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LAS

LÁGRIMAS
SE SECAN
SOLAS.
Original de Kenneth Rikelme Estefano (Richard Guzmán)

PERSONAJES

1. Arminda.

2. Alejandro.

3. Andrés.
CAPITULO 1

ARMINDA: Mi nombre es Arminda González, docente de profesión y oficio. Me casé con mi


primer novio cuando apenas cumplí 19 años. A los 20 me hice madre por primera vez y a los
25 ya tenía 4 hijos. Meses después que el mayor cumplió 6 años de edad, mi esposo decidió
que el amor en él se había acabado, que la magia se esfumó. Que una nueva ilusión había
llegado a su vida. Le agradecí su honestidad. Le deseé toda la dicha que yo no fui capaz de
ofrecerle, para luego desplomarme a sus pies suplicando que no me dejara, prometiéndole
que haría mejor las cosas, que me esforzaría por hacerlo feliz.. Yo estaba enamorada. Me
desvastó por dentro. Abandonada. Mi primer novio, mi primer beso, mi primer hombre. Yo
una muchacha ingenua, criada en una familia conservadora y tradicional. Me sentí una
fracasada. Mis padres llevaban más de 40 años de matrimonio, yo no pude ni siquiera
conservar a mi hombre ni un cuarto de ese tiempo. Luego me di cuenta que no solo se le
había esfumado el amor por mi, sino también por nuestros hijos. No hubo una llamada, una
visita y menos un cheque al menos para la comida. Yo no sabía hacer otra cosa que no
fuese cuidar del hogar. Era una mantenida, emulando el modelo que vi en mis padres. La
mujer en la casa cuidando de los hijos y ateniendo al esposo y el marido en la calle
trabajando para mantener a la familia. Ahí estaba yo existiendo pero no viviendo.

ALEJANDRO: Soy Alejandro Ceballos, contador público en libre ejercicio. Conocí a quien
fue mi esposa en la universidad, después de graduarnos nos casamos. En la empresa donde
hice mis pasantías quede como personal fijo, ascendí de asistente contable a contador
principal en pocos meses, mi esfuerzo, mis conocimientos y mi disciplina fueron
recompensados. Dinora, mi esposa se había tomado un año sabático para poner en orden la
casa y organizar lo que sería nuestro futuro. Al paso de ese año, ella quiso trabajar, poner en
práctica sus conocimientos adquiridos en los cinco años de estudios. Cabe destacar que
Dinora era y es una persona inteligentísima, proactiva y diligente. Una mujer moderna y yo
pues un hombre creyente en la igualdad de oportunidades, por lo que hice las gestiones para
que formara parte de la prestigiosa empresa donde yo laboraba. En menos de lo que canta
un gallo pasó de asistente contable a Gerente de compras y en un parpadeo se volvió la
gerente general, mi jefa. Después del dueño era ella quien decidía y disponía. Nuestros
horarios se volvieron en contra de nuestra pasión, de nuestra intimidad. Pasaban semanas
que solo hablábamos en el trabajo a la hora del almuerzo. Pero bien valía la pena,
económicamente crecimos abruptamente y si aguantábamos un poco podríamos crear
nuestra propia firma y vivir cómodos y poder tener ese par de hijos que habíamos planificado.
Una mañana al despertar me di cuenta que ella no llegó a casa en la noche. No contestó mis
llamadas ni mis mensajes. Preocupado me fui a la oficina esperando verla en la empresa. Al
llegar me recibió el personal de seguridad, en la puerta de entrada. La carta de despido a mi
nombre agradeciendo mis servicios y un cheque con 7 veces la cantidad de dinero que me
correspondía. Mi esposa era ahora la concubina de mi jefe. Ella no se ocupó de llevarse ni su
lápiz labial favorito. Burlado, humillado, vuelto un estropajo respiré profundo buscando
desesperadamente no perder la dignidad me despedí cordialmente del personal de seguridad
quienes me miraban con lastimosa empatía. Subí a mi automóvil, manejé como autómata
hasta una licorería, compré no se cuántas botellas del licor dulce que bebía en mis días de
estudiante del bachillerato y me encerré en casa durante algunos días. Borracho 24 horas,
llorando la misma cantidad de tiempo, sin comer y sin ducharme siquiera. La vida se había
terminado para mí.

ANDRÉS: Andrés Benevides fue el nombre que decidieron mis padres para mí. ¿Quién soy?
Un ex estudiante de ingeniería en una de las universidades mas costosas del pais. Mi padre
un hombre excepcional ya no pudo seguir pagan mis estudios por lo que tuve que
abandonarlos. Me tocó como a muchos tantos ponerme a trabajar para poder mantenerme y
ayudar con los gastos de la casa. Para poder graduarme, como requisito indispensable son
las pasantías (que no las pagan) por lo cual no puedo hacerlas porque si no trabajo no tengo
dinero ni para comer y menos para pagar la universidad. Ver mis sueños, mi futuro y
esperanzas desvanecerse fue un golpe devastador. De un día para otro me cambió la vida.
Mi juventud fue abruptamente condicionada. La frustración se metió en mis tuétanos, en mis
venas, en mis genes. Luego la depresión decidió envolverme muy en contra de mis deseos.
No fue algo que dejé atraparme sin luchar. Pero fue mucho mas fuerte. Me aislé de todos, no
tenia valor para ver o hablar con mis compañeros quienes se graduarían pronto mientras que
yo estaba buscando empleo, sintiéndome fracasado e inútil. Una carga.

