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Civilisation espagnole LJA3U4


Oraux janvier 2022

Texto 1: Los principios de la Reconquista

En la era de sietecientos cincuenta y seis, cuando andaba el año de la Encarnacion en


sietecientos diez y ocho, Pelayo acogiose a las Asturias con grand corage, pensando como
podria librar la cristiandad, ca fiaba en Dios que lo podria aun fazer. Cuenta don Lucas
de
Thuy que se levanto un alborozo muy grand por toda aquella tierra ya que don Pelayo queria
matar a todos los moros con los cristianos que fincaran en la montaña. El jefe moro, Munuça,
(…) envio dezir a Tarif que Pelayo se le alzara en la tierra descubiertamente. Tarif, con la grand
saña que ende uvo, envio cien caualleros que le prisiesen y se le llevasen a Cordoba en fierros.
Los moros luego que llegaron a Asturias, quisieran prenderle alevosamente, mas sopolo el luego
por un su amigo que se lo fue a decir y le aconsejo que pues que non tenia armas nin podria con
que se les pudiese defender que se fuese su via. E don Pelayo era entonces en una aldea a que
dizen Breta. E acogiose a un cauallo y metiose a nado en el rio a que dizen Piunia y pasose de
la otra parte y alzose en un monte. Los moros que venian en pos de el cuando llegaron al rio y
le vieron ir grand y lleno, no le osaron pasarle.

Despues desto vinose don Pelayo por un valle a que dizen Cangas. E en aquel valle fallo el
muchos omnes que con el grant miedo que avian ivan a mandamiento de los moros. Et el por
su fuerza y por el gran atrevimiento esforzolos dandoles buena esperanza de la ayuda de Dios
e diziendoles amigos pero que Dios fiere y quebranta los sus fijos por sus pecados no quiere
por eso olvidarlos para siempre de se non doler de ellos. Los omnes metieron mientes en la su
buena razon y en las sus santas palabras y fueron perdiendo ya que mas el miedo y cobraron
corazon y lealtad y allegaronse a el y fueron con el al monte que dizen de Aseba. Don Pelayo
envio entonces sus mandaderos y sus buenos amonestamientos a todos los asturianos y
despertolos y sacolos de la cobardia en que estavan asi como si los levantase de un grave sueño.
Et de todas las partes de Asturias venian corriendo para el asi como si el fuese algun mandadero
de Dios.

Alfonso X (1252-84)
Estoria de España
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Texto 2: Segunda Partida, título I, ley V: el papel del rey

Vicarios de Dios son los Reyes cada uno en su rreyno puestos sobre las gentes para
mantenerlas en justiçia e en verdad quanto en lo temporal, bien asy commo el emperador en su
imperio. Esto se muestra conplidamente en dos maneras: la primera dellas es espiritual segunt lo
mostraron los profectas e los sanctos, a quien dio nuestro Sennor graçia de saber las cosas
çiertamente e de fazerlas entender; la otra es segunt natura, asy commo mostraron los omnes sabios
que fueron commo conosçedores de las cosas naturalmente: e los sanctos dixeron que el Rey es
sennor puesto en la tierra en lugar de Dios para conplir la justiçia e dar a cada uno su derecho, e
por ende lo llamaron coraçon e alma del pueblo; ca asy commo el alma yaze en el coraçon del
omne, e por ella bive el cuerpo e se mantiene, asy en el Rey yaze la justiçia, que es vida e
mantenimiento del pueblo de su sennorio. E bien otrosy commo el coraçon es uno, e por el rreçiben
todos los otros mienbros de unidat para seer un cuerpo, bien asy todos los del rreyno, maguer sean
muchos, porque el Rey es e deve seer uno, por eso deven otrosy todos ser unos con el para servirle
e ayudarle en las cosas que el a de fazer. E naturalmente dixieron los sabios que el Rey es cabeça
del rreyno; ca asy commo de la cabeça naçen los sentidos por que se mandan todos los mienbros
del cuerpo, bien asy por el mandamiento que naçe del Rey, que es sennor e cabeça de todos los
del rreyno, se deven mandar, e guiar e aver un acuerdo con el para obedesçerle, e anparar, e guardar
e enderesçar el rreyno onde el es alma e cabeça, e ellos los mienbros.

Las Siete Partidas de Alfonso X (1252-84)


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Texto 3
La Reconquista bajo los Trastámara : la acción de Fernando de Antequera (1410)

E después que el noble e virtuoso rey don Enrique III fue muerto, el infante don Ferrnando, con
todos los otros señores assí prelados commo caualleros que estauan en Toledo, al tiempo que
el rey don Enrrique murió, alçaron por rey e señor de los regnos de Castilla e de Leon [fol. 44r]
al prinçipe don Juan, su fijo, año del señor de mjll e quatro çientos e ssiete años. E regnó
cuarenta e siete años, el qual non avía mas de su hedat de veynte e dos meses. Entonçes besó la
mano el ynfante don Ferrnando su tio e lo resçibió por rey e señor. E assí mismo fizieron todos
los otros sseñores e caualleros que y estauan ayuntados. E fueron sus tutores el infante don
Ferrnando su tío, que era muy discreto e virtuoso sseñor, e la reyna doña Catalina su madre, ca
así lo avía mandado por su testamento el rey don Enrique que la reyna e el infante fuessen sus
tutores. E assí mismo mandó a este infante don Ferrnando su hermano que fiziesse guerra a
moros, para lo qual el dicho rey don Enrrique dexó grandes thesoros que él avía allegado con
gran voluntad que tenía de fazer guerra a moros e aun ya la avía començado bien avía más de
un año ante que muriese e enviara por frontero a Pero Manrrique adelantado de León, el qual
ovíera una pelea con los moros a par de Quesada e fueron muertos muchos caualleros de los
que el dicho adelantado llevara consigo. E fue poco menos que vençido. E por esto, este infante
don Fernando sacó las huestes del rey don Juan su sobrino e fue sobre Setenjl. E después se fue
echar sobre Antequera e tóvola çercada grant tiempo faziendo la combatir con lombardas e
engeños e con otros pertrechos. E estando assí sobre Antequera vino el rey de Granada a la
socorrer. E el infante don Fernando quando lo supo, salió del real con sus hazes contra él e así
mismo fizieron los moros, en manera que la batalla fue ayuntada por ambas las partes en la
Cabeça del Asna. E plogo a nuestro señor Ieshu Cristo por su santisima misericordia que los
moros fueron vençidos e arrancados del canpo e muertos e cautivos muchos dellos.

