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Dentro del contexto colombiano e Iberoamericano existe una ruptura en las formas
de hacer, vivir y ver la educación. La histórica crisis que ha vivido y vive
actualmente la sociedad colombiana requiere afrontar la realidad socioeconómica
y cultural desde las nuevas perspectivas del accionar educativo social. Por ello el
diseño didáctico, diálogo y la profundización conceptual de la pedagogía social se
convierte en una necesidad por parte de los nuevos pedagogos sociales en
Colombia, cuya finalidad también puede orientarse a la construcción de paz
integral y duradera, a la memoria colectiva y a la conciencia histórica.
Del Pozo Serrano, F. J., Astorga Acevedo, C. M. (2018) sustentan que el horizonte
«escolarizante» de la Educación en Colombia a partir del año 2016, facilitó que el
MEN propusiera una serie de enfoques con características socioeducativas para
las licenciaturas en educación y programas de formación Inicial para maestros.
Dichos enfoques permitirían desarrollar prácticas educativas de lo social al interior
del sistema educativo colombiano, priorizando en un conjunto de áreas o
asignaturas que guardan una estrecha relación con dinámicas pertenecientes a la
educación social , entre las cuales encontramos (Educación Preescolar o
Infantil; Ciencias Naturales y Educación Ambiental; Ciencias Sociales,
Historia, Geografía, Constitución Política y Democracia, Educación Artística y
Cultural; Educación Ética y en Valores Humanos, Educación Física, Recreación
y Deportes ; Educación Religiosa; Humanidades, Lengua Castellana e Idiomas
Extranjeros; Matemáticas; Tecnología e Informática; Ciencias Económicas,
Políticas y Filosofía; Educación Especial (personas con limitaciones o
capacidades excepcionales); Educación de Adultos; Etnoeducación; Educación
Campesina y Rural; Educación para la Rehabilitación Social.
Teniendo en cuenta lo anteriormente referenciado, es evidente que se ha venido
desarrollando en Colombia durante las últimas décadas, un tipo de protagonismo
educativo encabezado por acciones formativas que transitan desde la perspectiva
social, en donde el reconocimiento del perfil laboral y ocupacional del emergente
pedagogo social cobra pertinencia y relevancia, facilitando el abordaje de
problemáticas y necesidades que partan desde las comunidades tradicionalmente
silenciadas u olvidadas.
Del Pozo Serrano, F. J. y Astorga Acevedo, C. M. (2018), también afirman que la
pedagogía social en su rol más vinculante que principal en el ejercicio profesional
de los educadores, requiere indispensablemente una institucionalización de esta
apuntando a la incorporación de profesionales en pedagogía social que actúen en
contextos y entornos de profusa vulnerabilidad social, con la finalidad de atender
realidades sociales que vinculen campos de acción de carácter social y
educativo.
Para Francisco José del Pozo Serrano y otros (2018) movilizar la práctica
docente desde los elementos teórico-,metodológicos como : diversidad e
inclusión, convivencia y resolución pacífica de los conflictos, protección y
desarrollo cultural y natural sostenible, a fin de generar estrategias
contextualizadas para ser aplicadas en el aula, implica evidentemente un ejercicio
educativo orientado desde los parámetros de la pedagogía social, incluyendo una
cultura y filosofía para paz la cual debe ser arraigada en las futuras generaciones.
Acorde a lo anteriormente expuesto es posible afirmar que la construcción de la
cultura y educación para la paz son campos específicos de la pedagogía social
puesto que accionan movilizaciones socioeducativas comunitarias. En ese sentido,
la Cátedra para la Paz se convierte en la excusa para propiciar prácticas
pedagógicas y didácticas orientadas por la Pedagogía social y la educación para
la paz. Se trataría de una educación política fundamentada en los derechos
humanos, en lo que sería una apuesta por la consolidación de una sociedad
que comprenda la necesidad de convivir defendiendo la vida, que sea capaz de
gestionar los conflictos a partir de la superación de la vulnerabilidad, iniciando
verdaderos procesos de construcción de paz en las instituciones de educación
básica y media en ciudades como San Juan de Pasto.
