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Querido Tom:
He pensado que podría escribirte
para comprobar que el viento no se te
ha llevado volando ni te has caído al
mar y las olas te han arrastrado. Y que
la ausencia de carreteras no te está
causando demasiados problemas.
Querida Isabel:
Por suerte, ni el viento se me ha
llevado volando ni las olas me han
arrastrado lejos (¿más lejos?). He visto
muchas ballenas, pero hasta la fecha
ninguna ha intentado comerme:
seguramente no les parezco muy
apetitoso.
Sobrellevo bastante bien la
situación, a pesar de todo, y me las
arreglo adecuadamente con la ausencia
de carreteras. Espero que mantengas
bien alimentada a la población
ornitológica local.
Espero volver a verte antes de
partir de Partageuse con destino a
quién sabe dónde, dentro de tres meses.
Janus Rock
15 de marzo de 1921
Querida Isabel:
Espero que estés bien. Yo estoy
bien. Me gusta la vida aquí. Supongo
que te parecerá extraño, pero es la
verdad. Me gusta la tranquilidad.
Janus tiene algo mágico. No se parece
a ningún otro sitio donde haya estado.
Es una pena que no puedas ver
estos amaneceres y estas puestas de
sol. Y las estrellas: por la noche el
cielo está abarrotado, y es como
observar un reloj, porque las
constelaciones se deslizan por el
firmamento. Es reconfortante saber que
aparecerán, por muy malo que haya
sido el día, por mucho que se
compliquen las cosas. En Francia eso
me ayudaba a ver las cosas
objetivamente; las estrellas existen
desde mucho antes que los humanos.
Siguen brillando pase lo que pase. Con
el faro ocurre algo parecido, y es como
si una esquirla de estrella hubiera
caído a la tierra: brilla pase lo que
pase. Sea verano o invierno, haya
tormenta o haga buen tiempo. La gente
puede confiar en él.
Será mejor que pare de decir
tonterías. Lo importante es que con
esta carta te mando una cajita que he
tallado para ti. Espero que te sea útil.
Puedes guardar en ella joyas,
horquillas o lo que quieras.
Seguramente ya habrás cambiado
de opinión, y sólo quería que supieras
que no pasa nada. Eres una chica
maravillosa y lo pasé muy bien contigo.
La barca llega mañana, y entonces
le entregaré esta carta a Ralph.
TOM
Janus Rock
15 de junio de 1921
Querida Isabel:
No puedo extenderme mucho
porque los chicos se están preparando
para zarpar. Ralph me ha entregado tu
carta. Me alegro de tener noticias
tuyas, y de que te gustara la cajita.
Gracias por la fotografía. Estás
preciosa, pero no tan fresca como en
persona. Ya sé dónde la pondré: en la
cámara de iluminación, para que
puedas mirar por la ventana.
No, tu pregunta no me extraña en
absoluto. En la guerra conocí a muchos
jóvenes que se casaban cuando volvían
a Inglaterra con un permiso de tres
días y luego regresaban al frente para
seguir luchando. Muchos de ellos
creían que tal vez no durasen mucho, y
seguramente las chicas también. Con
un poco de suerte, yo seré una
proposición más a largo plazo, así que
piénsatelo bien. Estoy dispuesto a
correr el riesgo si tú también lo estás.
Puedo solicitar un permiso
extraordinario para finales de
diciembre, de modo que tendrás tiempo
para reflexionar. Si cambias de
opinión, lo entenderé. Y si no, te
prometo que siempre cuidaré de ti y
haré cuanto esté en mi mano para ser
un buen marido.
Un abrazo
TOM
Janus Rock
junio de 1926
Estimado señor:
Adjunto le remitimos por correo
registrado separadamente el paquete
que contiene los efectos personales del
difunto soldado Graysmark, n.° 4497,
28.° batallón, recibido vía
«Themistocles» según inventario
anexo.
