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Una de las autoras más queridas ha escrito un nuevo

libro lleno de orientación práctica e inspiradora que


ayudará a millones a hacer frente a los problemas y
complejidades de los difíciles tiempos en que n.os
toca vivir. En EL AYUDADOR, Catherine Marshall
aclara la identidad del miembro más misterioso de
la Trinidad-el Espíritu Santo-y nos demuestra
por qué es tan real y poderosa su presencia para qu
la podamos utilizar a diario.
Este provechoso e Importante libro está dividido en
cuarenta "ayudas" devocíonales. Cada ayuda está
complementada con pasajes de la Escritura, ·
historias verídicas y las oraciones personales de
Catherlne Marshall. Esta ayudas son ideales para la
cuaresma, pero EL AYUDADOR es un libro que
puede ser útil en cualquier época del año. Es una ·
presentación práctica y sencilla del Espíritu Santo
que nos proporcionará fuerza, dirección e
inspiración.

CATHERINE MARSHALL es autora de trece libros,


cuyas ventas ya han superado los dieciséis mlllones
de ejemplares en el Idioma inglés.
CatherineMarshall
EN TIEMPOS COMO ESTOS
TODOS NECESITAMOS AL

t:t1
EDITORIAL BETANIA
º1980 por Editorial Betania
824 Calle 13 S.O., Caparra Terrace
Puerto Rico 00921

Todos los derechos reservados

Publicado originalmente en inglés bajo el título de


THEHELPER
º1978 por Catherine Marshall
Publicado por Chosen Books Publishing Company, Ltd.
distribuido por Word Books
Waco, Texas

Printed in U.S.A.
Traducción: María Porro
Las citas bíblicas que no estén identificadas de otro modo,
pertenecen a la Versión Reina Valera de la Santa Biblia, revi-
sión 1960.
Las otras versiones que se mencionen en este libro se dan a
continuación con las correspondientes abreviaturas entre pa-
réntesis, para una mejor identificación.

(V.P.) Dios Llega al Hombre, el Nuevo Testamento de nues-


tro Señor Jesucristo, Versión Popular, Segunda Edición, ©
1970 Sociedades Bíblicas Unidas.
(B.J.) Biblia de Jerusalén, @1967 Descleé de Brouwer,
Bruselas, (Bélgica).
(P.N.T.) Una paráfrasis del Nuevo Testamento, @ 1973,
Logoi Inc., P.O. Box 12S, Miami, Florida, EE.UU. (editora de
la edición en castellano.)
(F. de F.) Nuevo Testamento, R.P. Felipe de Fuenterrabía,
@ 1966, Ed. Verbo Divino, Estella, Navarra (España).

(E.E.) La Sagrada Biblia, Edición Ecuménica Barsa 1975,


versión directa de los textos primitivos por Mons. Dr. Juan
Straubinger,@ 1975, 1971, 1958, Libros Básicos S.A. (EE.UU.)
(N.A.) El Libro de la Nueva Alianza, el Nuevo Testamento.
Publicaciones Pastorales Argentinas. © 1972, Editorial
Bonum, Buenos Aires, (Argentina).
(V.E.) Nuevo Testamento, Versión Ecuménica. © 1968,
Editorial Herder, Barcelona, (España).
(A.A.) El Libro de la Antigua Alianza, IV. Salmos. Publica-
ciones Pastorales Argentinas. @1971, Editorial Bonum, Bue-
nos Aires, (Argentina).
(M.V.) Nuevo Testamento, moderna versión. @1972 Ed.
Mensajero, Bilbao, (España). ·
(V.P.) Dialogando con Dios, Libro de los Salmos en Versión
Popula,r. @ 1973 Sociedades Bíblicas Unidas. ·
La Santa Biblia. @1954 Sociedades Bíblicas Unidas.
A
Pedro, mi hijo, y a
Edith,
la hija que Dios me dio
RECONOCIMIENTOS
Es mi deseo expresar mi profundo agradecimiento a mis se-
cretarias, Jeanne Sevigny y Jean Brown, quienes, como en
cada oportunidad, pacientemente han pasado a máquina una
y otra vez las varias revisiones de este manuscrito; a Ruth
McWilliams por su ayuda en lo que a investigación se refiere y
en la corrección de pruebas y a Louise Gibbons por su esmero
y apreciada colaboración al mecanografiar este manuscrito.
Mi especial gratitud a Leonard LeSourd, mi esposo, siem-
pre un crítico exigente y persona de plena confianza, así como
a todos aquellos amigos íntimos que son parte de los grupos de
confraternidad tanto en nuestra Florida como en Virginia,
amigos con los que he tenido el privilegio de compartir mis
descubrimientos tocantes a la persona del Ayudador que se
narran en las páginas que siguen y por haber vivido día a día
esos descubrimientos.

C.M.
CONTENIDO
Prefacio 11
Cómo hacer uso de este libro 17

l. PRESENTANDO AL AYUDADOR

l. ¿Quién es el Ayudador? 21
2. ¿Por qué necesito al Ayudador? 24
3. ¿He recibido ya al Ayudador? 28
4. No hay porqué ser un cristiano huérfano 31 ·
5. ¿Es que puede haber algo mejor que su presencia? 35
6. La explosión de poder 39

11. COMO RECIBIR AL AYUDADOR

l. Hambre y sed de algo más 47


2. La aceptación de Jesús como el Cristo 51
3. Disponiéndose a obedecer al Buen Pastor 56
4. Invitando a Jesús como el Bautizador 60
5. Disponible y dispuesto a servir 64
6. Arrepentimiento y bautismo: Resurrección
a una nueva vida 68
7. La aceptación de la gracia de Dios 74

ffi. COMO EL AYUDADOR SATISFACE MIS


NECESIDADES DIARIAS

l. Me ahorra tiempo 81

9
JO / EL A NJDADOR

2. Guía mis acciones 84


3. Me protege 88
4. Me acompaña en cada circunstancia 92
5. Es mi memoria 95
6. Me proporciona nuevos deseos 99
7. Cambia mis costumbres indeseables 103

IV. COMO EL AYUDADOR ME MINISTRA A NIVELES


MAS PR.OFUNDOS

l. Me hace sentir culpable de pecado 109


2. Respeta mi personalidad 114
3. Me enseña el valor de las lágrimas 118
4. Es mi Consolador 123
5. Me enseña a· orar (1) 127
6. Me enseña a orar (11) 131
7. Me da seguridad de vida eterna 136

V. PRUEBAS DE LA MUNIFICENCIA DEL AYUDADOR

l. El gozo 141
2. La fe 147
3. El amor 152
4. La energía 157
5. La sanidad 160
6. La paz 166
7. Otras lenguas 170
8. Los milagros 174

VI. EL AYUDADOR Y LA IGLESIA

l. Mi iglesia; ¿posee el Espíritu? .181


2. Fuente de reconciliación 185 .
3. Purifica el Cuerpo de Cristo 191
4. Fuente de unidad 196
5. Cauces de su poder 201

NOTAS 205
PREFACIO
No fue sino hasta comienzos del verano del año 1944 cuando
sentí curiosidad por algo que realmente. parecía ser un tema
muy extraño: El Est,ritu Santo. Mi curiosidad no fue motiva-
da por haber escuchado algún sermón sobre el tema o leído al-
gún libro. Tampoco se debía al hecho de haber integrado nin-
gún grupo que tratara del mismo. En realidad no había ocurri-
do nada evidente que hubiera servido de acicate para desper-
tar esta curiosidad que sentía dentro de mí. No obstante el
hecho de que durante toda mi vida lo había oído mencionar
como broche de las oraciones, bendiciones, bautismos, comu-
niones, casamientos y en otras circunstancias análogas, hasta
entonces había pasado inadvertido para mí. Sin embargo, de
pronto, fue como si un gran interés dentro de mí se centrara en
el Espíritu Santo. Las preguntas me asaltaban constantemen-
te ... ¿Qué era lo que resultaba tan significativo en este térmi-
no que tenía visos de fantasmagórico? ¿Por qué la Iglesia se
había aferrado tan tenazmente a algo al parecer tan arcaico?
En resumen: ¿qué se ocultaba detrás de todo esto?
Con el paso de los años, ahora lo comprendo, que fue el
mismo Dios el que con bondad había puesto esta viva curiosi-
dad dentro de mí, porque no fue un mero capricho pasajero.
Mi inquietud no se disipaba. Todo lo contrario. Constituía
una fuente de energía tanto en el plano emocional, intelectual
y volitivo que sirvió para mantenerme empeñada en una larga
y afanosa búsqueda durante todo aquel verano, tratando de
encontrar respuesta a mis preguntas. ·
Fue así que decidí recurrir al único lugar que me serviría

11
12 / EL A YlJDADOR

para encontrar una verdad final y autorizada: La Biblia. La


Escritura nunca me había engañado. Tampoco me había de-
fraudado ni me había llevado por camino equivocado. Los
años de experiencia me habían enseñado que las bien conoci-
das palabras de una ordenanza de la antigua Iglesia lo afirma-
ban con precisión irrefutable: La Biblia no solamente fue sino
que todavía es "la única e infalible regla de fe y de práctica".
Pero a la vez sabía perfectamente bien que mi búsqueda en
las Escrituras tenía que ser algo más que el mero pasar las pá~
ginas al azar. Tenía que ser algo exhaustivo y que lo abarcara
todo. Una Biblia, una concordancia, un cuaderno de· notas,
. pluma y lápices de colores fueron las herramientas que me
acompañaro~ a lo largo de esa búsqueda.
Durante todo ese verano dediqué por lo menos una hora dia-
ria a mi estudio. Cada uno de los nombres que se refieren a la
tercera Persona de la Trinidad los busqué en la concordancia;
en el Antiguo y Nuevo Testamento. Con cada nuevo día yo re-
cibía una revelación de nuevas verdades, nuevas por lo menos
para mí. Una mañana, por ejemplo, descubrí que ep los tiem-
pos del Antiguo Testamento solamente determinados profe-
tas, sacerdotes y reyes habían recibido el Espíritu. Pero, aun
así, lo habían.recibido "por medida", es decir que no lo habían
recibido en toda su plenitud. Fue por eso que la profecía de
Joel, 1 que tuviera su cumplimiento en el día de Pentecostés,
resultó una noticia tan asombrosa: en ese inolvidable día, por
prim_era vez en la historia, el Espíritu estuvo a disposición de
todos los hombres, pero ya no más "por medida" sino más
bien ¡en toda su plenitud!
Otro día descubrí que Juan el Bautista, como precursor de
Cristo, había recibido este don único, el Espíritu, antes de su
nacimiento. 2 Jesús, en cambio, no había recibido el bautismo
del Espíritu sino hasta que Juan lo bautizó en el Jordán, cuan-
do tenía aproximadamente unos treinta años de edad. Hasta
entonces Cristo no había realizado milagros u "obras porten-
tosas". Resultaba evidente entonces que, ni aun el mismo Hijo
de Dios se aventuró a dar comienzo a su ministerio público sin
el poder del Espíritu.
Mis hallazgos segu;ían aumentando. Pude comprender que
PREFACIO / 13

la plenitud del Espíritu Santo no es algo que ocurre automáti-


camente en el momento de la conversión. El descenso del
Espíritu y su venida a nosotros, así como su vida dentro de
nosotros, es un don, el mejor. don que el Padre puede conceder-
nos ... Pero el Padre siempre aguarda a que estemos dispues-
tos a recibirlo. Jesús nos señaló que tenemos que anhelar ese
don, que es necesario que lo pidamos a fin de recibirlo.
Pude percibir algo más. Es el Espíritu el que obra milagros.
Dondequiera que las iglesias lo pasan por alto, no debemos
extrañamos que no reciban respuesta a sus oraciones. No es de
maravillarse, entonces, que éstas hayan racionalizado y desa-
rrollado una postura tan antibíblica como es la de afirmar que
los milagros fueron para los primeros años de la fe, a fin de que
la Iglesia comenzara a funcionar.
¡Qué equivocación! La Escritura da por sentado los mila-
gros. Y el Ayudador, (éste es uno de los nombres con que Jesús
designa al Espíritu Santo), en su vigilia siempre es seguido por
los milagros, se mueve en el clima de los milagros y los espera.
Al llegar a este punto aunque me sentía estimulada, mi
consternación iba en aumento repecto al silencio de las igle-
sias en lo tocante a este tema. ¿Cómo era que no podía recor-
dar haber escuchado jamás un sermón basado en el Espíritu
Santo? ¿Por qué no se eµ.señaba sobre el Espíritu Santo en la
Escuela Dominical?
Naturalmente no me quedé satisfecha en esta búsqueda en
la que me encontraba abocada. Mi entusiasmo por los descu-
brimientos que iban aumentando día a día, lo compartí con
Peter Marshall. Afortunadamente este estudio se plasmó en
nuestras vidas. Pedimos por el gran don del Espíritu Santo.
Muy quedamente, por fe, lo recibimos y asimismo recibimos
las inmensas riquezas y bendiciones que este glorioso bautis-
mo trae aparejado consigo. Y lo que es más, estas bendiciones
han continuado con el correr de los años y para mí, la gloria
sigue aumentando con cada nueva cosa que aprendo.
Esta nueva bendición hizo posible que durante los últimos
años de vida de Peter Marshall fuera posible observar en su
ministerio un nuevo cariz: un mayor énfasis respecto a la sani-
dad por medio de la oración y el comienzo de uno nuevo: el
14 / EL AYUDADOR

Espíritu Santo. En lo que se refiere a la sanidad, f).le en el seno


de la iglesia Anglicana eri Inglaterra donde se había iniciado
una renovación y fue en aquel entonces cuando también em-
pezó a vislumbrarse en los Estados Unidos dentro de los gru-
pos Episcopales. Sin embargo en aquellos años ni Peter ni yo
teníamos conocimiento de que alguien compartiera el entu-
siasmo que sentíamos por la misión del Espíritu Santo en
nuestro mundo contemporáneo. Después de todo, pasarían
otros veinte años antes de que ese notable avivamiento de in-
terés por el Espíritu Santo comenzara a vislumbrarse, puesto
que no fue sino en la década de los años sesenta cuando se hizo
patente. ·
Por aquellos años, más exactamente en 1945, el editor de la
revista Today (Hóy), un devocional publicado por la Iglesia
Presbiteriana, le solicitó a Peter que se hiciera cargo de reunir
todo el material para un número de la misma. Hasta entonces
cada número constaba de treinta o treinta y un artículos sobre
temas diversos. Peter le sugirió al editor que nosotros dos nos
ocupáramos de un número y también que se diera énfasis a un
solo tema para el mes. El editor accedió y como es de imagi-
narse, el tema que escogimos fue el Espíritu Santo.
La edición de Today de julio de 1945 tuvo una enorme acep-
tación. Se agotó rápidamente. De todas partes llegaban a la
redacción pedidos de ese número. Duran~e dos o tres años esa
tirada de Today se reimprimió una y otra vez. En 1954, en la
edición del mes de abril, el editor escribió en su columna:
A nuestra mesa de trabajo siguen llegando pedidos de números
atrasados de Today referidos a:I Espíritu Santo, cuya redacción
estuvo. a cargo de los esposos Marshall. Lamentamos informar a
nuestros lectores que esa edición se encuentra totalmente ago-
tada.
Aquellos devocionales publicados en 1945, que fueran el fru-
to del trabajo realizado en aquel largo verano, forman el ·cen-
tro del material que compone este libro. Puesto que el Espíritu
Santo debe y siempre será nuestro Maestro, a aquel primer
material he· ido agregando no solamente nuevas enseñanzas,
sino también otras perspectivas que el Espíritu me ha ido dan:
do en los años que han transcurrido desde entonces.
PREFACIO/ 15

En 1945 ni Peter ni yo hubiéramos podido anticipar el mara-


villoso renacimientQ en cuanto al Espíritu Santo que comen-
zara a principios de la década del sesenta y que para 1966-1967
estaba en pleno apogeo. Cerca de diez años despt'.iés, por lo
menos medio millón de miembros de iglesias evaqgélicas de
primera línea y unos dos millones de Católicos se encontraban
involucrados en esta renovación. Libros sobre el tema empeza-
ron a fluir de las casas' editoriales. ·
Empero, no obstante el gran interés despertado respecto al
Espíritu, muchos miembros de iglesias se preguqtan hoy día,
lo mismo que me preguntara a allá por 1944, si no será esta
otra "chifladura" religiosa que se desvanecerá como todas las
otras extravagancias y si aquellos que lo patrocinan no son
personas raras, gente excéntrica, meramente otro tipo de faná-
ticos, y finalmente si este Ayudador puede-tener una relación
importante en: la vida de los hombres.
Si tales preguntas son algo más que un capricho, una excen-
tricidad pasajera, aquel que indaga después especula respecto
de dó~de puede lograr información digna de crédito sobre el
Espíritu. A tales investigadores me permito sugerirles que si-
gan el consejo que el Dr. A. B. Simpson diera más o menos en
1915 a quiénes indagaban el evangelio de sanidad:
... los enviaba a sus hogares a que leyeran la Palabra de Dios
por sí mismos y que meditaran y oraran .. , (considerando que es
menester que la persona esté totalmente persuadida de lo que
dice la Palabra de Dios sobre el particular). Ese es el único ci-
miento seguro de fe racional y bíblica. Sin embargo, la fe debe
descansar en los grandes principios y promesas de la Biblia, por-
que de lo contrario nunca podrá hacer frente a la prueba de las
oposiciones y juicios que sin duda tendrán lugar. Es necesario que
usted tenga la plena certeza de que esto es parte del Evangelio y
de la redención de Cristo, de manera que todas las enseñanzas y
razonamientos de los hombres más destacados no puedan hacer
tambalear su fe ...3 ·

La postura del Dr. Simpson es sumamente acertada y se


aplica tanto al bautismo en el Espíritu como a la sanidad. El
propósito, entonces, de los pensamientos que vienen a conti-
nuación, es retomar a las Escrituras para averiguar qué es lo
que tienen que enseñamos con respecto al Ayudador. Permita
16 / EL AYUDADOR

que la Biblia le hable allí dónde se encuentrli. Puede confiar


en ella. No tenga miedo de descansar todo su peso, y lo que es·
más, su propia vida, en este mensaje.
Es una tierra prometida esplendorosa a la cual el Espíritu
Santo nos guiará a todos; la tierra preparada para los herede-
ros, los amados hijos e hijas del Rey. No tenemos que aguardar
hasta el día de nuestra muerte para entrar en la misma, pues-
to que es algo para aquí y para ahora.
Con todo, esta tierra prometida no vendrá a nosotros. El que
entremos o no .depende de nuestra voluntad: es necesario que
tomemos una decisión tanto intelectual como de la voluntad
para levantamos y entrar en la misma.
Cuando lo hagamos, comprobaremos que la promesa es
segura:
Os doy todo lugar que sea hollado por la planta de vuestros
pies ... 4
¡No debemos asombrarnos, entonces que el Evangelio sea
"nuevas de gran gozo para todos los hombres"!

Catherine Marshall
Evergreen Farm, Virginia
Qctubre 5 de 1977
COMO HACER USO DE ESTE
LIBRO
Si tenemos en cuentá que El Ayudador no puede ser envasa-
do o programado como para tener cabida en los planes ideados
por el hombre, la manera de acercamos a este libro es con el
corazón abierto, expectante. Este libro· es el resultado de mi
propia necesidad espiritual y es mi anhelo que hable al cora-
zón de todos cuántos comparten mis ansias de beber del Agua
de vida que apaga la sed.
Las cuarenta "ayudas" que se brindan en sus páginas son
adecuadas para los días de cuaresma y pueden emplearse
como guía de devoción ya sea para el estudio personal o de
grupos. Sin embargo, este libro puede ser útil en cualquier
~poca del año, como lo es el poder del Espíritu Santo, que nos
es necesario cada día para ayudamos a hacer frente a los pro-
blemas y complejidades de los difíciles tiempos en los que nos
toca vivir.
Si es que usted piensa usarlo para su estudio personal me
permito sugerirle que establezca una hora determinada cada
día y un lugar apacible donde pueda leerlo y comprobar las re-
ferencias bíblicas, tanto como para su oración privada. Y de
paso permítame recordarle que le será muy provechoso ser
específico en sus peticiones. Todo esto podrá transformarse en
una experiencia maravillosa si además lleva un cuaderno don-
de registrar sus peticiones. Puede anotar cada una y el día en
que la hizo, dejando un espacio para anotar la fecha en que ésa
su oración particular fue contestada, agregando también los

17
18 / EL AYUDADOR

detalles pertinentes respecto a cómo fue respondida.


Lo que he querido destacar al final de cada una de las "ayu-
das" o capítulos bajo el título de "Lo que dice el Espíritu" es
el resultado de todas las promesas de la Escritura que comen-
cé a copiar en un cuaderno hace poco más de dos años. Vea-
mos cuál fue la razón fundamental que me guió para comenzar
a buscar las promesas. . .
Si alguien nos hiciera saber que un millonario nos ha inclui-
do en su testamento, sin duda nos sentiríamos ansiosos de co-
nocer "su última voluntad y testamento".
No es mera casualidad que la palabra testamento se emplee
~n la Escritura. Viejo Testamento ... Nuevo Testamento.
Tenemos un Padre que es dueño de todas las riquezas y las
buenas nuevas son que el Ser que es dueño de todas las rique-
zas del orbe nos ha designado a nosotros entre sus herederos.
Cuán ansiosamente deberíamos indagar sobre cuál es su "vo-
luntad y testamento" para saber cuál ha sido su legado para
nosotros.
En todos· los casos, la herencia, no obstante quien pueda ser
el heredero, en primer lugar se hace en base a una declaración
o intención, algunas promesas en un trozo de papel. La heren-
cia de nuestro Padre sigue el mismo orden. Algunas de esas
promesas llevan consigo ciertos requisitos en tanto que otras
no. Cuando cumplimos con los requisitos estipulados, enton-
ces las promesas pasan a ser una profecía de lo que vendrá. De
manera pues que sería lógico pensar en "Lo que dice el Espíri-
tu" como en una palabra profética personal, algo que se puede
prever con la mayor de las alegrías.
¡Qué tesoro tan maravilloso son esas promesas! Puesto que
las puertas de la casa del tesoro están abiertas para nosotros
¿por qué tenemos que seguir viviendo como hambrientos por-
dioseros cuando somos herederos del Padre y coherederos con
el Hijo Unigénito del Padre, su ~mado Hijo?
En virtud de lo expuesto, decídase pues a reclamar gozosa-
mente cada una de las promesas que El nos ha legado.

C.M·.
PRIMERA PARTE
PRESENTANDO
AL AYUDADOR
l. ¿QUIENESEL
.AYUDADOR?
"Y yo le rogaré al Padre que les mande otro que les ayude y
anime, para que esté con ~tedes: el Espíritu de la verdad".

"... él está con ustedes y se quedará siempre en ustedes".


(Juan 14:16, 17 - V.P.)

Al principio, la mayoría de nosotros piensa del Espíritu


Santo como cierta influencia, algo fantasmagórico, algo que
pareciera estar flotando, etéreo, que produce en nosotros una
sensación de bienestar y de amor al mismo tiempo.
El Ayudador no es una influencia, sino que es una Persona,
una de las tres personas de la Divinidad. Como tal posee todos
los atributos inherentes a la personalidad. Tiene inteligencia, 1
conocimiento, 2 y asimismo voluntad. 3
Asimismo el Espíritu actúa y establece relaciones ·que son
posibles solamente con una persona. Compruébelo cotejando
los textos que siguen:
Habla. (Hechos 1:16).
Ora. (Romanos 8:26, 27).
Enseña. (Juan 14:26).
Obra milagros. (Hechos 2:4; 8:39).
Es posible oponérsele. (Hechos 7:51).
Ordena. (Hechos 8:29; 11:12; 13:2).
Prohibe. (Hechos 16:6, 7).
Hoy día, la función del Ayudador en este planeta en que vi-

21
22 / EL AYUDADOR -

vimos es también administrar l~ Iglesia, el Cuerpo de Cristo


sobre la tierra. Digamos, por ejemplo, que pone ministros
sobre las iglesias, reparte diversos dones y ministerios sobre
miembros individuales dentro de la iglesia, 6 y demás.
Como corolario de todo esto, el Espíritu, siendo una Perso-
na, es un Amigo al que podemos llegar· a conocer y a amar.
Una de sus virtudes más dignas de amor es que deliberada-
mente se esconde a sí mismo en Jesús; actúa de manera -inad-
vertida.
Esto tuve oportunidad de comprobarlo, no hace mucho
tiempo, en un banquete en que se homenajeaba a una señora
que, luego de haber estado al frente del Departamento de
Principiantes en una Escuela Dominical por espacio de 25
años, dejaba el cargo. Serena, sin sentirse consciente de sí mis-
ma, había escuchado las palabras de elogio de los que se ha-
bían reunido.
Cuando le llegó el tumo para hablar, en tres minutos, mien-
tras que el Espíritu hablaba a través de ella, predicó uno de los
sermones más elocuentes que jamás haya escuchado. . .
"Todos estos años", señaló, "los niños me han estado en-
señando acerca de Jesús. Jesús es real para ellos y a su vez lo
han hecho más real para mí de lo que yo jamás hubiera creído
posible hace 25 años".
Y agregó con ojos radiantes: "Por ejemplo, me acuerdo de
· uri pequeñito que irrumpió con un 'si Jesús viniera ahora
mismo por esa puerta, saldría corriendo y lo abrazaría' ... "
"Es mucho lo que le debo a los niños ... "
Cuando tomó asiento, ya no pensamos más en ella, sino so-
lamente en Jesús.
Y ésa es una de las características del Ayudador.. En su per-
sonalidad siempre se puede apreciar una transparencia de
modo que Jesús resplandezca a través de El. La obra específi-
ca del Espíritu es revelar facetas de la personalidad del Señor
mas bien que de la suya propia; para invitamos con insisten-
cia y guiamos a Aquel otro, para glorificarlo, para que El y sus
palabras ocupen nuestro pensamiento. 6
No faltan los que se preguntan si hoy día en este movimien-
to del Espíritu no se está dando demasiado énfasis a la tercera
¿QUIEN ES EL 1 YUDADOR? I 23

Persona de la Trinidad. No es necesario preocuparse. El


Ayudador siempre busca actuar como un proyector orientable,
·constantemente enfocado en Jesús, de modo que no estemos
pendientes del proyector en sí sino solamente de Aquel que
permanece bañado en aquellá radiarlte luz.
Por eso una señal auténtica del creyente bautizado en el
Espíritu es que Jesús, como una Persona viviente, llega a ser
más real para él de lo que ha sido jamás. Ese es el glorioso don
del Espíritu para usted y para iní. ·

UNA LECTURA PROVECHOSA: Juan 16:7-31.

W QUE DICE EL ESPIRITU: Dios anhela respondemos.


"Antes que me llamen, yo respondere; aún estarán hablan-
do, y yo les escucharé".
(!salas 65:24 - B.J .)

ORACION: Señor, hoy necésito al Ayudador porque me


hace falta tener el más preciado de todos los dones: que tú.
llegues a ser real para mí. Nó hay una sola parte de mi vida
donde no rie sea menester tu ayuda, Señor Jesús. Perdó-
name por aquellos días en los que yo no me he dedicado a
hablar contigo. Al dejarte de lado, soy el único que ha per-
dido. Algunas veces me dije a mí mismo que estaba dema-
siado ocupado para orar. Yo mismo me he engañado. La
verdad es que siento una extraña resistencia para ponerme
frente a ti y ser sincero contigo, Señor. Te permito que des-
hagas esa resistencia mía.
Hoy le pido al Ayudador que me llamé la atención a fin
de que pueda aprovechar los minutos de tiempo libre para
orar ya sea mientras guío el automóvil o me encuentro ca-
minando o estoy haciendo cola para algo o bien esperando
que me llegue el tumo ya sea en el consultorio del médico o
del dentista. Señor, te ruego que me ayudes a practicar tu
presencia. Amén.
2. ¿POR QUE NECESITO AL
AYUDADOR?
"Pero al venir el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán
poder y saldrán para hablar de mí, tanto en Jerusalén como en
todá la región de Judea y de Samaria, y hasta las partes más
lejanas del mundo". ,
(Hechos 1:8 - V.P.)

Jesús tenía unos treinta años cuando se presentó delante de


Juan el Bautista para que lo bautizara. Detrás quedaban los
"años oscuros", de los cuales solamente vislumbramós algo en
los relatos de los Evangelios, aunque sí sabemos que hasta en-
tonces había llevado una vida plácida en la carpintería de
Nazaret y que no había tratado de "realizar obras portento-
sas".
El día ele su bautismo en el río Jordán, el Espíritu Santo
vino sobre El para morar en El en forma permanente. Una vez
que el Espíritu vino sobre El, Cristo se aventuró a lanzarse a·
su ministerio público.
De igual modo, tres años después los discípulos recibieron
instrucciones por parte de su M~estro .de no predicar, enseñar
o dar testimonio hasta que esa misma paloma celestial hubie-
ra derramado su fuego en sus corazones. . .
. . . les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que
aguardasen la Promesa del Padre ... 1 ·

Solamente el Espíritu Santo podía capacitarlos para que co-

24
¿POR QUE NECESITO AL AYUDADOR? I 25

municaran las verdades a otros; proporcionarles una profunda


convicción de las necesidades de sus semejantes; darles un
mensaje, convencerlos de pecado, sanar, administrar a la Igle-
sia recién nacida, es decir, prepararlos para el trabajo.
En este siglo en el que nos toca vivir nuestra necesidad no es
menor que la de nuestro Señor o la de aquellos primeros discí-
pulos. Para nosotros, el pretender hacer cualquier obra dentro
de la iglesia, llevar a cabo cualquier ministerio o meramente
dar testimonio valiéndonos de los I planes concebidos por el
hombre, el talento innato o una bien montada maquinaria,
son tan eficaces como pretender que nuestro automóvil funcio-
ne si llenamos el tanque con agua en lugar de la gasolina ade-
cuada.
El año de 1871 Dwight L. Moody fue al parecer el gran suce-
so como evangelista. En la ciudad de Chicago su iglesia atraía
multitudes. Pero según la estimación que el mismo Moody hi-
ciera de aquellos años, 'él era- nada más que un hombre suma-
mente activo y la mayor parte. de su trabajo lo realizaba "va-
liéndose de su propia energía". 2
Entre los que concurrían a esas reuniones había dos mujeres
humildes, pertenecientes a la Iglesia Metodista Libre, la tía
Cook y la señora Snow. Indefectiblemente ambas mujeres se
sentaban en primera fila. A Moody le llamaba la atención que
durante casi todo el tiempo que duraba el culto las dos esta-
ban orando. Un día decidió averiguar por qué.
-Sí, es cierto, oramos por usted.
-¿Por qué, por mí? ¿Por qué más bien no oran por los in-
conversos? -les preguntó el evangelista un poco irritado;
-Porque a usted le hace falta el poder del Espíritu
-respondieron las dos sencillas mujeres.
Algunas semanas después Moody las invitó a que fueran a
su oficina. Quería conversar con ellas. -Me parece que uste-
des se refirieron al poder de servicio -señaló-. Yo creía
tenerlo. Me gustaría saber qué es lo que quieren decir.
Fue entonces que la señora Snow y la tía Cook le explicaron
a Moody lo que sabían sobre el bautismo del Espíritu Santo.
Al terminar los tres oraron juntos y luego las señoras se retira-
ron.
26 / EL AYUDADOR

"A partir de ese momento, sentí que mi alma estaba ham-


brienta", diría más tarde Moody. "Lo cierto era que me sentía
como que no valia la pena vivir si no tenía ese poder de servi-
cio". -
Cierto día, a fines de otoño, aquel mismo año, Dwight L.
Moody había llegado a Nueva York (en su viaje para Inglate-
rra) y se encontraba caminando por Wall Street. De pronto, en
medio de la gente que iba apresurada de un lado a otro por esa
calle, su oración fue contestada: el poder de Dios cayó sobre él
de manera tan abrumadora que se dio cuenta que tenía que
dejar de caminar por la calle.
Al divisar la casa de unos conocidos, Moody llamó a la puer-
ta y preguntó si podrían darle un cuarto donde pudiera estar a
solas por unas pocas horas. Allí, sin más compañía que las pa-
redes del cuarto, cayó sobre él un gozo tan tremendo que "fi-
nalmente le tuvo que rogar a Dios que detuviera su mano, n9
fuera que muriera en ese lugar a causa del inmenso gozo que
sentía".
A partir de esa experiencia el ministerio de Moody ya no fue
el mismo. Partió para Inglaterra, a la ·que sería la primera de
sus muchas campañas en aquel país. En el norte de Londres la
gente se apiñaba para escucharle.
"Los serIQones no tení~n nada nuevo", resumiría luego
Moody. "No presenté ninguna verdad nueva, y sin embargo
cientos se convirtieron. La verdad es que no quisiera volver
jamás al lugar donde me encontraba antes de aquella bendita
experiencia aun cuando me dieran a cambio todo el mundo".
El evangelista viviría otros volver jamás al lugar donde me
encontraba antes de aquella bendita experiencia aun cuando
me dieran a cambio todo el mundo".
El evangelista viviría otros veintiocho años más "para redu-
cir la pobl_ación del infierno en un millón de almas menos".
Por medio del Instituto Bíblico· Moody, la Editorial Moody,
las Conferencias Northfield y las escuelas Northfield y Mt.
Hertnón, el vigor y el poder de su labor continúan vigentes hoy
día.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Hechos 1:1-14.


¿POR QUE NECESITO AL AYUDADOR? / 27

LO QUE DICE EL ESPIRITU: El va adelante preparando el


1
camino.
"He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a la luz;
no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y
ríos en la soledad".
(lsaías 43:19)

ORACION: Muchos de mis familiares y amigos se sienten


apesadumbrados, Señor. Te necesitan desesperadamente.
Sin embargo yo no se cómo explicarles las buenas nuevas
de que tú realmente vives, los amas y que pueden contar
con tu ayuda.
Señor, comprendo que no hay modo de que pueda llegar
a ellos a menos que. me des este don de tu Espíritu para el
servicio. Sé que ésta es una oración "peligrosa", pero te
pido que crees dentro de mí hambre por aquella explosión
de gozo y amor en mi corazón también. Y te doy gracias
por la segura promesa de que todos los que tenemos ham-
bre y sed de justicia "seremos saciados". 3 Te lo pedimos en
tu nombre. Amén.
3. ¿HE RECIBIDO YA AL
AYUDADOR?
"¿Qué creencias confesasteis en el bautismo? . .. les preguntó
[Pablo]. ... Las que Juan el Bautista enseñó le respondieron".
(Hechos 19:3 - P.N.T.)

Unos veinte años después del día de Pentecostés el apóstol


Pablo les formuló esa pregunta a los creyentes de Efeso, expli-
cándoles claramente q4e esperaba que supieran diferenciar
entre el bautismo de Juan y el bautismo de Jesús.
Los efesios respondieron que habían experimentado sola-
mente el bautismo de Juan. Esto significaba que se habían
arrepentido y recibido el perdón de.sus pecados, pero que no
entendían nada respecto del poder capacitador de Jesús pa.ra
desempeñarse en la .vida presente y la futura.
De modo que, ¿de qué se trataba el bautismo de Juan? Juan
el Bautista fue el último de los profetas del Antiguo Testa-
mento. Con Juan, la era del Antiguo Testamento quedó cerra-
da para siempre. Había sido un período largo y árido de dis-
pensación de la Ley en el que los hombres procuraban sortear
la separación entre ellos y el Santo, el Justo Jehová, mediante
el arrepentimiento, obedeciendo un sinnúmero de leyes y me-
diante las buenas obras. La Ley servía para señalarles el
ideal, 1 pero carecía de poder para ayudarlos a· guardarla o a
cambiar su naturaleza.
En términqs precisos el mismo Jesús valoró a Juan el Bau-
tista y a la era que ya se cerraba para nosotros.

28
¿HE RECIBIDO YA AL AYUDADOR? / 29

En verdad les digo que de todo la gente que ha vivido hasta


ahora, nadie ha sido más grande que Juan el Bautista; sin embar-
. go, el má11 pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. 2
"Juan es un gran hombre, el más grande", les decía Jesús,
"sin embargo, el discípulo más humilde en el reino que yo he
venido a inaugurar tiene riquezas, privilegios, gracias y autori-
dad tal que Juan nunca soñó".
¿Cómo sería posible eso? Porque los esfuerzos del hombre,
aun los mejores esfuerzos tocaban a su fin. En la nueva era del
reino, sería el Espíritu de Dios en el hombre el que haría la
obra.
Por ello Pablo procuró guiar a los creyentes efesios para que
salieran de la era del Antiguo Testamento, que estaba basada
en los esfuerzos del hombre y que entraran en el glorioso reino
del Resucitado.
"¿En qué fujsteis bautizados?" es una pregunta tan perti-
nente hoy ·como la era entonces. El me ha inducido a que .me
autoexamine de una manera definida. .
En primer lugar, ¿en alguna oportunidad le ha pedido a
Dios por este don, el bautismo de Jesús, el del Espíritu y por fe
ha reclamado la promesa de Cristo?ª
¿Existe en mi vftla alguna evidencia del Eespíritu? Por
ejemplo, ¿el Espíritu ha conseguido que Jesús sea real como·
Persona para mí? 4
¿He comenzado a sentirme capacitado para escuchar la voz
interior del Espíritu? ¿Me indica lo que debo hacer en lo que
concierne a decisiones ya sean estas menores o de importan-
cja?5
¿Siento en mi interior un nuevo amor hacia mis semejantes?
¿El Espíritu está creando en mí una tierna compasión y una
profunda solicitud por aquellos que por regla generai no hubie-
ra escogido como amigos? 6 ·
¿Estoy experimentando la ayuda del Espíritu en la delicada
esfera de la comunicación? ¿Estoy viviendo tiempos, por
ejemplo, en que el Ayudador permite que mis palabras sirvan
para estimular a alguqm que está pasando por momentos difí-
ciles?
¿Estoy disfrutando del poder del Espíritu? Por ejemplo,
30 / EL AYUDADOR

transmitiendo la vida de Jesús a otros, atrayéndolos a ellos


también al Reino.
¿Cuento con la ayuda definida del Espíritu cuando oro res-
pecto de mis preocupaciones más íntimas? 7
Esos son algunos de los indicios de la obra del Ayudador en
las vidas. El da plenitud. Igual que los efesios ¿soy un extraño
a la obra del Espíritu?

UNA LECTURA PROVECHOSA: Lucas 7:19-35.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Nuestro Rey-Salvador.


"Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legis-
lador, Jehová es nuestro Rey; 'él mismo nos salvará".
(lsaíaa 33:22)

ORACION: Señor, no voy a dejarme dominar por esa clase


· de análisis espiritual que se centra en sí mismo. Sin em-
bargo sé que tu verdad significa precisión.y claridad. El as-
pecto borroso que algunas veces, equivocadamente he con-
siderado como espiritualidad, es parte de mi naturaleza
humana y no de tu orden divino. Sé que tu verdad y tu
vida en mí producirán un adelanto que se evidenciará.
Señor, necesito que día a día me eleves más y más. No
solamente te permito que lo hagas, sino que te ruego que lo
hagas y que realices en mí los cambios necesarios para que
pueda recibir tu Espíritu. Amén.
4. NO HAY PORQUE SER UN
CRISTIANO HUERFANO
"No os dejaré huérfanos".
(Juan 14:18)

· Huérfano es aquel que ha conocido lo que es el calor del


amor de un padre y una madre, la.seguridad de un techo y un
hogar y luego se ve privado de todo ello.
Los apóstoles sentían temor de encontrarse exactamente en
esa misma posición. Durante tres años el Maestro había sido
todo para ~llos: el compañero Amado, el Amigo constante, un
Guía que nunca había fracasado y un Maestro que los estimu-
laba e incitaba. Cuando sintieron la necesidad de saber cómo
orar positivamente, solamente necesitaban, preguntarle.
Cuando osadamente Pedro quiso andar sobre el agua y luego
sintió temor y comenzó a hundirse, lo único que hizo fue ex-
tender su mano para que Jesús lo rescatara.
Pero en los últimos tiempos, con mayor frecuencia cada vez,
su Maestro había estado refiriéndose a su propia muerte. "El
tiempo está cerca", les había dicho entonces. Constemadoa los
apóstoles habían escuchado su tierna voz diciéndoles "me
voy".
Entonces Jesús, contemplando sus rostros en los que se re-
flejaba su ansiedad y teniendo en cuenta la temerosa pregunta
de Pedro: "¿Dónde vas? Señor, yo no comprendo", se apresuró
a tranquilizarlos. "No os dejaré huérfanos", fue la promesa

31
.12 I EL AYUDADOR

para el pequeño grupo. "No os dejaré sin consuelo. Me mani:


{estaré a mí mismo a vosotros".
De esa manera Jesús estaba diciéndoles a sus seguidores:
"Miren, habiendo penetrado en lá cápsula del tiempo y el
espacio del planeta tierra y vivido por un tiempo_entr~ uste-
des, no pensarán que los voy a dejar aquí, ¿verdad? Porque si
así fuera, ¿qué tendrán aquellos que vengan después de uste-
des? Tan solamente un relato sobre mí. La biografía de un
personaje histórico. No tendrán ninguna expresión contempo-
ránea de Dios el Padre o mía, Jesús. No, no los voy a dejar así.
Volveré a ustedes en la forma de Uno que tos amará como yo y
que está capacitado para cuidarlos así como yo lo hago ahora".
Así los apóstoles estuvieron preparados para entrar en un
nuevo periodo de la historia, la. era del Espíritu Santo, la ter-
cera Persona de. la Trinidad después de Dios el Padre y Jesús
el Hijo. Esta es la era en la que usted y yo estamos viviendo.
No es conveniente que nosotros busquemos retrotraemos al
pasado, a la época previa a Pentecostés, a los días del ministe-
rio público de Jesús sobre la tierra y que tratemos de aparen-
tar que todavía estamos viviendo en aquella era. Si así lo hi-
ciéramos, la nuestra, sería una esperanza vana y lo que es peor
todavía, constituiría un engaño, pues viviríamos ajenos a la
realidad. No necesitamos volver al pasado. Lo que Jesús nos
ha provisto hoy día a través del Ayudador es muchísimo
mejor. 1
La promesa de Jesús para usted y para mí es que el Ayuda-
dor siempre estará con nosotros, día y noche, para brindamos
la protección que necesitamos y para cualquier emergencia.
Lo único que nos toca a nosotros es reconocer su presencia y
clamar a El con fe gozosa.
Una. vez que la verdad de este glorioso compañerismo se
arraiga firmemente en nuestra mente y corazón no es necesa-
rio que volvamos a sentir temor, o créer que estamos solos y
desamparados, o tristes, o que estamos inadecuadamente ca-
pacitados. El Ayudador siempre está con nosotros y su idonei-
dad es absoluta.
Posiblemente podamos comprender mejor esta verdad· si
NO HA Y PORQUE SER UN CRISTIANO HUERFANO I 33

ubicamos el ministerio del Espíritu en- el tiempo y espacio de


nuestro planeta ...
1

Primera Era Segunda Era Tercera Era


.Dios, el Padre Dios, el Hijo Dios~ el Espíritu
Santo

Predominio de Bajo la gracia Bajo elección (un


la,Ley pueblo
separado)

Dios habló Jesús enseñando~ La restauración


a través de sanando, de un mundo
unos pocos muriendo, impeñectoy
profetas, resucitado y perdido
sacerdotes y glorificado
reyes

El Espíritu Sa:nto
santifica y
actúa a través
del Cuerpo
de Cristo,
la Iglesia

Puesto que el Espíritu Santo hoy día desempeña su función


sobre la tierra, toda presencia espiritual y comunicación de la
divina Trinidad con los hombres es a través del Espíritu. En
otrás palabras, mientras que Dios el Padre y Dios el Hijo están
presentes y reinando en el cielo, son invisibles en el creyente al
estar el Dios interior, es decir, el Espíritu Santo, el Ayudador.
Empero, en tanto nos mantengamos en la ignorancia en lo
que concierne al Ayudador y su obra, no podrá actuar plena-
mente en nuestras vidas. No es de extrañarse que exista tanta
ambigüedad y confusión en nuestra mente cuando hablamos o
pensamos respecto· d.el Espíritu Santo.
Nuestra mayor necesidad .en estos días es estar informados
34 I EL AYUDADOR

acerca del Ayudador. Necesi~amos saber quién es, qué ansía


hacer por nosotros y nuestra familia, por nuestras iglesias y
cómo podemos recibirle. De _otro modo continuaremos siendo
cristianos huérfanos, desprovistos de su amor y del maravillo-
so compañerismo, guía y ayuda que El puede proporcionamos.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Juan 14:15-24.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: El guiará nuestros pasos.


