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TEMA 2: LOS CONTRATOS DE COLABORACIÓN

2.1- TIPOS DE COLABORACIÓN

Para el desarrollo y ejercicio de la actividad empresarial y mercantil se suelen servir de


colaboradores, con los cuales el empresario está unido a través de diferentes tipos o clases
de contratos, que no tienen por qué ser mercantiles.

● Dentro del amplio abanico de colaboradores podemos situar a los técnicos, obreros,
empleados, gerentes, comisionistas, agentes, etc.

● Esta colaboración puede adoptar distintas características, por ejemplo, puede ser
una colaboración permanente, como es el caso de un gerente, u ocasional, como un
comisionista. Por otro lado, la colaboración puede ser interna o externa a la
empresa.

● La colaboración puede referirse o no a actos u operaciones comerciales.

En el ámbito de la colaboración empresarial se suelen distinguir dos grandes categorías de


colaboradores: colaboradores subordinados o dependientes y colaboradores autónomos o
independientes.

2.2 COLABORADORES SUBORDINADOS O DEPENDIENTES

Los colaboradores subordinados o dependientes son aquellos que, como indica la propia
denominación, están en una situación de dependencia o subordinación con el empresario,
normalmente con carácter de cierta permanencia o estabilidad. Al Derecho Mercantil le
interesa en tanto que realicen actos u operaciones comerciales de carácter jurídico, para lo
cual ostentarán unas facultades de representación del empresario.

La relación jurídica interna que une al empresario con los colaboradores subordinados o
dependientes tiene naturaleza laboral y no mercantil, por tanto se trata de un contrato de
trabajo, que puede ser de carácter general (regulado en el Estatuto de los Trabajadores) o
especial (ej. cuando desempeñan una función de dirección en la empresa).

El Código de Comercio regula a los colaboradores dependientes en los artículos 281 a 302,
pero se trata de una regulación incompleta y equívoca, puesto que los califica como
mandatarios; esto no es correcto, porque aunque puedan tener un poder de representación
del empresario principal que es típico de un mandatario, la relación jurídica interna que los
une con el empresario principal es de carácter laboral. Así pues, estos colaboradores
dependientes pueden ser representantes del empresario, pero no se les puede considerar
comisionistas o mandatarios porque el vínculo no es de un contrato mercantil ni civil.

La regulación mercantil de estos colaboradores dependientes, también llamados


auxiliares, se centra fundamentalmente en su actuación frente a terceros en tanto que están
dotados de facultades representativas que les permite realizar en nombre y por cuenta del
empresario actos jurídicos integrantes del giro o tráfico de la empresa. Así pues, estas
facultades representativas que ostentan, les van a permitir actuar ante terceros en
operaciones mercantiles, eso sí, para vincular al empresario. El Derecho Mercantil regula
esta actuación principalmente en beneficio de la seguridad del tráfico jurídico. Estas
facultades de representación se caracterizan por las siguientes notas:

● No requieren de un acto de apoderamiento expreso, aunque pueda existir, si no que


basta la apariencia derivada de su actividad de colaboración, o su función auxiliar
para que ostenten facultades de representación. Eso sí, es posible conceder un
poder escrito, e incluso inscribirlo en el Registro, y esto permitiría incluso limitar las
facultades de representación y de actuación, pero puede que no exista ese poder.

● El ámbito de las facultades de representación está delimitado por el giro o tráfico de


la empresa, y cualquier limitación de estas facultades requerirá de publicidad para la
protección de la buena fe de terceros, y también para la protección del tráfico
mercantil. Aún así, el alcance de las facultades de representación que ostentan los
colaboradores dependientes puede ser distinto.

Si se trata de un gerente o el factor, se estima que tiene un poder general que puede estar
inscrito o no. Si se trata de dependientes u otro tipo de colaboradores subordinados,
tendrán poderes singulares, no de carácter general, que también podrían estar inscritos, u
otorgarse o presumirse por la labor continuada que realizan en una empresa.

2.3- COLABORADORES AUTÓNOMOS O INDEPENDIENTES

Los colaboradores autónomos o independientes son aquellos que no están sometidos a


subordinación o dependencia del empresario, aunque tengan que seguir sus instrucciones.

Generalmente no están integrados dentro de la empresa, y ellos mismos son empresarios


que colaboran con otros empresarios, por tanto tienen una autonomía de su gestión y, en
general, el contrato que vincula a estos colaboradores con el empresario tiene naturaleza
mercantil y no laboral (ej. contrato de comisión o de agencia, contrato de mediación).

Los colaboradores autónomos pueden realizar su actividad de colaboración a través de


contratos que se llaman contratos de colaboración o de gestión de intereses ajenos,
que pueden ser de mera actividad o de medios, o pueden ser de resultado.

