Está en la página 1de 19

",~

~.~.Ioo:
24 SALUD y BIENESTAR "]

r
Vul, E., Harris, C., Winkielman, P., y Plasher, H. (2009). Puzzlingly high correlations in fMRI
studies of emotion, personality, and social cognition. Perspectives on Psychological
Science, 4, 274-290.
Yuille, J.C. (1988). The systematic assessment of children's testimony. Canadian Psychology,
29,247-262.
Zirinsky, S. (Writer). (2002, Junio 14). "tt's all in your head" [Television series episodeJ 48
Hours. Nueva York: Columbia Broadcasting System.

CAPíTULO 2
PROCEDIMIENTOS Y TÉCNICAS PARA LA EVALUACiÓN
PSICOLÓGICA FORENSE

Dolores Seijo ', Francisca Fariña- y Manuel Vilariño'


'Universidad de Santiago de Compostela; 2Universidad de Vigo

De los instrumentos de evaluación en la práctica clínica y forense

Los instrumentos de evaluación psicológica se agrupan en torno a tres modali-


dades: observación y registro conductual, instrumentos psicométricos y entrevista.
Todos son herramientas útiles en la evaluación clinica y forense, pero su puesta en
práctica y funcionamiento es diferente. •••

La observación y registro conductual es un referente continuo tanto en la prác-


tica clínica ordinaria como en la forense. No obstante, los fines son distintos. Para
el clínico, el objeto es la observación de aquellos síntomas que no son o no pueden
ser informados por el paciente (p. e., lenguaje raro o desorganizado). Por su parte,
el forense no sólo registra la sintomatología de la que el paciente no puede informar
sino toda aquella otra que pueda entrar en contradicción con lo informado por el
sujeto (v. gr., se observan comportamientos agresivos y falta de control de impulsos
cuando el sujeto manifiesta ser autocontrolado).
Los instrumentos psicométricos que se emplean en la práctica forense han de
ser fiables y válidos a fin de que los resultados pueden ser replicados por otro pe-
rito (se descartan por tanto aquellos instrumentos no validados o que no se haya
estimado su fiabilidad); han de medir el estado clínico general del sujeto al tiempo
que proporcionar una medida directa o indirecta de la huella psíquica delito, esto
es, el Trastorno por Estrés Postraumático (se abordará en profundidad en el capí-
tulo dedicado a la victimologia); no han de circunscribirse única y exclusivamente
a poblaciones clínicas o psiquiátricas dado que los sujetos a evaluar en la práctica
forense pueden ser mentalmente sanos; y, finalmente, han de contar con medidas
del control de la validez de las repuestas del sujeto. La gran mayoría de los ins-
trumentos psicométricos habituales en la evaluación clínica no cumplen con estos
requerimientos por lo que no son productivos y válidos para la práctica forense.
BLOQUE 1: PSICOLOGíA
27
26 SALUDy BIENESTAR ~.
\,,~
.... "" ,

:n
"
'"
. estado psíquico en general, al tiempo que cuenta con unos controles de la validez
Todo esto ha llevado a que el instrumento psicométrico de referencia en el
campo forense sea el MMPI-2, Inventario Multifásico de Personalidad de Minneso- del protocolo a través del estudio de una serie de estrategias de simulación: la En-
ta-2. No obstante, su uso no está libre de limitaciones, así no se puede aplicar en trevista Clínico-Forense.
todos los casos al requerir unas destrezas cognitivas para su comprensión que una Ahora bien, la entrevista clínico-forense, si bien se ha mostrado fiable, válida y
parte significativa de las personas a evaluar no dispone. Adicionalmente, exige un productiva en diferentes contextos de evaluación forense tal como casos de agre-
elevado tiempo de aplicación. En cierta medida, con el objetivo de paliar esta tara sión sexual e intimidación, violencia de género, accidentes de tráfico, o de un tras-
se ha desarrollado el MMPI-RF, aunque todavía se precisa de mayor investigación torno mental no imputable, por sí sola no es prueba suficiente, pues puede conducir
para conocer el alcance de esta nueva versión dentro del contexto forense; de igual a errores de omisión (no detectar huella cuando la hay) y falsas alarmas (informar
forma que la adaptación para adolescentes, el MMPI-A. Como alternativa para es- de simulación cuando no es tal).
tos casos e incluso para uso general, disponemos de otros instrumentos, como el
A escala internacional, se han propuesto otras técnicas de entrevista de tipo
SCL-90-R, Cuestionario de 90 Síntomas, que cumple los anteriores cometidos. En
estructurado, diseñadas para emplearse dentro del contexto forense, al contemplar
el punto siguiente se abordarán en mayor profundidad estos instrumentos, así como
como elemento central el estudio de la simulación, Entre estas destacan la Escala
otros que cumplen con el propósito forense como es el caso del Inventario de Valo-
de Trastornos Afectivos y Esquizofrenia (SADS) de Spitzer y Endicott (1978) y la
ración de la Personalidad (PAI).
Entrevista Estructurada de Síntomas Informados (SIRS) de Rogers (1986),
Empero, la evaluación psicométrica no es prueba suficiente para la evaluación
En conclusión, evaluación clínica y forense no son íntercambiables y ésta últi-
forense porque:
ma no es posible abordarla desde una única medida bien sea psicométrica bien a
a. No proporciona diagnósticos sino impresiones diagnósticas. través de entrevista, En consecuencia es necesario proceder con una aproximación
b. No clasifica correctamente a todos los simuladores. multimétodo y multimedida en la que se combinen técnicas de medida basadas en
una tarea de reconocimiento (p.e, instrumentos psicométricos) y de conocimiento
c. El diagnóstico de simulación es compatible con la formulación de otras hipó-
tesis alternativas. (v, gr" entrevista),

d. Constituye una tarea conducente a la simulación.


Instrumentos psicométricos
La entrevista es el tercero, y quizás el más relevante, de los instrumentos de
obtención de información para la evaluación de la salud mental. Las entrevistas En este apartado se profundizará en algunos de los instrumentos psicométricos
clínicas al uso, como las que acompañan a los diversos manuales de clasificación que la literatura ha reconocido como útiles para la práctica forense. En este senti-
de las enfermedades mentales la American Psychiatric Association (First, Spitzer. do, con potencial para el estudio de la simulación, destacan el MMPI-2, el PAI yel
Gibbon, Spitzer y Williams, 1999) no son productivas para la detección de la simu- SCL-90-R. La investigación ha mostrado que son procedimientos sensibles a los
lación y conforman una tarea favorecedora de respuestas tendenciosas, esto es, intentos de fingimiento de los evaluados (i. e" Arce el al., 2009; Hawes y Boccaccini,
propiciatorias de la simulación. Por ejemplo, en relación al diagnóstico de estado 2009; Ortiz-Tallo, Cardenal y Sánchez, 2012; Rogers et al., 2003), No obstante, no
depresivo mayor para conocer del Criterio A3 se pregunta ¿has ganado o perdido son prueba suficiente para diagnosticar simulación como han puesto de manifiesto
peso? ¿Cuánto? Obviamente, el sujeto que pueda tener interés en aparecer como varios estudios, en los que se evidencia que algunos participantes son capaces de
depresivo encuentra en esta tarea una gran facilidad para la simulación. simular trastornos psicopatológicos (p. e., Arce, Fariña y Freire, 2002, Arce et al.,
Lo mismo ocurre con la entrevista clínica basada en la Escala de Gravedad de 2006; Vilariño, Arce y Fariña, 2013), Por lo tanto y como se refirió anteriormente, en
Síntomas del TEP (Echeburúa et al., 1997). Así y a modo de ejemplo, en relación al la práctica psicológica forense han de ser empleados de manera complementaria
Criterio B2 se pregunta ¿tiene sueños desagradables y repetitivos sobre el suceso? con otras técnicas, y no recurrir a ellos de modo aislado (Vilariño, Fariña y Arce,
Su tarea sólo consiste en discriminar sí está ante un síntoma esperado o no espe- 2009).
rado para su caso. La literatura al respecto advierte que los sujetos en evaluación
forense son capaces de reconocer la sintomatología que sería propia de su hipoté- Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota-2 (MMPI-2)
tico estado mental e incluso de discriminarla de otra no esperada.
Como consecuencia de esta inadecuación de la entrevista clínica tradicional El MMPI-2 es un instrumento de elevado uso en el contexto forense al cum-
para el contexto forense, Arce y Fariña (2001) han propuesto y validado (Vilariño, plir un propósito duplo: la evaluación del estado clínico y, gracias a las múltiples
Fariña y Arce, 2013) un formato de entrevista que no facilita la simulación y que escalas de validez que lo conforman, el estudió de la simulación, La cantidad de
se adecúa a los objetivos de obtención de la huella psíquica y de la evaluación del estudios desarrollados mediante el empleo del MMPI para el control del engaño en
28 \l'..;'
SALUDy BIENESTAR ,.¡...-., BLOQUE 1: PSICOLOGIA 29
,,~

