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Tema 3. El Paleolítico Inferior conceptos generales. Primeros estadios de la cultura.

África y Asia

1. LOS PRIMEROS HÁBITATS DEL PALEOLÍTICO

Aunque los datos sobre el hábitat y los modos de vida de los primeros humanos son muy imprecisos,
cabe suponer que se desarrollarían en las orillas de los lagos, donde tenían asegurada la subsistencia. En
cuanto al Homo habilis, se pueden diferenciar tres tipos de hábitat: los yacimientos de especie, donde
existen pocos útiles casi siempre asociados a un animal de gran tamaño o a varios de menores
proporciones; las estaciones de habitación propiamente dichas, en las que tanto los útiles como los restos
óseos están dispersos sobre un suelo de habitación; y una serie de zonas situadas a orillas de los ríos,
donde la acumulación de utillaje lítico se debe, sin duda, a la erosión y por tanto se encuentran en posición
secundaria.
La localización geográfica influye sobre el emplazamiento de la construcción. Los sitios elegidos para
vivir solían ser zonas que estuvieran dotadas de abundantes recursos naturales, ya que la elección del
sitio era hecha en última instancia de acuerdo con las necesidades de alimento y de materias primas de
las comunidades cazadoras – recolectoras.
Por el momento, las muestras más antiguas de asentamientos están en la zona centro – este de África,
y corresponden al Homo ergaster. Estas estructuras en muchos casos son desconocidas, limitándose a
círculos de piedras a modo de paravientos o restos de chozas, aunque la mayoría de las veces debían de
dormir al aire libre.
El primer hábitat estructurado propiamente dicho se localiza en un yacimiento cerca del lago Turkana
(Kenia). En esta estación no existen elementos de protección, y sus investigadores piensan que podría
tratarse de un alto de caza en el que sin embargo se encontraron un total de 139 útiles fundamentalmente
choppers, además de algunos restos óseos. Esta estructura tiene una antigüedad de alrededor de 2’5
millones de años.
La evidencia más antigua de acondicionamiento del espacio de habitación está en un yacimiento de
Olduvai (Tanzania), de 1’8 millones de años, en el que se descubrió una alineación de bloques que
formaba un semicírculo que ha sido interpretado como un paraviento.
La especial personalidad de los yacimientos olduvayenses permite hipotetizar sobre la existencia de
una cierta estabilidad o permanencia en estos campamentos, a partir de los cuales se organizarían otros
sitios periféricos como son los lugares de despiece o los cazaderos.
Los yacimientos etíopes de Gabra I a IV y Gambore, abarcan un arco cronológico que va desde 1’7
millones de años hasta los 350.000. En ambos yacimientos se han descubierto estructuras circulares
hechas a base de bloques apilados a modo de paravientos. Algunos investigadores piensan que además
debían de tener una cubierta hecha con ramas, pero no existe ninguna evidencia que justifique esta
hipótesis. En los yacimientos de Gabra I y III y Gambore II, encuadrados culturalmente en el achelense,
aparecen ciertas innovaciones en el acondicionamiento del espacio por la presencia de cubetas excavadas
y en algunos casos agujeros de postes, así como una cierta diferenciación entre distintas áreas de
actividad.
A lo largo de la evolución humana se comprendió rápidamente que era más cómodo instalarse en un
abrigo o en una cueva que dormir en espacios abiertos, donde los refugios eran precarios. Esta cuestión
de la comodidad elemental se convirtió en una necesidad en el momento en el que dominaron el fuego
que les protegía de la intemperie. La supervivencia de todo el grupo se comprometía en el momento en
el que la lluvia apagaba el fuego. De esta forma, el hombre del Paleolítico que no quería correr este tipo
de riesgos inventó la cueva artificial. Sin duda, la verdadera cueva era mucho más confortable, pero el

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pequeño espacio construido por el hombre también tenía sus ventajas: era un espacio cerrado que le
protegía de las inclemencias meteorológicas, donde podía vivir, comer, calentarse, trabajar y donde se
encontraba protegido del mundo exterior.
En cuanto a los modos de subsistencia hay que tener en cuenta que, aunque conocía el empleo de
algunos artefactos con los que cazar, también se alimentarían de carroña como complemento de una
dieta vegetariana a base de tubérculos, bayas y raíces.

