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EL MARXISMO

1. ¿Qué es el marxismo?
¿Qué es el marxismo: una filosofía, una ciencia o una teoría política
revolucionaria? Hasta hace poco el marxismo apenas figuraba en los libros de
filosofía por considerarse que se trataba de una cuestión política o a lo sumo
de una doctrina económica desfasada, si bien vigente en la mitad del planeta.
Otros consideran que el marxismo es fundamentalmente una ciencia, el
materialismo histórico, una ciencia económica e histórica, una ciencia positiva,
como pueden serlo las matemáticas o la física. Según esta segunda
concepción, Marx habría llegado al convencimiento, al escribir su libro La
ideología alemana, de que para transformar el mundo se necesita (y es
suficiente) un conocimiento científico positivo de sus estructuras y
funcionamiento.
La verdad está en la tercera alternativa. El marxismo es primariamente una
filosofía, si bien una filosofía de nuevo estilo que se desarrolla en relación
muy estrecha con las ciencias positivas, no sólo con las ciencias formales
(las matemáticas, Descartes y Leibniz), y con las naturales (la física de Newton
punto de partida de la filosofía de Kant), sino también con las ciencias humanas
(economía, política, derecho); no es especulativa, no es un saber meramente
teórico y abstracto alejado de la realidad concreta, sino que se trata más bien
de un saber a la vez teórico y práctico, que pretende comprender y transformar
la sociedad; y por último es una filosofía materialista, su punto de partida es la
realidad material en la que el hombre realiza su actividad, las condiciones
reales de vida de los hombres, es decir, la realidad económica, en sentido
amplio, en la que desarrollan su existencia.

2. Antecedentes del marxismo.


2.1. Marco socioeconómico.
En el siglo XIX el poder de la ciencia y de la técnica provoca un desarrollo
industrial espectacular que transforma profundamente los esquemas sociales
de Occidente. El maquinismo y el capitalismo someten a una explotación
despiadada al proletariado, la nueva clase social producida por estos mismos
fenómenos. Las fuerzas productivas que se liberan en este momento de la
historia son enormes, pero, al desarrollarse bajo el dominio y en las
condiciones impuestas por la burguesía triunfante en la Revolución francesa,
presionan hasta tal punto a los obreros industriales y campesinos que les
fuerzan a adquirir conciencia de su situación de explotación, lo que da lugar a
situaciones revolucionarias como la de 1848 o la de 1870, la Comuna de París,
en que por primera vez y por breve tiempo los trabajadores se apoderan de los
resortes del poder del Estado.

2.2 Antecedentes filosóficos: el hegelianismo.


En la década de los 30 y 40 del siglo XIX el hegelianismo se había convertido
en la filosofía predominante en los estados alemanes y se enseñaba en todas
las universidades. Los discípulos de Hegel se dividían, siguiendo la
terminología política habitual, en dos grupos: derecha hegeliana e izquierda
hegeliana. Ambos grupos se hallaban enfrentados entre sí sobre todo por la
cuestión religiosa. La derecha pretendía justificar y defender mediante la
filosofía de Hegel el contenido positivo de la fe los dogmas del cristianismo. Por
el contrario la izquierda, explicaba la religión en términos de necesidades
humanas, reduciéndola a un mito representativo, es decir, a un relato
imaginario elaborado por una sociedad a partir de un acontecimiento
importante.
El filósofo principal de la izquierda hegeliana es Ludwig Feuerbach (1804 –
1872). Feuerbach crítica la religión como el modo fundamental de la alienación
humana. El hombre proyecta en Dios la esencia de sí mismo. Este autor
entiende que la tarea de la filosofía consiste en analizar la situación del hombre
en cuanto parte de la naturaleza que es y en su tendencia a unirse con otros
hombres. La filosofía consiste en el esfuerzo por resolver toda teología y
religión en antropología. La religión es un sueño de la mente, es la objetivación
fuera del hombre de sus mejores cualidades: operación con la que el hombre
queda empobrecido. Los hombres crean a Dios a su imagen y semejanza de
acuerdo con sus necesidades y sus angustias. Creado este Dios, el ser
humano lo ha objetivado, reconociéndolo como superior y adorándolo. Se ha
quedado sólo y desamparado ante él y ha acabado por subordinarse a su
propia criatura. A este proceso Feuerbach lo llama alienación. El ser humano
se encuentra alienado en la religión, ya que no se reconoce a sí mismo en ella.
Mediante la educación el ser humano debe desenmascarar esta situación.
Debe encontrarse consigo mismo de nuevo y volver a ocupar el lugar que le
corresponde y que había destinado a Dios.
Marx considera que la filosofía de Feuerbach hace algunas aportaciones
interesantes (va a utilizar su concepto de alienación y va a hablar de una
alienación social y económica), pero también considera que su materialismo
continua siendo abstracto. Feuerbach convierte la esencia del ser humano en
un imaginario género humano al margen de cualquier relación social. Marx
completa el análisis de Feuerbach considerando al hombre como el conjunto de
las relaciones sociales. (ver punto 3.3)

