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UNIVERSIDAD NACIONAL “PEDRO RUIZ GALLO”

FACULTAD DE INGENIERÍA MECÁNICA Y ELÉCTRICA


ESCUELA PROFESIONAL DE INGENIERÍA MECÁNICA Y
ELÉCTRICA

INTEGRANTES: CAMPOS PASCO HAROLD EDUARDO


GUZMÁN ARAUJO PEDRO MIJARES
MARLO ELÍAS ALFONSO JESÚS
RAMIREZ DE LA CRUZ FABIAN JOAQUÍN
TELLO CHUNGA DANIEL JUAN
VÉLEZ SAAVEDRA JESÚS ALEJANDRO
VERGARA RODRIGUEZ LEONARDO DANIEL

DOCENTE: Martha Rios Rodriguez

AÑO: 2020
LA CULTURA
DIFERENTES ENFOQUES TEÓRICOS DE LA CULTURA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

1.OBJETO DE LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL:

La antropología cultural estudiar las culturas humanas, describiendo y


explicando, analizando e interpretando, sus similitudes y sus diferencias.

2.CULTURA Y ETNIA

La cultura ese todo complejo que incluye el conocimiento con malas creencias
el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualquier otro hábito y
capacidades adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad etnia es
una agrupación de individuos que comparten un mismo lenguaje, una religión,
una experiencia histórica, raza, creencias, valores y hábitos costumbres y
normas; por ello se distingue de otras agrupaciones.

3. CARACTERÍSTICAS DE LA CULTURA

 La cultura es aprendida mediante procesos de enseñanzas y


aprendizajes conscientes e inconscientes.
 La cultura es compartida por todos los miembros de la sociedad.
 La cultura lo abarca todo lo que el hombre produce y transmite a todos
los miembros de una sociedad.
 La cultura responde a necesidades biológicas y sociales.
 La cultura está integrada conformada sistemas pautados integrados.

Características:

Toda cultura tiene historicidad, sufre influencias y modificaciones a lo largo de


su devenir histórico.

Toda cultura es compleja, porque es un sistema en el que esos elementos


interactúan y se modifican constantemente. No se reduce en un esquema
lógico.

Todas las culturas son dinámicas, cambian en el tiempo por la propia acción de
la sociedad YO por factores externos toda cultura se nutre de contradicciones
en virtud de la dinámica y conflictos sociales.
Las culturas en contacto se influyen mutuamente se a través de la convivencia,
los intercambios comerciales, religiosos, lingüísticos, etc.

4. PRINCIPALES ENFOQUES

 Enfoque evolucionista unilineal


 Enfoque difusionista
 Enfoque particularismo histórico
 Enfoque funcionalista
 Enfoque estructuralista enfoque interpretativo

a.- Enfoque Evolucionista su Línea Unilineal

La existencia de diferencias entre las culturas debe explicarse o interpretarse


como grados o fácil del desarrollo o evolución de las mismas.

b.- Enfoque Difusionista

Existe un desarrollo paralelo entre culturas/ civilizaciones.


El desarrollo de las culturas depende en gran medida de su difusión.
La difusión cultural que es un proceso complejo que supone selección y
asimilación de elementos culturales, un procedo de intercambio.

c.- Enfoque Histórico

El desarrollo de la cultura es autónomo de la raza y el lenguaje no existe una


cultura general o global cada cultura sigue un camino único y particular y para
entenderla hay que estudiarla por separado.

d.- Enfoque Funcionalista

La cultura es un patrimonio instrumental del hombre y la sociedad para


satisfacer sus necesidades.

Las culturas no son una mera agregación elementos sino un conjunto integrado
de elementos inseparables, interconectados, con funciones específicas.

e.- Enfoque Estructuralista:

La estructura cultural es un tipo de disposición organizada de partes que


establecen una red de relaciones sociales.
El estructuralismo es un método que se resume en 4 pasos importantes:

1) Estudiar los fenómenos inconscientes


2) Estudiar los elementos y las relaciones
3) Poner en evidencia el carácter sistémico de las relaciones funcional o no
de los elementos
4) Descubrir leyes generales por inducción

f.- Enfoque Interpretativo:

La cultura es pública porque la significación lo Edén esas diversas maneras o


modos de expresarla y no precisamente en una sola forma.

Las diferentes culturas son sistema de símbolos compartidos que aportan


distintas formas de ver el mundo.

g.- Enfoques Teóricos de la cultura:

Asumimos una concepción filosófica de la cultura, fundada en el hombre y la


actividad humana como principio estructurador, sin embargo, he considerado
pertinente exponer de modo panorámico otros enfoques teóricos en torno a
dicho concepto por distintas corrientes y tendencias de corte sociológico,
antropológico, axiológico, epistemológico, etc.
Sin intentar hacer un tratado sobre historia y teoría de la cultura, que de por sí,
constituiría contenido para varias tesis doctorales, he tratado de reflejar varios
enfoques teóricos sobre dicho concepto, en cuanto a sentido, definición,
estructura, dimensiones, etc. Pero que de una forma u otra resultan unilaterales
y abstractos por carecer de un enfoque sistémico – procesal, capaz de abordar
la cultura como producción humana polifuncional que incluye los procesos y
resultados materiales y espirituales creados por el hombre.