2. LAS PRIMERAS INDUSTRIAS O MODO 1

Un útil es un objeto transformado por el Hombre para posteriormente ser utilizado. La transformación
de esta confiere al útil un valor social.
La invención de los primeros instrumentos es un hito muy importante en el desarrollo físico y psíquico
de los homínidos. Las técnicas utilizadas y la función dada a estos objetos están muy relacionados con las
actividades sociales y culturales. Las primeras evidencias de útiles se refieren a los depósitos de Hadar y
el valle del Omo, ambos en Etiopía.
La existencia de útiles retocados prueba la presencia humana, pues no existe ningún animal, ni siquiera
los simios, capaz de tallar un chopper, así como de transmitir este conocimiento tecnológico a su
descendencia. Aquellos, generalmente bien conservados, en cualquier caso, mejor que los restos
esqueléticos, proporcionan información sobre su tecnología y su posible uso.

3. EL PALEOLÍTICO INFERIOR EN ÁFRICA

La primera constancia de herramientas elaboradas procede de Hadar (2’6 millones de años). Se trata
de pequeños núcleos de basalto, cuarcita, andesita, etc., con unos levantamientos toscos que pueden
estar localizados en una o en ambas caras. En algunos casos se han encontrado núcleos de los que se
extrajeron lascas muy groseras. En otras estaciones como la Formación de Shungura en el Valle del río
Omo (Etiopía), donde la materia prima es escasa, los homínidos simplemente rompieron cantos rodados,
obteniendo numerosos fragmentos con aristas cortantes. La cronología para estos útiles realizados en
cuarzo oscila entre 2’3 y 2 millones de años. Estas dataciones proporcionan la prueba de que hace unos
2’6 millones de años se generalizó este proceso tecnológico.
Se desconoce con certeza quiénes son los autores de estas industrias. En Hadar aparecen en la parte
superior de la formación, muy por encima de los niveles donde se hallaron los restos de Australopithecus
afarensis. Es posible que el australopiteco garhi no solo utilizara ocasionalmente algunos útiles, sino que
también fuera el primer tallador, pero con los datos que se tienen actualmente es difícil confirmar esta
hipótesis.
Una de las estaciones clave de la Prehistoria africana es la Garganta de Olduvai (Tanzania), donde se
han encontrado una sucesión de estratos geológicos o Beds (lechos), cuya sedimentación abarca entre
1’8 y 500.000 años. El Bed I estuvo frecuentado por dos especies de homínidos: el Australopithecus
robustus y el Homo habilis. En varios niveles de este Bed I se han encontrado útiles olduvayenses,
considerándose algunos de estos niveles como suelos de habitación, mientras que otros serian
completamente estaciones temporales de caza.

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4. EL OLDUVAYENSE O PEBBLE CULTURE (1’8 MILLONES DE AÑOS – 800.000 AÑOS)