● Los contratos de mera actividad tienen por objeto realizar una actividad concreta, y
basta realizar esa actividad con diligencia para que se considere cumplido el
contrato. Por tanto, para tener derecho a cobrar la remuneración correspondiente no
es necesario que se consiga o no un determinado resultado. Se regulan según el
esquema del contrato de arrendamiento de servicios, y puede revestir naturaleza
civil, mercantil y laboral.

● Los contratos de resultados tienen por objeto el propio resultado a alcanzar, y solo
desde ese momento se considera cumplido el contrato, y el colaborador tendrá
derecho a cobrar la retribución correspondiente. Estos contratos se regulan
conforme al esquema del contrato de arrendamiento de obra, y precisamente en
este grupo de contratos se pueden encuadrar los contratos mercantiles que
posteriormente estudiaremos y que regulan la colaboración independiente. Estos
son fundamentalmente el contrato de comisión, el contrato de agencia o el contrato
de mediación.

2.4- EL CONTRATO DE COMISIÓN

Concepto:

El Código de Comercio regula este contrato con mucho detalle. Este contrato nace en la
Edad Media, como muchas otras figuras del Derecho Mercantil. Nace con los mercaderes
medievales, los cuales desarrollaban un comercio entre ciudades (interlocal). Cuando
nacieron las ciudades nació el comercio con más intensidad. En este comercio los
mercaderes utilizaban la colaboración de otros mercaderes, y para ello se utilizaba el
contrato de mandato civil. En aquel momento, el mandatario (comisionista) actuaba en
nombre propio y por cuenta de su mandante o comitente. El Código de Comercio permite
que el comisionista actúe en nombre y por cuenta del comitente.

Generalmente, en aquella época el objeto de la comisión era celebrar un contrato de


compraventa (ej. mercancías); como consecuencia, muchos de los artículos de la regulación
de la comisión piensan en el objeto para comprar y vender.

La comisión puede tener como objeto cualquier tipo de negocio mercantil. El contrato de
comisión tuvo históricamente mucha importancia, pero con el transcurso del tiempo, ese
mecanismo de colaboración se ha ido sustituyendo por otros instrumentos jurídicos (ej.
creando redes propias de distribución, contratando a agentes comerciales a través de una
relación más estables, o a través de concesionarios o de franquiciados que tienen negocios
que desarrollan de forma independiente). No obstante, aunque este contrato ha ido
perdiendo importancia, se sigue manteniendo y muchas veces se suele utilizar para realizar
negocios accesorios que revisten cierta complejidad y especialización.

Hay que decir que el contrato de comisión es el típico contrato de colaboración empresarial,
ampliamente regulado entre los artículos 244 y 280 del Código de Comercio. El Código no
nos da un concepto de este contrato, pero según la doctrina lo podemos definir como un
contrato celebrado entre dos comerciantes o entre un comerciante y otra persona por el cual
el comisionista se obliga a realizar, por encargo y por cuenta del comitente, una o varias
operaciones mercantiles.

En realidad, en este contrato el que recibe el encargo (comisionista), es un mandatario,


puesto que la comisión es el mandato mercantil, pero no es un mandato ordinario, si no que
es un mandato cualificado por la naturaleza mercantil del acto u operación que constituye
su objeto. Además, también es cualificado por la intervención al menos de un comerciante
en el contrato, así pues ya sabemos cómo diferenciar la comisión mercantil del mandato
civil.
El Código de Comercio señala en el artículo 244 cuando un mandato adquiere carácter
mercantil. En primer lugar, puede tener por objeto cualquier operación mercantil y, en
segundo lugar, sólo será necesario que una de las partes sea empresario o comerciante,
aunque lo normal es que sean las dos comerciantes, y lo normal es que el comisionista sea
un profesional dedicado a colaborar con otros empresarios.

De todo lo que acabamos de decir se puede entresacar unas notas características:

● Es un mandato mercantil cualificado.

● El objeto del contrato, es decir, el encargo que recibe el comisionista de comitente,


es una operación de comercio.

● Alguna de las partes del contrato (comitente o comisionista) ha de tener la condición


de comerciante o empresario.

● La relación jurídica que une al comisionista con el comitente no es duradera o de


tracto sucesivo, sino que se trata de una relación instantánea o esporádica, que se
concluye y se extingue con la perfección y consumación del acto u operación de
comercio en que consista la comisión. Esta característica es una nota que lo
diferencia, por ejemplo, del contrato de agencia.

● Es un contrato consensual que se perfecciona por mero consentimiento.