Al final de este epígrafe, se hace un breve análisis que cierra el capítulo, sobre
las aportaciones realizadas a la sistematización del concepto de cultura por
parte de filósofos marxistas de América Latina y de la antigua URSS, a veces
poco conocidos por la comunidad científico– filosófica occidental. Autores que,
partiendo de Marx, Engels y Lenin, han realizado síntesis creadoras alrededor
de esta importante categoría. Particularmente han sido reveladoras por su
trascendencia innovadora, los filósofos que han trabajado de modo profundo y
sistemático la actividad como categoría filosófica, sus atributos cualificadores
(conocimiento, valor, praxis y comunicación), así como las fuentes generadoras
de realización de la actividad (necesidad – interés – fin – medios y condiciones
– resultado), así como el proceso de conversión recíproca de lo ideal y lo
material, a través de la praxis.

Igualmente constituyen aportes sustanciales a la teoría de la cultura, las


elaboraciones hechas por culturólogos soviéticos, dirigidas a la relación de la
historia con la cultura, el mecanismo de la acción de las leyes sociales y la
cultura, lo objetivo y lo subjetivo en la cultura y el determinismo y la libertad,
entre otros.

En otro orden de planteamiento de problemas, debe subrayarse además las


concepciones pedagógicas en torno a la cultura y su tendencia a la
absolutización del momento cognoscitivo. Igualmente, la creencia de que la
aprehensión cultural es un problema de la educación y los maestros y
profesores.

Primero hay que aprender los sentidos culturales en forma de conocimientos y


destrezas de convivencia social: prácticos, teóricos y artísticos, para luego
integrarse en la sociedad a partir de esos conocimientos y destrezas.
En épocas pasadas estas enseñanzas eran realizadas en el seno de la familia,
pero con la modernidad las sociedades humanas se han vuelto cada vez más
complejas y la tarea de enseñar a las generaciones jóvenes ha sido asignada a
una especialidad y su correspondiente especialista: a la educación y a los
maestros y profesores.

En otra dirección de análisis en busca de los sentidos culturales y la


construcción cultural, algunas corrientes teóricas parten de la fenomenología
hasta llegar al post-estructuralismo y se exploran los aspectos textual-
discursivos en la constitución de la persona, la incorporación de signos en el
cuerpo y su constitución a través de la práctica social. Estas corrientes se
dirigen a revelar las relaciones entre el cuerpo, las relaciones sociales y las
formas culturales. Se entiende el cuerpo no en su sentido biológico, sino en
tanto que construcción cultural.

En ese proceso de construcción social juega un papel fundamental la relación


entorno-sociedad y consiste en el estudio de las relaciones entre el medio
natural, la sociedad y la cultura. Muchos autores han contribuido, y continuarán
contribuyendo con sus puntos de vista a esclarecer esta relación.

Se pueden identificar, en forma esquemática, tres grandes tendencias


interpretativas o perspectivas de análisis de esta literatura:

a. Las perspectivas de los pueblos primitivos sobre sus respectivas maneras


de relacionarse con la naturaleza, generalmente enfatizando la estrecha
relación interdependiente de la sociedad humana con la naturaleza. Esta
perspectiva también puede encontrarse en la conciencia occidental tardía del
impacto del desarrollo tecnológico en la sociedad.

b. La perspectiva occidental que acompaña la transformación e integración del


mundo resultante de las innovaciones tecnológicas y de la formación de un
mercado mundial, tiende a subrayar que esta sociedad es artífice del progreso
y liberadora de las trabas y limitaciones del medio.

c. La gama intermedia de posiciones acerca de la relación entre el medio, la


naturaleza y la sociedad, que refleja los tropiezos del pensamiento para
precisar esa relación: ejemplo de ello son el determinismo geográfico, la
indeterminación del medio sobre la evolución social y cultural, y la ecología
cultural.

Existe también una jerarquía en las escalas que han utilizado las ciencias
sociales y en particular la antropología social para reflexionar acerca de la
relación del medio con la sociedad. Hay una primera escala local, que
corresponde al ámbito geográfico e histórico en el que se ha desarrollado una
cultura, el ámbito de autonomía política de una sociedad simple. El espacio
geográfico de la cultura y la extensión del poder político de una sociedad
compleja resulta ser el otro extremo de esta escala para el estudio de esa
relación. En la antropología social destacan el área cultural, la región y la
nación.

La antropología social combina sus conocimientos adquiridos por el método


etnográfico con aquellos que otras disciplinas sociales (como la geografía, la
historia, la economía, la sociología, la planificación) adquieren con sus propios
instrumentos. De tales diálogos interdisciplinarios emergen importantes
contribuciones de esta relación entre el medio y la sociedad.

La etnografía pone énfasis en el estudio de los grupos humanos y ha sido el


enfoque predilecto de los representantes de las teorías formales dedicadas al
estudio de la transmisión cultural, la aculturación, el cambio cultural y la
relación entre cultura y personalidad. Estos son procesos grupales complejos, y
el énfasis de la etnografía en el descubrimiento de las creencias compartidas,
las prácticas, los artefactos, el conocimiento popular y el comportamiento,
destaca los mecanismos que están en la base de dichos procesos.