El Olduvayense, incluido en el término genérico de Pebble Culture, ha sido definido a partir del primer
nivel estratigráfico o Bed I de Olduvai (Tanzania) y Melka Kunturé (Etiopía) por la presencia de útiles
tallados sobre cantos rodados. Se trata de los llamados choppers, realizados con uno o más
levantamientos sobre una cara del canto, o bien los chopping tools, artefactos algo más elaborados que
presentan un filo sinuoso obtenido por percusión directa sobre las dos caras, con una antiguada entre 1’8
y 1’6 millones de años. Algunos autores prefieren denominar canto tallado unidireccionalmente a los
choppers y canto tallado bidireccionalmente a los chopping tools, e incluso Modo 1 según la terminología
del Equipo Atapuerca. Generalmente, el filo se sitúa sobre uno de los ejes mayores, pero también puede
localizarse en cualquier punto del borde de la pieza. Los choppers olduvayenses tienen un ángulo de corte
que oscila entre 80º y 100º, mientras que los achelenses lo reducen entre 70º y 80º. En esta fase inicial
no existía un proceso de selección de un tipo de materia prima u otro, simplemente se cogía el canto más
accesible y una vez transformado se utilizaba con diversos fines, como cortar, machacar, golpear, etc. La
gran variedad de formas, ángulos de corte y peso de estas primeras industrias indican que debieron de
ser utilizados para actividades muy diversas.
En algunos yacimientos como Melka Kunturé, en los niveles olduvayenses, se han encontrado unos
útiles muy parecidos a las raederas talladas sobre cantos y cuya función por el momento se desconoce.
Además de estos útiles, también se han encontrado otros elementos como los poliedros y las lascas
sin retoque utilizados como herramientas, así como una especie de protobifaces que serían predecesores
de los que van a aparecer en el Achelense.
Se considera autor de las industrias al Homo habilis, con una capacidad craneal mayor y una estructura
social más compleja, debieron desplazar al primer grupo hasta zonas poco favorables y luego los habrían
eliminado en un lapso de tiempo relativamente largo.
Melka Kunture también ha proporcionado industria Olduvayense, siendo considerada la segunda
estación en importancia con numerosos yacimientos. Los diferentes niveles de ocupación se encuentran
separados por niveles de tufo y lava de erupciones volcánicas, y permiten interrelacionar las diferentes
estaciones. Aquí, además de los clásicos chopper y chopping tools, se han hallado también poliedros,
raspadores muy espesos, muescas y denticulados, siendo los útiles sobre lasca bastante escasos. La
cronología para este conjunto industrial se sitúa entre 1’7 y 1’6 millones de años.
Otros yacimientos del Olduvayense que han proporcionado este tipo de industrias son los Gamboré I
(de 1’7 millones de años) y Garba IV (1’4 millones de años) en la zona de Melka Kunturé. Con un encuadre
cronológico ligeramente posterior, están los de Koobi Fora y Chesowanja, ambos en Kenia. Por otra parte,
estos complejos industriales también se han encontrado en el Magreb en las estaciones de Sidi
Abderramán (Marruecos) o en Aïn Hanech (Argelia).

5. EL ACHELENSE O MODO 2 (800.000 – 70.000 AÑOS)

Con la aparición de una nueva especie de homínido, el Homo erectus, con todas sus variantes y
denominaciones, llega la gran cultura característica del Paleolítico Inferior: el Achelense.
Hace alrededor de 1’3 millones de años, el Homo erectus sale de África hacia Europa y Asia para
adaptarse a nuevos medios totalmente dispares, afrontando situaciones que sin duda pusieron a prueba
su adaptabilidad tanto a medios hostiles como a otros más agradables.

