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PRESENTACION

Es un placer presentar el libro Ejercicios de relajación para niños de


Magda Lucia Vilas-Boas García.

Sabemos que los adultos deben aprender a orientarse positivamente


para evitar sufrimientos innecesarios. Si los niños lo aprenden adecuadamente
antes de entrar en la escuela podrán alcanzar lo mejor de su capacidad, que es
inmensa.

Cuando el cerebro produce las ondas alfa se encuentra más receptivo a


los nuevos tipos de comportamiento. De ahí la razón de llevar a los niños a ese
estado para que puedan desempeñar mejor sus tareas.

Orientándolos correctamente, y enseñándoles a orientarse bien,


crecerán contentos y estarán emocionalmente mejor desarrollados, siendo
menores las posibilidades de tener problemas.

El libro de Magda es un excelente trabajo de psicología preventiva. Los


padres y educadores usando estos ejercicios de relajación que la autora
propone, podrán influir más positivamente en sus niños.

El cerebro humano es como una computadora de capacidad infinita, apto


para producir resultados maravillosos.

Necesitamos guiar a los niños para que desarrollen bien su inteligencia y


su capacidad de indagar, de explorar.

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Es lo que Magda sugiere en su precioso libro, haciéndolo en una forma
simple y agradable.

Felicitaciones, Magda; este libro para padres y educadores, llevará a sus


hijos y alumnos al mundo de alfa.

Deseo que su primer libro tenga gran éxito y que lleve su experiencia a
muchos.

HAROLDO J. RAHM, sj

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INTRODUCCIÓN

El "ambicioso" objetivo de este trabajo mío es cambiar el mundo y al


hombre. Soy consciente de que el mundo y el hombre no están completos,
pero pueden ser mejorados.

Siendo miembro del mundo y una porción del género humano, el


objetivo, en última instancia, es mejorarme, es continuar el trabajo ardoroso de
completarme, de perfeccionar a la profesora que existe en mis entrañas, en mi
espíritu y en la misión renovadora que Dios busca en mí.

"La educación es un acto de amor, por ello, un acto de coraje. No puede


temer el debate y el análisis de la realidad. No puede eludir la discusión
creadora" (Samir C. Meserani).

Al trabajar amorosamente muchos años con niños, aprendí mucho,


mucho más de lo que enseñé. Fui percibiendo, a lo largo de diez años, que el
niño necesita estímulo para crecer, así como nos pasa a nosotros, los adultos.

Comencé a participar del mundo infantil, a empaparme de su riqueza,


pero comprendí también que este mundo puede ser a veces muy chato, hasta
triste. Principalmente cuando el niño no se siente aceptado por el adulto.

Nuestras propias ideas culturales, sociales, ponen al niño en un plano


inferior al adulto, pues él no produce para

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la sociedad, como si la producción fuera lo más y lo único importante.

El niño vive constantemente en alfa y muchas veces esa condición es


perturbada por el adulto, casi siempre en beta. A nosotros, adultos, los niños
"nos molestan"; olvidamos que somos nosotros los que deberíamos estar
constantemente en alfa.

Viviendo este desarrollo de experiencias, fui percibiendo que el elogio es


una de las formas más correctas de estimular al niño. He conseguido cosas
fantásticas con el elogio. Mostrarle al niño que él es capaz, es el primer paso
para la educación.

Después que tuve la riqueza de participar en el curso de "Relajación


psicosomática y autoconocimiento", con el P. Haroldo J. Rahm y la Dra. Núbia
Maciel França, me convencí aún más de que la positividad y el estímulo
amoroso son el alma propulsora del desarrollo infantil.

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EN LA CREACIÓN DEL DÍA - A - DÍA

La intención de crear condiciones favorables para llevar la positividad, la


alegría de vivir a nuestro día-a-día dentro del aula nació con la lectura de
interesantes libros sobre relajación. Su puesta en práctica me descubrió con
mucha alegría la descontracción, la soltura y el placer en el comportamiento de
los niños.

Comencé por escribir todos los días frases optimistas en el margen del
pizarrón. Otras veces pedía que las copiaran en sus cuadernos, coloreándolas
para que se destacaran. Percibí cuánto crecieron y mejoraron en las lecciones.
Ya que todo lo que hacemos con placer y con alegría lo hacemos bien, queda
mejor.

Solicité también ayuda a mis hijos en esa tarea de aprendizaje de la


relajación. En mi casa, pusimos frases en lugares estratégicos, como por
ejemplo:

Sos inteligente y capaz. Lo vas a conseguir.


Sos muy importante, sos un regalo de Dios.

Encontramos la clave en hacer de nuestro hoy el día más importante de


todos los días. En valorar el hoy como oportunidad única para vivir, y vivir en
plenitud.

Cuando mis alumnos están inquietos, un poco habladores, cansados,


entonces les pido que se paren y cantamos alguna canción simple, usando
gestos y el cuerpo. Después, nos desperezamos, nos estiramos bien,
respiramos tres veces profundamente y retomamos normalmente nuestro
trabajo. Este ejercicio es de gran resultado.

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Una cosa importante para mí fue participar con los alumnos. Todas las
actividades son realizadas en términos de "nosotros". Trabajamos en el aula
como si fuéramos todos del mismo nivel. Y en realidad lo somos, pues somos
aprendices de la vida.

Mostrar al niño que somos cocreadores del universo y que somos


capaces de crear nuestro propio universo interior es de suma importancia.

El niño se va comprometiendo y entusiasmando al saber que es tan


capaz que puede crear su día, programarlo y vivirlo en plenitud. Entonces va
aprendiendo que crear el día-a-día es un arte a su alcance.

Muchas veces el niño está mal estimulado para hacer en clase


determinada tarea. Por eso busca refugiarse en un dolor de cabeza o en
deseos de ir al baño. Pero sucede que la misma criatura no consigue percibir
su proceso psicológico de fuga, y para ella el dolor de cabeza existe y ahora.

Viviendo circunstancias de este tipo, preparé un ejercicio de relajación


que ayudara a transformarlas.

Antes de pasar a la experiencia, me gustaría hacer algunas


observaciones:

1) Estos textos deben ser leídos muy lentamente, articulando cada frase
con mucha calma y tranquilidad.

2) El ambiente debe ser propicio, silencioso, relajante, con temperatura


agradable.

3) Se podrá usar como fondo música clásica, suave, con bajo volumen,
de modo que puedan oírse las instrucciones para el trabajo.

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Veamos entonces:

Recostate en el suelo, cerrá los ojos, quedate quieto.

Respirá profundamente y dejá salir muy lentamente el aire.

Vamos ahora con nuestra imaginación, a pasear por nuestra pequeña


vida.

Existen muchas cosas buenas que nos gusta hacer, como por ejemplo,
jugar.

Imaginate jugando con el juguete que más te gusta, en el lugar en que te


sientas más cómodo.

¿Cómo te sentís al jugar? Mirate con un auto, fumando pipa, jugando a


la pelota, andando en bicicleta o jugando a las muñecas.

Experimentá el placer.

Pero, claro, no sólo hacés las cosas que te gustan. Existen cosas que no
te gusta hacer. Pensá en ellas. ¿Será guardar los juguetes? ¿O dejar tu cuarto
ordenado? ¿O comer aquella comida que te parece horrible pero que le hace
bien a tu salud? ¿O preparar aquella lección tan aburrida?

En tu imaginación, mirate haciendo una de esas cosas que no te gustan.

Prestá atención a lo que estás sintiendo ahora. ¿Aburrido? ¿Con


pereza? ¿Dolor de cabeza? ¿Deseos de escaparte? ¿Tal vez deseos de
inventar una disculpa? ¿Qué te lo haga mamá? ¿Es así?

Muchas veces, cuando nos enfrentamos con alguna dificultad, nuestro


deseo es el de enfermarnos, y así preparar una disculpa para librarnos de la
situación.