Los etnógrafos dedicados y muy interesados en desarrollar y aplicar las teorías


sobre el cambio educativo, la enseñanza escolar, las relaciones sociales,
culturales y la organización de la instrucción, consideran que los usos de los
espacios que hace una sociedad son parte constitutiva de la misma. Dichos
usos manifiestan las prácticas, los valores, los imaginarios, y las relaciones
sociales. El espacio es considerado no sólo como contexto sino como una
variable que está en relación con el desarrollo del grupo humano que lo habita.
Por medio de las modificaciones en dichos usos podemos analizar el cambio
social y cultural.
Las relaciones de parentesco, familiares y las redes sociales constituyen un
elemento esencial de la organización social y cultural, así como de la relación
individuo-sociedad. Estas relaciones no son inmunes a los procesos de
globalización y de modernización, por lo cual se pone énfasis en aquellos
procesos de cambio referidos a las nuevas y viejas modalidades de
estructuración de las relaciones y de las redes sociales como expresión de la
solidaridad y la libertad.

El multiculturalismo, contextos locales y teoría crítica, constituyen también


enfoques teóricos. Por lo tanto, se debería incorporar la historia de un grupo de
teorías que dieron cuenta de estos fenómenos, como condición crítica
necesaria para pensar el fenómeno en su dimensión actual.

Un ejemplo de esto es la utilización en el debate norteamericano de teorías


latinoamericanas, como la pedagogía de Paulo Freire, que deben ser
abordadas como un elemento fundamental de las discusiones.

Freire, establece que la cultura nace de la relación de dependencia, visto como


un fenómeno que da origen a distintas formas del ser, de pensar, expresarse y
de manifestarse en la sociedad. Este autor identifica la existencia de una
configuración histórico- cultural, a la cual llama “cultura del silencio”; es una
expresión supraestructural que condiciona un tipo especial de conciencia, vista
esta desde su totalidad, en donde las culturas pueden ser dominadas.

Paulo Freire identifica dos formas de acción cultural que se dan en la sociedad,
la primera es, “la acción cultural para la libertad, caracterizada por el diálogo,
su objetivo, es la concientización del hombre y la otra, la acción cultural para la
dominación y que sirve para domesticar al hombre”.

Se hace necesario, entonces que una teoría social sensible al multiculturalismo


sea construida multiculturalmente y para ello hay que estar atento a lo que nos
pueden enseñar los problemas locales y sus portadores.

En castellano la palabra cultura estuvo largamente asociada a las labores de la


labranza de la tierra, significando cultivo; por extensión, cuando se reconocía
que una persona sabía mucho se decía que era “cultivada”. Según el
Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, es solo en el siglo XX que
el idioma castellano comenzó a usar la palabra cultura con el sentido que a
nosotros nos preocupa y habría sido tomada del alemán Kulturrell. Es posible
pensar que el concepto “cultura” proviene más bien de la fuerte influencia que
el saber norteamericano ha tenido sobre nuestra propia cultura hacia las
décadas de los 50-60.

La cultura a través del tiempo ha adquirido, características polisémicas y


suntuosa que de acuerdo a algunos críticos han disminuido su eficacia en la
praxis, así hablamos de cultura pre alfabeta, cultura adaptadora, área de
cultura, base de cultura, centro de cultura, cultura selectora, continuidad de la
cultura, promoción de la cultura, evolución de la cultura, pausa universal de
cultura, préstamo de cultura, rezago cultural, complejo cultural, cultura
rezagada, fecundación de cultura, fusión de culturas, diferencias culturales,
aculturación, transculturación, cultura occidental, cultura nacional, cultura de
masas, cultura popular, subcultura, política cultural, extensión cultural,
funciones de la cultura, incultura y difusión de la cultura

Sociológicamente se considera el término civilización, como sinónimo de


desarrollo cultural, abarcando este los renglones políticos, culturales y
socioeconómicos.

La cultura ha sido considerada en la declaración de los Derechos Humanos


como un bien común. Se ha elaborado recomendaciones en el foro
internacional para medidas legislativas y reglamentarias sobre el acceso a la
cultura27 Existen múltiples concepciones sobre la cultura, así,
lexicológicamente se le considera al término cultura, como el resultado o efecto
de cultivar los conocimientos humanos y de afinar por medio del ejercicio las
facultades intelectuales del hombre.

Para Taylor, cultura es todo aquel complejo que incluya conocimientos,


creencias, arte, ley, moral y cualquier otra capacidad y hábito adquirido por el
hombre como miembro de la sociedad.

Segismundo Freud, en cambio sostiene que la felicidad humana descansa en


las necesidades instintivas del hombre, lo que naturalmente era incompartible
en una sociedad civilizada. El sacrificio metódico de la libido, su derivación
rígidamente sancionada hacia actividades socialmente provechosas, es la
cultura. Freud consideraba que la cultura dependerá de la represión del
individuo sobre sí mismo y de la sociedad sobre los individuos.

Por su parte, Ortega y Gasset, piensan que “La cultura es donde quiera una”.

Cáceres sostiene que “La cultura es la dimensión social de cualquier grupo o


sociedad.

