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Salud social. Otra pieza del rompecabezas para la salud global.

"Las relaciones sociales, o la relativa falta de ellas, constituyen un factor de riesgo importante para la salud,
rivalizando con el efecto de factores de riesgo de salud bien establecidos, como el tabaquismo, la presión arterial,
los lípidos en sangre, la obesidad y la actividad física."
House, Landis y Umberson; Science 1988.

En el último medio siglo, hemos avanzado a pasos agigantados con la tecnología. Tanto es así, que ahora
podemos conectarnos virtualmente con cualquier persona en todo el mundo en este momento, siempre que
tengan una conexión a Internet estable. Con alrededor de 4.5 mil millones de usuarios de Internet y 3.8 mil
millones de personas en las redes sociales, podemos hacer amigos, encontrar trabajo e incluso encontrar el
amor con solo hacer clic en un botón (o un descarado deslizamiento hacia la derecha).

Si bien ciertamente podemos hacer más conexiones en la actualidad, hay mucho más en las relaciones sociales
saludables que la cantidad de seguidores o los likes que recibimos. El papel de las relaciones sociales en la
propia salud es un área de investigación fascinante, pero, al igual que la salud mental en general, realmente
no ha atraído la atención de muchos cuando se trata de considerar el bienestar general. Vamos a ver que
verdaderamente son tan necesarias como el resto de piezas del rompecabezas llamado “SALUD”.

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1. Los lazos sociales en la salud.
Sabemos que en la promoción de la salud hay tres claras vertientes que no dejan de bombardearnos a diario:
realizar ejercicio físico de manera regular, llevar una alimentación saludable y dormir al menos 7 horas, de las
cuales la mayoría tienen que ser de calidad. Estos hábitos son claramente potenciadores del estado óptimo de
salud, pero es también común que en ese ciclo vicioso del estado de salud óptimo, con motivo de la vida
ajetreada, el trabajo y la gran cantidad de tiempo que se dedica a redes sociales e interacciones virtuales,
perdamos el contexto social que circunscribe la naturaleza del ser humano.

Así las cosas, es cada vez más habitual encontrar personas que interactúan físicamente muy poco, únicamente
lo necesario para su supervivencia, con otras personas. Absorbidos por ese ciclo al que acabamos de hacer
referencia que bien podría ejemplarizarse en dormir – comer – trabajar / estudiar – comer – entrenar – comer
– dormir, pierden diariamente muchas oportunidades de hacer su vida más saludable y feliz limitando la
interacción con los demás.

El papel de las relaciones sociales en la propia salud es un área de investigación fascinante. Pero, al igual que
la salud mental, realmente no ha atraído la atención de muchos cuando se trata de considerar el bienestar
general. Desde este punto vamos a iniciar una breve inmersión en la salud social, destacando cómo se relaciona
con nuestro bienestar físico y mental.

"Las relaciones sociales, o la relativa falta de ellas, constituyen un factor de riesgo importante
para la salud, rivalizando con el efecto de factores de riesgo de salud bien establecidos, como el tabaquismo,
la presión arterial, los lípidos en sangre, la obesidad y la actividad física."
House, Landis y Umberson; Science 1988.

Según Holt-Lunstand et al., investigadores de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, hay


dos modelos principales que analizan cómo los factores sociales interactúan con la salud y el bienestar [1]:

1. Modelo de amortiguación del estrés: esta hipótesis sugiere que las relaciones sociales que
mantenemos nos proporcionan recursos que nos permiten afrontar mejor los estresores agudos o
crónicos. Estos recursos pueden ser informativos, emocionales o tangibles. La idea aquí es que estos
lazos y recursos sociales crean una zona de amortiguación entre usted y otros factores estresantes
potencialmente desadaptativos.

2. Modelo de efectos principales: este paradigma propone que las relaciones sociales tienen una
influencia más directa en los efectos sobre la salud a través de medios cognitivos, emocionales,
conductuales y biológicos, incluso si los recursos proporcionados no están destinados a ayudarnos
explícitamente.

Un ejemplo utilizado en el documento de revisión sistemática es que las relaciones sociales pueden
modelar directa o indirectamente comportamientos saludables, por ejemplo, si eres parte de
un grupo que se toma en serio la salud física, es muy probable que cumplas con esa norma social
específica y, por lo tanto, participes en una actividad que sea beneficioso para su salud física.

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Atendiendo a estos dos modelos, que no necesariamente son excluyentes entre sí, sino que más bien se
potencian el uno al otro, es cierto que puede resultar un poco confuso determinar qué constituye exactamente
lo que pudiéramos entender como salud social. En otras palabras ¿cómo podemos medir exactamente las
conexiones sociales? Parece que hay dos medidas principales.

En primer lugar, el apoyo social. La disponibilidad real o percibida de recursos sociales [2]. Los recursos reales
son las interacciones sociales que pretenden ser de apoyo; mientras que los percibidos son las creencias y
percepciones de la disponibilidad de apoyo sostenidas por uno mismo, en las que por supuesto intervienen
nuestros sesgos aprendidos de las diversas experiencias que hemos vivido.

La segunda de las medidas es la integración social, lo que representa el aspecto estructural de las relaciones
sociales y la amplia gama de relaciones en las que uno participaría [3].

Podemos simplificar la salud social en términos generales como la suma del apoyo que recibimos y
la cantidad y calidad de las relaciones que mantenemos.

De estas dos medidas, aunque es muy probable que no sean conocidas por la mayoría de los lectores, se han
escrito gran cantidad de libros a partir de ideas y multitud de investigaciones. Una de ellas especialmente
relevante es una revisión de Uchino (2006) [4], en las que el autor pudo observar que el apoyo social estaba
vinculado con aspectos físicos de la salud, lo que influía en los sistemas cardiovascular, neuroendocrino e
inmunológico. Uchino analizo cómo el apoyo social puede hacerlo al influir en dos vías distintas, pero no
necesariamente independientes una de la otra (Figura 1).