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Pero las dificultades van a aparecer siempre. Lo importante es saberlas
enfrentar con decisión, con alegría; así todo es más fácil, más simple, más leve
y poco a poco se va volviendo una cosa agradable de hacer.

Probó. Realizá todo como si estuvieras jugando.

Ahora imaginate haciendo una cosa que no te gusta, pero con alegría.

Realizá eso cantando en tu pensamiento. Sentite fuerte. Sonreí.

Todo es muy agradable de hacer, es cuestión de poner alegría en el


corazón. Ahora, respirá profundamente y desperezate como si estuvieras
despertando en estos momentos.

Cuando yo cuente hasta tres, levántate y gritá:¡Soy feliz!

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AUTOVALORACION

A medida que la experiencia avanzaba, comencé a percibir la


importancia de la autovaloración. La mayoría de las veces, los adultos
solamente tenemos en cuenta al niño para criticarlo, porque no consigue hacer
todas las cosas como nosotros.

Nosotros, que verdaderamente vivimos como robots, autómatas


"formados" que pasamos gran parte de nuestra vida presionados por el reloj,
por las ideologías y por los prejuicios, queremos hacer lo mismo con el niño y
menospreciamos a la criatura que existe en esos seres tan indefensos.

y los niños, de tanto escucharnos decir idioteces, terminan creyendo que


realmente son ruines, incapaces, burritos y no hacen nada para ser mejores.

Ahí entonces está el caos. Nada se conseguirá del niño hasta que
nuevamente se lo haga sentir capaz. "Si papá, mamá y la maestra, que son
adultos, que saben todo, dicen que soy así, realmente lo soy".

Resulta entonces muy difícil hacer que el niño crea lo contrario. Esto es
muy triste. El niño crece desilusionado de él mismo, sin creer en el potencial
riquísimo, valiosísimo que todos nosotros tenemos. No consigue vislumbrar el
universo inmenso de riquezas creado por Dios para que lo podamos gozar. y
cuando llega a adulto, continúa viviendo en la mediocridad, no cree ser gran
cosa, pues hicieron mediocre su cabecita.

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A partir de este reconocimiento, preparé un ejercicio de relajación que
hiciera pensar un poquito a los niños sobre el asunto; que trabajara la
autovaloración como estímulo a la alegría de vivir, y también la valoración de
los sentidos.

Cerrá los ojos, quedate tranquilo, relajate, dejate estar.

Vamos a dejar que la imaginación corra libremente.

Mirate.

Pensá que te estás mirando en el espejo.

Lentamente, observá tus ojos, tu nariz, tu cabello, tu rostro.

Hacé un guiño con tus ojos. Una sonrisa. Tratá de sentir tu perfume.

Escuchá tu voz cantando. Cantá un poco para vos mismo y escuchó tu


propia voz.

Hablá frente al espejo: "Yo me gusto", "Yo soy lindo", "Yo soy bueno",
"Yo estoy muy bien".

Ahora pensá un poco en lo que te digo: ¿Existe alguien que sea igualito
a vos? ¿Con tu mismo rostro? ¿Con el mismo color de ojos?

Mirá bien. ¿Ya encontraste a alguien así? ¿Con el mismo nombre o


sobrenombre? ¿La misma sonrisa? ¿La misma ternura? No. Podrás recorrer
todo el mundo y no encontrarás a alguien así, igual a vos.

¡Vos sos único!

¡Especial!

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Dios te hizo único y te ama de manera única, especial, de una forma que
no utiliza para amar a nadie más.

¡Vos sos especial en el corazón de Dios!

Sos especial también en el corazón de papá y de mamá.

Papá y mamá te aman como sos. Ellos saben lo que es importante para
vos, lo que te hace feliz, lo que te hace crecer más.

Si tu papá y tu mamá te corrigen es porque ellos te están ayudando a


crecer y a aprender cada vez más a ser único. Así también, harán lo que sea
necesario para que tu hermanito o hermanita sean únicos.

Vos lo vas a entender: papá y mamá no pueden dar amor de la misma


forma a vos ya tu hermano. Ustedes son diferentes, tienen edades diferentes,
gustos diferentes, maneras de ser diferentes. Por eso cada uno es único.

El amor del padre y de la madre es pleno e infinito para cada uno de los
hijos. Este amor es semejante al amor de Dios para cada una de las personas
de este mundo.

Dios hizo de una manera especial a cada uno, cada uno tiene su belleza
particular.

Ahora, en tu imaginación, observá a tu hermano o hermana. Observá


cuánta diferencia hay.

¿Entonces?

No te entristezcas si mamá y papá te tratan de manera diferente. Ellos


necesitan tratarte así porque vos sos diferente.

¡Vos sos especial!

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Vos sos como la flor del Principito: única en el mundo.

¡Felicitaciones, sos maravilloso!

Sentite feliz por ser así. Muchas personas te aman. Vos irradiás amor.

Respiró profundamente.

Cuando yo cuente hasta tres, abrí los ojos y gritá:

¡Gracias, Señor!

Me gustaría hacer una observación con relación a este texto de


relajación. Tengan en cuenta que somos responsables. Relajación no es hacer
la cabeza del niño a nuestro gusto. Nosotros, padres y educadores, debemos
saber realmente que necesitamos amar profundamente a nuestros hijos, y en
nombre de ello no volcar en el niño nuestras frustraciones y ambiciones. Lo que
importa es que la criatura crezca feliz, libre de prejuicios y automatizaciones
(prejuicios que sólo lo harán triste e infeliz, ahora y más adelante).

Nunca debemos usar la relajación para proteger a un hijo y ahogar al


otro, o hacer de la relajación una explicación de nuestras injusticias. Por favor,
estemos atentos a estos detalles.

La búsqueda de la autovaloración es una constante en nuestra tarea


educadora, así como también la autoconfianza que es producto de aquélla.

Cuando mis hijos se pelean, a veces se golpean; yo he tratado de


mostrarles mis sentimientos de tristeza al respecto. Les hago recordar la
historia del Principito, de la flor única. y les digo:

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- Cada uno de ustedes, para mí es único. Por eso son muy importantes.
Me entristezco cuando veo que se golpean. Cada uno de ustedes está
golpeando a la persona que yo amo de manera profunda y especial, de manera
espléndida. ¿Cómo puedo dejar que se lastime la flor maravillosa, única, que
sos vos?

Después de esa observación, comenzaron a pelearse menos. Cada vez


menos. Es interesante oír que, de vez en cuando, uno le dice al otro:

- ¿Olvidaste que yo soy una flor importante para mis padres?

Por todo ello, cada uno ocupa también un lugar único que no podrá ser
usado por el otro. Así, el niño va aprendiendo a respetar al otro, las cosas del
otro y, principalmente, el espacio del otro, sin olvidar que él debe cuidar
también su propio espacio, conquistarlo, hacerse respetar.

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SER VERDADERO

Al participar muchas veces del curso del P. Haroldo, la Dra. Núbia nos
enseñó algunas formas de encaminar a los niños en las prácticas de relajación.
Voy a relatar una experiencia en nuestro hogar.

Hubo una época en que nuestro hijo Clerison tenía mucho miedo de
dormir solo.

Una noche, lo obligué a ir a su cuarto. Se puso a llorar. Percibí que tenía


las manos frías y el corazoncito le latía fuertemente.

Me senté a su lado y le pregunté:

- ¿Miedo de qué?

Él dijo:

- Del ladrón.

Traté de calmarlo, no lo conseguí. Le mostré todas las puertas y


ventanas cerradas. No fue suficiente.

En ese momento, mi marido, que hizo conmigo el curso de relajación,


me recordó la técnica aprendida.

Le pedí a Clerison que cerrara los ojos y pensara en el ladrón, que lo


fuera imaginando cada vez más pequeño.

Después de unos segundos, todavía con lágrimas corriendo por la cara,


con los ojos cerrados, comenzó a reírse.

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Le pregunté qué había pasado. Me dijo:

- El ladrón está aquí en mi mano. Voy a triturarlo.