2.3 Antecedentes políticos: el socialismo utópico.


En el siglo XIX aparecen nuevas teorías políticas que ofrecen horizontes
valorativos y teóricos a la masa obrera. Una de las primeras de estas teorías es
el socialismo utópico, que surge paralelamente al movimiento sindical. Los
socialistas utópicos no eran trabajadores sino intelectuales. Los más famosos
fueron Owen, Fourier y Proudhon. El socialismo utópico es la protesta del
sentimiento frente a la injusticia de la explotación capitalista. La lucha contra la
injusticia la plantearon los socialistas promoviendo pequeñas comunidades de
trabajadores que cooperaban entre sí por intercambio de productos. Estas
comunidades fracasaron al poco tiempo.
Marx conoció y absorbió el fondo utópico de todos estos socialismos e intuyó
su fallo: la falta de una conexión filosofía-socialismo. El socialismo científico
que Marx propugnó no podría realizarse sin una filosofía, así como la filosofía
sólo podría dejar de ser especulativa mediante el socialismo.

2.4 Antecedentes científicos: la economía política.


Según Marx la filosofía debe explorar la realidad social, su estructura
económica. Ahora bien, los economistas clásicos (Adam Smith, David Ricardo)
ya habían realizado un estudio científico de la estructura económica capitalista
que Marx va a utilizar pero que a la vez va a criticar. Adam Smith y David
Ricardo sientan las bases de la teoría según la cual el valor deriva del trabajo.
Marx continuó esta obra, afirmando que “el valor de una mercancía se halla
determinado por la cantidad de trabajo socialmente necesario, o por el tiempo
de trabajo socialmente necesario para la producción (...) Sin embargo, allí
donde los economistas burgueses veían relaciones entre objetos (intercambio
de una mercancía por otra) Marx descubrió relaciones entre hombres. Es decir,
la economía clásica suponía que las leyes que describe son eternas, naturales
e inmutables. De este modo absolutiza y justifica un sistema de relaciones
existentes en un estadio determinado de la historia humana. Transforma un
hecho en ley, y por lo tanto es ideología.
Gracias al estudio de los economistas clásicos Marx llega a la conclusión de
que a una máxima producción de riqueza le corresponde un máximo
empobrecimiento del obrero. La economía política nos dice esto, pero no nos
dice porqué es así ni cómo hacer para cambiarlas. Marx dice: “la economía
política parte del hecho de la propiedad privada. No nos la explica. (...) Supone
aquello que debería explicar”. Marx en cambio trata de explicar el origen de la
propiedad privada, intenta explicar que es un hecho y no una ley. Es el capital
el que constituye la propiedad privada de los productos del trabajo de los
demás. La propiedad privada es un resultado del trabajo expropiado, es un
hecho que es consecuencia de la alineación del trabajo humano. (ver puntos
3.4 y 3.5)

