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1. Biopolítica y arte.
Esto es posible ya que de la distinción que los antiguos hacían entre zoé y
bios, entre vida natural y vida política, entre el hombre como simple viviente
que tenía su lugar de expresión en la casa y el hombre como sujeto político
que tenía lugar de expresión en la polis no sabemos nada y que es,
justamente, en la anulación de esa distinción que se juegan muchos de los
azares de la vida actual. Al igual que para Foucault, para Agamben la
introducción de la Zoé en la esfera pública constituye el acontecimiento
decisivo de la modernidad, ahora bien, esta imposibilidad de distinguir entre
sujeto viviente y sujeto político ¿Constituye una prerrogativa o acción desde
el poder soberano o bien es una lógica de nuevas fuerzas sobre las que el
1 “Michel Foucault comenzó a orientar sus investigaciones con una insistencia cada vez mayor en lo
que definía como biopolítica, es decir la creciente implicación de la vid natural del hombre en los
mecanismos y cálculos del poder” (G. Agamben: 2003:151)
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poder tampoco tiene mayor control? Foucault no duda al respecto y señala
que la biopolítica es la forma de gobierno de una nueva dinámica de las
fuerzas que expresan entre ellas relaciones de poder que el mundo clásico
no conocía.
El arte juega en ello una sutil condición de máquina de afección, que integra
y desarticula los cuerpos y su naturaleza orgánica en una mecánica
sumisión a la retórica del dispositivo, pero esos estados de dominación son
cruzados por una capacidad de resistencia que nace de la misma dinámica
biopolítica, por la misma lógica de expresión de una diversidad vital que
reconstruye y particulariza los mecanismos de adhesión.
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electroacústica contemporánea.2
2 Capítulo aparte merecería la discusión sobre otros aspectos de una llamada música conceptual y sus
Esta última es aquella concepción del tiempo que permite a los seres
humanos considerar puntos equidistantes en el hipotético eje unidireccional
como recurrencias regulares del mismo tiempo. Existe una buena cantidad
de razones 4 para preferir esta concepción del tiempo musical como la más
humana, baste considerar el hecho de que el tiempo lineal no permite el
presente, simple punto de duración poco superior a cero, en un eje entre lo
pasado y lo futuro, o no permite habitar el presente. El tiempo cíclico es un
3 Los límites normales de un metrónomo oscilan entre las 40 pulsaciones del Largo máximo de las 208
pulsaciones del Prestísimo. El tiempo medio es del Andante, entre 76 y 108 pulsaciones.
4 No podemos en esta sede profundizar este aspecto y para ello remitimos al lector a artículos
especializados como los de Attali, Tagg o Michel Imberty.
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tiempo perceptual más que conceptual y está basado en toda una serie de
ciclos biológicos y naturales y en la percepción de dichos ciclos y su
relación con los procesos vitales. El tiempo musical puede entonces ser
considerado como cíclico más que lineal ya que el sentido del movimiento
es posible sólo en la concomitancia de un “tiempo presente” como faja de
tiempo extendida: desde el ciclo expiración-inspiración, central para la
emisión del canto hasta el tiempo más común de la semifrase musical, que
corresponde a lo que los fisiólogos denominan “umbral de memoria corta” y
que sería la máxima serie de datos que una mente humana puede
considerar como unitarios. La misma escritura de la música occidental
repropone la cuestión de la ciclicidad.
Una concepción del tiempo bio-política debiera entonces propender por una
temporalidad objetiva, lineal y no cíclica, graduada paramétricamente en
unidades iguales: segundos, minutos, horas. El hiper-realismo de esta
dimensión lineal del tiempo será dada por la hipótesis de un tiempo futuro,
calculable y proyectable objetivamente, gracias a la extrapolación de los
valores pseudo-casuales de las secuencias Random en los algoritmos
computacionales, en los cuales están basados muchos sofwares de
manipulación sonora.
¿Qué se quiere decir con esto? Que es teóricamente posible generar una
secuencia de sonidos computacionales cuya razón de génesis no sea el
tiempo actual sino un hipotético tiempo futuro o un hipotético tiempo
pasado, es decir, puedo diseñar un algoritmo de generación sonora que
supongo iniciado hace mil años y “proyectar” idealmente el resultado actual
de dicho proceso. Con esto puedo concebir una “conciencia” de
temporalidad expandida más allá de los naturales límites humanos. Una
concepción similar esta en la base de la obra electroacústica “Time
Soundscapes” del compositor italiano Pietro Grossi.
