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Una historia bíblica de Navidad para los niños

11 DE Diciembre

El nacimiento del niño Jesús

Hace mucho, pero que mucho tiempo, una joven de Nazaret, María, recibió la visita de un arcángel, de
nombre Gabriel. El arcángel le anunció lo siguiente:
– María, no te asustes, vengo a traerte una buena noticia.

Ella, al ver al arcángel, al principio sí se asustó un poco, pero su dulce voz y su intensa luz le tranquilizó.

– María: has sido elegida para traer al mundo al hijo de Dios– continuó hablando el arcángel-. Bendito sea
tu vientre.

La joven, ahora sí, tembló. ¿Qué le acababa de decir aquel arcángel? ¿Que estaba embarazada? ¿Y que su
hijo sería el hijo de Dios? ¿Cómo se lo diría a su novio, José, el carpintero?

Pero entonces llegó José y le dijo:

– ¡María! ¡Un ángel acaba de visitarme y me ha contado la noticia! ¡Vamos a tener un hijo! ¡Y ese hijo será
el hijo de Dios!

La joven María se tranquilizó. José estaba ilusionado ante la noticia, así que sabía que iba a apoyarla en
todo momento.

Pasaron los meses, y ya, en el noveno mes de embarazo, José y María tuvieron que partir desde Nazaret
hacia Belén, ya que José era de este lugar, y por ley, el bebé debía nacer en la misma población en donde
nació su padre.

HISTORIA PARA REFLEXIONAR

El árbol de Navidad

Esa mañana, Sofía se había despertado muy temprano. Estaba tan entusiasmada que prácticamente no
durmió. Por la tarde, iría con su padre a buscar un árbol de Navidad para colocarlo en el salón y adornarlo
con luces de colores y algunos detalles que ella misma había diseñado. Era la primera vez que su padre le permitía
acompañarlo a recoger el árbol en la tienda, y eso significaba que ya era mayor. Así que Sofía se sentía muy feliz.

Salieron de casa muy temprano y al acercarse al vivero, el frío se empezó a hacer más intenso: cientos de árboles
colocados en hileras esperaban por una familia que les acogiera esa Navidad. La mano de su padre la mantenía
a salvo del frío de esa tarde de diciembre y le hacía sentir segura, pero no podía evitar sentir un poco de miedo.

Nada más cruzar la puerta, se acercó un señor muy amable para atenderlos. Con la pala en mano, les pidió que
lo siguieran hasta donde estaban los árboles. Les preguntó cuál querían y seguidamente, empezó a cavar para
sacar a aquel pequeño pino de su entorno. Sofía no pudo evitar sentirse muy triste y comenzó a llorar
desconsoladamente. Por mucho que su padre intentó calmarla, no lo consiguió. Su exasperación fue tal que
regresaron a casa sin el árbol de Navidad.

Nada calmaba a Sofía. Se pasó el resto de la mañana y toda la tarde llorando en su habitación. Cuando se calmó,
fue donde su padre y le preguntó por qué le hacían eso a los árboles. Su padre intentó explicarle que se trataba
de una tradición y que los habían sembrados con ese objetivo, que esa era su misión en la tierra. Al escuchar
eso, la tristeza de Sofía se transformó en ira y le dijo:

– ¿Su misión? ¿Y cuándo esos árboles decidieron que esa sería su misión?

Nada de lo que dijo su padre la convenció. La decepción que invadió a la niña la llevó a encerrarse en su
habitación y solo salía para comer.

Una tarde, cuando su padre ya no sabía qué más hacer, Sofía lo llamó y le pidió que fuera a su habitación. Al
entrar descubrió que la niña había diseñado un árbol navideño precioso, y lo había hecho con objetos que tenía
en su habitación.

– ¿Papá, ves cómo podemos tener un árbol de Navidad precioso sin dañar a esos pobres pinos?

Su padre la abrazó con ternura y comprendió cuán equivocado había estado. Aprendió la lección que le dio su
hija y a partir de ese año, cada Navidad padre e hija organizaron un taller de manualidades para que todos los
niños del barrio diseñaran su propio árbol de Navidad y los pinos pudieran seguir creciendo.
12 de diciembre

EL NACIMIENTO DEL NIÑO JESÚS

LA HISTORIA DE LAS POSADAS

El camino era largo, y debían atravesar todo el desierto. María iba encima de una pequeña mula, mientras
que José tenía que ir andando por la arena.

