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La resiliencia es una virtud que permite alcanzar la excelencia humana y vivir una vida plena. Aunque nadie nace con resiliencia, todos tenemos el potencial de desarrollarla mediante un entrenamiento deliberado que reconfigure nuestro cerebro. La resiliencia se construye a través de la práctica constante de tomar decisiones y acciones resilientes, hasta que se convierte en un hábito. Para aumentar la resiliencia hay que practicarla de forma consciente y determinada día a día.
La resiliencia es una virtud que permite alcanzar la excelencia humana y vivir una vida plena. Aunque nadie nace con resiliencia, todos tenemos el potencial de desarrollarla mediante un entrenamiento deliberado que reconfigure nuestro cerebro. La resiliencia se construye a través de la práctica constante de tomar decisiones y acciones resilientes, hasta que se convierte en un hábito. Para aumentar la resiliencia hay que practicarla de forma consciente y determinada día a día.
La resiliencia es una virtud que permite alcanzar la excelencia humana y vivir una vida plena. Aunque nadie nace con resiliencia, todos tenemos el potencial de desarrollarla mediante un entrenamiento deliberado que reconfigure nuestro cerebro. La resiliencia se construye a través de la práctica constante de tomar decisiones y acciones resilientes, hasta que se convierte en un hábito. Para aumentar la resiliencia hay que practicarla de forma consciente y determinada día a día.
La resiliencia es una virtud. Resiliar es aquella virtud de generar
espacios de posibilidad que permiten alcanzar la excelencia humana, el más alto potencial humano para vivir una vida mejor. Personas ricas o pobres, pequeñas o adultas, enfermas o saludables, todas necesitamos la resiliencia de vivir una vida plena. La resiliencia es la clave para una vida bien vivida. Si quieres ser feliz, necesitas resiliar. Ninguna persona nace con la resiliencia, pero, afortunadamente, nacemos con el don de la neuroplasticidad, que también constituye el núcleo de la virtud de la resiliencia. Eso conlleva que todas las personas tenemos el potencial de resiliar si llevamos a cabo un entrenamiento deliberado y consciente que configure nuestro cerebro para resiliar. La resiliencia es una excelencia que construimos, un hábito que generamos en la práctica. Podemos practicarla en las decisiones que tomamos y las acciones que emprendemos. Después de suficiente práctica, resiliar se habrá convertido en parte de lo que somos. Ya hemos visto que nos convertimos en lo que hacemos si lo hacemos con la suficiente frecuencia. Si tomamos decisiones resilientes, llegamos a ser resilientes. Las virtudes que no se practican mueren. La resiliencia que no se practica se debilita. Para aumentar la resiliencia, hay que practicarla, no al azar, sino deliberadamente y con determinación. La excelencia se renueva a través de la práctica deliberada, día tras día. En definitiva, construimos resiliencia a base de resiliar. Parafraseando el célebre verso de Antonio Machado: resiliente, no hay resiliencia, se hace resiliencia al resiliar. Fuente: Libro Los patitos feos y los cisnes negros. Autores: Jordi Grané y Anna Forés.