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POLITICAS PÚBLICAS E IGUALDAD EN AMERICA LATINA

Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales – CLACSO

TANNIA AZILUTH DURAN QUINTERO

SAN JOSÉ DEL GUAVIARE, COLOMBIA.

15 DE MAYO DE 2019
Soltando fibras de Cumare1

Colonialiad del Poder y Organización comunitaria

A lo largo de la historia de Colombia, se han desplegado una serie de estrategias


colaborativas que permitieron la construcción de lazos de trabajo comunitarios, como una
alternativa para ampliar la capacidad de acción y legitimar las posibilidades de una
construcción colectiva del espacio. Sin embargo, estas bases de organización social
espontanea se ven afectadas directamente por los complejos cambios en las estructuras de
relación, que se dan a partir de la desigualdad, las economías extractivistas, la presencia de
los grupos armados, el narcotráfico y los programas de erradicación de cultivos ilícitos, y
sobre todo la intervención directa del estado desde políticas de economía neoliberales
enfocadas en la agroindustria.

Estas estrategias, permitieron mitigar en doble sentido, primero el surgimiento de las


relaciones “desde abajo” predominante con las centrales obreras y las organizaciones
sindicales a través de la instrumentalización de los líderes y representantes directivos, en las
formas del dialogo político entre el gobierno y los partidos. Y abriendo brechas para
promover la tercerización laboral en tendencia con la apertura a políticas neoliberales. Se
plantea entonces en el país, un fenómeno de creación acelerada de Organizaciones de base,
donde la acción comunitaria deja de lado la búsqueda grupal de alternativas de solución para
las problemáticas comunes y empieza a considerarse una imposición directa e indirecta sobre
sectores categorizados de la población (como campesinos, indígenas, victimas, mujeres,
población Afrocolombiana).

En este sentido lo que se busca es exponer de modo general como el estado


Colombiano, a través de sucesos históricos derivados de las dinámicas del mercado mundial,
ha sustentado la imposición de “la colonialidad/modernidad” y ha tejido a partir de una
historia violenta y cruel, las nuevas redes, que legitiman el sometimiento de los pueblos a

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Palma de cuyas fibras, diferentes pueblos elaboran productos artesanales como mochilas, hamacas, collares,
entre otros.
través de la exclusión y la victimización. Siendo la suma de categorías de vulnerabilidad el
requisito más valorado por las dinámicas coloniales, en las relaciones de intermediación con
la perspectiva eurocéntrica y las subjetividades propias. (Quijano, 2011).

Gran parte del conflicto, vivido en Colombia, obedece a una amplia disputa por el
dominio territorial y del mercado. Sustentada, sobre el sufrimiento de las mujeres y en
especial y por doble vulneración, por las mujeres de los pueblos indígenas, que han sido
víctimas de un despojo constante y sanguinario de sus subjetividades. Que encuentra su
génesis, en medio del pluralismo histórico de los pueblos, que obedece a rasgos específicos
de sometimiento y devastación material y cultural, enfrentados aun hoy en “El Nuevo
Mundo”. (Segatto, 2011)

Este texto pretende soltar las fibras que mantienen la trenza del poder colonial,
patriarcal y capital, a través del camino, donde se responden preguntas como ¿Cuáles son los
principales factores que afectan a las organizaciones comunitarias? ¿Influyen la desigualdad,
la racializacion de las clases, el conflicto armado y su reducto categorizador en las victimas,
el narcotráfico y las apuestas neoliberales, en el desarrollo de expresiones colectivas de los
pueblos? ¿Acaso las diversas afectaciones que el estado colonial/moderno ha marcado en la
Organización comunitaria, cambia la idea de desarrollo y por ende los modos y usos de la
tierra? ¿Influye el estado patriarcal, en las formas de organización de las mujeres?
Realizando un acercamiento a partir de los análisis derivados de las experiencias compartidas
con la Asociación de Mujeres Indígenas víctimas del conflicto armado del pueblo Tukano
Oriental2 de Guaviare, ASOMUINGUA.

Desigualdad, un punto de partida.

El grado de acceso universal a los medios y/o sistemas productivos y a los servicios
humanos básicos (salud, educación, vivienda, abastecimiento de agua potable, alcantarillado,
energía, seguridad pública y transporte e, incluso en el mundo contemporáneo, el acceso a
los medios de información y comunicación) es el factor que determina qué tan desigual es

2
Pueblo Del Amazonas colombiano, se localizan principalmente en el río Vaupés, en los límites con los
departamentos de Guainía y Vichada y en los ríos Papurí y Paca, en la frontera con la vecina República del
Brasil.
una nación respecto de su producto interno bruto (PIB) per cápita. Además de los porcentajes
de tenencia de tierra y la concentración de la riqueza.

Las dos principales economías del globo, según las cifras descritas por el Foro
Económico Mundial en un informe generado en el año 2015 (Foro Económico Mundial,
2017) son Estados Unidos y China. Sin embargo, este dato no es sino optimista por sí solo
para dichos países, puesto que otros indicadores podrían dar mayores luces sobre cómo, a
pesar de ser las mayores potencias económicas, la desigualdad es una realidad que llama en
demasía la atención. En el caso de Estados Unidos, el índice Gini3 para 2016 fue de 41,5
(Banco Mundial, 2018) y, de acuerdo con el Boletín de la Reserva Federal, el 1% de la
población más poderosa controló el 38,6% de la riqueza en 2016 (Egan, 2017), además de
referenciar la crisis financiera que se vivió en 2008 en la que se describen unas pérdidas
cercanas a 20 trillones de dólares y el despojo de sus viviendas a millones de ciudadanos
provocados por lo que se denominó la “burbuja hipotecaria” (Ferguson, 2010).

En China el índice de desigualdad es de 49,5 (Nieves, 2017) y el 1% de la población


más poderosa controló cerca del 30% de la riqueza en 2015 (Arana, 2017). Lo anterior induce
a eliminar del imaginario, la idea de que la igualdad social es inherente al poderío netamente
económico de una nación; por lo que se cuestiona la afirmación de que todo país en vía de
desarrollo es socialmente desigual.

Así pues, en Latinoamérica la desigualdad es un fenómeno estructural, que podría atribuirse


a sus raíces históricas, desde la colonia y el patriarcado, hasta las gestas libertarias que dieron
origen a las repúblicas en las que se han mantenido lamentablemente, las desigualdades
étnicas y raciales, de clase y de género; limitando así el acceso a los principios básicos
humanos a ciertas poblaciones quienes, incluso en pleno siglo XXI, siguen luchando por sus
derechos sociales. No obstante, han existido momentos históricos en América que dan luces
de esperanza y pautas principales para insistir en la exigencia de la apertura de los derechos
sociales y el no retroceso de logros previos.

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Índice de Gini: El índice de Gini es una unidad de medida económica que permite calcular la desigualdad de
ingresos per cápita de un territorio, comúnmente de un país (Econopedia, 2018).
En los comienzos del siglo anterior tuvieron cabida los movimientos sociales y obreros que,
inspirados e influenciados por la luchas anarquista y bolchevique, abrieron el camino a los
procesos de sindicalización, mejoras en las condiciones laborales e inclusión de diversas
poblaciones a los sistemas de producción, además de generar las luchas campesinas contra el
latifundio; algunos de ejemplos de los movimientos del siglo XX en América son: La
revolución mexicana de 1910, liderada principalmente por Emiliano Zapata y Francisco
Villa, la cual tenía como foco la redistribución de la tierra; la revolución boliviana de 1952
de origen minero que permitió posteriormente la confluencia de diversos sectores sociales
para instaurar un estado revolucionario, del cual se lograron transformaciones como la
reforma agraria, el voto igualitario y la estatización de los principales medios industriales; la
revolución cubana en 1959, inicialmente de bases campesinas y liderado por los hermanos
Castro Ruz, Ernesto Guevara de la Serna y Camilo Cienfuegos, derrota militarmente al
ejército dictatorial de Fulgencio Batista, permitiendo así la llegada del socialismo al
continente.

