Basil Henry Liddell-Hart afirmaba que “la estrategia es el arte de
distribuir y aplicar medios militares para el cumplimiento de la
política”
Lidell Hart. Por ejemplo, ante las devastadoras consecuencias
producto de la Primera Guerra Mundial, que impediría la obtención de objetivos estratégicos militares de los actores involucrados, el pensamiento de Sun Tzu influiría en la evolución del pensamiento estratégico occidental, a partir de los aportes de B. H. Lidell Hart. En efecto, Lidell Hart estuvo horrorizado por la destrucción física de esta ‘Guerra de Segunda Generación’, plagada de grandes ofensivas directas, que acabaron con una cantidad abrumadora de vidas humanas, y una falta de habilidad de las fuerzas militares para lograr éxitos terrestres tácticos decisivos. Según Liddell Hart (1954), tratar de derrotar al enemigo empujando masas contra masas de manera insistente en el mismo plano de ofensivas directas tradicionales, que se repitieron con torpeza, fue producto de seguir la lógica de Clausewitz, ya que, al mostrar la batalla como única actividad de la guerra, el militar prusiano había privado a la estrategia de sus laureles, lo que reducía el arte de la guerra a mecanismos de exterminio e incitaba a los generales a buscar la batalla a la primera oportunidad, en vez de crear una oportunidad ventajosa.1 Liddell Hart estudiaría 25 siglos de guerras y concluiría que, en 30 conflictos mayores, que involucraban 280 campañas militares, en solo seis oportunidades un resultado decisivo había seguido un plan de aproximación estratégica directa a las fuerzas principales del enemigo. En consecuencia, y con base las batallas históricas, consideraría que la estrategia de aproximación indirecta era por lejos, la más exitosa y económica de las estrategias de guerra. Más aún, en casi todos esos casos de empleo exitoso de la aproximación indirecta, el bando victorioso había ganado una 1. ventaja psicológica sobre el enemigo antes que tuviera lugar un encuentro físico. En consecuencia, Liddell Hart buscó una alternativa al conflicto en el ámbito físico y sus consecuentes resultantes de pérdida de vidas y propiedades, encontró respuesta en Sun Tzu.
Por ende, Liddell Hart (1954) establecería que la más efectiva
aproximación indirecta sería cuando, por efecto de un señuelo, se indujera al enemigo a un movimiento en falso. Por ejemplo, Alejandro Magno prefirió enfrentar los riesgos que imponía la naturaleza, al cruzar desiertos, ríos y montañas, que por grandes que fueran, en todo caso, serían riesgos más aceptables que el de un ataque directo al enemigo; gracias a esto, sorprendería a sus enemigos lejos del frente de combate esperado por ellos. De igual manera, Aníbal y Napoleón cruzarían los Alpes, y San Martín y Simón Bolívar la cordillera de los Andes, sorprenderían así al enemigo, ya que el movimiento inicial de la aproximación indirecta sería psicológico, en busca de quebrar el ánimo del enemigo y su disposición a luchar.