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LA VOLUNTAD REVOLUCIONARIA.
SOBRE LAS MEMORIAS DE JOSÉ VASCONCELOS
Horacio Legrás
Universidad de California, Irvine
Cálculo
NOTAS:
1. Todas las citas de las memorias remiten a Obras Completas.
2. En el Ulises Criollo, Vasconcelos contrasta el dinamismo de las clases en la
escuela de Eagle Pass donde “cada clase era una fiesta” (327) con la
somnoliencia de caían presa los alumnos del lado mexicano. Mientras tanto
en La tormenta inscribirá un elogio casi desmesurado –e incluso atípico dada
la hondura de su anti—norteamericanismo— del estilo civilizatorio de los
Estados Unidos: “Duele California porque es pérdida de consideración, una
de las mejores comarcas del mundo; y es pérdida irreparable, porque ya está
LA VOLUNTAD REVOLUCIONARIA. LAS MEMORIAS DE VASCONCELOS 75
poblada, civilizada por una raza que la ha hecho suya, por derecho superior al
de la conquista: el derecho que da el buen uso de un tesoro […]” (1125).
3. En El desastre, Vasconcelos desestima la política indigenista diciendo que un
sistema de reservaciones sería ridículo ya que en México nadie puede
“distinguir al indio del que no lo es” (1227) El sistema de reservaciones en
México sería ridículo porque no quedaría nadie fuera de ellas –argumenta
Vasconcelos. En lugar de una política identitaria hacia el indígena (cuya
inferioridad cultural es para Vasconcelos indiscutible) propone la integración a
la gran familia mexicana. Sin intentar simplificar la compleja relación de
Vasconcelos con el indigenismo, puede verse aquí el intento de hacer pesar
el modelo cultural arielista por sobre el positivismo racial anglosajón y, en el
mismo movimiento intentar subsumir la diferencia indígena en la política
arielista de la confrontación definitiva entre las razas latinas y anglosajonas.
4. El texto aparece incluido en La tormenta, en el apartado “La convención de
Aguascalientes”.
5. Dice Vasconcelos: “Emprendimos la lectura comentada de Kant. No logramos
pasar de la Crítica de la razón pura, pero leímos ésta párrafo a párrafo dete-
niéndonos a veces en un renglón” (541). También hay una referencia a la pre-
dilección de Vasconcelos por Kant y la ética en Curiel (56).
6. Me refiero particularmente a la parte II de Perpetual Peace.
7. Al salir de Durango, el narrador adulto de 1935 le hace decir al niño de mil
ochocientos noventa y tantos: “Nunca olvidaremos la primera ciudad que
regaló nuestra apetencia de hermosura. Otras muchas he visto después [...]
pero ninguna igualó a aquella primera lección de belleza obtenida en
Durango” (336).
OBRAS CITADAS:
Agamben, Giorgio. The Man Without Content. Stanford: Stanford University Press,
1999.
Bhabha, Homi. “DissemiNation. Time, Narrative and the Margins of the Modern
Nation”. Nation and Narration. Homi Bhabha, ed. London: Routledge, 1990.
Curiel, Fernando. La revuelta: Interpretación del Ateneo de la Juventud (1906—
1929). México, UNAM, 1998.
Derrida, Jacques. Force of Law: The Mystical Foundation of Authority. En Decons-
truction and the Possibility of Justice. Ed. Cornell, D.G. Carlson. New York:
Routledge. 1992.
Hegel, George. W. Philosophy of Right. Trad. Albert Knox. Oxford: Clarendon Pre-
ss, 1942.
Henríquez Ureña, Pedro. “La obra de José Enrique Rodó”. Conferencias del Ate-
neo de la Juventud. Ed. José Hernández Luna. México: Universidad Autónoma
de México, 1984. 57—81.
Kant, Emmanuel. Critique of Judgment. Trad. W.S. Pluhar. Indianapolis: Hacket
Pub.Co, 1987.
---. Perpetual Peace and Other Essays. Trad. Ted Humphrey. Indianapolis: Hackett
Publishing Compnay, 1992.
Kouvelakis, Stathis, Philosophy and Revolution. Londres: Verso, 2005.
Marentes, Luis A. José Vasconcelos and the Writing of the Mexican Revolution.
New York: Twayne Publishers, 2000.
76 HORACIO LEGRÁS
1
Todas l as cit as de las memori as remit en a Obras Compl etas .
2
En el Ulises Criollo, Vascon celos contrasta el dinamismo de l as clases en la escu ela de Eagl e P ass don de “cada cl ase era una fiest a” (327 ) con la somnolien cia de caí an presa los alumnos del lado mexicano. Mientras tanto en L a tormenta inscribirá un elogio casi
desmesurado –e incluso atípi co dada la hon dura de su anti—nort eameri canismo— del estilo civiliz atorio de los Est ados Unidos: “Duel e California porqu e es pérdi da de consideración, una de las mejores comarcas del mundo; y es pérdida irreparabl e, porqu e ya est á
poblada, civilizada por un a raz a que la ha h echo suya, por derecho superior al de l a conquist a: el derecho que da el buen uso de un tesoro […]” (1125).
3
En El desast re, Vascon celos desestima la política indigenist a di cien do qu e un sistema de reservacion es serí a ridículo ya qu e en México n adi e pu ede “distinguir al indio del que no lo es” (1227) El sist ema de reservaciones en México sería ridí culo porque n o quedaría
nadi e fuera de ellas –argu menta Vascon celos. En lugar de un a política identitaria h acia el indígena (cuya inferiori dad cultural es para Vascon celos indiscutible) propon e l a int egración a l a gran f amilia mexican a. Sin intent ar simplificar la complej a relación de
Vascon celos con el indigenismo, pu ede verse aquí el intento de h acer pesar el modelo cultural ari elista por sobre el positivismo racial anglosajón y, en el mismo movimient o intent ar subsu mir la diferenci a indígena en l a política arielist a de l a confront ación definitiva
entre las raz as l atinas y an glosajon as.
4
El t exto aparece in cluido en L a tormenta, en el apart ado “L a conven ción de Agu ascali entes”.
5
Dice Vascon celos: “Empren dimos la lectura comentada de Kant. No logramos pasar de la Crítica de la raz ón pura, pero leímos ést a párrafo a párrafo deteni éndonos a veces en un ren glón” (541). Tambi én hay una referenci a a la predil ección de Vasconcelos por Kant y
la ética en Cu riel (56).
6
Me refiero parti cularmente a la part e II de P erpetual Peace.
7
Al salir de Durango, el n arrador adulto de 1935 le h ace decir al niño de mil ochocientos noventa y tant os: “Nunca olvidaremos l a pri mera ciudad qu e regaló nu estra apet enci a de h ermosura. Otras mu chas he visto después [...] pero ningun a igualó a aqu ella primera
lección de bellez a obt enida en Durango” (336).