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El 2021 se está acabando y aún no hay cifras actualizadas sobre los índices de
deforestación en el país, a pesar de que debían actualizarse en 2020 según un plan del
Ministerio de Ambiente. El Chocó ecuatoriano —un área prioritaria de conservación mundial—
está abandonado, según indican los expertos, y la construcción de carreteras y la explotación
de balsa continúan deforestando la Amazonía. Si los bosques se siguen perdiendo, las
consecuencias serán devastadoras.
El Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) —que adoptó este nuevo
nombre cuando llegó el nuevo gobierno— no tiene datos actualizados de la deforestación en
Ecuador. El Código Orgánico del Ambiente dice que el Estado debe tener cifras sobre la
biodiversidad y el ambiente y deben “ser actualizadas permanentemente”, pero no especifica
cada cuánto. Otro documento que menciona la necesidad de contar con cifras actualizadas es
el Plan de Acción REDD+ de dicho Ministerio. Este plan dice que se debe reportar sobre la
deforestación en Ecuador “cada dos años”. Sin embargo, el último reporte del MAATE es de
2018 y aún no hay un nuevo informe. La información de 2018 indicaba que cada año se
pierde en promedio 94 353 hectáreas de bosque en el país, una superficie que, de
acuerdo con la FAO, es bastante grande para un país pequeño como Ecuador en
comparación con otros países de la región que tienen mayor territorio.
Mora asegura que en 2021 ha avanzado la construcción de una carretera en el bloque 43 del
Yasuní que serviría para conectar varias plataformas petroleras de la empresa estatal
Petroecuador y esto preocupa no solo por la deforestación sino porque está acercándose a la
Zona Intangible donde están los pueblos indígenas en aislamiento.
Otro problema que causa “bastante preocupación”, dice Mora, es la explotación de la madera
de balsa pues el monitoreo y el control forestal se ha debilitado en los últimos años. Como no
hay control, explica el experto, “ni siquiera sabemos cuántos metros cúbicos han salido de la
Amazonía”. Asume que son muchísimos porque en los últimos dos años que ha estado
trabajando en las afueras del Yasuní, “todos los días se ven camiones llenos de balsa”.
El año pasado, solo entre enero y julio, se decomisaron 3176 metros cúbicos de esta madera.
Entre enero y octubre de 2021, según información entregada por el MAATE a través de correo
electrónico, se decomisaron 887,47 metros cúbicos de balsa. Sin embargo, Diego Mora cree
que no todo lo que sale del Yasuní es decomisado y que eso es bastante preocupante.
Este 2021, el Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio) publicó un libro que mostraba una
cifra estimada de la deforestación en el Ecuador en los últimos 28 años: más de 2 millones
de hectáreas de bosque tropical. La zona más afectada, según el estudio, es el
noroccidente, donde ahora queda solo un 27 % del bosque que inicialmente había. Gran parte
de esta región pertenece al Chocó biogeográfico el cual, según Mora, “se volvió tierra de
nadie” porque no hay control sobre lo que ocurre en este hotspot biológico y no se sabe a
ciencia cierta en qué estado de conservación se encuentra.
La propuesta, explica Cristina Cely, directora de One Health Ecuador —una organización
ecologista de incidencia legislativa, investigación y elaboración de políticas alrededor de la
conservación ambiental— nació después de que 26 toneladas de aletas de tiburón
provenientes de Ecuador fueran incautadas en Hong Kong en mayo de 2020. Se estima que
las aletas correspondían a cerca de 38 500 tiburones amenazados de extinción. Según el
abogado de la empresa FishChoez & Villegas S.A, responsable de la exportación de las
aletas, ellos declararon el cargamento como “pesca incidental”. Sin embargo, expertos como
Cely, se preguntan “por qué si era incidental, no tenía los papeles en orden”.
En Ecuador, la captura dirigida de tiburones está prohibida y solo está permitida la pesca
incidental de tiburón que, por ley, no puede superar el 30 % del total de la pesca de una
embarcación. El problema, según Cely, es que esto nunca se cumple y por eso se había
propuesto la moratoria en la Asamblea Nacional.