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La historia del Homo antecesor y del Homo heidelbergensis tuvo lugar en Europa, según las
denominaciones de las glaciaciones alpinas, durante el Mindel y Riss y los interglaciares Mindel – Riss y
Riss – Würm, correspondiéndose desde el punto de vista de la cronología absoluta con el periodo
comprendido entre hace 1 millón de años y los 100.000 años. Se cree que los primeros hombres llegarían
a Europa a través del istmo de los Dardanelos. Esta emigración no fue notable en sí. El Homo erectus, un
carroñero y cazador más, llegó a Europa al mismo tiempo que el león, el lobo y la hiena.
A pesar de su desarrollo durante dos periglaciares, hay que suponer que las regiones más
septentrionales, cubiertas por el casquete polar, fueron evitadas limitándose su acceso a estas zonas
durante los interglaciares en los que sin duda el clima no era tan duro. En el continente africano, los
períodos glaciares se tradujeron en periodos pluviales, produciéndose entonces un avance de las zonas
arbóreas frente a la sabana de gramíneas. En Europa y Asia las zonas meridionales, mucho más
privilegiadas en cuanto a clima, también se vieron favorecidas por un aumento del componente arbóreo
de pinos, olmos, nogales, etc., frente a las praderas. En las áreas cercanas a los glaciares el paisaje estaba
compuesto por estepa y tundra, predominando especies como el musgo, los abedules enanos, el sauce,
etc.
La influencia de las glaciaciones también se notó entre la fauna, existiendo dentro de una misma área
especies adaptadas al clima frío y otras de clima cálido. Al inicio del Pleistoceno todavía se encuentran
algunas especies de fauna propias del Terciario, como puede ser el tigre dientes de sable o el mastodonte.
Pero también surgen otras especies características de este periodo como el caballo de Stenan o el
rinoceronte etrusco. Con la llegada de la glaciación de Mindel, el elefante meridional se diversifica en tres
especies adaptadas cada una de ellas a ecosistemas diferentes. Así, encontramos el elefante de estepa,
el mamut, que se desarrolla durante los periodos más rigurosos, y, por último, el elefante antiguo,
presente en épocas más cálidas.
Durante los interglaciares hay que destacar la aparición del rinoceronte de Merck, mientras que en las
zonas tropicales el componente faunístico sigue siendo el que ya existía en la etapa anterior, adaptándose
su dentición al régimen alimentario y, por tanto, al clima.
Los autores de la industria achelense reciben diferentes denominaciones según la zona en las que se
han encontrado sus restos. Sin embargo, actualmente todos se engloban bajo el nombre genérico de
Homo erectus, utilizándose el patronímico para diferenciar modificaciones o adaptaciones regionales. Así,
a los Homo erectus de China se les llama Sinanthropus, a los del norte de África Atlanthropus, a los
encontrados en Indonesia se les agrupa bajo el nombre de Pitecanthropus, y a los últimos especímenes
evolucionados de Europa se les denomina Homo antecessor y Homo heidelbergensis.

5.1. Las distintas fases del Achelense o Modo 2

Dentro del Achelense o Modo 2 se pueden diferenciar genéricamente distintas facies.


En primer lugar, encontramos el Achelense Inferior o Paleolítico Inferior Evolucionado, que ya
presenta algunos bifaces, aunque bastante groseros, burdos, irregulares y espesos, frente a los que
aparecerán posteriormente.
El Achelense Medio se desarrolla en términos generales hace entre 800.000 y 250.000 años, y se
puede decir que es el periodo clásico del Achelense con numerosos bifaces trabajados sobre núcleo
y que progresivamente van adquiriendo una mayor simetría y regularidad en los bordes. Los útiles
más característicos junto con los bifaces, con sus diferentes denominaciones (cordiformes, limandes,

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lanceolados, etc.) son los hendedores y los triedros. La introducción del percutar semi – duro o blando
permitió tallar toda una panoplia de útiles sobre lasca como las raederas, los raspadores o los buriles.
Paralelamente a estas culturas bifaciales encontramos otras que carecen de ellos como son el
Clactoniense, el Tayaciense o el Levalloisiense, que únicamente presentan cantos trabajados unifacial
o bifacialmente, y útiles sobre lasca.
El Achelense Superior o Final comienza hace unos 250.000 años y termina hace unos 70.000 años,
y es fundamentalmente un periodo de transición, pues conviven elementos industriales propios del
Achelense como son los bifaces, realmente muy elaborados, junto con elementos típicos del inicio
del Paleolítico Medio como son las puntas musterienses. Los útiles sobre lasca se generalizan
abundando las raederas, cuchillos y buriles. Durante mucho tiempo se ha individualizado dentro de
este periodo un tecnocomplejo denominado Micoquiense, del sitio epónimo de La Micoque (Francia),
donde aparecen abundantes bifaces junto con una amplia industria de lascas. La generalización de
estos conjuntos industriales en otros yacimientos llevó a algunos tipólogos a hablar de un
Musteriense de tradición Achelense, pero actualmente este término está en desuso.