Le agradecería mucho que tuviera
la amabilidad de hacerme saber si se lo
han entregado, firmando y devolviendo
el recibo impreso incluido en el
paquete. Atentamente,
Comandante J. M. Johnson
Registro
«Merrivale»
Sidney
16 de octubre de 1915
Querido Thomas,
Te escribo porque sé que te has
alistado. Las cartas no son mi
especialidad. Pero estando tú tan lejos,
y ante la posibilidad de que te pase
algo antes de que tengamos ocasión de
volver a vernos, supongo que la única
forma de comunicarme contigo es
escribirte.
Hay muchas cosas que no puedo
explicarte sin denigrar a tu madre, y no
tengo ningún deseo de hacer más daño
del que ya se ha hecho. Por lo tanto,
seguiré sin mencionar ciertas cosas.
Soy culpable en un sentido, y eso es lo
que pretendo remediar ahora. Incluyo
un guardapelo que ella me pidió que te
diera cuando se marchó. Dentro hay un
retrato suyo. En su momento me
pareció que era mejor para ti que no te
la recordaran, y por eso no te lo di. No
fue una decisión fácil para mí
determinar que tu vida sería mejor sin
su influencia.
Ahora que ella ha muerto, creo que
debo cumplir su petición, aunque ya
sea tarde.
He intentado criarte como a un
buen cristiano. He procurado que
recibieras la mejor educación posible.
Espero haberte inculcado el sentido del
bien y del mal: no hay éxito ni placer
mundano capaz de redimir la pérdida
de nuestra alma inmortal.
Me enorgullezco del sacrificio que
has hecho al alistarte. Te has
convertido en un joven responsable, y
después de la guerra me gustaría
buscarte un empleo en el negocio.
Cecil tiene madera para ser un buen
director, y espero que dirija la fábrica
con éxito cuando yo me jubile. Pero
estoy seguro de que podremos
encontrar un puesto adecuado para ti.
Me dolió tener que enterarme de tu
embarque por terceros. Me habría
gustado verte vestido de uniforme, y
despedirme de ti, pero supongo que
después de seguirle la pista a tu madre
y enterarte de que había muerto, no
querrás saber nada más de mí. Así
pues, lo dejo en tus manos. Si decides
contestar esta carta, me darás una
alegría. Al fin y al cabo eres mi hijo, y
hasta que no seas padre no entenderás
todo lo que eso significa.
Sin embargo, si prefieres no
contestar, respetaré tu decisión y no
volveré a molestarte. De todos modos
rezaré para que Dios te proteja en la
batalla y para que vuelvas victorioso a
estas tierras.
Izzy, amor,
Espero que estés bien y con ánimo.
Sé que tus padres estarán cuidando de
ti. El sargento Knuckey ha tenido la
amabilidad de dejarme escribirte, pero
leerá esta carta antes que tú. Lamento
que no podamos hablar cara a cara.
No sé si podré volver a hablar
contigo, ni cuándo. Uno siempre
imagina que tendrá ocasión de decir lo
que necesite decir, de aclarar las
cosas. Pero no siempre es así.
No podía seguir tal como
estábamos. No tenía la conciencia
tranquila. Nunca podré llegar a
expresar cuánto siento haberte hecho
daño.
Estamos en este mundo de paso, y si
resulta que a mí se me ha acabado el
tiempo, habrá valido la pena. Debió
llegarme la hora hace muchos años.
Haberte conocido cuando creía que la
vida había terminado, y que me hayas
amado… aunque viviera cien años más
no podría aspirar a nada mejor. Te he
querido lo mejor que he sabido, Izz,
aunque eso no sea decir mucho. Eres
una mujer maravillosa, y merecías a
alguien mucho mejor que yo.
Estás enfadada y dolida y no
entiendes nada; sé cómo te sientes. Si
decides desentenderte de mí, no te lo
reprocharé.
Quizá, bien mirado, nadie es sólo el
peor de sus actos. Lo único que puedo
hacer es pediros a ti y a Dios que me
perdonéis por el daño que he causado.
Y darte gracias por cada uno de los
días que hemos pasado juntos.
Sea cual sea tu decisión, la
aceptaré, y apoyaré tu elección.
Tu amante esposo, siempre,
TOM