la presentación o ocultamiento de sintomatologia, así como en casuísticas diversas intereses, actitudes y sentimientos sobre el trabajo, relaciones sociales y
(i.e., imputabilidad, daño psíquico, evaluación de custodia, etc.), es innumerable aficiones en las que generalmente difieren varones y mujeres.
(Rogers, 2008). De facto, hasta el momento presente continúa siendo el test más
6) Paranoia (Pa). La componen ítems qu~ comprenden ideas delirantes, fragi-
importante en la evaluación de la simulación.
lidad psicológica o sensibilidad acentuada._
En este sentido, de acuerdo con Butcher y Ben-Porath (2004), los elementos
7) Psicastenia (Pt). Es una escala que posibilita diagnosticar el trastorno ob-
principales que han contribuido a su amplia divulgación son:
sesivo-compulsivo, está compuesta por ítems referidos a ansiedad, baja
- La incorporación de un conjunto amplio de factores de personalidad y psico- autoestima, dudas acerca de su propia capacidad, sensibilidad elevada y
patológicos que han demostrado su fiabilidad, validez y estabilidad a lo largo dificultad para tomar decisiones.
del tiempo.
8) Esquizofrenia (Se). Evalúa este trastorno. Los ítems aluden a distorsiones o
- La introducción de nuevas escalas conforme se producían avances en psico- peculiaridades de la percepción, sensaciones de persecución, sentimientos
patología, renovando el instrumento. de enajenación interpersonal, relaciones familiares pobres, falta de interés
- La posibilidad que ofrece de comparar perfiles individuales con una gran base por la vida sexual, dificultad de concentración y escaso control de los impul-
de datos normativa elaborada durante décadas de estudio. sos.
- El permitir una interpretación objetiva adoptando normas estandarizadas. 9) Hipomanía (Ma). Hace referencia a un estado maníaco moderado, ya que
- Se ha baremado y adaptado a diversos idiomas y países lo que facilita la un estado maníaco grave seguramente haría imposible la aplicación de
comparación transcultural. cualquier prueba al sujeto que lo padeciera. Los ítems de esta escala inclu-
yen ideas de grandeza, excitación, elevada actividad, extraversión y altas
El MMPI-2 es una versión revisada del original MMPI, que consta de 567 ítems
aspiraciones.
a los que el sujeto tiene que responder "Verdadero" o "Falso". La evaluación de la
personalidad se lleva a cabo a través de diez escalas clínicas, aunque cuenta ade- 10) Introversión social (S{). Se refiere a la tendencia de los sujetos a aislarse de
más con una enorme cantidad de escalas adicionales, que proporcionan informa- los demás y a no participar en las actividades sociales.
ción de diferentes características de la personalidad del sujeto.
Tal como se ha descrito, el MMPI-2 incorpora üna serie de escalas de controlo
Las diez escalas clínicas básicas que componen la prueba son las siguientes: validez, que nos posibilitan conocer hasta qué punto la información proporcionada
1) Hipocondría (Hsl. Hace referencia al estado físico general, digestión, ape- por el sujeto es válida y fiable, e informan de la actitud que el sujeto evaluado adop-
tito, vista y sensibilidad, valorando el grado de preocupación que tiene el ta, por lo que resultan de especial importancia para el propósito forense.
sujeto por sus funciones corporales y que permite diferenciar a los neuróti- Las escalas de validez estándar son:
cos hipocondríacos de otros grupos de trastornos mentales o de los sujetos
normales. - Escala de Interrogantes (?). La puntuación interrogante, que es la suma del
número de ítem dejados en blanco o respondidos a la vez como verdadero y
2) Depresión (O). Evalúa la apatia, pérdida de interés, negación de experien- falso, puede interpretarse como un indicador de simulación por falta de coo-
cias agradables y escasa capacidad para el trabajo, consistiendo su finali- peración con la evaluación, dado que este comportamiento es considerado
dad en diagnosticar cuadros depresivos. un criterio de simulación (American Psychiatric Association, 2002), invalidán-
3) Histeria de conversión (Hv). Elaborada para diferenciar histéricos de con- dose un protocolo con 30 o más ítems no respondidos o con respuesta doble,
versión de personas normales. Sus ítems aluden a quejas sobre problemas aunque Graham (2006) advirtió que ese punto de corte es demasiado liberal,
orgánicos (musculares, gastrointestinales o cardíacos), sensaciones de ten- reduciéndolo a más de 10.
sión, angustia o miedo. - Escala K (factor corrector). Se utiliza como escala de corrección para au-
4) Desviación psicopática (Pd). Mide psicopatía o personalidad asocial y los mentar el poder discriminativo de algunas escalas clínicas del cuestionario
ítems se refieren a inadaptación familiar y escolar, conflictos con la autori- y permite valorar la actitud del sujeto frente a la situación de evaluación. En
dad, negación de las convenciones sociales y pobreza en el juicio de valo- concreto, una puntuación elevada (T~65) es propia, entre otras hipótesis, de
res. defensividad en tanto una puntuación baja (T<40) es útil a la hora de detectar
a sujetos que fingen tener serias dificultades emocionales (Graham, 2006).
5) Masculinidad-feminidad (Mf). Cubre un rango de reacciones emocionales,
- Escala F (Incoherencia). Se relaciona con contenidos insólitos yextravagan-
30 SALUD y BIENESTAR .)~Z:
,,-.
BLOQUE 1: PSICOLOGIA 31
. ~
tes, experiencias raras, dificultad de concentración, temas religiosos, reac- De manera muy resumida, destacar que el MMPI-A consta de diez escalas
ciones impulsivas o paranoides, trastornos somáticos o del sueño, esto es, clinicas básicas Hipocondria, Depresión, Histeria, Desviación Psicopática, Mascu-
características difícilmente aceptables por personas atentas, del tal modo que linidad-feminidad, Paranoia, Psicastenia, Esquizofrenia, Hipomania e Introversión
puntuaciones elevadas (T;e:65;Graham, 2006) advierten de una posible simu- Social. Por otro lado, cuenta con las siguientes escalas de validez: "?" (No Res-
lación. Además, esta escala resulta de valor para el control de la infrecuencia puestas), L (Mentira), F, F1 Y F2 (Incoherencia), y K (Factor Corrector); y las escalas
en las respuestas y de outliers. complementarias TRIN (inconsistencia de repuestas verdadero) y VRIN (inconsis-
tencia de respuestas variables). Este instrumento cuenta en la muestra española
- Escala L (Mentira).Concebida como un indicador de validez del grado en que
con una consistencia interna promedio en las escalas básicas y de validez de ,74
el sujeto intenta falsificar sus respuestas, seleccionando aquellas que lo si-
(Butcher et al., 2003).
túan en la posición social más favorable (disimulación), se compone de 15
ítems, todos puntuados en la dirección falso. Los ítems se relacionan con Por último, referir que en la actualidad se cuenta con una versión revisada del
conductas socialmente muy valoradas, pero que raramente son verdad en la MMPI, el MMPI-RF, que con una reducción significativa del número de ítems, dis-
mayoría de la gente (la población normal responde a un promedio de 3,5 de minuye de manera considerable el tiempo de aplicación de la prueba. No obstante,
estos ítems como falso), de modo que son asumidos por aquellos que quieren se requiere aún de mayor investigación para conocer el alcance de la prueba para
dar una impresión inusualmente buena de sí mismos. Así, una puntuación su aplicación dentro del contexto forense, esencialmente, en lo que se refiere a la
elevada (T;e:65)es indicativa de disimulación en casos forenses (Bagby, Ni- detección de la simulación.
cholson, Buis, Radovanovic, y Fidler, 1999; Bathurst, Gottfried, y Gottfried,
1997).
Inventario de Valoración de la Personalidad (PAI)
A partir de las tres últimas escalas (L, F Y K) se perfilan dos configuraciones es-
pecíficas que han mostrado tener un significado relevante (Duckworth y Anderson, El PAI creado por Morey en 1991, Y adaptado a la población española por Ortiz-
1995): Mallo, Santamaría, Cardenal y Sánchez (2011 , 2013), supuso un avance importante
en la evaluación de psicopatologías mediante medidas objetivas de personalidad. A
- índice F-K. Conocido como "índice de Gough", se ha observado que puede
nivel psicométrico, presenta una serie de ventajas con relación a otras medidas de
detectar los intentos de proporcionar una mala imagen. Si bien se admiten
personalidad:
puntos de corte específicos para cada contexto (Graham, 2006), el punto de
corte promedio en puntuaciones directas es de 12 (Rogers et al., 2003). - Las respuestas a los ítems reflejan cuatro grados de aprobación (falso, no es
cierto en absoluto; ligeramente verdadero; bastante verdadero; y completa-
- Perfil en "V invertida". Se refiere a que puntuaciones en L y K por debajo de 50
mente verdadero).
y puntuaciones F>80 (Jiménez y Sánchez, 2003), advierten de exageración
de síntomas (Nicholson et al., 1997). - Su validez discriminante se ve incrernentada al utilizar escalas no solapadas.
El instrumento ofrece, asimismo, una serie de escalas de medida de la consis- Otras características positivas de esta prueba son su fácil comprensión lectora,
tencia de las respuestas, la Escala TRIN y la Escala VRIN, así como el valor abso- la integración de subescalas para la interpretación clínica y la validez y, por último,
I I
luto de la diferencia entre F y Fb, F-Fb (Greene, 1997). Se considera, para la de- su selección de síntomas y características asociadas, que representa un amplio y
tección de la simulación, que una puntuación directa igualo superior a 13 en VRIN completo espectro de síndromes y trastornos.
y TRIN, una puntuación T >70 en la adaptación española del MMPI-2 (Hathaway y
El PAI se compone de once escalas clínicas que se describen a continuación:
McKinley, 1999), advierte de inconsistencia en las respuestas. La media y desvia-
I I
ción típica de F-Fb en el grupo normativo son 2,63 y 2,07, respectivamente (T70 - Quejas somáticas (SOM). Esta dimensión valora la presencia de síntomas
=6,77) (Greene, 1997). físicos sin alteración orgánica que los origine que se relacionan con factores
psicológicos. Incorpora a su vez tres subescalas:
Por otro lado, existe una versión del MMPI, el MMPI-A (Butcher et al., 2003),
elaborada para aplicar a adolescentes de entre 14 y 18 años, debido a que tanto el a. Conversión (SOM-C). Evalúa la presencia de síntomas relativos a la pér-
MMPI como el MMPI-2 están desarrollados para su aplicación en población adulta, dida o alteración de una función motora o sensorial sin base neurológica
si bien se ha demostrado que el MMPI puede ser usado con adolescentes desde los que lo justifique.
13 años, que posean al menos un nivel de estudios correspondiente al sexto curso b. Somatización (SOM-S). Mide quejas físicas de tipo rutinario como pro-
de primaria (Kane, 1999). También con el MMPI-A, se constató la fiabilidad a la hora blemas gastrointestinales, dolores de cabeza, dolores de espalada, fati-
de detectar psicopatología fingida (Rogers, Hinds y Sewell, 1996). ga, etc.
32 SALUD y BIENESTAR
~)~f\ BLOQUE 1: PSICOLOGIA 33
'ti
c. Hipocondría (SOM-H). Valora la preocupación por padecer problemas de de la falsa creencia de poseer talentos únicos, de excesiva seguridad en
salud importantes a pesar de que las exploraciones médicas indican un las relaciones interpersonales, etc.
estado de salud óptimo. c. Irritabilidad (MAN-f). Valora la exlstencia de un patrón de impaciencia y
- Ansiedad (ANSl. Mide un estado de miedo ante la anticipación de posibles exigencia excesiva para con los demás.
peligros o amenazas. Concretamente, valora tres componentes de la ansie-
Paranoia (PAR). Escala diseñada para la medida de la sintomatología deli-
dad: rante, tanto de los elementos estructurales de la personalidad como de los
a. Cognitiva (ANS-C). Diseñada para detectar la reacción de preocupación especificas del trastorno. Subescalas:
constante y de miedo ante posibles riesgos y peligros, y las creencias
a. Hipervigilancia (PAR-H). Indica la existencia de un patrón de alerta a
cognitivas distorsionadas las señales de aviso que informen de que la persona con la que se está
b. Emocional (ANS-E). Estima el grado de tensión, pánico y nerviosismo tratando no es de fiar.
característico de la ansiedad. b. Persecución (PAR-P). Valora la creencia de que la persona está siendo
c. Fisiológica (ANS-F). Mide los elementos somáticos de la ansiedad como seguida para provocarle algún tipo de daño.
la tasa cardiaca, la frecuencia respiratoria, sudoración, temblores, etc.
c. Resentimiento (PAR-R). Mide sentimientos de amargura, hostilidad y en-
- Trastornos relacionados con la ansiedad (TRAl. Escala ideada para estimar vidia hacia otros, y la sensación de haber sido tratado injustamente por
la presencia de trastornos psiquicos que tienen en la ansiedad uno de sus las personas cercanas.
componentes esenciales. Especificamente: Esquizofrenia (ESQ). Medida de los síntomas positivos, los negativos y la
a. Obsesivo-compulsivo (TRA-O). Valora aspectos relativos tanto a las ea- alteración del pensamiento que caracterizan al trastorno. Incorpora tres sub-
racteristicas sintomáticas del trastorno como a las de la personalidad escalas:
(i.e., imágenes, pensamientos o impulsos recurrentes sentidos por la
a. Experiencias psicóticas (ESO-S). Estima la presencia de ideas deliran-
persona como indeseables). tes y alucinaciones.
b. Fobias (TRA-F). Mide la presencia de varios de los miedos fóbicos más
b. Indiferencia social (ESO-S). Valora los síntomas relativos al aislamiento
comunes, entre los que están el miedo a las situaciones sociales, a las social. - .•••
alturas, al transporte público, lugares cerrados, animales, etc.
c. Alteración del pensamiento (ESO-A). Mide síntomas relacionados con el
c. Estrés postraumático (TRA-E). Diseñada para la evaluación de sintoma-
bloqueo del pensamiento, la confusión, la falta de atención, problemas
tología reactiva a estresores traumáticos como pesadillas, síntomas de
de concentración, etc.
reexperimentación y de evitación, reactividad fisiológica, etc.
Rasgos limites (LlM). Escala ideada' para identificar determinados aspectos
Depresión (DEP\. Medida de los síntomas, síndromes y trastornos del esta-
clínicos que, cuando aparecen conjuntamente, son característicos del tras-
do de ánimo del polo depresivo. Se compone de tres subescalas:
torno límite de la personalidad, pero que pueden aparecen aisladamente
a. Cognitiva (DEP-C). Valora aspectos como ideas de desesperanza o ex- formando parte de otros trastornos. Incorpora las siguientes subescalas:
pectativas negativas, pensamientos de inutilidad y fracaso, problemas
a. Inestabilidad emocional (L/M-E). Valora cambios de humor y disforia, la
de memoria y concentración, etc. tendencia a ser superado por emociones intensas y difíciles de controlar,
b. Emocional (DEP-E). Mide los sentimientos propios de la depresión como y sentimientos de vacío interior.
disforia, apatía, falta de energía, etc. b. Alteración de la identidad (L/M-f). Indica incertidumbre en la definición de
c. Fisiológica (DEP-F). Describe la presencia de alteraciones del sueño, uno mismo y fluctuaciones en la propia imagen.
pérdida de apetito, disminución del rendimiento, etc. c. Relaciones interpersonales problemáticas (L/M-P). Indica la presencia
- Manía (MANl. Informa de la presencia de síntomas, síndromes y trastornos de ambivalencia interpersonal caracterizada por cambiar de manera
del estado de ánimo del polo maníaco. Específicamente incorpora tres sub- drástica la actitud hacia los otros.
escalas: d. Conductas autolesivas (L/M-A). Medida de los comportamientos impulsi-
a. Nivel de actividad (MAN-A). Mide síntomas como aceleración del ritmo vos y autolesivos.
del habla, disminución del sueño, aumento de la actividad motora, etc.
Rasgos antisocial es (ANT). Medida de la actitud y el comportamiento antiso-
b. Grandiosidad (MAN-G). Indica la presencia de una autoestima excesiva, cial. Se compone de la siguientes subescalas:
34 SALUDy BIENESTAR ...,..
(:~~\
BLOQUE 1: PSICOLOGIA 35
;'