Antropológicamente se llama cultura al sistema integral de patrones de


conducta aprendidos característicos de los miembros de una sociedad. Es
precisamente En el seno de este enfoque antropológico donde Néstor García
Canclini, cuestiona al relativismo cultural según el cual cada sociedad tiene
derecho a desenvolverse en forma autónoma, sí que haya teoría de lo humano
de alcance universal que pueda imponerse a otra, argumentando cualquier tipo
de superioridad.

El relativismo cultural, sin embargo, para García Canclini, deja abiertos


problemas básicos de una teoría de la cultura, es decir, falta el criterio que
ayude a resolver los conflictos y desigualdades interculturales, y es aquí donde
enfoca su propuesta analítica.

En opinión de A. Sánchez, “civilización” significa el saber instrumental


estrictamente adecuado a su finalidad práctica. Y la cultura a su vez, delimita el
saber trascendental que permite la elevación del hombre por sobre el mundo
físico que le determina originalmente.

Sin embargo, Mario Margulis, destaca que el materialismo histórico no dispone


de una teorización suficiente sobre cultura, ni por lo tanto una definición
adecuada del concepto de cultura.

Al respecto, Antonio Sánchez García, asevera que la palabra cultura encierra el


cultivo del hombre en tanto ser emancipado de la dependencia material, y que
en modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida
social, política y espiritual en general.

Siguiendo a Marx, “Un concepto Marxista de cultura, deberá permitirnos


comprender la interpenetración permanente, entre la producción material de la
vida social y el conjunto de relaciones sociales, mediatizadas por el lenguaje,
los usos, las creencias, etc. Revierten sobre el modo de producción,
conformando así una totalidad compleja, que define y articula la acción
consciente e inconsciente del conjunto de los miembros de una sociedad. La
cual comporta momentos necesarios para un desarrollo superior, así como
impedimentos objetivos para el cumplimiento de ese desarrollo, en suma, es
esa totalidad dialéctica, la que puede recibir la denominación de cultura”.

En general, en concepto de “cultura” es comúnmente precisado en varias


definiciones particulares que expresan lo que se entiende por cultura desde las
necesidades y elaboraciones de disciplinas específicas. Raymond Williams las
clasifica como la acepción sociológica, la antropológica y la estética.
Recientemente, N.G. Fischer a las dos últimas les agrega una concepción
humanista y otra psicoanalítica. Para Fischer, son comúnmente usadas,
aunque su significado exacto es confuso para muchas personas. Las tres
formas de usar el concepto son:

1. El concepto de la estética (o concepción humanista)

El sustantivo común y abstracto “que describe trabajos y práctica de


actividades intelectuales y específicamente artísticas, como en cultura musical,
literatura, pintura y escultura, teatro y cine”. Este último concepto se acerca
mucho al concepto usual, tradicional de la calle o el común de la gente. Por su
parte Fischer, es más amplio y analítico y la llama la concepción humanista del
término.

“Cultura” es un término ambiguo que se refiere en primer lugar a una


concepción humanista del hombre, definida como el desarrollo particular de
ciertas expresiones de la actividad humana consideradas como superiores a
otras; se dirá así de un individuo que tiene cultura cuando se trata de designar
a una persona que ha desarrollado sus facultades intelectuales y su nivel de
instrucción. En este sentido la noción de cultura se refleja a la cultura del alma
(cultura animi, Cicerón)
para retomar el sentido original del término latino cultura, que designaba el
cultivo de la tierra. Aplicado al espíritu, éste término define tanto una “cabeza
bien hecha” como una “cabeza bien llena”. En un segundo nivel, la cultura
engloba la idea de “refinamiento”; se dirá de una hombre que está cultivado si
posee buenos modales signos de una cultura del espíritu: “Culture as the
training and reffinament of mind” (Hobbes: “Cultura es la formación y el
refinamiento de la mente”). En este plano, la cultura integra un saber que
traduce la buena socialización de un individuo.

De acuerdo por lo planteado por Fischer, podemos considerar que la cultura es


una manifestación del sentimiento humano, no es necesariamente traducible,
más bien se dirige hacia el sentimiento de cada persona, de acuerdo al
momento, circunstancia y estado emocional del individuo y la forma en que se
manifiesta dicha disciplina. Puede resumirse como la acumulación de
conocimientos que integran el saber humano.

2. El concepto antropológico.

Es el sustantivo común “que indica una forma particular de vida, de gente, de


un período, o de un grupo humano”. Expresando lo que podríamos llamar el
concepto antropológico de cultura; más ligado a la apreciación y análisis de
valoraciones, costumbres, estilo de vida, formas materiales y organización
social.

Se podría decir que, a diferencia del concepto sociológico, aprecia el presente


mirando hacia el pasado. De manera que el concepto antropológico de cultura
nos permite apreciar variedades de culturas particulares; como cultura del
poblador, del campesino, cultura de crianza, de la mujer joven, cultura
universitaria, etc.

Esta concepción antropológica de la cultura señala, su vínculo hombre –


contexto social.
3. El concepto sociológico.