● Es un contrato bilateral o sinalagmático, puesto que origina obligaciones para ambas


partes.

● Es un contrato oneroso por el cual el comisionista recibe una retribución, salvo pacto
en contrario. Esto lo diferencia del contrato de mandato civil, ya que en este la regla
es la contraria (gratuito salvo que se pacte retribución).

Modos de actuar del comisionista:

Tal y como dispone el artículo 245 del Código de Comercio, el comisionista en el negocio de
ejecución de la comisión puede actuar de dos formas.

● Contratando en nombre propio.

● Contratando en nombre de su comitente.

En ambos casos siempre lo hará por cuenta del comitente. Lo que sucede es que en el
contrato en nombre propio se utiliza el sistema de representación indirecta y en nombre de
su comitente, el sistema de representación directa. Según un caso u otro, los efectos de la
actuación del comisionista son diferentes, y a ellos se refieren los artículos 246 y 247.

El artículo 246 regula los efectos de la actuación del comisionista en nombre propio, es
decir, utilizando el sistema de representación indirecta.

● El comisionista no deberá manifestar a quien representa por tratarse de un supuesto


de representación indirecta.
● Cuando ejecuta la comisión (celebra el negocio) se establecen relaciones directas
entre el comisionista y el tercero con el que ha contratado, a consecuencia de la
representación indirecta, y no se establecen relaciones entre el tercero y el
comitente, esto se corresponde con el ámbito de las relaciones externas que derivan
del negocio de ejecución de la comisión.

● Esas relaciones externas dejan a salvo las obligaciones y derechos que


correspondan al comisionista y comitente entre sí y que pertenecen al ámbito de las
relaciones internas.

Art. 246.
Cuando el comisionista contrate en nombre propio, no tendrá necesidad de declarar quién sea el
comitente, y quedará obligado de un modo directo, como si el negocio fuese suyo, con las personas
con quienes contratare, las cuales no tendrán acción contra el comitente, ni éste contra aquéllas,
quedando a salvo siempre las que respectivamente correspondan al comitente y al comisionista entre
sí.

La otra forma de actuación es la de actuación en nombre del comitente a través del


mecanismo de representación directa, cuyos efectos se prevén en el artículo 247.

● En este caso, es necesario que el comisionista manifieste expresamente que actúa


en nombre del comitente.

● El comitente adquiere los derechos y también las obligaciones frente a los terceros
con los que ha contratado el comisionista. Esto se encuadra dentro del ámbito de la
relación externa de la comisión.

● El comisionista, en principio, permanece extraño a esas relaciones externas que


derivan del negocio de ejecución de la comisión, siempre que la comisión sea
admitida y probada. Van a persistir las relaciones internas entre comitente y
comisionista en virtud del contrato de comisión; por ello, mientras el comisionista no
pruebe la comisión, si el comitente la niega, quedará ese comisionista obligado con
las personas con quienes contrató. Por tanto, hay que decir que el poder de
representación debe ser probado si se pone en cuestión.

Art. 247.
Si el comisionista contratare en nombre del comitente, deberá manifestarlo; y, si el contrato fuere por
escrito, expresarlo en el mismo o en la antefirma, declarando el nombre, apellido y domicilio de dicho
comitente.
En el caso prescrito en el párrafo anterior, el contrato y las acciones derivadas del mismo producirán su
efecto entre el comitente y la persona o personas que contrataren con el comisionista; pero quedará
éste obligado con las personas con quienes contrató, mientras no pruebe la comisión, si el comitente la
negare, sin perjuicio de la obligación y acciones respectivas entre el comitente y el comisionista.

En ambos tipos de actuación, el Código de Comercio prevé en el artículo 253 que, una vez
celebrado un contrato por el comisionista con las formalidades correspondientes, el
comitente deberá aceptar todas las consecuencias de la comisión, quedando a salvo el
derecho de repetir contra el comisionista por las faltas u omisiones cometidas al cumplirla.
Diferencia entre el contrato de comisión y otras figuras contractuales
semejantes:

● Diferencias con el mandato civil:

○ El carácter retributivo: la comisión es retribuida salvo pacto en contrario,


mientras que el mandato civil es gratuito salvo pacto en contrario.

○ El objeto: la comisión tiene por objeto la realización de una operación de


carácter mercantil, cosa que no ocurre en el mandato civil.

● Diferencias con el arrendamiento de servicios:

○ El objeto: en el arrendamiento de servicios el objeto consiste en la realización


de una actividad que incluso puede ser material, como medio de conseguir
un resultado, y el contrato se considera cumplido con independencia de si se
obtiene o no el resultado. Por el contrario, el contrato de comisión es de
resultado, ya que se debe realizar o celebrar la operación mercantil
encargada, y precisamente para que el comisionista cobre la retribución
pactada, el contrato objeto de la comisión debe haberse perfeccionado.