a. Conductas antisociales (ANT-A). Medida de los comportamientos ilega-


grado de atención comienza a disminuir de manera progresiva, derivando
les y destructivos, pasados y presentes, hacia los otros.
en una consistencia menor en la segunda parte de la prueba.
b. Egocentrismo (ANT-E). Estima el egocentrismo y narcisismo patológico,
índice de simulación. Complementa la escala IMN y se dirige a la medida de
esto es, en qué medida el evaluado se preocupa por satisfacer sus ne-
la exageración de síntomas o simulación. Se ha observado que este índice
cesidades sin considerar la de los demás.
aparece con mayor frecuencia en los simuladores que en los pacientes rea-
c. Búsqueda de sensaciones (ANT-B). Valora la tendencia a buscar emo- les.
ciones fuertes a través de actividades de riesgo y peligrosas, y la baja
tolerancia al aburrimiento. Función discriminante de Rogers. Diseñada para diferenciar los perfiles sin-
ceros de las simulaciones de psicopatología.
Problemas con el alcohol (ALC). Medida de los problemas para controlar los
excesos con el alcohol. índice de defensividad. Tiene como objetivo detectar con mayor precisión
la respuesta de minimización de síntomas o disimulación. Se compone de
Problemas con las drogas (DRG). Esta escala fue diseñada para la medida
ocho características del perfil del PAI que se hallan con mayor frecuencia en
del consumo de sustancias ilegales.
los individuos que muestran una impresión positiva.
Las escalas de validez que incorpora el PAI son las siguientes:
Función discriminante de Cashel. Se dirige al estudio de la disimulación,
Inconsistencia (INC). Destinada a la medición de un perfil aleatorio de res-
esto es, tiene como fin distinguir entre patrones de respuesta defensivos y
puesta. Se compone de veinte pares de ítems que presentan una elevada patrones sinceros.
correlación, esto es, la respuesta a uno de los elementos permite predecir
en gran medida la respuesta a su par. Puntuaciones altas indican una ten- Diferentes investigaciones sugieren la utilidad de esta prueba para el estudio
dencia a emitir información inconsistente ante pares de cuestiones de con- de la simulación. En esta línea, Rogers, Ustad y Salekin (1998) hallaron que el PAI
tenido similar. presentaba una validez aceptable para la detección de simulación de trastornos
Infrecuencia (lNF). De objetivo análogo a la escala INC, medir la presencia mentales. Por su parte, Bagby, Nicholson, Bacchiochi, Ryder y Bury (2002) obser-
de repuestas aleatorias o incoherentes, sus elementos se elaboraron con la varon que la PAI discriminaba entre simuladores entrenados y no entrenados ajenos
finalidad de que la mayoría de las personas que los contestasen emitieran al contexto criminal, aunque existían diferencias entre los indicadores de simulación
una respuesta similar. Se trata se ítems altamente infrecuentes tanto en en cuanto a su utilidad. Otra investigación con participantes instruidos para fingir
individuos clinicos como normales. una discapacidad, puso de manifiesto el potencial del PAI para discriminar entre
Impresión negativa (lMN). Se dirige a controlar que el sujeto haya contestado discapacidades simuladas y presentaciones facticias (Rogers, Jackson y Kaminski,
al inventario refiriendo un grado de psicopatología superior al objetivamente 2004). Más recientemente, Kucharski, Toomey, Fila y Duncan (2007) detectaron
padecido. Dos son los motivos que pueden llevar a este perfil de respuesta: que, de las escalas de la PAI, la IMN presentaba una buena especificidad y sen-
a. simular psicopatología con el objetivo de obtener algún tipo de beneficio, sibilidad a la hora de discriminar entre simuladores y no sumuladores. Por último,
y b. que el evaluado presente la tendencia a exagerar sus desgracias y que señalar que Hawes y Boccaccini (2009) realizaron un meta-análisis que puso de
ante la oportunidad de evidenciar que algo va mal lo haga al margen de la manifiesto que las escalas del PAI eran un buen predictor de la simulación tanto en
circunstancia particular en la que se encuentre. Los items que componen sujetos no entrenados como entrenados. No obstante, los efectos eran mayores en
esta escala presentan un contenido referido a problemas psicopatológicos los individuos no entrenados para simular.
que raramente se encuentran en verdaderos enfermos mentales, esto es,
consisten en "afirmaciones categóricas de disfunciones que rayan en lo me- SCL-90-R
lodramático" .
Impresión positiva (IMP). Mide la tendencia a mostrarse uno mismo bajo El SCL-90-R, Lista de Comprobación de Síntomas - 90-R (Symptom Check
una perspectiva más favorable de la real, esto es, evalúa la disimulación o
List - 90 - R) de Derogatis (1977, 2002), fue desarrollado para evaluar patrones de
la deseabilidad social. Sus ítems se componen de características de perso-
síntomas presentes en el individuo, y consta de 90 ítems (existe una versión redu-
nalidad habitualmente deseables que varían en relación con su probabilidad
cida de 52) en los que el sujeto informa de sus síntomas psicológicos, psiquiátricos
de ocurrencia en población general.
y somáticos. La escala de respuestas es de cinco puntos: "nada" (O), "un poco"(1),
Adicionalmente, el PAI incorpora cinco índices complementarios de validez: "moderadamente" (2), "bastante" (3) y "rnuchlsirno" (4). Este instrumento se estruc-
Inconsistencia al final del cuestionario. Diseñado para detectar aquellas per- tura en torno a 9 dimensiones primarias, 7 ítems adicionales y 3 índices globales
sonas que tras contestar atentamente la primera parte del cuestionario, su de malestar.

1
j
SALUDy BIENESTAR
,...•.
.•... BLOQUE 1: PSICOLOGIA 37
36 (~i
Además, el SCL-90-R contiene síete ítems que no se incorporan a nínguna de
Las dimensiones primarias que conforman la prueba son las siguientes:
las nueve dimensiones, pero que tienen cíerta relevancia clínica. Éstos son: poco
Somatización. Esta dimensión, compuesta por 12 ítems, evalúa la presencia apetito (19), problemas para dormir (44), pensamientos acerca de la muerte o mo-
de malestar que la persona percibe relacionado con diferentes disfunciones rírse (59), comer en exceso (60), despertarse' muy temprano (64), sueño íntranquilo
corporales (p.e., cardiovasculares, gastrointestinales, respiratorios). (66), y sentímíentos de culpa (89).
Obsesivo-compulsivo. Esta escala engloba síntomas que están claramente Por su parte, la prueba cuenta con tres índices globales de malestar, que a la
identificados con el síndrome clínico del mismo nombre. En concreto, se fo- vez actúan como indicadores de validez de la prueba:
caliza en pensamientos, impulsos y acciones que son experimentados como - índice de Gravedad o Severidad Global (GSI). Este índice es un buen indi-
imposibles de evitar o no deseados. cador del nivel actual de la severidad del malestar. Combina el número de
Sensibilidad interpersonal. Los nueve síntomas de esta dimensión detec- síntomas reconocidos como presentes con la intensidad del malestar.
tan la presencia de sentimientos de inferioridad e inadecuación sobre todo - Total de Síntomas Positivos (PST). El PST es el resultado de contabilizar el
cuando la persona se compara con los otros, hipersensibilidad a las opinio- número total de ítems que tienen una respuesta positiva (esto es, mayor a
nes y actitudes ajenas y, en general, incomodidad e inhibición en las relacio- cero).
nes interpersonales. - Malestar Referido a Síntomas Positivos IPSDI). El PSDI evalúa si la persona
Depresión. La depresión se mide a través de 13 ítems que recogen signos tiende a exagerar o minimizar los malestares que lo aquejan.
y síntomas clínicos propios de los trastornos depresivos: estado de ánimo
disfórico, falta de motivación, poca energía, sentimientos de desesperanza, Entrevistas estructuradas
ideas autodestructivas y otras manifestaciones cognitivas y somáticas ca-
racterísticas de los estados depresivos. Debido a que se ha evidenciado que las entrevistas tradicionales eran poco
- Ansiedad. Los diez ítems de esta escala son los clásicamente referidos a eficaces en la detección de la simulación, se han realizado pruebas orientadas a
las manifestaciones clínicas de la ansiedad, tanto en la generalizada como la identificación y evaluación de la utilidad de diversas estrategias, y se han creado
aguda (pánico), tales como nerviosismo, tensión, ataques de pánico y mie- entrevistas estructuradas que facilitan la tarea de discriminación de individuos simu-
dos. Además, también mide signos generales de tensión emocional y sus ladores (Rogers, 1997). Tales entrevistas partenésencialmente de la metodología
manifestaciones psicosomáticas. de elección forzosa, donde el rol de la observación clínica está controlado y estre-
chamente definido (Rogers y Mitchel, 1991).
Hostilidad. Los seis ítems de esta dimensión aluden a pensamientos, sen-
timientos y conductas propios de estados de agresividad, ira, irritabilidad, Diversos autores partiendo de la idea de. las dificultades que entraña evaluar a
rabia y resentimiento. un posible simulador a través de entrevistas no estructuradas, ofrecen tres alterna-
tivas (Rogers, 1997):
Ansiedad fóbica. Los siete ítems de la ansiedad fóbica aluden a una res-
a. Complementar la entrevista tradicional con medidas estandarizadas.
puesta persistente de miedo a personas concretas, lugares, objetos y si-
tuaciones que es, en sí misma, irracional y desproporcionada en cuanto al b. Incorporar a la entrevista tradicional preguntas clínicas, que sirvan como
estímulo que la provoca. fuente adicional de datos.
c. Investigar motivaciones o incentivos externos que puedan indicar la posibili-
Ideación paranoide. La sintomatología paranoide se aprecia mediante seis
dad de simulación.
items que evalúan comportamientos paranoides fundamentalmente en
cuanto a desórdenes del pensamiento, incluyendo características propias Además, las entrevistas estructuradas proporcionan un método sistemático
del pensamiento proyectivo tales como suspicacia, centralismo auto-refe- para la evaluación de síntomas y características asociadas a trastornos mentales,
rencial e ideación delirante, hostilidad, grandiosidad, miedo a la pérdida de pues estandarizan la forma y secuencia de las preguntas clínícas y la cuantificación
autonomía y necesidad de control. de los síntomas.
Psicoticismo. Los diez síntomas que evalúan la dimensión psicótica están En este contexto, el autoinforme del paciente puede ser analizado por la con-
referidos a estados de soledad, estilo de vida esquizoide, alucínaciones y sistencia de tres parámetros:
control de pensamíento. En la poblacíón general esta dimensíón está más a. Plantear preguntas idénticas en diferentes momentos.
relacionada con sentímíentos de alíenación socíal que con psicosis clínica-
b. Realizar entrevistas colaterales a otros informadores.
mente manifiesta.
38 SALUDy BIENESTAR BLOQUE 1:PSICOLOGIA 39