3. Karl Marx (1818-1883)


3.1. Vida y obra
Nace en Tréveris en 1818, hijo de judíos alemanes. Estudió en la Universidad
de Bonn y luego en la de Berlín, donde se hizo un hegeliano entusiasta. Se
graduó en filosofía en 1841 con una tesis sobre la diferencia entre la filosofía
de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro. Abandonando la carrera
universitaria, se dedicó a la política y al periodismo. Colaboró en la “Gaceta
Renana”, órgano de los hegelianos de izquierda y del movimiento liberal
alemán. Suprimida la revista, Marx, cuyas ideas habían ido evolucionando del
liberalismo al socialismo, pasa a colaborar en la revista “Anales
francoalemanes”, que también fue suspendida. Durante este período estudió a
Feuerbach, entusiasmándose con su obra. Desde 1843 vive en París, donde
permanece hasta 1845 colaborando en el órgano de los refugiados alemanes
“Vorwärts” (Adelante). En París conoce a Proudhon , Heine y Bakunin, y a
Friedrich Engels, que será amigo y colaborador durante toda su vida. Obligado
a salir de París, pasó a Bruselas, donde vivió desde 1845 hasta 1848. En este
mismo año publica, junto con Engels, el Manifiesto del partido comunista, que
marcó el comienzo del despertar político de la clase trabajadora y elevó el
socialismo del terreno utópico al de la realización histórica. Los
acontecimientos de 1848 trasladaron a Marx a Colonia y a París, hasta que en
1849 se traslada a Londres, donde continuó inspirando y dirigiendo el
movimiento obrero internacional (en 1864 funda la Asociación internacional de
trabajadores –la Primera Internacional–), y donde murió en 1883. Es en
Londres donde, con la ayuda económica de su amigo Engels, logró llevar a
cabo las investigaciones de sociología, economía, historia y política que
constituyen la base de El Capital, cuyo primer volumen aparece en 1867.
Obras:
1843: Crítica de la filosofía del derecho de Hegel.
1844: Economía y filosofía (publicada después de su muerte)
1845: La sagrada familia o crítica de la crítica crítica (con Engels, dirigida
contra los hegelianos de izquierda).
1845: Tesis sobre Feuerbach (publicado póstumamente por Engels).
1845-1846: Ideología alemana (póstuma).
1847: La miseria de la filosofía (dirigida contra la Filosofía de la miseria de
Proudhon).
1859: Crítica de la economía política.
1867, 1885 y 1895: El Capital, 3 vols.

3.2. La crítica a Hegel


El pensamiento de Marx se configura en contacto y en oposición a la filosofía
de Hegel, las ideas de la izquierda hegeliana, las obras de los economistas
clásicos, y las de los socialistas utópicos. Marx reconoce en Hegel algunos
méritos, pero desde sus primeros escritos se hace evidente la separación con
sus teorías. Ya en Crítica a la filosofía del derecho de Hegel (1844), utiliza la
situación histórica y política de Alemania para criticar a Hegel, convencido de
que las instituciones y el Estado no pueden explicarse por sí solas y en virtud
de un desarrollo del espíritu humano, sino que son consecuencia de las
condiciones materiales de vida. En esencia, Marx considera que la filosofía de
Hegel interpreta el mundo de manera invertida. Hegel razona como si las
instituciones existentes procediesen de una pura necesidad racional, y de este
modo justifica y legitima el orden existente. Para Marx, lo que Hegel hace es
transformar en verdad filosófica lo que no son más que simples hechos
históricos y empíricos. “Al igual que la religión no es la que crea al hombre,
sino que es el hombre el que crea la religión, tampoco la constitución es la crea
al pueblo, sino éste la constitución”. Por eso, cuando Hegel cree que está
describiendo la esencia del Estado, lo que hace es describir una realidad ya
existente, legitimándola. No le reprocha que describa el Estado prusiano
existente, sino que lo convierta en la esencia del Estado, legitimándolo. (ver
punto 3.5).