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Frotó los dedos como si estuviera pulverizando algo.

Lo más increíble es que Clerison fue solo hacia el cuarto y durmió


tranquilo.

Después de esa noche, hasta hoy, no tuvo más miedo.

Otro día lo encontré en su cama separando con las manitos cosas


invisibles. Al entrar en su cuarto, le oí decir:

- Sólo tú, Tarzán, vas a quedarte conmigo. Tú eres mi amigo. Ustedes se


van. Se pueden ir He Man, Superman, Hombre Araña. Ustedes me asustan.

Cerró los ojos y dijo:

- Así, bien lejos.

La imaginación del niño es una cosa fantástica. Solamente hay que


trabajarla bien; así conseguiremos cosas increíbles. En el transcurso de este
libro, iré narrando cuántas cosas maravillosas conseguí con los niños a partir
del trabajo con su imaginación, creatividad, estímulo, elogio y relajación.

Vivimos en una sociedad tan exigente, tan llena de imprevistos y


distorsiones, que de repente nos encontramos preguntando:

¿Educar para qué?

¿Cómo educar?

¿Qué valores transmitir?

Tengo en mente que nosotros, educadores, tenemos una misión


sublime, pero muy llena de dificultades, de conflictos.

Por otra parte, vemos aquellos ojitos tan inocentes, llenos de


interrogantes y con gran sed de sabiduría, como diciendo:

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- Enséñenme el amor, enséñenme la paz.

Pienso que todo eso sólo se enseña si se lo vive. Es pensando así que
trato de educarme para poder educar. Solamente damos aquello que tenemos.
No encuentro válido decir: “Hagan", si yo misma no hago, o “sean”, si yo no
soy. Mejor sería: “Hagamos”, “seamos".

Creo que la única herencia que podré dejar a mis educandos (hijos y
alumnos) es mi ejemplo, mi coherencia. De ahí que siempre intento hacer lo
mejor posible en mi trabajo. y en el trabajo percibo, cada día más, que una de
las cosas más importantes es ser realmente verdadera. He intentado mostrar
claramente al niño todo lo que soy y siento. No miento nunca.

No mentir no es solamente hablar lo que no es, sino también no hablar lo


que es, o usar mis palabras o decir sí mientras mi semblante, mi cuerpo dicen
no.

En una ocasión, un caño de mi casa reventó e inundó todo. Pasé la


noche retirando alfombras y sacando agua. Al día siguiente, llegué a la escuela
exhausta.

Al comenzar la clase, oramos y conté lo que había pasado. Les pedí a


los chicos que se portaran bien para así ayudarme. Aquél fue uno de los
mejores días de clase. Participaron realmente tranquilos en actividades que
normalmente “ardían”.

En otra ocasión, yo había perdido a un sobrino mío. Al llegar oramos


juntos y les manifesté lo triste que me sentía. Recibieron la expresión de mis
sentimientos en forma muy respetuosa; comprendieron y se portaron muy bien.

Pienso que es importante dejar que el niño penetre en nuestro mundo. El


niño tiene una capacidad, perspicacia y

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percepción increíbles. Nosotros, adultos, prostituimos nuestros
sentimientos; nuestra capacidad de entender queda muy mezclada con juicios,
análisis, y desfigura nuestra visión de los acontecimientos. El niño es de una
pureza transparente, de una claridad en los sentimientos a toda prueba.
Cuando está triste no lo oculta; llora, patalea, grita. N o está todavía envuelto
en la crítica del otro, en la preservación de su imagen.

¡Nosotros, adultos, pobre de nosotros! ¡Tenemos vergüenza de ser!


Tenemos vergüenza de aquello que es lo más hermoso en nosotros: el
sentimiento, la afectividad. Ya sé, no tenemos tiempo para eso, estas cosas no
nos dan dinero, status, posición social, fama. Éstas son cosas de niños.

La ideología es tan fuerte que cosas de niños son cosas de menor


importancia, cosas insignificantes. Pero nos olvidamos de que justamente esas
cosas de niños son las que nos hacen felices, dan lugar a la risa, a los juegos,
a la distensión.

Nos olvidamos de que el amor es el motor que impulsa el mundo. Por


eso, nosotros, los adultos nos arrastramos por el mundo. Nos falta el cariño, la
sonrisa, la alegría. ¡Pobre de nosotros! Perdemos nuestra propia esencia.
Tenemos mucho que aprender de los niños.

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TRABAJANDO LA IMAGINACION

Percibo que la palabra es poderosa y cae en la cabecita del niño como


un rayo.

El rayo puede ser de esperanza, de paz, un rayo mágico que trae la


alegría y que hace brillar muchos ojitos expertos, y el niño sabe que puede
confiar porque el mundo es de él, y la palabra quiere conquistarlo. Pero sucede
que la palabra puede ser también un rayo furioso que mata, desbarata la
armonía maravillosa y crea en las cabecitas verdaderos monstruos que las
hacen arrastrarse por el resto de la vida. Nuestra responsabilidad ante los
niños es una cosa muy seria.

Observo en la escuela que, a partir del momento en que el niño se siente


capaz y se concientiza de que la palabra es maravillosa, tiene un potencial
Infinito y es libre para crecer y alcanzar la meta que se proponga. Nadie más
que la palabra se lo asegura. Ella va, avanza, crea, vive, alegra, es feliz. Con
un niño que haya experimentado dentro de su campo de posibilidades el valor
de la palabra, el aprendizaje se vuelve fácil, agradable, estimulante, así como
fumar una pipa, tocar la guitarra o contar historias.

Según el Dr. Luciano Emming, “las palabras no sólo representan


realidades, ellas crean realidades”. Y las realidades son creadas a través de
frases tan simples como “estás mejorando” o “vas a mejorar todavía más”.

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Mi hijo a veces se hacía pis por la noche, durante el sueño. Observé que
casi siempre sucedía cuando se dormía preocupado, irritado.

Comencé a usar con él conversaciones mentales, aprendidas en el


curso del P. Haroldo y de la Dra. Núbia.

Cuando se dormía, yo entraba en alfa y conversaba con él mentalmente.


Le decía que era muy querido en nuestro hogar por todos nosotros, que él era
maravilloso. Muy capaz. Tan fuerte, tan hábil que conseguía retener el pipí
durante el sueño. Tan capaz que cuando sintiera ganas de orinar , se
despertaría.

Otras veces al acostarse, le pedía que cerrara los ojos y conversara con
su organismo, imaginando a su uretra como una canilla bien cerrada. Le pedía
también que se imaginara estar en el día siguiente despertándose seco,
perfumado, alegre y feliz.

Fueron unos seis meses de ejercicios en ese sentido. Hoy el problema


no existe más.

Otro caso es el de un alumno que siempre tenía dolor de cabeza. Todos


los días quería salir de la clase para tomar agua a ver si se le pasaba. Percibí
que lo que quería era escaparse de hacer una determinada tarea.
Era una manera de eludirla.

Entonces un día le pedí que cerrara los ojos e imaginara el dolor de


cabeza como si fuera una pequeña humareda blanca y que imaginara esa
humareda saliendo muy despacio de su cabeza y subiendo hacia lo alto hasta
mezclarse con las nubes. Se curó, no se quejó más ese día del dolor de
cabeza e hizo la actividad muy bien.

De vez en cuando, lo veía con los ojos cerrados, compenetrado o


recostado en el pupitre. Un día, al interrogarlo, me dijo:

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- Señorita, estoy enviando el dolor de cabeza, felizmente, en la
humareda. Junto con la humareda se fue el deseo de salir de la clase. Hasta
estoy con ganas de hacer la tarea.

¡Maravillas de la imaginación! El niño es un mundo riquísimo y fértil. y la


relajación es una importante manera de pasarle al niño determinados valores
sin imponerlos. Permite que la criatura viva mentalmente la experiencia.

El texto que sigue se propone que el niño entre en contacto con la


naturaleza, perciba los detalles de las cosas, use sus sentidos y saque
conclusiones de sus vivencias.

