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Los Cuadernos de Antropología

HEREJIA Y castigado por el juicio Divino; por el qual la no­


SEXUALIDAD EN EL bleza se pierde, y el corazón se acobarda y se en­
gendra poca firmeza en la fe; y es aborrecimien­
SIGLO DE ORO to en el acatamiento de Dios, y se indigna a dar
a hombre pestilencia y otros tormentos en la tie­
rra; y nasce dél mucho oprobrio y denuesto a las
Tristes sodomitas valencianos gentes y tierras donde se consiente; y es meres­
cedor de mayores penas que por obra se pueden
dar...» (4).
Rafael Carrasco Además del sutil acercamiento que opera este
texto legal entre la sodomía y la herejía -nunca

L
a Inquisición española se fundó, como definirán los inquisidores ni los teólogos consul­
es sabido, a principios del reinado de tores la sodomía como una herejía: permanecerá
los Reyes Católicos y a instancia de és­ en esa zona ambigua de la peligrosidad social,
tos, con el fin de extirpar de los reinos casi-herejía o error abierto hacia la herejía-,
españoles todo fermento de herejía que hubiera nos parece interesante subrayar la alusión a la
podido comprometer la construcción unitaria «pestilencia y otros tormentos en la tierra» en­
anhelada por estos monarcas, y muy particular­ viados por Dios para castigar el delito nefando.
mente la herejía conversa, o sea el criptojudaís­ Así, con el tema del castigo sobrenatural del pe­
mo de buena parte de los judíos bautizados o de cado, se incluye la sodomía entre las grandes fo­
sus descendientes. Pero lo que tal vez resulte bias del imaginario colectivo. El sodomita, por­
menos conocido, es que a partir de los años 30 tador de plagas milenarias, queda designado an­
del siglo XVI, una vez agotado lógicamente el fi­ te la comunidad de los fieles como potencial víc­
lón judeoconverso, el Santo Oficio extendió su tima propiciatoria. Una vez más, se cruzan en la
radio de acción en terreno cristiano-viejo, repri­ historia los itinerarios malditos del <tjudío» y del
miento eficazmente las supersticiones, la biga­ «perverso». Pero también podríamos hablar de
mia, la solicitación y toda una serie de proposi­ los moriscos o de los gitanos: el modelo de ex­
ciones, es decir de opiniones, más o menos heré­ clusión es el mismo. Este sentimiento de repul­
ticas, blasfemas, escandalosas o malsonantes, sión horrorizada no fue exclusivo de los grupos
hasta tal punto que globalmente, a partir de estas dirigentes. Aparece constantemente reflejado en
fechas, nunca la reducción de la herejía propia­ las mentalidades populares, y las denuncias lle­
mente dicha -mahometismo, judaísmo «portu­ nas de celo que conservan los procesos nos
gués», protestantismo-, llegaría a sumar 50 % muestran a un «vulgo» tan repugnante e inquisi­
de la actividad de los oficios (1). La Inquisición dor como la propia Inquisición. Pero esta cues­
se transformó pues, en plena efervescencia re­ tión merecería un examen muy detenido que
nacentista, en un fiel y temidísimo instrumento sobrepasa los límites de la presente introduc­
de control ideológico al servicio del Estado, de ción.
la Contrarreforma (2). Es muy de notar, en esta Lo extraño será entonces que tan sólo tres tri­
«base paciente de la Inquisición», como la llama bunales del Santo Oficio persiguieran la sodo­
Ricardo García Cárcel (3), el carácter marcada­ mía en la España Moderna. Las inquisiciones de
mente sexual del contenido de no pocas trans­ la Corona de Castilla dejaron en efecto la repre­
gresiones, o más generalmente, del clima que sión del pecado nefando a arbitrio de la justicia
permite definirlas -particularmente determi­ tradicional, civil y religiosa. Fue el breve de Cle­
nante en el complejo mundo de las «proposicio­ mente VII del 24 de febrero de 1524 el que ex­
nes». Enunciado pues este contexto, a nadie ex­ tendió a la sodomía la jurisdicción inquisitorial
trañará que el Santo Oficio se hiciera cargo del de los tribunales de Barcelona «las leyes secula­
castigo de la sodomía, considerada desde Santo res o los estatutos municipales» (5). El «crimen
Tomás como el peor pecado de lujuria: La sodo­ pésimo y nefando» quedó así definitivamente
mía constituía además, junto con la herejía, el separado de las causas de fe, al tener que ajus­
crimen de lesa majestad y la fabricación de mo­ tarse su conocimiento a los Fueros, lo cual in­
neda falsa, un atentado de máxima gravedad trodujo en el proceso una variante de funda­
contra la comunidad entera, que hacía recaer in­ mental importancia para los acusados: que se les
famia eterna sobre quien lo cometía y su linaje, comunicara el nombre de los testigos de cargo.
que ningún fuero particular podía amparar, que Los inquisidores, siguiendo el uso común de
todos debían denunciar en cualquier circunstan­ la época, heredado de la terminología más co­
cia. La Real Pragmática de 1497 que condenaba rrientemente difundida por todo el Occidente
a los sodomitas a la pena de muerte en la hogue­ medieval, llamaban «pecado nefando de sodo­
ra, resume perfectamente esta concepción «Por­ mía contra natura», no sólo a la sodomía propia­
que entre los otros pecados y delitos que ofen­ mente dicha, perfecta o imperfecta, entre dos
den a Dios nuestro Señor, e infaman la tierra, hombres o entre personas de sexo opuesto, sino
especialmente es el de crimen cometido contra también a la homosexualidad femenina y a la
orden natural; contra el qual las leyes y Dere­ bestialidad o zoofilia. No obstante el tecnicismo
chos nombrar, destruidor de la orden natural, legalista y reductor de los funcionarios del San-
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to Oficio, ya a partir de fines del siglo XVI se te», si había cambiado de papel con el mismo
distingue claramente entre sodomía a secas y cómplice, o con personas diferentes, cuántas ve­
sodomía bestial, y de hecho, en la literatura del ces, dónde, desde cuándo, cómo había sido ini­
Siglo de Oro, en las cartas y avisos de la época, ciado a ello. De todos estos detalles, que pueden
siempre que se nombre el pecado nefando o la parecer maniáticos y que por otra parte permiti­
sodomía, sin otra referencia, es en relación con rían un estudio muy curioso de la relación entre
la homosexualidad. Naturalmente, tanto sodo­ el sodomita y la norma inquisitorial en términos
mitas como bestiales eran castigados con la ho­ de estructura perversa, dependía la vida del acu­
guera (6). sado. El agente, casi siempre mayor que el pa­
ciente, como vamos a ver, solía ser castigado
* * * con el mayor rigor, lo cual explica la obstinación
de muchos en negar el papel activo, limitándose
Las vidas y milagros que narran los procesos a confesar los actos pasivos. El dinero dado o re­
de sodomitas están siempre, como se puede cibido también era objeto de investigación, to­
apreciar en los textos presentados aquí, escritos mo todo cuanto podía encaminar hacia cual­
en masculino. Sólo tres mujeres aparecen de­ quier «torpeza nefanda»: amistades, regalos, in­
nunciando a su marido por prácticas conyugales vitaciones, palabras o juegos inocentes, caricias,
desviadas y una de ellas será castigada por falso tocamientos, besos, etc. Así, estos procesos pue­
testimonio. La homosexualidad femenina no den leerse como un inmenso catálogo de erótica
aparece pues como tal ni una sola vez en los homosexual. Pero son mucho más que un catá­
procesos, y cuando se alude a ella en otro tipo logo o que una «revista»: a través de las actitu­
de causas, siempre es incidentalmente y sin con­ des y de su expresión verbal, más allá de ellas,
secuencias. Como explica un miembro del tribu­ desembocan en toda una compleja realidad, so­
nal de Zaragoza, «no se conoce de unas causas cioeconómica, psicológica, simbólica (8).