Después de muchas horas, al fin llegaron a Belén. Pero María estaba a punto de dar a luz, y se encontraba
agotada del viaje. José decidió buscar un hostal y una buena cama para que pudiera descansar, y llamó a
la primera posada de Belén, la más grande y lujosa:

– Por favor- gritó José- ¡Necesitamos morada! Mi mujer está muy cansada y está a punto de tener un
bebé.

El dueño de la posada, al verles con esas túnicas tan humildes, no quiso dejarles pasar:

– Fuera de aquí, truhanes. ¡No aceptamos pordioseros!

José y María siguieron caminando hasta la siguiente posada. José lo intentó de nuevo:

– ¡Caridad, hermano! ¡Necesito una cama para mi mujer, que está embarazada!

Se abrió una puerta y el posadero les miró de arriba a abajo:

– Me temo que no hay habitaciones para vosotros. ¡Largo de aquí ahora mismo!

HISTORIA PARA REFLEXIONAR

La bolsa milagrosa

En vísperas de Navidad, un profesor decidió asignar una tarea diferente a sus alumnos. Así que al terminar
la clase les dijo:

– La Navidad es una época especial, un momento que invita a compartir. Por tanto, no les pondré deberes,
les propongo que lleven la alegría navideña a tantos niños como puedan.

Ni corto ni perezoso, el grupo de niños decidió cumplir con la tarea que les había asignado su profesor.
Los pequeños no sabían qué hacer para alegrar a otros niños durante la Navidad, pero a uno de ellos se
le ocurrió comprar algunos regalos para los niños de un hospital cercano. Pidieron dinero a sus padres,
compraron algunos regalos, los envolvieron y colocaron dentro de una gran bolsa.

En Nochebuena, se dirigieron al hospital, donde estaban los niños enfermos. Grande fue la
sorpresa del grupo de estudiantes cuando al llegar, vieron una sala llena de pequeños.
Esperaban encontrar
En Nochebuena, se dirigieron al hospital, donde estaban los niños enfermos. Grande fue la
sorpresa del grupo de estudiantes cuando al llegar, vieron una sala llena de pequeños.
Esperaban encontrar a una docena de niños, pero en realidad había casi el doble. Se quedaron
desconcertados porque no habían comprado suficientes regalos para todos.

Los estudiantes decidieron repartir los regalos entre los más pequeños y explicar a los mayores
lo que había sucedido. Sin embargo, su sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron que, cada
vez que buscaban dentro de la bolsa, aparecía un nuevo regalo. Así, gracias al DIOS de la
Navidad, ningún niño se quedó sin juguete.
13 de DICIEMBRE

La noche del nacimiento del niño Jesús

José y María, desesperados, fueron hasta el albergue de Belén, con la esperanza de encontrar
habitación. Entonces, salió el dueño del albergue:

– ¿Qué buscáis, forasteros?

– Por favor- contestó José- Venimos de Nazaret, de muy lejos, y mi mujer está muy cansada y a
punto de tener un bebé. Necesitamos una habitación y una cama.

– ¿Desde Nazaret, dices? ¡Son muchos kilómetros! Estaréis agotados… Ojalá pudiera ofreceros
una cama, pero justo hoy tengo todo el albergue ocupado. Sin embargo, se me ocurre
algo… Puedo adecentar el establo que hay junto al albergue.

– ¿De veras? ¡Le estamos tan agradecidos!- dijo María emocionada.

– Siento, buena mujer, no poder ofrecerle otra cosa mejor. Pero haré todo lo posible por que
pueda descansar.

El hombre preparó el pesebre, en donde dormía un buey, y allí pudo hacer con paja un par de
camas. También preparó una hoguera para que no pasaran frío.

Y esa misma noche, en ese humilde pesebre de Belén, nació el niño Dios, a quien María y José
decidieron poner de nombre, Jesús.

En ese momento, tras el nacimiento del niño Jesús, una estrella comenzó a brillar con mucha
más intensidad que el resto en lo alto del cielo, indicando justo el lugar en donde se encontraba
el pesebre.