○ El precio: en el contrato de arrendamiento de servicios ha de existir un precio


cierto, mientras que, según el Código de Comercio, en la comisión, la
retribución no es un elemento esencial del contrato y puede pactarse que sea
gratuito, como indica el artículo 277, aunque no suele ser frecuente en la
práctica.

● Diferencias con otros contratos de colaboración mercantil (contrato de agencia y


contrato de mediación o corretaje):

○ El resultado: en la comisión el resultado a alcanzar por este contrato consiste


en la celebración de un negocio jurídico de ejecución de la comisión (ej.
celebrar un contrato de compraventa). En el contrato de agencia, el resultado
que se pretende es celebrar una operación o negocio jurídico y además el
cumplimiento por el tercero con quien se ha contratado del negocio
encargado. En la mediación o corretaje el resultado se limita a aproximar a
las partes para que estas posteriormente celebren el contrato.

○ La duración del contrato: la comisión y la mediación son contratos de tracto


instantáneo o esporádicos, y no duraderos, por el contrario la agencia es un
contrato de tracto sucesivo, duradero en el tiempo. Además, la comisión y la
mediación son, como regla general, libremente revocables por el empresario
principal, por el contrario en la agencia no cabe una resolución unilateral libre
del contrato, si no que será necesario un preaviso y buena fe para resolver el
contrato cuando el contrato de agencia sea de duración indefinida.
○ La representación: en la comisión existe siempre representación, y como
vimos puede ser directa o indirecta. En el contrato de agencia existe
representación, pero según la ley del contrato de agencia, tendrá que ser
directa, es decir, el agente debe actuar en nombre y por cuenta del
empresario principal. Por su parte, en el contrato de mediación no existe
representación, puesto que el mediador no celebra contratos, sino que se
limita a acercar a las partes para que sean estas quienes posteriormente
contraigan.

○ La parcialidad o imparcialidad: en la comisión y en la agencia el comisionista


y el agente deben actuar siempre en defensa de los intereses del empresario
principal, por lo tanto se puede decir que no son imparciales. En la mediación
o corretaje no tiene por qué darse esa parcialidad; puede ser parcial o
imparcial.

La celebración del contrato de comisión:

El contrato de comisión es consensual y no está sometido a ningún requisito de forma para


su validez o eficacia, por lo tanto se perfecciona por el mero consentimiento de las partes.
Este consentimiento puede ser expreso o tácito.

El Código de Comercio, en el artículo 249, prevé un supuesto de aceptación tácita: se


entenderá aceptada la comisión siempre que el comisionista ejecute alguna gestión en el
desempeño del encargo que le hizo el comitente.

Art. 249.
Se entenderá aceptada la comisión siempre que el comisionista ejecute alguna gestión, en el
desempeño del encargo que le hizo el comitente, que no se limite a la determinada en el párrafo
segundo del artículo anterior.

Por otro lado, el Código de Comercio también impone determinados deberes o cargas a
aquellos que no quieran aceptar la comisión y rehúsan el encargo que se le ha concedido.
Así lo establece el artículo 248, que indica que, en caso de rehusar un comisionista el
encargo concedido, estará obligado a comunicarlo al comitente por el medio más rápido
posible. Además, también estará obligado a prestar la debida diligencia en la custodia y
conservación de los efectos y mercancía que el remitente le haya remitido hasta que
designe nuevo comisionista o hasta que el juez o tribunal se haya hecho cargo de dichos
efectos a solicitud del comisionista.

Art. 248.
En el caso de rehusar un comisionista el encargo que se le hiciere, estará obligado a comunicarlo al
comitente por el medio más rápido posible, debiendo confirmarlo, en todo caso, por el correo más
próximo al día en que recibió la comisión.
Lo estará, asimismo, a prestar la debida diligencia en la custodia y conservación de los efectos que el
comitente le haya remitido, hasta que éste designe nuevo comisionista, en vista de su negativa, o hasta
que, sin esperar nueva designación, el Juez o Tribunal se haya hecho cargo de los efectos, a solicitud
del comisionista.
La falta de cumplimiento de cualquiera de las obligaciones establecidas en los dos párrafos anteriores,
constituye al comisionista en la responsabilidad de indemnizar los daños y perjuicios que por ello
sobrevengan al comitente.
Es evidente que estas obligaciones no son obligaciones contractuales, porque el contrato no
existe todavía, sino que se trata de cargas o deberes que se establecen a favor de la
seguridad y la buena fe en el tráfico mercantil. Además, estos deberes solo son justificables
cuando el comisionista es un empresario dedicado a la actividad que se le encarga. El
incumplimiento por parte del comisionista de esos deberes legales no conlleva la aceptación
de la comisión, si no que el comisionista será responsable y deberá indemnizar por los
daños y perjuicios que su actuación ocasione al comitente, es decir, en este caso el silencio
o actitud pasiva no equivale a una aceptación, pero puede conllevar como efecto jurídico
una responsabilidad por parte de su autor frente al comitente.