c. Utilizar la narrativa inestructurada o discurso libre del sujeto con preguntas superaban las puntuaciones de corte establecidas por la SADS en un porcentaje
estructuradas. mayor que las otras muestras.
Rogers, Bagby y Dickens (1992) propusieron un modelo que incorporaba el
estudio de ocho estrategias de detección de psicopatologia fingida: síntomas raros, Entrevista Estructurada de Síntomas Informados (SIRS)
síntomas obvios, síntomas improbables, síntomas sutiles, combinación de sínto-
mas, agrupación indiscriminada de síntomas, severidad de síntomas e inconsisten- La SI RS surge en 1986 de la mano de Rogers, y desde entonces ha sido so-
cia de síntomas. metida a múltiples revisiones. Tomando como base una serie de estrategias clíni-
Dos de las entrevistas estructuradas más investigadas y utilizadas en evalua- cas que estaban demostrando su eficacia como indicadores de posible simulación,
ción de sujetos simuladores, son la Escala de Trastornos Afectivos y Esquizofrenia como una presentación fantástica por parte del sujeto (Davidson, 1949; Ossipov,
(SADS) y la Entrevista Estructurada de Síntomas Informados (SIRS) que se presen- 1944), inconsistencia en el autoinforme (Rogers, 1986; Wachspress, Berenberg y
tan a continuación. Jacobson, 1953), manifestación de síntomas incompatible con el diagnóstico psi-
quiátrico (Resnick, 1984, 1988; Rogers, 1987; Sadow y Suslick, 1961), y otras es-
trategias desarrolladas para formar parte del cuestionario de personalidad MMPI,
Escala de Trastornos Afectivos y Esquizofrenia (SADS) Rogers (1986) elaboró esta entrevista estructurada para detectar simulación.

En 1978 Spitzer y Endicott desarrollaron la escala SADS con el propósito de La principal ventaja de esta entrevista consiste en que consigue eliminar la
estandarizar la entrevista diagnóstica, especificando su estructura por medio de una subjetividad propia de la observación clínica (Kropp y Rogers, 1993) y, como indica
progresión sistemática de preguntas acerca de diferentes síntomas y características la literatura clínica (Rogers, 1988) y estudios de psicología social (Tesser y Paulhus,
asociadas. 1983; Tetlock y Manstead, 1985; Pollock, 1996), la influencia que la actitud del clíni-
co podría tener sobre la presentación del sujeto, pues en este caso el evaluador no
Se trata de una entrevista semiestructurada larga que requiere una gran destre- interviene con preguntas aclaratorias que a veces pueden reflejar actitudes como
za y sofisticación por parte del sujeto que intenta simular, a diferencia de las entre- desconfianza o incredulidad hacia el testimonio del sujeto.
vistas tradicionales, pues debe presentar su informe de forma detallada y ordenada
en episodios discretos, precisando su comienzo y la severidad y duración de los La Entrevista Estructurada de Síntomas Informados está elaborada a partir de
síntomas. Este instrumento proporciona comparaciones estandarizadas de sínto- tres tipos de preguntas, que constituyen un total de 172 ítems desarrollados especí-
mas. Utilizando partes del SADS en entrevistas corroborativas, se analiza un mismo ficamente para medir simulación. Estos tres tipos de cuestiones son (Rogers, 1997):
episodio y se confirma (Rogers, 1986). Existe una versión del SADS aplicable a a. Preguntas detalladas: valoran síntomas específicos y su severidad.
niños y adolescentes (entre 6 y 18 años), el K-SADS (Ambrosini, 2000). b. Preguntas repetidas: miden la consistencia de las respuestas.
Permite llevar a cabo un examen en profundidad de la consistencia del autoin- c. Preguntas generales: evalúan síntomas específicos, problemas psicológi-
forme del paciente, cuya variabilidad en entrevistas no estructuradas puede ser de- cos y patrones de síntomas.
bida, por ejemplo, a cambios en el estilo o énfasis de las preguntas clínicas (Rogers, Si bien en principio esta entrevista constaba de 14 escalas, diseñadas para
1997). La estandarización de la SADS facilita al evaluador el control de esas otras minimizar falsos positivos (identificar como simuladores a auténticos enfermos), el
fuentes de variabilidad. número de escalas se ha ido reduciendo a lo largo de múltiples estudios que eva-
Rogers (1997) nos ofrece una serie de datos extra ídos de tres fuentes dife- luaban su eficacia en la detección de la simulación (Rogers, Gillis y Bagby, 1990;
rentes: tres estudios (Duncan, 1995; Rogers, 1988; Ustad, 1996) que evalúan si- Rogers, Gillis, Dickens y Bagby, 1991; Rogers, Gillis, Bagby y Monteiro, 1991), en
mulación en distintas muestras de individuos (esquizofrénicos, presos y pacientes función de la robustez de sus propiedades psicométricas. Actualmente se utilizan 8
forenses, respectivamente), cuyas puntuaciones excedían sustancialmente algunas escalas principales, cuya fiabilidad ha sido comprobada por diferentes investigacio-
puntuaciones de corte de la SADS. Para detectar simulación se aplicaron, siguiendo nes (Rogers et al., 1992; Linblad, 1994):
el paradigma de Rogers (1988) cinco estrategias: síntomas raros, síntomas con- - Síntomas raros (RS): Se pregunta al sujeto acerca de síntomas reales que
tradictorios, combinación de síntomas, severidad de síntomas y agrupamiento in- raramente se observan en pacientes psiquiátricos, eligiéndose en función
discriminado de síntomas. Los resultados de estos estudios sugieren que no es del escaso número de veces que son informados por poblaciones clínicas.
recomendable utilizar la estrategia "síntomas raros" en el SADS como detectora de
simulación, dado el alto porcentaje de falsos positivos encontrados. Las restantes - Síntomas improbables o absurdos (lA): Caracterizados por poseer una cua-
estrategias resultaron eficaces en la detección de sujetos simuladores, los cuales lidad fantástica o ridícula, que los diferencia de aquellos que, aunque raros,
podrían ser reales.
40 SALUDy BIENESTAR L .•••
BLOQUE 1: PSICOLOGIA 41
tf~~'
.-:
Síntomas combinados (SC): Se plantean al sujeto síntomas psiquiátricos un instrumento ampliamente utilizado en la práctica de la Psicología Forense para
reales, pero que difícilmente aparecen de forma símultánea, aunque de for- el estudio de la simulación (Lally, 2003).
ma separada sean síntomas corrientes.
Una de las principales limitaciones de la SIRS es el elevado tiempo que requie-
- Síntomas patentes u obvíos (BU: Esta escala se fundamenta en los ha- re su aplicación. Esto ha llevado a que algunos autores desarrollasen versiones
llazgos de estudios del MMPI que índícan que los simuladores tienden a reducidas. En esta línea, Norris y May (1998) llevaron a cabo un estudio con pobla-
manifestar un amplio número de síntomas que son señales obvias de enfer- ción penitenciaria, con la finalidad de conocer el porcentaje de simulación entre los
medad mental (Greene, 1980). Son aquellos síntomas que individuos legos presos, empleando 5 de las 8 escalas principales del SIRS, planteadas como una
pueden identificar como indicativos de trastornos mentales graves. forma acortada de la escala. Los resultados obtenidos a través de esta versión redu-
cida fueron comparados con los de la entrevista completa, observándose una eleva-
- Síntomas sutiles (SU): Esta estrategia se basa en aquellos síntomas que da consistencia entre ambas. Los datos mostraban que este instrumento clasificaba
personas inexpertas pueden percibir como problemas cotidianos y no como correctamente al 88 % de los sujetos, destacando además un mayor porcentaje
indicativos de enfermedad mental. de simulación entre individuos con menos años de escolarización y menor edad,
- Selección de síntomas (SEL): Se trata de una medida global de los síntomas entendiendo estos dos aspectos como característicos de sujetos simuladores, tal
que, de entre un subconjunto de 32, el sujeto afirma padecer. Esta estrate- como se había expuesto en estudios anteriores (Hankins, Barnard y Robbins., 1993;
gia parte de observaciones clínicas que sugieren que algunos simuladores Rogers et al., 1992).
informan de problemas psiquiátricos de forma indiscriminada. Sin embargo, Norris y May (1998) entienden que la utilidad de esta versión
- Gravedad de los síntomas (SEV): parte de la observación de que numero- reducida del SIRS es adecuada para un nivel inicial de evaluación, pero no como
sos simuladores afirman padecer síntomas caracterizados por una grave- determinación final de simulación, para lo que será necesario complementaria con
dad extrema o insoportable. Los sujetos deben señalar en una lista de 32 otras medidas como el MMPI, entrevista clínica, observación y otras fuentes de in-
síntomas, cuáles sufren de forma "insoportable" o "demasiado dolorosa de formación. Por su parte, Story (2000) también puso a prueba una versión abreviada
aguantar". de la SIRS, que constaba de 71 ítems que comprendían seis de las escalas de la
SIRS. Esta prueba clasificó correctamente el 78,9% de los simuladores y un 90%
- Síntomas informados versus observados (ROl: Generalmente se centran de los no simuladores. Asimismo, presentaba altas correlaciones con algunos de
en síntomas lingüísticos y matrices que puedan ser evaluados directamente los índices de simulación del MMPI-2. No obstante, la validez cuestionable de estos
por el experto, planteando a los sujetos preguntas acerca de la conducta grupos de criterios limita la interpretación de los resultados.
observable y comparando sus respuestas con la observación clínica.
Más recientemente, Green, Rosenfeld, Oole, Pivovarova y Zapf (2008) desa-
Se entiende que la SIRS es un instrumento válido con poblaciones criminales rrollaron y examinaron la efectividad de una. versión abreviada de la SIRS, deno-
y no criminales (Gothard, Rogers y Sewell, 1995; Rogers, 1997b), ya que posibili- minada SIRS-A. Ésta se compone de 69 ítems que pertenecen a las ocho escalas
ta distinguir entre sujetos honestos y simuladores y entre simuladores de distintos primarias de la SIRS, que son las que presentan una validez y fiabilidad más fuerte
trastornos mentales, auténticos pacientes y sujetos normales, tal como evidencian y representan los únicos índices usados para analizar si una persona está simu-
varios estudios (Melton, Monahan y Saks, 1997; Rogers, Gillis, Oickens y Bagby, lando o respondiendo honestamente. Los resultados de su investigación sugieren
1991; Rogers, Kropp, Bagby y Oickens, 1992). un interesante potencial de la SIRS-A, de cara a evaluar simulación en pacientes
psiquiátricos. A pesar de ello, todavía se requíere mayor investigación, debido a
En esta línea, Gothard (1993) realizó una investigación empleando la SIRS con
que su sensibilidad es equiparable, incluso superior, a la de la SIRS original, pero
delincuentes condenados y pacientes psiquiátricos, en la que encontró importantes
su especificidad es más pobre, lo que genera un mayor número de falsos positivos.
diferencias entre sujetos simuladores, enfermos mentales y sujetos normales. Con
posterioridad, Gothard, Vigilione, Meloy y Sherman (1995) llevaron a cabo un nuevo Como se ha señalado la eficacia de la SIRS ha sido probada en contextos clí-
trabajo para evaluar la eficacia de la SIRS, en este caso como instrumento de detec- nicos, forenses y penitenciarios, y se ha evidenciado su capacidad para discriminar
ción de simulación de incapacidad en la sala de justicia. Empleando una puntuación entre casos clínicos reales y simulados. No obstante, pocos trabajos han evaluado
total, a partir de las ocho escalas primarias, como criterio de clasificación, la tasa su capacidad en casos de indemnización e invalidez. Por ello, Rogers, Payne, Berry
de éxito era del 90.8%. De facto, de acuerdo con los autores, la elevación de tres o y Granacher (2009) llevaron a cabo un estudio con una muestra conformada por
más escalas primarias sería el mejor indicador de simulación, con una tasa de éxito individuos inmersos en casos de indemnización. A partir de sus resultados conclu-
de 97.8%. Estos resultados confirman la validez del instrumento como índice de si- yeron que la SIRS era efectiva en aquellos casos en los que tenía que determinarse
mulación. Así, debido a sus óptimas propiedades psicométricas se ha convertido en la realidad de un diagnóstico relacionado con el trauma como el trastorno por estrés
42 SALUDy BIENESTAR BLOQUE 1: PSICOLOGIA 43