Unos ángeles fueron anunciando a los pastores y todos los habitantes de Belén la feliz noticia,
y unos sabios astrónomos, originarios de distintos puntos de Oriente, se encontraron, siguiendo
la estela de la estrella de Belén, para llevar sus regalos al niño Dios: oro, incienso y mirra.

Aquel día, señalado en el calendario nació el niño Dios, el Salvador.

HISTORIA PARA REFLEXIONAR


Bula el viajero
Hace muchos, un gran señor llamado Bulá reconoció en el cielo signos nunca vistos. Anunciaban
la llegada del más grande de los reyes que el mundo hubiera conocido. Asombrado por tanto
poder, el rico señor decidió salir en su búsqueda con la intención de ponerse al servicio de aquel
poderoso rey y así ganar un puesto de importancia en el futuro imperio.
Juntando todas sus riquezas, preparó una gran caravana y se dirigió hacia el lugar que indicaban
sus signos. Pero no contaba aquel poderoso señor con que el camino era largo y duro.

Muchos de sus sirvientes cayeron enfermos, y él, señor bondadoso, se ocupó de ellos, gastando
grandes riquezas en sabios y doctores. Cruzaron también zonas tan secas, que sus habitantes
morían de hambre por decenas, y les permitió unirse a su viaje, proporcionándoles vestido y
alimento. Encontró grupos de esclavos tan horriblemente maltratados que decidió comprar su
libertad, costándole grandes sumas de oro y joyas. Los esclavos, agradecidos, también se
unieron a Bulá.

Tan largo fue el viaje, y tantos los que terminaron formando aquella caravana, que cuando por
fin llegaron a su destino, apenas guardaba ya algunas joyas, una pequeñísima parte de las que
inicialmente había reservado como regalo para el gran rey Bulá descubrió el último de los signos,
una gran estrella brillante tras unas colinas, y se dirigió allí cargando sus últimas riquezas.

Camino hacia el palacio del gran rey se cruzó con muchos caminantes pero, al contrario de lo
que esperaba, pocos eran gente noble y poderosa; la mayoría eran pastores, hortelanos y gente
humilde. Viendo sus pies descalzos, y pensando que de poco servirían sus escasas riquezas a un
rey tan poderoso, terminó por repartir entre aquellas gentes las últimas joyas que había
guardado.

Definitivamente, sus planes se habían torcido del todo. Ya no podría siquiera pedir un puesto en
el nuevo reino. Y pensó en dar media vuelta, pero había pasado por tantas dificultades para
llegar hasta allí, que no quiso marcharse sin conocer al nuevo rey del mundo.

Así, continuó andando, sólo para comprobar que tras una curva el camino terminaba. No había
rastro de palacios, soldados o caballos. Tan sólo podía verse, a un lado del camino, un pequeño
establo donde una humilde familia trataba de protegerse del frío. Bulá, desanimado por haberse
perdido de nuevo, se acercó al establo con la intención de preguntar a aquellas gentes si
conocían la ruta hacia el palacio del nuevo rey.

- Traigo un mensaje para él- explicó mostrando un pergamino -. Me gustaría ponerme a su


servicio y tener un puesto importante en su reino.

Todos sonrieron al oír aquello, especialmente un bebé recién nacido que reposaba en un
pesebre. La mujer dijo, extendiendo la mano y tomando el mensaje:

- Deme el mensaje, yo lo conozco y se lo daré en persona.


Y acto seguido se lo dio al niño, que entre las risas de todos lo aplastó con sus manitas y se lo
llevó a la boca, dejándolo inservible.

Bulá no sonrió ante aquella broma. Destrozado al ver que apenas tenía ya nada de cuanto un
día llegó a poseer, cayó al suelo, llorando amargamente. Mientras lloraba, la mano del bebé tocó
su pelo. El hombre levantó la cabeza y miró al niño. Estaba tranquilo y sonriente, y era en verdad
un bebé tan precioso y alegre, que pronto olvidó sus penas y comenzó a juguetear con él.