de mujeres que sin instrumento tenían molicies
una con otra» (7). En efecto, la sodomía se defi­ * **
nía de manera puramente formal, y los aspectos
eróticos, psicológicos -relacionales o de comu­ Muchos de los acusados eran muy Jovenes
nicación-, sólo eran contemplados por los in­ cuando ocurrieron los hechos. Aparecen varios
quisidores en tanto en cuanto podían conducir a chicos de seis, siete u ocho años violados por
ese acto preciso. Entonces, el caso de las muje­ muchachos de catorce y quince años. El menor,
res sólo se podía calificar lógicamente de «casi que sepamos, tenía cinco años cuando fue forza­
sodomía», o de «sodomía imperfecta», de «moli­ do por un campesinito de quince. El análisis de
cies», como los placeres solitarios, y con estas las edades de los reos no permite destacar nin­
cosas fue poco riguroso el tribunal, consideran­ guna evolución entre los años 60 del siglo XVI y
do que no era materia para un proceso, que bas­ los años 80 del siglo XVIII. Dos aspectos rela­
taba una simple amonestación, para apoyar la la­ cionados con la edad merecen particular consi­
bor pastoral de los curas. Lo que castigaba la In­ deración. Primero, que la sodomía no fue un he­
quisición, era el «pecado nefando contra natura cho masivamente juvenil, propio de gente solte­
con actos consumados». Por ello se insistía tan­ ra que supliría con esta forma de sexualidad la
to en el proceso sobre la «intromisión del miem­ imposibilidad de acceder a una vida sexual regu­
bro armado en el óculo trasero», sobre el hecho lar -conyugal. Los menores de 25 años repre­
de «derramar simiente» o no, dentro o fuera. La sentan, es verdad, 43 % de la muestra. Pero 29 %
penetración y la «seminación» eran fundamen­ de los acusados tenían menos de 19 años -el
tales a la hora de calificar el delito. Si el acusado promedio para este grupo es de 15 años, edad
lograba convéncer a sus jueces de que no había realmente muy baja-, lo cual significa que sólo
penetrado a su partenaire, de que no había con­ 14 % tenían entre 19 y 25 años -intervalo admi­
sumado el acto, disminuía considerablemente la tido de edad al matrimonio, un poco generoso
pena, y por supuesto estaba seguro de salvar el en su extremo izquierdo-, en el momento del
pellejo -menos en los casos de sodomía pasiva proceso. Vemos dibujarse entonces, y ésta será
reiterada y consentida, con incitación y proseli­ nuestra segunda constatación, una curiosa con­
tismo. La fase principal de la mayoría de los pro­ figuración bipolar: casi 60 % de los sodomitas
cesos consistía en llegar a que confesara el acu­ condenados eran hombres maduros de 30 a 40
sado la famosa «intromisión» y luego la «semi­ años de edad cuyo objeto predilecto de deseo
nación». Todos los detalles vinculados con el ac­ eran los jovenzuelos de 14 a 16 años, los cuales
to tenían su importancia y eran cuidadosamente representan en nuestro recuento casi la tercera
transcritos: posición precisa de los actores, loca­ parte del total, y habrían sido mucho más nume­
lización exacta, grado de desnudez, movimien­ rosos si hubieran efectivamente sufrido un pro­
tos observados, o bien sentidos, jadeos, palabras ceso -muchos de estos jóvenes, de hecho, ya
más o menos claramente pronunciadas, etc. El fuera por su muy tierna edad, ya fuera por su ac­
papel de cada protagonista era pues determinan­ titud exclusivamente pasiva, no llegaron a ser
te. El inquisidor necesitaba saber si el acusado encarcelados y por lo tanto quedan fuera de
había sido siempre «agente», o siempre «pacien- nuestra estadística. Los menores, en efecto, fue-
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ron en su mayoría chicos utilizados como ins­ por el tribunal. No olvidemos, además de mu­
trumento pasivo, mientras que los mayores figu­ chas razones que podía tener la Inquisición para
ran casi todos como «agentes», o como «agen­ reprimir esta minoría altamente disidente, la
tes» y «pacientes» voluntarios a la vez. Muchos opinión muy difundida entonces -y después
de ellos eran casados, y por lo general solían pa­ también-, según la cual los moros eran muy in­
gar a los mozos con quienes tenían trato sexual, clinados a la sodomía (9). Los extranjeros, tam­
ya directamente según una tarifa previamente bién muy vigilados, cayeron en gran número por
acordada, ya indirectamente, por medio de obse­ maricas en las redes del Santo Oficio valencia­
quios, comida o ropa. También es en este grupo no: 39 casos, o sea casi 18 % del total. Fueron en
de hombres adultos donde hemos hallado las su mayoría italianos, napolitanos y sicilianos
amistades homosexuales más duraderas, las principalmente, y tuvieron también malísima fa­
complicidades más fuertes. Entre los adolescen­ ma. Los esclavos negros o mulatos sólo suman
tes, al contrario, aparecen sobre todo casos típi­ tres casos. Queda el clero. Este interesante gru­
cos de prostitución y de violación. Más abajo po está integrado por 36 individuos ordenados y
volveremos sobre este problema fundamental unos cuantos estudiantes, siendo así el esta­
de los muchachos. Lo que nos importa destacar mento de mayor protagonismo en proporción
ahora, es que no hubo una sodomía, sino varias, con su importancia numérica real en la sociedad
que un fenómeno tan complejo no se puede re­ de entonces -apenas 1 %, contra 75 % para las
ducir a explicaciones negativas reductoras y sim­ clases laboriosas. El clero regular, en particular,
plificadoras -machismo, misoginia, represión de con 13,5 % del total de procesados valencianos,
los instintos, celibato juvenil prolongado, etc.-, brilla por su beligerancia. Entre 1575 y 1590 fue­
que evacúan los aspectos simbólicos y relacio­ ron quemados cuatro religiosos, signo evidente
nales. de la preocupación de los poderes por la morali­
Entre los sodomitas de la Valencia del Barro­ zación del clero, sobre quien recaía la delicada
co dominan los esclavos, la servidumbre y la po­ responsabilidad de la cristianización de los fie­
blación nómada, los soldados, los vagabundos y les. En el siglo XVII, los eclesiásticos ya no se­
pordioseros, medio pícaros y medio criados, los rán condenados a muerte, aunque se mantenga
marineros, toda una sociedad de marginados durante la primera mitad de la centuria la pre­
que iban por aquellos caminos, durmiendo en sión inquisitorial, con severas penas de galeras o
hospitales o pajares, hurtando el sustento por de trabajos forzados. A partir de los años 1650,
los campos, emborrachándose en malas taber­ los clérigos homosexuales serán menos inquie­
nas. Este conjunto de excluidos representa poco tados. El Santo Oficio solía proceder con estra­
más de 36 % del total de procesados cuya «pro­ tégica cautela, tratándose de religiosos, y las Or­
fesión» conocemos. En el otro extremo de la es­ denes se mostraron extraordinariamente activas
cala social aparece un reducido grupo de pu­ en la defensa de su buena reputación. Además,
dientes, de señores distinguidos, muy activos en no convenía mostrar al pueblo tantas flaquezas
su defensa y muy en contacto con los bajos fon­ en sus directores espirituales -ya había bastan­
dos: el Maestre de Montesa don Garcerán de tes problemas con la solicitación, el amanceba­
Borja, el Provincial de la orden de la Merced miento, la venalidad...-: el Consejo de la Supre­
fray Juan Nolasco, cuatro caballeros, tres nota­ ma Inquisición intervino con frecuencia para
rios ricos y bien emparentados, dos abogados, que se rebajasen las penas y se evitara el escán­
un médico y un arrendador -casi 6 % del total. dalo, recomendando el castigo ejemplar única­
Entre estos dos grupos opuestos en la fortuna mente en los casos de clérigos notoriamente in­
pero unidos en la complicidad, hallamos a repre­ famados y cuya conducta tenía ya escandaliza­
sentantes de todos los niveles de las clases po­ dos a los habitantes. Las aventuras de fray Joan
pulares o trabajadoras, en proporción semejante Nolasco Rison, propias de una época tal vez ya
a la de los marginados, aunque ligeramente su­ muy dieciochesca y «decadente», nos servirán
perior: 37 % contra 36 %. Este protagonismo de de ilustración. Cuando en 1687 la Inquisición de
las clases populares trabajadoras no es de extra­ Valencia decide comenzar su proceso, es Pro­
ñar. La represión de la sodomía afectó principal­ vincial de la Orden de la Merced y tiene 54 años.
mente a los grupos más vigilados, menos prote­ La Suprema da su acuerdo para que se exami­
gidos y entre los cuales era más violento el pre­ nen los hechos incriminados, pero advierte que
juicio antihomosexual. No pensamos que se de­ se proceda con sumo cuidado (10). En realidad,
ba interpretar esta alta proporción de sodomitas no parece que llegara a entrar en las cárceles se­
populares como un signo del poder de margina­ cretas. Antes de ascender a Provincial, el padre
ción del pecado nefando, sino al contrario como Nolasco había sido maestro de los novicios du­
un resultado de la condición de excluido y mar­ rante largos años, saciando con gran desver­
ginado que recaía sobre el trabajador manual en güenza y poco temor de Dios sus apetitos nefan­
el Siglo de Oro. dos dentro del convento. Este personaje, brillan­
Los moriscos y «moros de allende» represen­ te, duro y caprichoso, traía dividida la casa en
tan 16 % de la muestra -21 moriscos libres, an­ dos bandos irreconciliables: sus protegidos, que
tes de la expulsión, y 17 moros y moriscos escla­ luego iba colocando en otras partes (11), y mien­
vos venidos del mar. Fueron los peor tratados tras tanto gozaban de curiosos privilegios (12), y
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frente a éstos, los puros, los púdicos, los escan­


dalizados, y los que por no haberle consentido al
Padre sus deseos eran perseguidos y tiranizados.