5.2. El fuego y la organización del espacio

Mientras que la gran invención del estadio anterior fue el útil de piedra, una de las novedades
introducidas por el ser humano durante el Achelense fue la domesticación del fuego. Los
investigadores prefieren llamarlo domesticación a invención, pues el fuego existía en la naturaleza de
forma natural bajo el aspecto de erupciones volcánicas, incendios por relámpagos, etc.
Sin embargo, el hombre, que en un principio lo temía como una fuerza hostil, consigue capturarlo,
conservarlo y reproducirlo. Se sirvió de él para calentarse, para asar los alimentos y lo convirtió en el
hogar centro de la vida social y un elemento controlado e integrado en el universo humano. Con el
fuego aparecen los primeros campamentos organizados, al aire libre o en cuevas. Estos son el origen
de un verdadero cambio psicológico de la humanidad, y también de un rápido desarrollo de las
estructuras sociales. En los lugares donde se han hallado hogares, también se han encontrado huesos
quemados. El fuego se realizaba a la entrada de las cuevas, donde se han encontrado, además, restos
de muretes y cercos de piedra que sin duda sirvieron como protección contra el viento.
Si tenemos en cuenta que el H. erectus vivía de la caza, también debemos pensar que sería nómada,
por lo que los lugares en los que se han encontrado hogares no deben de ser interpretados como
campamentos base, sino como lugares en los que pasaban un breve espacio de tiempo. En el
descubrimiento del fuego tenemos que diferenciar tres fases: la más antigua corresponde a la época
de los australopitecos y posiblemente sus antecesores inmediatos, así como sus sucesores, que por el
momento no han dejado evidencias; la segunda fase se corresponde con la emergencia del Homo
ergaster hace 1’5 millones de años aproximadamente, y ha proporcionado en varios yacimientos del
este de África, como Chesowanja o Gadeb, unas evidencias desiguales de combustión. Su
interpretación sigue suscitando controversias, pues no se han encontrado verdaderos hogares, sino
indicios dispersos como tierra quemada, piedras que han sufrido un calentamiento, huesos
parcialmente quemados, etc.
Además de la dificultad para establecer la existencia de una combustión, falta por demostrar que
esta tuviera un origen humano. Los datos que se tienen para esta época tan antigua sugieren que se
trataría de una utilización esporádica de brasas de origen natural y no de una autentica domesticación
del fuego. Esta última, entendida como la integración del fuego en el ámbito doméstico bajo la forma

