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La participación en Venezuela ha sido un elemento de discusión, de disputa, de grandes avances,

acciones y decepciones durante nuestro devenir histórico. La capacidad de organizarse de las


comunidades, barrios, vecinos, ciudadanos y población en general ha contado con experiencias
muy enriquecedoras, pero del mismo modo ha contado, en su mayoría, con episodios muy tristes.

La genésis de toda forma de organización comunitaria se encuentra en la motivación expontánea


de solucionar los problemas y las demandas que el estado no puede o no está en la capacidad de
solventar, así como la necesidad de articular con las instituciones estatales acciones para disminuir
el deterioro de la calidad de vida. Las Juntas Profomento y las Juntas Promejoras son los primeros
antecedentes en cuanto la organización comunitaria en el país. Las primeras más autonómas que
las segundas, las cuales pasaron a sustituirlas convirtiéndose en instrumento del partido
gubernamental.

El gobierno de Romúlo Betancourt adelantó, bajo la coordinación de CORDIPLAN, el Programa


Nacional de Desarrollo de la Comunidad, el cual fracasó como política social, pero que logró
convertirse en un excelente mecanismo de articulación "dominada", un espacio de captación
clientelar que garantizó para su momento el apoyo popular al partido de gobierno.

Para 1961 comienzan a aparecer otro tipo de organizaciones como las Asociaciones de Vecinos,
las cuales tuvieron un crecimiento acelerado en todo el territorio nacional. Una vez más, debido a
su poca credibilidad y capacidad de representación, los partidos políticos intentaron partidizar y
clientelizar la participación ciudadana, con la fundación de la Asociación Venezolana de
Integración Comunitaria (AVINCO), creada por Acción Democrática y la federación de
Asociaciones de Vecinos del Distrito Federal y estado Miranda por parte de COPEI.

A pesar, de la relaciones clientelares que se intentaron y lograron en muchos casos, aún hasta hoy,
aplicar en la organización comunitaria, estamos plenamente convencidos de que la participación
activa de las comunidades en el desarrollo de planes, programas y proyectos a nivel local es un
paso firme en la consolidación de los procesos sociales y democráticos. Del mismo modo, estamos
seguros que la transferencia de responsabilidades a la ciudadanía y a la sociedad civil organizada
es un medio necesario hacia la solución de demandas insatisfechas por los gobiernos locales,
siempre y cuando se generen en un clima de respeto, reglamentado, SIN IMPOSICIONES
PARTIDISTAS Y CON AUTONOMÍA, RESPETANDO POR SUPUESTO, LO ESTABLECIDO
EN LA CRBV.

El Caracazo, la tragedia de Vargas y los sucesos de abril de 2002 dejaron por sentado que las
comunidades y los sectores de la sociedad civil asumen la participación ciudadana como la vía
para reclamar demandas sociales y económicas no satisfechas, para colaborar en temas de
solidaridad social bien; sea con fines propios o generales, e incluso incide de manera decisiva en
la restitución del hilo constitucional. En este sentido, asumimos que la participación ciudadana se
compone y tiene su fortaleza en la amplia y variopinta gama de organizaciones sociales,
comunitarias y vecinales que gozan de autonomía y no son tutelados por organizaciones políticas
ni gubernamentales.
Asímismo reiteramos que las formas y métodos de organización comunitaria concebidas en el
sistema de agregación comunal NO SON LAS ÚNICAS existentes en el país y que las mismas
forman parte de un extenso abanico de organizaciones que contribuyen a FORTALECER LA
PARTICIPACIÓN CIUDADANA COMO METODO PARA ENRIQUECER LA DEMOCRACIA.
Es por ello que insistimos y somos muy enfáticos en afirmar que NO SE PUEDE PRETENDER
ENCASILLAR la PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN UNA SOLA FORMA DE
ORGANIZACIÓN COMUNITARIA.

Por lo tanto solicitamos que:

Se reconozcan los derechos de TODAS LAS FORMAS DE ORGANIZACIÓN comunitaria por


igual.

Se introduzca en cada uno de los sistemas de agregación comunal un artículo en el cual se


establecerá que no se podrán celebrar actividades político-partidistas en el seno de las
organizaciones comunitarias. De igual manera se debe dejar por sentado que ninguno de sus
órganos directivos podrá celebrar ni realizar ninguna actividad que tienda a identificar a las
organizaciones comunitarias con tendencias politico-partidistas.

Las autoridades de FUNDACOMUNAL como ente rector no sean nombradas por el gobierno,
sino que sea un ente colegiado elegido con el mismo método por el cual son electos los rectores
del CNE;

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