El comisionista:

La principal obligación del comisionista es cumplir el encargo o comisión, y esto debe


hacerlo desde que aceptó la comisión, y para ello deberá celebrar el negocio jurídico de
ejecución de la comisión.

Según dispone el artículo 252, el comisionista será responsable de los daños y perjuicios
que ocasione al comitente por el incumplimiento de su encargo, salvo que ese
incumplimiento esté justificado por alguna causa legal.

Art. 252.
El comisionista que, sin causa legal, no cumpla la comisión aceptada o empezada a evacuar, será
responsable de todos los daños que por ello sobrevengan al comitente.

No obstante, hay determinados supuestos ante los cuales es posible que el comisionista
pueda suspender la ejecución de la comisión sin que por ello incurra en responsabilidad:

● Puede suspender la comisión hasta que el comitente realice la correspondiente


provisión de fondos, cuando sea necesario para ejecutar la comisión y siempre que
no se haya pactado que sea el comisionista quien los adelante.

● Cuando el comisionista hubiese invertido las sumas o cantidad recibida como


provisión de fondos y el comitente rehuse enviar o remitir nuevos fondos.

● Cuando, a pesar de haberse pactado que el comisionista adelante la provisión de


fondos, el comitente es declarado en concurso de acreedores.

● Cuando, a juicio del comisionista, alguna circunstancia no prevista haga arriesgado o


perjudicial para el comitente la ejecución de las instrucciones que éste le haya
realizado, aunque en este caso el comisionista tiene que avisar de una forma rápida
de ese hecho.

En cuanto a la ejecución del encargo, generalmente lo tendrá que hacer el comisionista o


alguno de sus trabajadores o colaboradores dependientes. Como se trata de un contrato de
los denominados intuitu personae (mutua confianza de las partes), no puede delegar el
encargo en otro salvo autorización previa del comitente (art. 261 CCom).

No obstante esta prohibición ha sido criticada por alguna doctrina que dice que no se
compagina bien en la actualidad con la objetivización de los contratos y obligaciones
mercantiles, donde lo más importante es sobre todo que se cumpla con el objeto del
contrato. Además también se dice que esta prohibición discrepa con el artículo 1721 del
Código Civil que, por el contrario, le permite al mandatario nombrar a otra persona que
realice el cargo siempre que el mandante no se lo haya prohibido.

Si se admite la delegación o sustitución, sobre todo cuando ha sido autorizada por el


comitente, sus consecuencias van a depender de quién haya elegido al sustituto. Según el
artículo 262, si la elección del sustituto corresponde al comisionista, éste responderá por su
actuación, y si la elección fue realizada por el comitente, el comisionista no tendrá que
responder por la actuación.

Art. 262.
Si el comisionista hubiere hecho delegación o sustitución con autorización del comitente, responderá de
las gestiones del sustituto, si quedare a su elección la persona en quien había de delegar, y en caso
contrario, cesará su responsabilidad.

Un supuesto similar a la sustitución o delegación del comisionista es la subcomisión o


subcontratación. En este caso, el comisionista celebra un nuevo contrato de comisión con
un tercero que va a ser el subcomisionista, mientras que el comisionista originario aparece
en esta nueva relación como subcomitente. Además, este comisionista mantiene su
posición jurídica respecto del comitente originario, puesto que el contrato de comisión
primitivo o inicial no se ve afectado. Este supuesto no está regulado en el Código de
Comercio, por lo que se plantean dudas sobre su validez. No obstante, a pesar de ello, la
jurisprudencia del Tribunal Supremo lo ha admitido siempre que conste la autorización por
parte del comitente.

Obligaciones del comisionista:

a) Ejecución del encargo:

En la obligación de ejecutar el encargo se distinguen distintos modos de cumplir la


comisión, que puede ser imperativa, indicativa y facultativa.

● La comisión imperativa es aquella en que el comitente especifica con detalle los


términos de ejecución de la comisión. Si en este caso el comisionista cumple con las
instrucciones quedará exento de responsabilidad.