Este entiende la cultura como “el concepto abstracto que describe procesos de
desarrollo intelectual, espiritual y estéticos”, del acontecer humano, como
cuando se habla del desarrollo cultural de un pueblo o país; Fischer dice que,
para la concepción sociológica, la cultura se define como “el progreso
intelectual y social del hombre en general, de las colectividades, de la
humanidad”. En general se usa el concepto de cultura en su acepción
sociológica, cuando el hablante se refiere a la suma de conocimientos
compartidos por una sociedad y que utiliza en forma práctica o guarda en la
mente de sus intelectuales. Es decir, al total de conocimientos que posee
acerca del mundo o del Universo, incluyendo todas las artes, las ciencias
exactas (matemáticas, física, química, etc.) las ciencias humanas (economía,
psicología, antropología, etc.) y filosofía.

Teniendo presente que por mucho que ese pueblo o sociedad sepa del
Universo, siempre hay áreas de conocimientos que no posee o desconoce. Por
ello es justamente el sentido sociológico el que usan los agentes del gobierno o
la política cuando proponen planes “para desarrollar la cultura nacional”.

El concepto sociológico de cultura tiene una fuerte connotación con la


apreciación del presente pensando en el desarrollo o progreso futuro de la
sociedad para alcanzar aquello que llamamos el patrimonio cultural de la
humanidad o simplemente “la cultura universal”. Es en este sentido en que
debe entenderse la expresión “desarrollar la cultura de un país”, implicando
desarrollar y ampliar el conocimiento nacional de lo que el hombre (universal)
ha sido capaz de crear hasta hoy.

En fin, la historia de la forma de conceptuar y definir la cultura es larga pero


podría ser extendida desde Edward Taylor en su libro Cultura primitiva (1872) a
Kroeber y Cluckhohn en USA, y en los antropólogos sociales británicos hasta
la década de los 70s, hasta el presente. Tratando de resolver el problema de la
falta de una definición común, en 1952, a Kroeber y Cluckhohn, revisaron todas
las definiciones de cultura que se habían escrito hasta su tiempo ( en inglés,
por supuesto ), encontraron nada menos que ¡160! definiciones, finalmente
formularon una definición que aunque extensa, toma en cuenta todas las
particularidades y cualidades de la cultura, que a su juicio satisfacían las
necesidades conceptuales de la antropología cultural norteamericana de su
época.

“La cultura consiste en pautas de comportamiento, explícitas o implícitas,


adquiridas y transmitidas mediante símbolos y constituye el patrimonio
singularizador de los grupos humanos, incluida su plasmación en objetos; el
núcleo esencial de la cultura son las ideas tradicionales ( es decir,
históricamente generadas y seleccionadas ) y, especialmente, los valores
vinculados a ellas; los sistemas de culturas, pueden ser considerados, por una
parte, como productos de la acción, y por otra, como elementos condicionantes
de la acción futura”.

La cultura es la expresión de la realidad, de su pasado, presente y futuro en


todas sus manifestaciones y que está condicionada por el contexto histórico de
cada país.

En un segundo momento hacia la década de los años cincuenta, la cultura es


definida por una corriente antropológica como “lo que uno debe conocer (saber
o creer) para comportarse aceptablemente de acuerdo a las normas de los
demás”.

Lo que traslada la cultura al interior de la mente, interpretando a la cultura más


bien como la construcción o representación simbólica aprendida por los
individuos, lo que obligaría a los antropólogos a realizar una descripción de los
fenómenos culturales que sean congruentes tanto con el fenómeno analizado
como con las conceptualizaciones de los nativos, poniendo en primera línea
metodológica al conocimiento del informante y al enfoque. Esta posición teórica
fue frecuentemente criticada, acusada de psicologista como “Psicología social
carente de base estadística” y descontextualizada.

Un ejemplo de este paradigma de la Antropología lo podemos encontrar en los


trabajos de la antropóloga española María Jesús Buxó Rey, para quien “la
cultura es el sistema de conocimiento a partir de cuyos significados el ser
humano tamiza y selecciona su comprensión de la realidad en sentido amplio,
así como interpreta y regula los hechos y los datos de comportamiento social”.
En un trabajo posterior de la misma antropóloga podemos leer que “lo que
importa es aprender lo que es relevante en el conjunto de ideas, creencias y
suposiciones que los individuos son capaces de representar mentalmente”. En
el mismo artículo agrega más adelante que “Toda identidad (cultural) es una
construcción mental....”

Para Austin la cultura es entendida como un proceso (o red, malla o


entramado) de significación comunicativa, objetiva y subjetiva, entre los
procesos mentales que crean los significados y un medio ambiente o contexto
significativo y a la vez significante. Es decir, como producto del comportamiento
humano y de la vida social situados en un ambiente de tiempo, espacio y
productividad material e intelectual.

La importancia que tiene esta forma de definir la cultura radica en que nos
permite abordarla como el mecanismo por el cual los seres humanos creamos
y recreamos los significados y sentidos compartidos que se necesitan para
entablar relaciones con otras personas. Naturalmente sólo pueden establecer
una red de relación aquellas personas que comparten los mismos significados
respecto de las cosas y actividades que les son comunes y al hacerlo forman
una sociedad.