CAPITULO 2

ARMINDA: Mis padres me apoyaron para que estudiara, mi mama cuidaba de los niños
mientras yo iba a la universidad, mi papa y mi hermano se encargaban de mis gastos y los
de mis hijos. Yo pues procurando no pensar en mi desgracia pero era casi imposible. Todas
las noches no hacía más que llorar, mientras que en día me sentía aún mucho más
miserable. No solo había perdido al hombre de mi vida, no solo me sentía abandonada y
sola, sino que también me veía como un parasito. Mis padres no tenían porque cargar con mi
error de no haber sabido ser una buena esposa, y menos con la responsabilidad mis hijos,
eran míos, ya ellos habían cumplido conmigo. Necesitaba desesperadamente ser rescatada
de mis fracasos y sobretodo ser rescatada de mi misma. Inesperadamente conoci a un
hombre un poco mayor que yo camino a clases. Alto, moreno, de fuertes brazos y ojos
enormes como soles. Su deslumbrante sonrisa me hizo temblar. Allí estaba mi príncipe azul
sobre su caballo de acero dispuesto a rescatarme de las garras del dragón maligno que me
mantenía cautiva. Sin darme cuenta se había mudado a mi casa, conmigo y mis hijos. No lo
podía creer. Mi vida estaba completa de nuevo. Tenía a un hombre a mi lado. Y no cualquier
hombre sino uno guapo, varonil. Con un espíritu libre indomable. Con carácter. Un hombre
que me hacía sentir protegida. Una figura masculina en casa para mis hijos. Así alivié la
carga a mis padres y a mi hermano. Un grito primero, una grosería después, un empujón
luego… Normal en cualquier pareja, no todo es perfecto. Pero yo ponía de mi parte para no
perder esa segunda oportunidad que me había dado la vida. Los jalones de cabello pasaron
de la cama a la cocina, de la cocina a cualquier parte de la casa y luego a cualquier lugar. El
labio roto, una cicatriz en la ceja, un brazo fracturado. Pero la mujer debe estar sujeta a su
esposo, así lo dice la biblia. Además el amor todo lo perdona, todo lo soporta, todo lo supera.
Así lo dicen las sagradas escrituras. Y si Dios me puesto a ese hombre en el camino, no era
yo quien iba a contradecir sus designios. Ya casi no veía a mis padres, no podía dejar que
me vieran golpeada. Y en la universidad dije siempre que fueron accidentes porque estaba
practicando ciclismo de montaña y bueno mientras se aprende esas cosas suelen pasar,
además no era nada grave, nada que no pudiera soportar. Mis hijos también empezaron a
practicar ciclismo de montaña. No se que me dolía mas, si mis propias heridas o las de ellos.
Pero todo se calmaba cuando estaba entre sus brazos bajo su cuerpo desnudo y vigoroso
cabalgando sobre mi. Me sentía protegida, amada…

ALEJANDRO: No recuerdo exactamente cuanto tiempo pasó para cuando tuve el valor para
salir de casa. Pensé mi familia. Mi madre y mis hermanas estaban preocupadas, iban a diario
pero nunca les abrí la puerta ni conteste sus llamadas. Sabían que no había muerto porque
los vecinos les decían que por las noches encendía las luces. Fueron ellas quienes me
motivaron a salir del claustro de alcohol y desaseo. Igual seguía sintiéndome un poco
hombre. Mi esposa me había abandonado por otro hombre más exitoso y con más dinero. El
cornudo de la empresa, el cornudo de la cuadra, el cornudo de la familia. En el
supermercado siempre pasaba por la misma caja, la de la chica de cabello cobrizo y senos
pequeños, cuya amabilidad era su mayor atractivo. Empecé a coquetear con ella de manera
“sutil” pero apenas tuvo la oportunidad me dijo que tenía novio y que pronto se iban a casar.
No me quedó más que desearle buena suerte. Justamente estando pagando mis compras
recibí una llamada telefónica, era mi hermana. Mi mamá había sufrido un infarto y un evebnto
cerebro vascular. Todo mi dinero se fue en estudios médicos, consultas y medicinas, no solo
el mio, el de mis hermanas también. Mi madre postrada en una cama y mi cuenta bancaria
en números rojos. Y sin el apoyo ni la compañía de Dinora… Como la mayoría de los
hombres, con la procesión por dentro, aparentado estar bien…

ANDRÉS: Mi mama prácticamente me obligó a aceptar un empleo que detestaba, con tal
que me ocupara en algo que no fuese releer una y otra vez mis guias de estudio mientras
permanecía enclaustrado. No se que era peor, si tener que estar metido 9 horas en ese
supermercado limpiando pasillos y estantes o tener que pasar a diario frente a la universidad
sin poder entrar. No imaginan el odio que sentía contra el mundo, en espacial contra aquellos
que veía entrar o salir de clases, llenos de entusiasmo y con los ojos impregnados de futuro.
En mi cabeza me había hecho un plan de respaldo, ahorrar lo suficiente durante todo un año
para poder vivir el año siguiente sin trabar y asi poder terminar mi carrera. Mayor decepción,
mi salario alcanzaba para aportar para los gastos de la casa y asi poder comer comer, pagar
pasajes y nada mas. Pasó ese año y pues, ni modos, me tocó hacerme el loco y hacer que
no me importaba ya el tema de mis estudios truncados…

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