"Y con tus oídos oirás detrás de ti estas palabras: Ese es
e.l camino, id por él, ya sea a la derecha, ya a la izquierda".
(Isaías 30:21- B.J.)

ORACION: Huérfanos y desaf'parados,


Que seas nuestro Maestro
y guía te imploramos.
No nos dejes sin consuelo,
el Consolador envíanos.
Nuestro corazón a ti abrimos,
haz tu morada en él te suplicamos. 2
5. ¿ES QUE PUEDE HABER
ALGO MEJOR QUE SU
PRESENCIA?
"... es mejor para ustedes que yo me vaya. Porque si no me
voy, no vendrá para estar con ustedes el que les ayuda y ani-
ma, pero si me voy, yo lo enviaré".
(Juan 16:7 - V.P.)

¡Cuántas veces hemos envidiado a.aquellos que vieron a


Jesús mientras El vivió en esta tierra, a los que hablaron con
El, a los que lo tocaron! Algunas veces, en medio de una crisis
personal sin duda hemos pensado: "Si tan solamente pudiera
escuchar su voz en' este momento".
Ese es el anhelo expr~sado de manera tan maravillosa en un
clásico himno para niños, cuyas palabras dicen algo así:
Desearía que sus manos sobre mi cabeza hubiera colocado, y
que sus tiernos brazos me hubieran rodeado.
Quisiera su dulce mirada haber contemplado, y haber escucha-
do sus palabras embelesado: ¡"Dejad que los niños se acerquen a
mí!"•
Es indudable que nos preguntemos si podría haber algo más
maravilloso que la presencia física de nuestro Señor. Aunque
así nos parezca, debemos tener presente que Jesús nunca ha-
bló con ligereza o impensadamente. Mientras conversaba con
sus discípulos en aquella Ultima Cena, solemnemente les afir-
mó que sí, que había algo mejor que su presencia física y era su

35
36 I EL AYUDADOR

presencia manifestada a través del Espíritu Santo.


También, al señalarle a sus discípulos y a nosotros esto,
Jesús empleó una terminología muy práctica, se expresó clara-
mente. Sería "mejor" o más conveniente para nosotros. ¿Qué
quiso significar?
Ciertamente mucho más que el obvio hecho de que mientras
estaba en la carne se encontraba sujeto a las limitaciones del
tiempo y del espacio. Solamente los que se las ingeniaban para
estar al alcance de sus brazos podían tocarlo, quizá solamente
unos pocos miles, como máximo, podían encontrarse entre los
que estaban dentro del radio en que podía escucharse su voz.
Mas con la venida del Ayudador, amanecería una nueva
era. En tiempos de la antigua era, (la época del Antiguo Tes-
tamento y hasta el día ele Pentecostés, que Jesús predecía en
su conversación en esa Ultima Cena), el Espíritu de Dios venía
solamente sobre unas pocas personas escogidas, ejercía su in-
fluencia sobre los mismos desde lo alto y exteriormente, es
decir, obraba en ellos de afuera hacia adentro.
En la nueva era, Jesús estaba diciéndonos que su presencia
glorificada y su propia vida de resurrección no estaría sola-
mente con nosotros, sino en nosotros, 2 de una manera progre-
siva para transformamos a nosotros y a nuestras vidas, obran-
do desde adentro hacia afuera.
Tiempo después, el Apóstol Juan lo expresó así:
El que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dioe
permanece en él; y no puede pecar. 3
Esta es la obra externa de la gran promesa que leemos en el
Antiguo Testamento:
... pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escri-
biré...'
Resulta un gran misterio, difícil de explicar en palabras. Es
algo que se hace real y práctieo ·para nosotros sólo cuando lo
vivimos.
Aun hoy día podemos observar·dos grupas de cristianos: los
que tienen a Cristo a su lado, con ellos, y los que lo tienen en
ellos.
Los que pertenecen al primer grupo todavía tienen que se-
¿ES QUE PUEDE HABER ALGO MEJOR . .. / 37

guir ocupándose de los intrincados problemas de sus vidas,


apoyándose en sus propias fuerzas, ayudados por Jesús. Por
supuesto que reciben mucha ayuda por cuanto el Señor nos
ama y siempre nos dará todo cuanto le permitimos que nos dé.
Y aunque esto es bueno, sin embargo no es suficientemente
bueno.
Aquellos que se encuentran.dentro del segundo grupo, saben
que son tan desvalidos como dijo Jesús que lo eran. 5 También
saben que la "vida de la vid" es la única que hará posible que
los poderes del cielo desciendan a la tierra y de este modo
obtendrán frutos: súvida tiene que estar dentro de la vida, ser
una parte integral de sus propias células y su vida que fluye. 6
Esta vida interior es lo que el Espíritu hace posible para nos-
otros.
No hace mucho tiempo, al término de una reunión donde se
habían explicado las enseñanzas de Jesús respecto de esto, la
esposa de un rector Episcopal se aproximó al orador invitado y
le comentó: "Toda la vida he vivido dentro de la iglesia. Sin
embargo nunca se me ocurrió pensar en la tremenda diferen-
cia que existe entre el hecho de que Jesús esté a nuestro lado y
que su Ser esté dentro de nosotros. ¡Ahora lo comprendo! ¡La
luz irrumpe por doquier!"
Es ahora cuando comenzamos a darnos cuenta por qué
Jesús señaló que la venida del Ayudador sería "conveniente" o
provechosa para nosotros. ¡Cómo hemos subestimado y pasa-
do por alto esta maravillosa bendición!

UNA LECTURA PROVECHOSA: Juan 14:15'-l 7, 25-3¡.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Nuestro Dios es fiel y cumpli-


rá lo que prometió.
"Ahora pues, Jehoúa Dios, tú eres Dios, y tus palabras
son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo".
(2 Samuel 7:28)

ORACION: Amado Jesús, ahora comprendo que el Espíri-


tu Santo solamente había sido un término piadoso para mí
y no la gran realidad que tú querías que fuera. Me conmue-
38 / EL AYUDADOR

ve el pensar que es mucho más maravilloso que lo que po-


.dría ser tu misma presencia física. Y sin embargo ésta es tu
propia y solemne apreciación del valor del Ayudador.
También comienzo a ver, Señor, que puesto que el Ayu-
dador es realmente tu presencia manifiesta de otra mane-
ra, lo que le decías a tus apóstoles y también me dices a mí,
es que tú mismo estarás en mí.
Esto es demasiado trascendental para que lo alcante a
comprender, Señor. ¡Que la divinidad se digne condescen-
der a morar en mi pobre humanidad!
Una cosa sí, sé, Señor, y es que mi corazón necesita estar
limpio y puesto en orden para recibir a un huésped de
semejante realeza. Te permito ahora que prepares mi ser
interior. Y, Señor, ayúdame a ser abierto y receptivo.
Amén.
6. LA EXPLOSION DE PODER
". . .pondré espíritu nuevo dentro de vosotros. . . y pondré
dentro de. vosotros mi Espíritu . .. "
(Ezequiel 36:26, 27)

El cristianismo nació en un mundo sumido en problemas.


El mundo romano en el primer siglo de nuestra era se encon-
traba a merced de una marea creciente de corrupción y perver~
sidad. En nuestros días podemos apreciar paralelos que nos
inducen a pensar en el período de la decadencia del Imperio
Romano y nuestro propio tiempo. ·
Después de su resurrección, y en diversas apariciones, Jesús
explicó claramente a sus discípulos que ellos iban a necesitar
su. poder para luchar en una sociedad tan desintegrada. Por lo
tanto les mandó que esperaran en Jerusalén hasta que el
Espíritu viniera sobre ellos. 1
El resultado de la espera fue la explosión de poder que se
narra en los primeros capítulos de Los Hechos. Este primer
derramamiento Pentecostal del Espíritu de Dios sería seguido
por otras explosiones de poder a través de los siglos. Siempre
han surgido cuando la impiedad era rampante, cuando hom-
bres y mujeres se sentían deprimidos y espiritualmente escla-
vizados; cuando el fuego de la fe apenas ardía.
El siglo XII vio un reavivamiento del fuego del Espíritu bajo
San Francisco de Asís. Por espacio de cuarenta años el fuego
brilló intensamente en Italia.
Luego, cuando la madre Iglesia se encontraba atravesando

39
40 I EL AYUDADOR

un período particular de decadencia, el monje Martín Lutero


clavó sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia en
Wittenburgh. ¡Quién se hubiera imaginado que esa pequeña
chispa iba a avivar la conflagración de la Reforma Protestante
del siglo XVI!
A esos derramamientos del Espíritu le han sucedido otros:
el despertar evangélico del siglo XVill conducido por John y
Charles Wesley; el gran despertar en las colonias americanas
en el mismo período; el avivamiento pentecostal en Norte
América durante los años 1900-1905, que se iniciara en Tope-
ka, Kansas, y luego corriera hasta Los Angeles, California,
donde hizo famoso para siempre el número 312 de la calle
Azuza; el avivamiento de 1904-1905 ocurrido en Gales del Sur,
donde el Espíritu se valió de un laico de 26 años de edad, lla-
mado Evan Roberts.
Aquellos que han estudiado en detalle esos intermitentes
desbordes del Espíritu desde Pentecostés en adelante, con-
cuerdan en señalar que todos poseen ciertos elementos que les
son comunes . . .2
La mayoría han comenzado con personas sencillas, a nivel del
pueblo, fuera de las iglesias establecidas. El énfasis que siempre
se ha dado es al arrepentimiento y generalmente ha atraído sobre
sí una activa y con frecuencia amarga hostilidad por parte de la
Iglesia.
Todos se caracterizan por su .sencillez evangélica y "el retomo a
Jesucristo.
Inevitablemente siempre se evidencia un gran derramamiento
de gozo y amor. .
La música juega un papel preponderante. Hay muchos cantos y
una renovada creatividad que da como resultado nuevas cancio-
nes, himnos y coros.
Todos los verdaderos movimientos del Espíritu resultan en re-
formas morales y éticas, y la mayoría han afectado profundamen-
te la vida y la historia de la nación en la cual surgieron.
En los albores de la década de.1960 se pudo apreciar el co-
mienzo de otro retomo a la influencia del Espíritu del Nuevo
Testamento, con esa suprema importancia que el mismo Jesús
diera al Espíritu. A mediados de esa misma década, casi si-
multáneamente, surgió entre los jóvenes de América del Norte
el Movimiento de Jesús, el así llamado movimiento Neo Pen-
LA EXPLOSION DE PODER / 41

tecostal que apareció en las principales iglesias protestantes y


fue el comienzo del movimiento católico Pentecostal en la
Universidad de Duquesne, en Pittsburgh, Pensilvania, con
cuatro o cinco laicos. Todos esos grupos vieron la persona de
Jesús como único Mediador éntre el Espíritu, como única
fuente de madurez y de vida más profunda, el único que puede
capacitamos para hacer frente al pecado y la impiedad de
estos tiempos en que vivimos. Aquel que guía, que sana, que
da poder.
En diez años, unos cuatrocientos mil miembros, (un cálculo
conservador) de principales iglesias protestantes en los Esta-
dos Unidos se vieron activamente involucradas en esta acción
del Espíritu. A fines de la dé~ada del sesenta, los Católicos
Carismáticos figuraban en tercer lugar (unos trescientos mil)
de l(?s grupos mayores de. creyentes pentecostales.
Sin embargo, esta renovación se está esparciendo con tanta
rapidez que, para la conferencia mundial de Renovación Ca-
rismática llevada a cabo entre el 20 y el 24 de julio de 1977 en
Kansas City, estado de Missourí, se reunieron unos cincuenta
mil cristianos de más de una docena de denominaciones. Los
Católicos llevaban la delantera con 25.000 delegados. Estuvie-
ron presentes 6.200 protestantes de las más destacadas deno-
minaciones, 17 .000 cristianos no afiliados a ninguna denomi-
nación; 2.000 pentecostales y 400 judíos mesiánicos.
¿Cómo podemos explicar un fenómeno semejante, de relieve
mundial, este brote de interés en el Espíritu? De qué otra
manera, sino viéndolo como un soberano acto de Dios para
ayudamos a hacer frente una véz más, a la marea creciente de
impiedad que día a día aumenta en este planeta.
Hace muchísimos siglos que el profeta Ezequiel predijo con
claridad los dos pasos que siempre deberían darse antes de que
cualquiera de nosotros pudiera contar. con la capacidad de
hacer frente a la impiedad imperante en nuestro mundo y
tener además poder para el servicio . . .
El primer paso lleva consigo un proceso de preparación y
limpieza. "Pondré espíritu nuevo dentro de vosotros". Es
decir que Dios, a través de su Espíritu renovará y vivificará
nuestr~s actitud~s. nos convencerá de pecado, empezará a en-
42 / EL AYUDADOR

señamos lo que concierne a la obediencia y cambiará la ten-


dencia general de nuestro ser interior. De esa manera estará
preparándonos para la coronación y gloria de su plan, de modo
que nosotros, aun en nuestro ser imperfecto, lleguemos a ser
los templos humanos del Espíritu. Fue esta preparación y lim-
pieza lo que experimentaron los discípulos durante la inicia-
ción al ministerio terreno de Jesús y a través de los cuarenta
días y luego en aquellos diez días que estuvieron aguardando
en Jerusalén antes de Pentecostés.
Pero como a muchos cristianos, jamás se les ha explicado
que hay algo más que regeneración y que este "nuevo espíritu"
está dentro de ellos, no progresan. ,Hay entre éstos excelentes
eruditos bíblicos y hombres y mujeres que trabajan activa-
mente en la tarea de organiza~ión de sus parroquias. Sin em-
bargo, el entusiasmo actual, del Señor obrador de milagros se
está desvaneciendo, porque sus ojos todavía están fijos en lo
que ocurrió históricamente durante el ministerio terreno de
Jesús y los primeros días de la Iglesia. Carecen de un concepto
de un Señor vivo contemporáneo que mora dentro de ellos, los
creyentes, y que obra a través· de ellos para redimir y sanar a
otros.
El segundo paso necesario fue claramente predicho por Eze-
quiel: "Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu". Es esta ex-
periencia posterior y gloriosa la que tantos cristianos están
volviendo a descubrir en nuestros días.
Con todo cabe preguntamos si no podemos recibir todo esto,
es decir, ambos pasos, en el momento en que entramos o "na-
cemos de nuevo". Sí, sería factible si tuviéramos conocimiento
de lo qu2 está a nuestra disposición, juntamente con la fe y la
capacidad para recibir todo eso. Realmente por parte de Dios
no hay límites; El siempre está listo para dar y dar y dar. En el
día de Pentecostés tres mil personas pudieron recibir el mismo
día tanto un nuevo espíritu como el Espíritu. 3
Es lamentable que la mayoría de nosotros no estemos tan
dispuestos. De hecho, por lo general experimentamos el nuevo
nacimiento y luego recibimos el Espíritu en dos etapas, como
ocurrió con los apóstoles, de Jesús, los samaritanos, 4 los efesios
y los que se encontral¡,an en casa de Comelio, a quiénes se diri-
44 EXPLOSION DE PODER / 43

gió Pedro, 6 y como ha sucedido con muchos, muchísimos otros


en l(;')S siglos transcurri~os desde entonces. '
_¡Cuán i_mportante es tener conocimiento sobre este gozoso
don posterior que nos aguarda y no descansar hasta que nos-
otros también hayamos experimentado nuestro Pentecostés
personal! ·

UNA LECTURA PROVECHOSA: Juan 7:33-39.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: El poder supremo de Dios.


·~un antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi
mano libre. Lo que hayo yo, ¿quién lo estorbará?"
(lsaías 43: 13)

ORACION: Señor, ahora me doy cuenta que mis senti-


mientos de sentirme completamente indigno de ser uno de
tus templos aquí en la tierra no son ninguna excusa valede- ·
ra. Porque no hay nada que yo jamás pueda hacer que me
haga digno de recibir un don tan grande. Cualquier purifi-
cación o preparación que sean necesarias deben ser tam-
bién obra tuya en mí.
Ahora Señor, te pido que me inundes interiormente con
ese espíritu nuevo y fresco con el que pueda darte la bien-
venida. Ayúdame a no poner tropiezo en el proceso de lim-
pieza interior, restaurador y vivificador.
Por lo tanto prepárame ahora para recibir al Huésped
más distinguido de todo el universo, el Señor de la gloria.
¡Cuánto te alabo de estar viviendo en una era en' la que es
p~sible que ocurra un milagro tan estupendo! Amén.
SEGUNDA PARTE
COMO RECIBIR
AL AYUDADOR
1. HAMBRE Y SED DE
ALGO MAS
"Pues, si vosotros, siendo malos como sois, sabéis dar cosas
buenas a vuestros hijos, ¿con cuánta mayor razón dará vuestro
Padre desde el cielo el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?"
(Luces 11:13 - F. de F.)

Jesús se complacía en comparar a los padres terrenos con su


Padre celestial, para luego agregar: "con cuánta mayor ra-
zón". Todas las riquezas del cielo y de la tierra le pertenecen a
nuestro Padre y él se complace en dárnoslas a nosotros. Sin
embargo, a los ojos de Jesús el más preciado de todos los dones
posibles es el Espíritu Santo.
El primer requisito para recibir este don, tan altamente es-
timado por nuestro Señor, es que valoremos el incomparable
valor del don que pedimos, ya que los dones celestiales no nos
son concedidos a la ligera. Tampoco el Padre tolerará corazo-
nes tibios, 1 o concederá peticiones formuladas de man~ra indi-
ferente.2
De acuerdo con la palabra de Dios, sin el Espíritu Santo no
poseemos:

Conciencia personal del amor


Ninguno de los frutos del
de Dios.
Espíritu, esas maravillosas
Convicción en cuanto a la virtudes características de
persona de Cristo. una vida llena del Espíritu.

47
48 I EL AYUDADOR

Un mensaje de verdadera Gozo verdadero.


ayuda para nuestros seme-
Renovación.
jantes.
La guía divina.
Las palabras apropiadas para
hablar en momentos de nece- Sanidad, (excepto la que ya
sidad. sea la "naturaleza" o los doc-
tores puedan brindamos.)
Comprensión de los pensa-
dlientos y mente divina. La capacidad o. el deseo de
poner nuestra mente en las
Auxilio en nuestras debilida-
cosas del Espíritu.
des. 1

Un intercesor para con el,


Liberación de la esclavitud
Padre.
del pecado y costumbres
nocivas. La promesa de vida eterna.
Cualquiera de los dones del
Espíritu.
¿Cómo es posible entonces, que sin el Espíritu vivimos una
vida que no sea sino a medias? ¿Nos sentimos satisfechos de
vivir en un plano de subsistencia espiritual, ineficaz y carente
de gozo? Al reconocer esta verdad podremos salir de ese es~ado
de tibieza y pasar a sentir hambre, esa clase de hambre y sed
que el Señor prometió que siempre sería satisfecha. 3
Al comienzo de su ministerio en una ocasión Jesús manifes-
tó el hecho de que tan solamente a aquellos que tienen sed El
les dará a beber de su agua viva:
El último día de la fiesta era el más importante. En ese día
Jesús se levantó y dijo con voz fuerte: Si alguien tiene sed, venga
a mí y beba. Como dice la Escritura, del corazón del que cree en
mí brotarán ríos de agua viva. Con eso Jesús quería decir que los
que creyeran en él iban a recibir el Espíritu Santo; pues todavía
no había venido el Espíritu, porque Jesús aún no había sido glori-
ficado.4 ·
Es incuestionable, pues, que nuestra hambre y sed por el
Espíritu son condiciones previas para recibir ese don.
Así lo comprendió el mundialmente famoso predicador Dr.
R. A. Torrey antes d~ ser bautizado en el Espíritu ...
HAMBRE Y. SED DE ALGO MAS / 49

Habían transcurrido varios años.en el ministerio antes de llegar


a comprender que no tenía ningún derecho a predicar hasta que
no fuera categóricamente bautizado en el Espíritu Santo. Fui a
visitar a un amigo comerciante y le dije: "Jamás volveré a subir a
un púlpito hasta que tenga la certeza de que he sido bautizado
con el Espíritu Santo o bien hasta que de alguna manera Dios me
indique que lo haga".
"Después me encerré en mi estudio.
"Pero, antes de que llegara el domingo, ya había recibido esa
bendición ... Recuerdo exactamente el lugar allá en mi estudio
donde me había arrodillado a orar . . . en la calle Adams, lado
norte, número 1348 en Minneápolis. Si hubiera tenido una com-
prensión de la Escritura como la que poseo ahora, no hubiera sido
necesario que transcurriera ni un solo día ... " 5
El hambre y sed experimentado por Torrey le hicieron pedir
el don del Espíritu con apasionada persistencia. Es esta clase
de petición insistente que Jesús prometió que El siempre cum-
pliría. ·
¿Cuál es, entonces el siguiente paso que hay que dar para
recibir este gran don? Sencillamente que le pidamos a nuestro
Señor el Espíritu Santo. La promesa de Jesús de que daría el
Espíritu Santo-a los que se lo pidieran, podemos verificarla en
el pasaje que se indica seguidamente, en el subtítulo "una lec-
tura provechosa". Allí se nos recalca la necesidad de importu-
nar y persistir.
. . . pedid con insistencia y se os dará; buscad y hallaréis; lla-
mad y se os abrirá. 8
En el griego los verbos están en imperativo "pedid", "bus-
cad" y también "llamad", y denotan no solamente un manda-
miento sino también una acción contínua. El pedir que se nos
requiere en este pasaje no es algo así como un golpecito dado a
una puerta con timidez, sino que se asemeja más Ji golpear con
tanta insistencia que los nudillos de nuestros dedos quedan
sangrando. ·
Por ·ello, en primer lugar tenga la osadía de pedir el don de
hambre y sed. Después, debido a su intenso deseo pida el don
del Espíritu. Lo recibirá porque Jesús siempre responde al sin-
cero deseo del corazón cuando éste está de acuerdo con la vo·
luntad de Dios.
50 / EL AYUDADOR

UNA LECTURA PROVECHOSA: Lucas 11:1-13;

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Cómo lograr respuesta a


nuestras peticiones.
"Y ésta es la seguridad y confianza que tenemos en él:
Que si le pedimos algo conforme con su voluntad, él nos
escucha. Y si sabemos que él nos escucha en todas nuestras
peticiones, sabemos también que poseemos todo lo que
hemos pedido".
(1 Juan 5:14, 15 - F. de F.)

O;RACION: Señor, no quiero malgastar los años que me


quedan sobre esta tierra. Tampoco quiero caminar por la
vida como un mendigo espiritual, cubierto de harapos,
subsistiendo de las sobras y las migajas cuando puedo ser
un hijo del Rey, vestido con ropas principescas, gozándome
en tu pródiga mesa.
Gracias, Señor, por hacerme ver tan claramente que los
harapos y las migajas no constituyen tu voluntad para mí y
que tu corazón reb.osante de amor quiere que yo vista las
mejores ropas y que además ansías colocar un anillo en mi
dedo y darme la bienvenida a tu mesa. .
Con todo, Señor, sé que el do,i del Espíritu no es sola-
mente para que yo me goce sino que más bien tú lo impar-
tes como una fuente de poder para el servicio. Solamente
tú puedes reavivar en mi .corazón el deseo profundo y fer-
viente de usarlo así. Quita toda tibieza dentro de mí. Con-
cédeme solamente tu propia santa pasión. Gracias, Señor.
Amén.
2. LAACEPTACIONDE
JESUS COMO EL CRISTO
"Por eso la Escritura dice:Subió al cielo, llevándose consigo
a los prisioneros, y dio dones a los hombres".
(Efesios 4:8- V.P.)

Vivimos en una época en la que nuestro mundo se encuentra


plagado de profetas, gurúes y mesías autoelegidos que cuentan
con ·gran número de seguidores y riquezas. ¿Será Jesús, enton-
ces, nada más que otro profeta? ¿Podríamos pensar que aun-
que quizá en un nivel más alto que el resto, con todo es uno de
ellos? Cada uno de nosotros necesitamos responder para satis-
facción de nuestra mente y corazón la crucial pregunta de
quién es· Jesús. ,
Con el propósito de no dejar de lado demasiado rápidamen-
te esto, también es necesario que examinemos. nuestra aver-
sión a aceptar las aseveraciones de exclusividad de Jesús en el
sentido de abandonar a todos los demás. Lo que nos dice la Es-
critura al respecto es digno de ser tenido en cuenta. Declara-
ciones como:
Solamente por mí se puede llegar al Padre. 1
y también:
En ningún otro hay salvación; porque Dios no nos ha dado el
nombre de ningún otro en el mundo, por el cual podamos ser sal-
vos.2
Declaraciones como ésas hacen que nos detengamos breve-

51 .
52 / EL AYUDADOR

mente, por cuanto en nuestro mundo se consideran dogmáti-


cas y no son aceptadas social o intelectualmente. Algunos
también piensan que en el plano nacional no son permisibles
por cuanto van contra la interpretación actual de la garantía
constitucional de nuestros países que aseguran que tenemos
"libertad de cultos".
Por lo tanto cada uno de nosotros tenemos que tomar nues-
tra decisión al respecto. ¿Es Jesús verdaderamente quien afir-
mó ser, el Hijo unigénito de Dios el Padre, "verdadero Dios de
Dios verdadero"? ¿Está en condiciones de ser llamado "el
Cristo" ya que el nombre Cristo significa "el Mesías"? Aquel
de quién se ha profetizado a través de todos los siglos. Después
de todo, aun los hombres algunas veces reciben el título de
"señor". Sin embargo puede haber solamente· un Cristo, aquel
que fue coronado.
· Hasta que podamos vislumbrar la plena gloria de este Cristo
coronado, de los honores que se han ido acumulando sobre El,
del alcance del poder que el Padre ha puesto en sus manos, no
podremos comprender el significado de la pregunta de Jesús
"Y vosotros, ¿quién decís que ·soy yo?"
El Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores. a
·El apóstol Juan acumula palabras para decirnos que luego
de su retomo al cielo Jesús recibió poder y riquezas y sabiduría
y fuerza y honor y gloria y bendición.•
No meramente nuestro pequeño planeta tierra sino todo el
cosmos ha sido puesto debajo su autoridad y está sujeto sola-
mente a su palabra. Esto incluye todo en los cielos, en nuestra
tierra y en todo el sistema planetario tanto como en el mundo
de las regiones inferiores, el dominio de los malos espíritus que
se han rebelado contra la autoridad de Dios. 6
Pero la coronación de Cristo carecerá de peso hasta que la
veamos como otro paso en el plan de Dios. para elevamos a
nosotros, seres humanos, de· la situación difícil en la que nos
encontramos desde la caída. Es sobrecogedor pensar que nos-
otros, usted y yo, y nuestra tierra aun hoy día seguimos siendo
objeto del amor de Cristo.
Lo que tuvo lugar el día de Pentecostés es que el Espíritu
Santo nos fue mandado como un regalo de Cristo a nosotros
LA ACEPTACION DE JESUS COMO EL CRISTO / 53

con motivo de su coronación·. Por medio del Espíritu todos los


recursos del Cristo coronado, sus riquezas, gracias, sabiduría y
poder estáp. a nuestra disposición a fin de que podamos reinar
en la vida. 8 ¿Es que podrá acaso haber un plan más maravillo-
so?
En su incomparable parábola del hijo pródigo Jesús resaltó
esto. 7 ¿Qué era lo que deleitaba el corazón del Padre, lo que
más le complacía? Por cierto que no fue la actitud del hijo
mayor que se había quedado en la casa movido por el sentido
del deber, trabajando incansablemente para el padre ... "Tú
sabes cuántós años te he servido, sin desobedecerte nunca,
pero jamás . . . "
No obstante su obediencia, el corazón del hijo mayor no
había encontrado descanso. En sus labores no conocía el gozo.
Obviamente tampoco había progresado en su vida cristiana
porque era celoso, estaba lleno de resentimientos, murmuraba
y se. autocompadecía. Era rencoroso e incapaz de recibir nada.
Su actitud hizo que desagradara a su padre.
Lo que llenó de gozo el corazón de Dios fue el pródigo que
estaba dispuesto a que su padre hiciera todo por él.
Llama la atención el hecho de que el padre no pronunció
ninguna palabra de reproche o censura cuando su díscolo y
despilfarrador muchacho volvió al hogar. Lo aceptó, le otorgó
pleno perdón y se gozó inmensamente de que el hijo pródigo
estuviera dispuesto a recibir de su munificencia ... "Es muy
justo hacer fiesta y alegramos" .8
. Esto es el Evangelio. Esta es la magnífica liberalidad del co-
razón del Padre reflejado en todos sus aspectos por el Cristo
coronado.
¿Estamos preparados, entonces, para aceptar a Jesús como
ese Uno coronado, el Cristo reinante del que nos habla Juan en
el libro del Apocalipsis, el Todopoderoso, el Señor del universo
hacedor de maravillas?
Esta fue la pregunta con la que más luchas tuvo una amiga
mía, la señora Bilquis Sheikh, hará unos diez años, mientras
se encontraba en su palaciega residencia campestre en Pakis-
tán.9 Nacida en el seno de una familia de excelente posición
económica y de mucha influencia en los círculos gobemamen-
54 / EL AYUDADOR

tales, había sido educada como una devota musulmana.


Había tenido contacto con el cristianismo a través de un direc-
to y soberano acto de Dios y una conversación con una pareja
de misioneros y una monja. No obstante su perplejidad no se
disipaba. ¿Cómo podría ella saber cuál era la verdad: el Corán
o la Biblia? ¿Quién era verdaderamente el ungido de Dios:
Mahoma o Jesucristo?
Recordaba que la monja le había dicho "procure hablar con
Dios como si El fuera su padre". Pero, ¿qué musulmán podía
siquiera pensar en hablar con Alá igual que se habla con un
padre?
El día siguiente, 12 d~ diciembre, era su cumpleaños. Ese
día se despertó pensando en sus padres y en las maravillosas y
felices fiestas de cumpleaños de su niñez. Su padre jamás
había estado demasiado ocupado para recibir a su pequeña
"Keecha" en su estudio o dejar de lado cualquier cosa que tu-
viera entre manos para ayudarla en lo.que fuera posible.
Paladeando esos recuerdos su corazón se llenó de gratitud y
murmuró unas palabras de agradecimiento para su padre.
"Gracias, papá, por haber sido así".
Súbitamente pareció comprenderlo todo. Se estremeció. Si
su padre terreno podía ser así, cuánto más su Padre celestial.
Desbordando de entusiasmo se postró de rodillas al lado de
su cama y por primera vez en su vida, con timidez, se dirigió a
Dios llamándolo "Padre mío".
Algo se deslizó dentro de ella. ¡El estaba allí! Era como una
mano colocada suavemente sobre su cabeza. Podía sentir su
presencia, su amor.
Cuando la señora Sheikh se puso de pie, tres horas y muchas
lágrimas más tarde, una resonante victoria ardía en su ser.
Allí sobre la mesa donde los había dejado estaban el Corán y
la Biblia, un libro al lado del otro. Ahora sabía cuál era la ver-
dad, el Libro que la había guiado a su Padre y a Aquel otro
cuya gloria no compartía de manera alguna con ningún otro
profeta: Jesús el Cristo.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Juan 6:51, 54; 8:12, 28;


10:1-9, 33, 36; ~4:6.
LA ACEPTACION DE JESUS COMO EL CRISTO / 55

LO QUE DICE EL ESPIRITU: La permanencia del trabajo


hecho en el Señor.
"Conocí que todas las obras de Dios subsisten siempre;
nada se les puede añadir ni quitar".
(Eclesiastés 3:14 - E.E.)

ORACION: Señor, sé que tú fuistes osadamente dogmáti-


co por cuanto lisa y llanamente hablabas la verdad, así
como dos y dos son cuatro,.y no es necesario ser tolerantes
o magnánimo para cambiar eso, así como no hay modo de
cambiar la única ruta por la cual nosotros, los hombres,
podamos encontrar nuestro camino hacia Dios.
· En un mundo donde reina la confusión y el error, _te doy
gracias por tu claridad e insistencia respecto de la verdad.
Y, Señor, mi corazón no puede contener mi gratitud sa-
biendo que aun ahora estás corriendo por el camino para
encontrárme. A mí taml;,ién, un hijo pródigo que tantas
veces te ha fracasado, y ¡que me vistas con ropas reales y
prepares un banquete para mí! Esto me anonada, Señor, y
me humilla a la par que mi amor se derrama hacia ti. Abre
mis ojos ahora a las riquezas y plenitud de tu magnífico
plan. Y Señor, ésta es verdaderamente una oración teme-
raria . . . Te pido que me hagas igual a aquel otro hijo
pródigo: un buen destinatario de toda tu prodigalidad.
Amén.
3. DISPONIENDOSE A
OBEDECER AL BUEN
PASTOR
" ... el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que le obe-
decen". ·
(Hechos 5:32 - N.A.)
!,

El Señor da el Espíritu Santo a aquellos que le obedecen.


tsto en modo alguno contradice el hecho de que los dones de
Oios pueden ·recibirse solamente por gracia, (el inmerecido
favor de Dios) a través de le fe, porque la fe (el confiar en
Dios), y la obediencia, son como las dos caras de una misma
rt>.oneda.
Asimismo la confianza jamás puede tener como finalidad la
Íé intelectual o meramente una fe de labios para afuera. Cuan-
do es verdadera se plasmará en acción, y eso significa obedien-
cia.1
Porque, ¿cómo puede el Buen Pastor guiar a sus ovejas a
pastos verdes y guardarlas del mal si éstas se niegan a seguir-
lo? Vivimos en un mundo donde las dificultades y problemas
por los que tiene que atravesar ·cada ser humano durante su
peregrinaje sobre la tierra, hacen que éste se asemeje a un
dampo sembrado de minas. Desesperadamente necesitamos
todo el conocimiento y todo el poder del Buen Pastor. S_in
embargo, ·El no podrá ayudamos y protegemos de la manera
tierna e inequívoca que El desea hacerlo a menos que confie-

56
DISPONIENDOSE A OBEDECER AL BUEN PASTOR / 5'1

mos lo suficiente en su amor como para obedecerle.


Kay Peters, la esposa del Dr. John Peters, el fundador de lq
gran organización World Neighbors (Vecinos del Mundo),
relata en un libro próximo a aparecer (en inglés) la noche en hJ
que aprendió por medio de una dura experiencja la necesidad
de una obediencia minuciose, incuestionable a la guía d~1
Espíritu. Después de arduos meses de trabajo para obtener Sl,J
doctorado en la Universidad de Yale, John, su esposo, dictab~
clase en una escuela de nivel superior y además tenía un em-
pleo secundario en otra escuela, a fin de tener una entrada
extra que tanto necesitaban. John estaba completamente ago,
tado.
Durante una noche excepcionalmente fría, Kay se despertq
al ver que su esposo se levantaba. La voz interior del Espíri~
le habló de manera clara y directa: "Acompaña a John".
Pero, Kay hizo lo mismo que hacemos muchos de nosotros¡
dejó que su mente se interpusiera. "Pero, yo nunca acompaño
a John al baño. ¿Por qué debo hacerlo ahora?"
Y así, en lugar de obedecer, Kay se limitó a preguntarJ
-John, ¿te sientes bien?
-Creo que me voy a resfriar, -fue la respu~sta de John-,
Voy a ver si encuentro algo en el botiquín para prevenir el res-
frío. ·
Tranquilizada, Kay acalló la voz interior y se arrebujó aun
más entre las cobijas. ·
Repentinamente, desde el cuarto de baño llegó hasta sus
oídos el ruido seco de un cuerpo que caía. De un salto salió de
la cama y corrió al baño. Se quedó horrorizada ante el cuadro
que se presentó a su vista. John se había desmayado y estaba
caído sobre la bañera. En su caída había desprendido de los
azulejos cerámicos de la pared la jabonera. Los pedazos.le ha-
bían hecho una gran incisión en el rostro y además tenía des.
prendido el lóbulo de la oreja derecha.
Allí, desvanecido, se asemejaba a una muñeca rota con su
cuerpo colgando cuan largo era sobre el costado de la bañera.
Su rostro descansaba sobre el fondo de la bañera en tanto que
un grueso hilo de sangre corría por la tubería de desague de la
misma.
58 I EL AYUDADOR

A pesar de que el Dr. Peters tuvo una concusión y perdió


bastante sangre, finalmente esta emergencia fue dirigida
maravillosamente por la obra sanadora del Espíritu. Todo lo
contrario de nosotros, Dios no guarda rencor cuando fracasa-
mos en obedecerle. Su único anhelo es ayudamos.
Mucho después de que esta crisis hubo pasado y el matri-
monio Peters alababa a Dios por la manera en que las cosas
habían sucedido, Kay todavía reflexionaba:·
¿Cuándo voy a aprender a ser consistente en mi obediencia? Si
hubiera obedecido antes de que ocurriera este accidente, se hu-
biera evitado este trágico incidente. Tuve que cantar mi canción
de alabanza en tono menor.
Cuando Jesús prometió el Espíritu Santo recalcó (por lo
menos en tres oportunidades) que este don era para los obe-
dientes. He aquí algunas declaraciones que buscar y reflexio-
nar: Juan 14:15, 16, 21, 23; Hechos 5:32.
Con frecuencia tropezamos porque tenemos la sensación de
que somos como los Apóstoles antes de Pentecostés: querían
obedecer pero no tenían la capacidad de hacerlo. Es entonces
cuando nos acomete la tentación de discurrir: "Aun cuando yo
quiero obedecer a Jesús ahora y decírselo, no sé cómo haré
para obedecerle en el futuro. No confío en mí mismo. De ma-
nera pues que ¿cóµio puedo hacer frente a este requerimiento
de obediencia en relación con mi petición para recibir el
Espíritu?"
Aun en este nivel, aparentemente imposible, tenemos bue-
nas nuevas. Al obedecer de acuerdo con la luz que tenemos en
el momento, al preparar el timón de nuestra voluntad para
escuchar atentamente y seguir la guía amorosa que el Espíritu
·quiere damos para el futuro y decírselo así a Jesús, veremos
que El tiene en cuenta nuestra disposición y nuestro propósito
como si todo ello fuera obediencia. A partir de ese momento,
las buenas nuevas son que el Espíritu mismo, de manera siem-
pre en aumento, nos proporcionará la capacidad para obede-
cer. Dios nos lleva la delantera en esto, como siempre. El cono-
ce tanto nuestra falta de confianza en nosotros mismos como
nuestra flaqueza para obedecerle, así que la gozosa promesa es
que estaremos capacitados para obedecerle, porque:
DISPONIENDOSE A OBEDECER AL BUEN PASTOR / 59

Dios está en vosotros ayudándoos a desear obedecerle y luego a


poner en práctica esos deseos de hacer su voluntad. 2
De modo pues, que no debemos permitir que el desaliento
respecto de nosotros nos haga desistir en nuestra determina-
ción para contar con la plena presenci~ y ayuda del Espíritu
en nuestra vida. ¿Cómo no desearemos obedecer cuando co-
menzamos a darnos cuenta de la magnitud del amor del
Espíritu y su completa buena voluntad para nosotros?

UNA LECTURA PROVECHOSA: Hechos 9:10-19.

LO QUE DICE EL ESPIWTU: Mi corazón, el lugar de su


morada.
Que él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu,
conforme a la riqueza de su gloria, para que crezca en uste-
des el hombre interior. Que Cristo habite en sus corazones
por la fe y sean arraigados y edificados en el amor.
(Efesioe 3: 16, 17 - N.A.)

ORACION: "Toma, oh Señ.or, y recibe toda mi libertad,


mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Todo
lo que soy, todo lo que tengo, tú me lo has dado y yo te lo
devuelvo a ti". Amén.

(San Ignacio de Loyola)


4. INVITANDO A JESUS
COMO EL BAUTIZADOR
". . . Cuando veas al Espíritu bajar y quedarse sobre cierto
hombre, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo".

"Pero cuando venga el que ayuda y anima, el Espíritu de la


verdad, que yo Jesús voy a enviar de parte de mi Padre ... "
(Juan 1:33; 15:26 - V.P.)

De manera inequívoca la Escritura nos indica que solamen-


te Jesús es el único que puede bautizamos con el Espíritu.
Pero antes de poder recibir la plenitud de su Espíritu es nece-
sario que demos el primer paso de entrega a Jesús, o dicho en
otras palabras, "que experimentemos el nuevo nacimiento".
Este hecho ilumina realmente un breve pasaje que se narra
en el Evangelio de·Juan. En una de las primeras apariciones
de Jesús después de su resurrección, al presentarse ante sus
apóstoles que se encontraban juntos, a puertas cerradas por
temor a los judíos, Jesús les dijo:
¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo
también los envío a ustedes.

Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: ,¡Reciban el ~spíritu


Santo. 1
Por cierto que este incidente ha sido un enigma por cuanto
sabemos que la plenitud del Espíritu no podía ser recibida
hasta Pentecostés. Pero, al soplar sobre ellos, ¿no estaría ha-

60
INVITANDO A JESUS COMO EL BAUTIZADOR I 61

ciendo resaltar a los apóstoles el hecho de que el Espíritu sería


impartido solamente por su aliento, ·por su misma vida?
Jesús sabía que cuando llegara el día de Pentecostés, los
apóstoles recordarían lo acontecido en esta oportunidad y se
darían cuenta que el Espíritu &iempre debe estar relacionado
con su Persona.
Pero esto no era pua los apóstoles solamente. Nosotros, los
cristianos del siglo veinte tampoco podemos recibir el Espíritu
sino solamente por medio de Jesús, el Bautizador ...
En el año 1963, Graham Pulkingham, rector de la Iglesia
Episcopal fue designado para ocupar funciones en la Iglesia
del Redentol'., situada en la zona este de Houston, en Tejas. Se
trataba de un barrio de bajos fondos, donde reinaba la mise-
ria. Era un conglomerado racial: vivían allí gente de color,
americanos de ascendencia mexicana y blancos de muy esca-
sos recursos. Seis congregaciones pertenecientes a distintas
confesiones se habían dado por vencidas, trasladándose a
otros barrios.
A ojos vista parecía que la Iglesia del Redentor iba a correr
la misma suerte. Hacía escasamente siete meses que había lle-
gado el reverendo Graham y para ese entonces la parroquia
había perdido setenta y cinco familias y consecuentemente
una tercera parte de sus entradas. La junta de la iglesia votó
para que sus puertas se abrieran solamente los domingos por
la mañana.
Empero, la tremenda necesidad de la comunidad abrumaba
el corazón del joven rector. Las ovejas se morían de hambre y
se extraviaban. ¿Quién les daría de. comer? ¿Y cómo?
Fue entonces cuando Graham se enteró de la obra que lleva-
ba a cabo David Wilkerson en los barrios bajos de Brooklyn.
La situación allí era mucho peor que en ese sector de Houston.
No obstante, allá las ovejas recibían alimento. Sucedían mila-
gros con los traficantes de drogas, las prostitutas y los adoles-
centes que se inyectaban droga directamente por vía endove-
nosa.
A mediados de agosto de ese año, se abrió una puerta que le
permitió a Graham pasar cuatro días con David Wilkerson.
Durante los tres primeros días de su estadía allí estuvo viendo
62 / EL AYUDADOR

las distintas facetas del trabajo de David en los barrios bajos


de Brooklyn. Pero, la tarde del cuarto día sorprendió a
Graham en la biblioteca colmada de libros de una vieja casona
con David y otras dos personas. De repente David se volvió a
Graham 'y le dijo: "Presiento que Dios tiene algo para ti.
Arrodíllate, quiero orar". El joven rector se arrodilló y los tres
hombres pusieron sus manos sobre· su cabeza.
Pero, dejemos que Graham nos cuente lo que ocurrió enton-
ces ...
De pronto toda conciencia de los que me rodeaban, de sus ora-
ciones, del cuarto y aun de mi mismo desapareció por la inmensa
presencia del poder de Dios ... Los mismos cimientos de mi alma
se estremecieron violentamente ... Aquellas oraciones pidiendo
por un ministerio poderoso están ahora siendo contestadas.
¡Ahora mismo! Dios mío, ¿es posible?
En un momento de oración expectante todas mis ansias de
amor fueron satisfechas y mi ser interior fue arrasado y barrido de
toda contaminación ... Incliné mi cabeza y todavía de rodillas,
lloré convulsivamente.
-Ahora podemos irnos, el Bautizador está aquí -dijo David a
sus amigos mientras salían del cuarto.
Algún tiempo después me puse de pie. Me sentía inundado por
una extraña sensaéión de alegría." El Bautizador había hecho su
obra y supe que a partir de ese momento contaría con la ayuda
del poder divino en mi ministerio. 2
Y así ocurrió. En los años que siguieron, la Iglesia del Re-
dentor volvió a abrir sus puertas y su corazón a la gente de ese
suburbio. Lo que ha ocurrido es una historia conmovedora. Yo
he estado allí y he visto esas áreas, que antes formaban los ba-
rrios bajos, transformadas ahora en una comunidad cristiana
florecienie al punto que es noticia por todo el mundo.
¡Fue el don del Espíritu, la dádiva del mismo Jesús que hizo
posible el cambio!

UNA LECTURA PROVECHOSA: Juan 7:34-39

LO QUE DICE EL ESPIRITU: ¡Cuán maravilloso es El!


¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero
que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia
INVITANDO A JESUS COMO EL BAUTIZADOR / 63

salvación, que dice a Sión: "Ya reina tu Dios!'_'


(lsaías 52:7 • B.J.)

ORACION: Te doy gracias porque ahora todos los maravi-


llosos dones del Padre te pertenecen para dámoslos a nos-
otros, tus hijos, incluso el más preciado de todos los dones,
el Espíritu mismo. ·
Ahora empiezo a ver que sin el Espíritu mi propia vida y
la vida de mi iglesia son tan inertes y sin vida como el
mismo barro. Te pido que me muestres cualquier cosa que
haya en mí que pueda obstaculizar el que reciba esta nue-
va vida. Limpia mi corazón, Señor y prepáralo para que
sea un lugar adecuado para que tú mores. Te lo pido con
gozosa expectativa. Amén.
5. DISPONIBLE Y
DISPUESTO A SERVIR
"... El que quiera ser superior debe servir. Yel que quiera
estar por encima de los demás debe ser esclavo de los demás
.... Porque aun yo, el Hijo del hombre, no estoy aquí para que
me sirvan, sino para servir a los demás ... "
(Marcos 10:43-45-P.N.T.)

Las apanc1ones de Jesús después de su resurrección in-


cluyen largas charlas con sus discípulos y asimismo algunas
órdenes explícitas: tenían que "esperar en Jerusalén" hasta
que el Espíritu viniera sobre sus vidas. ¿Cuál era el propósito
de esta espera? Que tuvieran la sabiduría del Espíritu , su
guía y poder para llegar a ser sus testigos comenzando en Jeru-
salén y posteriormente en <;írculos que se irían ampliando. 1
Cabe señalar que Jesús no dijo a sus discípulos ni tampoco a
nosotros que el don del Espíritu es para nuestro crecimiento o
desarrollo espiritual. Ni que tampoco es para libramos de
nuestro egoísmo o para que muera _nuestro yo. Ni asimismo es
para nuestra felicidad o gozo o euforia en una nueva forma
libre de confraternidad. Ni siquiera es para suplir nuestras ne-
cesidades.
Todos esos resultados serán el dividendo siempre y cuando
aceptemos la prioridad de Jesús, dando testimonio al mundo
que nos rodea (y que. ahora está bajo el dominio de Satanás), a
través de nuestro servicio por amor. En realidad, mientras
busquemos el bautismo del Espíritu y en nuestra mente nos

64
DISPONIBLE Y DISPUESTO A SERVIR I .65

consideremos primero a nosotros, a nuestro crecimiento espiri-


tual, a la paz de nuestra mente, para satisfacción personal, a
fin. de recibir respuesta a nuestras oraciones, entonces el
Espíritu siempre reservará una medida de Sí mismo.
El Espíritu Santo nunca vendrá a nosotros en su plenitud
hasta que veamos y demos asentimiento a su prioridad, a su.
pasión para el ministerio. ¿Estamos dispuestos a entregamos
a nosotros mismos a los otros? El no aceptará excusas en cuan-
to a nuestra incapacidad para hacer esto o aquello. El capaci-
tamos es algo que le incumbe a EL Para eso vino a nosotros.
Cabe preguntamos, entonces, si estamos listos para consti-
tuimos en su "sacrificio vivo" para llevar su amor a sus hijos
necesitados en cualquier lugar y en cualquier momento.
El Espíritu se ha valido de un fracaso mío en este punto
para enaeñarme cuánto significa para El nuestra seriedad res-
pecto del servicio. Una noche, hace poco más de dos años, me
encontraba sola en casa y por lo tanto había puesto llave a
todas las puertas. Cerca de la medianoche estaba lista para
apagar las luces e irme a la cama.
De pronto alguién llamó fuertemente en la puerta del frente.
Pregunté quién era a través de la puerta todavía cerrada. Me
contestó una persona de mi amistad, cuya hermana que vivía
en un pueblo cercano se estaba muriendo de cáncer.
Cuando esta visitante nocturna y yo nos pusimos a conver-
sar me enteré que había venido para pedirme que fuéramos en
coche esa misma noche para orar junto al lecho de su hermana
moribunda. Había algunas complicaciones, incluso el hecho
de que no le había llamado por teléfono a su cuñado para avi-
sarle sobre esa visita nocturna. Fue así que puse reparos y le
pregunté si podíamos ir a verla al otro día. Con renuencia mi
visitante aceptó y se marchó.
Pero a la mañana siguiente la enferma fue hospitalizada.
Cuando fui a visitarla al hospital, había caído en un estado de
coma profundo. No había nadie allí, ningún familiar, ni si-
quiera alguien del ·personal del hospital. Sin hacer ruido me
senté y oré por ella, pero podía sentir una sensación de anona-
damiento de decepción. Pocas horas después falleció.
Las preguntas se agolpaban en mi mente. ¿Y si hubiera ido
66 / EL AYUDADOR ·

la noche anterior? ¡Sólo Dios sabe lo que hubiera ocurrido!


Pero, al menos hubiera estado consciente. ¿Habría alguna pa-
labra importante que el Espíritu querría que ella escuchara?
Fue así que el Espíritu usó este incidente para darme una
lección. De modo tajante había puesto el dedo en la llaga:
"Careces de suficiente flexibilidad o disposición para obede-
cerme. Así que manejas el coche hasta otro pueblo en medio
de la noche. Te olvidas del sueño. Te olvidas de tu convenien-
cia. Y hasta pasas por alto ciertas comodidades según tú las
veas. Cuando te digo 've' yo seré quien se ocupe también de las
comodidades".
Al procurar indagar la forma en que el Espíritu trató algu-
nos personajes de renombre a principios de este siglo poco más
o menos, á saber: Dwight L. Moody, R. A. Torrey, C. l.
Scofield, J. Wilbur Chapman, A. B. Simpson, Billy Sunday,
comprobé que para ellos el énfasis estaba en "el don del Espí-
ritu Santo para el servi~io", o lo que ellos llamaban "servir
para alcanzar almas". Esto está en relación directa con las ór-
denes de Jesús de que seamos sus testigos en todo el mundo. 1
La afirmación que Moody hiciera es bastante representativa
de este grupo:
En cierto modo y hasta cierto punto, el Espíritu Santo mora en
cada creyente, pero hay otro don que podría ser llamado el don
del Espíritu Santo para el servicio. Según lo veo yo, este don es
totalmente distinto y nada tiene que ver con la conversión y la
certidumbre. Dios tiene muchos hijos que carecen de poder y la
razón es porque nQ tienen el don del Espíritu Santo para el servi-
cio ... No han buscado este don. 2
Qué lamentable sería que el movimiento del Espíritu en
nuestro tiempo fuera conocido ~ás por sus coros, el batir pal-
mas, manos elevadas hacia Dios y reuniones multitudinarias
en lugar de serlo por su servicio.
Dado que el Espíritu es la misma presencia de Jesús en
medio de nosotros, podemos contar con la seguridad de que en
nuestros días, como siempre, El seguirá ceñido con una toalla,
lavando nuestros pies, administrándonos con amor.
¿Nos consideramos mejores que nuestro Maestro?
La plenitud y el fluir del Espíritu no vendrá a nosotros
DISPONIBLE Y DISPUESTO A SERVIR I 67

mientras que no estemos dispuestos a decirle "sí", echar mano


a la toalla y una palangana y comenzar a servir.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Juan 13:3-17; 21:11-17.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: A los que necesitan ser redi-


midos. .
"Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas
vacilantes. Decid a los de corazón intranquilo: ¡Animo, no
temáis! Mirad que vuestro Dios viene vengador; es la re-
compensa de Dios, el vendrá y os salvará".
(lsaias 35:3, 4 - B.J .)

ORACION: Oh, Señor, ahora comprendo que mi experien-


cia contigo ni siquiera habrá comenzado hasta que me dis-
ponga a trabajar para ti. Todas las excusas y razonamien-
tos sobre mi incapaciad, de nada sirven: en realidad esto
sería como afirmar que tú eres incompetente para obrar a
través mío como quieres hacerlo una vez que yo me dispon-
ga a que lo hagas.
Por lo tanto, Señor, aquí me tienes. Sé que la mía es una
oración arriesgada porque te darás prisa en responderla,
pero, tómame, úsame.
¡Ahora lo comprendo! En, tanto que me confrontes con
esas tremendas necesidades y con aquellos con los cuales
tengo comunión íntima, será entonces cuando tendremos
demostraciones de tu poder que servirán para fortalecer
nuestra fe.
Cuando nos pruebas en una situación es cuando recibire-
mos los dones específicos del Espíritu que nos hacen falta.
Señor, tus caminos son increíbles y tú también lo eres, y
yo te amo. ¡Cuán grande eres, Señor! Yo te adoro. Amén.
6. ARREPENTIMIENTO Y
BAUTISMO:.
RESURRECCION A _µNA
NUEVA VIDA
"... Las palabras de Pedro los conmovieron tan profunda-
mente que dijeron a Pedro y a los demás apóstoles:
-Hermanos, ¿qué haremos?"

"Arrepentíos, volved las espaldas al pecado" respondió


Pedro, "regresad a Dios y bautizaos en el nombre de Jesucris-
to, si deseáis alcanzar el perdón de los pecados. Y recibiréis
también el don del Espíritu Santo".
(Hechos 2:37, 38 - P.N.T.)

Por unos momentos imaginemos que estamos oyendo a


Pedro mientras ~redica su primer sermón 1 luego de los sobre-
cogedores acontecimientos que tuvieran lugar el. día de Pente-
costés. Realmente nos costaría ·creerlo. Este hombre que daba
muestras de tanto aplomo, que se expresaba con tanta clari-
dad, ·vehemencia e intrepidez, · ¿sería realmente .Pedro? El
mismo fornido y rudo pescador que por lo general decía cosas
fuera de lugar y que actuó tan c;obardemente en las horas críti-
cas por las que pasó su Maestro. ¡Aquel que tambaleó ante
unas pocas preguntas de una simple criada!
Era el mismo Pedro, pero a la vez era un Pedro nuevo. El

68
ARREPENTIMIENTO Y BAUTISMO: I 69

que otrora fuera un hombre tímido e ineficiente ahora está cu-


bierto y lleno del Espíritu Santo. ¡Y con qué asombrosos resul-
tados! Cada palabra de su primer sermón da en el blanco y por
lo tanto convence y redarguye a sus oyentes de manera tal que
en ese mismo lugar tres mil de ellos llegan a ser seguidores de
Jesús.
En estos tiempos nos es necesario saber qué fue exactamen-
te lo que quiso decir Pedro cuando les predicó sobre la necesi-
dad que tenían de "arrepentirse". Se nos dice que esta palabra
significa "volverse" o "cambiar de modo de pensar". Pero,
¿cambiar de modo de pensar respecto de qué? Respectó de
nuestra estimación de la vida que hemos vivido hasta el pre-
sente. Pedro era el caso en cuestión y en él podemos vemos re-
flejados nosotros mismos. Anteriormente había· sido impulsi-
vo, enérgico y obstinado, talentos que resultaban obvios, sus
motivaciones eran buenas, tenía buenas intenciones. Sí, el for-
nido y áspero pescador amaba entrañablemente a su Maestro
y su deseo era ,agradarte.
Con todo, nada de eso era lo suficientemente bueno en sí. De
modo que este nuevo Pedro se había arrepentido de su vida
pasada y de sus esfuerzos para arreglar las cosas por su cuenta.
Es decir que consideraba a su viejo yo de antes de Pentecostés
como algo que no servía para nada. Después de todo, Pedro y
los otros ciento diecinueve congregados en el Aposento Alto
estaban pidiendo al Espíritu Santo que viniera y viviera en
ellos, y la santidad y la limpieza no pueden vivir en un lugar
acosado por el pecado.
Rees Howells, un. obrero en las minas de carbón de Gales
(1879-1950) a quien Dios llamó al ministerio de la oración in-
tercesora escribió respecto de su primer encuentro con el Espí-
ritu. Fue una experiencia tan real como lo había sido su en-
cuentro, tres años ante, con su Salvador .. ;
El me dijo: "Y el Salvador tiene un cuerpo, de modo que yo
habito en el templo purificado del creyente. Yo soy Dios y he ve-
nido para pedirte que me entregues tu cuerpo para que pueda
obrar a través de él . . ."

Hizo énfasis en el hecho de que nunca compQrtiría mi vida


70 I EL AYUDADOR

... pero había muchas cosas preciosas para mí y yo sabia que no


podía guardarme ninguna de ellas ...

El señaló cada parte de mi propia vida, y tuve que decidirme a


sangre fria. El nunca tomaría nada hasta que yo diera mi consen-
timiento ... No aceptaría de mi parte una rendición superficial.
2

El período de arrepentimiento fue tan real para Rees que


este proceso duró cinco días y muchísimas lágrimas y perdió
más de tres kilos y medio de peso.
El Espíritu puede señalamos a cualquiera de nosotros una
gran gama de pecado, ya sea resentimiento o la falta de per-
dón que alberguemos en el corázón pese a cuán justificable
pueda parecemos, desaveniencias, cualquier falta de honesti-
dad o infidelidad todavía ocultas, indulgencia, la forma en
que hacemos uso de nuestra voluntad y ciertamente cualquier
compromiso con lo oculto a pesar de lo inocente o distante que
pueda parecer. En estos pecados estaría incluido la adivina-
ción, el espiritismo, los horóscopos, el juego con las mesas
Ouija * o drogas que dejaron al descubierto el inconsciente a
poderes de espíritus y cualquier implicación con cultos dirigi-
dos por cualquier poder que no sea el de Jesucristo. Cualquie-
ra de esos pecados encubiertos necesitan ser confesados, segui-
dos por nuestra aceptación del perdón por parte de Dios y
nuestro renunciamiento a Satanás y a toda su obra.
En ocasiones puede darse que el Espíritu vaya al otro extre-
mo del espectro y señale algo aparentemente trivio diciendo:
C'Esto también debe irse". Es posible que nos resulte descon-
certante. ¿Se preocupará Dios de algo aparentemente banal?
La experiencia de otros cristianos a través de los años puede
ayudamos en esto. Sus el!}critos nos señalan que no hay peca-
dos que puedan considerarse sin importancia o triviales, por-
que todo pecado es un acto de rebelión contra Dios. Y el Espí-
ritu sabe que el arrepentimiento llega a ser real para nosotros
sólo cuando El lo indica muy específicamente.

(*) Es una superficie plana de madera, con el alfabeto y otros signos, em-
pleada para recibir mensajes espiritualistas respecto del futuro y cualquier
otro conocimiento oculto. El señalador (o puntero) es movido por los malos
espíritus. (N. del T.)
ARREPENTIMIENTO Y BAUTISMO: / 71

-Sin embargo, por cuanto el Espíritu es realista e insiste en


que seamos minuciosos, va mucho más allá que sacar a relucir
algunos pecadillos por aquí y por allá.
Una vez más vemos ilustrado esto en la experiencia de Rees
Howells. Luego que el Espíritu le indicara a Rees aquellas
cosas que debía desechar, entonces ...
Igual que Isaías, vi la santidad de Dios, y viéndolo a él, vi mi
propia naturaleza corrupta. Lo que vi no fue el pecado sino mi na-
turaleza, el yo ... eso que era el resultado de la caída .... 3
De modo que ¿cómo podemos nosotros tratar con algo tan
básico como la naturaleza caída con la que hemos nacido?
Por lo general queremos libramos nosotros mismos de nues-
tro egoísmo, cólera, carácter violento o cualquier otra cosa,
confesándola y arrepintiéndonos de nuestro pecado, esforzán-
donos y procurando líbramos de nuestros hábitos malos, con
la ayuda de Dios, lógicamente.
Pero ése no es el orden de la Escritura para nuestra libera-
ción. El problema es que nuestra naturaleza caída está obran-
do y esa naturaleza, aunque muy remendada, mejorada o dis-
ciplinada, no puede tener parte en el reino de Dios. 4
En este callejón sin salida la Escritura tiene buenas nuevas
para nosotros: ·
Comprendamos bien esto: que nuestro hombre viejo fue crucifi-
cado junto con Cristo. 6
Y asimismo:
¿O es que ignoráis que cuando fuimos sumergidos por el bautis-
mo en Cristo Jesús, fue en su muerte donde fuimos sumergidos?8
En la cruz Dios borró toda la primitiva creación que se res-
quebrajó en el Edén. La noticia trascendental del Evangelio
no es solamente que Jesús murió en aquella cruz, sino· que
usted y yo y nuestra naturaleza arruinada también murieron
con El.
Veamos una ilustración sencilla de esto: ... Si yo pongo
entre las páginas de un libro un billete, supongamos que de un
dólar, y después quemo el libro, el billete y el libro son devora-
dos por el fuego. De la misma manera, cada uno de nosotros,
los seres humanos, juntamente con todos aquellos pecados que
72 / EL AYUDADOR
-
pudimos cometer durante nuestra vida, junto con nuestra ca-·
pacidad para pecar, nuestro viejo hombre, murieron en esa
cruz.
¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque Dios lo dice. así.
Esta gran verdad se puede apreciar en todo el Nuevo Testa-
mento. Además de los pasajes arriba señalados, veamos algu-
nas declaraciones posteriores con las cuales podemos satisfa-
cer nuestro intelecto y corazón: Gálatas 2:20; Colosenses 3:3; 2
Timoteo 2:11.
Pero eso no es todo, así como yo estaba "en" Cristo en su
cruz, de la misma manera yo resucité con El, 7 he tenido entra-
da en los lugares celestiales juntamente con El, y ahora estoy
completo, sólo en El.8
Por lo tanto, esto significa que Dios no nos permitirá (estan-
do muertos, siendo difuntos), que tengamos ninguna experien-
cia cristiana en nuestra vieja naturaleza camal, nada separa-
dos de Jesús. Dios no va a dejar caer sobre nuestro regazo el
desinterés o una disposición amorosa o cualquier otra virtud,
como si se tratara de un paquete de mercancías.
En lugar de eso me ha prometido la vida de resurrección de
Jesús. Por lo tanto serán el desinterés de Jesús y su paciencia y
su amor los que se manifestarán en mi vida y no algo mío.
De modo que, cuando dejo de lado los agotadores esfuerzos
míos para mejorar y me decido a confiar en la vida de resurrec-
ción de Jesús, fresca y estimulante en mí, para mi asombro,
me encuentro que estoy pisando tierra firme.
Es posible que se haya preguntado alguna vez respecto del
significado de los bautismos de creyentes adultos, que se reali-
zan y· sea en alguna piscina de casas de familia, a orillas del
mar o de un río. Muchos de los que se bautizan son personas
que fueron bautizadas en su niñez y ahora que el Espíritu les
ha revelado lo que realmente significa el bautismo en la muer-
te de Jesús, anhelan experimentar el dejar su viejo yo sepulta-
do bajo las aguas y el gozo de levantarse a una nuéva vida en el
Espíritu.
¡Quién, sino nuestro amante Padre celestial podía haber
pensado en algo así!
ARREPENTIMIENTO Y BAUTISMO: I 73

UNA LECTURA PROVECHOSA: Hechos 8:25-40

LO QUE DICE EL ESPIRITU: El nunca nos condena.


"Por lo tanto, ya no hay condenación para aquellos que
viven unidos a Cristo Jesús".
(Romanos 8:1- N.A.)

ORACION: Señor Jesús, necesito que mi casa sea limpia


interiormente. Me hace fa/ta valor para pedírtelo: hazme
recordar cualquier cosa que necesite confesarte. Quiero li-
brarme de todos los escombros. Especialmente de mi re-
sentimiento contra y mi obstinada falta de
disposición para amar a Todo esto que es
negativo te lo entrego a ti. Tómalo, Señor.
· Cuán agradecido estoy porque mi naturaleza caída no es
un estorbo; también eso· fue clavado en tu cruz. Pero,
Señor, esto todavía no es real para mí. Le pido al Espíritu
que me conceda una revelación personal de esta gran ver-
dad para que se 'haga una realidad en mí.
Ahora enséñame cómo reclamar mi nueva vida en ti,
Señor Jesús, y cómo caminar hora a hora en esa dimensión
nueva y fresca. ¡Te agradezco por esta sensación de sus-
penso! Amén.
7. LA ACEPTACION DE LA
GRACIA DE DIOS
"El viento sopla por donde quiere; oyes el ruido que hace,·
pero no.sabes de dónde viene, ni a dónde va. Así también son
todos los que nacen del Espíritu".
(Juan 3:8- V.P.)

Hemos visto que tenemos que dar pasos definidos si es que


anhelamos recibir el bautismo en el Espíritu. Debe haber en
nosotros una sed cuyo resultado es pedirle al mismo Jesús, en
forma específica, por este don. Es necesario que haya arrepen-
timiento, perdón y una ruptura por nuestra parte con la vida
pasada. Nuestra voluntad debe estar dispuesta a obedecer y
debemos sentir no solamente el deseo, sino también tener in-
terés en utilizar nuestra vida, (sin tener en cuenta cuál sea
nuestra profesión o vocación), para administrarla a otros.
A eso debe añadirse otra estipulación y es que en ninguna
manera podemos recibir el Espíritu sin fe. Porque nada qué
ninguno de nosotros podamos hacer o dejar de hacer puede ga-
narnos éste o cualquiera de los dones del cielo. Siempre son
concedidos exclusivamente por gracia, que no es nada más ni
nada menos que el favor inmerecido por nosotros, de un Padre
que nos ama.1
Empero, una vez que reconocemos cuán indignos somos de
pedir al ~spíritu que venga y more dentro de nosotros, entona
ces ¿sobre qué bases podemos dar con la fe para pedir y recibir
este Don de dones? fs gratificante. saber que aquí las bases

74
LA ACEPTACION DE LA GRACIA DE DIOS/ 75

para la fe no tienen nada que ver con nosotros y sí todo con el


Señor Jesús. La Escritura lo señala claramente: el descenso
del Espíritu el día de Pentecostés, (y desde ese día en adelan-
te), es el resultado de la· exaltación, glorificación y coronación
de Jesús en el cielo. 2
Watchman Nee, destacado expositor bíblico, lo expresó de
manera concisa: "El Espíritu ·santo no ha venido sobre usted
o sobre mí para demostrar nuestra grandeza, sino para probar
la grandeza del Hijo de Dios". 3
En otras palabras, el derramamiento del Espíritu es la evi-
dencia terrena y una demostración de lo que sucedió luego de
la ascensión de Jesús: no solamente de la magnificencia de su
coronación. en el cielo, sino del verdadero poder real de su coro-
nación. Pablo trata de encontrar palabras para describir
esto, y lo hace de este modo:
Este poder es el mismo que Dios mostró con tanta potencia y
fuerza cuando resucitó de la muerte a Cristo y lo hizo sentar a su
derecha en los cielos, poniendolo por encima de todos los poderes,
autoridades, dominios y señoríos que están en el cielo, y sobre
todo lo que puede mencionarse . . .4
Entonces, puesto que el poder de Cristo nos sería transmiti-
do a través del Espíritu, es el don de nuestro Señor triunfante
para nosotros, y por lo tanto ¡qué trágico sería que alguno de
nosotros fracasara en apropiarse de él!
Una vez que comprendí esto, después de haber pasado aquel
verano de 1944 estudiando lo que la Escritura nos dice sobre el
tema, reconocí cuán imposible sería mi andar cristiano sin el
Ayudador. También vi que aun en los relatos de Los Hechos
había una vasta diversidad en lo concerniente a la manera en
que distintas personas recibían el Espíritu. Algunas veces
venía a través de la imposición de manos o después del sacra-
mento del bautismo, otras veces no. Ciertas personas recibían
el don de lenguas en el momento de su bautismo en el Espíritu
y otros no. Era obvio que el Espíritu no puede ser encasillado,
predicho, o manipulado y que es mejor que procuremos no
hacerlo. Jesús le dio a Nicodemo la perfecta analogía: ¿quién
puede predecir o controlar el viento?
Por lo tanto, puesto que en ese entonces yo no tenía ningún
76 / EL AYUDADOR

grupo que me impusiera las manos, muy silenciosamente y sin


dramatismo, pedí por el don del Espíritu. El medio ambiente
que me circundaba era mi dormitorio y no había nadie conmi-
go. Sabía también que cuando aceptamos un don ·del cielo
como ése y actuamos con tanta calma en el momento, no po-
.demos exigir pruebas instantáneas para demostrar que el
Señor nos ha escuchado y contestado. Eso sería caminar con
vista y no por fe.
Con todo, siendo una persona práctica, no podía evitar el
preguntarme cuánto tiempo duraría este período de fe ciega.
¿Qué habría relilpecto de la promesa que Jesús hiciera la víspe-
ra de su glorificación, en el amanecer de la era del Ayudador,
de que se nos manifestaría a sí mismo a nosotros? 6
No es soprendente que Jesús hubiera prometido revelarse a
sí mismo a nosotros en esta nueva dispensación. Después de
todo, el Espíritu es una Persona cuya obra es señalar y revelar
a Jesús. Y yo me recordé a mí misma que cualquier persona
que viva con nosotros, inevitablemente se nos revelaría por sus
rasgos personales, sus caminos, obras y palabras.
Al indagar la experiencia que otros cristiano tuvieron al res-
pecto, (personas como Dwight L. Moody, Charles G. Finney,
R. A. Torrey, John Wesley, Sammy Morris (el mucha~hito
africano), Evan Roberts, A. B. Simpson, Watchman Nee y
muchos otros contemporáneos nuestros, supe que habían teni-
do manifestaciones de la presencia del Espíritu tal como sen-
saciones semejantes a una descarga eléctrica, ondas de amor
líquido que se mueven a través de su cuerpo, sensación de gozo
incontenible, hablar en un lenguaje celestial, mientras que
otros no. ·
La Escritura muestra con toda claridad que el Ayudador no
se complace en exhibirse espectacularmente. Después de todo,
ninguna trompeta anuncia la iridiscente aurora :rosa-grisácea.
Ningún clarín pregona que se ha abierto el capullo de una
rosa. DiÓs no habla en el trueno o en el vendaval sino más bien
lo hace con. un "silbo apacible y delicado tono".
Por lo tanto, yo sabía que aunque no debía negar su validez,
era necesario que me cuid~ra de exigir una experiencia dema~
siado emocional o dr~mática como prueba inicial de mi bau-
LA ACEPTAC/ON DE LA GRACIA DE DIOS / 77

tismo en el Espíritu. A nuestro triunfante Señor no le hace fal-


ta probar nada. Sj Jesús quería concederme alguna evidencia
dramática, bien. Pero yo iba a esperar por su momento en
cualquier manifestación concerniente a la presencia del Ayu-
dador.
El primer día no hubo ninguna evidencia. No experimenté
ondas de amor líquido o gozo extático. Sin embargo, a los
pocos días, silenciosamente, pero con seguridad, el Huésped
celestial hizo sentir su presencia en mi corazón. Empezó por
hablarme en los. ratos libres durante el día. Algunas veces
cuando abría mi boca para hablar dentro de mí podía sentir
un llamado de atención. Pronto aprendí que el Espíritu procu-
raba evitar que hablara de manera descuidada o que criticara
o que hablara por demás. Tampoco toleraba palabras dichas
con sarcasmo o carentes de fe, ni palabras que expresaran
duda o temor.
De modo que día a día fui experimentando la evidencia: yo
le había pedido al Ayudador que viniera a mi vida y se hiciera
oargo, y había hecho exactamente eso.
Esta evidencia iba en ascenso. Después el Ayudador buscó
guiarme aun en las pequeñas decisiones· de la vida a fin de
allanarme el camino o ahorrarme tiempo y esfuerzos inútiles.
También me dí cuenta, como muchos otros, de que la manifes-
tación de su presencia en la cual el Espíritu pone mayor valor
es el poder ser testigo eficaz de Jesús ante otras personas.
. Luego penetró en mi vida de oración y comenzó a dirigirla.
Llegó a ser el agente creador principal en mis escritos. En los
meses que siguieron, y ciertamente en los años que se han su-
cedido desde entonces, metódicamente iba controlando cada
área de mi vida, salud, t¡.nanzas, ambiciones, reputación.
Pronto comprendí que el bautismo del Espíritu Santo no era
una experiencia de un día, sino más bien un proceso que conti-
nuaría a través de toda mi vida. Es verdad que hubo una ple-
nitud inicial. Pero, sabía muy bien que con eso no me había
encumbrado a la santidad instantánea. En mi naturaleza hu-
mana el yo seguía infiltrándose de modo que necesitaba un
reiterado rellenarme si alguna vez iba a llegar a ser la persona
madura que Dios quería que fuera.
78 I EL AYUDADOR

Pero eso no es todo. Descubrí también que los dones espe-


ciales del Espírítu, juntamente con los frutos de su presencia,
su carácter dentro de nosotros, son también una maravillosa y
genuina evidencia de su presencia.
¿Y las manifestaciones dramáticas? Algunas vendrían des-
pués. Otras· aún no las he experimentado. Sin embargo en
aquel mes de setiembre vendría la coronación de todo, la pre-
sencia del Señor resucitado, el cumplimiento literal de su pro-
mesa: "y yo lo amaré también y me revelaré a El''. 6

UNA LECTURA PROVECHOSA: Juan 3:1-21.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: La buena voluntad de nues-


tro Padre para nosotros.
"¿Qué padre si el hijo le pide pan le dará una piedra?
¿Qué padre si el hijo le pide pescado le dará una serpien-
te?"

"Y si los pecadores dan a súB hijos lo que necesitan, ¿no


creéis que el Padre celestial hará por lo menos eso y dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan?"
(Lucas 11:11-13 - P.N.T.)

ORACION: Señor, he aceptado el desafío de tu gran pro-


mesa. Te he pedido el don del Ayudador. Le he dado la
bienvenida para que entre en mi corazón y lo posea. De
modo que ahora, por fe, acepto tu segura promesa de que lo
has hecho y de que he recibido el Ayudador.
Ahora aguardo pacientemente esas dádivas de la presen-
cia del Ayudador en que me revelarán que El está no sola-
mente conmigo sino en mí.
Ayúdame también para que nunca caiga en la trampa de
pensar en el Ayudador como si se tratara de un siervo que
está a mi disposición, sino más bien te pido que obres en
mí la disposición para ser tu siervo, Señor, para que tu
obra se haga a través de mí.. Solamente entonces conoceré
la plenitud de la presencia del Ayudador. Lo pido en tupo-
deroso nombre. A¡mén. ·
TERCERA PARTE
COMO EL
AYUDADOR
SATISFACE MIS
NECESIDADES
DIARIAS
1. ME AHORRA TIEMPO
"... ahora la luz del Señor brilla en vuestras vidas y debe
notarse en vuestra conducta ... Por lo tanto, lo adecuado es
que tratéis siempre de saber qué es lo que agrada al Señor".
(Efesios 5:8, 10- P.N.T.)

La mayoría de las veces nos sentimos inclinados a pensar


que Dios es Alguien que se preocupa solamente por nuestro
bien espiritual y que está ajeno a las cosas de nuestro diario
vivir como podría ser la manera en que empleamos las horas
del día. Nos sentimos inclinados a hacer caso omiso de las sua-
ves llamadas de atención que nos hace el Espíritu, porque nos
figuramos que aquello que Dios desea para nuestro "bien" es
algo tan placentero como lo sería el aceite de ricino.
Sin embargo es todo lo contrario, aunque solamente llegare-
mos a experimentarlo mediante el diario andar en el Espíritu.
El se preocupa de nuestra salud y crecimiento espiritual; pero
asimismo está atento a lo que es de importancia y práctico en
el presente para nosotros. Veremos que es para nuestro bien el
que seamos sensibles a la amorosa dirección del Espíritu. El
nos brinda su ayuda de distintas maneras; puede ser a través
de nuestros impulsos, inspiración, inquietud ... obstáculos.
Todos hemos experimentado esas cosas.
Con frecuencia han sido parte de mi experiencia. Una tarde
Peter, mi esposo, y yo, teníamos pensado ir a una función. La
velada fue un fiasco en todo sentido. Era tanta la gente que
estaba formando fila. para entrar al teatro, que ni siquiera pu-

81
82 I EL AYUDADOR

dimos aproximamos. Después, al llegar hasta cierto almacén


al que queríamos ir, ya había cerrado.
Una vez en casa, al ver que nada nos había salido como pen-
sábamos, Peter y yo intercambiamos impresiones y nos encon-
tramos con que muy temprano ese día los dos habíamos tenido
una fuerte sensación interior de que no debíamos salir.· Pero
ninguno de los dos habíamos dicho nada para no decepcionar
al otro, especialmente considerando que no teníamos ninguna
razón que dar fuera del impulso interior. Esa noche aprendi-
mos una importánte lección sobre el deseo del Espíritu de evi-
tamos frustraciones y pérdida de. tiempo.
Agnes Sanford, una escritora muy conocida entre los lecto-
res de habla inglesa, mencionó una experiencia similar a la
nuestra. Señaló que tenía que cumplir un compromiso muy
importante en la ciudad de Richmond, en Virginia. Varias
horas antes del momento fijado para la partida sintió, de
manera muy precisa, que el Espíritu la estaba deteniendo.
Pero, ~r cuanto su compromiso era atender algo relativo a la
obra del Señor y considerando que no podía ver una razón
para esta detención, la pasó por alto y se puso en camino.
Antes que el tren llegara a Richmond, tuvieron que detener-
se; el tren que les precedía había descarrilado. El tren se detu-
vo a tiempo pero los pasaJeros se vieron obligados a pasar toda
la noche esperando a que despejaran las vías. "Luego" , señaló
Agnes, "me di cuenta que la voz interior había intentado
advertirme acerca de esto".
Nos hace falta ejercitar a diario el atender a la voz del Espí-
ritu. Puesto que no todos los deseos interiores o aun las voces
que oímos son de Dios, en su magnanimidad El nos ha dado
un buen número de maneras para verificar esa guía interior.
Es importante tener presente que la voz interior nunca nos
pedirá que hagamos algo que pueda resultar sospechoso, des-
honesto, impuro, algo que no esté motivado por el amor o que
pueda lesionar a otros. Tampoco nunca 'nos dirá nada que no
esté _de acuerdo con las Escrituras porque Dios no se contradi-
ce a sí mismo.
Igualmente, con tanta frecuencia como nos sea posible, de-
bemos comparar esta guía con la de otros creyentes. Y algo
ME AHORRA TIEMPO / 83

más: uno de los dones especiales del Ayudador es el discerni-


miento de espíritus. El ha prometido que en cada comunidad
cristiana constituída por El habrá uno o más individuos a los
que habrá dado ese don tan necesario para beneficio de todos
los de la comunidad. 1
Sin embargo aprendí que en las cosas diarias de la vida,
cuando no había tiempo para esta verificación tan exhaustiva
y cuando la guía interior obviamente no transgredía ninguna
de las amorosas leyes de Dios o lesionaba a otro, era importan-
te obedecer y así ir experimentando; De este modo aprendí a
~onocer la voz del Espíritu.
Nada fortalecerá tanto nuestra fe y nos convencerá del tier-
no amor de Dios y su preocupación, aun por las cosas triviales
de nuestra vida, como este diario andar en el Espíritu.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Hechos .10:17-24; 27:1-3,


9-11.

i..O QUE DICE EL ESPIRITU: Los problemas se transforma-


rán en caminos reales.
"Convertiri todos los montes en caminos, y mis calzadas
serán levantadas".
(lsaias 49:11- B.J.)

o
ORACION: Señor Jesús, con frecuencia ignoro paso por
alto esas fuertes sensaciones interiores que me proporciona
el Espíritu. Cambia aquello que denote falta de confianza
en ti, Señor. Dame tu propia confianza en el amor y la in-
mutable buena voluntad del Padre.
Lo que sea obstinación en mí, cámbialo también, Señor.
Nada puede ser más necio que pensar que yo entiendo las
cOBas mejor que tú. Ayúdame en este día, pese a cuán ocu-
pado pueda estar, para escuchar y obedecer. Amén.
2. GUIA MIS ACCIONES
". . . dijo el Espíritu Santo: 'Separadme a Bernabé y a
Saulo, para la obra a que los tengo destinados' ".

"Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Se-


leucia ".
(Hech0813:2, 4 - V.E.)