● Si la comisión es indicativa, el comitente señala algunos elementos del negocio de


ejecución de la comisión. Como hay un margen de libertad para el comisionista, éste
debe actuar según la regla de la prudencia y los usos del comercio habituales en ese
ámbito aunque nunca podrá actuar en contra de las concretas instrucciones que le
haya dado el comitente.

● En la comisión facultativa, el comitente autoriza al comisionista a actuar según su


arbitrio, ateniéndose a las reglas de la prudencia y usos del comercio.

En general, en el cumplimiento de esta obligación de ejecutar la comisión el Código de


Comercio dice que deberá actuar con la debida diligencia, respetando las leyes y, por tanto,
responderá por los daños y perjuicios ocasionados al comitente en caso de malicia o
abandono de la comisión.
El Código de Comercio, al regular este contrato, es muy minucioso porque históricamente
fue uno de los más importantes contratos del ámbito mercantil. Recoge a lo largo de varios
preceptos determinadas reglas que debe respetar el comisionista al ejecutar la comisión.

Art. 251.
Pactada la anticipación de fondos para el desempeño de la comisión, el comisionista estará obligado a
suplirlos, excepto en el caso de suspensión de pagos o quiebra del comitente.

Art. 257.
Serán de cuenta del comisionista los riesgos del numerario que tenga en su poder por razón de la
comisión.

Art. 258.
El comisionista que, sin autorización expresa del comitente, concertare una operación a precios o
condiciones más onerosas que las corrientes en la plaza a la fecha en que se hizo, será responsable al
comitente del perjuicio que por ello le haya irrogado, sin que le sirva de excusa alegar que al mismo
tiempo y en iguales circunstancias hizo operaciones por su cuenta.

Art. 264.
El comisionista que, habiendo recibido fondos para evacuar un encargo, les diere inversión o destino
distinto del de la comisión, abonará al comitente el capital y su interés legal, y será responsable, desde
el día en que los recibió, de los daños y perjuicios originados a consecuencia de haber dejado de
cumplir la comisión, sin perjuicio de la acción criminal a que hubiere lugar.

Art. 265.
El comisionista responderá de los efectos y mercaderías que recibiere, en los términos y con las
condiciones y calidades con que se le avisare la remesa, a no ser que haga constar, al encargarse de
ellos, las averías y deterioros que resulten, comparando su estado con el que conste en las cartas de
porte o fletamento, o en las instrucciones recibidas del comitente.

Art. 266.
El comisionista que tuviere en su poder mercaderías o efectos por cuenta ajena responderá de su
conservación en el estado que los recibió. Cesará esta responsabilidad cuando la destrucción o el
menoscabo sean debidos a casos fortuitos, fuerza mayor, transcurso de tiempo o vicio propio de la
cosa.
En los casos de pérdida parcial o total por el transcurso del tiempo o vicio propio de la cosa, el
comisionista estará obligado a acreditar en forma legal el menoscabo de las mercaderías, poniéndolo,
tan luego como lo advierta, en conocimiento del comitente.

Art. 268.
Los comisionistas no pueden tener efectos de una misma especie pertenecientes a distintos dueños,
bajo una misma marca, sin distinguirlos por una contramarca que evite confusión y designe la
propiedad respectiva de cada comitente.

Art. 270.
El comisionista no podrá, sin autorización del comitente, prestar ni vender al fiado o a plazos, pudiendo
en estos casos el comitente exigirle el pago al contado, dejando a favor del comisionista cualquier
interés, beneficio o ventaja que resulte de dicho crédito a plazo

Art. 273.
Será responsable de los perjuicios que ocasionen su omisión o demora, el comisionista que no
verificare la cobranza de los créditos de su comitente en las épocas en que fueron exigibles, a no ser
que acredite que usó oportunamente de los medios legales para conseguir el pago.
b) Obligaciones accesorias:

● Informar al comitente (art. 260): indica que deberá comunicar al comitente una doble
información, por un lado las circunstancias que influyan en el buen fin de la
operación, y por otro lado comunicar la celebración del contrato de ejecución de la
comisión.

● Rendición y liquidación de cuentas (art. 263): el comisionista está obligado a rendir


cuenta especificada y justificada de las cantidades que percibió para la comisión
reintegrando al comitente del sobrante o exceso que resulte a su favor. Aunque este
precepto solo se refiere a dinero, hay que entender que la obligación de rendir
cuentas también se extiende a las mercancías o efectos recibidos o adquiridos a
consecuencia del encargo, y derivada de esta obligación de reintegro, conlleva que
el comisionista será responsable de responder por las mercancías, y en concreto, de
su conservación. Solo quedará liberado de responsabilidad cuando estas sufran
algún perjuicio por caso fortuito, fuerza mayor, transcurso del tiempo o vicio propio
de las cosas.