La situación llegó a tanto, que tras un violento
altercado, el padre Ramírez amenazó al padre
Rison con llevarlo a la Inquisición, lo que obligó
a los superiores a reaccionar: se decidió «que
atendiendo a conservar el crédito de la Orden
convenía sosegar al dicho padre fray Jerónimo
Ramírez y persuadirle no delatase». Lo mismo
hicieron los confesores con los novicios hartos
de aquella situación, y el propio padre Nolasco
en una harenga llena de soberbia y sordas ame­
nazas. Pero las denuncias anónimas llegaban ya,
finamente caligrafiadas, al despacho de los in­
quisidores, los cuales decidieron convocar a los
testigos citados en los libelos. Estas testificacio­
nes, llenas de sentimientos violentos y prolijas
en detalles de toda clase, son un documento in­
teresantísimo sobre la vida de los noviciados a
fines del siglo XVII. El proceso no pasa del su­
mario: la Inquisición debió de juzgar también
que lo peor era el escándalo.
* * *
Los papeles que manejamos proyectan luz si­
niestra sobre la vida de cientos de muchachos
sin porvenir, perdidos en una sociedad que no
hizo nada por ellos. A los ocho o diez años, los
niños salían de sus casas y se iban por esos
mundos a la buena de Dios. Unos se metían de
aprendices, terminando su formación a los doce
o catorce años. Otros entraban a servir en con­
ventos, en casas de particulares, en el ejército o
en la armada. No resulta raro encontrar a jóve­
nes de 18 años que ya han recorrido Italia, Ale­
mania o Flandes, y que en el momento del pro­
ceso están ya ejerciendo un oficio. Luis Ramón
era polvorista y tenía 20 años en 1615, cuando
entró en las cárceles secretas. Había acudido a
años, había sido soldado en el frente de Catalu­
ña, donde le vemos beber, jugar dinero y acos­
tarse con la tropa. En Valencia, trabajaba por el
día y por las noches salía a buscar clientes por el
mercado mediante una mísera retribución. Allí
se volvió a encontrar con Carlos Charmarinero,
que ya había conocido en Tortosa, siendo los
dos militares (13). El mercado de Valencia y sus
inmediaciones no aparece sólo en este proceso
ni en esta época. En pleno siglo XVIII aún ve­
mos juntarse por allí a los niños de la calle, los
picarillos hambrientos, los «putos largos y des­
coloridos». No pocos eran hijos de artesanos
que combinaban el aprendizaje con una vida
nocturna prematura, o que la falta de perspecti­
va económica había arrojado lejos de sus casas.
Se vislumbra toda una red de prostitución juve­
nil organizada, con su geografía clásica. Los in­
termediarios podían ser chicos muy jóvenes,
prostitutos desde muy pronto (14). Otra de las
formas usuales de explotación sexual de los ni­
ños fue el abuso de poder del amo sobre el cria-
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do. Sobre este respecto las fuentes abundan. En


efecto, muchos sirvientes estuprados no tarda­ NOTAS
ban en ir a descargar su enojo ante el inquisidor
de turno. Sin embargo, no deja de extrañarnos (1) Véase Contreras, Jaime, «Las causas de fe en la In­
la poca resistencia opuesta por la mayoría en el quisición española, 1540-1700», comunicación presentada
momento de los hechos. Tanta docilidad, signo en el Symposium sobre la Inquisición celebrado en Copen­
de la dificultad de los tiempos y del estado de hague en 1978, cuyas actas, en inglés, serán publicadas pró­
total dependencia en que se encontraban capas ximamente por la Northern Illinois University Press, y tam­
bién Dedieu, Jean-Pierre, «Les quatre temps de l'Inquisi­
enteras de población, revela también la interiori­ tion», en Bennassar, Bartolomé, L'Jnquisition espagnole,
zación de un modelo de relación de producción XV'-XIX' siécle, París, 1979, pp. 15-41.
ancestral basado en el acatamiento y la sumisión (2) Bennassar, B., op. cit., pp. 371-394.
ante los pudientes. A un criado suyo que protes­ (3) García Cárcel, Ricardo, Herejía y sociedad en el siglo
ta diciendo que no tiene por qué consentirle XVI. La Inquisición en Valencia, 1530-1609, Barcelona, 1980,
esas intimidades, Miguel de Santa Olalla replica: p. 217 sq.
(4) Novísima Recopilación, Ley I, Tit. XXX, Lib. XII (ed.
«bastará que yo se lo mande» (15). Al amo de facsímil del Boletín Oficial del Estado, Madrid, 1976, t. V,
hecho le importa poco el deseo del sirviente. pp. 427-428.
Resulta fácil de entender la situación de aque­ (5) Traducción de Jiménez Monteserín, Miguel, «Léxi­
llos mozos, entre la espada y la pared, que se co inquisitorial», Historia de la Inquisición en España y Amé­
sentían a la vez objeto de deseo y de desprecio y rica, dir. por Pérez Villanueva, Joaquín, y Escandell Bonet,
que debían aceptar lo que toda una sociedad Bartolomé, Madrid, 1984, pp. 209-210.
consideraba más vergonzoso y degradante. Y no (6) En el presente artículo sólo nos ocupamos de los so­
domitas-homosexuales, dejando a los sodomitas bestiales
sólo la sociedad establecida, sino también la para otra ocasión. Sobre estas cuestiones, Bennassar, B., op.
«anti-sociedad» del hampa y de las cárceles: cit., pp. 339-369, y Los españoles, Barcelona, 1978, pp. 194-
cuando José Estravagante, en la cárcel de San 199; García Cárcel, R., op. cit., pp. 288-294; Herrera Puga,
Nan;is de Valencia, trajo a su cama a Bartolomé Pedro, Sociedad y delincuencia en el Siglo de Oro, Madrid,
Teixidor -mozo condenado a diez años de gale­ 1974, pp. 246-269.
ras por sodomía con un vagabundo y que aguar­ (7) Biblioteca Nacional, Ms 848, fol. 77rº.,
(8) Podríamos hacer nuestra la siguiente conclusión de
daba detenido el momento de ser embarcado-, Alberto Cardín: «las sociedades en general, incluida la
los otros presos que la compartían, pues eran nuestra, aceptan o rechazan la homosexualidad en la medi­
cuatro por cama, no quisieron aceptarlo por ser da en que pueden categorizarla, y en esa misma medida la
«compañero tan vil y tan asqueroso y tan lleno homosexualidad deja de ser un problema sustantivo para
de piojos... y más por haber sido el dicho mozo convertirse en un simple caso de los problemas de categori­
castigado por cosas del pecado nefando» (16). zación del imaginario sexual, que distribuye en cada socie­
dad el campo fungible y verbalizable de los comportamien­
Está claro que pocos criados cedieron de buena tos simbólicos», Cardín, A., Guerreros, chamanes y travestís,
gana. El interés fue el móvil esencial, aunque en Barcelona, 1984, p. 49.