El medio ambiente donde Bemabé y Saulo (Pablo), recibie-


ron el mensaje especial que el Espíritu tenía. para ellos, fue la
primera iglesia cristiana de Antioquia. La ciudad era una de
las más corruptas en todo el Imperio Romano en una época en
que abundaban la corrupción, pobreza, y pecados notorios.
Hacía solamente un año que Pablo y Bemabé ministraban
juntos allí en Antioquía. En esa gran ciudad pagana, la obra
parecía una débil y vacilante luz. Sin embargo allí estaba la
.guía del Espíritu dirigiendo a la iglesia, pequeña y recién naci-
da, para que entregara a dos de sus principales dirigentes.
Es muy probable que la reacción propia de los miembros de
aquella comunidad hubiera sido más o menos ésta: "Recién ha
comenzado la obra de Pablo y Bemabé aquí. ¿Cómo nos va-
mos a arreglar sin ellos? Y además ¿no sería mejor enviar ajó-
venes que recién se han iniciado a fin de que se formen en vez
de mandar a nuestros dirigentes más capacitados?"
Sin embargo no fue ésa la reacción de la comunidad de
Antioquía.'Ellos ayunaron y oraron y preguntaron al Espíritu:
"¿Habremos oído bien?" Una vez que les fue confirmado que

84
GUIA MIS ACCIONES I 85

sí, impusieron las manos sobre Bemabé y Pablo y los enviaron


con su bendición. 1 Confiaban que el Espíritu se ocuparía de
los· suyos en Antioquía y de su iglesia que todavía luchaba por
afianzarse en aquel lugar.
Por experiencia propia y por la de muchos otros, sé que la
guía del Espíritu es tan real en nuestro siglo como lo fue en los
días de Pablo. Mientras me encontraba cursando estudios ter~
ciarios asistía a la Iglesia Presbiteriana Westminster en Atlan-
ta, donde Peter Marshall ejercía su pastorado. Allí fue donde
por primera vez le escuché referirse a esta misma clase de guía
en ·su propia vida ....
Peter había nacido en Coatbridge, un pueblo industrial de
Escocia, y a los veintiún años había sentido el llamado de Dios
en su vida. Su "palmada en el hombro" la había recibido una
noche en la Iglesia Nacional Escocesa de la calle Buchanan,
después que la Sociedad Misionera de Londres hiciera un lla-
mado pidiendo voluntarios.
En ese entonces Peter pensó que el "Jefe" (así era como le
gustaba llamar a Dios, el Padre) lo estaba llamando a China.
Tan pronto como los sucesos ocurrieron todas las puertas que
lo habrían podido dirigir a China se cerraron una trás otra.
Parecía que Dios tenía un plan completamente diferente para
Peter.
En ese momento crítico Jim Broadbent, su primo, se sintió
guiado a proponerle que emigraran a los Estados Unidos para
dedicarse al ministerio. El joven escocés se había -~ostrado
tozudamente resistente a la sugerencia de su primo aunque sí
había convenido en orar.
Habían transcurrido tres semanas y Peter todavía no tenía
una respuesta concreta. Pero, un domingo por la tarde, mien-
tras andaba por un sendero de rododendros, allá en Sholto
Douglas Estate, el Jefe le dio las órdenes de marcha.
"Me encontraba caminando por ese sendero, buscando una
salida para la decisión que tenía frente a mí", diría más tarde,
"cuando de pronto lo supe". La respuesta fue una inequívoca
y fuerte convicción interior de que Dios me quería en los Esta-
dos Unidos de América.
Fue así como el 5 de abril de 1927 Peter Marshall llegó a la
86 / EL AYUDADOR

oficina de inmigración en las islas Ellis; de allí pasó a Eliza-


beth, en Nueva Jersey; luego, de manera admirable, al sur, a
Birmingham, en Alabama, al Seminario Teológico Columbia
en Georgia y de allí, años después, a la capital de la nación,
donde llegaría a ser el vocero más importante del Señor.
-Mi elección era ir a la China, -nosotros, los estudiantes
de nivel universitario terciario le oímos decir aquel día en
Atlante,- sin embargo, el Espíritu Santo tenía otros planes.
Si Dios va a usamos como sus manos, sus pies y su voz, le es
tan necesario guiamos tanto geográficamente como de otras
maneras. A Dios sí le importa dónde nos encontramos en un
determinado momento.
Sin embargo, el Espíritu no puede guiamos mientras insis-
tamos en encontrar nuestra propia senda. Es como si buscára-
mos a tientas en la oscuridad y alguien nos ofreciera una lin-
terna para alumbramos el camino, pero la rechazamos prefi-
riendo tropezar en tanto encendemos un fósforo tras otro.
En vez de eso, lo primero que tenemos que hacer es pedir la
guía del Espíritu y luego, por un acto de nuestra voluntad
colocar aquellas situaciones de nuestra vida y futuro en sus
manos y confiar que El nos hará llegar sus órdenes para nos-
otros.
Segundo, el tratar de controlar todo nosotros mismos; bus-
cando recomendaciones y portazos, dando portazos como
hacen los que no saben nada de la guía de Dios, es algo que no
tiene lugar en la vida guiada por el Espíritu. Una manipula-
ción de esta clase dificulta la obra del Espíritu a nuestro favor.
Por experiencia estoy en condiciones de afirmar que al per-
mitir al EIJpíritu que guíe nuestra vida es una manera estimu-
lante, plena, de vivir. Sus planes para cada uno de nosotros
son sorprendentemente superiores a cualquiera que podamos
imaginamos.
UNA LECTURA PROVECHOSA: Hechos 8:26-40.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Fórmula para una vida que


merece vivirse.
"Humíllense delante del Señor, y él los pondrá en alto".
(Santiago4:10-V.P.)
GUIA MIS ACCIONES/ 87

ORACION: Querido Señor, me resulta casi imposible


comprender mi propia resistencia para quitar mis manos y
-dejar que tú te ocupes de mis cosas. ¡De hecho pienso que
tú, el Soberano, Omnipotente Dios no puedes hacer nada
sin mi ayuda! Señor, perdóname por semejante presun-
ción.
Sin embargo, algunas veces me resulta mucho más difí-
cil esperar eri ti cuando me ordenas que no haga otra cosa
más que confiar e,i ti, por cuanto hacer algo equivaldría a
correr adelante de ti procurando arreglar las cosas por mí
mismo. Necesito tu ayuda. Te pido paciencia. Pero sobre
todo te ruego que me des fe para creer que mi futuro es im-
portante para ti.
Te doy gracias porque mu momentos están en tus amo-
rosas manos. Amén.
3. MEPROTEGE
"Pero el que me escucha vivirá seguro, tranquilo, sin temor
a la desgracia".

"El es e_l Dios que nos salva y nos hace escq.par de·la muer-
te".
(Proverbios 1:33 - B.J.; Salmo68:20 - A.A.)

Si estuviéramos dispuestos a aceptar la ayuda del Espíritu y


a escuchar su voz, muchos de los males, dificultades y acci-
dentes que nos ocurren, podrían evitarse. Creo que esto consti-
tuye una respuesta muy importante a la pregunta que la gente
se formula tan a menudo: ¿Cómo es posible que un Dios de
amor permita que ocurran tales cosas y semejantes calamida-
des?
Con el correr de los años he escuchado tantos incidentes ver-
daderos de como se han librado de la muerte al seguir las ins-
trucciones del Espíritu, que me resulta difícil escoger uno
entre todos. Estos incidentes tienen todos, sin excepción, un
denominador común: alguien en un momento crucial pudo es-
cuchar la suave voz interior del Espíritu y al disponerse a obe-
decer, escapó de una muerte segura.
Una noche, mientras cenábamos en un restaurante en la
ciudad de Nueva York, una amiga me contó su experiencia
... Hacía ya algunos años ella y dos sobrinos de corta edad-se
encontraban a bordo de un aeroplano en el aeropuerto de Orly,
en París, aguardando a que partiera para Londres. "Mientras

88
ME PROTEGE/ 89

estaba sentada esperando", me había comentado mi amiga,


"repentinamente esa clara y autoritaria Voz me dijo que
tomara a mis sobrinos y cancelara el viaje enseguida. No re-
cibí ninguna explicación pero obedecí y hasta conseguí que
bajaran el equipaje del avión". Mi amiga, haciendo una pausa
me había mirado directamente a los ojos. "El avión se estrelló.
Todos los que iban a bordo perecieron".
"Qué historia tan tremenda!" le había dicho entonces.
"¡Cuánto valor debes haber necesitado!" fueron mis palabras.
Claro, usted como yo, sin duda se preguntará ¿y los otros
pasajeros? Hay una cosa segura y es que Dios no hace acepción
de personas. Amaba a los otros pasajeros tanto como amaba a
mi amiga y a sus sobrinos. ¿Habría procurado el Espíritu hace
llegar su mensaje a través de uno o más mecánicos? ¿O tal vez
al piloto? ¿A alguien del pasaje? Es indudable que sí. Si bien
no tenemos una respuesta definitiva en cuanto a esto, es nece-
sario meditar sobre la importante influencia recíproca entre el
libre albedrío del hombre y la misión del Espíritu de guiamos
y protegemos.
Otra persona de mi amistad, el rev~rendo Joseph Bishop, de
Rye, Nueva York me contó lo siguiente ... Durante años él
había ayudado y servido a Ruth, una joven de su congregación
que estaba afectada de parálisis cerebral desde su nacimiento.
Ruth podía moverse solamente con la ayuda de una silla de
ruedas ingeni~mente motorizada y equipada, que le había
construido su padre. Aunque inválida, Ruth era dueña de una
mente brillante. Con el constante amor y aliento de su familia
y de su pastor se había graduado en.la Universidad de Drew.
Por algunos años Ruth estuvo ayudando en la Guardería
que la iglesia mantenía abierta durante la semana. Pero su
deseo más grande era tener un trabajo rentable que le permi-
tiera ganarse su propio lugar en el mundo. En el caso de Ruth,
por cuanto hasta tenía dificultades para alimentarse por sí
sola, su sueño parecía irrealizable.
Un día, ya bien avanzada la tarde, Joe se había retirado de
la oficina en la iglesia y caminaba hacia su hogar. Al llegar al
umbral de su casa el Espíritu le habló. Fue "un mandato, algo
perentorio. Tenía que ir a ver a Ruth. Esta visita no estaba en
90 I EL AYUDADOR

mis planes''; Con todo caminó tan rápido como pudo hasta
allá. ·
Joe entró por la puerta lateral y llamó a Ruth. La encontró
en un cuarto en la parte de atrás de la casa. Estaba sola y llo-
raba. Una fuerta depresión se había adueñado de ella y pensa-
ba suicidarse esa tarde. Ni Ruth ni Joe podían salir de su
asombro. Se sentían anonadados al comprender el gran amor
de Dios y su preocupación. Lo que en un momento pudo con-
vertirse en una tragedia había culminado en un canto de ala-
banza.
Ruth ingresó en la Universidad de Illinois y allí obtuvo su
doctorado en Filosofía. Ahora trabaja en un hospital estatal en
Iowa. Eso no es todo, empero. Dios le proveyó en Francié una
devota compañera para atenderla. Francis, cuya capacidad
mental es muy limitada necesitaba de alguien con una mente
sutil como la de Ruth en tanto que ésta, a su vez, tenía necesi-
dad de los fuertes brazos y piernas de Francis.
Esos hechos verídicos nos muestran cómo la subsistencia
puede depender de que recibamos en nuestros corazones al
Espíritu. En el preciso momento en que experimentamos el
nuevo nacimiento recibimos oídos en nuestro espíritu (una
suerte de radio receptor) que nos capacita para escuchar su
voz. Pero parecería que este radio receptor tuviera conexiones
deficientes y sus mensajes nos llegaran en forma interrumpida
debido a las corrientes parasitarias y al aire sin circulación,
hasta después ~e estar llenos del Espíritu.
Cada uno de nosotros necesitamos practicar diariamente
tanto el oír la voz del Espíritu como el obedecerla. Sólo enton-
ces estaremos capacitados para oír lo que tiene que decimos
en los momentos cruciales.
UNA LECTURA PROVECHOSA: Hechos 16:6, 7;. 22:17-21.

LO QUE DICE EL ESPIRITU:· En los momentos difíciles el


Señor está presto para libramos y brindamos su ayuda.
"Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, si por los ríos,
no te anegarán. Si andas por el fuego, no te quemará, ni la
llama prenderá en ti". ·
(lsaias 43:2 - B.J.)
ME PROTEGE I 91

ORACION: Amado Dios, tú eres mi Padre y yo soy tu hijo.


Coloco mis manos en las tuyas y te agradezco por cuanto tu
voluntad es guardarme seguro hasta tanto concluya mi
obra aquí. Gracias por tu tierna solicitud que me hablará a
través del Espíritu Santo. Quiero aprender a escuchar y ser
obediente. Abre los oídos de mi espíritu. Hazme recordar
muchas veces por día que necesito oír. Y, oh Señor, dame
un corazón obediente. L-o ruego en el nombre de Jesús.
Amén.
4. MEACOMPA~AENCADA
CIRCUNSTANCIA
"De la misma manera el Espíritu nos ayuda en nuestra de-
bilidad".
(Romanos 8:26 - V.P.)

La palabra griega Paráclito puede traducirse literalmente


como "uno que está a mano", o "uno a nuestro lado", ... "al
lado para ayudar", ... "uno en quien se puede confiar en cual-
quier emergencia".
La concisa declaración de Jesús respecto de los apuros por
los que nos toca atravesar, nos dicen claraml!nte por qué nos
hace tanta falta el Espíritu como nuestro Ayudador:
"Separado de mí nadie puede hacer nada" .1
En realidad, cuando los hombres, rios sentimos más capaci-
tados ~ra manejar nosotros mismos nuestra vida, es cuando
más necesitamos la ayuda de Jesús a través del Espíritu. Esto
no es tampoco una mera necesidad espiritual sino que es una
asistencia práctica que el Ayudador anhela brindamos cada
día.
Recuerdo la vez en que quería sacar de una revista el molde
de una hermosa cortina en forma de reloj de arena, que pensa-
ba hac~r para la puerta de la cocina. El molde a simple viiita
parecía fácil, pero trabajé en vano.· Estuve dando vueltas y
más vueltas a la tela por espacio de tres horas. Mi frustración,

92
ME ACOMPA!vA EN CADA CIRCUNSTANCIA I 93

contrariedad e irritación crecían con cada minuto que pasaba.


_Sintiéndome desafiada por mi fracaso, llamé por teléfono a
una amiga y me enteré de que ella tampoco había logrado
sacar el molde. Por último decidí dejar de lado el proyecto y
me puse a hacer otros menesteres.
Fue entonces cuando el Espíritu tomó las riendas. "Hazlo
así", me dijo, y procedió a darine instrucciones s.encillas, prác-
ticas en una serie de cuadros que surgieron en mi mente. El
método que me sugirió no se me había cruzado por la imagina-
ción ni a mí ni a mi amiga. Resultó fácil, perfecto.
Algunas de las ayudas que nos brinda el Espíritu tienen la
finalidad de liberamos de los muchos detalles engorrosos que
nos hacen perder el tiempo todos los días. Esta ayuda no es
para que nos volvamos perezosos sino para que podamos estar
libres a fin de cumplir con tareas más importantes para El y
ayudar a nue!ttros.se.niejantes. En verdad cuando permitimos
al Espíritu que se mueva a través nuestro para ayudar a otros,
vamos a estar tan ocupados que nos hará falta la ayuda prácti-
ca del Espíritu y la necesitaremos urgentemente, para saber
dónde podemos mandar a reparar algún artefacto importante,
ubicar algún objeto extraviado o bien para ahorrar dinero al
comprar comestibles o ropa.
Un día sentí que necesitaba llevar cierto libro a una vecina
que estaba atada por temores de toda clase. Pero el Espíritu
muy suavemente me dijo "no es necesario que se lo lleves
ahora. Espera un rato y ella vendrá a verte".
Me volví para dedicarme a otras tareas. No había P.asado ni
una hora cuando esta vecina llamó a la puerta de la caile. Le
di el libro y me enteré que tenía a mano la receta de un plato
especial que yo quería hacer.
El tiempo y el esfuerzo que ahorramos con esas experiencias
sería un don más que suficiente, pero también está el gran
gozo y el alborozo y la edificación de la fe a través de esas con-
tínuas y diarias demostraciones de la presencia del Espíritu,
Dios "morando entre nosotros".

UNA LECTURA PROVECHOSA: Mateo 10:29-31; 17:24-27.


94 I EL AYUDADOR

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Todas nuestras necesidades


serán satisfechas.
"Mi Dios, pues, les dará a ustedes todo lo que les falta,
de acuerdo con las gloriosas riquezas que él tiene en Cristo
Jesús".
(Filipenses4:l~-V.P.)

ORACION: Amado Señor, el que te preocupes por el


menor detalle de mi diario vivir parece demasiado bueno
para ser cierto y sin embargo es extraordinariamente ma-
ravilloso como para que no lo sea. Con suma desesperación
he necesitado tu tranquilizadora confirmación al respecto.
Sabes con cuánta frecuencia me he preguntado si debía in-
comodar al Señor del universo con las cosas triviales de mi
minúscula vida. Ahora acepto tu palabra de que la tela de
mi vida diaria está tejida de esos detalles y trivialidades y
que la manera en que yo maneje esto es importante para ti
y para el Reino. Y puesto que te preocupas por la caída de
un pequeño gorrión, ¡cuánto más te preocupas por mí!
¡Cómo te lo agradezco, Señor! Amén.
5. ESMIMEMORIA
"... pero el Espíritu Santo, que el Padre va a enviar en mi
nombre para que les ayude y consuele, les enseñará todo, y les
recordará todo lo que yo les he dicho". '
(Juan 14:26 - V.P.)

Los primeros tiempos de mi andar en el Espíritu estuvieron


llenos de emocionantes descubrimientos. Después de todo, las
narraciones de los Evangelios llaman la atención por lo conci-
sas que son. Hay tanto que no se nos ha dicho, tantas lagunas.
En los Evangelios mayormente encontramos principios para
guiamos pero siempre nos preguntamos ¿dará resultado en
nuestra vida diaria? ¿Cómo puedo aplicar esto a mi mundo co-
tidiano?
Las palabras de Jesús respecto de qué el Espíritu nos en-
señaría todas las cosas y traería a nuestra mente todo lo que
Jesús había dicho constituyen una de estas guías. Un descu-
brimiento emocionante para mi fue que esta promesa de Jesús
abarca mucho más de lo que pensamos o imaginamos. Una vez
que comencé mi. andar en el Espíritu pude <.'t>mprobar que El
llega a ser el silencioso depositario viviente de mi memoria y
mi mente, ese increíble intrincado cerebro humano que toda-
vía desconcierta a los científicos. Es el Bibliotecario principal
de la fuente inagotable de memorias de toda mi vida, de mis
pensamientos, de citas, de toda clase de datos específicos.
El Ayudador se ocupaba de todo y yo podía confiar que El
encontraría y sacaría dé las voluminosas "estanterías" de mi

96
96 / EL AYUDADOR

memoria cualquier cosa que me hiciera falta. Había esas lagu-


nas diarias en mi memoria cuando no podía recordar el nom-
bre de una persona o calle o un libro o un.versículo de la Escri-
tura. El Espíritu estaba ansioso de acudir en mi ayuda. Cuan-
do le pedía ayuda y luego dejaba de lado el problema, por lo
general, no en forma inmediata, sino al cabo de unas pocas
horas el Espíritu me proporcionaba la respuesta.
Después pude comprobar su complacencia al indicarme qué
hacer respecto de algún objeto extraviado que buscaba.
Subsecuentemente le tocó el tumo a otra faceta del Espíritu
en su cometido como nuestra memoria. Esto podemos apre-
ciarlo en la promesa de Jesús al decimos que nos llevarían:
ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les suce-
derá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presen-
te que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré
una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios
podrá resistir ni contradecir. 1
Si bien es cierto que esta promesa se refiere en forma especí-
fica a las situaciones críticas por las que atravesarían los cris-
tianos en tiempos de persecusión, la experiencia que tuve en el
verano de 1963 me hizo comprender los alcances de esta pro-
mesa.
Sucedió hacia el fin de un viaje a Australia por los mares del
Sur. Recién había salido a la venta la edición británica de mi
libro Beyond Ourselves. Me habían pedido que me presentara
en librerías, conferencias de prensa y en programas de televi-
sión en Sydney y Melboume. Entre las presentaciones figura-
ba una en un programa de televisión llamado Meet the Press
(Enfrente a la Prensa), que se veía en toda Australia y asimis-
mo era conocido por la crudeza de su enfoque.
Al entrevistado no se le permitía por anticipado ni la más
mínima sugerencia de las preguntas que le harían. El invitado
se enfrentaba ante un panel de hombres y mujeres de prensa
que podían preguntarle cualquier cosa que quisieran. Demás
'está señalar que estos hombres y mujeres habían adquirido re-
nombre por su implacabilidad. Yo presentía que Leonard, mi
esposo (nos habíamos casado en 1959, diez años después de la
muerte de Peter) y varios amigos que me habían acompañado
ES MI MEMORIA I 97

al estudio y que verían el programa por circuito cerrado, esta-


ban preocupados poi' mí. Como escritora que soy, sal;>ían que
estoy acostumbrada a tener siempre conmigo lápiz y papel y
que los.escritores muy rara vez guardan datos específicos en su
mente. ¿Cómo me las arreglaría entonces puesto que no se
permitía el uso de apuntes ni nada semejante en el programa?
Antes que comenzara el programa, silenciosamente, para
mis adentros le pedí al Espíritu que se hiciera cargo de la· si-
tuación. "Este panel, por así decirlo no son ni reyes ni gober-
nadores", le dije, "pero bien podrían serlo. Puesto que no hay
manera en que pueda meditar por anticipado qué voy a res-
ponder, éste es el marco perfecto para que tú te hagas cargo.
Yo soy incapaz pero tú sí eres capaz. Por favor ocúpate de
todo".
¡Y sí que lo hizo! Jamás oración alguna recibió una respues-
ta tan gloriosa. En primer lugar los representantes de la pren-
sa no.se mostraron antagónicos. Pero, sobre todo, el Espíritu
se reveló a sí mismo como un brillante Recordador. Me escu-
ché a mí misma dar con toda calma fechas, nombres de luga-
res, citando palabra por palabra porciones de las oraciones
que Peter Marshall pronunciara en el Senado, pero (más sor-
prendente todavía) fue el que hasta proporcioné algunos infor-
mes sobre deportes, ¡yo que nunca presto atención a los depor-
tes profesionales!
De modo, pues, que no pude dudar que era la obra del Espí-
ritu. Era tal la tranquilidad y vivacidad que experimenté, que
el tiempo que pasé con mis interlocutores fue de mucha ale-
gría; fue un momento de expansión tanto para mí como para
los periodistas.
Ponga a prueba al Ayudador como su Recordador. Al princi-
pio experimente con cosas pequeñas; con las necesidades de
todos los días. A medida que vaya aprendiendo lo capacitado y
digno de confianza que es el Ayudador, descansará y confiará
en El más y más cada vez y al hacerlo verá que le resulta un
·compañero de inestimable valor.
¡Cómo es posible que hayamos vivido sin El!

UNA LECTURA PROVECHOSA: 1 Juan 2:24-29.


98 / EL AYUDADOR

LO QUE DICE EL ESPIRITU: El inefable portador de nues-


tras cargas.
"¡Bendito sea el Señor, nuestro Dios y salvador, que día
tras día lleva nuestras cargas!"
(Salmos68:19-V.P.)

ORACION: Señor, te confieso que he sentido recelos de


admitirte en mi vida diaria en relación con las pequeñas
necesidades personales. No había pensado que el Señor del
universo, el Alto y Sublime, debía ser molestado con mis
pequeños problemas. Sin embargo, he aquí que tú'quieres
que comprendamos claramente que el Ayudador está tan
cercano a nosotros como lo están nuestros pensamientos,
proporcionándonos aun la información que nos haga falta y
haciéndonos recordar en un momento critico tus palabras
de promesa y bendición.
Te agradezco que hayas puesto tu dedo de manera tan
incisiva en la razón de mi poc<1, disposición a admitirte en
los detalles pequeños de mi vida. He tenido miedo al cam-
bio que me estás pidiendo: El Ayudador suplirá todo, aun
esas necesidades pequeñas a cambio de toda mi vida. No
solamente quiere usarme El, sino que desea un darse supe-
rabundante por ambas partes. 1
Señor, diluye todo foco de resistencia que aun quede. No
permitas que me aferre a ninguna parte de mi ser para mí
mismo.
Enséñame hoy cómo dar, por lo menos un paso definido
para confiar en el Ayudador. Gracias, a ti, Señor. Amén.
6. ME PROPORCIONA
NUEVOS DESEOS
"Y todos nosotros ... nos vamos transformando en su
misma imagen, ha.cía una gloria siempre mayor, por la acción
del Señor que .es espíritu".
(2 Corintios 3:18 - F. de F.)

El Ayudador ciertamente tiene poder para· transformar


nuestros deseos, gustos y costumbres.
Hace algunos años, Winifred Hanigan, una amiga mía que
vivía en Wáshington, había abierto una boutique excepcional.
Por una cuota anual asesoraba a su clientéla del modo de ves-
tir de acuerdo con su estilo de vida. Después se ocupaba .de
comprar la vestimenta adecuada para sus clientas. Dado que
la capital de la nación está fortt1ada mayormente de personas
que provienen de pueblos de menor importancia que necesitan
una rápida sofisticación, el asesoramiento y servicio que ofre-
cía Winifred a su clientela eran como llovidos del cielo tanto
para las esposas de los funcionarios públicos como para el ser-
vicio diplomático.
Janet, una amiga mía, era una joven oriunda de Kansas que
trabajaba en el Capitolio. Janet reconocía que no sabía vestir-
se ade~uadamente, pero no tenía d~nero como para hacerse
asesorar por Winifred. No obstante Winifred la aceptó como
clienta.
La primera cosa que hizo fue elegir la indumentaria básica

99
100 / EL AYUDADOR

para Janet y que fuera adecuada para el clima de Wáshington.


Le aconsejó adquirir un hermoso conjunto de paño asargado,
compuesto por un traje y un abrigo. Escogió una sarga inglesa
en un tono rojo intenso. '
C~ando Janet fue a retirar el conjunto no hizo más que llo-
rar desde que salió de la boutique hasta la parada del ómni-
bus, en la avenida Connecticut. El conjunto de sarga era su-
mamente costoso. Su precio equivalía al sueldo de dos sema-
nas de Janet, pero lo peor era que ¡ni siquiera estaba segura de
que fuera de su agrado!
Pero pronto fuimos testigos de algo extraño. Mientras que
Janet usaba las prendas confeccionadas con las hermosa sar-
ga, se dio cuenta que su gusto se iba transformando. Esta ad-
quisición resultó ser una de las principales en su ropero y aun
después de haberla usado por espacio de ocho años las sargas
estaban en impecable estado.
Todo esto, empero, no hubiera ocurrido si Janet no se hubie-
ra puesto a sí misma en manos de Winifred y confiado en ella
lo suficiente como para obedecer sus indicaciones.
Esta es una ilustración sencilla, una analogía del proceso
por el cual el Espíritu nos transforma. Pero no podrá hacerlo
hasta que confiemos en El lo suficiente coino para ponemos en
sus manos. "Porque todos cuantos se dejan guiar por el Espíri-
tu de Dios, son hijos de Dios", nos dice solemnemente Pablo. 1
Enseguida Pablo señala que no hemos recibido "un espíritu
de esclavitud para recaer otra vez en el temor .. ," sino mas
bien un "espíritu de adopción filial por el que clamamos
¡Abba! ¡Oh Padre!"2
En el momento en que Janet se puso ella y su gusto en
manos de Winifred, igual que un hijo o una hija se somete a
sus padres, se produjo un asombroso proceso: su gusto se
transformó ... "por la renovación de la ... mente", en nue-
vos ideales y en una nueva actitud. 3 Así es cómo el Espíritu
trata 'con nosotros cuando nos sometemos como hijos.
Asimismo, tal como Janet reconoció que podía confiar en el
gusto de Winifred, de la misma manera comprendemos que el
Espíritu posee esa clase de "gusto" en el que podemos confiar
implícitamente.
ME PROPORCIONA NUEVOS DESEOS / 101

Tan sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor a las belle-


zas que El produjo como Uno de los Agentes en la creación de
nuestro mundo, para comprender que aquí tenemos a Uno de
un gusto refinado, el más fino Connoisseur de nuestro mundo.
Dondequiera que volvamos nuestra mirada en la naturaleza
podemos ver demostrado esto; lo apreciamos desde la más hu-
milde hierba a la vera del camino hasta la más intrincada iri-
discencia de los caracoles marinos como el n·autilo* o el Tritón
del Pacífico** en la orgullosa belleza del emperejilado carde-
nal, hasta el deslumbrante colorido del pequeño colibrí; en las
crestas espumosas del océano y en cada estrella del firmamen-
to.
La verdad es que somos nosotros los que no estamos total-
mente listos para tal perfección. En algunos casos queremos
arrastramos en el barro de la mediocridad. Nuestro gusto
tiene que transformarse en mejor, como el de Jan~t. Pero en
esté proceso no tenemos que temer.
Podemos confiar en el Espíritu en esta· obra de renovación y
transformación para hacer de nosotros hijos e hijas aptos para
el Rey.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Efesios 4:22-32.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Dios siempre concluye lo que


ha comenzado.
"¡El Señor llevará a felíz término su acción en mi favor!
Señor, tu amor es eterno; no dejes incompleto lo que has
emprendido!"
(Salmo 138:8 - VP.)

ORACION: Señor, reconozco que ni siquiera he comenza-


•Animal marino de los mares del Sur. Vive solamente en la cámara exterior
de su caparazón y cua.ndo produce nuevas cámaras, abandona sucesivamente
las viejas, llenándolas de gas, lo que aligera su peso y le permite moverse con
mayor facilidad. (N. del T.) ·
•• El tritón, llamado también bucino, es un caracol marino de unos (> a 15
cm de largo que vive en las costas templadas. Tiene un hocico tubular con el
que hace un agujero en la caparazón de langostas y cangrejos y con sus afila·
dos dientes mordisquea el tejido blando de sus presas. (N. del T.)
102 / ~L AYUDADOR

do a vislumbrar los alcances de la transformación- que


quieres hacer en mí. Sin embargo te agradezco porque esos
cambio~ no significan que seré menos de lo que soy. Co-
mienzo a comprender que es más bien mi tendencia a ser
"conformado a este mundo" lo que empaña aunque no
borra mi individualidad. Tu "transformación" es la que
pone de manifiesto mi verdadero yo.
Señor, por un acto de mi voluntad te pido que inicies en
mí esa transformación. Dame la capacidad y la gracia de
estar pronto para oír, para moverme con el viento del Espí-
ritu, para obedecer. En el nombre de Jesús. Amén.
7. CAMBIA MIS
COSTUMBRES
INDESEABLES
"Yo; en verdad, los bautizo con agua en señal de que han
cambiado de actitud, pero el que viene después de mí les bau-
tizará con el Espíritu Santo y con fuego".

"... así también nosotros andemos en vida nueva".


(Mateo 3:11- V.P.; Romanos 6:4- M.V.)

Es por nuestra condición de pecadores por la que recibimos


a Cristo para ser salvos y nos bautizamos en agua. Luego,
como hijos, recibimos el bautismo en el Espíritu.' Note con
cuánta claridad Juan el Bautista, (según podemos apreciar en
la primera de las citas que inicia este capítulo), hace esta dis-
tinción. Una vez-que somos recibidos por Jesús y hechos here-
deros del Padre junto con El, entonces Jesús mismo, (sola-
mente El), puede bautizamos con el Espíritu. No es sino hasta
que hemos pasado por ambas experiencias cuando podemos
caminar en novedad de vida. Nuestra vida como "nacido de
nuevo", nunca es nuestra vida natun1l elevada a su más alto
grado de desarrollo. Antes bien, es esa vida de desechos, muer-
ta, "crucificada con Cristo". Luego, a fin de ocupar el lugar de
esa vieja vida natural, la vida divina condesciende a su más
baja morada, tu corazón y el mío. Hasta que el Espíritu de esa
manera mora en nosotros, lo nuevo de la vida de que nos habla

103
104 / EL A YUDAJ?OR

el Apóstol Pablo con tanta frecuencia, será mera teoría y nos


eludirá.
Pero una vez que nacemos de nuevo y recibimos el Espíritu,
¿a qué se asemeja lo nuevo de la vida? ¿Qué podemos esperar?
Algunos de los cambios involucran una profunda y extensa
transformación interior. Estudie el capítulo 5 de Gálatas y ob-
serve los elmentos de cambio que Pablo menci~na y la lista de
elevados rasgos de carácter que deberían ser comunes a todos
los que reciben el Espíritu: amor; un profundo gozo y alegría;
paz, comprensión, servicialidad, bondad, y generosidad en
nuestra manera de juzgar a nuestros semejantes, fidelidad,
amabilidad, dominio de sí. 1
Cuando le damos lugar al Espíritu para que desarrolle en
nosotros esos rasgos afables, entonces igual que el niño Jesús
durante su niñez, nosotros también creceremos en "sabidu-
ría ... y en el favor de Dios y de los hombres" .2
Otros cambios que el Espíritu realizará en nosotros variarán
de una persona a otra. Algunos serán superficiales, sin embar-
go específicos; podrán observarse cambios en gustos y en cos-
tumbres. Una joven que había sido muy poco tolerante de los
animalitos domésticos de otros se dio cuenta que quería a los
perros. Otra perdió su gusto por el maquillaje demasiado ela-
borado. Y una tercera que con frecuencia iba al cine a ver pelí-
culas eróticas (especialmente extranjeras) se dio cuenta que
ya no eran. de su agrado.
Un hombre perdió su interés de escapar de la realidad
leyendo novelas policiales durante interminables horas. Otro,
obsesionado con los deportes televisados se dio cuenta que
éstos "dejaban de tener importancia para él". Un amigo que
vivía en Atlanta, (Georgia) y que por años esperaba impacien-
te el anochecer para beber su whisky (con agua) se asombró al
comprender que ya no le apetecía beber.
En su transformación de nuestro mundo de deseos, el Espí-
ritu tratará con cada uno de nosotros de manera distinta. En
vista de ello, cualquier iglesia o grupo religioso que procure
volver a ponernos "debajo de la Ley" con una lista de "debes"
y "no debes" está negando la obra del Espíritu y lo que es más,
está interponiéndose a la misma.
CAMBIA MIS COSTUMBRES INDESEABLES I 105

Hemos notado la individualidad propia de la obra del Espí-


ritu con nuestra amiga Betty, de Delray Beach, Florida. Du-
rante años se había esforzado en vano para dejar el cigarrillo.
Sentía convicción de que una hija del Rey no tenía que estar
atada a unas hojas de tabaco envueltas en un cilindro de
papel. Sin embargo se sentía impotente para liberarse, lo que
hacía que se sintiera muy desanima,da.
Una noche tuvo 'un sueño vívido. En su sueño vio el rostro
del orador que hacía poco había mencionado en una reunión el
problema del cigarrillo. Después, en su sueño, vio una mano y
un brazo. Entre los dedos de pronto apareció un cigarrillo en-
cendido. En el sueño, los dedos aplastaron fuertemente. el ci-
garrillo. Eso fue todo.
A la mañana siguiente el sueño.seguía vívido en su mente.
Se preguntaba cuál sería su significado. Meditando en lo que
había soñado, automáticamente estiró la mano para buscar
los cigarrillos. Quedaba uno. Lo encendió pero enseguida notó
que tenía un sabor distinto y que no le agradaba para nada.
Con disgusto lo aplastó, igual que en el sueño. Desde entonces
no ha sentido deseos de fumar.
Esta es la obra misericordiosa del Espíritu.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Gálatas 5:16-24.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: La fórmula para verse libre


de los malos hábitos.
"... esta será la alianza que yo pacte con la casa de
Israel, después de aquellos días -oráculo de Y(lhvéh-;
pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escri-
biré".
(Jeremías 31:33 - B.J.)

ORACION: Señor Jesús, cuánto te agradezco que la liber-


tad a la que me llamas no procura transformarme obligán-
dome a hacer lo que no quiero hacer, sino que más bien me
transformas en mi interior, dándome nuevos deseos. Sola-
mente un amor como el tuyo puede haber pensado en un
plan tan misericordioso. No es una carga para mí hacer
106 / EL AYUDADOR

aquello que mis nuevos deseos quieren hacer.


Señor, me abro a ti y te doy entera libertad para que me
transformes como quieras. Gozosamente me anticipo a la
aventura que tengo por delante. Gracias, Señor; gracias a
ti. Amén.
CUARTA PARTE
COMO EL
AYUDADOR ME
MINISTRA A
NIVELES MAS
PROFUNDOS
1. ME HACE SENTIR
CULPABLE DE PECADO
"Os conviene que yo me vaya. Porque si no me voy, el Abo-
gado no" vendrá a vosotros . . . Y cuando él venga, arguirá al
mundo poniendo en claro el pecado . . . porque no han creído
en mí".
(Juan 16:7-9 - F. de F.)

Si alguien le preguntara a un grupo de creyentes bien infor-


mados cómo se puede saber si uno ha recibido el Espíritu, es
probable que reciba una diversidad de respuestas. "Experi-
menté un profundo amor y un gozo indecible", dirá uno. "Fue
cQmo si un fuerte calor envolviera todo mi cuerpo. Sentí de-
seos de gritar, y lo hice", contestará otro. "Por primera vez en
mi vida httblé en un lenguaje celestial", señalará un tercero.
Pero la respuesta que Jesús le dio a sus discípulos mientras
conversaban en aquella última cena difiere totalmente.
"Cuando venga el Espíritu convencerá al mundo q.e pecado",
les dijo.
Si Jesús iba a enviar al Espíritu para ayudarnos y ser nues-
tro Consolador, ¿porqué entonces, la primera prioridad del
Espíritu sería redarguirnos de pecado? Son palabras fuertes
que proporcionan cualquier cosa menos -consuelo.
¿A qué pecados se estaría refiriendo Jesús? Cuando habla-
mos de pecado pensamos en la mentira, el fraude, la avaricia,
calumnia, una lengua detractora, mal carácter, crueldad, pro-

109
110 / EL AYUDADOR

miscuidad sexual, adulterio, crímenes y cosas semejantes,


pero, aun cuando Jesús habló p.e la obra de convicción del
Espíritu Santo, no hizo referencia á ninguna de esas cosas. Es
más, empleó la palabra "pecado" en singular y definió al pe-
cado como incredulidad "porque no han creído en Mí".
Es obvio que el punto de vista de Jesús no es el nuestro, ya
que la mayoría de nosotros raramente pensamos en la incredu-
lidad como si fuera realmente pecado. Es más, en algunas
oportunidades hasta nos sentimos orgullosos de nuestra incre-
dulidad y la consideramos como resistencia a la superstición y
necia credulidad, pensando en nuestro escepticismo como algo
sofisticado, es decir el resultado de haber sido educados sin
prejuicios o la ciega aceptación de premisas no demostradas.
En el mej9r de los casos consideramos la incredulidad como
una desventaja que no podemos evitar. "Lo lamento. Ojalá
pudiera\creer. Pero, verá, tengo que ser sincero. Después de
todo yo no puedo producir la fe por mí mismo".
Pero ni el recelo impotente frente a la incredulidad, ni el
postramos frente a ella en orgullo intelectual resuelve nuestro
problema. En ambos casos quedamos exactamente dónde
estábamos antes. '
Entonces, ¿porqué la Escritura no solamente señala que la
incredulidad es un pecado sino que es el origen de todo peca-
do, el pecado que incluye a todos los otros pecados?
Porque por la incredulidad rechazamos a Jesucristo, lo que
El es, lo que representa y lo que vino a hacer sobre la tierra.
Fue de esta raíz de pecado que el Espíritu redarguyó a tres
mil personas el día de Pentecostés por medio del segundo ser-
món que hasta entonces Pedro había predicado. Abruptamen-
te Pedro los había censurado de rechazar al Señor de la vida,
"a este hombre habéis quitado la vida, clavándole en cruz por
mano de los infieles". Los que allí se habían reunido se sintie-
ron compungidos y preguntaron ansiosamente: "Hermanos,
¿qué es lo que tenemos que hacer?" 1
Con mucha frecuencia he escuchado a los predicadores decir
a su congregación que hoy nosotros "hemos vuelto a crucificar
al Señor". Este pensamiento también está encerrado en las
palabras del hermos9 himno "¿Estabas allí cuando crucifica-
ron a mi Señor?" ,
ME HACE SENTIR CULPABLE DE PECADO/ 111

Sin embargo, hasta hace poco tiempo parecía que había


algo que no podía comprender respecto a esto. Entonces fue
cuando el Espíritu me mostró que cada vez que rechazo la po-
sibilidad de que Jesús se ocupe de cualquier problema o área
problemática de mi vida, lo estoy rechazando como el Señor
de la vida, tan ciertamente como lo hicieron los tres mil· en el
día de Pentecostés. El afirmaba ser el Salvador, y poder sal-
vamos de cualquier pecado, esclavitud o problema. Al desau-
torizar eso respecto de cualquiera de mis problemas yo ~stoy
llamando a Jesús un mentiroso, charlatán, un falso profeta, ni
más ni menos como lo hicieron aquellos que hace mucho tiem-
po ya le pidieron a gritos su muerte a Pilato y le clavaron los
clavos.
En aquel punto yo también me encuentro una vez más en el
huerto del Edén, junto a Adán y a Eva, prestando oídos a la
serpiente. "No creas en Dios. Lo que El quiere es engañarte y
privarte de tu felicidad. Después de todo tú eres quien conoce
mejor que nadie tu condición. Sigue sin miedo lo que te parece
que es mejor".
Toda vez que sigo el consejo viciado y confuso de la serpien-
te de inmediato revelo la raíz de la vieja criatura. Esta tiene
muchos tentáculos, entre los cuales está mi propia rebelión
contra Dios, mi autodeterminación de salirme con la mía, mi
arrogancia. Cuán ridículamente actuamos los seres humanos
cuando ponemos las patéticas limitaciones de nuestras men-
tes finitas y nuestros juicios triviales contra la· infinita sabidu-
ría de nuestro Creador. Esto lo podemos observar en relación
con nuestros hijos. Nosotros, como padres, estamos en condi-
ciones de juzgar mejor que ellos ... "No, no debes andar en tu
bicicleta por la ciudad con tanto tráfico ... " "Alberto, deja
eso en paz, ¡se te va a caer encima el cajón!" ... "Débora, no.
¡No' puedes jugar con los fósforos!" Pero, ¡qué ciegos somos
ante la realidad de que como adultos estamos en una posición
menos insostenible aún en conexión con-nuestro Padre celes-
tial!
Pero con todo, la tierna voz de nuestro maravilloso Señor
nos dice: "Ni yo tampoco te condeno'.'. En esto también su
punto de vista difiere del nuestro. Teniendo en cuenta que nos
sentimos inclinados a centramos en pecados legalistas y car-
112 / EL AYUDADOR

nales, por lo general asumimos que nos aguardan dosis masi-


vas de juicio y condenación.
¡No es así!
· Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mun-
do, sino para salvarlo por medio de él.. 2
La diferencia reside en el hecho de que nosotros pensamos
en el pecado como el quebrantamiento de leyes mientras que
Jesús lo considera como una atadura. Porque ¿qué persona de
buena voluntad condenaría a un pobre hombre que está atado
con cadenas y fuertes cuerdas? ¿No sería nuestro deseo libe-
rarlo de sus ataduras?
Eso, nos dice la Escritura, es el clamor de todos nosotros
antes de encontrar a Jesús, porque:
Todos han pecado ...

Si decimos que no hemos pecado, le desmentimos; y su palabra


no está en nosotros.