postraumático O la depresión mayor. Sin embargo, aunque es sensible en la detec- camente, en las Anchored Narratives (Wagenaar, 199; Wagenaar, Van Koppen, y
ción de alteraciones cognitivas reales, presenta un valor limitado de cara a evaluar Crombag, 1993), que sostiene que son los episodios o eventos narrativos propios
su simulación. del sujeto en condiciones de anomalía (simulación) y realidad son diferentes. La
validez de estos modelos para la evaluación 'psicológica forense del daño psicoló-
También, se ha cuestionado su capacidad a la hora de evaluar pacientes con
gico es tal que se ha encontrado sistemáticamente (véase una revisión del estado
traumas severos, lo cuales tienden a presentar indicadores de simulación en las
de la literatura en Rogers, 1997) que, si así se le demanda, el sujeto construye una
medidas psicológicas. Por ejemplo, se ha observado que los individuos con trau- narrativa de su salud mental.
mas graves tienden a presentar puntuaciones semejantes a las asociadas .con la
simulación en el MMPI-2 (Elhai et al., 2003: Welburn et al., 2003). Esta problemática La Entrevista Clinico-Forense, que ha de ser llevada a cabo por un entrevista-
motivó que Rogers, Payne, Correa, Gillard y Ross (2009) estudiasen la utilidad de dor entrenado y con conocimientos de psicopatología, se estructura en torno a los
la SIRS con pacientes que presentaban una sintomatología traumática grave. Sus siguientes pasos:
resultados pusieron de manifiesto que la prueba presentaba una alta sensibilidad, 1. Presentación de la entrevista, del objeto y procedimiento.
pero la tasa de falsos positivos era elevada. Esto es, algunos pacientes reales con 11. Pedir a los sujetos que relaten en formato de discurso libre los síntomas,
sintomas traumáticos graves eran clasificados como simuladores. Con el objetivo conductas y pensamientos que tienen en el momento presente en compa-
de solventar este problema desarrollaron el índice de Trauma (Trauma Index) fun- ración con el estado anterior al delito (Escala de Evaluación de la Actividad
damentado en tres de las escalas primarias de la SIRS (combinación de sintomas, Global).
síntomas improbables e, inconsistencia de síntomas observados y manifestados)
111. Reinstauración de contextos. Si los sujetos no responden de motu propio,
que destacaban por presentar puntuaciones bajas y que, por lo tanto, no parecían les será requerido que informen igualmente sobre sus relaciones familiares
verse afectadas por la presencia del trauma. La introducción de este índice reducía (Escala de Evaluación Global de la Actividad Relacional, EEGAR); relacio-
sustancialmente la tasa de falsos positivos. nes sociales (Escala de Evaluación de la Actividad Social y Laboral, EEASL)
Conviene destacar, además, la ventaja de que el SIRS puede ser aplicado a y relaciones laborales (Escala de Evaluación de la Actividad Social y Labo-
adolescentes tal y como demuestra un estudio realizado por Rogers, Hinds y Sewell ral, EEASL)
en 1996, en el que compararon la utilidad de tres medidas, el MMPI-A, el SIRS y IV. Construcción de una rejilla de síntomas (OSM-V) o recurrir a listados de sín-
el SIMS (Structured Inventory of Malingered Symptomatology) en una muestra de tomas. Las categorías de análisis consisten en los síntomas descritos en el
delincuentes adolescentes. No obstante, Rogers (1997) sostiene, que el SIRS debe OSM-V. Así, se elabora un sistema categorial mutuamente excluyente, fiable
ser utilizado con adolescentes sólo como una fuente de datos corroborativos, nunca y válido, en lo que Weick (1985) ha denominado sistemas de categorías
como un determinante primario de simulación. metódicas.
Finalmente, resaltar la recomendación de Rogers y Mitchell. (1991) que sostie- V. Ajustar los síntomas a trastornos. Lainformación clínica obtenida debe de
nen que el SIRS debe ser utilizado como complementación del MMPI, pero nunca ser grabada y, después, se procede al análisis de contenido de la misma.
como sustituto. Gothard et al. (1995), en sintonia con Rogers, sostienen que el Concretadas unas hojas de registro, se señalan los síntomas detectados en
modo más preciso para verificar si se da simulación, parte del uso de múltiples el análisis de contenido de la grabación.
medidas. Estos y otros autores destacan la importancia de estimular la utilización VI. La detección de los síntomas responde a dos métodos complementarios:
de una aproximación multimétodo en la evaluación de la simulación de trastornos expresión directa del sujeto e inferencias de los codificadores tras anali-
mentales. zar los protocolos. Si bien la mayor parte de los síntomas, incluso los más
adversos, pueden ser directamente explicitados por los evaluados (Lewis
y Saarni, 1993), algunos sólo pueden observarse. Por ejemplo, un deterio-
La entrevista clínico-forense
ro de la concentración puede ser manifestado por el sujeto directamente o
ser inferido por el evaluador tras el análisis de contenido de la entrevista.
Las limitaciones que acarreaban los diferentes formatos de entrevista de tipo De modo similar, pueden detectarse respuestas fisiológicas al exponerse a
clínico para su aplicación en el contexto forense, referidas en los aparatados pre- estímulos relacionados con el evento traumático, respuestas de sobresalto
cedentes, llevaron a Arce y Fariña (2003) ha desarrollar la denominada Entrevista exageradas, etc.
Clínico-Forense.
VII. Control de la fiabilidad a través del estudio de las siguientes 10 estrategias
Se fundamenta en los modelos narrativos, que prevé n que las personas crean de simulación (Arce, Fariña, Carballal y Novo, 2006, 2009; Vilariño, Arce, y
narraciones que tienen por objeto describir un evento o situación, y, más específi- Fariña, 2013):
44 SALUDy BIENESTAR .-r
L~~\
BLOQUE 1: PSICOLOGIA 45
1) No cooperación con la evaluación. Se codifica esta posibilidad cuando
El sistema de evaluación global de Arce y Fariña
el sujeto no muestra interés en la evaluación o no responde a la misma
(American Psychiatric Association, 2013).
Este procedimiento, que está adaptado ;al contexto legal español, integra di-
2) Síntomas sutiles. Los síntomas sutiles no son síntomas reales, sino ferentes técnicas científicas para llevar a cabo una evaluación psicológico-forense
problemas cotidianos que se informan como sintomas asociados a una completa, esto es, permite realizar una evaluación del estado psíquico de los eva-
enfermedad mental (p.ej., ser desorganizado, falta de motivación, dificul- luados y de la credibilidad de las declaraciones, además de otras áreas de interés
tades en la toma de decisiones ordinaria). como la personalidad y las capacidades cognitivas.
3) Síntomas improbables/absurdos. Son aquellos que tienen un carácter
En este sentido, el SEG incorpora técnicas dirigidas a la evaluación del estado
fantástico o ridículo (opiniones, actitudes o creencias extrañas) y que no
mental de los evaluados y, por consiguiente, para la medida del daño psíquico, y
gozan de referentes reales (se excluyen aquí los síntomas raros).
procedimientos para la obtención de la declaración (p.e. Entrevista Cognitiva Mejo-
4) Síntomas obvios. Éstos son síntomas de carácter psicótico que se re- rada) y el análisis de credibilidad de la misma (v. gr., SVA). No obstante, dado que
lacionan con lo que vulgarmente se conoce como locura o enfermedad existen dos módulos que abordan de manera específica estas cuestiones (el ocho
mental. dedicado a la Victimología y el nueve centrado en la Psicología del Testimonio), no
5) Síntomas (cuasi) raros. Esta contingencia se da cuando el sujeto dice se desarrollará en este apartado una descripción profunda de las mismas, sino que
padecer síntomas que raramente se observan incluso en poblaciones se remite al lector a acudir a estos módulos para ampliar y completar la información,
psiquiátricas reales y muy infrecuentemente en las normativas. en ellos podrá encontrar una exposición pormenorizada de sus características y
6) Combinación de síntomas y patrones espurios de psicopatología. Este modos de aplicación. Asimismo, algunos de los instrumentos que emplea el SEG
indicador de simulación se codifica cuando el sujeto informa de síntomas han sido abordados en los apartados precedentes (p.e., MMPI-2 o SCL-90-R), de
tal modo que no se ahondará en su descripción.
reales que difícilmente se dan juntos (v.gr., esquizofrenia y extroversión),
o cuando el sujeto describe un conjunto indiscriminado de síntomas sin
consistencia interna entre ellos o configuraciones inusuales en poblacio- Fases del Sistema de Evaluación Global
nes clínicas.
7) Severidad de síntomas. Esta categoría analiza el grado de severidad de El SEG se compone de los siguientes pasos.
los síntomas manifestados. Es frecuente que los simuladores atribuyan a) Obtención de la declaración. El primer material y más importante es la de-
a la sintomatología que dicen padecer una severidad extrema. claración de las partes implicadas. Para ello se aplica el procedimiento de
8) Inconsistencia de síntomas (observados y manifestados). Esta categoría obtención de la información que mejor se ajuste al evaluado, ya sea la en-
tiene por objeto analizar la correspondencia entre los síntomas elicitados trevista cognitiva o aquellos formatos existentes para casos especiales (me-
por el sujeto y las observaciones del forense sobre si esos síntomas se nores o discapacitados).
corresponden con la actitud, presencia y comportamiento del sujeto.
b) Repetición de la obtención de la declaración. Generalmente, se obtiene una
9) Estereotipos erróneos. Esta categoría se refiere a las concepciones única declaración. Ahora bien, con una única medida perdemos una posibi-
equivocadas sobre las características clínicas comúnmente asociadas lidad de análisis de la consistencia de la declaración en el tiempo. De todos
con los trastornos mentales. es asumido que esta opción no tiene porqué contaminar los datos proce-
10)Agrupación indiscriminada de síntomas. El sujeto informa de problemas dentes de una entrevista no viciada externamente (v.gr., Campos y Alonso-
psiquiátricos de forma indiscriminada. Quecuty, 1999), tal y como ocurre en los protocolos de obtención de la de-
claración anteriormente mencionados. En la primera medida no se procede
En suma, adoptando este procedimiento requerimos al evaluado que realice
al interrogatorio, esto es, sólo se acude a la reinstauración de contextos,
una tarea de conocimiento de síntomas, mientras que en las entrevistas estructu-
recuerdo libre, cambio de perspectiva y recuerdo en orden inverso. El inte-
radas, semi-estructuradas, checklist e instrumentos psicométricos el sujeto lleva a
rrogatorio subsiguiente se deja para la segunda medida a fin de no contami-
cabo una tarea de reconocimiento de síntomas. Es por ello que la entrevista no se
nar la memoria de eventos. De una segunda medida se obtiene un análisis
realiza en formato de interrogatorio cerrado, no es directiva y está orientada a la
de la consistencia que, de acuerdo con la hipótesis Undeutsch (1967, pág.
reinstauración de contextos. Esto es, se lleva a cabo un procedimiento de entrevista
125), debe entenderse en función de la centralidad periferia del material que
abierta y en formato de discurso libre, continuada de una reinstauración de contex-
entra en contradicción. Así, señala que sólo es relevante la contradicción si
tos.
afecta a detalles centrales para la acción de juicio. La inconsistencia en la
46 SALUDy BIENESTAR BLOQUE 1:PSICOLOGIA 47