no pocos casos afloren complejas situaciones de (9) Entre las causas agravantes contra fray Miguel de
celos, de exhibicionismo y de turbias relaciones Morales, aparece ésta: «Hace siete años, siendo éste novi­
pasionales, ritualizadas y maniáticamente des­ cio, muchos moriscos, y luego dijo algunos, pasaban por allí
critas. En el mundo de los bajos fondos, el dine­ de noche y besaban y abrazaban a éste y le ponían su miem­
ro, por supuesto, muestra a cada paso su poder bro en la mano de éste y echaban polución, y éste lo con­
sentía y tenía por bien». Interrogado, confesó que jamás les
diabólico y corruptor, muy novelesco. El pago había pedido dinero por tales servicios. Archivo Histórico
que recibían los muchachos, cuando no se resu­ Nacional, Inquisición, leg. 560, n.º 12 (1574).
mía en una cena o una ropilla o capa regaladas, (10) !bid., leg. 560, n.0 16 (carta del l.º de agosto
oscilaba, según nuestras fuentes, entre uno y de 1687).
cuatro reales de vellón durante la primera mitad (11) !bid., ibid., foL 26rº: «Es verdad que después de eli­
del siglo XVII. Pero es también en estos bajos gido provincial, dicho maestro Rison ha acomodado en esta
fondos donde hemos encontrado la expresión provincia a todos aquellos religiosos de quien se murmuran
las referidas torpezas, de donde había oído decirse común­
de todo un mundo imaginario homosexual, con mente que los punetarios del provincial gobiernan la pro­
su concepción del amor, su «mitología», su exo­ vincia».
tismo (17). Pero no conviene insistir en esta (12) Por ejemplo el siguiente: «y aunque el dicho padre
imagen de una positividad de la sodomía del Ba­ Isidoro entraba en su celda mujeres para sí, no se lo impe­
rroco: fue un juego con la muerte dominado por día», ibid., ibid., parte sin foliar.
la vergüenza, el dinero y la violencia. La violen­ (13) A.H.N., Inq., leg. 560, n º 15.
(14) Por ejemplo Nicolás González, de 20 años, quema­
cia de las relaciones resulta propiamente increí­ do en 1625, «por haber constado de su proceso que no sólo
ble, claro índice de una profunda ambigüedad, fue agente y paciente en muchos y diversos actos consuma­
posible efecto de una intensa represión (18). Pe­ dos de sodomía, sino que el dicho reo hacía particular oficio
ro ya es hora de pasar a los testimonios. Ellos de alcahuetear otros muchachos, llevándolos a esclavos y li­
hablan por sí solos, mejor que este contexto rá­ bres para dichos malos fines», A.H.N., Inq., lib. 940,

e
pidamente esbozado y sin necesidad de más co­ fol. 52rº .
(15) ibid., leg. 5321, n.º 6 (1621).
mentarios, de la positividad de un deseo y del (16) !bid., leg. 560, n.0 5 (José Estravagante, quemado
escenario cruel de una realidad tensa Y en 1621).
dura que no son propios, al fin y al cabo, (17) Las galeras y el mundo árabe desempeñaron sin
ni del Barroco ni de la región valenciana. duda alguna un gran papel desde este punto de vista. He
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aquí lo que decía un esclavo moro a un joven de 15 años de 16 años dice que se abrazó con él y le tenía muy
«muy blanco», que por cierto lo ha denunciado: «si estuvie­ apretado y decía que le tomase su miembro y se aba­
ra en galeras le estimarían mas que a ninguna muxer y mas jase las calzas.
que el rey y que tendría muchos amigos y andaría vestido
de seda y que en su tierra del reo lleuauan los muchachos A.H.N., lnq., lib. 936, fol. 193vº -194rº
que se echauan con los hombres los greguescos habiertos
por detras con muchos botones de oro y plata y de colores 11.-Cargos contra Martín de Ortega (1599)
para q con mas facilidad desabotonando pudiessen usar de­ Martín de Ortega Tovar, canónigo de Granada, re­
llos por detras» (A.H.N., Inq., lib. 940, fol. 372vº - sidente en Valencia, de edad de sesenta y siete años,
373r º, 1636). fue testificado por seis testigos singulares de que ha­
(18) El análisis de estos conceptos, con sus numerosos bía hecho venir en polución muchas y diversas veces
matices, nos llevaría demasiado lejos. Habría que estudiar
en particular las diferencias notables que existían entre la a cierto muchacho estudiante tomándole su miembro
violencia sexual en la ciudad y en el campo, entre aquella viril en la mano y que había llevado a su posada dos
característica de las relaciones de poder y los mecanismos mozos a que se cabalgasen el uno al otro y para ello
de defensa y de proyección. Nuestros textos también permi­ les tomaba los miembros y se los ponía en el trasero y
ten un estudio preciso de los efectos complejos de la repre­ les dio a cada uno un real, y otra vez llevó a su posada
sión de las pulsiones y de la interiorización de los tabúes y a otro estudiante muchacho y diciéndole palabras de
prejuicios. Por fin, a partir del tema central de la busca amores le besaba y le hizo quitar los zaragüelles y se
-desde la simple busca de medios de subsistencia hasta la puso encima dél poniéndole su miembro en el trase­
busca de identidad-, se podría analizar la dimensión sim­ ro, y no le pudiendo meter le hizo polución allí y le
bólica, a nivel psicológico, pero también social, de esta for­ dio dos reales. Después desto llevó a su casa otros
ma de amor tal como se vivía. Para más detalles, véase Ca­ dos mozuelos, a. el uno dellos le cabalgó y le dio un
rrasco, Rafael, Inquisición y represión sexual en Valencia. real y al otro con sus manos le hizo venir en polución,
Historia de los sodomitas ([565-1785), ed. Laertes, Barcelo­ y otro día siguiente llevó a los dichos dos estudiantes
na, de próxima aparición.
a un moreral y con sus manos les hizo venir en polu­
ción y de allí se fueron a otra parte más secreta y les
dijo que se cabalgasen los dos el uno al otro y él se
apartó dellos para que lo hiciesen(...) Otro día llevó a
una acequia a unos muchachos estudiantes y les hizo
desnudar para que nadasen y viéndoles desnudos se
llegó a ellos y les tomó los miembros y les hizo venir
en polución y les dio tres sueldos, y otro día llevó a su
posada a los dichos dos estudiantes y estando en ella
les dijo que les quería cabalgar(...) Un día de Cuares­
ma en un monasterio de monjas, estando allí otro es­
tudiante queriendo oír el sermón, se llegó a él y le
metió la mano en sus vergüenzas y por haberse co­
menzado el sermón no hizo nada (...) otro día en una
parroquia, vio un mozuelo estudiante y el dicho Orte­
ga llegó a su lado y estando predicando le metió la
mano en la bragueta y le hizo venir en polución lla­
mándole Angel de Dios, y le dio un real.
A.H.N., lnq., lib. 938, fol. 96rº -99rº
111.-Cargos contra Mosén García Ferrer (1617)
1.-Caso de Andrés Siciliano (1578) Mosén García Ferrer, presbítero, fraile expulso de
la orden de San Agustín que traía el hábito de San
Andrés Siciliano, alias el Griego, de 26 años, mari­ Juan, maestro de niños en el lugar de Bétera, de más
nero natural de Mesina en Sicilia, fue traído a la in­ de 52 años, fue testificado por once testigos varones,
quisición a las doce de la noche por unos hombres los dos mayores, presbíteros, que dijeron de oídas de
que en la marina le prendieron con gran alboroto por los demás, que fueron menores, muchachos de hasta
somético, y examinados siete testigos, el primero de doce años, discípulos del dicho reo, de que enseñaba
auditu, el segundo, de 20 años, dice que le persuadía a a dichos muchachos a ser sodomitas, haciéndoles que
dormir con él y le daría dineros y lo que hubiese me­ se conociesen carnalmente, metiendo sus miembros
nester, y le mostró su miembro armado y dijo que se genitales los unos a los otros y alternativamente por
lo tocase y él le tomó la mano y se la puso en él, y to­ los óculos traseros, tomándoles el dicho reo sus
mando al testigo el suyo se lo meneaba y le decía que miembros en las manos y poniéndolos en los óculos
le quería hacer la puñeta y le metió un dedo de la ma­ de los pacientes, haciendo a los agentes hacer fuerza
no en el sieso, y cuando mostró el miembro, el testi­ hasta que los metiesen dentro (...) Dijo uno de los
go le preguntó cómo lo tenía tuerto y el reo le dijo testigos, menor de edad de doce años, que el reo ha­
que así acertaba mejor la vena. Otros dos muchachos cía lo que está referido, haciéndoles decir las oracio­
de trece a catorce años, contestes, dicen que les con­ nes cuando estaban en dichos actos torpes; y que ha­
vidó a cenar y les mostró dineros diciendo que les da­ biendo ido el dicho reo a otro lugar llevó consigo este
ría de ellos si querían fotre, y les tocaba las manos. reo al testigo y que estando en la cama le besó y abra­
Los otros testigos, de 13, 16, 18 años, son singulares. zó muchas veces y le volvió boca abajo y le metió el
Deponen que sin los conocer, los convidaba a cenar y miembro genital en el trasero haciéndole mucho mal
a dormir con él y les ofrecía dineros y otras cosas, y el y se quejaba mucho de ello y que se lo tuvo dentro
67
Los Cuadernos de Antropología

metido y allí derramó y le mojó y se halló mojado y pasado, huyeron dellos (...) [El acusado] respondió
sintió dentro mojado como de agua y que después de que era verdad lo que decía el muchacho y que la úl­
lo sobredicho se le hizo al testigo una potra, o enfer­ tima noche, que había bebido demasiado, fue cuando
medad de una hinchazón de que debió curar muchas le metió el dedo por el trasero, rogándole que le deja­
veces. Otro testigo de los menores de edad, de 10 se conocer carnalmente, y que teniéndole el mucha­
años, demás de haber dicho lo que pasaba de la mala cho las vergüenzas al reo le hizo hacer polución.