Veamos:

Recostate en el suelo o apoyó la cabeza en el pupitre.

Cerró los ojos. Vas a pasear en tu imaginación. Vamos a suponer que


jugamos.

Imaginate visitando un jardín.

Vislumbrá de lejos el jardín y te vas acercando. Observá el colorido.


Unas flores rojas, otras amarillas, otras blancas. ¡Mirá cuánto verde!

Lentamente, relajado, vas llegando al jardín. Sacate los zapatos y pisá el


césped fresco. Sentí en tus pies la suavidad del césped.

Caminá. llegó cerca de una rosa. Observá sus hojas, su color, su tallo
con espinas, sus pétalos. Aspirá su olor. Mirá su belleza. Pensá en aquél que la
creó.

¡Qué bonita es la rosa! Pero ella tiene espinas. Así como nuestra vida.
Las cosas bellas e importantes son difíciles.

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Continuá caminado por tu jardín. Observá el sol lanzando rayos
luminosos por el pasto y por las plantas, dejando claro y limpio el jardín,
haciendo desaparecer las gotitas de rocío de las hojas, haciéndolas más
verdes todavía.

¡Mirá al jardinero cuidando las flores! Él las cuida con tanto cariño, como
si fueran sus hijas. Él ama las flores.

Pensá en tu padre y en tu madre. Ellos te cuidan con mucho amor. Igual


que el jardinero cuida sus plantitas.

Mirá bien cómo hace él. Planta, replanta, riega, abona, saca los yuyos
que las molestan y hasta conversa con ellas.

Ellas, parece, entienden el lenguaje del jardinero y sonríen felices al


recibir un chorro de agua. Él hace todo con mucho cariño, es por eso que su
jardín está tan lindo.

Todo lo que la gente hace con cariño queda mucho más bonito y para la
gente es una cosa muy importante.

Mirá en aquel otro cantero la semilla que brota. La semilla en la tierra


blanda se está hinchando, hinchando. Su cáscara en algunos casos ya reventó.
Ahora mirá la semilla; muy despacio, muy despacio se irá abriendo y saliendo
de una pequeñita hoja. Caminá despacito. Paso a paso. ¡No perturbes el
silencio de la germinación! La vida transcurre en silencio. y Dios es vida.

Estate muy atento. Observá a la distancia otra hoja que surge. Y otra
más y otra más. Ellas van recibiendo agua, sol, se van alimentando de sales
minerales del suelo y van creciendo.

¡Qué maravilla!

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Ahora pensá en tu organismo. Vos también sos una semillita. Fuiste
creciendo, creciendo...

Cuando naciste, eras muy pequeñito. Fuiste recibiendo los cuidados de


tu mamá y, sobre todo, el amor de mamá, de papá y de todos los que viven a tu
alrededor.

Fuiste recibiendo la luz del sol del cariño, de la alegría, del amor, de la
dedicación. y fuiste creciendo, creciendo. Fuiste creciendo por dentro y por
fuera.

Por dentro, fuiste recibiendo el alimento de la sabiduría de Dios.


Aprendiste a hablar, hasta a gritar, a organizar tus pensamientos, a sonreír, a
amar.

Por fuera, tu cara se hizo más gordita y más alegre; tus piernas, más
largas y más fuertes. Aprendiste a caminar y hasta a correr. Tus brazos
también se alargaron, y hasta aprendiste a abrazar.

¡Mirá cómo creciste! Pero no paraste de crecer. ¡Cuánto más crecés,


más bonito te hacés!

Seguís creciendo todavía. ¡Mirá qué lindo que estás!

¡Cómo sos capaz de tantas cosas bonitas! Cada día aprendés más, así
como aquel jardinero que aprende cada día más con sus plantitas, cada vez
que las riega y las acaricia.

Cada día de vida es una nueva lección. ¿Vos pensás que las lecciones
se aprenden únicamente en la escuela?

No. Lección es todo lo que aprendemos en el hogar, con papá y mamá,


con los hermanos.

Lección es también lo que aprendés en la escuela con la profesora y los


compañeros, con los amigos de juegos.

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Observá bien y vas a ver que cada uno tiene una lección para darte.
Pensá un poco y descubrí una lección que hayas aprendido hoy (...)

Pero vos no sólo aprendés. Enseñás también.

También sos profesor. Tus actitudes correctas o tu cariño enseñan a los


otros a vivir bien.

Ahora pensá en una lección que vos enseñaste hoy con cualquier actitud
(...)

Ahora sonreí para vos mismo y agradecé a Dios por la vida que existe
dentro tuyo. Y también por el crecimiento maravilloso que aparece en vos todos
los días.

Conversá un poquito con Dios, nuestro Creador. Hablá, decile lo que


quieras. Lo que en ese momento tengas ganas de hablar. Pedile a él que te
ayude a crecer cada vez más.

Ahora imaginate que estás despertándote. Todavía con los ojos


cerrados, comenzá a desperezarte, a estirar las piernas, luego los brazos ya
mover el cuello.

Cuando yo cuente hasta tres, abrí los ojos y aplaudí.

Este texto fue creado para introducir, por medio de la relajación, una
materia de ciencias sobre la germinación. Traté de armonizar y correlacionar la
materia estudiada con la propia vida. Todo es vida, es armonía; basta encontrar
los lazos que abarcan la gran orquesta, cuyo maestro es nuestro Padre
celestial. Si perdemos la sintonía des armonizaremos la música de la vida.

Esta idea se plantea a los niños, para que sepan que depende de cada
uno la buena marcha de nuestro trabajo.

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Dentro de este estilo de introducción la materia, he creado otro texto
sobre un jardín:

Cerrá los ojos, respirá tres veces profundamente y comenzá a divagar.

Imaginá un día soleado. Allá, en lo alto del cielo, pasa una nube blanca,
blanca, hasta quedar lejos, desaparecer.

Dejá volar tu imaginación.

Vamos hoy al jardín.

Lentamente, caminá sobre las hojas.

Mirá los árboles frutales. Mirá éste, alto, alto. Es el pino. Observá su
follaje verde y las piñas todavía nuevas allá arriba.

Escuchá el silbido del viento balanceando las hojas de los árboles.

Caminá un poco más.

Mirá el sabiá(1) picoteando la pulpa de la naranja madura en aquel


naranjo cercano. Comé todo dejando solamente la cáscara, que parece un
vaso.

Sentí el aroma de la naranja madura.

Observá que todos los árboles tienen frutos. Ésta es la época de los
frutos. ¡Mirá bien cómo están sin hojas! Parecen tristes sin las hojas. Pero
están cargados de frutos.

Los árboles pierden las hojas para poder producir frutos.

Nosotros también somos así. Durante nuestro crecimiento, vamos


perdiendo unas cosas para ganar otras.

1 Sabiá nombre vulgar de un pájaro dentirrostro de América apreciado por su


canto (N del T) 27
Pensó en tu pequeña vida. ¿Qué cosas ya perdiste? (..)

Ahora pensá en las cosas más importantes que ganas-te reemplazando


las que perdiste (...)

A veces perdés una hora de tus juegos para hacer los deberes, pero
¡cuántas cosas hermosas ganás al hacer las tareas! Te vas dando cuenta de
que aumenta tu razonamiento; descubrís palabras nuevas, encontrás nuevas
maneras de sentir y de hablar las cosas; tu mundo se va agrandando y
haciéndose más lindo, más colorido.

Recordá cuando tenías dos años menos de los que ahora tenés. Pensá
en las cosas que sabías hacer.

Ahora pensá en las cosas que sabés hacer hoy. ¿Qué juegos te
gustaban más? ¿Qué juegos usás hoy? ¿Te parece que cambiaste mucho?

Así también es la planta. Fue necesario que la semilla de la naranja


cayera en la tierra, quedara escondida, se transformara, para luego dar frutos.

