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El dispositivo de esta imagen es una cámara de deposición química por vapor. El plasma de color violeta es un gas
muy caliente que contiene las partículas que se van a depositar para consolidar el material que se está fabricando.
Dos de las características que explican por qué el grafeno ha generado tanta
expectación son su extrema dureza y alta flexibilidad. Por esta razón es
sorprendente que los científicos involucrados en el análisis del borofeno
hayan confirmado que este material es aún más flexible y duro que el
grafeno, que, a su vez, tiene una dureza superior a la del diamante. El
grupo de investigación responsable de uno de los informes dedicados al
borofeno más exhaustivos de cuantos se han publicado hasta ahora está
integrado por físicos de las universidades de Xiamen (China), Singapur y
Malasia, y en él explican que este material no sobresale solo por su extrema
dureza y enorme flexibilidad.
Según los físicos que firman el trabajo dedicado al borofeno del que os he
hablado unos párrafos más arriba, su ligereza, alta conductividad y elevada
capacidad de transporte de iones lo colocan como un candidato ideal
para fabricar los electrodos de las baterías de iones de litio, sodio,
potasio, magnesio o aluminio que utilizamos actualmente. Un apunte breve
antes de seguir adelante: un ion es un átomo o molécula que no es
eléctricamente neutro y que, por tanto, tiene carga eléctrica positiva o
negativa.
Por otra parte, para entender un poco mejor el posible papel del borofeno en
las baterías nos viene bien repasar qué es un electrodo. El cátodo y el
ánodo son los electrodos de las baterías, y esto significa, sencillamente, que
son conductores eléctricos que están en contacto con un elemento no
metálico de un circuito. En el caso de las baterías ese elemento no metálico
es el electrolito, que podemos definirlo como una sustancia que contiene
iones, y que, por esta razón, actúa como un conductor eléctrico.
Esta imagen muestra la estructura de tres cristales experimentales de borofeno que tienen una distribución diferente
de los átomos de boro y sus huecos.
Por otro lado, como anticipé unos párrafos más arriba, la peculiar estructura
cristalina que conforman los átomos de boro confiere al borofeno la
capacidad de transformarse en un superconductor. Precisamente, los
huecos que quedan entre algunos de esos átomos debido a que una parte de
ellos no establece enlaces con otros seis átomos de boro son en gran medida
los responsables de que la superconductividad del borofeno sea factible.
Gracias a esta propiedad es probable que este material pueda ser utilizado
para fabricar los imanes superconductores que usamos, por ejemplo, en las
máquinas de resonancia magnética nuclear de los hospitales, en los trenes
que se desplazan mediante levitación magnética y en los aceleradores de
partículas.
Y, por supuesto, no podemos pasar por alto las posibilidades que ponen
encima de la mesa las propiedades mecánicas del borofeno,
especialmente su dureza, ligereza y flexibilidad. Gracias a ellas podrá
ser empleado como alternativa al grafeno por algunas de las industrias que
tenían puesto su foco en este último material. Es probable que, si los
científicos consiguen superar los dos retos de los que vamos a hablar en la
siguiente sección del artículo, el borofeno se pueda usar en la fabricación de
blindajes y chasis para todo tipo de vehículos, como coches, aviones o
barcos.
Los cristales de boro como los que aparecen en esta fotografía son la materia prima utilizada para producir
borofeno mediante deposición química por vapor.
Estos son los retos que tiene por delante el borofeno para no
ser solo una promesa
A lo largo de este artículo hemos visto que los científicos conocen con
mucho detalle las propiedades del borofeno, y esto ha provocado que sus
posibles aplicaciones comiencen a aparecer en el horizonte. Sin embargo,
para que este material tenga un impacto directo en nuestras vidas los físicos,
los químicos y los ingenieros de materiales tendrán que resolver dos
desafíos que actualmente tienen una envergadura tal que intimida.