Tiburones desembarcados en
Manta, Ecuador. Archivo
particular.
Al negarse la moratoria para la pesca incidental en el COA, “el Estado le quedó debiendo
mucho a los tiburones”, comenta Cely. En una comparecencia ante la Comisión de
Biodiversidad de la Asamblea, el Ministro de Ambiente, Gustavo Manrique, dijo que el
Ministerio que dirige apoyó la moratoria y que fueron ellos, los asambleístas, “los que la
retiraron del COA”. Sin embargo, para la directora de One Health Ecuador, el rechazo de la
moratoria no es solo culpa del legislativo porque “nunca hubo apoyo del Ejecutivo” para la
aprobación, por lo que existe una “complicidad estatal” para que la pesca de tiburón continúe.
Para Cristina Cely, una forma de regular la pesca incidental es a través del reglamento a
la Ley de Pesca que se aprobó en febrero de 2020. La Ley indicaba que el Ministerio de
Producción tenía un plazo de seis meses para presentar el reglamento de la ley después de
que esta entrara en vigencia —lo hizo en abril de 2020—, pero ya ha pasado más de un año y
medio y aún no hay reglamento.
El 2021 termina, además, sin ninguna resolución sobre el caso de las 26 toneladas de aletas
de tiburón incautadas en Hong Kong. Una investigación de Mongabay Latam reveló que la
Fiscalía General del Estado de Ecuador tiene, desde hace un año, los antecedentes que
apuntan a la empresa ecuatoriana FishChoez & Villegas S.A. y, en octubre, la Comisión de
Biodiversidad de la Asamblea dijo que enviaría un exhorto a la Fiscalía “para que proceda lo
más rápido posible con esta situación”. Pero hasta ahora no ha habido ninguna sentencia.
Solo hubo una multa del Ministerio de la Producción por un valor de 3870 dólares —el 0,3 %
del valor estimado de la carga de las aletas—.
Un informe presentado en junio por la Alianza de Derechos Humanos sobre la situación de las
personas defensoras de derechos humanos y de la naturaleza en Ecuador, indica que los
defensores “no tienen un entorno seguro”. La abogada Vivian Idrovo, integrante de la Alianza,
asegura que la situación para estas personas es grave y se necesitan “medidas de protección
cuando reciben amenazas y una política pública que asegure esta protección”.
En diciembre de 2019 se creó una mesa interinstitucional liderada por la Defensoría del
Pueblo para construir una política integral para la protección de las personas defensoras de
derechos humanos, colectivos y de la naturaleza. Pero, según Idrovo, ahora la mesa está
detenida y la construcción de la política pública, en el limbo.
La abogada Idrovo dice que ahora mismo está en la Asamblea Nacional una solicitud de
amnistía para varios defensores del ambiente. La solicitud argumenta que estas personas son
criminalizadas “en un contexto de incumplimiento de tratados internacionales de derechos
humanos” que le exigen al Estado que les dé espacios seguros para ejercer su derecho a
defender su territorio. Según Idrovo, la solicitud ya pasó del Consejo de Administración
Legislativa (CAL) hacia la Comisión de Justicia para que resuelva si se envía o no al Pleno
de la Asamblea Nacional.
La presidenta del
Pueblo Shuar Arutam,
durante una asamblea,
muestra banderines
que dejan la decisión
del pueblo clara. Foto:
Lluvia Comunicación
Además, el 2021 demostró que ahora no se criminaliza solo a los defensores ambientales.
Este problema puede alcanzar incluso a los abogados patrocinadores de los defensores. Por
ejemplo, Idrovo y otros abogados que acompañan a las comunidades afectadas por el
derrame de petróleo en el Río Coca en abril de 2020, están siendo investigados por la
Fiscalía por el presunto delito de instigación. La investigación en su contra se abrió a partir de
una denuncia del juez que llevó la sentencia de primera instancia sobre la acción de
protección por el derrame. Además de los abogados, la Fiscalía también investiga a Carlos
Jipa, presidente de la Federación de Comunas Unión de Nativos de la Amazonía Ecuatoriana
(Fcnuae).