En nosotros, también es necesario que haya transformaciones,


sufrimientos, para que se produzcan buenos frutos.

Ahora planeá transformaciones. Pensá en los frutos que vas a producir.


Pensá en lo que podés hacer para dar buenos frutos, porque vos sos un árbol
saludable, fértil.

Rezá una oración en agradecimiento.

Ahora cantó bajito la música que viene a tu mente.

Sonreí.

Abrí los ojos.

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Muchas veces, después de los ejercicios de relajación, nos sentamos en
círculo, en el suelo, y compartimos nuestra experiencia interior.

Muchos niños cuestionan los valores expuestos y transmiten la vivencia


de esos valores en el hogar o en la escuela. Es una verdadera experiencia de
vida.

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CUIDANDO DE SI MISMO

Veo al niño como umbral del encuentro con Dios. Él es la propia oración
profunda de la sabiduría divina.

¡Sucede que muchas veces queda tan olvidada! Existen muchos


menores abandonados en bellas casas y bellos departamentos, muchos niños
olvidados en las mejores escuelas y en los mejores ambientes.

Olvidamos que la afectividad tiene que ser trabajada, cultivada,


alimentada. Como tenemos necesidades físicas, tenemos también necesidades
psíquicas, espirituales, afectivas. Quiero decir que nosotros, padres,
educadores, nos matamos trabajando para dar cosas; los profesores corrigen
las planificaciones y las pruebas y se olvidan de que el niño no está bien
consigo mismo, no consigue aprender a pesar de tanto trabajo.

El niño no recuerda su capacidad creadora, pues los adultos no la


valorizan, no lo llenan de estímulo para esta vida agradable.

Me preocupé por mostrar al niño la necesidad de cuidar con cariño su


cuerpo, su mente. Él necesita amarse, valorizarse. Necesita ser consciente de
que es un regalo de Dios para el mundo.

En este sentido compuse algunos textos.

Veamos:

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Relajate.

Descansá.

Respirá profundamente. Soltá el aire bien despacito.

Respirá otra vez. Soltó el aire suavemente.

Hoy vas a crear un jardín para vos. Buscá un lugar. Donde quieras: en la
montaña, en la llanura, en la playa, donde quieras.

Ahora, colocá los árboles que más te gustan: naranjos, bananeros,


parrales con uvas, etcétera. Pensá y elegí.

Si querés, podés colocar algunos bancos a la sombra de los árboles.


Podés poner pájaros cantores y crear tu jardín de la manera que quieras.

Ahora, colocá frutos bien dulces.

Colocate debajo de uno de esos árboles. Observá su fruto. ¿Qué fruto


es ése? Observá su forma. Tomá uno, arrancalo con cuidado para no dañar el
gajo del árbol.

Pasá la mano sobre el fruto. Sentí la suavidad de la cáscara del fruto en


tu piel. ¿O ese fruto tiene la cáscara áspera? ¿Lisa? ¿Suave?

Ahora, aspirá el olor del fruto. Disfrutá de su fragancia.

Dale un mordiscón, experimentó su sabor. Masticá. Bien lento, para


saborear el fruto.

Deleitate en una sombra agradable y fresquita. Escuchá los pájaros


ensañados picoteando una fruta madura.

Mirá el piso. Observá las hojas secas y los frutos que se pudrieron y
cayeron.

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Imaginá: si el hombre no hubiese plantado el árbol, si no lo hubiese
cuidado, puesto abono para que creciera fuerte, lindo, lleno de savia, él no
daría frutos tan sanos y tan sabrosos.

y los cuidados no deben ser interrumpidos para que el árbol continúe


fructificando.

Vos también sos así: necesitás ser cuidado bien. Necesitás ser
cuidadoso con tu cuerpo, amarlo, tenerlo limpio, perfumado, de buen aspecto.

Necesitás de la savia: alimentarte bien, comer alimentos que son buenos


para la salud, que hacen crecer, estar fuerte.

Necesitás practicar deportes, ejercitar el cuerpo.

Ver buenos programas, buenas películas. Leer buenos libros, adecuados


a tu edad.

Así te despertarás todos los días con mucha alegría, porque sabés que
sos importante, más importante que todas las cosas, porque sos persona,
tenés amor, tenés cariño, tenés ternura, sos capaz de sonreír.

Dios vive en tu corazoncito.

Sonreí, sé feliz, Ilená el mundo de amor. Vos sos capaz de eso.

Abrazate despacio a vos mismo y felicitate porque sos maravilloso.

Cuando yo cuente hasta tres, levantate y decí en voz alta:

Yo soy maravilloso.

Otro:

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Cerrá los ojos.

Respirá profundo y expirá suavemente, pensando en el pájaro que canta


lejos, lejos...

Respirá otra vez pensando en la salud. Repetí despacito: salud, salud.

Respirá otra vez. Repetí mentalmente: paz, paz, paz.

Sentite lleno de paz, de alegría. Envolvete en el universo de la felicidad.

Ahora pensó en un regalo, en un gran presente. En un presente muy


querido, muy lindo, muy importante para vos.

Ahora, pensá en vos mismo.

Vos sos así como este regalo. Sos el regalo que Dios dio al mundo.

Sos un regalo vivo. Sos la alegría de tu hogar.

Sos muy amado, querido por tus padres, hermanos, profesores,


compañeros.

Sos un gran regalo para el mundo.

Sonreí, sé feliz, Ilená el mundo de amor. Vos sos capaz de eso.

Viniste para enseñar a las personas a ser buenas, humildes, simples y


coherentes.

Mirate y observá cómo sos maravilloso. Sos fantástico, interna y


externamente. ¡Qué agradable que sos!

Vos, que sos un niño, sos muy importante para todos nosotros, adultos.
Todos los adultos necesitan de vos para vivir con lealtad y alegría. En esa
alegría constante que tenés, Dios se hace presente.

33
34
Sos la esperanza del mundo.

En la esperanza del mundo que se refleja en tus ojos, en tus gestos y en


tu sonrisa, Dios ama al mundo.

Jesús nos pide que seamos como vos, niño: desinteresados, alegres,
tranquilos.

Pero si vos sos un regalo, tenés que ofrecer a los otros lo más hermoso
que puedas. No das un regalo embrujado o con maleficio. No das un regalo
estropeado o arruinado.

Así también, vos te das muy bien a las personas. Es importante que
continúes siendo agradable, así como Dios te hizo. Dios sólo hace maravillas.

Por eso, presentate delante de tus padres, hermanos, compañeritos,


profesores, como un ser maravilloso.

Y vos sos capaz de cautivar cada vez más con tu cariño, tranquilidad,
alegría, buenas maneras para comportarte y conversar.

La belleza de las actitudes demuestra la belleza que hay en el corazón.

Podemos usar palabras para demostrar nuestro cariño por las personas:
un "buen día" , pleno de alegría, o "permiso", “por favor”, “disculpe”. Esas
palabras nos encantan.

Ayudar al otro, escuchar lo que él tiene que decir, ser comprensivo, son
actitudes que nos hacen sentir que somos nobles.

Y somos nobles porque el cariño infantil, tu cariño, niño, llena al mundo


de paz.

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Ahora, agradecé a Dios por ser niño y por ser tan importante, tan alegre
y tan feliz.

Voy a contar hasta cinco. Cuando diga cinco abrirás los ojos.

Uno. ¡Alegría!

Dos. ¡Paz!

Tres. ¡Amor!

Cuatro. ¡Alegría!

Cinco. Abrí los ojos y sentite bien relajado, bien cómodo.

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EJERCICIOS RÁPIDOS PARA CALMAR AL NIÑO

Cerrá los ojos e imaginó una flor donde existe un enjambre de abejas
que revolotean para alió y para acá.

Poco a poco, las abejas se van acomodando, asentando, hasta que cae
la noche. Va oscureciendo, y todo va que dando tranquilo, sereno.

Otro:

Imaginá un viento fuerte que sacude los árboles. Lentamente el viento va


parando, parando. Las hojas se van silenciando, enmudeciendo.