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de hogares claramente establecidos, no aparece, según las últimas investigaciones, hasta hace unos
500.000 años en Eurasia, con el final de la evolución del H. ergaster, y por tanto constituye la tercera
fase de evolución. El empleo intencional del fuego tiene al principio una evolución lenta sin duda
debido a las necesidades paralelas de aprovisionamiento de materia prima y el mantenimiento del
fuego del hogar.
Durante este periodo, los lugares de habitación se sitúan bien al aire libre o en abrigos y cuevas. En
las zonas tropicales, donde el clima era bastante benigno y dada la existencia de cuevas o abrigos en
la extensa sabana, los hábitats fueron sin duda al aire libre, en las orillas de ríos y lagos, como queda
demostrado en los yacimientos de Olduvai, Ismilia, Melka Kunture y Olorgesaile en África Oriental,
entre otros. Sin embargo, cuando las condiciones geológicas del terreno lo permitían, también vivían
en cuevas, como puede ser el caso de Makapansgat y Montagu Cave en África del Sur, o Zugudian en
China.
En las zonas más septentrionales existe una mayor proporción de lugares de habitación en abrigos,
lo que no significa que durante los periodos interglaciares no se realizaran campamentos al aire libre.
Esta escasez de estaciones podría deberse a la ausencia de depósitos interglaciares arrastrados a su
vez por las siguientes glaciaciones.
Como ocurría en el periodo anterior, ahora también existen lugares de caza específicos en los que
además de los restos de uno o más animales grandes, se han encontrado útiles usados para su caza y
despiece, como puede ser el caso del cazadero de Ambrona y Torralba en Soria, actualmente
cuestionado y considerado como un lugar de carroñeo.
En algunas estaciones al aire libre se han localizado estructuras complejas formando cabañas en las
que se han diferenciado distintas áreas, ya fueran para tallar, cocinar o descansar. Las chocas
importantes han sido halladas en los yacimientos franceses de Lunel Viel, Le Lazarey y, la más grande,
Terra Amata.
Los útiles achelenses son más variados, siendo los más característicos las hachas de mano bifaces,
hendedores y otro denominado bola.
Las hachas de mano, muy abundantes en los depósitos paleolíticos, se han denominado de varias
formas desde su descubrimiento por primera vez en el francés valle del Somme. Generalmente se les
conoce como bifaces, pues el filo cortante está realizado mediante la talla total o parcial de ambas
caras de un canto o núcleo. En África, el soporte para realizar los bifaces fueron los cantos rodados,
con un retoque similar al que se observa sobre los chopping tools. Lo que los diferencia principalmente
de estos primitivos útiles es la simetría axial. Algunos bifaces pequeños o estrechos se realizaron sobre
grandes lascas, más propios del Achelense africano, aunque también los hay en Europa y Asia. Se trata
de una lasca ancha y espesa tallada de tal forma que consigue un filo cortante en la extremidad distal
sin estar retocada. La mayoría de los hendedores presenta el filo roto, lo que demuestra su fragilidad
como útil. Se utilizó a modo de gran cuchillo para cortar partes blandas de las presas. Su forma y
utilidad evolucionó muy poco desde sus inicios en el Olduvayense Final hasta el Achelense Final.
La bola, como tercer útil más característico del Achelense, es un poliedro tallado y golpeado hasta
conseguir una esfera pétrea casi perfecta. No se conoce exactamente su empleo, aunque se ha
especulado con la posibilidad de que fueran utilizados como las boleadoras argentinas, salvando el
tamaño, aunque su abundante presencia en los yacimientos significa que tuvo una determinada
función en la vida doméstica.

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Junto a estas características herramientas también aparecen pequeños útiles tallados sobre lascas,
como raederas, perforadores y cuchillos. Los yacimientos más significativos de este periodo son Garba
XII (900.000 años) y Gambore II en Melka Kunturé.