enseñanza que les hacía, contestando con los demás, A.H.N., lnq. lib. 939, fol. 497rº -498rº
dijo contra este reo que estando los dos acostados, le
tomaba el reo su miembro y se le hacía poner tieso y V.-Caso de Joan García lbarra (1623)
le enseñaba a que el testigo le tomase el suyo, y que
así lo hacía, y el dicho reo hacía que se lo menease loan García lbarra, residente en Valencia, que fue
entre las manos y haciendo esto echaba una cosa ás­ en su mocedad sastre, de edad de 56 años, natural de
pera que se le pegaba en las manos, y que una vez hi­ Segura de la Sierra, fue testificado por dos testigos
zo el reo que el testigo le tomase su miembro en la varones de 20 años. El primero le testificó de que ha­
boca, y se lo mamase, y que le echó dentro una agua bía cuatro años que el reo se le hizo amigo y le lleva­
algo salada, y que hacía que le rascase sus vergüenzas ba a la comedia, haciéndole caricias y halagos y asién­
y hacía que el testigo le metiese al reo los dos dedos dole de las manos, y que estando en la comedia le
en el óculo trasero y que estuviese allí meneándolos, metió la mano y asió de las vergüenzas apretándolas,
y por esto le besaba. Otro de los testigos menores de y exasperándose el testigo, el reo le dijo que se ale­
doce años dijo que cuando los hacía subir a hacer di­ grase mirando las representantes y no tomase de
chas torpezas decía que subiesen a hacer penitencia aquello pena, y aunque diferentes veces le quiso co­
(...) [La Suprema] mandó que el dicho reo fuese de­ meter y continuar amistad, el testigo se recató, y que
gradado verbalmente y sirviese en las galeras de Su habiendo ido con cuidado mirando las acciones del
Majestad al remo y sin sueldo cárcel perpetua donde dicho hombre le había [visto] andar apegado con mu­
se le señalase y trescientos ducados para gastos ex­ chachos por lo cual sospechaba el testigo que los in­
traordinarios. Y habiéndole sido notificada la senten­ ducía para las dichas torpezas, y que en particular en
cia y entregado a la justicia seglar para que le enviase la iglesia mayor desta ciudad le había visto pegado en
a dichas galeras, hicieron relación los expertos que un mozo de pocos años en el día que celebraron las
era quebrado y no podía remar, y estando en consulta honras del Rey Nuestro Señor, y que parecía se toca­
ante V. Sa. este negocio, para que mandase conmutar ban las vergüenzas, por lo cual este testigo llamó a un
las galeras en otra pena, le sobrevinieron siete testi­ cuñado suyo para que los viese, y también le testificó
gos, los dos mayores, de oídas de los otros cinco, que de que en los tocamientos que en años pasados había
fueron cuatro muchachos y una niña, todos de ocho a tenido, el reo había procurado meter un dedo por el
diez años, los cuales le testificaron que estando como trasero( ... ) [El acusado] declaró que en el tiempo que
estaba preso el dicho reo le dieron oficio de sacristán se hacían las honras de Su Majestad se halló en la
de la capilla de dicha cárcel y allí los enseñaba a leer iglesia mayor a oír el sermón y que se entró con un
y que los azotaba a título que no sabían las oraciones, mozo debajo del túmulo y que allí le tocó sus ver­
y que cuando se tenían a cuestas les hacía echar las güenzas y el dicho mozo, según le parece, se las tocó
faldas de la camisa sobre la cabeza y les decía que no al reo.
le volviesen a mirar, y que estando así le sentían que A.H.N .. Inq .. lib. 939. fol. 500rº -50lrº
se hacía la puñeta dentro la dicha capilla.
A.H.N., lnq., lib. 939, fol. 256rº -259vº
IV.-Caso de Juan Oliver (1623)
Juan Oliver, de nación mallorquín, hombre vaga­
mundo (sic) de edad de 29 años fue testificado por 3
testigos varones menores, el primero de 14 años, y le
testificó de que yendo con otro muchacho en compa­
ñía del reo y de un compañero del dicho reo, cada
uno dellos tomó amistad con uno de los muchachos y
se iban vagamundos por los lugares cerca de Valencia
y dormían en el campo por ser verano, y que el reo le
tomó algunas veces el miembro genital al testigo para
hacerle hacer venir en polución, y otra noche le me­
tió un dedo por el óculo trasero; y el testigo, cono­
ciendo que le quería hacer alguna bujonería, le dijo
que mirase, que por aquello habían quemado mucha
gente en Valencia, y el reo replicó con halagos y ofre­
cimientos que no se sabría y el testigo por excusa le
dijo que cómo había de entrar su miembro tan grande
por su óculo trasero, y el reo porfió que pues había VI.-Gmpo de Tortosa denunciado por Bias Serrat
entrado el dedo, entraría el miembro, y que aunque (1626)
quiso intentar de meterle el miembro dándole mu­
chos besos, él no lo consintió, y oyó que el compañe­ Luis Portugués, escopetero, natural de Tortosa, ve­
ro del reo trataba de lo mismo con el otro muchacho, cino de Valencia, fue testificado por un testigo varón
el cual se quejaba y sospiraba (sic), y que habiéndose mayor llamado Blas Serrat, peinero, vecino de Torto­
comunicado los dos muchachos lo que se les había sa, de que habría diez y seis años poco más o menos,
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Los Cuadernos de Antropología

él y el dicho Portugués se conocieron carnalmente el mano de las vergüenzas del testigo y le había hecho
uno al otro por detrás con actos consumados, cuatro venir en polución, y que la segunda le había el reo
o seis veces en diferentes tiempos por espacio de cua­ asido la mano al testigo y que se la quiso poner en la
tro años que les duró la dicha amistad (...) [Luis Por­ bragueta del reo para que le tocara sus vergüenzas y
tugués] respondió después de haber estado muy pen­ que lo quiso besar, y que la tercera vez había venido a
sativo, que siendo el reo muchacho y estando en Tor­ la casa donde estaba el testigo, que era la del dicho
tosa habría veinte años, era vecino suyo un mucha­ Blas Serrat, y subiéndose el reo por la escalera, le lla­
cho de oficio peinero llamado Blas Serrat, de quien maba para que se subiese tras él. Estando este testigo
había entendido que había perdido el juicio, y en el en casa del dicho Blas Serrat, vio que algunas, y mu­
dicho tiempo, estando el reo vuelto de espaldas arri­ chas noches venía el reo en casa del dicho Serrat y se
mado de cara a la pared de un aposento alto de la casa salían los dichos reo y Serrat juntos y solos fuera de la
del dicho Serrat, dicho Serrat arrimó al reo el miem­ puente de dicha ciudad de Tortosa y cuando volvía
bro genital armado al óculo trasero, y hurgándole allí dicho Serrat eran las once o las doce y la mujer de di­
sin entrar dentro le derramó su simiente en cada una cho Serrat reñía al dicho su marido porque siempre
de las dichas veces, y luego allí propio, estando de ca­ iba con el reo a aquella hora, y algunos días se iban
ra a la pared dicho Blas Serrat y arrimado a ella y sin los dos por la mañana y no volvían en todo el día y
gregüescos, como el reo, dicho reo arrimó el miem­ muchas veces, cuando el reo no venía a buscar al di­
bro genital armado al óculo trasero del dicho Blas Se­ cho Serrat, dicho Serrat iba a buscar al reo( ...) Había
rrat y allí estuvo hurgando hasta que derramó su se­ oído decir a Pedro Justo, de oficio zapatero, que vi­
men fuera del óculo sin entrar dentro( ...) [Blas Serrat niendo él de la feria de Morella, había visto que esta­
declaró que] en el tiempo y cuando tenía declarado que ban en un pajar dicho Serrat y dicho reo cobijados
trataba deshonestamente con dicho Portugués, se acor­ con una capa y que había juzgado mal dellos( ...) Blas
daba que él se había puesto en la boca el miembro geni­ Serrat le testificó de nuevo de haber tenido tocamien­
tal del dicho Luis Portugués y no se acordaba bien si tos deshonestos el reo con otras personas, y examina­
fueron dos o tres veces, y en dos dellas se corrompió y dos los dichos contestes, el uno dellos que es varón y
derramó su semen dicho Luis Portugués en la boca del mayor, le testificó de que habría ocho años poco más
dicho testigo que le estaba chupando, porque estaba o menos que el reo había trabado conversación con
acostumbrado a mamar el pecho de su madre siendo ya dicho testigo, hablándole de cosas deshonestas y tor­