Otro:

Imaginá un desierto. Un viento fuerte esparce la arena, provocando


remolinos.

Poco a poco, el viento se va calmando, el sonido del viento disminuye, el


sol se ve límpido, todo está quieto. El Creador está ahí.

"Cortá" el silencio. Hablá con Dios. Sujetá la mano de Dios. Él te ama.

A veces es importante dejar al niño crear las imágenes para su


relajación. Agudiza también la imaginación, la creatividad, además de percibir
mejor la necesidad del niño.

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Ejemplo:

Que el niño se imagine despertarse a la mañana en su ambiente


habitual, en un ambiente creado por él en su imaginación.

Insistir siempre en que el despertar debe ser un despertar animado, feliz,


lleno de energías.

Otro ejemplo:

Pedir al niño que vaya hacia el lugar que a él más le gusta, en el que se
siente más cómodo, que más paz le trae.

Allí puede hablar con Dios sobre el tema que quiera, sobre la dificultad
que más le molesta.

Normalmente, al iniciar una prueba, tratamos de darle al alumno una


cierta tranquilidad, seguridad.

Así:

Cerrá los ojos; mirá una nube de paz descendiendo sobre vos.

Respirá paz. Respirá suavemente pidiendo que la paz entre y la


inseguridad se retire.

Mirá la paz inundando tu cabeza, tu cerebro y clarificando las ideas.

Imaginá tu frente bien fresca, saludable.

Visualizá una prueba bien hecha, esmerada, llena de buenas notas en


rojo escritas por la maestra.

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Respirá hondo. Confiado/ a. Vos sos capaz, inteligente. Mantenete
tranquilo/ a, seguro/ a de vos. Estudiaste y sabés todo.

¡Abrí los ojos y buen examen!

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BUSCANDO LA PAZ

Siento la necesidad de ir acostumbrando a los niños a estar tranquilos y


resolver las cosas sin agitarse. Ellos necesitan aprender que las dificultades
pueden ser resueltas sin gritos, llantos o nervios.

Así no serán personas que pasan por la vida sin tiempo para la
serenidad, la contemplación, para la vida misma.

Es necesario enseñarles el sabor de la paz. Pero no podemos olvidarnos


de que solamente soñamos aquello que sabemos, aquello que somos. ¿Somos
paz? ¿Transmitimos paz? ¿O somos un torbellino de agresividad, inseguridad,
autoritarismo, y descargamos todo eso en el niño? ¿O, más aún, exigimos del
niño aquello que nosotros no conseguimos?

Veamos:

Dejate estar .

Invitá a tu imaginación a pasear.

Caminá por el campo.

Como si fueras un picaflor, hacé un alto de flor en flor.

Observá las plantas. Observá el verde. ¡Cuántos tonos de verde! ¡Mirá


aquel pequeño árbol! ¡Qué verde claro, claro! El césped que pisás es verde
oscuro. Observá el sol poniéndose en el horizonte. Coloreá el cielo bien rojo.
Las nubes quedan coloreadas de rojo.

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Mirá las mariposas. Ellas van de rama en rama, despidiéndose de la
tarde y prometiendo volver mañana. Observá su colorido: rojas, amarillas,
verdes. Mirá aquélla azul, azul del color del cielo.

Observá el tamaño, unas grandes, otras pequeñas.

¡Ahora mirá hacia el cielo! Ya aparecen las primeras estrellas que hacen
del cielo un manto infinito, luminoso.

Aprovechá, invitá a algunos amigos a despedirse de la tarde con vos.

LIamalos, y corré por el campo con los brazos abiertos; gritá con el
pensamiento: ¡Chau sol! ¡Chau sol! ¡Chau día!

¡Qué venga la luna, qué vengan las estrellas a inundar mi noche de


alegría y de paz!

Observá allá lejos aquel monte enorme. Parece que se encontrara con el
cielo, de donde las nubes vienen a serenar y saludar al mundo.

Cantá, cantá la música que te viene a la mente ahora.

Con el pensamiento, danzá, girá, corré.

Detenéte. Caminá muy lentamente, tirate en el pasto.

Escuchá el canto de los pájaros que están retornando a sus nidos, en la


copa de los árboles.

¿Te diste cuenta de que el mundo entero se inclina para agradecer al


creador el regalo de un día más?

Y junto a la noche, el Creador envía un gran regalo con la oscuridad


nocturna.

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Un regalo que se abre en el corazón de cada uno de nosotros.

Vamos, tomá su paquete; deshacé el nudo de la cinta; sacó el papel y


dejá que de repente aparezcan la alegría y la paz.

Experimentó dentro tuyo el sabor de la paz.

Sentila, respirala. Aferrala. Usala.

¿Cuál es su sabor? ¿ y su aroma?

Mirá bien. ¿A qué se parece?

Escuchó su sonido.

Guardala en tu corazón, tomala por donde fuera.

Es ella la que te hace reír, aun con lágrimas.

Es ella la que te enseña a ser bueno, a ser tranquilo, amigable y feliz.

Sonreíle a ella, al mundo, a la noche que llega y agradece al Creador por


ese regalo.

La paz es Dios en nosotros.

Pensá en una persona que amás mucho. Ofrecele un pimpollo de rosa.


Dale un fuerte abrazo.

Ahora inspirá profundamente y expirá bien despacito.

Contá tu experiencia al compañerito de aliado y escuchá la suya.

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CONVIVIENDO EN FAMILIA

El texto que sigue trata de valorizar la convivencia, hacer que el niño


sienta el placer de estar junto a las personas, en relación con la familia, una
cosa tan olvidada en los días de hoy. Viven juntos en el mismo hogar , pero no
conviven.

Percibo en mi trabajo que el niño de hoy evidencia esa carencia. Afecto


y comprensión son datos importantísimos en la vida infantil.

La mayoría de las veces, lo.,; niños que no alcanzan un nivel de


aprendizaje satisfactorio en la escuela son carentes afectivos.

La calidad del tiempo que pasamos con nuestros hijos o alumnos es


realmente importante. En la escuela percibí que muchas madres trabajan
afuera todo el día, o una parte del día, y sus hijos no sufren por eso. Tienen un
buen rendimiento, están siempre alegres y divertidos. Otros niños, en cambio,
tienen a sus padres más tiempo con ellos y, sin embargo, manifiestan
confusión e inseguridad. Lo contrario también sucede: madres que no trabajan
con hijos seguros, desenvueltos; madres que trabajan con hijos inseguros,
aturdidos.

Pienso que mucho depende de la propia condición psicológica de los


padres y de la manera cómo se exponen las situaciones al niño con confianza,
decisión y comprensión.

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Pero una observación siempre fue constante en la escuela: padres
inseguros, hijos inseguros. Padres tristes, hijos tristes. Padres negativos, hijos
negativos. padres felices, hijos felices. Padres confiados, hijos confiados. Una
prueba más de lo que necesitamos ser para trasmitir. Solamente podemos
trasmitir a nuestros educandos aquello que somos.

Todo aquello que les decimos a nuestros hijos y educandos, en general


pasará desapercibido. Todo aquello que hacemos para ellos quedará impreso
en su mente y en su corazón.

Pensemos en las cosas buenas de nuestra infancia. Observemos


cuántos gestos tenemos idénticos a los de nuestros padres.

Creo que la superprotección o la excesiva permisividad pueden ser tan


perjudiciales como la falta de cariño y de libertad. El amor exigente es
realmente la mejor opción para la educación.

El espacio dentro de la vida de los padres es la manera de recuperar la


vida, la afectividad, el calor humano, y todo eso se origina en una relación
íntima y profunda.

Veamos:

Acostate en el suelo; ponete cómodo.

Respirá profundo y expirá lentamente. Mientras vas soltando el aire,


prestá atención a tu organismo.

Respirá otra vez.

Vamos a imaginar un paseo con tu padre, tu madre y tus hermanos.