En 1970, Salvador Allende es instaurado como primer gobernante de izquierda


democráticamente electo en Chile y en el mundo, que consiguió avances en la economía, el
campo y la inversión social, que fueron arrasados por la dictadura militar liderada por
Augusto Pinochet y apoyada por EUA en 1973; la revolución nicaragüense, representada por
el Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1979, que logró el derrocamiento de
Anastasio Somoza (el último de la “dinastía somocista”) y la instauración de un gobierno
democrático progresista de izquierda (Maldonado Gallardo, Guerra, & González Arana,
2006); y finalmente la revolución bolivariana que se instauró en el gobierno venezolano
comandado por Hugo Chávez en 1998, lo que llevaría a la compleja y controvertida
implementación del “nuevo socialismo”, que haría repercusión principalmente en Argentina,
Brasil, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Uruguay ya en el siglo XXI.

Todos estos modelos, en su proceso de instauración y estadía en el poder, demostraron que -


a pesar de sufrir bloqueos comerciales de la mayor potencia con su influencia en el FMI, así
como de ataques políticos, económicos, mediáticos y de violencia, orquestados en
complicidad con los líderes (en muchos casos, abiertamente de derecha) y tildados enésimas
veces como “populistas” y “asistencialistas” mostraron grandes capacidades para generar
igualdad social por medio de políticas públicas que enfocaron sus esfuerzos en la inversión
social; es decir, en materia de salud, vivienda y educación. Por ejemplo y apenas para
presentar datos mínimos de algunas naciones, gracias al Informe de la Fondo de las Naciones
Unidas (Unicef, 2010), de Cuba se sabe que no existe desnutrición infantil y las valiosas
ayudas médicas que envía a otras naciones.

En Venezuela, una de las banderas que promovió la Revolución Bolivariana fue la educación
y ésto se vio reflejado en la creación de cuarenta y dos universidades públicas y un índice de
matrículas que asciende a los dos millones de estudiantes, además de haber sido declarado
en 2005 por la Unesco como “Territorio libre de analfabetismo” en acto público (TeleSur,
2017); incluso, el balance educativo para Venezuela en 2009 fue mucho más favorable que
el de Brasil y Argentina, según se plantea en un análisis publicado por la Revista
Iberoamericana de Educación (Chiroleo, 2009).

Estos y otros movimientos político-militares (victoriosos o derrotados y de menor o mayor


impacto histórico, aunque no menores en la relevancia y valor de las luchas sociales), son
muestras de las voluntades de los pueblos por erradicar -o, por lo menos, aminorar- el flagelo
de la desigualdad social.

Por su parte, la histórica de Colombia, enmarcada -al igual que toda América- en los procesos
de conquista, colonia, gestas independentistas, conformación republicana y los siglos
subsiguientes de desarrollo de ésta. La desigualdad se ha reflejado cada vez que un individuo
o grupo lejano al parámetro establecido, busca ejercer el mismo derecho de aquellos otros
más cercanos a dicho “patrón”; es decir, cuando un individuo o grupo excluido por su credo,
etnia, género y/o capacidad adquisitiva, revela su deseo de tener la oportunidad de vivir en
las mismas condiciones en las que vive la clase dominante.

A estos procesos, de por sí complejos, se suman otros elementos no menos importantes para
el “desarrollo” como nación: un conflicto armado de más de 50 años con diversos actores
(terratenientes, guerrillas con diferentes corrientes ideológicas, fuerzas militares excesivas,
paramilitarismo, narcotráfico), una corrupción que actualmente desaparece alrededor de 50
billones anuales de erario, tratados de libre comercio totalmente desiguales para la economía
nacional, concentración de la riqueza del 82% (Neira, 2018), magnates nacionales como
Sarmiento Angulo, Santodomingo (hijos) y Gilinski que superan en hasta tres veces a Donald
Trump en fortuna (Revista Semana, 2017), una concentración de la tierra del 1% de las fincas
de mayor tamaño que poseen el 81% de la tierra y el 19 % restante se reparte entre el 99%
de las fincas menos favorecidas (Paz Cardona, 2018), una tasa de analfabetismo del 5,8% de
la población (Cardona, 2017), la insuficiencia en el número de universidades públicas, que
llegan a veintiún en total, mientras que la cifra de privadas la duplica.

En promedio, cada tres días se registra una muerte de un líder social, según la Defensoría del
Pueblo (Revista Semana, 2018) y el índice de pobreza extrema para 2016 llegó al 8,5, además
de la crisis del sector salud. Lo que genera una situación nada sorprendente en Colombia: un
índice Gini del 0,53 en desigualdad, por poco encabezando el ranquin de los países más
inequitativos del mundo y el segundo de América Latina, superado por Honduras (Serrano,
2018), lo anterior, pese a que es el segundo país más rico en biodiversidad.

Con todo ello, en Colombia se sume la |sociedad en un fenómeno llamado la “naturalización


de la violencia4”, del que se presentaron anteriormente las cifras de asesinatos sistemáticos a
los líderes, mas también a lideresas. Acerca de los feminicidios, para 2017 se registraron
más de 750, además de 16.000 víctimas de violencia sexual (Observatorio Feminicidios
Colombia, 2017).

Bajo este precepto de “normalización”, Los gobiernos han violentado sistemáticamente los
territorios de las mujeres considerándolos antagonistas para la legitimación del poder
(capital). Los sujetos y sus “territorios” son co-producidos por cada época y por el discurso
de cada forma de gobierno. Evidenciando como frente a un escenario tan desigual, el sistema
patriarcal y capital se soporta el poder colonial sobre los cuerpos de las mujeres.

Mujer, equidad y política pública: de las cifras a la realidad.

4
Naturalización de la violencia: Podríamos definirla como el acostumbramiento, trivialización y hasta la
justificación de cualquier forma de violencia hacia un(os) ser(es) comúnmente en desventaja respecto de otro(s).
En el año 2010, el recién posesionado presidente Juan Manuel Santos Calderón presentó en
su Plan Nacional de Desarrollo, instituido por medio de la Ley 1450 de 2011, la “Política
pública nacional de equidad de género para las Mujeres” y el “Plan integral para
garantizar a las mujeres una vida libre de violencias”, construidos en conjunto con
organizaciones de base; además, se crea la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de
la Mujer (ACPEM), lo que se constituye como un avance (al menos en el papel) en una
sociedad tradicionalmente patriarcal. [Cabe mencionar que el voto femenino fue reconocido
hasta 1954 en el Acto Administrativo no. 3 (Asamblea Nacional Constituyente, 1954), apenas
implementado hasta el plebiscito de 1957]. Al mismo tiempo de la implementación de la
política pública, se enviaba un mensaje distinto en la mesa de negociación con las FARC 5,
puesto que en la comisión negociadora no hubo representatividad de la mujer, mismo caso
de los gabinetes de sus dos periodos presidenciales y de otros altos cargos en los que se
presentó la misma falencia.

El análisis de las cifras oficiales correspondientes a los pilares de la política pública


colombiana entre 2010 y 2018 es el siguiente:

1. El mercado laboral es acaparado por los hombres con un 58% contra un 42% de las
mujeres. Aunque se ve un crecimiento representativo frente a los años anteriores,
debido al aparente compromiso del sector industrial en materia de inclusión, se deben
tomar medidas para superar el margen de 16 puntos porcentuales, que es aún amplio.
Otro aspecto para resaltar es que a la nación le ha llevado 20 años reducir a la mitad
la brecha salarial entre hombres y mujeres, puesto que en 1998 era del 14,7% y en
2018 del 7,05 (El Tiempo, 2018).