Allí permaneció casi toda la noche el noble señor, acompañando a aquella humilde familia,
contándoles las aventuras y peripecias de su viaje, y compartiendo con ellos lo poco que le
quedaba. Cuando ya amanecía, se dispuso a marchar, saludando a todos y besando al niño. Este,
sonriente como toda la noche, agarró el babeado pergamino y se lo pegó en la cara, haciendo
reír a los presentes. Bulá tomó el pergamino y lo guardó como recuerdo de aquella agradable
familia.

Al día siguiente inició el viaje de vuelta a su tierra. Y no fue hasta varios días después cuando,
recordando la noche en el establo, encontró el pergamino entre sus ropas y volvió a abrirlo. Las
babas del bebé no habían dejado rastro del mensaje original. Pero justo en aquel momento,
mientras miraba el vacío papiro, finísimas gotas de agua y de oro llenaron el aire y se fueron
posando lentamente en él. Y con lágrimas de felicidad rodando por las mejillas, Bulá pudo leer:
"Recibí tu mensaje. Gracias por tu visita y por los regalos que trajiste de tus tierras para todos
los amigos míos que fuiste encontrando por el camino. Te aseguro que ya tienes un Gran Puesto
en mi Reino.
14 De diciembre

NAVIDAD EN BELÉN
María y José iban camino de Belén para empadronarse tal y como había ordenado César
Augusto. José iba caminando y María, a punto de dar a luz a su hijo, sentaba en un burro. Meses
atrás, el arcángel Gabriel había visitado a María para darle la noticia de que en su vientre llevaba
al hijo de Dios, un niño al que tendría que llamar Jesús. A su llegada a Belén, María y José
buscaron un lugar para alojarse, pero llegaron demasiado tarde y todo estaba completo.
Finalmente, un buen señor les prestó su establo para que pasaran la noche.

José juntó paja e hizo una cama para su esposa. Lo que ninguno de los dos imaginaba antes de
trasladarse ese día a Belén es que era el momento de que naciera Jesús. Al caer la noche, en el
cielo nació una estrella que iluminaba más que las demás y se situó encima del lugar donde esta
el niño.

Muy lejos de allí, en Oriente, tres sabios astrólogos llamados Melchor, Gaspar y Baltasar, sabían
que esa estrella significaba que un nuevo rey estaba a punto de nacer. Los tres sabios, a los que
conocemos como Los Tres Reyes Magos, fueron siguiendo la brillante estrella hasta el pesebre
de Belén para visitar a Jesús. Cuando llegaron a su destino, Melchor, Gaspar y Baltasar buscaron
el pesebre y le regalaron al Niño oro, incienso y mirra.

Hoy en día, de la misma forma que los Reyes de Oriente llevaron regalos a Jesús nosotros
también podemos compartir con otros de lo que tenemos y especialmente entregarle a Jesús
nuestro corazón como la mas grande ofrenda de amor para El.
15 de Diciembre
REFLEXIONES SOBRE LA HISTORIA DEL NACIMIENTO DE
JESÚS

Imagina por un momento lo que tuvo que significar para María recibir de boca de un arcángel
una noticia así. Para ella tuvo que originar un cúmulo de emociones encontradas, de miedos y
dudas, y de amor, mucho amor, al aceptar al fin la noticia.

Un viaje agotador y una dura prueba: El viaje de Nazaret (en Israel) a Belén (Palestina) tuvo que
ser agotador, ya que les separan más de 100 kilómetros de desierto, que ellos hicieron a pie y
en burro. Por si eso fuera poco, fueron tratados como extranjeros al llegar a Belén, ya que nadie
quería al principio dejarles pasar a ninguna pensión. Sufrieron el rechazo y la angustia de no
encontrar un lugar donde descansar, hasta que encontraron a una persona bondadosa.
Los valores de la Navidad: La noticia del nacimiento del niño Jesús también tuvo que ser todo un
acontecimiento en un lugar tan pequeño como Belén. Todos se enteraron rápidamente del
nacimiento de Jesús. Todos quisieron entonces llevarle un regalo. Y hasta fueron a verle tres
Reyes de Oriente, sabios y expertos en astronomía: Melchor, Gaspar y Baltasar. El nacimiento
del niño Jesús es uno de los pilares básicos del cristianismo (junto con la Resurrección), un
motivo de alegría, y la primera razón por la que celebramos la Navidad, unas fiestas en donde
valores como la solidaridad, la caridad y la bondad, cobran protagonismo.
No solo en estas fechas, debemos recordar el momento en el que nació el niño Jesús, tampoco
de cómo Dios quiso que naciera entre los humildes, para llevar a todos, al crecer, sus enseñanzas
y valores. Con esta historia se busca explicar a los niños, de forma más sencilla y con palabras
que puedan entender, cómo fue la concepción y el nacimiento del niño Jesús.

