumplir entre otros con los
siguientes requisitos:

1. Tener pasaporte vigente.

2. Hacer la manifestación de voluntad solicitando la naturalización.

3. Tener cédula de identidad venezolana vigente.

4. Tener constancia de domicilio en el País.

5. Estar residenciado en el País por más de diez años.

6. Tener constancia de buena conducta expedida por dos personas de


honorabilidad.

7. Tener certificación de antecedentes Policiales expedida por las autoridades


del País.

8. Constancia de trabajo.

9. Constancia de ejercicio de acciones lícitas en el País, comprobando que


goza de medios de vivir modestamente.

En resumen debe reunir condiciones morales, de salud, de profesión o


trabajo honesto y de permanencia.

PÉRDIDA Y RECUPERACIÓN DE LA NACIONALIDAD

Pérdida de la nacionalidad

Pérdida de la nacionalidad originaria: se produce por la efectiva adquisición


de una nacionalidad extranjera teniendo ello efecto fundamental, en virtud de la
voluntad del sujeto.

Pérdida de la nacionalidad adquirida: se produce cuando un individuo


adquiere una nueva nacionalidad, en renuncia de otra nacionalidad adquirida,
que antes tenía. Depende de la voluntad del sujeto y el acto de soberanía del
Estado que la concede, sin la previa autorización del país que abandona.
También surge por la opción entre dos nacionalidades, como es el caso de
escoger entre la del lugar del nacimiento o la de sus padres. Se pierde por
revocación del Estado que concedió la nacionalidad a una persona. En algunos
Estados la mujer perdía su nacionalidad al casarse con un extranjero, criterio
éste modificado en legislaciones contemporáneas, por cuanto se admite el
predominio de la voluntad de la mujer a conservar su propia nacionalidad.

En nuestra legislación Venezolana el artículo 34 C.R.B.V.; establece el


principio de la doble nacionalidad al establecer que "La nacionalidad
venezolana no se pierde al optar o adquirir otra nacionalidad". Al igual que para
el Estado venezolano otorgue carta de naturaleza a un extranjero, no puede
exigirse que renuncie a su nacionalidad de origen.

El artículo 35 C.R.B.V, establece: Los venezolanos y venezolanas por


nacimiento no podrán ser privados o privadas de su nacionalidad". Por tanto no
puede el Estado revocar la nacionalidad a venezolanos por nacimiento.

En cuanto a la nacionalidad venezolana por naturalización, dice el mismo


artículo, que sí puede ser revocada, pero solo mediante sentencia judicial, de
acuerdo a la Ley, excluyéndose así la revocación de una Carta de
Naturalización por un acto administrativo o de Gobierno, quedando única y
exclusivamente, esta potestad al poder Judicial.

También de acuerdo al artículo 36 C.R.B.V. "Se puede renunciar a la


nacionalidad venezolana", tanto por nacimiento, como por naturalización.

De acuerdo a la Ley de Naturalización los venezolanos por naturalización


pueden perderla, cuando entre otras causas, en el exterior sirvan contra
Venezuela; si efectúan actos contrarios a la integridad de la Nación, si incitan al
menosprecio o desacato de las instituciones y las leyes; cuando la nacionalidad
fue adquirida mediante fraude.

RÉGIMEN LEGAL DE LA NACIONALIDAD.


El régimen legal de la nacionalidad debe regularse en una legislación
especial, conforme a las normas sustantivas y procesales relacionadas con la
adquisición, opción, renuncia y recuperación de la nacionalidad venezolana, así
como la revocación de la naturalización (art. 38 C.R.B.V). La disposición
transitoria segunda de nuestra Constitución establece: " Mientras se dicta la ley
prevista en el Artículo 38 de esta Constitución, sobre adquisición, opción,
renuncia y recuperación de la nacionalidad, se considerarán con domicilio en
Venezuela los extranjeros o extranjeras que habiendo ingresado y permanecido
legalmente en el territorio nacional, hayan declarado su intención de fijar
domicilio en el país, tenga medios lícitos de vida y hayan residido en Venezuela
ininterrumpidamente durante dos años.

Por residencia se entenderá la estadía en el país con ánimo de permanecer


en él. Las declaraciones de voluntad previstas en los artículos 32, 33 y 36 de
esta Constitución se harán en forma auténtica por la persona interesada
cuando sea mayor de edad, o por su representante legal, sino ha cumplido
veintiún años".

Además puede ser objeto de Tratados Internacionales donde el Estado


promoverá la Celebración de los mismos en materia de nacionalidad,
especialmente con los Estados fronterizos y, en general, con latinoamericanos,
del Caribe, España, Portugal e Italia. (Artículo 37) Sobre este particular la
Exposición de motivos de nuestra Constitución establece:

"Finalmente con el objeto de completar y darle eficacia a la regulación


constitucional se promueven los tratados internacionales en materia de
nacionalidad con los Estados o países fronterizos y, especialmente, con
España, Portugal, Italia, países latinoamericanos y del Caribe".

LOS CONFLICTOS DE LA NACIONALIDAD

Es lo que generaría la aplicación de principios de diferentes Estados para


determinar cuál sería la nacionalidad originaria y adquirida. Es decir, si un
Estado declara la nacionalidad a una persona de acuerdo al jus soli, otro
Estado puede declararla nacional de acuerdo al jus sanguinis, siendo lógico
que no debería tener doble nacionalidad. Pero pueden producirse conflictos en
relación al individuo que adquiere una nacionalidad distinta a la originaria o
adquirida. Lo adecuado es que cada Estado imponga sus propias leyes en los
conflictos, para determinar la nacionalidad.

La cuestión de la nacionalidad cobra interés por cuanto que en un momento


determinado varios Estados pueden asignarle simultáneamente la nacionalidad
a un individuo y exigirle el cumplimiento de obligaciones, como sería el Servicio
Militar, protección diplomática del nacional u obstáculo en el desempeño de
funciones públicas.

La aplicación simultánea de leyes también puede ocasionar que un individuo


se quede sin nacionalidad, desvinculándola de ella y sin posibilidad de adquirir
otra.

Al ser cuestionada la nacionalidad de una persona, no se tiene con certeza


donde el individuo contrata, donde hace su testamento, donde declara
impuesto, donde cumple con el Servicio Militar, de donde recibe protección
diplomática, en caso que se le considera con dos nacionalidades ( conflicto
positivo de la nacionalidad) o un simple apátrida (conflicto negativo de la
nacionalidad).

En este sentido, Simón Bolívar, planteó una idea encamina da a estrechar


vínculos entre las repúblicas Americanas, expresadas en el Congreso de
Panamá de 1806, recogidas años después por el secretario del estado James
L. Blaine, para el efecto de la iniciación de las Conferencias Panamericanas y
la VI de estas encomendó al Instituto Americano de Derecho Internacional la
elaboración de un Proyecto de un Código de Derecho Internacional Privado,
que fue aprobado en 1928, bajo la redacción de Antonio Sánchez de
Bustamante, en cuyo estatuto, sin reserva para Venezuela, se estableció lo
siguiente:

• Cada estatuto aplicará su propio Derecho a la determinación a la


nacionalidad de origen de toda persona nacional o jurídica y de su
adquisición, -pérdida o reintegración posterior que se haya realizado,
cuando una de las nacionalidades en controversia sea la de dicho
Estado. Siendo facultad de cada Estado determinar quiénes son sus
nacionales. De los que resulta que si hay pugna entre dos naciones,
prevalece la nacionalidad de la ley que rige la nacionalidad en el
territorio del Estado, en relación al individuo sometido a su imperio y
domicilio en su territorio. En caso de controversia sobre adquisición o
pérdida de nacionalidad, se resuelve con las reglas de la Ley de la
Nacionalidad que se suponga adquirida.
• Que en caso de conflicto de Nacionalidad, la pérdida de ésta debe
regirse por la Ley de la Nacionalidad perdida.
• Que en caso de conflicto de nacionalidad, la recuperación de ésta debe
someterse a la Ley de la nacionalidad que se recobra.

Conflictos positivos: Se produce cuando las leyes de distintos países atribuyen


a una persona nacionalidades distintas.

Conflictos negativos: Es cuando se produce la situación de Apátridas que será


la persona que carece de nacionalidad lo cual puede ocurrir:

1. Por no haberla tenido nunca.


2. Por haber renunciado a la que tenía, sin adquirir otra distinta
3. Haber sido privada de ella por:
4. Determinación legal.
5. Acto individual.
6. Acto relacionado con el matrimonio
7. Violación de las leyes de su país que lleva implícita pérdida de la
nacionalidad.
8. Como consecuencia del acto de transferencia territorial.
9. Por medidas de guerra aplicada a súbditos en estados beligerantes.
10. Por la transformación del régimen político social del país de origen.
2.-LAS RELACIONES SOCIALES INTERNACIONALES Y SUS
IMPLICACIONES EN LOS PARTICULARES.

Las Relaciones Internacionales.

1. Las interacciones sociales y el concepto de relaciones internacionales.


Una teoría de la Sociedad Internación obliga a considerar, junto a sus
elementos estructurales, la trama de relaciones que se desarrollan entre
sus miembros. Esta visión dinámica de la realidad internacional
descansa en el supuesto de que los grupos con un cierto protagonismo
internacional no pueden permanecer aislados entre sí sin ver ese
protagonismo sensiblemente mermado. En efecto, la Sociedad
Internacional, como cualquier otro tipo de sistema social, nace y subsiste
debido a las actuaciones de sus miembros orientadas a generar vínculos
de mutua influencia. Estas actuaciones recíprocas o interacciones
sociales constituyen el sustrato dinámico de todas las sociedades y,
naturalmente, también de la Sociedad Internacional.
Podemos afirmar que la relación internacional es la resultante de la
articulación de múltiples interacciones entre determinados actores
internacionales, en un marco espacial y, temporal bien definido, de tal
modo que constituyan un proceso inteligible como un todo y fuera del
cual cada una de estas interacciones carece de significado. Ambos
conceptos podemos diferenciarlos en el plano teórico aunque no
siempre sea sencilla su diferenciación práctica.
Las interacciones internacionales constituyen los elementos o
componentes de las relaciones internacionales. Es la diferencia que
existe entre la parte y el todo, lo particular y lo general, lo variable y lo
estable.
Las interacciones se desarrollan a corto plazo, en breves períodos
temporales, las relaciones se sustentan durante el medio o largo plazo.
Las primeras nos permiten comprender la coyuntura internacional, las
segundas, en cambio, nos facilitan el conocimiento de las estructuras
internacionales. Esta distinción es fundamental desde las perspectivas
metodológica y gnoseológica.
Una adecuada interpretación y periodificación de las secuencias
dinámicas y de las fases evolutivas de una Sociedad Internacional,
imponen una correcta comprensión de las formas y procesos de
articulación de las diversas interacciones internacionales, para dar
origen a las relaciones internacionales, tarea que resulta imposible si
previamente no hemos procedido a una distinción conceptual entre
ambos fenómenos.

Clasificación de las relaciones internacionales.

a) Por el número de actores que intervienen:


Podemos distinguir entre las interacciones bilaterales, las multilaterales
y las globales. En las primeras intervienen únicamente dos actores
internacionales. Las multilaterales implican la participación de más de
dos actores y, por último, las globales se desarrollan entre la totalidad de
los miembros de una misma Sociedad Internacional, sea ésta regional o
mundial.
b) Por el grado de vinculación que establece entre los actores:
De acuerdo con este criterio podemos diferenciar entre las interacciones
directas y las indirectas. Desde luego, todas las interacciones
presuponen un cierto grado de reciprocidad entre los actos de los
distintos actores internacionales que participan en ellas. No obstante,
esta vinculación recíproca puede alcanzarse de un modo directo e
inmediato, lo que sucede en la mayoría de las ocasiones, o mediante la
interposición de terceros actores internacionales que actúan de
intermediarios entre los creadores y destinatarios de dichas
interacciones. En el primer supuesto se trata de interacciones directas,
mientras que en el segundo caso nos hallamos ante unas interacciones
indirectas, ya que únicamente pueden desarrollarse gracias a la
participación de otros miembros de la colectividad internacional. Hay
muchos ejemplos de interacciones directas: el intercambio de
embajadores, la negociación de un tratado, la celebración de una
conferencia de jefes de Estado o de Gobierno, etc. Entre los casos de
interacciones indirectas podemos mencionar la mediación, la
conciliación, etc.
c) Por la naturaleza de las interacciones:
Las interacciones internacionales varían en función de su naturaleza
política, económica, jurídica, cultural, entre otras. Cabe también la
posibilidad de que se produzca una combinación de interacciones de
distinta naturaleza, de modo que un actor opere en un ámbito
determinado a condición de que el otro actúe en un ámbito diferente. En
estos casos podremos referirnos a unas interacciones de naturaleza
mixta. Esto ocurre, por ejemplo, cuando un país concede a otro un
crédito o ayuda económica, a cambio de que le confiera ciertos derechos
de, utilización de su territorio para fines militares.

Todas estas clasificaciones tipológicas de las interacciones internacionales


solamente tendrán validez en la medida en que nos faciliten una mejor
comprensión y análisis de las relaciones internacionales. Son estas las que
constituyen el objeto preferente de nuestra disciplina.

Fundamentalmente podemos agruparlas en cuatro grandes categorías:

Las relaciones de cooperación,

Las relaciones de conflicto,

Las relaciones de asociación y

Las relaciones de comunicación.