2. En materia de prevención de embarazos, el Instituto Colombiano de Bienestar


Familiar y el Ministerio de Salud y Protección Social han implementado una
estrategia regulada por el artículo 84 de la Ley 1753 de 2015, que pretende educar en
sexualidad y reproducción en espacios comunitarios e instituciones educativas por

5
FARC-EP: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo. Guerrilla de origen
campesino e ideología marxista-leninista (1964-2016). Hoy, Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común,
partido político de izquierda, debido a los diálogos de paz de la Habana.
medio de talleres, espacios de cultura y muestras artísticas. Sin embargo, uno de los
problemas se presenta en el poco rigor que se dan a los procesos, puesto que se
realizan por medio de alianzas público-privadas (APP) o tercerización, que
evidencian -por experiencia propia- el entorpecimiento burocrático de acción directa
con la comunidad ya que, por un lado, no se contrata a personal capacitado para la
labor pedagógica y, por el otro, el seguimiento por parte del ICBF se torna en un
procedimiento de escritorio: netamente documental y sin existencia de control
riguroso al trabajo con las comunidades intervenidas. Así, es entendible que se
presenten cifras como que el 23% de los nacidos entre 2008 y 2015 como fruto de
embarazos no deseados de madres entre 10 a 19 años; cifra que, afortunadamente,
presenta un decrecimiento de 1,9% anual (Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, 2015).

3. En 2012, el sistema judicial del colombiano ocupó el sexto lugar como la justicia más
lenta en el mundo y la tercera de Latinoamérica, un proceso puede tardar en promedio
1.346 días, la probabilidad de condena por un delito es del 20%, por un homicidio es
de 3% y el índice de impunidad en casos de violencia sexual es de 98% (El
Espectador, 2012). En 2017, se pudo evidenciar un leve mejoramiento en los índices
de impunidad, que fueron del 92%, lo que sigue siendo terriblemente preocupante, ya
que nos enfrentamos a una profunda crisis del sistema judicial, teniendo presente -
por ejemplo- el “Cartel de la Toga”, entre otros escándalos de corrupción. Con ello,
es apenas entendible que la justicia colombiana tenga una imagen desfavorable del
80%, además de que todos los candidatos presidenciales de 2018 tuviesen entre sus
propuestas una reforma a la misma, algunas acertadas y otras totalmente
descabelladas.

4. Respecto de la inversión social como eje fundamental para la mitigación de la


desigualdad social, se pudo vislumbrar un panorama atípico en la historia política
colombiana, puesto que se identificaron los más altos índices de inversión de la
historia en materia de educación y vivienda, así como en programas asistenciales
como “Familias en Acción” para familias de escasos recursos y que beneficia,
principalmente, a madres cabeza de hogar; y, “Ser Pilo Paga” que beneficia
indiscriminadamente a estudiantes de educación superior con alto rendimiento.

5. En Colombia, de más de 8 millones de víctimas del conflicto, cerca de la mitad son


mujeres incluidas en el Registro Único de Víctimas con las siguientes descripciones:
3’780.677 por desplazamiento, 458.781, por feminicidio, 191.784 por amenazas,
77.100 por desaparición forzada, 47.627 por pérdida de bienes muebles o inmuebles,
40.231 por terrorismo, atentados, combates y hostigamientos y 17.350 por violencia
sexual (Unidad para las Víctimas, [s.f.]). Por ello en 2012, se creó la Unidad, la cual
trabaja para fortalecer, posicionar y visibilizar de los derechos de las mujeres
víctimas, a partir de la reparación integral y colectiva, acompañamiento psicosocial,
intercambio de saberes e indemnización, en el marco de ley 1448 de 2011 (Ley de
víctimas y restitución de tierras). Así, en el Informe de rendición de cuentas de 2017,
permite conocer que, a partir de la creación de la Unidad, se han atendido en proceso
de rehabilitación a más de 160.257 víctimas y por proceso de indemnización a
795.139; lo que genera un aporte de más de 5 billones de pesos del presupuesto
general de la nación por la vía de Reparación Individual y, con los Esquemas de
Acompañamiento Comunitario6, se han alcanzado 181 comunidades en el territorio
nacional con una inversión de más de $1.600 millones, además de acompañar a
11.421 hogares en el traslado y reubicación (Unidad para las Víctimas, 2017).

En conjunto, estos aspectos dejaron un sabor agridulce al saliente gobierno con una
calificación de 6,2 sobre 10, respecto de las políticas de Estado en materia de equidad de
género por parte de las organizaciones sociales y de mujeres (Cabrera, 2018).

A propósito de las víctimas: Reducto categorizado del conflicto.

El resultado de los Diálogos de Paz de la Habana, entre el Gobierno Santos y las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo – FARC EP, fue el denominado

6
Esquemas de Acompañamiento Comunitario: Estrategia de la Unidad para las Víctimas que consiste en la
construcción de obras de menor escala, las cuales permiten generar tejido social en las comunidades
intervenidas.
“Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y
Duradera”. Con el propósito de finalizar el conflicto armado interno de más vieja data en el
continente. Gobierno y FARC fijaron de manera concertada los que serían los cimientos para
el desmonte del organismo insurgente y la reincorporación de sus integrantes a la vida social.
De modo que, en aras de garantizar los objetivos ideológicos perseguidos por las FARC y el
derecho a la paz que asiste al pueblo colombiano, la agenda negociada por las partes se enfocó
en los siguientes puntos: Reforma Rural Integral; Participación Política; Fin del Conflicto;
Solución al Problema de las Drogas Ilícitas; Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto;
Implementación, Verificación y Refrendación.

La materialización del citado acuerdo, durante el Gobierno Santos, se gestó en torno a la


política pública de víctimas y restitución de tierras, “que tiene como objeto primordial
restituir los derechos de los individuos y colectividades que han sido víctimas del conflicto
que por años ha vivido el país, así como garantizar el goce efectivo de sus derechos” 7. No
obstante, este acuerdo no ha sido el único intento del gobierno nacional por resarcir los daños
sufridos por la población víctima del conflicto. Un estudio histórico-normativo del caso
apuntaría a la Ley 387 de 1997 (por la cual se adoptan medidas para la prevención del
desplazamiento forzado; la atención, protección, consolidación y esta estabilización
socioeconómica de los desplazados internos por la violencia en la República de Colombia)
como la primera norma que se expidió en materia de atención y reparación a víctimas del
conflicto. Aunque la citada ley se enfoca en la población desplazada, no deja de llamar la
atención que es un avance traído por la Constitución de 1991.

Tiempo después, con la expedición de la Sentencia T-025 de 2004, la Corte Constitucional


puso de manifiesto la debilidad con la que se estaba implementando la Ley 387 de 1997.
Mediante este acto judicial se declaró “el estado de cosas inconstitucional8, debido a la

7
Gobierno de Colombia – Todos por un nuevo país. “Orientaciones para la incorporación estratégica de la
política pública de víctimas y restitución de tierras en los planes territoriales de desarrollo 2016 – 2019”
Recuperado de:
https://www.unidadvictimas.gov.co/sites/default/files/documentosbiblioteca/cartillapddl290116.pdf
8
Fenómeno jurídico-constitucional, en el que se identifican los siguientes factores: “(i) la vulneración masiva
y generalizada de varios derechos constitucionales que afecta a un número significativo de personas; (ii) la
prolongada omisión de las autoridades en el cumplimiento de sus obligaciones para garantizar los derechos;
(ii)(Sic) la adopción de prácticas inconstitucionales, como la incorporación de la acción de tutela como parte
magnitud del desplazamiento forzado como consecuencia del conflicto armado interno”. El
alto tribunal identificó entonces cinco factores prácticos que dan cuenta del estado de cosas
inconstitucional, a saber:

“1. La gravedad de la situación de vulneración de derechos que enfrenta la población


desplazada fue expresamente reconocida por el mismo legislador al definir la
condición de desplazado, y resaltar la violación masiva de múltiples derechos (Ley
387 de 1997);

2. Elevado volumen de acciones de tutela presentadas por los desplazados para


obtener las distintas ayudas y el incremento de las mismas;

3. La vulneración de los derechos afecta a buena parte de la población desplazada,


en múltiples lugares del territorio nacional y que las autoridades han omitido adoptar
los correctivos requeridos;

4. La continuación de la vulneración de tales derechos no es imputable a una única


entidad;

5. la vulneración de los derechos de los desplazados reposa en factores estructurales


(…) dentro de los cuales se destaca la falta de correspondencia entre lo que dicen las
normas y los medios para cumplirlas, aspecto que adquiere una especial dimensión
cuando se mira la insuficiencia de recursos dada la evolución del problema de
desplazamiento y se aprecia la magnitud del problema frente a la capacidad
institucional para responder oportuna y eficazmente a él”.