El que comete el pecado es esclavo del pecado. 3


El propósito expreso de la venida de Jesús a este mundo, se-
gún lo declaró al comienzo de su ministerio público, fue no
para condenarnos sino para liberarnos a todos nosotros, los
cautivos del pecado. 4
Por lo tanto, hasta que no nos veamos como atados en mu-
chas áreas específicas y necesitadas de ser liberados y salva-
dos, obviamente no tendremos necesidad del Salvador. El pe-
ligro entonces es que nos acerquemos a Jesús no como nuestro
Salvador sino como un Papá Noel que puede hacernos muchos
regalos.
La verdad es que jamás llegaremos a ninguna parte en nues-
tro andar cristiano mientras estemos encadenados a la incre-
dulidad. Porque en cualquier área que miremos, hasta que
creamos que Jesús es el Salvador de nuestra vida, cualquiera
sea nuestro problema, ya se trate de salud o sexo o dinero o
trabajo, o tirantez en nuestras relaciones o cualquier otra cosa,
El no podrá hacer nada por nosotros. Y entonces estaremos
atados en un nivel estacionario, sin llegar a ningún lado hasta
que el Espíritu nos r~darguya a nosotros también de la incre-
ME HACE SENTIR CULPABLE DE PECADO / 113

dulidad como el pecado que es, hasta que comencemos a ver el


dolor de Dios por nuestra falta de confianza en el Señor de la
vida y le permitamos a Jesús qÚe cuide de este pecado de una
manera firme como El trata todo pecado.
Hasta ahora, la mayoría de nosotros hemos pensado vaga-
mente de la incredulidad y es un alivio saber que existe un re-
medio definido para nuestro pecado. Los pasos son claros: de-
bemos. acabar co'n las excusas y confesar como pecado nuestra
falta de confianza en Jesús, permitirle al Espíritu que nos lle-
ve al arrepentimiento aun en el plano emocional, reclamándo-
le a Dios sus promesas de perdón y limpieza. 5
Entonces, para nuestro deleite, veremos que dentro de nos-
otros brota una fe nueva y fresca semejante a un manantial de
agua cristalina.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Hechos 2:14-21.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Jesús es el sí eterno de Dios.


"Pues todas las promesas de Dios, en El (Cristo) se hi-
cieron 'sí' ".
(2 Corintios 1:20 - V.E.)

ORACION: Señor Jesús, soberano Señor en cuyas manos


el Padre ha confiado todo poder, elevo mi corazón y mi
vida a ti.
Señor, muchas veces debo haberte herido con mi falta de
confianza. Tu corazón lleno de amor y siempre dispuesto a
dar ha querido derramar buenas dádivas sobre mí, mi fa-
milia y mis'amigos y sin embargo yo he seguido atado por
el pecado de no creer ni siquiera como para elevar mis
manos a fin de recibir los dones.
¡Perdóname, Señor Jesús!
Confieso mi incredulidad como lo que es: pecado. Y
ahora te pido que me perdones y me limpies de este terrible
pecado. Te agradezco porque "el limpiarnos de toda injus-
ticia" según has prometido, incluye el don de tu implícita
confianza en la bondad, misericordia y poder sempiterno
del Padre.
Gracias a ti, Señor. Amén.
2. RESPETA MI
PERSONALIDAD
"El Señor es el espíritu; y donde está el espíritu del Señor,
hay libertad".
(2 Corintios 3:17 - V.E.)

Muchos parecen tener cierto recelo del Ayudador. Con fre-


cuencia es un temor tácito: "Si doy mi consentimiento al
Espíritu, ¿no tomará control de todo mi ser y me hará hacer
toda suerte de excentricidades?"
La respuesta a este temor es un categórico no, y es el resul-
tado de una gran amalgama de experiencias cristianas. El
Ayudador jamás se interpone o interfiere con el libre albedrío
de nadie. Al igual que cada uno de los otros miembros de la
Trinidad, respeta nuestra ~rsonalidad. Nunca la hollará o
nos llevará más allá de dónde nosotros estemos dispuestos a ir.
Aquí el Espíritu Santo y los poderes de las tinieblas difieren
completamente. Satanás desprecia nuestra personalidad y
con todo empaño procura privamos de·nuestra libertad. Sata-
nás quiere mantenernos esclavizados. El Ayudador, por el
contrario, ansía nuestra libertad.
Es verdaderamente sorprendente el valor que Dios le confie-
re al ser humano, hecho a su propia imagen y asimismo la hu-
mildad de Jesús, que "se despojó de sí mismo, y tomó la condi-
ción de siervo, haciéndose igual a los demás hombres''. 1
Es aquí donde el Espíritu refleja con toda fidelidad ambós
atributos': (1) el libre albedrío de la voluntad humana es uno

114
RESPETA MI PERSONALIDAD / 115

de los dones más preciosos que Dios nos ha otorgado. Por eso el
Ayudador aguarda el consentimiento de nuestra voluntad y,
(2) en concordancia con la humildad propia de Jesús, el Ayu-
dador espera ver la bienvenida que le daremos; cuán abiertos
estamos a su ayuda para poder brindar su ayuda a otros. Esta
asombrosa humildad significa que en realidad el Espíritu se
pone a sí mismo a disposición de nuestra voluntad. En ese sen-
tido, llega a someterse a sí mismo a nuestra debilidad y fragili-
dad.
El valor supremo que Jesús pone en nuestro libre albedrío es
algo que me fue dramatizado durante el encuentro que tuve
con el Señor resucitado aquella memorable noche del 14 de se-
tiembre de 1943, estando en casa de mis padres, en Seaview,
Virginia.
Hacía varios meses que estaba postrada en cama sin experi-
mentar ninguna mejoría. Me sentía profundamente abatida.
Aquella noche, antes de dormirme, había abandonado mi
lucha para recibir sanidad; había probado todo sin resultado
positivo alguno. Por lo tanto con muchas lágrimas me entre-
gu~ a mí misma a la voluntad de Dios. Fue un renunciamiento
total.
Serían aproximadamente las tres y media de la mañana
cuando me desperté de un profundo sueijo. Estaba completa-
mente despabilada. De pronto lo ví allí. Jesús estaba de pie
junto al lado derecho de mi cama. El cuarto crujía y cimbraba.
Ya que en otros lados he detallado esta experiencia, lo que
quiero hacer resaltar ahora, es un aspecto del electrizante mo-
mento que siguió. A su término Jesús me dio esta sencilla indi-
cación: "Ve y cuéntale a tu madre".
Aun en el momento de darme esta orden, yo estaba plena-
mente conciente de cómo tenía en cuenta mi personalidad y su
actitud en cuanto a no interferir con mi libre albedrío. No
hubo ni precipitación ni apremio. El obedecer o no era algo
que me concernía solamente a mí. Así quería Jesús que fuera.
Fue entonces que me di cuenta lo que había ocurrido con el
joven rico del que leemos en los evangelios. "Vende todo lo que
tienes ... y ven, sígueme". Con el jcoven rico, tal como conmi-
go aquella noche, se había puesto en evidencia la actitud de no
116 / EL AYUDADOR

interferencia des.Jesús. "Tú, eres quien tiene que decidir". En


el relato de este incidente Marcos señala: "Jesús, mirándole,
le amó". 2 No obstante el amor que sentía por él, Jesús guardó
silencio y lo miró con ternura aun cuando el joven le dio la es-
palda y se marchó.
Sin comprender porqué quería que le contara a mi madre,
no obstante supe que tenía que obedecer. Fue en ese momento
de fe ciega cuandb comenzó mi curación. Al mirar retrospecti-
vamente me he dado cuenta que no fue por amor a mi madre
que Jesús me indicó que fuera a contarle a ella sino que fue
para mi propio bien: era menester que rindiera mi voluntad y
obedeciera. ·
A partir de aquella noche comprendí que este respeto por la
libertad que Dios nos ha dado, es algo que ni el Padre, ni Jesús
el Hijo ni el Espíritu jamás dejarán de sentir.
Entonces, ¿qué es lo que esto significa en nuestro acom-
pañar al Ayudador? La sorprendente realidad es que El ven-
drá a nosotros y nos llenará solamente hasta donde le permita-
mos que nos llene. El insiste en ser un huésped bien recibido
tanto en nuestro corazón como en nuestro ser; jamás actuará
como un transgresor, un intruso o un entrometido.
Más aún, cuando así lo decidamos, podemos hacer que este
Huésped tierno, compasivo, trasponga el umbral de la puerta
de nuestro corazón y se aleje. También podemos herirle con
nuestras actitudes equivocadas, hacer que se vaya ... 3
Una vez que lleguemos a comprender cabalmente el signifi-
cado de esta humilde actitud de parte de Dios, ya no sentire-
mos temor por perder nuestra individualidad ante el Ayuda-
dor.
Asimismo deposita una gran responsabilidad sobre nos-
otros. ¿Cuánto lo anhelamos? ¿Cuánto estamos dispuestos a
recibir de El? ¿Cuántas limitaciones le estamos poniendo?
La consecuencia de eso es que aun después de nuestro bau-
tismo inicial en el Espíritu, en tanto que aumenta nuestra
buena disposición y receptividad, también experimentaremos
repetida plenitud. Será el resultado de nuestro servicio a
otros. Nos concederá plenitud especial y derramamientos ex-
cepcionales para hacer frente a situaciones adversas, extre-
RESPETA MI PERSONALIDAD / 117

mas, que jamás podríamos éanducirlas por nosotros mismos.


Esta ha sido la experiencia de muchos a través de los siglos.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Mateo 19:16-22.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Aspire profundamente una


bocanada fresca del viento del Espíritu.
"El espíritu del Señor Yahvéh está sobre mí, por cuanto
me ha ungido Yahvéh . .. a pregonar a los cautivos la libe-
ración ... para darlés diadema en vez de ceniza, aceite de
gozo en vez de vestido de luto, alabanza en vez de espíritu
abatido ... y tendrán ellos alegría eterna.
(lsaías 61:1, 3, 7 - B.J.)

ORACION: Señor, ahora comprendo que mi temor frente


al Espíritu, también ha sido una manera curiosa de evadir-
me y depositar la responsabilidad de mi vida y de mi creci-
miento sobre ti en lugar de aceptar que la medida de mi
apertura a ti descansa firTTJ,emente sobre mis hombros. Con
cuánta frecuencia me he engañado a mí mismo. "Cual-
quier cosa que Dios quiera darme, es asunto suyo", cuando
en realidad todo el tiempo estaba cerrada la puerta de mi
corazón, y no solamente la puerta sino también casi todas
las ventanas.
Señor, gracias porque tú siempre llamas, nunca echas
abajo la puerta. Señor, Ayudador, mi voluntad es abrirte
la puerta de par e,i par. Entra, Señor, y sé el Huésped de
honor. ¡Qué precioso· es darte la bienvenida y recibirte!
Amén.
3. MEENSEÑAELVALOR
DE LAS LAGRIMAS
"Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu
nuevo; quitaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un
corazón de carne". · ' - .
(Ezequiel 11:19- B.J.)

Jack, uno de nuestros amigos es un excelente profesional


pero lamentablemente hay algo en su contra: tiene tremendos
problemas familiares. Cuenta con muchísi.mos amigos creyen-
tes que lo quieren no solamente a él sino también a su familia
y que desean fervientemente ayudarlo. Jack, empero, es muy
1ntrovertido y trata de llevar e1 solo su pesada carga. Nosotros
nos hemos preguntado más de una vez por qué se aísla, se en-
cierra en sí mismo, y qué razón tiene para no abrir jamás su
corazón y su mente, que tanta falta le hace.
Un día supe la razón. -Me crié y crecí en el seno de una fa-
milia anglicana -me contó Jack-. Pienso que soy muy esti-
rado. Me encantaría ir a verte a ti y a tu esposo. Créeme que
sí. Pero, sé que si así lo hiciera daría rienda suelta a mis emo-
ciones y eso es algo que no está de acuerdo conmigo.
Lo miré estupefacta. ¿Era 1acaso que subestimaba a tal pun-
to la terapia que brinda la conversación y la oración y que tan-
ta falta le hacía porque tenía miedo a ponerse a llorar?
Una actitud como la suya nos hace ver cuán equivocados
podemos estar en nuestra apreciación de los verdaderos valo-
res y cuánto hemos desestimado el valor de las lágrimas, no so-

118
ME ENSERA EL VALOR DE LAS LAGRIMAS/ 119

lamente para las mujeres, sino para los hombres también. El


Espíritu Santo tiene que enseñamos que las lágrimas son las
perlas del reino de Dios.
Hace algunos años ya, un amigo íntimo, al que llamaré
Sam, pidió y recibió el Ayudador. También siempre se había
mostrado receloso de cualquier tipo de emocionalismo, en es-
pecial en lo referente a la religión. Su padre había sido un ho-
norable profesor en un seminario y en su casa siempre se había
hecho énfasis en un enfoque estrictamente intelectual en todo
lo concerniente al cristianismo. Hasta la Escuela Dominical y
los himnos evangelísticos eran demasiado emocionales para su
gusto.
Pero una vez que el Ayudador hizo su entrada en la vida de
Sam, enseguida pudimos apreciar un gran cambio en él. Toda
vez que Sam hablaba acerca de Jesús sus ojos se llenaban de
lágrimas. De pronto, por primera vez Jesús llegó a ser una Per-
sona. Más, una Persona muy amada.
Sam no se sentía avergonzado ni se disculpaba pm: las lágri-
mas que empañaban sus ojos, aunque algunas veces se reía un
poco de sí mismo. Pero Sam sabía que muy adentro en su co-
razón algo había cambiado. La dureza que anteriormente lo
dominaba se había disipado y ahora se había vuelto "sensible
al toque de Dios", tal como expresara el profeta Ezequiel. Sam
sabía que podía gozarse por lágrimas como ésas.
Con frecuencia la Escritura nos indice que un corazón duro
es una señal que revela la existencia de graves problemas entre
el hombre y Dios. Nuestro espíritu eterno corre un grave
riesgo.
Jesús ha señalado que la dureza del corazón es una de las
causas más frecuentes del divorcio. 1
Fue la dureza de corazón que hizo errar por el desierto al pueblo
de Israel durante cuarenta años y que fue causante de que toda la
generación que saliera de Egipto no entrara en la tierra prome-
tida. 2

Se nos advierte que jugar con el pecado o deliberadamente


abrigar aun pecados menores en nuestras vidas dará como resul-
tado un acrecentamiento del procéso de endu.recimiento en nos-
otros. 3
120 / EL AYUDADOR

Jesús señaló explícitamente que aun para la "gente buena" el


sentirse orgullosa de su propia justicia dará como resultado un
serio endurecimiento del corazón. 4
Este proceso de endurecimiento, entonces, es' algo que debe-
ríamos temer más que a cualquier otra cosa. La antítesis del
corazón de piedra es el tierno corazón de carne que el Espíritu
pone dentro de nosotros. Este corazón sensible a veces hará
brotar lágrimas espontáneas, que no hacen que uno se sienta
avergonzado porque reconoce la Fuente que las origina.
Así fue con Jesús y en esto, tanto como en toda otra cosa, El
es nuestro ejemplo ...
Jesús lloró sobre la ciudad de Jerusalén porque era una ciudad
llena de odio y violencia que desconocía aquellas cosas que perte-
necían a su paz. 5

También lloró frente a la tumba de su amigo Lázaro compade-


cido por el dolor de sus amados amigos. 6
La verdad es que a medida que empezamos a vivir y andar
en el Espíritu, con frecuencia nos encontramos con que las lá-
grimas preceden a algunos de los más grandes milagros de
Dios. En tales casos, las lágrimas son la evidencia de que el
Espíritu se está moviendo con poder.
Troy Mitchell, un chiquillo de cuatro años, natural de
Ontario, en Canadá, 7 habíá sufrido desde su nacimiento de
eczema y asma crónica. Pese a los intensos cuidados médicos
no había sido posíble controlar las llagas que supuraban y las
lesiones producidas por el eczema.
Entre 1968 y 1969 habían tenido lugar varias sanidades
milagrosas en personas allegadas a los Mitchell que habían
asistido a los cultos que Kathryn Kuhlman celebró en Pitts-
burgh, Pensilvania. Fue así que los papás y abuelos de Troy
decidieron llevar al pequeño hasta Pittsburgh, distante 800
kilómetros de su casa.
Llegaron al auditorio donde se realizaban las reuniones a las
nueve de la mañana, es decir, dos horas antes de que comenza-
ra el culto. Casi de inmediato, Sharon, la mamá de Troy em-
pezó a llorar sin razón aparente .. El culto dio comienzo a las
once y para entonces Sharon lloraba más que nunca, para des-
ME ENSENA EL VALOR DE LAS LAGRIMAS / 121

concierto de los que la acompañaban.


Más o menos a mitad del servicio la señorita Kuhlman hizo
una pausa para señalar: "Aquí hay alguien que ha sido sanado
de eczema".
El grupo canadiense no prestó atención. No relacionaron
esto con el pequeño Troy. Sh.aron seguía llorando.
Diez minutos después Kathryn volvió a levantar la mano.
"Voy a tener que suspender este servicio una vez más. Alguien
aquí está contristando al Espíritu Santo".
Maggie Hartner, una de las ayudantes de la señorita Kuhl-
man, que tenía a su cargo vigilar para que se mantuviera todo
en orden, caminaba por los pasillos del auditorio. Al llegar
frente al grupo de canadienses se detuvo y les preguntó por
quién oraban y qué era lo que pasaba. Cuando mencionaron la
palabra "eczema" exclamó: "Por amor de Dios, los he busca-
do por todo el auditorio. ¿Es que no han escuchado lo que ha
estado ocurriendo? Por favor, fíjese en el niño".
Sharon cesó de llorar de inmediato. De un tirón quitó la ca-
misita de Troy. Todas las llagas de su cuerpecito estaban
sanas. Las costras se habían convertido en polvo 'y habían
caído al piso. Aun hasta una llaga en su brazo izquierdo que
supuraba muchísimo estaba recubierta con piel nueva.
Troy nunca más tuvo eczema. Los dos médicos de Ontario
que lo atendían, los doctores Montgomery y McLeod certifica-
ron la sanidad.
Las lágrimas que Sharon no había sabido interpretar eran
una señal del Espíritu, la indicación de que estaba presente y
obrando.
Es necesario recordar que también hay lágrimas que no son
del Espíritu sino meramente del alma o de las emociones, lá-
grimas que pueden ser de ira, frustración, conmiseración o
para atraer la atención. Sin embargo no tardaremos mucho en
llegar a diferenciarlas y a valorar las emociones sinceras como
un indicio de un corazón en el cual mora el Espíritu.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Romanos 12:15, 16; He-


breos 3:7-19.
122 I EL AYUDADOR

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Una promesa maravillosa


para los desanimados.
"Pero Dios, que alienta a los desalentados, nos alentó.
(2 Corintios 7:6- P.N.T.)

ORACION: Señor, reconozco que la mayor parte del tiem-


po mi temor de dejar entrever mi emoción no es ni más ni
menos que orgullo, un orgullo necio, falso. Esto también
· forma parte del yo que dejaré en tu altar. No permitas que
jamás sienta temor de mezclar mis lágrimas con las de mis
amigos y vecinos. Si éste es el precio que tengo que pagar
para tener un corazón tierno, cálido, amoroso, en el cual
puedas morar tú, lo pagaré gustosamente, muy gozosa-
mente.
En tu nombre. Amén.
4. ES MI CONSOLADOR
"Como uno a quien su madre le consuela, así yo os consola-
ré".·

"Y yo pediré al Padre, y os dará otro Paráclito, para que esté


con vosotros para siempre".
(lsaías 66: 13; Juan 14: 16 - B.J .)

'casi ninguna persona puede afirmar que ha llegado a, una


edad en la cual no anhela experimentar el consuelo que podría
brindarle su madre .toda vez que se ve confrontada con una ex-
periencia dolorosa. El corazón quebrantado puede ser un& he-
rida abierta. Lo que constituye un peligro para nosotros y que
más entristece al Espíritu es que nos endurezc~mos toda vez
que las emociones pugnan por aflorar y permitimos que la du-
reza se filtre como una coraza protectora de acero.
"Déjame que yo me ocupe de la.herida", nos dice el Espíri-
tu. En mi vida ha habido muchos de esos momentos, pero uno,
aunque ya escribí anteriormente sobre el mismo, ilustra mejor
este aspecto del tierno ministerio del Ayudador a nuestro
favor.
En las primeras horas del 25 de enero de 1949 Peter
Marshall, mi esposo, se despertó sintiendo un intenso dolor en
el pecho, dolor que se extendía también a ambos brazos.
Cuando llegó el médico de inmediato solicitó una ambulancia
en la que trasladaron a Peter al hospital. En esta hora crítica
lo único que yo podía hacer era postrarme de rodillas a los pies
de la cama.

123
124 I EL AYUDADOR

Pero no bien mis rodillas tocaron el piso experimenté a Dios


como una madre que brinda su consuelo, algo enteramente
nuevo para mí. Podíá sentir que los brazos eternos me rodea-
ban y a la vez me sentí bañada en olas de ternura, semejantes
a un óleo santo, cálido, que se derramaban sobre mí. No era
otra cosa sino la infinita ternura del amoroso corazón de Dios,
más penetrante aun que el más tierno amor maternal. 1
Más tarde experimentaría el lado masculino, por así decirlo,
del cuidado de Dios y sería cuando necesitaría algo más que
ternura. Entonces me proporcionaría la primera dosis de la
otra parte de su consuelo, no solamente su amorosa consola-
ción sino también fortaleza.
En aquel momento interpreté esta experiencia como que
Peter sanaría. Después comprendí que Dios me había propor-
cionado esta ayuda especial para que finalmente pudiera reco-
nocer que El había estado con nosotros, una Presencia activa a
través de cada minuto de la partida de Peter. A las ocho y
cuarto de esa mañana me comunicaron que el corazón de
Peter había dejado de latir para siempre.
Fue entonces que pude sentir esa clase y cualidad de "con-
suelo" que Dios nos concede hoy día por medio del Espíritu
Santo. Si su consuelo se limitara solamente a sentir piedad o
conmiseración (como lo es mucha de la compasión humana),
nos llevaría a la conmiseración propia y no nos sería de ningu-
na ayuda. El consuelo del Espíritu mas bien nos da valor y
poder para hacer frente a las tensiones y exigencias de la vida.
La palabra es Paracleto _y significa "a nuestro lado para ayu-
damos en cualquier emergencia", y el "consuelo" que El nos
brinda proviene de la raíz latina fortis, que significa "esforza-
do". Es una palabra que tiene connotación de algo fuerte, va-
leroso. Por lo tanto el Espíritu es "aquel que nos capacita" y
no un cojín de plumas sino más bien una espina dorsal de
acero que está a la altura de cualquier pesar, perplejidad o
desilusión.
Eso es lo que descubrí en los días que siguieron a la muerte
de Peter. Yo era otra persona. La fuerza que experimentaba no
era mía, sino del Espíritu. El me llevó por encima y a través de
todo los acontecimientos de modo que, de manera milagrosa
ES MI CONSOLADOR / 125

pudo usarme para infundir ánimo a una congregación acongo-


jada y a un gran número de personas en la ciudad de Wáshing-
ton para quienes Peter había sido un bastón.
Sin embargo, no obstante los lados "esforzados" del consue-
lo divino, siempre recordaré aquellos momentos cuando me
sentía envuelta en 1a ternura maternal de Dios.
Años más tarde encontraría pasajes que hacen referencia al
corazón maternal de Dios en los escritos de Hannah W. Smith,
una piadosa cuáquera. En un viejo libro, fuera de circulación,
escribió un capítulo poético titulado "La abnegación de
Dios ... "
Mas ahora comienzo a comprender que si tomara todo el abne-
gado amor del corazón de cada madre en el mundo y lo amonto-
nara y multiplicar$ por millones, aun así yo tendría una leve idea
de la abnegación de Dios.
Hannah Smith vio que a la luz de este lado maternal del
amor de Dios hacia nosotros, aun el término "perdido" llega a
ser de consuelo. Porque ...
No puede perderse nada que no tenga dueño y estar perdido
significa solamente que todavía no ha sido hallado. La moneda de
oro extraviada sigue siendo oro y tiene grabada en ella la efigie del
rey; la oveja petdida no se transforma en lobo, sigue siendo oveja;
por las venas del hijo pródigo sigue corri~ndo la sangre de su
padre ...

¿Quién puede imaginarse que una madre cuyo hijo se ha perdi-


do pueda experimentar siquiera un rayo de consuelo hasta que lo
halle? ¿Es Dios más indiferente que una madre? Es más, creo que
todos los problemas de nuestra vida espiritual ... se desvanece-
rían como el rocío antes de que el sol se levante, si todo el ardor
del corazón maternal de Dios se volviera sobre ellas ...
En el Ayudador encontramos el equilibrio perfecto del amor
de Dios, por un lado ternura inagotable y por el otro fortaleza
sin fin. Este Uno, con su magnífica personalidad dual es el
Consolador que estará con nosotros para siempre, en cada
paso del camino en esta vida no obstante las dificultades o
pesares que la vida triga aparejados.
Para esto contamos con las palabras del mismo Jesús. ¡Y
sus palabras son infalibles!
126 / EL AYUDADOR

UNA LECTURA PROVECHOSA: Juan 14:26; 16:12-15.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Jesús es nuestro eterno Sus-


tentador.
"Para su propio señor.está en pie, o cae; pero estará fir-
me porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme".
(Romanos 14:4)

ORACION: Padre, te doy gracias porque tu amor h_a sido


muy grande al haber provisto un medio para suplir 'c.q_da
una de mis necesidades, tú y nadie más que tú satisfac'es
los anhelos más profundos y recónditos de mi corazón. Tú
sabes cuán dolorido estoy y aun ves aquellas lágrimas que
no he vertido. Señor, hay veces que tengo que luchar con la
amargura. Te ruego que me quites todo eso y me des tu
consuelo.
Cuánto te agradezco por tu ternura para conmigo, pero
más que eso te agradezco por haber enviado a Aquel que
suple las fuerzas que no poseo. Gracias a ti, Señor. Gracias
a ti. Amén.
5. ME ENSEÑA A ORAR (I)
"El Espíritu Santo ora por nosotros ... pide por nosotros de
acuerdo a la voluntad de Dios".
(Romanso 8:26, 27 - P.N.T.)

¿Por qué un Dios omnipotente, que sabe cuáles son nuestras


necesidades no puede suplirlas sin esperar que oremos?
Lógicamente que podría hacerlo, pero ése no es su plan para
sus hijos sobre la faz de la tierra. Más bien El se ha aventura-
do a arreglar las cosas de tal modo que en realidad depende de
nosotros en el sentido de que nuestras oraciones son necesarias
y además de mucha importancia para la realización de su vo-
luntad sobre la faz de la tierra.
Cuando los apóstoles comprendieron que sus oraciones eran
tan importantes le suplicaron a Jesús: "Señor, enséñamos a
orar, así como Juan enseñó a sus discípulos". 1
Jesús les enseñó el Padrenuestro como el modelo perfecto de
oración. Es un modelo (aunque con una profundidad incon-
mensurable), una estructura externa o técnica para comuni-
carse con el Padre.
Este modelo de oración era todo lo que los apóstoles estaban
en condiciones de recibir entonces. Jesús sabía que no podían
entrar en la íntima plenitud de la oración hasta la llegada del
Ayudador.
Mirando con proyección de futuro a ese evento que consti-
tuiría una línea demarcatoria, en las horas que compartieron
durante la última cena, su Maestro les habló especialmente

127
128 I EL AYUDADOR

del gozo que ~xperimentarí~ en el futuro cuando recibieran


contestación a sus oraciones.
"Hasta ahora no lo habías intentado, pero comenzad a ponerlo
en práctica: pedid en mi nombre y recibiréis respuesta, y os senti-
réis henchidos de alegría. 2
Su "hasta ahora" se refería a su inminente glorificación y a
la venida del Ayudador en el día de Pentecostés. Entonces el
plan redentor de Dios sería completado: Dios el Padre recibi-
ría nuestras oraciones en el trono de gracia y misericordia; el
glorificado Jesús sería nuestro Abogado y Sumo Sacerdote
para presentar delante del Padre nuestro caso e interceder a
favor nuestro; el Espíritu Santo sería quien nos ayudaría con
nuestras oraciones haciéndonos saber cómo orar a fin de que
nuestras peticiones fueran hechas de acuerdo con la voluntad
de Dios para que siempre fueran contestadas. 3
Es indudable que todos necesitamos muchísima ayuda para
saber orar como conviene. Está tan arraigada en nosotros la
falta de disposición para orar, que la primer tarea del Ayuda-
dor es crear dentro de nosotros el deseo básico de orar. Asimis-
mo El es quien pone de relieve para nosotros aquellas necesi-
dades o motivos por los que orar, creando en nosotros una
"preocupación" para orar por algo específico.
Luego, el Ayudador tiene que poner al descubierto para
nosotros la esencia o meollo de qué es lo que realmente anhela-
mos. Por lo general el verdadero meollo de nuestra petición
está sepultado bajo los escombros que ensombrecen y confun-
den el verdadero motivo.
Otra de las tareas del Espíritu es señalamos los impedimen-
tos ·en el camino para una determinada petición; cualquier
egoísmo, el ansía de controlar, cualquier resentimiento, aque-
llos pecados no confesados y muchas otras cosas más.
También es Aquel que nos da su propia fe y su fervor para
reemplazar la tibieza de nuestro amor, preocupación y todo lo
demás. ¡No es de extrañarse, entonces que tan desesperada-
mente necesitemos al Ayudador para que guíe nuestras oracio-
nes!
En tanto que reconocemos nuestra ignorancia e incapacidad
para orar como conviene y con toda diligencia buscar la ayuda
ME ENSENA A ORAR (!) I 129

del Espíritu, nuestra vida de oración se convertirá en la ante-


sala de extraordinarias aventuras.
Esto es algo que hemos podido comprobar en un grupo de
confraternidad al que pertenezco desde hace varios años.
Doris, una joven señora, amiga de muchos de los del grupo se
encontraba enferma. Los médicos que la atendían no daban
ninguna esperanza.
Cierta tarde, en tanto que Frances, una de las señoras del
grupo de confraternidad estaba preparando la cena, el Ayuda-
dor le habló en forma queda pero con cierta premura. "Doris
necesita oración". Mentalmente Frances podía ver a todo el
grupo, compuesto por catorce personas, reunidos con Doris,
aunqu~ no tenía la menor idea de si Doris estaría dispuesta a
aceptar ayuda a través de la orac;ión.
Sin embargo la obediencia de Frances produjo frutos: una
noche, dos días después, cuando todo el grupo se encontraba
reunido llegó Doris muy contenta. La acompañaba su herma-
na que había ido a visitarla.
Puesto que el Espíritu nos había convocado y guiaba la reu-
nión, su presencia se sentía poderosamente. El Espíritu trajo a
la luz el terror que había afectado la niñez de Doris y el trau-
ma que le había provocado el abuso sexual de que la hiciera
objecto su padrastro. Fue necesaria la presencia de su herma-
na pa·ra corroborar lo sucedido y añadir algunos detalles. Este
incidente que la había traumatizado en su niñez, había arrui-
nado la relación de Doris con su esposo y con todos los hom-
bres e indudablemente era un factor que pesaba enormeme~te
en el desarrollo de la grave enfermedad física que la afectaba.
Esa noche vimos cómo el Espíritu orquestó, por medio de
nuestra oración, una maravillosa sanidad de los recuerdos del
pasado que afectaban a Doris. Jesús la libró del peso que
había soportado toda su vida. La reunión aquella noche con-
cluyó de una manera tan gloriosa que todos dimos por. sentado
que Doris también había recibido sanidad física.
Pero nos equivocábamos. Lo glorioso, según pudimos apre-
ciar, fue la cálida separación de Doris y su entrad.a a la otra
vida. Falleció un mes después.
Al mirar retrospectivamente llegamos a la conclusión de
130 I EL AYUDADOR

que el Espíritu, conociendo lo que tenía por delante, no estaba


dispuesto a permitir que Doris comenzara su nueva vida ago-
biada por el daño que le había provocado Satanás. Doris fue al
encuentro de su Señor no solamente liberada sino también pu-
rificada y gozosa.
Un número bastante considerable de quienes nos rodean se
encuentran aprisionados por sus temores, trabados por sus en-
fermedades y es a ellos a quiénes Jesús quiere hacerlos partíci-
pes de su liberación y asimismo de su gozo. Pero aunque ése es
su deseo, El está esperando nuestras oraciones. Es un pensa-
miento sublime.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Hechos 9:10-19.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Deléitate en El y El se delei-


tará en ayudarte.
"Que el Señor sea tu único deleite, y El colmará los deseos
de tu corazón".
(Salmo 37:4 - A.A.)

ORACION: Padre, te prometo que cuando el Ayudador


me indique que debo orar, dejaré de lado lo que esté ha-
ciendo y oraré. Cuando me sienta preocupado por alguien
hablaré contigo al respecto y buscaré tu dirección. Man-
tenme alerta aun al más leve llamado de atención del Ayu-
dador y concédeme, Señor, el don de una buena disposi-
ción para obedecer y perseverar.
Te agradezco por la tremenda cadena no solamente de
oración, sino de preocupació.n y amor de l9s unos por los
otros que tu Espíritu produce en tus hijos esparcidos por
todo el mundo. Te doy gracias porque esto es algo que tras-
pasa la barrera de lo que los hombres llamamos muerte. Te
agradezco por permitirme ver, como tú la ves, la enorme
importancia de la oración: el recurso más rico del Reino y
uno de los dones más valiosos del Ayudador para nosotros ..
¡Te alabo, Señor! Amén.
6. ME ENSEÑA A ORAR (II)
"... el Dios ·de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la glo-
ria os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para cono-
cerle perfectamente; iluminando los ojos de vuestro corazón
para que coiiozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido lia-
mados por él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en he-
rencia a los santos".
(Efesios 1:17-18- B.J.)

La vehemente oración del apóstol Pablo es que nosotros, el


pueblo de Dios, alcancemos a comprender "cuál es la riqueza
de la gloria otorgada por El en herencia a los santos". A partir
del momento en que experimentamos el nuevo nacimiento te-
nemos el derecho de llamarlo."Abba, Padre", nosotros los que
antes no formábamos parte del pueblo de Dios y que ahora
somos su pueblo. 1 Pablo afirma que a partir de ese instante en
adelante todas las gracias, riquezas, tesoros espirituales y
todas las respuestas que necesitemos en el transcurso de nues-
tra vida, han sido depositadas por anticipado a nuestro favor.
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos
ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el
Cielo. 2 ·

Pablo tiene mucha razón al emplear en este pasaje el tiempo


pasado perfecto, Dios "nos ha bendecido". Las riquezas ya
fueron depositadas en nuestra cuenta y están esperándonos.
De acuerdo con las leyes terrenas el hijo tiene que aguardar,
por regla general, hasta la muerte de sus progenitores para

131
132 / EL AYUDADOR

poder heredar aquella parte de los bienes que serán suyos. En


la vida espiritual, empero, la muerte que hizo posible que dis-
frutemos ya de nuestra herencia ocurrió en el Gólgota hace
casi dos mil años.
Una vez que nuestros ojos espirituales estén abiertos para
comprender esto, nuestra vida de oración se transformará por_
completo. No necesitaremos suplicarle a Dios que cambie una
circunstancia indeseable o que nos conceda una petición.
Dado que la respuesta ya ha sido despositada a nuestro favor,
nuestra oración debe ser. más bien para recibir revelación:
"Señor, abre mis ojos para que vea lo que hay allí". Nuestra
petición es para que nos permita, aunque sólo sea brevemente,
atisbar en el mundo del espíritu; que nos dé ojos que, atrave-
sando la esfera de lo terreno, puedan mirar fugazmente en la
sala del tesoro donde todas s1:1s inmensás riquezas se hallan
depositadas. Nuestra petición debe ser por una soberana ac-
ción de Dios, no para que cambie o transforme las circunstan-
cias externas, sino para recibir una revelación interior. De ahí
que la oración se transforma en aguardar en El para recibir esa
vislumbre.
Una vez que la ansiada vislumbre llega, entonces la fe, "la
convicción de lo que no se ve", es tan real como el sol que
asoma cada mañana. Este "conocimiento" difiere por comple-
to de todo aquello que podamos hacer basándonos en nuestros
propios esfuerzos. Con cuánta frecuencia procuré reprimir mis
dudas rechazando lo negativo y concentrándome en lo positivo
y pretendí decir que esto era fe. Sin embargo todos los subter-
fugios de esfuerzo propio distan años dé luz del cónocimiento
íntimo del Jesús que obraba portentosos milagros.
La diferencia entre Jesús y nosotros es que nuestro Señor
tuvo un conocimiento instantáneo en cualquier circunstancia
en particular por· cuanto sus ojos espirituales estaban conti-
nuamente abiertos a la revelación. Una y otra vez Jesús lo ex-
plicó pacientemente:
El Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino que se limita a
ver y a hacer lo que el Padre hace . . .3
Aquí el ver lo que el Padre hace es revelación. También aclaró:
ME ENSENA A ORAR (Il) / 133

Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta . . . no trato de


hacer lo que yo quiero sino lo que quiere el Padre . . .4

Vemos una vez más que oír y conocer es revelación.


En la vida de Jesús los evangelios no nos proporcionan casos
de milagros sino hasta después que el Espíritu vino sobre El
cuando Juan lo bautizó. Esto nos sugiere que aun para el
mismo Señor el Espíritu era el eslabón indispensable en la re-
velación de Jesús (seguido por su conocimiento) en relación al
problema que confrontara, ya se tratara del leproso, el ciego o
el niño enfermo.
Jesús es nuestro perfecto ejemplo, el Autor y Consumador
de nuestra fe, tanto en esta área como en las demás. Por lo
tanto, cuando el Ayudador nos hace sentir alguna inquietud
en el corazón, lo que tenemos que hacer es pedirle que abra
nuestros ojos espirituales y nos dé la revelación que necesita-
mos.
El próximo paso será del Ayudador. Para nosotros, tanto
como para Jesús, el Ayudador es el portador de la revelación
necesaria, el que nos capacita para ver la importancia de la
oración de la misma manera que la ve Jesús. Dado que la res-
puesta a nuestra oración ya está depositada, en tanto que el
el
Ayudador descorre velo de lo oculto para revelamos lo que
hay detrás del mismo, esto necesariamente resultará en fe y
conocimiento. Y es aquí donde ocurren los milagros. Precisa-
mente esto fue lo que descubrió nuestra amiga Kay Peters
hace varios años cuando Don, su niño de siete años se despertó
una mañana enfermo.
-¿Dónde te duele, Don? -le preguntó Kay.
El pequeño señaló su mandíbula y el cuello. -Y aquí tam-
bién, mami -indicó llevándose la mano a la parte interior del
muslo.
El pánico hizo presa de Kay. ¡Paperas! En la escuela de
Don se había producido una epidemia de paperas. ¡Con las
graves consecuencias que pueden traer para los varones!
En muchas oportunidades Kay Peters había orado en favor
de personas que necesitaban sanidad y sus oraciones habían
sido contestadas. Sin embargo, cuando se puso a orar por su
134 / EL AYUDADOR

niño, algo la retuvo. ¿Estaría bien orar por enfermedades


"propias" de los niños?
Inmediatamente supo qué tenía que hacer. Lisa y llanamen-
te pedirle a Jesús. Al hacerlo la respuesta no s_e hizo esperar.
"La enfermedad no es algo natural. Lo normal y corriente es la
salud; eso es lo que yo quiero para rnis hijos. El pensar que
cualquier enfermedad infantil es algo natural o corriente es
una de las mentiras que Satanás ha ido transmitiendo de una
generación a otra".
Kay se llenó de gozo. Pero, entonces, casi al mismo tiempo
la asaltó otro pensamiento como para echar por tierra su ale-
gría ... "Mejo:" sería que tenga las paperas ahora que des-
pués".
Pero, ¿por qué su hijo tendría que tener paperas alguna vez?
¿Qué había dicho Jesús? Cop seguridad que ese mensaje no
era de Dios. La revelación no se hizo esperar, ¡era Satanás! Le
estaba diciendo que no creyera en Jesús. El padre de la menti-
ra había pretendido entrar.
Pasando por alto la sugerencia negativa de Satanás, Kay no
solamente oró por Don, sino que en su oración agregó: "Y que
esté inmunizado para siempre a las paperas".
La voz del Espíritu entonces le dio algunas instrucciones.
No tenía que preguntarle cómo se ~entía y además tenía que
vigilarlo muy atentamente.
Muy pronto se hizo aparente para ella lo apropiado de esta
observación, a fin de que no perdiera ningún detalle del mila-
gro. En unos pocos momentos Don empezó a charlar y a reírse.
Pronto daba vueltas en la cama y luego volteretas. -Mami,
me siento bien. ¡Nunca me sentí tan bien! Mamita, ¡Dios
escuchó tu oración y estoy sano!
Por la noche Don durmió plácidamente. A la mañana si-
guiente no se podía ver ninguna hinchazón en las glándulas.
Tampoco sentía dolor. Fue a la escuela y su madre ha dado
testimonio de que aunque Don hace mucho ya que es papá,
jamás ha tenido paperas.

UNA LECTURA PROVECHOSA: 2 Reyes 6:14-23.


ME ENSENA A.ORAR (Il) / 135

LO QUE DICE EL ESPIRITU: ¡Reclama tu herencia!


''Además, por medio de ese mismo gran poder nos ha
· dado preciosas y grandísimas promesas. Por ejemplo, nos
ha prometido salvamos de la lascivia y la corrupción de
esté mundo y hacemos partícipes de la naturaleza divina".
(2 Pedro 1:4 · P.N.T.)

ORACION: Señor, he acudido a ti como un pordiosero,


creyéndome indigente, falto, cuando la verdad es que soy
un hijo del Rey, heredero de todas tus riquezas, incluso el
discernimiento y la revelación necesarias para cada peti-
ción. ¡Cuán necio debo parecerte, Señor! ¡Y cuánto debe
apenarte mi complejo de pobreza espiritual!
Ansío muchísimo sentarme a los pies del Ayudador en la
escuela de la oración y que El me enseñe. Enséñame ahora
cóm.o aplicar esas gloriosas verdades a mi propia vida.
¡Haz que sea un buen discípulo! En tu nombre. Amén.
7~. ME DA SEGURIDAD DE
VIDA ETERNA
"... fuisteis sellados por el Espíritu Santo que nos había
sido prometido. La presencia del Espíritu Santo en nosotros es
la garantía divina de que nos dará lo prometido; y su sello en
nosotros significa que Di.os ya nos ha comprado y garantiza
que nos llevará hasta El".
(Efesios 1:13, 14- P.N.T.)