Las relaciones internacionales de cooperación: Tradicionalmente los
aspectos teóricos de la cooperación internacional han sido relegados o
subestimados por los analistas. Ello ha sido el resultado de la excesiva
importancia atribuida a los conflictos internacionales y, muy especialmente, a lo
conflictos bélicos, a una visión distorsionada del poder de los estados.
Semejante visión conflictiva de la vida internacional no puede ser sostenida hoy
en día tras las aportaciones de diversas doctrinas, como el estructuralismo, el
funcionalismo, el análisis de sistemas o, más recientemente, las
investigaciones para la paz.

Por cooperación internacional: entendemos toda relación entre actores


internacionales orientada a la mutua satisfacción de intereses o demandas,
mediante la utilización complementaria de sus respectivos poderes en el
desarrollo de actuaciones coordinadas y/o solidarias. Este concepto de
cooperación internacional deriva del concepto general de cooperación,
desarrollado por la sociología para definir una diversidad de relaciones surgidas
en o entre los grupos sociales.

Fases que configuran una relación de colaboración internacional.

a) La percepción de que dos o más intereses, valores u objetivos, coinciden y


pueden ser alcanzados, promovidos o satisfechos por ambas partes de modo
simultáneo.

b) La percepción o expectativa de una de las partes de que la actuación


seguida por la(s) otra(s) parte(s), en orden a lograr sus objetivos, le ayuda a
realizar sus propios intereses o valores.

c) La existencia de un acuerdo (expreso o tácito) sobre los aspectos esenciales


de las transacciones entre dos o más actores, con objeto de alcanzar sus
objetivos comunes o coincidentes.

d) La aplicación de reglas o pautas que dominarán las futuras transacciones


con vistas a cumplir el acuerdo.

e) El desarrollo de las transacciones para cumplir el acuerdo.


Las relaciones de cooperación internacional varían en función de los actores
cooperantes, del contenido y formas que adquiera la relación, de los objetivos
perseguidos, etc.

Podemos diferenciar las siguientes categorías de relación cooperativa:

Por el contenido:

• Según la amplitud del ámbito de la cooperación se distingue entre la


cooperación de carácter general y la cooperación de carácter sectorial.
• Atendiendo al grado de compromiso de los miembros participantes en
la relación de la cooperación, podemos diferenciar entre la cooperación
decisional, destinada a lograr la adopción de decisiones colectivas entre
los actores internacionales, pero cuya ejecución será realizada por cada
uno de ellos de modo independiente-, la cooperación normativa, cuya
principal finalidad es la adopción de normas comunes (jurídicas o no)
reguladoras de la conducta de los actores internacionales, y la
cooperación operativa, cuyo objetivo es la colaboración entre diversos
actores internacionales para llevar a cabo ciertas acciones coordinadas
o ejecutar determinados programas internacionales.

Por las formas de cooperación:

• Según el grado de institucionalización de la relación cooperativa,


podemos diferenciar entre la cooperación informal y la cooperación
orgánica. La primera se desarrolla a través de cauces de actuación que
no requieren la existencia de alguna forma de estructura orgánica
internacional. Por su parte, la segunda se desarrolla gracias a la
creación o mediante el funcionamiento de una estructura orgánica
internacional con carácter estable, bien sea una organización, una
comisión o una conferencia. Conviene precisar, sin embargo, que el
carácter no orgánico de la cooperación informal no equivale a
desorganizado. La cooperación informal se desarrolla siempre
siguiendo formas organizadas de las interacciones entre sus miembros,
incluso formas organizadas según ciertas normas jurídicas, pero sin que
ello suponga el concurso de ningún tipo de estructura orgánica
internacional. Por ejemplo, una empresa multinacional puede ejecutar
un programa de inversiones en colaboración con un estado, mediante
un sistema de cooperación informal o recurriendo a una organización
intergubernamental como la Corporación Financiera Internacional.
• En función del número de participantes podemos hablar de cooperación
bilateral o multilateral.

Por la naturaleza de los actores participantes, diferenciamos entre:

• Cooperación interestatal, establecida entre los estados.


• Cooperación organizativa, surgida entre diversas organizaciones
intergubernamentales.
• Cooperación transnacional, desarrollada entre los actores
transnacionales, por ejemplo, empresas multinacionales y
organizaciones no gubernamentales.
• Cooperación combinada, entre actores pertenecientes a diversas
categorías.
Existe, sin embargo, una forma de relación cooperativa que por su
importancia y particularidades ha atraído la investigación de los teóricos
internacionalistas, muy especialmente durante las cuatro últimas
décadas. Se trata de los procesos de integración internacional, sea esta
de carácter político, económico o técnico administrativo.

En general, podemos definir la integración como aquella relación de


cooperación mediante la cual dos o más grupos sociales funden sus
estructuras y transfieren sus poderes, total o parcialmente, para dar origen a
una nueva colectividad que goza de poderes propios y asume el desempeño de
ciertas actividades de los grupos integrados.

2. Las relaciones internacionales de conflicto.

En el extremo opuesto del espectro nos encontramos con las relaciones de


carácter conflictivo, con los conflictos internacionales. Aunque generalmente se
asocia este término con los conflictos bélicos internacionales, existen muchas
formas de relación internacional conflictiva que no entrañan el uso de la
violencia. Ello nos obliga a formular una definición mucho más general. Así
pues, el conflicto es una relación social por la que dos o más colectividades
aspiran a satisfacer intereses o demandas incompatibles, utilizando sus
desigualdades de poder para mantener actuaciones antagónicas o
contrapuestas, recurriendo, en último extremo, a la violencia.

Cuando el conflicto se desarrolla entre actores de la Sociedad Internacional


lo denominaremos un conflicto internacional.

La relación conflictiva entraña una oposición objetiva y/o perceptiva, entre


los intereses o demandas que cada actor aspira a lograr, pero además exige el
uso de ciertos medios o la práctica de unas actuaciones antagónicas, en la
medida en que cada parte en el conflicto intenta dificultar o impedir el logro de
los fines perseguidos por los restantes actores. Esta apreciación es importante,
ya que sólo la oposición o contradicción de intereses no basta para generar
una relación conflictiva.

La incompatibilidad entre los intereses o demanda de los actores puede


deberse a razones estrictamente objetivas. Esto sucede cuando el objeto o
bien que cada actor participante aspira a lograr únicamente puede alcanzarse
limitando, reduciendo o impidiendo a otro(s) participante(s) alcanzar dicho
objeto, o bien, esta situación se presenta cuando los actores persiguen bienes
materiales, por ejemplo, un determinado territorio fronterizo entre dos países, el
acceso preferente o exclusivo a ciertas materias primas o recursos energéticos,
entre otras.

Resulta útil distinguir entre el conflicto realista y el conflicto no realista.

El primero surge cuando los hombres chocan por aspiraciones y


expectativas de ganancia. Los participantes lo consideran como un medio para
el logro de objetivos específicos; un medio que podría abandonarse si se
encontraran otros más eficaces. Por el contrario, el conflicto no realista, que
nace de impulsos agresivos que buscan expresión, cualquiera que sea el
objeto, no permiten alternativa funcional de medios, dado que no tiende a
alcanzar un resultado concreto, sino a liberar impulsos agresivos. (...) Así pues,
en un conflicto no realista hay alternativas funcionales para el objetivo, mientras
que en el conflicto realista hay alternativas funcionales para los medios
usados.» Esta distinción apuntada por COSER resulta significativa cuando se
estudian los conflictos, especialmente los bélicos, como parte de la política
exterior de los estados.
Es imprescindible, en un análisis profundo de los conflictos internacionales,
apreciar el alcance de los intereses objetivos y/o valorativos de los actores,
porque de ellos dependen, en buena medida, sus estrategias, los costes
humanos y materiales que están dispuestos a asumir en el conflicto, y en último
extremo, su disposición a utilizar otros tipos de relación no conflictiva para
satisfacer sus respectivos intereses.

En todo conflicto podemos distinguir los siguientes elementos o etapas:

a) La existencia, o percepción por cada actor, de intereses u objetivos


incompatibles con los de otro(s) actor(es).

b) El uso de medios o la adopción de conductas antagónicas por los diversos


actores.

Existen diversos criterios para distinguir los tipos de conflictos. Ello ha dado
origen a innumerables categorías, a través de las cuales los autores intentan
reflejar las diferencias y similitudes que existen entre los conflictos sociales.
Intentando resumir y simplificar tales categorías, proponemos la siguiente
clasificación:

1. Por los objetivos: Podemos diferenciar entre conflictos por recursos y


conflictos por valores. En los primeros se pretenden alcanzar recursos
materiales, humanos u organizativos, mientras que en los segundos se
intentan defender, imponer, o modificar valores o ideas. Esta distinción
resulta importante por cuanto en los conflictos por recursos el objetivo es
mucho más preciso y cuantificable, lo que facilita una valoración de
pérdidas y ganancias, en virtud de la cual es mucho más sencillo
conocer cuando es necesario concluir el conflicto o, por el contrario,
cuando resulta útil mantenerlo. Por el contrario, los conflictos de valores,
dada la naturaleza del objetivo perseguido, resultan menos precisos, y
difícilmente cuantificables las pérdidas o ganancias. En semejantes
conflictos la valoración de los medios empleados no se realiza en
función de su mayor o menor coste, sino en función de su idoneidad
para alcanzar el valor perseguido. Por esta razón, son conflictos mucho
más complejos a la hora de buscar fórmulas de llevarlos a término.
2. Por los medios
Existe una clara distinción entre los conflictos violentos y los
conflictos pacíficos. En los primeros, los actores recurren al uso de la
violencia, entendida como el poder de generar efectos destructivos
humanos y/o materiales en el adversario. Dentro de la categoría de
conflictos violentos resulta imprescindible señalar la distinción entre
conflictos bélicos (guerras) y conflictos no bélicos (terrorismo, revueltas,
golpes militares, etcétera).
Los conflictos pacíficos suponen el uso de medios económicos,
políticos, jurídicos, culturales, diplomáticos, etc., que si bien pueden
ocasionar pérdidas a (adversario no provocan directamente su
destrucción, total o parcial. Contrariamente a lo que habitualmente se
piensa, los conflictos pacíficos son mucho más frecuentes que os
conflictos violentos y, desde luego, que los conflictos bélicos. No
obstante, la importancia y características de estos últimos nos obligan a
darle un tratamiento diferenciado.

3. Por la naturaleza de los actores.

Podemos diferenciar los conflictos en tres categorías: conflictos


interestatales, conflictos transnacionales y conflictos supranacionales.
Los conflictos interestatales son aquéllos cuyos protagonistas son
entidades estatales soberanas. A esta categoría pertenece cualquiera de
los conflictos, sean pacíficos o violentos, que en la actualidad enfrentan
a dos o más países del contexto internacional. Los conflictos
transnacionales son los que enfrentan a actores no estatales entre sí o a
éstos con los estados. Ejemplos característicos de este tipo sah el
conflicto entre las empresas multinacionales y los estados, o los
conflictos entre pueblos y/o naciones dominados con los estados
colonizadores. Finalmente, los conflictos supranacionales son aquéllos
en los que interviene una o más entidades con poderes supranacionales.
Como, por ejemplo, el conflicto comercial que enfrenta a Estados Unidos
con la Comunidad Europea.
3. Por la extensión del conflicto
De acuerdo con este criterio, los conflictos pueden ser: conflictos
bilaterales y conflictos multilaterales. Los conflictos bilaterales se
desarrollan entre dos actores de la Sociedad internacional, mientras que
los multilaterales surgen entre varios de sus miembros, afectando de-
modo decisivo a las estructuras de la Sociedad Internacional en la que
dichos conflictos se producen.
Casos singulares de conflictos multilaterales son los que involucran a
todos los actores internacionales de un área o región específicas del
sistema internacional, son los conflictos regionales, respecto de aquellos
otros que enfrentan a la totalidad o a la inmensa mayoría de los actores
de la Sociedad Internacional, y que podemos denominar conflictos
mundiales. Como ejemplos de conflictos regionales, podemos citar el
conflicto árabe-israelí o el conflicto centroamericano. Por su parte, el
conflicto entre países ricos y países pobres constituye un caso de
conflicto mundial.
4. Las relaciones internacionales asociativas y de comunicación:
Existen ciertas relaciones internacionales cuya naturaleza y
características les diferencian tanto de la cooperación como del conflicto.
No obstante, la doctrina ha desconocido tradicionalmente la singularidad
de tales relaciones asignándolas a una u otra de ambas formas de
relación. Creemos que semejante planteamiento no corresponde
íntegramente a la realidad del mundo internacional, y proponemos
atribuirles una autonomía conceptual, pasando a denominarlas
relaciones asociativas.
Las relaciones asociativas son aquellas relaciones surgidas de la
desigualdad de poder imperante entre los actores internacionales, que
tienen como principal finalidad garantizar la coexistencia pacífica entre
ellos a través del mantenimiento de un orden jerárquico internacional, y
a imposición de ciertas normas e instituciones que permitan el ajuste
entre los diversos intereses o demandas de los miembros de la
Sociedad Internacional.
En otras palabras, las relaciones asociativas tratan de garantizar la
configuración y funcionalidad de las estructuras internacionales con unos
niveles de violencia e inestabilidad que no resulten destructivos para la
propia Sociedad Internacional, y con unos niveles de colaboración entre
los actores internacionales suficiente para impedir la desaparición de la
mayoría de ellos.
Las relaciones asociativas se caracterizan por la articulación de
interacciones cooperativas con otras de naturaleza conflictiva, dando
origen a procesos relacionales profundamente arraigados en las
estructuras internacionales.
En el ámbito de la estructura económica una de las principales
formas de relación asociativa es, sin duda, la relación de libre
competencia, pero junto a ella podríamos citar también la relación de
oligopolio o de monopolio.
En el sistema internacional en curso podemos mencionar como
relaciones asociativas: la disuasión nuclear, la política de alianzas
institucionalizadas, la neutralidad de ciertos países como, por ejemplo,
Austria, el régimen de administración fiduciaria o la política de no
proliferación nuclear. Cuando algunos de los actores internacionales se
encuentran marginados o sometidos hasta el punto de que el logro de
sus objetivos prioritarios, o la creencia de que la satisfacción de tales
objetivos, no puede alcanzarse en el seno del orden internacional
imperante (político, económico o cultural), tales actores generarán unas
relaciones conflictivas con los demás países, principalmente con las
principales potencias beneficiarias, con objeto de alterar las instituciones
y relaciones asociativas que sustentan dicho orden internacional. Los
ejemplos de la Francia revolucionaria y napoleónica, de la Rusia
bolchevique, de la Alemania hitleriana, y más recientemente del Irak de
Sadam Hussein, constituyen otras tantas pruebas de estados que han
cuestionado seriamente un determinado orden internacional, y de la
reacción general que se ha desarrollado por la mayoría de los miembros
de la Sociedad Internacional, bajo el liderazgo de las principales
potencias del momento.
La principal característica de la comunicación internacional es la de
que constituye una relación de carácter instrumental, en el sentido de
que gracias a ella es posible desarrollar otras formas de relación
cooperativa, conflictiva o asociativa. Desde luego todas estas categorías
de relación internacional responden, en su descripción teórica, a lo que
WEBER calificaba como «tipos ideales». En otras palabras, se trata de
modelos teóricos de relación internacional que sólo de forma
excepcional se dan en la realidad.
La utilidad de recurrir a tales modelos relacionales se debe a que
gracias a su conocimiento podemos desentrañar, con mayor facilidad y
rigor, la auténtica naturaleza, contenido y motivaciones de los actores
internacionales.
5. Las relaciones internacionales y el fenómeno de la interdependencia.
La consideración de las relaciones como un conjunto articulado de
interacciones no sólo nos permite resaltar la dimensión de reciprocidad
que subyace en el comportamiento de los actores internacionales,
quebrando la visión centrada en la unilateralidad e independencia del
paradigma estatalista, sino que además nos permite abordar un aspecto
decisivo de la vida internacional: el fenómeno de la interdependencia. La
consideración y estudio de la interdependencia como fenómeno
«natural» de las relaciones internacionales, es un acontecimiento muy
reciente en la doctrina.
En esta nueva percepción del mundo internacional han influido
decisivamente algunos de los principales retos surgidos en el seno de la
Sociedad Internacional actual.
La interdependencia se constituye como un concepto alejado
igualmente de la visión del mundo a partir de un conjunto de grupos
sociales independientes, actuando unilateralmente, como de una
concepción internacional en la que unos pocos actores hegemónicos
imponen unas relaciones de dependencia al resto de las sociedades. La
interdependencia forma parte del proceso de desarrollo y
universalización de la sociedad internacional Se puede contemplar como
una mutua vulnerabilidad de los actores interdependientes o como un
ejercicio recíproco de su poder. Pero, en cualquier caso, la
interdependencia afecta y se desarrolla en todas las formas de relación
(cooperación, conflicto, asociación y comunicación).