Como medidas para mitigar el estado de cosas inconstitucional, la Corte ordenó a la


institucionalidad colombiana adelantar gestiones que garantizaran las condiciones mínimas
de la población desplazada. Un efecto de lo anterior, entre otros, se observó en el año 2011
con la expedición de la Ley 1448, mejor conocida como la Ley de Víctimas y Restitución de
Tierras. Esta nueva regulación pretendió recortar la brecha de violaciones a los derechos de
las víctimas del conflicto armado.

del procedimiento para garantizar el derecho conculcado; (iii) la no expedición de medidas legislativas,
administrativas o presupuestales necesarias para evitar la vulneración de los derechos. (iv) la existencia de
un problema social cuya solución compromete la intervención de varias entidades, requiere la adopción de
un conjunto complejo y coordinado de acciones y exige un nivel de recursos que demanda un esfuerzo
presupuestal adicional importante; (v) si todas las personas afectadas por el mismo problema acudieran a la
acción de tutela para obtener la protección de sus derechos, se produciría una mayor congestión judicial”.
La implementación de lo acordado, desde lo pragmático, se desarrolla en un contexto de
transición; transición de la guerra a la paz. Las dinámicas de la transición traen consigo una
serie de retos que van desde lo económico hasta lo emocional. Desde la designación de un
presupuesto que sostenga lo acordado, hasta la transformación del pueblo colombiano que ha
sufrido de la violencia través de la sanación.

Por lo anterior, es necesario no hacer a un lado las dinámicas dialógicas ni la socialización


de experiencias comunes, que permitan hacer un ejercicio de valoración del proceso desde
diferentes perspectivas. Puesto que también puede asumirse que la negligencia y lentitud con
que se dan las reparaciones y como a pesar de establecer todo un “sistema de participación
política” de las víctimas con la mesa de víctimas. Al interior de estas estructuras se permean
las dinámicas coloniales de exclusión.

La verticalidad con la que el estado, asume “la atención a poblaciones vulnerables”


(hablando de la aplicación, en el marco del desempeño institucional) 9, demuestra una vez
más que en Colombia, nunca se ha tenido presente la ciudadanía, por fuera de la erigida por
el mundo blanco. Esta es la discusión central de la atención a las víctimas pues el proceso de
reparación puede tardar décadas en las que las que las condiciones de vida digna, salud física
y emocional, de las y los ciudadanos, perecen a la luz del asistencialismo funcional del estado
que los percibe como un problema.

Las afectaciones que se generan a partir de las acciones contempladas desde ese estado
neófito, podrían desplegar dos tipos de victimización, las primeras a) de carácter directo,
generadas del cara a cara de los pueblos con los actores armados, que repercuten en la
persona, pueblo y/o territorio; y otras b) de carácter categórico que son las ocasionadas a
partir de la intervención estatal dada en función de la “reparación integral” siempre y cuando
cumpla con las características de la categoría víctimas.

9
Este apartado está fundamentado en entrevistas y conversaciones con representantes de las mesas de víctimas
en diferentes departamentos y municipios del país, especialmente en Guaviare, Meta, Casanare y Cesar. Así
mismo, incluye el testimonio de 6 funcionarios del área jurídica y social de las Unidades de Atención y
Orientación UAO.
En términos de la victimización hacia los pueblos indígenas y su carga psico-social, el
discurso político ha manipulado estrategias a favor del no reconocimiento de la diversidad.
En el 2011 el establecimiento de la ley de víctimas, homogeniza la reparación e incluye un
discurso multicultural basado en el enfoque diferencial, estableciendo dentro de los pueblos,
una nueva categoría que parece “asumirse como identidad” La Victma, y entra a ser parte de
una gran masa que bajo la sombrilla de las diferencias funcionales construye una identidad
política subsidiaria y en condiciones “diferenciales” que la mantienen dentro de una gran
mirada estereotipada (Segato, 2007).

Sobre este panorama, cave la pregunta ¿Cómo un estado que en la práctica nunca ha
reconocido la existencia de ciudadanías no blancas puede garantizar su protección?
Cuando los territorios con mayor influencia de grupos armados (oficiales o al margen de la
ley) y el narcotráfico han sido y siguen siendo en gran parte el espacio de los pueblos
indígenas, esto como consecuencia directa de la estructura centralista que los cataloga dentro
de la periferia, destinándolos a sufrir cíclicamente, la revictimización10. Tras imponer
creencias, que ciegan la posibilidad de seguir el camino de los derechos, permeando las
formas de liderazgo y organización comunitaria en un escenario tan complejo y de tal
desgaste en las relaciones de género y mutuales, que la hibridación resultante del “entre-
mundos” desdibuja la posibilidad de pensarse un territorio plural11. Estas afectaciones,
convocan escenarios en los que el “blanco” interviene a favor del indígena, tratando de que
este se adapte a las normas sociales, culturales, económicas, políticas y demás que lo
mantengan en la relación eurocéntrica de la etnicidad. Negando la posibilidad de que florezca

10
Según el Informe anual sobre violación de derechos humanos a los pueblos indígenas. (2014) Consejería
de Derechos de los Pueblos Indígenas, Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Paz
Organización Nacional Indígenas de Colombia - ONIC, Entre enero y septiembre del 2014 se presentaron
3.193 casos de violaciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario,
DIH, que afectaron a los pueblos indígenas del país. En el cual se enfatiza sobre el control de las tierras por
grupos armados como las FARC, el ELN y el paramilitarismo.

11
En Colombia, a partir de la Ley 089 de 1890 Por la cual se determina la manera como deben ser gobernados
los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada, se otorga a las misiones la responsabilidad de reducir
a la vida civil a los “salvajes” para que los pueblos pudiesen tener cabildos en los que un gobernador, elegido
por la comunidad pudiese ejercer liderazgo sobre el pueblo. Y es tan solo hace 27 años cuando la Asamblea
Nacional Constituyente declaró la existencia de comunidades indígenas y abogó por el respeto de sus tradiciones
y cosmovisiones. Sin embargo, la práctica redunda en permanentes estigmatizaciones y exclusiones de toda
índole para con los pueblos indígenas, debido a la falta de aplicabilidad de la constitución.
en la diferencia ese pluralismo histórico. Reduciendo y cristalizando todas las formas
posibles de relación a la visión blanquecina de la colonización (Segato, 2011).

Según la tercera entrega de informes, a la jurisdicción especial de paz (2018), la Fiscalía


General de la Nación, referencia que de las declaraciones entregadas por las FARC – EP, hay
945 víctimas de violencia basada en género, de las cuales el 96% son mujeres, por delitos
como acceso carnal violento, desnudez forzada, feminicidio, esclavitud sexual y prostitución
forzada (Fiscalía General de la Nación, 2018).

El mismo informe refiere que existen pruebas de abusos cometidos por agentes del estado:

“doscientos ochenta y un (281) víctimas, de ellas, 77% son mujeres, 52% entre los 18
y 30 años y 42% menores de edad. Por ocupación e identidad étnica, 25% eran
estudiantes, 23% amas de casas y 10 % indígenas. Dados los problemas de subregistro
y el temor en la mayoría víctimas que se abstuvieron de denunciar, se cree que el
número de personas afectadas podría ser mayor.”

La violencia sexual, si bien es un fenómeno condenado tanto por la comunidad indígena y la


sociedad occidental, presenta una serie de dificultades técnicas a la hora de articular la
atención a la víctima que favorece en ocasiones la impunidad y dificulta la atención oportuna.

