Está en la página 1de 1

El currículo que se cambia a sí 

mismo
Por: Elisa Guerra, Global @TeacherPrize 2016 TOP 50 Finalist

Los currículos que he conocido están completamente secuenciados, son lineales y en su mayoría
fijos. Hay muy poco espacio, si es que hay alguno, para tomar emocionantes desvíos hacia los
intereses del estudiante.

Mi plan de estudios se basaría en “proyectos de pasión” dirigidos a adquirir conocimientos y


habilidades, pero también a descubrir cualquier cosa que dispare el corazón de un alumno.
Iluminar la mente iría de la mano con acariciar el espíritu. Cada niño o adolescente tendría la
libertad y la responsabilidad de elegir su propio camino educativo. Los proyectos de pasión les
darían los fundamentos, desde el lenguaje hasta las matemáticas, pasando por las artes y las
ciencias, y los incitaría a venir por más. En vez de una escalera lineal, veríamos una red
caprichosa con muchas líneas, diferentes para cada estudiante o, por lo menos, para cada
grupo, guiados por el docente. Todo comenzaría en el centro, el núcleo de la telaraña, y avanzaría
hacia fuera en muchas direcciones, incluso tomando giros y dando saltos.

El currículo serviría para acomodar la diversidad de los intereses de los estudiantes. Cuatro
elementos básicos guiarían el flujo, pero no deberían confundirse con “materias”: Tecnología,
Ciudadanía Global, Habilidades del Pensamiento y Lectura.

La tecnología sería la plataforma, el cohete que hace despegar al contenido. No sería el profesor
ni el contenido mismo. La tecnología – incluso la gran tecnología – no reemplazará a los maestros,
buenos o malos. Pero sin duda cambiará la forma en que enseñamos. La tecnología daría al
currículo la habilidad de actualizarse con facilidad y transformase para cada niño. Además,
pondría a disposición de maestros y alumnos el enorme acervo de recursos en el ciberespacio,
orientándolos hacia el contenido pertinente y relevante de acuerdo a sus intereses. El currículo
también daría la pauta para que los mismos estudiantes y maestros desarrollaran contenidos
paralelos y los integraran a esta gran nebulosa, contribuyendo con su granito de “polvo cósmico”.

La ciudadanía global es una necesidad para guiar a nuestros estudiantes por los vericuetos de la
sociedad hiperconectada y multiexigente en la que ya estamos inmersos. La tolerancia religiosa, la
igualdad de género, la inclusión, el respeto a la diversidad, el uso responsable de nuestros
recursos y sí, el conocimiento y atención de los problemas más apremiantes del mundo -tanto
globales como locales- son mucho más importantes que, digamos, memorizar la fecha en la que
Colón llegó a América (un dato que muy fácilmente nos puede dar el Dr. Google).

Las habilidades de pensamiento crítico. El conocimiento sigue siendo extremadamente


importante – pero junto con él, la capacidad de diferenciar lo veraz de lo inexacto. No necesitamos
saberlo todo, pero debemos saber dónde y cómo encontrar la información fiable que requerimos –
y qué hacer con ella.

Formar lectores de por vida: Mañana, los niños tendrán que reinventarse constantemente para
mantenerse al día con los desafíos de esta cuarta revolución industrial. Por ello, hay una gran
demanda de autodidactas. Si queremos personas que aprendan de por vida, necesitamos lectores
de por vida. Nuestros sistemas escolares han tenido cierto éxito en el desarrollo de personas que
pueden leer, pero no en desarrollar lectores. Hay algo completamente equivocado en esto – y
necesitamos encontrar soluciones ahora.

¿Es este supuesto currículo una utopía? Bien podría serlo. Pero bueno, yo sólo soy una maestra.

Opine querida(o) lector(a)

También podría gustarte