Desplazamientos
A principios de los años noventa y finales de la Guerra Fría proliferó un
nuevo tipo de conflictos internos, que dio lugar a un fuerte aumento del número
de personas desplazadas dentro de su propio país. Las expresiones
"conflictos de identidad", "conflictos étnicos" o "conflictos religiosos" se usan
actualmente con el fin de caracterizar la índole de esas nuevas
confrontaciones. El control de los recursos naturales se ha convertido más que
nunca, a menudo con apoyo extranjero, en un objetivo de las partes
en conflicto.

1.2- Desplazados Internos o Desplazados

Los desplazados internos, o simplemente desplazados, son personas


obligadas dejar sus hogares por alguna crisis. Pero a diferencia de los
refugiados, permanecen dentro de las fronteras de su país de origen. A finales
de 2006 se estimaba que su número total ascendía a 24.5 millones repartidos
en 52 países: alrededor de la mitad de los cuales serían africanos.

Según la ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para


Refugiados) en el informe realizado con cifras del año 2007, Colombia es el
segundo país después de Sudán con mayor número de desplazados a nivel
mundial.

1.2.- Definición de Desplazados

No hay ninguna definición legal para desplazado, como allí es para un


refugiado, sin embargo, un informe de los Naciones Unidas, Guiando los
Principios en los usos del Desplazamiento Interiores la definición,: las personas
internamente cambiadas de sitio son personas o grupos de personas que han
sido forzadas o se han obligado huir o dejar sus casas o lugares de residencia
habitual, en particular como resultado de o para evitar los efectos de conflicto
armado, situaciones de violencia generalizada, las violaciones de derechos
humanos o los desastres naturales o humano hecho, y quién no ha cruzado
una frontera Estatal internacionalmente reconocida.
1.3.- Países con poblaciones de Desplazados Internos significantes

 Azerbaiyán tiene unos 800,000 desplazados internos debido a la


ocupación de Alto Karabaj, Agdam y territorios circundantes por las
fuerzas armenias desde comienzos de los años '90.
 Birmania (Myanmar) debido a décadas de una larga guerra civil y
represión del gobierno a minorías étnicas, así como causa del Ciclón
Nargis, 1,5 a 3 millones.
 Cachemira ocupación por parte de la India debido a la insurgencia.
 Chad debido a su proximidad con Darfur y a la guerra civil en el Este de
Chad.
 Colombia debido al conflicto entre el gobierno, las FARC, responsables
del mayor número de los casos, motivadas con la posibilidad de hacerse
al control de las tierras donde cometían las masacres. Las FARC de
forma indirecta, sosteniendo combates con el ejército y otros grupos
armados paramilitares en presencia de la población civil, sin
mostrar interés alguno en proteger a los habitantes de los municipios
afectados por el conflicto.
 Costa de Marfil producto de la guerra civil en ese país desde 2002 cerca
de 4 millones de personas han debido dejar sus hogares.
 Chipre debido a las explosiones de violencia intercomunitaria de 1963 y
1967 y a la invasión turca de 1974 y sus consecuencias.
 República Democrática de Congo debido a la Segunda guerra del Congo
han sido desplazadas cerca de 3 millones de personas.
 Eritrea por la guerra con los etíopes más de un millón de civiles fue
desplazada.
 Etiopía debido a la pobreza, los desastres naturales y al conflicto de
Ogden.
 Georgia debido a la población de etnia georgiana que huyó de Abjasia
posteriormente a la guerra civil de 1991-93.
 Irak debido al desplazamiento forzado de población durante el régimen
de Saddam Hussein, y la lucha entre la Fuerza Multinacional y los
grupos insurgentes iraquíes, cerca de 4 millones.
 India unas 50 millones de personas fueron internamente desplazados
desde 1950 debido a proyectos industriales.
 Israel entre 150,000 y 420,000 palestinos internamente desplazados y
beduinos, que forman parte de la población árabe israelí.
 Serbia debido a varios conflictos a partir de la caída de la Yugoslavia
socialista.
 Somalia debido a la Guerra Civil Somalí de 400 mil a 1,9 millones de
afectados.
 Sri Lanka debido a la guerra civil entre el Gobierno de Sri Lanka y el
LTTE se cree que son más de 300 mil.
 Sudán debido a los conflictos civiles en el Sur y Darfur en el Oeste,
cerca de 2 millones en el oeste y 4 millones en el sur.
 Tayikistán debido a la guerra civil de 1992 a 1998 entre el gobierno laico
y fundamentalistas islámicos cerca 1,5 millones de personas debieron
dejar sus hogares.
 Uganda debido a la insurgencia del ERS ha sido desplazado cerca de 1
millón de personas.
 Francia alrededor de 6 a 9 millones de franceses, belgas y holandeses
huyeron desde el norte al sur ante la invasión alemana en 1940.
 Polonia = tras la Segunda Guerra Mundial cerca de 2 millones de
polacos fueron al oeste desde las regiones anexadas por la URSS.
 Finlandia = cerca de 400 a 500 mil finlandeses huyeron de las zonas
perdidas ante la URSS.
 Pakistán = 3 millones de desplazados por la guerra contra los talibanes
desde 2004 en el norte del país.

Refugiado

Se denomina refugiado a la persona que debe abandonar a la fuerza su


hogar porque la persiguen, así sea individual o colectivamente, debido
a problemas políticos, religiosos, militares o de cualquier índole.
A pesar de que la definición de refugiado varía de acuerdo con la época y el
lugar, la creciente preocupación internacional por la difícil situación de los
refugiados ha generado un consenso general.

La Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados (la Convención


de los Refugiados), define a un refugiado como la persona que:

 "debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de


raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u
opiniones políticas, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no
puede o no quiere acogerse a la protección de tal país o no quiere regresar
a él a causa de dichos temores..."

Los medios de comunicación, por ejemplo, a menudo confunden a los


refugiados con las personas que emigran por razones económicas
("emigrantes por motivos económicos") y con grupos de perseguidos que
permanecen dentro del país sin atravesar ninguna frontera ("desplazados
internos").

2.1.- Causas de persecución de un Refugiado.

Las causas de persecución deben coincidir con uno de los cinco puntos
siguientes que figuran en el Artículo 1 A (2) de la Convención de los
Refugiados:

 Raza: se emplea en el más amplio sentido e incluye a los grupos étnicos


y a los grupos sociales con ancestros comunes.

 Religión: también se emplea en un amplio sentido. Incluye la


identificación con un grupo que tiende a compartir creencias o tradiciones
comunes, así como la práctica activa de una religión.

 Nacionalidad: incluye la ciudadanía de las personas. A la persecución


de los grupos étnicos, lingüísticos y culturales dentro de una población
también se la considera como persecución basada en la nacionalidad.

 Grupo social determinado: se refiere a las personas que comparten


antecedentes, costumbres o posición social comunes. Por lo general, esta
categoría comparte elementos con la persecución basada en alguno de los
otros cuatro puntos. Esta categoría se ha aplicado a las familias de los
capitalistas, terratenientes, homosexuales, empresarios y antiguos
miembros de las fuerzas militares.

 Opiniones políticas: se refiere a ideas que las autoridades no toleran,


entre las que se incluyen las opiniones que enjuician los métodos y políticas
gubernamentales. Las personas que no han expresado sus opiniones
políticas antes de huir del país podrían ser elegibles para el refugio si
pueden demostrar la posibilidad de que cuando regresen a su patria los van
a perseguir debido a sus opiniones.

2.2.- Propuestas de las Organizaciones que protegen a los refugiados-

Las organizaciones que ayudan y protegen a los refugiados generalmente


propenden por tres "soluciones duraderas" para mejorar la suerte de los
refugiados:

 La repatriación voluntaria: el refugiado puede regresar a su país de


origen porque cesaron las circunstancias que amenazaban su vida
y libertad.
 La integración local: el gobierno del país de destino permite que el
refugiado se integre al país donde solicita asilo por primera vez.
 La reubicación en un tercer país: la repatriación lo pondría en peligro y
el país donde solicitó asilo por primera vez se niega a la integración
local.

Exilio

El exilio es el estado de encontrarse lejos del lugar natural (ya sea ciudad
o nación) y puede definirse como la expatriación, voluntaria o forzada, de
un individuo. Algunos autores utilizan el término "exiliado" con el sentido de
"refugiado". Aunque el exilio por antonomasia es ese desplazamiento fuera del
país, también se habla de un «exilio interior» respecto a personas que se ven
obligadas a reasentarse dentro del propio país de residencia (deportaciones) o
bien que, estando en el mismo, se ven cortadas sus posibilidades de
actuaciones a través de prohibiciones de desarrollar sus actividades
(generalmente literarias o artísticas) o de manifestar públicamente la disensión
respecto al régimen.
Asilados

El asilo político es el derecho que tiene una persona a no ser extraditado de


un país a otro que lo requiere para juzgarle por delitos políticos.

Cuando el asilo político se concede a personas que se encuentran en


lugares que por las convenciones diplomáticas se consideran una extensión del
territorio nacional, tales como la sede de embajadas o consulados, la
residencia del embajador o los buques de guerra anclados en puertos
extranjeros, se lo denomina asilo diplomático.

La ley internacional acepta el derecho a pedir asilo, pero no obliga a


ningún Estado a concederlo. Hay ocasiones en que los países ofrecen
'protección temporal' cuando enfrentan un ingreso repentino y colectivo de
personas y los mecanismos regulares de asilo se saturan. Por medio de este
mecanismo las personas pueden ingresar de manera ágil en países seguros,
pero sin ninguna garantía de obtener asilo permanente. Por la tanto, la
'protección temporal' es útil tanto para los gobiernos como para los solicitantes
de asilo en circunstancias especiales. Aunque es tan sólo un complemento, no
sustituye las amplias medidas contenidas en la Convención de los Refugiados.

Extradición

La extradición es el procedimiento por el cual una persona acusada o


condenada por un delito conforme a la ley de un Estado es detenida en otro y
devuelta para ser enjuiciada o que cumpla la pena ya impuesta.

Si bien existe una cooperación internacional muy activa para la represión de


los delitos, continúa existiendo la regla de que un Estado está obligado a
conceder la extradición de un delincuente extranjero, solamente si existe
tratado internacional con el Estado que requiere la extradición. Cuando no hay
tratado, el Estado requerido está facultado para acordar la extradición, pero no
está obligado a concederla.

5.1- Requisitos para la Extradición

En la mayor parte de los tratados de extradición se requiere que el Estado


que la pide demuestre la existencia de causa para enjuiciar o castigar al
requerido; que el delito imputado se haya tipificado como tal tanto en la
legislación penal del Estado requerido como en la del Estado requirente.