Las conceptualizaciones y definiciones anteriormente planteadas, nos permiten


analizar, que la cultura a diferencia de otras, está estrechamente relacionada
con el desarrollo humano y el contexto social. Esta nos da el aporte necesario
para así fortalecer el camino por donde transitamos en la vida, se puede decir,
que la cultura es un arma individual que posee el ser humano para enfrentar y
dar respuesta a cada fenómeno acerca del mundo que nos rodea, en tanto
existe producción del individuo como sujeto social.
Cualquier cultura (u organización social) tiene varias dimensiones. Como las
dimensiones físicas de anchura, altura, profundidad o tiempo, las dimensiones
culturales pueden variar en tamaño, pero por definición, afectan a todo el
conjunto.

En general se consideran seis dimensiones sociales o culturales. Las que


cuentan para cualquier sistema de valores aprendidos y sus comportamientos.
Todas ellas son sistemas dentro de cada sistema social. Están basadas en
comportamientos aprendidos, que trascienden a los individuos que han
aprendido parte de ellas.

Al igual que las dimensiones físicas de longitud o tiempo, si falta cualquier


dimensión de la cultura, por definición, todas faltan.

Las dimensiones de la cultura según esta concepción son:

1. Tecnológica.

2. Económica.

3. Política.

4. Institucional (social).

5. De valores estéticos

6. Perceptual y de creencias.

Las dimensiones tecnológicas de la cultura son su capital, sus herramientas y


conocimientos y su forma de relacionarse con su entorno físico. Es la conexión
entre la humanidad y la naturaleza.
Recuérdese que no son sólo las herramientas físicas en sí las que hacen la
dimensión tecnológica de la cultura, sino las ideas aprendidas y los
comportamientos que permiten al hombre inventarlas, utilizarlas y enseñar a los
demás sus conocimientos sobre ellas.

La dimensión económica de la cultura comprende sus diversas formas y


medios de producción y asignación de los bienes y servicios útiles y limitados
(riqueza), ya sea a través de regalos, obligaciones, trueque, comercio o
asignaciones de propiedad.

No son los objetos físicos como el dinero los que constituyen la dimensión
económica de la cultura, sino la variedad de sus ideas, valores y
comportamientos que hace que los hombres den valor al dinero (y otros
elementos) dentro del sistema económico que han creado y utilizan. La riqueza
no es solamente dinero, al igual que la pobreza no es solo su carencia.

La dimensión política de la cultura comprende sus diversas formas y medios de


asignar el poder y la toma de decisiones. No es lo mismo que la ideología,
aunque están estrechamente vinculadas. Entre otras cosas, incluye los tipos de
gobierno y los sistemas de gestión. También la forma en que grupos pequeños
de personas toman decisiones cuando no existe un líder reconocido.

La dimensión institucional o social de la cultura la componen las formas en que


la gente actúan, se relaciona con los demás, reacciona y como espera que los
demás actúen y se relacionen. Esto incluye instituciones como el matrimonio o
la amistad, roles como el de madre u oficial de policía, estatus o clases, y otros
patrones de comportamiento humano.

Esta dimensión de la cultura es la estructura de ideas, a veces paradójicas,


inconsistentes que tiene la gente sobre lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, el
bien y el mal, que son las justificaciones que cada persona cita para explicarse
sus acciones.

La dimensión conceptual y de creencias de la cultura. Esta dimensión es una


estructura de ideas, también a veces contradictoria que la gente tiene sobre la
naturaleza del universo, del mundo que lo rodea, su papel en él, la causa y
efecto, la naturaleza del tiempo y la materia y sus comportamientos.

La comprensión de las bases sociales del desarrollo cultural y del impacto de


éste, por ser problemas fundamentalmente socioculturales, requiere estudiarlos
desde las diversas perspectivas, que puedan abarcar a lo nacional y a lo
regional en sus contextos simultáneamente globales y locales.

El estudio que posibilitan la apropiación de espacios culturalmente delimitados


y el posicionamiento de distintos actores sociales constituye un quehacer de
primer orden. Estos enfoques han permitido explorar distintas vertientes
interpretativas del accionar de los sujetos socioculturales que generalmente se
encuentran en un contexto determinado.

Hemos expuestos algunas concepciones de la cultura y sus diversas aristas,


que van desde su definición, elementos estructurales, etc. Hasta sus
correspondientes dimensiones. Concepciones que, si bien son útiles por los
conocimientos que aportan, en mi criterio, son unilaterales, porque de una
forma u otra absolutizan determinados aspectos y no logran una aproximación
orgánica, sistémica. Por supuesto, no desconocemos las dificultades que
acarrea una teoría de la cultura, capaz de develar en su máxima expresión y
amplitud sus innumerables aristas y calidades, en tanto ser esencial del
hombre y parámetro medidor de su ascensión humana.

El pensamiento Latinoamericano ha hecho grandes aportes a los estudios de la


cultura sobre la base o la raíz humanista que encauza las investigaciones en la
búsqueda del ser de nuestros pueblos y su identidad en tanto tal. Los grandes
fundadores del siglo XIX latinoamericanos, particularmente José Martí, Bolívar,
Simón Rodríguez, José Enrique Rodó, entre otros, hicieron grandes
contribuciones teóricas a la comprensión de la cultura como producción
humana libre y fundamento de su realización como hombre y como pueblo. El
ensayo “Nuestra América”, de José Martí, es en sí mismo un manifiesto
filosófico cultural de identidad, que exige partir de las raíces con vocación
universal. En pleno siglo XX esta temática humanista, con preocupaciones
propias por la existencia y reconocimiento de nuestra cultura, para dejar de
hacer eco y sombra de culturas exógenas se ha tematizado entre otras en la
obra de Leopoldo Zea, Pablo González Casanova y en gran parte de la filosofía
de la liberación.