De manera complementaria Zapata Vasco (2006) parte de una importante
reflexión, en la cual hace un llamado hacia la resignificación de la formación de
maestros desde la perspectiva de la educación social, incluyendo la ciencia que la
teoriza y le da sustento epistemológico como lo es la pedagogía social. Para el
autor la educación se constituye como el espacio más propicio para el encuentro
y dialogo de todos los discursos generados por la ciencia incluyendo las nuevas
tendencias educativas claro esta; Dicho espacio debe facilitar la confrontación del
poder mediante diferentes reformas, innovaciones, planes y programas acordes, a
las necesidades sociales de las poblaciones.
La coyuntura actual de la ciudad de San Juan de Pasto ha permitido comprender
las nuevas formas de gestionar espacios de concertación y discusión, en favor de
construir políticas públicas que promuevan la interiorización de la paz y su
aplicación en diferentes escenarios. Uno de los grandes retos a afrontar en el
territorio nariñense, implica estimular y potencializar la participación democrática
entendiendo la educación social como el instrumento con mayor pertinencia, para
la planeación y construcción de la denominada paz territorial.
Zapata Vasco (2006) considera que hablar de educación social implica
obligatoriamente el reconocimiento de los derechos humanos, los cuales se
consagran en la Constitución Política de cada nación; de ellos derivan las formas
de educación social que es preciso promover. Por lo tanto, el reconocimiento de
los Derechos Humanos, partiendo del reconocimiento de la paz , evidentemente
implica un trabajo de participación comunitaria más allá de los espacios o ámbitos
escolares. En resumen, consolidar una cultura de paz enfocada en la resolución y
superación de conflictos con el fin de generar una transformación social es una
labor que corresponde a todos los educadores, pero principalmente recae en los
profesionales formalizados y no formalizados en la denominada Pedagogía
Social.
Otro aporte relevante del autor radica en que para formar desde la Educación
Social y la Pedagogía Social son muchos los retos que habría que enfrentar,
empezando por el cambio de mentalidad; Según sostiene Zapata Vasco (2006),
aún tenemos el concepto que la educación verdadera es aquella que se imparte
en la escuela la educación no formal e informal se desconoce y las encontramos
totalmente desfragmentada y relegada. Resulta importante entonces considerar
el replanteamiento de la denominada pedagogía tradicional; debido a la necesidad
de formar estudiantes que cultiven habilidades en favor de hacer frente a conflictos
en su entorno más próximo (familia, escuela, comunidad).
Ciertamente las instituciones educativas deben proporcionar herramientas para
facilitar el reconocimiento de conflictos presentes en el transitar histórico de
Colombia, educando en valores para la paz y reconciliación permitiendo un futuro
cambio en la estructura social, económica y cultural. Sin embargo, tal como afirma
Zapata Vasco (2006) el debate actual respecto al quehacer del maestro o
pedagogo social no puede recaer únicamente en lo formal. Reconocer los
espacios de la informalidad implica reconocer a su vez que la educación no es el
único medio para el aprendizaje, donde el reconocimiento simbólico de los
procesos culturales de todos los grupos humanos debe asumirse también desde el
análisis critico de la educación y pedagogía social, facilitando así una comprensión
mucho mas profunda de la sociedad.
Siendo la pedagogía social un proceso de intervención praxeológica, y tratando
de complementarlo con la catedra para la paz cuya finalidad es la edificación de
entornos y dinámicas de paz dese el aula, pretendiendo tener trascendencia en el
contexto y sus diversas realidades. Es importante asumir la educación como una
conjugación de fuerzas e influencias que permitan elevar ciertas conductas y
valores que conduzcan verdaderamente hacia la paz. Todo ello apoyado en el
marco legal internacional que protege y sustenta los derechos humanos,
evidentemente desde una concepción local de la problemáticas y fenómenos
estructurales de la violencia más visibles. Claro está que se requiere del apoyo de
la familia, la sociedad y el estamento docente, para que se fortalezca un marco de
trasformación cívica, racional y pedagógica.
Bibliografía
Del Pozo Serrano, F. J., & Astorga Acevedo, C. M. (2018). La Pedagogía Social y
Educación Social en Colombia: Corresponsabilidad Institucional, Académica y
Profesional necesaria para la Transformación Social. Foro de Educación, 16(24),
167-191. doi: http://dx.doi.org/10.14516/fde.477
Zapata Vasco (2006). La Pedagogía Social en la formación de nuevos
profesionales. Vol.6 No.2, 2006 –Versión Digital.Facultad de Educación-
Universidad de Antioquia. Medellín, Col.