Se establece la extradición con respecto a las personas procesadas o


condenadas por las autoridades de un Estado y que se encuentre en el
territorio de otra. Para ello se requiere que la condena o proceso en el otro
Estado sea de cierta gravedad; una condena superior a un año o un proceso
por un juicio del que puede resultar sanción superior a dos años. Se solicita
además que el Estado requirente tenga jurisdicción para conocer y fallar el
delito. No se extraditará hacia los Estados que tengan pena de muerte y en
caso de que el mismo delito por el que se requiere a un individuo ya haya sido
juzgado en el Estado requerido.

5.2.- Clasificación de la Extradición

Activa: acto de petición del país requirente al país donde se encuentra el


individuo.

Pasiva: Es la que recae en el Estado captor o poseedor de la persona


requerida.

La extradición de los nacionales: La extradición, en la mayor parte de los


tratados en vigor experimenta ciertas limitaciones, Una de ellas y tal vez la de
mayor relevancia, es la de la nacionalidad de la persona requerida.

Por regla general, la mayoría de los Estados niegan la extradición de sus


propios nacionales, Solamente hay seis estados que se han mostrado
dispuestos a acordar la extradición de sus propios nacionales, a saber: Reino
Unido, Estados Unidos, Argentina, República Dominicana, Uruguay y
Colombia. Los demás niegan la extradición de sus nacionales e incluso tienen
disposiciones constitucionales por las que se prohíbe.

En cuanto al derecho internacional se establece la obligación de extraditar;


pero cuando se trata de nacionales del Estado requerido la entrega se torna
facultativa, queda a juicio del Estado, pero con la obligación subsidiaria, que en
el caso que no se entregue, se enjuicie al nacional delincuente y comunicar el
fallo al Estado requirente.
Extradición por delitos políticos: La doctrina llama "delitos políticos puros" a
los que son delitos contra la organización política interna y el gobierno de un
estado, y que no contienen elemento alguno de delincuencia común y por otro
lado están los llamados "delitos políticos relativos" que son infracciones en las
cuales un delito común está involucrado o conectado con el acto inspirado en
un móvil político. En el segundo caso se trata de delitos que lesionan a la vez el
orden político y el derecho común, como el homicidio de un Jefe de Estado, y
delitos conexos a la delincuencia política, como por ejemplo, los actos
terroristas.

Señalamiento Histórico y camino recorrido en la regulación de


los Derechos Humanos de los Refugiados en Venezuela

A partir del año 1986, Venezuela se adhiere al Protocolo sobre el Estatuto


de Refugiados de 1967, y lo publica en la Gaceta Oficial de la República Nº
33.503, de fecha 2 de julio de 1986, por lo cual, las normas sobre refugio
consagradas en dicho instrumento y la Convención sobre el Estatuto de los
Refugiados de 1951, adquieren plena vigencia en nuestro ordenamiento
jurídico desde 1986, con obligación para el Estado de adoptar la terminología y
mecanismos internos necesarios para la aplicación de las normas consagradas
en dicho instrumento. A lo cual, se suma la ausencia o poco manejo
de conocimiento del tema por los funcionarios, tanto civiles como militares del
país, la mayor tendencia a militarizar la frontera, la intención estatal de decretar
una suspensión de garantías constitucionales en los Estados fronterizos
venezolanos y la falta de documentación adecuada que acredite la condición
de solicitante en el país, generando una mayor vulnerabilidad, especialmente,
en la zona fronteriza.

Desde el año 1.998 la ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas


para los Refugiados) presta su asesoría a las instituciones nacionales
encargadas de atender a la población desplazada, como ente interlocutor de la
comisión nacional para los refugiados, como observador imparcial sin vos ni
voto.
Los DDHH en materia de refugio han sido reconocidos en el ordenamiento
Jurídico Venezolano dentro de un Estado Social, de Derecho y Justicia, de
conformidad a lo dispuesto en nuestra Constitución vigente.

Uno de los hechos más resaltantes, que originó esta necesidad de revisar
las normas y lograr un mayor respeto a los derechos de los refugiados (as), se
produjo en el año 1999, cuando nuestro país fue testigo del ingreso de varios
grupos de personas necesitadas de protección. De los cuales, un primer grupo,
compuesto por cerca de 2.230 personas, entró al territorio venezolano el
02/06/99, un segundo grupo de aproximadamente 650 personas, ingresó al
territorio venezolano el 05/06/99, por la zona conocida como La Vaquera, a
orillas del Río de Oro, Municipio José María Semprún (Edo. Zulia), y un tercer
grupo compuesto por aproximadamente 700 personas, llegó el 29/06/99, a La
Vaquera procedente de otras zonas de la misma región Actualmente residen
en Venezuela aproximadamente 1332 personas que han "solicitado
formalmente" el reconocimiento del estatuto de refugiado al Estado. Esta cifra,
otorgada por la oficina del Alto Comisionado de la Naciones Unidas (ACNUR
Informe 2010), en Venezuela y organizaciones de derechos humanos que
trabajan el tema en el país no necesariamente se corresponde con la cantidad
real de personas que ha ingresado a nuestro territorio en busca de protección,
y ello a consecuencia del miedo a que al ser reconocido como refugiado (a).

Estatus Jurídico de los refugiados bajo el sistema venezolano

Como sabemos dentro del derecho a buscar y recibir asilo, el principio de no
devolución permanece como el pilar fundamental del Derecho Internacional de
Refugiados, en tanto garantía de protección a la vida e integridad de los
refugiados.

Ahora bien, el desplazamiento forzoso y refugio no son problemas locales o


estáticos, razón por la cual, el verdadero desafío en una comunidad globalizada
radica en la implementación de una solidaridad internacional fundada en el
respeto y vigencia de los DDHH, que abarque integralmente el tratamiento del
tema desde una perspectiva de protección de la persona humana a
permanecer con seguridad en el país de origen o residencia,  derecho a
permanecer, lo que implica la prevención ante las causas que originan el
desplazamiento. Así como, el salir del país de origen o residencia y ser recibido
en el país asilante, derecho a buscar y recibir asilo- lo que supone la protección
de la persona durante la etapa en que debe vivir como refugiado en país
extranjero, y por último, poder regresar en condiciones de seguridad
y dignidad al país de origen o residencia, derecho a retornar.

Las consecuencias del desarraigo, con la pérdida de elementos propios y


cotidianos que dan a cada persona el sentido de vida,
de utilidad y productividad, futuro y perspectivas, origina en los refugiados, un
sentido de exclusión y vulnerabilidad en la comunidad receptora. Lo que
aunado, a políticas de cierre de fronteras, militarización o medidas de
restricción o suspensión de derechos y garantías, sin la adopción de medidas
de protección sobre todo en países en donde existe debilidad institucional, en
la presencia de órganos civiles del poder público, o inseguridad en sus zonas
fronterizas por la presencia de actores armados, deja a los refugiados y
defensores de derechos humanos en una grave situación de vulnerabilidad y
desamparo.

Las condiciones de vida actuales de los solicitantes de refugio en Venezuela


están marcadas por la incertidumbre, y la sobrevivencia denotándose
diferencias, según se trate de refugiados urbanos o residentes en zonas rurales
fronterizas. En el primero de los casos, las necesidades más urgentes
corresponden a la ayuda humanitaria financiera, dado el poco margen de
inserción laboral en la sociedad, con el contrapeso de contar con la cercanía de
los órganos del Poder Público y la emisión de un documento, que aunque
inadecuado, al menos ha servido para dejar constancia de la cualidad de
solicitante ante el Estado venezolano.

La República Bolivariana de Venezuela no produce refugiados, porque en


nuestro país no se persigue a nadie por su religión, sexo, raza, grupo social o
ideas políticas. Pero si somos un país receptor. La causa fundamental de este
hecho es la situación que vive Colombia desde antes de que existiera el
ACNUR. Ya son más de cuatro millones de colombianas y colombianos que,
huyendo de la pobreza y la violencia, encontraron en Venezuela una vida
digna, y hoy comparten con nosotros hogar, esperanza y futuro. Pero aunque el
fenómeno lleva décadas desarrollándose, fue a partir de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela que se creó un sólido sistema sobre
refugiados.

En nuestro ordenamiento jurídico el refugio tiene el más alto rango posible:


desde 1999 la Constitución prevé ese derecho Art. 69, se cuenta s con una Ley
Orgánica sobre Refugiados o Refugiadas y Asilados o Asiladas (2001) que ha
sido calificada recientemente por el Representante de ACNUR en nuestro país
como la más avanzada por él conocida.

Instrumentos internacionales sobre refugiados pertinentes para


Venezuela

8.1.- En el sistema universal:

1. Declaración Universal de Derechos Humanos, Art. 13 y 14.

2. Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados.

3. Protocolo de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados.

4. Cuarto Convenio de Ginebra de 1949 relativo a la protección debida a las


personas civiles en tiempo de guerra, títulos I y III, art. 44, y su Protocolo
Adicional de 1977, art. 73.

5. Convención de 1954 sobre el Estatuto de los Apátridas.

6. Convención de 1961 para reducir los casos de apátrida.

7. Declaración de la Naciones Unidas sobre el asilo territorial de 1967.

8. Declaración sobre los derechos humanos de los individuos que no son


nacionales del país en que viven, de 1985.

8.2.- En el sistema interamericano:

1. Convención Americana de Derechos Humanos, art. 22.

2. Declaración de Cartagena sobre los refugiados, de 1984.

3. Convención de Caracas sobre asilo territorial, de 1954.

4. Convención interamericana para prevenir y sancionar la tortura

5. Presencia tripartita en firma del acuerdo de repatriación


Todo acuerdo para retorno voluntario de refugiados a su país de origen,
requiere de la presencia de ACNUR y de los gobiernos involucrados. En
la negociación de Colombia y Venezuela ha participado ACNUR, como
instancia internacional de protección a los refugiados.

3.-LOS CONFLICTOS SOCIALES Y BÉLICOS. CONSECUENCIAS EN


MATERIA DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO.
CONFLICTO: es una controversia o un desacuerdo sobre un punto de derecho
o de hecho, una contradicción, una oposición de tesis jurídicas o de intereses
entre dos Estados.

Su origen data desde que las comunidades humanas se organizaron en


grupos sociales y estos fueron armados.

CONFLICTO SOCIAL

Son situaciones en las que dos o más personas, o grupos tienen intereses
contrapuestos.

Postulados Filosóficos del Derecho Humanitario Contemporáneo

La idea del derecho se nos presenta desde un principio como la idea de


un "orden de paz" que prohíbe el uso de la fuerza, la violencia o el
desconocimiento al respeto del prójimo; sin embargo, el "orden de paz" de la
comunidad internacional requiere algo más que la proscripción de la guerra y
los maltratos a las minorías étnicas, religiosas o políticas; en efecto, exige
también una cooperación positiva de los Estados, encaminados a realizar un
orden que garantice los derechos vitales de todos los pueblos sobre la base de
la igualdad de derechos de las naciones, grandes y pequeñas, y de los grupos
o asentamientos humanos, tal como lo establece el preámbulo de la Carta de la
Organización de las Naciones Unidas.

 Los conflictos armados siguen existiendo en nuestros días y, por esto, una
parte del derecho internacional público, denominado derecho internacional
humanitario, aparece centrado en la protección de la persona en caso de
guerra, y en él se contienen una serie de disposiciones encaminadas a aliviar
los sufrimientos y horrores propios de la guerra; es decir, el derecho
internacional humanitario viene referido a los límites a la violencia de la guerra
establecidos mediante la regulación del comportamiento de las partes
beligerantes durante el desarrollo de las hostilidades.