MENSAJE

Mientras Miguel terminaba de armar el árbol de Navidad en la sala de su casa, se podían


escuchar desde la cocina los villancicos que sonaban en la vieja radio a pilas que mamá colocaba
sobre el refrigerador. Qué hermosa que era esa fecha. Parecía que todos los problemas de la
casa se habían esfumado, y solo reinaba una atmósfera de paz y felicidad.

Ya estaba casi todo listo y solo faltaba colocar la estrella, cuando surgió un problema. Era muy
alto para que Miguel pudiera alcanzar la punta del árbol. Entonces, él le pidió ayuda a su
hermano David, quien lo levantó en sus brazos para que pudiera alcanzar la puntita del árbol.

Un poco más tarde, junto a la mesa, estaba toda la familia reunida, lista para disfrutar de una
rica cena navideña. Justo antes de dar gracias a Dios por los alimentos, el papá le preguntó a
Miguel qué es lo que más le gustaba de la Navidad. Una sonrisa se dibujó en el rostro del
pequeño, mientras miraba de reojo debajo del árbol que estaba frente a la mesa, y respondió:
“Los regalos, papá, sin duda lo que más me gusta de la Navidad son los regalos”.

Pareciera increíble que la fecha en que el mundo dice recordar un acontecimiento tan
trascendente para su destino, que recuerda aquel acto de generosidad jamás visto, se dedique
a
a auto gratificarse y a satisfacer su egoísmo.

Si hay un espíritu que debe reinar en la Navidad es el de dar, el de ofrecer, el de negarse a sí


mismo por el bien de los demás “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan
3:16).

Dar fue la mayor manifestación de Dios hacia el ser humano. El Señor dio lo más valioso que
tenía: su propio Hijo. El espíritu de la Navidad es donar, regalar. Pero ¿qué clase de regalo?

El regalo del que estoy hablando no se compra en un almacén de barrio ni se lo ofrece en las
grandes tiendas de las capitales del mundo. Por otra parte, tampoco habría suma de dinero
capaz de pagarlo. Es más, es el único regalo que puede llenar nuestro anhelo más profundo.
Alguien dijo, alguna vez,

acerca de nuestra mayor necesidad:

“- Si nuestra mayor necesidad hubiera sido la información, Dios nos habría enviado un
educador.

“- Si nuestra mayor necesidad hubiera sido la tecnología, Dios nos habría enviado un hombre
de ciencia.

“- Si nuestra mayor necesidad hubiera sido el dinero, Dios nos habría enviado un economista.

“- Si nuestra mayor necesidad hubieran sido los placeres, Dios nos habría enviado un animador
de fiestas.

“- Pero, nuestra mayor necesidad es el perdón, de modo que Dios envió un Salvador”.

Jesucristo, el Salvador del mundo, es el mayor regalo que podemos recibir y también dar en
esta Navidad. No gastes energías en vano. En esta Navidad, puedes recibir a Jesús en tu
corazón y compartirlo con tus seres queridos.
16 De Diciembre

El ESPIRITU NAVIDEÑO

Todos los años en la época de Navidad en todos los lugares del mundo se prende ese ambiente
navideño. Todo se ve iluminado, la gente se le ve más alegre, las personas adultas que también
se vuelven como niños se entretienen mirando las estanterías decoradas con motivos
navideños.

El comercio por esa época también llena sus vitrinas de ventas con objetos alusivos a la navidad,
aprovechan también los locales comerciales de ropa , locales donde venden juguetes para niños,
de música que no puede faltar de fin de año y de navidad . etc. se les ve repletos de gente y
mucho más cuando tienen buenos descuentos ven la oportunidad de comprarlos a bajo costo .

El verdadero significado de la navidad pierde su sentido ; por que se convierte solo en una
motivación materializada . Y no se le da el valor que verdaderamente representa para el mundo.