grande, en ocasión que la dicha su madre criaba otros pes, había tenido tocamientos deshonestos el reo
hermanos y estaba cargado de leche el pecho, y que se­ consigo mismo hasta llegar a tener polución, y tocan­
ría de edad de dieciocho años, lo cual sucedió junto a la do las partes vergonzosas del testigo, le hacía tam­
muralla de la ciudad de Tortosa en una casilla que está bién al testigo que tocase las del reo, y que de allí a
por la parte de afuera cerca del hospital (...) poco tiempo, por otras dos veces, el reo había tenido
Luis Moret, labrador, natural y vecino de la ciudad conversación con el testigo, tratando de cosas desho­
de Tortosa, de edad de treinta y seis a treinta y siete nestas y tocándose en su presencia sus partes vergon­
años, fue testificado por el dicho Blas Serrat de que zosas. En una de ellas se las enseñó al reo. El otro
habría seis u ocho años, que teniendo mucha comu­ conteste, varón y mayor, le testificó de que habría
nicación con el reo, con ocasión della, dicho reo ha­ quince o dieciséis años que estando el testigo en el cam­
bía tratado de conocerle carnalmente por detrás y de po, el reo se había llegado a él, y poniéndole en razones
que con todo efecto el reo le había conocido diez o le daba quejas de que su mujer no quería consentir que
doce veces con actos consumados estando los dos en tuviese acceso con ella por tener como tenía su parte
diversas partes y en especial junto a la puente de la natural muy gruesa, y sin advertir que le podían ver de
dicha ciudad y en la balsa que llaman del Castillo( ...) muchas partes, sacó el reo su miembro viril para que lo
y también le testificó de que tenía muy grande amis­ viese el testigo, de lo cual lo reprendió.
tad el reo con otro hombre de la dicha ciudad de Tor­ A.H.N., lnq., lib. 940, fol. 232 rº sq.
tosa llamado Joan Tirbi y que muchas veces les veía
al reo y al dicho Tirbi ir solos al campo y otras veces VIL-Causa de Francisco Roca (1651)
se iban de noche por fuera de la ciudad, de que sospe­
chó, como quien conocía las faltas de los dos, que se Francisco Roca, natural de Perpiñán, vecino de Va­
debían de conocer carnalmente por detrás (...) lencia, de edad de 24 a 25 años, alto de cuerpo, rubio,
loan Tirbi, hortelano, vecino y natural de la ciudad lampiño de barba, ojos pequeños, fue testificado el
de Tortosa, de edad de más de sesenta años, fue testi­ año 1649 por cuatro testigos formales en parte, los
ficado por dos testigos varones y mayores. El primero tres mujeres menores, la primera lo es del reo, la se­
es el dicho Blas Serrat, el cual le testificó de que ha­ gunda esclava de casa, la tercera, prima de la mujer,
bría diez y seis años poco más o menos, habían teni­ el cuarto, varón de 22 años, cochero del reo, que de­
do tocamientos deshonestos el reo y él hasta llegar a ponen. Conviene a saber, las tres mujeres, ama, escla­
tener polución el uno y el otro y que el dicho reo le va y prima, igual y formalmente que el reo dormía
había enseñado las dichas cosas y que no se acordaba aparte con hombres amigos suyos que traía a su casa
cuántas veces habían sido en el discurso del dicho y los regalaba y nombraron dos de ellos, el uno capi­
tiempo, si habrían sido doce, o más, y que la última tán, y el otro alférez, que estaban ya ausentes, y que
habría sido de seis meses a esta parte, y que dos o tres el capitán, le vieron una noche boca abajo encima del
veces en diversas partes de la dicha ciudad se habían reo, que estaba boca arriba en la cama ambos dur­
conocido carnalmente por detrás alternativamente el miendo, y la esclava añade que se besaban y dormían
uno al otro con actos consumados( ...) El otro testigo la siesta y los sentía resollar, y después de ido el capi­
le testificó de que por tres veces en diversos tiempos tán trujo el alférez y dormía con él y que se besaban
había atentado de querer tener con él tocamientos el reo y los hombres que traía a casa, y al hombre con
deshonestos y que sólo la primera vez había echado quien dormía después de haberse ido el capitán, le
69
Los Cuadernos de Antropología

pedía celos el reo y él le llamaba «puta probada, píca­ grande y deforme, que quedaron admirados de verle,
ra, qué me pides celos», dando a entender que el reo y se quejó del testigo diciendo que él había sido
tenía tanta natura como una mujer, y tan grande, y quien había publicado que era mujer (...) Don Fran­
que por esto y no dormir con la suya, la testigo le te­ cisco de Avila, testigo séptimo, de edad de veintidós
nía por mujer, y el cochero dice que su amo dormía años, alférez de infantería con suplemento de capi­
con el alférez, y en este artículo y tratos carnales con tán, examinado en Valladolid, dijo habría un año que
hombres concluye la mujer del reo diciendo que ha­ estando en Madrid posó con el reo y don Alfonso su
biendo tenido noticia de que su marido era hermofo­ camarada, y que entre todos los de la posada estaba
drita (sic), le acechó catorce o quince veces cuando tenido en opinión de mujer, y durmiendo juntos en
dormía con hombres y sentía que hacía acciones el una cama le había conocido carnalmente, y porque
marido como si estuvieran juntos hombre y mujer y era fogoso y le cansaba, se pasó a otra cama, y que co­
por esto presumía que no era hermofodrita ni servía mo a mujer le había tratado y la tenía por tal, y le pe­
para hombre, sino que cometía con ellos el pecado día celos al testigo si hablaba con otra y por ellos ha­
nefando siendo paciente (...) bía reñido con él muchas veces, y le hacía el gasto,
[Se recibe la deposición de un testigo de Madrid dándole de comer y cenar y dineros para lo que se le
contra el acusado] sobre que siendo mujer andaba en ofrecía, hasta que el testigo se fue a Aragón, donde se
hábito de hombre fingiendo serlo y que como mujer volvieron a ver en el ejército de Cataluña, y añadió
había tenido, y tenía, conversación carnal con unos que el reo en una ocasión le había confesado que era
mozos que nombró, estando amancebado con ellos, mujer y le solicitó para que durmiese con él, como lo
en que después a instancia nuestra se examinaron había hecho, pero que nunca le tentó las partes ver­
seis testigos (...) El segundo testigo, de edad de trein­ gonzosas porque dormía con armilla cerrada, aunque
ta y ocho años, dijo que el reo era casado en esta ciu­ le había parecido que los pechos le hacían bulto. Y en
dad y que le conocía desde Nápoles camarada de un otra declaración, después, de su voluntad, declaró
barbero, y a otros había oído decir en Nápoles que que había oído decir que era ermoafodrita (sic), si
era mujer, y que después se habían vuelto a ver en bien no usaba de otro sexo que del de mujer (...) En
Madrid el testigo y el reo y posaron juntos en la posa­ primero de febrero se hizo por dos médicos y dos ci­
da de Jusepe del Monte, lacayo del Rey, y este testigo rujanos del oficio la segunda inspección pedida por el
le escribía las cartas para su mujer, y que de allí a cin­ fiscal, y todos cuatro unánimes y conformes dijeron
co meses, habiéndose venido el reo a esta ciudad, vol­ que el reo tenía en miembro natural de hombre con
vió a Madrid en compañía de Mosén Josepe Rodrí­ los testes según el estado natural de los hombres per­
guez, clérigo de menores órdenes, y todos tres posa­ fectos y que no tenía cosa alguna de mujer, y en lo to­
ron juntos en dicha posada, durmiendo el reo en ca­ cante al orificio posterior, lo tenía lo gordo de un de­
ma aparte y los dos en otra cerca della, en un aposen­ do más hacia adelante de lo natural y acostumbrado y
to donde había venido el capitán Fonseca, mozo de los músculos que sirven para cerrar el intestino recto
veintidós años, a visitar al testigo, y que el reo, sin ha­ y las partes carnosas de que se componían estaban fir­
berle visto otra vez, le agasajó y convidó a comer, y mes, duras y en estado natural, como había constado
que deste convite había resultado convidarlo también por la vista e instrumento del speculum ani, con que
a dormir todo el tiempo que estuviese en la corte, co­ se había hecho la prueba, y que aquella parte estaba
mo lo hizo, durmiendo con él en su cama, haciéndole muy cerrada y en nada dilatada.