Obligaciones del comitente:

La principal obligación consiste en abonar la retribución al comisionista. Según prevé el


artículo 277, la actividad del comisionista es remunerada salvo pacto en contrario, regla
distinta a la que prevé el Código Civil para el mandato. La cuantía de la retribución puede
pactarse expresamente, pero si no se hace así, se fijará con arreglo al uso o la práctica
mercantil del lugar en donde se ejecute o se cumpla la comisión. Por lo general, la comisión
suele consistir en un porcentaje del importe de la operación.

Aquí surge una cuestión; ¿cuándo se devenga el derecho a cobrar la remuneración? Hay
dos posibilidades:

● Cuando el comisionista cumple con el encargo celebrando el contrato de ejecución


de la comisión.

● Cuando ese contrato, además de haberse celebrado, también se ha ejecutado, al


haber cumplido con sus obligaciones el tercero o el empresario comitente, o bien no
se ha cumplido pero por causa imputable al empresario comitente.

Sobre esta cuestión el Código de Comercio no indica nada, y se suele admitir la regla
general de que se devenga o nace la obligación cuando el comisionista ha celebrado el
contrato de ejecución. No obstante, alguna jurisprudencia del Tribunal Supremo ha
entendido que el nacimiento de la remuneración tiene lugar con la ejecución y cumplimiento,
y para ello se fundamenta en la aplicación de alguna norma de carácter laboral, en concreto
la normativa laboral especial que regula a los viajantes o representantes de comercio. A
pesar de esta opinión, la doctrina suele entender que esto último no es la práctica habitual,
salvo que se trate de un contrato de comisión que se prolongue en el tiempo, es decir,
casos en que el comisionista celebre operaciones sucesivas. En este caso se suele
establecer cuál es el momento de devengo de la retribución, incluyendo en el contrato una
cláusula, denominada cláusula salvo buen fin, que expresa que la retribución nacerá cuando
el contrato de ejecución haya llegado a un fin, eso sí, como estamos en un contrato de
carácter dispositivo donde rige la autonomía de la libertad, nada impide que las partes
decidan de mutuo acuerdo el momento o la circunstancia determinante del devengo de la
retribución.

Otra obligación es la provisión de fondos. Esto significa que el comitente deberá proveer
al comisionista los fondos necesarios para el desarrollo de la comisión con carácter previo a
su comienzo. También estará obligado a reponerlos cuando se hubiesen invertido los fondos
recibidos. También es posible pactar que el comisionista adelante o anticipe los fondos y, en
su caso, los supla.

La tercera obligación consiste en el reembolso al comisionista de los gastos efectuados.


Según el artículo 278, el comitente deberá satisfacer al contado al comisionista el importe
de todos los gastos y desembolsos efectuados desde el día en que los hubiere realizado
hasta su total reintegro. Si no se hace así habrá que pagar el interés correspondiente de
demora.

Por último, el comitente deberá asumir los efectos del contrato que haya celebrado el
comisionista con un tercero. Esta obligación del comitente nace del propio contrato de
comisión y se encuadra dentro de las relaciones internas entre comitente y comisionista.
Como ya sabemos, son independientes de los efectos externos que se derivan del contrato
de ejecución de la comisión que el comisionista haya celebrado con un tercero, y a su vez
esos efectos también serán diferentes, según si el comisionista ha actuado en nombre
propio o en nombre del comitente.

Garantías de las partes:

a) En relación con el comisionista:

Al comisionista se le conceden unos determinados derechos o privilegios para que pueda


hacer efectivo el cobro de los créditos que tenga frente a su comitente. Estos derechos o
privilegios se recogen fundamentalmente en el art. 276.

Son fundamentalmente un derecho de retención y un derecho de preferencia..

● El derecho de retención es el derecho que tiene sobre la mercancía o los efectos


que ha recibido a consecuencia de la comisión, y que estén en su poder o se hallen
a su disposición, y que van a estar especialmente vinculadas al pago de los
derechos de comisión, anticipos o gastos a los que el comisionista tuviese derecho.
Por tanto, sobre esos efectos o mercancía el comisionista tendrá un derecho de
retención para poder venderla en caso de ser necesario.

● El derecho de preferencia implica que sobre los efectos de la mercancía tendrá


prioridad sobre otros acreedores del comitente, excepto uno, el transportista.

b) En relación al comitente:

Una de las garantías la encontramos en el artículo 80.1 de la Ley Concursal, que dice que,
en caso de concurso del comisionista, el comitente tendrá derecho a excluir de la masa de
la quiebra aquellos efectos o mercancías que se encuentren en el poder del comisionista a
consecuencia de la comisión.