Pablo de Santa María (1350-1435), Suma de las Crónicas de España


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Texte 4: Santiago Matamoros

Et los cristianos faziendo sus oraciones, adurmiose el rey don Ramiro et appareciole
entonces en suennos el apóstol sant Yague et dixole : “sepas que Nuestro Señor Jhesus Cristo
partio a todos los otros apostoles mios hermanos et a mi todas las otras provincias de la tierra,
et a mi solo dio a Espanna que la guardesse et la amparesse de manos de los enemigos de la fe”.
Pues el apóstol allegose mas a él, et tomole la mano et apretogela et dixole de cabo : “rey
Ramiro, esfuerça en tu coraçon, et sey bien firme et fuerte en tus fechos, ca yo so Yague, el
apóstol de Jhesu Cristo et vengo a ti por ayudarte contra estos tus enemigos. […] Et sepas por
verdad que tu vençeras cras en la mañana con el ayuda de Dios a todos estos moros que te agora
te tienen cercado. Et por que non dudes nada en esto que te yo digo que me verás cras andar en
la lid en un caballo blanco con una senna blanca, et grant espada reluciente en la mano”. […]
El rey don Ramiro despertó luego que el apóstol se tiró delante e hizo luego llamar a los
obispos y a los abades y a todos los altos hombres de su hueste et dixoles aquella visión que
viera. Ellos cuando lo oyeron, dieron gracias a Dios et alabaron el su nombre, et fizieron todo
lo al assi como les era mandado del apostol, et fueron luego entrar en la fazienda et lidiar con
los moros. Otrossi el apostol sant Yague fue y luego con ellos, assi como les el prometiera, et
esforçabalos a la batalla, et firie el mismo muy de rezio en los moros, assi como a ellos
semejaua. Los cristianos, cuando vieron a sant Yague, fueron muy esforçados, et fiando en el
ayuda de Dios et del apostol sant Yague, començaron de herir en los moros muy de rezio, dando
grandes voces et diciendo: «Dios, ayuda, et sant Yague!» Los moros fueron luego al ora
vençidos; et murieron y bien LXX veces mill dellos, assi como cuenta la estoria. Et los otros
que escaparon, huyeron todos los que pudieron huir [. . .] Et desde aquel dia adelante tuvieron
et tomaron los cristianos en uso de decir en las entradas de las haziendas et en los alcanços de
los moros sus enemigos mortales: «Dios, ayuda, et sant Yague».

Alfonso X, Primera crónica general


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Texto 5: Letra para la reyna Isabel la Católica (1482)


Muy alta y excelente y poderosa reyna e señora: pasados tantos trabajos e peligros como el rey
nuestro señor e vuestra alteza aveys avido, no se debe tener en poca [fol. 60v] estima la escritura
dellos, pues ninguna se lee do mayores ayan acaescido. E aun algunas historias ay que las
magnificaron con palabras los escritores mucho más que fueron las obras delos actores. E
vuestras cosas, muy excelente reyna e señora, no sé yo quién tanto las pueda sublimar, que no
aya mucho mas trabajado el obrador que puede dezir el escritor. Yo yré a vuestra alteza segun
me lo enbia a mandar e llebaré lo escrito fasta aqui para que lo mande examinar. Porque escrevir
tiempos de tanta injusticia convertidos por la gracia de Dios en tanta justicia, tanta inobediencia
en tanta obediencia, tanta corrupcion en tanta orden, yo confieso, señora, que ha menester mejor
cabeça que la mia para las poner en memoria perpetua, pues son della dignas. E sy vuestra
alteza manda poner diligencia en los edificios que se caen por tiempo e no fablan, quanto más
la debe mandar poner en vuestra historia, que ni cae ni calla. Muchos templos e edificios
fizieron algunos reyes e emperadores pasados, delos quales no queda piedra que veamos, pero
queda escritura que leemos.

Acá avemos oydo las nueuas de la guerra que mandays mover contra los moros. Ciertamente,
muy excellente reyna e señora, quien bien mirare las cosas del rey e vuestras, claro verá cómo
Dios os adereça la paz con quien la debes tener, e os despierta ala guerra que sois obligados.
Una de las cosas que los reyes comarcanos vos tienen envidia, es tener en vuestros confines
gente con quien no solo podeis tener guerra justa, mas guerra sancta, en que entendais e fagais
ejercer la cavalleria de vuestros reynos, que no piense vuestra alteza ser pequeño
proveymiento.(…) Mucho deseo saber cómo va a vuestra alteza con el latin que aprendeis. Digo
lo señora porque ay algun latin zahareño que no se deja tomar de los que tienen muchos
negocios. Aun que yo confio tanto en el ingenio de vuestra alteza, que si lo tomays entre manos,
por soberbio que sea, lo amansareis como aveys fecho otros lenguajes.

Hernando del Pulgar, Letras (finales del siglo XV)

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