El gobierno colombiano en consonancia con las aparentes aperturas del obsoleto modelo
colonial/moderno, ha venido generando una serie de acciones afirmativas fundamentadas en
principios multiculturalistas, en procura de reconocer la Justicia Especial Indígena (JEI), en
gran medida debido a la presión de los movimiento sociales e indígenas que desde distintos
espacios reclaman superar el binarismo propio de la colonia, inmerso en la concepción de la
justicia occidental. En este sentido la se encuentran contradicciones se presentan al tratar de
articular la JEI y la Justicia Ordinaria (JO) en la atención a mujeres víctimas de violencia
sexual y de género, en las comunidades indígenas.

Es en este escenario donde se encuentra que la guerra, el narcotráfico, la falta de presencia


del estado y una de las más crudas violencias de la historia, son el pincel con el que se pinta
el cuerpo de las mujeres a través de estructuras que permanecen vigentes y conviven
paralelamente a través y a favor de la colonialidad del poder. A pesar del fuerte peso que
generan las políticas neoliberales sustentadas en la apertura comercial del país. Las múltiples
expresiones organizativas de los sectores, por la defensa de los derechos y la disminución de
las brechas de la desigualdad, se han convertido en un punto de encuentro, capaz de ejercer
presión al estado.

La organización comunitaria en Colombia

Las formas asociativas de la organización comunitaria en Colombia se pueden


rastrear guardando las proporciones en las luchas de independencia. Pese a que el
movimiento sería influenciado por las ideas de la independencia americana y la revolución
francesa a través de los líderes ilustrados y militares de la época en los estancos y chicherías
de los principales centros urbanos, de manera clandestina en los sectores populares de
mestizos, negros, artesanos y mujeres. Quienes abanderaron la lucha independentista
inspiradas por las grandes promesas de la igualdad y del fin del colonialismo de ultramar.

Sin embargo, se puede decir que pese a que estas expresiones existieron, nunca tuvieron una
reivindicación propia de organización o colectivo. Se inspiraron por el instinto de clase
dejando de lado la conciencia generada de la asociatividad; posteriormente si existirían las
primeras organizaciones de sectores populares luego de configurada la república a partir de
lo que se conoce como las sociedades de artesanos de 1838 en regiones como Cauca, Nariño,
Bogotá aparecieron organizaciones de artesanos afectadas por las políticas de tendencia libre
cambista.

Las organizaciones de artesanos protestaban por las políticas implementadas por el gobierno,
sin embargo pese a que funcionaron en oposición a éste, su carácter estaba constituido a partir
de una tendencia ideológica antilibrecambista12 que se posesionó en algunos sectores
políticos. Estas tendencias marcaron para algunas regiones del país una importancia política
relevante, permitiendo enfrentar de manera colectiva la represión de los grandes
terratenientes por ejemplo en el Cauca y el Valle.

POLO, Sandra. Los artesanos bogotanos y el antilibrecambismo 1832 – 1836. Revista Historia y sociedad
12

Número 26, p 53 – 80. 2014


Solo hasta finales del siglo XIX cuando se empezaron a crear proyectos de infraestructura
vial relacionados con los ferrocarriles del Pacífico, apareció en la escena de la organización
comunitaria el obrero industrial. Un hombre desligado del campo y de la artesanía que vendía
su trabajo por un salario. Estas personas organizadas se inspiraron en el sindicalismo clásico
que empezó a organizarse para la defensa reivindicativa de los derechos de los trabajadores.
Posteriormente por la misma época las grandes plantaciones de banano y café trajeron
industrias, para la producción en cadena de productos para exportar.

Las expresiones industriales en el campo crearon el trabajo asalariado, este nuevo tipo de
trabajadores tenían las peores condiciones, por debajo de los campesinos y los artesanos.
Estas circunstancias tomaron expresiones organizativas traducidas en huelgas precisamente
en el ferrocarril del pacífico se hizo la primera huelga 1878, posteriormente la del canal de
panamá 1884, trabajadores llevados de la región costera para hacer el canal en unas
condiciones inhumanas. Por su parte, en Bogotá los trabajadores del tranvía realizaron su
primera huelga en 1895.

Ya en el siglo XX los centros portuarios seguían aportando la principal fuente de trabajo y


se evidencian expresiones de organización comunitaria para la defensa del trabajador. En
Barranquilla, estalló la primera gran huelga en 1910 que rápidamente se extendió por todo el
río Magdalena, principal arteria comercial del país, esta nueva clase social compartía unas
condiciones de trabajo similares que les permitieron unirse para la defensa de sus derechos.
Pero, las manifestaciones de unidad para el gobierno eran sinónimo de delincuencia, el acto
de reunirse era un delito perseguido y sancionado por la ley.

Las expresiones embrionarias de la lucha sindical fueron las primeras huelgas en los sectores
del transporte tanto fluvial como ferroviario, dando como resultado entonces el surgimiento
de una serie de asociaciones de trabajadores para ganar reivindicaciones colectivas. Sin
embargo, estas organizaciones eran una minoría debido a que los trabajadores aun
representaban una población escasa.

La Unión Obrera de Colombia nace en 1913 en Bogotá, aprueban una constitución para
seguir paliando a través de un periódico obrero, organizado en los sindicatos sobre todo
Europeos migrantes por la guerra, la formalización de la organización de trabajadores para
exigir la rebaja en la jornada del trabajo que en promedio era de 16 a 18 horas.
En este contexto del inicio de siglo XX las condiciones económicas del país estaban
supeditadas a una sociedad mayoritariamente agraria, el sistema político centrado en un
bipartidismo del partido Conservador y el Liberal; las tendencias que ya existían en el
movimiento obrero se propagaron a los campesinos que crearon las ligas y asociaciones
campesinas, así como grandes manifestaciones y protestas de los artesanos quienes
inspirados en las huelgas clásicas de los obreros industriales aprendieron a organizarse. Un
evento clave en la historia de las organizaciones fue la masacre de las Bananeras 20.000
trabajadores luchando por ser reconocidos por la United Fruit Company. Otro evento
importante fue en Segovia (Antioquia) en donde estalló una gran huelga popular que no solo
agrupo a los trabajadores de las minas de la compañía Inglesa, sino que convocó dentro sus
dinámicas a toda la población del municipio que se volvió un icono de las luchas obreras por
los alcances que tuvieron.

Sin embargo, el panorama nacional empieza a cambiar Luego de la crisis económica mundial
de 1929, ya que el desarrollo de una nueva modalidad de capitalismo, diferente al modelo
clásico; la inversión por oleadas del capital extanjero, la estructuración del llamado capital
monopolista de Estado y la formación de un Estado y una clase dominante aliada a nivel
político y económico con las potencias extranjeras. Deja en claro la utilización del Estado
como medio para la acumulación a través de la violencia, que le permitió al gobierno hacer
acuerdos entre la buerguesia los terratenientes y las clases políticas (Briceño, 15995)

Luego de la influencia ejercida por la revolución Cubana en la década de 1960, algunas


O.N.G.s. recibieron orientaciones políticas y aportes económicos de países como Holanda,
Bélgica, Francia y España. Sin embargo, los recursos lejos de cumplir el papel social para el
cual estaban presupuestados en las comunidades terminaron cumpliendo con la
marginalización de las organizaciones, tras convertirse en dinero mal administrado por las
Juntas directivas. Ya para los años 80, el país atravesaba por una crisis particular en el marco
los actos relevantes del ELN, la formación de la Unión Patriótica, el crecimiento de las Farc
vinculado a actividades del Narco Trafico, la Conformación de la Coordinadora Guerrillera
Simón Bolivar, Consolidación de las Autodefensas, Auge de los carteles del narcotráfico
como el de Medellín, Cali y la Costa, y de los homicidios y las muertes incluyendo el
atentado a Galán.
En los 90, la nueva Constitución Política de 1991, y la apertura económica evidente, resultado
de la presión del Fondo Monetario Internacional FMI y el Banco Mundial BM, impuso en el
país modelos neoliberales que terminaron en un desgaste de la democracia representativa
dando la puntada inicial para la apertura a la exigencia de modelos participativos. Abriendo
las posibilidades para la importancia y creación de las organizaciones que desde el gobierno
tienen un enfoque de “participación comunitaria”, promoviendo modelos de autoayuda y
trabajo voluntario entre las personas de escasos recursos, con transferencias mínimas por
parte del gobierno. Limitando el desarrollo de las organizaciones comunitarias a Entidades
Sin Ánimo de Lucro (ESAL). Y dejando solo un selecto grupo de organizaciones de gran
envergadura capaces de cooptar recursos tanto de la cooperación internacional, como del
estado para ejecutar programas públicos en condiciones de precarización salarial y laboral
(Villar, 2001).