Jesús no abundó en detalles respecto a la vida después de la


muerte. Sin embargo, cuando recibimos el Consolador, sú pro-
mesa es que viviremos para siempre con EL Además, el Espíri-
tu nos proporciona un pequeño anticipo de lo que será esa
vida.
Yo pude gozarme por anticipado de lo que será la inmortali-
dad a través de una experiencia que tuve en las primeras horas
de aquella mañana de setiembre del año 1943 cuando de pron-
to comprendí que el Cristo resucitado estaba de pie junto a mi
lecho. La atmósfera del cuarto estaba cargada de electricidad,
como si la Dínamo del universo estuviera de pie allí, ¡como
realmente lo estaba!
No fue una visión. No vi nada .con la retina de mis ojos. Sin
embargo con los ojos del Espíritu "vi" cada detalle nítidamen-
te. En los minutos que siguieron experimenté la realidad. del
cuerpo espiritual y supe que posee cada una de las facultades
del cuerpo físico aunque con un grado mayor de sensibilidad y
con el agregado de algunas dimensiones.
El encuentro que ocurrió allí fue pleno, de Persona a perso-
136
ME DA SEGURIDAD DE VIDA ETERNA / 137

na. La intensidad y el impacto de la personalidad de Jesús en


sus múltiples facetas cayó sobre mí como las crestas dé las olas
a orillas. del mar: su Majestuosidad (quise postrarme de rodi-
llas adorarle) y sin embargo la naturalidad de su leve toque, su
sentido del hu'mor y sus tiernas palabras "estás tomando las
cosas muy a pecho. No hay nada de lo que yo no pueda ocu-
parme".
Era obvio que El sabía cada detalle de mi condición y de mi
casa, como asimismo de mi mente y pensamientos. No me
hizo ningún reproche. Más bien fue un desafío para ayudarme
a salir de la postración en que me encontraba por mi enferme-
dad a fin de que me levantara y saliera al encuentro del futuro.
A partir de esa experiencia nunca jamás dudaré de que hay
una vida después de ésta. Pero ahora también comprendo que
es esencial que nuestro espíritu interior, tan falto de vida a
causa del pecado sea tocado por Aquel que puede volvemos a
la vida. Porque ¿cómo podremos entrar en la vida futura sin
nuestros cuerpos hasta que las facultades de nuestro cuerpo
espiritual sean activadas y vivificadas?
Después de esa noche llegué a comprender mejor cómo
deben haber sido las apariciones de Jesús después de su resu-
rrección. He llegado a la conclusión de que nuestros cuerpos
espirituales estarán dotados de memoria, (no olvidaremos
nada de lo que ahora sabemos) mente, voluntad, emociones,
personalidad. Yo seguiré siendo yo misma. Conoceré a otros
como son, "así como yo seré conocida". En la transición no
habrá nada chocante, será una continuación de lo que soy
ahora.
Esa inolvidable noche aprendí que con mi cuerpo espiritual
habrá un instantáneo (y preciso) cambio d~ pensamientos, pa-
labras, un intercambio de persona a persona sin necesidad de
hacer uso de nuestras cuerdas vocales o de prestar atención
con los oídos. En otras palabras, el cuerpo espiritual es real,
más real aún que el cuerpo físico.
En los años transcurridos desde aquella noche imborrable
he comprobado de otras maneras que el Espíritu es para nos-
otros el anticipo y el pago al contado de la inmortalidad. A
medida que comenzamos a vivir y caminar en el Espíritu,
veremos que cada maravilloso don que El nos conceda es una
138 I EL AYUDADOR

muestra de aquello que será multiplicado mil veces más en la


vida venidera.
Allí amaremos como El nos ama, aquí tenemos· nada más
que una pequeña medida de ese amor a El y para otros.
Allí disfrutaremos del gozo de una comunión ininterrumpi-
da con esa asombrosamente sugestiva y magnífica Personali-
dad; aquí solamente momentos y facetas de su presencia son
reales para nosotros.
Allí tendremos pleno conocimiento mientras que aquí el
Espíritu de Verdad nos proporciona un poco de conocimiento,
percepción, sabiduría y guía.
En el cielo no habrá más dolor, enfermedad, sufrimientos,
mientras que aquí y ahora en algunas oportunidades el Espíri-
tu sana nuestras enfermedades y en ocasiones, de manera
inexplicable se ve impedido a hacerlo.
Allí habremos acabado con el dolor; aquí el Consolador sana
nuestros corazones quebrantados y en medio del dolor nos da
su gozo como un anticipo de la herencia que nos ha prometido.

UNA LECTURA PROVECHOSA:. 1 Corintios 15:42-50.

LO QUE DICE EL ESPIRITO: La palabra que El ha em-


peñado es nuestra seguridad de vida eterna.
"En verdad les digo: El que presta atención a lo que yo
digo, y cree en el que me envió, tiene. vida eterna; y no será
condenado, pues ha pasado ya de la muerte a la vida".
(Juan 5:24 - V.P.)

ORACION: Mi Señor y mi Dios, te agradezco que no tengo


que aguardar hasta morir para gustar de los maravillosos
dones del Espíritu. Te alabo porque nuestra inmortalidad
comienza en el mismo momento que te pedimos que nos
toques y vuelvas a la vida nuestro espíritu muerto. ¡Qué
maravilloso es contar día tras día con las pruebas del Ayu-
dador y las primicias de la vida que transcurrirá ininte-
rrumpidamente!
Dame tal plenitud del Espíritu de modo que m_i vida
aquí y ahora mi f¡,ogar y mi congregación, sean pedacitos
del cielo sobre la /tierra. Amén.
QUINTA PARTE
PRUEBAS DE LA
MUNIFICENCIA DEL
AYUDADOR
l. ELGOZO
"... recibieron el mensaje con una alegría que el Espíritu
Santo les daba, aunque les costó mucho sufrimiento. De esta
manera llegaron a ser un ejemplo para todos los creyen-
tes ... "
(1 Te11alonicenses 1:6, 7 - V.P.)

El gozo es uno de los frutos del Espíritu que nos ha sido pro-
metido.1 Sin embargo, es posible que algunos todavía no haya-
mos comprendido cabalmente el significado de esta palabra.
En efecto, podemos pensar en el gozo como efecto tonificante
de nuestras oraciones que reciben milagrosa respuesta, o como
felicidad por la manera plácida én que transcurre nuestra vida
por la bendición de Dios, o bien como euforia emocional resul-
tante del canto y regocijo del pueblo de Dios a través de una
estimulante confraternidad.
Si bien es cierto que con frecuencia Dios nos concede esas
bendiciones, el gozo del Espíritu es mucho más que eso. No
nos ha prometido que solamente atravesaremos por circuns-
tancias gozosas, sino que el Ayudador nos proporcionará el
don sobrenatural de gozamos en cualquier incidente por el que
nos toque atravesar.
Esto lo pode~os apreciar en la narración que hace Lucas
respecto de la Iglesia en sus comienzos. ¡Sí que los primeros
cristianos tenían problemas! Enseguida de Pentecostés, ape-
nas Pedro había predicado su sermón, él y Juan fueron arres-
tados. 2 De inmediato un grupo de apóstoles fueron encarcela-

141
142 / EL AYUDADOR

dos y azotados. 3 Después Esteban fue lapidado. 4 Los cristia-


nos eran perseguidos y arrastrados fuera de sus hogares. 5
Jacobo, el que según muchos, era medio hermano del Señor,
fue decapitado. 6 Posteriormente Herodes mandó poner en la
cá.rcel a Pedro con la intención de hacerlo ejecutar. 7 Y así po-
dríamos continuar la larga lista.
Con todo, el relato del libro de Los Hechos está salpicado de
declaraciones acercl;l del incontrolable gozo de esos primeros
cristianos ... "compartían los,alimentos con profundo regoci-
jo y gratitud" ... "alabando a Dios". Los discípulos, por su
parte, quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo".
Y al proseguir nuestra lectura al encontramos con Pablo y
Silas en la cárcel en Filipos, se nos dice que previamente les
pegaron "mucho" azotándolos con varas, asombrados vemos
que el Ayudador se hizo cargo de la situación:
Pero a eso de la medianoche, cuando Pablo y Silas estaban
orando y cantando himnos a Dios, y los otros prisionero estaban
escuchando ... s
No cabe duda que los otros prisioneros no podrían dar crédi-
to a lo que escuchaban porque no es natural cantar y alabar a
Dios mientras que los pies están eri el cepo. Es obvio que el
verdadero gozo en esas circunstancias, para nosotros como
seres humanos es imposible; es a todas luces sobrenatural.
Jesús, nunca nos prometió que nos daría un don de gozo hu-
mano que lo recibiríamos como un paquete que alguien nos
manda.
El nos prometió "Yo les hablo así para que se alegren con-
migo, a así se llenen de gozo". 9
Es el gozo del Señor el que nos ha sido prometido. A través
del Espíritu el Señor resucitado y glorificado vendrá a morar
en nuestros corazories fríos y junto con El lo llenará de su gozo.
¿Por qué no hemos comprendido el gozo de Jesús? ¿Por qué
el cristianismo ha distorsionado la Escritura insistiendo reite-
radamente en nuestro Señor-como "varón de dolores y sabedor
de dolencias"?
Por supuesto que estaba familiarizado con las dolencias;
había descendido a la, tierra en forma humana con el propósito
específico de acabar ~on la ruina y el quebranto causado por
EL GOZO/ 143

Satanás. Jesús se dedicó a ir de un lado a otro, deteniendo su


mirada en los rostros desfigurados por el sufrimiento y de ma-
nera concisa, deleitándose en libertar hombres y mujeres es-
clavizados por el enemigo. Esas eran tareas que llevaba a cabo
con gozo porque el Señor de la vida aborrecía la enfermedad,
las dolencias, la falta de unión, la demencia y la muerte. Por lo
tanto día tras día dejó detrás suyo una cadena de victorias.
Y la victoria más grande de todas la tenía por delante: la
cruz. Isaías al referirse al Mesías que vendría como "varón de
dolores y sabedor de dolencias" estaba prediciendo la agonía
de la cruz. Con todo,
Jesús sufrió en la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa
clase de muerte, porque sabía que después de sufrir tendría gozo y
alegría ... 10
Y ¿por qué no hemos considerado seriamente uno de los
cuadros más hermosos de Jesús que nos proporciona el Nuevo
Testamento? ...
Has amado lo recto y odiado lo malo; por eso Dios, el Dios tuyo,
de"amó sobre ti más alegría que sobre tus compañeros. 11
Así es como el autor de la epístola a los Hebreos nos dice que
Jesús de Nazaret tenía más alegría y más gozo que todos los
seres humanos.
Pero hay algo más. Jesús nos ha prometido no solamente el
gozo extraordinario que otros vieron en El mientras caminó
sobre la tierra. Nosotros, teniendo la suprema bendición de
vivir en esta era del Espíritu Santo, también tenemos la pro-
mesa del gozo del Señor triunfante, resucitado y glorificado.
Anticipándose a Pentecostés, Jesús dijo a sus once apósto-
les, (y por ende a nosotros):
Dentro de poco, ustedes ya no me verán, pero un poco más tar-
de me volverán a ver, porque yo me voy a donde está el Padre ...

. . . pero yo volveré a verles, y entonces su corazón se llenará de


alegría, una alegría que nadie les puede quitar. 12
En aquel día de la venida del Espíritu a la tierra habrá ra-
zón para gozarse y alabar contínuamente porque con la plena
victoria de la cruz Satanás finalmente será derrotado. Este
144 / EL AYUDADOR

gozo sobrenatural no es otro que el gozo del Espíritu.


No hace mucho tiempo fuimos testigos de la manera en que
el Espíritu llena de gozo en medio de las circunstancias más
adversas. Mary y Geotge Greenfield son unos ejemplares her-
manos que se congregan los lunes en nuestro grupo de confra-
ternidad en Delray Beach, Florida. Allí recibieron el bautismo
del Espíritu.
Seís días después de recibir ellos el bautismo, Patty, su úni-
ca hija, una adolescente (que cursaba el segundo año en la
escuela' secundaria), fue raptada durante un atraco perpetra-
do en la granja lechera Cumberland donde trabajaba.
Al. día sigujente cientos oraban pidiendo a Di<;)S que la prote-
giera. Sin embargo, algunos de nosotros que tratamos de orar
por el feliz retomo de Patty, (incluyendo sus padres), experi-
mentamos una especia de toque de atención o bloqueo a nues-
tras oraciones, algo que noe¡ resultaba desconcertante y difícil
de interpretar entonces.
El siguiente lunes por la noche (dos días después del rapto
de Patty), en tanto que cantábamos "Maravillosa gracia"
George comenzó a llorar. En ese momento supo que su hija
estaba con el Señor. Además de esto cayó sobre él una fuerte
convicción que hasta se transformó en palabras: "No llores por
mí, papito. Estoy bien".
Dos días más tarde se encontró el cadáver de Patty; fue en-
contrado por un investigador local. Subsecuentemente la poli-
cía arrestó a los dos jóvenes, que confesaron su crimen.
Cuando uno de los investigadores de la policía, un agente
del F. B. l. (Oficina Federal de Investigaciones) y su pastor lle-
garon hasta su casa para referirles las tristes nuevas se asom-
braron ante la actitud de los esposos Greenfield: no sólo que lo
sabían sino que también habían sido preparados. Aunque esos
padres no comprendieron el "por qué" de ese asesinato sin
sentido, como ninguno de nosotros tampoco lo comprendió, y
aun cuando se lamentaban por su hermosa hija, en su interior
sentían una profunda calma y lo que es más no sentían resen-
timiento alguno para con los asesinos de su única hija. Los
periodistas que se ocupaban del caso no podían explicarse la
1 •

profunda fortaleza y iesa sensación de victoria aun en medio


EL GOZO I 145

del dolor, actitudes éstas que nunca antes habían podido apre-
ciar en circunstancias análogas.
Cuando mi esposo y yo lo llamamos por teléfono desde Ever-
green Farm en Virginia, donde veraneábamos, George y Mary
fueron los que nos consolaron a nosotros a través del teléfono.
Los que asistieron a los funerales de Patty nunca olvidarán
el poder, belleza y sí, el resplandeciente gozo del Señor que era
evidente. Una persona describió el servicio religioso como un
himno de alabanza que brotaba de lo más profundo del ser.
A través de los siglos muchos han buscado a tientas pala-
bras para explicar el don del gozo del Espíritu. V-eamos cómo
lo exp.resó el doctor R. A. Torrey después de la repentina
muerte de Elizabeth, su amorosa y vivaz pequeña de nueve
años, a causa de la difteria:
Al día siguiente ... mientras caminaba por la esquina de la
calle Chestnut y la avenida LaSalle, no pude reprimir por más
tiempo mi dolor .... Grité en voz alta: "¡Oh, Elizabeth, Eliza-
beth!" Y en ese preciso momento la fuente de mi corazón se abrió
con tal poder como nunca antes lo había experimentado y fue el
momento más gozoso de mi vida. 13
¿De qué manera, entonces, podremos tener el gozo del Espí-
ritu? Admita que es mucho más probable recibirlo no cuando
las cosas marchan bien sino cuando nos vemos envueltos en la
adversidad y en los problemas. Esta es nuestra oportunidad
para reclamar parte de nuestra herencia como hijos del Rey.
Para ello tenemos que permitirle a Jesús que nos haga ver
con su perspectiva nu.estra propia situación. La enfermedad,
mala disposición, accidentes, miseria, injusticia, hogares des-
truídos no han sido erradicados todavía, porque en nuestro
mundo aún queda mucha fuerza de oposición como resultado
de la destrucción. provocada por Satanás. Una vez que el cris-
tiano pide y recibe. el don del Espíritu forma parte de los que
acaban con los focos de resistencia. Entonces el cristiano será
el blanco, no solamente para compartir las dificultades que
constituyen una parte de nuestra humanidad ("En el mundo
ustedes tendrán que sufrir ... ") 14 ·sino también de lo!;l dardos
especiales que Satanás reserva para todos los guerreros del
Espíritu. Estos dardos especiales fueron los que tuvieron que
afrontar los primeros cristianos.
146 / EL AYUDADOR

La perspectiva de Jesús tiene alcances mayores. La miopía


nos impide ver porque nuestra visión se centra en nosotros.
Jesús insiste en que nos consideremos nosotros mismos como
un pequeño eslabón en una larga cadena de hombres y muje-
res de Dios empe_ñados en la tarea de acabar con los focos de
resistencia y que miran adelante, no solamente a una ciudad
celestial sino a un tiempo en el que la tierra misma llegará a
ser el reino de Dios gobernado por El, el Cristo victorioso.
¿Cuál es entonces el problema? Pese a lo dificil que pueda
ser, ore pidiendo la _perspectiva de Jesús, su mismo gozo en
qiedio del problema. Y luego ábrase a ese gozo y esté prepara-
do para recibir la gran sorpresa de su vida.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Hechos 16:19-34.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Jeiús siempre resulta triunfa-


dor.
"Gracias sean dadas a Dios que siempre nos lleva en
triunfo en Cristo".
' (2 Corintios 2:14 - M.V.)

ORACION: Señor, tú y yo sabemos que estoy pasando por


situaciones difíciles en mi vida, y en especial mi preocupa-
cion por Al pedirte que me des tu perspec-
tiva y tus soluciones a este problema, empiezo a ver que la
preocupación, la irritación y el pensar solamente en lo ne-
gativo no es ser lo pragmático que yo había pensado. Es
más, tú me estás diciendo que cuando me dejo llevar por la
corriente de las dudas, el desaliento y la conmiseración de
mí mismo, te estoy pasando por alto.
Al volverme a ti Señor, en este momento te hago presen-
te este pesar que me confronta y escucho tu voz diciéndo-
me: "No hay nada que yo no pueda resolver. ¿Por qué estás
tan turbado? "
Tu gozo se irradia a través de tus palabras, Señor. Per-
mite que tu gozo también sea mi gozo. Te abro mi corazón.
Amén.
2. LAFE
"¿Qué es fe? Fe es la plena certeza de que lo que esperamos
ha de llegar. Es el convencimiento absoluto de que hemos de
alcanzar lo que ni siquiera vislumbramos".
(Hebreos 11:1- P.N.T.)

En todo el Nuevo Testa·mentQpodemos apreciar el llamado


que se nos hace a la fe. Se nos dice que "sin fe no se puede
agradar a Dios" . 1 Sin fe tampoco podemos recibir nada de
Diós o vivir una vida cristiana victoriosa. Además, una de las
grandes promesas de Jesús, que podría ser para nosotros como
un cheque firmado en blanco, supeditó todo a la fe:
... cualquier cosa que pidáis en oración la recibiréis si de veras
creéis. 2
Sin embargo, esta necesidad imperativa de tener fe, mera-
mente nos desanima. La mayoría de nosotros abrigamos
dudas; sentimos que carecemos del pleno conocimiento y la
certeza que es el resultado de la fe.
¿Cuál es, entonces, esta fe que se requiere de nosotros?
En las Escrituras se nos dice que:
Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan.ª
La palabra sustancia sugiere' un objeto, propiedad física,
mientras que en el original griego esta palabra traducida sus-
tancia denota acción.
Por lo tanto podría traducirse mejor como:
La fe es la comprobación de las cosas que se elsperan.

147
148 I EL AYUDADOR

¿De qué manera puedo comprobar algo o hacerlo real en mi


vida? En la propiedad que tenemos en Evergreen, en Virginia,
hay un lugar lleno de rocas y plantas. Ese es un sitio adecuado
para las hermosas impatiens, conocidas también cc>n el nom-
bre de balsamina de adorno. En ese lugar, parcialmente som-
breado, las matas de impatiens rosadas, cereza y salmón, que
son un deleite para los ojos, se extienden y crecen. Aunque yo
fuera ciega, no por ello los colores dejarían de estar allí. Lo que
ocurriría es que yo carecería de la facultad para cerciorarme
por mí misma de los colores rosados, cereza y salmón.
De la misma manera, como seres humanos nuestro proble-
ma es que en tanto que estamos en estos cuerpos carecemos de
la preparación para sustanciar los hechos divinos. Nuestros
cinco sentidos naturales no nos sirven en cuanto a las cosas del
mundo del espíritu.
Es en este atolladero cuando la fe viene a auxiliamos. Dios
lo ha ordenado de modo que la fe es la única potencia capaz de
sortear el abismo entre nuestra limitada humánidad y el ver-
dadero mundo del espíritu. En otras palabras, la fe viene a ser
nuestros ojos, oído, tacto interiores y también sabiduría com-
prensión. Solamente sobre este puente de fe, los verdaderos
hechos de Dios, respecto de la bendición particular que necesi-
tamos de la casa del tesoro de Dios pueden ser así sustancia-
dos personalmente para usted y para mí, de modo que llegan a
ser una realidad en nuestra experiencia.
Con todo, la realidad es que esos dones y bendiciones que
necesito de la casa del tesoro celestial 4 no nacieron en el mo-
mento cuando yo los comprendí por primera vez. Han estado
allí todo el tiempo esperándonos, tal como los coloridos raci-
mos de impatiens siempre han estado entre las rocas de mi
jardín. Si careciera de vista para sustanciar las impatiens,
entonces ni mi escepticismo, ni mi incredulidad respecto de
las plantas, ni tampoco el que creyera, afectarían el hecho de
que están allí.
De la misma manera siempre ha sido un hecho que la provi-
sión de Dios a mi favor estaba allí. Por esa razón la fe siempre
tiene que ser en tiempo presente (denotando una acción com-
pletada) en contraste con la esperanza que siempre es algo que
está en tiempo futuro.
LA FE/ 149

Fue esta clase de fe tiempo presente sobre la que Jesús nos


enseñó cuando dijo:
Oíd bien: Pedid en oración cualquier cosa, que si creéis lo reci-
biréis. 5
¿Cómo podremos lograr una fe así? La mayoría de nosotros
los cristianos hemos procurado por una diversidad de formas:
reprendiendo las dudas, repitiendo afirmaciones, leyendo la
Escritura y reclamando promesas específicas, compartiendo
las experiencias de otros que nos ayudan a cimentar nuestra fe
a través de la palabra escrita o hablada.
Todo esto tiene su valor. Sin embargo hay un camino mucho
mejor. Puesto que sería posible hacer uso de todas las técnicas
imaginables que puedan cimentar la fe y con todo pasar por
alto el tener una confrontación directa con la Persona de
Jesús. Nada es más importante que el que establezcamos y
activemos una relación personal con El. Por lo tanto, Jesús
requiere que acuda directamente a El para lograr esa fe que
necesito para la sustanciación de hechos divinos a mi mente
natural. Esta sustanciación es revelación y la revelación es la
obra que le ha sido encomendada al Ayudador. 6
Buscar tal revelación significa que en relación con cualquier
necesidad acudo a Jesús en oración y le digo: "Señor, háblame
acerca de esto. ¿Qué es lo que me quieres decir al respecto?.
Señor, descorre el velo de la carne y dame una vislumbre del
mundo del espíritu. Déjame ver esta situación a través de tus
ojos. ¿Qué es lo que te agradaría? Espero tu respuesta".
En este punto no estoy pidiendo un cambio en las circuns-
tancias exteriores sino una revelación interior. Luego, espero,
escucho y observo.
Cuando recibo discernimiento, es decir, la palabra muy per-
sonal de Jesús para mí, entonces la fe, "la sustancia de las
cosas que se esperan", viene automáticamente. Y el resultado
de ese conocimiento interior (que "percibiendo como un hecho
real aquello que no es revelado a los sentidos")7 cambia los he-
chos externos. La fe ha realizado el milagro de la oración con-
testada.
Nuestro amigo Jamie Buckingham ha referido un milagro
semejante en su vida. Cuando tenía trece años había escucha-
do una conversación que sus padres sostuvieron una noche
150 / EL AYUDADOR

mientras estaban en su dormitorio elogiando a su hermano


Clay, "Me siento muy orgullosa de Clay. Es el mejor de nues-
tros hijos".
El extremadamente sensible Jamie interpretó esto como si
en realidad hubiera .dicho "Yo quiero más a Clay que a
Jamie". Veinticinco años después Jamie seguía luchando con
la puerta que aquella noche se había cerrado entre él y su ma-
dre. Esa puerta de comunicación había sido cerrada con ímpe-
tu y además cerrada con llave. Tan profunda era su implaca-
bilidad que había afectado la relación de Jamie no solamente
con su madre sino con toda otra mujer. '
En aquel entonces Jamie no sabía pedirle a Dios discerni-
miento respecto de esta barrera que se había interpuesto entre
él y su madre. Pero, un día intervino el Ayudador y de manera
suave le dio discernimiento.
Déjame mostrarte algo sobre esa clase de barreras ... Ninguna
es real. Una vez que una barrera como ésta está cubierta por la
sangre de mi hijo Jesús, se desintegra. Es verdad que puede pare-
cer como si estuviera, pero existe solamente en tu imaginación.
Yo te he liberado. 8
Esta revelación le hizo comprender que su oración de veinti-
cinco años había sido contestada. El problema fue resuelto. Lo
único que restaba era que Jamie pusiera en acción su amor por
su madre. Eso fue fácil. La revelación que había recibido era
correcta: sencillamente allí no había barrera o problema.
Tan solo que no tuvo que haber esperado veinticinco años.
La maravillosa respuesta había estado allí todo el tiempo.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Mateo 8:5-13; Romanos


1:16,17:

LO QUE DICE EL ESPIRITU: En la casa del tesoro celestial


está todo cuanto necesito.
''Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
quien nos bendijo con toda clase de bendición espiritual en
los cielos porque pertenecemos a Cristo".
(Efesios 1:3 - P.N.T.)
LA FE I 151

ORACION: Señor, me he sentido turbado por la situación


- - - - - - Mi preocupación es un obstáculo para mi
mente. Ahora, Señor, pongo esta situación ante ti y te pido
que me hables. ¿Puedes revelarme algo? Desearía ver esto
con tus ojos, Señor, por lo que te pido que quites de mis
ojos el velo que los cubre.
Por fe te agradezco anticipadamente tu pe.rcepción y tus
indicaciones de cómo quieres que ore.
Aguardo una palabra tuya, Señor. Amén.
3.ELAMOR
"El amor que Dios nos tiene se ha derramado en nuestros
corazones por la acción del Espíritu Santo que nos ha dado ".
(Romanoe 5:5 - F. de F.)

La mayoría de nosotros, tan pronto tuvimos edad suficiente


como para asistir a una clase de la Escuela Dominical apren-
dimos las sencillas pero poderosas palabras que dicen:
'
Cristo me ama,
Cristo me ama,
Cristo me ama,
la Biblia dice así 1
En verdad una de las enseñanzas fundamentales de la fe
cristiana es el conocimiento positivo del amor del Maestro por
cada uno de nosotros.
Sin embargo, hay algo mejor ... La conciencia del amor de
Cristo a través de la lectura de la Escritura es conocimiento
intelectual. Pero, mi conocimiento de su amor debe ser más
que meramente intelectual antes de que reconforte mi cora-
zón, toque mis emociones y me haga caer postrado ante El en
agradecida· adoración.
Posiblemente una de las más largas jornadas que cualquiera
de nosotros jamás haya recorrido es la que media entre el inte-
lecto y el corazón. De igual modo, el amor de Jesús es algo que
debo experimentar y solamente el Espíritu Santo puede hacer
que yo sienta ese amor tierno, sublime.
¿Cómo respondemos cuando el Espíritu Santo derrama su

152
EL AMOR/ 153

amor en nuestros corazones de esa manera? A su vez, ¿cómo le


expresarnos nosotros nuestro amor?
Da maneras tan diversas corno hay diversidad dE! seres hu-
manos.
Al dar el primer paso hacia el conocimieqto de lo que la ver-
dadera alabanza es, aprendernos que la oración puede llegar a
ser adoración y no solamente pedir aquello que necesitarnos o
querernos.
Principiamos a alabarle y a cantarle con himnos, cánticos y
coros sencillos, corno lo hiciera .años ha el salmista de Israel.
Le expresarnos nuestro amor sin escatimar el vaso de ala-
bastro sobre sus pies, igual que María.
Esto fue algo que también hizo el hermano Andrés, 2 el
holandés que introdujera Biblias en los países comunistas. En
cierta oportunidad dio toda la ropa que llevaba en su maleta a
sus hermanos cristianos que vivían en Cuba y que estaban su-
friendo una grave persecución económica. Y justo antes de que
el avión que lo llevarífl. de regreso a Holanda levantara vuelo,
Andrés se quitó los zapatos y en la puerta del avión se los dio a
un pastor que necesitaba zapatos.
Otra manera de expresar nuestro amor es buscando la ma-
nera práctica de obrar de Jesüs. "Si alguno me arna, guardará
mi Palabra". 3 Tengo una amiga que ha aceptado literalmente
este mandato. Para ella, el exárnen de cada acción que em-
prende es "Mi Señor, ¿qué decisión será la que más te agra-
de?"
Ann Kiernel, 4 una joven escritora, tres días por semana sale
en una misión de amor. Los lun°es, martes y miércoles son los
días que ella brinda su tiempo, fuerza y bienes a los que viven
en las zonas ribereñas de su cosrnopolitano Boston, los barren-
deros, las empleadas de los restaurantes, los mandaderos, las
secretarias, las arnas de casa, el portero del edificio de depar-
tamentos donde vive. Siempre su mensaje es que tiene un gran
Señor y que la ama tanto que la ha enviado a la sirvienta, al
portero o a la secretaria para contarles que Jesüs también los
arna a ellos ...
Una y otra vez la pregunta de Jesüs "¿Me arnas?" o "¿Me
arnas más que éstos?" es seguida de su "Cuida de mis ove-
154 I EL AYUDADOR I

jas ... " "Apacienta mis corderos". 6 Es una clase de amor que
no podemos retener para nosotros porque si lo hacemos se
marchitará y morirá.
Este amor no es algo que podemos fabricar a nuestro antojo.
El motivo que nos mueve a compartir su amor participando
nuestra esencia con otros en verdadera comunicación de espí-
ritu a espíritu tiene que ser una obra realizada en nosotros por
el Espíritu. Solamente el Espíritu puede avivar el fuego y
hacer que ardan nuestros fríos corazones.
Sarah Van Wade tuvo ocasión de·comprobarlo al verse con-
frontada con el hecho de que David, que fuera su esposo, un
alcohólico consuetudinario, había dejado la bebida al aceptar
a Cristo en su vida y deseaba v@lver a contraer matrimonio
con ella y nuevamente ser un padre para sus cuatro hijos. La
primera reacción de Sarah fue: "Preferiría morir antes que
volver a casarme con David. ¿Cómo podría vivir junto a un
hombre al que aborrezco?"
Pero Sarah no tenía paz. Puesto que había llegado a depen-
der enteramente del Señor -para criar a sus hijos y asimismo
para mentenerlos con lo que recibía por sus escritos, compren-
día que su actitud no era del agrado del Señor. Presa de la
desesperación se arrojó sobre la cama llorando y orando: "Por
favor, Señor, estoy dispuesta a hacer cualquier cosa por ti,
pero no me pidas que vuelva a unirme a David. Los niños y yo
nos sentimos muy felices.así".
Pero, de pronto Sarah comprendió que no era cierto. Ella se
sentía realizada con su nueva carrera como escritora, pero los
niños no. Habían aceptado el divorcio pero no estaban conten-
tos. Extrañaban a su padre. Luego de un torrente de lágrimas,
Sarah cedió.
"Está bien, Señor. Veré a David aunque no puedo soportar-
lo por la manera en que nos hizo sufrir. Estoy dispuesta a
hacer lo que tú quieras, pero como él está muerto para mí, tú
tendrás que amarlo a través mío".
Su disposición para ser un instrumento para el amor del
Señor fue la clave para que esta familia se reuniera. Sarah re-
lata esto magistralmente en su libro Second Chance (Segunda
oportunidad). 6 Se asombró al comprobar que David había
EL AMOR I 155

cambiado realmente. Se podía apreciar en él una nueva dispo-


si~ión y un renovado vigor. El Ayudador no solamente le dio a
Sarah amor para su esposo, a~go que ella jamás soñó que pu-
diera tener, sino que también creó un nuevo amor entre ellos,
disipando la amargura y el rencor.
Antes de Pentecostés, Pedro, Jacobo y Juan y los otros discí-
pulos tenían mucho conocimiento intelectual respecto de
Jesús. Las preciosas memorias de los tres años que habían pa-
sado junto a El aún estaban frescas en ellos. Sabí'an mejor que
cualquier otra persona lo que Jesús había enseñado y además
de eso, lo amaban.
Con todo, el temor se había apoderado de ellos, paralizán-
dolos hasta inmovilizarlos completamente al punto que se
ocultaron a puertas cerradas. Se habían convertido en perso-
nas incapaces de compartir a su Maestro, o de alimentar a
cualquiera de sus ovejas perdidas en un mundo pagano. Eran
hombres sin inspiración, con sus espíritus abatidos como las
velas de sus naves, colgando inermes y bajas en un mar tran-
quilo, que no los llevaba a ninguna parte.
Así fue hasta que el viento del Espíritu llenó esas velas, hin-
chándolas con tanta fuerza que de ahí en adelante los apósto-
les no solamente fueron hombres inspirados sino enviados, im-
pulsados. Seguramente que en ninguna parte será posible ver
un drama más sublime que el que presentaban aquellos após-
toles de Jesús en el período que podríamos llamar "Antes y
Después" de Pentecostés. Y esto es lo que el Espíritu quiere
volver a crear en nosotros en la actualidad:
¡No debemos maravillamos de que no nos atrevemos a
hacer nada sin la obra del Espíritu en nuestras vidas!

UNA LECTURA PROVECHOSA: Juan 21:1-25.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: La clase de amor que Dios nos


ha dado.
"El que no perdonó (l su propio Hijo, sino que lo entregó
a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él
todo lo demás.?"
(Romanos 8:32 - F. de F.)
156 I EL AYUDADOR

ORACION: Señor, confieso que mi comprensión respecto


de tu Persor,,a ha sido intelectual y que lamentablemente
mi conocimiento de corazón fue deficiente. Te he amado
intelectualmente pero no con el calor de la adoración de mi
corazón. Señor, no me había dado cuenta que para ti es im-
portante ser amado libre y espontáneamente por las,cria-
turas que tú has creado. ¡No había comprendido que esto
es adoración!
Señor, quiero amarte así. Ahora quiero pedirle al Espíri-
tu que sea mi Maestro. Le ruego que haga su obra en mí,
que avive ese fuego en mi corazón. Alabado seas, Señor.
¡Te amo! Amén.
4. LA ENERGIA
"El espíritu es el que da vida, la carne de nada sirve".
(Juan 6:63- V.E.)

La comida, las vitaminas, dormir, descansar, las diversio-


nes sanas, la vida al aire libre, los ejercicios, no son 1-0s únicos
medios para el bienestar físico. Hay otro medio, una fuente de
vigor y fortaleza que minuto a minuto nos imparte el Espíritu
Santo.
Se nos dice que:
... si vive en ustedes el, Espíritu de aquel que resucitó de la
muerte a Cristo Jesús, el mismo Dios que lo resucitó dará vida
nueva a los cuerpos mortales de ustedes por medio del Espíritu de
Dios que vive en ustedes.'
Estas palabras constituyen otra prueba más de nuestra in-
suficiencia y su suficiencia. A fin de poder experimentar esta
nueva vida de la que nos habla el Apóstol, debemos depender
de la fuerza de Dios mas bien que de nuestro vigor natural.
El Dr. A. B. Simpson, un famoso clérigo de Nueva York, que
vivió en las postrimerías del siglo pasado, era delicado de sa-
lud. Todavía no había cumplido los treinta años cuando sufrió
una severa afección cardíaca. Su ministerio le exigía que en
ocasiones· pre.dicara hasta en tres cultos por semana; dos los
domingos y uno el miércoles. Este esfuerzo gravitaba muchísi-
mo sobre su débil organismo.
Sin embargo, cuando cumplió los treinta y siete años, el
Señor Jesús obró un milagro en él y sanó. Su sanidad fue veri-

157
158 I EL AYUDADOR

ficada por los médicos. De ahí en adelante su trabajo pastoral


evangelístico y asimismo como escritor, se multiplicó enorme-
mente. Con todo durante el resto de sus días el Dr. Simpson
estuvo consciente de que su vigor "provenía directamente de
una fuente sobrenatural".
En los tres años que siguieron a 'su sanidad, el Dr. Simpson
llevó un registro de sus actividades y pudo constatar que en
ese período predicó más de mil sermones y que con frecuencia
celebraba veinte reuniones por semana. Sus palabras fueron:
En un día de doble trabajo, al fin de la jornada, con frecuencia
estaba consciente de un doble vigor ... No se trata de una exal-
tación extrema seguida de una reacción, ya que el próximo día
llega con idéntica frescura ... Esto no es otra cosa que "la vida
de Cristo manifestada en mi carne mortal". 2
El Dr. Simpson fundó la Alianza Cristiana y Misionera, or-
ganización que continúa hasta.nuestros días con su pujanza
inicial. Hasta su muerte, ocurrida a los 76 años, el Dr. Simp-
son se mantuvo realizand~ una fecunda labor creativa.
Este mismo establecimiento físico también es el secreto del
vigor que anima a Corrie ten Boom, la querida holandesa,
cuya vida y testimonio son de tanta inspiración para los cris-
tianos de todo el mundo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en la aldaa holandesa
de Haarlem, la familia Ten Boom con mucha decisión y ente-
reza se dedicó a ocultar en reiteradas oportunidades a judíos,
tanto hombres como mujeres y ayudarlos a escapar de la per-
secusión nazi desatada en su coritra. Finalmente toda esta fa-
milia fue llevada a los campos de concentración nazis en di-
versos lugares y por último al más infame de todos: Ravens-
bruck. Corrie fue la única de la familia que sobrevivió al en-
carcelamiento.
Mi esposo y yo fuimos invitados, hace algún tiempo a una
fiesta en Miami para celebrar su octogésimo cuarto año de
vida. Corrie todavía poseía una mente despierta, sentido del
humor y se la veía tan activa como siempre. Hace algunos
años que padece de angina al pecho. Sin embargo, cuando se
siente acosada por dolores y espasmos al corazón, se retira
para estar a solas con su Padre. Calladamente espera en El,
LA ENERGIA / 159

sabiendo que, o bien se la llevará para estar en su presencia, o


llenará su copa con renovado vigor para preseguir su servicio.
Lo que ha venido sucediendo año tras año no es otra cosa
que la vida del· Espíritu transmutada aun hasta las células y
tejidos de su cuerpo.

UNA LECTURA PROVECHOSA: 2 Corintios 4:6-16.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: De su presencia mana la vida.


"Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En
descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confian-
za será vuestra fortaleza".
(lsaías 30:15)

ORACION: Señor, reclamo la prom"esa de tu Palabra de


que tu propia vida es la que se manifiesta en nuestros cuer-
pos mortales. Ahora empiezo a darme cuenta que cuando
el Espíritu se mu,eve, añade vigor a nuestro cuerpo. Por lo
tanto te pido que ese poder vivificador revitalice cada célu-
la de mi organismo. Quita toda fatiga. Me abro a ti para
recibir tu nueva vida. Te agradezco porque voy a comenzar
a ver la vida con ojos limpios, ctaros. Esta oración la hago
solamente en tu poder. Amén.
5. LA SANIDAD
"Así que yo les digo: Pidan, y Dios les dará ... "

"Y estas señales acompañarán a los que creen ... además


pondrán las manos sobre los enfermos y éstos quedarán
sanos''.
(Lucas 11:9; Marcos 16:17, 18- V.P.)

Yo soy una persona que aprende muy lentamente en lo que


se refiere a las cosas espirituales. Algunas veces pasan años
hasta que comprendo una lección que el Ayudador está trá-
tando de enseñarme. Por eso durante muchísimo tiempo
medité por qué no sané instantáneamente de mi afección pul-
monar aquella noche de setiembre de 1943, cuando la presen-
cia de Jesús inundó mi cuarto de una forma tan sobrecogedo-
ra, experiencia a la que me he referido anteriormente. Induda-
blemente aquel fue el momento crucial de mi enfermedad; a
partir de esa noche comencé a mejorar día a día. Sin embargo
para muchos cristianos, una mejoría paulatina les parece que
rio glorifica tanto al Señor como una dramática sanidad ins-
tantánea.
Y también me he formulado esta otra pregunta: ¿La sani-
dad instantánea o gradual depende del nivel de mi fe? Esta es
una teología de la sanidad que se enseña con mucha frecuen-
cia. Sin embargo, el creer así, a menudo hace que recaiga
sobre el enfermo un sentimiento de culpabilidad. El que sufre
ya está oprimido por la enfermedad y no necesita que a su en-
fermedad se le añada además una carga de culpabilidad.