Serían innumerables los acercamientos filosóficos a la cultura realizados en


nuestra región, a partir del hombre y su actividad. Debe destacarse la obra del
cubano Fernando Ortiz y su elaboración del concepto transculturación por sus
implicaciones teórico-metodológicas.

Este sentido humanista real de asumir la cultura resulta enriquecedor porque


vehicula alcances integradores funcionales concretos. “No reducimos la idea de
cultura a las artes y las letras, (aunque es obvio que, siendo escritores y
artistas, le damos el sitio que merecen); cultura es, para nosotros, el rostro
coherente, unitario, de una sociedad. En nuestro caso, se trata por excelencia
de la cultura cubana, enfatiza Roberto Fernández Retamar destacando el
carácter concreto de la cultura y vinculada, desde luego, a la de la humanidad.

Esta sintética definición capta en su esencia la determinación de la cultura


como totalidad funcional que caracteriza el alma del hombre y la nación, su ser
existencial.” Sabemos que cualquier dualismo que nos lleve a poner la vida por
encima de la cultura, (escribe en 1944) o los valores de la cultura privada de
oxígeno vital, es ridículamente nocivo, y sólo es posible la alusión a ese “en
etapas de decadencia .En épocas de plenitud, la cultura, dentro de la tradición
humanista, actúa con todos sus sentidos, tentando, e incorporando al mundo
su propia sustancia. Cuando la vida tiene primacía sobre la cultura, dualismo
sólo permitido por ingenuos o mal entendidos, es que se tiene de ésta un
concepto decorativo. Cuando la cultura actúa desvinculada de sus raíces es
pobre cosa torcida y maloliente. En estas cosas no hay primero, no hay
después. Que siendo ambas, vida y cultura, una sola y misma cosa, no hay por
qué separarlas y hablar de ridículas primacías.

Juan Marinello tampoco separa la cultura de la vida. Sus obras “Meditación


americana”, y Martí, escritor americano, entre otras, siguiendo creadoramente
la herencia Martiana convierten la cultura en un baluarte de resistencia por la
humanidad del hombre y del pueblo. Exige entender las señales de los tiempos
y fundir la invención en el seno poderoso del pueblo, para salvar, con su
humanidad, la misión creadora.

En esta misma comprensión (la cultura como ser esencial y medio de


ascensión), señala Osvaldo Martínez: “Un deber insoslayable de los
intelectuales cubanos, consiste en la formación de una forma de entender la
cultura en el sentido funcional de propiciar el desarrollo humano hacia su más
alta espiritualidad, y para lograrlo se impone colocar la justicia social como
núcleo central a partir del cual se exalte la vida espiritual, pues de no hacerse
así, se exacerban lo peores instintos del hombre.

Se trata de una concepción de la cultura irreducible al conocimiento, a la


ilustración, a los valores. Es sencillamente concebida como el mismo ser
humano producido por su acción. No se separa la cultura del hombre, de la
vida misma.

Alejo Carpentier hizo aportes sustanciales. La búsqueda de la autenticidad


cultural latinoamericana es un tema recurrente de toda su obra, enriquecida
con su descubrimiento de lo real maravilloso: “una realidad en la que siempre
existen simultáneamente el pasado, el presente y el futuro; una cultura de la
humanidad cuya grandeza se manifiesta en su infinita variedad, en la
coexistencia renovadora y enriquecedora de numerosas culturas
independientes; una historia en la que siempre debe haber lugar para el mito y
la maravilla, para todo lo que nos ayude a dar sentido al presente y abrirnos
paso hacia el futuro, hacia lo desconocido”.

La concepción de la cultura como ser esencial humano, estrechamente


vinculada a la existencia de nuestras naciones, a su identidad ha encontrado
recepción en muchos pensadores de nuestra región. La cultura se ha
concebido como sistema que excluye toda reducción a las bellas artes, a la
erudición, al conocimiento o a la llamada cultura artístico – literaria. Se le ha
considerado como base sustentadora de la existencia de los pueblos, como
obra humana donde la propia política, la ética, la estética, etc. son zonas de la
cultura. En gran parte de la obra de García Canclini, de Adolfo Colombre, de
Cintio Vitier, de Armando Hart, además de penetrar en los valores de la cultura
han expuesto ideas sistematizadoras de gran valor heurístico.
No es posible olvidar en otro orden de estudio, en torno a la cultura, las
grandes contribuciones teóricas, que, sistematizando creadoramente la obra de
Marx, Engels y Lenin, han realizado los filósofos soviéticos.

Aportaciones germinales que, por prejuicios ideológicos, con excepción de


Cuba, a veces son poco conocidas por la comunidad científica y filosófica del
occidente, incluyendo por supuesto, América Latina. Resulta sorprendente e
inaudito el desconocimiento de la producción creadora en torno a la cultura de
autores de la talla de E. Markariàn, de M. S. Kagan, V. E. Davidovich y por
supuesto de V. Mezhuiev, entre otros, así como de I. Savranski “La cultura y
sus funciones, que hemos trabajado con énfasis especial en el cuerpo de la
tesis. En la obra de estos autores, Hombre, cultura, Sociedad y comunicación y
cultura, sobre la base de la actividad, se integran como totalidad concreta para
revelar en la cultura su sentido sistémico – procesal y sus expresiones
polifuncionales.

