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Sumario
1. ¿Qué hacer para proporcionar a los niños un adecuado modelo de
control emocional?
2. Comunicarnos de forma eficaz
3. Desarrollar la afectividad. Controlar la conducta
4. Controlar la conducta
5. Actividades para trabajar el control de las emociones
Esta forma de comunicar, de sintonizar con él, conviene que sea aceptada y
generalizada en el hogar y la escuela, para crear una coherencia en el niño y
motivarle entre todos. Pero en la comunicación con el niño con síndrome de
Down hemos de tener muy en cuenta lo siguiente: el niño entiende mucho
más de los que podemos deducir por su capacidad de expresarse
verbalmente. De modo que aun cuando él hable o trate de explicar poco,
nosotros podemos comentarlo y contestarle con más amplitud, aunque con
sencillez, sabiendo que él nos entiende.
3. Desarrollar la afectividad
Demostrar afectividad no es una tarea siempre fácil. Muchas veces las prisas o
la rutina hacen que no nos fijemos en su importancia para los niños. El rostro
es una parte de nuestro cuerpo que puede proporcionarles información sobre
el grado de aceptación y el humor. A través del rostro, el tono de voz y el
movimiento corporal el niño puede captar distintas emociones que le
proporcionen respuestas ante lo que él hace.
4. Controlar la conducta
Conviene explicarles de forma sencilla las situaciones nuevas o difíciles, qué les
ha llevado a sentirse incómodos o nerviosos, intentando describirles algunas
de ellas antes de que lleguen. Esto se consigue realizando una escucha activa
entre los padres y el niño, partiendo de sus propias experiencias y
planteándoles aquellas situaciones que supieron resolver. Aun así, la
exposición a situaciones nuevas o difíciles deberá realizarse de forma
progresiva, utilizando técnicas de relajación que planteen al niño una visión
más optimista.
Se les pondrá a los niños música que invite al movimiento. Se les puede
proponer que corran al ritmo de la música, unas veces muy deprisa y otras
más lento. Los niños notarán cómo, después de haber forzado a trabajar a los
músculos de su cuerpo, se sienten más relajados.Otra forma consistirá en
enseñarles un globo inflado y animarles a que no toque nunca el suelo, los
niños correrán tras él, intentando alcanzarlo. Se les puede proponer que bailen
con la música pero que, cuando deje de sonar, se tienen que parar y estar muy
quietos hasta que vuelva a escucharse la melodía.
Se les describirá situaciones en las que sepamos que han disfrutado, por
ejemplo, una playa, la excursión con los compañeros a la sierra, un día en la
piscina,... Se irá describiendo con detalle lo que está sucediendo, haciendo
alusión a la relajación que siente el niño, el calor que nota por el sol, lo contento
que está, etc... Los niños estarán tumbados y se les pedirá que imaginen esa
situación. Conviene utilizar un tono de voz suave e ir describiendo la escena
con todo detalle, intentando provocar en los niños lo que sentirían en esa
situación.
Cuanto más entrenen en esta capacidad de imaginar para sentirse bien, mejor
lograrán el objetivo de relajarse.