el gasto, y que cuando el reo se fue de Madrid, le ha­ A.H.N., lnq., lib. 941, fol. 350rº -358rº
bía llevado consigo y pagado la mula, y que casi todas
las noches que durmieron juntos, que habían sido
más de veinte, oían que el reo le requebraba al capi­
tán y le decía mi vida y mi alma y otros requiebros di­
ferentes, y que después de haberse los dos ido de la
corte, el testigo contó lo referido al barbero que le co­
nocía de Nápoles y a el maestro donde estaba y su
mujer, y todos tres había convenido que era mujer, ci­
tando a otro que lo sabía, a quien el testigo había ha­
blado sobre ello y le había dicho lo mismo y que él
había sido su amigo y galán muchos meses y le había
puesto el cuerno con otro hombre; y que en otra oca­
sión, habría un año, habiendo el reo vuelto a la corte,
se había enamorado con otro mozo llamado don
Francisco de Avila, de diez y ocho años, y comía y
dormía con él y le hacía el gasto y daba dineros hasta
que se fue a la campaña, pagándole la mula y soco­
rriéndole para el camino; y que preguntándole al don
Francisco de Avila que cómo le iba con el reo y si era VIII.-Caso de Carlos Charmarinero (1651)
mujer, le había respondido que sí, y que muchas ve­
ces había tenido con ella acceso carnal y le mataba, Carlos Charmarinero, perrero que ha sido desta
porque era un fuego vivo; y que !a justicia había veni­ ciudad y guarda de las carnicerías del mercado, natu­
do a la posada a prender a don Francisco de Avila ral de Salema en el reino de Sicilia, de edad de 28
porque estaba amancebado con el reo, y que habién­ años, mediana estatura, entre castaño y rubio de bar­
dolo sabido y para que creyesen que era hombre y no ba, rehecho, ojos garzos, fue testificado en el mes de
mujer, estando en la posada había sacado su miembro febrero del año 1651 sobre el delito de sodomía con­
viril delante del testigo y de los dueños de la casa, tan tra natura en diversas veces con diferentes personas,
70
Los Cuadernos de Antropología

siendo agente y haberse jactado de ello (...) En este cender con su intento, y que le había contado muchas
delito le testificaron 13 testigos, los nueve varones, veces que había fornicado a un muchacho soldado
cuatro mayores y cinco menores, dos de ellos cómpli­ del tercio de Valencia que fue a Tortosa, criado de un
ces pacientes (...) El tercer cargo y delito contra este guantero desta ciudad, y también que estando en
reo es el haber tenido los mismos tratos de sodomía Tortosa había tenido amistad con otros muchachos y
siendo agente con otro mozo llamado vulgarmente que no se habían hecho de rogar como el testigo, y
Miconet, que su nombre propio y apellido es Vicente habiendo sabido ayer, 8 del dicho mes, que el Santo
Martiniano alias Mico, o Miconet, natural de Valen­ Oficio tenía preso al reo por bujarrón, temblando de
cia, de edad de 19 años, en el cual testifican el primer oírlo fue a dar cuenta dello al padre Berenguer, de la
testigo mujer del verdugo por oídas del marido, que Compañía de Jesús, y le había remitido a los inquisi­
cada vez que quería se aprovechaba dél con un real dores (...) Por mandado del tribunal, le reconocieron
valenciano que le daba, en que contestan el dicho su las partes del óculo trasero un médico y dos cirujanos
marido, testigo sexto, y el séptimo y trece, diciendo del oficio, que declararon haberle hallado sano sin di­
todos los tres igualmente que habrá un mes, o mes y latación ni relajación, sin señales que convenciesen
medio poco más o menos tiempo, que estando juntos que de reciente u de tiempo antiguo hubiese padeci­
con el reo en el mercado, les mostró y dio a conocer do violencia de haber entrado por allí miembro viril
un mozo que allí estaba de hasta diez y seis años lla­ (...) Se le preguntó si tenía acordado alguna cosa en
mado Miconet, diciendo el reo que aquel mozo le su negocio y respondió que habría seis o siete meses
servía de mujer, o que era como su mujer y que siem­ que habiendo cenado una noche en casa de Tomás el
pre que quería se aprovechaba dél con un real valen­ verdugo con él y otros que nombró, y entre ellos un
ciano que le daba, y el dicho testigo trece, hablando muchacho llamado Antonet, y queriéndose ir el reo a
desto, dice que dijo el reo que aquel mozo le costaba dormir a su casa le dijo el verdugo que se quedase a
muchos reales y que había gastado con él más de cin­ dormir allí, como lo hizo, y después de acostado, de allí
cuenta libras y todos los días le daba un real por que a media hora, vino el dicho Antonet a donde dormía y
fuese su amigo. En 7 del dicho mes de febrero, vino se acostó con él, y que como era el reo guarda de las
al tribunal el dicho Vicente Martiniano de su volun­ carnicerías del mercado y dormían en aquellas cubiertas
tad, de oficio ropero, natural de esta ciudad, alias Mi­ algunos muchachos y hacía malas noches y llovía, se los
conet, cómplice en el acto referido, de edad de 19 llevaba a su casa y los hacía acostar en la paja de que te­
años, testigo doce, y dijo que habiéndose confesado nía en la caballeriza y les prestaba seis dineros y un diez
en el convento del Puig le había parecido venir al y ocheno, en particular a uno que llamaban Cuchara,
Santo Oficio a manifestar que habría un año y medio, que andaba perdidillo por el mercado, que era zurdo y
estando durmiendo una noche debajo de los coberti­ tenía madre, y a otro muchacho cojo, y que estos dos
zos de las carnicerías del mercado, llegó allí el reo a particularmente los acogía en su casa y a otro que se lla­
la media noche y le desatacó y fornicó con su miem­ maba Ales, que vivía en la calle de Conejos y tenía un
bro armado por el óculo trasero y le fornicó como si tío aceitero de la lonja y a otro muchachito que traía el
fuera mujer, derramando semen dentro dél, y no que­ cojo consigo, y porque la mujer del verdugo le decía
riendo el testigo venir en ello, le ofreció para una ca­ que para qué traía tantos muchachos a su casa, le pare­
pa con lo cual hizo su gusto, y que de allí a una sema­ cía que habría dicho alguna cosa contra él (...)