Marco tributario

Actualmente, en Colombia la figura de fundación o asociación, se ha venido reglamentando


desde la LEY 79 DE 1988 (Diciembre 23) Reglamentada por el Decreto Nacional 468 de
1990. "Por la cual se actualiza la Legislación Cooperativa".

Dentro de esta legislación, se ha tenido en cuenta, para las grandes empresas que el apoyo a
entidades sin ánimo lucro resultara ser algo con lo cual fundamentar el principio de
responsabilidad social, creando sus propias fundaciones empresariales. De este modo,
además de utilizar parte del dinero de los ingresos de grandes empresas y recibir beneficios
tributarios establecidos y legalmente amparados para estos propósitos, se evidencia que estas
entidades sin ánimo de lucro auspiciadas por grandes empresas se encontraban prácticamente
preparadas para los cambios nacionales en que se incluyeron las ESAL a partir del 2016 (Ley
1819 de dic. De 2016). Dada la complejidad de los estados financieros de estas empresas,
que muchas veces deben tener consolidación de los mismos (algunas en el extranjero
incluso). Es de entender que administrativa y contablemente sean meticulosas en términos de
protocolos y exigencias (registros contables, aprobaciones en juntas directivas, registros de
actas entro otros).
Por lo que el golpe fuerte, por no decir “golpe bajo” en materia de legalización y manejo de
herramientas informáticas exigidas fue para las Entidades Sin Ánimo de Lucro, pequeñas,
como asociaciones y fundaciones, creadas para y por miembros de comunidades vulnerables,
como; indígenas, victimas, campesinos, mujeres entre otros. Constituye una problemática
compleja y una carga para los liderazgos comunitarios que no han recibido instrucción
oportuna para dar cumplimiento a los requisitos. Es de anotar que no se anticipó del cambio
a dichas entidades, negándoles la posibilidad de intentar cumplir a cabalidad con los
requerimientos exigidos, para la permanencia en el RTE13.

Las nuevas entidades que se están formando con el mismo tipo de población asumen el reto
de la calificación en el RTE, que pasa desde el registro con el ente de control municipal o
departamental, hasta la misma creación de un sitio web, teniendo en cuenta que muchas veces
ni se tiene acceso a un computador, internet y menos a entender el mecanismo digital de la
DIAN (Entidad y medio donde se debe realizar el registro de forma obligatoria para mantener
el estatus de RTE o ser calificado como uno desde la ley 1819 de 2016) tampoco se cuenta
con el musculo financiero para contratar un profesional que pueda prestar este tipo de
capacitación o servicios.

La tendencia entonces, más que un esquema de supervisión y control pareciera ser acabar
con las pequeñas entidades sin ánimo de lucro; pues éstas no se encuentran preparadas para
el impacto legal exigido, a diferencia de las grandes “fundaciones empresariales” creadas por
empresas para enfocar su responsabilidad social empresarial, que se han venido preparando
sistemáticamente para todo este nuevo enfoque legal y que además cuentan con los recursos
humano y económicos para el desarrollo y cumplimiento a cabalidad de todos los nuevos
marcos normativos como ESAL y su permanencia en el RTE.

Sobre este panorama nacional, es importante ahora ubicarse en el departamento del


Guaviare, que ha sufrido de manera sistemática, los procesos de colonización bruscos, el
conflicto armado y la violencia socio-politica del país y las consecuencias de la producción

13
RTE ( Régimen Tributario Especial)
de la coca. Situaciones que han generado en la población dinámicas particulares de
comportamiento que se configuran en el marco de la acción colectiva.

Guaviare, Capital de la esperanza

Teniendo en cuenta que las dinámicas sociales del departamento se encuentran mediadas por
los procesos de colonización, dados en el transcurso migratorio característico de la región,
debido a las expansiones provenientes desde el altiplano Cundiboyacense y el Sumapaz hacia
el pie de monte Metense, continuando hacia los años de 1950 y 1970 sobre el área transicional
de Granada y Medellin del Ariari, extendiéndose luego sobre los ríos Güejar, Ariari y
Guayabero, hasta alcanzar la confluencia entre los ríos Ariari y Guayabero que conforman el
rio Guaviare, es importante resaltar que el proceso de formación obedece a una colonización
fluvial campesina que generó impactos hasta la conformación del departamento como tal
(Acosta, 1992). Del mismo modo, se da un establecimiento progresivo de los indígenas
Guayaberos, y Tukano Oriental, traídos por los procesos colonizadores y la contratación
como jornaleros (González, 1990).

La primera salida económica y social se centraba en los procesos llevados a cabo por los
“colonos”, en torno a la producción de productos agrícolas, sin embargo las malas
condiciones y la falta de vías para el tránsito, la escasa demanda interna y las grandes
distancias entre los lugares de producción y los centros comerciales, hacen que se empiecen
a desarrollar cultivos de auto-sostenimiento o pan coger.

Para la década de los 60, el gobierno previendo las dificultades económicas en las zonas
urbanas, empieza un proyecto de colonización dado en el municipio del Retorno donde el
estado financiaba el transporte a la región, la garantía de créditos para actividades productivas
y la titulación de los predios. Esto ocasiono un desorden migratorio y problemas frecuentes
por falta de procesos regulatorios. Dando como resultado una deserción de la población hasta
que en 1970, el INCORA14 interviene creando los canales básicos para la estabilización del

14
Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA), encargado de promover el acceso y ordenamiento,
cultural, ambiental y social de la propiedad rural, propiciando el desarrollo productivo sostenible de la
economía campesina, indígena y negra, mediante la redistribución democrática de la propiedad, la
proceso de colonización dinamizando los procesos de control y selección de los migrantes al
territorio, del mismo modo se le autorizo el registro de predios ubicados en cercanías al
municipio de Calamar que pertenecían a la reserva de la Amazonía (Acosta, 1992).A finales
de la década, empieza el cultivo de marihuana traído principalmente por colonizadores de la
costa Atlántica, haciendo rentable la venta del producto y su cultivo. La caída del precio de
la marihuana debido a la sobreoferta del producto y la cultivación Estadounidense hace que
se genere dentro del departamento una oleada de violencia por la caída de la economía. Sin
embargo el producto regional es reemplazado rápidamente por la ganadería extensiva que
también era financiada por entidades gubernamentales ocasionando la tala de grandes
extensiones de bosques y selva (Molano, 1999).

Para inicios de los 80, el cultivo de coca así como el proceso primario de la extracción
de la pasta empieza a crecer debido a le rentabilidad y la ganancia que dejaba ocasionando el
crecimiento de colonizadores que talaron tierras atraídos por el cultivo y su ganancia. Así de
forma rápida, la producción de la coca se constituye como la principal y casi única fuente de
ingreso debido inicialmente al aumento de los costos de vida en el departamento, obligando
a aquellos cultivadores de otros productos, a incluirla dentro de sus plantaciones por que los
costos de producción para el pago de jornaleros no podían cubrir los ingresos. Así se eliminan
los cultivos de productos como arroz, plátano, yuca y maíz, dejándose solo como opciones
de cultivo de autoconsumo que el propietario pudiera plantar sin necesidad de contratación.