1. La prohibición del uso de la fuerza


Históricamente, el derecho internacional ha intentado limitar el uso de la
fuerza mediante el establecimiento de los supuestos en que los Estados tenían
un derecho a recurrir a la guerra (ius ad bellum) y de las modalidades que
debían presidir la conducta de los Estados beligerantes en el desarrollo de las
hostilidades (ius in bello). En el ámbito del derecho internacional clásico era
admitido el ius ad bellum con carácter prácticamente ilimitado, ya que la guerra
se configuraba como la última ratio en la protección de los intereses y derechos
del Estado. La guerra se configuraba como medio de autoprotección.
En este contexto, debe traerse a colación el denominado "Derecho de La
Haya", que está integrado por catorce convenciones, resultantes de las
Conferencias de la Paz, celebradas en La Haya en 1899 y 1907. De acuerdo
con los fines de la materia tratada, entre las mencionadas convenciones deben
resaltarse el II, relativo a la limitación del empleo de la fuerza para el cobro de
las deudas contractuales (Convención Drago-Porter), y el III, sobre la ruptura
de hostilidades, pues los mismos contienen incipientes limitaciones al uso de la
fuerza. El artículo 1o. de la Convención II declaraba ilegal la guerra con la
finalidad de cobrar deudas contractuales, salvo cuando el Estado deudor no
aceptaba o no contestaba el ofrecimiento de arbitraje o, aceptándolo,
imposibilitaba el establecimiento de un compromiso o, después del arbitraje, no
cumplía la sentencia dictada al respecto. Por otra parte, la Convención III
establecía la prohibición de recurrir a la guerra si previamente no concurría una
declaración explícita y razonada de guerra o ultimátum, en tanto que forma
condicional de declaración de guerra, si el otro Estado no aceptaba las
condiciones en él dispuestas.
Entre 1913 y 1914, Estados Unidos de América concluyó una serie de
tratados bilaterales, denominados Tratados Bryan, con diferentes Estados. En
conformidad con los mismos, las partes se comprometían a solventar sus
diferencias ante una comisión internacional de investigación y, en todo caso, no
recurrirían a la guerra hasta que la comisión hubiera elaborado un informe
sobre la disputa.
Seguidamente, el artículo 12.1 estipula que los miembros de la
organización:
Convienen que si surge entre ellos algún desacuerdo capaz de ocasionar una
ruptura, lo someterán al procedimiento de arbitraje o arreglo judicial, o al
examen del Consejo. Convienen además, en que en ningún caso deberán
recurrir a la guerra antes de que haya transcurrido un plazo de tres meses
después de la sentencia de los árbitros o de la decisión judicial o del dictamen
del Consejo.
Tras la Segunda Guerra Mundial, en el momento de elaborar la Carta de las
Naciones Unidas, sus redactores incluyeron en el Preámbulo de la misma la
resolución de "preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra,
que por dos veces durante nuestra vida ha infligido a la humanidad sufrimientos
indecibles", y en conformidad con esta resolución, el artículo 2.4 de la
carta dispone que:
Los miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se
abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad
territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra
forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas.
Este principio fue confirmado y desarrollado mediante la adopción de la
resolución 2625 (XXV), de 24 de octubre de 1970, relativa a la declaración
sobre los principios de DIP referentes a las relaciones de amistad y a la
cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones
Unidas, que afirma el principio de que en las relaciones internacionales los
Estados deben abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra
la integridad territorial o independencia política de cualquier Estado.
En virtud del artículo 2.4 de la carta, que proclama el principio de prohibición
del uso de la fuerza, complementado por la definición de la agresión (resolución
3314 (XXIX), de 14 de diciembre de 1974, sobre definición de la agresión),
cabe afirmar la prohibición de que un Estado utilice sus fuerzas armadas para
invadir y ocupar el territorio de otro o atacar sus fuerzas armadas. Se trata,
pues, de una disposición que declara la ilegalidad de la fuerza armada en las
relaciones internacionales, ya que se configura como el prototipo de norma
imperativa o de ius cogens. 
El principio de "prohibición del uso de la fuerza" debe ser complementado
con el concepto de agresión contenido en el anexo de la resolución 3314
(XXIX) de 14 de diciembre de 1974, que establece un régimen especial para el
uso de la fuerza caracterizado por determinadas circunstancias agravantes.
Como cuestión previa debe indicarse que el contexto en el cual debe situarse la
definición de agresión contenida en la resolución 3314 (XXIX) es el relativo al
mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, pues, en el preámbulo de
la indicada resolución, las alusiones a tal fin son constantes. Una vez
establecido el contexto en el que debe analizarse la agresión, el artículo 1o. la
define como "el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la
integridad territorial o la independencia de otro Estado o en cualquier otra forma
incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, tal como se enuncia en la
presente definición".
A partir de la definición general puede extraerse las siguientes notas
características de la agresión: 
a) la noción conceptual de agresión viene limitada al uso de la fuerza armada; 
b) la noción de agresión se aplica única y exclusivamente a las relaciones entre
Estados, y por consiguiente, el uso de la fuerza armada en el interior de un
Estado no entra en el área de esta definición, y
 c) el texto glosado guarda silencio sobre la amenaza de la fuerza armada y tal
circunstancia no permite considerar la referida amenaza como agresión.
2. La reglamentación internacional de los conflictos armados.
El hecho de que la guerra haya sido proscrita, mediante la prohibición del
uso de la fuerza como medio de solucionar los conflictos entre Estados, no
implica que no existan en la actualidad enfrentamientos armados, pues, desde
el fin de la Segunda Guerra Mundial los conflictos armados internacionales e
internos y las denominadas guerras de liberación han sido un fenómeno
constante. Por ello, junto al referido principio de prohibición del uso de la
fuerza, no es de extrañar que el derecho internacional contenga una serie de
disposiciones encargadas no sólo de regular la conducta a observar durante el
desarrollo de enfrentamientos armados, sino también de proteger tanto a las
posibles víctimas (heridos, enfermos, náufragos y población civil) como a los
bienes de carácter civil, sin olvidar el medio ambiente, inmersos en un conflicto
armado.
En la actualidad, el uso de la fuerza armada está prohibido en el ámbito de
las relaciones internacionales, pero dicha prohibición no excluye la posibilidad
de confrontaciones armadas y, por ello, una parte del derecho internacional
público, denominado derecho internacional humanitario, aparece inspirado en
el sentimiento de humanidad y centrado en la protección de la persona en caso
de guerra, y en él se contienen una serie de disposiciones encaminadas a
aliviar los sufrimientos y horrores propios de la guerra; es decir, el derecho
internacional humanitario se refiere a los límites a la violencia de la guerra
establecidos mediante la regulación del comportamiento de las partes
beligerantes durante el desarrollo de las hostilidades. Así pues, este derecho
se presenta como la respuesta a la necesidad de conciliar las exigencias
militares con la humanidad indispensable en tiempo de guerra.
3. El concepto de conflicto armado internacional.
Desde un plano general, la guerra puede ser definida como la lucha armada
entre sociedades humanas. Enfrentamiento organizado y no ocasional entre los
ejércitos de dos o más Estados, siendo el elemento básico de la definición el
uso de la fuerza -armada- por un Estado para imponer su voluntad a otro (s)
Estado (s). En este contexto, el conflicto armado internacional puede ser
definido como la "contienda entre dos o más Estados mediante sus fuerzas
armadas, con objeto de vencer a la otra parte e imponerle aquellas condiciones
de paz que estime el vencedor"; así pues, estamos en presencia de una lucha
violenta mediante el uso de la fuerza armada entre Estados.
A partir de la definición propuesta pueden extraerse las características que
concurren en el seno de un conflicto armado internacional, a saber: 
a) la utilización del uso de la fuerza; 
b) entre Estados; 
c) mediante tropas pertenecientes a sus fuerzas armadas;
 d) con el objeto de vencer a la otra parte en conflicto.
Establecido el planteamiento general, se procede a tratar sobre las llamadas
leyes de guerra o conjunto de normas que regulan las relaciones entre dos o
más Estados que se encuentran en guerra en sentido técnico-jurídico. Por ello,
debe acudirse a los Convenios de La Haya y a los Convenios de Ginebra, para
la determinación del concepto de conflicto armado internacional.
El derecho de La Haya entiende la guerra como una situación jurídica de
carácter especial entre los Estados que integran la comunidad internacional.
Así, desde un punto de vista formal, cabe definir la guerra internacional como
"una relación entre uno o más gobiernos y, al menos, otro gobierno, en la que
como mínimo uno de dichos gobiernos ya no permite que sus relaciones con el
otro u otros se rijan por las leyes de la paz"; es decir, la guerra no viene
identificada con el empleo de la fuerza armada, sino por la inaplicación de la
normativa internacional propia del tiempo de paz, por un lado, y la aplicación de
las disposiciones propias del derecho de guerra, por otro.
Con relación a la reglamentación señalada, los Convenios de Ginebra
(1949) disponen la distinción entre "conflicto armado internacional" y "conflicto
armado sin carácter internacional" o conflicto que surge "en el territorio de una
de las Altas Partes contratantes" (artículo 3o. de los citados convenios). Por
esto, debe establecerse tanto la noción de conflicto armado internacional como
la de conflicto armado sin carácter internacional, y en este sentido, los criterios
de distinción son los de legalidad, calidad y desigualdad de los sujetos
enfrentados y la estabilidad en el estatuto jurídico de las partes en conflicto.
Según el artículo 20., común a los Convenios de Ginebra, el concepto de
conflicto armado internacional comprende los supuestos de "guerra declarada o
de cualquier otro conflicto armado que surja entre dos o varias de las Altas
Partes contratantes, aunque el Estado de guerra no haya sido reconocido por
alguna de ellas" y "todos los casos de ocupación de la totalidad o parte del
territorio de una Alta Parte contratante, aunque la ocupación no encuentre
resistencia militar". En atención al texto del precepto transcrito, puede afirmarse
que dicho artículo dispone una definición de los conflictos armados
internacionales atendiendo al principio de la efectividad, pues no se exige una
declaración de guerra ni un reconocimiento del denominado "estado de
guerra" por las partes encontradas, sino única y exclusivamente la existencia
de hostilidades efectivas
En otras palabras, para que exista un conflicto armado interno es necesaria
la concurrencia de las siguientes circunstancias: 
a) que se desarrollen en el territorio de una Alta Parte contratante; 
b) que se enfrenten las fuerzas armadas de la Alta Parte contratante contra
fuerzas armadas disidentes o grupos armados organizados; 
c) que las fuerzas armadas disidentes o grupos armados organizados estén
bajo la dirección de un mando responsable;
 d) que las fuerzas armadas disidentes o grupos armados organizados ejerzan
control sobre una parte del territorio de la Alta Parte contratante; 
e) que se lleven a cabo operaciones militares sostenidas y concertadas; y
 f) que el control sobre las fuerzas armadas disidentes o grupos armados
organizados les permita aplicar el Protocolo Adicional II.
En definitiva, el conflicto armado internacional puede ser definido como la
contienda entre las fuerzas armadas de dos o más Estados, con objeto de
vencer a la otra parte e imponerle las condiciones de paz que considere
oportunas el vencedor; esto es, se trata de una lucha violenta mediante el uso
de la fuerza armada entre Estados.
III. EL ÁMBITO DE APLICACIÓN DE LA NORMATIVA
La región de la guerra es "aquella parte de la superficie de la tierra en la
cual los beligerantes pueden preparar y ejecutar las hostilidades entre
sí", mientras que el teatro de la guerra son aquellas "porciones de tierra, mar o
aire en o sobre las que tienen lugar efectivamente las hostilidades". Así pues,
el teatro de la guerra comprende el territorio de los Estados beligerantes,
entendiendo por tal el terrestre, el espacio aéreo suprayacente y la alta mar.
Por regla general, las dos zonas -región y teatro de la guerra- coinciden, pero
no siempre ocurre así, y según esta distinción se puede concluir afirmando que
legalmente ningún lugar que no sea la región de la guerra puede ser teatro de
la misma; empero como consecuencia del carácter total de las guerras
modernas cabe observar que el teatro viene a comprender la totalidad de la
región. Por otra parte, la determinación de la región de la guerra dependerá en
todo momento de las partes en conflicto armado. Normalmente la región
particular de cada guerra será la totalidad de los territorios (terrestres,
marítimos y aéreos) de los países beligerantes. El territorio de los Estados
neutrales o los territorios neutralizados están siempre fuera del teatro de la
guerra, salvo que las tropas enemigas se asienten en los mismos y lleven a
término operaciones en dichos territorios.
IV. LOS OBJETIVOS MILITARES
Las necesidades militares deben conciliarse con las consideraciones de
humanidad indispensables en tiempo de guerra y, en este sentido, la
importante labor codificadora del denominado derecho de la guerra a
comienzos del presente siglo fue la respuesta a tal necesidad conciliadora.
Atendiendo a este planteamiento, las operaciones militares (hostilidades)
deben ir dirigidas contra los llamados objetivos militares, quedando excluidas
las hostilidades contra la población y los bienes de carácter civil. Dicho de otro
modo, actualmente se encuentran limitadas de manera convencional las zonas
donde se desarrollan las operaciones militares, en un intento de sustraer
determinadas zonas espaciales u objetivos de los efectos destructivos de las
hostilidades.
El derecho de la guerra clásico, que rigió desde finales del siglo pasado
hasta comienzos del presente, impuso la concepción tradicional consistente en
distinguir entre "ciudades abiertas" y "ciudades defendidas". Empero, esta
distinción, no correspondía con la realidad, dada la evolución de los medios y
técnicas de combate existentes durante 1914 y, especialmente, desde la
Segunda Guerra Mundial. Por ello, frente a la concepción tradicional, cabe
afirmar la concepción actual, que consiste en el establecimiento de zonas bajo
protección especial.
1. La noción de objetivo militar