6. EL PALEOLÍTICO INFERIRO EN ASIA

6.1. El Próximo y Medio Oriente

El Próximo y Medio Oriente representan desde el punto de vista del Paleolítico una zona de la que
se tienen desiguales conocimientos. La fachada levantina es la que proporciona una mejor y más
completa información.
No se conocen restos paleolíticos arcaicos en la región, y parece que el H. erectus fue el primer
homínido que llegó a Asia. Dentro del complejo de las industrias achelenses se han diferenciado una
facies costera representada en Sitt Markho (Israel) y una facies graben presente en Ubeidiya (Israel)
en el valle del río Jordán, ligeramente más antigua. En esta fase más inicial, el utillaje está compuesto
sobre todo por chopping tools, útiles sobre lasca y bifaces de gran tamaño y filos sinuosos. En el interior
de cada tipo los caracteres en la selección de una determinada materia prima para la talla de un grupo
de útiles, demuestra la perduración de una tradición basada en fuertes estereotipos. En Sitt Markho,
el Achelense es ligeramente más reciente, y a pesar de la escasez del reparto industrial se diferencia
del anterior por la presencia de grandes lascas con plano de percusión lateral y bifaces anchos de tipo
hendedor.
Durante el Achelense Medio (entre 850.000 y 450.000 años), los yacimientos son menos escasos y
más ricos en las zonas costeras en detrimento de las mesetas interiores. Este periodo presenta una
clara mejora de las técnicas de talla y un significativo aumento de los productos realizados con la
técnica levallois. La facies graben está presente en los valles de Litani y el Orontes, donde la formación
de Lantamné ha proporcionado numerosos yacimientos con series industriales importantes asociadas
a restos faunísticos y suelos de habitación. Los choppers apenas están presentes, destacando los útiles
sobre lasca, los bifaces ovales o lanceolados y algunos triedros y hendedores. La facies costera presenta
unas características parecidas, diferenciándose los bifaces que son más cortos y de formas
redondeadas. También hay una amplia presencia de productos de talla que usan la técnica levallois,
algunos quemados, lo que implica la utilización del fuego.
Con el Achelense reciente se producen nuevos cambios, ocupándose prácticamente todo el
territorio, no solo la costa y los valles fluviales, sino también las llanuras desérticas del interior. Las
industrias se diferencian por un auge de la talla levallois. Los bifaces se retocan en todo su contorno y
en ambas caras, siendo de menor tamaño, con los bordes simétricos y los filos regularizados. Estas
industrias están muy repartidas más o menos por los mismos lugares antes mencionados, añadiéndose
unas facies que se podrían denominar Achelense de los Oueds del desierto. Al lado de estas industrias
en las que los bifaces juegan un papel determinante, existen otras en las que estas piezas son muy
raras, siendo sustituidas por lascas sin preparación que recuerdan al Tayaciense europeo.
Por último, se ha diferenciado un Achelense reciente evolucionado que marca el final de este
episodio con una reducción significativa del tamaño de las industrias donde los bifaces apenas alcanzan
los 10 cm de longitud.

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6.2. El subcontinente indio

El Paleolítico indio posee una evolución cultural similar a la de Europa, con las tres subdivisiones
clásicas, aunque su cronología por el momento no es muy fiable. Las diferentes denominaciones
regionales, así como la ausencia de secuencias cronoestratigráficas actualizadas, dificultan el
establecimiento de una correcta periodización.
En esta área geográfica, la principal cultura se engloba bajo el término Soaniense y se definió a partir
de terrazas fluvio – glaciares de las regiones sub – himalayas y en concreto del Punjab. Así, existe un
Presoaniense con una cronología aproximada del Mindel, con un complejo a base de lascas muy
rodadas, probablemente de carácter natural sin una acción antrópica evidente.
El Soaniense antiguo, localizado en la terraza más alta, ocurre a la par que el interglaciar Mindel –
Riss, y se caracteriza por los cantos trabajados choppers y chopping tools, núcleos y grandes lascas.
Dentro del Soaniense reciente, con una cronología del Riss y Riss – Würm, se han diferenciado dos
estadios: en el primer estadio, los cantos trabajados son mucho menos abundantes, aumentando
significativamente los núcleos de tipo musteriense y Levallois; en el segundo estadio desaparecen los
cantos trabajados, y predominan los núcleos Levallois junto con lascas y hojas Levallois retocadas.
En la India peninsular, los bifaces poseen una amplia distribución cuya cronología y adscripción a
una facies cultural concreta se ha realizado fundamentalmente por el grado de patinación y por su
forma. Así, los bifaces muy patinados y de tipo abbevilliense se encuadrarían en un Achelense antiguo,
mientras que el resto de tipos, mucho menos patinados y rodados, corresponderían al Achelense
reciente. Junto a los bifaces aparecen generalmente unos hendedores que recuerdan bastante los
hallados en el África central.