3.3. La crítica de la izquierda hegeliana.


En líneas generales, la izquierda hegeliana (Feuerbach) transformó el
idealismo en materialismo, convirtió a la religión cristiana en un hecho
puramente humano y combatió contra la política existente desde posturas
democrático-radicales. Marx y Engels consideran esto, sin embargo,
insuficiente; según ellos, se limitaban a la crítica de las representaciones
religiosas. En la izquierda hegeliana se halla la convicción básica de que las
auténticas cadenas de los hombres se encuentran en sus ideas, lo cual
provoca que con toda coherencia los hegelianos de izquierda (o jóvenes
hegelianos) exijan a los hombres, como postulado moral, que sustituyan su
actual conciencia por una conciencia humana, crítica o egoísta, y que se libren
de sus impedimentos. La exigencia de modificar la conciencia conduce a la
exigencia de interpretar de un modo diferente lo que existe, de aceptarlo a
través de una interpretación distinta. No obstante, para Marx y Engels, a pesar
de sus palabras los hegelianos de izquierda son los más conservadores.
Combaten contra las frases y no contra el mundo real que reflejan dichas
frases. Para Marx y Engels, “no es la conciencia la que determina la vida, sino
la vida la que determina la conciencia”. Por ello, también la izquierda hegeliana
ve el mundo invertido. El pensamiento de la izquierda hegeliana es un
pensamiento ideológico, igual que el de Hegel. Marx afirma: “A ninguno de
estos filósofos se le ocurrió investigar el nexo existente entre la filosofía
alemana y la realidad alemana, el nexo entre su crítica y su propio ambiente
material”. Por consiguiente, los jóvenes hegelianos no fueron en absoluto
radicales: “ser radical quiere decir captar las cosas en su raíz. Pero la raíz del
hombre es el hombre mismo”. Los jóvenes hegelianos mantienen separadas la
teoría y la praxis. Marx une teoría y praxis: “La liberación es un acto histórico,
no un acto ideal, que llevan a cabo las condiciones históricas, el estado de la
industria, del comercio y de la agricultura”.

3.4. La alienación socioeconómica en Marx.


Según Marx, además de la alienación religiosa que analiza Feuerbach, existen
en la vida diaria otras alienaciones de carácter sociopolítico y económico.
En el sistema de producción industrial capitalista, el trabajo humano pierde su
propio sentido. Para Marx la esencia del hombre es su capacidad de
producir un mundo objetivo transformando la naturaleza. Por tanto el
trabajo debería ser el medio por el cual el ser humano se apropia de la
naturaleza humanizándola. Sin embargo, en el sistema capitalista se convierte
en trabajo asalariado que aliena al trabajador, lo esclaviza al reducirlo a una
mercancía más entre las mercancías que se compran y se venden.
El trabajo, pues, deja de ser libre y creativo para convertirse en trabajo forzado
y repetitivo. Este último ya no pertenece al trabajador, ahora convertido en
obrero industrial, sino al capitalista. En estas condiciones el obrero ve el trabajo
como una fuerza extraña que se le opone, que le es ajena y en la cual no se
realiza en absoluto. Su trabajo, así como el producto del mismo, son para otro,
no le producen ningún tipo de beneficio ni de satisfacción.
En esta situación, afirma Marx, la relación entre el ser humano y su trabajo se
invierte de tal modo que éste, en lugar de ser su actividad vital, el lugar donde
se manifiesta su esencia, se le impone como una tarea inhumana, por rutinaria
y embrutecedora.
El análisis de la alienación política y económica encierra un sentido negativo
que es fruto y consecuencia de un modo de entender y de organizar las
relaciones sociales y de producción en la sociedad burguesa, tal y como se da
en la segunda mitad del siglo XIX. Esta situación alienada es histórica y no
natural. Es preciso comprenderla y transformarla analizando la relación del
hombre con la realidad.