En el ámbito del derecho de la guerra, el término "objetivo" viene referido a


las personas, bienes y localidades que pueden ser objeto de ataque durante un
conflicto armado
Por ello, las personas civiles son susceptibles de ser definidas como las "no
pertenecientes a las fuerzas armadas" y sus bienes como "objetivos no
militares".
En relación a la determinación de la noción de "objetivo militar", cabe
distinguir entre la normativa contenida en el derecho de La Haya y el derecho
de Ginebra:
 Según el Reglamento de La Haya, por "objetivo militar" se entiende los
lugares militarmente defendidos y afectados con un fin de carácter militar. 
Los ataques se limitarán estrictamente a los objetivos militares. En lo que
respecta a los bienes, los objetivos militares se limitarán a aquellos objetos que
por su naturaleza, ubicación, finalidad o utilización contribuyan eficazmente a la
acción militar o cuya destrucción total o parcial, captura o neutralización ofrezca
en las circunstancias del caso una ventaja militar definida.
La definición transcrita viene determinada por la concurrencia de un triple
elemento identificador:
a) La naturaleza, la ubicación, la finalidad y la utilización como elemento
limitativo de los objetivos militares; tales criterios son limitativos de los objetivos
militares y su razón de ser viene determinada por el hecho de que algunos
objetivos militares tienen tal carácter per se (por ejemplo, instalaciones
militares, fábricas de armamento, etcétera), mientras que otros carecen de tal
carácter, pero en un momento dado, pueden llegar a constituirse
temporalmente en verdaderos objetivos militares (por ejemplo, la utilización de
un hotel como cuartel general). Dicho en otras palabras, determinados
objetivos no militares pueden llegar a serlo simplemente por razón de su
ubicación o utilización.
b) Que las circunstancias anteriores contribuyan de forma eficaz a la acción
militar; esto es, por el hecho de que un determinado objetivo sea militar no
implica necesariamente que contribuya de forma eficaz a la acción militar. Por
tanto, un objetivo militar debe contribuir de forma activa o eficiente en el
contexto de las operaciones militares.
c) Que la destrucción, captura o neutralización del objetivo ofrezca una ventaja
militar definida. Así pues, la destrucción total o parcial, captura o neutralización
del objetivo militar vendrá condicionada por la existencia de una ventaja militar
definida como resultado de tal acción y no por la obtención de unas simples
ventajas militares. El hecho de que un objetivo revista el carácter de militar no
implica necesariamente su destrucción, captura o neutralización por parte del
enemigo, pues para que la misma sea legítima debe aportar una ventaja
definida o clara y ello dependerá de la situación concreta de cada caso.
2. Las zonas bajo protección especial.
Los artículos 14 y 15 del Convenio de Ginebra relativo a la protección de
personas civiles en tiempo de guerra, disponen la designación de dos tipos de
zonas especiales, a saber: zonas y localidades sanitarias y de
seguridad y zonas y localidades neutralizadas.
 Las zonas y localidades sanitarias y de seguridad "podrán" ser creadas
o designadas por los Estados, es decir, los Estados no están obligados a
pactar la creación de tales zonas, sino que se trata de una posibilidad que
dependerá única y exclusivamente de su voluntad de decisión: la creación de
dichas zonas corresponde con un acto facultativo estatal. La finalidad de estas
zonas es la de proteger contra los efectos propios de la guerra a los heridos y
enfermos, los inválidos, las personas de edad, los niños menores de quince
años, las mujeres en cinta y a las madres de criaturas de menos de siete años.
En cuanto al ámbito temporal, una vez que los Estados interesados han
decidido crear una o varias zonas sanitarias y de seguridad, estas podrán ser
designadas en dos momentos diferentes: en tiempo de paz y/o después de la
ruptura de hostilidades (durante el desarrollo del conflicto armado).
 La creación de las zonas y localidades neutralizadas tiene su origen en
una propuesta previa, directa o indirecta -a través de un Estado neutral o un
organismo humanitario-, instada por una de las partes en conflicto y pendiente
de aceptación por la otra. La finalidad perseguida con la creación de estas
zonas es la de proteger frente a los peligros de los combates a los heridos y
enfermos, combatientes o no, y personas civiles que no participen en las
hostilidades, amén de no ejecutar ningún trabajo de carácter militar durante su
estancia en dicha zona. Al contrario que en las zonas sanitarias y de seguridad,
las zonas neutralizadas solamente podrán crearse después de la ruptura de
hostilidades y su ámbito geográfico vendrá referido al territorio en donde tengan
lugar los combates entre las partes. En todo caso, la existencia en el tiempo de
la zona, así como su situación geográfica, administración, aprovisionamiento y
control, dependerá de lo estipulado por las partes en el acuerdo de creación de
la misma.
A estas zonas, contenidas en el Convenio de Ginebra sobre protección de
personas civiles, el Protocolo I Adicional añadió dos nuevos tipos de zonas y
localidades de protección especial: localidades no defendidas y la zona
desmilitarizada.
 Las denominadas localidades no defendidas son lugares habitados que
se encuentran próximos o en el interior de un territorio donde las fuerzas
armadas estén en contacto y que están abiertos a la ocupación por la potencia
enemiga. Los beligerantes no podrán atacar las localidades no defendidas
según la prohibición expresa contenida en el Protocolo I Adicional de 1977.
Según los apartados 2 y 4 del artículo 59, la designación de una localidad no
defendida vendrá dada por una declaración unilateral.
 Las zonas desmilitarizadas resultan del acuerdo pactado entre las
partes beligerantes, y basándose en éste, las operaciones militares no pueden
extenderse a las mismas. A tenor de los apartados 1 y 2 del artículo 60, la
creación de una zona desmilitarizada responde a la celebración de un acuerdo
entre las partes contendientes. El estatuto de esta zona tendrá vigencia
mientras la zona revista el carácter de desmilitarizada.
En ambos casos, tanto para las localidades no defendidas como para las zonas
desmilitarizadas, deben concurrir las siguientes condiciones comunes:
a) deberán haberse evacuado todos los combatientes, así como las
armas y el material militar móviles;
b) no se hará uso hostil de las instalaciones o establecimientos
militares fijos;
c)  ni las autoridades ni la población cometerán actos de hostilidad;
d)  no se emprenderá actividad alguna en apoyo de operaciones
militares.
3. Los bombardeos aéreos de ciudades
En primer lugar cabe observar que la utilización de la denominada arma
aérea contra objetivos militares está dentro de la legalidad. Una vez realizada
dicha precisión preliminar, hay que preguntarse sobre la posible licitud o ilicitud
del bombardeo aéreo de las ciudades, pues se plantea la dificultad relativa a la
distinción de los objetivos militares de los que no revisten tal carácter y, en este
sentido, hay que recordar los bombardeos indiscriminados realizados durante
la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial.
Sin entrar en la evolución jurídica de la reglamentación de la guerra aérea,
cabe observar que el artículo 51.4 del Protocolo I de Ginebra de 1977 dispone
la prohibición de "los ataques indiscriminados", entendiendo por tales:
a) Los que no están dirigidos contra un objetivo militar concreto; b) los que
emplean métodos o medios de combate que no pueden dirigirse contra un
objetivo militar concreto; o c) los que emplean métodos o medios de combate
cuyos efectos no sea posible limitar conforme a lo exigido en el presente
protocolo; y que, en consecuencia, en cualesquiera de tales casos, pueden
alcanzar indistintamente a objetivos militares y a personas civiles o a bienes de
carácter civil.
Asimismo, según el apartado 5:
Se considerarán indiscriminados, entre otros, los siguientes tipos de
ataque: 
a) los ataques por bombardeo, cualesquiera que sean los métodos o
medios utilizados, que traten como objetivo militar único varios objetivos
militares precisos y claramente separados situados en una ciudad, un
pueblo, una aldea u otra zona en que haya concentración análoga de
personas civiles o bienes de carácter civil; y
b)  los ataques, cuando sea de prever que causarán incidentalmente
muertos y heridos entre la población civil, o daños a bienes de carácter
civil, o ambas cosas, que serían excesivos en relación con la ventaja
militar concreta y directa prevista.
La población civil está protegida por la prohibición referida a los ataques
indiscriminados que condena el bombardeo de zona y la "alfombra de bombas",
V. LOS MEDIOS Y MÉTODOS DE COMBATE
El Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra, de 12 agosto de 1949,
relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados
internacionales, dispone que "en todo conflicto armado, el derecho de las
partes en conflicto a elegir los métodos o medios de hacer la guerra no es
ilimitado" (artículo 35.1),prohibiendo "el empleo de armas, proyectiles, materias
y métodos de hacer la guerra de tal índole que causen males superfluos o
sufrimientos innecesarios" (artículo 35.2),por un lado, y "el empleo de métodos
o medios de hacer la guerra que hayan sido concebidos para causar, o de los
que quepa prever que causen daños extensos, duraderos y graves al medio
ambiente natural", por otro.
Los medios de combate designan las armas susceptibles de ser utilizadas
por las partes en caso de conflicto armado, mientras que, por el contrario,
los métodos de combate corresponden con la utilización que esas mismas
partes hagan de dichos medios durante el desarrollo del conflicto.
La limitación indicada prohibición de utilizar determinados medios y métodos
de combate viene determinada por la necesidad de armonizar las posibles
exigencias militares con las necesidades de carácter humanitario, y de esta
forma, salvaguardar y proteger a las víctimas del conflicto armado. Así pues,
entre los diversos medios y métodos de combate disponibles por una potencia
para alcanzar un determinado objetivo militar, deberá utilizar aquellos que
causen menos sufrimientos, daños o destrucción.

VI. LA PROTECCIÓN DE LAS VÍCTIMAS DE LOS CONFLICTOS ARMADOS


El derecho internacional humanitario se articula en torno al principio de que
la fuerza armada solamente puede dirigirse contra personas que, a su vez,
hagan uso de la misma.
La utilización de la fuerza armada deberá realizarse, en el marco de las
limitaciones y prohibiciones dispuestas por el derecho internacional
humanitario, en defensa de los no combatientes, y en virtud de este
planteamiento, la máxima a seguir durante el desarrollo de los conflictos
armados es que solamente los combatientes podrán ser objeto de ataques,
mientras que, por el contrario, los denominados no combatientes no podrán ser
objeto de los mismos, dada la salvaguardia que el derecho internacional
humanitario dispone en su favor; consecuentemente los beligerantes deben
distinguir entre personas y bienes civiles, por una parte, y combatientes y
objetivos militares, por otra, dirigiéndose las operaciones militares única y
exclusivamente contra estos últimos.
1. Los combatientes
El término combatiente ha sido utilizado con carácter general para
denominar a todos los miembros integrantes de las fuerzas armadas, excepto
los pertenecientes al personal sanitario y religioso (capellanes), y a cualquier
persona civil que, en un momento dado, tome las armas.
Los combatientes son miembros de las fuerzas armadas, pero no todos
los miembros de dichas fuerzas son combatientes, ya que el personal sanitario
y religioso, a pesar de detentar tal condición, no son combatientes. Así, son
combatientes aquellos miembros de las fuerzas armadas que "tienen derecho a
participar directamente en las hostilidades" (artículo 43.2) y además puedan
"distinguirse de la población civil en el curso de un ataque o de una operación
militar preparatoria de un ataque" (artículo 44.3).
En consecuencia, son combatientes tanto los "miembros de las fuerzas
armadas de una parte en conflicto" como los guerrilleros, pero se hace
necesario determinar qué debe entenderse por tales fuerzas y, en este sentido,
el artículo 43.1 del citado protocolo dispone que las fuerzas armadas de una
parte en conflicto se componen de todas las fuerzas, grupos y unidades
armados y organizados, colocados bajo un mando responsable de la conducta
de sus subordinados ante esa parte, aun cuando esta última esté presentada
por un gobierno o por una autoridad no reconocidos por una parte adversa. Las
fuerzas armadas deberán estar sometidas a un régimen de disciplina interna
que haga cumplir, inter alía, las normas de derecho internacional aplicables en
los conflictos armados.
En el contexto descrito, a la vista del apartado A del artículo 40. Del
Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra, puede
apreciarse una serie de circunstancias que deben tomarse en cuenta a la hora
de examinar el tema relativo a los combatientes:
 1) Cabe observar que los cuatro criterios previstos en el artículo 10. del
Reglamento de La Haya se han convertido en unos meros criterios que dan
derecho al trato de los prisioneros de guerra. 
2) El citado artículo recoge en su apartado segundo una serie de modalidades
armadas desarrolladas durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial,
especialmente sobresale la referencia a los movimientos de resistencia
organizados. 
3) El precepto incluye una innovación referida a los miembros de fuerzas
armadas regulares pertenecientes a un gobierno o autoridad no reconocida por
la potencia en cuyo poder hubieran caído; esto es, los citados miembros
formarán parte de las fuerzas armadas y, por tanto, deberá dispensárseles el
trato de prisionero de guerra.
A. Los prisioneros de guerra
En conformidad con el artículo 40., letra a, del Convenio de Ginebra de
1949, son prisioneros de guerra:
Las personas que, perteneciendo a alguna de las siguientes categorías,
caigan en poder del enemigo:
1) Miembros de las fuerzas armadas de una Parte contendiente, así como
miembros de milicias y cuerpos de voluntarios que formen parte de esas
fuerzas armadas.
2) Miembros de otras milicias y miembros de otros cuerpos voluntarios, incluso
los de movimientos de resistencia organizados, pertenecientes a una parte
contendiente y que actúen fuera o dentro de su propio territorio, aunque este
territorio se halle ocupado, siempre que esas milicias o cuerpos organizados,
incluso los movimientos de resistencia organizados, cumplan las condiciones
siguientes: a) que figure a su cabeza una persona responsable por sus
subordinados; b) que lleven un signo distintivo fijo y fácil de reconocer a
distancia; c) que lleven francamente las armas; d) que se conformen, en sus
operaciones, a las leyes y costumbres de la guerra.
3) Miembros de las fuerzas armadas regulares pertenecientes a un gobierno o
a una autoridad no reconocidos por la potencia en cuyo poder hayan caído.
4) Personas que sigan a las fuerzas armadas sin formar parte integrante de
ellas, tales como miembros civiles de tripulaciones de aviones militares,
corresponsales de guerra, proveedores, individuos de unidades de trabajo o de
servicios encargados del bienestar de las fuerzas armadas, a condición de que
para ello hayan recibido permiso de las fuerzas armadas que acompañan,
teniendo éstas la obligación de entregarles a tal efecto una tarjeta de identidad
semejante al modelo adjunto.
5) Miembros de las tripulaciones, incluso capitanes, pilotos y grumetes, de la
marina mercante, y tripulaciones de la aviación civil de las partes
contendientes, que no gocen de trato más favorable en virtud de otras
disposiciones del derecho internacional.
6) La población de un territorio no ocupado que, al acercarse el enemigo, tome
espontáneamente las armas para combatir a las tropas invasoras, sin haber
tenido tiempo para constituirse en fuerzas armadas regulares, siempre que
lleve francamente las armas y respete las leyes y costumbres de la guerra.
B. La condición jurídica y protección general de los prisioneros de guerra.
Los prisioneros de guerra se encuentran en poder de la potencia que los ha
capturado, siendo ésta la responsable última del trato que se dispense a dichos
prisioneros, independientemente de cualquier responsabilidad individual.
La protección general de los prisioneros de guerra gira en torno a la no
consideración del prisionero como responsable de la guerra; esto es, al
combatiente capturado no se le puede imputar ni la guerra en sí misma ni su
desarrollo, ya que el cautiverio tiene por único objeto el evitar que el
combatiente pueda participar nuevamente en las hostilidades. En
consecuencia, el cautiverio no reviste un carácter punitivo ni infamante, sino
que debe ser entendido como una medida de precaución.
El estatus de prisionero conlleva que sean tratados humanamente y en todo
momento se respete su persona física y moral (artículo 13 del convenio). El
derecho al respeto a la persona física de los prisioneros implica: a) que no se
cometan actos ilícitos que pongan en grave peligro su salud (artículo 38 del
convenio); b) que no sean objeto de vejación (artículo 38 del convenio); c) que
no se les prive de servicios de higiene y de actividades físicas, recreativas e
intelectuales (artículo 38 del convenio); d) que las condiciones de alimentación,
alojamiento y vestimenta sean suficientes (artículos 15, 25, 26 y 27 del
convenio); e) que no sean situados en zonas peligrosas y de combate (artículo
19 del convenio); y f) que no se les despoje de sus bienes o efectos de uso
personal (artículo 18 del convenio).