El verdadero pesebre que debe estar preparado para la navidad para celebrar el nacimiento del
niño Dios debe ser nuestro corazón; para ello debemos tener un corazón dispuesto lleno de
amor, de paz, de alegría, de colaboración, de compartir con los demás y de unión .

El verdadero arbolito de Navidad debería ser el deseo de la paz en todo el mundo, iluminándolo
de buenos acciones , servicio y palabras, trasmitiendo ese amor en nuestro hogar, lugar de
trabajo para que Dios hecho niño en nosotros pueda hacer crecer ese arbolito lleno de muchos
frutos y bendiciones para todo el mundo .

El verdadero regalo vestido y comida en Navidad sería recibir a Dios en nuestros corazones .Seria
el mejor vestido nuevo impecable justo a la medida el cual es la necesidad que todos tenemos
de Dios y la mejor comida seria el poder compartir con otros el alimento material y el espiritual,
sería el mejor banquete porque además de estar con nosotros, nuestra familia seres queridos y
amigos estaría Dios en nuestros corazones llenándonos con su amor, que mejor luz que la
presencia de Dios en nosotros en la navidad y en ese año nuevo por comenzar.
Que esta Navidad sea tu propósito el comenzar a construir una verdadera familia. Que el

tiempo sea compartido, entre tus responsabilidades laborales y la responsabilidad de tu hogar.

Que tu vida deje de ser tan monótona, fría y se llene de paz y calor

a través del amor incondicional a los tuyos y a los que te rodean.

Es mi intención que en esta Navidad todo aquel que necesite el amor le sea entregado a través

de un abrazo y un beso,

que no se quede ningún niño, sin el amor de sus padres.

Reconcíliate contigo mismo, entrégate y sé como realmente eres:

Esencia pura de amor divino.

HISTORIA PARA REFLEXIONAR LO QUE MARÍA QUERÍA PARA NAVIDAD”


Elena y María eran dos niñas que pronto iban a cumplir cinco años de edad y que solían
divertirse mucho juntas. Elena y su madre, la Sra. Vasari, vivían en una casita blanca cercana al
gran edificio de departamentos donde residían María y sus padres. La Sra. Vasari casi
consideraba a María como de la familia, pues la niña venía cada día, enseguida después de
levantarse y quedaba con ella todo el día. Sucedía que la mamá de María estaba enferma y
debía guardar cama constantemente. El médico decía que tenía tuberculosis, enfermedad que
algunos llaman simplemente tisis. Había a veces mucha tristeza en la voz de su madre cuando
le decía:

- Ahora te vas, María, a la casa de la Sra. Vasari. No queremos que nuestra hijita tenga que
quedar en cama también.

María estaba en casa cuando el, médico había venido la última vez, y le oyó decir a su padre,
mientras sacudía la cabeza:

- ¿No podría usted conseguir algún trabajo que le permitiese irse de esta ciudad? Su esposa
necesita mejores alimentos y mucho aire puro y sol. Este departamento no es lugar adecuado
para ella, si queremos realmente que sane.

María había notado que su papá se pasó una mano por la cara y parecía que estaba a punto de
llorar. Luego el médico se fué.

Esto había sucedido hacía varios días.

El pobre papá no hablaba mucho estos tiempos, y María casi se había olvidado de su alegre
risa. Esa noche, cuando regresó de la casa de la Sra. Vasari, estaba muy agitada. Pidió que la
dejasen ir a la noche siguiente, a ver los negocios preparados para la Navidad, pues la Sra.
Vasari la había convidado a que la acompañase a ella y a Elena. La única respuesta que dió el
papá fue ésta:
María no
parecía Puedes ir si mamá está conforme. muy
agitada al día
María se fué apresuradamente al dormitorio de la madre y le dijo:
- ¿Me dejas ir mamá, por favor?

- Claro que sí María – dijo la señora. – Pero recuerda que el papá Noel no es más que un hombre bueno
vestido a propósito, y no debes pensar que vas a recibir los regalos que le pidas, querida. ¿Que piensas
pedirle, querida?.

- No estoy segura todavía, mamá. He pensado en tantas cosas, que no he podido decidir qué le voy a
pedir.