3.5. La crítica de la ideología.


Marx afirma la estrecha relación que existe entre la ocultación de los problemas
y contradicciones de la sociedad y la alienación que imposibilita al ser humano
reconocerse y realizarse. La ocultación a la que se refiere Marx recibe el
nombre de ideología.
En sentido amplio, la ideología es el sistema de ideas o de representaciones
que el ser humano o una clase social tienen sobre sí mismos, del lugar que
ocupan en el mundo y en la historia. Tiene un sentido positivo y necesario para
la vida humana cuando ese conjunto de representaciones constituyen el modo
de identificarse con un grupo social determinado.
Sin embargo, la ideología pierde ese sentido positivo cuando ofrece una
imagen falseada y falsificadora de la realidad y de las condiciones en las que
se desarrolla la vida de los seres humanos. En tal caso, en vez de servir para
que el individuo se identifique y se realice en su sociedad sirve para someterlo
a los intereses particulares de una clase social, mediante las ideas de la clase
dominante, que tiene poder para generarlas e imponerlas.
La clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo
tiempo, la clase que ejerce el poder espiritual, pues la ideología es el
mecanismo de poder con el que cuenta la clase social dominante para
asegurar y perpetuarse en su dominio.
Se impone, pues, la crítica de la ideología y desenmascarar lo que oculta. La
ideología se manifiesta como momento negativo histórico que impide la
realización del ser humano, lo que implica la necesidad de su superación.
Ahora bien, para esta crítica es necesario partir del análisis, comprensión y
transformación de las condiciones reales de vida de las que se sirve el sistema
vigente para imponerla.

3.6. La anatomía de la sociedad civil.


Interpretar los fenómenos sociales e históricos, para poder transformarlos,
exige el análisis del entramado de la sociedad civil, lo que Marx llama su
anatomía. El uso del término anatomía se basa en concebir la sociedad civil
como un cuerpo social. Como el funcionamiento del cuerpo social se basa en
relaciones económicas, es a través de su análisis como podemos descubrir su
patología.
3.6.1. El modo y las relaciones de producción.
El ser humano produce sus medios de vida de acuerdo con sus características
orgánicas. Al hacerlo, establece indirectamente sus propias condiciones
materiales de vida. De aquí que lo que el ser humano sea, en un momento
determinado de la historia y en una sociedad concreta, coincide con su modo
de producción: lo que los individuos son depende de las condiciones de su
producción material.
El modo de producción determina cómo se lleva a cabo en una sociedad
concreta el proceso de producción de los bienes materiales necesarios para
subsistencia. Este proceso impone la división social del trabajo, lo que cada
uno hace, y el intercambio de bienes y de los beneficios obtenidos. Se
establecen así las relaciones de producción entre los diversos miembros de
una sociedad, según el lugar que ocupan en este proceso.
Las relaciones de producción se expresan jurídicamente en las relaciones de
propiedad. Esto explica por qué a una desigual distribución del trabajo y del
beneficio, característica fundamental de las sociedades en las que existe la
propiedad privada de los medios de producción, le sigue, necesariamente, la
existencia de clases sociales antagónicas. De ahí que la lucha de clases 1 sea
fuente permanente de conflictos sociales y motor de la historia, con repercusión
en el resto de las manifestaciones de la vida social.
Los seres humanos, del mismo modo que nacen en el seno de una familia y en
un determinado lugar geográfico o país, se encuentran necesariamente
formando parte de un sistema de relaciones de producción. Éste se
corresponde con una determinada fase en el desarrollo de las fuerzas
productivas materiales, que representan el modo de producción que ha
alcanzado una determinada sociedad en un momento histórico concreto para
resolver sus necesidades.
Estas fuerzas resultan de la combinación del trabajo humano con la tecnología
empleada bajo condiciones determinadas de producción. Su grado de
desarrollo se mide por la productividad. Lo característico de la sociedad
industrial burguesa es que el capitalista se ha apoderado de ellas.