La producción de la coca en el departamento trae consigo la inclusión de estructuras


violentas que buscaban apoderarse del monopolio, generando divisiones internas dentro de
la comunidad y ocasionando una nueva oleada de violencia en el departamento, la
inasistencia del estado y la violencia no controlada, cita la primera crisis coquera que devastó
a los pobladores puesto que habían reducido su ejercicio de vida a la producción de la coca
(Gonzalez, 1990). A mediados de la década de los 80, la guerrilla de las FARC15 desde su
frente 1°, ingresan al municipio de San José por la región del rio Ariari desde el departamento
del Meta, después de celebrada la Séptima conferencia en la región del Guayabero, donde se

conformación de empresas básicas agropecuarias y el fomento a los servicios complementarios de desarrollo


rural. Fue disuelto en el 2002 y remplazado por el Instituto de Desarrollo Rural INCODER.
15
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
acordó abrir nuevos frentes alrededor de la Orinoquia y la Amazonia para fortalecer su
economía por medio del cultivo y producción de la pasta de coca (Prada, 2006).

Así mismo, las FARC teniendo en cuenta la crisis que se había situado en el
departamento en tiempos pasados, elimina las mafias y los monopolios del cultivo, haciendo
que se regulara la oferta y producción del producto, demandando que por cada unidad
económica se sembrase una hectárea de coca, por cada tres hectáreas de cultivo de
subsistencia en productos como maíz, plátano y yuca, adicionalmente impidió la autojusticia
y exigió un impuesto del 8% o 10% de las ganancias del producto (Acosta, 1992).

Ante el predominante dominio de la guerrilla en el territorio, los traficantes de drogas


crearon grupos de seguridad privada incrementando las tazas de homicidio en el
departamento lo que genero dentro de las políticas nacionales la mira del departamento dentro
de las zonas especiales de orden público implementando medidas de restricción de los
productos para el procesamiento de la coca y se propuso la fumigación de cultivos ilícitos.
De este modo los grupos de seguridad privada sentaron las bases para pertenecer a las AUC16
y es en la década de los 90 cuando que se ingresa el grupo de autodefensa por la cercanía de
Mapiripán Meta con San José formándose entre los años de 1991 y 2001, el frente Héroes
del Guaviare al mando de Pedro Oliveiro Guerrero alias Cuchillo, del bloque Centauros de
las AUC (Diagnostico Departamental del Guaviare, 2005). La presencia del nuevo grupo en
el departamento causa la disputa por el monopolio del cultivo en el territorio dejando a su
paso, desplazamiento forzado, masacres y a toda su población inmersa en un constante
combate que mientras aumentaba las tasas de homicidio, secuestro, crímenes de lesa
humanidad y desapariciones forzosas disminuía en la población la posibilidad de reiniciar los
lazos de apoyo comunitario rompiendo de manera paulatina el arraigo real por el
departamento.
Después de las políticas de seguridad democrática iniciadas por el ex presidente
Álvaro Uribe Vélez, las FARC son obligadas a descentralizarse de los municipios de Calamar
y el Retorno centrándose en territorio selvático y en el municipio de Miraflores, del mismo
modo se inician los procesos de fumigación de la coca con glifosato y se aumenta el control

16
Autodefensas Unidas de Colombia
militar de El Retorno, produciendo una caída del precio de la coca y la pérdida del mayor
sustento económico de la región. (El territorio aun en la actualidad presenta índices de
violencia, desplazamiento y producción de coca).

Una vez caída la coca, el territorio se vio envuelto en un déficit económico haciendo
que el Estado iniciara programas enfocados a la restitución de derechos, pero mayormente
desde la creación de unidades productivas tanto en el sector agropecuario como en otros
sectores, todo con la intención de dar a la población oportunidades, reducidas a la capacidad
de brindar servicios. Pero aunque es claro que la intervención del estado ha proporcionado a
la población en alguna medida un confort económico, aparecen de la mano otro tipo de
preocupaciones relacionadas con la corrupción política en el manejo de los recursos a las
víctimas, la dependencia de la población al estado, la pérdida del sentido de autogestión y la
creación forzada de procesos comunitarios que carecen de un soporte motivacional real. De
este modo el análisis tanto a nivel asociativo como organizativo de las organizaciones
comunitarias de base del departamento del Guaviare, converge en una acción necesaria para
identificar los factores que afectan directamente en desarrollo de expresiones del pueblo y
para el pueblo. Por eso ahora es importante volver la vista sobre lo particular, sobre la
periferia perdida en la “otra Colombia” en esa cara bipolar que se esconde tras las comunas,
las lomas, las cuestas, asentamientos humanos, resultado de las guerras, el olvido y la
ascensión de una clase dominante, sobre el etnicidio que en medio de las calles sin pavimento,
la falta de servicios públicos, las plagas insaciables, los cuerpos famélicos y las sonrisas sin
rostro, ahí en medio de lo que Galeano llamó los nadies, se encuentra el saber ancestral que
lejos de ser estático integra los aprendizajes de esa oportunidad de relación con “el
occidental”, aun cuando de los occidentales solo se haya recibido, esclavitud, despojo,
exclusión, discriminación y colonización de las subjetividades.

Aquí en este punto, en la mitad de la hoja para jalar y que salga sutilmente la fibra de
cumare. Exactamente aquí, después que se han quitado las espinas, cuando en medio de las
sonrisas y las miradas que gozan de una luz incalculable, se despoja la esencia de la palma
convertida luego en unidad. Es donde se revelan quizás las experiencias más complejas de
vida, los dolores más audaces y las perdidas más latentes. Es este el espacio donde se gestan
los posibles análisis, resultado de la integración mestiza de elementos adquiridos en la
relación con el momento histórico que se vive.

De la Maloka17 a la Cocina18

La mayor parte del sustento investigativo que se tiene de los pueblos originarios, proviene de
un carácter eurocéntrico que marca la construcción del significante, a partir de una condición
relacional oprimido – opresor, que bajo la bandera de la civilización, logra establecer un
principio colonizador, limitando la autonomía de los pueblos y destinándolos a la periferia
del estado/nación. (Quijano, 1992). Es de entender, que siendo incluidas políticas de
asistencia social, con el peso de la cooperación internacional y el intervencionismo estatal
que acarrea el discurso de los derechos humanos19, terminen desencadenandose dificultades
derivadas de la inflación a jerarquías. Esto, en parte como consecuencia de la trasgresión de
la condición de género de los pueblos, de dual a binaria donde se asume la posición de las
mujeres como sujetos históricos, a quienes se les ha cercenado la palabra, enfrentando una
doble violencia (Segato, 2011).

En 2016, en el marco del programa Nuevos Territorios de Paz que desarrolló el consorcio
DEISPAZ en el departamento del Guaviare, a través del resultado 3. Organizaciones de Base.
Se empezó una estrategia de fortalecimiento para organizaciones comunitarias.

17
Lugar de reunión de algunos pueblos indígenas de la amazonia colombiana, donde se tomaban las
decisiones políticas del grupo.
18
Este encabezado obedece a una experiencia en el desarrollo de un proyecto productivo ejecutado por la Cruz
Roja en 2018, con ASOMUINGUA que menguó la base social de la organización de 25 a 7 integrantes. Así
mismo, desdibujó una iniciativa de la organización en la consolidación de un restaurante-maloka, que les
permitiera recuperar a partir de la comida tradicional de sus pueblos espacios de interacción y generar procesos
que equipararan su organización a las de las autoridades tradicionales del departamento. Y desarrollo con el
recurso una iniciativa productiva de restaurante étnico, que pretende servir comida tradicional a turistas. Este
proyecto hoy representa una gran carga para las asociadas puesto que una vez retirados los apoyos de la Cruz
Roja, ellas sin las bases necesarias deben responder a requisitos de tipo tributario, contable, sanitario y
organizativo. Adicionalmente que corresponde a un trabajo precarizado y desgastante ya que los ingresos solo
soportan salarios por debajo del mínimo y sin seguridad social para 2 integrantes de la organización. Ejemplo
firme del daño que se genera en las bases organizadas.
19
Aquí voy a mencionar un caso personal que enfrenté al tratar de coordinar encuentros con un resguardo
indígena del pueblo JIW (departamento del Guaviare, Colombia), que presentaba problemáticas debido a que
se construyó una base militar que le quitaba parte del territorio asignado como resguardo. Al intentar concertar
una cita con el capitán, para poder trabajar con un programa de salud para niños, niñas y adolescentes, nos
encontraos que tenía agenda hasta dentro de 3 meses ya que en promedio habían en 2015, 16 organizaciones
diferentes realizando intervención al tiempo, y sin un proceso de articulación.
A partir de estos análisis iniciales que demostraron con un grupo de 47 organizaciones de
todo el departamento, el estado crítico de la organización de base en términos
administrativos, Asociativos y de gestión. Se empezó a promover una iniciativa que
procuraba un contacto más cercano con las realidades organizativas desde la perspectiva de
las mismas asociaciones, haciendo énfasis en el fortalecimiento inicial de los lazos sociales
internos y externos, sobre los complejos requisitos administrativos de la formalización.