2. La población civil


Una vez contemplado el término "combatiente", es necesario definir tanto
las personas civiles como la población civil y, para ello, hay que remitirse al
articulado comprendido en el Convenio de Ginebra, de 12 de agosto de 1949,
sobre la protección de las personas civiles en tiempo de guerra y al Protocolo I
Adicional de 1977.
Contemplados los preceptos transcritos, por persona civil debe entenderse a
toda persona que no es miembro de un ejército y que no pertenece a las
milicias ni a los cuerpos voluntarios, incluidos los movimientos de resistencia
organizados, sean o no reconocidos por la parte adversa. En definitiva, las
personas civiles son aquellas que no participan en las hostilidades y, en
consecuencia, son los beneficiarios de la protección dispensada por el derecho
internacional humanitario, sea o no internacional el conflicto y sea cual fuere el
territorio en que se encuentren, tanto si la guerra ha sido declarada
expresamente como si no, y ésta haya sido o no reconocida una parte en
conflicto por el adversario.
A. La protección de la población civil.
La regla fundamental a partir de la cual se articula la protección general de
la población civil aparece recogida en el artículo 27 del Convenio de Ginebra de
1949, relativo a la protección de las personas civiles en tiempo de guerra, al
proclamar el respeto a la persona humana, a su honor, a sus derechos
familiares, a sus convicciones y prácticas religiosas. El citado convenio dispone
dos regímenes diferenciados de protección: uno referido "al conjunto de las
poblaciones de los países contendientes" (artículo 13 del convenio). La
protección de estas personas aparece contemplada en el título II del convenio
IV: "Protección general de las poblaciones contra ciertos efectos de la guerra",
y otro que incluye a "las personas que en un momento cualquiera y de
cualquier manera que sea se encontraren, en caso de conflicto u ocupación, en
poder de una parte contendiente o de una potencia ocupante de la cual no
sean súbditos" (artículo 40. del convenio), quedando expresamente excluidas
las personas objeto de protección por parte de los restantes tres convenios, así
como los súbditos de un Estado que no sea parte del convenio.

B. La interacción entre los derechos humanos y el derecho internacional


humanitario
En virtud de la interacción entre los derechos humanos y el derecho
internacional humanitario y del consenso en el seno de la comunidad
internacional en el sentido de que los derechos humanos fundamentales deben
ser respetados tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, se indican
seguidamente las disposiciones internacionales en la materia, de acuerdo con
su aplicación en los casos de conflicto armado internacional.
 La prohibición de ejecuciones sumarias y arbitrarias (artículo 30. de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y del artículo 6o. del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
 La prohibición de torturas y tratos inhumanos (artículos 27, 31 y 32 del
Convenio de Ginebra de 1949 sobre la Protección de Personas Civiles en
Tiempo de Guerra).
 Prohibición de detenciones, prisión y deportaciones arbitrarias (artículos
41, 42, 43, 48, 68 y 78 del Convenio de Ginebra sobre Trato relativo a la
Protección de las Personas Civiles en Tiempo de Guerra, y artículo 9o. de la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre).
 El derecho a salir libremente del país (artículo 35 del Convenio de
Ginebra y artículo 12.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
 La libertad religiosa, de expresión y de reunión (artículos 18, 19 y 21 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
 La protección especial de mujeres y niños (artículos 14, 27, 68 y 76 del
convenio, y artículo 24 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
 El derecho a la salud (artículos 56 y 57 del Convenio de Ginebra).
 El derecho a la educación (artículos 13.1, 15 y 50 del Convenio de
Ginebra).
VII. LA PROTECCIÓN DE LOS BIENES CULTURALES
La protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado debe
enmarcarse en el ámbito de la moderna concepción sobre establecimiento de
zonas bajo protección especial; esto es, la protección de dichos bienes es una
de las posibles medidas susceptibles de ser adoptadas para limitar
convencionalmente las zonas de las operaciones militares.
La medida relativa a la protección de los bienes culturales en caso de guerra
es relativamente reciente y responde a la idea de que los bienes culturales son,
en tanto que base de la civilización humana, patrimonio común de la
humanidad. Por ello, no es extraño que en el siglo XIX, al iniciarse la
codificación de las leyes de la guerra, se pensara en la suerte de las obras de
arte (por ejemplo, monumentos históricos, descubrimientos arqueológicos,
archivos, bibliotecas, etcétera) en tiempo de guerra.
1. La protección jurídico-internacional de los bienes culturales
En el ámbito de la protección jurídico internacional de los bienes culturales,
cabe distinguir dos momentos cuya frontera diferenciadora en el tiempo debe
establecerse en 1954. Con anterioridad al citado año solamente existían
disposiciones aisladas u ocasionales sobre la referida materia. Así, en los
convenios realizados en La Haya en 1899 y 1907 solamente se contienen unas
disposiciones que de forma ocasional vienen referidas a la protección de los
bienes culturales.
El reglamento anexo al IV Convenio de 1907, sobre las leyes y costumbres
de la guerra terrestre, contiene algunas normas que, por una parte, contribuyen
a la protección de los bienes culturales indirectamente y, por otra, designan de
manera expresa dicha protección. Entre las primeras, de carácter indirecto, que
versan sobre la protección de los bienes civiles en general, y por extensión
protegen los bienes culturales, cabe citar las siguientes: 1) Prohibición de
destruir o apoderarse de las propiedades enemigas. 2) Prohibición de
bombardear, por cualquier medio que sea, ciudades, pueblos, casas o edificios
que no estén defendidos. 3) Prohibición de entregar al pillaje una población o
localidad, aunque sea tomada por asalto (las prohibiciones enunciadas
corresponden con los artículos 47, 23 letra g), 25 y 28).
Por otro lado, el Reglamento de La Haya de 1907 contiene una serie de
disposiciones que contribuyen de forma directa a la protección de los bienes
culturales, y los criterios dispuestos en las mismas para que un determinado
objeto goce de la protección dispensada por el convenio es triple, a saber: en
primer lugar, por las cualidades intrínsecas del objeto; en segundo lugar, en
virtud de la institución a la que el objeto pertenece; y en tercer lugar, por la
finalidad a la que el objeto está destinado. Por tanto, si bien la conjunción de
dichos criterios pudiera parecer que concede una base sólida para su
protección, lo cierto es que subsisten numerosas carencias.

2. La Noción de bienes culturales.

Los bienes culturales protegidos comprenden el conjunto de conocimientos


humanos de una persona, individualmente considerada, pueblo o época; esto
es, el convenio tutela los bienes culturales resultado del cultivo de los referidos
conocimientos mediante el ejercicio de las facultades intelectuales. Sin
embargo, además de los objetos susceptibles de ser calificados como "bienes
culturales", el convenio extiende su protección a otro tipo de objetos no
englobados en la expresión anterior, pero que bajo determinadas
circunstancias son beneficiarios de sus disposiciones, nos estamos refiriendo a
los medios de transporte -convoyes- utilizados para trasladar bienes culturales,
tanto en el interior de un país como en dirección a otro país, para su mejor
protección.

3. La protección de los bienes culturales.

El artículo 20. del convenio dispone que la protección de los bienes


culturales "entraña la salvaguardia y el respeto de dichos bienes". La
salvaguardia de los bienes culturales implica la adopción de las medidas
apropiadas y necesarias, en tiempo de paz, para proteger dichos bienes de los
efectos previsibles en caso de un conflicto armado (artículo 30.), mientras que,
por otro lado, el respeto supone una doble abstención consistente en su no
utilización con finalidades militares y el no hacerlo objeto de actos hostiles
(artículo 4.1).
En cuanto al respeto de los bienes culturales, la responsabilidad en este
caso es compartida por las partes en conflicto. Así, mientras una de las partes
se compromete a no "utilizar esos bienes, sus sistemas de protección y sus
proximidades inmediatas para fines que pudieran exponer dichos bienes a
destrucción o deterioro", la otra parte se compromete a no realizar ningún "acto
de hostilidad respecto de tales bienes". A las obligaciones señaladas, cabe
añadir otras de carácter específico como, por ejemplo, la de no tomar medidas
de represalia contra los bienes culturales (artículo 4.4); la de no desligarse de
las obligaciones estipuladas en el artículo 40., con respecto a la otra parte, bajo
el pretexto de que esta última no hubiera aplicado las medidas de salvaguardia
establecidas en el artículo 3o. (artículo 4.5); la de introducir en tiempo de paz,
en los reglamentos militares, disposiciones encaminadas a asegurar la
observancia del convenio (artículo 7.1); etcétera.
En otro orden de cosas, cabe señalar la reserva contenida en el artículo 4.2,
y que puede ser limitativa de cualquier medida de protección sobre los bienes
culturales incluidos en la esfera de la denominada protección general (las
reservas relativas a los bienes bajo protección especial aparecen contempladas
en los apartados 1 y 2 del artículo 11). El citado precepto dispone que las
obligaciones de respeto a los bienes culturales "no podrán dejar de cumplirse
más que en el caso de que una necesidad militar impida de manera imperativa
su cumplimiento".
VIII. LA PROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE

La utilización de determinados medios y métodos de combate está


directamente vinculada con el deterioro del medio ambiente; así, el armamento
usado durante la Primera y Segunda Guerras Mundiales, junto con el de los
conflictos internacionales e internos posteriores, han afectado directamente la
estabilidad del medio ambiente, alterando el equilibrio de los ecosistemas.
Especial mención merece la Guerra de Vietnam, ya que en ella el medio
ambiente fue seleccionado como objetivo de sistemática destrucción y, en este
sentido, se utilizaron medios y métodos de combate encaminados a quebrar la
relación hombre-naturaleza. Por tanto, la selección del medio ambiente como
objetivo militar tenía por finalidad aislar al enemigo y, para ello, se utilizaron de
forma sistemática e indiscriminada herbicidas, napalm, etcétera, que causaron
alteraciones en los factores abióticos (climáticos, edáficos e hidrográficos).
Dicho de otro modo, los daños contra el medio ambiente pueden venir
ocasionados por la llamada guerra geofísica o manipulación deliberada de los
procesos naturales, que puede provocar los fenómenos anteriormente
enunciados. No es de extrañar, pues, que el derecho internacional humanitario
contenga una serie de disposiciones tendentes a proteger el medio ambiente
durante las contiendas armadas. Esta circunstancia responde al propio espíritu
que inspira la propia existencia de esta normativa.
1. La prohibición de medios de combate que provoquen una alteración del
medio ambiente
En el ámbito de la prohibición de armas específicas contrarias a los
principios generales, con incidencia en el medio ambiente, debemos destacar,
por un lado, el Protocolo de Ginebra, de 17 de junio de 1925, relativo a la
prohibición del empleo en la guerra de gases asfixiantes, tóxicos o similares o
procedimientos análogos y, por otro, la Convención de 10 de abril de 1981
sobre prohibiciones o restricciones del empleo de ciertas armas convencionales
que puedan
El Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra, de 12 de agosto de
1949, tras reafirmar los principios generales relativos a la prohibición de los
métodos y medios de combate indiscriminados, pérfidos y que causen daños
superfluos y sufrimientos innecesarios, incorpora la protección del medio
ambiente -en tiempo de conflicto armado- en los artículos 35.3 y 55. En el
primero de los artículos citados en el párrafo anterior se estipula que "queda
prohibido el empleo de métodos o medios de hacer la guerra que hayan sido
concebidos para causar o de los que quepa prever que causen daños
extensos, duraderos y graves al medio ambiente natural".
En el segundo se dispone que:
En la realización de la guerra se velará por la protección del medio ambiente
natural contra daños extensos, duraderos y graves. Esta protección incluye la
prohibición de emplear métodos o medios de hacer la guerra que hayan sido
concebidos para causar o de los que quepa prever que causen tales daños al
medio ambiente natural, comprometiendo así la salud o la supervivencia de la
población.
Este precepto prohíbe los métodos y medios de guerra que ocasionen
daños a la salud o a la supervivencia de la población. El término salud, en
relación con el término supervivencia, debe entenderse en sentido amplio, pues
con ella se pretende indicar las acciones de las cuales cabe esperar efectos
muy graves (por ejemplo, aparición de defectos congénitos). Por otra parte, al
término población no le sigue el adjetivo civil, y ello obedece al hecho de que la
supervivencia es predicable de toda persona, con independencia de su
condición de combatiente.
En todo caso también es aquí predicable, con relación a la protección del
medio ambiente, en tanto que bien indispensable para la supervivencia
humana, la Declaración de Estocolmo de junio de 1972, al disponer que "el
hombre tiene el derecho fundamental a... el disfrute de condiciones de vida
adecuadas, en un medio de calidad tal que le permita llevar una vida digna y
gozar de bienestar, y tiene la solemne obligación de protegerlo y mejorarlo para
las generaciones presentes y futuras". Asimismo, la citada declaración
proclama que "los dos aspectos del medio humano, el natural y el artificial, son
esenciales para el bienestar del hombre y para el goce de los derechos
humanos fundamentales, incluso el derecho a la vida misma".
Como la totalidad de las acciones bélicas causan daños en el medio
ambiente, el legislador ha establecido una limitación al alcance de la
prohibición contenida en el artículo 35.3 y, de esta forma, las acciones armadas
que puedan causar daños que no sean extensos, duraderos ni graves quedan
excluidos de la indicada prohibición. Cuando no concurran los criterios
reseñados, no será de aplicación la prohibición del artículo comentado. La
limitación del alcance de la prohibición viene dada por una interpretación
a sensu contrario de la expresión "...causar o de los que quepa prever que
causen daños extensos, duraderos y graves “en relación a los medios y
métodos de hacer la guerra. Así pues, cuando no concurran estos criterios, los
métodos y medios de combate estarán al margen de la prohibición y, en
consecuencia, no estarán proscritos.
En definitiva, el medio ambiente se configura como un objetivo "no legítimo"
en la esfera del derecho internacional humanitario y, en concreto, en el
presente instrumento convencional dispone la normativa de protección al medio
ambiente en función de la protección dispensada en favor de la población, ya
que la guerra ecológica tiene efectos indiscriminatorios que pueden afectar
tanto a los combatientes como a la población civil.
Como es obvio, las contiendas armadas tienen por general un resultado
dañoso para el medio ambiente, pues los campos y bosques son devastados
en otras ocasiones, como en el caso que nos ocupa, el petróleo es derramado
en el mar, etcétera. En ocasiones, estos casos son inevitables cuando se
pretende destruir un determinado objetivo enemigo, pero cosa distinta es
cuando con tal acción se pretende ocasionar un daño en el medio ambiental.
Así, en el contexto indicado, la Convención de 10 de diciembre de 1976 sobre
la prohibición del empleo de técnicas de modificación ambiental con fines
militares u otros fines hostiles ha venido a impedir el uso indiscriminado e
intencionado de métodos no convencionales que ocasionen daños
medioambientales.
La convención estructura en torno a diez artículos la prohibición de técnicas
de guerra ecológica. No obstante, la prohibición dispuesta solamente podrá ser
efectiva cuando concurran los requisitos establecidos en los artículos primero y
segundo. Veamos, pues, seguidamente su contenido.
En primer lugar, cada Estado parte se compromete a la no utilización de
técnicas de modificación ambiental con fines militares u otros fines hostiles
como medio dirigido a causar la destrucción, daños o perjuicios a otro Estado
parte. Así pues, la prohibición viene referida a la utilización de técnicas de
modificación ambientales con fines bélicos y hostiles; esto es, a su utilización
como arma en casos de conflicto armado o, en ausencia de estos, con
finalidades meramente hostiles.
En segundo lugar, debe tratarse de técnicas cuya finalidad consista en
alterar, mediante una manipulación voluntaria -deliberada- de los procesos
naturales, la dinámica, composición o estructura de la Tierra, incluida su
biótica, su litosfera, su hidrosfera y su atmósfera, o el espacio ultraterrestre. En
tercer lugar, la convención, a tenor del apartado primero del artículo III, no
impide "la utilización de técnicas de modificación ambiental con fines pacíficos,
ni contravendrán los principios generalmente reconocidos y las normas
aplicables del derecho internacional relativas a esa utilización". Asimismo, el
apartado segundo del precepto glosado dispone que:
2. La protección dispensada en favor del medio ambiente en tiempo de
paz y los conflictos armados
Son las reglas generales de protección del medio ambiente aplicables en
tiempo de guerra.
El medio ambiente es un bien susceptible de tutela jurídica y, por ello, tanto
su protección como preservación debe ser considerada no sólo desde la
perspectiva de las disposiciones propias del derecho humanitario sino también
desde las reglas generales del derecho internacional propias del tiempo de paz,
cuyo objetivo es conservar y mejorar dicho medio.
El punto de partida para el examen de las reglas generales de protección
del medio ambiente, y su aplicación en caso de guerra, es el informe titulado
"La protección del medio ambiente en tiempo de conflicto armado", elaborado
por un grupo de especialistas tanto en derecho internacional humanitario como
en derecho internacional del medio ambiente.

De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y con los principios del
Derecho internacional, los Estados tienen el derecho soberano de explotar sus
propios recursos en aplicación de su propia política ambiental y la obligación de
asegurar que las actividades que se lleven a cabo dentro de su jurisdicción o
bajo su control no perjudiquen al medio de otros Estados o de zonas situadas
fuera de toda jurisdicción nacional.
En definitiva, el contenido del principio glosado es generalmente reconocido
actualmente como "l'expression d'une régle devenue la base coutumière du
droit internacional de 'environnement". Por tanto, cabe concluir afirmando que
la obligación de los Estados de no causar daños o perjuicios al medio existente
más allá del espacio sometido a su soberanía constituye una regla de derecho
consuetudinario.
En este punto, una vez establecido el marco general, puede observarse la
existencia de una obligación para los Estados de no perjudicar o causar daños
al medio de otros Estados o al de zonas situadas fuera de toda jurisdicción
nacional. Obligación que deben respetar también en tiempo de guerra; esto es,
la existencia de un conflicto armado no implica una liberación de tal obligación
para los Estados beligerantes: las partes en guerra deberán abstenerse de
cometer daños al medio de otros Estados y al de las zonas no sometidas a
jurisdicción nacional.
IX. LA APLICACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO
Los Convenios de Ginebra tienen por finalidad impedir que los Estados
rehúyan sus responsabilidades, ya que "ninguna Parte Contratante podrá
exonerarse, ni exonerar a otra Parte Contratante, de las responsabilidades en
que haya incurrido ella misma u otra Parte Contratante a causa de las
infracciones previstas en el artículo anterior" (artículos 51, 52, 131 y 148
comunes a los convenios). Por otro lado, de conformidad con el artículo 80.1
del Protocolo I de 1977, la aplicación de las normas internacionales
humanitarias corresponde a las partes en conflicto y, en este sentido, deberán
adoptar las medidas necesarias para el cumplimiento de las obligaciones que
les incumban.
Al tratar de los delitos contra las personas y bienes protegidos en caso de
conflicto armado, las penas de prisión dispuestas por el Código Penal vienen
referidas a los diferentes actos, perpetrados sobre las personas o bienes
protegidos, calificados por los Convenios de Ginebra y el Protocolo I Adicional
como infracciones graves, oscilando las penas de prisión, según los delitos, de
cuatro a ocho años (artículo 609), de diez a quince años (artículos 610 y 611),
de tres a siete años (artículo 612) y de cuatro a seis años (artículo 613), sin
perjuicio de la pena que corresponda por los resultados producidos (artículos
609, 610, 611 y 612). Los restantes actos o infracciones cometidas, con
ocasión de un conflicto armado, contra las personas protegidas y los bienes
culturales, tendrán una pena de prisión de seis meses a dos años (artículo
614).
Asimismo, el legislador estatal ha establecido que en el caso de que los
referidos delitos fueran cometidos por una autoridad o funcionario público, se le
impondrá además de la pena señalada, la inhabilitación absoluta de diez a
veinte años; si fuese un particular, los órganos judiciales podrán imponerle la
inhabilitación especial para empleo o cargo público de uno a diez años (artículo
616 del Código Penal). Además, la provocación, conspiración y proposición
para la ejecución de este delito se castigará con la pena inferior en uno o dos
grados a la que correspondería al mismo (artículo 615).
X. EL CONTROL DE LA APLICACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL
HUMANITARIO
El control de la aplicación de las normas internacionales humanitarias puede
llevarse a cabo mediante la designación de potencias protectoras y el
establecimiento de una Comisión Internacional de Encuesta.
1. Las potencias protectoras
La figura de las potencias protectoras aparece contemplado en los cuatro
Convenios de Ginebra de 1949 (artículos 80 y 90, respectivamente) y en el
Protocolo I de 1977 (artículo 5o.). Las potencias protectoras son Estados que
no son partes en un conflicto armado y que tienen por objetivo salvaguardar los
intereses de las partes beligerantes.
Desde el inicio del conflicto armado, las partes beligerantes tienen el deber
de asegurar la supervisión y ejecución de los Convenios de Ginebra y del
Protocolo I mediante la aplicación del sistema de potencias protectoras. Este
deber conlleva la designación y aceptación de dichas potencias. Al respecto,
cada parte beligerante designará sin demora una potencia protectora y
autorizará la actividad de una potencia protectora que, designada por la otra
parte beligerante, haya sido aceptada como tal por ella. En el supuesto de que
no haya habido designación o aceptación de potencia protectora, se aplicará el
mecanismo previsto en los apartados 3 y 4 del artículo 5o. del Protocolo I para
la designación de la potencia protectora.
Para la consecución del objetivo perseguido, las potencias protectoras podrán
designar, además de su personal diplomático o consular, delegados entre sus
propios nacionales o entre los de otros Estados neutrales; en todo caso, estos
delegados deberán quedar sometidos a la aprobación del Estado cerca del cual
han de ejercer su misión.
Los Estados beligerantes facilitarán, en la mayor medida posible, la tarea de
los representantes o delegados de las potencias protectoras.
2. La Comisión Internacional de Encuesta
El artículo 90 del Protocolo I contempla la constitución de una Comisión
Internacional de Encuesta, compuesta por quince miembros de alta reputación
moral y de reconocida imparcialidad, que actuarán a título personal y ejercerán
su mandato hasta la elección de nuevos miembros.
La comisión tendrá competencia para: 1) proceder a una investigación
sobre cualquier hecho que haya sido alegado como infracción grave, tal como
se define en los convenios o en el Protocolo I, y 2) facilitar, mediante sus
buenos oficios, el retorno a una actitud de respeto de los convenios y del
Protocolo I. En otros casos, la comisión procederá a una investigación a
petición de una parte en conflicto únicamente con el consentimiento de la otra u
otras partes interesadas.

CONCLUSION

Para realizar una conclusión de lo investigado, se comienza diciendo que La


Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que "Se
mantienen los criterios atributivos de la nacionalidad originaria propios de la
tendencia constitucional venezolana marcada por la presencia del ius soli
absoluto y el ius sanguinis". Esto quiere decir que existen dos criterios para
determinar la nacionalidad, de acuerdo al derecho que se tiene por nacer en un
determinado país o por los lazos de consanguinidad.

También podemos concluir que en nuestra legislación Venezolana el


artículo 34 C.R.B.V.; establece el principio de la doble nacionalidad al
establecer que "La nacionalidad venezolana no se pierde al optar o adquirir
otra nacionalidad". Al igual que para el Estado venezolano otorgue carta de
naturaleza a un extranjero, no puede exigirse que renuncie a su nacionalidad
de origen.

En cuanto a las relaciones sociales internacionales y sus implicaciones en


los particulares la sociedad internacional constituye un marco social de
referencia, un todo social en el que se hallan insertos todos los demás grupos
sociales, sea cual sea su grado de evolución y poder. La sociedad internacional
constituye, por tanto, una sociedad de sociedades, o macro sociedad, en cuyo
seno surgen y se desenvuelven los grupos humanos, desde la familia hasta las
organizaciones intergubernamentales, pasando por los estados.

En la medida en que las instituciones internacionales reflejan un


entendimiento básico y generalizado entre los actores internacionales, respecto
de la forma de conducir sus relaciones, resulta lógico pensar que este
entendimiento puede recaer tanto sobre sus vínculos de cooperación como
respecto de sus discrepancias o antagonismos. La diplomacia, el comercio o la
guerra son formas de relación internacional presentes en diversos tipos de
instituciones internacionales. No cabe, por tanto, excluir, en el análisis del
grado de institucionalización de una sociedad internacional, aquellos valores o
normas que emanan directamente de la existencia de conflictos bélicos en el
seno mismo de esa sociedad. Al igual que apuntábamos en el punto anterior, la
existencia de un desarrollado sistema institucional no garantiza, por sí mismo,
una sociedad internacional más pacífica y estable. Podemos considerar, sin
embargo, como hipótesis teórica, que cuanto mayor sea el nivel institucional en
el contexto internacional mayores serán también las posibilidades de limitar la
escalada en los conflictos bélicos e impedir su transformación en guerras
generales y/o totales que amenacen a toda la sociedad internacional.
BIBLIOGRAFIA

ARCAYA, Pedro Manuel: Noción sobre codificación de Derecho internacional


privado. Caracas, Tipografía Cosmos, 1915.

Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales.


Madrid, 1991.

ROUVIER, Juan M. Derecho Internacional Privado Parte Especial. Editorial


Lithobinder. Caracas, 1988.LUZ.
FUENTES LEGISLATIVAS:

- Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

- Ley de Derecho Internacional Privado.

- Reforma parcial Decreto con fuerza de Ley Orgánica de identificación.

- Ley Orgánica sobre refugiados y refugiadas y asilados o asiladas

.
Un desplazado es toda persona que se ha visto obligada a abandonar su hogar o
residencia habitual en el marco de un fenómeno conocido como migración forzosa

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