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Poesía

Francisco Erasmo López Ortega

Al filo de su nombre
Hoy, me debato al filo de su nombre
en la dulce frontera de su espejo
entre la amargura y el encanto
de soñar esa vida inexistente
en la que nada me impide abrazarle.
Este no es más que el espacio
el lugar de los sueños apagados.
En la amargura, en el desierto;
el mejor paisaje que trazo
Para que esté cerca.
De ese accidente de la distancia
la piel exige el contacto,
la caricia, el cuerpo que arde
su beso, el corredor de su abrazo

Pero le acepto
Los vertederos que me ordene
El murmullo de agua en las manos
Le acepto esa agua de las manos
Sin celos, sin tristezas
Solo viviendo de lejos
Para así, al estar juntos
Este amor sea una lluvia
La más larga y extensa
Una colina llena de niebla
Con alta hierba, en un día soleado
El manantial se vuelve río
hierba y árboles
abro los ojos y no le encuentro
Merezco los soles que me extienden su presencia
Este pequeño mundo
En el que uno se cobija todos los días
Sabe, no comprendo el mundo sin usted,
Sin la forma del cuenco de sus manos
Donde duermo y habito tantas noches
Sin el calor, sin el miedo en mis trincheras
Sin sus labios, ni su amor cálido
Sin su absoluta presencia.

Llanto
¿Cómo llegar a casa sin desprecio?
¿Sin llanto en los ojos, ni luz en los espejos?
Y lloro honestamente y lloro porque vivo
Y lloro de tristeza y sin aliento
De llanto y de amargura, lloro.
Y te vas a apagando a la distancia
Lentamente en el pasillo.

Y los ojos apreté como se apaga el fuego


Y le hablaba a las cosas
A los estantes llenos de libros
Apretaba los puños y la soltaba
como se deja escapar el cielo.

Tu fantasma
De tu voz me atraviesa tu deseo
Tu ausencia me mina y me degüella
Me preguntas
¿Qué estás haciendo?
¿A qué ventana mirarán tus mañanas extraviadas?
¿En qué noche se apagan tus recuerdos?
¿Las suaves gotas del futuro intacto?
¿Te has ido en verdad de este desierto
De hambre, de sed y de besos?

Reapareces de pronto transformada


En la voz de la tarde nublecida
Te vas suavemente en el silencio
Y se me va de las manos tu fantasma.
Te vas
Te vas y detrás de tu silencio
dejas… una estela
De sueños y desiertos
Dejas de mi lo poco que me queda
Y te suspiro a ratos, inerte,
Inaprensible porque te has ido
Queda un haz de tu presencia
En la tierra que mana de tus labios
Este amor y esta vida
Son agua asida por tus manos
Agua amarga, agua desolada
Un agua menos agua que cualquiera
Polvo de estrellas de tus labios secos
Y clama el corazón cada vez más lento
Pide a gritos silenciosos
El tremor callado de la sangre
Y palpita furioso entre mis manos
Antes de solo, decir, adiós.

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