5 Dicho concierto tuvo lugar en La Serena, en Enero del 2005 y fue organizado por el Conservatorio de
dicha ciudad.
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computarizados y esto aumenta el efecto artificial del material, haciendo que
sus producciones no se distingan en nada de las de los músicos
directamente sintéticos. De hecho, buena parte de los software de audio,
actuales, permiten operar en ambos sentidos: transformación mediante
filtrajes de materiales concretos y la síntesis artificial mediante algoritmos y
programas de síntesis, como max, pd, csound u otros. No parece que estos
dispositivos rindan inorgánicos materiales vivos y si bien pueden expandir
los límites humanos, hasta cierto punto, pues los auditores siguen oyendo
con sus naturales oídos, esto no provoca que ellos “devengan materia”, a
condición obviamente, de no hacer su fruición con una lógica de concierto
decimonónico.
En los otros dos casos, existe un material sintético mezclado con intérpretes
en vivo. Allí la cosa comienza a ser más complicada, pues la posibilidad de
convertir la obra en un dispositivo bio-político es muy probable. Cuando se
trata de relacionar uno o más intérpretes con una cinta (o CD) pregrabada,
la cuestión se pone en la mecánica entre un ser viviente, orgánico y su
interacción con materiales inorgánicos, si bien esto de por sí no genera una
condición bio-política y, después de todo, en música no es algo tan nuevo6,
la posibilidad existe por la fascinación que provoca el sonido sintético,
artificial y su correlato en el sonido acústico, vivo. Muchos compositores
piensan esa relación como una ampliación del sonido instrumental “vivo”,
como “una progresión indefinida del vector material” pero causan allí una
cierta des-sublimación de “lo humano”, en cuanto en la suma del sonido
resultante es difícilmente distinguible lo humano de lo artificial, siendo
ambos significantes vehiculados por la cadena electroacústica de la
amplificación sonora que si juega, ella misma, el papel de un dispositivo bio-
político. Esto es aún ampliado y potenciado por la lógica composicional de
fundir y “confundir” ambas dimensiones acústicas en un tejido sonoro
informe e indiferenciado. Por otra parte, puede esta experiencia ser
considerada como un juego de la “casa de los espejos”, pues la virtualidad
allí creada no somete al intérprete en vivo, quien dispone de su real
presencia y energía para centralizar la atención del auditor. Cualquier
compositor sabe que esa presencia es mucho más potente,
lingüísticamente, que cualquier cinta o acompañamiento artificial.
6 Se puede pensar en las varias experiencias de autómatas musicales, carrillones, cajas de música,
organillos tocando o interactuando con intérpretes en vivo y también algunas experiencias de conciertos
futuristas, con objetos mecánicos (intonarumori) y orquestas, pero en este último caso, estos
dispositivos pueden ser considerados instrumentos acústicos ellos mismos.
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de aquella transformada, y justamente es ello radica la potencia del
artefacto.
¿Abre esto la puerta a una real transmedialidad adonde el bit digital sea el
átomo unificador de sonidos, luces , colores, formas, desplazamientos y
más adelante, perfumes y olores?
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la vida y en el cuerpo del intérprete, consideradas ahora como simple
espacio de acción digital, materia inorgánica, materia prima. Ello no puede
constituir una simple amplificación, sino que opera el dispositivo en todo el
arco posible de existencia del sonido.
9 Es el caso de los trabajos del músico Michael Vaiwiszt y sus dispositivos de imput gestuales
computarizados.
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No deja de ser interesante el dato que esta cuestión sea contemporánea
con la instalación del capitalismo en su forma mercantil. De allí a la plena
expropiación a través del paradigma romántico de la música absoluta, el
proceso es contradictorio y lleno de derivas causales. No deja de ser
paradojal que es justamente el momento de mayor auge del “virtuosismo” y
del concierto espectacular aquel en que ya maduran las condiciones para
los paradigmas biopolíticos.
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Bibliografía:
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