información periférica o la omisión de cierta información sólo es importante Así, las técnicas habituales para conseguir una confesión se basan en estra-
si es transcendente para la construcción de un evento verdadero. Para dar tegias tales como las amenazas; la atribución de responsabilidad a causas
cabida a las interferencias (teoría de la interferencia del olvido), a la entra- externas tales como la provocación por parte de la víctima; minimización
da de nueva información (hipótesis constructiva del olvido) y a la curva del de la seriedad del crimen; o el desarrollo de una relación personal con el
olvido, el tiempo a transcurrir entre entrevista y entrevista lo estimamos en sospechoso (esto es, la típica estrategia de dos entrevistadores uno hostil,
superior a 1 semana (pero no mucho más allá). Las hipótesis básicas que y otro amigable y protector). Por su parte, la estrategia basada en el dilema
se postulan son tres. Primera, al ser un evento vital estresante el efecto del del prisionero para la obtención de la declaración puede llevar bien a estra-
desuso será menor (referido al testimonio de víctima y agresor, y contiguo tegias de cooperación bien de competición que distorsionan la emisión del
testimonio (v. gr., Kelley y Stahelski, 1970) Al respecto, una decisión de la
a los hechos). Segunda, una teoría de racionalidad por parte del mentiroso
Corte Suprema de los Estados Unidos (Miranda v. Arizona, 1966) declaró
que se plasma en que la mentira es planificada, aprendida y, por extensión,
este tipo de interrogatorios coercitivos.
consistente en el tiempo con lo que no estará mediada por interferencias e
información post-suceso (hipótesis constructiva). Para esto, es imprescindi- d) Análisis de contenido de las declaraciones. En el análisis de contenido de las
ble obtener la primera declaración en formato de discurso libre sin ningún declaraciones se seguirá el procedimiento del SVA/CBCA. El SVA, a través del
interrogatorio porque a través de éste entraría información post-suceso que estudio del sumario en su conjunto, analiza la validez de la declaración, en tan-
el sujeto acomodaría a la nueva reconstrucción. El interrogatorio sólo proce- to que el CBCA, ceñido al estudio del contenido de la declaración, la consis-
dería tras la obtención en discurso libre de la segunda declaración. Tercera, tencia interna de la misma (fiabilidad). Este procedimiento de análisis, creado
el sujeto que dice verdad narra imágenes con lo que la descripción de los en principio para el testimonio de menores víctimas de agresiones sexuales,
hechos aún siendo muy semejante, será de construcción distinta al no res- es igualmente efectivo con adultos (Landry y Brigham, 1992; Zaparnuik et al.,
ponder a esquemas episódicos. En suma y en formato de recuerdo libre, la 1995; Sporer, 1997; Vrij et al. 1999), en secuencias de medidas, y en otros ca-
declaración verdadera será menos consistente y aunque el evento sea el sos diferentes a la agresión sexual (Porter y Yuille, 1996; Sporer, 1997; Arce,
mismo, la narración será significativamente distinta tanto en su recuperación Fariña y Freire, 2002). En estos nuevos contextos obviamente no todas las
como en el contenido (omisiones, elicitación de eventos distintos a los he- categorias son productivas. Así, Landry y Brigham (1992) limitan el uso a 14
chos pero relacionados con ellos, inconsistencia en información periférica, categorías con adultos porque tres de ellas sólo son aplicables a menores
recuperación de nueva información poco relevante para los hechos). Por su (incomprensión de detalles relatados con precisión; perdón al autor del delito;
parte, el sujeto mentiroso narra historias aprendidas con lo que las repetirá y detalles característicos de la ofensa) mientras que otras dos (elaboración
básicamente igual guiado por un esquema. inestructurada y asociaciones externas relacionadas) no eran productivas. Sin
embargo, nosotros (Arce, Fariña y Freire, 2002) encontramos que la categoría
e) Contraste de las declaraciones hechas a lo largo del sumario. Asimismo, se
"perdón al autor del delito" era productiva, en declaraciones de adultos, tanto
recaban, de acuerdo con el procedimiento de estudio de la validez SVA, las
en agresiones sexuales como en amenazas. En suma, en principio deben
otras declaraciones hechas a lo largo del proceso judicial (v. gr., sumario).
considerarse todos los criterios en el análisis porque la productividad depende
Ahora bien, el valor de éstas es relativo. Es preciso tener en mente que mu-
del tipo de caso, de las particularidades de la acción a examinar y del perfil so-
chas de ellas son transcripciones de lo que un testigo ha dicho con lo cual
ciodemográfico del entrevistado. A su vez, la combinación de SVA/CBCA y RM
no reflejan fehacientemente lo testificado. Además, el tipo de interrogatorio
es posible y efectiva, ya que pueden sumar sus efectos (Sporer, 1997; Vrij et
puede haber mediatizado la respuesta. De hecho, en el caso de interrogato-
al., 1999). En concreto, la combinación de ambos sistemas de evaluación RM
rios a menores se encuentran muchas expresiones y conceptos que pregun-
y SVA/CBCA mejora ligeramente la fiabilidad del sistema (en simulaciones),
tado el menor no sabe qué son (p.e., en la declaración del menor aparece
resultando de añadir al CBCA los criterios "información perceptual" y "opera-
la expresión "echó semen", si preguntado el menor qué es semen, y éste
ciones cognitivas" del RM (Vrij, 2000). Por tanto, procede la inclusión de estos
no lo sabe es que no responde a su declaración tal expresión). Por tanto, la
dos nuevos criterios a añadir a los del CBCA. Este procedimiento se puede
falta de consistencia de las declaraciones obtenidas ante los peritos y otras
aplicar en medidas repetidas (véanse las hipótesis a contrastar en el apartado
recogidas en el sumario tiene un valor muy relativo. En su caso, debe ex-
"repetición de la obtención de la declaración").
plicarse que esta falta de consistencia no es relevante para el análisis de la
plausibilidad de la declaración. Es importante tomar con más precauciones e) Análisis de la fiabilidad de las medidas. Es importante garantizar la fiabilidad de
de las que podrían esperarse a priori las confesiones por parte del acusado, la medida del objeto pericial. En este momento, lo que tenemos es un instru-
y, muy especialmente, de las incriminaciones a cambio de beneficios para mento fiable y versátil, pero no una medida fiable. Esto es, no está garantizada
el informador. La fuente de sesgo viene de la mano de los interrogatorios. la fiabilidad de la medida concreta. Para ello, se debe proceder de modo que

¡
I

1
48 SALUD y BIENESTAR .~;
'!¡
BLOQUE 1: PSICOLOGIA 49

tengamos una consistencia inter- e intra-medidas, inter-evaluadores e inter- dos en el DSM-IV-TR (American Psychiatric Association, 2002); cotejar la
contextos (Weick, 1985). La fiabilidad inter-contexto se obtiene recurriendo a consistencia de las medidas con dos observadores independientes (véase el
un evaluador entrenado que haya sido efectivo y consistente en otros contex- apartado de estudio de la fiabilidad); .y contrastar si se cumplen los criterios
tos previos, o sea, en pericias anteriores. El recurso a dos evaluadores con, al suficientes para un diagnóstico de TE:P. Además, se procederá igualmente a
menos, uno de ellos entrenado y fiable en evaluaciones anteriores, que ejecu- la detección de la identificación de una o más de las seis estrategias que la
ten la tarea por separado posibilita obtener una aproximación a la consistencia literatura ha descrito que siguen los simuladores y que son productivas en
inter-evaluadores e inter-contextos. Como herramienta estadística de análisis formato de entrevista no directiva: sintomas raros, combinación de sínto-
mas, sintomas obvios, consistencia de síntomas, síntomas improbables, y
de la consistencia inter-evaluadores proponemos el índice de concordancia
severidad de síntomas.
[IC= Acuerdosl(acuerdos+desacuerdos)], que es más restrictivo que los va-
lores kappa, tomando como punto de corte .80 (Tversky, 1977). En otras h) Evaluación de la declaración de los actores implicados. Si bien en un principio
palabras, sólo se consideran los resultados fiables si dos evaluadores, por la técnica fue creada para la evaluación del testimonio de la supuesta víctima,
separado, se superponen en más del 80% de las categorías de evaluación. el mismo procedimiento de análisis de contenido de las declaraciones también
La consistencia inter-e intra-medidas viene de la mano de la consistencia inter- es susceptible aplicación al supuesto agresor, lo que permite llevar a cabo un
na de las medidas (p.e., las escalas de validez del MMPI, de las declaraciones análisis de las dos versiones. El procedimiento de justicia inquisitorial, como es
en el tiempo o del estudio de las estrategias de simulación en la entrevista el nuestro, permite esta doble confrontación, no así un sistema de adversarios.
clínica), de la consistencia entre distintas medidas (v.gr., concordancia entre Con este procedimiento obtendremos una estimación de la validación conver-
MMPI y entrevista clínica, entre los análisis de contenido de las declaraciones) gente de los datos
así como de la consistencia, esto es, complementación o no (verbigracia, una
i) Análisis de personalidad de los actores implicados. El estudio de la perso-
presenta indicios de veracidad y la otra de falsedad o están ausentes) de las
nalidad del acusado puede ser de suma transcendencia ya que en él pode-
evaluaciones obtenidas del presunto agresor y la presunta víctima. mos encontrar las claves explicativas de la agresión o cualquier enfermedad
f) Medida de las consecuencias clínicas del hecho traumático (Trastomo de Es- mental con implicaciones jurídicas relevantes. Para ello lo más recomen-
trés Postraumático, TEP). El trastorno de estrés postraumático es la conse- dables es el uso del MMPI junto con una entrevista clínica en formato de
cuencia psicológica que buena parte de las víctimas de delitos padecen, espe- recuerdo libre (véase anteriormente el procedimiento para el contexto foren-
cialmente de agresiones sexuales, de delitos contra la vida y de allanamiento se). Con estas dos medidas, además, podemos acercarnos al estudio de la
de morada (Arce y Fariña, 1995). El hallazgo de los síntomas propios de este simulación que parece ser frecuente entre los agresores (Rogers, 1997).
trastorno en la víctima es un indicador positivo de victimación. Ahora bien, es j) Implicaciones para la presentación del informe. El sistema de la credibilidad
preciso descartar otras causas a parte del delito. Por ejemplo, la unión de un de las declaraciones en 5 categorias de respuesta, tal y como se recoge
proceso de separación con malos tratos no permite diferenciar cuál es el ori- en el SVA, no se ajusta a los requerimientos de nuestro sistema de justicia.
gen del trastorno. Además, para garantizar la existencia del trastorno es preci- Así, el TS exige la seguridad plena, no la alta probabilidad (p. e., sentencia
so obtener una medida clínica aséptica que podría complementarse con otras del TS de 29 de octubre de 1981, RA 3902). No obstante, toda medida, y
psicométricas [el MMPI-2 aporta dos medidas psicométricas del TEPl a fin de muy especialmente la psicológica, está sujeta a error, por lo que debemos
computar la validez convergente. Las medidas psicométricas por sí mismas no reconocerlo, pero absteniéndonos de establecer grados de certeza que, de
son válidas ya que no diagnostican sino que dan "impresiones diagnósticas" a acuerdo con las consideraciones del TS, sólo conllevan a una mayor con-
la vez que facilitan la tarea de simulación del sujeto al implicar una tarea de re- fusión. De este modo, las categorías más ajustadas serían "probablemente
conocimiento de síntomas (Arce, Pampillón y Fariña 2002; Arce, Fariña y Frei- cierto", "probablemente no-cierto" y, en su caso, "indeterminado". Téngase
re, 2002). Complementariamente, la entrevista clínica en formato de discurso presente también que el sistema es más robusto en la identificación de la
libre presupone la ejecución de una tarea de conocimiento. De 200 pruebas verdad que de la mentira. Asimismo, no es aconsejable que se haga una des-
que hemos llevado a cabo encontramos que sólo dos personas (mujeres que cripción de los hechos basada en frases, sino en acciones de conjunto, porque
simulaban ser víctimas de una agresión sexual) eran capaces de simular un el procedimiento valida hechos y no partes aisladas.
TEP. Si a esto añadimos el estudio de la validez convergente con las medidas
psicométricas, la potencia de los resultados aumenta aún más. En todo caso,
Referencias
ténganse presentes las siguientes limitaciones: a) no toda agresión produce el
TEP; b) la no presencia del TEP no implica que la agresión no sea cierta.
Ambrosini, P. J. (2000). Historical development and present status of the Schedule for Affec-
g) El estudio de los protocolos de las entrevistas clínicas (grabaciones en vídeo) tive Disorders and Schizofhrenia for School Age Children (K-SADS). Journal of the
consiste en construir una hoja de registros con los criterios del TEP recogi- American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 39(1), 49-58.