Mirate planificando con ellos dónde ir.

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Pensá un lugar muy lindo al que te gustaría mucho ir.

Preparó las cosas que te gustaría llevar.

¿Cómo vas a ir? ¿Qué tal ir a pie por las calles tomados de la mano, o
correr un poco? ¿O en un auto? Elegí una manera muy agradable de pasear.

Al salir, observá las calles, las casas, los autos, el verde, las flores, todo
lo que encontrés por el camino. Los animales, las personas.

Trató de oír los sonidos.

Mirá allá el riacho que corre tranquilamente. ¡Así! Atravesá el puente


sobre el riachuelo.

Listo, llegaste. Observá bien el lugar. Arreglá un sitio para guardar tus
cosas, tu merienda.

Ahora subí a tu bicicleta u otra cosa con la que te guste jugar.

Andá bastante. ¿Tal vez te gustaría dar una vuelta a caballo? Entonces,
a montar uno. Da una vuelta, observá el andar rítmico del caballo.

Ahora sentate para descansar un poco. Elegí una sombra bien fresca.
Mirá hacia arriba y observá las nubes entre las hojas.

Observá la limpidez del agua del riacho.

LIamá a tus familiares y conversá con ellos sobre todo lo que hiciste y
observaste. Cambiá ideas. Preguntales qué vieron de interesante.

Invitalos a tirarse en el pasto, a mirar hacia el cielo. Mostrales las nubes


serenas paseando por el infinito.

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Tómense de las manos; canten una melodía y bailen.

Abrácense. Hablen de amor, de cariño, de amistad.

Ahora, invitá al Amigo de los amigos, a Jesucristo, para formar parte de


este baile.

Tirate en el pasto y respirá hondo.

Cuando cuente hasta tres, abrí los ojos y decí en voz alta:

¡Vos sos mi amigo!

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ORACIÓN EN LA RELAJACIÓN

Hacer de la relajación una experiencia de oración fue un aprendizaje que


recibí en el curso del P. Haroldo y de la Dra. Núbia, y lo ubiqué en mi vida.

Intenté pasar esta experiencia a los niños. Fue muy positivo.

A continuación, pondré algunos textos en este sentido:

Ponete cómodo.

Cerrá los ojos, repetí con calma en tu pensamiento:

"Estoy tranquilo como el agua del lago. Estoy calmo, tranquilo".

Ahora, colocate en el lugar donde más te guste estar. Un lugar muy


agradable. Quedate relajado, suelto.

Invitó al Niño Jesús a hacerte compañía. Preguntále a él a qué quiere


jugar con vos, qué juego elige.

Conversá un poco con Jesús. Hablá con él de todo lo que te gustaría


hablarle. Preguntale todo lo que te interesa.

Conversá con él de amigo a amigo, abrile tu corazón.

Contale las alegrías que tenés, y también las tristezas. Él te va a


escuchar con mucho cariño y atención.

Preguntale qué consejo te daría para que puedas ser un niño cada vez
más feliz.

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Escuchá tranquilamente, con atención, las palabras del Niño Jesús.

Abrazalo, besalo. Él te ama.

Ahora abrí los ojos y escribí lo que Jesús te dijo.

Compartí con tus compañeritos tu experiencia.

Otro:

Relajate.

Acostado. Tranquilo.

Hoy vamos a visitar la casa de Nazaret.

Vamos caminando descalzos, lentamente, por el camino polvoriento, sol


caliente, ardiente.

Mirá allá lejos una casa pequeña, sencilla, pobre.

Lleguemos despacio para ver minuciosamente cómo es el hogar de


Jesucristo.

Observá las plantas alrededor de la casa. Son flores pequeñas,


rastreras, fragantes, húmedas, porque Nuestra Señora acaba de regarlas. El
suelo todavía está fresco por el agua.

Entremos.

Mirá a María sentada en la roca, tejiendo una túnica nueva para Jesús.

Él, ahí en el suelo jugando con el perro. Mirá su mirada feliz por verte en
la puerta.

Ahora se levanta, viene hasta vos y te abraza. Dale un fuerte abrazo a


Jesús, besalo. Sentí su calidez y su cariño.

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Sentate en un banquito aliado del telar.

Observá bien ese hogar .

Mirá los muebles rústicos, hechos de madera, sin pintura, por el


carpintero san José.

Observá cómo todo está ordenado, limpio.

Mirá al Niño Jesús cuidando el perrito, alimentándolo.

Ayudá también a María, envolviendo el hilo, formando un ovillo.

Observá con qué amor María y Jesús hacen sus trabajos.

Aquí llega san José. Está sudoroso, cansado por el trabajo de


carpintería.

Pero ni aun así se olvida de acariciar a María y al pequeño.

¿Qué te gustaría preguntarle a esta familia?

¿Qué te gustaría aprender con ellos?

¿Qué otra cosa importante encontraste?

A vos, ¿qué te gustaría ofrecerles?

Es la hora de regresar. Dales un abrazo.

Dejalos en la puerta y volvé por el mismo camino.

¿Viste que el camino floreció?

Vino la lluvia, el suelo ya no está más caliente ni cubierto de polvo.

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Sentí tus pies en la tierra fresca. Mirá las gotas de agua en las hojas, los
charcos barrosos, mojá tus pies.

Mirá hacia atrás. Cada vez más lejos, ya lo lejos podrás ver a la familia
de Nazaret saludando.

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Regresó feliz.

Cuando yo comience a cantar bien bajo y suave, balanceá tus brazos y


tu cuello y cantó conmigo (sugerimos una canción mariana).

Vamos balanceando nuestro cuerpo al ritmo de la música.

Abrí los ojos y seguí cantando y bailando.

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RENOVÁNDOSE

Una manera de hacer que el niño aprenda a liberarse del nerviosismo,


de la irritación, es mostrarle que él mismo puede hacerlo.

Veo a muchos adultos, y también a niños, diciendo: "Hoy no es mi día”,


“Sé que no lo voy a conseguir". Entonces, he intentado demostrar que eso no
es una opción. Si me pongo en la cabeza que lo voy a conseguir, lo consigo.

Intenté una relajación en ese sentido. Así el niño renovado, libre del
negativismo, es capaz de cualquier cosa.

Mi madre siempre nos decía: “Querer es poder”.

Vamos a ver .

Cerrá los ojos.

Caminá en tu pensamiento hacia el lugar que más te gusta para


descansar.

Ponete cómodo.

Desde el lugar, observá las nubes oscuras, pesadas, amenazantes.

El viento sopla.

La lluvia cae. Escuchá las gotas gruesas en el tejado.

Mirá en la calle el torrente que va llevando hojas, ramas, papeles.

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Escuchá a lo lejos el ruido de los truenos, el brillo de los rayos.

Levantate. Caminá un poco bajo la lluvia. Sentí las gotas en tu rostro.

Sentí la ropa pegada a tu cuerpo.

Observá la lluvia cayendo sobre vos y lavando tu cuerpo y tu alma.

Sentite lavado, libre de todo lo que te molesta, que te atrapa, sacudite el


nerviosismo, la irritación.

Mirá en la correntada, yéndose, tu nerviosismo, tu impaciencia, el


egoísmo, las envidias, las maldades.

Ahora mirá lo que quedó en vos:

La alegría, la paz, la calma.

Estás nuevo, limpio, renovado, restablecido, saludable.

¡La lluvia está disminuyendo, las gotas son más chicas, el sol vuelve, el
mundo está claro, limpio, nítido, hermoso!

Mirá bien cómo la ciudad, las casas, están muy lindas. Los árboles están
más verdes; los jardines, más alegres.

Así también vos estás más lindo, más feliz, más limpio, más
esperanzado, más fuerte.

¡Estás fantástico!

Escuchá a Dios en vos.

¡Creé!

¡Sé!

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Amá a Dios en vos.

Levantate lentamente; tomá el lápiz y el cuaderno y escribí lo que


sentiste al hacer este ejercicio de relajación.