Idrovo asegura que la investigación que se ha abierto contra ella y sus compañeros “no tiene
sentido”. La abogada cuenta que el juez basó su demanda en una publicación en Facebook
de una cuenta que no pertenecía a ninguno de los abogados o líderes de las comunidades.
Cree que el proceso contra ellos es infundado y no hay ninguna evidencia que pruebe que
han cometido algún delito.
Durante 2021 se conocieron varias sentencias a favor del medio ambiente. Sin embargo, el
que hayan sido favorables no significa que se estén cumpliendo ni que sean las más óptimas.
Una de las resoluciones más importantes fue la sentencia a favor de nueve niñas que pedían
que se apaguen los mecheros de los campos petroleros que llevan años afectando la salud
de decenas de comunidades en la provincia amazónica de Sucumbíos.
Aunque la sentencia falló a su favor, no es lo que las niñas y las comunidades afectadas
esperaban porque plantea plazos demasiado largos para que se eliminen los mecheros.
Vivian Idrovo, es la abogada de una de las niñas demandantes y dice que la sentencia es
insuficiente porque le da un plazo de hasta 10 años a las empresas para que eliminen los
mecheros, tiempo en el que, según dice, las afectaciones continuarán.
Otra decisión importante del año fue la victoria contra la minería en la consulta popular en la
ciudad de Cuenca, a inicios del 2021. Poco más del 80 % de la población votó a favor de
prohibir proyectos mineros en el cantón. Sin embargo, hasta ahora, el Ministerio de Ambiente,
Agua y Transición Ecológica no ha revisado el último informe sobre la delimitación de las
zonas de recarga hídrica de los ríos Tomebamba, Tarqui, Yanuncay, Machángara y Norcay
donde no podrá haber minería metálica. En otras palabras, las áreas de protección aún no
están definidas.
A pocos días de finalizar el año la Corte Constitucional emitió una sentencia a favor de la
naturaleza en el Bosque Protector Los Cedros y otra a favor del colectivo ambientalista
Yasunidos. Sobre el fallo de Los Cedros, la abogada Verónica Potes dice que el fallo es
histórico porque define cómo deben hacerse las consultas previas ambientales y eso ya
sienta un precedente para otros casos en el futuro.
El fallo a favor de Yasunidos, por otro lado, vuelve a abrir la posibilidad de hacer una consulta
popular sobre la explotación del Yasuní. La Corte encontró que hubo irregularidades en el
proceso del Consejo Nacional Electoral cuando revisó las firmas que había recolectado el
colectivo para solicitar la consulta siete años atrás. Ahora, tras el fallo de la Corte, los
Yasunidos esperan promover una nueva consulta popular para impedir la explotación
petrolera del polémico bloque 43 dentro del Parque Nacional Yasuní.
Este año, el pueblo Shuar Arutam, que habita el sureste de Ecuador, emprendió una intensa
lucha por evitar que la minería destruya su territorio. Más de 230 mil hectáreas (56 %) de su
territorio han sido concesionadas a algunas empresas mineras como Solaris Resources y
SolGold para explotar cobre, oro y molibdeno. Varias de esas concesiones ya están en etapa
de exploración pero los dirigentes indígenas aseguran que el pueblo nunca fue consultado
sobre las concesiones.
Para los pobladores indígenas el asunto va más allá y dicen que no quieren ser consultados
pues en su derecho a la autodeterminación ya han dicho que no aceptarán ningún proyecto
minero en su territorio. Josefina Tunki, presidenta del Pueblo Shuar Arutam (PSHA), dice que
“ya no necesitamos consultas ni resoluciones”. Según la lideresa, el gobierno “hace rato que
viola nuestros derechos y ya no lo vamos a permitir. Comenzaremos con acciones”.