Para Markarián, “la concepción de la cultura como modo específico de la


actividad humana es funcional por su naturaleza (...) pero presupone también el
empleo amplio de otros métodos, en particular, el estructural”

En opinión de V. Mezhuiev. – muy apegado a los Manuscritos económicos y


filosóficos de 1844, de Marx, “en la cultura el hombre está representado no sólo
como protagonista, sino también como un ser que se auto desarrolla, se auto
transforma, como sujeto y al mismo tiempo, resultado de su propia actividad.

La verdadera relación de la cultura con la actividad humana se hace


comprensible sólo cuando la propia actividad se descubre como fuente, causa
de formación, desarrollo y afirmación del hombre.

Esta intelección de la cultura, estrechamente vinculada con la actividad


humana y el concepto de enajenación, ha servido de núcleo estructurador de
mis elaboraciones teóricas, en tanto objeto de investigación, así como base
metodológica para asumir creadoramente la concepción filosófica de la cultura
como encarnación de la actividad y medida de ascensión humana.

Muchas ideas, concepciones, teorías y reflexiones valiosas pudieran exponerse


de un concepto de connotación polisémica por su esencia y funciones como es
el caso, pero en mi criterio, he reflejado algunos, sin propósito de agotar algo
que resulta imposible.

El siglo XXI, considerado el siglo de la biología, ha creado un ambiente


intelectual que pretende realizar el viejo anhelo de acercar las ciencias sociales
a las biológicas y ningún campo es más propicio para este acercamiento que el
tema de la evolución, que desde sus comienzos ha interesado a la
Antropología en general y a la cultural en particular.

1. Del esencialismo o tipologismo al pensamiento poblacional

El esencialismo dominó el pensamiento occidental durante dos mil años y las


disciplinas que lo utilizaron, contando a las ciencias sociales entre las más
dependientes, se fueron estancando en un estado de vacía verborrea y estéril
escolasticismo de modo que, si las diversas ciencias han podido lograr algún
progreso, eso ha dependido del grado en que han podido apartarse del método
esencialista.

2. Las tipologías y su análisis teleológico

La tesis de la teleología, que afirma que hay un fin en los procesos de la


naturaleza o de la historia cultural, resultado de una tendencia inherente hacia
un objetivo o propósito preestablecido hacia la máxima perfección, está detrás
de las propuestas evolucionistas de Morgan. También Marx y Engels (Godelier
1972:17s.) comulgan con estas ideas cuando establecen una secuencia
necesaria en los diversos modos de producción desde el comunismo primitivo
al capitalismo, al socialismo y de nuevo al comunismo resultado del necesario
desarrollo de las fuerzas productivas y de las contradicciones que generan las
relaciones de producción, lo que ocasiona los cambios revolucionarios que se
reflejan en los modos de producción. Estos modos de producción vienen a
constituir las leyes de la historia por la que necesariamente ha pasado y por las
que se encamina. Marx fue un admirador de Darwin por su carácter
materialista, pues había borrado la intervención divina en el mundo y la misma
creación. Sin embargo, estuvo lejos de sus explicaciones. En efecto no podía
en primer lugar aceptar los conceptos maltusianos.

3. Evolución y teleología
La teleología implica un proceso constantemente progresivo, mientras que
Darwin admite la posibilidad del retroceso. En Spencer la irreversibilidad no es
más que una propiedad de la totalidad evolutiva, implícita en las leyes del
desarrollo mientras en Darwin proviene de una propiedad de las partes, es
decir, de la individualidad o singularidad. El dilema es mayor si se lleva a
fenómenos cualitativos, en especial a la evolución moral, en la que la buena
conducta se distingue de la mala por ser menos o más evolucionada. La
teleología en el funcionamiento de la naturaleza viene a ser un corolario de la
moralidad en su esquema de desarrollo progresivo.

4. Darwin y la antropología cultural

Para Boas la singularidad del objeto se deriva de la individualidad del ser


humano que lo produce como portador de una cultura en particular, del mismo
modo que la singularidad biológica del individuo radica en el hecho de cada
uno es portador de una combinación distinta de instrucciones genéticas. Así
como el individuo es portador de una combinación distinta de instrucciones
genéticas, del mismo modo el “portador de cultura” individual podría
considerarse como una composición única de instrucciones culturales
derivadas de un repertorio común.

5. Evolución cultural y pensamiento poblacional

Nos proponemos interrelacionar el origen de las innovaciones que caracterizan


el cambio cultural con la explicación que se deriva del pensamiento poblacional
iniciado por Darwin en su teoría de la evolución. Esto quiere decir que
encontramos una relación entre innovación, difusión como elementos del
cambio cultural y el pensamiento poblacional. Se habla por ejemplo de edad de
piedra, paleolítico o neolítico o edad de los metales como hace la arqueología,
o peor aún de salvajismo, barbarie o civilización como hace la etnología
trasnochada y eurocéntrica.

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