Extinción del contrato de comisión:

Este contrato se extingue por las causas generales de extinción de las obligaciones y
contratos (ej. por cumplimiento del encargo, imposibilidad sobrevenida de llevar a cabo la
comisión, etc).

Además, el Código de Comercio también regula específicamente dos causas de extinción:

● Revocación por parte del comitente: este supuesto se regula en el artículo 279, que
establece que el comitente podrá revocar la comisión libremente en cualquier estado
del negocio, pero eso sí, quedando siempre obligado a las resultas de las gestiones
practicadas antes de haberle hecho saber la revocación. Se prevé lo que se llama
una revocabilidad libre ad nutum, que se admite precisamente porque se trata de un
contrato fundado en la mutua confianza, y constituye una excepción a la doctrina
general de los contratos que normalmente requiere un mutuo consentimiento para
dar por extinguida la obligación. No obstante, a pesar del artículo 279, tanto la
doctrina como la jurisprudencia admiten el pacto de irrevocabilidad durante un
período de tiempo, cuando la comisión se haya establecido en interés común de
ambas partes, o en general cuando exista una causa para ello.

En caso de que el comitente efectúe la facultad de revocación, deberá ser


comunicada al comisionista, mientras no se notifique, todos los actos y contratos
celebrados por el comisionista en ejecución de la comisión vincularán al comitente.
Los posteriores a la notificación ya corren por cuenta del comisionista. Si el
comisionista tiene unos poderes de actuación inscritos en el Registro Mercantil, la
revocación solo producirá efectos frente a terceros cuando se de publicidad registral
de la misma.

El comisionista, según el artículo 252, no tiene la misma prerrogativa, no podrá


denunciar (desistir o renunciar) a la comisión una vez aceptada salvo causa legal,
aunque sí que se le permite al mandatario en la regulación civil.

● Fallecimiento o inhabilitación de comisionista: se regula en el artículo. 280, y tiene su


razón en el carácter intuitu personae de confianza. A la inhabilitación habrá que
equiparar el supuesto de disolución de la sociedad, cuando el comisionista sea un
empresario social. Por el contrario la comisión no se extingue automáticamente por
la muerte o inhabilitación del comitente, a diferencia de los que se prevé en el
Código Civil para el contrato de mandato. La ley prevé que en este supuesto serán
los representantes del empresario comitente quienes continúen con la comisión, o
decidan ellos revocar si así lo desean. Esta regla de mantener el contrato de
comisión tiene su razón de ser en una regla mercantil, el principio de conservación
de los contratos y de la empresa.
2.5- EL CONTRATO DE MEDIACIÓN O CORRETAJE

El contrato de mediación o corretaje es aquel contrato por el que una persona se obliga a
abonar a otra, llamada mediador o corredor, una remuneración por indicarle la oportunidad
de concluir un negocio jurídico con un tercero o por servirle de intermediario en esa
conclusión. Por tanto, un mediador lo que hace es facilitar la celebración de un contrato, y
su remuneración, que generalmente consiste en una comisión, está condicionada a dicha
conclusión; se devenga en el momento de la perfección del contrato facilitado por el
mediador, y habrá que entender que no va a depender de la ejecución por las partes de
dicho contrato.

Su naturaleza jurídica ha sido discutida, ya que hay una doctrina minoritaria que opina que
es un contrato unilateral, porque solo obliga a la parte que da el encargo al mediador a
realizar el pago de la retribución. Una doctrina mayoritaria, y también la jurisprudencia del
Tribunal Supremo opina que se trata de un contrato bilateral, puesto que el mediador o
corredor asume una obligación de hacer.

Diferencias con otros contratos de colaboración:

● Diferencias con el contrato de comisión y mandato: el mediador tiene como función


poner en relación a los que pueden ser futuros contratantes, sin intervenir en el
contrato, puesto que no tiene poder para ello. Por el contrario, el comisionista
celebra contratos por cuenta del comitente, no es un puro mediador.

● Diferencias con el contrato de agencia:

○ El contrato de mediación es esporádico o de tracto instantáneo, mientras que


el contrato de agencia es un contrato duradero o de tracto sucesivo.

○ El mediador trata de facilitar la celebración de un contrato, pero no tiene por


qué defender interés de una de las partes. El agente sí que tiene que
defender los intereses de su empresario principal.

Regulación:

En cuanto a la regulación legal de este contrato hay que decir que es un contrato atípico,
que no tiene una regulación amplia, aunque existe un conjunto de normas que regula el
ejercicio de determinadas profesiones de mediadores, por ejemplo en el ámbito de los
seguros; los mediadores de seguros, o los llamados agentes de la propiedad inmobiliaria.

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