Procesos
conductuales:
Enfermedad
Comportamientos
saludables, Procesos
Apoyo social: adherencia a ellos. biológicos:
Estructura y Cardiovascular,
función neuroendocrino,
Procesos función inmune.
psicológicos:
Mortalidad
Control depresión,
evaluación
sucesos, etc.

Figura 1. Interrelación del apoyo social con aspectos físicos de la salud, lo que influía en los sistemas
cardiovascular, neuroendocrino e inmunológico [4].

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La primera es a través de procesos conductuales, donde las normas sociales pueden facilitar las
acciones. Esto puede resultar en acciones positivas o negativas. La segunda es a través de procesos
psicológicos, que se relaciona con valoraciones, emociones, estados de ánimo y sentimientos de
control. Ambas dos no son independientes, es decir, que conviven en la realidad de cada uno, como puede
influir el alto estrés de manera directa en la práctica de comportamientos saludables y, a la inversa, cómo cosas
como la actividad física pueden influir en los niveles de estrés.

Si bien el diagrama anterior (Figura 1) es muy simple y amplio, proporciona una idea muy ilustrativa de cómo
los brazos bio, psico y social de la salud se relacionan entre sí.

2. Riesgo de mortalidad: da a tus relaciones sociales el valor que se merecen.

Uno de los artículos más citados en el ámbito de la salud social es el de Holt-Lunstad et al (2010) [1]. Llevaron
a cabo una revisión de 148 artículos, con un total de 308,849 participantes, para ver la relación de los factores
sociales sobre el riesgo de muerte. Lo que encontraron fue que el riesgo de mortalidad era en realidad
comparable a otros factores de riesgo bien establecidos como el tabaquismo y el consumo de
alcohol. En promedio, hubo un 50% más de probabilidad de supervivencia en función de relaciones sociales
más fuertes. Incluso parecían tener una influencia aún mayor en la salud en comparación con factores de riesgo
como la inactividad física y la obesidad.

Lo que también vemos es que la gente subestima en gran medida la importancia y la influencia de los factores
sociales en la salud y la mortalidad, lo cual no es demasiado sorprendente. Haslam et al. (2018) [5] realizaron
una encuesta online con 502 participantes y encontraron que las personas podían estimar con precisión el
impacto de los comportamientos de salud más populares en la mortalidad. Lo que también encontraron fue
que las personas tenían una tendencia a subestimar drásticamente la importancia de los factores
sociales con la mortalidad. Aquí no hay sorpresas. Incluso con los factores sociales que se encuentran entre
los principales predictores de los resultados de salud, todavía se clasifican como los más bajos.

Mantener pocas relaciones sociales y además de baja calidad aumentan el riesgo de


mortalidad, tanto por factores psicológicos como realmente físicos (por ausencia de influencias
conductuales positivas), hasta el punto de ser comparable a otros factores de riesgo bien
establecidos como el tabaquismo y el consumo de alcohol. No hay que subestimar el bien y la
necesidad de interactuar con personas, especialmente en relaciones positivas.

Estos autores utilizaron las cifras de clasificación para el estudio de Holt-Lunstad y las compararon con las
clasificaciones percibidas que se encontraron en la encuesta online. Se puede ver en la Figura 2 la gran
diferencia en los rangos de Real vs Percibido cuando se trata de los principales factores de riesgo:

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Importancia percibida de los factores de
riesgo sociales y conductuales para la mortalidad.

Ranking real
Ranking percibido

Figura 2. Importancia real vs percibida de los factores de riesgo sociales y conductuales para la mortalidad [5].

3. Resumen y conclusiones.

Los factores sociales tienen una influencia similar o incluso mayor en el riesgo de mortalidad en
comparación con otros factores de riesgo importantes en los que comúnmente pensamos, como
el tabaquismo, la ingesta de alcohol, la actividad física o la obesidad. Si bien la salud social se comprende
mucho menos en comparación con otros factores de riesgo, las relaciones que uno tiene y el apoyo
diario al que se tiene acceso pueden realmente marcar una diferencia en la salud y bienestar en
general. Centrarse en otras áreas de la salud (o de la vida) y no tener en cuenta la importancia de los lazos de
nuestras relaciones tiene algunas consecuencias negativas más que posibles en el corto, medio y largo plazo;
mientras que centrarse en la construcción de relaciones sólidas proporciona algunos beneficios valiosos.

Para cuidar plenamente tu salud, cuida muy mucho tus relaciones sociales.

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4. Bibliografía y referencias.
1. Holt-Lunstad, J., Smith, T. B., & Layton, J. B. (2010). Social relationships and mortality risk: a meta-analytic review. PLoS
medicine, 7(7), e1000316.
2. Gottlieb, B. H., & Bergen, A. E. (2010). Social support concepts and measures. Journal of psychosomatic research, 69(5),
511-520.
3. Cohen, S., & Lemay, E. P. (2007). Why would social networks be linked to affect and health practices?. Health
Psychology, 26(4), 410.
4. Uchino, B. N. (2006). Social support and health: a review of physiological processes potentially underlying links to
disease outcomes. Journal of behavioral medicine, 29(4), 377-387.
5. Haslam, S. A., McMahon, C., Cruwys, T., Haslam, C., Jetten, J., & Steffens, N. K. (2018). Social cure, what social cure?
The propensity to underestimate the importance of social factors for health. Social Science & Medicine, 198, 14-21.

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