6.3. El sudeste asiático

El descenso del nivel marino como consecuencia de las grandes glaciaciones pleistocenas
transformó el marco geográfico del sureste asiático de manera considerable. Algo más de dos millones
de kilómetros cuadrados de tierras emergidas unían las islas de Bali, Sumatra, Borneo y Palawan a la
península de Indochina, formando el subcontinente Sunda. Esto permitió a nuestros antepasados
llegar a Java a pie. El primer resto hallado corresponde a un H. erectus, de hace entre 900.000 y 700.000
años.
Hasta el momento no se ha encontrado ninguna asociación con industrias, lo que provoca una cierta
incertidumbre cronológica, entre otras razones por la escasez de yacimientos con secuencias
estratigráficas completas, y también por la nula evolución industrial casi siempre compuesta por
cantos trabajados y lascas atípicas. Algunos autores han intentado explicar esta situación basándose
en la existencia del bambú, cuyas características permite la confección de útiles eficaces, pero que no
han llegado hasta nuestros días.
Los complejos industriales del Pleistoceno Inferior de esta zona poseen una gran complejidad en
cuanto a su denominación, ya que en cada área se las reconoce con el nombre local: el Padjitaniense,
el Cabalwiense o el Tampaniense. Todos ellos poseen unas características industriales más o menos
similares dependiendo de la materia prima utilizada. Se trata de choppers, chopping tools,
protobifaces y numerosas lascas más o menos retocadas que podrían tener una cronología entre
900.000 y 600.000 años, aunque algunas podrían ser mucho más recientes.

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6.4. El Paleolítico Inferior en China

La Prehistoria del H. erectus en China está perfectamente atestiguada desde que se encontraron en
1929 los restos del Sinanthropus pekinensis en la cueva de Chu – Ku – Tien (Pekín), con una antigüedad
aproximada de 500.000 años. Posteriormente se han encontrado otros restos como el cráneo de
Lantian (entre 700.000 y 600.000 años), la mandíbula de Chenjiawo (500.000 años) o la caja craneana
de Gongwangling (800.000 años), que muestran una mayor antigüedad para los restos del H. erectus
en esta zona, siendo anatómicamente más parecidos a los pitecántropos de Java que al sinantropo de
Chu – Ku – Tien.
Sin embargo, el yacimiento de Chu – Ku – Tien es el más importante para el conocimiento del
Paleolítico chino, abarcando un total de 15 estaciones, de las cuales cinco han proporcionado vestigios
de presencia humana. En la número 1, la más importante por la abundancia de fauna, industria y restos
humanos, se han encontrado un total de 13 niveles de ocupación esporádica sobre una potencia de 40
metros, que abarcan unos 200.000 años. La existencia de niveles cenicientos y sobre todo de hogares
indican que el sinantropo utilizaba el fuego. El utillaje está compuesto por numerosas lascas de aspecto
clactoniense, algunos choppers y chopping tools, así como bolas y piezas con retoque bifaciales. La
materia prima utilizada para los útiles sobre lasca es fundamentalmente el cuarzo, mientras que para
los cantos trabajados se empleó un gres de grano muy fino. Algunos útiles fueron también tallados
sobre sílex y cristal de roca. No se aprecia una evolución industrial clara a lo largo de la secuencia
estratigráfica.

6.5. El Paleolítico Inferior en Japón

La llegada del primer hombre a Japón es imprecisa, pudiendo ser muy antigua ya que durante las
regresiones marinas de tiempos glaciares el archipiélago nipón estaba unido al continente asiático.
En los años 80 del siglo XX se inició el estudio sistemático de una serie de yacimientos al norte de
Honshu, que proporcionaron en los niveles inferiores una gran abundancia de lascas realizadas en
jaspe y calcedonia de formas atípicas, pero con los bordes retocados. Su cronología permite pensar
que el primer poblamiento del sur de Japón tuvo que ser antes del 150.000 a.C.
El utillaje de este Paleolítico antiguo está compuesto principalmente por cantos trabajados:
choppers y chopping tools, lascas y algunos bifaces bien tallados. En el yacimiento de Gongenyama se
encontró un bifaz típicamente achelense y algunas lascas de clara tecnología levallois.
La perduración de este primer estadio cultural hasta hace 20.000 años aproximadamente da paso
a un Paleolítico reciente de corta duración, que hacia el 10.000 a.C. hace su aparición la cultura Jomon
con elementos cerámicos.

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