Parte de esta estrategia, se ha venido compartiendo con una Asociación de Mujeres Indígenas
víctimas del conflicto del Guaviare: ASOMUINGUA. Esta organización, fundada en el 2015
por 25 mujeres de diferentes etnias en su mayoría de la familia Lingüística Tukano Oriental,
funda su iniciativa “…casi por una imposición de la unidad de victimas que dijeron que para
la reparación de las casas y la vivienda si no estaban asociadas no podían recibir nada”20.
Sin embargo, nunca contemplaron que las particularidades de cada una como sujeto histórico
fuese un componente valioso y frágil a la hora de plantear una organización comunitaria.

Luego de 3 años de compartir de espacios significativos a nivel investigativo y


personal, se pueden plantear como una consecuencia directa del modelo colonial/moderno
del estado, la ruptura de los tejidos comunitarios que se habían dado de forma espontánea o
por organización autónoma. Esto a su vez, como resultado de una dirección eurocéntrica de
los apoyos y ayuda en proyectos y programas de intervención para el desarrollo.

Afectaciones derivadas de la presión para la creación de las organizaciones


comunitarias: estas afectaciones se generan a partir de la gran presión que ejercen las
entidades del estado y las de cooperación internacional, en la distribución de recursos por
medio de proyectos a ser ejecutados por parte de ESAL. Fomentando en la “población
vulnerable” la creación sectorizada de grupos, que obedecen al estigma de la categorización.
Esta “creación forzosa” de organizaciones, acoge el desconocimiento de los compromisos de
carácter tributario, administrativo y social que se adquieren.

Cuando las composiciones gremiales carecen de carácter simbólico y están sujetas


simplemente a criterios de presión externa, no es posible tener simiente para la generación
de conceptos comunitarios que hagan frente al proceso organizativo. Por lo tanto, la

20
Mujer Indigena Karijona de 46 años. Representante Legal de ASOMUINGUA. San José del Guaviare.
Colombia. Febrero de 2016.
asociación permanece como un universo subjetivo ajeno, autoritario y discriminativo. Que
concentra el poder y la responsabilidad en formas representativas.

Doble categorización y discriminación:


“Yo cuando estaba en el resguardo, no pasaba hambre, no tenía que pagar arriendo,
ni vivir en una habitación con mis hijos…aquí uno va a pedir un trabajo y lo único
que le ofrecen es pelar cebolla o hacer aseo en casa de familia, y uno siente la
desconfianza por ser mujer indígena, porque cuando hago aseo, están revisando para
ver si me llevo algo…tampoco uno puede sentirse igual, porque en el colegio a mi
hijo le dicen Guajibo y lo tratan mal, y el ya no quiere ir al colegio más, porque no
tiene zapatos… muy duro estar lejos de mis hermanos, y hermanas, de mi mamá, muy
duro criar mis hijos sola, yo a veces ya no se ni que hacer21”.
La discriminación evidente hacia los pueblos indígenas en el departamento del Guaviare,
presenta diferentes aristas que van desde la deslegitimación del saber tradicional y las
practicas ancestrales (como la medicina, la lengua, gastronomía entre otras), hasta la
limitación en el acceso a los servicios y espacios culturales del casco urbano. Siendo la
“cultura colona” predominante en todo el territorio, las formas de relacionamiento se ven
mediadas por el establecimiento de jerarquías y posiciones sociales que excluyen de manera
directa e indirecta, a las mujeres indígenas de escenarios locales importantes, coartan la
participación de los grupos étnicos que no pertenecen a resguardos, de tomar la palabra en
espacios de decisión, fracturando la unidad de los pueblos y generando una doble
discriminación realizada ahora desde las formas de organización indígena, puesto que
muchos de “los paisanos” no reconocen como indígenas a personas que se encuentren fuera
de sus territorios o resguardos, y cuando las definen como victimas delegan la
responsabilidad de la ayuda directamente a las instituciones del estado. Ocasionando de este
modo, un proceso paulatino de negación y descontextualización cultural, lo que a su vez
proporciona pérdida de las subjetividades y condiciones extremas de vulneración.

“uno aquí no encuentra donde comerse una muñica ni una buena torta de casabe, igual
como uno no tiene tierra, hacer cualquier cosita le sale más caro que comprar en la
tienda pastas u otras cosas de comida de colonos”22.

21
Entrevista a Mujer Indígena Cubea de 40 años. De la Asociación del Mujeres Indígenas del Guaviare
ASOMUINGUA. Febrero de 2016.
22
Entrevista a mujer Indígena Desana de 37 años De la Asociación del Mujeres Indígenas del Guaviare
ASOMUINGUA. Septiembre de 2018.
Sobre carga de los liderazgos: La constante preparación y sobrecarga de
responsabilidades en los liderazgos de las organizaciones comunitarias, derivada de la poca
participación de las bases sociales y las notables exigencias una vez formalizadas en los
órganos de control. Así como un modelo jerarquizado y excluyente donde se prioriza casi
vanidosamente el liderazgo, hace que se deslegitimen los procesos de las directivas creando
una desesperanza por parte de las bases de la organización frente al manejo y las gestión de
recursos. También se puede evidenciar como después de compartir liderazgos organizativos,
las representantes terminan sus ciclos de coordinación con rupturas en las relaciones de
amistad, filialidad e incluso de trabajo previo al organizativo. Esto proporciona desconfianza
dentro de los mismos procesos y desvirtúa las iniciativas propias para la solución de
problemáticas.

Ejecución de proyectos productivos: este es quizás uno de los factores que afecta
de forma más radical el desempeño de las organizaciones de base, puesto que el manejo de
recursos provenientes de proyectos y sobre todo con los parámetros y las exigencias con que
las convocatorias suelen promover la ejecución, corresponde a una de las mayores
dificultades que enfrentan las pequeñas organizaciones enfocadas a la mejora de las
condiciones de vida de las poblaciones vulnerables. Puesto que no cuentan con las
herramientas necesarias para enfrentar solas los requerimientos. Lo cual hace que en primera
medida dependan de terceros para la elaboración y conceptualización de las propuestas.

Como las bases sociales se agrupan en función de la cooptación de recursos, pretenden que
los escasos ingresos que pueda generar la organización se materialicen en la mejora inmediata
y subsidiaria de las condiciones de vulneración en la que se encuentran derivado de las
dinámicas sociales complejas de desigualdad, violencia y conflicto. Así mismo, la garantía
de la ejecución parte de una perspectiva que busca el agrado de la institución. Siendo que en
muchas ocasiones ni los proyectos ni las formas en cómo se ejecutan, están de acuerdo con
las dinámicas propias de los territorios, los contextos y las necesidades más próximas de los
pueblos. Sumado a este panorama, vale la pena agregar que también, la previa sobre
estimulación y exigencia de los liderazgos, puede ocasionar principios de corrupción
deteriorando profundamente la organización.
Con todo lo anterior es importante pensarse en la organización de base como una estructura
dinámica directamente afectada por las condiciones socio-históricas, relacionadas con la
colonización, la violencia socio-política, los cultivos ilícitos, la erradicación de los cultivos
ilícitos y la migración. Así como por políticas propias del modelo neoliberal del estado
sustentado en la colonial/modernidad.

REFERENCIAS

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