160
LA SANIDAD I 161

Sin embargo, en estos días el Ayudador nos está dando un


enfoque completamente distinto: muchas sanidades auténti-
cas recibidas a través de la oración son graduales mas bien que
milagros instantáneos. La sanidad total lleva tiempo y tam-
bién requiere oración reiterada, persistente. Y este lento pro-
ceso, dicho sea de paso, es consistente con todos los procesos
normales· no solamente del organismo, sino de la naturaleza
toda.
Es maravil, comprobar que en la actualidad el Ayudador
está atrayendo 1a atención de un gran número de personas es-
parcidas por diversos lugares s_obre esta verdad y no solamente
con un grupo que se encuentra estrechamente relacionado
entre sí. El reverendo Tommy Tyson, maestro y evangelista de
Carolina del Norte, tropezó accidentalmente con lo que él ha
dado en llamar "la oración de inmersión". Esto significa.que
la persona por la que se ora gradualmente se sumerge en la
atmósfera de la oración durante un tiempo considerable. En
este caso, los que oran expresan la vida y el poder de Jesús que
se va derramando sobre el área afectada.
Otro es el Padre Francis MacNutt, 1 quien por más de diez
años ha venido desempeñando activamente el movimiento ca-
tólico de renovación carismática. Solicita ahora ·que se haga
una evaluación sincera de los resultados habidos en aquellos
por quiénes se ora ... ¿Se ha ido el dolor? ¿Puede apreciar al-
gún movimiento en la parte afectada? ¿Nota poca o mucha
mejoría? De una enorme cantidad de tales experiencias el
Padre MacNutt ha hecho una.apreciación estimativa de que,
luego de la oración un setenta y cinco por ciento de las perso-
nas experimentan resultados palpables. De ese total un cin-
cuenta por ciento siente alguna mejoría pero también que les
hace falta estar más sanos.
Bunni Determan, una adolescente, es un ejemplo de los que
necesitan oración persistente. Bunni tenía que usar un collar
ortopédico a causa de una severa escolosis o desviación del
raquis, que no es otra cosa que una curvatura de la columna
vertebral en forma de "S". En junio de 1975, después de que
un grupo, en el que se eoncontraba también el Padre MacNutt
y la mamá de Bunni, (una enfermera diplomada), oró por ella
162 / EL AYUDADOR

por espacio de diez minutos, fue suficiente para poder apre-


ciarse una leve mejoría. Estimulados continuaron en "la ora-
ción de inmersión" por otras dos horas. Para entonces la
mayor parte de la desviación en la parte superior de la colum-
na había desaparecido.
Por lo general, cuando la sanidad llega a este punto, el
Padre MacNutt se retira y la familia y los amigos del enfermo,
(en un grupo local de oración), continúan orando. Así cada
uno involucrado no solamente crece sino también aprende. La
sanidad de Bunni ha proseguido mientras que su madre y sus
amiguitas han seguido orando. Bunni ya no usa más el collar
ortopédico y su columna se ha enderezado un noventa por
ciento no obstante el hecho de que el diagnóstico médico de la
escolosis, indica que no es regresivo, sino progresivo.
Si la oración de inmersión parece ser costosa en cuanto a
tiempo y esfuerzo (y realmente lo es), el prevalecer en oración
por espacio de ocho o diez horas para alguien en la condición
de Bunni, puede compararse muy favorablemente con los es-
fuerzos realizados por los médicos durante semanas y aun
meses pasados en el hospital, el desembolso de miles de dóla-
res, el dolor y trauma provocado por las intervenciones quirúr-
gicas, un largo tratamiento de rayos X o de cobalto; además
de los medicamentos que se suceden en una cadena intermina-
ble.
Ahora me pregunto ¿por qué yo he esperado que cinco o diez
minutos de oración fueran suficientes para curar todo? O ¿por
qué muchos de nosotros hemos aceptado el principio que se
enseña con frecuencia de que orar más de una vez para la sani-
dad es una señal de falta de fe?
Esto no fue lo que enseñó Jesús. En dos parábolas sobre la
oración hizo elogio de la oración perseverante (remítase a una
lectura provechosa que se sugiere para este capítulo).
Además el Señor nos dejó como ejemplo el incidente del cie-
go por el que tuvo que orar dos veces. 2 Después de poner sus
manos sobre los ojos del hombre y orar Jesús le preguntó si
veía algo.
La respuesta fue que sí, pero que la gente se veía rara, algo
así como si fueran árboles que caminaban.
LA SANIDAD / 163

Entonces Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos, y el
hombre miró con atención, y quedó sano. 'Ya todo lo veía clara-
mente.3
El formular preguntas como ¿ves algo ahora? y esperar re-
sultados sirven para estimular la fe. Cuando el Padre Mac-
Nutt marcó la curvatura de la espina dorsal de Bunni con
tinta roja, todos los que estaban orando podían ver que se
había enderezado notablemente después de diez minutos de
oración. Los que se habían reunido para orar por ella no ca-
bían en sí de gozo. De.esta manera aumentó la fe que estimuló
al grupo para continuar perseverando en oración. ·
Las buenas nuevas son que no es necesario esperar la llega-
da de algún evangelísta que tenga el· don de sanidad. Dios
quiere que todo su pueblo crea en su deseo de que todos sean
sanos y que avancen y lo experimenten por medio de la ora-
ción. El anhela que todos participen.
A principios del verano de 1977 recibí un llamado telefónico
de un sacerdote episcopal, el reverendo James Monroe, de
Fort Lauderdale, Florida. Danny, el bebé de solo cinco méses
de una joven pareja de su congregación había estado hospitali-
zado en Miami desde su nacimiento. Pesaba cinco kilos; y no
podía respirar fuera de la carpa de oxígeno. Tenían que ali-
mentarlo por las venas y los médicos temían que la falta de
oxígeno húbiera lesionado su cerebro y muy posiblemente des-
truído la vista.
Los papás de Danny eran creyentes y habían acudido a Jim
en busca de ayuda. El había orado con ellos pero el bebé no
mejoraba. Jim tenía gran deseo de ayudarlos. ¿Tenía yo algu-
na sugerencia que darle?
-¿Ungió al bebé con aceite y le impuso las manos cuando
oró? -le pregunté. ·
-No, no lo hice. Solamente oré con los papás de Danny.
Qué cosa, ¿por qué no habré per.sado en ungirlo con aceite?
¡Lo voy a hacer!
Seis semanas después recibí este estimulante informe:
Me siento sumamente complacido en informarle que el pe-
queño Danny está mejorando de milnera maravillosa. Después de
nuestra conversación telefónica fui con su madre al hospital. Lo
164 / EL AYUDADOR

ungí con aceite y a partir de ese momento sigui<> mejorando pau-


latinamente. El jueves pasado, por primera vez desde que nació,
respiró normalmente sin necesidad de oxígeno. Ya ha empezado a
comer normalmente en pequeñas cantidades sin necesidad de que
se lo alimente por medio de tubos. Su vista, por la cual temíamos
muchísimo ahora parece normal y los pequeños músculos cobran
fuerza día a día. Pronto estará en su casa. ·
Danny es un precioso bebé, con grandes ojos azules y cabello
castaño claro. Todos los días le agradecemos a Dios por la demos-
tración de su poder sanador.
En au carta, el sacerdote también me decía que iba a persis-
tir en la oración para que Dios también sanara la memoria de
Danny de aquellos meses difíciles que le tocó atravesar.
Fue entonces cuando comprendí que el Ayudador le había
indicado a Jim Monroe la persistencia en la oración como lo
había hecho con el resto de nosotros. Con seguridad que aquí
reside una de las claves del nuevo descubrimiento en cuanto a
la sanidad que hemos estado buscando.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Lucas 11:5-13; 18:1-8.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Los problemas se convertirán


en camino real.
"El que cree en El, no quedará desilusionado".
(1 Pedro2:6-V.P.)

ORACION: Señor, estoy pensando en que


tanto necesita experimentar tu poder sanador. En verdad
mi inquietud no es más que una migaja del pan de tu amor
y tu preocupación que todo lo abarca. Empero, confieso,
Señor Jesús, que me he sentido satisfecho de orar por
- - - - - - - en mis oraciones privadas y sin embargo
nunca fui en persona como tus pies y tus manos y tu voz
con tu promesa de sanidad..
Durante muchísimo tiempo me he escondido detrás de
mi indignidad y mi poca fe. Ahora veo que tú me pides que
no mida o pese mi fe sino que vaya con· lo que tengo.
Gracias por este mensaje de que tu fuerza y tu poder
acompañan a tus discípulos más humildes. Puesto que en
LA SANIDAD / 165

la oración concertada hay poder, muéstranos ahora a los


que tú has escogido para que vayan conmigo a casa de
Y, Señor, mientras vamos, concédenos
ese estímulo y mejoría en la situación de - - - - - - -
que habrá de significar tu bendición.
Aun eres el Sanador, Señor Jesús; nosotros somos sola-
mente los instrumentos eri tl.+S manos. Te alabamos porque
todo poder en el cielo y en la tierra te pertenece aún hoy.
Amén. •
6. LAPAZ
"La paz os dejo, mi paz os doy. No es mi paz como la que el
mundo da".

"Y la paz de Dios que está por encima de toda opinión pro-
pia, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús.
(Juan 14:27; Filipenses 4:7 - F. de F.)

La paz que Jesús nos otorga a través del Consolador no de-


pende en absoluto de circunstancias externas. La recibimos
precisamente en medio de situaciones agobiantes, o tensión, o
problemas, o dolor, mientras que la tormenta ruge a nuestro
alrededor. -
Para referitse a esta clase de paz, Peter Marshall lo hacía
con una ilustración favorita-suya ... En una oportunidad una
renombrada institución dedicada a fomentar las Bellas Artes
organizó un concurso. Las obras que intervinieron tendrían un
único tema: la paz. El autor que resultara premiado recibiría
una importante suma de dinero.
El tema tuvo concepciones muy diversas. Había cuadros
que representaban tranquilas escenas pastorales; lagos ser~-
nos; el interior de una acogedora casa campestre con su chime-
nea encendida dando la sensación de íntima tranquilidad;
paisajes donde se podía apreciar la nieve recién caída; escenas
de _atardeceres calmos iluminados por suaves colores opales-
centes.
Sin embargo, el cuadro que el jurado escogió para el primer

166
LA PAZ I 167

premio difería totalmente de los demás. En él se reflejaba el


momento crucial de un furioso vendaval. El viento doblaba los
árboles inclinando a tierra sus copas bajo una lluvia torren-
cial. Los relámpagos surcaban el espacio bajo un cielo amena-
zador. En medio de esta furiosa tempestad el pintor había di-
bujado el nido de un ave en la horcadura de un gigantesco ár-
bol. Y en el nido había pintado un avecilla que con sus alas co-
bijaba a sus polluelos aguardando serena y tranquila hasta
que pasara la tormenta. El cuadro se titulaba "Paz".
"Eso", solía decir Peter, "es un cuadro perfecto de la paz
que Dios nos ha prometido".
Muchos han experimentado esta clase de paz "que está por
encima de toda opinión propia ... " Malcolm Smith, un joven
predicador se encontraba internado en el Hospital Sloan
Kettering de Manhattan. Lo estaban preparando para operar-
lo al otro día bien temprano por la mañana. El diagnóstico
médico era que el lunar que tenía en la espalda y que sangraba
era un melanoma mortal, un tumor maligno. 1
Ese día por 1a tarde hizo su aparición en el pabellón donde
él se encontraba una extraña enfermera. "Vi morir a muchos",
le comentó a Malcolm Smith, "pero jamás vi morir a un predi-
cador". Su actitud era burlona, despectiva. "Siempre quise
ver si- de veras creen lo que predican. Dígame, pastor ¿cómo se
siente uno que sabe que está sentenciado a morir?" Y con
estas palabras giró sobre sus talones y se alejó.
Las hirientes palabras golpeaban los oídos de Malcolm ...
"Pastor, ¿cómo se siente uno que sabe que está sentenciado a
morir?"
A los pocos momentos se hizo presente un enfermero para
afeitar el pecho y la espalda de Malcolm. Al darse cuenta de lo
extensa que sería la operación, Malcolm sintió como si un cu-
chillo le atravesara la garganta. El pánico se apoderó de él; se
estremeció vivamente. Pero, dejemos que Malcolm mismo nos
lo explique ...
El pánico que se había apoderado de mí gritaba: "oraste, pero
no te has curado". Este pensamiento se burlaba de mí. El temor
me invadía para luego alejarse como la marea de un océano. Y así
como la marea que venía siempre se acercaba más, ganando te-
168 / EL AYUDADOR

rreno. De pronto en medio del terror que se había apoderado de


mí, otro pensamiento me hizo estremecer: "La promesa es la paz
de Dios en todas las circunstancias. Reclama lo que te pertene-
ce".
Malcolm comprendió que el Señor le había hablado. De in-
mediato saltó de la cama y se dirigió al cuarto de baño, el úni-
co lugar donde podía tener un poco más de intimidad. Se pos-
tró sobre sus rodillas sobre el frío mosaico del piso.
Instantáneamente se sintió sobrecogido por el amor y la
grandeza de Dios. No tuvo necesidad de suplicar o implorar.
De su interior brotaron como un torrente palabras de alabanza
y adoración a Dios por ser Dios. Y la alabanza fue seguida por
el inefable don de la paz de Dios. El temor se había disipado,
esfumado. Esa noche Malcolm durmió apaciblemente.
Al día siguiente, luego de la operación, los médicos confir-
maron su veredicto: el lunar ciertamente era maligno, por lo
que también fue necesario extirparle las glándulas linfáticas.
También le hicieron saber que era necesario aplicarle rayos.
Sin embargo, dos días después, un médico, que no alcanza-
ba a salir de su asombro le dijo a Malcolm que la biopsia de la
glándula linfática indicaba que se trataba de un tumor benig-
no. "De algún modo fue un diagnóstico equivocado". El médi-
co parecía estar avergonzado. "Casi nunca sucede. De todos
modos usted está bien y nosotros necesitamos la cama. Ya
puede irse a su casa" . 1
Ninguno de nosotros estamos libres de vivir sin tener ·que
hacer frente a algunas crisis que generan emociones que no po-
demos controlar nosotros mismos. Por lo tanto es necesario
que sepamos nuestra herencia como hijos del Rey a fin de
poder reclamarla. "La paz que está por encima de toda opi-
nión propia", es una maravillosa faceta de su herencia que
tanta falta nos hace a cada uno de nosotros.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Gálatas 5:22-24; Filipen-


ses 4:4-8.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: El Señor ha oído y dará libe-


ración.
LA PAZ/ 169

"Si camino entre peligros, me conservas la vida, extien-


des tu mano contra el furor de mi enemigo, y tu derecha
me salva". '
(Salmo 138:7 - A.A.)

ORACION: Señor Jesús, aun en días hermosos, algunas


veces siento temor en mi corazón al preguntarme qué es lo
que depararán los años que vendrán. Vivimos en días in-
ciertos, tumultuosos. Cuánto te agradezco que el don de tu
paz no depende de en absoluto de las circunstancias exter-
nas.
Te alabo porque, al ser tu hijo, me has escondido en el
hueco de tu mano y la poderosa mano del Padre descansa
sobre todo. Te alabo porque esta ciudadela de paz y des-
canso es mía dondequiera la necesite y la pida. Permíteme
sentirlo, Señor, a fin de que mi espíritu descanse en tu paz.
Gracias, Señor. Gracias. Amén
7. OTRAS LENGUAS
"Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a
hablar en lenguas extrañas, según les hacía expresarse el espí-
ritu".
(Hechos 2:4 - F. de F.)

Una de las características del Ayudador es que es práctico y


pragmático. Nosotros esperamos que sea todo lo contrario. El
término Espíritu Santo nos resulta tan extraterreno, tan am-
puloso. En esta era del Espíritu Santo su misión está ~entrada
en nosotros, los que todavía estamos en la carne. Nosotros
siempre procuramos ser más "espirituales" de lo que realmen-
te somos. El Ayudador en cambio, trata con nosotros de mane-
ra racional, realista, genuina.
Uno de los mandatos específicos del Señor para esta era del
Espíritu en la que vivimos es: "Vayan por todo el mundo, y
prediquen este mensaje de salvación a todos". 1 El Ayudador
tenía plena conciencia de que en el momento en que los discí-
pulos tomaran este mandato seriamente, se verían confronta-
dos con las barreras que levantan la diversidad de idiomas. En
aquel entonces Jerusalén era un crisol de razas mayor aún de
lo que lo son ciudades tan cosmopolitas como Nueva York. De
manera que con ese pragmatismo que lo caracteriza, el Ayuda-
dor también resolvió este inconveniente.
En el milagro que siguió al día de Pentecostés, 2 ocurrió algo
nunca visto. El relato que se hace de lo sucedido ese día en el
libro de los Hechos nqs muestra que los reunidos en el Aposen-
1

170
OTRAS LENGUAS I 171

to Alto hablaron en catorce idiomas y dialectos diferentes y al-


guno que otro más y los que los hablaban eran hombres y mu-
jeres analfabetos. Esto fue el don de "lenguas". Después se
manifestaría otro aspecto de este mismo misterio; un lenguaje
celestial, en ocasiones no conocido, pero no obstante, sujeto a
la voluntad del que habla. 3
Lo cierto es que alrededor de este don ha habido más contro-
versias que sobre cualquier otro. El error más frecuente en que
el don de lenguas es un balbuceo estático, inarticulado, pero
ésta no es la postura del Nuevo Testamento. Pablo, más bien
parece asumir la postura de que cualquier lenguaje celestial
siempre debe tener una interpretación si nosotros tenemos fe
para creerlo y podemos establecer una conexión con un intér-
prete. Por lo tanto, su consejo respecto del uso de este don es
que sea en privado y sus advertencias contra el abuso de este
don en público, está basado en esta premisa. 4 ·
Todo lo que Pablo tenía que decir respecto de las lenguas re-
fleja no solamente sentido común, sino una visión equilibrada.
Por otra parte se niega a dar a este don un énfasis o importan-
cia excesiva y a su vez no lo rechaza.
Cabe preguntamos, entonces, si existe algún ejemplo autén-
tico de "otras lenguas" en nuestro tiempo. Sí, hay muchos. De
entre los que yo personalmente conozco podría citar el que me
refirió una amiga, Betty Malz, de Pasadena, en Tejas. Betty
es una majer de elevada estatura y muy atractiva. Es la auto-
ra de aquella memorable experiencia de la vida después de la
muerte My Glimpse o{ Etemity (Mi vislumbre de la eterni-
dad).
Betty vivió la mayor parte de su niñez en Attica, Indiana.
Su padre servía en una pequeña iglesia en Rosedale. Esa con-
gregación fue testigo de muchísimas contestaciones asombro-
sas a sus oraciones y de un gran número de milagrosos dones
conferidos por Dios. Permítanme referirme a lo que le ocurrió
a la mamá de Betty, la señora Fern Perkins, una mujer-tran-
quila y tímida, que casi nunca dejaba oír su voz en la congre-
gación.
En el salón reinaba un intenso calor y habían abierto de par
en par las puertas de dos hojas que daban a un pequeño pórti-
i72 I EL AYUDADOR

co para aprovechar hasta la más leve brisa. Cuando el servicio


se encontraba más o menos en la mitad dos cosas ocurrieron
de manera simultánea ...
Adentro, la Voz interior habló a la señora Fem, la mamá de
Betty y le ordenó que se pusiera de pie y orara en lenguaje ce-
lestial. La reserva natural de Fem Perkins y su reticencia al
respecto quedaron de lado al ser presionada interiormente:
tenía que obedecer.
En el preciso momento en que ella obedeció justamente cru-
zaba el umbral de la iglesia un anciano griego que trabajaba
en las minas de carbón. Todavía llevaba puesta su gorra de
minero con la linterna. Caminaba trabajosamente 'rumbo a su
casa. Se sentía completamente desmoralizado. El único traba-
jo que había podido encontrar era en las minas de carbón, la
paga poca y muchas las horas de trabajo. Nunca veía la luz del
día; salía de su casa antes del amanecer y regresaba por la
noche. Y para hacer más penosa su situación no había nadie
en el pueblo que hablara griego y él hablaba un inglés chapu-
rreado.
En tanto que se arrastraba lentamente, al pasar frente a la
iglesia, a través de las puertas abiertas de par en par, pudo es-
cuchar la voz de una mujer que hablaba un griego perfecto.
¡Por fin! ¡Por fin tendría alguien con quien conversar!
lmpulsivamente entró en la iglesia y ansiosamente buscó
hasta divisar a la mujer de cuyos labios todavía fluía ese ma-
ravilloso griego. Haciendo caso omiso de las miradas de los
que se habían congregado para adorar se puso a farfullar con
excitación en su lengua natal con la señora Perkins. Por su-
puesto que la mamá de Betty no entendía ni una pal,:ibra de lo
que él decía.
Y fue entonces que la iglesia se sintió vivamente conmocio-
nada. De manera gradual la verdad se hizo notoria a ambos.
Era· un milagro arrancado de las páginas del libro de Los
Hechos. El anciano minero podía, con cierta inseguridad, tra-
ducir el mansaje que era maná a su espíritu. Según recuerda
Betty, decía más o menos lo siguiente:
Dios te ama. Dios tiene un propósito para tu vida y la de tu fa-
1

milia. El tiene podar para perdonar tus pecados, darte gozo y es-
OTRAS LENGUAS / 173

peranza y también amor. El te hará transitar por una senda que


te proporcionará gozo y paz a ti y a los que tanto amas.
Cuando el hombre se dio cuenta que, en lo natural, su nueva
amiga no hablaba griego, ya que le era un idioma desconocido,
y que Dios era el que había tomado su lengua y le habló a tra-
vés de ella, cayó de rodillas y con las lágrimas por sus mejillas
comenzó a alabar a Dios. En ése momento le entregó su vida a
Jesús.
A partir de entonces él y su familia no solo asistieron a la
iglesia de Rosedale asiduamente sino que se hicieron de un
buen grupo de amigos y también otras familias fueron atraí-
das a causa de este milagro de "otras lenguas" realizado por el
Ayudador.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Hechos 2:4-21.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Las características de su rei-


no son inamovibles.
"Lo que él hace es justo y verdadero; se puede confiar en
sus mandamientos, pues son firmes hasta la eternidad y
están hechos con verdad y rectitud".
(Salmo 111:7, 8 - D.D.)

ORACION: Señor, hoy te pido me concedas el maravilloso


don del Ayudador: una fe presente porque una fe en el pa-
' sado no sirve para las necesidades de hoy.' Comprendo que
puedo ser plenamente "ortodoxo" y estar de acuerdo en
que la Iglesia Primitiva experimentó tu poder de muchas
maravillosas maneras y que sin embargo esto no afecte
para nada mi vida.
Con m.i intelecto sé que eres el "mismo ayer, hoy y siem-
. pre", 5 ¿Por qué, entonces, te sigo limitando? Te pido que
derribes esa barrera que hay dentro de mí. Dame un cora-
zón abierto, una voluntad que espera y un corazón que sale
a tu encuentro. Hazlo ahora mismo, Señor que aun hoy día
obras milagros.
Te adoro, Señor Jesús. Te alabo porque aún eres el Señor
del cielo y de la tierra y tienes todo el poder. Amén.
8. LOS MILAGROS
"Seguirán muy bien las apariencias de la re?igión, pero ne-
garán el verdadero poder de ella".

"A mí se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tie-


rra " .
(2 Timoteo 3:5; Mateo 28:18 - V.P.)

¿Qué será lo que quiso decir Pablo, cuando en su Epístola a


Timoteo se refiere a los que "seguirán muy bien las aparien-
cias de la religión, pe.ro negarán el verdadero poder de ella"?
Es hora de hablar sin rodeos de esto. El Espíritu Santo in-
siste en llevamos a la esfera de lo milagroso. A menos que lo si-
gamos a ese mundo de milagros no nos será posible recibir la
plenitud del Espíritu.
Las Escrituras, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, con-
tienen ejemplos de la intervención sobrenatural de Dios. Por
esto queremos significar un acto que se extiende por nuestro
planeta, tiempo y espacio, arriba y más allá de lo que nos-
otros, los seres humanos, hemos llegado a esperar en el con-
cepto de la naturaleza como un "sistema cerrado". Por "siste-
ma cerrado" queremos significar la ley natural visible y defini-
ble, rígida, más bien que flexible y regulada por la soberanía
de Dios.
Veamos cómo el diccionario define -la palabra "milagro".
Hecho sensible, extraordinario y divino .... El milagro es una
intervención direct~ de Dios, dueño absoluto de la creación ente-

174
LOS MILAGROS / 175

ra, como autor único o principal, producida al margen de las leyes


naturales. 1
En lo que atañe a la actitud de Jesús hacia lo sobrenatural,
podemos apreciar que l~ suya fue una persistente llamada a la
fe, recalcando el hecho de que no hay necesidad humana que
su Padre no pueda satisfacer: ninguna enfermedad, no obstan-
te lo repugnante que sea o cuán avanzada se encuentre, nada,
por más espantoso que sea, constituye un obstáculo para su
Padre.
En esta confianza implícita de Jesús hacia su Padre pode-
mos apreciar si no más por lo menos tres afirmaciones: prime-
ro: "De Dios es el poder". 2 Jesús lo creía tan a pie juntillas que
una vez tras otra arriesgó su vida y su reputación toda para
reafirmarlo.
Una ilustración de esto la tenemos en el relato que nos pro-
porciona el Evangelio sobre Jairo, el dirigente de la sinagoga,
que había acudido a Jesús suplicándole que fuera a su casa y
sanara a su hija, una niña de doce años; que se encontraba
gravemente enferma. Mientras Jairo hablaba con Jesús llegó
un mensajero para darle las tristes nuevas: no debía importu-
nar al Maestro, su hija había muerto. 3
¿Cree que alguien de nosotros hubiera ido a orar por la mu-
chachita muerta? ¡Seguramente que no! Hacerlo equivaldría
a caer en el ridículo, o peor todavía, pondrían en tela de juicio
nuestra cordura.
Además de lo expuesto está nuestro propio razonamiento
que siempre se deja oír en tales situaciones. "¿Y qué si nadie
contesta las oraciones? ¿No perjudicaría la fe de los padres de
la niña y de muchos otros?"
Es obvio que Jesús no permitió que dudas semejantes hicie-
ran presa de El. Resueltamente se encaminó a casa de Jairo y
al llegar entró en el cuarto donde yacía la niña muerta. To-
mando entre las suyas la mano fría, laxa, de la jovencita, con
valor y serenidad dijo: "Muchacha, levántate". Y la niña,
para consternación de todos los que se encontraban en la casa,
abrió los ojos y se levantó.
Otra afirmación de la fe y confianza de Jesús en su Padre
fue su reiteración de que Dios era todo amor. Una vez y otra
176 / EL AYUDADOR

comparó a Dios con el padre humano más amoroso que conoz-


camos o podamos imaginarnos. Cualquier cosa que el amor
humano anhela conceder, ya se trate de calmar el dolor, resta-
blecer la salud, derramar gozosos dones, proveer comida o
casa o cualquier otra necesidad humana, dirigirnos al trabajo
adecuado, proporcionarnos ideas, inspiración y sabiduría,
hacer posible que las relaciones que por una u otra razón fue-
ron rotas se reanuden, evitar la muerte prematura, esto y más
aún insistió Jesús, es lo que el Padre en su gran amor anhela
concedernos.
Pero esas dos primeras afirmaciones no serían suficientes
para ayudarnos si Dios no se hubiera reservado para sí la liber-
tad de condescender a intervenir en los asuntos de los hom-
bres. La tercera afirmación es que El está presto a contestar
nuestras peticiones. De hecho, si estuviera rígidamente ence-
rrado y gobernado por las leyes naturales del universo que El
mismo hizo surgir de la nada, entonces los milagros, tal como
se registran el las narraciones de los Evangelios, jamás po-
drían haber sucedido.
Todo lo contrario. Jesús sabía perfectamente bien lo relati-
vo a las leyes naturales, tiempo de siembra y de cosecha, ca-
restía, tempestades, hambre e inanición, enfermedad y muer-
te. Todo esto, empero, no hizo mella en El. La fe de Jesús se
basaba lisa y llanamente en el hecho de que su Padre estaba
por encima y por sobre toda ley natural; era Omnipotente
sobre todo, tanto en el delo como en la tierra. Podía y estaba
presto a mitigar los sufrimientos del hombre sin tener que vér-
selas con trabas de ningún poder rival.
· Luego, al dejar los Evangelios y proseguir en el libro de Los
Hechos, los discípulos se reúnen en Pentecostés y se transfor-
man en "testigos de su resurrección". 4 De los ciento veinte
congregados en el Aposento Alto, no todos habían estado pre-
sentes en el huerto la mañana de la resurrección. Eso no im-
portaba. Lo qHe sí realmente importaba era que aceptaban
inequívocamente la resurrección corporal de su Señor de entre
los muertos, El había muerto. Ahora vivía. No estaba mera-
mente vivo espiritualmente. No era simplemente un fantas-
ma. Estaba físicamente vivo como ellos.
LOS MILAGROS I 177

Su aceptación de este hecho cambió su punto de vista en


todo. Frente a este portentoso milagro, cualquier otro milagro
era posible y probable. ¡Dios podía hacer cualquier cosa! Al
creer esto estaban preparados a que el Espíritu los usara para
trastornar el Imperio Romano.
A nosotros también nos es necesario creer en la resurrección
de la misma manera que creyeron esos hombres y mujeres del
primer siglo, sin hacer esfuerzos para espiritualizarla o expli-
carla. O dicho de otro modo, es necesario que tomemos una
decisión definida, que dejemos de seguir esquivando las situa-
cil'>nes imposibles que se presentan dentro de nuestra órbita.
De la misma manera que Jesús se dirigía hacia la hijita de
Jairo, nosotrós también, conociendo perfectamente bien nues-
tra incapacidad, debemos seguir andando, abriéndonos nos-
otros mismos y las circunstancias "imposibles" al poder mila-
groso del Ayudador.
Cuando nos atrevemos a hacerlo, para nosotros también
sigue en pie la promesa:
Yo os he entregado ... todo lugar que pisare la planta de vues-
tro pie. 5
Este es el desafío que por siempre jamás nos presenta el
Ayudador.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Marcos 5:22-43; Lucas


8:41-56. ·

LO QUE DICE EL ESPIRITO: La manera en que Dios da es


ilimitada.
"Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién puede estar
contra nosotros? Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó a la muerte por todos nosotros; ¿cómo no nos
dará también junto con su Hijo todas las cosas?"
(Romanos8:31, 32- V.P.)

ORACION: Señor Jesús, a mi alrededor puedo ver las ne-


cesidades que hay. No puedo dejar de pensar en
- - - - - Y en . Están desesperados. So-
178 I EL AYUDADOR

lamente un milagro puede resolver la situación por la que


atraviesan.
De pronto hay en mí una nueva perspectiva de la fe que
obra milagros, Señor. Ello no quiere decir que yo posea mo-
mentáneamente poder alguno o misericordia. O que tú me
hayas otorgado confianza y euforia emocional y que yo,
equivocadamente haya llamado fe.
Lo que la fe significa es que estoy dispuesto a ser usado
por ti a favor de y por y que te
crea cuando me dices que tú mismo, el Señor resucitado y
glorificado, estarás en mí cuando me dirija a - - - - -
y también en casa de para traer a la tierra el
poder de Dios tal como lo hicistes tú hace mucho tiempo.
Al ir a ver a esos amigos, la obra será tuya, no mía. Tam-
bién los resultados serán tuyos.
· Señor, guíame ahora. ¿Debo tomar el teléfono? Inaíca-
me el primer paso.
Gracias a ti, Señor. Amén.
SEXTA PARTE
EL AYUDADOR
Y LA IGLESIA
1. MI IGLESIA, ¿POSEE EL
ESPIRITO?
"El puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó Cabeza
de la Iglesia, que es su Cuerpo y la plenitud de aquél que llena
completamente todas las cosas".
(Efesios 1:22, 23 - N.A.)

En los días que siguieron a la resurrección y antes de ascen-


der a la diestra del Padre, Jesús instruyó a sus discípulos para
que no trataran de formar una iglesia o hacer cualquier obra
para El sin haber recibido antes el Espíritu. Les era necesario
aguardar en Jerusalén hasta que fueran investidos del poder
que los capacitaría para el servicio. 1
La razón era obvia. El grupo de los ciento veinte discípulos
en su mayor parte eran pescadores y comerciantes incultos,
juntamente con mujeres de humilde condición, y tan grande
era su temor a la jerarquía judía por un lado, y al poder de
Roma por el otro, que se habían ocultado a puertas cerradas.
Al contemplarlos, tan llenos de temor podemos preguntar-
nos si el cristianismo tendría alguna posibilidad. Pobres, aco-
bardados, daban la impresión de que el mundo se les había ve-
nido encima. ¿Qué oportunidad tendrían, pobres, analfabetos,
sin talentos, contra la arraigada tradición judía y la fuerza do-
minadora del poderío romano que se cernía sobre ellos como
un ave de rapiña?
Jesús, empero, tenía un plan. Los ciento veinte serían el
Cuerpo de Cristo sobre la tierra. Ese Cuerpo nació en Pente-

181
182 / EL AYUDADOR

costés. Por lo tanto Pentecostés es el nacimie_nto de la iglesia


cristiana.
A partir de ese día e) Espíritu Santo tuvo un nuevo oficio: el
de administrar cada detalle de la vida de la Iglesia. El plan era
que desde la ascención de Jesús al cielo y hasta que retomara
a la tierra, El sería nuestro Paracleto en el cielo, como "cabeza
universal a la iglesia",2 y el Espíritu Santo sería nuestro Para-
cleto sobre la tierra, para administrar y tener parte en la edifi-
cación del cuerpo de Cristo, la Iglesia. 3
Es por tal motivo que la Iglesia de Cristo, aparte del Espíri-
tu no tiene vida viable. Cualquier iglesia cristiana que deje de
lado al Espíritu es una iglesia apóstata. Además, la plenitud
de las bendiciones de Pentecostés se pueden experimentar so-
lamente por la comunión de los creyentes en el seno de la igle-
sia, plenitud esta que no podrá experimentar aquel que vive
aislado de los otros cristianos.
Al explicarle esto a los creyentes efesios, Pablo no dijo que la
iglesia es como un cuerpo sino que es el Cuerpo de Cristo, y
que la Iglesia "que es su cuerpo, está llena de El, autor y dador
de todo cuanto existe". 4
O dicho en otras palabras, eso significa que no solamente en
la adoración sino también en la oración, en el servicio, en el
ayudar a otros no podemos prescindir los unos de los otros. Por
ejemplo, Jesús con frecuencia proporciona a varios miembros
del Cuerpo aquella vislumbre que es menester para prevalecer
en la oración. En cuanto al ministerio, por lo general no conce-
de todos los dones del Espíritu a una misma persona.
En cuanto al cómo de la madurez cristiana, no puede haber
crecimiento o una vida profunda para ninguno de nosotros si
estamos separados de nuestros hermanos en Cristo. La indivi-
dualidad y nuestra vida antigua de independencia no son bue-
nas, nós dice Jesús, porque moriremos si continuamos vivien-
do así: ningún pámpano puede vivir a menos que esté unido a
la Vid. Y la Vida no tiene una sola rama, sino que tiene
muchas.
Una vez que reconocemos la necesidad de esta comunión
con nuestros hermanos, tenemos que dedicamos a la tarea de
hallar dentro del Cuerpo de Cristo cuál es el lugar apropiado
MI IGLESIA; ¿POSEE EL ESPIRITU? / 183

para nosotros. Según lo encontramos en las Escrituras, he aquí


algunas pautas que pueden ayudarnos a señalar el camino ...
·¿Cuáles la postura de mi iglesia en relación con el Espíritu
Santo?
¿Los otros miembros de mi congregación y yo funcionamos
verdaderamente como el Cuerpo de Cristo sobre la tierra?
¿La persona de Jesús ocupa un lugar central y destacado en
la predicación y vida de mi iglesia, comparándolo con el énfa-
sis sobre la lealtad a la iglesia como un grupo organizado y de-
nominacional ?5
¿Reconoce de alguna manera mi iglesia los oficios que el
Espíritu quisiera, llenar, tal como pastores, predicadores,
maestros, evangelistas, profetas, sanadores, obradores de :mi-
lagros, ayudantes, administradores? 6 .
¿.Hasta qué punto mi iglesia es un cuerpo que practica "el
sacerdocio de todos los creyentes?" (O.todavía somos una igle-
sia expectadora, que descansa en el personal profesional de la
congregación ?)7
¿Aquellos que vienen de visita a mi iglesia se sienten impre-
sionados por la atmósfera de gozo, alabanza y sincera adora-
ción? ¿Se refleja en el canto ese gozo?
¿Existe una preocupación mutua de los unos por los otros,
evidenciándose en el compartir los recursos materiales tanto
como las experiencias espirituales? Hay en la congregación
algún necesitado cuyas necesidades no son satisfechas? 9
¿Se sanan los enfermos?!º
¿Hay personas en la congregación cuyas vidas han sido
cambiadas, transformadas, recuperadas para Jesús? ¿Rtlciben
liberación los alcohólicos? Hogares destrozados, ¿han sido res-
taurados? Los hijos descarriados ¿se han reconciliado? ¿Son
sanados los drogadictos y los enfermos mentales? ¿Los que
vagan perdidos encuentran un nuevo propósito en la vida? 11
¿Estamos experimentando en nuestra iglesia el poder sobre
el pecado en nuestro diario vivir? Por ejemplo, ¿estamos libe-
rándonos progresivamente de nuestro ego, de problemas emo-
cionales, de sentimientos heridos, de egoísmo, de falta de
amor? ¿Nos redarguye el Espíritu del pecado de increduli-
ciad?12
184 / EL AYUDADOR

UNA LECTURA PROVECHOSA: Apocalipsis 3:13-22.

LO QUE DICE EL ESPIRITU.: Las montañas de obstáculos


se desintegran delante de El. 1

"Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es pal<;i-


bra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni
con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los
ejércitos: ¿Quién eres tú, oh gran monte ( de escollos huma-
nos)?"
(Zacarías 4:6, 7)

ORACION: Señor Jesús, te confieso mi decepción y tam-


bién el disgusto que algunas veces experimento respecto de
mi iglesia. Si las luchas internas en las iglesias, entre lps
grupos cristianos, y en general entre el cristianismo todo,
me enferma, ¡cuán terrible te debe resultar a ti, oh Señor,
toda esta falta de amor!
Sin embargo reconozco que no es bueno sentirse desilu-
sionado o disgustado, como tampoco lo es· el hacer abando-
' no de la iglesia. La iglesia es tu Cuerpo sobre ta tierra y no
obstante lo manchadas que puedan estar sus vestiduras, tu
promesa es que "las puertas del Infierno no podrán preva-
lecer contra ella", y que finalmente la Iglesia, ataviada con
sus gloriosas vestiduras, será presentada ante ti.
Mientras tanto, Señor, te formulo dos peticiones. En pri-
mer lugar te ruego que corrijas mi actitud respecto de mi
iglesia. Que pueda ser como tú quieres que sea delante de
ti. Y también, Señor, muéstrame cómo dar un paso cons-
tructivo a favor de mi iglesia, tu Cuerpo en este lugar.
Espero tu guía. ¡Gracias, Señor! Amén.
2. FUENTEDE
RECONCILIACION
"Hermarws, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo os
ruego que tengáis todos concordia, y que no haya entre vos-
otros divisiones, sino que estéis unidos en el mismo pensa-
miento y en el mismo parecer".

"Y todo proviene de Dios, que ... nos confirió el servicio de


la reconciliación".
(1 Corintios 1:10; 2 Corintios 5:18 - V.E.)

¿Qué es la Iglesia? No es un edificio. Eso lo sabemos todos.


Tampoco es una estructura organizada o una denominación.
La definición Neotestamentaria de Iglesia, es la palabra
griega ekklesia 1, palabra esta que tiene dos significados:
"asamblea formada por aquellos que han sido llamados fuera
de cierto lugar", y asimismo "llamados aparte para Dios".
También está la vívida analogía o sinónimo que nos ha deja-
do Pablo para la palabra Iglesia: "el cuerpo de Cristo". 2
De manera que el grupo de los que han sido llamados apar-
te, que han recibido el toque de Dios para vivir, trabajar, orar
y servir juntos, forman la Iglesia, el Cuerpo de Cristo en un de-
terminado lugar. A los tales les ha sido confiada una de las pa-'
siones del corazón de Jesús, su ministerio de reconciliación.
Dado que el Ayudador en todo momento reflejará fielmente
el mismo Espíritu de Jesús y su punto -de vista, su deseo más
ferviente lo será también el de ayudar. Por lo tanto podemos

185
186 / EL AYUDADOR

tener la certeza de que dondequjera se le permite entrar al


Espíritu, siempre se estará moviendo. incansablemente para
volver a componer y fusionar las relaciones que están resque-
brajadas.
¿Cuál debe ser pues la postura de los seguidores de Cristo en
cuanto a la reconciliación?
En el siglo primero de nuestra era, inmediatamente después
de Pentecostés, la oración que hiciera Jesús para que hubiera
unidad y armonía entre los suyos, fue contestada maravillosa-
mente:
Uno era el corazón y una el alma de la muchedumbre de los que
habían creído, y nadie consideraba propio nada de lo que poseían,
sino que todo lo tenían en común". 3
No eran compelidos por la fuerza a dar, tal como sucede
dentro del estado socialista o comunista. Daban voluntaria-
mente, basándose nada más que en la preocupación que esos
hombres y mujeres sentían los unos por los otros.
¿Tenemos armonía hoy día? Debemos admitir que la frag-
mentación de la Iglesia de Cristo es un escándalo. Las divi-
siones en la Iglesia, las camerillas y las luchas internas consti-
tuyen una de las piedras de tropiezo más grandes para que los
que están fuera de la Iglesia acepten el cristianismo. Nuestras
facciones y resentimientos por un lado, deshonran al Señor
como ninguna otra cosa puede hacerlo.
Es más, la separación y las divisiones hacen que el Ayuda-
dor se repliegue. Lisa y llanamente se va. El hermoso edificio
nos queda para nosotros juntamente con nuestras perfectas y
reposadas formas de adoración. La maquinaria organizada de
la iglesia sigue adelante con les reuniones de comisión y las
reuniones habituales de esto y de lo otro. Todo parece estar in-
tacto y nosotros pensamos que seguimos "como antes", mien-
tras que no tenemos noción de la trágica realidad: "Ojalá que
el Señor no se hubiera alejado de nosotros". 4
Sin embargo, en nuestros día!:! también se nos presentan
puntos luminosos. El Espíritu sigue moviéndose con resulta-
dos increíbles, guía igual que siempre.
Juntamente con Leonard, mi esposo, hemos visto muy de
FUENTE DE RECONCILIACION I 187

cerca un ejemplo de reconciliación muy actual, que tuviera


lugar después del escándalo de Watergate. Obviamente,
Watergate causó mucha desconfianza, violentos resentimien-
tos, ira y fomentó un clima de hostilidad y odio que involucró
a muchos en la capital de la nación. Entre ellos al ex senador
Harold Hughes, u9 político liberal y encam~zado opositor del
Presidente Nixon. Hughes era el número uno en la lista de
enemigos de esa administración. Fue así que Hughes se con-
virtió en blanco muy particular para Chuck Colsm, el hombre
escogido por Nixon para efectuar tareas sin escrúpulos.
Colson creía que Hughes era una amenaza para la nación a
causa de su abierta y violenta oposición a la política de Nixon.
Hughes pensaba que Colson, como ·dirigente de la "pandi-
lla" de la Casa Blanca, era el epítome del mal. En política
Chuck Colson estaba por todo aquello que Hughes odiaba.
Fue entonces, que de manera· tajante el Espíritu Santo se
movió en la vida de Chuck, limpiándolo, cambiándolo, ha-
ciéndolo postrarse sobre sus rodillas.
Años antes Hughes había tenido una experiencia similar.
Fue en la época en que Harold pensaba suicidarse. Tanta era
su desesperación por su irritación contra la vida y sus reitera-
das borracheras. Jesús lo había rescatado y salvado en todos
los aspectos de su vida.
Entonces llegó el dramático momento cuando Harold y
Chuck se reunieron frente a frente por ivedio de Doug Coe,
dirigente de un grupo de confraternidad en Wáshington. 5 A fin
de atemperar los caldeados ánimos, Doug había planeado una
tranquila velada en casa de Al Quie, congresista demócrata
por el estado de Minnesota. Doug había invitado además de
las esposas de éstos, a un e~ congresista demócrata por Tejas,
Graham Purcell y a su esposa Nancy. El lugar era la sala de la
familiá Quie. El grupo se había reunido en aquella sala fina-
mente revestida de madera, frente a una gran chimenea de la-
drillos.
En medio de aquel grupo, Colson y Hughes se asemejaban
más bien a dos boxeadores aguardando en sus respectivos rin-'
eones momentos antes de iniciarse el entrenamiento. De pron-
to, abruptamente, Harold tomó la iniciativa. -Chuck, me
188 / EL AYUDADOR

han contado que ha tenido un encuentro con Jesucristo? ¿Po-


dría contamos cómo fue? ·
Chuck se refirió a lo que había tenido lugar aquella memo-
rable noche de verano en las cercanías de Boston, clJ,ando se
había derrumbado la barrera de toda una vida entre él y Dios.
Para su sorpresa, no se sintió turbado al referir esto, la expe-
riencia más íntima de su vida, aun cuando se sentía conscien-
te de su propia insuficiencia.
He aquí el relato de Chuck Colson6 de lo que ocurrió mien-
tras que el espíritu en Hughes escuchó al suyo testificar a
Jesucristo:
Por un momento reinó el más completo silencio. Harold, cuyo
rostro había permanecido impávido mientras yo hablaba, de
pronto elevó sus brazos al aire, para dejarlos caer violentamente
sobre las rolillas. "Eso es todo cuanto necesito saber. Chuck,
usted ha aceptado a Jesúe y El lo ha perdonado. Yo hago lo mis-
mo. Ahora lo amo como mi hermano en Cristo. Voy a ponerme de
su parte, lo defenderé en cualquier lugar y le confiaré cualquier
cosa que tenga". Yo estaba sobrecogido, es más, tanto era mi
asombro que solamente pude emitir un débil 'muchas gracias'.
En toda mi vida, nadie se había mostrado tan lleno de amor y
calor fuera del círculo de mi familia, y he aquí que ahora, un
hombre que durante años me había aborrecido y al que hacía
escasamente dos horas conocía, me brindaba su amor y calor.
Después los nueve que estábamos allí nos arrodillamos y oramos
juntos en voz alta ...
€huck y Harold llegaron a ser amigos íntimos aunque toda-
vía hoy día difieren en cuanto a la política.
Después, otra noche, allá en Wáshington, en una casa donde
nos habíamos juntado para confraternizar, el Ayudador reunió
en un mismo cuarto a cuatro personas increíblemente disími-
les: Eldridge Cleaver, en un tiempo blanco muy especial de la
administración de Nixon y del departamento de Justicia por
su actuación como dirigente de los Panteras Negras; un ex ca-
becilla del Ku Klux Klan, (que se había juramentado mante-
ner a la gente de color en complete sumisión utilizando tácti-
cas de terror), Colson y Hughes. Después de años de rebelión,
los cuatro hombres se habían rendido dramáticamente a
Jesús. ¿Donde podrían haberse encontrado estas cuatro perso-
nas sino en un grupo de confraternidad? Esa noche se los vio
FUENTE DE RECONCILIACJON I 189

orando juntos. ¡Esa es la reconciliación que obra el Espíritu!