J
50 SALUD y BIENESTAR ",-r BLOQUE 1: PSICOLOGIA 51
~t~~\
,.-l

American PsychiatricAssociation (2002). DSM-IV-TR. Manual diagnóstico y estadístico de los Elhai, J. D., Frueh, B. C., Davis, J. L, Jacobs, G. A., Y Hamner, M. B. (2003).Clinical presen-
trastomos mentales (4". ed. rev.). Barcelona: Masson. tations in combat veterans diagnosed with posttraumatic stress disorder. Joumal of
Arce, R y Fariña, F. (1995). El estudio psicosocial de la víctima. En M. Clemente (Ed.), Fun- Clinical Psychology, 59, 385-397. ,
damentos de la psicología jurídica (pp. 431-447). Madrid: Pirámide. First, M. B., Spitzer, R. L., Gibbon, M., Spitzer, R. L. Y Williams, J. B. W (1999). Guía del
Arce, R. y Fariña, F. (2001). Construcción y validación de un procedimiento basado en una usuario para la entrevista clínica estructurada para los trastornos del eje I del DSM-IV:
tarea de conocimiento para la medida de la huella psíquica en víctimas de delitos: La SCIO-I. Barcelona: Masson.
entrevista forense. Manuscrito Inédito, Universidad de Santiago de Compostela. Gothard, S. (1993). Oetection of malingering in mental competency evaluations. Tesis docto-
,),rce, R, y Fariña, F. (2003). La obtención del testimonio y evaluación de la veracidad de las ral no publicada, California School of Professional Psychology, San Diego.
declaraciones. En G. Buela-Casal, D. Bunde, y E. Jiménez (Comps.), Manual de psi- Gothard, S., Rogers, R, y Sewell, K.W (1995). Feigning incompetency to stand trial. An in-
cología forense. Madrid: Biblioteca Nueva. vestigation of the Georgia Court Competency Test. Law and Human Behavior, 19(4),
Arce, R., y Fariña, F. (2004). Construcción y validación de un procedimiento basado en una 363-373.
tarea de conocimiento para la medida de la huella psíquica en víctimas de delitos: La Gothard, S., Viglione, D. J., Meloy, J. R, Y Sherman, M. (1995). Detection of malingering in
entrevista clínico-forense. Santiago de Compostela, España: Universidad de Santiago competency to stand trial evaluations. Law and Human Behavior, 19(5),493-505.
Graham, J. R (2006). MMPI-2: Assessing personality and psychopathology (4a ed.). New
de Compostela.
-rce, R., y Fariña, F. (2005). Peritación psicológica de la credibilidad del testimonio, la huella York: Oxford University Press ..
Green, D. G., Rosenfeld, B., Dole, T, Pivovarova, E. y Zapf, P. A (2008). Validation of an ab-
psíquica y la simulación: El Sistema de Evaluación Global (SEG). Papeles del Psicólo-
breviatedversion of the Structured Interview of Reported Symptoms in Outpatient and
go, 26, 59-77.
Community Setting. Law and Human Behavior, 32, 177-186.
~,rce, R, Fariña, F., Carballal, A. y Novo, M. (2006). Evaluación del daño moral en accidentes
Greene, R L (1980). The MMPI: An interpretative manual. Nueva York: Grune y Stratton.
de tráfico: Desarrollo y validación de un protocolo para la detección de la simulación.
Greene, R. L (1997). Assessment of Malingering and defensiveness by Multiscale Invento-
Psicothema, 18(2),278-283.
ries. En R Rogers (Ed.), Clinical assessment of malingering and deception. Nueva
.lree, R., Fariña, F., Carballal, A. y Novo, M. (2009). Creación y validación de un protocolo
York: Guilford Press.
de evaluación forense de las secuelas psicológicas de la violencia de género. Psico-
Hankins, G. C., Bamard, G. W, y Robbins, L. (1993). The validity of the M Test in a residen-
thema, 21(2),241-247.
tial forensic facility. The Bulletin of the American Academy of Psychiatry and the Law,
-rce, R, Fariña, F. y Freire, M. J. (2002). Contrastando la generalización de los métodos
21(1),111-121.
empíricos de detección del engaño. Psicologia: Teotie, Investigac;ao e Prática, 7(2),
Hathaway, S. R y McKinley, J. C. (1999). Inventario multifásico de personalidad de Minneso-
71-86. ta-2. Manual. Madrid: TEA Ediciones. .....,.
Arce. R., Pampillón, M.C. y Fariña, F. (2002). Desarrollo y evaluación de un procedimiento
Hawes, S. vv. y Boccaccini, M. T. (2009). Detection of overreporting of psychology on the
empírico para la detección de la simulación de enajenación mental en el contexto le-
Personality Assessment Inventory: A meta-analytic review. Psychological Assessment, 'r
gal. Anuario de Psicología, 33(3), 385-408. 21 (1),112-124.
::agby, R. M., Nicholson, R. A, Bacchiochi, J. R, Ryder, A. G., & Bury, A S. (2002). The pre- Jaffe, M. E. Y Sharma, K. (1998). Malingering uncommon psychiatric symptoms among de-
dictive capacity of the MMPI-2 and PAI validity scales and indexes to detect coached fendants charged under California's "Three Strikes and you're Out" Law. Joumal of
and uncoached feigning. Joumal of Personality Assessment, 78, 69-86. Forensic Sciences, 43(3), 549-555.
5agby, R. M., Nicholson, R A., Buis, T Radovanovic, H. y Fidler, B. J. (1999). Defensive Jiménez, F. y Sánchez, G. (2003). Evaluación psicológica forense. Contribución de las técni-
responding on the MMPI-2 in family custody and access evaluations. Psychological cas de Minnesota y Mil/on. Salamanca: Amarú Ediciones.
Assessment, 11(1), 24-28. Kane, A W (1999). Essentials of malingering assessment. En M. J. Ackerman (Ed.), Essen-
3atnurst, K., Gottfried, A. W, y Gottfried, A. E. (1997). Normative data for the MMPI-2 in child tials offorensic psychologícal assessment. Nueva York: John Wiley and Sons.
custody Iitigation. Psychological Assessment, 7, 419-423. Kelley, H. H., Y Stahelski, A J. (1970). Social interaction basis of cooperators' and compe-
cutcher, J.N. y Ben-Porath, YS. (2004). Use of the MMPI-2 in medico-Iegal evaluations: An titors' beliefs about others. Joumal of Personality and Social Psychology, 16, 66-91.
alternative interpretation for the Senior and Douglas (2001) critique. Australian Psy- Kropp, P. R, Y Rogers, R (1993). Understanding Malingering: Motivation, Method, and De-
chologist, 39,44-50. tection. En M. Lewis, y C. Saarni, (Eds.). Lying and deception in everyday Me. Nueva
Campos, L y Alonso-Quecuty, M. L (1999). The cognitive interview: Much more than simply York: Guilford Press.
"try again". Psychology, Crime and Law, 5,47-59. Kucharski, L. T, Toomey, J. P, Fila, K. y Duncan, S (2007) Detection of malingering of psy-
Derogatis, L R (2002). SCL-90-R. Manual. Madrid: TEA Ediciones. chiatric disorder with the Personality Assessment Inventory: An investigation of crimi-
Juckworth, J. C., Y Anderson, W P. (1995). MMPI and MMPI-2: Interpretation manual for nal defendants. Joumal of Personality Assessment, 88 (1), 25-32.
counselors and c/inicians. Bristol: Accelerated Development. Lally, S. J. (2003). What tests are acceptable for use in forensic evaluations? A survey of ex-
Ouncan, J. (1995). Medicalion compliance in schizophrenic palients. Comunicación no publi- perts. Professional Psychology: Research and Practice, 34,491-498.
cada, Universidad del Norte de Texas, Denton. Landry, K. L Y Brigham, J. C. (1992). The effect of training in criteria-based content analysis
Echeburúa, E., Corral, P. de, Amor, P.J., Sarasua, B. y Zubizarreta, 1.(1997). Repercusiones on the ability to of detect deception in adults. Law and Human Behavior, 16,663-676.
psicopatológicas de la violencia doméstica en la mujer: Un estudio descriptivo. Revista Lewis, M. y Saarni, C. (1993). Lying and deception in everyday tite. Nueva York: Guilford
de Psicopatología y Psicología Clínica, 2 (1),7-19. Press.
52 SALUD y BIENESTAR BLOQUE 1: PSICOLOGIA 53