1
Lucha de clases: dinámica interna de la sociedad por la que en todas las épocas existe
un conflicto entre una clase dominante y otra oprimida. Esta dinámica opera como motor
de la historia y sólo desaparecerá con la instauración de la sociedad comunista.
El desarrollo histórico de las fuerzas productivas materiales ha acentuado la
división social el trabajo, incrementada de forma considerable con la revolución
industrial y el modo de producción capitalista imperante.

3.6.2. La estructura social: infraestructura y superestructura.


Este análisis da pie a Marx para descubrir la sociedad estructurada en dos
estratos o niveles. El sistema de producción o económico constituye, la
infraestructura o base de la sociedad civil que explica los conflictos sociales y
los grandes cambios históricos. Sobre esta base real, y en estrecha
dependencia de ella, se sitúan el resto de las manifestaciones de la vida social,
su superestructura. Ésta es el conjunto ideológico, ciencia, arte, religión,
derecho… encargado de mantener y justificar la situación.
La superestructura encuentra su expresión más concreta en el derecho como
conjunto de leyes que rigen las relaciones entre los individuos. Su control y
utilización vienen determinados por el poder del Estado, que defiende sus
propios intereses frente a los de las clases que sufren su dominación.
En consecuencia, la forma como se crean las leyes y se ejerce el poder político
está estrechamente vinculado a la forma como se organiza y se ejerce el poder
económico. Existe una relación dialéctica entre la infraestructura y la
superestructura, pero la dominante es siempre la primera. Cuando tiene lugar
una revolución social y, con ella, un cambio en las condiciones económicas, se
produce un cambio en la ideología.

3.7. La interpretación materialista de la historia.


El análisis de la anatomía de la sociedad civil pone de manifiesto que la historia
humana tiene como base fundamental las condiciones materiales en que se
desenvuelve la vida de los seres humanos y llevan a cabo su actividad
productiva.
Según Marx, una visión objetiva, libre de prejuicios, pone de manifiesto que el
motor de la historia es la lucha de clases. Ahora bien, esas clases y su
dinamismo son consecuencia, a su vez, de las fuerzas económicas y
materiales.
Marx llama materialismo histórico a la teoría que pretende descubrir el
mecanismo que pone en movimiento la sociedad para transformarla. Según
Marx el cambio de una forma social a otra se producirá de la siguiente manera:
1. Las fuerzas productivas adquieren en un momento dado un gran
desarrollo (por ejemplo, como consecuencia del descubrimiento de
nuevas tecnologías) con lo cual las antiguas relaciones de
producción ya no valen. Se produce un desajuste (contradicción), un
enfrentamiento entre clases, que provoca un cambio de relaciones de
producción (revolución).
2. Como consecuencia de ese cambio se produce una nueva
conciencia ideológica (cambian las formas jurídicas, políticas,
filosóficas, religiosas, etc.)
En este desarrollo Marx dará más importancia a la base material (estructura
económica) que a la conciencia ideológica a la hora de explicar los cambios
sociales.

3.8. La sociedad comunista.


La propia lógica del desarrollo del capitalismo será la que produzca las
condiciones para su superación. En efecto, el capitalista necesita competir con
sus mercancías en el mercado. Para hacerlo en condiciones ventajosas
necesita acelerar la producción (con una producción cada vez a mayor escala,
con mayor inversión en tecnología, etc.). Este desarrollo de la producción
produce los siguientes efectos: (1) por un lado una concentración de capital en
cada vez menos manos (la pequeña burguesía y los pequeños empresarios
incapaces de competir acabarán arruinados y pasarán a engrosar las filas del
proletariado). (2) Por otro, una sociedad cada vez más organizada y
centralizada. Pues bien, llegará un momento en que esa sociedad ya
perfectamente organizada podrá prescindir de la minoría dueña del capital con
una revolución. Ésta será la batalla definitiva en la lucha de clases, ya que, al
ser ahora la inmensa mayoría de la población la que toma el poder en sus
manos no hay lugar para la división en poseedores y desposeídos.

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