Al ser testigos de milagros así comprendemos que la verda-
dera unidad de mente, corazón y espíritu no es algo que se
puede programar o manejar; es el inapreciable don del Espíri-
tu. Por lo tanto no debemos engañarnos a nosotros mismos
pensando que se logrará abrazando al que está orando a nues-
tro.lado en un determinado momento del culto. O bien tenien-
do una charla trivial con alguien mientras bebemos una taza
de ponche caliente en la así llamada hora de confraternidad.
Esos pueden ser buenos principios, pero la verdadera recon-
ciliación que nos pide Jesús no es jugar a la confraternidad. Es
escuchar pacientemente el punto de vista de otros esforzándo-
nos por comprender; tal vez pidiendo disculpas aunque nos
duela, lo que a la larga siempre involucra compartir plena-
mente la vida sobre una base de continuidad con nuestra pro-
pia ekklesia, a saber con aquellos que han sido llamados apar-
te por el mismo Espíritu.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Mateo 5:24; 18:15; Efesios


4:1-8, 23-32.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: El pueblo de Dios puede re-


clamar su herencia de paz.
"Y que la paz de Dios dirija sus corazones, porque con
este propósito Dios los llamó a formar un solo cuerpo. Y
sean agradecidos. Que el mensaje de Cristo llene completa-
mente sus corazones. Instrúyanse y anímense unos a otros
con toda sabiduría".
(Colosenses 3:15, 16 - V.P.)

ORACION: Señor, te necesito en mi hogar y en mi iglesia.


Sin ti, somos seres humanos separados que vamos por ca-
minos separados.
En este día ven al corazón de cada uno de los que vivi-
mos aquí y entra en cada cuarto de.esta casa. Solamente
con tu presencia será un hogar.
Y, Señor, mi iglesia está muy necesitada. Atravesamos
por los ademanes de adoración, nos saludamos con cortés
190 I EL AYUDADOR

indiferencia al salir. Pero, ¡qué triste parodia e& ésta ante


la unidad que tú quieres en nosotros!
Señor, permite que tu ministerio de reconciliación co-
mience ahora en mí. Dime dónde puedo empezar a olvidar
los malentendidos. ¿Qué puedo hacer en este día para
afianzar a otro, para alentar a alguien que está desalenta-
do? Permíteme ser un puente entre ti, Señor Jesús, y uno
de tus hijos que se siente lastimado. Quita de mí todo
egoísmo al que yo llamo sensibilidad.
Te. necesitamos én este lugar, Señor. Mora con nosotros
hoy. Amén.
3. PURIFICA,EL CUERPO DE
CRISTO
"Por lo cual, desechando la mentira, que cada uno hable a
su prójimo con verdad porque somos miembros los unos de los
otros".

"Y no disgustéis al Espíritu Santo de Dios ... "


(Efesios 4:25, 30 - V.E.)

Tod08 · nos hemos visto alguna vez confrontados con el


mismo dilema. Un hermano en la fe o un miembro de nuestra
familia ha sido "sorprendido en una falta". Tal vez se trate de
un deslíz, o bien ha dado lugar a la ira o se ha comportado in-
correctamente frente a un hijo o con su pareja o se ha dado a la
bebida. O quizá tenga problemas con la ironía de sus palabras
y cause problemas ya sea en la congregación o en su lugar de
trabaj_o. Esta situación nos hace sentirnos muy preocupados.
¿Qué debemos hacer? ¿Cuál es nuestra responsabilidad?
Siglos ha, la iglesia local con frecuencia disciplinaba a quie-
nes se comportaban así. Me sorprendió mucho, por ejemplo,
leer en los registros de la iglesia Presbiteriana de la avenida
Nueva York, de Wáshington, casós ocurridos en el siglo pasa-
do, de un borracho o un adúltero que se los ponía delante de la
comisión de la iglesia para ser sometidos a un interrogatorio y
la consiguiente administración de disciplina correctiva.
En la actualidad, en algunos grupos cristianos parece que
una vez más se está imponiendo esta tendencia a la corrección

191
192 / EL AYUDADOR

por parte de un círculo de personas. Pasajes como 1 Corintios


5:1-6 y Tito 3:1-10 nos han convencido de que la mala levadu-
ra puede contaminarlo todo; que el Espíritu de santidad no
puede tolerar a la impiedad que invita a Satanás a entrar a
una familia o a la iglesia; que por lo tanto tenemos una respon-
sabilidad; que cerrar los ojos al pecado, que el no prestar aten-
ción a las cosas malas no es la manera de enfrentar los proble-
mas causados por la impiedad.
Por lo tanto, algunos de esos grupos tratan de convencer al
pecador por medio de "luz" o sesiones para esclarecer la ver-
dad, provocando, en algunos casos, por ejemplo, gran daño
espiritual y psicológico. Dos clérigos en uno de esos grupos fue-
ron arrastrados a un estado tal de postración nerviosa que les
llevó muchos meses recuperarse. En otro caso el dirigente de
una comunidad se arrogó la tarea de indicar los pecados de los
miembros de la congregación y administrar corrección y tam-
bién castigo, con desastrosos resultados. Con seguridad que
necesitamos aprender la verdad que Jesús hizo clara durante
la conversación que mantuviera con sus discípulos en la Ulti-
ma Cena: ~s de incumbencia del Espíritu redargüir de pecado.
"Y cuando venga, convencerá al mundo de que éste ha peca-
do ... " 1
Toda vez que intentamos hacerlo por nuestra cuenta esta-
mos usurpando el lugar del Ayudador. El resultado de tratar
carnalmente de convencer a alguien de su pecado es causante
de fracaso, de que la persona involucrada se ponga a la defen-
siva, se ir.rite, se aleje, pierda la autoestimación, se arruine, se
vea derrotado, se sienta invadido por la depresión. Empero,
cuando el Espíritu es quien efectúa la obra de corrección, la
herida que produce "obra eficazmente", es una herida que no
hace daño, que no nos hunde en la depresión o en la desespera-
ción. Es una herida que siempre resulta para bien.
¿No tenemos entonces parte o responsabilidad en esto? Sí,
la tenemos. Una atenta observación a las palabras de Jesús
que preceden inmediatamente al pasaje ya mencionado dice:
Pero si me voy, yo lo enviaré . . .
y está seguido de estas otras palabras:
PURIFICA EL CUERPO DE CRISTO I 193

Cuando él venga, va a convencer a la gente del mundo de que


son pecadores. 2
y nos muestra que Dios tiene la intención de emplear a los
hombres como canales para el Ayudador en la obra de convic-
ción de peca~o. También nos usa en oración intercesora, por
medio de la enseñanza, de la predicación, de la sanidad y todo
lo demás. Para alcanzar al mundo necesitado a nuestro alrede-
dor el Espíritu tiene que usar a aquellos cuyos cuerpos ya son
sus. templos vivientes. Su plan es obrar individualmente a tra-
ves del creyente bautizado con el Espíritu tanto como a través
del Cuerpo de la Iglesia.
Una y otra vez vemos en las narraciones de los Hechos cómo
se llevó a cabo este plan. El Espíritu usó el sermón de Simón
Pedro el día de Pentecostés para que tres mil personas sintie-
ran convicción de pecado. 3 Una vez más Pedro fue usado para
tratar con Ananías y Safira. 4 Felipe fue el canal del Espíritu
para corregir a Simón el mago. 6 Posteriormente vemos al Espí-
ritu obrando a través de Pablo para corregir a Simón Pedro, 6 y
muchos otros ejemplos más.
Jesús mismo ~stableció una base sólida para tal corrección:
"Si tu hermano peca ... repréndelo", 7 y también "habla con
él y a solas hazle reconocer su falta". 8
Con todo, sigue siendo una misión delicada y necesitamos
desesperadamente la ayuda del Espíritu. La mayoría de nos-
otros procuramos o bien eludir por completo la responsabili-
dad de ser canales del Espíritu para corregir o disciplinar o nos
volvemos jueces y tratamos de hacer las cosas humanamente,
d~sprovistos de amor. De continuo nos hace falta ser conscien-
tes de la incorregible ceguera que tenemos pata con nuestras
faltas en contraste con el tamaño en que vemos las faltas de
otros, que siempre las vemos agrandadas por una gigantesca
lupa.
Al empezar a aceptar responsabilidad por los que nos ro-
dean ¿qué salvaguardias deberíamos establecer?
(1) Tenemos que sentir convic{:ión del Ayudador respecto de
nuestros propios pecados antes de que pueda usarnos en bene-
ficio de otros. En especial nuestra vieja naturaleza y la raíz del
pecado de incredulidad.
194 I EL AYUDADOR

(2) Debemos estar dispuestos a ser usados en la obra de con-


vicción del Espíritu y decírselo. Nos hará bien recordamos a
nosotros mismos con frecuencia que el propósito del Señor no
es condenar a los hombres sino darles liberación para que sean
felices y lleven mucho fruto para El.
(3) Con el correr de los siglos muchos cristianos han descu-
bierto que el Ayudador no puede usarlos para convencer a
otros hasta que ellos mismos no estén dispuestos a verse invo-
lucrados en esas vidas para hacer cualquier sacrificio. Necesi-
tamos convencemos de ello. Esto es amor en acción y puede
resultamos costoso.
(4) Es necesario que estemos seguros de que existe una 1'!la-
ción fraterna entre nosotros y la persona que necesita correc-
ción. Si abrigamos contra ella ira o resentimientos, nuestra co-
rrección servirá solamente para empeorar las cosas.
¿Cómo podemos saber si nos movemos en el amor de Dios o
nuestro juicio es camal?
Las pruebas para saberlo son una tierna comp~sión por la
persona culpable y a la vez celo por el honor de Dios delante de
los hombres y una profunda fe en el poder de Jesús de librar-
nos de una situación equivocada.
(5) Es necesario que siempre apuntalemos la corrección con
oración, pidiéndole al Espíritu que haga la obra. Esto es de
vital importancia. También necesitamos orar para que el
amor, la ternura propia del Espíritu actúen y además pedir a
nuestros amigos más cercanos que estén orando en tanto que
administramos la corrección.
La falta de atención a las guías señaladas servirán para que
nos demos cuenta de que nuestro verdadero problema es que
no nos preocupamos lo suficiente y no nos damos el tiempo ne-
cesario para la oración que nos llevará a Aquel que puede re-
solver todos los problemas.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Mateo 18:15-22; 1 Tesalo-


nicenses 5:12-22.

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Cómo debemos tratar a los


que nos han hecho mal.
PURIFICA EL CUERPO DE CRISTO / 195

"Querido hermano, nunca tomes venganza. Déjasela a


Dios, porque él ha dicho que castigará a los que se lo me-
rezcan".
(Romanoe 12:19 - P.N.T.)

ORACION: Señor, ¿cómo puedes usarme a mí, tan imper-


fecto, para corregir a mi prójimo? Te pido que me libres del
temor que me priva de la disposición de ser usado y asimis-
mo de un espíritu santurrón que haga que trate las cosas
con mi propia fuerza.
Veo la necesidad de corrección:' Por nuestro pecado
hemos permitido que Satanás gane terreno y se vaya afian-
zando más en su obra de destrucción en nuestras vidas, ho-
gares, negocios e iglesias. Gracias por el poder del Espíritu
que limpia el terreno y expulsa a Satanás.
Tú solo, Señor, puedes usarme para esta obra. Hazme
un instrumento dispuesto en tus manos. En tu poderoso
nombre lo ruego. Amén.
4. FUENTE DE UNIDAD
"No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por
medio de su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno.
Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno
en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado".

"La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón


y una sola alma".
(Juan 17:20, 21; Hechos 4:32- B.J.)

Jesús había concluído la charlS: que tuviera con sus once


apóstoles durante la Ultima Cena. Sabía perfectamente bien
lo que le aguardaba: traición ignominiosa, rechazo por parte
de su propio pueblo, despiadadas laceraciones y malos tratos,
seguido de una lenta agonía.
Sin embargo, justo antes de que resueltamente dirigiera sus
pasos al torrente de Cedrón en el huerto de Getsemaní, hizo
una pausa para dirigirse a su Padre en lo que conocemos como
su oración de Sumo Sacerdote. 1 Los pensamientos de Jesús no
giraban alrededor de su 'persona o los tormentos físicos que le
esperaban; su preocup!lción era por "los que véndríamos".
Tan fuertemente arraigada estaba esta pasión en su mente y
espíritu de que todos fueran uno, que en cuatro oportunidades
distintas reiteró la petición. Estaba próximo a dejar el mundo,
había dicho, para volver a la ·gloria del cielo. Sabía que sin
esta unidad que anhelaba todo se perdería. Por lo tanto delegó
la responsabilidad del complimiento de esta petición suya al

196
FUENTE DE UNIDAD / 197

Ayudador, el Emisario que pronto vendría a esta tierra para


sucederlé.
Al contemplar la división que existe hoy día dentro de la
igle~ia organizada, parecería que todo está perdido. ¡Son tan-
tas las denominaciones y grupos que se han separado de otros
grupos más grandes! Casi no hay iglesia local en la que no se
formen facciones y haya luchas internas. La verdadera unidad
cristiana es ínfima aun dentro de los grupos raciales, blancos o
de color, o distintas nacionalidades o clases económicas dispa-
res.
Tan insignificante adelanto logrado hacia la unidad pone de
relieve qué es lo que no sirve. La creación de nuevas leyes no
dará resultado. Tampoco. el mayor grado de educación. Es
más, ni las reuniones masivas, las marchas, huelgas y bullicio-
sa. propaganda pued_en conseguir una verdadera unidad. En
los Estados Unidos, aun cuando han pasado dos décadas en
las que se han dictado leyes y la gente ha aumentado su nivel
cultural, los progresos obtenidos son lentos y penosos.
¿Cómo pues, vendrá la respuesta a esta oración Sumo
Sacerdotal de Jesús? La Escritura nos muestra claramente
que el Espíritu Santo es el único. agente unificador en nuestro
mundo. Este fue uno de los primeros descubrimientos de
aquellos ciento veinte hombres y mujeres después de Pente-
costés. Como para poner de relieve su misión unificadora, en
primer lugar el Ayudador barrió las barreras del idioma. 2 En-
tonces se disolvieron las diferencias económicas y el dominio. 3
Los tabúes nacionales y religiosos y la exclusividad teológica
fueron nivelados a su vez por el Espíritu. 4 •
Y en medio de esos milagros
La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y
una sola alma .... fi
y
con un mismo espíritu partían el pan por las casas y tomaban el
alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y go-
zaban de la simpatía de todo el pueblo. 6
Toda vez que permitimos al Ayudador que obre, ocurren la
misma clase de milagros. Fue una experiencia emocionante
198 / EL AYUDADOR

estar sentada en el centro del Estadio Arrowhead, en Kansas


City, Missouri, con motivo de la Conferencia de Renovación
Carismática que _se llevó a cabo allí en el año 1977 y contem-
plar cincuenta mil pares de brazos elevados y oír cincuenta
mil voces exclamando al unísono: "¡Jesús es Señor!" Cristia-
nos, católicos, judíos mesiánicos y protestantes de cada una de
las denominaciones más importantes, se habían congregado
para unidos adorar al Señor.
Sudáfrica, despedazada por la más espantosa segregación
racial de nuestro planeta, estaba representada por el Arzobis-
po Bill Bumett, por el Reverendo Charles Gordon y otros. Esos
hombres nos contaron de la expansión del Espíritu que hoy día
se da por Africa como reguero de pólvora; y señalaron que un
veinte y cinco por ciento del clero anglicano y presbiteriano de
raza blanca ya han recibido el bautismo en el Espíritu. Ellos
ven este fluir del Espíritu como la única esperanza para que
Africa sobreviva sin un holo_causto total y para no sucumbir
ante el comunismo.
Con la excepción del Espíritu, lo que más gravita allá es el
apartheid (palabra que en el dialecto African significa "segre-
gación"). Los blancos constituyen tan solamente el diez y siete
por ciento del total de la población y aun así la gente de color
tiene que vivir en pueblos separados, (tal como Soweto, en las
cercanías de Johanesburgo), donde menos de un tercio de las
casas de los negros cuentan con luz eléctrica y un número infe-
rior aún disfruta de las ventajas del agua corriente. El odio
desenfrenado desborda por doquier.
El Espíritu, sin embargo, puede acabar con barreras tan for-
midables como ésas. Charles Gordon, ministro de una iglesia
en Durban, nos refirió cómo el Ayudador los guió para que en-
viaran a decir a los cristianos de color que serían bien recibi-
dos en las reuniones regulares que semanalmente tenían lugar
en casa de sus hermanos de raza blanca.
Mientras consideraban esta posibilidad alguien dirigiéndo-
se a la señora Gordon había señalado: -Y también es factible
que un negro bien fornido, lleno del Espíritu, se acerque a
usted y la abrace~. Charles se había asombrado al ver cómo
FUENTE DE UNIDAD / 199

palidecía su esposa. Con el rostro ceniciento, la señora excla-


mó: -No lo dirá en serio, ¿verdad?
· -Pienso que en cierto modo estoy gastándole una broma
-replicó el amigo-, pero tenga presente que bien puede ocu-
rrir que así sea.
-Lo extraño, -nos contó Charles-, es que mi esposa con-
currió a un colegio extremadamente liberal y tiene puntos de
vista muy amplios, especialmente en asuntos tales como la
raza. Pero carecía de control sobre esta reacción heredada e in-
herente dentro de ella.
A la semana siguiente, cuando la reunión estaba en su apo-
geo llamaron a la puerta. Dos personas de color entraron.
Todos los asientos estaban ocupados. Después de un momento
de tensa expectativa dos jóvenes se pusieron de pie para ofre-
cer sus lugares a los visitantes.
Al terminar de la reunión uno de ellos, un hombre alto, cor-
pulento, cruzó el cuarto y efusivamen.te levantó a la señora
Gordon, alabando a Dios mientras la abrazaba.
-¿Quieren que les diga algo? -prosiguió Charles-, mi
esposa se veía muy tranquila. Asombroso, ¿verdad?
Antes de partir para su pueblo, los visitantes comentaron al
grupo presente allí: -La noticia de que hay personas que tam-
bién quieren a los negros llegó hasta nuestro recinto. Esta no-
che vinimos para comprobarlo por nosotros mismos. ¡Y es
cierto!
La pasión del corazón de Jesús en cuanto a la unidad se
cumplirá, pero solamente a través de la obra del Ayudador en
nuestro mundo. Después de todo esta unidad es del espíritu
interior del hombre y solamente el Espíritu puede quebrantar
nuestros endurecidos corazones y nuestra obstinada insisten-
cia de que nosotros tenemos razón y los demás están equivoca-
dos. Solamente el Espíritu puede hacer un cambio en lo más
profundo de nuestro espíritu de modo que estemos dispuestos
a recibir y dar la bienvenida a alguien con quien disentimos en
nuestro corazón.

UNA LECTURA PROVECHOSA: Efesios 2:14-22.


200 I EL AYUDADOR

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Jesús siempre abre las puer-


tas de las cárceles.
"Y el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del
Señor, allí hay libertad".
(2 Corintios 3:17 - V.P.)

ORACION: Señor Jesús, indícame cualquier actitud equi-


vocada en mí que pueda dificultar la respuesta a tu fer-
viente oración por la unidad.
Pienso en y también en _ _ _ _ __
quienes sé que están maldispuestos y albergan resenti-
mientos hacia mí. Ellos también son hijos tuyos y tú los
amas tanto como me amas a mí.
Como bien lo sabes, Señor, mis esfuerzos para solucionar
esas díferencias no han tenido éxito. Ahora veo la razón por
la cual solamente el Ayudador puede redargüimos a cual-
quiera de nosotros a nivel del corazón y hacer posible la re-
conciliación.
Por lo tanto, ahora, oh Espíritu Santo, dejo esto en tus
manos. Mientras que te mueves en el corazón de
- - - - - - y en el de manténme
alerta y sensible de manera que cuando llegue el momento
de la reconciliación con gozo recorra más que la mitad del
camino para encontrarme con mis amigos.
Por fe te doy gracias por la unidad que ha de venir. Gra-
cias a ti, Señor. Amén.
5. CAUCESDESUPODER
"Solemnemente declaro: cualquiera que -crea en mí realiza-
rá los mismos milagros que yo he realizado y aun mayores,
porque voy a estar con el Padre"..
(Juan 14:12 - P.N.T.)

Esta es, indudablemente, una de las promesas más asom-


brosas que jamás hiciera Jesús. Cuando nosotros considera-
mos las obras que El realizó sanando a los enfermos, curando a
los leprosos, abriendo los ojos ciegos y los oídos sordos, devol-
viendo la libertad de movimiento a las extremidades tullidas,
curando la parálisis y la artritis, haciendo volver a la normali-
dad a los violentos enajenados mentales, sí, y aun resucitando
a los muertos, entonces ¿estaba prometiendo formalmente que
nosotros, usted y yo, no solamente haríamos esas mismas
obras, sino que haríamos obras mayores aún? ¿Lo diría en
serio?
Al leer el libro de Los Hechos nos encontramos con que sus
primeros apóstoles tomaron al pie de la letra esta promesa al
parecer absurda, y actuaron en base a la misma. Es posible
que entre ellos discutieran cuál sería el significado de las obras
mayores a las que se había referido Jesús. Pero mientras tanto
sanaban enfermos y tullidos. 1 También resucitabap muertos. 2
Aquellos discípulos del primer siglo fueron canales capaci-
tados para esos asombrosos milagros porque aceptaron seria-
mente el eslabón tan importante entre las "obras" de Jesús y
las de ellos y lo hicieron de una manera que muchos de nos-

201
202 / EL AYUDADOR

otros no lo hacemos hoy día: el Espíritu Santo era la conexión


entre la humanidad de Jesús y su Padre.
Después de la resurrección del Maestro comprenqieron fi-
nalmente su divinidad: El era realmente "el unigénito Hijo
del Padre". Aquellos hombres que siempre habían recorrido
con El los caminos de Palestina habían comprendido la huma-
nidad de Jesús de una manera que nosotros todavía no hemos
captado.
El era de carne y hueso. Ellos lo vieron con hambre y sed y
también con frecuencia agotado a causa de la exigencia de la
muchedumbre que se agolpaba a su alrededor. De esa manera
fue que ellos supieron asimismo que El "pasó por las tentacio-
nes que a diario pasamos .... 3 Para El esas tentaciones no
fueron más fáciles de resistir que para nosotros ya que Satanás
es muy astuto y siempre tiene cuidado de que los más espiri-
tuales sean el blanco de sus más grandes ardides y sutilezas. A
través de la distancia podemos admirar a un Señor que no
podía pecar; podemos brindarle la devoción de nuestro cora-
zón solamente a un Salvador que comprende cada una de
nuestras debilidades por cuanto El también las padeció.
El Apóstol Pablo expresó la verdadera humanidad de Jesús
en palabras inolvidables:
El cual, siendo de condición divina, no hizo alarde de ser igual
a Dios, sino que se despojó a sí mismo, tomando condición de es-
clavo, haciéndose semejante a los hombres. Y pr~sentándose en el
porte exterior como hombre.•

Una y otra vez Jesús trató de inculcar en sus seguidores la


realidad de este "despojarse" suyo. Insistió a fin de que com-
prendieran este hecho trascedental de que El iba a ser el puen-
te de su propia vida a la nuestra ...

Yo no puedo hacer nada por mi. propia cuenta . . . no trato de


hacer lo que yo quiero sino lo que quiere el Padre, que me envió. 5

... no hago nada por mi propia cuenta; solamente digo lo que


el Padre me ha enseñado. 6

El Padre que me ~nvió me ha dado órdenes sobre lo que debo


decir y enseñar. 7 ·
CAUCES DE SU PODER / 203

El Padre, que vive en mí, es el que hace su propio trabajo. 8


En otras palabras, El estaba diciendo: "No tengo poder en
mí mismo. Me he despojado por completo. Créanme, yo no soy
más que un canal para el poder de mi Padre. De la misma ma-
nera (después que haya ascendido a mi Padre yo dejaré de ser
el siervo despojado y seré el Señor glorificado y el Cristo coro-
nado), ustedes también serán cauces para mi poder. Fue el Es-
píritu el que hizo posible que pudiera hacer las obras de mi
Padre. Es el mismo Espíritu, (que yo les enviaré a ustedes), el
que hará posible que puedan realizar mi obra".
Seguramente que por eso El aguardaba ansiosamente una
era de obras mayores; Aun no conocemos todo su significado
pero una cosa resulta clara: a medida que el número de cristia-
nos bautizados en el Espíritu s,e multiplica, con el tiempo
habrá muchos miles que harán sus obras.
Entonces, ¿por qué no las estamos haciendo? Es digno de
notar que una de las primeras herejías en la Iglesia Primitiva a
fines del primer siglo y a principios del segundo, fue el Doce-
tismo o sea la negación de la verdadera humanidad de Jesús.
El hecho de que más o menos en ese tiempo ya fuera decre-
ciendo el número de los milagros por lo general se ha atribuido
a una fe declinante. Es cierto, no cabe duda. Sin embargo, de-
trás de la anémica fe está oculto un hecho significativo. A me-
dida que pasaron los años los cristianos ya no vieron a Jesús
como su "Hermano", tal como lo habían visto los primeros
discípulos. Jesús pasó a ser una figura esculpida en el mármol,
pintada en óleos con un halo luminoso, embutido en vitrales.
Al sentir reverencia de un Jesús tan inaccesible pensaban
que le honraban, pero también al dejar de lado al Espíritu
Santo, la tercera Persona de la Trinidad, ese eslabón tan im-
portante entre la humanidad de Jesús y la nuestra, en reali-
dad lo deshonraron.
La promesa sigue en pie para nosotros.: "podemos hacer
mayores obras". Como Maestro, el Espíritu anhela guiamos a
nuevas dimensiones, sí, aun a lo sobrenatural. ¿Tenemos la fe
para creer y el valor para acutuar?

UNA LECTURA PROVECHOSA: Marcos 16:15-20; Hechos


1:4:11.
204 I EL AYUDADOR

LO QUE DICE EL ESPIRITU: Dios es inmutable.


"Pues lo que Dios da, no lo quita, ni retira tampoco su
llamamiento".
(Romanos 11:29 - V.P.)

ORACION: Señor Jesús, comienzo a ver que en tanto que


estuvistes sobre esta tie"a, en un cuerpo como el nuestro,
el Espíritu te enseñó y fue tu eslabón con el Padre, así
como ahora quiere enseñarme a mí y ser mi eslabón conti-
go. Ahora comprendo mejor en qué sentido eres realmente
mi Hermano.
¡Cuánto te agradezco Señor de que no tengo que ser dig-
no de recibir nada de esto! ¿Cómo podría serlo? Lo que te
pid9, ·en cambio, es la disposición para despojarme a mí
mismo así con;io Tú estuvistes dispuesto a ser despojado.
Sé que es una oración audaz, Señor. Dame el valor necesa-
rio. Amén.
Notas
Prefacio
l. Joel 2:28, 29.
2. Luke U5.
3. A. B. Siml)IIOn, The Gospel of Healing. (Harrisburg, Pa.: Christian
Publishers, 1915). Versión castellana: El Evangelio de la Sanidad;
Buenos Aires, Editorial Alianza, (versión abreviada del libro en inglés.)
· 4. Josué 1:3.

l. PRESENTANDO AL AYUDADOR

Capítula 1 ¿Quién es el Ayudador?


l. Romanos 8:27.
2. 1 Corintios 2:10,11.
3. 1 Corintios 12:11.
4. Hechos 20:28.
5. 1 Corintios 12:8-11; Efesios 4:7-12.
6. Juan 16:13, 14.

Capítulo 2 ¿Por qué necesito al Ayudador?


l. Hechos 1:4 (B.J.). ·
2. William R. Moody, The Life af D. L. Moody (New York: Fleming H.
Revell Co., 1900), págs. 146, 147, 149; y R. A. Torrey, Why God Used D.
L. Moody (New York: Fleming H. Revell Co., 1923), págs. 51-55.
3 Mateo 5:6.

Capítulo 3 ¿He recibido ya al Ayudador?


l. ·Gálatas 3:24.
2. Mateo 11:11 (V.P.).
3. Lucas 11:13.
4. Juan 15:26.
5. Romanos 8:14.
6. Gálatas 5:22; Santiago 2:8, 9.
7. Romanos 8:26.

Capítulo 4 No hay por qué ser un cristiano huérfano


l. Juan 16:7.
2. A. B. Simpson, When the Comforter Came, (Harrisburg, Pa.: Christian
Publications, Inc.).

205
206 / EL AYUDADOR

Capítulo 5 ¿Es que puede haber algo 'mejor que su presencia?


l. "The Sweet Story of Old", Jemima T. Luke, 1841.
2. Juan 16:7; 14:17.
3. 1 Juan 3:9 (N.A.).
4. Jeremías 31:33 (B.J.).
5. Juan 15:5.
6. Juan 15:1-8.

Capítulo 6 La explosión de poder


l. Hechos 1:1-5.
2. Este interesante análisis es compendiado de James Bums, Revivals,
Their Laws and Leadérs (London: Hodder & Stoughton).
3. Hechos 2:37-41.
4. Hechos 8:14-17.
5. Hechos 19:1-7.
6. Hechos 10:44-48.

11. COMO RECIBIR AL AYUDADOR

Capítulo 1 Hambre y sed de algo más


l. Apocalipsis 3:15, 16.
2. Lucas 18:1-8.
3. Mateo 5:6.
4. Juan 7:37-39 (V.P.).
5. R. A. Torrey, The Holy Spirit (New York: Fleming H. Revell Co.), pág.
198. '
6. Lucas 11:9. (P.N.T.).

Capítulo 2 La aceptación de Jesús como el Cristo


l. Juan 14:6 (V.P.).
2. Hechos 4:12 (V.P.).
3. Apocalipsis 19:16.
4. Apocalipsis 5:12.
5. Colosenses 2:10; Efesios 3:10; 4:8-10; 1 Corintios 15:24.
6. Romanos 5:17.
7. Lucas 15:11-32.
8. Lucas 15:32 (V.P.).
9. Bilquis Sheikh, 1 Dared to Call Him Father (Lincoln, Va.: Chosen
Books, 1978).

Capítulo 3 Disponiéndose a obedecer al Buen Pastor


l. Santiago 2:17-22. '
2. Filipenses 2:13 (P.N.T.).

Capítulo 4 Invitando ~ Jesús como el Bautizador


l. Juan 20:21, 22 (N.A¡.).
NOTAS I 207

2. G.raham Pulkingham, Gathered for Power (Plainfield, N.J.. : Logos


Intemational, 1972; y New York: Morehouse-Barlow Company, 1972),
págs. 75, 76.

Capítulo 5 Disponible y dispuesto a servir


l. Hechos 1:8.
2. W. H. Daniels, Moody, His Words, Works, and Wonders, pág. 396.

Capítulo 6 Arrepentimiento y bautismo: Resurrección a una nueva vida


l. Hechos 2:14-39.
2. Norman P. Grubb, Rees Howells, Intercessor (Fort Washington, Pa.:
Christian Literature Crusade), págs. 38-40.
3. Idem, pág. 29.
4. 1 Corintios 15:50.
5. Romanos 6:6 (V.E.).
6. Romanos 6:3 (V.E.).
7. Efesios 2:5, 6.
8. Colosenses· 2:10.

Capítulo 7 La aceptación de la gracia de Dios


l. Gálatas 3:1-5.
2. Hechos 2:32, 33.
3. Watchman Nee, The Normal Christian Life (Fort Washington, Pa.:
Christian Literature Crusade, 1964), pág. 88. Versión castellana: La
vida cristiana normal, Misiones, Argentina, Ediciones Hebron, o 1965.
4. Efesios 1:19-21, (V.P.).
5. Juan 14:21.
6. En la cuarta sección ver el devocional: Tiene respeto por mi personali-
dad.

m. COMO EL AYUDADOR SATISFACE MIS NECESIDADES DIARIAS


Capítulo 1 Me ahorra tiempo
l. 1 Corintios 12:4-10.

Capítulo 2 Guía mis acciones


l. Hechos 13:3.

Capítulo 4 Me acompaña en cada circunstancia


l. Juan 15:6 (P.N.T.).

Capítulo 5 Es mi memoria
l. Lucas 21:12-15 (N.A.).

Capítulo 6 Me proporciona nuevos deseos


l. Romanos 8:14 (F. de F.).
208 / EL AYUDADOR

2. Romanos 8:15 (F. de F.).


3. Romanos 12:2 (F. de F.).

Capítulo 7 Cambia mis costumbres indeseables


l. Gálatas 5:22, 23.
2. Lucas 2:52 (M.V.).

IV. COMO EL AYUDADOR ME MINISTRA A NIVELES MAS


PROFUNDOS

Capítulo 1 Me hace sentir culpable de pecado


l. Hechos 2:23, 37 (F. de F.).
2. Juan 3:17 (F. de F.).
3. Romanos 3:23; 1 Juan 1:8; Juan 8:34 (F. de F.).
4. Lucas 4:18.
5. 1 Juan 1:9.

Capítulo 2 Respeta mi personalidad


l. Filipenses 2:7 (M.V.).
2. Marcos 10:21.
3. Efesios 4:25-32.

Capítulo 3 Me enseña el valor de las lágrimas


l. Mateo 19:8.
2. Salmo 95:8; Hebreos 3:7-11.
3. Hebreos 3:13; Efesios 4:17, 30-32.
4. Marcos 3:5; 8:17,; Romanos 2:1-5.
5. Lucas 19:41, 42.
6. Juan 11:34-36.
7. Jamie Buckingham, Daughter of Destiny (Plainfield, N.J.: Lagos Inter-
national, 1976), págs. 163-67.

Capítulo 4 Es mi Consolador
l. Hannah Whitall Smith, My Spiritual Autobiography (New York:
Fleming H. Revell Co.) págs. 211, 215, 216 (agotado).

Capítulo 5 Me enseña a orar (1)


l. Lucas 11:1 (V.P.). ·
2. Juan 16:24 (P.N.T.).
3. 1 Juan 5:14.

Capítulo 6 Me enseña a orar (11)


l. 1 Pe(iro 2: 10.
2. Efesios 1:3 (N.A.).
3. Juan 5:19 (P.N.T.).j
4. Juan 5:30 (V.P.). ,
NOTAS/ 209

V. PRUEBAS DE LA MUNIFICENCIA DEL AYUDADOR

Capítulo 1 El Gozo
l. Gálatas 5:22.
2. Hechos 4:3.
3. Hechos 5:18, 40.
4. Hechos 7:58-60.
5. Hechos 8:3.
6. Hechos 12:2.
7. Hechos 12:3, 4.
8. Hechos 16:25 (V.P.).
9. Juan 15:11 (V.P.).
10. Hebreos .12:2 (V.P.).
11. Hebreos 1:9 (V.P.).
12. Juan 16:16, 17, 22 (V.P.).
13. R. A. Torrey, The Holy Spirit (New York: Fleming H. Revell Co.), pág.
95. Por la historia completa ver págs. 93-95
14. Juan 16:33 (V.P.).

Capítulo 2 La fe
l. Hebreos 11:6 (P.N.T.).
2. Mateo 21:22 (P.N.T.).
3. Hebreos 11:1 (R.V. Co. 1954).
4. Efesios 1:3.
5. Marcos 11:24 (P.N.T.).
6. Juan 14:26; Lucas 21:12-15; Juan 16:14, 15, etc.
7. Hebreos 11:1.
8. J~mie Buckingham, Risky Living (Plainfield, N.J.: Logos Intematio-
nal, 1976), págs. 89-91.

Capítulo 3 El amor
l. En inglés palabras por Anna Wamer, música por William B. Bradbury.
2. Para mayor información sobre la historia del hermano Andrés, véase
God's Smuggler por Brother Andrew con John y Elizabeth Sherrill
(New York: The New American Library, 1967), Versión castellana: El
Contrabandista de Dios, hermano Andrés con Juan y Elisabet Sherrill,
Editorial Vida, Miami, Florida, EE. UU. e 1971.
3. Juan 14:23 (B.J.).
4. Si está interesado en leer algo más de este autor remítase a su libro l'm
Out to Change My World por Ann Kiemel (Impact Publishers).
5. Juan 21:15-18 (V.P.).
6. David y Sarah Van Wade, Second Chance (Plainfield, N.J.:,Logos
Intemational, 1975). ,

Capítulo 4 La energía
l. Romanos 8:11 (V.P.).
210 I EL AYUDADOR

2. A. B. Simpson, The Gospel of Healing. (Harrisburg, Pa.: Christian


Publishers, 1915). Versión castellana: El Evangelio de la Sanid'ad,
Buenos Aires, Editorial Alianza.

Capítulo 5 La sanidad
l. Francis MacNutt, The Power to Heal (Notre Dame, Ind.: Ave Maria
Presa, 1977), págs. 39-45.
2. Marcos 8:22-26.
3. Marcos 8:25 (V.P.).

Capítulo 6 La paz
l. Malcolm Smith, Tum Your Back on the Problem (Plainfield, N.J.:
Logos Intemational, 1972) págs. 87-89.

Capítulo 7 Otras lenguas


l. Marcos 16:15 (V.P.).
2. Hechos 2:7-12.
3. Hechos 10:44-48; 19:4-7.
4. 1 Corintios 14.
5. Hebreos 13:8 (V.P.).

Capítulo 8 Los milagros


l. Diccionario Enciclopédico Abreviado, &!pasa Calpe, S.A., Madrid,
España, 1957, Tomo V.
2. Salmo 62:11.
3. Lucas 8:49. ·
4. Hechos 1:22 (V.P.).
5. Josué 1:3.

VI. El Espíritu y la Iglesia

Capítulo 1 Mi Iglesia, ¿posee el Espíritu?


l. Lucas 24:46-49. ·
2. Efesios 1:22 (F. de F.).
3. Efesios 4:12 (F. de F.)
4. Efesios 1:23 (P.N.T.)
5. Colosenses 1:18.
6. Efesios 4:8-12; 1 Corintios 12:28, 29.
7. Isaías 61:6; 1 Pedro 2:5; Apocalipsis 1:6.
8. Romanos 14:17.
9. Hechos 4:32-35.
10. 1 Corintios 4:20.
11. 2 Corintios 5:17; 1 Pedro 1:23.
12. Juan 16:8-11; Hechos 2:37.

Capítulo 2 Fuente de reconciliación


NOTAS I 211

l. Hechoe 5:11.
2. 1 Corintios 12: 12, 13.
3. Hechos 4:32 (V.E.) ..
4. Una pequeña paráfrasis de Jueces 16:20 realizada por mi.
5. Conozco personalmente la situación que se describe aquí debido a la
vinculación que mi esposo, Leonard LeSourd mantqviera con Colson
durante la preparación del manuscrito del libro Bom Again (Nacido de
Nuevo) y la amistad que nació entre ambos como resultado de ese tra-
bajo en común.
6. Charles V. Colson, BornAgain, (Lincoln, Va.: Chosen Books, 1976), pág.
150.

Capítulo 3 Purifica el cuerpo de Cristo


l. Juan 16:8 (P.N.T.).
2. Ju¡m 16:7, 8 (V.P.).
3. Hechos 2:14-41.
4. Hechoe 5:3, 9.
5. Hechos 8:9-24.
6. Gálatas 2:11-16.
7. Lucas 17:3 (V.P.).
8. Mateo 18:15 (V,P.).

Capítulo 4 Fuente de unidad


l. Juan 17.
2. Hechos 2:4-12.
3. Hechoe 2:44, 45; 4:33, 34.
4. Hechos 10; 11:1-18.
5. Hechos 4:32 (B.J.).
6. Hechos 2:46, 47 (B.J.).

Capítulo 5 Cauces de su poder


l. Hechos 3:1-8; 5:15, 16; 8:6, 7; 14:8-10.
2. Hechos 9:36-41; 20:9-12.
3. Hebreos 4:15 (P.N.T.).
4. Filipenses 2:6, 7 (V.E.).
5. Juan 5:30 (V.P.). '
6. Juan 8:28 (V.P.).
7. Juan 12:49 (V.P.).
8. Juan 14:10 (V.P.).

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