Después de dar las buenas noches, María se retiró conformándose con una caricia de su mamá, quien no
podía besarla para no comunicarle los gérmenes de la enfermedad.

- ¡Oh, si tan solo mamá pudiese levantarse, y estar sana como antes – pensaba la niña, y, recordando lo
que había dicho el médico, casi estallaba en sollozos.
Se quedó despierta mucho tiempo después que el papá la hubo acomodado en su cama. Pensaba en su
aventura del día siguiente y en la muñeca que deseaba para Navidad. Pero siempre volvía a pensar en su
papá que parecía tan triste y en la mamá que tenía que quedar en cama. No podía olvidarse tampoco de
lo que el médico había dicho. Soñó, sin embargo, esa noche con una hermosa muñeca de cara pálida y
enfermiza, muy parecida a su pobre mamá.
María no parecía muy agitada al día siguiente cuando fué a la casa de Elena. Su amiga estaba lista para ir
a la ciudad. Mientras Elena charlaba acerca del cochecito de muñecas y los patines de ruedas que
esperaba recibir para Navidad, María se conformaba con escuchar.

El tranvía se detuvo casi frente a una gran casa de negocio. Un grupo de cantores alegraba el aire con
cantos de Navidad. Entraron inmediatamente en el negocio, y allí María vio al papá Noel, con su su traje
colorado, su barba blanca y un gorro forrado de piel blanca. María se quedó impresionada.

Elena y María se colocaron en la fila de niños que iban a presentar sus peticiones al papá Noel. Cuando
llegó el turno de María, le preguntó:

- ¿Cómo te llamas, niñita?

- María Grant.

- ¿Esas personas que veo allí son tu mamá y tu hermana?

- No, esa señora es la Sra. Vasari, amiga de mis padres. Vive cerca de casa.

- ¡Ah! Ahora dime, ¿qué quieres para Navidad?

- Bueno papá Noel, me gustaría mucho aire puro y sol.

El papá Noel se quedó extrañado. Si había oído bien, se trataba de una petición muy rara. De manera que
dijo:

- No te oí bien, querida. ¿Qué pediste?

- Me gustaría mucho aire puro y sol, por favor – repitió la niña.

- ¿Y nada más? – dijo el buen papá Noel.

- Creo que sería todo – contestó la niña, y dejó el lugar a Elena que aguardaba ansiosamente su turno.
Después que Elena hubo presentado su petición, María vió que papá Noel decía algo a su
ayudante, quien a su vez habló unas palabras con la Sra. Vasari; luego las niñas se fueron al
departamento de juguetes, para ver lo que había.

Aquella noche cuando las dos cansadas niñitas estaban durmiendo profundamente después de
la agitación del día, alguien llamó a la puerta del departamento donde vivía María.

El “papá Noel” estaba en la puerta. María no lo habría reconocido, porque no tenía ya barba ni
traje colorado. Era un hombre de edad mediana vestido con traje común. Pero sus ojos
reflejaban bondad mientras aceptaba la invitación a entrar en el departamento.

El caballero explicó que como quería mucho a los niños actuaba en la tienda durante algunas
horas como papá Noel. Lo hacía por puro placer, puesto que su familia se hallaba en otra ciudad.
Explicó también la insólita petición que le había hecho María por aire puro y sol. Él y el papá de
la niña conversaron durante largo rato.

- Así que si usted quiere encargarse de los animales que hay en la propiedad – dijo finalmente-
será para mí un placer hacer arreglos para que su familia pueda trasladarse allí inmediatamente.
Una pareja de ancianos, los esposos Kerr son actualmente los encargados del lugar, y no dudo
que el Sr. Kerr estará contento de recibir su ayuda. Con gusto la Sra. Kerr cuidará de su esposa
para que recupere la salud. Es una anciana muy bondadosa y estoy seguro de que todos ustedes
estarán contentos.

La mamá de María sintió mucha alegría cuando su esposo aceptó el generoso ofrecimiento de ir
a trabajar en el “rancho”, pues allí si que estarían en el campo y tendrían aire puro y sol. Al
arrodillarse para orar antes de acostarse, las lágrimas le corrían por la cara mientras daba
gracias al Señor por su hija cuyo corazón no era egoísta, y por las personas bondadosas que él
podía usar para contestar las oraciones de sus fieles.

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