Si querés, leélo a tus compañeros.

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RELAJACIÓN y SALUD

No siempre trabajé con niños saludables, rosados, pimpollos en flor.


Conviví también con niños enfermos, botones marchitados, destruidos.

Entonces pensé en crear textos que ayudaran a mejorar la salud o


hicieran que la salud continuara rebosante.

Preparé una relajación a este respecto. Es ésta:

Recostate. Soltate. Bien relajado/ a.

Respirá hondo y expirá el aire despacio.

Ahora, pedí a Dios que te bendiga y que te dé mucho amor y mucha


salud.

lIevá tu pensamiento hacia tu cerebro; imaginalo como una computadora


llena de hilos que va mandando órdenes y energía a todo tu cuerpo.

Acompañá la energía que se esparce por cada célula, cada neurona de


tu organismo.

Pedí a Dios que ponga la mano en tu cerebro y lo bendiga para


continuar haciendo florecer tu vida. Para que continúes siendo inteligente y
puedas hacer tus trabajos con dedicación y cariño y para que puedas jugar con
mucha alegría.

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Observá a Dios bendiciendo tus ojos para que veas cada vez más las
bellezas existentes en el mundo y en las personas.

Él bendice tus brazos, tus manos, para que puedas abrazar, dar al
mundo tu ternura.

Y tu corazón, para que siga impulsando la sangre que irriga todo tu


cuerpo y lo torna vital, resistente, fuerte.

Mirá a Dios poniendo su mano sobre tus pulmones, sobre el estómago,


los intestinos, los riñones, tus piernas y pies.

Pedí a Dios que bendiga tus pasos, tu marcha, tu vida.

Ahora pensá en Dios, imaginalo como lo quisieras.

Dale un abrazo bien fuerte, bien cariñoso.

Desperezate como si te estuvieras despertando.

Abrí los ojos.

Levantate.

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BENDICIENDO AL MUNDO

En el sentido de bendición, intenté mostrar al niño que él es poderoso.


Que es a imagen y semejanza de Dios.

Es interesante ver nuestra tendencia a pensar que solamente el


sacerdote bendice, o rarísimas veces algunos padres que todavía tienen esa
costumbre.

Aprendí en el diálogo conyugal que el marido y la mujer pueden


bendecirse. Todos nosotros tenemos el privilegio de bendecir en nombre de
Dios.

Sobre este tema leí en el libro: Histórias de quem gosta de ensinar, de


Rubem Alves:

“Los antiguos creían que las palabras eran seres encantados, copas
mágicas, transbordantes de poder . Los jóvenes también sabían eso y pedían:

- Su bendición, padre mío...

Bendición, bendito, bendecir, decir bien de, bendecir, decir bien...

La palabra, dicha con deseo, no quedaría vacía: era como semen,


semilla que haría brotar, en aquél que ella penetre, el buen deseo que ella
invoca.

Y el padre respondía:

- Mis deseos son pocos y pobres. Te deseo tanto bien que no alcanza mi
decir bien. Por eso, que Dios te bendiga. Que sea él aquél que diga todo el
bien con todo el poder..." (pp. 101-102).

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La verdad es que desconocemos todos el potencial que existe en
nuestra mente. Podemos transformar el mundo. El día que el hombre descubra
eso, el mundo será otro. Un solo rebaño y un solo pastor, como dice Jesucristo.

Veamos el texto:

Sentate en el suelo, apoyate en la pared.

Hombros sueltos, brazos sueltos.

Abandonate más y más. Imaginá tu cerebro bien claro, calmado,


tranquilo.

Imaginate ahora con las manos llenas de bondad y del amor de Dios.

Ahora vas a esparcir por el mundo lo que tenés en las manos.

Vas a bendecir al mundo. Levantá lo que tenés en las manos. Movelas


como si estuvieras esparciendo polvo.

Pensá en las personas que más querés; colocá las manos sobre ellas y
bendecilas. Rezá por ellas, pidiendo paz, salud, alegría, tranquilidad.

Ahora pensá en las personas que no querés mucho y orá por ellas.

Colocá tus manos sobre ellas. Deciles que todavía no aprendiste a


amarlas como hijos de Dios. Explicales a ellas, o a una persona en particular
tus razones.

Pedí que entienda, que te disculpe, si creés que necesitás ser


disculpado.

Prometé a esa persona o a esas personas que vas a intentar ser más
cordial, más comprensivo.

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Ahora, bendecí a todas las personas indistintamente. Pensá en las
personas de la escuela: los compañeritos, los profesores, personal auxiliar, los
funcionarios.

Pensá en las personas con quien convivís en el club, en el barrio.

En las personas desconocidas que encontrás en la calle, en la ciudad.

Las personas de tu país, las que dirigen el país. Las personas del mundo
entero.

Bendecí a las personas que sufren, que están tristes.

Ahora mirá al mundo feliz. Todos sonriendo, alegres.

Establecé con ellos una enorme corriente de amor. Manos tomadas.

Ahora abrazá a tu amigo, que tenés aliado, y bendecilo en nombre de


Dios.

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CONCLUSION

Querido lector, estas exposiciones, observaciones, consideraciones,


experiencias sobre los niños y sobre la relajación en la tarea de educar no
terminan aquí.

Lógicamente, continúo echando leña al fuego en mi vocación educadora,


porque el profesor -más precisamente el educador- es como el vino: cuánto
más viejo mejor. ¿por qué? Porque tiene más experiencia, más profundidad,
más amor por su trabajo, está más compenetrado del mundo del educando,
más fuerte para enfrentar los desafíos. y cada día más nos renovamos en la
oración, en la relajación, en el equilibrio, en la contemplación, en la serenidad,
buscando todos los requisitos en la fuente inagotable: Dios.

Este trabajo no termina aquí porque es un trabajo abierto. Tú, lector,


podrás ampliarlo de acuerdo con tus necesidades.

Podrás crear otros comienzos para los textos de relajación. Podrás crear
otros finales, otras estrategias, otros textos de acuerdo con lo que tu hijo o tu
alumno estuvieran necesitando. Podrás crear textos para iniciar una materia
nueva, para algo que de repente sucede en el aula o en el hogar, y se vuelve
importante hacer que el niño se detenga y reflexione sobre lo sucedido.

Los textos se van creando de acuerdo con la necesidad y la creatividad


de cada uno. Es simple. y para el niño,

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cuanto más simple, mejor. Existe todo un mundo abierto para estos
textos y también para los relatos.

Al hablar de relatos, quiero decir que otra manera importante de trasmitir


al niño valores y comportamientos maravillosos es el relato. Cristo contó
relatos, usó la imaginación para que entendiéramos el mensaje propuesto.
Sigamos a Cristo, el educador por excelencia. Contemos relatos, llenemos la
imaginación fértil del niño de cosas positivas, de mensajes alegres.

Con relatos, con textos de relajación que contengan valores y haciendo


que el niño viva intensamente estas experiencias, él dará libre curso a la
imaginación, y las imágenes producidas repetidas veces, se irán traduciendo
en realidades, en actitudes, en comportamientos.

Si queremos a nuestros educandos felices, trabajemos para ello.

En una ocasión escuché a un coordinador del colegio decir: “es


necesario tener mucho amor para recomenzar todos los días con la misma
alegría”.

Creemos un mundo positivo y estaremos creando un mundo fantástico


para nuestros educandos. Existe el paraíso en nosotros; sólo se trata de
encontrarlo. ¡Vivamos en plenitud! Unámonos en la perfección infinita.
Pasemos a la otra orilla. Descubramos solamente las cosas positivas.

Nuestro hogar debe ser un estado permanente de mucha alegría, de


risa, chistes. Debe ser un oasis, que tiene una cumbre astral, donde a todos les
agrada estar. Siga siempre en sintonía con el amor. Siga adelante. Que el autor
de la vida, el Dios verdadero que habita en usted, en mí, en todas las personas,
nos llene de vida cada vez más abundante.

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