Por otro lado, el nuevo gobierno de Guillermo Lasso arrancó en mayo con la promesa de una
transición ecológica, al punto que cambió el nombre del Ministerio de Ambiente para incluir
este concepto: Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE). Pero, poco
tiempo después, en julio, emitió el Decreto 95 para duplicar la producción petrolera y, en
agosto, el Decreto 151 que establece un Plan de Acción para el sector minero.
“Hay campos petroleros viejos que hay que hacerlos más productivos y campos nuevos
también. La frontera petrolera podría expandirse. Pero en eso hay que ser concreto, porque
duplicar la producción petrolera en cuatro años parece como un poema. A diciembre de este
año el Ministro de Energía tiene muy claro un desafío que cumplir: incrementar la producción
petrolera en aproximadamente un 8 % diario. Es decir, elevar cerca de 40 mil barriles diarios
más”, dijo Lasso en una entrevista con el portal 4pelagatos, en agosto de este año.
Por eso, en octubre de 2021, varias organizaciones indígenas presentaron una acción de
inconstitucionalidad contra el decreto 95, y esperan presentar otra contra el decreto 151. Con
esta acción buscan frenar la política extractiva del nuevo gobierno, aunque no se sabe
cuándo se tendrá una respuesta por parte de la Corte Constitucional.
A pesar de que el 2021 no ha sido el mejor año para el medio ambiente en Ecuador, en la
Conferencia de las Partes (COP26) realizada en Glasgow, Escocia, el gobierno ecuatoriano
asumió varios compromisos que apuntan a proteger y conservar los ecosistemas del país.
Uno de los anuncios más importantes fue la promesa de crear una nueva reserva marina en
Galápagos de 60 000 kilómetros cuadrados con un canje de deuda por naturaleza —cuando
una o varias organizaciones compran una parte de la deuda externa de un país a cambio de
un compromiso de conservación—. El canje, dijo el presidente Guillermo Lasso, permitirá que
haya recursos suficientes para asegurar la protección del área. El decreto ejecutivo que
creará oficialmente la reserva aún no ha sido firmado, pero se espera que suceda a finales de
diciembre o los primeros días de enero de 2022.
Expertos en conservación como Tarsicio Granizo, Director de WWF Ecuador, y Luis Súarez,
vicepresidente y director ejecutivo de Conservación Internacional Ecuador, aseguran que la
creación de la reserva es una excelente noticia.
Por otra parte, Cristina Cely, directora de One Health Ecuador, dice que no es el escenario
ideal porque en la mitad de la nueva reserva —30 000 km2— se seguirá permitiendo la
pesca. Sin embargo, “al menos se hizo algo y eso es lo que importa”. Granizo enfatiza que
ahora “tendremos que estar vigilantes de que el canje de deuda se haga con transparencia y
de que los recursos se usen de la manera adecuada”.
En la COP26, Ecuador también firmó otros acuerdos como la Declaración sobre los Bosques
y el Uso de la Tierra, el Compromiso Global del Metano y la Declaración de la Transición del
Carbón a la Energía Limpia. Además, al ser parte de la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre Cambio Climático, también tendrá que cumplir con los acuerdos generales que
se asumieron en consenso en el Pacto Climático de Glasgow, como lograr el cero carbono
neto hasta 2050, y eliminar progresivamente “los subsidios ineficientes a los combustibles
fósiles”. Este último tema es difícil en Ecuador pues la propuesta de eliminar los subsidios
causó un paro nacional en 2019.
Y aunque la firma de los acuerdos y declaraciones en Glasgow son una evidencia del
compromiso del país con el cuidado del medio ambiente y la lucha contra el cambio
climático, los expertos opinan que sin voluntad política, financiamiento y planes claros, los
acuerdos podrían quedar en papel como ya ha sucedido antes. “Sin planes y sin recursos no
se va a poder implementar nada”, dice Tarsicio Granizo. El próximo año será clave para que
el gobierno tome acciones y demuestre lo contrario.
MONGABAY LATAM: https://es.mongabay.com/2021/12/deudas-ambientales-de-ecuador-en-
2021/amp/?print