Lindblad, A. D. (1994). Detection of malingered mental illness within a forensic population: An Compensation Cases: An examination of its validity and generalizability. Law and Hu-
analogue study. Dissertation Abstracts International, 54-B, 4395. man Behavior, 33, 213-224.
Melton, G. B., Monahan, J. y Saks, M. J. (1987). Psychologists as law professors. American Rogers. R, Payne, J: w., Correa, A A., Gillard, N. D. Y Ross, C. A. (2009). A study ofthe SIRS
Psychologists, 42, 502-509. with severely traumatized patients. Journal of Personality Assessment, 91(5),429-438.
Nicholson, R A., Mouton, G. J., Bagby, R. M., Buis, T., Peterson, S. A., y Buigas,R A. (1997). Rogers, R., Sewell, K. w., Martin, M. A. Y Vitacco, M. J. (2003). Detection of feigned mental
Utility of MMPI-2 indicators of response distortion: receiver operating characteristic disorders: A meta-analysis of the MMPI-2 and malingering. Assessment, 10, 160-177.
analysis. Psychological Assessment, 9(4), 471-479. Rogers, R., Ustad, K. L. Y Salekin, R. T. (1998). Convergent validity of Personality Assess-
Norris, M. P., Y May, M. C. (1998). Screening for malingering in a correctional setting. Law and ment Inventory: A study of emergency referrals in a correctional setting. Assessment,
Human Behavior, 22 (3),315-323. 5(1),3·12.
Ortiz-Tallo, M., Cardenal, V. y Sánchez, M. P. (2012). Guía de interpretación y evaluación de Sadow, L., y Suslick, A. (1961). Simulation of a previous psychotic state. Archives of General
casos clínicos con el PAI. Madrid: TEA Ediciones. Psychiatry, 4, 452·458.
Ortiz-Mallo, M., Santamaría, P., Cardenal, V. y Sánchez, M. P. (2013). Inventario de evalua- Spitzer, R L. Y Endicott, J. (1978). Schedule of affective disorders and schizophrenia. Nueva
ción de la personalidad. Manual Técnico (Adaptación Española). Madrid: TEA Edicio- York: Biometric Research.
nes. Sporer, S. L. (1997). The less travelled road to truth: Verbal cues in deception detection in
Ossipov, V. P. (1944) Malingering: The simulation of psychosis. Bulletin of the Menninger accounts of fabricated and self-experienced events. Applied Cognitive Psychology, 11,
Clinic, 8,31-42. 373-397.
Resnick, P. J. (1984). The detection of malingered mental illness. Behavioral Sciences and Story, D. L. (2000). Validation of a short form of the structured interview of reported symptoms
the Law, 2(1),20-38. (S/RS). Miami, Florida: Carlos Albizu University.
Resnick, P.J. (1999). The detection of malingered psychosis. Psychiatric Clinics of North Tesser, A., y Paulhus, D. (1983). The definition of self: Private and public self-evaluation man-
America, 22, 159-172. agement strategies. Journal of Personality and Social Psychology, 44, 672-682.
Pollock, P. H. (1996). A cautionary note on the determination of malingering in offenders. Psy- Tetlock, P. E. Y Manstead, A. S. (1985). Impression management versus intrapsychic explana-
chology Crime and Law, 3 (2),97-110. tions in social psychology: A useful dichotomy? Psychological Review, 92(1), 59-77.
Porter, S. y Yuille, J. C. (1996). The language of deceil: An investigation of the verbal c1ues in Tversky, A (1977). Features of similarity. Psychological Review, 84, 327·352.
the interrogation context. Law and Human Behavior, 20,443-458. Undeutsch, U. (1967). Beurteilung der glaubhaftigkeit van zeugenaussagen. En U. Undetsch
Rogers, R (1986). Conducting insanity evaluations. Nueva York: Van Nostrand Reinhold. (Ed.), Handbuch der psychologie, Vol. 1/: Forensische psychologie (pp. 26-181). G6t-
Rogers, R (1988). Structured interviews and dissimulation. En R. Rogers (Ed.), C/inical as- tingen: Verlag für Psychologie.
sessment of malingering and deception (1" ed., pp. 250-268). Nueva York: Guilford Ustad, K. L. (1996). Assessment of rnalingering on the SADS in a jail referral sarnple. Tesis
Press. doctoral no publicada, Universidad del Norte de Texas, Denton.
Rogers, R (1990). Models of feigned mental illness. Professional Psychology: Research and Vilariño, M., Arce, R, y Fariña, F. (2013). Forensic-c1inical interview: reliability and validity for
Practice, 21, 182-188. the evaluation of psychological injury. The European Journal of Psychology Applied to
Rogers, R, Bagby, R. M. Y Dickens, S. E. (1992). Structured Interview of Reported Symptoms Legal Context, 5 (1), 1-21. Vrij, A. (2000). Detecting lies and deceit. Chichester: Wiley.
(SIRS) and professional manual. Odessa, FL.: Psychological Assessment Resources. Vilariño, M., Fariña, F. y Arce, R (2009). Discriminating real victims from feigners of psycho-
Rogers, R., Gillis, J. R, Y Bagby, R M. (1990). The SIRS as a measure of malingering: A vali- logical injury in gender violence: validating a protocol for forensic setting. The Euro-
dation study with a correctional sample. Behavioural Sciences and the Law, 8, 85-92. pean Journal of Psychology Applied to Legal Context, 1(2),221-243.
Rogers, R., Gillis, J.R., Bagby, RM., y Monteiro, E. (1991). Detection of malingering on Vrij, A., Edward, K., Roberts, K. P. Y Bull, R. (1999, julio). Detecting deceit via criteria based
the Structured Interview of Reported Symptoms (SIRS): A study of coached and un- content analysis, reality monitoring and analysis of non verbal behavior. The First Joint
coached simulators. Psychological Assessment: A Journal of Consulting and Clinical
Meeting of the American Psychology-Law Society and the European Association of
Psychology, 3(4),673-677. Psychology and Law, Dublin.
Rogers, R, Gillis, J. R, Dickens, S. E., y Bagby, R. M. (1991). Standardized assessment of
Wachspress, M., Berenberg, A N. Y Jacobson, A (1953). Simulation of psychosis. Psychiatric
malingering: Validation on the Structured Interview of Reported Symptoms. Psycho-
Quarterly, 27,463-473.
logical Assessment: A Journal of Consulting and Clinical Psychology, 3(1), 89-96.
Wagenaar, W. A (1995). Anchored narratives: A theory of judicial reasoning. En G. Davies,
Rogers, R., Hinds, J. D., Y Sewell, K. W. (1996). Feigning psychopathology among adolescent
S. Lloyd-Bostock, M. McMurram y C. Wilson (Eds.), Psychology, Lawand Criminal
offenders: Validation of the SIRS, MMPI-A, and SIMS. Journal of Personality Assess-
Justice (pp. 267-285). Berlin: Walter de Gruyter.
ment, 67(2),244-257.
Wagenaar, W. A., Koppen, P. J. Y Crombag, H. F. M. (1993). Anchored narratives. The psy-
Rogers, R., Jackson, R L. y Karninski, P. L. (2004). Factitious psychological disorders: The
chology of criminal evidence. Hemel Hempstead: Harvester Wheatsheaf.
overlooked response style in forensic evaluations. Journal of Forensic Psychology
Weick, K. E. (1985). Systematic observational methods. En G. Lindzey, y E. Aronson (Eds.),
Practice, 3, 115-129.
The handbook of social psychology (vol. 1) (pp. 567-634). Hillsdale, N. J.: LEA
Rogers, R y Mitchell, C. N. (1991). Mental health experts and the criminal courts: A handbook
Welburn, K. R, Fraser, G. A., Jordan, S. A, Cameron, C., Webb, L. M. Y Raine, D. (2003). Dis-
for layers and clinicians. Scarborough, ON: Thomson Professional Publishing Canada.
criminating dissociative identity disorder from schizophrenia and feigned dissociation
Rogers, R., Payne, J. w., Berry, D. T. R Y Granacher Jr., R. P. (2009). Use of the SIRS in
SALUD y BIENESTAR
54

on psychological tests and structured interview. Journal of Trauma and Dissociation,


4,109-130.
Zaparniuk, J., Yuille, J. C. y Taylor, S. (1995). Assessing the credibility of true and false state-
ments. International Journal of Law and Psychiatry, 18, 343-352.

CAPíTULO 3
EVALUACiÓN FORENSE DEL ACOSO ESCOLAR

Judith Velasca, Mercedes Nava y Dolores Seija


Universidad de Santiago de Compostela

Introducción

El acoso escolar se define como una forma de agresión repetida y deliberada,


que una o varias personas ejercen, a lo largo de un determinado periodo de tiempo,
sobre otra que no tiene posibilidad de defenderse por la existencia de una situación
de desequilibrio de poder (Olweus, 1993; Smith y Brain, 2000). Sin embargo, exis-
ten múltiples situaciones dentro del marco relacional de los niños y los adolescentes
(iueqo violento, conflictos, peleas, bromas pesadas, violencia escolar) que por sus
características generan confusión en el observador, lIevándolo a definir, errónea-
mente, dichas situaciones como acoso escolar (Avilés, 2006; Cornell, Sheras, y
Cole, 2006). En consecuencia, es preciso establecer unos criterios diagnósticos que
faciliten el diagnóstico diferencial del acoso respecto a otras casuisticas. En este
sentido, Olweus (1993) propone cuatro criterios. En primer lugar, ha de tratarse de
una o varias conductas o estrategias agresivas (criterio de daño) cuyo objetivo es
herir física o psicológicamente a la víctima (Berkowitz, 1993). Estas conductas se
han clasificado en categorías que abarcan formas de agresión físicas, psicológicas,
verbales, relaciona les, exclusión social y acoso escolar sexual, auenglobándose
en una clasificación más general compuesta por formas de agresión fisicas (empu-
jones, peleas, encerrar a la víctima, romper sus pertenencias), verbales (insultos,
motes, hablar mal de alguien) y psicológicas(aislamiento, humillación) (Stephenson
y Smith, 1989), siendo las dos primeras que más atención han suscitado (Hawker y
Boulton, 2000) por su prevalencia. Según el informe del Defensor del Pueblo (1999,
2000, 2007), las conductas más frecuentes en el acoso son "insultar" (27,1 %), "po-
ner motes" (26,6%), "ignorar" (26,6%) y "esconder cosas" (16%).
Segundo, ha de ser un comportamiento dirigido con la intención (componente
volitivo) de producir daño al acosado/a (criterio de intencionalidad) (Besag, 1989;
Hinduja y Patchin, 2009; Olweus, 1998). En tercer lugar, debe existir desequilibrio
de poder entre agresor y víctima (criterio de desequilibrio de poder) (Besag, 1989;
Gini, 2004; Stein, Dukes, y Warren, 2007; Morita, 1985; Roland y Munthe, 1989),

l
SALUD Y BIENESTAR
I

Sonia Souto Camba


Antonio Souto Gestal
Francisca Fariña Rivera
(Coordinadores)
.\~t
·n
/

íNDICE

BLOQUE l. PSICOLOGíA .... 7


CAPíTULO 1. PSICOLOGíA DEL TESTIMONIO: EVALUACiÓN DE lA
CREDIBILIDAD DE lA DECLARACiÓN Y DETECCiÓN DE
MENTIRAS . 9
Francisca Fariña, Manuel Vilariñoy Bárbara G. Amado
CAPíTULO 2. PROCEDIMIENTOS Y TÉCNICAS PARA lA EVALUACiÓN
PSICOlÓGICA FORENSE.................................................... 25
;.f;
Dolores Seijo, Francisca Fariña y Manuel Vilariño
CAPíTULO 3. EVALUACiÓN FORENSE DEL ACOSO ESCOLAR .... "....... 55
Judith Velasco, Mercedes Novo y Dolores Seijo
CAPíTULO 4. PSICOLOGíA DEL TESTIMONIO: lA ENTREVISTA FOREN-
Esta obra ha sido financiada con cargo a la subvención concedida a la red "Salud, SE.......................................................................................... 73
bienestar físico y psicológico" (Exp. R2014/038) por la Consellería de Cultura, Edu- Mercedes Novo, Judith Velasco y Ramón Arce
cación y Ordenación Universitaria de la Xunta de Galicia.
CAPíTULO 5. ¿FUNCIONAN lAS INTERVENCIONES FAMILIARES EN
SITUACIONES CRÓNICAS? 87
Silvia lópez-larrosa
CAPíTULO 6. IMPACTO, RESPUESTA 't NECESIDADES DE lA FAMILIA
Y DE lOS HERMANOS CUANDO UN HIJO TIENE NECESI-
DADES ESPECIALES 97
i: leticia González Valcárcel y Silvia lópez larrosa

BLOQUE 11.REHABILITACiÓN FUNCIONAL.. . 113


© los autores CAPíTULO 7. ANÁLISIS SOBRE lAS NECESIDADES DE FISIOTERAPIA
Edita: GEU Editorial EN El CONTEXTO SOCIAL ACTUAL 115
ISBN: 978-84-16156-87-0 luz González Doniz, Sonia Souto Camba, Ramón Fernán-
Depósito legal: GR-1.809-2014 dez Cervantes y Ramón González Cabanach
Imprime: lozano Impresores S.l. CAPíTULO 8. RELEVANCIA DE lA FORMACiÓN CLíNICA PARA lA AU-
No está permitida la reproducción total o parcial de esta obra, ni su tratamiento informático, TONOMíA PROFESIONAL EN FISIOTERAPIA.................... 127
ni la transmisión de ninguna forma o por ningún medio, ya sea electrónico, mecánico, por Sonia Souto Camba, luz González Doniz, Ramón Fernán-
fotocopia, u otros medios, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
dez Cervantes, Ramón González Cabanach
Reservados todos los derechos.
6 SALUD y BIENESTAR
:~t
-1;
CAPíTULO 9. CALIDAD DE VIDA Y ACTIVIDAD FíSICA EN PACIENTES
DIAGNOSTICADOS DE CÁNCER DE PULMÓN SOMETI-
DOS A RESECCiÓN PUlMONAR 137
Raquel Sebio García, María Isabel Yáñez Brage, Sonia So u-
to Camba, Esther Giménez Moolhuyzen y Yolanda Saneste-
ban Hermida
CAPITULO 10. EVIDENCIA CIENTíFICA SOBRE lA EFICACIA DE lA HI-
DROTERAPIA EN PACIENTES POST ACCIDENTE CERE-
BROVASCUlAR . 147
Irene Pegito y Jamile Vivas
CAPíTULO 11. TRASTORNOS DE EQUILIBRIO EN PERSONAS CON FI-
BROMIAlGIA: UNA NUEVA DIRECCiÓN EN El ABORDAJE
FISIOTERAPÉUTICO............................................................ 157
Sabela Rivas Neira, Jamile Vivas Costa y Ramón Fernández
Cervantes

BLOQUE 1. PSICOLOGíA

También podría gustarte