na volvió a dormir al mismo puesto de las carnicerías [El 28 de marzo, el acusado] dijo y confesó que ha­
del mercado y acudió el reo y debajo de la misma bría año y medio que halló en el cobertizo de la lonja
oferta de la capa, le desatacó y fornicó otra vez como del aceite al mozo llamado Miconet y se le llevó a su
la primera, metiéndole su miembro por el óculo pre­ aposento que tenía alquilado al lado de la casa del
postero y derramando semen, y de allí a cuatro o cin­ verdugo y le acostó en su cama y por fuerza le fornicó
co noches, habiéndole primero solicitado para ello y aquella noche una vez, metiéndole el miembro arma­
dándole un real valenciano, le fornicó tercera vez en do por el óculo trasero consumando el acto y derra­
el aposento de dichas carnicerías donde encierran los mando semen dentro dél y a la mañana le preguntó si
carniceros, con consentimiento del testigo, y de allí a le había hecho mal y el mozo respondió que no y que
un mes, con la misma promesa de la capa, en su casa, le ofreció dineros cuando los hubiese menester, y de
que la tenía al lado del verdugo, le quiso fornicar, y cuando en cuando se los pedía y le daba un diez y
no consintiéndolo el testigo por tener intención de ocheno o un real, y que después desto le solicitó para
confesarse de aquel pecado, se salió de allí y se fue a lo mismo y viendo que no hacía caso de él y que no
dormir a una casa derribada junto a la cruz del hospi­ cumplía la palabra que le daba de venir al puesto con­
tal, hasta donde el reo le fue siguiendo, y estando certado, el amenazó que le mataría a palos en llegan­
durmiendo, despertó y halló que le había cortado con do la noche, y que de allí a quince días se volvieron a
un puñal la cinta de los calzones, y diciéndole que no juntar en dichas carnicerías en el puesto donde guar­
tuviera miedo y dándole la capa que le había manda­ dan las cabezas de los carneros y el dicho Miconet le
do, consintió el testigo que le fornicase como en efec­ había dicho al reo que le tocase sus vergüenzas, y él
to lo había hecho, de la misma manera que las otras lo hizo y el Miconet le metió a él la lengua en la boca
veces, consumando el acto y dejándole mojado, y ha­ y se besaban y chupaban la lengua el uno al otro y de­
biendo acabado cogió la capa y se fue, quedándose rramó semen el dicho Miconet, y el reo le fornicó
allí el testigo, y otra noche, estando durmiendo en la otra vez sobre la tabla (...) Venía el dicho Miconet a
lonja del aceite, habría un año, le había buscado el cenar con él a las carnicerías algunas noches cuando
reo en aquel puesto, y ofreciéndole un real de ocho, le parecía y el reo hacía el gasto, y en cenando le for­
no le quiso tomar ni consentir más en aquel pecado, y nicaba por el óculo derramando dentro semen, y que
que después le había solicitado para lo mismo mu­ una noche en la Cuaresma pasada, estando los dos y
chas veces, dándole, aunque no todas, un real valen­ otro muchacho en el mercado en el puesto que guar­
ciano, y a veces menos, y no había querido condes- dan los barriles de sardinas y todos tres acostados, el
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Los Cuadernos de Antropología

Miconet fornicó al reo y el reo al Miconet de la mes­ pasado lo propio y le habían dicho lo que aquella ac­
ma manera y se abrazaban. Y que también es verdad ción significaba), y dicho Nicolá le dijo que éste le
el cargo que se le hacía de haber dormido una noche daría un real si se lo dejaba meter por el culo y éste
en casa del verdugo con el muchacho Antonet, y le por el interés de lo que le ofrecía, le respondio: «ya
fornicó sin metelle el miembro en el óculo, porque habríamos de estar en eso», y dicho Nicolá le dijo:
no pudo por ser muchacho, derramando semen por la «pues vamos a la pescatería, donde hay letrinas, y allí
parte de afuera y en el entretanto que aquello pasaba lo haremos», y éste no quiso convenir fuesen a dicho
el Antonet se hacía la puñeta y se besaban los dos, y puesto y le dijo al dicho Nicolá mejor puesto era ir a
lo mismo había hecho otras seis o siete veces en el las letrinas de San Juan del mercado, como con efec­
aposento del reo sin que en ninguna le hubiese podi­ to fueron; pero viendo que entraban y salían muchos
do meter el miembro por su poca edad. Y que habría sacerdotes y no tenían ocasión de ejecutar su mal in­
ocho meses que recogió en su aposento, porque no tento, dijo el declarante no quería esperar más y di­
tenía dónde dormir, a un soldado siciliano de diez y cho Nicolá le respondió: <wues vamos a la pescate­
seis años que no le supo el nombre ni adónde estaba, ría», y éste convino en ello, yendo delante, y le esperó
y le fornicó seis o siete veces en diferentes días por el a la puerta de dicha pescatería, y llegando dicho Ni­
óculo derramando semen dentro. Y lo mismo hizo colá, ambos se entraron en unas letrinas que están en
con el dicho siciliano delante del reo otro hombre co­ una plazuela que está dentro de dicha pescatería, y
jo llamado Antón, aguardándose el uno al otro para dentro que estuvieron, se quitaron las capas y se baja­
fornicarle uno tras otro (...) Y en Palermo fornicó a ron los calzones, y poniéndose el declarante el cuerpo
dos soldados y ellos al reo por la misma parte, y que doblado, estribando las manos en la pared y sacando
estando en Cádiz habría seis años fornicó a otro mu­ el culo, dicho Nicolá sacó el miembro y viendo no le
chacho llamado Bartola de edad de quince años seis tenía tieso le dijo a éste que le hiciese la puñeta para
veces poco más o menos. que se le pusiera tieso, y éste, levantándose de la pos­
A.H.N., inq., lib. 941, fol. 365rº -371vº tura en que estaba, le cogió el miembro en las manos
y empezó a meneársele y hacerle la puñeta, y dicho
Nicolá al mismo tiempo le abrazaba y besaba muchas
veces hasta que vio estaba el miembro ya tieso, y ha­
ciendo poner al declarante en la mesma postura, le
metió parte del miembro por el agujero del culo, que
éste reconoció ser el miembro muy gordo por el dolor
que sintió, y le parece también que dicho Nicolá sin­
tió dolor en el miembro, pues luego que lo metió lo
volvió a sacar, y dijo se le había bajado, que le volvie­
se a hacer la puñeta, y éste lo ejecutó como en la an­
tecedente, y volviéndose a poner tieso dicho miem­
bro, dicho Nicolá dijo a éste se pusiese en postura co­
mo la otra vez, lo que ejecutó éste, y volviendo a me­
ter dicho Nicolá parte del miembro por el agujero del
culo, sucedió lo mismo que la vez antecedente, de ba­
jársele el miembro y dijo Nicolá a éste: «vuélveme a
hacer la puñeta» y éste, levantándose de la postura en
que estaba, cogió el miembro en las manos como las
otras veces, precediendo también los mesmos abra­
zos y ósculos al tiempo de hacerle la puñeta, y viendo
también con esto se le había puesto el miembro tieso,
le dijo el declarante: «vamos, hombre, que si no lo
haces de esta vez, aunque no me des dinero me iré»,
y esto lo dijo estando ya en postura para que se lo me­
tiese, como con efecto el dicho Nicolá por el agujero
del culo le metió parte del miembro, el cual le detuvo
dentro muy poco, porque como se hallaba ya el aguje­
ro del culo mojado, el propio miembro se salió y éste
no puede decir con certeza si seminó dentro, o al en­
trar, si sólo se halló todo mojado, pues éste nunca ha
IX.-Declaraciones espontáneas de Manuel Romá, conocido con todos los actos que ha tenido con dicho
aprendiz de cirujano, de catorce años (6 de junio de Nicolá, ni con los demás, si seminaban dentro, ni
1712). cuándo seminaban, pues sólo conocía, acabados los
(...) Habrá como cuatro domingos que yendo éste a actos, le salía del ojo del culo una agua blanca muy
mercar carne, halló en el mercado a T. Nicolá, que no espesa. Y volviéndose a subir los calzones ambos, di­
le sabe otro nombre, que le parece es de nación napo­ jo dicho Nicolá que tomase un sueldo del real que le
litano (...) y habiendo el declarante trabado conversa­ había prometido, que pues no lo había metido bas­
ción con el dicho Nicolá en el dicho mercado, dicho tante, tenía en un sueldo, y éste tomó el sueldo y le
Nicolá le cogió la mano y con el dedo de en medio le respondió éste: «hombre, me lo has metido tres o
rascó la palma de la mano y el declarante hizo lo pro­ cuatro veces, lde qué te quejas?», y él respondió:
pio con él, rascándole también la palma de la mano a «Menacha (sic) la Verge Santísima, que no te lo he
dicho Nicolá, porque ya entendía lo que quería decir metido».
(pues ya con otros que declara más adelante le había A.H.N., lnq., leg. 560, n.º 11
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